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 Imagen de referencia Obras generales
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Obras generales

Es una vasta colección que recorre siglos de historia y pensamiento: desde manuscritos coloniales y hojas sueltas del siglo XIX, hasta ensayos, tesis y memorias del siglo XX y XXI. Voces como León de Greiff, Maruja Vieira o Marco Palacios dialogan con literatura, política, ciencia y arte.

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    • 15 de Julio de 2019
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Canción en honor de Colombia: por sus gloriosos triunfos contra la República del Perú

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Imagen de apoyo de  La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 7

La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 7

Por: | Fecha: 20/10/1874

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • • • - -~-___ -C;G,,~ S ~ ? 2~r-s.,--____ - PERIODICO DEDICADO A LA LITERATURA - Serie 1. Bogotá, 20 de Octubre de 1874_ Número 7. ....... A Al\DE . • Señor Editor de "La Tarde." En el número 6 de ese importante peri6dico lite­rario, se ha publicado un articulo firmado pOl' Alde­ba1' an, en que e emite un juicio muy fav0rable sobre la primera entrega del "Anuario de la Academia co­lombiana." La Academia agradece debidam0nte ta­les concepto, y lo estima doblemente porque vinien­do de parte de un escritor tan imparcial como com­petente, no puedcn méno de llOnrarla. La Academia creerá superabundantemente recompensado en­sayo, y ést.e es todo su anhelo, con la aprobacion de las pel' onas ilustradas yamante de las letra, tanto en el inter'iol' como en el exteriol'. E ; de entirse, sinembargo, que Aldebaran se ha­ya anticipado á haccr una ob el'vacion que la Acade­mia recibe y agradece como simple observacioll ami - tosa, pero que pudiel'a envolver un cargo, y, si así fuera, ella e taría en el debe!' de apre urarse á. des­vanecerlo. Se sorprende el escritor de que en e ta primera publicacion no se haya hecho alguna men­cion honorífica de nuestL'O dos malogmdo compañe­ros y amigos D. José ;'lIaría Verg'tra y Vel'gara y Dr. Manuel María Mallarino, los cual por muchos mo­tivos, merecian figurar en las páginas de e tos nnales algo más extensalllente que en una lacónica acta, en que se menciona que fallecieron y que fueron reem­plazados. Para sati faccion de Aldebaraa debemos decirle que no ha olvidado la Academia cumplir este sagrado é imprescindible deber, y que apénas resolvió hacer la publicacion de su "Anuario", su pl'Ímer cuidado fué recomendar á dos de sus miembro-, que escL'ibiesen ese justo recuel'do de su fundador y de su ilu- tre cen soico. En efecto, ellos han cumplido su mision pre­sentando cad:!. cual su trabajo; pero por cil'cun tan­cias que no es del caso mencionar no fué po ible que aparecieran en la pl'imera entrega. Están, inem­bargo, en la imprenta y se espera que verán la luz en la segunda. A prop6sito de esto, agrega Aldebaran la indicacion de que debiera hacerse aquí lo que en la Academia Francesa, en donde el miembro que reemplaza á otro hace su elogio en un:!. corta biografía que e lee el dia de su in talacion, Ag!'aelece igualmente la Academia esta indicacion que revela el interes que por ella se toma; pero es preci o decir que tampoco babia pa a­do inadvertida circullstancia que se tuvo presen­te en su oportunidad. Se ha juzgado, no obstante, que la costumbre de la Academia Espaiíoln. parece más delicada y más conveniente que In. de la Fran­cesa. Es mf\S natural confiar el elogio del finado á un antiguo amigo y compañel'O, que no á un ucesor que quiz;í. poco le conoció 6 no le qui o bien. De este embarazo elel panegirista obligado pudiera. re:;ultar frialdad, ['l.bín, y aun embozado ataque en ('1 elogio mismo. T o queremos suponer que esto pudiera. te­ner lugar el'l nue tra reducida Academia; pero ha­blamo en abstracto, y adem'l.S, andando el tiempo ella pucllCra. venir lÍ S('l' muy numerosa, y quedar su-j eta á condiciones análogas á las de las Ac d . E'II'opea . a emlas En la. E ,Pañola, e~ académico que entra elije el te­ma qu ~ qulCl'C, puclJendo, si le place, explayarse en el elogIO de u antece or, como lo hizo Baralt res­pecto de Donoso Oortez, ó limi tarse ~í un recuerdo de. breve fra .es, pa ando luego á la té~ adoptada ~~Jando el dI. curso necrológico á otro colega. E t~ h. )e.rta d permlI'te al orador dar mayor vuelo á . <, su Ima-glDa? l~m, y uClr con mas de ahogo su elocuencia y erudlClOll ~l ~ tiempo que con ulta la. libertad de l<;ls sentImIento. Como lo nuevos académicos son e!egldo« par~ lIenal' una ~acante en que pueden con­ttllluar, Ó puIeden no con'tllluar e l espil'ltu d e sus an-ecesores, es e ~ro que ellos no son ipso jacto lo lIa-mado, s al ~loglO de aquellos á quienes reemplazan i Q~e habrJ~ dIC~O, por ?jemplo, el padre Lacordair~ soble Volt~\re, SI le hublCse sucedido inmediatamen­te en la lila qua ámbos ocuparon en la Academia :U:rance 11:? Esos dos nombres no tenian de comuo 1110 la rIma. E peraI,no que -la mable é inteligente escritora qu e~e sat.1 fec~ a con esta explicacion, y quo Be calme u !J~o ra IllqUletud pOI' esta falta aparente de la Aca­demIa. J. O. R. Fl1.ndacion de la imprenta en la América. ( CONCLUSION). AU'EN"Os ..6..IF{,:ES. Muchas otras mue tras sumamente curiosas de tal género de poesía, podría ofrece!' á 105 lectores; pero temeroso de hacer demasiado larrrag e tal! apuntaciones, contén tome con presenta~ las si­gnientes de poesía profana, que en verdad no se ha­llaba má adelantada. que la relijiosa; jÚ7.gue e si no por la letl'illa festiva que se encuentra en un número­de El Telégrafo, e cl'Íta por FranciscoAntoDlo Cabe­llo, de la. cual tomo só lo las estrofas de sentido mé­nos libre: Que una mad!'e riñ:\ á su bij ,\ Porq ue se quiere casar, y en ca a la deje sola A su anchura y libertad. Lmdo ejemplar. Que una niña de diez años Ni el credo sepa. rezar, y baile el ajandangado Sin perder un campas : Lindo ejemplar. y la siguiente décima, tomada del poema que el Vicario, doctor Joseph Gabriel Ocampo, escribió en elogio del E. . D. antiago Liniel's y Bremond, Bri­gadier de la Real Armada: Cuando hago remil1i cencia De vuestra brillante gloria, El l\Iarqué de la victoria Re-ucita á mi presencia: La fama con impaciCSsá.a.. C'L..I 816LOTECA Lv , L - Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • • • 50 LA TARDE , Ya quisiera. colocarte En las al tUl'nS de Marte, Para que el mundo conozca Que todo rival es mosca Contrapue to tal baluarte. Por lo visto, no fué tan brillante la cuna de la li­teratur a en este pa en la cual campean la indesen­cia y el mal gIl to en la eleccion de las nguras, asi como tambien la ignorancia de la rima V de la caden­~ a . Estaba. reservado a otra época más afortunada el darle brillo y mayor vuelo al pensamiento; J:\lár­mol, I1Iagariño Cer,ántes, Gutiérrez y otra multitud de distingUIdos escri se hicieron cargo de tan noble como laboriosa on; la cual fué cumplida con notable éxito para las letras. EOU A I )OF{., .Aún cuando no se sabe en qué época precisa fué fundada. la imprenta en este pais, sí se tiene noticia de que una de las primeras publicaciones que se bicie­ron en Quito, rué la del Edicto Pastoml del Ilustrísimo senor don José Pérez Calama, Obispo de an F ran­cisco de Quito, documento fechado en .Ambato á 4 de Diciem bre de 1790. Sometia dicho prelado á la con iclerJcion pública varios temas, que debian ser resuelto;: por los amantes de la letras:" en idioma Castellano, ter o y brillan­t e." Entre dichos temas se encuentra el siguiente, bien notable por lo singular del objeto á que se refie­re, dif'e así : "Lo muy útil y conveniente que es, no sólo á la modestia cristiana, sino á la salud corporal, é ilu tra­da civilidad y policia, el que en cada casa haya retre­te ó lugar separado para las indispensables superfiui­dades, cuyo lugnl' tiene en esta provincia el nombre de Casillas, y en nuestra lengua Castellana, pura y neta, se explica con la modesta voz de necesarias, cuyo epíteto demuestm y convence cuánto se podia decir R:>bre la enunciada materia." L os tiernas temas que el prelado sometió al estudio de los l iteratos de su diócesis, son por el estilo del anterior. Organizada que rué en 17\)1 la Escuela de tCt con­COT( ZW, á cuya cabeza 3e puso el referido Prelelado, el Aecretario de dicha asociacion, don Francisco Javier Eugenio de S~nta Cruz y Espejo, quien á pesar de su origen indígen::l, habia a lcanzado una elevada posicion pOLo su mérito indisputable, comenzó :i redactar un periódic? titularlo : Pl"imÍt ias de la cultura de Qltito. UF{. UG-U A yo. lIácia el año de 1807, fundaron los ingleses en la ciudad je Montevideo, una imprenta, y en ella publi­caron La Est¡'ella del SUJ·, el cual periódico solo duró uno'l pocos meses. De cste tiempo en adelante, continuó fray Cirilo de Alameda y Brea, redactando papeluchos para de­sacreditar la causa de Jos independientes. 'TEN""EZUEL...A... Fué á esfuerzos de don Juan Vicente de Arce, de don Mateo Gallagher y de don Jaime Lamb, que se introdujo la imprenta en Carácas; y de ella salió el 2-! de Octubre de 1808, la Gaceta de eaTácas, en la cual publicacion, estuvo muy interesado el Presidente de Venezuela, Juan de Casas, ya para publicar las 6r~ denes y decretos del Gobierno: como tambien para avivar el entusiasmo de los habitan tes, en favor del rey Fer nando, y en contra de los fr anceses. IJ A S G-U A Y ...A..N"" A S . Desde poco ántes de 1809, ya era conocida la im­prenta en la Guayana F rancesa, así es q ue cuando los por tugeses, unidos ti los ing leses hl. conquistaron, encontraron allí dos imprentas bien establecidas y quo funcionaban regularmente. • En 1 10 habia 010 una imprenticll, cuyo ma terial no alcanzaba. más que para publicar una. esqut'la do convite. El año de 1811 fondeó en el puerto do Valparaiso la goleta Galleway, trayendo á n bordo lo materia­les de una imprenta, y los operarios norteamericano! que debian manejarlos; esta imprenta fué e tablerida el año ele 1812 en uno de los departamento. del anti­guo edificio de la Universid"d de San Felipe, con el nombre de Imp/'cn ta de este wpNioj' Gouierno; y de ella. alió en el mismo año, el primer periúllico !Jue RO publicó on Chile, cuyo redactor lo {ué el señor Oa1l1l10 IIenriquez; dicho periódico, cuya suscricion costa a 6 pesos por año, duró ha ta el 30 de Setiembre el 1814,cuando fué reempla2lado por el lIIonito/' Arancallo y por el Semana?·io Repuulicano, que fundó don An­tonio dc Il'Ísarri. H OIJI'TI A . E~ general espailOl, don Pedro Antonio de Olañeta, publicó en el pueblo de Moxo un numel'O de El Telé­grafo, en una imprenta. que acompañnba al <:jército realista en su expec1icion, y rué en 182-1, desplles de la batalla de A yacucho, qne la imprenta \"Olante del ejérci to Colombiano se estableció en la La Paz, donde se publicó un extenso decreto del general Sucre, fir­mado el \) de Febrero de 1 25 . A l año siguiente ,ió la luz pública. el Rejistl'o Ofi­cial ele leyes, decretos y ó¡"denes del Guuic1'11O j y luego en Ch uquisaca, erpel'iúdico ti tu lado El eh /f(jlÚ8afjuffilJ y la. Gaceta de ehnfjuisacCt, impresos en IJ. tipografIa de la Universidad. • • ** * Así, pues, el establecimicnto de h imprenta, n rm~ poderosa de la opinion, elcmento indispensable del progreso, tuvo lugar en las naciones americanas en el órden siguiente : "1 ' .. J.' eJlcoen ............................. . Perll " " " . " " " . " " " " " " " " " . " . " " . " " .. " . " " " . " . Estados Unidos " . . .. " .. "" ..... " " .. "" ........... " .. Parngun)' " " ............................ " .. " .......... " ........ .. e u ba. ....................... o .............. " " " .... " " • "" .... .. Colombia .. " .... " .......... " .. " ................................ .. Brasil ...................... " " .... .. ........ " .. . ................. . Centro América ........................... ,. ........ .. Re¡¡úl>lica Argentina ............. - - . .... . Ef!ua,lor ..................... " .............................. .. Uruguay ................. .. ................. . ........ . Venezuela .......................... ~ .... .. , . ..... ... .... .. GuU)Oal1us .................................... .... .... . .... .. Chile ................ .. ........................ .. ........ .. ..... .. B()]ivia .................... o . .............. . ............... .. 1535· 1585· 1638. 1705. 1735. 1738. 1747. 1755. 176G_ 17\)0. 1807. 180 . 180R. 1811. 1824. Pocos son los paise,:, respecto de los cuales se tiene una noticia precia del día. ó año en que se fundó la im pren ta ~n ellos, de maner~ que .la fecha. q ~e l.e he asignad/) a mucho~ , se. refiere .:l. las ~ub[¡cacIOnes más antio-uas de !J ue e tIene noticIa salIeran de sus prellsas, %.nico dato que ~asta aho::1. se ha podido conseo-uir; y el cual no dep do UUlIllIstrar un cono­cimie~ to ba tante aproximado acerca de In. época de la. fundacion de In imprenta; ni creo que pueda al­canzarse mayor luz de III que hasta ahora han obteni­do hom bres tan laboriosos y versados en el exámen de antilYüedadcs como Amumítegui, Brunet, nart"o~ , Ara­lUl Gutierrez, Yergara, Quijano, GI'O()t, Borda y otl'( Elj CO;1 mayor razon, ise atiende a que ca;,i todos los his. toriadores han descuidado completamcnte este asunto; como si el establecimiento de h imprenta en cada pais 110 fuera. el hecho más. ignificati\'o que ha dado oríg~n á su prosperidad, y el. p~nto ue d~H1rle ha par ­tido su mejora y engrandeCImIento á VIrtud de la ilustracion que la sociedad lla. alcanzado con la lectu­ra, por In. facilidad con q~o .el pen-ami.en to escri to h a podido volar ha ta la ultImas poblaclúnes, denun­ciando unaS veces los abusos de los gobernantes, en- • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TARDE 51 !leñando á cada uno sus derechos, demostrando ver­dades inconcusas, difundicndo Jo conocimientos adq uiriLlos en alguna parte, las invenciones hechas en otra, proclanl'\l1do la virtud, cor1'Ígiendo las co tum­bres, di,;ipando en fin las sombras ~e la ignorancia, y preparando en todo el mundo el trIUnfo de la RAZON y de la J USTICId.. R, te es el r einado de la LUZ á que todas las naciones aspil'an de-de tiempo inmemorial y el cual alcanzarán, i los pueblos no se dejan arre~ bata\' el irresistible ariete que la civilizacion y la li­bertad han pue to en sus manos, desde que il génio de Guttcm~erg dotó al mundo con el fruto de su ins- • • plraclOn. . J. N. El poeta en la tumba de su amada. A MI A:'úIG'l EL SE;'¡'Oll. JosÉ M. QUIJANO OTERO. o. .. .. .. .. .... .... . .. .... o... . .. . y ~sto era ayer ... .la llamo y no re pon de ; BaJO la h elada piedra que la esconde Ni con mi llanto despertar podrá! l. Si eras el sol de la existencia mia, Clarísimo, radiante, Que el cielo de mi vida iluminaba Con ráfagas de luz y poesía, y que ocultó 3U brillo En im.u ro,iso y doloroso instante,' Si eras el fuego que en mi hogar ardia Con resplandor sencillo, Que mis plácidas noches alumbraba, y de mi grata vida el horizonte Con nubes de oro y de zafir ornaba, y su llama ha extinguido Para siempre, dejándome En n egro abismo de d olor sumido, ¿ A. qué vivir, á qué vivir ni un dia Sin luz ante mis ojos, Sin destino, vagan'do Por entra los abrojos Que hiriendo van mi pié, ay ! ménos duros Que el dardo con que á mi alma El agudo dolor va destrozando! n. E sa sonrisa de hs labios puros, Esas dulces palabras :'le tu boo:! Esas miradas de tus ojos bellos' Suaves como purfsimos destellos D e tu alma santa que adoré sumiso, D ónde esta lpl. ta el corazon, pienso que es' Ella Que responde á mi llanto con su llanto, Que me llama, que escucha mi querella, Que goza all;';. con mi amoroso canto. V. Oh! ilusiones de amor 1 todo es mentira t La muerte puso el sello A su mirada amante y á sus labios de rosa i No escucha ya de mi modesta lira El canto humilde que juzgaba bello Ni me dice amorosa ' Esas tiernas palabras lisongeras COD que el estro animó de mis cantares En las mañanas de mi amor primera13 ! No será ya su boca perfumada La que premie mis cántigas de amores. Con un beso en mi frente; N o será ya su mano delicada La que á mi sien ardien te Guirnalda ofrezca de aromosas flores' No será ya su labio enamorado ' El que por darme gloria l~ epita entusiasmado Mis pobres pensamientos Que con amor guardaba en la memoria ! VI. Ya para mí perdido está el encanto De las doradas nubes de los cielos Sus fingidos paisajes, ' Sus r isueños, purísimos celajes, Sus nacarados y purpúreos velos: En ellos no veré la poesía Que la estacion preciosa de las flores, En medio de bellísimos colores Plácida ostenta al acabarse el dia ,. Y en cambio mi horizonte Presentará á mis ojos tristemente Cual un espeso, ennegrecido monte Do solo cruce en fulgurantes rayos De hOlTenda tempestad el fuego aldiente. VII. Ya para mí de la modesta luna Encanto/! no tendrá la luz incierta, Ouando sin nube alguna Por entre mundos mil se alza radiante Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • - 52 LA TARDE • y hácia el eenít avanza, y hasta la tierra envía Su clara luz hermosa, Tornando así la nocho bJI'rascosa En apacible y misterioso dia. Ya no podrá. mi frente, Encorvada al rigor de los dolores, Levantarse altanera A contemplar en la estrellada esfera De los mundos sin fin del firmamento El concierto, la luz y la armonía, Su raudo, acompasado movimiento Que da á la noche su solemne calma; Por que tanta belleza, Al admirarla extática mi alma La sumergiera más en su tristeza! VIII. ¡ Qué dirán á mi espíritu abatido Las voluptuosas palmas elel desierto? ¿ A un corazon por la desgracia muerto Qué le importan las aves de los bosques Con su hermoso plumaje, Con sus tiernos acentos Que lanzan amorosas á los vientos? ¿ Ya para qué mis manos Han de segar en el jardin las flores Si con ellas no adorno Sus sienes pudorosas? ¿ Ya para qué de fuentes bulliciosas El cristal que murmura. Ni sus orillas plácidas y bellas Si con Ella no voy, cual otras veces, A solazarme en ellas, Mirando en la corriente cristalina Retratada su célica hermosura? IX. Adios, Divina Musa! vé á inspirarle Cantos de amor á quien feliz se crea, Que ya mi corazon nada desea; Todo murió para él ! triste suspira! Para mi vida se acabó el encanto! Musa de amor, adios! ya no mas canto! Que mis dulces acentos, Mis tiernos pensamientos No deben resonar; la blanda lira En que canté su amor debe romperse, La musa de mis versos, ausentarse, Mi alma con su dolor, guardar silencio, Mi triste corazon, despedazarse! Bogotá, Setiembre 24 de 1874. ALEJO POSSE MARTÍNEZ. -_oo~oc~- li . tA MUSICA. A DIEGO FALLaN. - El monótono golpear acompa'5ado de un péndulo' e I ruido cadencioso de la escoba en un edificio solita~ rio; ese silencio que se oye alIado de un agonizante; eso que suena en las naves de un templo vacio' el manso ruido de la brisa entre las hojas tembloro~as; el ,,!,emento del agua que cae gota á gota de la peña del deSIerto, ó en el calabozo acerrojado; el viento, la tormenta, el arroyo, la catarata, el mar, el trueno, el rayo .... i dicen algo? Nada. Nada dicen; y, sinembargo, nos hablan. ada di-cen y, in embarg , e apoderan del pensamiento y lo levantan, y bacen á. la almas desplegar sus alas, y las lanzan al infinito, enloquecidas. y i qué es cada uno de esos fenómenos, en resú­men? i, Qué hay en el fondo, en la esencia, de eso! hechos 1 n poco de aire que se mueve, un poco de aire que vibra y nada ma". Ruido, sonido: Ved aquí todo. Pero no es un sonino articulado, ni el signo de una idea cualquiera, ni el fruto de un inteligente y libre, intelectual y consciente-No. Es el movimiento de un aire que no se vé; es un vibrar que hace sentir aun cuando no se siento. i Qué tan leve para tan grande efe oto ! Qué fuerza la de esa mística cadena milagrosa, que apri­sion: t el pensamiento y lo domina! iempre lo he dicho y lo he creido; cualquiera de los caminos del mundo, si lo seguimo con perseveran­cia, lleva á Dios. La tierra está unida al Cielo por lazos mas numerosos que los rayos de luz con que los astros la visten. La leve estela que traza el infusorio; el arco de agua que levanta la ballena al resoplar; la huella del insecto microscópico y los ostentosos monumen­tos de los reyes; el muzgo y el cedro; la oruga y el hombre, todo es elemento ó parte de una grande creacion armónica, todo es fuerza componente de una resultante única; todo, agente y prueba de una su­blime potestad. - El alma es expan iva, es ambiciosa. Por eso, á fuerza de vivir volando en busca de mun­dos nuevos y de m\\s anchos horizontes, tropieza cada dia con barreras cuya exi tencia ignoraba, con tinie­blas no sospechadas, que oscurecen y cierran su ca- • mmo. Talvez en uno de aquellos viajes solitarios á que la obliga su inguieto instinto, fué sorprendida el alma por el encanto indescifrable del sonido. Talvez se puso á contemplar, adivinándolo, el mundo que se ocultaba entre esos millares de grados que separan la nota más grave de la más aguda. Dado el problema, siguió el trabajo de resolverlo. Así, el hombre comenzó á dividir á clasificar los sonidos, :r los ordenó, segun su en una es­cala ordenada; Pero aplicando á cada uno el delica­do tacto del oido, descubrió que entre e.5OS millones do sonidos (multiplicados como los puntos matemáti­cos de una línea) no habia más que siete que fueran decidida y perfectamente llenos. Muy raro es e to pero es verdad. i En qué consi te ese fenómeno 1 Lo ignoramos. Pero lo cierto es que solos siete :,onidos forman la octava, la ga'rnma musical. Tambien entre los millares de colores que median entre el blanco y el negro, hay tan solo siete (y tal vez tres) que tengan existencia real. Provisto, pue., el hombre de este hallazgo, que va- !ia un tesoro, llegó, es, á encontrar otros soni-dos intermedios, a los que hizo depender de los primero, pOl'que vió y demostró que estaban se­parados por intermedios geométricos proporcionales. Entónces agregó á la escala natural los semitonos, y la escala cromática quedó para siempre establecida. Ya veis al aire yal sonido; á eso que casi no el palpable, suj!'to :i reglas imperecederas. i o fué portentoso ese tri umo '? - Dueño el hombre de la escala cromática, sopló so­bre la flauta de Pan, pidió lecciones á las aves y á las fuentes, á las fieras, á los truenos y á las auras; á las sonrisas y á los suspiros, y logró arrancar á su simplísimo instrumento la voz dulce de la melodía • • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TAR D E G3 que e alzaba y hacia. ver al mundo el arto conquis­tado y u belh:za. Despue' l\!'pi ró á algo uperiOl·. La melodía lo pa­reció poco. 'Olnbinó do , cuatro, ocho, ci nto ó ma i lIlll entos ' lo bizo vibrar en 1 mismo tono y vió temblar d~ placer al mundo, bnjo la profunda y rouu ta vuz do la annol1[a. Pero el conqui tadur no estaba sati fecho : entón­ces se apoderó dc la voz llUmana, formó la m'monta vocal la combinó con la in trumeut.al y regaló, gene­ro o 'al mundo lo t esoro del drama lírico. Y~ llV.blo aq~í de mú ica, como hablamos todo de muchas cosa que no enten . Como haLlamos del firmamento con u imperio sin barrera~; como haulamo del mar con su onda, su bramidos y su eterno forcejar' como haLlamo de la poblada ole­dade- da la. n'oche y de tantas maravillas q1le, en-vuelta en velo imp , netrable, DOS muoven a' que a d . miremo y no::; obltgan á entir. - Pero pleguemos las alas y caigamos de sorprcsa en una . . '1 d Es una modesta y humIlde ca a de alqUll el'. o a la familia. que la habita e t.