Por:
Rubén Molina Sánchez
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Fecha:
2014
Las micro, pequeñas y medianas empresas han sido preocupación de los gobiernos, los consultores y los investigadores. Estos últimos buscan formas más exigentes y rigurosas para construir su representación, mediante la reflexión sobre las ideas formuladas; cuestionándolas y analizándolas desde distintas perspectivas, para pensarlas como materia de conocimiento y convertirlas en objeto de estudio. Una de las primeras críticas que se plantea es: "Las MIPYMES no son empresas que se dan bajo una cuestión de escala, que va de la micro a la gran empresa, donde diez microempresas son una mediana o dos medianas forman una grande". Al respecto, cabe la pregunta: ¿será una cuestión donde el criterio de tamaño se da bajo elementos de escala u ordinalidad? Esta reflexión la escuché mencionar, de manera más o menos similar, en boca de Pedro Solís, Luis Montaño y Tirso Suárez, en distintos momentos. Efectivamente, se ha pensado a las empresas a partir de una abstracción operativa por el número de trabajadores o por los ingresos que perciben para ubicar el tamaño de ellas, pero se han olvidado de otras condiciones y, sobre todo, de los procesos sociales. Cuestionar los axiomas en los que se edifican las teorías o paradigmas es también parte del trabajo de investigación.