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LA VERDAI) DE VDA.
P '~'RIODICO POLITICO y LITERARIO.
NUM. 10. ~ Vincit om'::ia veritas. { TOM 1. o
. Fste periódico $"Idra d lu% lo,~ rlias l. Q !I 16 de ('oda mes Tmdrá
24 pflJillas, l/ el precio de ~ubs~npclOn por doce 1Iumt-rO.~ con'espOlldientes
d Ull S'tII(stre, que se pal(ara adelantado, será 1'/ de tres
PPSOI, Carlll númerQ suelto valdrá dos !I medio "#I(dts, y se vender'a
en la tU'1lda del 'r, '~el(Jmendl Los ,,'es que qtL1erfln su !J scri In rse,
pu¡lrán ocurrir a eS/tI imprenta, en el collt.:epto que ttJdo mime, o se les
entregará en sus c.asas.
MENSAJE DE GAMARRA
AL CONGRESO DE HUANCA YO.
JJt 1isaje1'o so¿, nnd /YO, no rnereceis pena) no.
Este refran e pañol da á entender que el que lleva un re ...
cado ajeno no es re pon able por lo que dice; pero debe upli
car e ahora á los que hac n men aje para lo conare o , y di ...
cen en ello lo qu le convIene. Un ralle, que no habl -
ba bi n e. pañol, cu nd no queria, lIum bn á sto. men jes,
men onges, y I s llamaba mní hlel1i pero como qui ra que sea,
lo ciertl. e que no m l'ecen p na, porque por el derecho naral
nadie e tá obligado á (te ir la verdad que I p r.lndica I
todo Pre id nt debe conoc r el derecho III tural, a nque no
noz a el derech clvil, ni el d jente" ni ninguno de lo, ot 08.
rr en con ecuencla d e te principio di e n) ongre o lo
cree conv niente, annqll no se n 11 litre en todo eH
abra de v rdnd. o dic que él e la cau a de todos 1
le que ha 1 frid y su el Pertí; ni qn 'él fué el' au
de los dlsturbios que trajeron á. Sunta Cruz; n que él u
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el primero que trat de hacer venir á este jencl'al n 1834,
como lo credlta el documento publicado en el núm ro 4 d
la Verdad; ni que él trató de reallzar el mlsmo proyecto en
los ú tunos dias de su emlgracion en Bollvia, como lo confesó
en su manifie to Impreso en Co tanca en 1835; ni que fué
él quien primero proclaluó la J9onfederacion, de pues de haber
quitado á Salaverry las diVisiones Lopera y Larenasj ni
que fué él quien creyó que esta confederacion era exijida por
todos los Peruano, como lo dijo en el manifiesto citado; ni
que fué él qUIen trató de engañar á Salaverry,. á Santa
Cruz, y á todo el mundo en aquella ocasion niemorabJej ni que
fné él quien anduvo la zeca y la meca buscando extranjeros,
que por sus miras particulares trajesen la guerra al Perú para que
le colocasen de nuevo á la cabeza de su partido. Esto no tenia
necesidad de decirlo, porque ya 10. habla dicho antes n documentos
bien conocidos. Era preciso que dije e cosas nuevas,
cosas que nadie sabia, que nadIe debia creer, y cosas, en
fin, que todo el mundo hallase en contradiccion con los hechos.
Con venia al derecho natural de Gamarra echar á Santa Cruz
y á Orbegoso sus propias culpas. Él cree que todos sus compatriotas
son unos estúpido, y que basta contarles las cosas
al reves de como ellos las han visto, para que se den por
satisfechos.
Á pesar de esto, hai cosas que el mensajero cuenta como
son, porque no ha conocido el mal que le resulta de ser
injénuo en e ta parte. A i el peje traga el anzuelo, sin conocer
que la carnada oculta el fierro con que qu da pre o
por las agRlIas. Dice don Agustin qu el gobierno tie Chile
dictó el ultimatum que sirvió de regla en la g1'a11 cuestíon
americana que se ventilaba. La disolucion de la confederacion
Perú- Boliviana, (¡ue envolvia el re. tablecimiento
de la independenda de Bolivia y del Perú, fl.lé la con dicion
que fijó Chile como única é indi pen able para cambiar
su actitud guerrera. La gran ene tion americann, Ó la gran
calabaza, era pue el d r cho qu tienen los gobernantes de
un pais para. dictar á otros E tados su forma de gobierno,
y para cuidar d la indepcnd ncia ajena: hacienno que esta indept>
udencJ8 ea dependIente de la fu rz extnmi ras. Pero
esta gran cuesti n americana, ó etiópica no debía er Gamarra
quien la hallase bi n ap1i~ada para la confederacion PerúBoliviana,
porqu nadie mé'tlo que él debía haber encontrado
ju to, ni razonable que Chile impidie e el cumplimiento de
los dp.seo de todo lo P ruanos, ue segnn 10 que dice el
manltiesto del mismo Gamarra, impreso en Costarica en 1835,
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deseaban con ans'La el establecimiento., de la C.o17jederaciou,
'11 lwbim'a ido 'Un crImen el no atelldC1' a estos (leM:ó~ desechando
aquel m edio de evitar el }Jetigro de pe1'lH;1' la ex'l. -
(encia política.
