Por:
Jean Grondin
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Fecha:
2014
La labor del filósofo no debería ser crear sentido. En realidad, ¿quién podría jactarse de haberlo hecho alguna vez? ¿Qué sentido sería aquel que hubiera creado uno mismo, un sentido que de un modo u otro no remitiera más allá de nosotros mismos? El sentido -escribe Jean Grondin- solo está allí donde nos sentimos apresados, aspirados, transportados fuera de nosotros mismos.»1 Corresponde al filósofo pensar esta experiencia, es decir, explicar, dando muestras de una atención sostenida, el sentido que existe siempre en nuestras vidas en varios niveles, incluso un sentido que puede estar tan cerca de nosotros, tan unido a nuestras vidas, que a veces se tiende a olvidar. Esa labor deriva sin duda del hecho de que la experiencia del sentido es a la vez una realidad muy simple y corriente, es decir, familiar para todo el mundo, y también una realidad compleja, plural y equívoca. ¿Cómo se puede pensar la experiencia del sentido? Creo que esta pregunta filosófica es el núcleo de los distintos trabajos de Jean Grondin y se imponía, por tanto, como hilo conductor de la serie de entrevistas reunidas en este volumen.