Por:
Martha Lucía Neme Villarreal
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Fecha:
2020
La era de las codificaciones está marcada por la innegable impronta del período de máxima exuberancia del liberalismo, empeñado en abatir los obstáculos que hacían difícil el espontáneo desplegarse de la personalidad, de la iniciativa privada y de la propiedad privada, impensable en un sistema cerrado y de
rígidas estructuras, como el sistema feudal que la precedió. De manera que la meta suprema del derecho en aquella época era el individualismo, bajo el postulado de una abstracta igualdad entre sujetos, libres de obligarse y de decidir el destino de los propios negocios, postulados bajo los cuales se consolida
el dogma de la libertad negocial. Bajo este diseño, los textos normativos sobre la buena fe y la equidad en los contratos aparecen, entonces, “excepciones desconcertantes, preciosas y esporádicas, en un cuerpo de normas que quiere ser homogéneo y rechaza cualquier idea social de ayuda recíproca”.