DeJemo~ á Prieto, el de Chile, y á "u aliado el ilu~tre
Rosas de Buenos Al res, eú su gran cne. twn americana, y
veamos solo cómo POdlá !clhar el ilu~trí m o G.<.Imana ~l
texto de su mamfie to de (;ostanca, con el de su mensaje
de Huancayo. Yo creo que e ponen los dos tcxtos de acuerdo,
d~Clendo, que en uno y otro ha ia1uido á la verdad nuestro
escritor de mensonge : que los l'ueblos no le dijeron á él nada
cuando a eguró que querian la hres nn uinario. i no qui TE" 1 abanderado
e ta comparacion, le compararémod con los tigres, con los
leopardos ó con las hiena. La indignacion, dice el abanderado,
que le hace arrojar la pluma: á mí me la hace oltar ~e la
ronDO la risa que me d¡Hl tas indlgnaciones de los e crltores
badulaques, y el con iderar la tri. t~ figura que hart' est po
bre doctor indignado. .
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e me pasaba por alto hacer una observacion sobre la
mas peregrina de las ocurrencias del gracioso doctor que redacta
la Bandera sin color. Dice lo siguiente: ~i Irisarri escribiese
una obra de derecho público, estamos seguros de encontrar
en ella este principio: es lícito al enviado de un
gobierno cerca de otro fallar á la confianza que se le ha
hecho, ligarse con el enemigo, ayudarle, hacer con él la
guen'a al gobierno que lo envi6, y pre entarse despttes al
mundo y decirle sin rubor: yo, yo soi el que asi me he conducido,
y yo Irisarri que doi e ta leccion, he dado tambien
el ejemplo. j Qué talento de doctor para adivinar lo ' que diria
lrisarri si escribie~e una obra de derecho público! i Pero
para qué se devana l~s sesos en averiguar lo ,\ue Irisarri
escT'ibiria, y no se contenta con criticar lo que Irisarri ya escribi6
en su obra de derecho público. titulada Defensa de los
Tratados de paz de Paucal'pataj cuyos principios, doctrinas y
autoridades han sido de la entera aprobacion de otros doctores
mas doctos que el abanderado de Arequipa, como podrá
verlo este curio o señor en el número 8 de la Verdad Desnuda,
en que hallará la revi ta que hacen de esta obrilla los
sabios editores del Foreing Quarterly Revie'lo? Allí hallará
el doctor indocto lo que necesita saber, y cómo se juzga de
las cosas por los hombres que saben, y no son puros charlatanes:
a11 í encontrará las opiniones de los literatos de la nacion
que ha hecho mas progresos en las ciencias, y sobre
todo en la poi ítica. i, Pero no es una tonteria enviar al dotor
aband ado de Arequipa, á consultar el número 8 de la VERDAD
D~SNUDA, cuando este buen crítico no nece 'ita leer los
escrit~s para hablar sobre ellos? j Y este hombre ha sido mini
tro de una Corte de Justicia! j Qué bien habrá juz~ado!
Por ahora él no tiene mas que hacer, para contestar á e te artículo,
que pedir á Ferreiro sns instrucciones sobre el particular.
Entre tanto, yo le diré, que es Ucito 'Y mui lícito al
enviado de un gobierno, despue de haberle salvado su ejército,
su honor comprometido torpemente, u existencia política,
'!I despues de haber recibido malos tratamiento por estos
servicios, separarse de él. rompel' sus relaciones abierta 'Y
f'l'ancamente, omo yo lo hice j afearle su conducta, hacer patente
u inju. ticia, poner en evidencia su mala fé y su tor
peza, y hacer ver, que por falta de cordura 'Y por sobra
de animo idad contra una persona, se comprometieron los
intereses de una nacíon del modo mas bárbaro que era de
esperarse, El enviado del gobierno de Chile dejó de serlo, desde
que él escribió al ministre de relaciones exteriores de aquella
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l'epúbli ca renunciando su encargo, y manifestándole los mot¡vos
que tenia para hacerlo. BI escritor de la de/en a de los
Tratados de 1,az de fJaucarpata, ya no era mini tro de Chile,
cuando ~cribió esta obrita; era AntolllO ro é de lrisarri, enemigo
de don JoaqUll1 Prieto, y de sus asociados, enemIgo ju to,
franco y descubierto. El negociador de Paucarpata ha probado
quP. sabe negociar; que sabe sacar un borrico de un pantano;
que sabe hacer servicios de amigo; que sabe s ntir los agravios;
y que no es de la casta del doctor que escribe la Bandera
de rodas colores, de ese doctor sanguijuela, que se alimenta
de toda sangre, y que todo lo encuentra bueno mientras
haya algo que chupar. Haí hombres que nacieron para
ser tratado mal, como mi doctor, y hombres que no pueden
sufrir una injusticia como el afectísimo servidor de la Bandera
de siete colores.
