Saltar navegación e ir al contenido principal
Biblioteca digital de Bogotá
Logo BibloRed
Saltar el buscador

Esta ingresando al contenido principal

  • Otros

Ley 294 de 1996

CONTENIDO DE LIBRE ACCESO

Este contenido es de libre acceso. Solo haz clic en el siguiente botón.

Ir a este contenido
  • Año de publicación 2019
  • Idioma Español
  • Publicado por Diario Oficial de la Nación. No. 42.836
Descripción
Citación recomendada (normas APA)
"Ley 294 de 1996", -:Diario Oficial de la Nación. No. 42.836, 2019. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3716562/), el día 2025-08-19.

Contenidos relacionados

Imagen de apoyo de  Bogotá contada

Bogotá contada

Por: Antonio (editor) García Ángel | Fecha: 2013

El programa "Bogotá contada" invita a escritores de diferentes países a que estén unos días en la ciudad, la recorran, la investiguen y participen en algunas actividades de promoción de lectura en bibliotecas, instituciones, librerías y universidades. Luego cada uno de ellos entrega un texto que se recopila anualmente en un volumen de Bogotá contada. En esta primera edición 12 autores extranjeros y 3 autores colombianos escribieron sobre la ciudad que conocieron en el año 2013
  • Temas:
  • Cuento
  • Ciencias sociales
  • Otros

