Por:
Yann Basset
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Fecha:
2019
En la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2014, la participación electoral llegó a su punto más bajo de los últimos veinte años. Apenas más del 40 del electorado inscrito depositó una papeleta en la urna, a pesar de que el país se encontraba en una coyuntura política importantísima para su futuro, en medio de las negociaciones de paz que iban a poner fin a un conflicto de décadas con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). A la postre, varios campanazos vinieron a confirmar el desamor entre los colombianos y las urnas. Así, el plebiscito para ratificar los acuerdos de paz fue votado por apenas el 37,43 de los inscritos en 2016, mucho menos de lo que dejaban esperar las encuestas publicadas antes de los comicios (Basset 2018). Por otra parte, a pesar de que, en 2015, el umbral de participación para revocar a un mandatario local fue bajado al 40 de los votos válidos emitidos en la elección ordinaria anterior, ninguna de las doce revocatorias votadas en 2017 pasó el umbral (Observatorio de la Representación Política 2017). Finalmente, la consulta popular organizada en noviembre de 2017 para elegir al candidato presidencial del Partido Liberal, otrora el partido más grande del país, reunió apenas más de 700.000 votantes sobre un potencial de 35 millones (Observatorio de le Representación Política 2017).