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Colección institucional

Hemeroteca Digital Histórica

En esta colección encontrará publicaciones colombianas y extranjeras, editadas entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XX. Estas obras ofrecen una gran riqueza documental, derivada de piezas únicas y grupos de publicaciones de diversas ciudades, que abordan acontecimientos políticos, económicos y culturales específicos, como el proceso de Independencia nacional.

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    • 19563 Prensa
    • 1219 Publicaciones periódicas
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    • 15 de Julio de 2019
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Imagen de apoyo de  El Heraldo: comercio, industria, literatura y variedades - N. 716

El Heraldo: comercio, industria, literatura y variedades - N. 716

Por: | Fecha: 19/11/1898

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA-REPUBLICA DE COLOMBIA Sábado 19 de Noviembre de 1898 CONDICIONES En ColombIa, s1l8er1pcl6n, 100 nnmo-roe ••••••. •••••••••••••. oo ... , .. En ColombIa, 1 serie (110 nflmeroel t .. En el EXl4lrlor, 100 nflmeroe ....... 11 .. 1 serlo (líO números) .. 2 ro OOmunlcadoa-OOlumna •••••••••• 16 •• RcmItldoa- Columna ....... oo .... lO .. Anuoel_ralabra ............... O Oi Loe lueltoa () avleoareclam., _~ ~ i d"z del . E~túma¡:o. C',Uro.,. l~llIt., A "n".h. C: .... H".II!".: ~(~I.en~ )jOTOO. DI~r nt .. ri". DL'LTTCU, Jnqllec~ };IUISC/I-. , óllllto~. 1[lIrro •• };"" 10.1<111(1. l: lsolUlI,IIl.'. )I.:!.lr .... ~ todm, lo~ dolol'C$ h¡tcTnOR '1"!' dim .. nnn ([el (·"mblo de dl ... t .. , tic 1I~'lI" 11 otrn.q (·:IusaS. 1."')1(\ 'I nnlro o F.~thn ulante, unlf,. .t. ; f'unn lns gntnK en " gua ox u lllrho mc:i tsr qllf' (·1 h.t:.nndí ~rHl1r('s ,b ,.;{\tl\~ m nul).:lLS. 1.'Mllo nxtcrlormont ... 'pAr" H .... (r""I()~. rntl llTlllwlón 0.., lo. 'u lmo'le •. H IIH\II"R I I:lIc.t lllo<, H. ",n." t l"no, Nenral;.:l n. ~ cl " t¡rl\. 'IoT.,edul"I\,o, ('ontu.l lon,s, .llOl'dc'¡u:alS 110 I Ul;N:toJ, Jl"lor,,~ clo )lunlus, do J-_'I,alda, do !'echo y loS Mlcmnros. 111. li ¡>llrl\ClólI d'" PRONTO ALIVIO DE RADW A y A la 1'nrlc b 1'lIrt('3 .. fcrl,,-17 • \DELL Tipowritor CI? Los principios V osenciales de unlL máquina, do esoribir son sencille?, duraci6n y fácil manejo. Estos BO hallan incorporados en la má­quiua "OJoll!' Es tau sellailla, que un nifio qne snbo el auecedario puede ope· rarla. Tient· monos partes que pueda u des· componerse y ('s más s6lida. on su cons­trucción fine cunlquicra. otra máquina. Agentos ('o Bogotá: J. & L, Pérez.- 372, Atrio do 1'1 Catedral. LIBRERíA .. ptlpelerra do Sauti t~go Ba­yón- De,·oclOllarios de todas olases. Calle del Templo Protestante. p 2( LIBRER!A. y papolerfa de Santiago Ba· y6n-Gran surtido, comploto, de titiles de escritorio. Todo llarato. Calle del Tomplo Protestante. p 24. AGENCIA do Comisiollell - Lcovigildo Sáncltoz, agento y comisionista, calle 10, números 186 y 186 A, so encarga de arrendar, vendor y comprar fincas rafces; consi~ue y coloca dinero sobre hipotoca; ActiVidad y complotas garantías. Este establecimiento de enseñanza elemental, secun­daria y prc)fesional, empezal'á su segundo aflo de tareas es­colares e11~ de Febrero del año próximo. I..Ja matrícula es­tará abierta desde e115 de Enero. Las pensiones anuales son las siguientes: Internos _ ... _ .. ______ . ___ .. , .... __ - . - .. __ - . __ $ 320 ~xternos ...... __ . __ . ___ ... __ . __ . _ . . ... - - - _ ... ... 100 Semi-in ternos. ______ . _ . __ . _ _ 300 Semi-externos._._ .. __ ........ __ . ___ ....... - .. - - - _ 160 Esta~ pensiones se pagarán por semestres anticipados. Se admiten asistentes á precios convencionales. Derechos de matrícula, $ 2. Bogotá, N oviem bre de 1898. 20-5 OELESTINO BARRETO ALV AREZ. LOs poemas y poesfas de D. Josó Anto-r uio Soffia, es 1Ina bolUsima colecoión de las mejores inspirncioues do este nota· ble bardo chilono ; la edición, muy osme­rada y correcta, está precedido. de un pr6- logo·biograf'[a tlobido á la plnma maes· tra de nuestro afnmado literato D. José Mannel Marroquín. Soma no s610 poseía 01 arte de los sonidos, sino qne tambión posela nna. faciJidacl incompara.ble para prodncir, hacfa idilios, poema!!, odas, oántigas, elegfas, opitalamios, barcaro­las, sin esfuerzo y con grlln na.turalidad. En Colombia "ens6 y escribió mncho, porque sentfa demesiado, yenriquocien­do asf sns obras cnriqoecfatambién nnes· traliteratDra. La colección está lnjosa. mente encuadernada. y so vende en la Li­brerla Torres Caicedo, número 372, Atrio de In. Catedral, á $ 2-40 01 ejemplar en pll8ta inglesa. s 25-8 REVISTA LATINO-AMERICANA ~~undllda en Móxico 01 afio de 1885 por Francisco do la. Fuente Rniz y traslauada á Enropa en :Marzo ele 1897. DIRECCION y ADMINISTRACION: Rues Balagny .No.:51 et Lacaille So. 1. PARIS Unica publicación de polrtica intarnn­cional, administraci6n, derecho, comercio ó industrias, redactada en castellano, que trate de los asuntos de América para pro­mover el mayor desarrollo de sns riquez~s naturalos, la inmigración y el empleo do capitales en grandes O!JJprosas para el adelanto material de sus pafsos. Tan vasto programa compronde la pro· 'Pn.~anda económica y financiera según la últuna palabra de la ciencia, todas las ramas de la moderna Bociologfa. y el estu· dio de las más aotivas r elacione!:! de ca.m· uio, de comercio de exportaci6n ó impor· taci6n para. establecer prlctico y cons· tante trato entre América 1 Europa, muy particnla.rmente con Espllna y Franoia. La suscripción vo.lo 12 pellos l)lata anull­les. El periódico aparece tree voccs al mes. Se admiten anuncios a precios convon· cionales. LIBORIO!J. ¡\,ntillo y Miguel Sonto· timio, Abogotloe - Bogotá, Cr.lIo 15, mimero 52. Lo podores deben oÓllferirso á entrambos. Dirección por telégrafo: CANTILLO. 20-18 INSERCIONES COlIPAÑÍA. COLOMBIANA DE TRANSPORTES • Algunos espÍrit\ls apasionados sin descn brir el vordadero lDóvd que los gnía, so hnn dado á. la in­grata tarea de ntncnr de palRbra, y por eS~l'ito - en la prensa, todos los procedimientos de la Companía Co­lombiana de Transportes, sin pre­sentar nunca prnebl\s en que apo­yar sus cargos. Sc ha dicho que la Compania dispone indebida 6 impropiamente del producto del impucsto fluvial, destinado para la limpia y canali­zaci6n del Río Magdalena y S('lS afluentee, que ella administra. por­que á Sil cargo cstá ese importante servicio. Tal afirmaci6n es comple­tamente inexacta; y si los que la hacen ó acogeu se tomaran el tra­bajo de averiguar los hechos, de seguro que alcanzarían el co.ven­cimiento de la injusticia de seme­jante Cf¡,rgO. Porq 00 sabrían esto: que la Compnfiía peri6dicamente mauda expediciones al Alto Mag­dalena, compuestas de ingenieros y operarios oxpertos para remo­ver los obstáculos que se oponen á la fácil navegación en aquella re. gión, en donde por esa labor ban disminuído de un modo considera­ble los rieegos; que la Compafiía de igual modo procede, ein ahorro de sacrificios, con respecto al río Sogamoso, y por lo que hace al río • Un amigo nos pido la. roproducc~6n on EL H&RALDO do esto importanto nrt[, culo, quc, annquo escrito hace dos afios, ha vuelto ahora á scr de oportunidad. (Xota de la D.) Lebrijl\\ allí conserva permanente­Ulente nnR poderoea draga y dos bvllgos Ó l'h'lrnpnI)CS, de lUl todo tripulados, (lll(~ viven dedi (;ados á la IiUl í)ia de eSe afluente; que la draga Oristóbal Oolón reeorre sin ceear el Río Magdalena hasta Ye­guas y viceversa, acompafiada de una gran plancha, para transpor­tar á las orillas los tronco:! y pali­zadas q ne extrae del lecbo do las aguas, destruyendo, ademns, coan­to obstáculo encoentra á su paso y qne puede estorbar la fácil navega­ci6n, y, en fin, que la draga Si­món Bolíva7" tiene á so cargo, de preferencia, la excavaci6n d-el ca.­fío de esta ciudad, pues de no ha­cerlo así, no Jlodrilln los vapores ontrar ni salir libremente. Fácil es comJ)render, sin engol­ftlrso en cuentas ni estadísticas, que la magnitud do esos trabajos eAige con imperio gastos de soma consideración, que absorben por completo, sieUlprt:', la. renta desti- 11 ad a para elloe, y en ocasiones oxceden á )0 producido. Además, nos COllstn que la Com­pallía ha pedido al Exterior, por su cncnta, \111 vapor de condiciones adaptables para penetrar y nave­gnr en el Alto Magdalena, y que destinará exclllsivamente para el transporte de personal y material que requieren la limpia y la cana­lización do aquella parte del Río. Se sabe tambi6n que la Compa­f¡ ía a.·aba de recibir una bomba centrífoga de gran poder' y valor, para la extracci6n QC nren!lS de los lech\.~ e los rios. OpUTtll!lO es hnep.r constar que d 111'1\11 te la com pctcllci" entre la8 Compañías de vapores radicadas on esto puerto y en el de Carta­gena- 6poca que se llamó de lo­cha por los intereses de Barran­quilla- las Compafíías de aquí)a aceptarlJn, arricl!gando cuantiosos interesei', hasta que compren­diendo tudas que ell eea vía mar­cbabflll á unll rllilllL !;cgnra y com. pleta, la. prcseneia del peligro las condujo ti \11) Il<.:nerdo salvador, q no dio por rúsnl tado la adopci6n de \lIlR Tarifll que les permitiera vivir. Mncho se habló entonces, y se habla aúo, de la rata de los :fle­tes fijados, sobre todo, en ]0 refe­rente á Ycgnas; y probablemente la censora hacía y hace caso omi­so de (111e, por virtud de los fletes diferencialet', el 40 o i o de la carga que movilizan las Compafíías goza de deecuento, circnnstaneia que correlativamente merma en mncho la. rat&. de los fletce. A nadie pnedo ocultarse que COIl fletes rniuosos, la!! Companíss trallsportadoras no cstarían en ca· pacidad de preetar oportuno y buen servicio; en rigor, ellas son agentes no despreciable¡; del pro­grel! o general, al cual se vincolan íntima y arm6nicamente )os facto­res que concurren á su desarrollo. De eee progreso general dcri vamos todos, económicamente hablando, el bienestar á que aspiran los que DOS rroycmos en el tra.bajo. El em· pirismo de los unoe, la suspicacia de los otros, y acaeo la ellvidia de no pocos, influyen mucho en el es· píritn público, qne no tiene para qu6 examinar las causas complej6s de un mecanismo tan vasto y com­plicado como es el de 105 trunspor tes, que dan resultados siempre fi. jos, en el sentido de la prosperi­dad, cuando ]as produce una. ati nada y discreta administraci6n; en el eentido del desastre, cuando el manejo no reúne las condiciones de la prudcncia y los intereses son dirigidos por vías desconocidas, ineompatiblee con las peculiarida­des que surgen con frecuencia en cada paíll. I .. a rata de los fletes y pasajes no es arbitraria: ella está. calculada para dar alimento á. los agentes del tráfico, en primer término, y, ade­. mñE', para que prodnzca UDa justa (Signo \)n la 4.~ página). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL HER1l.~DO ? - s 1111 AndrcS Verwort, redactor principal de TELÉGBA::M:A . ~ Jour ha retado á de Presaensó por Popaydn 9 M Noviembre-Sr. Ul~lano habor é~te pnblicado un articulo insnl. Obando-Oa.rte16n sobr~ mnerte n~1011:. tante contra Verwort on la edici6n de lismo onvi6me usted, fijárnoslo.on tIen a ayer do L'.d.urore. articula.r: autoridad preteud1ó ~rreba- Par't 4,-Le Petit Jou/·nal asevera qno elo penetrando domicilio. publique- Zola. vi~e cm BU reai(lencia. de París. De~~;A_Esto telegrama se recibi6 c116 E.tado. Unido. • á 1 s 2 m Nueca Yor1t~ 21-Mr. R. G. Ward, Ing~- Honcl~·14·d.Not:IClllb/·e-Sr. Direetor de nieTO civil y exporto fer~oviarlo ~l aerVl· El Corr~o Nacional- AqUí. encucSntrause cio de la Compafiía dell! errocarril d,e Pa· hoy los Sres Harl, Presidente de las Com- uaml1, 1l0g6 lloy, pToeedento de CoI6~. 1!li i ° d Corta eoa y Pord Ocrentu Sl.fH~!! d~ muell~, ferrocarril (lel Canal, reiter6 su confianza en lo. com- IC ¡¡1lS ore~ Hoy 1;ieno lugar importunte pleto, practioabilidad de la obra, yo. sobre ;y :fe~onci~ á bordo del vl~por Ollce do No- las líneas del lIistcma do ox.clnsas ~ á. &~ (b ro co¿ 01 Sr. IIal\.Jerstadt, Agente en nivel del mar. Al hu~r tal declo.racl6n t/.' sobre importBlltes mejoras refe- dijo:" Estoy on p060!n6n do que me ox­re! t~saá navegación; rro Magdalona muy pongo á cdtica!; ~e partl? de aquellos qn¡ cl"ecido-CorrellpoI!8a~. se interesan 6 pll:lDsan llltoresarso en o Chí Ilinquh'ó, 17 de .N01)i6I1lb~e-ny.nAI... Canal por Nicaragua; pero creo que seTÍa Do-'folegrama mio A Dr. TrujLllo, Go'!>er- pTudento de P!lrto de tales personUIlS ~ dde ador foo dirigido de aquí, no de Zlpa- parto del GoblO~o de los Estados. ni os n .r'" Interesante aclaro.ei6n. Suplícolo investigar deteDL(lamento los mérlt.<>s re. qUbii~ue ó indíqueme valor-E. Otálora. lativos do-las rutas uo ~o.namá y NIOn.ra· ¡ID ., gua. autell de cntrogarse Irrevocablemente (Senricio de IA E8trella dc Panallld). .;ramlllea á uua ú otra. Tongo convioei6n pIona. do quo tal estudio dejará arreglado el punto on f"vdr do la ruto. do Panamá." lVa811i1lgto/¿ 30-Johu Jby, ex-Emba­jador do los Estados Unidos en Ingla.te· rra á las 11 de estilo manana juró el cargo do ~ecroto.rio de Estado. ., 'l'~ft e vicio Puesto que la Junta creyó que la 6.e Proyeoto de ler que reforma el de. mo, que nmgun mi l¡,ur e?- 8 r ., oroto de carácter legIslativo número 499 deS ooasión al censuras por mfraoclOn Oompañía que trabaja en Bogotá hace de 1895 ; de las disposioiones constituoionales seis meses debía pasar al Teatro Co- 7.0 Proyeoto do 10y 80bro organizaci6n Y legales que sustentan la materia del 16n, que pase sin oompromiso, oomO do la Comisi6n do Empr6s tito~ y Expro-ñ • en efeoto h. tasado; pero no por oon- pinciones; presente o 010.. 8.0 Proyc.to do ley qne o.ntoriza al Go- Servfos disponer que esta oomUnl- trato que ob igue al otras Oompañías, bierno lJara organizar el sen-icio con­caoión sea publicada en la orden ge-. que traen novedad en sus espeotácu- sular j 1 d 1 E'ó 't los, á devolverse por falta de local D.O Proyecto de ley relati,o á lo, suma nera. e J 'rOl o. en donde demostrar sus dotes. quo se destina para la amortizaci6n de la. Las ideas de la anterior nota son Segu' n lo que hemos visto publioado deuda públioo. ; 1 t 'd t h 10.° Proyeoto de ley quo concedo Ulla las que lemos sos enl o en es a 0- por la Junta, la Oompañía dará. ouda autorizaci6n al Gobierno. relaeioDllda con ja hace más .de diez añoil, son I~s mes una funoión en pro de la Benefi- el Canal de Pa.l1Bmd; mismas conSignadas en los manl- cencia. En todas partes un benefioio n.O Contrato dol }<~orrocarril de Girar. fiestos del Gral. Vélez y la') de la signifioa que el benefioiado no paga (1°l1.0 Contrato sobre tllOU011Olio de fós­célebre exposici6n de los veintiuno. rnósque la música, la imprenta, los por- foros; Por consiguiente, es inmenso nues. teros y la tramoya; pero aq ui no sucede 13.° COllyenio relativo al aseo \ 0 alnm-t ro J.U 'b O1l 0 por est e nuevo t rl.U nfo de lo mismo, porque por el contrato so le brado tIo Bogotl; y • B Y Los demás que indiqucn óproscn-nuestro programa. El Dr. Molina da á la Oompañía, f'LI;ll~ U]t l'ODOS J.OS tcn los l\1inistro.~ dolDospaoho Ejeclltivo, merece por e·te acto patriótico los Q.\STOS, la mitad del producido; y como provio (,1 dictamen dol Consejo ue Uinil:l- L_ f . tiROS Er. HE los gastos en estos casos son oreoi· tros. mWl erVl len esí apJ au ,• y• u t d - dos, nada ó casi oada le toca a 1 b ene- Asco-RelDus V¡·stu" unos. aV,.I:'O S RALDáO ef en· v a 09t ·ste ndt l:men os e ñoiado, quien, sin embargo, penon .a en los cuales el Sr. Alcalde hace aa-su ID s e uSlva gra I u . ó entidad, es e l que h ace e ñ oaoes d 1- ber que desde Ayer se restableció nue- Justo es en estos momentos reco· ligonoias para 11 enar e 1 T eat ro en 1a vamente el servicio de aseo lle Bogo-nocer también la buena. conducta funoión cuyo pro d neto d esea apro\' a- tá, por haber obviado el Oongreso las de nuestro Ejército. Es él un mode- charo Por eso se ha visto. como se vio dificllltades existentes. Killg8ton 6-Ante el '.rribnnal de Sto Mary se v¿ntilará mal1an~ ~l proceso d.o los.mo.roons. El punto prlllclpal es .v~n· gunl' ~ i lo.loycivil estatuyo la trasgresl6n de deroehos adquiriclos por tratados im­perialos, en virtud de los cuales 10slIl:a-roons reclaman un pedazo do terreno dIS-lo de abnegación y disciplina. La ahora meseS', que en una funci6n ofre- S ,) lo bacemos saber que los carre­Regeneraci6n, que corrompi6 tantos oida á la Sociedad de San Vioente de teros exigía.n ayel· pago inmediato por YI/cca Yorl.G lr~a-uU Dnr peetari66ad ico de lo. tar- ramos del servioio público, no 11 0gr6 Paúl obtuvo un lleno completo el su servioio. do .... publica lo' siguiente, transmitido 1)or pervertir nuestros viejos batal ones. Teatro, y no le tocó á la Sociedad sino Ministerio-Mientras dure 0.11- sn corresponsal en Londros: "Se toman Todos 109 días se descubre algún es- la suma de veintisiete reales, porque sente de la Capital el Presidente Ti­oxtraordinarias pTecancioncs para Eroto, cúndalo, a1!;rún abuso eo las oficinas en esta oluso de funoiones cada actor tillar de la RepúblicW; los l\Iinistros pnTtaadnot.o el Gob!crno "'bl· t· ~OIJlO 01. pu lCO 10- non spTonllione5, debido 0.1 mmenso 011· mero do nogros dlll1inos desempleados, quiones esLán bajo lo. direcci611 do cabe. cilllls de;;uonocidoll. italia lloma 10-La pren!!a asevora qno á con­secuonela dol discurso del Pap!l' pronun­ciado 01 s'bndo ante los perC'grmo~ fran­cosos, h~ oourrido non. rnarc~da frIaldad entro 01 Vat.ieano '1 Al~maUla., lo que ha cansado la casi SUsp~uslón total do oomu­nicaoiones d1plomátlcas. Espa6a Madritl, lO-Se tlico actnr qno la: ovaoua· ción do Puerto Rico estará tormmada en la semana pr6xima, la de Cuba It fi!l0~ do NOTiombre. El Gobierno. OJl~ploa vemtllin transportes on la rOl'.a~rlo.e16n de las tro­pas las quo han reCibIdo sueldoi corres-oDdientos á Junio, y antos do desombar­~ r se Jos abonarán otro~ dos ~~sC9. Tam­bién so les dará un vestIdo C1VIl y la. baja del Bervieio. . . d Madrid, 27- Los guarismos pnbhca os eobro los gMiOs do la guerra. suben á 2 000.0000,000 do posotas, pero és~os no son e~actos. Esa cantidad ostaba oaSl doblada antes do comonzar la guorro.. y los descm­bolsos UOSllUfs sí . ll1Jen It 2,000.000,000 de poeetll.!l. Eu Puorto Ri.o, duran~e la guo­rra so invirtieron 10.000,000, mlentral:l ou Cuba 01 dinero se absorbi6 de manera tau pr6diga quo ha asombro.do á todo 01 mnndo. Francia Parl8, lO-La. ciudad se convierte poco á poco on un inmenso campamento. Por todas partes 6e 'en t ropas, y ~n cada uno d 10 edüloloa en. conatruoelón rondan ~trollas de infantcría y caball~rfa. P De di stintos lugnroK han ,:c~Hlo 1.1,.000 floldal1os á reforzar la gnarnlclón mlhtar do la cindad. . No bay desbrl1cue , pero 01 GohH'rno no qnicro d('i llr o orpr nder. . Entro 109 llUelgm:>t 8 croco el pirlLo de rebol(Ua ; 011 to\lndo la persuasión paTa lIlcloclT á los obreros ti: qne se unan á la.huelg.o.. so ha trntndo de ojercer actos de VIOlenCIa. Para. consegnir BUS fines aserraron lo~ anda­mios del Hotel de los Cam:{l08 Ehseos, y los obreros tnvieron que retlrarse del tra­lJajo inform~ndolos á la vez que <1:eben unir;o 0.1 movimiento. Como el Gobierno tiene determinado no tolerar. es.to, ha bellho poner centinelas en 01 odificlo. Por toa/·C8, l?-A despeoho ~o las prc COlO· Des optimJst~s del final m~ed1a.to de .10. huolga, contml1Ooll de creClontclaró á la. 1.35 p. m. constituída la Oámara en sesiones extraordinari'as. Se pro­cedió á elegir Dignatarios; el resulta· do de la votación fue el siguiente: Presidente: por el Gral. Angulo, 38 votos; por el Sr. Meléndez, 3; 2 por ca.da uno de los Sres. Grimalt1.o y Gó· Inez; 1 por cada uno do los Sres. Ro­mero, Parrs y Morales, y 1 eu blanco. Para primer Vicepresidente: 26 por el Dr. Mantilla; 18 por el Gral. Man­jarrés, y 3 an blanco. Pl\m segundo Vicepresidente: 35 [lor el Sr. Silva Otero; 1 por cada uno ue los Sres. Uribe Uribe y E scobar (B.) y 1 en blanco. Para Secrelluío: 43 votos por el Sr. Miguel G. Garcfa Sierra y para Secretario auxiliar 41 por el Sr. Luis Forero Nieto. La Cámara decla­ró electos á los Sres. Angulo, Manti­lla, Silva Otero, Garcia Siorra y Fo­rero Nieto. lUatl'lmonios - En Popayán 8~ celebró el de la Srta. Mercedes Valencia B. con D. Fortunato Gar­cés; en esta capital, el de la Srta. Sara. Forero con D. David Buitrago, y el de la Srta. Soledad Gutiérrez cou D. Federico lIurtado; en Arona, el de la Srta. Guiseppina Falotto con el Sr. Pietro Va.nzina. Deseamos que la felicidad sea inse­parable compañera de 10tf nuevos ho­gares. Consejo-El ilustre patricio Dr. Rufino Ouervo daba el siguiente, del cual damos traslado á varios honora­bles empleados públicos salpicados hoy por la. baba nacionalista: "A excep­ción del caso en que baya de vindi­carse ante la autorida.d ó corporación encargada tle hacer efeetiva. la res­ponsabilidall, debe abstenerse el em­pleado de entrar en polémi cas y con­testaciones que desdoran su carácter, igualándolo con su adversario, que quizá un f¡¡iBOraow. ~n silencio desdeñoso suele ser la mejor respuesta, mientras que más tarde, cuando ya las pasiones han calmado, puede el ofendido explicar su conducta .••• " Busto del Libertador-El Coronel Aurelio de Castro ha renun­ciado la condecoración que le rue con­fetida por el Gohierno de Venezuela, en vista del ultraje inferido á Colom­bia, condecorando con la misma or­den á Candiani y compañeros. Se nos informa que otro tanto ha hecho nuestro ilustr~o amigo el Dr. Salvador Oamacho Roldán. En el Ejército-Por resolu­ción número 4 del Ministerio de Gue­rra, y en ateneión á que la paz públi­ca se ha mantenido inalterable y á qoe hay crecido número de militares leales deseosos de volver á entrar al servicio, se ha snspendido temporal­mente la concesi6n de ascensos mili­taros. -Han sido suspendidos eu el ejer. cicio de sus fnnciones los Guarda­parques tle la República que no bayan prestado 1/\ fianza que les corresponJe para asegurar su manejo y los que llayan demorado dos meses sin rendir sus cuentas correspondientes. Los 00 mandantes divisionarios 6 de Brigada han sido autorizados para nombrar interinos de los Guardaparques res­pectivos que queden suspensos, y para hacer entregar con la debida oportu­nidad los elementos dol parque bajo riguroso inventario. El Presidente tJal"o-De un importante artículo que con este titu­lo trae nuestro c(,lega El A.utonomis­ta, del jueves, firmado por el Dr. Uri­be Uribe, tomamos este aparte: "Además, si lo conuenaran, él (Oa­ro) pretendería constituirse en pedes­tal con su carácter de vfctima_ Ca s­tíguese más bien con el desdén su monstruoso orgullo; déjesele ir quie­to y libre, l)lnú que cuanuo paso por entro sus compatriotas, puer vapor, prestando aeí su contingente al des­arrollo del comercio y de las in­dustrias. Ella acnde presurOEa don­dequiera que el trá.fico demanda sus servicios, sin dominarla el es­timulo del lucro que suele atribnír­sele. Por eso vemos que mantiene la navegación por vapor del Alto Magdalena y la de Pneblo-viejo; quo ha establecido y sostiene la de los ríos tribntKrios Sogamoso y Le­brija, y qne tiene permanentemen­te uno de SI\S vapores deotinll.do al transporte de ganado e. -*e Deo­partamento al de Santander. Y to­do esto, á pesar de que esos tráfi­eol', lejos de prod ncir beneficios hasta ahora, según se hll. compro­bado con las cnentas que semes­tralmente presenta á. los accionis­tas, han venido dando pérdida!:! que afectBn los rE\ndimientos gene­rales. Empresa que en todos sus actos procede con el desinterós y bllena volulltad como lo practioa la Co­lombiana de Transporte!?, conforme creemos haberlo demostrado, me­rece, si no aplallso y gratitud, siquiera alguna CO ílsideración y respeto. Es con temor que nos hemos permitido ocupar la atención pú­blica con este sencillo relato, qne no tiene otra protensión que la Je pooer de relieve los procederos de una de las más vastas Empresas con que cuenta la República y que ha sido objeto de acerbas censuras é injustos cargos; y decimos con temor, por<:\uc careciendo de las dotes literarIas que pudieran comu­nicar 9 este eEcrito el brillo y la amenidad ti que 8spírun las pro­ducciones de este y otros g6neros, calculados á impresionar el espíri­tu ilustrado dc los lectores, agnar­damos que se nos dit1imllle la osa­día con que (¡cnpamos un terreno que no es el nuéstro, y que si á él llegamos, con la desconfianza de nuestra insuficiencia, valor nos acampana pata defender, como hoy, los flleros de lB Jnsticill. en el lengnaje descarnado de la Verdad, apartándonoe, eso sí, de toda recri­minación ó contumelia, desde lné· go que lJuestra tolerancia va hasta respetar la opini6n de los demás, cualesquiera que sean los móviles que la sustenten. Los asuntos que en este escrito ventilamoe, :nteresan de tal modo al comorcio y al progreso general del país, que esporamos aean estu­diados é ilustradoe, sin ningnea prevenci6n, por los que se dedican á csteg6nero de investigaciones, en quo ]a cieucia y el patriotismo jue­gan papel principalísimo. Persua­didos estamos de que la Junta Di­rectiva de la Compaflía Colombia­na de Transportes) compuesta aho­ra y siempre de personas del todo respetables, oiria con benevolencia y agrado las indicaciones que se le hagan, en obsequio de los intere­sos que administra. Barranq uilla, Octubre 12 de 1896. J. C. • UN CORONEL MODELO DE C.!RPINTl1:ROS Sr. Dircctor de El Reporter.-Presente. En el número 33 de su impor­tante peri6dico l'Ie publicó un suel­to titulado "Obra de ... carpinteo ría," y el cual ~e compone de una. carta del Sr. Coronel Antonio 06- mez al Sr. D. Javier Tobar, Pro­veedor General del Ejército, y la respuesta de éste. Con estas cartas ha pretendido el Coronel modelo disculpar su indig­no proceder llevándose un mobilia­rio ajeno, so pretexto de componer­lo en una carpintería (?) Será creí­ble que un mobiliario lujoso, tapi­zado en seda verde, entregado al Ooronel modelo hace tres 6 cuatro meses á lo mlis, necesitara una com­posici6n que no ha {lodido llevarse á cabo en 50 dfas, tIempo suficien­te para construir uno más lujoso? i En las carpinterías también CODl­ponen cojines, relojes de bronce y lámparas de sobremesa 1 Nada, Sr. Coronel; su obra de ..• carpintería se ha demorado mucho; lo que prueba que usbed no es tan hábil ebanista como .... lo creíamos. Respecto del cargo que cree el Ooronel modelo que se me hace en el aparte 2.° de la carta. del Sr. Tobar, Proveedor, va otro: " Proveeduría General del Ejérci­to.- Bogotá, 13 de NO'IJÍembre de 1898. Sr. Coronol Pedro Sioard llriceno-Pto. Estimado Coronel: En contesta­ci6n ti su atenta de ayer, manifiesto ti usted lo siguiente: Cuando en los últimos días del mes pasado bice, por orden del Ministerio, la visitn á. los cuarteles para revisar los mue­bles y útiles dados á. los batallones, noté que faltaban, de 108 bntregados tí U. cuando era Jefe del Batallón 2.° de Artillería, á lo que recuerdo un reloj de pared grande y uoa!'; lám~ paras de CDIgar.1~ag"a.t.ado usted dónue se hallaban dichos. objetos, me contest6 que á la marcba del Bata- 116n Artillería para Calarcá los ba­bía llevado consigo. Soy de usted atento y S. S., JAVIER TOBAR." Esta es la verdad; el Bata116n Artillería llevó consigo el reloj y las lámparas para usarlnR, no en uua carpintería, sino en RUS campa­meotú! l, y allá quedaron cuando me separé del mando del Bf\ tallón, se­gún pueden declararlo los Sres. Co­ronel Ezequiel VilIarraga, actual Jefe del BataJl6n Palacé, acantona­do en Ibagué, el Sr. Sargento Ma­yor lsuae Guevara Mejía, segundo Jefe del Batall6n, ]osSres. Dr. Luis María Riv88 y César Est6vez Oban­do, Médico y Habilitado del Cuer­po, todos personas honorables,y mu­chos oficiales é individ uos de tropa. De modo que queda demostrado que el Coronel modelo es el Sr. Anto­nio G6mez R., quien no ha termi­nado aún la obra de ... carpinte7'ía q\le le está haciendo al mobiliario; él 'mo18mo lo diC6! Es en vano que el Ooronel mode­lo continúe bUSCAndo personas á quienes sugestionar para que decla­ren infamias 1 calumnias contra mi; no las hallar , como le ha sucedido ya con algún Jefe (i quien se atre­vi6 á insinuárselo. En Bogotá. y fuera de ella soy bien conocido, porque ~e sabe quién soy y de d6nde procedo. No necesi­to hacer esfuerzos para eatablecer diferencias en tre el Ooronel modelo de carpintero8 y yo. Soy del Sr. Director atento y S. S., PEDRO SICARD BRICE~O. REMITIDOS VERGONZOSA FUGA NA.CIONALISTA El pueblo de GBragoa está de plá­cemes. Ayer, cuanllo menos lo pensába­mos, después de instruir á sus secua­ces para que propalaran la notioia de ser falsa la de su viaje, habiendo man­< lado con anticipaoión los baúles y la cama á una chicherfa de fuera del poblado para que de allí fueran 6On­ducidos al lugar de su destino, des­puél. 1, en fin, de haber pasado nna ma­la noohe en algona parte non sancta, salió de ésta el Sr. Sixto A. Zerda, hombre de fatal é ingratfsima meme­ria para la poblaci6n de Garagoa. Deja en ella recuerd08 6 impresiones, pero de qué olase! Los recuerdos son 108 que dejan las salivas depositadas en el rostro de nuestra sociedad' la8 impresiones, aquellas que pudo dejar un libertino que vino á haoer, según la expresión de Arboleda, De nuestra patria su infernal burdol. Por eso sali6 de repente, de sor­presa; porque su sali