Compartir este contenido

Bogotá contada

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año III N. 113

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año III N. 113

Por: | Fecha: 19/08/1899

A~O ÜI · Bogotá, Agosto 19 de 1 899 NUM. 11.3 ------4-·~-- ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO . ------4-·~-- DIRECTOR AD-HONORZM, FRANGISGO J. VERGARA y V. Coronel, Miembro de la Sociedad Colombiana de Ingenieros QQ~~2~R~Q~2~22~~~~~~9R~2~~~~~2~~2~~2~~~~2~2~~2~2~R222~22~~~~~~~~D Son colaboradores natos de este periódico todos los Jefes 7 Oficiales del Ejército de la República 03~~~b~~~~~~~~3~~~b~~~~~~~~~~~~~~3~~~~~~~~33~3~~~~~~~~~~~~~~ OFICIAL DEOnEe:t"O N'C'ME~.O 359 DE 1999 (1 I DE AGOSTO) por el cual se hace una promoción y un nombramiento El Presidente de la República DECRETA Art. I.0 Promuévese al Sr. Jorge Holguín del puesto de Mi­nistro de Guerra al de Ministro del Tesoro. Art. 2.• N ómbrase en propiedad Ministre de Guerra al Sr. José Santos. Comuníquese y publíquese. Dado en Anapoima, Departamento de Cundinamarca, á 1 1 de Agosto de 1 899. MANUEL A. SANCLEMENTE El Ministro de Gobierno, RAFAEL M~ PALACIO • • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 50 BOLE1'fN MILI'l'A.R Repú/;/ita de Ool~mbia-MiniJterio de Guerra-Sución 1.&-B•zotá, 14 de Ago1to de 1 899 A todos loa funcionarios públicos de la N ación y de los Departamento• Tengo el honor de participar á ustedes que habiendo sido nombrado por el Excmo. Sr. Presidente de la República, Minis­tro de Guerra, en propiedad, tofllé posesión de dicho empleo el sábado último ante aquel alto Magistrado, y he entrado hoy en el ejercicio de mis funciones. Soy de ustedes atento servidor, JOSE SANTOS ___ ....., .. _ . .,___ __ _ República de Colomhia-Ejército Nacional-1.• DiviJión-Batalló11 .AyacuclLo númtrfJ 1.0 -5.a Comp~ñía-Bogota, 16 de May1 de I 899 Ciudadano general Jefe de Estado Mayor general. En cumplimiento á lo dispuesto en el artículo 1 56 de la Orden general del día 6 de los corrientes, tengo el honor de rendir el infor­me correspondiente á la Comisión que, para conducir el correo de encomiendas, se me confió de esta ciudad á la de Neiva, el día z8 del mes de Abril próximo pasado. Día 28-A las 9 a. m. salímos en el tren de Occidente y lle­gámos á las 10 menos 15' a. m. Mosquera es una pequefla población que se encuentra, poco más ó menos, á la altura de Bogotá, con unos z,ooo habitantes aproximadamente: salímos de este lugar á las JI y 30 a. m.; 2 leguas más adelante se encuentra el caserío denominado Barroblanco; en este trayecto se hallan tres pequeñas pendientes; por lo demás, hasta el citado punto el camino en lo general es plano y hay regular vegetación. En este trayecto se deja á la derecha la laguna de Balsillas y á la izquierda la cordillera. Desde aquí empieza una pen­diente que va á terminar á la Boca del Monte; aquí empieza el descenso bastante fuerte por un camino estrecho y tortuoso y de un lado y de otro maleza agreste. Se emplea en este descenso 40', al terminar los cuales se encuentra la casa del Curubital, que ofrece suficientes re­cursos al viajero. Continúa el descenso menos fuerte, siempre por ca­mino pedregoso: á la hora de camino se encuentran la unión de las quebradaJ de Tenasucá y El Mochilero, que no están provistas de puente; un poco más adelante está la casa llamada El Tambo, donde hay un hotel en que no escasean los recursos; en este punto se siente más alta la temperatura, y de aquí para abajo empieza á producir el suelo fruto! de tierra caliente como plátano, cafia de azúcar, etc. etc. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • BOLETfN MILITAR Continúa el descenso aumentando y con él la temperatura; á una hora de camino se encuentra la población de Tena, con 1 go de temperatura y como unos 2,000 habitantes y bien provista de agua. Continuando la bajada y á los 1 o' de esta población, se halla la quebrada de La Gua­yacana, donde termina el descenso. Dos horas más adelante se encuen­tra la ciudad de La Mesa, célebre por su comercio de frutos del país, tiene unos 8,ooo habitantes y una temperatura media de 20°. En este 1 ugar pernoc támos. Día 29-Salímos de La Mesa á las 6 a. m.: á la media hora se encuentra la quebrada del Tigre; hasta aquí el camino es de bajada y es demasiado pedregoso; de este punto á La Chica el terreno es que­brado y hay ondulaciones en el terreno de poca importancia; el piso en este trayecto es arcilloso. Quince minutos después atravesando un camino plano y sólido se encuentra la población de Anapoima, don­de reside el Excmo. Sr. Presidente de la República y está el batallón 1.0 de Artillería. Anapoima tiene unos 3, 500 habitantes y una temperatura media de 2 3°; no está muy provista de recursos y escasea el agua, habiendo dificultad para conseguirla, pue5 la que se consume tienen que traerla del río Bogotá, que queda á una legua de distancia. Continúa el camino plano y á los 1 5' está la casa de Sócota, lugar don­de termina el plano y principia el descenso; continuando el descenso se llega á los 10' á la quebrada del mismo nombre. En este punto empieza una cuesta bastante fuerte y trabajosa; á la media hora se corona el cerro y comienza el descenso del mismo hasta dar á las Juntas de A pulo, donde se juntan los ríos Apulo y Bogotá y es el punto de partida del Ferrocarril que sigue á Girardot; el terreno es deleznable, son escasos los recursos y el clima ardiente. En este lugar se pasó la noche. Día 30-Salímos á las 2 p. m. en el tren que conduce á Girardot, á cuyo punto llegámos á las 4 p. m. Girardot tiene 6,ooo habitantes, 28° de temperatura, es un puerto principal sobre el Magdalena para el comercio interior del Departamento; tiene sobre el río un magnífico puente de elegante construcción, colgante, de hierro. Después de una ligera detenci6n en ésta, se continuó la marcha; después de una hora de camino se encuentra la casa denominada La H~rqutta, en cuyo punto se desprenden los caminos para !bagué y el Espinal. En este lugar pernoctámos. Día 1.• de MayD-Salímos de ésta á las 3 a. m. y Ilegámos á las 6 a. m. al Espinal. Esta es una población como de f,ooo almas y z8o de temperatura. Desde el puente de Girardot el piso es plano y sólido, encontrándose en el anterior trayecto dos zanjones que reciben las aguas de las llanuras, y provistos de puentes. En estos lugares se cultiva principalmente tabaco, arroz, cacao, cocos, cte. etc., que se producen en abundancia. Salímos del Espinal á las 8 a. m.; de este. punto en adelante las aguas que buscan la nivelación se aglomeran en algunas partes y forman lodazales á causa de ser extensas y perfectamente planas las llanuras; el terreno es delezn~ble. Continuámos el camino llegando al Guamo á las cuatro horas. El Guamo es una población que en otro tiempo tuvo grande importancia y fue capital del Departamento; en la actualidad es cabecera de provincia, construída sobre e! río Luisa que la baña, sobre el cual hay un puente colgante de hierro; tiene un 01 6,ooo habitantes y una temperatura media de 30°. Antes de llegar al 1.4NCo DE REP{)IJU Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 52 BOLETÍN MILI'r AR Guamo se cruzan las quebradas de El Leña! y Guaduas que corren por un lecho profundo y e&tán provistas de puentes. Salímos del Guamo á las 2 p. m. atravesando el mismo terreno plano; á 3 horas de ésta se en­cuentra el río Sald .. iia. El vehículo en que hay que pa ar el río es una pequeña canoa, únicamente; por esta razón es difícil y muy peligrosa la travesía del citado río. Al pasar el río se encuentran unas casas, las cuales ofrecen recursos y en donde pasámos la noche. Día 2-Salímos de este punto á las 6 a. m., continuando la lla­nura, llegando á la villa de Purificación á las 8 y 30' a. m., la cual está edificada sobre el Magdalena, con unos 3,000 habitantes y bajo una temperatura de 30°. Es comercial y punto de escala de los vapo­res que &urcan el Alto Magdalena. Hay en ella tres mercados abun­dantes en la semana. El río Magdalena se pasa por una canoa impulsa­da por una polea, que hace el acto bastante rápido. Sigue la planicie. Continuámos el camino á las 1 o a. m ; y á las dos horas se encuentra la pequeña población de Prado, que tiene unos I,soo habitantes; an­tes de llegar á la citada población se encuentra el río del mismo nom­bre, que se pasa por un sólido y bien construído puente de hierro. El terreno en estos puntos, aunque es un poco deleznable y húmedo, ofrece gran fertilidad, que favorece el cultivo de los diferentes frutos del terreno cálido. Salímos de Prado á la 1 p. m., llegando á Pocharco á las 6 p. m. Esta es una c..asa que ofrece recursos y posada ; en el an­terior trayecto se deja la quebrada de raví, abundante en agua, y otras ¿e menor importancia, las cuales están desprovistas de puentes. En la citada casa pernoctámos. Día 3-Salímos de Pocllarco á las 5 a. m., continuando el cami­no, que en lo general sigue siendo plano ; en este trayecto, y hasta lle­gar á la quebrada denominada de Los Angeles, el terreno es completa­mente estéril y arenoso. La quebrada de Los .Angdes es bastante ancha y abundante en agua, y hay necesidad de pasarla á pie ó á caballo, pues no hay puente. Pasada la quebrada continúa el camino plano. Cuatro horas más adelante se encuentra el punto de Barandillas, donde se estrecha el camino y el lecho del río Magdalena forma entre los dos cerros un boquerón ; en este lugar el terreno es fértil y se en­cuentran recursos; de este punto en adelante, aunque el terreno es plano, tiene algunas ondulaciones, siendo un tanto quebrado el camino, cuyo piso es sobre roca calcárea y dura, hasta dar á un zanjón cuyo nombre lo ignoro, el cual está provisto de puente. Tres horas más ade­lante se encuentra el caserío de Cabrera, que está bañado por el río del mismo nombre, que es caudaloso, y sobre el cual hay un puente sólido. Hasta aguí el terreno es fértil, pero de aquí en adelante no hay absolutamente vegetación, y el terreno es quebrado y arenoso. Una hora más adelante, después de haber pasado algunas subidas y ba­jadas de poca significación, se encuentra el sitio de 'Totumo, donde hay una casa de posada, en que pasámos la noche. Día 4-Salímos del 'Totumo á las 4 a. m., continuando el camino quebrado, estéril y arenoso. Cuatro hora más adelante se encuentra la población de Villa vieja, que tiene unos 2,400 habitan tes y una tem­peratura media de 29°. En el anterior trayecto se encuentra la quebra­da de Las Lajar y algunos zanjones que reciben las aguas de las partes más altas. En el lugar citado empieza la tierra á ofrecer más fertilidad. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 53 Continuámos la marcha sobre camino plano hasta el río Villavieja, el cual se halla desprovisto de puente. Aquí empieza una pendiente que no es muy fuerte y que se sube en treinta minutos, continuando de aquí camino plano. U na hora más adelante se encuentra la qt~ebrada de Bateas, que corre por un lecho profundo, á donde hay que bajar para pasarla, estando desprovista de puente. Subiendo una pequeña pendiente continúa el camino plano. U na hora más adelante, donde hay una casa, termina la fertilidad del terreno, el cual empieza á ser c~mpletamente estéril, quebrado y arenoso hasta el punto de Fortalecí­/ las. De aquí en adelante . torna á ser fértil el terreno. Por este pun­to pasa el río del mismo nombre, abundante en agua y .!esprovisto de puente ; en esta parte se encuentra una casa que ofrece recursos. Con­tinúa el camino por terreno plano, y tres horas más adelante se en­cuentra la ciudad de Neiva, que tuvo anteriormente alguna importan­cia y fue capital del Departamento. Neiva tiene unos 9,000 habitantes, es comercial y tiene una temperatura media de 30°. Está construída aobre los ríos Magdalena, Rioloro y Las Ceibas. Hace la guarnición de esta plaza Ja Compañía suelta del mismo nombre. NoTA.