á r eunida. en la sala. : son UOS per: ona . . na mujer como de 20 años, alta, morena, do oJOs aterciopelados de cabellera, ccja y pe taña larga, negra sed05a~ y encre padas, mue,e en "i1eneio la aguja c, on que bace su l.ab or. ' us OJ.O no e ven, pue , por de gracia, baJos; u ancho bombro, su seno al t.i vo. y su .r ,e dondo brazo hacen dar gana de que se pu lera en pIC ...• Oyo lo coros tumul t uoso. , )' marca á cada. instru - mento y cada. voz, su su caudad, u lugar y su camillO. Ya lo v ic¡: un maestro que, con lo oidos de la. fanta c¡ín, s t.lÍ. oycndo una ópera que suena. no 8e sabe ' i dent.I'O do él ó en la atmó fera que lo rodea, y que tra lad:índola al lenguaje escrito. -i ómo se ltama1'á e a ópera ? -Le llama E ' t.er. -i Cuándo comenzó el maestro su trabajo? -lInco ocho dia . -i Cnándo concluirá su obra '1 - Mañana. -¿ Mañana '1 ¡Mañana! - ' í, mañana. i, abeis por qué? Porque e e j6v n in, pirado e J l\I aría Ponce do Leon, á quien, por s u fecundidad, puede llamarse el L ope de Veg(, d~l teatro litico. - fa gnífico ! De acuerdo. Ten mos un genio mu ical un maest1'O dol pais. rero, (al grano, a l grano) i Qué Racará. en limpio esta ?'ura avis de pue de su labor ~ Qué será lo que le quedo libro do polvo y [paja, para pagar su primor y su exceloncia? Eso cs lo que averiguarémos en la primera ocasiOIl~ Deo volcnte. 1874, octuLre 7. C. A. E. le ESCENAS DE LOS ALPES· EL CAZADOR DE GA.MUZJl.S. ( ContÍ7~uacion.) A su lado está sentado al piano un j óven de vein­nueve aüos. 'Su mirada incierta vaga como buscando en el espacio algo muy fugaz lJ.ue debe habeI' en él y que es necesa1'io encontrar. us siene están encendi­das' sus arterias laten inyectadas ... Pone con cuida- Aquollas piedras brillantes, aquellas biel'bas seCM do ~I oido temeroso de hacer mido y como trataudo aquolla mari po a y aquellos insectos de ala multi~ de' oir di tintamente algo que medio uena .... Ya lan- colores que entapizaban la choza, producian un efecto za una mirada de triunfo y palmotea; ya se pone á singular, que se aumentaba al ver al anciano con su recorrer, automáticamentc, el teclado; ya. escribo de traje antiguo, su barba cana, y us cabollos cuyos arriba á abajo en líneas verticales paralelas, una série bucles blancos caian hasta sobre su cuello. El tio Job do ionos ll1i~teriosos y ordcnados . . . . arrojaba. á su izquierda una última mirada de amo!", N~eYa. quietud. Nuevo i1encio. uevO continuar miéntras se arrollaba en la cucrda de nudos que de-la obra.. - bia servirle para llegar á la mina biorta la vís- Su frente suda. Su pié so mu'eve á vcces como mar pera, y miéntras me tia. en su alforja los garfio de cando el compas de una sonata que nadie oye. Ora bieHo, las clavijas y las tenazas cortas que dobian aplaude, ora imprueba, ora traza nuevos signos. Vuel- servirle para su peligrosa empresa. "O á borrar lo hecho., .. 10 rchace .... ¡ tararea, ... ! Duranto tiempo lrico habia ocupado El trabajo avanza. en su equipo. El jóven cxaminó con cuidado su cara- ¿ Qué e-tá haciendo ese jóven, que pareco loco'l bina, arma vieja de cazador de gamuza, cuyo único EstlÍ. c cribiendo con 01 alfabeto mu ical, una armo- añon conservaba dos tiros Eoobl'epne tos que se dell­nía de centonares do que no están yibrando; cargaban ucesÍ\'amente mediallte un doble rastrillo. pero que él distingue perfectamente en su ab trac- Despue do poner los cebos, lo cubrió con un pedazo cion. :b:stá abI'Íendo el camino para que otros puedan de cuero, y so fué con el tio Job que lo esperaba en Ilegal' á gozar la deliciosa mu ica que suena en cl umbral do la puerta. oido ; e tú robando lÍ. la po ibiJidad la exi tencia de Habria sido preciso todo el amor del jÓ"Cll, y la. una partitura. que no exi te, pero que él crea?·á-est6. certidumbre de que Trina no conced ria la mano de soñando, e tá delirando, y, al propio tiompo, haciendo Frene)¡ sino al que llenase la singu lar condicion que de ese sueño y de ese delirio una cosa ?"Cal. ella imponia, para decidirle á adopt:lr nuevamente llDa Nada oyen los profanos; pero él si e hí oyer.- exi, tencia. cuyo peligros harto conocia. do ••.. Oye á la gentil Fiorellini, cuya linda boca Efectivamente, ninguna otra puede ofrecer tantas deja escapar v angélica, arrancada a. u cuerpo pI'Ívaciones y fat.igas. El cazador de gamuzas parte aéreo; - oye ú Colucci, cuya voz metálica. domina cun habitualmente pOI· la noche para hallar e al de puntal' fácil mae tría I más cncumbradas llota de la e.ca- el dla sobre las cimas elevadas ... i no di tingue hue­la; admirn, en hondo recogimicnto, á estos dos "rtis- llas sube más arriba, cnda vez más arriba, in dete­tas cuyas veces, como golondrina yolando, so lanzan ner o ba ta habel' desbubierto alguna señal que pueda en línea recta, ó se cruzan, e se gan, so revuelven y conducirlo h¡icia su pre a. Ent6nces se adelanta con remolinean con una facilidad tan espontánea y natu- precaucion, ya. de rodillas, ya arrastrándose sobre las mI cuanto difícil. Oye á. Pol/eti, bajo clefnerza, cuya mano ó obre el vIentre hasta que baya. di tinguic10 voz dulce, lleno. y caud alosa, e deja oir en belJí imo los de la gamuzas; úlo entónces se encuen­contraste con las otras do . Oye a Zucchi que, como tra. á tiro. i la gamuza que vigila (pues siempre un ángel maldito y arrcpentido ó cobarde, se po tra tienen centinela j no le ba vi to, el cazador un á lo piés de la justicia y exclama en el temblor de punto de :lpoyo para su carabin:l, y tira apuntando á iU verguenza. la cabeza ó al corazon, porque cuando la bala da en o do?ma postmto V imploro pietá. otra parte, puede ¡. t ra avezar al animal d? un lado ti otro sin detenerso, y la gamuza ,a ti monr cn alglll1 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 5i LA T A RDE ánO'ulo de la montaña donde sirve do ]lresa al Lam- 11Ie~[Jciel" 8111 cmbargo, si se retra~a en su fuga, el l'azn.dor so precipita 'obre su huella, tr~t.l de alean ­:;; :\1'1:1 y la corta el jarrete. En segl1id~ tiene que car­garla sobre llS hombro- 'p'l1'a lleyarh ~ su mOl'a~a .~or entre los torrentes las llIoves y 105 abls SOl PI 011· dido á menudo po~' la noche en e!'e viaje pelig.ro o, busca una hendidura de la roca, saca de su alfol:Ja un mem1rugu de pan tan duro que el diente no entra cn l·l y que es preciso machacar entre dos pIedra, bebe un poco de nieve de helada, pone. , su cabcza sobre una pieclra y se duerme con lo~ pICoS sobro el golfo y h\ cabeza bajo las avalanchas . . Al dia sirruiente nuevas pruebas, nuevos peltgros, y esto se prolonga a menudo muchos dias, sin que halle un techo ó sin que dL tillga un él' humano. Antiguamente 'podria encontrar algun otro de su ofi­cio ó sobre toclo algun cazadol' , pero los primero. han desaparecirl0 y los segundos cscasean más ca,la dia. 1:0 que habia sucedido en casa de los lIiluser pare.ca simbolizar la transformacion operada en la poblaclon entera. El , iejo Job l'epre~entaba una generacion extinguida ya; Hans la qae e taba pIÓ. ima á extin· ""'ÍI'se y rlrico la r¡ue comenzaba. b I incmb:trgo el viejo y su sobrino se habian pues to en marcha. El cielo no se aclaraba tod-n-Í:l, y las CU\l1- b¡'es helad ita se dest.tc:l ban obre un horizunte pálido. 1<:1 Lutschine gruñia en el fondo del valle; un viento pesado haci'l gemir io abetos carg,\dos de uieve, y por installtes. el ruido de .1D:l. h,ac~a. resonaba en_ la cue tas interIOres. Job se volvlO haeLa, su companero y le diju con aire pensativo : -No me gusta la mañana que hace : l a bruma co· rona con un penacho e l Faul-Horn ; ayer el poniente estuvo mucho tiempo inflamado, y l a l un a se le,antó con un círculo rojo; tengo micdo de que nos suceda a lgo del lado del Mediodia . -Apénas entramos en marzo, dijo Ulrico, y de or­dinario el f(}JJ¿¡t (*) es más tardí0 . -E., lo que yo me he dicho, repuso el viejo; pero sin embargo las apariencias son mala ; cuandó este.:; allá arriba no descuides miJ'ar a l horizon te. Hablando, habian p r i ncipi ado á subi r la cuesta. Ambos LUarchaba.n con ese paso firme é igual de l os montaneses, pero eljóven iba maquinalmente delante, m editabundo y cabizbajo, miélltras Job se ponia cada vez más activo y a l egre. A meuirla que se elevaban sobre l as r oca, que ep ara n el Eige r del 'IVenge r n­A l pp, p a r ecia reconoce r cada piedr~, cada árbol , cad'l zarza . HabrÍase dicho un desterrado que entr aba por l as fronteras de su patri a; r egistraba con ojos escllur i­ñadol'es todos los sitios que l a nieve n o habia invadido, d esc u briendo aquÍ un:l planta, allá un insecto aletar ­gad o , más all ú u na pena cuyo no:nbrc decia en alta v o z. P o r fi n, c uando ll ega r o n á l a primera zona de la montaña, e l r eflejo de l a aurora que brillaba sobre l as cúsp ides los e n vo lvi ó en una l uz purpurina , y l e mos­tró e l Eiger y l os S c hrek-H oern e r confus'lmente ilu­minados , e n tanto que e l v a ll e de Gri n del wald per­man eci a a ú n s u merji d o e n l as tin i eblas . J o b se d e tuvo . - Aq u í nos sepamremos, h ij o mio, l e dijo; tú te n 'á á la derech a y yo á l a i zquierda; ¿ has comp r e n ­di do bien m is expl icac i o n es, y ab r·.í hal]¡u' e l camino? -Supongo que sí, dijo e l j óven , que echú una m i - rada e n tor no uro p a ra r econocer aquellos p icos q u e no b abi a v is i tado de mucho año . - Sigue l a cu esta , r e puso J ob, j u n to á l os a bet os 'y l os fresno, y e n cua n to se qu ede n dctra,> d e ti, halla­r ás u na me eta, que n o sé s i po d l'ás r econocer co n l a nie v e . Dej a la r oca á la d e r ecbl\ y sube po r la g ri e ta de las p ied r eci llas has ta ll egar al vasto t e rraple n, d o nde t e bas t a r á tenel e r 1ft. vis ta p a ra. de c u u rirl o t o do. Ah o r~ adi os , y el Señal' sea con n oso tro s: ¡¡idú­mO: 3le que n os guie. (* ) Vien to d el M e d iodía, 6 por m ejor d eelr humean qn e Bopla e n Suiza á prin ci¡¡ioB de la plim aveIa •. Job se habia d nbierto; Uh'ico hi7.0 otro tanto, .r apoyado en u garrote, el viejo comenzó en alta ~o~ una de esas plegnl'i :ts im]1l'o,isauas que 10R montane­ses saben a propiar á la uecesidaue do cada hora. En :trl'H; 1 momento el sol, que aca,haba do levan­br 'C , iuulHlaba la montaña de olH!a. mflnmadas que bajaban rápidamente de cima. en Cllna con:o una ava­laucha luminosa. Los altos pICOS, las Yel'tlCllte r l os barranco iban salienrlo sllce~ivamente do la o 'curi­dad, y tumaban por decirlo así, su pu en aq.u~ l gigantesco panorama . En el instnnte en que el : leJO cenaba s I oracion con el amen consagrado, la claridad matinal Ile n-r í ha ta él invadio la punta en que se o , l " ' habia detenido con su compañcro, y e rOueo cn u n a esp"cie de Ilube esplendorosa . Job se voll'ió h:ícia él haciendo u n adema n de salu­taeio n y de gracias . -Enhorabuena, e. clamó gozoso; ahora podremos distino'ui¡' l a caza. y el precipicio j lo demas de!)ende de l a prudeocia. Andft. con DioR, hija mio. - Dios os guarde, tio Job, reapon ió el mozo . y se separaron. Irico, que ' se l:abia puesto en marcha, "ió al aociano que se umergla en una d e l as pl'0fundas gargant~s que surcaban e ! flanco de . la montaña; no tardo Cn perdel'le de VIsta, pero bien pronto oyó su voz clara y vibran t e que cantaba cn aleman uno de los almos . Dcspucs de habel' escuchado un i nstaute, U I rico pl'Íncipió á subir la escarpada pcmdiente,. y pronto dejó tras de sí los [.rimeros a~etos . A me~¡da q u e se ele~'aba parecian cracer los I)lCOS que tema dela n te. El sol subia cada vez más sob r e el hor izonte, y como un vencedor que conquista corriendo l as fortal ezas más i naccesibles, ponia suce i vamente en cada cima tomarla por asal to su pabellon de ll ama. L a nicb las que fletaban en las cuestas inferiores se desgarrab::m poco á poco y llevadas por e l viento de la montaña. como un velo hecho pedazos, dejaban anchas aber tu· ras, y por ellas pas.aba la .luz y se deslizaba h~ ta el fondo del valle . Inco, altendo un p oco de u dl'tr ac ­eion princ-ipió á miral' l o que l e r odeaba . lIayen el aire de l as montañas, e n l o mi l desafío que r eci b e nuestra c ur iosidad por todos pn.rte , en la rudeza de la cosas que hier0n n uestra vista, u n n o sé qué d e excitante que fortifica y endurece . E l cuerpo se sien­te más agil, má atrev i do el ánimo . Ante esa s nie ­ves ánte esos p recipicios q u e cierran e l p aso, se exp e ­r i m'enta como u na especie de fieb r e agresiva, lo m i mo que en frente del enemigo. Sobrecogido p or esa especi e de embriag u ez, e l j ó v e n escultor apre-uró e l paso y se m etió p or los peligroso s picos su pend i Jos c n la pri?1era ~ona ·. Las cas as d e estío di per;;as en l as r egIOnes Illfe r wl'cf', estaban envuelbs e n un manto de nieve; rílo se vcía n alg u­nos abetos y al g unas zarz as que crec ian en aquellos áridos ter¡'enos; pero p ronto desapa r ecie r on tnmbi e n " y ya n a d a ". e vi ó ino l~ r oca pel ad.a .. Irico llegó P .•r. ...... .r.. ....A _. o_._-,_., • .-- · .>". ...... ~"'\:-' 1"-. ADIOS I Amada del Señor, flor venturos:\ Rica de amor, murió y de juventud ESPRONED.\. Cantares, no gemido~, bendiciones, no quejas, de­ben rod<3ar su fél'e tro. ¿ y cómo no, si la verdadera felicidad es la de aque­llos que mueren en el Señor! i Y como no, si con fiest.as celebran el tránsito de los justos los espí ritus celestes! y como no, si el dia de la muerte es aq uel en que las almas santas recojen el tesoro de lns virtudes q ue en la tielTa sembraron! Tal es el sentimiento que nos anima hoy al abrirse la >tumba que ha de encerrar los restos preciosos de la que fué en el mundo LA S1l:ÑORA CARMEN CANTILLO DE C. Oh ! si, abstrayéndonos pOi' un momento del in­menso dolor que nos domina; apartando los ojos del gran luto, que deja en torno suyo, solo miramos ese féretro de donde parece salir un himno de triunfo y cen tellear la luz de la inmortalidad. Oh! si, cantare, no gemidos para esa bella alma que subió al paraiso, dejándonos tan dulces recuerdos y tan raros ejemplos. Bien saben cuantos la conocieron, que no exagera­riamos por más elogios que aglomerásemos en derre­dOl' de su nombre. Dotada de una belleza cumplida. y de una alma. encantadora, hermoseó todas sus dotes con una es­merada educacion y con el ejercicio incesrnte de las mas amables virtudes. Sus bellas formas eran digno t<>mplo del espíriru que en ellas residia.· Su vida puede reasumirse en esta palabra; amor! Por eso fué hija, esposa y madre modelo: por eso fué amiga inmejorable; por eso fué jenerosa pl'otec­tora de muchos sérrs desamparados; por eso fué tan cumplida observadora de la religion divina que es toda amor. La sociedad la rodeó de distinciones y los bienes de fortllna vinieron á completar los dones que recibió del Cielo y que tan bien supo emplear. o le faltó el dolOl', crisol del alma i sobre todo del alma privilejia­da. A í vió desapaI'ecer padres, esposo é hijos como pedazos anancados del corazon, así conoció que iba .:í. expi,'ar, y sus ojos se llenaban de lágrimas, no por ella sino por los hijos, 1 hermanos, y los amigos de quienes ya no podriá ser encanto. Tan hermosa vida habia de terminar de un modo semejante, en medio de la tranquilidad y del amor, unida á Dios por los sacramentos repetida y fervoro­samente recibidos, unida. á los suyos que rodeaban su lecho en aquellos momentos en que el amOl' terreno llega á su apogeo para despedirse de la tierra. y con­tilmar en el cielo. l\Iurió tan dulcemente como habia vivido, dando su alma á Dios como ,el ramo de li­rio- que se entrega á las olas del raudal, dando u aroma á las bri as. Sin agonia quedó en su lecho mortuorio, dormida. con la paz de Ull niño, y el es­cultor habria podido tomar allí un modelo de belle­za, tan pel'fecta como dulce y serena, Amada del Señor y de los suyos, duerma en paz, miéntl'as su memoria vive en nuestros corazoneE. J. J. BORDA. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TARDE REVIST A DE LA CIUDAD. Vean ustedes lo que es entender e dos pers,onas, Apénns le conté al Pllblico que del ~lub ~mencano ~e habia perdido uu inglés y que á qUIen diera razon de él se le gratificaria, se me apareció en e ta semana un señor que vive por las Cruce, llevándose por de-lante invierno, barro y cuanto hay. . . -E, s usted el señor Fisgan? me preguntó SID más 111 mas. . -, í , seüor,' un servidor de usted. Sién . le, dl-. je al ,erlo de pié y con sombrero en mano Junto a mI mcsa de e cri torio. -Gracias, me contestó, y se sentó con. mucho cui­It.\ UO en la punta de un taburete, como SI yo lo rega­ñase porque lo ocupara todo. Luego el sombrero debajo del mismo taburete, e tando a mesa de centro con otros sombreros, cerca dc él. 1alo, me dije, éste no ha lidiado mucho con gente. otando que el 110m­bre como que queria decirme algo, pe~'o que 110 s.e atrevia, y t;ólo se ocupaba! como p~ra, distraer ~u. SI­tuacion cmbarazosa en IDU'ar las lammas y 10sJu~ue­tes de sobre-mesa,' con una curiosidad infantil, le dije: _ -y á qué debo esta su ta, senor? . , -Pues que me dijeron ,que usted habla ~frecldo una propina á quieu le diera razon de un senor que está perdido. , ., . -Yo no he prometid tal cosa; a qUl~n tal hlcle~ ra no le alcanzarian los tesoros de ROiichlld, proteste pen ando en tanto.; y tantas que no meret:en ya que se les busque. -No; no es eso lo que yo quiero decir. Hablo de uno que está extraviado. -II1énos por ahí. Si yo tuviese tal empeño, no ten­dria; mas que cerrar los ojos y cch~l' mano (,~1 cualq~ler montan; creo que dos por lo men03 aC~rIa; y SI no me iria á San DieCTo Ó á San Juan de DIOS. -V álgame Dio~, usted no me entiende ó yo no me explico. -Bien puede ser. -El caso es que me han dicho que usted paga por-que le devuelvan un inglés que se le ha perdldo. - \. ml'1. -No, que se salió del Club. -Vaya; entramos en materia. Y bien? -Pues que yo sé en dónde lo tienen. -Explíquese ! , _ -Aquí en la ciudad, y en una casa por mas se~las. A la hora que quieran voy y la muestro. Yo he vwto meter la comida y todo, y la mujel' csa se hace la desentendida. Y lo quc hay que ,el' es q,ue lo s,uelte pronto, porque esa es capaz de matarlo: l'.:sa mUjer es el diablo! me dijo abriendo tamaños oJos. -Entónees recordé tantos casos como ha habido, de geutes á quienes han ocultado por una venganza, por robarla por intereses bastardos, en fin por .... -y qué bonita seria ella, e o sí, me volvió á decir. -Pero bien, refiera usted, porque de esto hay que dar cuenta á la policía inmediatalllente. -Pues mire, yo lo diré: el tal señor vivió en el Club y empezó á ir donde ella y tanto fué y fué has­ta que no volvió á salir de allá. -Pero cómo lo tienen? en algun subterráneo, eH algun calabozo ó cómo 1 -En la ca a, engatusado. -No sea bueno, hombre, le dijc con rabia y de pe-cho, Vaya usted en tiempo de Congreso y yerá comu 11 ueven los casos. 'Vaya usted ahora ID iiimo á .... Ocu­na usted.al Alcalde, le dije, para salir dé él, quo es quien debe sabel' esto y cuando tenga IDas lIoticias de ésta, no deje de tráermela , porque lo digo la ver­dad, usted las vale para el caso. - La Compañía dramática dió su primera funcion el domingo; por junto hubo dos familias, de Suerto quo no habia mo tres eñol"as; da vergüenza deCIdo, pero es verdad. Los palcos de tercera lila sí estuvieron colmado ; y que boch inchc el que venia de allá, bien es que lo hombres de los parque de orquesta al verse solos tuvicl'01l no muy e crupu que diga­mo . Y 01 vieron á oi¡'"e los gol pes eu 105 a icnto,', los silbos y grito. oté que es cORtumbre, que e habia olvirlado ya, que en lo entreactos cada cual saque su cnjetilla de f,Jsforos y enciende su cig' no sin moverse del a iento. Los actore se esmeraron en el de empeño de la eo­mediu y en lo gener'LI los papeles estuvieron bien caracterizado'. Sin tiempo bastante para hacer un análisis de la pieza, diré que aunque 11.1 trama no es de lo m,í complicado y que soole adolecer de largas dialogacione , con todo tiene una ver-ificacion mci l y ad. ecuada, caractére;; bien sostenidos y buena tcnden- , cla correctl va. Es el caso que un padre rico, muy honrado y que trabaja constantemente en aumentar su capital, tiene la idea de que á sus do hijos ha de educ'lrlos en la es­cuela del mundo, y que adquieran las enseñanzas que la experiencia da, y no se expongan á los desengaños de que son victima lo que salen al mundo cubIertos apénas con el cendal de la inocencia, con las ideas rancias que un padre meticulo o inculca. Dicho y hecho: el jóven tiene las arcas abierta como las puer­ta de su casa para sacar y gastar cuando quiera; la señori ta no tiene que con ultar sino su capricho para derramar dinero en suntuosos trajes, en espléndidos sarao, paseos y cuanto imagina la alta sociedad para di traer su hastío. E tos dos angelitos, huérfanos de madre por desgracia, en todas partes vivian, ménos en u ca a, y como el p~dre pasaba de claro en claro los dias para que á u hijos no les fal tase nada, de todo sabria, méuos de lo que pasaba en. u hogar. Y con r­guió lo que queria, porquc nI jóven lo cogieron 103 amigos y amigas p::tra hacerlo feliz en las ca as ele jue­go, hasta que al fin sin fuerzas, y extenuado cogió una buena tisis en,uelta en mil desengaños. Ella atrapó unos buenos pel'O con un perdido que la ex-plotaba y quien' el enlace con ella como única tabla de salvacion para hacerse á dinero. Los niños tuvieron al fin bien educados y en el camino de la bien aventuranza, y he aquí el punto de donde el au­tor hace derivar su desarrollo y desenlace. Un antiguo amigo de la casa, hombre de buen co­razon al ver aquella casa sin gobierno, como na,e sin piloto, que tal es el nombre de la pieza, se propone salvar al padre y los hijos y .despues de mil peripe­cias lo con igue, pero ya cuando á la jóven le ha ne­rido el corazon de muerte el desengaño, dejándola in­habilitada para poder amar en toda su vida, y al jó­ven no le quedaba ino una vejez prematura y una alma hecha girones. La petipiezc¿ lI en:J. de golpes muy atinados, chistes oportunos, animacion constante y creciente, fué muy bien desempeñada .Y con razon aplaudida. Para el dou:ingo próximo se anunció otra funcion; oj:dá que no se miré con indiferencia el esfueJ zo de estos jóvenes, de los cuales, mucho de ello'l on ex­perimentados largo tiempo há en la escuela del tea­tro y lo dema han empezado con brio y buenas t1is­IClones. La señora Fernándes, es bien conocida pa­n\ que demos alguna noticia nueva acel'ca de ella. No hay quien no se queje de falta de puntos do rcunion, de di';crsiones adccUllda~, y sinemLul'go. El abre el tentro :r no concurren sino algunos hombre ; e o es U11a contradiccion inexplicable. El Í1wicrno igue como se ha aco;¡tum bracio en Do. gotá, lIue,e de dia pero de noche tambien. Lectores mios, hasta otra vi ta. I:L F1SGON • •