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El Heraldo: comercio, industria, literatura y variedades - N. 716

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El Heraldo: comercio, industria, literatura y variedades

Por: Lázaro María Pérez |

“El Heraldo: comercio, industria, literatura y variedades” fue un bisemanario fundado el 4 de Julio de 1889 por Lázaro María Pérez y su hijo José Joaquín Pérez, comerciantes de origen cartagenero dueños de una firma de agentes de negocios, comisionista y directores de la librería Torres Caicedo fundada en 1870. Inicialmente “El Heraldo” se dedicó a la publicación de variedades, textos literarios y noticias sobre comercio e industria, no obstante, a lo largo de su existencia tomó el carácter de órgano de opinión pública adscrito a la doctrina conservadora del ala histórica. En sus páginas colaboraron intelectuales y políticos como Eduardo Posada, José Rivas Groot, Rafael María Carrasquilla, Soledad Acosta de Samper, Eduardo Gutiérrez, Pedro Castro Manrique, Aníbal Galindo, Enrique Villar entre otros. Esta publicación era editada por la casa editorial de J.J Pérez en Bogotá, en la carrera 8 No.314 y 316, la primera y última página contenía avisos publicitarios nacionales e internacionales, algunos de alta riqueza gráfica, la segunda y tercera página traía temas repartidos por columnas sobre noticias nacionales, literatura, crónica exterior, comercio y comentarios del director. Su último número fue publicado el 10 de Julio de 1936.
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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 23

