“Hay una ciudad escondida en la ciudad”, escribe Juan Manuel Roca en su libro Cuaderno de un habitante. Una invitación abierta, en verso, para descubrir la ciudad desde sus múltiples dimensiones.
¿Qué ciudades se esconden detrás de las innumerables puertas? ¿Cuáles historias se ocultan tras las luces de las miles de ventanas por las noches? ¿Cuál mapa secreto se dibuja bajo los pasos apresurados de cientos de personas en la Primero de Mayo o en la carrera Séptima? ¿Qué memorias íntimas y poéticas guardan las personas sobre esta gran ciudad?
Puertas a una ciudad multiforme
Pese a lo tumultuosa e inabarcable que pueda parecer Bogotá, cada barrio tiene su color, su carácter y tonalidad. Hay una anatomía particular que desemboca, a través de postes y cables eléctricos, en ese descomunal árbol urbano de más de 1920 barrios y veinte localidades. Los libros de Fernando Charry Lara, Juan Gustavo Cobo Borda, Maruja Viera, Luis Vidales y otras voces que conforman este capítulo revelan que la vida que transcurre en esta metrópoli está en constante metamorfosis. Y en ese cambio permanente aparecen contrastes poéticos de una ciudad plagada de charcos de agua lluvia, capaces de reflejar los cerros orientales de donde pareciera nacer el mismísimo cielo. Y el infierno.
Una enorme urbe que está conformada por un rostro que contiene todos los gestos, por una piel que contiene todas las pieles, por una voz que habla con el acento de todas las voces, por unos ojos cuyos iris —pozos de las múltiples miradas— reúnen todos los colores. Esa es la Poética de Bogotá.
Puertas que son espejos
Los libros de este capítulo proponen distintas rutas para abordar esta metrópoli polifónica y jamás uniforme. Son libros que, como llaves, abren las puertas a las variaciones de una ciudad descomunal. Uno de estos libros abre la puerta a la Bogotá de hace dos siglos y deja ver pasajes en la vida del poeta bogotano José Asunción Silva, en el viaje desde Chapinero “de ida y de vuelta en el tranvía de mulas que recorría la ruta penosa de la plaza de Bolívar a la iglesia de Lourdes”. Se trata de El corazón del poeta, la exhaustiva biografía que le escribió Enrique Santos Molano.
Otro de estos libros sitúan al lector frente al espejo para reconocerse en el carácter distante y taciturno del bogotano, con versos como estos de “Bogotá, 1982”, de María Mercedes Carranza: “Nadie mira a nadie de frente, de norte a sur la desconfianza, el recelo entre sonrisas y cuidadas cortesías”, un poema que no ha envejecido una sola línea. Pero ese espejo no siempre devuelve la imagen fiel, sino que la transfigura por medio de la palabra y el tiempo, como en la poesía de Mario Rivero: “Uno no se explica por qué / suceden tantas cosas en un minuto/ en una hora, en doce horas/ desde que el sol preña la tierra/Tiene puertas como bocas sin dientes…”
La ciudad múltiple
Bogotá no es solo una ciudad: son varias. Aquí se ofrecen las llaves para adentrarse y descubrirlas. Bien pueda perderse (y encontrarse) en ese laberinto de lluvia, trancones, luces, sombras, semáforos y gente que comparte el viaje unánime de esta ciudad fundada -junto al río San Francisco, hoy Eje Ambiental- hace casi cinco siglos.
Esta breve selección de libros, junto a los ya mencionados, constituyen un muestrario de la diversidad de voces que configuran el carácter poético a la ciudad.