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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 7

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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 6

Por: | Fecha: 14/10/1874

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • - ----___ -c:c~~ s ~ ? Q p~~lI1as. Mas tarde, don Francisco Scguí, fundó en 1/80 la Gula de fvmsleros . y i\I. .Dl'llnet, anuncia en u Manual una obra impresa en la ILtbana el año de 17 7! cuy? tí tulo es: "Descl'Ípcion de d¿fe¡'entes piezas (le h¿slona natural, las más del ramo ?nal'Ítimo " con 73 láminas iluminarlas. ' Finalmente, cn el año de 17aG, se comenzó á publi­car en Santi¡¡go de Cuba el Amigo ele los cubanos. En la Biblioteca nacional de Bogotá se hallan mu­chas otl'as pu bl ic .. cionc5 an Liguas de Cuba en trc cll as varios periódicos que no carecen de intel'~ . OOIJO:tv1: SI A_ La publicacion má antigua de que se tiene noticia y la cual se halla en I a Biblioteca acional, e la qu~ lleV:l por título: "CompendÍl¿m pl'i";ilegior¡¿n~ et gm­tial'um Sancta Fide novi Regni Gl'al1atensis" Ex Ty­P¡' og1'Ctphia societatis Jesus anni D. 1739. La imprenta de lo jesuitas fué fundada en 173 y se ocupó para la impre ion de algunos libros de re~o y para la biografía de la monja Sor Francisca Casti: Ilo, y una providencia del Vi itador Piñerez. La ma­nejaba y dirigía el hermano Fl'ancisco de la Peña. Don Antonio Espinoza de los Montero, introdujo la segunda impl'enta en 1783 y en ella se publicó: " La historia ele Cristo paciente," t!'aducida del latin al ca tellano, por el eloctor José Luis 1\.zula y Lozano Dos volúmenes de á 254 páginas. ' El distinguido patriota don Antonio aJ'iñ, que tantas glorias alcanzó para u patria, introdujo la tercera imprenta, que pu o bajo la direccion del mismo señor Espinoza ; y cn ella publicó los DCi'echos del hombre, proclamados por primera vez en el Oongreso de B ton el 10 de mayo de 1775, y sometidos á la discu ion en la Asamblea con titu)'cnte de Francia en el me de ago to de 17Sa. La enunciacion de di­chos principio tal como fueron auoptados en Fran­cia, la tradujo N ariüo al castellano, de uno de los to­mos de la IIi toria de la blea tuyeute. Acto fué e te, que pagaron dema iado cal'O, tanto Nariño como Espmoza, y el abogado eñor don J Antonio Ricaurte, que le hizo la defensa en el juic!o que se les iguió por órden del Vil'ey. Nal'iño mal'­chó para el pl'e, idio de Ceuta, de donde logró e'ca­parse par.l volver á poner al servicio de la causa republicana "us luces, su valor y su vida. 1 spinoza y Ricaurte muricron en Cartagena, . haber alcanzado la conmutacion de la pena de destierro, que les habia sirlo impue tao Ni aún la. Historia de la Asamblea constituyente de Francia, pudo e caparse del rigol' de la ley; ella fuó quemada en un lugar público por mano del verdugo; no obstante esto, la idea republicana habia quedado Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. , 42 LA T ARDE inculcada en el ánimo de lo p'ttriotas; la semilla se OGl~tro Al. r~:l.erica, Labi:l sembrado en un terrenu fértil, y fué la impren­ta el poderoso in trumento de que se valló la libertad fe dice que en un catálogo europeo se baila el tí­para lanzar su primer resplandor , sobre esta tierra,' tulo d un Itbro en verso, pnblicado en Guatemala 01 que má tal'de debia ser abonada con lágrima y con año de 1GG7 por el impre,ul' J osé de Pineda Ibai'l'a; sangre. pero tal dicho carece de todo fundamento, y hasta En la Biblioteca se encuentran otra multitud de ahora 110 ha sido corroborado por llingun Li tor¡ado!'; obritas pnblicadas en la imprenta de Espinoza; entre por cl cuntrario, el erudito Juan lIJaría Gntiérrc¡r, lo ellas son de mencionarse las siguientes: desmiente en su importante obra sobre bibliografía. Imp:\ciente por :wel'iguar el orÍgen de la imprenta A1·te de construccion 178-1, De la fuerza de la fallta- e11 lo p'lÍses de Centro América, hice várias inyesti­sta h.umana, pO?' don L uis A JJ1lt1'at01'i, Traducido 001' gaciones tanto ('11 la Bibliotcca como en el Archi,o don Francisco ~lártinez, 1793, • nacional, r sólo bailé algunos documentos que prue- En 180!) don Manuel Pombo introdujo una impren- ban, que para la proclamacion de la independencia, ya ta, y la presentó al Oonsulado de Oartagena de india' la imprentll estaba establecida en U uatemala hacia pero el Yirey Alllon imbuído en las rancias prcocu~ algun tiempo, El d"cumento más anti O'uo e importan­paciones de la colonia, prolIibió que de ella se hiciera te que pude encont¡'ar, fué el acta de la intlependcn- 11.,0" y no fué sino un año de pues, cuando sus prensas cia de Guytemala, fechada el 15 de. Setielllb!'e de Slt'neron al desarrollo de la idea republicana, 1821, publlcada en la ~mpí'~nta de la L~úel't(ul)' epoca Más tarde se establecieron las imprentas de Lora para la cual, ya se hablan Ilnpr'c o los siete pequeños Galarza Oualla Nicolas Gómez &e en las cuale~ I cuadel'11os, que c0mpollen la. obra de Jual'l'os, titula­comenz ¿ron á h~cerse publicacion~s d~ may;r alie~to. da: Compendio de la !tist?l'ia de la cinclacl. ele C!.uate-rol ' l ,'/ l' b d 1 1 b ' . 'IJUlla , en la cual publlC¡lclOn se gastaron diez auos, .L pape pelluC leo, o l'a e a orroso escntor 1\1' • , dc>l SOCOl ro Rodrí"'uez fué la primera prod c' h b- Es notable el hecho de que aun untes (le haberse domudaria que e~pez'ó á darse á luz en utc ~u.c dado el grito de in(lependenci¡l el año de 1821, ya se )' a, ella si.gU.I eron años despues varias oetrsa as Ld'e a CglOral1n , l. b' 1.1' ¡ dI' dI" , l' '1 1,1 lan l~llU, lcaao 0<; vo umenes e per IUllCO tltl1 a-mérito ~omo el " Semanario» que redactaba Oáldas; do, El Guno de la ltÚe1'tacl, y posterlurmente otras notables en la política cO!ltán- No satiofccho C/Jl1 e5tos datos, quise obtener noti­( lose eutre esta,> E¿ Día, fundado por Ortiz Cuervo cias más ciertas aCerca de este asunto, y habiemlo Herrera &c" el cual periódico ha sido de r¿s de má~ tocado con cl señor doctor Santiago Pérez, tuvo la larg-a dUl'ucion, pues habiendo comenzado en el año de fincza de remitirme a poco tiempo, las sigUlentes car- 18"*0, vino á terminur::.e en 1851, para dar lugar cntre tns, con lo cual he creido perfectamente aclarado el utras mil pnLlicaciouas políticas y literaia- á la punto, una ,ez que los datos suministrado en la car­salida ne El IY"o-G'ranadino, El S UI' Ame¡'icano El ta del Cómul de Oolombia en Custa lUca, han sido Pascth,npo, El Cr¿tolieismo y El Tiempo, que il1d~da- tom:lUOS en 1'1 mejur fuente, IJlemente ha sido la pnblicacion de mavore dimcnsio- H 0 !l(llll las cartas: ne que ha salido de las prensas de C¿lombia, Rel'in. cuestion de c cribir grandes volúmenes ~l tuviera la pretension de relacional' cuál ha sido la march:, que ha traido cl movimiento tipográfico en esta 1\aclOn, la manera como ha venido desarrollán­dose la literatura, tan floreciente hoy; baste saber que para el año de 1873, ya la Union colombiana contaba con 50 imprentas, sin que hubiera nn solo Estado donde no se gozara de los benifieios de este elemento ci,ilizador ; se publicaban 72 pel'iódico de los cuales 3 eran diario, y en la sola ciudad de B¿O'o­tá se mantenian ocupados sobre las cajas y las pren~a 2~1 operurios, habiendo quedado impresos durante dICho año 1.?79,909 metros cuadrado., de papel, con Jo cual podna cubrirse una superficie de 297 fane­gadas, Hr~sil, Don Antonio Isidoro de Fonseca, establc.ció en 17"*7 una imprenta en Rio Janeiro, bajo la proteccion del Gobernante don Gómlz Freire de Andrade, en la cual, s610 se alcanzaron á publicar alguno opúsculos de poco mérito, entre los cual figura uno, titulado: R elaqao do entr'T.da que fez obispo D, fl'. A.ntotlío do D esterro 1I1(6lhei,'o, e::cl'i1.O por Luis Antouio Rosado de Concha, Dicha. imprenta fué cerrada por Ól'Jen del Gobic>rno metropolitano, por creer perjudicial á sus in la difusion de las luce en la colonia, Semejante medida el'a muy natural de parte,de un Gobierno que no tenin, la tolerancia como base de sus instituciones las cua­les no podian mantenerse firme!', sino al amparo de la iguOl'ancia en que se mantuviera al pueblo, Trasladada á Rio Janeil'o en 1 08 la f:¡milh rei­nante del Portugal, se in-taló alli una imprenta real; y fué e~tónces cuando se publicó el primer periódico, con el tItulo de Gaceta (7e Rio Janeito ' á é 'te j"'uió E P ) 1:> l atriota, y luego otro, titulado Ida de de ow'o que publicó en la ciudad de TIahia el c1ério-o portugues Ignacio J osé Macedo, 1:> Santiago Pérez saluda al señor Nepomuceno J. Na­, arr.>, y le remite, n<1junb, c(',üa de una carta en que el sellor Teodosio Castro, eomuuic?~ algunos datos sobre publicaciones fIlltiguas hechas en Oentro-Amérir..a j da.­tos pedidos por PérE:z á Castro, :í. iudieacion de N a­~ arro, ó para uso propio de éste, ó para el de la Biblio­teca nacional, en tiempo en que ella se hallaba á. car­go del lÍltimo, Pérez espera., pue , qua, si tales datos estuvieren destinado ií. la Biblioteca, el eñor Navarro se tome la mole~tia de trasmitirlos al Bibliotecario actual. Bogotá, 3 de junio ce1874, San José, abril de 18 j.1 Señol' Doctor Santiago r;'rez-Dogotá. ]'.Ii q nerido doctor: He tenido el gusto de recibir su carta de l!) de febre­ro próximo pasado, De los datos que me pide, los que he podido recojer, con ultando á las personas más conocedoras de la his­toria centro-americana, son los siguiente : La "Gaceta del Reino de GUettemala" fué la prime­ra publicaeion de importancia que se hizo en Centro América. Se empe7.ó á publicar por los años de 1755, pero se suspendió por real órden, y no se continuó sino hasta fines del siglo 18, Los tipos c-:>n que se publicó la 1. ~ série de aquella Gaceta fueron fundidos en el paÍ ; pero la primera im­prenta formal que hubo en Centro América, fué la de !\Ianuel Jo é Arévalo, en Guatemala, El p, Goicoeehea, el Dr, Flórez, médi.co de Cámara del Rey, Fr. MaUas CórdoTa y Don Alejandro Ramí­rez, fueron los que primero, y en el 6rden que van men­clonado, hicieron publicaciones en Oentro-América, E-tos dato, que son sumini trado de memoria, por que aquÍ no hay documentos que pudieran contenerlos para consultarlos, no tienen tal vez toda la preeision que 1), descara. 'in embargo, en la esperanza de que algo pueda sacar de ellos, se los trasmito, Deseo que U. se eonser,e sin novedad y que mande ti. Su afectísimo amigo y S, T EODOllIO CáS TllO, • • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TARDE 43 S U-E':t.'lOS ...A..ires· Allá por el año de 1766, fundaron los J csuitas una imprenta en la ciudad de órdova del T ucuman, de la cnal, sali ó en el mismo -año la pl'oduccion ti t ulada : re Clm'issinni ~'il'i D. D. Iqnatii Duartii et Ql¿i7'ossf, colegí 1I1Ú71ssarratensis' , &c, Dich a imprcnta pasó, con motivo de la expulsion dc lo Jesuita", a la ciu­dad de Buenos Aires, y al lí tomó el nombre de " Im­prenta de los niños e pó it o~ , " s iendo el primero de sus producto' en dicha ciudad, un papel in 4. o pu­blicado en 1781 con el t í t ulo de R epre, en:acion del Cabilelo de la ciudad de S,m Fdipe de 1I1o¡¡tevideo, El • número de publi caciones Ilasta cl nño de 1 06, no pa-sa por t érmino medio de 7 por año, y eso ca i t odas sobre asuntos de devocion. De 1792 a ()4 las publica­ciones fueron ya un poco más im port ¡\ntes, yen 1íC9 diú la im prent..l un pa&o bien avanzado con la publi­cacion dc los" P rinci],i?s ele lrr. ciencia eco1lómica.," trad por don Manucl Belgrano. P ero lo que más activó el progreso de la co!o.1ia y contribuyó á desarrollar el g u to por la lectur:l, fue ron los periódI­cos que se susced ieron desde el TdégfClfo (1801) haf­ta el COí'/'eO del Comel'cio, l'edact aclo por Belg rano. El Semanario fu é sin duda la pub lic cíon hebdomadaria de más importancia que se c1ió á lnz por aquel entón­ces , á cargo del ilustrado Virrey tes. Oomo una muestra dc la poesía. r eli g i os ~ en aque­llos ti empos, DO puedo méno 'Je co pial' las siguien tes estrofas, que se hallan en la lVovena del Santo ele los Sántos, Nuesti'o Seño?' h s¡¿cristo Sacl'a?nentaeló, reim­presa en Buenos Aires el año de 1784 : Vizcocho cocido al fuego De tu amor en tus en trañas, (Jon dulce, que al que t o gusta Nunca ofendas ni empalagas; y ama aelo pan con leche De una. Virgen soberana, Famoso vino que engendras Sólo Vírgenes y castas. E, Ven á mi pecho vida de mi alma , Blanco manjar que de leohe Virgen, de harina floreada, Con oarne de A vo María Se hizo tan gust osa masa ; y de Promision racimo, Trig de la Tiena Santa, Fruto de una tierra vÍr gen Que te dió quedando intacta, R. Ven á mi pecho vida de mi alma . , . _ Pelícano, que amoroso Tu sagrado pecho rasgas; Por dar con tu sangre vida A los que muertos ostaban, y. enamorado Galan, Que por rondar á tus damas, Sales, y andas elisfrazado De noche en calles i plazas. R. Ven a mi pecho vida do mi alma. (concluirit), ----c~~:~--- LA SERPIENTE DE ESMERALDA. ( CONC LUSIOl'i ). Média hora d espues de babel' subido por una. cues­ta arbolada y salpicada de estancias con cañaverales y huertas de fru ta, platanares, pl antaciones de yuca y arroz, llegamos á Oroqui us, e tancia que, situada en el pequeño plano que deja el cerro, domina un pa­norama extenso y variado. Despuc de haber t omado posesion de la casa. asea­da, e paciosa y ventilada, pl'rpa l'amos las esco pe­tus para la ca ceda y nos dimos á Yaga r por las estan­cias y bosques veeiuos. Oansados de andar para arri­ba y pam abaj o, y h úmedos del sudor copioso que in tencionalmente provocábamos, volvimos por la nu­che a tendernos en las hamacas, que ,on las madre:; que más suavemente saben al'l'ullar la pcreza . lm·itado por Jos d ueüos de casa llegó aquella nO­che un Ilombre anciano á quien Jl amab'ln Bartolomé, y que t enia fama de hombre ra ro por su proceclrnciD , antecedentes y sus costumbres. Oreia n algunos q ue este era un hombre no comun, á q uien algnn a. aventura babia obl igado á ocult ar su nombre y sus desg racias . Las gentes del pueblo decían que ef'e era un 'I1lohan que tenia pacto con el di ablo, y á fé que nadie podia qui tn r les arJl:C'lIo de la cabeza . Pasllba su vida errante de e tuncia en estancia, d ivir t: endo con sus con 'ejas y cuento!!, hacienuo a lgunos oficios útilc, ó enseñando IÍ lo niños la lectura ó la uoctl'ina. I; lln­ca quiso ir á Cope!', que es el p ueblo vecino. y realmen te, aquel hombre no el'l\ de l"lza indígena' Su fisonoITtÍ a era distinguida, su barba, blanca ya como sus cabell o!:', eran muy hirsutos. Bajo las cejas pobla­das brillaban s us oj os ll enos de inquietud y aun de audacia. Em s u t raje muy sencillo : consistia en una camisa ue lienzo, calzones de manta y por cal zado unas quimbas. * Un baston largo en forma de cayado acababa de dar á su figura el a pecto de un hombre venerabl e. E Kcitado pOI' nosotros para que nos contase al go de sus aventuras, n05 d ijo que aquello era largo ele refe­rir y que por ahora nos iniciaria en los misterios de la cueva de Oroquius que no se hallaba á mucha dis ­tan cia de la casa , Oueva cncantada en donde babita. la serpiente de esmeralda y 11. la cual no ha podido penetrar más que un bombre, no obstante Jos esfuer­zos hechos por otras muchas personas . Es allí en donde está el paraL o de los indios, nos dijo con mu­cha seriedad, y en donde t odo es l'iqu eza y glol'Ía_ --Que nos place, le dijimos , el quo usted nos des­criba esa marav illa encantada, . T. omó asiento, pu o su baston á un lado y dió prin - ~ . , ClplO a Sll narraClOn as!: Juan Gonzál ez fué un hombre á quien la suerte trató tan duramente que lo hizo llamar al Diablo con todas las yéras de su corazon. Vivia con sn mujer en un rancho miserable á la ori lIa del rio y su trabajo escasamente le daba para vivir. Apéna venia la no­che Re metia entre el monte, empezaba á II :un ar á grito entero al E~emi go malo y le orrecia el .alma en cambio de la nquezfl que deseaba para sahr de apuros . Una noche, ya cllando los gallos habian cantado dos ó tres veees, sint ió el hom bre que un caballo tas­caba el fr eno y manoteaba á la puerta de u rancbo como si un jinete e pcrase á ul gnno. Un olor de azu­fre penetl'ante se e. parció por t"das pártes y un r efle ­jo empezó á alumbrar como si huLiesen prend ido lumbl'e á l:t puerta. Levantó e asustado y salió á ver qué era 10 que pa¡:aba y vió que un jinete desconoci­do lo e perab'l. P oco trabajo le tó conocel' que aquel era el Páta en figura de homb re, y no obstante que la lengua se le volvió como una bola y las pier­nas le temLlaban sin ce al', se armó de una buena resolucion y le r epitió la súplica que bacia tiempo le habia llecho. Arreglado el con trato, prev ias las condiciones acos­tumbradas en es tos casos, le dijo q lle t omara siete maices blancos y tres cuartillos charnbe?'i1WS y que se * Al dar el Diccionario de los literatos la definicion de esta pala_ bra, dice q ue es" planta de ."méli ca." Cuando !lama á esta es_ p ecie de abarca 6 de sandalia pZ;mta, por usarse en .In. plant~ ~e l dié no hay q ue p erder In esperaozn de que en la proxlmn dlOlOD llaIhe p nlma á los guantes por ir unidos á In palma de la mllno, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 44 LA TARDE fuera á la noche siguiente á la cueva de Ol'oquius, y que con aquello pagara la entrada á quien se la co­Lrara allí. Durante la conversacion, González notaba que el caballo se habla convertIdo eu un marrano enorme, que las orejas le crecian descomunalmente al de :i ca, Lallo, que eu vez de espuelas le salian dos asta s como de toro y que en lugar de ves tido se babia cu­bIerto el cuerpo con una p)(,-1 COUlO de caiman. Luego con una cola muy larga que tom ó en la mano y que parecia una sE'rpienle, azotó al mal'1'::Ino, no bin babc'rle dado su mereCido con ella p or la espalda, con tanta 1u e rza al endiablado, que lo tendió b1l1 sentido por el suelo. D e alma atra\'esada seria el tal hombre cuando á la n oche ~igniente se proveyó.de lo nece ario, .r como }Jios le fue senido se meti ó en la ClJeya alumbnllldo C011 bachones de paja, Onando ya habia bajado bas, tante por ent re elOlmes piedras negras, batieron de sus cuevas nubes enteras de rnurciétagos y lechuzas, y empezaron á revolotear encima de el dando cllilli­< 10 hasta que le npagaron la luz. Entónces sí se creyó perdidO y maldijO al D ablo basta que le supo á feo, La o¡;,cul'ldad se bizo tan den::.a, que él creyó que se habia compactado y que no pouia moverse de allí. Un lwmbre que despertase cntl'e una tumba sin ll ode r le,antal' l:.L tapa del ataud selltina una impre- 510n lTIénos 1101'ro1'0,a que aquel desalmado. Perma­n ecia llIudo y como de una sola pieza, cuando ulla luz que salia del fondo empezó tÍ. Lacerle perceptible la cueva con toda su profundidad. Entónces emprendió camino. Llegó á una abertura circular ,en donde halló :í, un anciallo sin barua , de color muy moreno y que cstaba cuuierto ele musgos como un tronco iente verde que al verlo se lanzó sobre él con las fauces abierta", La serpiente era de esmeralda muy lras parente, pero tan dúctil y blanda C?1l10 la seda" ~os (Ijos eran dos grandes ru ules )' le bl'lllaunn deiia. 01.)(.)­diente el arrepentido cojió una cántara que introdujo y sacó llena; pero apénas trató de llevarla á los labios bubo de soltarla porq ue no soportó el peso tan enor­me. Rota la cántara empezó á rodar una bola pesada, pues que el agua se habia solidificado, convirtiéndose en oro . El anciano entónces le tocó con el dedo índice la frente y Gonzáles quedó dormido .... Al dia siguiente despel tó entre la cueva cerca de la puerta vestido con sus mismas ropas y con su bola de oro junto. Poco tiempo despues, Juan González era dueño de grandes estancias, y de muchas mular. ; fué uno de los hombres más ricos de estos lados. Pero desp de muerto, eso ¡:;í, no hay quien no viaje de noche por estas comarcas que no lo haya encontrado montado en el diablo en forma de marrano y diciendo maldi­ciones horro:,osas. y be aquí, sellores, la discripcion de la cueva en­cantada de Oroquius. Dímosle las gracias á don Dartolomé juntamente con alguna moneda, y nos entregamos al sueño en me­dio de tantos encantos como habiamos oido. J. DAVID GUAlUN. • Anuario de la Academia Colombiana· Recomendamos á. toda pe~s~~a d~ juicio y que de véras desee el progreso Y la Clvlhza~lOn de nuestra pa­tria, sin atender á cuestiones de ]?artldos, la lectu.ra de la primera entrega del "A nual'lO de la A.cademla co~ lombiana," que ha salido á luz ~n estos dla;;. J;Ie aqll1 una obra que dará má, honor.~ ~sta Repubhca. que muchas otras publicaciones perlOdlCas de las que has­ta ahora han publicado nuestras prensas, porque ella hace comprender que no carecemos. aqll1 de CIertos géneros de talento, raros en los .. SOCiedades l~u~~'as, cuyas obras parecen más. bien hijas de una C.I"I!Jza­cion ya madura y no eSCrItos de hombr:es naCIdos en el corazon de los Andes, y lo que es. mas, que !10 han necesitado salir de su patria para Ilustrarse a fondo en los ramos más árduos de la historia, literatura y filología de la hermosa lengua que nos legaron nues-tro antepasados. .' . En una castir.a y clara llltroduCClOn, q,ne no ,esta firmada, nos explican los seno res ~cadémlcos. cual ~a sidú el origen de la nueva AcademIa colom~lana, ~ a­mificacion de la espanola, como somos tamblen hiJOS de aquella nacion en cuanto á raza, cost.umbres y I:e­Jigion. Siguen algunos documentos relatn'os á. l.a mIs­ma. Academia y varias de sus acta~, de?de su ~l'lm~rs­fundacion ellO de mayo de 1871, baJo, la dll'eCClon de nuestr~ malogl'ado amigo Jo~é Mana .Ver~ara y Vergara y el señor Manuel 1\1a1'1a Mallarlllo, ambos reemplazados en breve por otro~. .' Nos sorprende que en esta pnmer~ pu?]¡~aclOn del " Anuario académico" no hayan temdo a bien hacer alguna mencion honorífica de aquellos dos ~alo~rados miembros 105 que además de ser de lo~ mas. Impor­tantes qu'e encerraba la corporaci.on. hteral'la, e~'an hombres de gran valer en la Republ:c~ y merecJan que sus nombres figurasen en las pagm!1s de es~os anales algo más extensamente que en una lacól1Icll acta, en que se menciona que fallecieron, y .que en su lugar se nombraron otros miembros. Debena ~acerse aquí lo que en la .i\cademia francesa: el m.lem~ro que reemplaza á otro hace su elogIO en una COI ta blO- • grafía que Jee el dia de su instalacion, y hacemos esta indicacion, que parecerá tal vez presuntuosa, porque siendo el deseo de la nueva Academia que nos aprecien en otras naciones, no estaria por domas hacer conocer, por lo ménos, quiénes y cuáles eran los méri tos de los que van fal] cciendo. El pl'imer artículo que encontramos, dcspues de las actas, es un hermoso estudio histórico) ol)ra del tan conocido y elegante literato señor Juse Oaycedo Ró_ jas, en el que nos da cuenta de la primitiva fllndacion_ de Santafé de Bogotá, por el adelantado Gonzl10 Ji menez de Quesada, á (3 de agosto de 1538; Y nos ex­plica el motivo por el cual la Academia fijó á doce sus miembros, como un recuerdo de las doce casas q Ole mandaron fabricar los cenq uistadores, sirviendo de núcleo á la presente ciudad. Una observacion que no ha hecho el señor Oaycedo, y nosotros nos atrevemos á apuntar aquí, es que los conquistadores fijaron ese número en conmemoracion de las doce tribus i raelitas y los doce apóstoles que siguieron á Jesucristo, así un tierno sentimiento reli­glO- O in piró entónces á aquellos sublimes aventureros, que como observa el señor Oaycodo, no siempre les inspiraba la sed de oro, sino tambien á veces grandes y nobles sentimientos. La prueba de que los conquis­tadores no eran como los han querido pintar, hom­bres que sólo buscaban el propio ¡nteres, es que con tanto ahinco procuraban dejar en pos suya la luz del Evangelio y el santo recuerdo de la patria. No se puede baldonar solamente al pueblo español por sus crueldades en aquel siglo, porque todos los conquis­tadores y guerreros de aquellos tiempos eran bárbaros y cl'Ueles, y en América como en Africa, en Italia y en Hungria, los alemanes, ingleses, franceses é italia­nos que se batian eran unas fieras. En 1527, en el famoso saco de Roma ¿ no atacaron al mismo Santo Padre que tuvo que I'efugiarse en una fortaleza para. defenderse de los católicos .espanoles y fl'anceces en union de los luteranos alemanes? Y si cometieron crímenes los conquil'tadores, injusticias y traICiones con los venoidos indígenas, cúlpese á la ignorancia de la época y no á ellos. En cuanto á la tacha de aventureros sin nombre que se les da, ya que e] señor Oaycedo no individuali­zó los conquistadores hidalgos que registran los cro­nistas é historiadores de aquel tiempo para pl'obar, no su honradez, puesto que el nombl'e no lo da sino la buena conducta personal, pero sí la hidalguía de su nacimiento, como lo pruedan los siguientes nombres, que entresacamos de una lista que hemos hecho de ellos, registrando varias crónicas y particularmente las genealogías de Ocariz, sin hacer caso de las absur­das exageraciones de que, en parte, adolece ese autor. Oon Gonzalo Jimenez de Quesada vinieron los si­guientes hidalgos de nacimiento noble de España: Pedro N uñez de Cabrera, hijodalgo de orígen por­tugues. Antonio Diaz de Oardoso, hijodalgo de orígen pro­bado de sangl'e noble. A este conquistador le dieron solar para casa en la segunda cuadra abajo de la Plaza Mayor en la calle de San diguel. Antonio de Castro. Tanto él como su mujer eran de una familia noble de Portugal. Juan de Céspedes, de familia noble de Argamasilla. Sirvió al Rey de E~ paña en la ::ompañla de bidalgos que levantó en Toledo el Prior de San Juan contra los comuueros y pasó despues á Indias con las tropas reales. Las casas y solar que le dieron en la reparti­cion primera, estaban en la cuadra que despues ocupó el convento de San Franci co. Martin Galeano, (el fundador de Vélez) era origi­nario de Génova, en Italia, é hijo de familia noble de aquella ciudad. Militó con don Antonio de Leyba en Italia. Francisco Maldonado Dorado del Hierro. Oaballero de familia hidalga del Obispado de Burgos. ., Francisco de Uonsalve. Natural de una familla DO­ble de Zamora . Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • • • 4.6 LA TARD E A lon<;Q dtai> tierra fueron, como 105 fun­dador(' s de ROl11a, a .. enture ros "in nom brc y tal vez criminale~. A\lcma., no no;; pouemos gloriar dc aqueo lIa noblez:l, purque muy pocú conquÍtitadol'es dt:ial'on I'uce con ahinco la continuacion. Concluiremos estas líneas deseanclo con el SeiíOl" Caycctlo Rójac;, que la recien fundada Acn.demill, sirva de ejemplo:r de norma pnra obligar á que nue::.tra liLernturn tome un giro mas sano y origínal, r que abanimos por el gusto, siquiera, de que nos lean, Por eso oscribimos, y tenemos qué escribir mentiras, pues ¿ quién seria el tonto que fuera ñ pen]er su tiempo leyenrl0 puras verdades? ¿ Quiero usted que no lean sus escritos sino usted, el c~jista y el corrector? Pues diga usted verdades ¿. Quie"o usted de acreditar y arrui­nar un periódico? Pues higalo usted semi-ofi· eial y publique en él, de modo que vayan des­: filaudo airosamente, los millares de cosas bue­nas que h

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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 6

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¡Bravo!