Por: | Fecha: 13/02/1875

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. - --____ -c:c:--¡~ s: S0 ~"--Jj ---___ ~ - PERIODICO DEDIOADO A LA LITERATURA Serie n. • Bogotá, 13 de Febrero de 1875. Número 23 . = CONFESIONES DE UN ALFILER-ESCRITAS A UNA AGU.TA, AUIGi SUYA. Mi querida amiga: i qué lejos están ya aque­llos dias felices en que nos hallábamos los dos reunidos sobre la almohadilla de terciopelo en­caruado de nuestra ama J j Cómo en las noches estrelladas nos aprovechábamos de su sueño para confiarIlos mútuamen[e nuestros secretos! Entónces como hoy envidiaba tu suerte, tu talle de comadreja, tu ojo dorado y esa punta tan sutil que atraviesa la muselina sin dejar huella alguna. j Ah ! no eres como yo objeto de elegancia, un juguete que se coge y se tira, un esclavo sumiso á todos los caprichos !. ..... Eres una obrera independiente, que trabajas en todas las telas ricas y prestas tu ayuda á los mil anto­jos y vcleidades de la moda. Juzga cual es mi suerte. El dia en que nos separaron estaba yo prendido en la gorguera de mi ama; centinela vigilante protegia su cuello de cisne contra las indiscreciones del c6firo. De repente se dejó sentir en la atmósfera un calor sofocante. -Narcisa, exclamó la marquesa, quítame es­ta pañoleta y abre las ventanas IJorq ue este sa­Ion está hecho Una estufa. y N arcisa, cogiéndome entre S)lS dedos deli· cados, me prendió en su corpiño de indiana, ni más ni ménos que si fuere un alfiler pIe boyo; sin embargo, ya sabes, mi querida amiga, que Ruolz cubrió mi cuerpo con su dorado, que bri­llo como un soneto, que soy elegante como un madrigal y picante como un epígrama, y héme de pronto reducido á servir á una criada vulgar y adocenada. ¿ Cuál será ahora mi suerte y cuál mi porvenir? Dame consejos, los espero de' tu amistad. LA AGUJA AL ALFILER. -• Me pides consejos, querido hermano mio, cuando ya DO es tiempo de aprovecharse de ellos. Ambos hemos salido del mismo horno; hubiél'aste contentado con que te hicieran como á. mi de ese acero bruñido que hace mi cuerpo apropósito para el trabajo y útil á la industria; pero has preferido tu brillante adorno y tu ele· gante ociosidad; no has querido, como yo, pasar el hilo por las telas y circular por en h'e los mil puntos, con cuyo auxilo se fabrican el terciopelo y la seda, acepta, pues, tu I3Uel·te, porque ya ea • demasiado tarde para volver atrás: no has na­cido pam una vicIa industriosa y debes seguir tu destino. . Si hubiese querido como tú sumirme en la indolencia y no escuchar más que mi coquetel'Ía, me habria :sido muy fácil; pero he creido que el descanso debe seguir al trabajo y no precederle, y que el que quiera guardar su pureza, debe hacerse útil y agl'adable á los que le emplean. EJ, ALFILER A LA AGUJA. Mi incansable amiga: apénas hace dos meses que recibí tu respuesta, y ya han perecido mi elegancia, mi ju,entud y mi belleza. Mi cama­rera Narcisa era una coqueta; me arrojó al sue­lo con cólera un dia que le hice sangre en la mano cuya blancura aumenta la p reza. Me recogió un usurero, que prestaba diuero á la marquesa; lnrgo t1empó pasé en la manga de aquel avaro en compañía de otros muchos alfile­res del nacimiento más comun y que se burla­ban de mi ropaje reluciente. Sin embargo, á mi esplendor debí mi libertad, pues me tomó bajo su proteccion una sobrina del usurero y por os­pacio de mucho tiempo serví para sujetar los ondulantes pliegues de su chal. Un dia dió un mal paw en la escalera de la casa de una amiga 3uya, á quien iba á visitar: ella se levantó, pero yo querlé t0ndido en el suelo, donde vergonzo­samente oculto en una de las junturas de los ladrillos permanecí quince dias entregado á la humedad, al polvo y á todas las materias que destruyen la hermosura. A mis colores sucedió la palidez; el cobre qpe forma mi composicion primitiva comenzaba ya á mostrar ese veneno que se llama cardenillo, cuando me descubrió un estudiante de medicina. Era un muchacho cui­dadoso; se sirvió de mí para prender en la so­lapa de su levita una fresca camelia. j Vamos, me decia yo, ánimo! He servido á distinguidas señoras; coquetas de gran tono, tí humildes criadas .y'á traviesa!> modistas ; acaso ahora ten­ga la dicha de pasar de las manos de un estll­diante á la cintura de la jóven cuyo retrato brilla en las paredes de su estancia. Mas ay! no debia suceder así; mi estudiante me llevó al hospital, á una sala sombría y desolada. -Cure usted este brazo roto, le dijo el ciru­jano en jefe. -Estoy á las órdenes de usted, respondió mi nuevo amo. y congiendo con destreza el brazo del pacien­te lo envolvió en largos vendajes de lienzo. -Que quede bien sujeto, dijo el Esculapio á su discípulo. = ¿ Sel'á preciso coserlo? preguntó óste. , Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. - 178 LA TARDE -Crco que bastará. un alfiler. Entónces, se parándome de la flor cuyo tallo sujetaba yo á. su so lapa, me hundió con fuerza en el brazo del e nfermo i la t e la era gruesa y t enia muchos dobl eces, a si es que no pude re­sistir aqu ell a presion y me torcí horriblemente por falta de fu e rzas. Aquí debe concluir mi vida; mi belleza no es más qu e un s u eñ o, estoy corcobado y mi punta está embotada. Ya no puedo servir más que para suj e tar sobl'e un cadáver los largos pliegues de su sudario. LA. AGUJA AL ALFILER. Pobre amigo mio: bien habia hecho en decir­te que toda b elleza es perecede¡'a, toda vanidad humo y toda coquetería peligrosa. Has sido jó­ven, seductor, lleno de gracia, y el mundo te elevó al más alto rango. Bl'ÍlIaste en el seno de la hermosura, y los poetas en sus mentidos ver­sos han envidiado tu suerte j crei te que la ju­ventud era eterna y que bastaba ser hermoso para &er siempre feliz. Ha venido la edad y tus colores se han marchitado i hoy te encuentras pobre y abandonado, avergonzado de tu fealdad. Yo he troLajado, y la persona, cuya fortuna he aumentado con mi industria, me cuida mu­chísimo; es seguro que no me hubiera. dejado podrir con indiferencia en las hendiduras de un pavimento, p(lrque yo le servia para ganar el pan del dia siguiente. Asi es que he vivido sien­do la amiga y providencia de los que me han empleado en su servicio hasta el dio. en que al trabajo ha quebrantado mis fuerzas. Aquel ojo que tanto envidiabas está ya ciego, pues se me ¡'ompió con el frecuente roce de la seda; en una palabra, me tienes ya enferma é inválida j pero como yo habia adquirido derechos á la gratitud de mi ama, para coservarme ha cubierto mi ca­beza con una perla de lacre encarnado, y héme con vertida en alfiler, ocupanJo el puesto de ho­nor en los pliegues de su corpiño, donde ningu­na mano temeraria vendr(t á atacarme Mis l'estos mutilados son el símbolo del trabajo, yel trabajo, hermano mio, es gua¡'dian de la virtud. D : o • ELY ELLA. , El, echando á bocanadas El humo de un cigarrazo, Viene con otro del brazo Riéndose tí carcajadas. Al ver que están levantadas Ciertas persianas, se pára, Y al amigo le declara Que har;í, muy bien si lo deja, y así que 61 otro se aleja Oambia nuestro hombre la cara. Ella, juega en un sillon Oon un galguito que tiene, y ni bien siente que él viene, Cambia la decoracion, -Sal de aquí! y un coscorron Recibe el pobre animal, y aquella cara pascual Se convierte, en un minuto, En cara de medio luto: ¿ Qué talla cosa, qué tal? -Oómo está. usted, señorita? -Buena: ¿, y usted cómo está. ? -Siempre bueno: ¿ y su mamita? -Buena siempre: ¿ y su papá? -Tal vez á. usted la sorprende Mi visita ....... n ...... .. --A mí? ¿ por qué? - ¿ Se hace usted la que no entiende? -Hable usted y entende¡'é. -Que entendiera usted creí Sin que yo se lo explicara. -Jamas adivina fui ¿ O tengo de tal la cara? -Está usted muy oportuna -No es poca felicidad -Espiritual, cual ninguna -Jesus! j qué amabilidad! -Haga usted la broma á un lado. Hágala usted que la trajo -No grite: estoy á su lado. -¿ Por qué usted no habla más bajo? -He venido, señorita, A despedirme, esta vez. -Agradezco la visita Y la encuentro muy cortés. -j Qué melífluo está su acento 1 -y su voz, i qué modulada! -Está usted hecha un portento. -y usted, hecho una mona.da. -Deje usted ese antifaz -y usted su rol de comparsa -No le va bien su disfraz. -Me es fastidiosa la farsa. -Señorita, está usted dura. -y usted, pasado, señor. -Poco amable, y si me apura ..... . -Poco atento, 6 lo que es peor ..... . -Más fina yo la he tratado. -y yo ha usted ménos grosero . -Señorita, I'S demasiado ..... . -Ya esto es mucho, caballero. -¿ Usted cree que es un tesoro P -¿ y usted que vale por cuatro? -¿ Piensa usted que yo la adoro? -¿ Y usted que yo lo idolatro? -Ja! ja! ja! Me da usted risa; Sublime, divina está: - Suba sobre esa repisa: ¡ Qué chiche ! ja ! ja ! ja ! ja ! -¿ Usted se burla de mí? -Es justo corresponderlo. -En amarla un tonto fuí -y yo una nécia en quererlo. -¿ Dice usted que me ha querido? -¿ Usted dice que me ha amado? -Cierto es, pero así me ha ido I • Ast tambiell la he pagado ! • • - • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TARDE 179 -Piensa usted que me avasallo Pues con tomar mi sombrero ..... . -¿ Se habrá. ido ~sted tí la calle? Es pública, caballero. -No vi mujer más mujer. -Ni hombre más hombro yo he visto. . Es usted un Lucifer! - j y usied el mismo Antecristo! -j La mujer! i así es su pago! La mujer!. .. mezcla, que oncierra El insulto y el halago, Hiel, almíbar, paz y guerra, Calor, frio, infierno, cielo, Amor, odio, risa, llanto, Virtud, crímen, fuego, hielo, Esperanza y desencanto; La ca.lma. y la tempestad, Lágrimas y carcajadas, La, traicion y la lealtad, Caricias y puñaladas; Maldiciones y sonrisas, Nunca, 8iemp~'e, ya, .iamas, Huracan y blandas brisas, Querubin y Satanás! -El hombre! i creacion extraña! ¿. Se le acercan? Se desvía; Cree en todo si se le engaña, Paga lealtad con falsía; Es tigre y es un milano, Es el placer y el dolor, ...... Es un esclavo tirano, Es verdugo y protector. Es débil y omnipotente, Es la union con el desvío, Dulce amargo, fuego frio, Agua seca, hielo ardien te ¿ Me río? lanza un suspiro. ¿ Lo mismo? viene el enojo. Me afloja si yo le tiro, y me tira si le aflojo. -Adios ! No nos une ya NinguD vínculo :í los dos; Pero :í usted le pesará; A los piés de usted, i adios , -Adios! Usted lo ha qucrido, Sea así: desleal! ingrato!. ..... Pero .. , un favor yo le pido: Devuélvame mi retrato. -Yo, desleal! ingrato, yo! Eso es ! ¿ las culpas son mias? No fué usted quien me trató ? ...... -y su ausencia de tres dias ? - Bien le consta á usted que el martes. Estuve enfermo ........... . -No hay tall Ha ido usted á todas partes -1 Si la han informa.do mal I -Mentiroso! _.Yo lejuro ... -,¿ Qué me jura.? ¿ que no es cierto? -Por supuesto! -Es un perjuro! -Primero me ca.iga muerto. -Vamos, sueltéme la mano No merece ...........• -¿ N o merezco? -Es un pícaro, un tirano Mire ...... á veces lo aborrezco. -Dame un beso -Se acabaron. -Toma! -Ay, Dios! besarme :i roi.. .... A mis labios lo robaron Los suyos ...... i qué gracia así i -Hoy mismo te vengo (~ ver. Me voy ahora ...... -Qué prisa. ! -Tengo una cosa que bacer Muy urgente y muy precisa • Siempre anda usted con urgencia.s --Sigue el usted? y qué l'igor I --No le faltan diligencias: Ni que fuera corredor! Si :i la oracion no he venido., .. ,. --No te dejo ni una mota; Sen tada allí me he dormido Tres noches como marmota.. --Hasta luego; feliz salgo Reconciliado contigo. . .................................. .. ..... , .................................. . y ella fué tí buscar su galgo, y el fué á buscar su amigo. ESTANISLA.O DEL CAMPO. ---~:~~:---- EL PEPITO VIEJO· La infancia es dichosa. Todo en ella. es inocencia, todo alborozo, todo place¡·. La senda que cntónces huellan las plantas del mOl'tnl, no tiene e pinas ni abrojos: no hay en ella iuo ro as en el suelo y aves en la arboleda. Y ése el mundo á lo pompo~o y engalanado cual un visto~o jardin. Oomo en la. mañan!\ del dia, en la de la existencia hay auroras lujosas d\! luz y dorados al'l'eboles; hay armonías; hay perfu-mes embriagadores; hay ura. y entusinsmo. i Quién en una. de sus horas de afan y ang1l5ti:l, en uno de sus dias de hastío, en uno de S l\' momentos ue arrepentimiento por la falta cometida, por 01 debet· irrespct!\do ; quién, decimos, no ha vuol to má de una vez su pensamiento hácia las ¡'iberas de la infanci:J, y suspirado por 'lquellos dias de inoccncia y felicidad? Pero la niñez está en ab~olutc esenta de pesares. Hay amas regañonas, cal'a de tempestad, que le hur­tan al niñJ los juguetes por sólo el placer de verlo ra­biar, que le Pl'ohil>en los dulces, que lo importunan pc.l' su desaseo, que le hacen etemos sermones sobl'e la. necesidad de juicio y sobre la. ejemplar conducta de los niños de la vecindad. Hay papás ceñudos que 110 pueden sufrir el1 la casa. el leve ruido de una. mosca, pero que sí gritan como unos cazadores, sin parar mientes que tambien los demas tienen tímpanos scn- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • • • 180 LA TARDE sibles. Hay libro!", los enemigos m ás crueles de la in fancia, los pcrtmbadol'es de todos los plancs de pí­caras aventuras. Hay, en fin, maestros que no se acuel'dan de sus fechorías de antaiíü, por lo cua l exigen que l os rapaces pionsen con madurez y apro vechen e l ti empo coruo un os filósofos sesudos . La juventud es la edad d el amor, del entusiasmo, de los sueños, de las esperanzas; es e l concierto de m i l dul ces voces; es el jardin de fuentes bullidoras y de flor es ricas de aromas y matices . ciudad. Si alguna Lella le hace un olemno de 'precio, ' 1 lo soporta con una rcsignacion hel'óica. Los pepitos I 'jítimo lo miran de o layo y lo maldicen de todo COI'azon, Algunas damas lo tratan con ciert.o cllriño, inspirado más por el rC e pcto que por la simpatía, y él se baña en agua rosada creyéndose todavía cductor. L:\ noche en que lo conocímos, preguntamos con candor quién era ese jovencito. Y quién no se engaña 1 Tiene dicntes postizo~, más blancos que la nieve. Danza quo es un primor, con máo dengues que una niña melindros a y más agilidad que un acr6hata. "Las ilu iones en tl'opel vistoso El soltcron es inútil, amen de nocivo. • Revuelan SlU cesal' ante u vista, No sirve para maldita la cosa, Sus hormanas son Sonidos armoniosos murmurando, sus o clavas . El día qu e encuentra en la camisa un Jl.IurmuranJo de amor frases divinas." pliegue desairado, nna mancba ca~i invisible, de se- . " . " , gu r o que arma camorra. AbUlre á todo el mundo. Es . La Juventud scna un para ISO , un perpetuo 1c1lho, SI maniático y charlat:1l1. no hubiera p '\s i one,; fogosas que c~mbatcn e l alma, Noci,;,o porque é l es una constante amenaza á la mo­como el ~oplo de los hura ca ~lcs mar~n os com?aten la I rali dad pública, Un corazon de veinte años guardará navo meCIda en alta mar: SI no hubIeran a~JlIgos co~'- pasiones fogozas, ardientes y t e rri bIes; pero al lado ruptores quc albagan como el alacran ~ a r a llltrc;>ducn: I de el l as b"y Doblez2- porque bay dignidad. El de un su ven e no en l os corazones no contamll~ad os aun:. SI olteron 110 contiene más que egOlsmo y viles preten­no bubiera mujeres que, como Ne~'on, n on de l os m ciones, Por ésta y otras mil razones, que por hoy de­cendio s que prenden, y como la SIrenas do Homero, positamos en cl tinte r o, cou la condicion de liue nos las con el encanto de s u voz y la melodí,a ~le su acent.o d e nlC h ' a de'Spues, en manera alguna admitimos el ce­matan ,a~ ~mprudente que se c1eteng?- ~ ?Irlas. li bato , gangrena social y fuente de calamidades pú- Lavll'lhdad es la edad del buen JUICIO. Ya las po., !.Jlica. siones se hallan amortig undas. Ya la. tempe~ades han Tres son la s ca us as del celibato masculino: la mala amainado. Ya pi ~ n s:\ uno con se rel1ldad y vo l~s cosas "ida pa sada , el orgullo y la tacañería. como ellas son, Serta esa edad reposada y umforme, El hombre cuya juventud pa ó entre las oleada, de si no hubiera p olítica , que trastorna cl juicio m~jor la corrupcion; que desde t e mprano se entregó en sentado, hace á l os h o mbres unos ,traficant~s del, ho- cuerpo y espíritu á l os tres enemigos del alma; que nor y de la verdad, quebranta vmculos SImpátIcoS, en crañó cornzones confiados y que se re,;,olcó en el enloda fre ntes limpias y deprava corazones bonrados; f¡lI ~go de s us p as ion es innobles ; e e hombre es ya in­sieno hubiera. obltga ciones dom é ticas que les rouan capaz de sentir un am or cual el matrimonio req uie re, el sueño á los ojos y la paz á el alma. . amor puro, de s interesa do y fi e l. Con razon que so es- La vejez, si bien su hielo, tiene .muc~o de d~lce. S! pante ante los conyuga le s , cual s i vieso abier-huyeron ya las esperanzas de aca ab,aJo, empl ez~ n a to á sus piés un abis m o in fondo, , . repartir su luz las es peI.'anzas que d esc Ien:c1en del CIelo, Hay s uj e t0s que se fUl'man de SI mismos una Idea En l os hij os y en l os lllet~s se ,:e el an?IanO r eprodu- m ás vasta que el uIJivel'so con tO ll::s sus 010]('S y sus cido, y siente que su eXI~tencla se ?tlata, como. la infinitas inmensi dad es. E~ dóndo podrán ha.llllr una onda. que e l golpe de una pI edra form ? en un lago 1l1~ mauo digna de ser unida a la. suya; en dónde un cora­men so , como ~l eco de un:>.. voz repetIda ac á y a c nlla zon que mel'ez ca su amor? por las r oc as de la montaña. La vejez s:ri3. la e.dad Hay otros que desde j óvenes se entregan al ajio y del d esca n so y de los gratos rccuerdos SI n o hubIera á In u¡;ura, ApéO'anse al rlin p!,o como la. ostra á la hijos des~bediente~ que i.l:r es~etan las caUllS de s~s r oc~, como e l á rbol á I:l. ma d r e ti e~ ra. Elbs recbn.-r.an padres; SI no hUlllera hIjas mmoderadas que m as c l m:.lrirnonio co mo un ma l n egocIO . Cuando les llega bien presta u oido á SJlS vanidades que á las am onesta- á el alma la tentacion de l amor, la auyentan con el ciones del anciano: si no hubie ra gota que tulle los soplo de un cá lc ulo. Oh! se gasta tanto en mantener piés é hidropesía que bincha las pi e r~as. viva l a llama ele un b oga r! ¡Se ban puesto tan cllros le en alto grado es la v ejez , cuando ella la s telas y lo co m es tibl es l. . . .. . . eabe r e p etar se á sí misma. Conocemos cab ezas canas \' olvam os á nuest ro don Canuto, porque él jamas ante las cuales s iempre descubrimos la nuestra, com o pe rd ona In más lige ra d es atencion. Fi p asá r amos p or laf; pue rtas de un santuario. La cien Ouando so persU3da d e lo ridículo del papel que ci3. y la virtud embellecen ros tros rugosos . Forman d esl'mpeña; cua ndo libro ya de u nécia vanidad, pa­e llas una amalea en t orno á una cabeza c'lrgacla de see los ojos on tomo s uyo, y se vea aislado; cuando años y merecimientos. ya la s m úsicas y las luces de los bailes no soan bas- Pero h emos d~ch?, l.a v eje z .es respetab.l~ s iempre tan tes poderosas :i a tu rd ido y ueslumbrarlo; cntón?es que se res pete l es~a condlclOll fal ta, elltid. e n su alma un {l'Ío s e pulcral y un negl'o vaclO : fa lta toda respe tabiliuad. entó n ces por atOlondrarse se lanzal'ú á las tempe;,ta- Nada hay más ridículo que un pepito 'oie.Jo , des de la política, ó se dará en cuerpo y alma al de- A dur::.s p e nas hemos ll ega do á nuestro t e ma: lJe- monio de la aval'Ícia, ó se adormeced con los regalos mos como el lector l o ba visto, tal vez no sin enfado de Baco. Él it~paciencia, hemos hecho mil rodeos ántes de po­nerle la mano. Y á qué ese hueco cbaI'latanismo y ese binchar fra­. es sin sentido? Preg untará quizá algun señor asom­bradizo, de esos para qui e nes" el tiempo vale dinero." E s que el respe to ba extraviado nuestra péñola, y ueteuídonos ante el vene mble sujeto que vamos á I nnalizr.r. Sí respetamos á don Canuto, porque al tra­ves de sus cosméticos adivinamos sus cabellos blancos y las arrugas de Sil ros tro. Dicho señor frisa C011 los cincuenta y dos; pero él no se da por entendido. En vano el tiempo le golpea l a espalda con su mano de esqueleto, y le lanza sobre l a cabeza pardas cenizas; que él subsana al pront.o c ada berida y tiñe cada cana importuna. Yeréislo lector nuestro en todas las tertulias de la EIi:RIQUE ALVARFZ. IEntoncesy hoy! I Tempus ridendi, tempus dendi! Eclesiaate1l. i Todos juntos allí... cerca del leño Del hogar •..• mis hermanos y mi madre •••••• -j Porque en el cielo estaba nuestro padre!­Cada cual nuestl'a dicha y alegría, En dulce medio·sueño, Contaba. y BonreÚ\ ! ..• • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • LA TARDE 1 1 i Y los años huyeron ! . .. ¡ Divididos Familia y bienes . .. ¿qué nos resta? ... ¡N adn! i Roy somos una. raza. desgraciada Que como a r enas de la playa, erramos ... y dicha, y tiempos idos, Contamos .... y llo ramos! ... TEmsTo cLE'3 TE.TAD .L TU Y YO . 1. Tú crea hel'illo.;¡a, modosta y pura, Tierno, Elcosible y amante yo; Tú eres el ángel de la ventura, Yo soy un alma que hirió el dolor. lI. Yo soy la noche, tú eres el dia, Yo soy la lira, tú la cancion, Yo soy la planta, tú la ambrosía, Tú ere.3 el anra, y el árbol yo. lII. Mi amor es tuyo, tu amor imploro! Seré tu amparo, serás mi bien! Enjuga amante mi acerbo lloro, Que yo tus sueños realizaré! J. M. VELASCO CASTILLO. EL REY DE BASTOS. l. sala ménos enneg'recida dol castillo, en nn l ocho con pabellones usados por el tiompo, un ancia­no, colmado de años y acribillado de las nobles cicatrices de la guel'1'1l. pasaba por el duro tran­ce de la agonía. A l a cabecera del lecho habia dos hombros y un porro viejo. E l uno ora sl'xajenario y estaba llorando; el otro tenia apénas veinticinco años, era hermoso y se hal1ab" en una actitud triste y altin i no ll orab a, porque las l:ígrimas son iudignas de un hombre, pero la expresion de sn fisonomía a testiguaua q U El su dolor 116 em mónoa grande que e l del otro. Este último e ra el hijo del moribundo; el otro no era más que un criado. Estas tres personas y el perro viojo e r on los únicos habitantes del castillo; y pOlo cie rto que en aquella época de servidumbre muy pobre d ebia ser l1.quel noble que no tenia :í la ca bece­l'a de su l ec ho de agonía mns qu e l.ll j óve n, un criado inútil y su perro, ose tipo por exce ­lencia de la fid e lidad en el infortunio. El moribund o habia sido un valeroso so ldado . Eayardo, su padrino, habia tenido en él un digno ahijado, y su amo el rey un dofen~or de­cidido. ]~l guerrero moría pobre y solo, pero su últi­ma hora era apa cibl e, serena, maj estu osa como el ocaso de un h e rmoso día: habia vivido bien, y mol'Ía como habia vivido. -Recto r, d ec ia. á. su hijo que se hallaba en pié, inmóvil y si lencioso á su lado, cuando ciúrre l os oj os, irás á Paris. -Está. bie n, padre mio , re s pondió el jóven con una voz tristo y sonora. -En ese cofre hallarás un bol. i!lo ll e no de oro, que me ha costado veinte años de trabajo ... trata pues dc economi~arlo. Tomarás mi es pada que está colgada aquí en mi cabecera, que es vi eja como yo, y que como yo ha h erido siempre En un valle situado entro Gab y Grenoble por delante, no lo olvidos. En la cuadra hay un existen todavía, á. la hora. en que escribimos, las ca ballo jóven de nu estras montuiia s, ardiente, ruinas de un castillejo de la edad media, desha- infatigable, y que to llevará de prisa por esos bitado hace muchos siglos y que, en 1ns épocls mund os ; móntale en seguida. caballerescas, fué la residencia de valicntes no- -E tá bien, padre miu. bIes, de los cuales el último es el héroe auté n- Irás á v e r al r ey Cárlos IX y le dirás: Se-tico de la presente historia. ñor, soy noble y me llamo Furmoyer. Y el rey Muchas veces en nuestra infancia hemos vi- si tiene memoria, se a cordará que hubo en sus 6itado con la. escopeta al hombro esas ruinas ejércitos un capitan con este no::a bre que le que, á decir verdad, no tienen nada de curioso salvó tres vec es la vida: cse capitan soy yo. para. los arqueólogos, pero cuyo nombre y pinto- Lo sé, padre mio. rezca posicion seducen y encantan. Muero pobr e ; nue"tro castillo se derrumba Este castillo, en el dia arruinado, se llamaba como nuestra raza, d e la que eres el último la . haóitacion del r ey de Bastos, y se hallaba vástago. Sé valiente, y sosten con tu brazo y tu edificado sobre una roca dominanao un valle corazon la. lealtad de tu sangre y 10'S muros en­donde se descubren gt.'andes viñedos y hermosas 1ireabiertcs d e tu castillo. El rey cuidará de tÍ. pradErras. -Sereis obedecido, padre mio. ¿ No teneia Chasco se llevará el que pregunte al labrador nada más que mandar? que ara la tierra alIado, ó al pastor que lleva -Uoa. sola cosa: un afecto sin límites el se­n pastar su rebaño al sitio mismo en que estuvo ñor duque de Aojou, en el dia rey de Polonia. la plaza de armas, porqué le llamaron la. habi- Enrique de Va10is fué mi discípulo, yo le tuve tacion del rey de Bastos; para. saberlo, hay que en mis brazos cuando em niifo, y le amé como tomarse el trabajo de ojear las crónicas del te amo. En la batalla de Montcontour, la. espa­Delfinado en la Biblioteca de Grenoble donde da del duque de Anjou cortÓ nn brazo que me se halla la historía siguiente; . amenazaba; sin él, tu padre habria muerto diez n, Una noche de agosto del Año de 1488, en 11\ años ántes. Acuérdate de eso, hijo mio. Además, ten muy presente lo que. voy á decirte: te pa­reces tanto al rey de Polonia, que si oa vies~ á. los dos juntos aquí ahora, vestidoli con el ml.S ~ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • • • 1 2 LA TARDE mo traj e, ñ0 sabría cual !,le los dos es mi hijo. El j óven hizo un ademan de sorpresa. -,i, Quién sabe, dijo el viejo inspirado, si la Providcncia no oculta algun designio en una circunstancia tan extraordinaria? ¿ Quién sabe si Dios te reserva el honor de exponer tu vida por un rey corcnado ? - Lo haré, dijo sencillamente Héctor de Fur­meyer. y sin duda subió de su corazon á su cerebro una bocanada de orgullo caballeresco y de no­ble ambician, pues levantó altivo la frente como su padre y murmuró: --Quién sa be ? El se ñal' de FUl'r.:leyer murió aquella noche. Su cuerpo fué depositado en la tumba de sus antepasados, y Héctor de Furmeyer, despues de ~aber gritado tres veces al umbral del sepulcro: Adius, padre mio! montó á caballo y desapa· • reClÓ. El viejo criado y el perro se quedaron por únicos guardianes del palacio desmantelado, to­da la herencia paterna! IIl. Quince dias despues, esto es, una mañana del mes de Setiembre del mismo año, un hombre á. caballo que iba por el camino de Borgoña y una litera que venia de Paris se detuvieron casi si­multá. neamente en la posada de la Encina Co­ronada, en Villauueva de San Jorge, bonita al­dea que se encuentra entl'e Paris y Fontai­nebleau_ El jinete era nuestro jóven amigo el conde Héctor de Furmeyer, montado el:. su soberbio alazan con una pobre maleta sobre la sil1&., ce­ñida la espada paternal, y en sus calzas el bol­sillo lleno de oro que habia hallado en el viejo cofre que le indicó su padre, oro que habia eco­nomizado en el camino como se economjza y se guarda el único talisman en que ve uno su for-tuna. , El jóven habia caminado á cortas jornadas, al trote algunas veces y otras al paso, pidiendo la hospitalidad cuando le sorprendia la noche en la verja de un castillo, ó por lo regular acostán­dose en una mala posada, con malas provisiones de boca y mala cama. Sorprendido la vispera por una tempestad, se habia guarecido de ella lo mf;ljor que pudo en la cabaña de unos leñadores del bosque de Fontai­nebleau, y habiendo sabido allí que estaba ya cerca de Paris, se puso de nuevo en marcha á eso de las dos de la mañana, tan deseoso estaba de llegar á las puertas de ese Paris celebrado ya en aquella epoca, y que llamaban lagmnq,e ciudad. Desgraciadamente, al cabo de ocho horas el ca­lor del dia le ahogaba, e 1 caballo sudaba á cho­rros, el horizonte estaba desierto, y Paris se ha­llaba léjos todavía. porque era modesto y sencillo como lo son siem­pre las personas noblemonte altaneras. Apénas se habia sentado lÍ descansar esperan­do que le trajeran el refrigerio, cuando la litera se detuvo en el umbral y bajaron de ella dos mujeres jóvenes y hermosas, tan hermosas que el conde Héctor estuvo á punto de lanzar un grito de admiracion al verlas. Ambas iban vestidas como unas sencillas da­mas de la nobleza, pero su aire de elegancia y sob"e todo el acento pausado é italianizado con que pidieron un cuarto al posadero, acento que Oatalina de Médicis habia puesto entónces á la moda, denotaban bien á. las claras que eran se­ñoras de alt:J. alcurnia, para que el jóven noble no se engañara, á. pesar de que jamató habia visto la corte. La una era rubia, pequeñita y robusta como una pintura de Boucher ; la otra, por el contra­rio, era alta, esbelta, morena, con los cabellos negros, los ojos negros, las manos delicadas, la nariz atrevida, la boca de un rojo subido y la frente pensativa y ancha; su mirada era pro­funda, fija, é involuntariamente hacia bl:l.jar los • OJos. Pasó del brazo de su compañera sin notar la presencia del jóven, pero este, por el contrario, la devoró con los ojos, y sin duda se puso á pen­sar que el hombre que pozeyera por único bien la sonrisa y el ccrazon de aquella mujer seria el hombre más rico de la tierra. -Nevers, dijo á media voz á. su compañera, vamos á pasar el dia aquí. Estoy viendo por las ventanas de esta sala la verde copa de un casta­ño; el posadero nos dará alguna cosa bajo. su sombra, y tú me leerás despues de la comlda algunas páginas del nuevo libro del señor abate de Brantome. -Sí señora, respondió la rubia incliná.ndose respetuosamente. -Pobre Nevers, la dijo riendo, estás tan acostumbrada á tratarme como reina delante de la gente, que delante de tu posadero te olvidas de que eres mi hermana y amiga: ¿ no sabes pues que viajamos de incógnito? -Teneis l'azon, mi hermosa Margarita, res­pondió la que llamaban Nevers; trataré de no olvidarme de ello. -Ven aquí, dijo Margarita tomándola del brazo, ven á la sombra de los castaños, donde tendremos un festin mejor que en la mesa de mi hermano Oárlos. Héctor de Furmeyer se hallaba á distancia para oir este dialogo; pero Héctor veia y ad,­miraba, sin oir ni compl'ender nada_ Ou¡¡.ndo las dos damas se instalaron en el .ardin bajo el árbol que les habia gustado tanto, JHéctor halló su puesto tan oscuro é incómodo que suplicó al posadero le sirviese la comida junto á 181 ventana que daba al jardin. Héctor, para no acabar de matar á su caballo, juzgó prudente apearse en la posada de la En­cina C01"Onada para tomar un poco de descanso. En efecto, arrojando la brida á un mozo de la cuadra que se presentó, entró en la posada, y pidiendo un vaso de vino y un pedazo de carne, De colocó en el riucon el máa oscuro de la sala, El posadero obedeció, porque no vió en ello ningun impedimento. Como es fácil de prosumir Héctor comió muy poco ó nada; pero pegó su ojo á las persianas medio cerradas y clavó sus miradas en las dos mujeres que comían uvas una á una como dos palomas delicadas, desdeñando los platos de carne que tenian delante. Héotor parecido á. esos niños á. quienes se • • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. - LA TARDE 183 - enseña una imágen de la Madona, protectora El parecido era extraordinario, salvo la dife­de los marinos, y que, consagrados por inclina- rencia de que el rey de PoloDia tenia la mirada cion á la vida marítima, cruzan las manos y más severa y más altivez en s u frente _ oran á e,a estrella divina. que guia á los buques Caballero, dijo Margarita sonriendo á Héc­por el inmenso océano, Réctor juntó las manos tor, la naturaleza tiene caprichos sin g ulares co­admirado, creyendo ver en aquella mujer her- mo lo prueba el haberos dado el mis mo )'ostro mosa y desconocida, su futura estrella polar, su que:\ mi hermano. Perdonadme el engaño. puerto de salvacion en Paris, en ese otro océa· --A mi me toca, rcspoudió Héctor cuya vozso no de locas y siniestras tempestades. alteraba cada vez mál:!, á mi me toca pedir gra- AlH permaneció inmóvil y atónito adorando, cía y perdon por la indiscrecion en que he incur­por decirlo así, en la sencilla frescura de su al- rido poniéndome á esa ventana. He sorprendi­ma, aquella maravillosa criatura que se le apa- do sin querer el misterio en que os envolviaíó. recia como un {tngc!. Si teneis interes en conservar el incógnito os Pero entretanto que admiraba mudo y teme- juro que el secreto os será guardado. roso, las dos hermosas damas comian y char- Si á primera vista néctor de Furmeye\' tenia laban. ¡, un ¡'ostro ménos altanero quc el rey de Polonia, -Nevers, decia la morena, ¿ no es cierto que cuando se le examinaba atentamente, se veia es hermoso salir el mejor dia. de Paris como que en cambio era más jóvcn y hermoso. hemos hecho, sin ruido y sin estrépito para vi- Margal'ita le miraba escuchándole, conmovida vil' durante quince dias en las praderas yen con la triste y grave melancolía da su voz que los bosques, hablando bajo los árboles esa her- parecia velada por secretos padecimientos. mosa lengua latina que sabemos tambien como Caballero, le dijo al fin, ¿ puedo pregunta­maese Dionisio Lambin, el profesor de la uni- ros porqué os hallais aquí, y cuál es vuestro versidad ? nombre? -Es magnifico en efecto, respondió la rubia, Me llamo el conde Héctor de Furmeyor. Mi tanto más cuanto que no llevamos de tras do padre muerto hace quince dias, era capitan en nuestra litera los guardias de su Majestad, y los ejércitos del rey Cárlos IX. entre otros el coronel Harnibieu! ---Me acuerdo! exclamó espontáneamente la La morfina soltó una ea¡·cajada. reina de Navarra j mi hermano Enrique de Ya- -Loca! la dijo! olvidas que l\i. de Crillon es lois me ha hablado mucho de él, diciéndome el mejor capitan de los ejércitos del rey, y que que le habia oido decir repetidas veces; señor, Enrique de N avana mi buen esposo, hace de él tengo un hijo que es vuestro retrato! gran aprecio? ---¿ Y vais á Paris ? continuó Margarita com- -Oh! no lo olvido; pero tiene una cara tan placiéndose de interrogal' al jóven. particular_. _ ---Si señora. Cuando la duquesa de Nevers acababa su ---l. Yeréis al rey? frase, su colhpañera dió un grito y se levantó ---Lo creo. tendiondo los brazos hácia la ventana. ---Tomad, amigo mio, le dijo e¡acando un brí- En la ventana se veia una cabeza pálida y , liante de su manó; de noche no os abrÍl'in el con-yulsiva, la de Héctor de Furmeyer, que con po~tigo del Louvre, pero si v~is de dia, ~o te­las lmprudentes palabras de las mujeres acababa nelS más que hacer que ensenar este amllo al saber al mismo tiempo á qué categoria perte- capitan de suizos que os introduzca. Sin embar­necia la que tanto le asombraba, y lo pronto go, os aco~sejo q'!e espereis mi vuelta al Louvre j que debia encerrar en lo más recóndito de su yo os servlré de mtroductora. corazon sus locas y temerarias esperanzas. ---Esperaré con mucho gusto. _ Enrique! gritó Margarita de Vdois, por- . ---Iba á Fontainebleau por quince dias, pero que era ella, creyendo reconocer al de Anjon. bien pensado, intes de ocho estaré de vuelta. -El duque! exclamó á su vez madama de ---Oh! oh! pensó Nevers, muy complacient. N evers. está . Mi het:mano ! -.El rey de Polonia! ron á un tiempo á ambaa j,¡¿1 la ventan ese con el rey el pun­hermana se engañara. murmuró Margarita. de Valois ""sto. tan rara! esclamóla duquesa. de • pumer momento de sorpresa la rei-experimentó una especie de rabia. en l

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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 45

