Por:
Carmen Elvira Navia Arroyo
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Fecha:
2018
La entrevista es uno de los instrumentos de la psicología que siempre me ha fascinado, por su riqueza y versatilidad, por la variedad siempre presente en las narraciones de cada entrevistado, por lo interesante y desafiante que resulta realizarla y por los múltiples retos que se les plantean a los entrevistadores en términos de la interacción y la comunicación humanas. No hay nada de estereotipado en una entrevista, en especial si esta no es estandarizada. Cada pregunta, cada parafraseo, cada reflejo se formula para un entrevistado en particular y en función de lo que acontece a cada instante del proceso. Un buen entrevistador atiende y observa continuamente lo que hacen y dejan de hacer sus entrevistados, es curioso, no se contenta con una simple respuesta y explora cada tema hasta que logra entenderlo, escucha tanto las palabras y los movimientos como todo aquello que no se menciona, escudriña los sentimientos, los pensamientos, las acciones, en busca de comprender lo mejor posible los fenómenos que estudia o con los que trabaja. Al tiempo que enfoca sus sentidos y pensamientos en lo que narran y hacen los entrevistados, observa y evalúa su propio actuar para escoger las intervenciones más pertinentes en cada momento del proceso. En conclusión: ¡nadie se aburre haciendo entrevista! Al menos no si esta se conduce adecuadamente.