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Estado Mayor General. Exercito Libertador de Nueva Granada. Boletín Num. 3°

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Al gobierno y al público

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Imagen de apoyo de  Exposición sobre reforma constitucional, que dirige al Consejo Nacional de delegatorios el presidente de la república

Exposición sobre reforma constitucional, que dirige al Consejo Nacional de delegatorios el presidente de la república

Por: | Fecha: 06/10/1874

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • • • --______ -<:c:;--¡~ <; ~ 2 9¿""?),--:l:s;---___ · PERIODICO DEDICADO A LA LITERATURA • , • Serie 1. Bogotá, 6 de Octubre de 1874. r-' u, mero 5. , ....... A Al\. DE • REVISTA DE LA CIUDAD . quí me tieuen mis lectores mlí ale~re qUtl niña con uOI'io, que noyio con muj(;l' Lien engas tada, que jóven con bue \ empleo, que señol' con portafulio, que político con elecciOlle , que CUI'a con vecinos devutos, que beata con cu: renta hora, que militar con ascen­& 0, que médico con epidemia, que buticario con mé­dicos, que aLogado con enredos, que músico con en­tierros, que muchacho con Vi cacioues, que periodista cou uscritore puntuale. No es mentira, pero siento el alma como bolsillo con pla ta, COUlO dep<,nsn. con proviione , como cocina con fuego, como m ujer si n mariuo en ca a, que marido .... basta de compara­cione" que yatará bueno. y á qué debe el Fisgou tanta. al('gría ? preguntarán los curiosos. y á qué ha do ser? Que me he hallado una mina riquísma para hacer revi taso Siguiendo el con ('jo ele mi galante companero, autor de la. Rovi ta anterior me pu e á medital' en que realmente en Bogotá. hay nu gran número de planteles y do fábrica, tales como cuarteles con colegio, e cuelas normale5, IIospitales, IIospicio, ca as de locos, destilacione, cigalrel'Ías, futografías, agencia, peluquería, y por añadidura lo que cae emanalmente, COIllO matrimonios, tertulia, Laile , entierros, rifas, y demas co illas que en forma de cuento salen al púulico. Pero hay algo más confortable, y es que los co!:tbo­radores de lo barrio., agentes ti'gones me han pro· puesto no dejar pasar cosa que no cuenten; en prueba de ello ahí va la revista de uno de ellos. " Bogotá, 30 de Sttic'nbl'e de 1874-Fisgadnda del bao Trio de la c:aledl'at. Señor Fi_gol1 general de "La Tarde," del día y de In noche. "Oumpliendo el delicado encatgo que me habeis confiado, voy tí. informaro de val'ios asunto que no conviene que edén tudavía á conocer ¡¡orquee es­t, ln de arrollando, ó más Lien purC]ue e t.an en ges­taciun, y de algunos que ya debels dar ¡i la e tampa. Entre e to se cuenta uno de que voy á ocuparme. " En vuestra tocaya de boy fuí noticiado por mis ngentes de que comenzaba tí. rcunin;e un gentio en la Plaza Je la Con titucion, lo cual me hizo pan al' en reuniones de esa naturaleza, en uu lugar que ha ido el teatro de suce.os tau importante, como el pronun­ciamiento de 1 10. - guiente los números 2, 191,85,245,89 Y 178, á lo cua.1e le corresponden en "1 mi~mo óruen los prtmio de $ 122, 60, 61, 30, 46, 30, 15,15, 35, Y 183 90. Por poco sale. I número uno, que era el de mi boleta, por­que habels de saber que el pre que me señalásteis pul' daros cierta noticia acerca de cicrtas niña qud demueüan teller mucbo oficio ('n lo balcones á ma­i'ial? a y tarde, lo hube de emplear en comprarla. Pero 11 cba queado, perdiendo así mi lllO mi~ I injes á las R('públ.ic~s del P~e~fieo, P?rque ~os &eis pepit.os apun­tados, lID.l tando a cIerto Jo,:encltos que oh Idan que deben dejar su puesto' I ancIano se apr~"l1raron á lir de la urna uS')referida de la Lotería colombiana ?obre I~ cual no o diré m~í. 1101' ahora, 1'(' erdndulll~ 111. p~cclOnar los sorteos men"ua les ~iguien tes, y co­mUlllcaros babel' sido favorecido con un buen lH'cmio. ?I a.lguna personas continuaren interponiendo el IIlflt1Jo de an A ntonio para ganarse la ¡'ífa, y aun­que para ello le qUItaren al 1 . P. su Tiño amenazan­do no devolvérselo, como hi7.o ahora año egun dicen una belleza para sacarse la rifa de un mueble o teN­dré que remit.iros us apellidos y nombres ~frecien­doo<; no equivocarme en ésto, pura que en'" La Tlli'­de" algan á pasear. "Os a dV'I erto que aunque" La Tarde es muy leida n~ ati. face su senoría El Fisgon, porque omite de lo~ mdagro el santo que en ello es lo mejor, y no les gu t~ el refl'an que esto acon eja, y ademas muy d~~clente el H Baturrillo" y juzgan que sois muy vIeJo. cuando no podeis alvar las paredes, ni cstais provl~to del manojo respecti \'0 de llave para abrir muy ito In puerta, penetrar en la casa, en los almacenes y dejando quieto los haberes de las gentes acal' á luz tantas co as y cosota que debiera u decir­e para e 'carmiento ejemplar. " Con que a í ved, i os armais dE' valor sufieiente y abri tamaños ojos y tamañas orejas, para informa­ro bien de todo, aunque tengais que quedaros con tamaña narices. " i mi crónica e pecial relativa:í. la carrera del Ul' y plaza de S[,n Yictorino, no la publicais, devol­vétlmela pues he aceptado la colaboracion en otro periódico, y allí no nndanín coi! pañitos caliente, y prlln to verá la I Ul:. ' "Vue tro olícito servidor. "POI' poco pongo mi nombre, que seria tanto qui7.¡1. como poner mis costilla. ' Viéndolo bien mi querido lectore, el cronista DO ba hecho mal en fijarse en las loterias, pueto que, todo en la vida <,s unn lotería en ht que todo toma- 1110 pue, to, pero en la que á todo falorece la suerte ti u motlo: 1i unos los entierra y :i otro los saca l1e atolladeros. El que se ca a é aca la rifa, el qne se muere (y que Cerca me quedó lo UTI(' de lo otro) e aca la rifa; se la acn. el C]ue con igue empleo, dipu­tacion ó viuda rica; á quien le dan una ped/'Uda por til'arlc á otro e saca la rifa y a. i por e e tenor todos todos somo cual 111,h; cual 111 fa,orecido . "Luego que dejé mis ól·t!enes hube de traslad¡\rme &1 lugar del suceso que temia, pero la. presencia tle una bom ba e feroidal a tra yesada por un eje rota torio ent.re do' columna, que llegaba en procel:>ion, m hizo comprender que e trataba de una rifa, y pen é qne si era semejante á la de La ltawLla, era llllln() de dar­les un ramblazo, porque 11/(tS vrtle (arde que nunca. Pero DO eñor Fi. gon, e trataba de una rifa efccti\':l y sonante, llamada Lotería colombiann, y con todo igo en mi oficio. El dia 1.0 se reunió la 111 blea; pien o hacerme á alguno di-cur-o y empl'endel' un. trabajollamadoviaje at rededor de un Dipu:ado, a un­to que me dará mucha materia para un buen cueotoo El mi mo dia se dió al eniclO público un nuevo Hotel llamado" Dam ' dirigido por la señora Paz Díaz y el señor IIipólito Ramin'z, Aquel alon qM o iego me coloqué en lugar conveniente.r puedo a e· urar que ví entrar en la urna. la 613 ficha de la boletas vendida~ y así vi alir en el órden si- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 34 LA TARDE faé hecho en la casa con istorial de Anubla, para lÍ.­mara de Representantes y enado, que luego fué tea­tro para zarzuelas, luego lugar de rifa, y por último, depó"ito de mercado, fué convertido en una casa e - })aciosa, cómoda y elegante. Cuenta con ochenta pie­zas para hué pedes, tiene un lujo o salon de recibo, pesebreras, y por lo que hace á la asistencia, no se puede negar que es esmerada. Yario.> matrimonios hay en salmuera, otros se ]0- graron ya. El señol' Ignacio Osuna y la señorita Su­sana Maldonado llegaron al al tuI" de Himeneo como 11ijenl. un pulcro, El Fisgon les desea una vida tal como la ban deseado. Del Club americano se perdió desde hace dias un inglés; quien tenga noticias de él que avise á. la auto­ridad; se dará una gratificacion. Fuera de chanza, el hecho es curioso. El sugeto cerró su pieza, salió un llía á. la c~lle, y no volvió á la casa. Como si se lo hu­qie ra comido la tierra. En la torre de San Francisco cayó un rayo la vís­pera del santo, penetró luego en el COI'O, y destruyó el llorado de algunos 'cuadro . Señores dc San FI'ancisco cuidado . . . . . .. . ... El amigo de infancia, el seüor J ulian Pardo, me extcn r1ió la mano un din, para decirme hasta luego, pero Dios no me lo dejó ver más. Pocos di as despues moria en las orillas del Magdalena. Cuanto haya entre lIna simple despedida y los decretos de la Providcn­da, lo ha dicbo Lamartine : " Adios ! .... Ay ! cuií.utas "\"'eces hedicho ft í en mi vida, Dejando á los que amo, quiztls sin calcular, Lo mucho que comprende ¡" triste despedida Siel h omhredice " Vuelvo " y Dios dice "Jamas!" Qué contrastes Dios mio! Empecé poI' risas y bur­las, y concluyo con una lágrima derramada en el san­t uario de la amistad. EL FISGON. MAS ALLA. Se adormecieron las aves, Cierran las flores su broche, Los ángeles de la noche Silenciosos vagan ya ; Todo brilla y todo calla En este campo fecundo; El alma, léjos del mundo Más cerca de Dios está. ¡ Ouántos fúlgidos luceros t i Oomo la luna desata Tibios raudales de plata Para llenar la extension ! i Cómo sollozan les rios ! ¡ Oómo suspiran los vientos! i Ouán misteriosos acentos Sabe exhalar la creacion ! Alzo á los cielos la vista: Fila de cándidas nubes, Oomo un coro de querubes Pasando, rápida, va! ¿ A dónde corre á perderse O tal vez á abrillantarse, I Sin tem.or de disiparse En la extension ? ..... Más allá! i Más allá! ...... miles de estrellas Oirculan en el vacío, Más que gotas el rocío En la tierra dejará; Mundos son; inmensos mnndos Que humanas cifras no cuentan i ¿ Los soles que los sustentan En dónde están? ..... Más allá! Ann más allá!. ..... Láctea v'ia En los espacios profundos Bordada está con más mundos Que arenas el mar tondrá ! Decid, pobre inteligencia! ¿ El foco de lumbre pura Que en esos astros fulgura D ónde gira? ...... Más al1(L ! i Más allá!. ..... La humana viste. A tal extension no alcanza, Pero la razon avanza y mayor vuelo tendrá.! ¿ La atmósfera que á ese foco L e da vida y alimento, En dónde tiene su asiento In tangi ble ? ..... 1\1 as allá! Al fin la razon desmaya, Sus alas la fe le cede, Más poder Dios le concede y siempTe subiendo va! i No vaoiles, alma miar A la luz suprema avanza! -¿ Dónde estás? En la esperanza ! -¿ Dónde está. Dios? i Más allá! La (( Aguacarí," Setiembre 1i de 1 72. J. M. PINZON RICO. MAS ACA. A :r.rr AMIGO j. M. PINZON RICO. Más a cá de esos mundos infinitos En que dejó el Eterno Soberano Con caractereres místicos escritos Nombres qU6 yo no sé, con sabia mano, Hay otro mundo en que los dos vivimos Lleno de gala, y luces, y primores; En donde el pecho de esperanza henchimos Al respirar sus mágicos olol'es. Esas aves que arrojan á los vientos Su exquisita, dulcísima armonía, Son las voces de Dios, son los acentos Con que él da encanto á la arboleda umbrra. Sobre el haz de la tierra, en el espacio Ve relucir el hombre la tormenta, y allí coloca el inmortal palacio Donde el Supremo Sér su trono asienta. Más, :l la luz df.ll éter inflamado Olaro le dice cl pobre pensamiento, Que el Eterno Hecedor está á su lado Que él no habita tan sólo el firmamento. El habita con todas las criaturas, No desmiente sus obras ni un instante; Que al brotar tan perfectas sus hechuras Gózase en contemplarlas como amante. No me alejes á Dios de nuestro suelo Por que nOs deja en orfandad y lloro; Donde quie¡:a que miro, está. su cielo y en t.odo cuanto veo, yo le adoro . • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • I I I LA TARDE 35 Yo le veo cernerse en la tormenta j y en el cetá.ceo de la mar inmenso y en el gusano ,il que se alimenta De in visible partícuJa: le incionso. ¿Dónde está. Dios? lo quo en reedor miramos Nos lo dice al oido claramente j Eu la luz, en el ámbar que aspiramos, En 01 sonoro y perfumado ambiente. Por doquiera refleja su mirada, Donde quiera se ve su Omnipotencia; Todo tí sus ojos aparece nada ...... Más acá. está su altar: es la CONCIENCIA. Guamo, diciembre 9 de 1 72 PEDRO A. CAMJ.cno PRADILLJ.. UBICUIDAD. PEDRO A. CJ.MACno PRJ.DILLJ., EN RESPUESTJ. A SU BELLA COMPOSICION" MAS ACÁ." "Sabió á los cielos y está sentado á. la diestra de Dios Padre." EL CREDO. " Dios es una esfera cuyo centro está en todas partes, y 1:1 circunferencia en nin-guna." BLAS P A!CAL. " Dios está en todas partes, pero todo oculta á. Dios; las cosas son negra, las criatu­ras son opacas; amar á un sé1', es hacerle t.1'uspa1'ente." V1C'fOU HUGo. o! ... Dios, el Dios á. quien mi mente adora, quien mi pobre inteligencia admira, A quien mi labio reverente implora, Por quien la vida en tre lo creado gira, N o solo allá. tras de los astros mora, No soló en mundos fúlgidos inspira Que de sus obras en la inmensa escala Su omniciente bondad todo lo iguala! Acá. en el mundo opaco en que vagamos Por expiacion ó prueba transitoria, Do los raptos del alma concretamos En esta terrenal cárcel de esc0ria, Do tal vez nuestras fuerzas preparamos 1 ara otro mundo próximo á. la gloria, En cada parte está, y en el conjunto, Junto tí los soles y á. los hombres junto. Tiembla en la luz y corre con la fuente, En las auroras muestra sus sonrisas, Vibra en Mnues sonidos del ambiente, Aromatiza el ala. de las brisas, Presta la sávia :í. mínima simiente y al cedro secular fuerzas precisas, Atomos en los átomos distingue, Enciende el bóreas y el vol can extingue. y tambien está. en mi, i débil creatura! En mi turbado corazon palpita j En mi cerebro inquieto arde y fulgura; Circulando en mi sangre estanca, agit~ ! Mis ilusiones, con su fe depura; Mi desaliento, con su amor limita: y ante mi anhelo que insaciable avanza Va tendiendo el tapiz de la esperanza ~ Mira esa hojilla; levo mariposa La desprendió del cálico lozano; Cien y cien de ellas forman cada rOsa. y caben mil y mil entre mi mano. ¿ Qué puedes ver en esta? ..... poca cosa, Que alcanza á. ménos tu sentido humano j Mas, la verdad de Dios, la noble ciencia Muestl'a allí todo un munuo á tu presencia! Un mundo entero, sí i con sus montañas) Sus volcanes, sus mares, sus praderas, Sus ballenaE', sus rara8 alimañas, Lagos de néctar, bosques de palmeras; i Tal vel?: con sus ciudades y c!:lbaüas ! j Tal vez con las científica8 esferas, y sél'es de sublimes atributos Que tienen larga vida ...... en tres minutos! Alza la mano ...... el sol llegó á. la hoja; La primavera en ese mundo empieza; El monte, de sus hielos se despoja y ciño de guirnaldas su cabeza! Solo un dedo interpon .. sombra y congoj a ; Noche polar, repleta de tristeza Viene á cubrir ese pequeño mundo Que ignoto, allí, se agita moribundo! De millones de leguas la luz viene Qua de un insecto sobre el ojo brilla Pero aquel ojo atómico contiene Otra invisible, inmensa maravilla! El rayo entre los párpados retiene¡ Debilita la luz, la sombra anilla, y el fulgor, necesario, solamente, Penetra en la pupila tra.sparente! Tal vez, en la impresion, aquel sér brota. Una perla de llanto ...... reverbera Un segundo quizá ...... de aquella gota La vida universal va, se apodera, Hace una nube que en los aires flota O una, como esta, sublunar esfera; Que Dios sabe formal' mundo perfecto! En lágrima in visible de un insecto! . Y Dios, tambien en ese mundo e~iste ! Tambien allí fecunda, inspira, crea! y allí de soles los espacios viste y hace brillar magnífica la idea! Y allí á. las luchas de pasion asiste y ordena más allá. que la luz sea, y cambia sus creaciones, cada instante, Por su inmutable ley ...... el ADELANTE! ¿ Qué somos, i pobre amigo! ante esa ciencia Que el alma, apénas, á entrever alcanza ? ... i Agentes de una Sabia Providencia Que muda todo, porque todo avanza! ¿ Dónde está. Dios ? ...... ACÁ de la conciencia, Como tambien ALLÁ de la esperanza! Por eso, desde el suelo al cielo miro y 10i1'O anticiparme á 10 que aspiro! Guamo, Diciembre 10 de 1874. J. l\I. PI~ZON Rlco\ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 36 LA TARDE FUl'ldacion de ia imp anta en la Amsl'Í ca , :Mi querido José 1furía: Ua'i sirIo dem'l-iado bueno conmigo, siempre bas estado di~p'le"to á. uministl'arme C,¡'\Iltos conocimien­to .. te he pedi.do sobre vario; a~unto> litemrio - ; y me has tratado co n aqu e lla, :\ln'\bilidarl y ex r¡ui ' ita gal:\n· teda, propias d e un cal'iícter tan bond'\d030, y delica­do com el que p seo ; recib e por ello mi gr.\titurl, y a cepta el siguiente tra bajo, el cu'\! no es otra. c05a, q'le un pequeño estl':tcto ó co;upendio ele las memorias e~CI'ita~ P l' BlITO' Arana, Amunát\!gui y otros au­tores distinguidos, y elel estudio que he hecho de la" publicacione, n1.\ s antigua que se hallan e n la Biblioteca naciona l. 'l'u afectísimo ami gl) , N .J. N ESPAÑA, Ante,3 de dar principio á 1" r e lacion histórica de la introducciou de la imprenta en l o,¡: pah~!'l americano. , })e l'mitaseme d ecir cuatro p '¡labras respec to de su fundacion en E ' p:tñ:1., A 1", R e ina,..'ln~ tuvo la glo:'i:J. de favorecer con su p oderoso apoyo la m \gna emp:' ~, ~ uo Cristóval Co­lon, to c,íle tam ' )ien la ele hab er proteóido :i lo s aloma­n e'l que lIeval'ol) tí. E,paXia, el al'te tipogr;ífico; con l o cu '\l, ri tiem~') qu ~ 1))1' e.,te llpdio abría á. la ¡'azo n y á h lib ~í , t'\l un horizo :1te u e luz, prepal'ab '\ la con­quist: 1 de un n.uevo mund ric é inm enso , que m á. tal'de ,ral flvor del ire3ip aü1t , tan p)le ; a y b .. ill :l.n L e,l un tiempo, h oy tan d esgra­. c iadndy ab atida, En el año d e 147,* e im primió en Valencia el pri· m er libro qlle vió l a luz p ública en e l r e ino de Espa­ña; ll eva. dicha obra p or tlt lo Cei't,tmen po eticf¿ e'~ e7¿or dg la CJn ':3JiJ ; :i e3t '\ p ' I')li~,lCion siguió la d e l 'dltstio , y lueg!) en e l año de 147 8 la Biblia, traduci· dl allemJsiQo p OI' el p 'l.dre TI onifacio Fenol'. T,des son las obr:!s d e imp res ion ma · antigua, que se tiene noticia sa.li eron d e la'5 prensas de E-.paña, y en las cu¡\les funda, V i\l en~i a s u derecho de primacía á la p o-es ion de 1;1. prim cl ra impronta ; el cual d e recho en vano le ha di sputado TI \1'celon3., quien tambi e n se j u7. ga a CI' eedo ra al m é ri to de haber sido, en aq u e l reino, la ciud '\d de don 'l e saliem pI'im e l'o el pema­miento escrito con la tinta d e Guttemberg, P e ro la som1)ra no t a rd ó en se~llil' 4, la lUíl, la pren­sa pouia ilu~trar el e - píritu, p odia reve lar :i los sú b­ditos 103 dereches conque do'ó Dios á todos los h om ­bres, y despertar en ello' la ide!l. de lib e rtad é ind e ­pendencia, y e5te campo n o era nada firme para roan­tener al pueblo sometido tí un po ' l e l' inju"to y opre· sor. Era neces ario COl'tal' el vu e lo al p e nsami e nto apagando la luz en su proph fuente, poner obstáculo,> pOl' medio de 1 a ce'lsw'a, á. la di fu " io n de la idea á fin de evitar que el Poder o rl)ním o o ó ab .. oluto pudi e ra alguna vez ~scap :U'se d e la - n1:1n03 de los reyes, y que los señore~ felldal es tuvieran que abando­nar StH ca tillo", y priva rie de la ciega obediencia á que tenian f'ometiLla la cla~e pI·oletaria. Para lograr tan loca pI'eten ion, h een,Yltrn, fu é establecida en la céuula dada en T oledo el 8 de jlllio d e 1502, á la que stJ.cedi ó lo, ley ele setiembl'e d e 155 6, fil'mada por Fe­lipe Ir j Y últimam e nte, para dar m ás vigor á e ta medida, la InlJuis icion rué establecida en los nu evos domini os , p o r ley de 25 de enero de 1560. i Ta I fué la parás ita, dice Juan JU, Gutiénez, co nque la im­prenta nació e;:¡ Eipaña y vin o al uevo Hundo! Sigamos ahora su marcha en A.m é rica, marcha lenta, es cierto, p o rqu e tenia qoe ven ce r preocupacione de muchos s iglos, pero firme y segu ra hasta, el punto de pre parar la em:ll1cipacion de UQ Continente ente ro, y ensoñar á sus habitantes las le yes que marcan el pro­gl'esQ de la~ ciencias físicilS, políticas 1 morales. M:cjico_ TanLc. el cronista de Indias, Gil Gonz;t!ez Dávi- 13, como Egni:tra, E lÍen r Chal'lcs 13l'unet, e,t:ín do a('l1e['clo en que el lll'ímero qne introdujo In. imp¡'enta á la A mérlt;,I, ru é el Yirey do uevn-E'ipaña, don Antonio de :\IenrloziI, quien se e"tabl~ci(í cn la ciudad de l\! l'jico, e l año de 15 ;~5, t ocándo l e al n.. p, J l1nn de E,trnua, 01 b ono l d e haber puhlit:ado 01 primer libro, con el ti tul, ) ele "E~c \1. \ ESPIRITUAL P\R.\ I.Lr.:GAR AL CICLO," obra ue S'm J Han Clílllaco, y la cual tra dujo de e l latin á la len gua vulgar. Si:;uió á. e!;ta el " 111 ~nltal ele A l¡¿[tos," impreso el au de 15iO, p or cJruen ele 105 ll'~ \ 'e rencJísimos obispo de la ¡: ueva EP:Ul<1. ; y al año iguiente, un foJl etito de 4 hnj'l'l, con e l iguiente título: " Re­lacio¡~ el' l espar,íTJle tal'emoto r¡' agorc¿ nuevam.ent8 hn acontecido en le¿ ciTJ ln,cl cl' Gll atimaln ,' es cosa de ,grá,de a,Zmiracion y rlp. ,gráde e;/itmplo p l l'a 'lite todos 'l/OS enmendemos ele 12l1e:;I,'os 1J ecnclos y astemos apresi ­qnidos para cuMlo D ios f¡w'e sC1Tido 110S llamar ," " I mpl'eso el. la grá e¿ndacl de 111t',v¡co en casa ele Sná C,.oml:JeI'g el' nito (le 11bil y r¡niniétos y c¡¿(tl'éta y u.no ." Fer'L.L, Entre la s publ;c:J.eione; O1 :í. antiguas de este pai " , !'lO hallan elo s ill1pres:\~ e l afí de 1585, cU,Vo título úe la primera, es: l' COl1fes io nario 1Jal'a los CU1'as de il1· tu.os , (Jon la instrltlJcion COi/f7'ft SltS 1'itos, y e,'ChortaCIO¡~ 1Ja~'a ayu.dar (¿ bien morir , y fOi'ma de impedimentos del matrimonio. Compnesto l! tl'n,:lnciclo en las l en gu.as Qt¿i chna y Ayl/lnl'a pOI' auto!'