Por: | Fecha: 10/08/1875

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • -... ___ ----¡G;--¡~ S ~ 2 ?~,-;¡:s------ PERIODICO DEDICADO A LA LITERATURA . • Serie IV. Bogotá, 10 de Agosto de 1875. Número 45. _A A~DE, EL CANTOR DE LA MARSELLESA. A MI AMIGO EL SEÑOR DAVID GUARIN. En los años tempestuosos que dieron fin al siglo XVIII, cuando la Fr.lncia e levantó para sumergir en sangre los allU~os de algunas clases de la sociedad y pa­ra devolver al mundo ava allado los oerechos natum­les del hombre, brotó una generacion nueva, una gene­racion titánica que será el ascmbro de los siglo. un­ca se prescntaron tantas frentes merecedoras del gue­rrero laurel; nunca resonó la tribuna con tan ígneos y varoniles acento ; nunca tronó en la Jira con tanto vigor la inspira.cion de los poetas. " Qué hombres y qué tiempos! " es preciso decir con E squiro5, al leer laslnginas de aq uella historia terrible. Y qué figul'lls no se ven entre el hUIDo de los arcabuces y al brillo sinies­tro de la guillotinn, coronadas unaS con la mnje tad del martirio, afeafla otras con la huella del crÍmcn ! Hasta el sexo dulce, en cuyo corazon habia puesto la naturaleza el lecho del amor, parece adqUIrir la forma varonil y quel'er Incllar en fuerza con el hombre: ya no se corona con fiores sino con la cinta revolucionaria: ya no tiene manos para llcariciar, sino para encender la mecha. fulminante y para blandir el puñal. Los mis, mes episodios del amor participan de cierta aspereza, de cierto grandor que atemoriza: aun en el corazon de las montañas se los ve pasar al reflejo fúnebre de las urnas, al compás de los cánticos de muerte! En medio de tantas y tan colosales figuras; en me­dio de tant~s y tan interesantes e cenas, los historia­dores de aquel tiempo recuel'dan un nQmbre y una es­Cena que merecen ser conocides. ROUGET DE LISLE, el cantor de la MARSELLESA, el autor de la cancion ft'ancesa por excelencia, la nube que brotó de su seno, esa chispa eléctrica á cuyo contacto se levanta como un solo hombre un pueblo entero de cuarenta millones de cabezas. Canto inmortal donde hierve, como la la­va en el Etno, el entusiasmo popular, el C01'azon de la Francia t No hay en la tierra quizás un solo lugar, bollado por la planta de un frances que no haya resonado con las notas de este himno j y no bay un solo frances que no se haya estremecido al preludiarlo. Rouget de LisIe habia nacido en los senos rocallo­SOS del Jura, y babia sentido Ondear su cuna bajo una corona eterna de nieve, al rugido de las fieras, entre el rumor do los helados torrentes desprendidos del Alpe Por eso en un cuerpo, digno del buril de Fidias, encerraba una alma vigorosa y enérgica, una alma cu­ya mi. ion era volar, como el águila intrépida posada sobre las cumbres del Jura cuando en ella se mece la tormenta. Personificacion del talento y del valor, abra­zó como pen adol' profundo la revolucion (manchada despues con el crímen) y buscando la idea, puso al servicio de ella su espíritu y su brazo, Eran los meses frios de lí92. Rouget de LisIe estaba de gllarnicion en Estra~burgo donde á la sazon ocupaba el frente de la Municipalidad un revolucionario de Alsacia, llama­do Dietrik. Allí e peraba á Rouget la copa que coro­na de flores la amistad ó tal ,ez la qu(' corona el amor j allí encontró el hogar encendido y el paso franco en los corazones simpáticos de las dos bellezas alsacia­nas, hijas de Dietrik. Cuándo no ha sielo la mujer el genio i nspi radol' de las gl'andes accione!';, el confidente del genio! La alsaciana, en efecto, inflamaban más y más el númen de Rouget: apénas salia de los labios de este una estrofa, ellas mismas la recogian, y encen­dida todavía la mecian en sus arpas y en su garganta, y con ella inflamaban el aura. Mas, la escasez COmen­zaba á extenderse 6n la me a de Dietrik: ya no que­daba en u sótano sino una botella de vino. " Que la traigan, clamó el virjo revolucionario: no importa que fal te la abundancia en nue tros f~stines, si obra el en­tu iasmo popular en nuestras 11c ta'! cí vicas : es preci­sO que de LisIe saque de estas gotas últimas un himno que lleve al corazon uel pueblo la embriaguez de don­de ha salido, " De Li le bebió: bajó la ternura á su corazon y vino :í. su cabeza el fuego, el pensamiento de lo alto, Oh! quién le bubiera visto en las altas horas do aquella noche memorable, azotada su frente pOl' las frias ráfagas del vient.), encendidos ojos por el bri­llo interior, arrancando al piano melodías inauditas, , Durmióse al fin sobre el in trumento compañero de su gloria: nada bnbia escrito hasta entónces. Pero aun cuanuo su cuerpo yacia adormecido, u alma vivia, su alma hervia por una. icspiracion inefable, Despertó al fin, cuanuo se alzaba el albay murmumban las brisas. y al despertar escribió! •.• Pocos momentos despues algunos revolucionarios se reunieron en el salon, y en­tónces unidas las voces do la. hija mayor de Dietrilr - de Rouget, lanzaron por primera vez ni espac! tico inmortal: , Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. , J , • S03 LA TARDE • AlloJ1e enfants de la patr:e, Le j onr de gl oire est arrivé. Contre DOlla de la tyrannie L' étendard sanglant e s t levé. . . .. . .. ~ .... .... . . . . . . ..... La primera frente que palideció de emocion ru é la de Díetrík; sus lágrimas de entusiasmo las primeras que corrieron; su homenaje sincero y purísimo el pri­mero que recibió De LisIe. Ay! quién hubiera di cho que pocos meses despues el ruido del carro que llevaba al poeta, á recibil' laureles y al anciano ti tender el cuello en la guillotina, babia. de mezclar su monótono ruido al son terrible de la Marsellesa, lanzada al mun­do desde los hogares de Dietrik por el amigo de sus b ·· , . IJUS ••••• Pronto la recogió el pueblo, llevándola de boca en boca y de pueblo en pueblo: los clubs de Marsella atronaban con ella las bóvedas de los edificios donde se reunían, y de donde salian turbas de facinerosos pidiendo la asolacion de la Francia. • J. J. BORDA. --=:::"">C><:>o<=== __ o LAS VELADAS. I En las oscuras noches del invierno, En dulce intimidad se reunía La familia, en la me5a circular l... ! Y allí mi madre, con cariño tierno, Nuestro grato alimento repartía, y al concluír nos enseñaba á orar L. , • I Y esa casa y sus goces despreciamos, Pues luego la vendimos ... y en el mundo Desde entónces vivimos con dolor l. .. i Ay 1 i Tánta ingratitud penando vamos, Pues como aquel no hay otro hogar segundo Que nos abrigue con igual amor!. .. TEMISTOCLES TEJADA. 1875. , EL MISERERE. Hace algunos dias que visitando la célebre abadía de Fitero y ocupándome en revolver al­gunos volúmenes en su abandonada biblioteca, dt!scubri en uno de sus rincones dos ó tres cua­dernos de música bastante antiguos, cubiertos de polvo y hasta comenzados á roer por los ra- • 're. • ,sica, pero le tengo tanta afi- C.I) UU.-. 1" nO h: h .1 l un u pa. t.. ~~'l llcrta!:l ( a entenderla, suelo coger una l ópera, y me paso las horas ) sus páginas, mirando los gru­, ó ménos apiñadas, las rayas, os triángulos y las especies de e Dot ·círcu. • etcéteras, que llaman llaves, y t odo esto sin com ­prend e r una jota ni sacar maldito el pl', ) vecuo. Oonsecuente con mi manía, repasé I Uil cu a der­nos, y lo primero que me llamó la atondan fué, que aunque en la úlLima página JJabia esta pala­bra latioa, tan vulgar eu todas las obras,jinis, la verdad em que el Miserere no e~taba termi­nado, porque la música no alcanzaba sino hasta el décimo ver sículo. Esto fué sin duda lo que me llamó la a teneiOll primeramente; pero luego que me fijé un poco en las hojas de música, me chocó más aún el ob­Sl3rvar que rn vez de esas palabras italianas que ponen en todos, como rnaestoso, alLe.fJ/'o, 1·itm·­d o, lJ116 vivo, á pia cce1'e, habia unos r englones cscritos con letra muy menuda y en aleman, de los cuales algunos servian para ud vertir cosas tan difíciles de hacer como esto: Crugen .. ent, gen los huesf) s, y de sus médulas han de pW'e­cer que .'Ialen los alaridos;, ó esta otra: La cuerda aulla sin disc(l1'dar, el metal atruena sin ensm'decer ;' P ? 1' eso sue,na todo, y no se confun. de nada y t odo es la humanidad que solluza y gime;, ó la más original de todas, sin duda, re­comendaba al pié del último versículo; Las notas son huesos cubiertos de caTne j lumb-re inextinguible, los cielos y su annonía ... ¡fuerza! fuerza y dulzzlTa. -¿ Sabeis qué es esto? pregunté á un vicje­sito que me acompañaba, al acabar de medio tra­ducir estos renglones, que parecian frases escri­tas por un loco. El nucillno me contó entónccs la leyenda. que voy á rElferiros. . l. • Hace ya muchos años, en una noche lluviosa y oscura, llegó á la puert.a claustral de esta aba­día un romero, y pidió un poco de lumbre para. secar sus ropas, un pedazo de pan con que satis­fact1r su hambre, y un albergue cualquiera donde esperar la mañana y proseguir con la luz del sol • su earomo. Su modesta colacion, su pobre lecho y eu en­cendido hogar, puso el hermano á quien se hizo esta demanda á disposicion del caminante, al cual, despues que se hubo repuesto de su can· sancio, interrogó acerca del objeto de su romería y del punto á que se encaminaba. -Yo soy músico, respondió el interpelado; he nacido muy léjos de aquí, y en mi patria gocé un dia de gran renombre. En mi juventud hice de mi arte un arma poderosa de seduccion, y en­cendí con él pasiones que me arrastraron á un crÍ­meno En mi vejez, quiero convertir al bien las facultades que he empleado para el mal, redi­miéndome por donde mismo pude condenarme. Oomo las enigmáticas palabras del desconocido no pareciesen del todo claras al hbrmano lego, en quien ya comenzaba la curiosidad á despertar­se, é instigado por éste continuara en sus pregun­tas, su interlocutor prosiguió de este modo: -Lloraba yo en el fondo de mi alma la culpa que había cometido; mas al intentar pedirle á Dios misericordia, no encontraba palabrae para expresar dignamente mi arrepentimiento, cuan­do un dia se fijaron mis ojos por casualidad sobre un libro santo. Abrí aquel libro, y en UD&. do tUS • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TARDE 304 páginas encontré un giO'fl.ute grito de contl'icion sobre el cóncavo peñon, de donde nace la casca­verdadera, un salmo de Da.vid, el que comienza da, que despucs de estrellar e de peiion cn pe­i ltIiso'ere mei, Deus! De de el iu!:tante en que iion, form:\ oll'iachuelo que viene :\. bañar los hube leido sus c:,trofa~, mi· único pensamiento muros de esta abadía, fué hall l' una forma mu ical tan m:lgní6ca, tan -Pero, interrumpió impaciente el músico, ¿ y snblime, que ba"tase á contener el gran, .BS llamas redujeron el monasterio á escom- punto en que se levantan negras é iml - Ji de la iglesia áUD quedan en pié las ruinas . las ruinas del mona.sterio. • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 305 LA TARDE La lluvia babia cesado; las nubes flotnbnn en o cura . bandas, por entre cuyos girones se des­lizaba i veces un furtivo rayo de luz pálida y dudosa; y el aire al aZútl11' los fuertes mach ones y extenderse por los desiertos clá ustl'Of:l d iríaso que exhalaba gemidos. Sin cmbargo, nnda sobre· natural, nada extraño venia á heril' la imagi­nacion_ Al que habia dormido má de una no­che sin otro amparo que las ruinas de una torre abandonada ó un castillo solitario; al que habia arrostrado en su larga peregrinacion cien y cien tormentas, todos aquellos ruidos le eran familiares. Las gotas de agua que filtraban por entre las grietas de los rotos arcos y caian sobre l::.s 108'\s con un l'umor acompasado, como el de la péndula de un reloj i los gritos del bubo, que grazna ba refugiado bajo el nim bo de piedra de una imágen, de pié aún en el hueco de un muro; el ruido de los reptiles, que de piertos de su letargo por la tempestad sacaban sus disformes cabezas de los agujeros donde duermen, ó se arrastrauban por entre los jE1ramagos i los za1'­zales que crecian al pié del altar, entre las jun­turas de las lápidas sepulcrales que formaban el pavimento de la iglesia, todos ews extraños y misteriosos murJluilos del campo, de la sole­dad y de la noche, llegaban peceptibles al oido del romero, que sentado sobre la mutilarla esta­tua de una tumba, aguardaba ansioso la bora en que debiera realizarse el prodigio. Trascurrió tiempo y tiempo y nada se percibió; aquellos mil confusos rumores seguian sonando y combinándose de mil ::naneras distintas, pero siemprc los mismos. -j Si me habré engañado! pensó el músico; pero en aquel instante se oyó un ruido nuevo, un ruido inexplicable en aquel lugar, como el que produc~ un reloj algunos segundos ántes de sonar la hora, l'uido de ruedas que giran, de cuerdas que se dilatan, de maquinaria que se agita sordamente y se dispone á usar de su mis­teriosa vitalidad mecánica, y sonó una campana­da ... dos ... tres ... hasta once. En el derruido templo no habia campana, ni reloj, ni torre ya siquiera. Aun no habia espirado, debilitándose de ecl> en eco la ultima campanada; todavía se escu­chaba su vibracion temblando en el aire, cuando los doseles de granito que cobijaban las escultu­ras, las gradas de mármol de los altares, los sillares de las ojivas, los calados antepechos del coro, los festones dc tréboles de las cornizas, los negros machones de los muros, el pavimento, las b6vedas, la iglesia entera, comenzó á iluminarse espántosamen te sin que se viese una autorcha, un cirio ó una lámpara que derramase aquella insólita claridad. Parecia como un esqueleto, de cuyos huesos amarillos se desprende ese gas fosf6rico que bri­y humea en la oscuridad con una luz azula- :nquieta y medrosa. • • nll I t . .. " i ns t I L-,' '') pareció animarse, pero con ese movi­.... albánico que imprime á la muerte con­que par.odian la vida, movimiento más horrible aún que la inercia del 'gita con su descouocida fuerza. "'eunieroft á las piedras; el ara, utos se veían ántes esparcidos , ve -, - sin órden, se levantó intacta como si acabaso do dar en ella su último g()lpc de cincel 01 artIficfl, y 111 par dcl ara se levuntaron las derribada, ca­pillas, los rotos chapiteles y las destrozada ó illlnen as série de arcos, que cruzándo~e y nla­zándose capri-chosamente entre sí, formaron con sus columnas un labcrinto de pórfiuo. Una vez reedificado el templo, comonzó á oir~ un acorde lejano que pudiera confundirse con el zumbido del aire, pero que era un conjunt de voccs lojanas y gr,lve., que parecian .alir del seno de la tierra é irsc elevando poco á. poco haciéndose de cada vez más perceptible. El osado perogrino comenzaba á tener miedo; pero con su mieuo luchaba aún su fanatismo por todo 10 desudado y maravilloso, y alentado por él dejó la tum ba sobre que reposa ba, se inclinó al bordo del abismo por entre cuyas rocas saltaba el torrente, despeñándose con un trueno ince­sante y espantoso, y BUS cabellos se erizaron. Mal envueltos en los gil'ones de sus hábitos, caladas las caP'Achas, bajo los pliegues de las cuales contr-astaoan con sus descarnadas mandí­bulas y los blancos dientes las oscuras cavidades de los ojos de sus calaveras, vi6 los esqueletos de Jos monjes que fueron arrojados desde el pre­til de la iglcsia á aquel precipicio, salir del fon­do de Ir., aguas, y agarrándose con los largos dedos du sus manos de hueso á las grietas de las peñas, trepar por ellas hasta tocal' el borde, di­ciendo, con voz baja y sepulcral, pero con una de garradora expresion de dolor, el primer ver­siculo del salmo de a David; --i ':1I:Iicerel'e meto Deus, secundum magnam miserico1'llíam tuan! Cuando los monjes llegaron al peristilo del templo, se ordenaron en dos hileras, y penetran­do-- en él fneron á arrodillarse en el coro, donde con voz lllás levantada y solemne pl'Osiguieron entonando los versículos del salmo_ IJa música sonaba al compás de sus voces: aquella música era el rumor distante del trueno, que, desvaneci­da la tempesta.d, sc alejaba murmurando i era el zum bido del aire que gemia eo la concavidad del monte; era el monótono ruido de la cascada que caia sobre las rocas, y la gota de agua que se fil­traba, y el grito del buho escondido, y el roce de los reptiles inquietos. Todo esto era la música, y algo más que no puede explicarse ni apénas con­cebirse, algo más que parecia como el eco de un órgano que acompañaba los versículos del gigan­te himno de contricion del Rey Salmista, con no­tas y acordes tan gigantes como sus palabras terribles. Siguió la ceremonia; el m'IÍsico que la presen­ciaba, absorto y aterrado, creía estar fuera del mundo real, vivir en esa regio n fantástica del sue­ño en que todas las cosas se revisten de formas ex­trañas y fenomenales. Un sacudimiento tetrible vino á. sacarle de aquel estupor que embargaba todas las facultades de su espíritu. Sus nervios saltaron al impulso de una emocion fuertísi:na, sus dientes chocaron, agitándose con un temblor imposible de reprimir, y el frio peD'3tr6 hasta la médula de sus huesos. Los monjes pronunciaban en aquel instante es­tas eBpan tosas palabras del Misc'rere: .In iniquitatióus conceptus aum, el in peccatis concepit me mater mea. • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TARDE 306 Al resonar e te versículo y dilatarse sus ecos retuUl bando de bóveda en bóveda, se levantó un alarido que parecia un grito de dolor, arrancado á la humanidad entera po~' la' conciencia de sus maldades i un grito honoro~o, formado de todo los lamentos del infortunio, de todos los aullidos de la desesperacion, de todas las blasfemias de la impiedad, concierto monstruoso, digno in térprete de los que viven en el pecado y fueron concebidos en la iniquid ad. Escribió uno, dos, cien, doscientos borradores todo inútil. Su mÚdica no se parecia á. aquella música ya anotada, y el sueño huyó dE sus párpa­dos y perdió d apetito, y la fiebre se apoderó de su cabeza, y se volvió loco, y se murió, en fin, sin poder terminar el lVI¿se1'e1'e que, como un <¡, COsa cxtraña, guardaron los frailes á su muerte, y áun se conserva hoy en el archivo de la abadía. PI'Dsiguió el canto, ora tristísimo y profundo, ora semejante i un rayo de sol que rompe la nu­be oscura de una tempestad, baciendo succder á un relámpago de terror otro relámp~go de j úbilo, hasta que merced á una transforIlIa cion súbita, la iglesia respland eció bañada en luz celest.e ; las osamentas de los monjes se vistieron de sus carnes una aureola luminosa brilló en derredor de sus frcntes i se rompió la cúpula, y á traves de ella se vió el cielo, como un océano de lumbre abier­to á la mirada de los justos. Los serafines, los arcángeles, los ángeles y las jerarquías acompañaban con un bimno de gloria este versículo que subia entónces al Trono del Señor como una tromba armónica, como una gi­gantesca espiral de sonoro incienso. A uditu meo dabis gaudiurn et lcetitiam, et exultabunt ossa humiliata. En este punto la claridad deslumbradora ce­gó los ojos, del romero, s';ls sienes lat,ieron co~ violencia, zumbaron sus Oldos y cayó Sln conOCl, miento por tierra, y nada más oyó. lII. Al dia siguiente, los pacíficos monjes de la. aba· día de Fitero, tí quienes el hermano lego habia dado cuenta de la extraña visita de la noche an­terior, vieron entrar por su~ puertas, pálido y co­mo fuera de sí al desconoOldo romer(}, _¿ Oisteis al cabo el Mise1'e?'e? le preguntó con cierta mezcla de ironía el lego, lanzando á hurtadillas una omirada de inteligencia. á sus su- • perlOres. . Si, respondió el músico. -¿ y qué talos ha parecido? -Lo voy á escribir. Dadme un asilo en vues-tra casa, prosiguió dirigiéndose al abad; un asi­l(} y pan por algunos mesas, y ,!oy á dejaros una obra inmortal del arte , un M",sereTe .qu,e b orre mis culpas á los ojos de Dios, eterOlce ml me· moria, y eternice con ella la de esta a ba?ía. Los monjes, por curiosidad, aconsejaron al abad que accediese á su demanda; el aba~ por e 'mpasion, aún creyéndole un loco, accedió al ;l. á ella, y el músico, instalado ya en el monas· rio, comenzó su obra. Noche y dia trabajaba con un afan inc~msante. un mitad de su tarea se paraba, y. pare.Ola .como "cuchar algo que sonaba en su lmaglDaOl?n, y 60 dilataban sus pupilas, saltaba. en el aSIento V exclamaba: i eso es; así, así, DO hay duda ... 1. í! Y proseguia escribiendo notas con :una ra­dez febril, que dió en más de u~a ocasl.on que dmirar á los que le observaban sm ser Vl~to~. Escribió los primeros versículos, y los slgUIen­'~ 9, hasta la mitad del Salmo; pero al llega.~ al .'Jtimo que habia oido en la. montaña, le fué lm­flsible proseguir. " • • Cuando el viejecito concluyó de contarme esta historia, no pude ménos de yolver los ojos al en­poI vado y antiguo manuscrito del Misere'l"e, que áun estaba abierto sobre una de las mesas, In peccatis concepit me mater mea, Estas erau las pahbras de la página que tenia nnte mi vista, y que parecia mofarse de mí con sus notas, llaves y sus garabatos ininteligibles para los legos cn la música. Por habedas podido leer hubiera dado un mundo. ¿ Quién sabe sino serán una locura? , • G, A. BECO,UER. HORAS DE FELICIDAD- (PENSANDO EN TI.) J. Siento mi corazon extremecerse, Lleno de encantos, esperanza y vida: Su vigor me sorprende y su entusiasmo En esta ardiente fiebre que lo agita.. Veo mi porvenir embellecido , y radiante de luz: su cielo brilla, De gasas irisadas decorado, Cortinajes de tul y róceas tintas . Como án tes lo temia, amo el insomnio Que entónces mi alma sueña embebecida Mundos de amor, y á diálogos se entrega En que la gloria alterna con la dicha. Si hubiere de acabar este embeleso, Venga la muerte, y mi lumbrera extinga! Que, cual capa de plomo, la existencia Quedara para mí pesada y fria. Ah! yo ignoraba esta ebriedad sublime: Juegos juzgaba yo de fantasía El rico paraíso que el poeta Con colores de aurora y ángel pinta 1 ... JI. Lujosa de esplendor, rica de notas, Naturaleza encantos me prodiga. Las tardes al morir, los arreboles Con que ciñe su frente el rey del dia, Me hablan en un idioma misterioso Que el corazon escucha y adivina. Tristeza indefinible y á par dulce La luna, diosa del amor, me inspi' Su luz ahuyenta la legion de sor l Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 307 LA T A R D E • Que á veces cruzan la region vacía. Vaga mi mente ent6nces por las sel va s Que á lo l éjos columbro enlutecidas, y que ronda el silencio, recogiendo Las quejas de las hojas que suspiran. La flor exhala aromas delicados, Fara mi pecho todos; y las brisas Me acarician la sien, cual de una r eina Africana, que muelle se reclina De la palma á la sombra en el desierto, El abanico halagador: desc ifran que sin duda serán sacrific ados. Lo que dijo aquel hombl'e es oierto: no son mis hij os, pero no habiéndomelos. dado el cie lo, los amo oomo si lo fueran y ellos peligran . -No l e haco, dijo e l oonde, c o nta~os contigo; yo me encargo de l os niños y de ti; no telliuS, que yo te lib er taré de don Luis. -Entónces qué debemos hac er? -Marchar al castillo. Si el ataque no se hace esperar, estar é con v osotros i pero si dc aquí á. mañana, á esta. hora no ha tenido lugar, dejo á Edúardo que me reempla ce y parto á. la COl'te á d onde me llaman con urg encia con motivo de los Los arcanos de m i alma de l as aves Amadoras las s u aves melodías; y en ola.s de r ecuerdos y esperanzas Vienen sus notas á l a mente mia. • IIJ. I asuntos polítioos. P obre Patria. mia.! E stás al borde de un abismo en que te ha puesto nuestro d escuido y el r ey ; p e ro ¿, qué hace r? La patria. en ataque toda . Dios mio, te bendigo! En el lenguaje D e tus obras mi espíritu adivina Siempre tu V e rbo: sé que no te ofende Esta fe licidad suprema é íntima, Porque es tan pura cual la blanca ve ste De tus querubes. Oh! jamas permitas Que r etorne mi ser al sueño inerte De la materia; de mi casta dicba Prolonga el s u eño , arTobador y berilleS) Como el de Ada.n al lJaludar la villa! ELTE~ BJ R. RE.ALIDADES. Cuando pensaba que por fin iban Mis castos su eños ¡í realizarse, Cuando cual nunca yo te adoraba Tú me olvidaste 1 Yo en el camino de tu existencia Sembré amoroso flores fragantes; 1 tú de espinas que me dan muerte Me coronaste! Fortuna, lauros. grandes virtudes D eseé tan sólo para brindarte; Pero tú iDgl'ata ... no ... me equivoco ... Tú no me amaste! J. M. VELASCO CASTILLO. Popayan. Los pastores de la playa, ~ TT~ "~rlAnndo á algunos de los arrendatarios n} e al castillo; por demas ,,- u Ij(, hombres, que no entie'D­" T¡Pf , que puedan ayudarnos. Eduardo, con Enrique y Dios juzga rá :t los culpablee; les pedirá estre­cha cuenta del suelo que les dió. -Qué plan adoptamos? preguntó el capitan, -Tod as las mujeres partirán para la c0rte, los hombr es permaneceremos en el Castillo, en d onde t oma r emos las medidas necesarias para la. defen sa, allí haremos la distribucion de los tra· bajos. Marchemos , Un momento despues sa.lian todos en direc­cion al Castillo, ENRIQUE Y EDUARDO A su vuelta del Castillo, Enrique encontró á Eduardo que se paseaba en una hermosa ala­meda del parque. Estaba tan absorto en la con­templaoion de un objeto que tenia en la mano, que no vió á Enrique sino cuando estaba entera­men te oerca. -¿ Qué haceis, señor Eduardo, que estais tan pem:at:vo? No parece sino que no tuviéramos otras oosas graves de que ocuparnos. N o sabeis que pisnsan ataoar el Castillo y que tendremos gresca? -Atacar el Castillo? De dónde sacas ese cuento: probablemente te han referido nna his­toria vieja. y habéia tomado las cosas á pecho. Quié n puede atacar el Castillo? -Tóma, pues los bandidos que han desen­barcado, No lo sabeis ? pues yo los vi, lo mismo que el señor Capitan y el señor de Ibáñez. -Qué onpitnn ¿ qué bandidos? estás soñando Enrique: no te creia tan niño. - Ya venimos en la lucha, si soy tan niño. -Pero bien, explioate, qué oourre ? -No os puedo informar porque soy tan niño. Adios, f'eñor Enrique. No os desouidcis. -No te vayas, mira. Explícame eso, que no volveré á decirte que eres niño. -- Os lo explicaré, siempre que me prometais darme armas para. pelear y que me teneis á. vues· tras órdenes. -Pero tu padre no consien ~e ... --Si, ya ha consentido, y ademas ...... -Ademas qué? -Creo que para eso no se necesita consenti-mient( j) : no vamos á defendernos de unos bandi. ('o -Seño . 1 oyen una situilcion ex­e don Luis por una fata­o que la ayude. No puedo que están á mi cargo, y dos? .. -Bien, concedido, explica te. -Dicen que en el castillo hay un tesoro y o • 1 quieren apoderarse de él, don Luis y BUS conpa.­ñaros. Tengo un 'deseo de pelear con don Luis ... • • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • LA TARDE 808 -Ahora conprendo. Voy á, buscar tí mi padre. -El señor conJn está en la Cabaña con el se· ilor cnpitan y el seilor de Ibáñez. Si quer0is va-mos allá. . Eduardo y Enrique partieron de prisa en di· reccion de la Cabaña, pero fueron detenidos por la voz del cal>itan que gritó: -Quién vi ve. -Nosotros, dijo cándidamentc Enrique. -Pero, quiénes sois vosotros. -Eduardo y Enrique, dijo el primero sonrien-dose. -Padre, continuó dirigiéndose al conde, que ocurre? Me dice Enrique que atacarán el cilstillo. Quién? Cómo? Por qué 't -De prisa vais, dijo el capitan. No preguntais siquicra quién flamas. -Perdonad.... ' . El señor capitao'Dieron, y la marina entera y el señor de Ibáñez, mis amigos, dijo apresuran· do~e el conde á presentarlos tí. su hijo. Mi hijo Eduardo de Alvarez, vizconde de Laredo, inje· niero del reino. Ahora, Eduardo, vamos al castillo y sabreis lo que ocurre. Impuesto el jóven de 10 que ocurria, principia­ron todos á ocuparse en los trabajos necesarios para la defensa, para lo_ cual el capitan comunicó :i su gente órden de unirse en el castillo, trayendo las armas y municiones deque habian venido pro­vistos. Eduardo tomó á su cargo los trabajos cn el alar del edificio quc lindaba con el parque y por consiguiente escogia el punto más peligroso por fler el que naturalmente seria atacado con mayor ímpetu, debido á la cÍl'cunstancia de que el tesoro existia hácia ese lado. El conde se encargó de la fachada 6 parte principal; el callitan, del ala opuesta á la que debia defender Edual'do y el señor de Ibáñez too mó el mayor interes en que deiaran á su cargo la espalda del edificio con parte del parque, el acueducto y los muros exteriores. Hácia e e lado quedaba situada la cabaña. Tambien se empeñó en conservar á Enrique á su lado, pero éste manifestó que acompañaria á Eduardo; y el señor de Ibáñez tuvo que ceder. Dispuestas las cosas en ese órden, aunque con muy poca jente, 6rdenarou que Sebastian par­tiera acompañando la comitiva de las Señoras que debian ir á esperar en Madrid el resultado del ataque. A este tiempo negó un emisario de la reina, el cual traia al conde órden de partir inmedia­tamente para la córte. Esto introdujo alguna variacion en la distribucion hecha anteriormente y el Capitan se encargó de reemplazar al conde en asocio de Sebastian, que á todo trance queria tomar parte activa en la, refriega. El conde llevaria á. J ulian en su compañía y seria él quien acompañaba á la parte débil. Fi­jaron la partida para el dia siguiente en el supuesto de que no fuera esa noche el ataque. Entre tanto, cada uno de los jefes recorria la línea que tenia á. su cargo y tomaba todas las me­didas que creia convenientes: ya ordenaba des­truir algun objeto que podia favorecer al enemigo en la parte exterior; ya construir algun para­peto que podia. contribuir á la defenfJa.; ya enSG-ñando á. los labriegos el modo de manejor tal 6 cnal arma y ya animandolos lo mi s mo que ti. las muj eres que habian querido permaoecer en el castillo apl'sar dél peligro: nadie esta ba ocioso. Excusado es decir que Enrique estaba atento á todo y que no perdia la mús lig'era indícacion. Avanzaba la noche y no ocurria uada de par­ticular, lo que hacia creer que no seria aquella. noche el ataque anunciado, y se convencieron de ello cnando empezarou á. asomar en m'iente los primeros rayos del sol. j ' bta era In h ora señala­da por el conde para partir, y como todo estaba dispuesto, partieron sin inconve niente alguno. Grande fué el pe s ar para todo~; Eduardo be con­m o Yiú en extremo al abrazar á su m a dre y á su pequeña hermana que parccia una mn.ripo a que vuela de flor á flor, abrazando al uno, l1caricían­do al otro, bromeando á. éste, nmeuazando ti aquel; pero e notó que 6e conmovia mucao más al des­pedirse de un modo u\oderado, casi tímido, de la jóven Julia, que tambien experimentó cierto ru­bor, cierto sobrei'alto, cuando el jóveo, casi con lágrimas, se inclinó y besó la mano que le tendia. La madrugada estaba bastante frin, lo que bizo que los viajeros tomaran todos las precauciones del caso para conservar el calor natural: el con­de iba envuelto en su ancha capa ; Julia estabo. cubierta hasta los ojos con un viejo capotan mi· litar; y cada uno de los señores habia tomado el mejor a brig0 que habia hallado. Julia enpezaba á. tiritar de frio, porque en aquellos momentos na­die pensaba siuo en las personas que dejaba y en el peligro que corrían, y Enrique, entusias­mado con las armas, apénas pensó en despedirse de su hermana. Habian andado cerca de un cuarto de legua. cuando los alcanzó Eduardo, para decirles que tuvieran cuidado en el camino no fueran víctimas de alguna acechanza. En seguida, fingiendo, del pcor modo l>osible, que caia en cuenta del frio que sufria Julia, le ofl'eció su oapa, que se vió precisada á. aceptar por obedecer al conde y á la condesa, quienes mezclaron á sus inshnci ' s al­¡ runas d eliead as pullas rela ti vas á. la gala n terír de Eduardo; pero como notaran que Julia sufria en aquel momento lo que J) estras Jectoras habian experimentado en propia Ó en ajena cabeza, guar­daron silencio t n luego como Eduardo, en ex­tremo corrido se despidió de nuevo y se perdió entre las malezas del camino. Como no dudamos que el lector ha estado enamorado, comprendemos que no se figura que Eduardo no se volvió al Castillo como si no hubiera ido más que á cumplir su mandato' no señor lector, él hizo lo que vos mismo hubi~rai~ hecho: siguió la comitiva con la precaucion ne­cesaria para que no se repitiera la escena que acababa de tener lugar, si por una casualidad Ó un descuido suyo era descubierto por alguna persona y sus padres sabian que él los seguia. DistraidQ con la idea que lo dominaba, continuó su camino por un largo trecho. Dejémosle entre­gado á sus ilusiones, á sus temores, á sus espe­¡' anzas, á eso monton de mentirllR CfllA constitnvAn la vida de los enamorados y I ~mo~ t~ ' explicacioo acerca del estadc del jóvc Ya comprendemos que el 'tor ha clamado: "Cáspita, eato B 1 le es " ..... los amores como UIla pedra.o - Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. , • 309 LA TARDE , - - • lo ---- - rsto suc de siempre eon 1 primer amor, que no tiene motivo p ra ocultarse: nace y cre sin que pueda decir e CUán?O ní cóm? y. aqu los que cst:ín corta, que son mteresadoi", 111 se figu­ran qué puede suceuer. Querido lector, haced de cuenta que sois padre del jóven 6 de la niña. E tais on el mismo caso de ios conde!>, para quienes la sorpresa del des­cubrimiento ha sido la mi~ma, En sus excurciones Eduardo habia visto á la niña, y como era bella, él, j6ven, vivian en la soledad, y del cam po, no tenian obst¡lculos fácil­men~ e se comprenderá que lo que al principio fué una di traccion para él, se convirti6 muy pronto en una profund¡\ p? 'ion , pa~ion tanto. mrís violenta, cuanto que el J6ven vela en J uha la realizacion de l os cn ueños poéticos; ella repre­sentaba para él todas s ilusiones del jóven que reune á u na imaginacion viva y '/lsta l os latidos de un corazon ardiente y amoróso . La experiencia nos enseña que cuando el hom­bre llega á la edad en que puede decirse que principia la vida; á eSfl edad en que el mUD­do parece pequeñ.o ; en que las f~erzas morales y físicas bastanan para cualqUIera empresa; en que, con la mirada fija en u~ punto del horizonte, 6 en una. estrella, so deja vagar el pensa:nie?to, .6 se recorren e~ la ima~i~acio~ l~s e paclos mfimtos y de sconoc idos, qUlza f¡¡ntasti­cos, pero llenos de eocan to, de ilu iones y de dicha, s'" ama á las flores, se ama el campo, se ama la fuente que murmura, la golondrina que besa las ondas bulliciosas, el aura que riza las aguas y juega con las flores. . ErJ esa edad todo es ternura, todo es senti­miento; el hombre es un niño que llora por el m enor notivo ; basta el quejido lastimero de la palom a heri?a para que ¡¡sornen. las lagl'imas á - t r .J.ú las buenas cualtdadcs se UI1 tir e u. ro el de tal mallera, que la caridad ha­<: 1 un "an Martin. Por no oecir quizá " ó i:J. , no aseguramos que el Santo al par· n a o un mendigo, 6 estaba simple­dad, 6 estaba enamorado. n mar, puee, i Julia, esa niña ino · ros a; á :.ja niña botada en la playa lin tallo que por un capricho de la se marchitará; á esa niña cuya un misterioyara él y para sus niña que temo. el en"'anto de lo ~ Cómo no amarla, cuando ~uizá Ira para ella la fuente de su mfor­! I. ser el roble que sostuviera aque- 1? Imo • Eduardo la. amaba con toda la I -= - 'uando Julia salia al campo con :Enriquc á. desempeñar sus tareas, él la seguia de l6jo , y cuando distraido Enrique en· sus ocupacione y ella, formaba ramilletes de margarita y florcs marítimas, 61 la contemplaba absorto horas cn­ter a s. Así había podido h1cer su retrato que era el objcto '1u!: comtcmplaba cuando Enrique Re acer­có á .él para "Comunicarlo las novedades quo ocurnan. Al principio Ed uardo sinti6 una a.ersion mor­tal a~ eñor de Ibaiiez; pero luego que se con­vencIó de que aqucl debia tener otro motil'O que el suyo para segui\' y o bservar á los j6venes principi6 á sentir simpatía por aquel hombre que era .ca i un anciano y que no podia inspi­rarle senos temores, tanto ménos cuanto que ha­Lia observado que sus cuidados y atenciones eran más con Enriq ue que con Julia i el amor de otro á la persona que amam:>s jamas se nos oculta, por
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Testimonio de María Isabel Moreno