-Es de advertir que corno el camino está cruzado por in­numerables quehradas y zanjones, los que casi todos están desprovistos de puentes, la tropa tiene que pasarlos á pie las más de las veces, te­niendo necesidad de desnudarse por la abundancia de agua, lo cual, como se ve, teniendo en cuenta lo caluroso de esas llanuras y lo agi­tada y sofocada que necesariarnen te viene la tropa, puede tener graves resultados en la salud de estos individuos, mucho más en aquellos que no están acostumbrados á tales fatigas. Dejo así concluído el presente informe, dando cumplimiento al artículo 156 de la Orden general á que me he referido, habiéndome esforzado en lo que está á mi pequeño alcance para que quede lo me­jor po iblc. Soy del Sr. General Jefe de Estado Mayor de la División atento servidor y subalterno, PEDRO BERMUDEZ Repúblrca de Colombia-Ejército P~rma11tllte-I.o. DiviJión-z.a Bri­gada- Batall6n P11laré 11/Ímero 5· 0-lbagtté, 18 de Mayo dt 1899 Ciuclólclano General Jefe de Estado Mayor General del Ejército Tengo el honor de remiciros el dato que, en cumplimiento :í l01 Orden gen<.ral del 3 de Ahril próximo pasado, toca dar á los Oficiales que hacemos alguna comisión. No encontraréis en él una pieza literaria, sino el relato sencillo y según el alcance de las facultades del que por primera vez hace esta clat>e de trabajo:;. El dfa I.0 de Mayo, ;Í la 1 p. m., salí de Jbagué, ciudad capital del Departamento, a ·ien to del (Jobierno, y que está á J ,fOO metros de altura sobre el nivel del mar. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR El perímetro de la ciudad es irregular, prolongándose de Oriente á Occidente. Un camellón que en toda su longitud mide 4 kilómetros, toma la dirección de la ciudad á El Papayo, en donde termina. En este trayecto se encuentra á diez cuadras -el término de la población- un camino al Nordeste que lleva la dirección de Honda. El Papayo, lugar apropiado para el combate y que ha sido nom­brado en nuestras guerras civiles, tiene á su derecha un camino que si­gue para Miraílores, San Luis, etc. De este punto, que puede decirse es el más culminante de toda la aparente planicie que se extiend_ has­ta La H.,rqueta, hay un gran descenso, casi de mil metros, pue¡ se 1lega hasta el de cuatrocientos veinte metros, y el termómetro sube de z8 á 32 grados del centígrado. La primera jornada terminó en el Hotel mi casa, habiendo cami­nado unos veinte kilómetros en las cinco horas, por un terreno llano, arcilloso y aun pedregoso en partes. Las aguas son escasas como esca­sos los moradores de esta vía. El día z, á las 5 y 30 a. m., emprendí la marcha: á un kilómetro encontré la gran pendiente que arranca desde las orillas del río Gua­landay, sobre el cual se encuentra un puente de hierro, un tanto des­cuidado, inexpugnable por cierto por las dos lomas que lo encajonan y la situación topográfica del terreno. Luégo la marcha se hace en plano, y de trecho en trecho se encuentran una ú otra casa pajiza á un lado ú otro del camino, con pequeñas sementeras de tabaco y maíz, el cual es visitado por la langosta; así hasta llegar al punto llamado Potreri- 1/fJ, de donde principia un camino quebrado y se encuentran dos que­bradas que Jlevan sus aguas al Coello. A cuatro cuadras más ó menos se encuentra el histórico puente de Chicoral, de una construcción sóli­da por los dos estribos que lo sustentan y por la forma de él, cuya fuer­za va al centro : éste es de fierro Un poco antes de este puente se cn1.. cuentra un camino que va en dirección á Piedras, Ambalema, etc., y después de él, hacia la derecha, parten los caminos que llevan al viajero al Oentro y Sur del Tolima, hasta llegar á la capital del Cauca por el páramo de Guanacas. A cinco kilómetros de éstos está un caserío que lleva por nombre Las !Jtlicias, y que está á s6o metros sobre el nivel del mar. De aquí para adelante todo es plano hasta La llorqueta, que como dije antes, está á 420 metros de altura. Con el correo y tropa, dando tiempo á las comidas puramente ne- . cesarías, se caminan siete ú ocho leguas diarias. Aquí pernocté. Este punto es el vértice de un ángulo agudo, formado por el camino nacio­nal que sigue al Espinal y el que parte para Ibagué; la proyección del vértice lleva su línea hasta la orilla del Magdalena hasta e] punto llamado Flandes. Día 3-A la misma hora del anterior emprendí la marcha, y á corta distancia se abandona el camino principal para desviar á la izq uier­da y seguir la trocha que conduce al puente. Cinco kilómetros hay de La Horqttetrz al citado punto. "La geografía, dice el sabio Caldas, ensciía á conocer los ríos navegables y los que se puedan navegar, etc. cte ..... " Las ciencias, las artes, enseñan al hombre á unir á las naciones y á los pueblos y los conducen al progreso. Lo finito con lo infinito, el átomo con la mate­Tia, lo pequeño y lo grande han estado en constante revolución, repe- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETfN MILITAR tiendo lo uno á lo otro como se repelen los elementos, por ejemplo, el agua y el fuego, y sin embargo de esa revolución resulta lo pequeño grande, y lo grande sublime, como sublime y grande es el puente de Girardot sobre el Magdalena. De él no hablaré aquí porque el poeta templará su lira para cantarlo como cantó el poeta colombiano el Salto de Tequendama, y que en un solo verso lo delineó cuando dijo: ''Es horrorosamente bello." Desde este templete de fierro vense en la superficie de las aguas, como aves acuáticas, los vapores El Zulia, El Nieto, El Ambaltm11, El !bagué, El General Tobar, El Honda, el Vuuztlela, El Girardot y El Ricaurt~, sin que por eso dejen de cruzarse también las viejas ca­noas y las mil balsas que traen de uno á otro pueblo el comercio in­dígena. ¡ Quién lo creyera ! que en donde antes de la conquista ha­bitaban centenares de tribus, y después de ellas las mixtas y que no há mucho tiempo, y hoy mismo, en las orillas ó riberas del río Magdale­na cocinaban y cocinan tn un hoyo el famoso vi11do ca/entono; la olla de Papín se ha levantado en el Magdalena, el vapor ha puesto en movi­miento aquel lugar ! El pito de la civilización, como dijo el Dr. Car­los Holguín en la inauguración del Ferrocarril de la Sabana, ha sonado y suena en aquel puerto, que hoy es visitado por el que va, por el que vieno de Europa, y por todo extranjero que visita la capital. Girardot, desconocido antes, es hoy una buena plaza de comercio; está á 480 metros de altura sobre el nivel del mar y su temperatura varía según la estación, y de 32° ha subido á 36° en días calurosos. Tiene dos plazas y una que se ha trazado ; se está levantando un templo; tiene una estación del Ferrocarril, el cual presta su servicio diario con bas­tante regularidad, pasando por inmediaciones de Tocaima, donde tiene estación y dos paraderos más fuera de la estación de Juntas, siguiendo hasta Anserma. De Girardot parten varios caminos para Ambalema, Peñalisa, etc. A las 8 a. m. tomé el tren en dirección á Jtmtas. La riqu.cza de los pueblos de Girardot, Tocaima y parte de Anapoima, constste en los magníficos potreros de ceba que tienen, y en donde paran el gana­do vacuno que traen del llano de San 1t1artín y del Cauca, y que lué­go se lleva para el consumo de Bogotá. Tocaima tiene 14,000 habitantes ; su temperatura normal es de 30° ; tiene dos e cuelas en edificio propios, una de varones y otra de niñas. La proximidad de las aguas . del Bogotá hace agradable su esta­da á los que salen á veranear. Un puente colgante sobre dicho río, co­munica al pueblo de Viotá y otros. A las 11 a. m. llegéÍ.mos éÍ J tllllm. S~ame permitido, de paso, hacer notar a<]UÍ, que muchos de estos caseríos han sido formados por los Batallones del Ejército, cuando principiaron los trabajos del Ferrocarril, y J11ntas fue así fundado. A la 1 p. m salímos de este caserío, que tan solo tiene una caJle perfcctament€ arreglada y otra que conduce á la finca del señor Coro­nel Ulpiano Quintero~ una estación no muy cómoda para el servicio del Ferrocarril y el de tel~grafo. Un puente sostenido por dos cables y alg deteriorado, forma sn salida para tomar un repecho baslantc pe­sado, por las mucha re\ ucltas que en mal estado tiene este camino, que merece reparación. U na planada corta , e camina para encontrar el alto y bajada del Sócota; éste no es del todo bueno, y así continúa en Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 56 DOLETlN MILITAR ambas hasta tomar un descenso á una quebrada de escasa agua, y otra pendiente para tomar luégo el camino que entra á Anapoima. Esta población, : como :muchas de las que están á las inmediacio­nes de Bogotá, ha sido lugar de recreo y de piscina para muchos enfer­mos por su buen clima y por su temperamento ; su altura está á 8oo metros sobre el nivel del mar. Hoy se ene uentra allí el primer Ma­gistrado de la República y una fuerza que le hace la guardia de honor. Esta poblaciÓn encierra en sí el Ím!Jerio de su riqueza, por sus aguas, su clima, cte., pero jamás s<: ha pensado en mejorar el camino que con­duce al río. A su salida se está construyendo un camellón en el mismo camino nacional que va en una superficie plana hasta La Chica: estos trabajos los hace una parte del batallón I 0 de Artillería De aquí para adelante sigue el camino un tanto quebrado, con su­bidas y bajadas hasta principiar la entrada de La Mesa de Juan Díaz (su fundador), la siluación topográfica parece le dio el nombre, pues está en realidad sobre una mesa. Aquí llegue á las 7 p. m. Este lugar es bastante comercial ; en cereales y dulces produce bastante; además, allí van los comerciantes de casi todos los Departamentos, formando así una buena plaza de comercio. La sal de Zipaquirá se toma en esta población para llevarla al Tolima y Cauca. Aquí ha estado transitoria­mente y en otro tiempo la Gobernación del extinguido Estado Sobera­no de Cundinamarca. Este lugar es defensivo para un ataque, pero no por mucho tiempo, pues es fácil para un sitio. Día 4.-A las 6 a. m. salimos de esta ciudad lle vando un came­llón que tiene á uno y otro lado una hilera de casas que siguen hasta terminar la población, que es á dist.mcia más ó menos de un kilóme­tro. De aquí principia un descenso en camino quebrado hasta llegar á Tena, que más merece llamarse caserío que pueblo. Su s aguas son abundantes, y por la pequeña plaza pasa una quebrad¡¡; tiene una lu­josa casa al costado o~.cidental, la que se ilumina con luz incandescen­te. Este ;ugar es notable y tradicional por una imagen de San Antonio que se venera en una de sus chozas del camino y quizá en la capilla. De aquí tomamos lo que se llama el monte de La Mesa, camino quebrado, pedregoso y encajonado por los cerros que á uno y otro lado se encuentran, en los cuales hay puntos para detener un ejército con poca gente, encontrándose cr> mo lugar de posada lac; casas de 'Tambo y Curubital. Este camino tortuoso va subiendo más y más hasta llegar al punto llamado Barrohla!ICO, de donde se divi san las hermosas sabanas de Bogotá y se ven blanquear los templos de Guadalupe y Mon serrate. Poca distancia se anda para abandonar el antiguo camino de Balsillas que salía directamente ;unes u s du por to~ pr·• ian o~ e n la breve camp..1ña ele Di­namarca. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. lJOLETfN MILITAR posesión de los distintos accidentes del campo de batalla. En éste, c~si no se maniobra; no se hace más que atacar ó defender posi­ciones. El batallón A ó la brigada B se apoderó, se dice, de la altura H ó del pueblo Z. Es decir, que el terreno no es sólo un medio, sino el fin de la lucha, según esto. Después de la citada campaña, no ha cesado un momento de hablarse de las ventajas de la defensiva táctica, como si esas ven­tajas no hubieran existido desde la adopción de las armas de fuego. Lo que se evidenció en la guerra de Bohemia, y más tarde en la franco-prusiana, fue simplemente que el fuego de la infantería, que hasta entonces había sido impotente muchas veces para dete­ner á una tropa que se lanzase resueltamente al asalto, puede aho­ra fácilmente lograr ese resultado, sobre todo cuando no se elige bien el momento de realizar aquél. La victoria de Trautenau costó á los austriacos 3,500 bajas, no habiendo sufrido los venci­dos más que 1,300. Los Cuerpos de la Guardia prusiana, en el ataque á Saint-Privat, en la batalla de Gravelotte, perdieron en diez minutos 6,ooo hombres y fueron rechazados. Para librar á las tropas de los terribles efectos del moderno arma­mento, no se ha encontrado otro medio mejor que levantar delante de ellas montones de tierra que disminuyan su vulnerabilidad, pu­diendo ca 1: i decirse que la táctica campal ha desaparecido para con­vertirse en verdadera poliorcética ó táctica de sitios. ¿ I-J a progresado la táctica ? ¿Ha retrocedido? Nosotros creemos que ha retrocedido ; que en Leuthen y en Austerlitz hay más arte que en Plewna y en Schipka, que en Slivnitza y en Grivobo. Pero la manera de combatir, no impuesta sino adoptada ante los progresos del fusil, la harán imposible l0s perfeccionamientos del cañón. La fortificación de campaña, que no cuenta ordinariamente con otros materiales que madera y tierra, ni dispone más que de un tiempo limitado, será im;>otente para construír obras capaces de re istir las granadas de melinita. Con un enemigo que tenga á su disposición alguna artillería, ya no serán, en 1<.'