TRATADO DE CHILE. CON BOLIVIA.
Ha venido á mis manos una carta enviada de Lima por
persona desconocida, dirijida de Chile al ,,'\eñor Don Andres
Quintela, secretario de la legacion bolIviana en Lima, escrita
toda de letra del ñor don Manuel Molina, mmi tro
de Bolivia cerca del goblerno de hile, la cual carta orijinal
se mostrará á los que qui ran verla, y cuyo lenor es como sigue.
"Señor Don Andres Qumtela.-Santiago Julio 27 de 1839.
n E timado amigo. "uanto me alegro que se halle U, en la
"legacion acia ese govierno! Por no tener sino mu tard
,) avi os pocitivos de haver pasado Uso es que no h lscrito
"antes como hubiera .querido que fuese; por que cr o Impor·
"ta mucho pan cual es el estado de las negociaciones con
"este govierno. Se firmara, muy pronto antes que acabe el
"ro s, una alianza contra don Andres Santa ruz,'y contra
"el vecino que quiera atacar la independ ncia de Bolivia ó hi"
le. Se le iud mni arán á este quiniento. mil pe os (Ps. 500.000-
"por los aastos de la guerra. Con el conocimien to de t
" obren s.-Bolivia está fu ne yo he mandado 3000 fuciles
" yo, debe savar cual era el gn do de patriotismo que habia."
e apresuro á comuIllcarle todo e to, y p r no perder el
), tiempo pnco que hay para la salida del correo no le e cri"
vo al ñor Gutieres, á q ien lo aludara U, á mi nombre
~ muy amisto amente. Mi familia les manda ros. exps. Sabe
U, que e suyo su muy afet. anuel Molin .
Habrá alianza entre Chile y &Hvia co trn don And.re
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¿Ji
anta ruz, considerado como una potencia que l)ece~jt uc
otras e liguen contra él, porque él ~olo es tan fu rte ~omo
las d s, i Qué digo tan fuelte como la dos? las luerte que
las do ,. y que las tres, y que 1as cuatro. i Cáspita con el horo·
bre! ALados Chile y B livia, con Bueno ' Aires y el PCl ú, to·
davia S nta ruz es t miele, y vienen nI Ecuador los Emba·
jadores de PrIeto y de Gamarra á solIcitar el l' fuerzo de la
líaa, \' dizque han Ido otros Meterni hes y otro l 'ozzo di
B~rgos, á Pequin y á Persia para hac r entrar á aquellos
sultanes en la coalicion, amenazándoles con la Jau queo y la
ColocoJo, si no entran á sosten r la gran C'llesti07l americana .
. Santa Cruz es el hombre del siglo, el timebu:nt jerttes de la
América. ¡ Quién fuera Santa Cruz! Pomp yo, ~",ar, Alt'jandro,
erall unos niños de t ta para el Boliviano; á lo ménos no
asu taban tanto á los fieros republicanos de aquel ti mpo.
Pero dejando las burlas á un lado, y elltrando á tratar
seriameate el sunto mas ridiculo del mundo, preguntamos á
los polítIcos de la gran cuestion ameTicana: i e", digno bjeto
de tan gran liga el jeneral Santa Cruz? ¡)\Jelece que e
ocupen de él las cinco repúblicas de la Aménca Merjdional
d sde el Ecuador hasta el polo antártico? Es preci o para esto
que el tal hombre tenga un mérito extraordinario; que sea
el hombr mas importante de América; que tenga un influjo mui
grande, una opinion desmedida, y que sea todo' lo contrario
de lo que dicen que és sus enemigos. Pero i tiene este hombre
esa opinion i con qué der cho se ligan contra él uno, n'
dos, ni tr s, ni cuatro, ni cinco repúblicas, ejerci ndo la. ma.
yo!' tirani conocida contra aquellos ubIo n que tiene
aque~ ~ombr~ esta opinion'1 i Pueden hacer st lo que respetan
1a pinion de los pueblos? i Podia hacer ma el Turco,
el Per 'a, el Ru o, ó el demonio? Y i no hai tal opinioll
en favor de e te hombre, i por qué no de all~ar en lo poco
que pued
Citación recomendada (normas APA)
"La Verdad Desnuda: periódico político y literario - Tomo 1 N. 10", -:-, 1839. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3681994/), el día 2025-08-21.