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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 7

Por: | Fecha: 20/10/1874

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • • • - -~-___ -C;G,,~ S ~ ? 2~r-s.,--____ - PERIODICO DEDICADO A LA LITERATURA - Serie 1. Bogotá, 20 de Octubre de 1874_ Número 7. ....... A Al\DE . • Señor Editor de "La Tarde." En el número 6 de ese importante peri6dico lite­rario, se ha publicado un articulo firmado pOl' Alde­ba1' an, en que e emite un juicio muy fav0rable sobre la primera entrega del "Anuario de la Academia co­lombiana." La Academia agradece debidam0nte ta­les concepto, y lo estima doblemente porque vinien­do de parte de un escritor tan imparcial como com­petente, no puedcn méno de llOnrarla. La Academia creerá superabundantemente recompensado en­sayo, y ést.e es todo su anhelo, con la aprobacion de las pel' onas ilustradas yamante de las letra, tanto en el inter'iol' como en el exteriol'. E ; de entirse, sinembargo, que Aldebaran se ha­ya anticipado á haccr una ob el'vacion que la Acade­mia recibe y agradece como simple observacioll ami - tosa, pero que pudiel'a envolver un cargo, y, si así fuera, ella e taría en el debe!' de apre urarse á. des­vanecerlo. Se sorprende el escritor de que en e ta primera publicacion no se haya hecho alguna men­cion honorífica de nuestL'O dos malogmdo compañe­ros y amigos D. José ;'lIaría Verg'tra y Vel'gara y Dr. Manuel María Mallarino, los cual por muchos mo­tivos, merecian figurar en las páginas de e tos nnales algo más extensalllente que en una lacónica acta, en que se menciona que fallecieron y que fueron reem­plazados. Para sati faccion de Aldebaraa debemos decirle que no ha olvidado la Academia cumplir este sagrado é imprescindible deber, y que apénas resolvió hacer la publicacion de su "Anuario", su pl'Ímer cuidado fué recomendar á dos de sus miembro-, que escL'ibiesen ese justo recuel'do de su fundador y de su ilu- tre cen soico. En efecto, ellos han cumplido su mision pre­sentando cad:!. cual su trabajo; pero por cil'cun tan­cias que no es del caso mencionar no fué po ible que aparecieran en la pl'imera entrega. Están, inem­bargo, en la imprenta y se espera que verán la luz en la segunda. A prop6sito de esto, agrega Aldebaran la indicacion de que debiera hacerse aquí lo que en la Academia Francesa, en donde el miembro que reemplaza á otro hace su elogio en un:!. corta biografía que e lee el dia de su in talacion, Ag!'aelece igualmente la Academia esta indicacion que revela el interes que por ella se toma; pero es preci o decir que tampoco babia pa a­do inadvertida circullstancia que se tuvo presen­te en su oportunidad. Se ha juzgado, no obstante, que la costumbre de la Academia Espaiíoln. parece más delicada y más conveniente que In. de la Fran­cesa. Es mf\S natural confiar el elogio del finado á un antiguo amigo y compañel'O, que no á un ucesor que quiz;í. poco le conoció 6 no le qui o bien. De este embarazo elel panegirista obligado pudiera. re:;ultar frialdad, ['l.bín, y aun embozado ataque en ('1 elogio mismo. T o queremos suponer que esto pudiera. te­ner lugar el'l nue tra reducida Academia; pero ha­blamo en abstracto, y adem'l.S, andando el tiempo ella pucllCra. venir lÍ S('l' muy numerosa, y quedar su-j eta á condiciones análogas á las de las Ac d . E'II'opea . a emlas En la. E ,Pañola, e~ académico que entra elije el te­ma qu ~ qulCl'C, puclJendo, si le place, explayarse en el elogIO de u antece or, como lo hizo Baralt res­pecto de Donoso Oortez, ó limi tarse ~í un recuerdo de. breve fra .es, pa ando luego á la té~ adoptada ~~Jando el dI. curso necrológico á otro colega. E t~ h. )e.rta d permlI'te al orador dar mayor vuelo á . <, su Ima-glDa? l~m, y uClr con mas de ahogo su elocuencia y erudlClOll ~l ~ tiempo que con ulta la. libertad de l<;ls sentImIento. Como lo nuevos académicos son e!egldo« par~ lIenal' una ~acante en que pueden con­ttllluar, Ó puIeden no con'tllluar e l espil'ltu d e sus an-ecesores, es e ~ro que ellos no son ipso jacto lo lIa-mado, s al ~loglO de aquellos á quienes reemplazan i Q~e habrJ~ dIC~O, por ?jemplo, el padre Lacordair~ soble Volt~\re, SI le hublCse sucedido inmediatamen­te en la lila qua ámbos ocuparon en la Academia :U:rance 11:? Esos dos nombres no tenian de comuo 1110 la rIma. E peraI,no que -la mable é inteligente escritora qu e~e sat.1 fec~ a con esta explicacion, y quo Be calme u !J~o ra IllqUletud pOI' esta falta aparente de la Aca­demIa. J. O. R. Fl1.ndacion de la imprenta en la América. ( CONCLUSION). AU'EN"Os ..6..IF{,:ES. Muchas otras mue tras sumamente curiosas de tal género de poesía, podría ofrece!' á 105 lectores; pero temeroso de hacer demasiado larrrag e tal! apuntaciones, contén tome con presenta~ las si­gnientes de poesía profana, que en verdad no se ha­llaba má adelantada. que la relijiosa; jÚ7.gue e si no por la letl'illa festiva que se encuentra en un número­de El Telégrafo, e cl'Íta por FranciscoAntoDlo Cabe­llo, de la. cual tomo só lo las estrofas de sentido mé­nos libre: Que una mad!'e riñ:\ á su bij ,\ Porq ue se quiere casar, y en ca a la deje sola A su anchura y libertad. Lmdo ejemplar. Que una niña de diez años Ni el credo sepa. rezar, y baile el ajandangado Sin perder un campas : Lindo ejemplar. y la siguiente décima, tomada del poema que el Vicario, doctor Joseph Gabriel Ocampo, escribió en elogio del E. . D. antiago Liniel's y Bremond, Bri­gadier de la Real Armada: Cuando hago remil1i cencia De vuestra brillante gloria, El l\Iarqué de la victoria Re-ucita á mi presencia: La fama con impaciCSsá.a.. C'L..I 816LOTECA Lv , L - Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • • • 50 LA TARDE , Ya quisiera. colocarte En las al tUl'nS de Marte, Para que el mundo conozca Que todo rival es mosca Contrapue to tal baluarte. Por lo visto, no fué tan brillante la cuna de la li­teratur a en este pa en la cual campean la indesen­cia y el mal gIl to en la eleccion de las nguras, asi como tambien la ignorancia de la rima V de la caden­~ a . Estaba. reservado a otra época más afortunada el darle brillo y mayor vuelo al pensamiento; J:\lár­mol, I1Iagariño Cer,ántes, Gutiérrez y otra multitud de distingUIdos escri se hicieron cargo de tan noble como laboriosa on; la cual fué cumplida con notable éxito para las letras. EOU A I )OF{., .Aún cuando no se sabe en qué época precisa fué fundada. la imprenta en este pais, sí se tiene noticia de que una de las primeras publicaciones que se bicie­ron en Quito, rué la del Edicto Pastoml del Ilustrísimo senor don José Pérez Calama, Obispo de an F ran­cisco de Quito, documento fechado en .Ambato á 4 de Diciem bre de 1790. Sometia dicho prelado á la con iclerJcion pública varios temas, que debian ser resuelto;: por los amantes de la letras:" en idioma Castellano, ter o y brillan­t e." Entre dichos temas se encuentra el siguiente, bien notable por lo singular del objeto á que se refie­re, dif'e así : "Lo muy útil y conveniente que es, no sólo á la modestia cristiana, sino á la salud corporal, é ilu tra­da civilidad y policia, el que en cada casa haya retre­te ó lugar separado para las indispensables superfiui­dades, cuyo lugnl' tiene en esta provincia el nombre de Casillas, y en nuestra lengua Castellana, pura y neta, se explica con la modesta voz de necesarias, cuyo epíteto demuestm y convence cuánto se podia decir R:>bre la enunciada materia." L os tiernas temas que el prelado sometió al estudio de los l iteratos de su diócesis, son por el estilo del anterior. Organizada que rué en 17\)1 la Escuela de tCt con­COT( ZW, á cuya cabeza 3e puso el referido Prelelado, el Aecretario de dicha asociacion, don Francisco Javier Eugenio de S~nta Cruz y Espejo, quien á pesar de su origen indígen::l, habia a lcanzado una elevada posicion pOLo su mérito indisputable, comenzó :i redactar un periódic? titularlo : Pl"imÍt ias de la cultura de Qltito. UF{. UG-U A yo. lIácia el año de 1807, fundaron los ingleses en la ciudad je Montevideo, una imprenta, y en ella publi­caron La Est¡'ella del SUJ·, el cual periódico solo duró uno'l pocos meses. De cste tiempo en adelante, continuó fray Cirilo de Alameda y Brea, redactando papeluchos para de­sacreditar la causa de Jos independientes. 'TEN""EZUEL...A... Fué á esfuerzos de don Juan Vicente de Arce, de don Mateo Gallagher y de don Jaime Lamb, que se introdujo la imprenta en Carácas; y de ella salió el 2-! de Octubre de 1808, la Gaceta de eaTácas, en la cual publicacion, estuvo muy interesado el Presidente de Venezuela, Juan de Casas, ya para publicar las 6r~ denes y decretos del Gobierno: como tambien para avivar el entusiasmo de los habitan tes, en favor del rey Fer nando, y en contra de los fr anceses. IJ A S G-U A Y ...A..N"" A S . Desde poco ántes de 1809, ya era conocida la im­prenta en la Guayana F rancesa, así es q ue cuando los por tugeses, unidos ti los ing leses hl. conquistaron, encontraron allí dos imprentas bien establecidas y quo funcionaban regularmente. • En 1 10 habia 010 una imprenticll, cuyo ma terial no alcanzaba. más que para publicar una. esqut'la do convite. El año de 1811 fondeó en el puerto do Valparaiso la goleta Galleway, trayendo á n bordo lo materia­les de una imprenta, y los operarios norteamericano! que debian manejarlos; esta imprenta fué e tablerida el año ele 1812 en uno de los departamento. del anti­guo edificio de la Universid"d de San Felipe, con el nombre de Imp/'cn ta de este wpNioj' Gouierno; y de ella. alió en el mismo año, el primer periúllico !Jue RO publicó on Chile, cuyo redactor lo {ué el señor Oa1l1l10 IIenriquez; dicho periódico, cuya suscricion costa a 6 pesos por año, duró ha ta el 30 de Setiembre el 1814,cuando fué reempla2lado por el lIIonito/' Arancallo y por el Semana?·io Repuulicano, que fundó don An­tonio dc Il'Ísarri. H OIJI'TI A . E~ general espailOl, don Pedro Antonio de Olañeta, publicó en el pueblo de Moxo un numel'O de El Telé­grafo, en una imprenta. que acompañnba al <:jército realista en su expec1icion, y rué en 182-1, desplles de la batalla de A yacucho, qne la imprenta \"Olante del ejérci to Colombiano se estableció en la La Paz, donde se publicó un extenso decreto del general Sucre, fir­mado el \) de Febrero de 1 25 . A l año siguiente ,ió la luz pública. el Rejistl'o Ofi­cial ele leyes, decretos y ó¡"denes del Guuic1'11O j y luego en Ch uquisaca, erpel'iúdico ti tu lado El eh /f(jlÚ8afjuffilJ y la. Gaceta de ehnfjuisacCt, impresos en IJ. tipografIa de la Universidad. • • ** * Así, pues, el establecimicnto de h imprenta, n rm~ poderosa de la opinion, elcmento indispensable del progreso, tuvo lugar en las naciones americanas en el órden siguiente : "1 ' .. J.' eJlcoen ............................. . Perll " " " . " " " . " " " " " " " " " . " . " " . " " .. " . " " " . " . Estados Unidos " . . .. " .. "" ..... " " .. "" ........... " .. Parngun)' " " ............................ " .. " .......... " ........ .. e u ba. ....................... o .............. " " " .... " " • "" .... .. Colombia .. " .... " .......... " .. " ................................ .. Brasil ...................... " " .... .. ........ " .. . ................. . Centro América ........................... ,. ........ .. Re¡¡úl>lica Argentina ............. - - . .... . Ef!ua,lor ..................... " .............................. .. Uruguay ................. .. ................. . ........ . Venezuela .......................... ~ .... .. , . ..... ... .... .. GuU)Oal1us .................................... .... .... . .... .. Chile ................ .. ........................ .. ........ .. ..... .. B()]ivia .................... o . .............. . ............... .. 1535· 1585· 1638. 1705. 1735. 1738. 1747. 1755. 176G_ 17\)0. 1807. 180 . 180R. 1811. 1824. Pocos son los paise,:, respecto de los cuales se tiene una noticia precia del día. ó año en que se fundó la im pren ta ~n ellos, de maner~ que .la fecha. q ~e l.e he asignad/) a mucho~ , se. refiere .:l. las ~ub[¡cacIOnes más antio-uas de !J ue e tIene noticIa salIeran de sus prellsas, %.nico dato que ~asta aho::1. se ha podido conseo-uir; y el cual no dep do UUlIllIstrar un cono­cimie~ to ba tante aproximado acerca de In. época de la. fundacion de In imprenta; ni creo que pueda al­canzarse mayor luz de III que hasta ahora han obteni­do hom bres tan laboriosos y versados en el exámen de antilYüedadcs como Amumítegui, Brunet, nart"o~ , Ara­lUl Gutierrez, Yergara, Quijano, GI'O()t, Borda y otl'( Elj CO;1 mayor razon, ise atiende a que ca;,i todos los his. toriadores han descuidado completamcnte este asunto; como si el establecimiento de h imprenta en cada pais 110 fuera. el hecho más. ignificati\'o que ha dado oríg~n á su prosperidad, y el. p~nto ue d~H1rle ha par ­tido su mejora y engrandeCImIento á VIrtud de la ilustracion que la sociedad lla. alcanzado con la lectu­ra, por In. facilidad con q~o .el pen-ami.en to escri to h a podido volar ha ta la ultImas poblaclúnes, denun­ciando unaS veces los abusos de los gobernantes, en- • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TARDE 51 !leñando á cada uno sus derechos, demostrando ver­dades inconcusas, difundicndo Jo conocimientos adq uiriLlos en alguna parte, las invenciones hechas en otra, proclanl'\l1do la virtud, cor1'Ígiendo las co tum­bres, di,;ipando en fin las sombras ~e la ignorancia, y preparando en todo el mundo el trIUnfo de la RAZON y de la J USTICId.. R, te es el r einado de la LUZ á que todas las naciones aspil'an de-de tiempo inmemorial y el cual alcanzarán, i los pueblos no se dejan arre~ bata\' el irresistible ariete que la civilizacion y la li­bertad han pue to en sus manos, desde que il génio de Guttcm~erg dotó al mundo con el fruto de su ins- • • plraclOn. . J. N. El poeta en la tumba de su amada. A MI A:'úIG'l EL SE;'¡'Oll. JosÉ M. QUIJANO OTERO. o. .. .. .. .. .... .... . .. .... o... . .. . y ~sto era ayer ... .la llamo y no re pon de ; BaJO la h elada piedra que la esconde Ni con mi llanto despertar podrá! l. Si eras el sol de la existencia mia, Clarísimo, radiante, Que el cielo de mi vida iluminaba Con ráfagas de luz y poesía, y que ocultó 3U brillo En im.u ro,iso y doloroso instante,' Si eras el fuego que en mi hogar ardia Con resplandor sencillo, Que mis plácidas noches alumbraba, y de mi grata vida el horizonte Con nubes de oro y de zafir ornaba, y su llama ha extinguido Para siempre, dejándome En n egro abismo de d olor sumido, ¿ A. qué vivir, á qué vivir ni un dia Sin luz ante mis ojos, Sin destino, vagan'do Por entra los abrojos Que hiriendo van mi pié, ay ! ménos duros Que el dardo con que á mi alma El agudo dolor va destrozando! n. E sa sonrisa de hs labios puros, Esas dulces palabras :'le tu boo:! Esas miradas de tus ojos bellos' Suaves como purfsimos destellos D e tu alma santa que adoré sumiso, D ónde esta lpl. ta el corazon, pienso que es' Ella Que responde á mi llanto con su llanto, Que me llama, que escucha mi querella, Que goza all;';. con mi amoroso canto. V. Oh! ilusiones de amor 1 todo es mentira t La muerte puso el sello A su mirada amante y á sus labios de rosa i No escucha ya de mi modesta lira El canto humilde que juzgaba bello Ni me dice amorosa ' Esas tiernas palabras lisongeras COD que el estro animó de mis cantares En las mañanas de mi amor primera13 ! No será ya su boca perfumada La que premie mis cántigas de amores. Con un beso en mi frente; N o será ya su mano delicada La que á mi sien ardien te Guirnalda ofrezca de aromosas flores' No será ya su labio enamorado ' El que por darme gloria l~ epita entusiasmado Mis pobres pensamientos Que con amor guardaba en la memoria ! VI. Ya para mí perdido está el encanto De las doradas nubes de los cielos Sus fingidos paisajes, ' Sus r isueños, purísimos celajes, Sus nacarados y purpúreos velos: En ellos no veré la poesía Que la estacion preciosa de las flores, En medio de bellísimos colores Plácida ostenta al acabarse el dia ,. Y en cambio mi horizonte Presentará á mis ojos tristemente Cual un espeso, ennegrecido monte Do solo cruce en fulgurantes rayos De hOlTenda tempestad el fuego aldiente. VII. Ya para mí de la modesta luna Encanto/! no tendrá la luz incierta, Ouando sin nube alguna Por entre mundos mil se alza radiante Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • - 52 LA TARDE • y hácia el eenít avanza, y hasta la tierra envía Su clara luz hermosa, Tornando así la nocho bJI'rascosa En apacible y misterioso dia. Ya no podrá. mi frente, Encorvada al rigor de los dolores, Levantarse altanera A contemplar en la estrellada esfera De los mundos sin fin del firmamento El concierto, la luz y la armonía, Su raudo, acompasado movimiento Que da á la noche su solemne calma; Por que tanta belleza, Al admirarla extática mi alma La sumergiera más en su tristeza! VIII. ¡ Qué dirán á mi espíritu abatido Las voluptuosas palmas elel desierto? ¿ A un corazon por la desgracia muerto Qué le importan las aves de los bosques Con su hermoso plumaje, Con sus tiernos acentos Que lanzan amorosas á los vientos? ¿ Ya para qué mis manos Han de segar en el jardin las flores Si con ellas no adorno Sus sienes pudorosas? ¿ Ya para qué de fuentes bulliciosas El cristal que murmura. Ni sus orillas plácidas y bellas Si con Ella no voy, cual otras veces, A solazarme en ellas, Mirando en la corriente cristalina Retratada su célica hermosura? IX. Adios, Divina Musa! vé á inspirarle Cantos de amor á quien feliz se crea, Que ya mi corazon nada desea; Todo murió para él ! triste suspira! Para mi vida se acabó el encanto! Musa de amor, adios! ya no mas canto! Que mis dulces acentos, Mis tiernos pensamientos No deben resonar; la blanda lira En que canté su amor debe romperse, La musa de mis versos, ausentarse, Mi alma con su dolor, guardar silencio, Mi triste corazon, despedazarse! Bogotá, Setiembre 24 de 1874. ALEJO POSSE MARTÍNEZ. -_oo~oc~- li . tA MUSICA. A DIEGO FALLaN. - El monótono golpear acompa'5ado de un péndulo' e I ruido cadencioso de la escoba en un edificio solita~ rio; ese silencio que se oye alIado de un agonizante; eso que suena en las naves de un templo vacio' el manso ruido de la brisa entre las hojas tembloro~as; el ,,!,emento del agua que cae gota á gota de la peña del deSIerto, ó en el calabozo acerrojado; el viento, la tormenta, el arroyo, la catarata, el mar, el trueno, el rayo .... i dicen algo? Nada. Nada dicen; y, sinembargo, nos hablan. ada di-cen y, in embarg , e apoderan del pensamiento y lo levantan, y bacen á. la almas desplegar sus alas, y las lanzan al infinito, enloquecidas. y i qué es cada uno de esos fenómenos, en resú­men? i, Qué hay en el fondo, en la esencia, de eso! hechos 1 n poco de aire que se mueve, un poco de aire que vibra y nada ma". Ruido, sonido: Ved aquí todo. Pero no es un sonino articulado, ni el signo de una idea cualquiera, ni el fruto de un inteligente y libre, intelectual y consciente-No. Es el movimiento de un aire que no se vé; es un vibrar que hace sentir aun cuando no se siento. i Qué tan leve para tan grande efe oto ! Qué fuerza la de esa mística cadena milagrosa, que apri­sion: t el pensamiento y lo domina! iempre lo he dicho y lo he creido; cualquiera de los caminos del mundo, si lo seguimo con perseveran­cia, lleva á Dios. La tierra está unida al Cielo por lazos mas numerosos que los rayos de luz con que los astros la visten. La leve estela que traza el infusorio; el arco de agua que levanta la ballena al resoplar; la huella del insecto microscópico y los ostentosos monumen­tos de los reyes; el muzgo y el cedro; la oruga y el hombre, todo es elemento ó parte de una grande creacion armónica, todo es fuerza componente de una resultante única; todo, agente y prueba de una su­blime potestad. - El alma es expan iva, es ambiciosa. Por eso, á fuerza de vivir volando en busca de mun­dos nuevos y de m\\s anchos horizontes, tropieza cada dia con barreras cuya exi tencia ignoraba, con tinie­blas no sospechadas, que oscurecen y cierran su ca- • mmo. Talvez en uno de aquellos viajes solitarios á que la obliga su inguieto instinto, fué sorprendida el alma por el encanto indescifrable del sonido. Talvez se puso á contemplar, adivinándolo, el mundo que se ocultaba entre esos millares de grados que separan la nota más grave de la más aguda. Dado el problema, siguió el trabajo de resolverlo. Así, el hombre comenzó á dividir á clasificar los sonidos, :r los ordenó, segun su en una es­cala ordenada; Pero aplicando á cada uno el delica­do tacto del oido, descubrió que entre e.5OS millones do sonidos (multiplicados como los puntos matemáti­cos de una línea) no habia más que siete que fueran decidida y perfectamente llenos. Muy raro es e to pero es verdad. i En qué consi te ese fenómeno 1 Lo ignoramos. Pero lo cierto es que solos siete :,onidos forman la octava, la ga'rnma musical. Tambien entre los millares de colores que median entre el blanco y el negro, hay tan solo siete (y tal vez tres) que tengan existencia real. Provisto, pue., el hombre de este hallazgo, que va- !ia un tesoro, llegó, es, á encontrar otros soni-dos intermedios, a los que hizo depender de los primero, pOl'que vió y demostró que estaban se­parados por intermedios geométricos proporcionales. Entónces agregó á la escala natural los semitonos, y la escala cromática quedó para siempre establecida. Ya veis al aire yal sonido; á eso que casi no el palpable, suj!'to :i reglas imperecederas. i o fué portentoso ese tri umo '? - Dueño el hombre de la escala cromática, sopló so­bre la flauta de Pan, pidió lecciones á las aves y á las fuentes, á las fieras, á los truenos y á las auras; á las sonrisas y á los suspiros, y logró arrancar á su simplísimo instrumento la voz dulce de la melodía • • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TAR D E G3 que e alzaba y hacia. ver al mundo el arto conquis­tado y u belh:za. Despue' l\!'pi ró á algo uperiOl·. La melodía lo pa­reció poco. 'Olnbinó do , cuatro, ocho, ci nto ó ma i lIlll entos ' lo bizo vibrar en 1 mismo tono y vió temblar d~ placer al mundo, bnjo la profunda y rouu ta vuz do la annol1[a. Pero el conqui tadur no estaba sati fecho : entón­ces se apoderó dc la voz llUmana, formó la m'monta vocal la combinó con la in trumeut.al y regaló, gene­ro o 'al mundo lo t esoro del drama lírico. Y~ llV.blo aq~í de mú ica, como hablamos todo de muchas cosa que no enten . Como haLlamos del firmamento con u imperio sin barrera~; como haulamo del mar con su onda, su bramidos y su eterno forcejar' como haLlamo de la poblada ole­dade- da la. n'oche y de tantas maravillas q1le, en-vuelta en velo imp , netrable, DOS muoven a' que a d . miremo y no::; obltgan á entir. - Pero pleguemos las alas y caigamos de sorprcsa en una . . '1 d Es una modesta y humIlde ca a de alqUll el'. o a la familia. que la habita e t.