> sucesivo, posibles defensas tan tenaces como ]as de Penté- Pigadia, Kritiri y Vele. tinon, en la reciente guerra tur­co - griega. El que las intente, se xpondrá á correr igual suerte que los heroicos defensores de W oertz, el año 70, que al fin tu­vieron que abandonar el pueblo, no empujados por las bayonetas de los prusianos, sino obligados por el fuego de sus baterías; re­sultado que ahora podrá alcanzar -e en bastante menos tiempo y con mucho menos pie7,as que allí cm l aron los prusianos. A una tropa que se atrinch -re, no l ~ dará ya el enemigo la satisfacción de lanzar contra eJla sus e lumna · para que sirvan de blanco al fuego de sus fu ile ~ , pudiendo de truí rla á cañonazos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETiN MILITAR 59 Un buen ejemplo del resultado á que suelen conducir esos ataques de frente contra posiciones atrincheradas, tan frecuentes en las guerras modernas, y en Jos que se hace más uso del valor que del arte, es el combate de Grivobo, en la campaña de 1897, entre turcos y griegos. El 14 de Mayo, á las cuatro y media de la mañana, la brigada griega Bai:ractaris emprende el ataque de las posiciones turcas de Brendista y Grivobo, logrando, después de nueve horas de encarnizado combate, rechazar al enemigo sobre las pendientes rlel col que existe al Norte del último de los citados pueblos. Dueños los griegos de Grivobo, el combate continuó hasta las ocho de la noche, sin haber conseguido los turcos recu­perar el terreno perdido ni los griegos avanzar un paso más. Pues bien: lo que tanto empeño habían puesto éstos en conquistar, y á costa de tánta sangre (7 oficiales muertos, 26 ofi.ciales1heridos y 525 bajas de tropa) habían logrado,: Jo abandonaron aque1la misma no­che, retirándose á Isnaret, por creer Ba"iractaris que sus soldados no se hallaban en disposición de resistir, al día siguiente, Ia prob~­ble ofensiva de los turcos. Ante esto se ocurre preguntar: ¿ Quié­nes fueron los vencidos en Grivobo? La nueva artillería de campaña hará, á nuestro juicio, que los combates futuros sean Ia expresión más bella del arte táctico. El fuego no se empleará en ellos más que como medio de preparar ó impedir el choque, acto supremo del combate. Toda tropa que no 5epa maniobrar será vencida. La infantería, empeñada en la lucha, no se limitará ya á per­manecer detrás de una trinchera ó á marchar hacia ella, siempre en igual disposición y sin cesar de consumir cartuchos. Los batallones, así de uno como de otro combatiente, avan­zarán, retrocederán ó se moverán hacia los flancos, utiliz~ndo constantemente el terreno y adoptando en cada caso la formación más conveniente, ya para disminuír los efectos del fuego del adver­sario, ó ya para aumentar la eficacia del suyo, procurando siempre venir al choque contra cualquier otra fuerza contraria, en las con­diciones más favorables. Contra el fuego de la infantería sería locura dejar de utilizar las zanjas, muros y demás abrigos que en t:l campo de batalla e encuentren, pero habrá que inculcar previamente al soldado la idea de que el abandonarlo , cuando á ello nos veamos obligado por el fuego de la artillería, contra el cual resultan aquéllos ineficaces, uo implica derrota ni vencimiento; que se hace, porque ninguna tropa debe exponerse á recibir un daño mayor del que puede causar. La manera mejor de emplear la caballería y la artillería, nos parece que erá repartida por todo el frente, en pequeiías masas. De e te modo, en cualquier punto de la lu1ea de batalla en que se pre ente ocasión propiLia de intervenir Ja caballería, esta arma podra aprovecharla; así, le será más fácil desenfilarse de ]a Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 60 BOLETÍN MILITAR vista y del fuego, acechando siempre el momento de lanzarse á la carga, y al efectuar ésta podrá con menos dificultad salvar los obs­táculos que se opongan á su paso. Sabiendo elegir bien el instante de acometer, ese momento "en que se hace irresistible la carga de un puñado de lanceros,, como dice el ilustre Villamartí n, no ha­cen falta brigadas ni regimientos para alcanzar el resultado apete­cido ; bastan uno ó dos escuadrones. Las ocasiones más favorables para cargar á la infantería, se­rán aquellas en que ésta cambie de posición, obligada por el fue­go, ó al lanzarse al ataque, sobre todo si lo hace desordenada­mente. Cuando una fuerza de infantería amiga sea acometida por otra fuerza de caballería enemiga, ésta será también otra ocasión en que los jinetes no deben vacilar en acudir en auxilio de sus compañeros. La distribución de la artillería, por baterías ó grupos de dos baterías, además de simplificar la elección de emplazamientos, contribuirá á su propia defensa contra la artillería enemiga. Los duelos de esta arm'l no serán ya posibles ; cuando una batería ve que empiezan á caer sobre ella granadas, el mejor partido que po­drá tomar será mudar rápidamente de posición, si pretende con­testar al fuego, antes de que descubra el emplazamiento de la arti­llería enemiga que le hostiliza, lo cual, c::omo sabemos, dificulta el empleo de la pólvora sin humo, y que determine la distancia á que aquélb. se encuentra, puede ser destruída, dada la potencia y rapi­dez del tiro de las nuevas piezas. Por eso, entendemos que la mo­vilidad es condición impuesta por las otras dos antes menciona­das y que debe resolverse al propio tiempo que ellas. La artillería contra la artillería deberá obrar por sorpresa; contra la infantería y la caballería se la empleará, como actual­mente, siempre que éstas presenten blanco considerable, y para rechazar sus ataques ó quebrantar una obstinada resistencia. Sus frecuentes cambios de posición y de objetivo harán su manejo y dirección en el combate mucho más difícil de lo que hasta ahora ha s;do. rl'eniendo esta arma que hallarse muchas veces expuesta al fuego de la infantería, que seguramente le causará grandes bajas en su personal, necesario es pensar en dotarla de reservas de sir­vier1tes, cuestión tan importante, en nuestra opinión, como la del municionamiento, pues de nada servirá tener municiones si se ca­rece de hombres que carguen y disparen las piezas. Con mayor razón que nunca, la superioridad numérica será un factor del éxito en el terreno táctico, aumentando todavía más, por consiguiente, la imp rtancia del servicio de exploración, á fin de conocer exactamente, cuanJ~·> se establezca el contacto ('011 el enemigo, las fuerza que se tienen en frente, y decidir si se debe empeñar combate ó tratar de n::h uí rlo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 6i El mando superior, una vez efectuado el despliegue, cuya di­rección marcará, no podrá hacer más que llevar las reservas allí donde crea que su presencia puede ser decisiva. Las tropas de pri­mera línea quedarán bajo la dirección é inspiración de sus propios jefes, los cuales tendrán que determinar el objetivo más conve­niente de su fuego ó del choque, prestándose unas á otras mutuo auxilio, y procurando que no resulten inútiles las ventajas tácticas por cualquiera de ellas obtenidas. La causa de la gran duración hoy de las batallas es cierta­mente la dificultad de expugnar algunas posiciones, y por eso pen­samos que la nueva artillería hará también que los combates sean más breves, y seguramente terminarán con un desastre para el vencido, si éste no consigue prolongar la lucha hasta que venga la n0che, y á favor de la oscuridad alejarse del vencedor. Por último, los futuros combates exigirán en las tropas, ade­más de una firme di ciplina á causa de los mayores efectos del fusil y del cañón, una racional y sólida preparación, y en los Oficiales, al ensancharse tan notablemente su iniciativa, se hará preciso que ..• sean tácticos. Si la acertada y oportuna acción de una compañía, de un escuadrón ó de una batería, puede iniciar la victoria, su tor­pe empleo quizá sea el origen de la derrota, comprometiendo así la suerte de la Patria y haciendo estéril el sacrificio de Ja vida de mu­chos hombres. G. GIL JUSTE Capitán de Infantería ---------~·~--------- HIS~OP.IA :M:ILI~A~ :CE COLOMEIA Guerra. de Independenela. (Conferencias á los Oficiales de la Guarnición de Bogotá) J- 1 8 1 o, 1 81 I Y 18 1 2.: LA REBELI6N DE LAS PROVINCIAS CAPITULO 1 - VENEZUELA PrimenL campaña de Occidente 6 Campaña de Coro 3.0 Lucha de un año en la frontera (Continúa) La retirada del Ejército patriota, aún fuerte, á pesar de las pérdidas que sufrió en la campaña, n9 tranquilizó á los realista~ de Coro, quienes ignorando lo resuelto e'n Caracas, pensaron tendrían pronto encima un segundo ataque, pues era de creerse que el jefe del Ejército de Occidente trataría de rehacerse cucSnto ante para volver á la carga. A pesar de tan justos temores, en Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETfN MlLITA..lt Coro fue preciso despedir la mitad de las milicias llamadas á las armas por imposibilidad de sostenerlas, habiendo escaseado los recursos, aun antes de consumarse la primera invasión, en térmi­nos de pasarse la tropa muchos días sin ración, y Compañías había que no salían formadas del cuartel por desnudez. La situación de los realistas fue difícil hasta Febrero de I811, pues corrían las voces de que el General Toro invadiría de nuevo, ya por la parte de Carora, ya por el lado de San Felipe de Tocuyo; pero por fortuna para ellos en esos días llegaron al puerto dos na­ves con algún dinero, armas y minuciones, noticia que, abultada al penetrar al interior del país, hizo suspender á los patriotas su nuevo proyecto de invasión, y no se volvió á hablar más del asunto con evidente perjuicio para la causa de la Independencia. Para el mes de Mayo el General Toro estuvo ya en Caracas y poco menos que disuelto el Ejército de Occidente, pues apenas quedaban en Carora y Siquisique unos quinientos hombres de guarnidón. Al saberse esto en Coro el Brigadier Ceballos se apresuró á hacer otro tanto, de suerte que en la ciudad no quedó sino una corta guarnición compuesta de la Compañía del batallón Reina y unos cuántos milicianos que se destinaron á cubrir algunos puntos de la línea principal. Entre tanto qué había hecho el General Toro después de pre­sentar tan lastimoso certamen? Y decimos el General Toro y no la Junta, porque siendo él militar afamado, esa Corporación natural­mente obraba en las cuestiones de guerra de acuerdo con sus opi­niones, ya que en Venezuela no se encontraba por entonces guerrero de más fama, y Toro como soldado no lo había hecho mal. Los que han acusado á la Junta, por confundir á los dos hermanos Toro, es­cribieron sin estudiar el asunto y no merecen el nombre de historia­dores militares. La Junta de Caracas, asintiendo á la autorizada opi­nión de los oficiales que acababan de hacer la campaña de Coro y mientras se acopiaban lo"s recursos que en ella se agotaron, dispuso que el ejército permaneciera á la defensiva, y ofició á las Juntas de Trujillo y Mérida pidiéndole reforzasen sus columnas de observa­ción sobre Maracaibo, y hasta se dirigió al lejano Gobierno de Cun­dinamarca suplicándole moviera algunas tropas hacia Pamplona, á fin de llamar por ese lado la atención de los realistas é impedirles cayeran con todas sus fuerzas reunidas sobre el centro de Vene­zuela. Aquí debemos consignar que aun cuando esas medidas no podían pasar del papel, la Junta no podía hacer otra cosa por el malísimo sistema que empleó para manejar las finanzas del nuevo Estado, que produjeron la bancarrota, lo cual constituye, junto con su errada política, su v~rdadera re pon c; abilidad ante la historia. La Junta no entendía quedarse i la defensiva a perpetuidad; pero falta de recursos, y con el fin de asegurar las operaciones fu­turas, en Junio envió á Carora al Comandante Aldao, ingeniero distinguido, uno