Por:
Eduardo Andere Martínez
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Fecha:
2016
El aprendizaje es un juego. Parto de una sensación de que todo lo realmente importante ha sido dicho. Y de que todo lo importante que yo tenía que decir ya lo dije. Atreverse entonces a escribir en estas condiciones es una aventura temeraria. Así, la mente parece ordenarle a mis manos que se engarroten, a pesar de que mi voluntad, tenaz e irreverente, le responde -como la mano que se dibuja a sí misma, de Escher- "no". En este ir y venir, algo mágico ocurrió, de repente me di cuenta de que la mano suelta puede ordenarle a la mente y empezar a buscar en los complejos e intrincados caminos del cerebro, aquellas memorias y asociaciones que le ayuden a hilvanar la historia que hoy quiero escribir.