á r eunida. en la sala. : son UOS per: ona . . na mujer como de 20 años, alta, morena, do oJOs aterciopelados de cabellera, ccja y pe taña larga, negra sed05a~ y encre padas, mue,e en "i1eneio la aguja c, on que bace su l.ab or. ' us OJ.O no e ven, pue , por de gracia, baJos; u ancho bombro, su seno al t.i vo. y su .r ,e dondo brazo hacen dar gana de que se pu lera en pIC ...• Oyo lo coros tumul t uoso. , )' marca á cada. instru - mento y cada. voz, su su caudad, u lugar y su camillO. Ya lo v ic¡: un maestro que, con lo oidos de la. fanta c¡ín, s t.lÍ. oycndo una ópera que suena. no 8e sabe ' i dent.I'O do él ó en la atmó fera que lo rodea, y que tra lad:índola al lenguaje escrito. -i ómo se ltama1'á e a ópera ? -Le llama E ' t.er. -i Cuándo comenzó el maestro su trabajo? -lInco ocho dia . -i Cnándo concluirá su obra '1 - Mañana. -¿ Mañana '1 ¡Mañana! - ' í, mañana. i, abeis por qué? Porque e e j6v n in, pirado e J l\I aría Ponce do Leon, á quien, por s u fecundidad, puede llamarse el L ope de Veg(, d~l teatro litico. - fa gnífico ! De acuerdo. Ten mos un genio mu ical un maest1'O dol pais. rero, (al grano, a l grano) i Qué Racará. en limpio esta ?'ura avis de pue de su labor ~ Qué será lo que le quedo libro do polvo y [paja, para pagar su primor y su exceloncia? Eso cs lo que averiguarémos en la primera ocasiOIl~ Deo volcnte. 1874, octuLre 7. C. A. E. le ESCENAS DE LOS ALPES· EL CAZADOR DE GA.MUZJl.S. ( ContÍ7~uacion.) A su lado está sentado al piano un j óven de vein­nueve aüos. 'Su mirada incierta vaga como buscando en el espacio algo muy fugaz lJ.ue debe habeI' en él y que es necesa1'io encontrar. us siene están encendi­das' sus arterias laten inyectadas ... Pone con cuida- Aquollas piedras brillantes, aquellas biel'bas seCM do ~I oido temeroso de hacer mido y como trataudo aquolla mari po a y aquellos insectos de ala multi~ de' oir di tintamente algo que medio uena .... Ya lan- colores que entapizaban la choza, producian un efecto za una mirada de triunfo y palmotea; ya se pone á singular, que se aumentaba al ver al anciano con su recorrer, automáticamentc, el teclado; ya. escribo de traje antiguo, su barba cana, y us cabollos cuyos arriba á abajo en líneas verticales paralelas, una série bucles blancos caian hasta sobre su cuello. El tio Job do ionos ll1i~teriosos y ordcnados . . . . arrojaba. á su izquierda una última mirada de amo!", N~eYa. quietud. Nuevo i1encio. uevO continuar miéntras se arrollaba en la cucrda de nudos que de-la obra.. - bia servirle para llegar á la mina biorta la vís- Su frente suda. Su pié so mu'eve á vcces como mar pera, y miéntras me tia. en su alforja los garfio de cando el compas de una sonata que nadie oye. Ora bieHo, las clavijas y las tenazas cortas que dobian aplaude, ora imprueba, ora traza nuevos signos. Vuel- servirle para su peligrosa empresa. "O á borrar lo hecho., .. 10 rchace .... ¡ tararea, ... ! Duranto tiempo lrico habia ocupado El trabajo avanza. en su equipo. El jóven cxaminó con cuidado su cara- ¿ Qué e-tá haciendo ese jóven, que pareco loco'l bina, arma vieja de cazador de gamuza, cuyo único EstlÍ. c cribiendo con 01 alfabeto mu ical, una armo- añon conservaba dos tiros Eoobl'epne tos que se dell­nía de centonares do que no están yibrando; cargaban ucesÍ\'amente mediallte un doble rastrillo. pero que él distingue perfectamente en su ab trac- Despue do poner los cebos, lo cubrió con un pedazo cion. :b:stá abI'Íendo el camino para que otros puedan de cuero, y so fué con el tio Job que lo esperaba en Ilegal' á gozar la deliciosa mu ica que suena en cl umbral do la puerta. oido ; e tú robando lÍ. la po ibiJidad la exi tencia de Habria sido preciso todo el amor del jÓ"Cll, y la. una partitura. que no exi te, pero que él crea?·á-est6. certidumbre de que Trina no conced ria la mano de soñando, e tá delirando, y, al propio tiompo, haciendo Frene)¡ sino al que llenase la singu lar condicion que de ese sueño y de ese delirio una cosa ?"Cal. ella imponia, para decidirle á adopt:lr nuevamente llDa Nada oyen los profanos; pero él si e hí oyer.- exi, tencia. cuyo peligros harto conocia. do ••.. Oye á la gentil Fiorellini, cuya linda boca Efectivamente, ninguna otra puede ofrecer tantas deja escapar v angélica, arrancada a. u cuerpo pI'Ívaciones y fat.igas. El cazador de gamuzas parte aéreo; - oye ú Colucci, cuya voz metálica. domina cun habitualmente pOI· la noche para hallar e al de puntal' fácil mae tría I más cncumbradas llota de la e.ca- el dla sobre las cimas elevadas ... i no di tingue hue­la; admirn, en hondo recogimicnto, á estos dos "rtis- llas sube más arriba, cnda vez más arriba, in dete­tas cuyas veces, como golondrina yolando, so lanzan ner o ba ta habel' desbubierto alguna señal que pueda en línea recta, ó se cruzan, e se gan, so revuelven y conducirlo h¡icia su pre a. Ent6nces se adelanta con remolinean con una facilidad tan espontánea y natu- precaucion, ya. de rodillas, ya arrastrándose sobre las mI cuanto difícil. Oye á. Pol/eti, bajo clefnerza, cuya mano ó obre el vIentre hasta que baya. di tinguic10 voz dulce, lleno. y caud alosa, e deja oir en belJí imo los de la gamuzas; úlo entónces se encuen­contraste con las otras do . Oye a Zucchi que, como tra. á tiro. i la gamuza que vigila (pues siempre un ángel maldito y arrcpentido ó cobarde, se po tra tienen centinela j no le ba vi to, el cazador un á lo piés de la justicia y exclama en el temblor de punto de :lpoyo para su carabin:l, y tira apuntando á iU verguenza. la cabeza ó al corazon, porque cuando la bala da en o do?ma postmto V imploro pietá. otra parte, puede ¡. t ra avezar al animal d? un lado ti otro sin detenerso, y la gamuza ,a ti monr cn alglll1 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 5i LA T A RDE ánO'ulo de la montaña donde sirve do ]lresa al Lam- 11Ie~[Jciel" 8111 cmbargo, si se retra~a en su fuga, el l'azn.dor so precipita 'obre su huella, tr~t.l de alean ­:;; :\1'1:1 y la corta el jarrete. En segl1id~ tiene que car­garla sobre llS hombro- 'p'l1'a lleyarh ~ su mOl'a~a .~or entre los torrentes las llIoves y 105 abls SOl PI 011· dido á menudo po~' la noche en e!'e viaje pelig.ro o, busca una hendidura de la roca, saca de su alfol:Ja un mem1rugu de pan tan duro que el diente no entra cn l·l y que es preciso machacar entre dos pIedra, bebe un poco de nieve de helada, pone. , su cabcza sobre una pieclra y se duerme con lo~ pICoS sobro el golfo y h\ cabeza bajo las avalanchas . . Al dia sirruiente nuevas pruebas, nuevos peltgros, y esto se prolonga a menudo muchos dias, sin que halle un techo ó sin que dL tillga un él' humano. Antiguamente 'podria encontrar algun otro de su ofi­cio ó sobre toclo algun cazadol' , pero los primero. han desaparecirl0 y los segundos cscasean más ca,la dia. 1:0 que habia sucedido en casa de los lIiluser pare.ca simbolizar la transformacion operada en la poblaclon entera. El , iejo Job l'epre~entaba una generacion extinguida ya; Hans la qae e taba pIÓ. ima á extin· ""'ÍI'se y rlrico la r¡ue comenzaba. b I incmb:trgo el viejo y su sobrino se habian pues to en marcha. El cielo no se aclaraba tod-n-Í:l, y las CU\l1- b¡'es helad ita se dest.tc:l ban obre un horizunte pálido. 1<:1 Lutschine gruñia en el fondo del valle; un viento pesado haci'l gemir io abetos carg,\dos de uieve, y por installtes. el ruido de .1D:l. h,ac~a. resonaba en_ la cue tas interIOres. Job se volvlO haeLa, su companero y le diju con aire pensativo : -No me gusta la mañana que hace : l a bruma co· rona con un penacho e l Faul-Horn ; ayer el poniente estuvo mucho tiempo inflamado, y l a l un a se le,antó con un círculo rojo; tengo micdo de que nos suceda a lgo del lado del Mediodia . -Apénas entramos en marzo, dijo Ulrico, y de or­dinario el f(}JJ¿¡t (*) es más tardí0 . -E., lo que yo me he dicho, repuso el viejo; pero sin embargo las apariencias son mala ; cuandó este.:; allá arriba no descuides miJ'ar a l horizon te. Hablando, habian p r i ncipi ado á subi r la cuesta. Ambos LUarchaba.n con ese paso firme é igual de l os montaneses, pero eljóven iba maquinalmente delante, m editabundo y cabizbajo, miélltras Job se ponia cada vez más activo y a l egre. A meuirla que se elevaban sobre l as r oca, que ep ara n el Eige r del 'IVenge r n­A l pp, p a r ecia reconoce r cada piedr~, cada árbol , cad'l zarza . HabrÍase dicho un desterrado que entr aba por l as fronteras de su patri a; r egistraba con ojos escllur i­ñadol'es todos los sitios que l a nieve n o habia invadido, d esc u briendo aquÍ un:l planta, allá un insecto aletar ­gad o , más all ú u na pena cuyo no:nbrc decia en alta v o z. P o r fi n, c uando ll ega r o n á l a primera zona de la montaña, e l r eflejo de l a aurora que brillaba sobre l as cúsp ides los e n vo lvi ó en una l uz purpurina , y l e mos­tró e l Eiger y l os S c hrek-H oern e r confus'lmente ilu­minados , e n tanto que e l v a ll e de Gri n del wald per­man eci a a ú n s u merji d o e n l as tin i eblas . J o b se d e tuvo . - Aq u í nos sepamremos, h ij o mio, l e dijo; tú te n 'á á la derech a y yo á l a i zquierda; ¿ has comp r e n ­di do bien m is expl icac i o n es, y ab r·.í hal]¡u' e l camino? -Supongo que sí, dijo e l j óven , que echú una m i - rada e n tor no uro p a ra r econocer aquellos p icos q u e no b abi a v is i tado de mucho año . - Sigue l a cu esta , r e puso J ob, j u n to á l os a bet os 'y l os fresno, y e n cua n to se qu ede n dctra,> d e ti, halla­r ás u na me eta, que n o sé s i po d l'ás r econocer co n l a nie v e . Dej a la r oca á la d e r ecbl\ y sube po r la g ri e ta de las p ied r eci llas has ta ll egar al vasto t e rraple n, d o nde t e bas t a r á tenel e r 1ft. vis ta p a ra. de c u u rirl o t o do. Ah o r~ adi os , y el Señal' sea con n oso tro s: ¡¡idú­mO: 3le que n os guie. (* ) Vien to d el M e d iodía, 6 por m ejor d eelr humean qn e Bopla e n Suiza á prin ci¡¡ioB de la plim aveIa •. Job se habia d nbierto; Uh'ico hi7.0 otro tanto, .r apoyado en u garrote, el viejo comenzó en alta ~o~ una de esas plegnl'i :ts im]1l'o,isauas que 10R montane­ses saben a propiar á la uecesidaue do cada hora. En :trl'H; 1 momento el sol, que aca,haba do levan­br 'C , iuulHlaba la montaña de olH!a. mflnmadas que bajaban rápidamente de cima. en Cllna con:o una ava­laucha luminosa. Los altos pICOS, las Yel'tlCllte r l os barranco iban salienrlo sllce~ivamente do la o 'curi­dad, y tumaban por decirlo así, su pu en aq.u~ l gigantesco panorama . En el instnnte en que el : leJO cenaba s I oracion con el amen consagrado, la claridad matinal Ile n-r í ha ta él invadio la punta en que se o , l " ' habia detenido con su compañcro, y e rOueo cn u n a esp"cie de Ilube esplendorosa . Job se voll'ió h:ícia él haciendo u n adema n de salu­taeio n y de gracias . -Enhorabuena, e. clamó gozoso; ahora podremos distino'ui¡' l a caza. y el precipicio j lo demas de!)ende de l a prudeocia. Andft. con DioR, hija mio. - Dios os guarde, tio Job, reapon ió el mozo . y se separaron. Irico, que ' se l:abia puesto en marcha, "ió al aociano que se umergla en una d e l as pl'0fundas gargant~s que surcaban e ! flanco de . la montaña; no tardo Cn perdel'le de VIsta, pero bien pronto oyó su voz clara y vibran t e que cantaba cn aleman uno de los almos . Dcspucs de habel' escuchado un i nstaute, U I rico pl'Íncipió á subir la escarpada pcmdiente,. y pronto dejó tras de sí los [.rimeros a~etos . A me~¡da q u e se ele~'aba parecian cracer los I)lCOS que tema dela n te. El sol subia cada vez más sob r e el hor izonte, y como un vencedor que conquista corriendo l as fortal ezas más i naccesibles, ponia suce i vamente en cada cima tomarla por asal to su pabellon de ll ama. L a nicb las que fletaban en las cuestas inferiores se desgarrab::m poco á poco y llevadas por e l viento de la montaña. como un velo hecho pedazos, dejaban anchas aber tu· ras, y por ellas pas.aba la .luz y se deslizaba h~ ta el fondo del valle . Inco, altendo un p oco de u dl'tr ac ­eion princ-ipió á miral' l o que l e r odeaba . lIayen el aire de l as montañas, e n l o mi l desafío que r eci b e nuestra c ur iosidad por todos pn.rte , en la rudeza de la cosas que hier0n n uestra vista, u n n o sé qué d e excitante que fortifica y endurece . E l cuerpo se sien­te más agil, má atrev i do el ánimo . Ante esa s nie ­ves ánte esos p recipicios q u e cierran e l p aso, se exp e ­r i m'enta como u na especie de fieb r e agresiva, lo m i mo que en frente del enemigo. Sobrecogido p or esa especi e de embriag u ez, e l j ó v e n escultor apre-uró e l paso y se m etió p or los peligroso s picos su pend i Jos c n la pri?1era ~ona ·. Las cas as d e estío di per;;as en l as r egIOnes Illfe r wl'cf', estaban envuelbs e n un manto de nieve; rílo se vcía n alg u­nos abetos y al g unas zarz as que crec ian en aquellos áridos ter¡'enos; pero p ronto desapa r ecie r on tnmbi e n " y ya n a d a ". e vi ó ino l~ r oca pel ad.a .. Irico llegó P .•r. ...... .r.. ....A _. o_._-,_., • .-- · .>". ...... ~"'\:-' 1"-. ADIOS I Amada del Señor, flor venturos:\ Rica de amor, murió y de juventud ESPRONED.\. Cantares, no gemido~, bendiciones, no quejas, de­ben rod<3ar su fél'e tro. ¿ y cómo no, si la verdadera felicidad es la de aque­llos que mueren en el Señor! i Y como no, si con fiest.as celebran el tránsito de los justos los espí ritus celestes! y como no, si el dia de la muerte es aq uel en que las almas santas recojen el tesoro de lns virtudes q ue en la tielTa sembraron! Tal es el sentimiento que nos anima hoy al abrirse la >tumba que ha de encerrar los restos preciosos de la que fué en el mundo LA S1l:ÑORA CARMEN CANTILLO DE C. Oh ! si, abstrayéndonos pOi' un momento del in­menso dolor que nos domina; apartando los ojos del gran luto, que deja en torno suyo, solo miramos ese féretro de donde parece salir un himno de triunfo y cen tellear la luz de la inmortalidad. Oh! si, cantare, no gemidos para esa bella alma que subió al paraiso, dejándonos tan dulces recuerdos y tan raros ejemplos. Bien saben cuantos la conocieron, que no exagera­riamos por más elogios que aglomerásemos en derre­dOl' de su nombre. Dotada de una belleza cumplida. y de una alma. encantadora, hermoseó todas sus dotes con una es­merada educacion y con el ejercicio incesrnte de las mas amables virtudes. Sus bellas formas eran digno t<>mplo del espíriru que en ellas residia.· Su vida puede reasumirse en esta palabra; amor! Por eso fué hija, esposa y madre modelo: por eso fué amiga inmejorable; por eso fué jenerosa pl'otec­tora de muchos sérrs desamparados; por eso fué tan cumplida observadora de la religion divina que es toda amor. La sociedad la rodeó de distinciones y los bienes de fortllna vinieron á completar los dones que recibió del Cielo y que tan bien supo emplear. o le faltó el dolOl', crisol del alma i sobre todo del alma privilejia­da. A í vió desapaI'ecer padres, esposo é hijos como pedazos anancados del corazon, así conoció que iba .:í. expi,'ar, y sus ojos se llenaban de lágrimas, no por ella sino por los hijos, 1 hermanos, y los amigos de quienes ya no podriá ser encanto. Tan hermosa vida habia de terminar de un modo semejante, en medio de la tranquilidad y del amor, unida á Dios por los sacramentos repetida y fervoro­samente recibidos, unida. á los suyos que rodeaban su lecho en aquellos momentos en que el amOl' terreno llega á su apogeo para despedirse de la tierra. y con­tilmar en el cielo. l\Iurió tan dulcemente como habia vivido, dando su alma á Dios como ,el ramo de li­rio- que se entrega á las olas del raudal, dando u aroma á las bri as. Sin agonia quedó en su lecho mortuorio, dormida. con la paz de Ull niño, y el es­cultor habria podido tomar allí un modelo de belle­za, tan pel'fecta como dulce y serena, Amada del Señor y de los suyos, duerma en paz, miéntl'as su memoria vive en nuestros corazoneE. J. J. BORDA. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TARDE REVIST A DE LA CIUDAD. Vean ustedes lo que es entender e dos pers,onas, Apénns le conté al Pllblico que del ~lub ~mencano ~e habia perdido uu inglés y que á qUIen diera razon de él se le gratificaria, se me apareció en e ta semana un señor que vive por las Cruce, llevándose por de-lante invierno, barro y cuanto hay. . . -E, s usted el señor Fisgan? me preguntó SID más 111 mas. . -, í , seüor,' un servidor de usted. Sién . le, dl-. je al ,erlo de pié y con sombrero en mano Junto a mI mcsa de e cri torio. -Gracias, me contestó, y se sentó con. mucho cui­It.\ UO en la punta de un taburete, como SI yo lo rega­ñase porque lo ocupara todo. Luego el sombrero debajo del mismo taburete, e tando a mesa de centro con otros sombreros, cerca dc él. 1alo, me dije, éste no ha lidiado mucho con gente. otando que el 110m­bre como que queria decirme algo, pe~'o que 110 s.e atrevia, y t;ólo se ocupaba! como p~ra, distraer ~u. SI­tuacion cmbarazosa en IDU'ar las lammas y 10sJu~ue­tes de sobre-mesa,' con una curiosidad infantil, le dije: _ -y á qué debo esta su ta, senor? . , -Pues que me dijeron ,que usted habla ~frecldo una propina á quieu le diera razon de un senor que está perdido. , ., . -Yo no he prometid tal cosa; a qUl~n tal hlcle~ ra no le alcanzarian los tesoros de ROiichlld, proteste pen ando en tanto.; y tantas que no meret:en ya que se les busque. -No; no es eso lo que yo quiero decir. Hablo de uno que está extraviado. -II1énos por ahí. Si yo tuviese tal empeño, no ten­dria; mas que cerrar los ojos y cch~l' mano (,~1 cualq~ler montan; creo que dos por lo men03 aC~rIa; y SI no me iria á San DieCTo Ó á San Juan de DIOS. -V álgame Dio~, usted no me entiende ó yo no me explico. -Bien puede ser. -El caso es que me han dicho que usted paga por-que le devuelvan un inglés que se le ha perdldo. - \. ml'1. -No, que se salió del Club. -Vaya; entramos en materia. Y bien? -Pues que yo sé en dónde lo tienen. -Explíquese ! , _ -Aquí en la ciudad, y en una casa por mas se~las. A la hora que quieran voy y la muestro. Yo he vwto meter la comida y todo, y la mujel' csa se hace la desentendida. Y lo quc hay que ,el' es q,ue lo s,uelte pronto, porque esa es capaz de matarlo: l'.:sa mUjer es el diablo! me dijo abriendo tamaños oJos. -Entónees recordé tantos casos como ha habido, de geutes á quienes han ocultado por una venganza, por robarla por intereses bastardos, en fin por .... -y qué bonita seria ella, e o sí, me volvió á decir. -Pero bien, refiera usted, porque de esto hay que dar cuenta á la policía inmediatalllente. -Pues mire, yo lo diré: el tal señor vivió en el Club y empezó á ir donde ella y tanto fué y fué has­ta que no volvió á salir de allá. -Pero cómo lo tienen? en algun subterráneo, eH algun calabozo ó cómo 1 -En la ca a, engatusado. -No sea bueno, hombre, le dijc con rabia y de pe-cho, Vaya usted en tiempo de Congreso y yerá comu 11 ueven los casos. 'Vaya usted ahora ID iiimo á .... Ocu­na usted.al Alcalde, le dije, para salir dé él, quo es quien debe sabel' esto y cuando tenga IDas lIoticias de ésta, no deje de tráermela , porque lo digo la ver­dad, usted las vale para el caso. - La Compañía dramática dió su primera funcion el domingo; por junto hubo dos familias, de Suerto quo no habia mo tres eñol"as; da vergüenza deCIdo, pero es verdad. Los palcos de tercera lila sí estuvieron colmado ; y que boch inchc el que venia de allá, bien es que lo hombres de los parque de orquesta al verse solos tuvicl'01l no muy e crupu que diga­mo . Y 01 vieron á oi¡'"e los gol pes eu 105 a icnto,', los silbos y grito. oté que es cORtumbre, que e habia olvirlado ya, que en lo entreactos cada cual saque su cnjetilla de f,Jsforos y enciende su cig' no sin moverse del a iento. Los actore se esmeraron en el de empeño de la eo­mediu y en lo gener'LI los papeles estuvieron bien caracterizado'. Sin tiempo bastante para hacer un análisis de la pieza, diré que aunque 11.1 trama no es de lo m,í complicado y que soole adolecer de largas dialogacione , con todo tiene una ver-ificacion mci l y ad. ecuada, caractére;; bien sostenidos y buena tcnden- , cla correctl va. Es el caso que un padre rico, muy honrado y que trabaja constantemente en aumentar su capital, tiene la idea de que á sus do hijos ha de educ'lrlos en la es­cuela del mundo, y que adquieran las enseñanzas que la experiencia da, y no se expongan á los desengaños de que son victima lo que salen al mundo cubIertos apénas con el cendal de la inocencia, con las ideas rancias que un padre meticulo o inculca. Dicho y hecho: el jóven tiene las arcas abierta como las puer­ta de su casa para sacar y gastar cuando quiera; la señori ta no tiene que con ultar sino su capricho para derramar dinero en suntuosos trajes, en espléndidos sarao, paseos y cuanto imagina la alta sociedad para di traer su hastío. E tos dos angelitos, huérfanos de madre por desgracia, en todas partes vivian, ménos en u ca a, y como el p~dre pasaba de claro en claro los dias para que á u hijos no les fal tase nada, de todo sabria, méuos de lo que pasaba en. u hogar. Y con r­guió lo que queria, porquc nI jóven lo cogieron 103 amigos y amigas p::tra hacerlo feliz en las ca as ele jue­go, hasta que al fin sin fuerzas, y extenuado cogió una buena tisis en,uelta en mil desengaños. Ella atrapó unos buenos pel'O con un perdido que la ex-plotaba y quien' el enlace con ella como única tabla de salvacion para hacerse á dinero. Los niños tuvieron al fin bien educados y en el camino de la bien aventuranza, y he aquí el punto de donde el au­tor hace derivar su desarrollo y desenlace. Un antiguo amigo de la casa, hombre de buen co­razon al ver aquella casa sin gobierno, como na,e sin piloto, que tal es el nombre de la pieza, se propone salvar al padre y los hijos y .despues de mil peripe­cias lo con igue, pero ya cuando á la jóven le ha ne­rido el corazon de muerte el desengaño, dejándola in­habilitada para poder amar en toda su vida, y al jó­ven no le quedaba ino una vejez prematura y una alma hecha girones. La petipiezc¿ lI en:J. de golpes muy atinados, chistes oportunos, animacion constante y creciente, fué muy bien desempeñada .Y con razon aplaudida. Para el dou:ingo próximo se anunció otra funcion; oj:dá que no se miré con indiferencia el esfueJ zo de estos jóvenes, de los cuales, mucho de ello'l on ex­perimentados largo tiempo há en la escuela del tea­tro y lo dema han empezado con brio y buenas t1is­IClones. La señora Fernándes, es bien conocida pa­n\ que demos alguna noticia nueva acel'ca de ella. No hay quien no se queje de falta de puntos do rcunion, de di';crsiones adccUllda~, y sinemLul'go. El abre el tentro :r no concurren sino algunos hombre ; e o es U11a contradiccion inexplicable. El Í1wicrno igue como se ha aco;¡tum bracio en Do. gotá, lIue,e de dia pero de noche tambien. Lectores mios, hasta otra vi ta. I:L F1SGON • •

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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 7

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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 40