de los autores de la Revolución del 19 de Abril de I8ro, como Inspector, para que organizara convenientemente Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. DbLETfN MiLITAR la línea fronteriza. Dicho Jefe, después de examinar el terreno, cometió el error de adoptar una línea defensiva de enorme longi­tud, como que medía treinta leguas, con Siquisique como centro, la cual ocupó con varios puestos militares, es decir, empleó á su turno el sistema de cordón. Hecho esto ordenó que las fuerzas así apostadas invadieran el territorio enemigo por sus respectivos frentes, pensando que los realistas se confundirían con tan extra­ña invasión, y no sabrían repelerla. En efecto, un mismo día (me­diados de Junio) las tropas republicanas embistieron los puestos realistas de Churuguara, Tupeme la Dante y Bomba, que cubrían los caminos de Pedregal, Agualarga y Valle de Los Remedios, y los rechazaron, y sin dar un paso adelante, ni averiguar lo que su­cedía en el campo enemigo, se volvieron el mismo día á sus res-pectivos a can tonamien tos. • Nunca los historiadores hacen mención del espíritu realista que dominaba e&tas regiones, y que fue la causa del mal resultado de las empresas de los republicanos, vendidos á cada paso que da­ban. En efecto, la llegada de Aldao y las diversas medidas que adoptara, fueron puntual y oportunamente comunicadas á Coro por la multitud de espías que rodeaban al Jefe republicano, y el Gobernador Ceballos dispuso en el acto que el Comandante Iz­quierdo se pusiera en marcha con una Columna de 300 hombres, con orden de contener y escarmentar á los invasores. La opera­ción la realizó Izquierdo con tánta rapidez, que al otro día del ataque de los tres puntos mencionados llegó al primero de ellos, y sin perder tiempo avanzó sobre el puesto republicano de la qutbrada de Los Algodones (50 hombres), que permanecía des­cuidado, y lo arrolló sin dificultad ninguna : Ja noticia de esta de­rrota hizo que se replegara la guarnición de Siquisique; el Jefe realista siguió su marcha por el valle de Baragua, y uno tras otro venció los puestos de la Capilla, las Mategeas y Sique, fuertes por todo de 120 hombre', cuyas armas y municiones quedaron en poder de Izquierdo, junto con algunos prisioneros. Ello es que en dos días quedó desbaratada la línea establecida la semana ante­rior por Aldao. Izquierdo permaneció tres días en el valle de Baragua, de donde ofició al Cabildo de Carora, con inclusión de varios papeles públicos que manifestaban el buen estado de los negocios para los realistas, excitándolo á una reconciliación : el Jefe republicano contestó negativamente en térmiRos corteses. Después de lo relatado, Izquierdo regresó á Coro tras reco­ger el ganado y los bienes de todos los habitantes que no se presenta­ron á la entrada de las tropas del rey, y llevó presos á los indi­viduos que se habían manifes..tado adictos á la revolución ; el im .. porte de la extraña expropiación se destinó á pagar la tropa . • • • Por este tiempo (fin de Junio) se presentó en Coro un co-l misionado de Valencia, á dar parte de la contrarrevolución alli Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR organizada en favor del Rey, solicitando se auxiliara con tropas y armas á Jos pronunctados. Ceballos trató de reunir aceleradamen­te una columna que, á órdenes de Antoñazas, se puso en marcha por la costtJ arriba, ó sea en dirección á Valencia por San Felipe, al mismo tiempo que el Gobernador en persona, con 6oo infantes, 200 jinetes y alguna artillería avanzaba por San Luis, con rumbo á Carora, para llamar por ese lado la atención de los republicanos. En San Luis estaba ya Ceballos cuando recibió aviso de ha­ber anclado en el puerto de los Taques los buque de guerra Cor­nelia y Príncipe que volvían de Puerto Rico, habie:1do antes toca­do en las costas de Cumaná y hecho en ellas infructuosas tentati­vas para ganarse á los habitantes. El jefe de las fuerzas navales, Rodríguez de Arias, al imponerse de lo que sucedía en Valencia, convbo en auxiliar á Ceballos, y, en efecto, le franqueó algún di­nero y desembarcó á sus órdenes la infantería de Marina (120 hombres), al mando del Capitán Monteverd~. Con este refuerzo no dudaba Ceballos del mejor éxito de su interrumpida expedición; pero apenas volvió á San Luis recibió orden de Miyares, á quien había comunicado su intención, para que lo aguardase en Coro, á donde se dirigía por mar con 4 buques de guerra y 300 infantes, á fin de tomar el mando de la expedición y dirigir ·personalmente la campaña; los celos por una mezquina gloriola, censurables don­dequiera que br0ten, salvaron esta vez á los republicanos. El plan de Miyares consistía en tomar en Coro los dos buques de guerra y 200 hombres, unirlos á los que traía de 1\1aracai bo y con todas esas fuerzas seguir por mar sobre Puerto Cabello, mientras el resto de la tropa amenazaba á dicha plaza por tierra; pero todo se frustró porque el mal tiempo no permitió la llegada á la Vela de esa expe­dición sino un mes después de que la contrarrevolución de Valen­cia había sido vencida en recio combate. Cuanto á la columna de Antoñazas, aun cuando avanzó hasta el cantón de San Felipe, así aislada nada pudo hacer, y hubo de retrogradar cuanJo contra ella se aprestaban tropas de Barquisimeto, sin otro fruto que recoger calenturas, de que m u rieron la mayor parte de los soldados. En el intermedio de estos acontecimientos llegaron también á Coro, como auxilio enviado por Cortabarría para sostener la expedición en apoyo de Valencia, el Brigadier Juan Manuel Ca­jigal, los Coroneles Fierro y Vásquez, y cuantos jefes y oficiales estaban refugiados en P ucrtorricv, los cuales traían, además dos- . ] ' c1entos pesos en dinero y a gunas armas y municiones. Esta fue tambien la época en que de lo interior se pasó á Coro el Padre Andrés Torellas, Cura de Siquisique, quien hizo los mayores esfuerzos para que siguiese la expedición a lo interior a egurando su f~liz resultado por el buen estado en que dejab;n la opinión púbhca en favor del Rey, a causa de lo acaecido en Valencia. Mas nada hicieron los jefe e pañole , tan morosos en sus operaciones militares como los independientes, y para el mes de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR 65 Septiembre estaba deshecho tanto aparato y estrépito guerrero, porque después de una gran Junta convocada en casa del Capitán general, y á que asistió un número nunca visto de jefes, se acordó queda en todas las cosas como estaban, que se licenciasen las mili­cias, se esperara mejor oportunidad para obrar y que los buquesde guerra salteran á hacer el crucero sobre los puertos de barlovento. A principios de Noviembre la fragata Cornelia se fue para la Haba­na por hallarse en mal estado, y la corbeta Príncipe, cogida por un mar de leva al salir del puerto, y mal dirigida, acabó por darse al travéz en las playas de la Vela. Para bloquear las costas no que­daron entonces sino buques menores que de poco podían servir. * * * A fines de este mismo mes de Noviembre el Comandante Gil, Jefe de la guarnición de Carora y de los puestos vecinos, recibiló orden para concentrar sus tropas y tentar algunas excursiones en la tierra enemiga. Por desgracia ahora, como en Junio, Ceballos tuvo aviso oportuno del proyecto, y envió de nuevo al Comandante Iz­quierdo con los 120 hombres de Monteverde, otros tantos del La Reina y veteranos de Maracaibo regidos por Antoñazas y algunas milicias de Pedregal y San Luis ( I .;o), con la orden de buscar y ba­tir al enemigo. El Comandante Gil, que ya se aproximaba á la raya, al saber el avance de los realistas retrocedió á Siquisique, á donde lo siguió Izquierdo por el valle de Baragua; entonces Gil trató de coger de flanco al invasor, y al efecto logró sorprenderlo en un de filadero, cuando aquél se aproximaba á la población, arro­llándolo casi dos leguas hasta el llano de Baragua (caserío), donde los veteranos realistas se puáieron formar en batalla. Gil, sin pensar en la diferencia de calidad de las tropas, cargó de frente á las contrarias con us 400 hombres, y aun cuando estos pelearon con valor, fueron derrotados á la hora de combate, dejando en el campo algunos muertos, heridos y prisioneros y bastantes armas, municiones y ba­gajes. Los vencidos ocuparon la misma tarde á Siquisique, donde se detuvo la fuerza veterana por tener orden de no seguir adelante, pero las milicias montadas, creyendo, como lo de~ían los habitantes, que la columna de Gil se había disuelto, avanzaron inconsultamen­te hasta Carora á donde llegaron dos días después, cuando ya Gil había logrado reunir la mayor parte de su gente (300 hombres) y ]as atacó sin vacilar derrotándolas completamente, causándoles bas­tantes bajas y tomándoles algunos prisioneros que, en justa repre­salia, fueron tratados como ellos habían tratado á los prisioneros de Baragua. Gil no podía pensar en atacar nuevamente á los vetera nos que estaban en Siquisique, y los realistas desanimados con el descalabro de Ca rora, emprendieron tranq uilarnente su retiradados días después, llevándose cuantos ganados pudirron haber á las ma­nos en el valle de Baragua. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Cuadro sinóptico de la cam pafia t FECHA SITIO JEFES PATRIOTAS ct • (/) -u~c:- o ~ ~ ., e ~~ ~ PATRIO- REALIS- S 5 8 , ¡5 o o ~ o JEFES REALISTAS 1 ,~ <11 ct <~> ~ !:: ~ T AS T AS "< 11t 'Ql ,.! U ,.::::: ~ ~:~~ c.. u~._. ......... Jll-----1------1-----1-----1------1-.------ 1810 14 d~ Noviembre. _11 1 S íd ..••.. I 7 íd .••... 29 íd ...... . 1 Diciembre ... . I8II .htlbarnaches ..•.. El Pedregal.. ..... El Puerco .•••.•. Coro ........... . Sabanera ....••.. Güedequis ....••. Coronel Ustáriz .. Id. San tineli .. . Id. íd ..... . General Toro .... . Id. íd ..... . Id. íd ..... . Cmdte. Izquierdo. Id. Miralles .•• Id. .íd. Brigadier Ceballos Coronel Miyares .. Cmdte. Miralles .. 900 1,6oo 1,6oo 3,soo 1,400 1,400 700 ,a. p. 700 a. p. 700 a. p. 2,ooo la. Soo a. soo a. p. p. p. r. d. d. 20 so ? 30 r.l 200 d. d. so ? t. c. t. b. c. t. ? 1 c. 1 4 íd ...•••. Junio •••••..•••. ¡ Churuguara....... l l I oo ? 40 ? a. p. d. to ? c. ? t. c. ? c. Tupeme .• _... • • ? • ? 100 ? 40 ? a. p. d. 20 Bomba.. . . . . . . . . ? ? 8o ? 20 ? a. p. d. S Julio ... ~ ........ ¡ Algodones....... ? Cmdte. Izquierdo. so 300 a. r. t. r. Zf La Capilla....... ? Id. íd. 40 ? 300 a. r. t. r. 10 ? c. ? t. ? c. ? c. LasMategeas... ? Id. íd. so? 300 a. r.(r· 10 Sique... .. • • . . . . ? Id. íd. 30 ? 1 30 a. r. 1 r. r. + I ? I ? I ? 6 1 , , ~ i ~ ~ 2- 2 1 11 No•iembre ...... ¡ Baragua ......... Comandante Gil... Id. íd.. .¡.oo zso ¡a. p.,t. r. 30 ~ . ______ Carora........ • . Id. íd. ? ___ 300 I so a. p. t. p. 30 NOTA-Pudieran reducirse estos encuentros á una sola batalla de seis hora a en que hubieran lidiado 7 ,soo hombres, con pérdida de 500 muertos y heridos. En la columna Agresor las letras a p y a r signif1can que los patriotas ó los realistas fueron quienes atacaron; en Ruultado, r significa rechazo del asaltante; d, que el agresor fue desalojado; t r y 1 p triunfo realista ó patriota. En Clas1 tk encuentro t es tiroteo, e combate y b batalla. ~ ~ o ~ ~ 1-3 ~ ~ ~ 8 ~ 8 ¡¡... S:d Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLET:fN MILITAR La campaña de Coro estaba terminada, (Diciembre de I 811 ), aun cuando se creyó que por lo pronto se renovarían nuevamente las hostilidades, y justamente alarmada la Junta de Ca­racas con estas noticias, resolvió aumentar las fuerzas que guarne­cían la frontera de Coro, y al efecto dispuso trasladar el Cuartel general republicano á Barquisimeto y confiar el mando de lo que podemos llamar nuevo Ejército de Occidente al Coronel Diego ] alón, quien alcanzó á disponer de unos 3,ooo hombres en los momentos en que ~1 tristemente célebre terremoto de Caracas produjo la .ruina de la República y dio en Occidente el triun­fo á los realistas, pero estos acontecimientos pertenecen ya á otra campaña, la de Valencia, y debemos poner punto final á la de Coro, que moral y militarmente hablando fue un desastre irreparable para los republicanos. NoTA. Aun cuando el combate naval de Chichiriviche se efec­tuó en la costa de lo que hemos llamado península de Coro, y no en el delta del Orinoco, como b han dicho algunos historiadores, no relacionándose con la campaña de Occidente sino por mera incidental geográfica, parece más lógico tratarlo al hablar de las operaciones militares de que fue teatro el centro del país, por ra­zones que se verán en su lugar. Primera campaña de Guayitna {1 Si bien el territorio de Guayana tiene importancia capital en ]a historia militar de la guerra de Independencia, como de 1810 á 1812 ninguno de los contendores se dio cuenta exacta de su valor, aplazaremos para mejor oportunidad el estudio geográhco de dicha provincia, limitándonos por ahora á los puntos cuya enunciación exija la claridad del relato de esta campaña, que por haber sido mi­rada como poco importante los historiadores han solido narrarla en pocas líneas, siempre oscuras, confusas y en abierta contradicción con la geografía de la comarca ( 1 ). La Guayan a venezolana,ó sea las tierra!:i que envuelve el Orinocc y riegan los afluentes que á él tributan por la banda izquierda, bien que ocupando extensión que se mide por decenas de millares de leguas cuadradas, en la época de la Independencia apenas presenta una superficie cultivada de 700 leguas cuadradas con 3o,ooo habitantes que formaban una veintena de pueblos y di ponían de 34-o,ooo cabezas de ganado mayor, siendo de advertir que 2o,ooo de los primeros y 30o,ooo de las segundas pertenecían á las Misiones, entre las cuales eran las de los Capuchinos del Caroní las más ricas y florecientes. (x). Los autores ya citados, páginas siguientes. Esta campaña es una de las mía confusamente relatadas por ios historiadores, por lo que hace á su primer período, quizáa debido á que no le dieron mayor importancia ; es también en dicho relato en uno de loa en que máa pecan contra la geogr.afía del teatro de operaciones, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 68 BOLETIN :MILIT A.R La provincia de Gua~rana tenía por capital la ciudad de Gua­yana ó Angostura (hoy Ciudad Bolívar), que defendida por dos fuertes y junto con Vieja Guayana, también lugar fortificado, constituía la llave del Orinoco en su parte baja. .En el momento en que principió la guerra gobernaba la provincia D. Matías Fe­rrara, quien tenía á sus órdenes 300 veteranos de inlantería y ar­tillería, 970 milicianos y algunos marinos que tripulaban media docena de embarcaciones pequeñas, destinadas á hacer la policía del río contra el comercio de contrabando. La tropa, en parte, guarnecía los presidios (fortalezas) de la provincia y en parte daba escoltas para proteger á los Misioneros, quienes ejercían sobre los indios absoluta autoridad moral y material, y por el buen trato que les dispensaban tenían ganada la voluntad de esos millares de aborígenes que habían logrado convertir al Cristianismo. En la margen derecha del Orinoco, además de las dos po­blaciones ya nombradas, se encuentran dignas de mención Piacoa ya en el delta y Caicara frente á las bocas del Apure. En la banda izquierda merecen nombrarse Barrancas, al N. de Piacoa; Sole­dad, en frente de Angostura, donde el río que arriba y abajo tiene tres y medio kilómetros de anchura, se reduce á 708 metros casi el máximum alcance de los cañones de á 24 al principiar el siglo; y Santa Cruz y Boca del Pao, cercanos, puertos de San Diego, y de la Villa del Pao, en la región llamada Vuelta del Torno. OCAR.AC.AS ---Costa_ 0 CUMANÁ 0 BARCELONA Matttrín m 0 Aragua S -4) u ; 0 El Pao P':l o~ l ~ ~ § i o Uracoa0 Barrrmcas 8a11 Diego /' 0 0 Soledal1\ 0 1 0 , Sta. Oruz0 0 llora Pao 1 o Scm Felix ~ osan Fernando Rio Oriooco o Angostura os - __________ __. Moitaco i! ~ GUA YANA ~ ~ c::l c;p Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 69 En ambas márgenes se encuentran caminos que se desarro­llan paralelamente al río y son cortados por los que arrancan de las orillas, solo que de estos últimos Jos que se dirigen hacia el Sur tienen corta longitud y no guían sino á caseríos de indios ó pueblos sin importancia, en tanto que los que parten con rumbo al N. conducen á las costas de Barcelona y Cumaná ó sea á una de las regiones más ricas é importantes del país, la región oriental, en la cual no se hallan menos de I 2 poblaciones dignas de men­ción. En el extremo E. de dicha región oriental y de Guayana se dilata el extremo delta del Orinoco. * * * El movimiento revolucionario cumplido en Abril de I 81 o en Caracas tuvo eco en Guayana, donde el I I de Mayo se instaló la Junta del caso, pero compuesta, por desgracia, en su mayor par­te de peninsulares, residentes en Angostura, los que influenciados por los misioneros capuchinos, resueltos á seguir la suerte de España, prepararon una contrarrevolución que se llevó á cabo en Junio con grande habilidad: la Junta se disolvió, los miembros de ella verdaderamente republicanos y todas las personas "adictas á las novedades de Caracas" fueron reducidos á prisión y enviados á las cárceles de Puerto Rico y Cuba, para su castigo, quedando las cosas restituídas al estado en que se hallaban á principios del a1ío, ó sea encargado del mando F errara corno agente de la Junta espa­ñola de regencia. A pesar de lo sucedido aún quedaron en Gua­yana partidarios de la libertad que, ayudados por los republicanos de las provincias limitrofe r: , trataron de apoderarse del gobierno en Angostura, pero siempre fallaron esas tentativas que sus autores pagaron con la deportación: al cabo se convencieron los indepen­dientes que nada podta esperarse en Guayana, provocado por un movimiento revolucionario interno, y entonces resolvieron ocurrir á las armas para sujetar es ta otra provincia donde imperaban los reali s tas. Por desgracia las medidas que acordó con tal fin la Junta de Caracas carecieron de la energía y actividad que deman­daban las circunstancias. Ninguno de los dos futuros contendores se daba cuenta exacta tle que Guayana era el campo donde debía decidir e la contienda por la independencia de la América del Sur, y los republicanos ignoraban por completo la clase Je elementos que necesitaban para dominar á su contrarios, cuya principal fuerza estaba en el río Qrinoco- vía navegable- y en los misio­neros capuchinos que hicieron cuanto les fue dable para conservar á los indios reducidos bajo la obediencia al rey, predicándoles á diario que sostener la Repú o ica era un en m en y una herejía imperdonable. La marcha mi s ma tle I~) S acontecimiento. contlujo á los rea- 1i tas de Guayana á mirar como tierra enemiga la huada en la Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 70 BOLETÍN MILITAR margen izquierda del gran río, y tras ocupar las poblaciones de esa orilla, principiaron á organizar expediciones que penetraban en territorio de las Provincias fieles y causaban daños á los ha­bitantes, quienes ocurrieron al Gobierno demandando protección. La guerra principió en verdad el 2 de Abril de I 8 I I, en que los realistas de Caicara pasaron el río y saquearon y quemaron la flo­reciente poblCJción de Cabruta, arrasándola por completo. (Oo11timurá) HISTORIA MEMOP.IAS DEL GENERAL PABLO MORILLO (Continuación) Aprovechad, pues, de una experiencia que os ha costado caro; hoy día ninguno de vosotros debe suspirar por el orden de cosas que ha cesado de existir. Que las gentes de bien tengan energía bastante para oponerse á las miras de los perturbad0res. Acordaos que los rebeldes armados tienen necesidad para ponerst" en seguridad de estar en un estado continuo de hostilidades, reunir tropas y elemen­tos militares cuya conservación y movimientos debe recaer sobre ]a masa general de los habitantes. Por una consecuencia inevita­ble, el trigo, el maíz, los rebaños, los caballos, l'on tomados en todas partes donde. se encu~n tran; las camas y todos los muebles del menaje son arrebatados de las casas, de sus dueños han hecho enfermeros, sirvientes, etc.; todas estas consecuencias de una su­blevación son inevitables. Lo mismo que pagar contribuciones para mantener las tropas. Debéis saber que un estado que mantie­ne en tiempo de paz tres mil hombres, soporta fácilmente el gasto, porque sus rentas bastan, pero no es lo mi mo cuando le es nece­sario de diez mil hombres más para restablecer el orden. Entonces todos los gastos, in excepción, deben recaer sobre ~1. Es una ca­lamidad pública, pero esta calamidad e inevitable cuando las gentes de bien no tienen bastante energía para contener los fac­ciosos. Pronto vuestros sufrimientos cesarán, las tropas marcharán á su destino, y las antiguas leyes recuperarán el puesto que te­nían. Fue necesario un trastorno tan escandaloso para derribar en un momento lo que ha hecho durante trescientos años la felicidad de vuestros padres. Aprovechad, os lo repito, lo que ha pasado á vuestros ojos. Separad los obstáculos que se oponen á vuestra felicidad. Contened lo . sediciosos que se encuentran entre vosotros. Que los que no Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETfN MILITAR 71 aman al Rey no olviden que su poder se esparce por todas partes. El pueblo español es de todos los pueblos el más fiel á su Rey. En cualquier lugar del mundo que uno de sus descendientes se mancha con el crímen de traición, se presentara inmediatamente, como un padre que uniendo la terneza á la tenacidad quiere poner orden á las pasiones delirantes de sus hijos. Tratad de reparar los perjuicios que habéis sufrido; el Gobier­no no omite nada para que lleguéis á este fin. Más de treinta puentes sólidos han sido construí dos en menos de cuatro meses, los caminos de Girón, del Socorro y de V élez al Magdalena igualmente que el de Honda, más concurrido que en otros tiempos, se han mejorado. Tres nuevos caminos que conducirán á Sogamoso y de esta capital á los Llanos están adelantados y permitirán pronto la introducción de ga­nados . . Los de Fusagasugá, de San Antonio y la Mesa facilitan nuevas salidas y acortan la distancia de Neiva, Popayán y Quito. Más grandes ventajas serán obtenidas con la conclusión del camino de Guanacas y de Ti maná á Pasto; el comercio por el mar del Sur se restablecerá con el nuevo camino de Cali, y las especulaciones se dirigirán por el Qyindío para Santa Fe, Antioquia ó el Chocó. En fin, ya el camino de Mariquita á Medellín está entrega­do al público, este camino, tan deseado, tan á m en u do ordenado, se une al que conduce por U rrao al A trato, dará vida á estas Pro­vincias, y el complemento de todas estas operaciones será evitar los peligros del Magdalena en la dirección de Guaduas á Guaru­mo. La J:'rovincia de Muso por sí misma podrá exportar sus ricos productos sin ir á buscar otro territorio. Por lo que se ha hecho en cuatro meses, podéis prever á qué bienes debéis aspirar cultivando la agricultura é industria. Entre­tanto que esta<> mejoras tienen lugar en el interior del Reino, S. E. el Virrey abre los puertos y permite el comercio con el ex­tranjero En su residencia de Cartagena no descuida nada para restablecer vuestra agricultura y vuestro comercio. Sus luces, via­jes y educación en una isla entregada esencialmente al comercio y la agricultura son p ara e te pars una de lai circunstancias más fe­lices. Vuestra posición favorable os da seis vías fáciles para vues­tras especulacione . El Meta, el Magdalena, el Zulia, el Arechica­ya, el Atrato y el Guayaquil, son los canales formados por el To­dopoderoso para vuestra prosperidad; uní o , pue , para alcanzar las mira del mejor de los Reyes, y así no atraeréis más sobre vuestras cabezas nuevas desgracias con ideas estravagantes. Habitantes deJa Nueva Granada: No os expongáis á ver to­das estas esperanzas frustradas. N o olvidéis los tristes recuerdos de un país que no conocía sino por tradición la guerra y sus de­sastres. Recordad también que la sublevación ha sido apaciguada por un ejército de hermano enviados por el Rey, que les prescri­bió minorar tanto omo les fuera po s ible la · consecuencias inevi- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 72 BOLETíN MILITAR tables de los combates; todas estas circunstancias favorables son raras, pues una vez la guerra declarada, incendiar las ciudades, degollar sus habitantes, asolar el país, no respetar ni sexo ni edad, hacer del pacífico y humano agricultor un guerrero terrible, ministro de las venganzas de un Monarca irritado, tál es el estado ordinario de las cosas. Cuartel general de Santafé de Bogotá, 15 de Noviembre de 1816. MORILLO No traz.aré de nuevo aquí nuestras privaciones y sufrimien­tos. Obligados á recorrer distancias de cien leguas por montañas inaccesibles y en desiertos abrazados por el sol, sin agua ni víve­res, donde nuestras marchas continuas eran lo menos de las fati­gas, las tropas vencieron todos los obstáculos. Renovaron con su constancia y valor los tiempos de F ernández, U crós, Garcigonzá­lez de Silva, y demás héroes que contribuyeron á someter este te­rritorio á la Corona de Castilla. Hacia n-ediados de Enero de 1817 llegué á Venezuela, donde tuve conocimiento exacto de la situación de la Provincia. No era ya la Venezuela que dejé con las fuerzas necesarias paaa mantener la integridad de su territorio. Un Cuerpo de 3,ooo hombres de caballería mandado por Páez, uno de los Generales disidentes, atacó al General Latorre, dos días antes, en Mucuritas, en el paso del Apure. Catorce ataques consecutivos contra nuestros ya cansados batallones, me enseñaron á conocer que tenía que enfrentarme con soldados y no con unos cobardes aventureros, como me lo habían dicho. Pero los soldados que tenía á mis órdenes se acordaban de que eran españoles, y los enemigos fueron rechazados constantemente. (Continuará) Deseosos de reunir el mayor número po ible de documentos que se refieran á las operaciones militares cumplidas en el país, á fin de facilitar su estudio á nuestra oficialidad, nos apresuramos á insertar en seguida las dos cartas auténticas que verán en seguida nuestro lectores y se refieren á una campaña de indudable impor­tancia por su enlace político con la guerra de 1876, Sr. Coronel Manuel Montúfar.