Ícln(l cl el Concilio pl'O­vi¡¡ cial de L ima." El título de la 2.·'\l es : " T e¡ 'Cel'O catecismo , E ¡;posicion de l(t cloctri¡¡a cris­tinna 1)01' sermones veces pOl' el vuelo de una ave de conocida, por el paso cau­teloso de un animal montez ó el precipitado de un l\lptil, que e tremece la hojarasca y desaparece. A e ta hora es cunnno está la naturaleza ago­biada por el calor en tales climas: ni las aves cantan, ni. la. bl'Ísas vagabundean, ni el bo'que se mueve; sóJo las agu:ls ruedan incesantemente aumentando con su rumor ronco y p~renne el silencio del bo-que. Hay voces ilenciosas así como hay silt>\1cios hablado­res. El hombre que quiere abstraerse del bullicio bumano bu ca, in tintivamente la orilla del rio rumo­ro o ó de la cascnda estrepitosa. Buscamos un punto en donde aJ abrigo de una pied ra. el rto es ménos correntoso y form}~ un reman­so :-azuloso, tmspal'ente y profllndo. Excusado es de~11' que aquella algazara fué de lo más estrepitoso. QuIén no grita al bañal'se? Quién no e tá contento? Aquel es uno de los actos de la vida en que nadie está tri te. Cada cual em pezó á hacer a larde de su cienf:ia en 11\ natacioll, y éste se botaba á nadauito de pcn'o'aquel al blaca.ldo, el otro zabullia hasta el fondo: quién ba ... cia velas, cual tiraba caimanazos en medio del bo­chinche má;; e tupendo ; y yo, que me precio de tan buen naul1do!', gracias á. Dios, porque asi estaré más excento de a.hogarme, escogí un lugar el ruénos pl'O­fundo, y cogiéndome de una rama empezé dále que rUle opeando para arriba y para abajo. Cua'ndo yo veia aque¡ pozo cl'Uzado por peces de plateada escama y con un fondo ta.pto más medroso cuanto más l~ buscaba la vista inútilmente, me aferraba á. mi ra­ma y más Ille adlllimba de los audaces que exponen su vid:1. en un elememento tan traidor. Por mí si pro­feso el principio de que hasta que no se ;prend~ á nadar no hay que echarse al agua. Hablo con los CJuo se hayan bañado el cuerpo alO'u­na v:z en pl~no ri?: hay cosa más :Jgmc1able que cubl'lrse con una sab:llllJ. despues del baño y acurru­cado y tiritando rec ibi!' el calor del sol que orea? Aquel es sin duda, el plus-café del baño. Medio ves­tidos apénas nos tendimos en el suelo, abrimos c(~je­tas de conservas y de uriquipe, [¡icimo grandes reba­nadas de queso, salpicamos esto con carne fria, lengua nitmda y bmudy, y empezó la tarea con el hambre que llega deapues del bauu. Y vengan tmbajos! Qué ,e guln;nbee allo1'" si la mula, que el bano dé hasta el pescuezo. Bien dicen, ql1e b.ll'l'ig." llena aguanta azote No sé si haya quien sea valiente con hambre. -- Envalentonado:! los muzos con la victoria alcanzad" por dos veces sobre los e ;;pañoles, no se contentaron con gual:dar su tenitorio, s ino que amenazaron el interior, y de aquí el que se organizase una nueva expedicion . El Capi tan Lanchero, ya por guardar su encomienda de Subn, ya por volver por su honor a jado en la primera. expedicion, solicitó y le fué COll­cedido el permiso de or;;:1.nizar una nueva expedicion. Francisco Morcillo lo acompañó como segundo jefe como Capellan, el dominicano Juan Santamaría, y ademas se agTegal'On varios Capitanes y Oficiales de crédito con los auxilios de gente que pudieron llevar. Sesenta indios yaconas amaestrados ya por 10- espa­ñoleR, formaron tambien en aquel mi erable ejército comparado con las numerosas falarijes de los indó­mitos indios. Despues de penetrar por Velez en los t érminos de los il)dios, Qllirimaca, jefe de ellos presentó, bata­lla con cuatl'o mil hombres. Sólo el est!'ago de las armas de fuego pudo hacerlos flaquear de. pues de ba­bel' hecho prodigios de valor. Se retiraron pues, de~alentados, pero no destruidos, y a í fué que al ve­nir el Capitan Rivem por otro camino en alcance del grueso del ejército, fué atacado por Qnirimaca, miént!'as que Lanchero era pl'Ovocado al mismo tiempo por Naiman con cinco mil hombres. Lo des­trozos hecho por los españoles en los escuadrones de este jefe, fuel'On honorosos y feroces, debido á que los perros de presa despedazaban:i los indios fugiti­vos sin compasion. Esta fué otra arma. con que In. crueluad española dejó mJ.rcada en el suelo su fero­cidad. No le fué igualmente favorable la. suerte á Rivel'll quien llUbo de emprender retirada bnjo un:\ nube de fiechns; paro sabedores, fugiti\To y victorio~o en el camino el suce o desgraciado de Naíman é te se desa­lentó y aquel tomó brios y se trabó nuevamente un combate tan reñido como no se volvió :i ver en aque­¡ la expedicion. Prod' de valor hicieron los indIOS entre los que se distinguieron los Caciques Jote, Trinaca y Valaví. Grande seria el apuro en que pu­sieron á los españoles, cuando se cuenta que Rivera cansado de bacer esfuerzos inútiles, alTemetió sólo con su lanza entre los enemigos, pero rota é~ta tomó á un enemigo otra, que era. despojo de la de un ven­cido y obl'ó prodigios. La muerte de Trinaca y el au­xilio oportuno de Lanchero decidieron da la victora. El jefe Quil'imnca mandó sonar la retirada, y de"de entóPges aquella ('ampaña quedó reducida á ata~ue~ • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 38 LA TARDE parciales y guerra. de posiciones en que iempre triun­faron 105 e pañales. Grande fué la. escacez que l o iberos sufrieron, por que los indios 10- privaron de todo recur o, y i n o hubiera sido por 105 Cachipayes, (fruta de una palma que por allí abunda,) a caso hubieran perer.ido muchos de hambre. En el último combate que presentó Qui­rimaca perdió á 10 aciques Note y Yalaví con l o lllás florido del ejército, y de de entónces " la s tri tes reliquias de l os muzos abandonaron]a, tierra de sus padres en busca de otra hospilataria" "Algunos restos de los muzos, como ancian os, mujere , ninos y otros más pacíficos doblaron e l cuello á la. coyunda. de la conquista, y la pacificacion de tan belicosa par­cialidad fué obra de l os esfuerzos de Lanchero" * Pacificada aquella parte, es cog ió e t e jefe un s i tio á propósito y fundó la ciudad qu e llam ó L a Scmtisí.ma Tl'iniclacl de los 1I1uzos, de la cua l hoy no quedan sino ruinas, es de hab e r sido una de las más florecientes y pobladas. Ll egado á Tunja en 1, 562 falleció e l Oapita n Lanch e r o , á impul so dE> la fatiga de aquella expedicio n. y por consecuencia de la herida recibida e n la primera exped ic ion contra l os muzos . Ouánta gloria eclipsada, y cuánta. ferocidad inau­dita quedarán bajo la l os a del sepul c ro de aque l con­quistador ! ,. Plaza, Memorias para l a Historia. ( conclu id!' ). ----~:~~:---- Las tardes amenas de Bogotá, El suntuoso jardin que acaba de construirse en Santiago de Ohile, está d eco rado con las .estátuas ale­góricas de cada una de las capitales de las repúblicas americanas: M éjico , Carácas, la A sunc ion &c; y estas estátuas co mpiten en la belleza artística, a sí como en la maj esta d de la actitud, indicando cada una In cua­lidad distintiva de la Nacion que r eprese nta. Este ha sido un b e ll o y p otrió tico pensamie nto que enal­tece la s virtud americanaR, y tipnde á fundar la fra· ternidad entre las nuevas naciones, mostrando que en cl templo de la civilizacion hay un lugar para cada virtud, y que cada pueblo es honrado y enaltec:do p or las nobles cualidades que le dis tingue n. Bogotá está coronada de laurel, y como la diosa de la co nt emplacion, con el libro de la ciencia en la mano y la mirada en el cielo, aguardando la revelaClOn de la verdad. Oolombia debe estar orgullosa. de la mane­ra como su capital ha sido representada. i M e re ce Bogota este honor ó , indolente y p e rezo­sa se deja arrullar por el vici o, yen los brazos del lujo y de lus pla Ge r es olvida sus tradiciones y su gloria? Sólo los extranjeros que contemplan nuestras cos­tumbres austeras, v que miran esta ciudad melancó ­lica como 13asile:l, en donde no se oye el ruido de una aleg re ti e ta, ni el bullido del comercio, ni un g rito de guerra; p e ro e n donde, como inmensas col­mellas, se e n cuentran por tudas pal'tes l os colegios y las escuelas, con mil enjambres de niños que se educan para el por,enil'; só lo ellos pueden contestar satis­factoriamente á estas preguntas. A s í, las tardes ameuas de B ogo tá no están destina­das á la alegría y al placer, sino á unas fiestas mo­des tas e n honor de In. niñe z, de la virtud y de la ciencia; p e ro son fi estas qu e embalsaman el corazon, d ulcifican nuestros sentimientos y enaltecen nuestra inteligencia. El famo o artista que delineó la estátua de Bogotá, hubiera podido recibir inspiracion asistiendo á la fiesta en que Inocencia Nariño j una señorita de 18 años , exhibia en uno de los salones del teatro los ade­lantos de la escuela pública que dirige, y que es la 2. cO de esta ciudad. Sencilla y elegantemente vestida, co n un sombrerito que le daba. gracia y cO Quetería á t o da su persona; paseándose en el vasto salon por en medio de todas l as niñas, que pendientes estaban de E U mirada para poder hablar, como una maga señala-ba con Sil vari ta In. n iiía que debia responder, y esta varita era mágicn., pues en el in t:'llle alian d los laLios de la lliña que seiín.laba, torrentes de palabras de ciencia, f<ícil y encillamente dichas 1 y, como para motrur el poder de RU encanto, los ni­ña de siete año, ma l'caban en e l mapa lo princi­pales capitales del mundo, recorrian los mores, lleva­Lan al e pectador al Japo!', ó le hablaban de l{,u si a ; y de pucs r e olvlan los prublema de la aritmétic~j ó exhibia n graciosos fenómenos de fisica. Ah ! la suprema. belleza de la mujer (; tá en la in­teli genc ia: ella comunica á todo su sé l' un brillo que deslnmbra. y que fascina; y la mujer bogotana de bella forma y color de nácar, ,iluminada, como noso­tros vimos esa tarde á Inocencia Nariño j no tiene ri­val e n Su r · am érica. 13ogotá. no decae ni pierde s u pre ti gio : la auste ra ciencia que hacia anu ga ¡' la R sie nes y encanecer la ca­beza del sab io , se ha de linda formas entre n os otros, t oma ndo la figul'a de una mujer, y así, ha­ciéndose amabl e y eductora á los niños, extiende su dominio por todas partes y asegura su reinado para • sJCmpre. L as tal'des amenas se r epiten todos l os lúoes, pues cada escuela se va exhibiendo allí por turno, y las horas se pasa n si n sentir, enca ntada con el perfumo de la inocencia, viendo r o, trus alegre , son risas ino ­cent es, y pensando en el lis on jero porvenir de la pa tria. Ayer 10. seño ri ta María de J es us Páramo,'exhibió su escuela, que es la 1. ~ de esta ciudad; y el placer y el asombro aum cn t ó para n osotros . Hermos a como la - más l oza na mujer de Albion, con su abundonte cabe­ll e ra rubia cayendo en bucl es , y t9das s us maneras im. pregnadas de ese aire que ti e nen las grandes seño ra., iba de banca en banca acari ciando sus niñas; y des­pues j cuando de pi é, con la mirada centellante, la. boca sonreida y en a c tit,ld noble las iba interrogando, ah! entónces , aporecia sublime, porque la ciencia la corooab n. de luz. Inútil afan el de la mujer bogotana en vestirse de se­da y cubrirse de j oyas! L os vasos de oro incrustados de piedras preciosas, que se sacan del Herculano ó de Pompeya,jamas alcanzan á t e ner la belleza de la lám­para de alabastro iluminada por la luz que eterna­mente ardía e n el templo d e las vestales . La mujer nunca es mas hermosa que cuando hace lucir su inte­li gencia; y las señorita que despues de haberse edu~ cado con e mero se dedican á difundir la luz, entre sus hermanas del[pucblo, no sólo so n muy interesantes para la soc iedad, sino que en mome ntos como los d e las tanles amenas , en que se muestran ante el público, son r ealme nte encantadoras. iQué tiene la. sociedad para ofr ece r á seño ritas como é tas? ¿ Flores? Es poco. E as se ofrecen tambien á las cantatrices que sólo fascinan los sentidos. Ala­banzas'l Ellas so n muy lindas y muy j óvenes aún pal'a m e recer algo más qu e l o que se ofrece siempre á la. jnventud y á la belleza. Ellas tienen la admi­racion del púLlico que asiste á las tal'd es amenas! y la gratitud y el amor de las niñas á. quienes educa~ para la virtud y para la. felicidad. L as tanles amenas concluyen siempre con coros de lasniñao:, en los que s us mil voces infantiles, armó­nicas y suaves se unen para elevar á Dios sus alaban­zas ó recordar los himnos de gloria de la patria. 1\IEDAR DO RIVAS. ESCENAS DE LOS ALPES. EL CAZADOn DE GAMUZA.S. ( ContinuaGÍon.) Oa s i al mi"mo instante pegaron un golpazo á la puerta, y entró Hans vestido con el traje completo de los cazadores de gamuzas: chaqueta y pantalon de paño llenos de cicatrices dehilias al tiempoj ¡;ruesos • • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • LA TARDE 39 zapatos cubierto.s con polain~s de cuero hechas pe o menor. Con mi anteojo las examiné bien, y renovando dazos por !os.11lclos y las pIedras, y sombrcr~ de cl cebo de mi escopeta, me adelanté arrastrando .. ya fieltro enrojecIdo por el agua. A su lado pendJa cl estaba á tiro de la gamuza colocada de centinela pues bacha para abril' camino sQbre los piés cubicrtos de comenzolba á distinguir sus cuemos cuando saltó de n~eve, el martillo cou que forzaba la carga ~e.su cara- lado para advertir á las demas, y la~ ví pa5ur á todas bIna, y la cartuchera de cuero con las In U J1JC IOnes ; al con la em.pe¡·atl·iz á la oabeza .. hombro llevaba una alforja cncarnada que caia sobre -i Cuán tas habia? el lado izquierdo. -i llabia nueve! Habia entrado como una bomba y acababa de dete- La anciana se estremeoió al oir este número. nerse en mc'lio de la choza dejando caer estrepitosa- -1 Las ba,> contado bien? mente la. culata de su escopeta en el suelo. La abuela -Como si hubiera contado los dedos dE' mi mano. reconoció al instante que la caza habia si(lo mala aquel -i y de véras lIcvaban una empe1"at¡'iz á la cabeza? dia. Sin decir una palabra, hizo una señal á Freneli -i :Me tomais pOI' un cazador o,a~ .. es mi respuesta al sobrino Hans. j Pues no hablaba de mesa pobre cuaudo cntraba yo !.. Ea, dcstapa, .J: elJ, y enséñale lo que traIgo. La jóven abrió el cesto, de donde fué sacandO' suce sivamente huevos, tocino, tre~ panes blancos y una botellita de agua de cerez't. El cazador, que habia permanecido indiferente á los primeros artículos, aco­jió este último con una expre~lOn de contento. _j Ah! i ah I i con que esto os alegra, señor mio! dijo el anciano, pegando un golpe en el hombro á su sobrino. Buenas noches, Trilla, continuó; parece que <:ólo has envejecido de dos djas desde ántes de ayer .. y tú Neli, pronto á la lumbre con estas provisione .. 8ieutate, lrico, cenaremos junto" hijo mio. Dirijiendo a í la palabra en tono jo,ial ú cada UIlO, el viejo se habia desembarazado de su cargl, y se ha­bia sentado á la meSl junto á sus sobrino.;;. Una vez sentado, destapó la botella de agua de cert'za cou pre­caucion, echó á cada persona como la terc(:¡"¡\ parte de un ,aso, sin oll'id:use de sí rnismo, 1 uego se informó afectuosamente de si babia cogido alguna cosa, a lo que el cazador se contentó con respondel· con un signo negativo, y por último preguntó á Ulrico sobre u posicion en Merengen. .l!;l jó,en escultor le repitió lo que ya habia dicho á la Trina, pero con un acento abatido que no parecía estar de acuerdo con la palabras á cuyo beneficio de ruostraba lo bien que iba en su empresa. El tia Job acó en consecuenda que la!> ventajas de su nuevo oficio se compraban muy caras, y recordando los es­fuerzos que habia hecho para dr. uadir al jóven aque­lla idea coucluyó por hablarle dé la independencia y del contento que haJ;¡ria podido disfrutar sobre la mou taña. En los cuarenta años largos que el tio Job vivia expuesto á todas las fatiga, y peligros de aquellas ás­peras soledades, no habia sabido ,el' aun SillO lo que tenian ele agradable y sublime. EH tanto que la auda­cia indómita de Han crcia hallar en ellas el demonio, su dulzura resignada. buscaba sólo á Dios. El primero, arrastrado por no se qué pasion furiosa, corría á tra­ves de lo precipicios y las avalancha, con los ojos fijos en su presa; el segundo evitaba el obstáculo con paciencia, miéntras iba contemplando la flor, la mari­posa y la piedras del barranco. Aquel era la fuerza que desafw, e te la senclllez que admira. Por so na· da en el mundo habia turbado la serenidad de su al­ma; al retirarse de él, b juventud habia dejado un rayo de su alegría, como el sol, ya en el deja soLre los picos nevados un reflejo de su llama. Cuando sacarun la cena, el tio Job mandó á la abuela y á Freneli que se sentaran á comer con ello, y eonsio'uió com unicar su alegría á todo el mundo. Sélo la frente de llans permaneció plegada y som­bría como de costumbre. Sin embargo, euando las dos lllujeres quitaron la mesa, el anciano Job hizo una postrera tentativa para distraerle. Llenó su vaso, y paándole una mauo por el brazo ami tosamente, le dijo: _ Yamos, señor cazador, un trago; ahora el agua de cereza puede correr como el agua de una fuente; está couocido el manmtial, y mañana se llenará de nuevo la botdla de viaje, _j Dios nos proteja! dijo Ulrico. ¿ Dónde habeis desculJierto maravillosa fortuna? -En la posada de Lauterbrunuen, respondió el -Viejo. Esta manaua el despensero me ha comprado todas las muei>tras que encontré hácia el Rosenlawi, sn diez y siete batz, con los cuales he podido daros esta cena .. y auu queda algo, añadió pegaudo en Su boJ illo, donde se o 'ó un sOl11do de co!.>re.- y como el escul tor se sorprcmlio, el tio Job añadió á media voz: -Ko te estrnñes, hijo mio; si supieras lo que he di tínguido ayer cn lo alto de una roca de~cubiel·ta por el deshielo de las nieves! i un nido de crh,tal pu­ro I .A 1 instate lo conod ; tiré una piedra, y se oyó el mi mo rUIdo que hace un badajo en la C:lm pana. -i y habeis podido tocar cse tesoro? -Toda vh no. " UJ ce" que be llega alli tan facilmen-te? No, no; el nido está dentro de la roca, junto al borde del precipicio. Pero con una cuerda el hombre puede lll~ gar :i todas partes donde llega el pájaro; mañana vuelvo. y yol, iE!ndose al cazador añadió; -lIan¡;, atravesando el ,Yengern-Alpp he visto huellas de gamuzas subre LI}Jigel; podré indicarte él sitio. - Gracias, conozco otras yo, re pondió lam. -Es que doude yo digo hay muchas, observo el tío Job, y ya sabes que el 'Vengeru-~\.lpp es un terrc;:uo fácil para la caza. - Yo no busco los terrenos fáci les, contestó srca­mente el cazadol·, y echando unr. mirada irónica á su primo, añadió: En otro tiempo Ulrico se habria podido aprovechar de la noticin. -Dices bien, Hans, y aun boy mismo la aprove­charia, cuutestó el escultor; me daréis bieli las beñas, tia Job, y manana estoy en campana. -i Tú! exclulUó Hans enderezándose; ¿ de véras? ¿ lhblas formalmente? -Tan Iurmal, que pido al tio Job mis vestidos de cazador que he dejado en su casa . -i Será cierto? exclamó el anciano; i con qué quieres renunciar á tus maderas esculpidas para ,01- yer á la montaña '? -Lo probaré. -Eutónces b no volyerás á l\Ierengen ? -Si me lo permitís, dormiré hoy bajo vuestro te-cho tio Job. -1, y mañaoo. ? -l\lañana me dareis mi carabina, indicándome donde están las huellas de que habeis hablado. El nuciano e levantó bruscamente de la me a. -Está dicho, exclamó; j bendito sea Dios I Ulrico vuelve con nosotros; ¿ has oido lo que acaba de cecir, vieja Trina? -Las palabras se las lleva el vianto, repuso fria­mente la abuela; esperaremos á ver la acciones. -Veremos, veremos, dijo el tia Jub; á fe roia, no seria malo que recobrara el gusto de la vida libre. Esta noche pediré á Dios que le :ll1ime y que guíe su escopeta hácia la mejor emperatriz de todas las gamuzas. -Sí, exclamó Ulrico, apoder: !luose del brazo del viejo; pedid eso á Dios, tio; por una felicidad tan grande daria la mejor parte de rrii vida. y al pronunciar e tas últimas palabras, el jóven ecbó á Freneli una mirada que el primo lians sorpren­dió al punto. Su frente se arrugó, y sus labios se pu­sieron blanq ueciuos, pero guardó silencio. Ulrico se despidió, y desapareció con el tia Job. Entúnces, fijaudo en la j()ven una mirada el cuJriña­dora que la obligó á bnjar los ojos y á enrojecer, Hans meneó la cabeza como un hombre cuyas dudas se ac:lararol1 ya, volvió á tomar su carabina y salió ilenciosaroente de la choza. II • Al otro dia, roncho ántes de que amaneciera, Ulríco el viejo Job se hallaban en pié preparados ambos pa­ra su- expediciones. El tio Job habitaba ¡¡na casita al1n más pequeña y mi erable que la de la Trina. Todos us muebles con~ "i tian en una cama, una mesita y tres taburetes, pero las cuatro paredes estaban adornadas con colecciones que habia recogido en la montaña. (concluira). •