Por: | Fecha: 19/06/1875

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ·.----_-S:cc...--t:~ ¿ <5 S ~L2.2_-----" - PERIODICO DEDICADO A LA LITERATURA. Serie IV. Bogotá, 19 de Junio de 1875. Número 40 . • RESIGN A-CION, , , A. MI QUERlDIS1MO M.!ESTRO y AMIGO DON , JOSE MANUEL l\lARllOQUIN. 8empre il mal noa vien pe!' nuoce!'e, Al pié de una de las serranías que se despren­den de la Cordillera oriental de los Andes, se dilata un delicioso valle, en que lozanea una ve­jetaciou exuberante y vigorosa, con todas las. maravillas que la naturaleza ha delTam:Jelo allí cou mano liberal: ostentase, .vestido algunas veces do encarnadas flores, el cámbulo que da 80\11 bra y frescor á. numerosOs arbustos multipli­cados con profu:lion, el cual emula en proceridad á la ceiba en que anidan las urracas, y á la pal­ma que apénas puede sustentar sus ponderosos racimos; los riachuelos que vienen de las quie­bras de los vecinos montes, cruzan y riegan el valle,y son de agua tan cristalina, que en ella se l'etl'ata el nítido azul del ciclo, como los muchos y florecidos arbolicos que se acercan á besarlas,pel'­fumando el ambiente, y su murmurio,' grave y ru· moroso, se une en dulce concierto á las arpadas voces de las avecinas y al ruido de los ramajes acariciados por el viento, Mas adelante, en un extremo del valle, está. asentada una casería, alegre, limpia y ataviada como una novia pues­ta de veinticinco alfileres en el dia de su despo­sorio, en mitad de la cual se alza una pequeña igle~ia de almenada torrecilla; y las casas agru­padas en órden, siempre recien enlucidas y en­cerradas por cañales y cercas de árboles frutales, ocultan su sencillez con las plantas trepadoras sembradas al rededor de ellas, todo lo cual ha- . ce hermosísima vista. mntre todas aquellas casas hay una cuyo aspecto permite creer que en ella tienen asiento el lujo y la comodidad, y que per­tenece á persona rica y principal, porque es de dos pisos, eestá pintada artísticamente de varios colores, sus vidrios han deslumbrado más de una vez los ojos de los que pasan, y sobre su hermoso porto n realzado con adornos arquitec­tónicos, muchos de ellos chulTiguerescos, sobre­sale un antiguo escudo de armas con un leon en actitud rampante, y en el cual acaso fincaron or­gullo los que allí le es~amparon. Pero si la. casería por su aspecto es parte para hechizar al que la conooe, cuánto mas no hechiza al que hace conocimiento con sus mora­dores, que son honrados sobre la misma. hon­radez é hidalgos sobre la misma hidalguía: ni desavenencias que turben su sosiego i ní la en· I herbolada maledicencia que conoe el seno de la 8~ciedad en que se aposenta j ni la envidia que bllJca asqueroso diente en el ajeno crMito' ni e~ influjo de arteros magnates, que enerva l¡ al­tivez. de los corazones, se acomodan en aquel apaCIble lugar: ántes por el contrario el señor y el labriego, el poderoso y el pobre l¡bran allí de consuno la patria prosperidad, vinculada no mé~os en la hacienda que en el humilde pe­gUJal'. La .casa del escudo de armas en que hemos detemdo la atencion pertenecía efectivamente á personas principales: habitaban en ella don Adeodato J doña Cunegunda, ricos en bienes de fortuna, y, en lo que toca tí los de naturaleza, no anduvo ésta avara con ellos, que si el buen parecer de los verdes años lo iban perdiendo, no er~ á tal pun~o, que no se conservasen algunos deJQs de antIgua hermosura, Tendria él unos cincuenta años, y ella salvaba los término:; de los cuarenta, si y~ no era que á usanza fcmenil los descabalase. El era arrogante sobre modo y su alma, aleccionada en las adversidades, siem~ pre estaba apercibida á aliviar cualquiera des­gracia, á aligerar cualquier dolor, á abrir libe­ralmente los brazos á quien le buscaba, y libra­ba su satisfaccion en hacer el bien y en evitar el mal; ella, ademas de su ademan grave y re­catado, de que dependia el respeto con que se la miraba, era una mujer nobilísima, que derra­maba sus bienes sobre la necesidad, como Dios había derramado encantos sobre ella. Con tales c?ndiciones, ¿ qué mucho qUtl. se tuviese en pre­cIO á estos buenos esposos, y se les considerase COffiO dechado perfecto de virtudes? Empero, si la fortuna no habia puesto tasa á su deleite y regalo, sentian un vacío que no le alcanzal"Ían á colmar todos los tesoros que la diosa ciega eva en su codiciado cuerco el cual consistia en q Dios les negara el n:uto de su amor, como a que se cumpliera la inflexible ley de que la a no puede encontrarse en el mundo terrenal, pua$to que es patrimonio que so­lo se alcanza 'en algo más elevado. Con todo esto ellos,honradores del precepto divino, nunca levan~ taran queja contra lo que otros habrían calificado de infortunada suerte; ántas bien, sumisos se ren­dian á lo que ordenaba el cielo, considerando que solo de este modo puede alcanzarse la tran­quilidad de ánimo y la fortaleza de espíritu. Así que, aun cuando tuviesen en su interior un se­creto vacío que no dejaba de congojarlos de manera que su aliento se .trocase más de una vez en suspiros, no daban muestra de la flaca oca­sion que los traia tí tal término, por lo mismo que su ánimo era fuerte para contrastarla. Un día de 106 hermosísimos de la zona ínter- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. - . ' .... I~ A T A R DE -- -- - ... u_u . tropical determinaron don Adeodato y doña Cu- r se hubiese reparado algo de 8U tUI'bacion, il'l.qui­negundo. visitar BU casa de placer, á corta di s- l'Íeron por su nombl'e y el de sus padl'es, Dijo tancia de la casería, ApeI'cib"i é ron se paTa cllo, que so llama'ba liumberi;o, y SUs padres Peri c~ acomodá.ndose de 'todo lo 'necesar'io para su 'c(}- y Toña, que fuá dejad(ls 'tacanuo t n bleta. , su­nería, cowo solian hacerlo 'en casos semejan tes; puesto que no sa bia el n om bre y apellido l egíti:. y sirviéildotes 'de 'mozo de espuelas 'un an'tiguo mos dc sus padres, sino sdlamente 'el sobrenom­criado, pues lo bahia. sido en la. casa, parti e ron 'b1'e familiar con que le habian e'tl¡;eíiado n lla­' gozdSOS: el cielo despejado j el sol, que ¡¡tln '1l0 mal'los, Ní tampoco atinó C011 el del si 'tio én qua habia adelantado en su camil1o, aerralÍl aba sobre vivia , y solo dijo qu e su casa era en el Cc n'ó, y la campiña EUS dorados cabellos para darla ani- que Perico le llevaba con el objeto de hacer una macioll, baciendo exhalar:í las flores dulcísimo vi~-ita á su plidri'no, ,arom?, ·; '~ l l:e'frescado ambiento ,Y el sordo rumo,r En 'vista dell'osultado nada satisfactorio que ,de,1 1'10 ~~~ perezosamente c~rJ'la pal'8lelo al ca- ubtu'vi el'ou de las l1"ro-guntas ~u'e habian hecho ~1DO, hll'lendo las enormes,pledras que se le opa' 0:1 'l'apn'Znclo, d et erminaron haccr sabedOres d é l y~a:n en su lecho; el mugu' ,del ganad.o ~.u las extraño suceSo á la autoridad dell lugar y colÍlU"­aehesas <}ue se encontr~ban al p~so ; ~l canto de nicarlo con todas las personas 'Iue pOI' su condi­] os traba~adores al d:e~l'lb~r árboles anosos para 'cion estuviesen en términos de poder aclnrarl ó formar tler~,a labran~la i cada una d~ cstas co- por n¡edio 4c sU éi:iscreciúny consejo '; q'}e, SI gas de ,pOI' s~ era ~an amena, ,y todas J~nt?:s tan bien desde el mismo punto que lo encontl'arol}, ,s,eduCtlvl,ls, q~e el. compue~to _ no poma ~é~os 'trataron al niiio como á su propio hijo, llevaban qde dar ese ~Ie~esta~ que po ~~cas . veces sona- con pesadumbre ~I qu~ se hqbiesc visto expues, 'lIlOS en la. prosálCa :n da Be las (hud~des. , to en templ'ana 'vIda á 'los embates del desamptr- Así, montados sobre seridos caballos, cdulÍna' ro, 'bien así 'c bmo la'Ve y pl'C!ciosaSimicnte que 'han los buenos esposos embebecidos ~lIla com,i· dI vii:lDtb arroja deladte ~e. sí, ~a cual solo pue:. deracion de aquel c\l¡:¡.dro magníficb q~e la natu- de desenvolv~rse y frudtlficar SI le acoge el s enó 'rateza con inimitable mano desenvolvía á sus de 'la madre iJEJ'rra, :ojos, ?lost.I'ando 'l,as innum~rables bellez~~ con No ta!'daron dou Adéodato y doña Onnégund¡¡" que 11beral nos brmda el C~lador, cuando muan- dada su vuelta por la casa de placer, en pl)nel'!:' 9 do n,caso á la ,vera del canuno" ~opal'on, sentado en camino para la ca~el'Ía á horas en que 'el bron'­al pIé de un arbol, con un nmo de hasta edad ceado sol de la tarde comunicaba melancólic o de cinco años, de cabellos ensortijados" rostl'o 'tinte iL los campos .presagiando -la venida de 'lb. :agraciado 'y Doble, CUy;l téz hal:iia1.:obádo cl color noche, ' 'á.,las>'osas que 'por, allí se parecian, y eu ' cuyo 'La cual ' cei'rllba á más andar, y las tlstrellas, radeI?~n se trasl,uCl,a la du1zur~ ~el natur~ ~ no q ne !por ' ehtónces 'no e:an celad~s por el ,br~W) .mén<;>s que lo I:rmclp~l de su lInaJe, Vesha, un de la luua, se daban pnsa por aVIvar su tUllldh saquIto de pano naCIOnal con J;lautalones 4e lo ·luz, cuando terminaron el inocente paseo, acoro'­mismo, cubríale I.a c8:be,za Vn sombrero de fie~- paíiados de aquel á quien acuso habían sll.lVad<:> ,tro'l c~lzaba zapato~ ~e cor.doba tl ' un 'tau to tl'a,l- de perdurable milleria, el cúal iba rnoutado en el .d~a y ' empolvados,.qUlz,ás á .~ausa del que habla cuartago que I!l efecto 'le habiau aparejado desde pIsado en el cammo . . Co~la en aqu~lla sazon la granja pUI'a mayor comodidad, ,lln me?drug~ de pan negro! que qm-za pOI' GOU- No bíen se habia apeado don Adeodato, .puso do}enc,13 le dll~ran unos ar1'1eros al pasur. en obra ' punto pOI' punto lo que desde un prin- Movidos 'á lástima los esposos, Se dirigiEi'l.'dn . cipio habiau deterwinado: aboeóse cou ' el alcal- : a1 rapazuelo 'y con voz conmovida le ' ptegunta- ,de y , demas persouas 'principales del lugar ,para ron qué hacia en tal lugar, y qtúén le habia ' la aclara.c iou del suceso que 'tan inquieto le te­' abandonado, á lo ' cual · dieron por respuesta so- ' nia, y todos se apre~Ul'aron ' cdn solIcitud á eje­' lamerlte ' uIl'lis :g l'uesísimas lágrimas seguidas de cu,t'ar lo que p!j.reeia más conveniente: ningun . zollipos, ' que bien manifestaba cuánta ' ei'a l'a indicio, ni la más ligera vislumbre lea dió el hil,o ·amargura de su tierno corazon. 'lnterrogado que pudiese sacarlos del laberinto de dudas á ' nuevamente, apénas pudo dar 'á, erit énder en mal que se habian dado; Y tuvieron por bien creer ' concertadas ra~ones c6mo su padre esa noche que quizá los padrea por desamor al ~ijo le aban-habia sido llevado por ünos negros que le ame· donaron á Dios . y ála ventura, de,sechánaole co­' n 'auLban, y cómo:i él le habian sacado ' del ' bos- mo pesada, carga, y valiéndose de algun lanoo I que y le habían pues~o a1)í,. , . pax.a porierlo ~n efec~o. ,. , . . Contentól"es en ' todo extremo la graCla del Y como suele deelrse que el trato es ~ngeD- ' niño, y con el alma lacerada por la miseria de drador de cariño, don Adeodaio y doña Cune­' éste, dieron traza y órden como le llevara con· gunda le cobraron tal á. Humberto, que vino á. sigo e\ moz~ , ~~ ~spuel~s hasta la gr·anja, y ' ver ser l~ lumbre de sus ojos y el arrimo d~ su ~s­)\ 1 (; 0'0 de averIguar qUIénes eran su& padres y peranza; y ' como acaece que la larga puvacI,on 'd'lnode par~ban,si ya no era que ' liubiesen csi'do del bien apetecido es .parte para extremar la p a bulo :i la ferocidad 'de salteadóres, cosa que 'e satisfaccion cuando se alcanza su go~e, los nue­l lcs. h'nciai'ecÍo creer, pues jam'as habian oiao vos padres de Hum berto se holgaban sobre maóe­: d eci'r ,qu~ los h?biese en aq~ellos ' :parajes: El ra con el ,,Pensamiento de que, ' tras, ~ontin~ós niño SlgU'lÓ obediente á su gUIador, y los otros anhelo~ SIempre defraudados, les hubIese DIOS . su camino, 'disc~rríéndo en su imagil}:ación cómo deparado ' ese hijo por lD:edios el!. traordinarios é habria llegado ·á tan lamentable estado ése Diño, inesperados. Daban' por bien servidos todos los . en'·quien la cort:dad de su fortuna se adelanta- r.fcl.~es p~ralc~nz~r ese tér~iDo, y solo ~eDsaron \ baá la de sus anos. en adelante en gUiar á su hiJO por el caWlDO de la ' CoDÍ'o llégarón"á ' la: casa "de . placer, y el niño rectitud yen el temor do Dios, para que algUIl • , • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • LA TARDE 264 • ~ia fuese útil servi~or. da la l'evública, tanto ~mo bijo 6n quien se hel'manaseu las dotes <;1.e. ~a sabiduría y la virtud, Humberto, qu,e. 6. IQ¡S principios D;\ost¡'a,ba en sus frecuen,tes lág.rimas la pen~ de su ternísima alma, so. n,cQmoda ba á ,~ nu~va vida á que le habin. tra ido :tI,O ya su gesventurada sino Sil dichos~ suer.te, si c~ que puede calificarse de talla, que n.o está vivificada en la infantil edad p,or el c:¡do~·· del hogar, qt;l.e, ;\pura, lQs, afec~08, ~. mper.o, aunque dO,n Adeo­dato y dpüa¡ Cun~un,da J?0 cabú\U de sati~ac-. ~_iov, con cl hl:\lIazgo que por orden3¡¡;l.ion, del c~~­lo habian tenido, en vece&, la m,inon~ba el pe o lil:),­mi- ento de que habia 1l;na madr~ que cstarifl¡ pa­ga, ndo con lágrimas de. &,angre 13. p 6 ~'d~da de uv. pijo, lo cual les hacia¡ r~)Jp.pe.r eJ?, dolorosQs 81,],S­piros, con que solian e.xp~'i¡;nil' la co~pasiQ~ q1,le. 1P1; do,~inaba, y e~cla,ma,b.~:o, ~ i O~ ~e.s\,entura­da madre, pues s;n veutu~?- es la que ve así ro­bados sus, m,ás ~:lros afectos por la cruelísima for~llGa! ¡ Tuviel:as esta prcnda querida de tus e~trañas, y trocáramos el goce que con ella 1;l,e~ IDOS tenido, en punzante torced9.~ ~u~ ~op ~~en~7 ~eas~ ¡ Estas razon~s daban á co~ocer bien 01a1'0 el amor q\le habían cQbrado á. H umbel'to, que igual­mcnte acr.ecentaba el que. se habia despertaQ,o como por instint-o en su cora~on, Oreció algo ruas ~ste, y conforme iha dese.nvolvi611 4ose su cuerp{\, se desenvolvia tnmhicn su intelige.ncia, al parecer clara, lo cual hacia que se afirmase.n más en la ide~ d~ que hab.ia, nacido de padres en quienes andal'ian al par. el tale~to y la edu­cacion. Asimismo iba mostrando una gallarda disposicion, qua se aunaba amigablemente con las buenas dotes d.e su entendimiento, :ft:abia. llegqQo puts l~ sazon oportuna pal'a facilitarle el paso pOI la senda de la sabiduría, ~n la cual tenia andado ya algun tanto, porque sus nuevos padres no habian qescuidado el en­señarle á eODQcel' á piQs, y. la,s oraciones q~e nos brindp. b Sant.a Madre 19lesia ~al'a cons\lelo ~u -puestra escab~os& vidq, ISabielldQ ellQs por pro­p~ a experiencia, á. ley de católicos cristianos, que allí no tienen cabida los nobilísimos afectos y las acciones gener0sns, donde el temor de Dios y la ol'f\;cion no hacen su oficio. Habiendo qeliberado madUl'amente sobre cuál habria de ser el género de educacion que se hubiese de dar á H\lmbertQ, determinaron PQ­nerlQ bajo la direccion de un ayo sabio y dis­cl'eto, ql.~e diera PQr cimiento á su aprendizaje las máximtls d~ l.~na sana moral, sin el cual ci­miento toda la fábr,ica del saber en un punto da en tierra al mas leve soplo del mal; observacion que habian hecho cn muchos que, colmados de oonocimientos, como no se sustentasen 6stos en 108 principios de la mOt;al cristiana, se han tor­naqo en instrumentos que acarr.ean la degrada~ cion del individuo, y que refluyen en perjuicio de la sociedad que lo mantiene en su seJlo, ~scogielon por ayo de H umberto á don Pedro Románez, d6min~ de una de las ciudades veci­nas, y :í quien trajeron mediante una paga que de antemano se concertó, Era este un hom­bre CllYo ijspecto le señalaba. la edad de unos cuarenta. años, de alta estatura, de buena dispo­sioion ; tenia larga y negra barba, los ojos aSom­brq. dos por pobladas cejas, y s~ ves~ido p.umilde ' . . - " , como 511 condiciono 1\ tal caballero se confió la. d!;)lir.a,d.a tarea de educar á Hu,mberto, quien., como lo rayase ya la luz. de, la raZOD~ se l'indió d ~ bueQ grado á la vQJunta,d dfl S.US, padres •. l\h :~mo MÉNDEZ DE MENDOZA. ~ ~ .. (Se contínuar~,), _. --'"'.~~ ... ~ EL ADIOS- . - (De Goete,) Oh! i Déja q.u.e mi lIa.nto, amada mía,. ~e diga lo. que siento al darte adíos ! t Porque mi labio nunca expresari~ El pesar de mi triste corazon ! i Yo no puedo sufrir. de este momento, Aunque h(;)'~bre soy, el sit;l igual dolor ~ - i 1\11! i L.as Y9.~efl. de qulce sentim~ent~ Tristes a.hota p,ara mi alma son ~ i Esos besos de amor que tú me has Jado., De los de ~yer no tienen el calor! i Ni a~ estl'ec4a:rla.: b9Y he gozado, PQrque ¡tI dec,irrpe adios ¡at;lguideció. l· Cua:o,do. un favor m~ dapas placentera, • Ouán dulce era á mi alm.a l, a emocion ! i Dulce, como e! plac~r, que e.n p!,imaver~" 1\.1 ye4 la. flor, sintiéramos loa qos ~ I De hOJ más D(l formáré ¡le. tiel'·nas ~9re, Diadémas para tí !." i Todo acabé !. '.' í La. primavera huyó con mis amores, y el invierno sucede!..,.i Adios, adios!.,. 187Q. • 'TElIÍST-OCLE-S T.E.JA.D A,. - . Es el dia 4 4e julio d~ 1874. No han dEj.q~ las diez de la IItaijana y el .calo!, es ya sofocaxtte, al cqal se liñade una nqbe !le polvo, en el c!1JIli­no que va. de la ci'u,da!i de g. fll PlleplQ de R. Quien pQr !lUí pas!} ppr primf!ra vez, se encuen, tra desagradablem!;lnt.e sq:rPl'fludido ;\1 sentir en aquella latitud tfl.nta palol' como en las llanuras de la Manchfl. ó 40 Oastilla la Nueva: la topo­grafía do l~ comarca, una especie de desierto de rp.uphas leguas, sin agua ni vejetacion q 't~ eató cerca, explioa aque!la elevada t~mp~ratJ.P'l}. Por la carretera apénas ~ay ntás' tra'n~éuxttes que militares que vq.n y yi~nQI1, y !llqltitud da carros con pr~v~slqHeB, espoltaq,os FQf f)lerza. armada. E.ntrp el polvQ hay p:luchaa rama.s desg1'!-jadas de los árbQles que est4n orilla del camipo, La pdm~ra idea que oCllrre al vcr19s jl~spojados de gran parto de su follaje, es acusar á. la desenfre­nada so14adesoa. que así l~ d!3stroza ; pero cuan- , Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 265 LA TARDE do se van encontrando soldados con equipo de invierno, morral, armas Y municiones, cuando se los ve marchar en medio de aquella nube de polvo candente, Y con una cosa negra sin ala cubierta la cabeza, se comprende que instantá­neamente la rodeen de verde follaje, que lleven en la mano una l'ama para apartar un poco el polvo Y poder respirar j las que son grandes ó pequeñas, 6 sobran, quedan en el camino; de muchos TIlales se acusa á los soldados en vez de acusar á la guerra. Por entre los carros y sorteándolos, corre una diligencia, no es muy propio decir que COTre, púrque se pára muy á menudo. En aquella di­receion hay una via férrea, que la ruptura de un puente y la guerra combinados dejan sin circu­lacion: se han improvisado medios de suplirla saliendo de vehículos arrinconados, de cuyo nú­mero es la diligencia mencionada. Con la sequía y el calor crugen sus maderas mal ajustadas; una rueda se caldea en términos, que hay que rej1'esca1'la á cada paso. Este 1'ejresco consta de las partes siguientes: desenganchar el tiro, apearse los viajeros, suspender el coche, sacar la rueda y echar agua a] cubo y al eje hasta que se cnfrien, y el correspondiente coro de blasfe­mias y obcenidades que acompañan á estas ope­raciones. Durante ellas, los viajeros se agrupan á la sombra más próxima; maldicen de todo, ménos de los verdaderos causantes de aquella vejacion j comentan la última sangrienta bata­lla, que por haberse dado hace muy pocos dias no se ha olvidado aún; hay sobre ella tantns opiniones como personas, que se ofrecen cortes­mente 10 m!lrienda, Y se dicen quiénes son, de dónde vienen, á dónde van y á qué. Uno solo de los viajeros ve y oye en silencio todo lo que pa­sa. Acabado el refresco de la rueda, monta con los otros, á la media .legua los saluda y se apea; bajan de la vaca varios bultos y cajas de su per­tenencia, y alguna de esas personas á quienes produce un verdadero malestar el incógnito de aquellos con quienes viaja, se pregunta: " ¿ Es usted comisionista de comercio ~ -No señor, responde el interpelado, acompa­ñando estas palabras con una triste sonrisa, y agrupando sus efectos, Está. en una especie de plaza, de grande exten­sion, de forma irregular; por dos lados, cssas de mala apariencia y una iglesia; por otro la carretera; en frente un gran edificio de piedra, sobre cuya puerta se lee: HOSPITAL MILITAR; en medio, y como sembrados al acaso, árboles, de poco ramaje, á cuya escasa sombra se gua­recen algunos Boldados, arrimando los fusiles al tronco. Se ven parados gran número de carros va- • ClOS, y otros que van llegando; hay muchas voces, mucha confusion y jefes y oficiales de Sanidad militar con bota¡;¡ de montar y los caballos em­bridados. El viajero sabe que hay allí heridbs, comprende que van á sacarlos; su rostro se al­tera; pasan pOI' su frente sentimientos de pie­dad y nubes de indignacion, y parece expresar Illternativumente,la súplica y la amenaza. Ade· lántase resueltamente como para hablar aljefe; á los pocos pasos se detiene, mueve tristemente la cabeza, hace un gesto que significa ¡ qué ne­cedad vO'!J tí hacer yo! vuelve atras, y se sienta en una piedra, á su parecer ménos dura que el , corazon de los que van :.í eva cual' un hospital tí tal hora Y, en tal forrua , Con los codos npoyadoo en las rodlll~~s, la cabeza en las manos, y miran­do al sucIo SlO ver lo que hay en él habla así . . ' consigo mIsmo. -j Habiendo via férrea llevar )08 beridos en carro! Se dirá que no está. corriente. ¿ Cómo )0 estuvo hace dos dias para llevar á los generales? Lo que se hizo por los jefes sanos, ¿ no podrá hacerse por los soldados heridos? Dar el largo rodeo que se da por la carretera, estivados en carros de infernal movimiento Y con esta tempe­ratura tropical! ¿ Tampoco podian sacarse más temprano ó más tarde? Es preciso que salgan de aquí {~ las once, para que aprovechen las horas en que el sol calienta más. i Cuánto van á sufrir al atra\' esa¡' este desierto, sin una gota de agua que llevar á sus abl'asados labios, Y cuán­to les perjudicará este horrible viaje! nim80 que no 8e evacúan los graves; á los siete dias, no lo parecen todos 108 CJue lo son: cuántos morirán (¡ quedarán inútiles de 108 que van á salir Y qué buenos aliados son de la gangrena Y de todo género de desgraciadas complicaciones, el calor el malo Y prolonga"do movimiento, la dureza; fal~a de amplitud del vehíuulo, y tanto subir y bUJar. ¿ No saben que los heridos deben mo­verse 10 ménos posible ~ Esto es elemental. El • • • VIaJero pIensa e1;tas cosas Y otras: luego, como si quisiera apartar de sí las ideas que le morti­fican con ]a v ista de los objetos exteriores, levan­ta la cabeza, mira acá y allá, fijándose en una mujer pobre, pero decentemente vestida, sen­tada á la puerta del Hospital, y llevando con frecuencia á los ojos las puntas del pañuelo que cubre sus cabellos blancos, Como está muy tris­te, se siente atraido por aq uella mujer que llora se acerca á ella Y le dice: ' -Buena anciana, ¿ qué tiene usted? -¿ Qué quiel'c usted que tenga señor? - res-ponde, como admirada de que todos no le a.di- • vlDen su pena. El viajero la comprende., y prosigue: -Está aquí? -i Ojalá.! j Desear una pobre madre ver heri· do al hijo de sus entrañas! Yo lo deseo. -Tal vez c~té bueno. No habrá podido csori­cribir. -1 Bueno! No señor, Todos los soldados de su batería le han visto caer, y en aquella confu­sion nadie sabe si quedó muerto herido y prisio­nero como tantos otros, ó ha. venido á este hos­pital. -¿ y no le permiten á usted entrar 'á vez si está? -No me lo han permtido. El viajero entra en el Hospital; le sale al en· cuentro el portero; es un paisano, á quien ade· mas de un ojo le faltan todas l&s señales exte­riores que impresionan favorablemente. So enta­bla el siguiente diálogo. -¿ A donde va usted, caballero? -A ver el Director del Hospital. -No se le puede ver. -Es indispensable que le vea, púelelllted recado. -No puedo. -Es preciso. -¿ De parte de quién? • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. LA TARDE 266 -De una persona que viene á regalar al hos- enfermas de los que iban á cuestas ó en brazos. pital algunas de las muchas cosas lue le faltan. Al llegar á. los carros, i qué de dificultades y de El portero se v~, .y no tarda. en volvtll' . con la I dolores para subir á los que no podia.n hacerlo órden de que el viajero entre a ver al Director, pOl' sí mIsmos! Cunndo se halbban e5tlvados sa­que se excusa con él de recibirle en la escalera bre la tabla dura, el bagajero preguntaba si es­por donde sube y baja apresuradamente, Es una taba caT[Jado, y con la re"puesta afirrnat.i\'u, persona muy amable, y parece excelente: se arreaba las mulas y se dirigía á. la carretera. queja de lvs apuros que pasa, de 10 mal servido A todo esto, sin oÍl'se un ¡ay! una protesta, (I.. . ue está, de las muchas cosas que le faltan, in· ni una qneja de tantas como podrian darse. terrumpiendo la relacion con órdenes que da á ¿ Seria que loslperjudicados no tenian idea de que . unos y á. otros, y aplazaudo una conferencia más la traslacion pudiera hacerse con ménos perjui­larga para cuaudo hayan marchado los hel'idos cio para ellos, ó 'lue el soldarlo herido 813 intimi­que van á salir. da en presencia del médicojife con sus estrellas En cuanto á. la pobre mujer que lloraba á la ó sus entorchados, y no se atreve á quejarse por puerta, se comprende quo no puede subir en no parecer insubordinado? aquel momento, porque aun en el caso poco pro- Fueron pasando, pasando: era tan pcnoso el bable de que Re lo permitan, se expone á que verlos, que al viajero le pareció que debian ser, miéntras busca á su hijo en una sala, 61 salga sin no doscientos, sino dos mil. Al principio sus ojos que ella le vea. La infeliz se resigna á esperar, pasaban alternativamente de ellos á la afligida pero el viajero prevee lo que va á suceder si se mujer, que esperaba como una fortuna ver á su queda allí. Van á. pasar 200 heridos: cada uno hijo entre aquellos desgraciados: dospues no que vea aparecer de léjos imaginará que es su miraba mas que á ella: su rostro, su ademan, hijo, y recibirá doscientas impresiones al coo- sus estremecien~oB continuos, eran corno el refie­templar su mísero estado, y doscientos terribles jo y el reslÍmen de todos aquellos dolores. desengaños al saber que no e~tá allí, y creyéndo- En brazos de dos camaradas apareció un arti· Je muerto. COD'lpadecido, se acerca á. ella y le lIero con las dos piernas herid~s. Se oyó un dice: i Bjjo I imposible de repetir, y SI! vió á la ma- -Buena anciana, vengase usted conmigo á dre abrazarle, y despues caer de rod illas. Pala­esta casita inmediata, aquí el calor es sofocante, bras no tenia; con lágrimas le hablaba besando y va usted á sufrir mucho inutilmente. Dígame su rostro, sus manos, y hasta aquellos paños usted el nombre de su hijo; aquí á la puerta empañados en su sangre. El soldado, profunda­le llamaré, á medida que vayan pasando los he- mente conmovido, decia llorando: "Madre, no ridos, y cuando respo a correré á buscarla á llore, el físico ha dicho que la bala no ha tocado usted. al hueso, y que pronto estaré bueno." -Ay! no señor, no. Podria no oir que lo lla- Rabia llegado el límite de las fuerzas de la maban; los artilleros suelen ljuedarse algo sor- pobre anciana, que tuvo una congilja y perdió el dos; él me escribia que estaba. tardo de oido; sentido. Auxiliáronla piado~amente; el vi"jero figúrese usted si estuviera aquí y yo no le viese. sacó de su equipaje alguna cosa con que con fOl'- ¿ A donde iria á. buscarle? tal'la y volverla á. la vida, miéntras su hijo, sin -Temo que le falte á usted fuerza. saber si estaba muerta, era llevado al carro, y -Dios me la dará.. Él me la dió, porque yo pedia al bagajero que no arrease hasta ver si su no tenia tanta como la que he neoesitado. El me madre reoobraba el sentido y podia siquiera de­ampara. Elle premie á usted, buen caballero, cirle adios. que tiene compasion de mí. Desde que salí de Un bagajero no es un hombre que se conmuo­casa, hace cuatro dias, no he visto más que per- ve facilmente. Tratado con dure'z-ar "ajado cl1si sanas extrañas i y luego, en estos pueblos en ~iempre aún mas de lo que exije la lleoesidnd ; que hay guerra, no sé cómo se vuelve la gente: perjudicado en sus intel'esos, arruinado tal vez, en el mio, cuando una mujer llora en la oa11l:\, expuesto on ocasiones á peligros que no debiera se forma corro y le pregunta por qué: aquí pa- correr, el bagajero es una desdichada víctima de san de largo: sin duda han visto llorar muchas la guerra, y no es raro que en ella se endurezca, y se han acostumbrado, pero es cosa terrible. que de sus iras participe, y que odie á los que Si viera usted, señor, qué consuelo tan grande forzosamento sirve. No obstante, el que llevaba me dió nada más que con deoirme: "¿ Qué tie- al artillero herido, se comp~deoió de él. Tal vez De usted, buena anciana? " se acordó de un hijo que tenia In misma edad, El diálogo se interrumpió con la vista del pri- ausente tambien de la oasa paterna i tal vez pen­mer herido: el doloroso desfile habia empezado. só en su pobre mujer, aflijida por tenerle léjos ; En lúgubre silencio empezaron á pasar jóvenes, ello es que dijo con voz que no parecia la suya: alegres y apuestos hácia una somana, hoy des- "No te aflijas, hombre, daré tiempo á que tu figurados, débiles y afligidos. Iban con la cara madre vuelva en sí ; " y enredando de propósito ó la cabeza cubierta de paños ensangrentados, los tirantes de las mulas, hizo como que los es­otros con el brazo pendiente de un pañuelo, ó taba arreglando cuando le dieron órden de an~ cojeando, arrimados á. un compañero ó á un palo, dar, y se quedó el último. 6 acuestas, 6 en brazos. Ni una oamilla, ní una Entre tanto la pobre anciana había reoobrado sola. se emplea para trasladar á. aquellos infeli· el sentido y volvia tí donde estaba su hijo, con ces: y no podía verse sin indignacion y sin mie- el firme propósito de seguirle. En vano le dije­do de que se hicieran mucho daño, como los ron que apénas podía tenerse en pié, que la jor­que teDían una pierna herida, oon gran trabajo nada era penosa, el oamino sin un árbol, el oalor y esfuerzo bajaban la escalera saltando sobre la sofocante. Despues de tanta dolorosa zozobra, nna, á. riesgo de caer, y oómo colgaban las dos de oreer á su hijo muerto, ouando le encuentra Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 20, • LA TARDE L __ vivo, habia de verle un momento nada TI¡as, y ' d jndo ir sin aber s,i le. ha.cia da.ñ.o el camino, tli si las heridas se agravaban? i Xmposible !. por mucho que sll,friera con ir, ba.bia. de sufrir más quedándose. El viajel·o. comp'l'endió que,serian ~l1útiles cllaut¡¡S l'cfl e)\ione SB le hiciesen" y des­apareció de une IJa pobJ:e mujer le busca.ba en, \'ano con la vi ta., y p.1:eguntaba por él.. afligida de marcharso sin darle las rrrlicias, sin saber su. 110m bl'e ni d eei de cómo se llamaba. Habia echado ya andar con el e al:l'O, que 1'le­vaba al querido de su cora7,pn, estaba ya on la carretera, y volvía la yistf,l. con fl'ecuencia, por ver siquiera deci r ndios pOr seüas ü. u descollor cido bienhechol', cuaudo lo vió salir de entre las casas corriendo, y á. s~~ lado un hombre con, I,1na borriqui1la; era la cabalgadura que :í I:lubido precio habia podido conseguir pa.ra la d~bíl mujer. Cuando ésta lo comprendió. es.tuvp ~í. puno to de clesD,layarse otra vez de entel'Uecimiento y gratitud. Al despodirs~ dcl ~iajero. ro.r má.s <];ue (lste lo resistía, quí o bes~rl.;l la mano. q,ue que­dó cubierta de lágrimas. Mirándola.s se hume· decieron los ojos del desconocido, su amargut:fl. lile dulcificó, su. alma, crispada por tan div~J."Bas y. dolorosa.s seu,saciones, sintió una e.spElci.e de b~cn estar, En qué consistiria? E.rl\ que, consolando., habia hallado eonsttelo. Entúnces vi nublado tu ~olllhlnnte, Ent6nces 1l}~ . mi rás.te d.esolnua.; • J turna lo olvid::tné : an· aquel insttwte, ¡Qué dc Gosa,! me d'ijo tu mirada I Eutó\lúcS vi que (1 tu pupiia hermosa. A.soulaba una hígrima J,l.echíecra Qll{l un punto EO detuvo temhlorosa ... .. Ay ! fué de amor tu lágrima p:-imera ? E a gota a á cOlllunicnr á lb, reina las' noticia obtenidas,; pero aguardaba el re­" sulta~lo d'e la entre\'i ta 1pa'I'a ' terll111l:ll' sU curia. -Papá, dIjo Blanc¿L entl'Ul\do repentinamente, un 'un bombl'e te trae una carta, 'pero 'no qui'el'e' entre­¡. gal'la ino á. tí ; dice que' es ' urgente, El conde salió y ' reeibíc, 'do 'un labriego urla cal'ta 'con sob ito para él. Abri'Ó Y leyó lo ~iguiente: "El, séñor ?on'Lui de Robl«!s, solicita del señol' 'co-nde de Lare(l'o 'una entrevIsta que tiene pOl' objeto 'hablar de asuntos que intcre un :í ámbos, y espera le será concedida y que !>e' le' ludicará la hora y el sitio: ' El conde ~tr'Ó' á su despacho y escribió de ' 'estas lineas: , _ ." El conde de Loredo saluda atentamente al señor don Luis de nobles y tiene el honor de mani tarle 'que le espera maiíalla. en el.parque del Castillo á las , ochu de la ruafia~H~." Salió y la: eútre~ó al e·illisai'Í'o. A'pénas-se .habia alejado éste, cllal1c\:O le 'a'l:'!\mcial'on ¡·á-Sebastian. Un m'On'lent\:) ide .. pú·Cs's·c hallaba en con­' versaeion cen él. ;nON ,LUIS DE ROBLES. • 'Hay naturalezas quc parecen destinada, 'pal'a ei ' mal y que como que son el complemento de nue tra , sociedad: con idemuo el hombre en sí misrm>, aislado de los demas sércs humanos Ique le ro'dea'l-I, e 'ye quc , es un compuesto de buen'o y malo i en la. sociedad, ' considerada" ~ot'no U)1 o inrlivi'd'o'o, hay también una parte 1l1:1.lu' ·cuyo terrible papel liay cierto~ hl'>inbres 'que se ~binplacen en hacer, á. los cuales parece que un 'destino superior i'In}Jele hácia ello, sin 'qoe puedan 'detenerse un momento rsin que puedan siquiera pl'e­' sentAr como barrera para el nuevo crímen"los remol'· dimientos del ya cometido. Pero, á donde voy á. parar 'con tales digl'esiotres '1 i es seguro que si continúo por . semejante 'CU'mino T1te expongo á decir quién sabe cuántas'blasfemias y 'disparates 'que no ban eótrado en el' l)la'U' de n'li' CUen to y que, por el contrariu, ' me estorbal'Ían en él. Todo eso cou que principia: este ca­pítulo es mentira; cs un monton de palabras que na­da dicen: el hombre es rnalo cuando se le antoja y pO\1que ,tiene libertad pJlJ'a ' ello, es decil', libertad acompaña<.la de la reil'ponsabi.Jidad natul'al por us sc­cion ; pero es ciertol(lue hay homeres en ¡quienes ' el instinto dcl mal es tan fuerte, tan poderoso que los 8\'l'astm como en vertiginoso <.les censo á las regiones ' aterradoras del crímen, 'fal es nuestro hom'bre,' El lectol' conoce ya algunos de sus hechos .que ba tan para darle á conocer su caráctel', asi como hay algu­nos contornos, algunlls facciones que deterUl~nan uua fisonomía. Hombre audaz, suplia el valor con esa san- 'grc fria1uc'no resisto cu&udo hny tiempo de conside- !'al' el .pelig ro ; ning ull lIotllc 8éntimi ento ll:Icia palpi­tar "b cora'~on ; 110 lIlLbia enifJre a r¡uc 110 ucometiera por cl'imin:íl que fue -e, i ue e lla esperaba a al' nl¡;un proveclio. 'En fin , querido Iccto,', I)(JI'(]onadme por pr~e ll tál'o ¡;em~Jante 'IH~r;<ó I1 n'je'y conocedlu pUl' m¡ propios becllo . 'Va á caballo sobre t1n ' mngnífico :l1Ii ­mal ne r:l'za ¡ptJ¡'ll. En su ,emLlante se lec tina cíel tll, ati faccioh 'Ibézclada tie ircmía; con Un 'Tloco de ino­cencia. scria el sel1lLlútite' del niiío'quc acaba de robat' ti n a '1 úrt 1i'¡(1l. 11 O , Se al ej a d I ca, ti llo en áll'ecJiun ;1 su Casa. 'Ira sol­tadD la 'ri enda obre el cuello del caballo y ,lo deja andal':'t "U 'l1l1tojO; le ha dicho C0ll10 se dice á ·la fucl-- 7.:\ públk"l1 en ' tl'lC los gubif;l'Ilos van :\'tWballo: '" al'UlII'S ;í llis(ll'~eitlll." .\hr, cmltestó un mozo que récibió 'el' caballo para llevarlo ti la cuadra. JIa venido un sefiOI' que por cierto no tiene muy finos modal ; e tá esperan­do en' la sala. de las armas y dijo que le avisaran cuan­do estuvierais de rcgreso. -Bien, dijo don · Luis, ya no se perdió esta. ocasion, y pasó á la sala que~se Je habia' il!ldicad0 . En la sala á que entró Y'flae el'a en realidad uno. sala de"árma en la que' las habia de todas cla es, y n'uestro querido lector 'h> comprenderá fácihuente si ' le decirnos que ~ su d1'leño el'a e padn:cbin y dtleli ta de' prafesiO'll,' como bNen ca.ballero de in'dustl'Ía, esta­ba sentado ' en una ancba sma 'do I msclel'a comuIl, 'hecha. ¡j,' prOpósito para descans&l" de pues' del ejerci­cio' de: las al'mas,' ún hómbte • como de unos cuarenta . y cinco'á; citI'cuenta 'sños;'ddlllet'liana: 'e tatura, gl'UesQ, tamido, r&biusto,: :lIIloho 'de espaldas, a'bultlado de hom­bros ;' teñla' ~:na> . C81'''; redonda' q'Ue pareeia mas grande á' cónse!:a~dla I de ';~IlSlp&tmas negras y pobladns 'que h~adót'Dabá'Il' d~.'tkl'();t¡j!ñ't1 aspecto inde1iinido entro ja bondad'natural\y"lal t;>l!íMini; este' hombre hubieJ'l\ e1lgaüado al' lllas'pro'ftrritlo : fisonmnista. 'No era feo, ,poro tampo~o se hubicl'a..podido decir ,que ella UuCln Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ,• • 2GD LA TARDE -- mozo. En todo . u continente revelaba Sl'r un marino, lino de eSlJ hOlllure ' que viven entre el cielo y la mar, sin má ley que la fuerza del viento, sin m:ís ,"olunt