-Prcscnte. Bogotá, Marzo 2.6 de 1876 M u y señor mío y estimado: Hoy que las agitaciones políticas, producidas por la ültima lucha electoral, parece van pasando, y en <]IIC la rnón · el sano juicio deben recuperar su imperio, á fin de poder deducir de los pasados acontcci- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. DOLE~'ÍN MILITAR 73 mientos las enseñanzas que ellos nos hayan legado, ya sobre los hombres que han figurado en dichos sucesos, ya sobre sus actos, ya sobre las con­secuencias que lógicamente deban de prenderse de ellos; me atrevo á ocurrir á usted en su carácter de caballero y de pundonoroso militar, á fin de que me haga usted el obsequio de escribirme una página que co­locaré en mi libro de memorias, en la cual relate usted slfs impresiones r sobre todo, su concepto sobre la campaña del Magdalena que co­menzó, puede decirse así, desde el día en que d finado General Joa­quín Riascos desembarcó en Dibulla, hasta los días 7 y 8 de Agosto en que se libró la batalla de San Juan de Cesar y en la cual este malogra­do General murió al lado de usted. Agradeceré á usted mucho, que emita sus opiniones con toda fran­queza, aunque al efectuarlo usted así, aparezca yo censurado, pues si así fuere. creeré que la buena fe y rectitud de intenciones presidirán siempre los juicios de usted. Antes de terminar debo encarecer á usted no se excuse en decir, si sabe que en las veces en que el finado General Riascos mandó á To­marrazón sus comisionados, yo empleara contra éstos, procedimientos contrarios á los preceptos del Derecho de Gentes, y si vio usted algún documento oficial ó carta particular firmado por mí en que hiciera al e~presado General promesas de paz tendientes á embrollar las negocia. ctones. M e congratulo en suscribirme de usted atento seguro servidor, FELIPE FARÍAS Bogotá, Abril 8 de 1876 Sr. General Felipe Farías. Presente. Muy estimado seíior. Con la franqueza que el asunto requiere y sin prevención de nin­guna especie, doy gustoso, con testación á la atenta car_ta que e sirvió usted dirigirme con fecha 26 de Marzo pró.·imo pasado. Procuraré, pues, traer á la memoria mis recuerdos para satisfacer en lo posible sus deseo . Por no cr del caso en esta contestación, pasaré en silencio la pri­mera época de la campaíi:I ültima del Magdalena, que comenzó el 4 de Mayo anterior, con el movimiento revolucionario encabezado en la Ciénaga por el General .Franciscn Lavarcés; y sólo me contraeré á los puntos {L que usted se refiere en su carta citada, haciendo un ligero re­lato de los hechos cumplidos durante el tiempo que usted se sirve in­dicarme. El General Joaquín Riascos, encargado legalmente de ]a Presiden­cia del Magdalena, estando en el deber de restabl~ccr el orden consti­tucional que había sido turbado en el Norte del Estado, y despué~ de haber dado libertad á los prisioneros que tenía en su poder, se puso en marcna desde Santa Marta, el 6 de Julio último, con u Cuartel gene­ral y parte de las miliciao: de la Ciénaga y aira; y al día siguiente se efectuó el desembarco <.:11 d puerto d<.: Dibulla, adonde también llegó, al propiu tiempo, una Comp.liiía de S.unarius, yuc había a anzado con anticipación por el camino de tierra. E tas fuerzas: unidas á los olun- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 74 BOLETÍN MILITAR tarios de Dibulla, ascendieron á unos 400 hombres, con los que el Ge­neral Ria<;cos abrió operaciones sobre el pueblo de Camarones, donde. se sabía que estaban los enemigos del Gobierno legítimo. El día 10 de dicho mes. al llegar la descubierta y la avanzada de nuestras fuerzas all punto de N vío-quebrado, cerca del mencionado pueblo, se encontra­ron con toqas las que usted comandaba, y allí se libró un combate de poca duración; que dio por resultado el triunfo de nuestras armas y la casi completa dis?ersión de su ejército, el cual no pudo m:ted contener por más esfuerzos que hiciera para conseguirlo; viéndose, por tanto, precisado á retirarse al pueblo de Tomarrazón (Teinta) con los restos que le quedaban. Si el General Riascos no ordenó la persecusión inmediata á la de­rrota, que hubiera sido ent·Jnces el medio más eficaz y decisivo para la terminación de la guerra, fue porque obraban en su ánimo, entre otros poderosos motivos que se lo impidieran, el de evitar á todo trance el derramamiento de sangre, y porque se prometía, asimismo, resultados favorables de la comisión confiada al Sr. Dr. Luis A. Robles, quien lo acompañaba desde Santa Marta, donde fue puesto en libertad, y se prestaba gustoso á interponer sus buenos oficios cerca de usted, con el fin de conseguir el restablecimiento dd orden en el Estado. Resuelta la marcha hacia la capital del Departamento, llegámos á Riohacha el día 1 1, y allí se elevaron nuestras fuerzas i 500 hombres, poco más ó menos, con los individuos que espontáneameute se presen­taron. En dicha ciudad, el General Riascos envió varias veces al pue­blo de Tomarrazón otros comisionados cerca de usted, siendo éstos, si mal no recuerdo, el Sr. Presbítero Dr. Rafael Celedón y los Sres. An­tonio Amaya Daza y Luis Pacheco; comisionados que tenían por obje­to recabar la consecución de un convenio honroso, que trajera consigo el afianzamiento de la paz. Ahora, con respecto al tratamiento que us­ted diera á los expresados comisionados, le diré : que no me consta que usted empleara contra ellos procedimientos opuestos á los precep­tos del Derecho de Gentes ; así como tompoco vi documento alguno, oficial ó particular, firmado por usted, en que hiciera promesas de paz que tendieran á embrollar las negociaciones, ignorando yo cuáles serían los términos de éstas; pero sí juzgo que tales negociaciones fueron inú­tiles, toda vez que se rompieron de nuevo las hostilidades. Suspensas ó terminadas ya las negociaciones, el General Riascos supo por una carta de persona respetable dirigida al General Santo Domingo Vila y que le fue á él transcrita, entre otras cosas, que del Banco habían sido enviados en auxilio de usted 120 hombres de la Guardia colombiana, y además, varias cajas de rifles Rémingtons y de cápsulas; entonces se dispuso inmediatamente la marcha para librar el combate antes que dichos recursos le llegaran á usted; y el 2+ por la noche del citado mes de Julio, nuestro ejército se puso en movimiento, acampando el día 27 muy cerca dt~ las posiciones qne usted ocupaba en Stm Pablo, punto inmediato á Tomarrazón: en dicho punto, al practi ­carsc el reconocimiento del terreno, tuYo 1 ugar un tiroteo que no oca­sionó algunas pérdidas, sin que nuestras fuerzas pudieran causar da fío alguno á las de u ted que se hallaban perfectamente atrincheradas. (En este mismo día, si no me equivoco, le llegaron á usted los primeros 1 Jo rilles rémingtons, con su correspondiente dotación, que le fueron remi- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILIT A.R 7lS tidos del Banco; los demás elementos los recibió más tarde, pero siem­pre oportunamente). Convencido, pues, el General Riascos de que en aquellas posicio­nes inexpugnables no podía librar acción sin comprometer su éxito, determinó ejecutar alguna evoluciones estratégicas, á fin de sacar las fuerzas de usted de sus atrincheramientos, para combatir en campo raso con probabilidades de triunfo. Al efecto, nuestro Ejército se mo­vió en dirección á los pueblos de Cotopriz y Soldado, hasta llegar á Hato-mavo; en aquel lugar, sabedor el General Riascos de que usted se hallaba en el punto de Pozo-hotJdo, le dirigió con uua persona neu­tral su última nota, única que yo vi, en la que le manifestaba sus vehe­mentes deseos de evitar el derramamiento de sangre entre hermanos, y lo invitaba á una conferencia que él se prometía fuera el augurio de una nueva éra de paz para el Estado. Si usted estimó prudente dar á la referida nota su coP.testación, ésta no llegó ó no tuvo tiempo de llegar á manos del General Riascos. Estando en el pueblo de Fonseca fuimos informados de la de­fección ocurrida en el punto de Los Corazonts, entre los individuos de la Guardia Colombiana, en su marcha de Valledupar á San Juan de Cesar : pero no llegámos entonces á saber que dicha fuerza, después de sublevada y de haberse regresado, se sometió de nuevo al gobierno del señor Dávila García, y siguió á desempeñar la triste comisión que se le confiara. La noticia, tal como la recibímos, no podía ser más plaustble para nosotros, pues nos veíamos por lo pronto desembarazados del más fuerte de nuestros enemigos; así fue que el día 6 de Agosto salímos del citado pueblo con ánimo de batir á las fuerzas de usted que se hallaban situadas en Bttmavista, lo cual no fue posible verificar por el mal tiempo que ese día nos hizo, y por haber llegado, muy avanzada ya la tarde, á la altura del lugar expresado; por consiguiente, seguímos un poco más la marcha y pernoctámos en El Paraíso. Al día siguiente, teniéndose noticia cierta de que usted con todas las fuerzas á sus órdenes, había levantado el campamento desde por la noche y dirigídosc al pueblo de San Juan de Cesar, los Genc-rales Rias­cos y Herrera acordaron tomar la vía de Villanueva, incorporar á n uei­tro pa o los partidario· de la legitimidad que mandaba el Sr. Juan J. Morales, y sin pérdida de tiempo seguir hasta la ciudad del Valledupar, en la que era de e perarse e nos reunien también la gente del Patilla) que se le había sublevado al finado Sr. Maya. Esta operación militar, que sin duda era la mejor, tenía ademas el doble objeto, de ponernos en comunicación con la Ciénaga, y obligar á usted á que nos atacara en la referida ciudad del Valledupar, donde contábamos tener todas las ventajas de nuestra parte. Pero las cosas estaban dispuestas de otro modo. Una falsa noticia, recibida á muy mal tiempo en el camino, hizo creer al General Riasco que usted abandonaba el pueblo de San Juan y se ponía en completa derrota al saber nuestra aproximación, lo que dio por resultado el cambio repentino del plan acordado, y que enea· minara sus fuen~as al mencionado pueblo con intención de ocuparlo. Marchando en la dirección últimamente indicada, :omo á las sie­te de la noche dd citado día 7 de Agosto, se rompieron los fuegos á lé! entrada de la población, y pronto el combate se hizo general y san- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 76 BOLETÍN MILITAR griento, sostenido con ardor por una y otra parte. (En el curso de la noche llegó al campamento de usted la fuerza colombiana que nosotros suponíamos muy lejos del teatro de los acontecimientos). Al amanecer del día 8, el combate se encarnizó con mayor fuerza ; los fuegos, más nutridos y mejor dirigidos, hicieron estragos considerables en nuestras filas ; y á las ocho de la mañana, después de la muerte del valeroso General Riascos, todo quedó terminado con la victoria completa que usted alcanzó en aquella jornada, sobre