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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 5

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Cuadro nominal de los jefes i oficiales de marina i de los de infantería de la misma arma con el resumen de los individuos de tropa, No. 12

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Imagen de apoyo de  Carta congratulatoria que algunos vecinos de Zipaquira dirijieron a S. E. el presidente de la República Doctor José Ignacio de Márquez

Carta congratulatoria que algunos vecinos de Zipaquira dirijieron a S. E. el presidente de la República Doctor José Ignacio de Márquez

Por: | Fecha: 10/08/1875

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • -... ___ ----¡G;--¡~ S ~ 2 ?~,-;¡:s------ PERIODICO DEDICADO A LA LITERATURA . • Serie IV. Bogotá, 10 de Agosto de 1875. Número 45. _A A~DE, EL CANTOR DE LA MARSELLESA. A MI AMIGO EL SEÑOR DAVID GUARIN. En los años tempestuosos que dieron fin al siglo XVIII, cuando la Fr.lncia e levantó para sumergir en sangre los allU~os de algunas clases de la sociedad y pa­ra devolver al mundo ava allado los oerechos natum­les del hombre, brotó una generacion nueva, una gene­racion titánica que será el ascmbro de los siglo. un­ca se prescntaron tantas frentes merecedoras del gue­rrero laurel; nunca resonó la tribuna con tan ígneos y varoniles acento ; nunca tronó en la Jira con tanto vigor la inspira.cion de los poetas. " Qué hombres y qué tiempos! " es preciso decir con E squiro5, al leer laslnginas de aq uella historia terrible. Y qué figul'lls no se ven entre el hUIDo de los arcabuces y al brillo sinies­tro de la guillotinn, coronadas unaS con la mnje tad del martirio, afeafla otras con la huella del crÍmcn ! Hasta el sexo dulce, en cuyo corazon habia puesto la naturaleza el lecho del amor, parece adqUIrir la forma varonil y quel'er Incllar en fuerza con el hombre: ya no se corona con fiores sino con la cinta revolucionaria: ya no tiene manos para llcariciar, sino para encender la mecha. fulminante y para blandir el puñal. Los mis, mes episodios del amor participan de cierta aspereza, de cierto grandor que atemoriza: aun en el corazon de las montañas se los ve pasar al reflejo fúnebre de las urnas, al compás de los cánticos de muerte! En medio de tantas y tan colosales figuras; en me­dio de tant~s y tan interesantes e cenas, los historia­dores de aquel tiempo recuel'dan un nQmbre y una es­Cena que merecen ser conocides. ROUGET DE LISLE, el cantor de la MARSELLESA, el autor de la cancion ft'ancesa por excelencia, la nube que brotó de su seno, esa chispa eléctrica á cuyo contacto se levanta como un solo hombre un pueblo entero de cuarenta millones de cabezas. Canto inmortal donde hierve, como la la­va en el Etno, el entusiasmo popular, el C01'azon de la Francia t No hay en la tierra quizás un solo lugar, bollado por la planta de un frances que no haya resonado con las notas de este himno j y no bay un solo frances que no se haya estremecido al preludiarlo. Rouget de LisIe habia nacido en los senos rocallo­SOS del Jura, y babia sentido Ondear su cuna bajo una corona eterna de nieve, al rugido de las fieras, entre el rumor do los helados torrentes desprendidos del Alpe Por eso en un cuerpo, digno del buril de Fidias, encerraba una alma vigorosa y enérgica, una alma cu­ya mi. ion era volar, como el águila intrépida posada sobre las cumbres del Jura cuando en ella se mece la tormenta. Personificacion del talento y del valor, abra­zó como pen adol' profundo la revolucion (manchada despues con el crímen) y buscando la idea, puso al servicio de ella su espíritu y su brazo, Eran los meses frios de lí92. Rouget de LisIe estaba de gllarnicion en Estra~burgo donde á la sazon ocupaba el frente de la Municipalidad un revolucionario de Alsacia, llama­do Dietrik. Allí e peraba á Rouget la copa que coro­na de flores la amistad ó tal ,ez la qu(' corona el amor j allí encontró el hogar encendido y el paso franco en los corazones simpáticos de las dos bellezas alsacia­nas, hijas de Dietrik. Cuándo no ha sielo la mujer el genio i nspi radol' de las gl'andes accione!';, el confidente del genio! La alsaciana, en efecto, inflamaban más y más el númen de Rouget: apénas salia de los labios de este una estrofa, ellas mismas la recogian, y encen­dida todavía la mecian en sus arpas y en su garganta, y con ella inflamaban el aura. Mas, la escasez COmen­zaba á extenderse 6n la me a de Dietrik: ya no que­daba en u sótano sino una botella de vino. " Que la traigan, clamó el virjo revolucionario: no importa que fal te la abundancia en nue tros f~stines, si obra el en­tu iasmo popular en nuestras 11c ta'! cí vicas : es preci­sO que de LisIe saque de estas gotas últimas un himno que lleve al corazon uel pueblo la embriaguez de don­de ha salido, " De Li le bebió: bajó la ternura á su corazon y vino :í. su cabeza el fuego, el pensamiento de lo alto, Oh! quién le bubiera visto en las altas horas do aquella noche memorable, azotada su frente pOl' las frias ráfagas del vient.), encendidos ojos por el bri­llo interior, arrancando al piano melodías inauditas, , Durmióse al fin sobre el in trumento compañero de su gloria: nada bnbia escrito hasta entónces. Pero aun cuanuo su cuerpo yacia adormecido, u alma vivia, su alma hervia por una. icspiracion inefable, Despertó al fin, cuanuo se alzaba el albay murmumban las brisas. y al despertar escribió! •.• Pocos momentos despues algunos revolucionarios se reunieron en el salon, y en­tónces unidas las voces do la. hija mayor de Dietrilr - de Rouget, lanzaron por primera vez ni espac! tico inmortal: , Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. , J , • S03 LA TARDE • AlloJ1e enfants de la patr:e, Le j onr de gl oire est arrivé. Contre DOlla de la tyrannie L' étendard sanglant e s t levé. . . .. . .. ~ .... .... . . . . . . ..... La primera frente que palideció de emocion ru é la de Díetrík; sus lágrimas de entusiasmo las primeras que corrieron; su homenaje sincero y purísimo el pri­mero que recibió De LisIe. Ay! quién hubiera di cho que pocos meses despues el ruido del carro que llevaba al poeta, á recibil' laureles y al anciano ti tender el cuello en la guillotina, babia. de mezclar su monótono ruido al son terrible de la Marsellesa, lanzada al mun­do desde los hogares de Dietrik por el amigo de sus b ·· , . IJUS ••••• Pronto la recogió el pueblo, llevándola de boca en boca y de pueblo en pueblo: los clubs de Marsella atronaban con ella las bóvedas de los edificios donde se reunían, y de donde salian turbas de facinerosos pidiendo la asolacion de la Francia. • J. J. BORDA. --=:::"">C><:>o<=== __ o LAS VELADAS. I En las oscuras noches del invierno, En dulce intimidad se reunía La familia, en la me5a circular l... ! Y allí mi madre, con cariño tierno, Nuestro grato alimento repartía, y al concluír nos enseñaba á orar L. , • I Y esa casa y sus goces despreciamos, Pues luego la vendimos ... y en el mundo Desde entónces vivimos con dolor l. .. i Ay 1 i Tánta ingratitud penando vamos, Pues como aquel no hay otro hogar segundo Que nos abrigue con igual amor!. .. TEMISTOCLES TEJADA. 1875. , EL MISERERE. Hace algunos dias que visitando la célebre abadía de Fitero y ocupándome en revolver al­gunos volúmenes en su abandonada biblioteca, dt!scubri en uno de sus rincones dos ó tres cua­dernos de música bastante antiguos, cubiertos de polvo y hasta comenzados á roer por los ra- • 're. • ,sica, pero le tengo tanta afi- C.I) UU.-. 1" nO h: h .1 l un u pa. t.. ~~'l llcrta!:l ( a entenderla, suelo coger una l ópera, y me paso las horas ) sus páginas, mirando los gru­, ó ménos apiñadas, las rayas, os triángulos y las especies de e Dot ·círcu. • etcéteras, que llaman llaves, y t odo esto sin com ­prend e r una jota ni sacar maldito el pl', ) vecuo. Oonsecuente con mi manía, repasé I Uil cu a der­nos, y lo primero que me llamó la atondan fué, que aunque en la úlLima página JJabia esta pala­bra latioa, tan vulgar eu todas las obras,jinis, la verdad em que el Miserere no e~taba termi­nado, porque la música no alcanzaba sino hasta el décimo ver sículo. Esto fué sin duda lo que me llamó la a teneiOll primeramente; pero luego que me fijé un poco en las hojas de música, me chocó más aún el ob­Sl3rvar que rn vez de esas palabras italianas que ponen en todos, como rnaestoso, alLe.fJ/'o, 1·itm·­d o, lJ116 vivo, á pia cce1'e, habia unos r englones cscritos con letra muy menuda y en aleman, de los cuales algunos servian para ud vertir cosas tan difíciles de hacer como esto: Crugen .. ent, gen los huesf) s, y de sus médulas han de pW'e­cer que .'Ialen los alaridos;, ó esta otra: La cuerda aulla sin disc(l1'dar, el metal atruena sin ensm'decer ;' P ? 1' eso sue,na todo, y no se confun. de nada y t odo es la humanidad que solluza y gime;, ó la más original de todas, sin duda, re­comendaba al pié del último versículo; Las notas son huesos cubiertos de caTne j lumb-re inextinguible, los cielos y su annonía ... ¡fuerza! fuerza y dulzzlTa. -¿ Sabeis qué es esto? pregunté á un vicje­sito que me acompañaba, al acabar de medio tra­ducir estos renglones, que parecian frases escri­tas por un loco. El nucillno me contó entónccs la leyenda. que voy á rElferiros. . l. • Hace ya muchos años, en una noche lluviosa y oscura, llegó á la puert.a claustral de esta aba­día un romero, y pidió un poco de lumbre para. secar sus ropas, un pedazo de pan con que satis­fact1r su hambre, y un albergue cualquiera donde esperar la mañana y proseguir con la luz del sol • su earomo. Su modesta colacion, su pobre lecho y eu en­cendido hogar, puso el hermano á quien se hizo esta demanda á disposicion del caminante, al cual, despues que se hubo repuesto de su can· sancio, interrogó acerca del objeto de su romería y del punto á que se encaminaba. -Yo soy músico, respondió el interpelado; he nacido muy léjos de aquí, y en mi patria gocé un dia de gran renombre. En mi juventud hice de mi arte un arma poderosa de seduccion, y en­cendí con él pasiones que me arrastraron á un crÍ­meno En mi vejez, quiero convertir al bien las facultades que he empleado para el mal, redi­miéndome por donde mismo pude condenarme. Oomo las enigmáticas palabras del desconocido no pareciesen del todo claras al hbrmano lego, en quien ya comenzaba la curiosidad á despertar­se, é instigado por éste continuara en sus pregun­tas, su interlocutor prosiguió de este modo: -Lloraba yo en el fondo de mi alma la culpa que había cometido; mas al intentar pedirle á Dios misericordia, no encontraba palabrae para expresar dignamente mi arrepentimiento, cuan­do un dia se fijaron mis ojos por casualidad sobre un libro santo. Abrí aquel libro, y en UD&. do tUS • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TARDE 304 páginas encontré un giO'fl.ute grito de contl'icion sobre el cóncavo peñon, de donde nace la casca­verdadera, un salmo de Da.vid, el que comienza da, que despucs de estrellar e de peiion cn pe­i ltIiso'ere mei, Deus! De de el iu!:tante en que iion, form:\ oll'iachuelo que viene :\. bañar los hube leido sus c:,trofa~, mi· único pensamiento muros de esta abadía, fué hall l' una forma mu ical tan m:lgní6ca, tan -Pero, interrumpió impaciente el músico, ¿ y snblime, que ba"tase á contener el gran, .BS llamas redujeron el monasterio á escom- punto en que se levantan negras é iml - Ji de la iglesia áUD quedan en pié las ruinas . las ruinas del mona.sterio. • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 305 LA TARDE La lluvia babia cesado; las nubes flotnbnn en o cura . bandas, por entre cuyos girones se des­lizaba i veces un furtivo rayo de luz pálida y dudosa; y el aire al aZútl11' los fuertes mach ones y extenderse por los desiertos clá ustl'Of:l d iríaso que exhalaba gemidos. Sin cmbargo, nnda sobre· natural, nada extraño venia á heril' la imagi­nacion_ Al que habia dormido má de una no­che sin otro amparo que las ruinas de una torre abandonada ó un castillo solitario; al que habia arrostrado en su larga peregrinacion cien y cien tormentas, todos aquellos ruidos le eran familiares. Las gotas de agua que filtraban por entre las grietas de los rotos arcos y caian sobre l::.s 108'\s con un l'umor acompasado, como el de la péndula de un reloj i los gritos del bubo, que grazna ba refugiado bajo el nim bo de piedra de una imágen, de pié aún en el hueco de un muro; el ruido de los reptiles, que de piertos de su letargo por la tempestad sacaban sus disformes cabezas de los agujeros donde duermen, ó se arrastrauban por entre los jE1ramagos i los za1'­zales que crecian al pié del altar, entre las jun­turas de las lápidas sepulcrales que formaban el pavimento de la iglesia, todos ews extraños y misteriosos murJluilos del campo, de la sole­dad y de la noche, llegaban peceptibles al oido del romero, que sentado sobre la mutilarla esta­tua de una tumba, aguardaba ansioso la bora en que debiera realizarse el prodigio. Trascurrió tiempo y tiempo y nada se percibió; aquellos mil confusos rumores seguian sonando y combinándose de mil ::naneras distintas, pero siemprc los mismos. -j Si me habré engañado! pensó el músico; pero en aquel instante se oyó un ruido nuevo, un ruido inexplicable en aquel lugar, como el que produc~ un reloj algunos segundos ántes de sonar la hora, l'uido de ruedas que giran, de cuerdas que se dilatan, de maquinaria que se agita sordamente y se dispone á usar de su mis­teriosa vitalidad mecánica, y sonó una campana­da ... dos ... tres ... hasta once. En el derruido templo no habia campana, ni reloj, ni torre ya siquiera. Aun no habia espirado, debilitándose de ecl> en eco la ultima campanada; todavía se escu­chaba su vibracion temblando en el aire, cuando los doseles de granito que cobijaban las escultu­ras, las gradas de mármol de los altares, los sillares de las ojivas, los calados antepechos del coro, los festones dc tréboles de las cornizas, los negros machones de los muros, el pavimento, las b6vedas, la iglesia entera, comenzó á iluminarse espántosamen te sin que se viese una autorcha, un cirio ó una lámpara que derramase aquella insólita claridad. Parecia como un esqueleto, de cuyos huesos amarillos se desprende ese gas fosf6rico que bri­y humea en la oscuridad con una luz azula- :nquieta y medrosa. • • nll I t . .. " i ns t I L-,' '') pareció animarse, pero con ese movi­.... albánico que imprime á la muerte con­que par.odian la vida, movimiento más horrible aún que la inercia del 'gita con su descouocida fuerza. "'eunieroft á las piedras; el ara, utos se veían ántes esparcidos , ve -, - sin órden, se levantó intacta como si acabaso do dar en ella su último g()lpc de cincel 01 artIficfl, y 111 par dcl ara se levuntaron las derribada, ca­pillas, los rotos chapiteles y las destrozada ó illlnen as série de arcos, que cruzándo~e y nla­zándose capri-chosamente entre sí, formaron con sus columnas un labcrinto de pórfiuo. Una vez reedificado el templo, comonzó á oir~ un acorde lejano que pudiera confundirse con el zumbido del aire, pero que era un conjunt de voccs lojanas y gr,lve., que parecian .alir del seno de la tierra é irsc elevando poco á. poco haciéndose de cada vez más perceptible. El osado perogrino comenzaba á tener miedo; pero con su mieuo luchaba aún su fanatismo por todo 10 desudado y maravilloso, y alentado por él dejó la tum ba sobre que reposa ba, se inclinó al bordo del abismo por entre cuyas rocas saltaba el torrente, despeñándose con un trueno ince­sante y espantoso, y BUS cabellos se erizaron. Mal envueltos en los gil'ones de sus hábitos, caladas las caP'Achas, bajo los pliegues de las cuales contr-astaoan con sus descarnadas mandí­bulas y los blancos dientes las oscuras cavidades de los ojos de sus calaveras, vi6 los esqueletos de Jos monjes que fueron arrojados desde el pre­til de la iglcsia á aquel precipicio, salir del fon­do de Ir., aguas, y agarrándose con los largos dedos du sus manos de hueso á las grietas de las peñas, trepar por ellas hasta tocal' el borde, di­ciendo, con voz baja y sepulcral, pero con una de garradora expresion de dolor, el primer ver­siculo del salmo de a David; --i ':1I:Iicerel'e meto Deus, secundum magnam miserico1'llíam tuan! Cuando los monjes llegaron al peristilo del templo, se ordenaron en dos hileras, y penetran­do-- en él fneron á arrodillarse en el coro, donde con voz lllás levantada y solemne pl'Osiguieron entonando los versículos del salmo_ IJa música sonaba al compás de sus voces: aquella música era el rumor distante del trueno, que, desvaneci­da la tempesta.d, sc alejaba murmurando i era el zum bido del aire que gemia eo la concavidad del monte; era el monótono ruido de la cascada que caia sobre las rocas, y la gota de agua que se fil­traba, y el grito del buho escondido, y el roce de los reptiles inquietos. Todo esto era la música, y algo más que no puede explicarse ni apénas con­cebirse, algo más que parecia como el eco de un órgano que acompañaba los versículos del gigan­te himno de contricion del Rey Salmista, con no­tas y acordes tan gigantes como sus palabras terribles. Siguió la ceremonia; el m'IÍsico que la presen­ciaba, absorto y aterrado, creía estar fuera del mundo real, vivir en esa regio n fantástica del sue­ño en que todas las cosas se revisten de formas ex­trañas y fenomenales. Un sacudimiento tetrible vino á. sacarle de aquel estupor que embargaba todas las facultades de su espíritu. Sus nervios saltaron al impulso de una emocion fuertísi:na, sus dientes chocaron, agitándose con un temblor imposible de reprimir, y el frio peD'3tr6 hasta la médula de sus huesos. Los monjes pronunciaban en aquel instante es­tas eBpan tosas palabras del Misc'rere: .In iniquitatióus conceptus aum, el in peccatis concepit me mater mea. • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TARDE 306 Al resonar e te versículo y dilatarse sus ecos retuUl bando de bóveda en bóveda, se levantó un alarido que parecia un grito de dolor, arrancado á la humanidad entera po~' la' conciencia de sus maldades i un grito honoro~o, formado de todo los lamentos del infortunio, de todos los aullidos de la desesperacion, de todas las blasfemias de la impiedad, concierto monstruoso, digno in térprete de los que viven en el pecado y fueron concebidos en la iniquid ad. Escribió uno, dos, cien, doscientos borradores todo inútil. Su mÚdica no se parecia á. aquella música ya anotada, y el sueño huyó dE sus párpa­dos y perdió d apetito, y la fiebre se apoderó de su cabeza, y se volvió loco, y se murió, en fin, sin poder terminar el lVI¿se1'e1'e que, como un <¡, COsa cxtraña, guardaron los frailes á su muerte, y áun se conserva hoy en el archivo de la abadía. PI'Dsiguió el canto, ora tristísimo y profundo, ora semejante i un rayo de sol que rompe la nu­be oscura de una tempestad, baciendo succder á un relámpago de terror otro relámp~go de j úbilo, hasta que merced á una transforIlIa cion súbita, la iglesia respland eció bañada en luz celest.e ; las osamentas de los monjes se vistieron de sus carnes una aureola luminosa brilló en derredor de sus frcntes i se rompió la cúpula, y á traves de ella se vió el cielo, como un océano de lumbre abier­to á la mirada de los justos. Los serafines, los arcángeles, los ángeles y las jerarquías acompañaban con un bimno de gloria este versículo que subia entónces al Trono del Señor como una tromba armónica, como una gi­gantesca espiral de sonoro incienso. A uditu meo dabis gaudiurn et lcetitiam, et exultabunt ossa humiliata. En este punto la claridad deslumbradora ce­gó los ojos, del romero, s';ls sienes lat,ieron co~ violencia, zumbaron sus Oldos y cayó Sln conOCl, miento por tierra, y nada más oyó. lII. Al dia siguiente, los pacíficos monjes de la. aba· día de Fitero, tí quienes el hermano lego habia dado cuenta de la extraña visita de la noche an­terior, vieron entrar por su~ puertas, pálido y co­mo fuera de sí al desconoOldo romer(}, _¿ Oisteis al cabo el Mise1'e?'e? le preguntó con cierta mezcla de ironía el lego, lanzando á hurtadillas una omirada de inteligencia. á sus su- • perlOres. . Si, respondió el músico. -¿ y qué talos ha parecido? -Lo voy á escribir. Dadme un asilo en vues-tra casa, prosiguió dirigiéndose al abad; un asi­l(} y pan por algunos mesas, y ,!oy á dejaros una obra inmortal del arte , un M",sereTe .qu,e b orre mis culpas á los ojos de Dios, eterOlce ml me· moria, y eternice con ella la de esta a ba?