Ese 29 de mayo de 1995 en que terminó el primer Rock al Parque quedó muy claro que el festival se convertiría en un ritual que conectaría a la juventud con los espacios públicos de la ciudad
Además de ser un proyecto cultural insólito, que hace rato cumplió la mayoría de edad y hoy se muestra descomunal ante los ojos del mundo, el festival es patrimonio de la identidad bogotana. Cada habitante de la compleja ciudad vive la fiesta a su modo. Cada cual retorna a sus nostalgias y repasa el viejo mapa donde está escrita una de tantas historias:
Yo vivía en Cali, yo soy caleño, y recuerdo muy bien que desde el 96 hasta el 99 viajábamos, era un viaje largo, iniciaba a las 7 de la noche y llegábamos acá 10 u 11 de la mañana casi sin dormir, pero era tanta la energía para asistir a Rock al Parque, que cuando uno llegaba y entraba, se le quitaba el sueño…
De esos primeros días de Rock al Parque, envueltos en la bruma del romanticismo, muchos recuerdan las travesías y los recorridos a través de la ciudad para llegar al evento. El periodista Umberto Pérez relata las peripecias desde su barrio hasta La Media Torta, mientras el musicólogo José Perilla rememora aquellos días juveniles en los que atravesaban caños de agua podrida para llegar al mejor puesto en el parque Simón Bolívar:
Era una aventura incluso llegar al festival, llegué justo cuando estaban las 1280 Almas después de haber cruzado a pata el Simón Bolívar, porque el Simón Bolívar tenía una cerca de púas, una cosa así… y el canal que uno lo ve ahí desde la 53 todo bonito, pues eso era una chamba, nos cruzamos ese parque entero y fuimos a dar ahí al escenario…
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La experiencia ciudadana
Asistir al festival era también, para muchos, experimentar esa idea abstracta de "ser ciudadano"...
Han pasado 25 años y los adolescentes que estuvieron en la primera edición de Rock al Parque ya son adultos. Sin embargo, la emoción permanece. La mediación simbólica del Festival con el entorno y la realidad en que se ha vivido se mantiene intacta. Y con eso, los recuerdos de unos días que fueron frenéticos y maravillosos.
Un privado de la libertad, cuyo nombre se mantiene en el anonimato, comparte una bella apología de lo que significa para él Rock al Parque. En esa breve descarga emotiva parece que nos quiere decir, como en la canción de 1280 Almas: «Yo te veré allá afuera»:
… ese día salí de pelea con mi nena, y como terminé con buen enojo con ella nos encontramos como siempre a la salida, aliviando asperezas, y luego a buscar unas buenas polas en algún bar y preparándonos como siempre para ver un buen cartel de Rock al Parque, sin roscas, disfrutando con amigos y amores pasajeros.
En palabras de los asistentes al festival, en los primeros años la policía no ejercía una vigilancia estricta o abusiva en Rock al Parque. Era un cuerpo civil de muchachos con camisetas blancas el que estaba a cargo del control social. Se hacían llamar «Fuerza de Paz». Ricardo Alvarado recuerda su trabajo cómplice con esta organización civil:
Yo apoyé lo que llamaban “Fuerza de Paz” en esa época, yo estuve como voluntario y era mi servicio del colegio… imagínense un muchacho de 14 años requisando metaleros, unos manes inmensos… este grupo de la policía nacional buscaba quitar la división entre la policía y los asistentes a Rock al Parque y que no se sintieran vigilados…
Con la primera edición de Rock al Parque incluso se tuvo que aplazar la final de fútbol del torneo del Olaya Herrera. Alexander Ricaurte recuerda con humor aquel suceso extravagante:
… se tuvo que aplazar la semifinal y la final de futbol aficionado ahí en el Olaya precisamente porque había la programación de Rock al Parque… yo estaba en uno de esos equipos e hicimos trifulca… había una parte de mí que amaba el futbol pero pues igual me gustaba el rock…como yo vivía en el Quiroga, me quedaba cerca al Olaya, yo iba y regresaba a pié pero cruzando los dedos de que mis compañeros de equipo no me fueran a pillar en el concierto, afortunadamente mis compañeros eran más salseros.
En Rock al Parque hay quienes han llorado de emoción, también están los que han corrido el riesgo de electrocutarse por trabajar en sus escenarios, pero también están los que, en su primera vez, fueron empapados por los bomberos para calmar el calor:
Mi primer Rock al Parque fue en la Media Torta, era un lugar pequeño donde la cultura del pogo se estaba generando, y estaban los bomberos echándonos agua porque éramos uno encima de otro, pues no era un lugar para poguear, pero todos poguébamos…
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Los invitamos a hacer clic aquí para escuchar los demás podcast de la colección digital sobre el rock en Bogotá y, próximamente, a participar en actividades de la programación de BibloRed, que ayudarán a enriquecer esta exposición con fotos y memorias ciudadanas alrededor de Rock al Parque.