nuestras fuerzas, bastante debi­litadas ya, y además en desconcierto y desalentadas por la irreparable pérdida de su distinguido Jefe. Fuera de la muerte del General Rias­cos, tuvimos que lamentar otras muchas desgracias de Jefes, Oficiales é individuos de tropa, que perecieron en el referido combate en cum­plimiento de su deber. Las pérdidas que usted sufrió en su Ejército, si fueron menores, no por eso dejaron de ser considerables. Es llegado el momento de manifestar, que el trato que usted usó con los prisioneros de guerra, entre los que yo me encontraba, fue siem­pre decente y caballeroso; no autorizando vejamen de ninguna especie. En cuanto á los habitantes de San Juan de Uesar, sin distinción de co­lor político, ellos se mostraron hacia nosotros con sentimientos magná­nimos y humanitarios, de los que, en cuanto á mí, les estaré siempre reconocido. Acaso he sido demasiado prolijo, tratándose de los estrechos lími­tes de una carta; pero usted se servirá dispensarme, en atención á que sólo he procurado corresponder á los deseos de usted; y por esta razón me permito, al terminar, emitir mi desautorizado juicio acerca de los sucesos cumplidos en la última campaña del Magdalena, y de las con­secuencias que naturalmente se de~prenden de ellos· El General Joaquín Riascos no asaltó el poder como arasionada­mente se ha dicho; la causa de su advenimiento al Gobierno del Esta­do, fue la abdicación del Sr. Ignacio Díaz Granados, que luchaba en vano contra la opinión; y usted recordará que el primer paso del Ge­neral Ria cos, al encargarse del Ejecutivo, fue dirigirse á varias perso­nas de influencia en los Departamentos, solicitando su apoyo para la buena marcha de la administración. De manera, que él no creó en el Estado una situación anormal; se puso al frente de la que encontró creada; y su carácter nobilísimo y abnegado, lo indujo á corresponder á la confianza que los pueblos habían depositado en él, llevando su heroísmo y su consagración al servicio público, hasta el punto de ofrendar su vida en defensa de la soberanía del Estado, de la causa de la justicia, del derecho y cie la legitimidad que él representaba. Yo, que tuve el honor de acompañarlo en aquella desgraciada campaña, fui testigo de muchos de ·us actos; y puedo asegurar á us­ted que él hubiera devuelto la tranquilidad á aquella importante sec­ción de la República, si el Gobier.1o general, obstinado en falsear :Í todo trance el sufragio de los pueblos, haciendo uso de las armas y el Tesoro de la Nación, no hubiera escogido corno teatro de sus designios á aquel infortunado suelo. De su .... rte que si usted no cuenta con el apoyo que le prestara dicho Gobierno, hoy no tendríamos que lamen­tar d menoscabo de la soberanía de aguc..:l Estado, el que además se vio regado con la sangre de multitud de víctimas, cutre las que figura el nunca bien sentido General Riasco ·. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. noLET:ÍN MILITAR 7'1 ¿ Qué surgirá de todo esto ? Que la situación política de aquella ección será cada vez más precana : que los círculos harán más en­carnizadas sus luchas; y cuando esto suceda, los que hoy han celebra­do como un suceso próspero la muerte del General Riascos, habrán de echarlo de menos, al pasar revista en las filas de los leales sostenedores de las instituciones republicanas, conculcadas por los mismos encarga­dos de custodiarlas. DisiRlule usted mi franqueza en el modo de hacer las apreciacio­nes anteriores, y créame su sincero y atento seguro seruidor, MANUEL MONTUFAR ---·· ... --- VARIEDADES POR SANTIAGO PÉREZ Punto de parti da-Ansermanuevo-Paso de la montaña-Juntas de Tamaná (Continúa) En aquel punto debíamos subir sobre nuestros respectivos cargueros, que allí nos aguardaban, el largo bordón en la mano, unos cortos calzones Je la cintura al muslo por único vestido, y sin más apero quP. la silla de guadua sobre los lomos desnudos. La escena apenas podía ser menos interesante ; sin embargo, por el lado filosófico tenía más grande significación. Allí estaba la digni­dad humana parodiando el servilismo bestial. Ibamos nosotros, para estudiar y conocer el país, por la sen­da por donde, para devastado, venían ántes de la conquista, los indí­genas del Chocó ; y no sólo llevábamos la senda misma, sino que la hallábamos en el mismo estado, como si apenas estuviera salien­do 1de ella el salvaje del siglo XIV para que entrara el hombre civilizado del XIX. En trescientos años que llevam s de vida, y yo no sé cuántos de •civilización, nada hemos hecho para salvar esa muralla de montes que separa el Edén dd Cauca del Dorado del an Juan. La silla era una simple armazón, á propósito para hechársela á uno á cuestas de cualquier modo ; y estaba compuesta de dos tablillas como de una vara de largo r algo menos de ancho, for­madas de fajas de guadua unidas estrechamente, que al juntarse ha­cían un ángulo agudo, uno de cuyos lados medía todo el dorso del sustentante, mientras que el vértice era de la íntima vecindad de su coxis. Tres anchas cintas de un fortísimo bejuco, una de las cuales señía las sienes, y las otras dos, cruzándose, entramb.:>s hombros1 sujetaban la silla completamente. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 78 BOLETlN MILITA.R Sobre la tablilla restante, que salía del cuerpo del carguero como una espina, y que estaba sujeta á la otra por dos cuerdas la­terales, nos acomodamos, sentados como Dios fue servido permi­tirnos, dejando caer, á no poder más, los pies sobre un estribo pendiente de la misma silla. Y nos echámos á andar, mirando más ó menos hacia arriba, según que nuestro porta persona tenía que inclinarse más ó menos hacia abajo. De este modo tuvimos que consignarnos en cuerpo y alma á la buena fe, y sobre todo, á las buenas piernas de unos hom­bres á quienes ni de visttt conocíamos, y en unos sitios que por primera ocasión íbamos viendo al revés, como que al fin cada uno de nosotros no era sino la espalda mirona y pensativa de un animal, semejante nuéstro, que había asumido sobre la suya nuestra res­pectiva personalidad. Era de esperarse que desde el momento en que el hombre en­traba á refundirse con las bestias, haciendo su oficio, depusiera ipso facto toda pretensión á aristocr;).ticas categorías. Pero ¿quién ha dicho que no existen éstas hasta entre los irracionales? Existen; y las mismas, por tanto, se observan entre los cargueros, los cuá­les, en cuanto bestias, se dividen en dos clase : los de silla y los de carga, ni más ni menos que los caballos. Los cargueros de silla lle­van gente, los de carga llevan /íchigo. U na especie de cesto de figura cónica, formado con una red de bejuco, cubierta por am hos lados con las anchas y dobles hojas de bihao, y dentro del cual va todo al abrigo de la intemperie, es lo que esdrújulamente se llama líchigo. Después de hacer tomar la iniciativa á ]os lichígueros, por un refinamiento de prudencial etiqueta, desfilámos de dos en dos, esto es, de uno en uno con otro encima, formando una procesión sui géneris de escenas más cómicas que místicas, y sin más en cada paso que un santo mártir y un nazareno. U na vez in!:. talada la persona en la ango ta silla, y dada la voz de marcha, hay que entregarse al más completo quietismo, porque en aquellas veredas desiguales y breñosas, en donde cada paso que se da es una dificultad vencida, el más pequeño movi­miento de la individualidad superputsta produce una especie de terremoto, que, alterando al viandante todos sus cálculos de equi­librio, no le deja dominar la situación, teniendo lógicamente que dar en tierra con entrambas humanidades. Antes de corridas dos leguas, caminando de Anserma nuevo al O. casi en línea recta, primero por la llanura despejada de los ángulos del Valle del Cauca, al pie de los cortos e&tribos que la gran cadena occidental desprende hacia el E, y después pasando y repasando una quebrada que parece enredada en los pies del viajero, como que llega á perderse la espe ranza de verla por últi­ma vez, la selva se va haciendo más tupida, y empieza á treparse la montaña. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 79 Pertenece ésta á Jos terrenos de transición ; y tiene su eje principal en la dirección N-N- E. A su costado oriental se dilatan, por el lado N., las tres riquísimas Provincias de la antigua Antio­quia, cuyos abundantes criaderos de oro están en la misma cordi­llera, y por el del S., el fértil y hermoso Valle del Ca u ca, de terreno sedimentoso. Mientras que á su costado occidental se estienden las dos hoyas, del San Juan, que va al Pacífico, y del A trato, que va al Atlántico, separados sus dos valles de altura desigual, aunque inferior Jade ambos á la del Cauca, por el corto istmo de San Pa­blo, de una legua y mil metros de anchura. Por este mismo costa­do bajan perpendiculares al eje principal de la cordillera cinco lar­gos estribos que separan los lechos de cuatro pequeños ríos tribu­tarios del San Juan. El punto más elevado de esta dilatada cordillera se hal1a en los farallones del Citará, á los 3,300 metros sobre el nivel del mar; y aquel por donde íbamos nosatros á atravesarla apenas alcanza, en Palo Gordo, que es el de mayor elevación, á 2,465 metros. (e ontinuar á) ----4·-- - GEOORAFIA DE I.A AMERIOA I.A!J:'INA HONDURAS• DISTRITOS (DEP .A.RTAM,EN1'0S) Y MUNIOIPI03 Tegucigalpa TEGUCIGALPA, Comayaguela, Santa Lucía, Valle de los An­geles, San J uancito, San Antonio Cantarranas, Talanga, Cedros, Guaimaca, Sabanagrande, La Venta, Ojojona, Reitoca, Curarén, Támara, La Bodega, Marale, Lepaterique, Maraita, Tatumbla, Armenia, San Buenaventur:1, SanJuan de Flores 25. O lancho J uticalpa, Catacamas, Campamento, Concordia, Salamá, San Francisco de la Paz, Manto, Gualaco, San Esteban, rocón IO. El Paraí o Yuscarán, Güinope, Daulí, J acaleapa, El Paraíso, Texiguat, . San Lucas, Soledad, Liure, 9· Cholutcca Choluteca, San Marcos, El Corpus, Pespire, Orocuina, Con­< cepción de l\.1aría, 6. ( 1) "En todos los Municipios, menos los que van en bastardilla, existe oficina tele­{ gráfica; en los otros sólo hay administración de correos. Con un • se marc~n los puntos ( donde hay Aduana. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80 BOLETÍN ~HLITAR El Valle Nacaome, Amapala, Goascorán, Coray, Langue-, La Brea, San Lorenzo, Aceituno, Aramecina, Caridad, Alianza, 1 r. Coma yagua CoMA y AGUA, el Rosario, Siguatepeq u e, San José, Protec­ción, Villa de San Antonio, Esquías, Minasdeoro, Lamaní, Ell Espino, La Libertad, Meám bar, Cuevas, 14. La Paz La Paz, Santa María, ..Marcala, San Antonio del Norte, Opa­toro, Aguanqueterique, 6. Intibucá. La Esperanza, Guancapla, Ca masca, Jesús de Otero, Masa­guara, Magdalena, Colomoncagua, 7. Gracia Gracias, Evandique, Candelaria, Mapulaca, La Virtud, Va­lladolid, Guavita, Gualcince, Belén, 9· Copó. u Santa Rosa, Corquín, Santa Rita, El Paraíso, Ocotepeque, San José, San Marco , ·rrinidad, San Nicolás, Cucuyagua, Sen-· sen ti, La Florida, San Agustín, Santafé, r 5· Santo. Bárbara Santa Bárbara, Colina·, San Luis, Trinidad, Naranjito, Minas de Santa Cruz, Quimistán, N acuclizo, Atiura, San Nicolás, Ilaura, San l\1.arcos, Scguaca. r 3· Corté& San Pedro Sula, Choluma, San Manuel, Río Blanquito ó Baracoa, ·ralpetate, * PuERTO CoRtEs, La Laguna, Potrerillos,, Santa Cruz de Y ogoa, O moa, V illan u e va, La Pimienta, El Paraí­so. 15. Y oro Y oro, Jocón, Arenal, Olanchito, Sulaco, Yuruca, Yorito, Tela, Colorado, El Negrito, Progreso, Morazán 12. Coloro *·Trujillo, *La Ceiba, Ilanga, Sonaguera, El Porvenir, Ba-­rra de Aguan, Barra de Limón, Iriona, Balfate, El Salado, Juan López r 1. Isla. de la llu.hía. * Roatán, Utila, Guanaja 3.-166. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

Compartir este contenido

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año III N. 113

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

¡Disfruta más de la BDB!

Explora contenidos digitales de forma gratuita, crea tus propias colecciones, colabora y comparte con otros.

Afíliate

Selecciona las Colecciones en las que vas a añadir el contenido

Para consultar los contenidos añadidos busca la opción Tus colecciones en el menú principal o en Mi perfil.

Mis colecciones

Cargando colecciones

Compartir este contenido

Ley 294 de 1996

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

¿Eliminar esta reseña?