ía. Los monjes, por curiosidad, aconsejaron al abad que accediese á su demanda; el aba~ por e 'mpasion, aún creyéndole un loco, accedió al ;l. á ella, y el músico, instalado ya en el monas· rio, comenzó su obra. Noche y dia trabajaba con un afan inc~msante. un mitad de su tarea se paraba, y. pare.Ola .como "cuchar algo que sonaba en su lmaglDaOl?n, y 60 dilataban sus pupilas, saltaba. en el aSIento V exclamaba: i eso es; así, así, DO hay duda ... 1. í! Y proseguia escribiendo notas con :una ra­dez febril, que dió en más de u~a ocasl.on que dmirar á los que le observaban sm ser Vl~to~. Escribió los primeros versículos, y los slgUIen­'~ 9, hasta la mitad del Salmo; pero al llega.~ al .'Jtimo que habia oido en la. montaña, le fué lm­flsible proseguir. " • • Cuando el viejecito concluyó de contarme esta historia, no pude ménos de yolver los ojos al en­poI vado y antiguo manuscrito del Misere'l"e, que áun estaba abierto sobre una de las mesas, In peccatis concepit me mater mea, Estas erau las pahbras de la página que tenia nnte mi vista, y que parecia mofarse de mí con sus notas, llaves y sus garabatos ininteligibles para los legos cn la música. Por habedas podido leer hubiera dado un mundo. ¿ Quién sabe sino serán una locura? , • G, A. BECO,UER. HORAS DE FELICIDAD- (PENSANDO EN TI.) J. Siento mi corazon extremecerse, Lleno de encantos, esperanza y vida: Su vigor me sorprende y su entusiasmo En esta ardiente fiebre que lo agita.. Veo mi porvenir embellecido , y radiante de luz: su cielo brilla, De gasas irisadas decorado, Cortinajes de tul y róceas tintas . Como án tes lo temia, amo el insomnio Que entónces mi alma sueña embebecida Mundos de amor, y á diálogos se entrega En que la gloria alterna con la dicha. Si hubiere de acabar este embeleso, Venga la muerte, y mi lumbrera extinga! Que, cual capa de plomo, la existencia Quedara para mí pesada y fria. Ah! yo ignoraba esta ebriedad sublime: Juegos juzgaba yo de fantasía El rico paraíso que el poeta Con colores de aurora y ángel pinta 1 ... JI. Lujosa de esplendor, rica de notas, Naturaleza encantos me prodiga. Las tardes al morir, los arreboles Con que ciñe su frente el rey del dia, Me hablan en un idioma misterioso Que el corazon escucha y adivina. Tristeza indefinible y á par dulce La luna, diosa del amor, me inspi' Su luz ahuyenta la legion de sor l Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 307 LA T A R D E • Que á veces cruzan la region vacía. Vaga mi mente ent6nces por las sel va s Que á lo l éjos columbro enlutecidas, y que ronda el silencio, recogiendo Las quejas de las hojas que suspiran. La flor exhala aromas delicados, Fara mi pecho todos; y las brisas Me acarician la sien, cual de una r eina Africana, que muelle se reclina De la palma á la sombra en el desierto, El abanico halagador: desc ifran que sin duda serán sacrific ados. Lo que dijo aquel hombl'e es oierto: no son mis hij os, pero no habiéndomelos. dado el cie lo, los amo oomo si lo fueran y ellos peligran . -No l e haco, dijo e l oonde, c o nta~os contigo; yo me encargo de l os niños y de ti; no telliuS, que yo te lib er taré de don Luis. -Entónces qué debemos hac er? -Marchar al castillo. Si el ataque no se hace esperar, estar é con v osotros i pero si dc aquí á. mañana, á esta. hora no ha tenido lugar, dejo á Edúardo que me reempla ce y parto á. la COl'te á d onde me llaman con urg encia con motivo de los Los arcanos de m i alma de l as aves Amadoras las s u aves melodías; y en ola.s de r ecuerdos y esperanzas Vienen sus notas á l a mente mia. • IIJ. I asuntos polítioos. P obre Patria. mia.! E stás al borde de un abismo en que te ha puesto nuestro d escuido y el r ey ; p e ro ¿, qué hace r? La patria. en ataque toda . Dios mio, te bendigo! En el lenguaje D e tus obras mi espíritu adivina Siempre tu V e rbo: sé que no te ofende Esta fe licidad suprema é íntima, Porque es tan pura cual la blanca ve ste De tus querubes. Oh! jamas permitas Que r etorne mi ser al sueño inerte De la materia; de mi casta dicba Prolonga el s u eño , arTobador y berilleS) Como el de Ada.n al lJaludar la villa! ELTE~ BJ R. RE.ALIDADES. Cuando pensaba que por fin iban Mis castos su eños ¡í realizarse, Cuando cual nunca yo te adoraba Tú me olvidaste 1 Yo en el camino de tu existencia Sembré amoroso flores fragantes; 1 tú de espinas que me dan muerte Me coronaste! Fortuna, lauros. grandes virtudes D eseé tan sólo para brindarte; Pero tú iDgl'ata ... no ... me equivoco ... Tú no me amaste! J. M. VELASCO CASTILLO. Popayan. Los pastores de la playa, ~ TT~ "~rlAnndo á algunos de los arrendatarios n} e al castillo; por demas ,,- u Ij(, hombres, que no entie'D­" T¡Pf , que puedan ayudarnos. Eduardo, con Enrique y Dios juzga rá :t los culpablee; les pedirá estre­cha cuenta del suelo que les dió. -Qué plan adoptamos? preguntó el capitan, -Tod as las mujeres partirán para la c0rte, los hombr es permaneceremos en el Castillo, en d onde t oma r emos las medidas necesarias para la. defen sa, allí haremos la distribucion de los tra· bajos. Marchemos , Un momento despues sa.lian todos en direc­cion al Castillo, ENRIQUE Y EDUARDO A su vuelta del Castillo, Enrique encontró á Eduardo que se paseaba en una hermosa ala­meda del parque. Estaba tan absorto en la con­templaoion de un objeto que tenia en la mano, que no vió á Enrique sino cuando estaba entera­men te oerca. -¿ Qué haceis, señor Eduardo, que estais tan pem:at:vo? No parece sino que no tuviéramos otras oosas graves de que ocuparnos. N o sabeis que pisnsan ataoar el Castillo y que tendremos gresca? -Atacar el Castillo? De dónde sacas ese cuento: probablemente te han referido nna his­toria vieja. y habéia tomado las cosas á pecho. Quié n puede atacar el Castillo? -Tóma, pues los bandidos que han desen­barcado, No lo sabeis ? pues yo los vi, lo mismo que el señor Capitan y el señor de Ibáñez. -Qué onpitnn ¿ qué bandidos? estás soñando Enrique: no te creia tan niño. - Ya venimos en la lucha, si soy tan niño. -Pero bien, explioate, qué oourre ? -No os puedo informar porque soy tan niño. Adios, f'eñor Enrique. No os desouidcis. -No te vayas, mira. Explícame eso, que no volveré á decirte que eres niño. -- Os lo explicaré, siempre que me prometais darme armas para. pelear y que me teneis á. vues· tras órdenes. -Pero tu padre no consien ~e ... --Si, ya ha consentido, y ademas ...... -Ademas qué? -Creo que para eso no se necesita consenti-mient( j) : no vamos á defendernos de unos bandi. ('o -Seño . 1 oyen una situilcion ex­e don Luis por una fata­o que la ayude. No puedo que están á mi cargo, y dos? .. -Bien, concedido, explica te. -Dicen que en el castillo hay un tesoro y o • 1 quieren apoderarse de él, don Luis y BUS conpa.­ñaros. Tengo un 'deseo de pelear con don Luis ... • • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • LA TARDE 808 -Ahora conprendo. Voy á, buscar tí mi padre. -El señor conJn está en la Cabaña con el se· ilor cnpitan y el seilor de Ibáñez. Si quer0is va-mos allá. . Eduardo y Enrique partieron de prisa en di· reccion de la Cabaña, pero fueron detenidos por la voz del cal>itan que gritó: -Quién vi ve. -Nosotros, dijo cándidamentc Enrique. -Pero, quiénes sois vosotros. -Eduardo y Enrique, dijo el primero sonrien-dose. -Padre, continuó dirigiéndose al conde, que ocurre? Me dice Enrique que atacarán el cilstillo. Quién? Cómo? Por qué 't -De prisa vais, dijo el capitan. No preguntais siquicra quién flamas. -Perdonad.... ' . El señor capitao'Dieron, y la marina entera y el señor de Ibáñez, mis amigos, dijo apresuran· do~e el conde á presentarlos tí. su hijo. Mi hijo Eduardo de Alvarez, vizconde de Laredo, inje· niero del reino. Ahora, Eduardo, vamos al castillo y sabreis lo que ocurre. Impuesto el jóven de 10 que ocurria, principia­ron todos á ocuparse en los trabajos necesarios para la defensa, para lo_ cual el capitan comunicó :i su gente órden de unirse en el castillo, trayendo las armas y municiones deque habian venido pro­vistos. Eduardo tomó á su cargo los trabajos cn el alar del edificio quc lindaba con el parque y por consiguiente escogia el punto más peligroso por fler el que naturalmente seria atacado con mayor ímpetu, debido á la cÍl'cunstancia de que el tesoro existia hácia ese lado. El conde se encargó de la fachada 6 parte principal; el callitan, del ala opuesta á la que debia defender Edual'do y el señor de Ibáñez too mó el mayor interes en que deiaran á su cargo la espalda del edificio con parte del parque, el acueducto y los muros exteriores. Hácia e e lado quedaba situada la cabaña. Tambien se empeñó en conservar á Enrique á su lado, pero éste manifestó que acompañaria á Eduardo; y el señor de Ibáñez tuvo que ceder. Dispuestas las cosas en ese órden, aunque con muy poca jente, 6rdenarou que Sebastian par­tiera acompañando la comitiva de las Señoras que debian ir á esperar en Madrid el resultado del ataque. A este tiempo negó un emisario de la reina, el cual traia al conde órden de partir inmedia­tamente para la córte. Esto introdujo alguna variacion en la distribucion hecha anteriormente y el Capitan se encargó de reemplazar al conde en asocio de Sebastian, que á todo trance queria tomar parte activa en la, refriega. El conde llevaria á. J ulian en su compañía y seria él quien acompañaba á la parte débil. Fi­jaron la partida para el dia siguiente en el supuesto de que no fuera esa noche el ataque. Entre tanto, cada uno de los jefes recorria la línea que tenia á. su cargo y tomaba todas las me­didas que creia convenientes: ya ordenaba des­truir algun objeto que podia favorecer al enemigo en la parte exterior; ya construir algun para­peto que podia. contribuir á la defenfJa.; ya enSG-ñando á. los labriegos el modo de manejor tal 6 cnal arma y ya animandolos lo mi s mo que ti. las muj eres que habian querido permaoecer en el castillo apl'sar dél peligro: nadie esta ba ocioso. Excusado es decir que Enrique estaba atento á todo y que no perdia la mús lig'era indícacion. Avanzaba la noche y no ocurria uada de par­ticular, lo que hacia creer que no seria aquella. noche el ataque anunciado, y se convencieron de ello cnando empezarou á. asomar en m'iente los primeros rayos del sol. j ' bta era In h ora señala­da por el conde para partir, y como todo estaba dispuesto, partieron sin inconve niente alguno. Grande fué el pe s ar para todo~; Eduardo be con­m o Yiú en extremo al abrazar á su m a dre y á su pequeña hermana que parccia una mn.ripo a que vuela de flor á flor, abrazando al uno, l1caricían­do al otro, bromeando á. éste, nmeuazando ti aquel; pero e notó que 6e conmovia mucao más al des­pedirse de un modo u\oderado, casi tímido, de la jóven Julia, que tambien experimentó cierto ru­bor, cierto sobrei'alto, cuando el jóveo, casi con lágrimas, se inclinó y besó la mano que le tendia. La madrugada estaba bastante frin, lo que bizo que los viajeros tomaran todos las precauciones del caso para conservar el calor natural: el con­de iba envuelto en su ancha capa ; Julia estabo. cubierta hasta los ojos con un viejo capotan mi· litar; y cada uno de los señores habia tomado el mejor a brig0 que habia hallado. Julia enpezaba á. tiritar de frio, porque en aquellos momentos na­die pensaba siuo en las personas que dejaba y en el peligro que corrían, y Enrique, entusias­mado con las armas, apénas pensó en despedirse de su hermana. Habian andado cerca de un cuarto de legua. cuando los alcanzó Eduardo, para decirles que tuvieran cuidado en el camino no fueran víctimas de alguna acechanza. En seguida, fingiendo, del pcor modo l>osible, que caia en cuenta del frio que sufria Julia, le ofl'eció su oapa, que se vió precisada á. aceptar por obedecer al conde y á la condesa, quienes mezclaron á sus inshnci ' s al­¡ runas d eliead as pullas rela ti vas á. la gala n terír de Eduardo; pero como notaran que Julia sufria en aquel momento lo que J) estras Jectoras habian experimentado en propia Ó en ajena cabeza, guar­daron silencio t n luego como Eduardo, en ex­tremo corrido se despidió de nuevo y se perdió entre las malezas del camino. Como no dudamos que el lector ha estado enamorado, comprendemos que no se figura que Eduardo no se volvió al Castillo como si no hubiera ido más que á cumplir su mandato' no señor lector, él hizo lo que vos mismo hubi~rai~ hecho: siguió la comitiva con la precaucion ne­cesaria para que no se repitiera la escena que acababa de tener lugar, si por una casualidad Ó un descuido suyo era descubierto por alguna persona y sus padres sabian que él los seguia. DistraidQ con la idea que lo dominaba, continuó su camino por un largo trecho. Dejémosle entre­gado á sus ilusiones, á sus temores, á sus espe­¡' anzas, á eso monton de mentirllR CfllA constitnvAn la vida de los enamorados y I ~mo~ t~ ' explicacioo acerca del estadc del jóvc Ya comprendemos que el 'tor ha clamado: "Cáspita, eato B 1 le es " ..... los amores como UIla pedra.o - Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. , • 309 LA TARDE , - - • lo ---- - rsto suc de siempre eon 1 primer amor, que no tiene motivo p ra ocultarse: nace y cre sin que pueda decir e CUán?O ní cóm? y. aqu los que cst:ín corta, que son mteresadoi", 111 se figu­ran qué puede suceuer. Querido lector, haced de cuenta que sois padre del jóven 6 de la niña. E tais on el mismo caso de ios conde!>, para quienes la sorpresa del des­cubrimiento ha sido la mi~ma, En sus excurciones Eduardo habia visto á la niña, y como era bella, él, j6ven, vivian en la soledad, y del cam po, no tenian obst¡lculos fácil­men~ e se comprenderá que lo que al principio fué una di traccion para él, se convirti6 muy pronto en una profund¡\ p? 'ion , pa~ion tanto. mrís violenta, cuanto que el J6ven vela en J uha la realizacion de l os cn ueños poéticos; ella repre­sentaba para él todas s ilusiones del jóven que reune á u na imaginacion viva y '/lsta l os latidos de un corazon ardiente y amoróso . La experiencia nos enseña que cuando el hom­bre llega á la edad en que puede decirse que principia la vida; á eSfl edad en que el mUD­do parece pequeñ.o ; en que las f~erzas morales y físicas bastanan para cualqUIera empresa; en que, con la mirada fija en u~ punto del horizonte, 6 en una. estrella, so deja vagar el pensa:nie?to, .6 se recorren e~ la ima~i~acio~ l~s e paclos mfimtos y de sconoc idos, qUlza f¡¡ntasti­cos, pero llenos de eocan to, de ilu iones y de dicha, s'" ama á las flores, se ama el campo, se ama la fuente que murmura, la golondrina que besa las ondas bulliciosas, el aura que riza las aguas y juega con las flores. . ErJ esa edad todo es ternura, todo es senti­miento; el hombre es un niño que llora por el m enor notivo ; basta el quejido lastimero de la palom a heri?a para que ¡¡sornen. las lagl'imas á - t r .J.ú las buenas cualtdadcs se UI1 tir e u. ro el de tal mallera, que la caridad ha­<: 1 un "an Martin. Por no oecir quizá " ó i:J. , no aseguramos que el Santo al par· n a o un mendigo, 6 estaba simple­dad, 6 estaba enamorado. n mar, puee, i Julia, esa niña ino · ros a; á :.ja niña botada en la playa lin tallo que por un capricho de la se marchitará; á esa niña cuya un misterioyara él y para sus niña que temo. el en"'anto de lo ~ Cómo no amarla, cuando ~uizá Ira para ella la fuente de su mfor­! I. ser el roble que sostuviera aque- 1? Imo • Eduardo la. amaba con toda la I -= - 'uando Julia salia al campo con :Enriquc á. desempeñar sus tareas, él la seguia de l6jo , y cuando distraido Enrique en· sus ocupacione y ella, formaba ramilletes de margarita y florcs marítimas, 61 la contemplaba absorto horas cn­ter a s. Así había podido h1cer su retrato que era el objcto '1u!: comtcmplaba cuando Enrique Re acer­có á .él para "Comunicarlo las novedades quo ocurnan. Al principio Ed uardo sinti6 una a.ersion mor­tal a~ eñor de Ibaiiez; pero luego que se con­vencIó de que aqucl debia tener otro motil'O que el suyo para segui\' y o bservar á los j6venes principi6 á sentir simpatía por aquel hombre que era .ca i un anciano y que no podia inspi­rarle senos temores, tanto ménos cuanto que ha­Lia observado que sus cuidados y atenciones eran más con Enriq ue que con Julia i el amor de otro á la persona que amam:>s jamas se nos oculta, por

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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 45

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