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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 40

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María Teresa Trenor reina de los Juegos Florales de Valencia, hija del Marqués de Turia, en el medio del salón entre su corte de honor

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Tutela T54901 de 2001

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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 36

Por: | Fecha: 15/05/1875

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. . ---------l:c:~'<::76 ¿ ~ S ·~L?2.._------ • • P E R 1 O D 1 C O D E D 1 CAD O A L A LIT E R A T U R A. Serie III. Bogotá, 15 de Mayo de 1875. Número 36 . ........ A Al\. DE. - Con el presente número tr3rmina el tescer trimestre de este periódico. Suplicamos á los Agentes que no han arreglado sus cuentas del primero y segundo trimestre, tengan la bondad de remitirnos los fondos que hayan re­caudado. Damos las gracias á los Agentes que han tomado empeño por la empresa. ADAN Y EVA. , , AL SE~OR PRES1HTERO BRAULIO MARIA. 1>[UNIZ. "Et fiat lux et lux facta fuit." GENEsrs. " y hágase la luz y la luz fué hecha." y el universo entero se iluminó. y todas las mara,illas de la creacion apare­cieron perfecta" y acabadas: Dios! Artífice sublime! . Y un dorado rayo de sol deslizándose:\. tra­ves de las tupidas hojas de un :\.rbol fué á heril' la frente d'l Adan. y su frente se iluminó, como si aquel rayo de 601 fuese el sello del pacto entre la criatura hu­mana y el Hacedor. O como si fuese el símbolo de la inteligencia que debiera bullir en la mente y engrandecer al hombre. y el hombre desde entónces Ee engrandece con el talento. Porque el talento es el genio y el genio es sublime como una emanacion de Dios. y al sentir el tibio rayo de sol sobre su fren­te, Adan cayó de hinojos y oró; himno primero del hombre á su Señor: plegaria primera des­prendida del corazon nomo un riquísimo perfu­me para llegar á evaporaJ;se á. 108 piés del Al­tísimo. y aquella. oracion se elevó como el hossana de gratitud. Luego Adan ten,dió Ja admirada vista y con­templó la IDat'avillosa armonía que le rodeaba. y otro rayo de 801 descendió hasta. su cora­zon, le calentó, le sintió latir en fuego germi­nador. E inclinó la frente y m~iitó. • y creyó hallarse solo en el Paraíso, á pesar de ser el Rey de la creacion: llevaba ya en el alma el id eal do la mujer primera. y dudó de la bondad divina: la ingratitud • uaCla. Suspiró y soñó : Dios sonrió. y del sueño de Adan ; ue la sonrisa de Dios, como he dicbo en alguna parte, nació Eva. Oomo la V énus mit.ológica, nacia bella de las espumas del mar, aun más bella y más pura na- 0ia Eva del sueño del hombre. Oontemplóla al despertar, atónito Adan. y suspiró de nuevo: suspiró de amor. y como ha dicho uno de nuestros poetas más galanos; " Ella le sonreía enamorada, Enamorado la admiraba él Por los largos cabellos cobijada La brillantez sedosa de la piel.'¡ y se amaron. Oomo q ne la. primera necesidad del corazon es amar. Se amaron como se aman los ángeles: con un trasunto del Cielo. Se amaron con el amor idealista que eleva al sér humano hasta el Hacedor. • Oon ese amor casto y puro que hace sOIlJI'eir 0.1 Altísimo. y una eterna f elicidad parecia ser el legado de la humanidad. y el sufrimiento no tenia asilo en la tierra; eu los ojos lágl'imas; ní el corazon pesares, ni dolores el alma. El género humano entraba á la vida por un camino de flores. Las espinas de esa primera peregrinacion no ' existian. El zarzo de ese sendero escabroso, ahora de la existencia, no rasgaba entónces pedazos del corazon. Las malezas de la vida eran allí en el Eden florido el cesped suave y perfumado. La naturaleza se vestía de constante prima­vera. y los pájaros cantaban dulcemente en la en­ramada en armoniosos trinos. y la brisa murmuraba suspiros de amor. y las flores ricas en matices, en aromas se mecian suavemente sobre sus tallos. Todo era luz, perfumes, armonías, placer. y cual corre manso cr~stalino arroyuelo re­flejando ~n sus aguas el prado, el bosque y la .selva umbrí,a y que lame jugueton las tapizadas riberas que le aprisionan ast se deslizaba tran­quila la. existenci", humana ... • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • 282 LA TARDE Pero el Averno había enjendl'ado unn pasion miserable y mezquina: la envidia. y Luzb e l el genio maldito de las tinieblas tembló de ral-ia en su trono al sabe r que el h om - bre era feliz. r y la envidia en e s pantosas convulsionc:l con-trajo sus negras facciones. y Satanás rugió de cólera. y el infierno se estremeció en sus bases. y las enroscadas sierpes con que las Escritu· ras DOS le representan y que sirven de t e rrible cabellera á. Luzbel agitaron con ¡horribles sil· bidos. y así como Dios contempló gozoso su obra inmortal, el ángel maldito dirig ~ó :l la tierra sus . . , sangl'lcntos oJos. y él tambien, Rey del mal meditó. y sonrió con asquerosa sonrisa. y así como de la sonrisa del Hacedor nació la mujer, de la sonrisa dei demonio nació la calumnia. y el Arcángel rebelde alzó su vuelo y llegó á la tierra. Allí tomó una nu~va forma: la de la serpiente. y en suaves ondulaci?neo se ~es1izó hasta Eva. y con la voz dulce calumnió los designios de Dios. y sedujo á. la mujer. y Eva primero, Adan despues pecaron: el mal se enjendraba ... y el ángel de la pureza y de la f elicidad voló desolado al cielo .•• y el Todopoderoso en la primera generacion malilijo á las futuras ... y dijo al hombre: - " Con el sudor de tu frente ganarás el pan de todos los dias." y dijo á la mujer: " Tú quebrantarás la cabeza. ti la serpiente y parirás tus hijos eón dolor." y Adan y Eva fueron arrojados del Paraiso por la espada de fuego del ángel guardian. y vagaron, vagaron sin descanso. . y á su paso los pájaros callaban. Las flores se inclinaban marchitas. La brisa detenia su soplo. y la naturaleza entera se rebelaba y parecía enviar á su Rey caido una eterna maldicion. y siguieron vagando, vagando. y tristes, silenciosos sintieron que el sufri­miento tenia asilo en el mundo, que habia lá­grimas en los ojos, pesare~ en el corazon, en el alma dolores. y el sol tostaba de día su piel. y la escarcha de la noche enturnecia sus miembros. y no se atrevían á levantar las abatidas fren­tes, creyendo encontrar la mirada de Dios irri­tada. y vagaron, vagaron aún más. . y el cansancio, y el hambre los rindieron. y desesperaron. y Eva iba á. blasfemu; pero sintió algo que se removía en su ser: sintió que era madre. y así como el dia que abrió los ojos á la luz primera su frente resplandeció con un destello de un nuevo amor: j amor santo! y como cntóncea sonrió amorosa á Adan j rod eó su cuello con sus brazos, atrajo sobre el pecho s u cabeza, la cubrió de besoe y exclamó: " Gloria á Dios en la s altura9." "Bendito sea e l Señor mi Dios." , " El nos ha perdonado porque me ha hecho madre." y aquella sensacion in efable, primera sensa ­cion de la maternidad compensó SUI! sufri­mientos. y como ha dicho Arboleda: " Si el bello paraiso fué tí los ojos D e los dos una espléndida mansion El primer hijo les mostró entre abrojos Otro Eden, el Eden del corazon." y sintieron que las auras primeras de una nueva feli c idad acariciaba sus cansadas frentes . y Dios movido á compasion sonrió. Aqu ella sonrisa era UD perdon y una promesa. El perdon era la rege neracion de la mujer por la maternidad. j B en ditas sean las madres! La promesa era la redencion de la humani­dad, sellada con lu sangre del Mártir del Gól,.. gota. CARMBLO. • - .... "'""'<>:~o_. - LA CAMPANA DE LA ALDEA. / NOSTALGICA, ESCRITA EN UN HOSPITAL DE PAlUS, EN 1868.) ¡ Va~ solí r ¿ QUé campana, de mi sueño, Para sufrir me despierta, De este hospital en la torre, Triste , vaga, tremulenta l' i Oh dolor! j Oh patria ausente! j Oh casita en la arboleda, Donde al pu del primer beso Sentí la luce primera! j Ah ! ¡No 'es el mismo tóque Que, al alba pura y fresca, Al lllbrador tañía, J .. a campana de la aldea! j Oh! j Cuando el sol brilla triste Sobre ésta ciudad inmensa, Oigo el sonido pausado Do ésta campana!. .. i Es que llegan Los cirujanos, que al punto Cúmplen su mision acerba ... y escucho gritos, lamentos, y hasta indecibles blasfemias ! ... i Y entónces, aterrado, Mi corazon recuerda, Cuando á misa llamaba, La campana de la aldea! I Ah! j Cuando tiende la noche Su ancho sudario de nieblas j Oigo ésta misma campana Que á muerto llama siniestra r j Es tambien un extranjero Que vII. á. una t.umba d~sierta, Donde quedará ignorado, Sin quien lo 1 t • • , J • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • LA TARDE 283 j Ay t j En túnces rMuerdo La grata noch e-buena, En que al egr flb a á todos La. campana de la aldéa 1 i Y hoy que me, e ncuentro s610, Que enfermo sufro mis p enas, En nn hospi tal de extraños, y en una patria extranj era; Sin mirar á aqnellos séres Que tan queridos me fueran, Sin con uelo n i esperanza, y viendo táutas miseTias ... Me digo : Dl:\S felices . Son ~s as aves viejas ' 1 , Que múaren esouchando La campana de la ald ea! ¿ Por qué dejé yo mi nido Colgado en frondas amenas ? ¿ Esos montes, esos válles, J~sas campiñas,. y selvas ? Esas noches, eo5os dias, . Tánta luz, tántas es tre llas, Yesos deleites sin cu-ento Que solo la patria encierra? ¡ Yo ménos desgraciado En esos tiempos era, Eu que á tocar corria La campana. de la aldea! I " , - r, _ i Pero ya no más aesdichas! 'j j No más 11ígrimas ni ausencia! ¡Me V()y al, mar.~_ á. mi patria! j Alma, nos mata esta tierra! i Oh madre! ihermanos-! i amigo.s 1 j De las comarcas paternas! j Alegraos! ! alegraos, Que el que os ama ya se acerca! j Y cuando en la colina. . Esté, tañed ligera, • , ) , mÍl'adas del sol. Mas en medio inas, ,como las qua la b risa nocturna deposita. em la 4 0j-as de lo.s rosales, y Ique se evaporan á la primera caricia - . del sol. . J\Hs tarde entra rel hombre en la edad ma­dura, llega a~ cenit de la v.ic;la. La inteligencia. ha alcanzado ya su plenitud, y le da luz al pen­samiento y . v\gor al Gorazon. Qallan las ilusio­nas, y el n!ma se recoge silenciosa, porque me:­dita en los lIIisterios de la existencia y elabora. illeas para emprender el viaje de la verdad. Ensaya sus fuerzas para entrar en lid con el destino. Despues ...... Ese des pues es un abismo en que vagan sombras teuebrosas ! Despues el mor­Para llorar de gozo ... tal se aveci¡.¡a á la tumba. Triste es entónces su La campana de la aldea!. .. • TEMíSTOCLEs T EJADA • • - camino. Los recuerdos se agolpan á su memo­ria, presentándole en proyeccion las alegrías pasauas, que huyeron como la sorubl'a. que la. nar e fugitiva deja en las aguas, y las fl'ias de­cepciones que apagaron la ilusion de lajuventud . Las tres horas y las tres ed.ad.es. La mañana es festivo.: es el despertar de la naturaleza, que torna al movimiep to, á la pro­duccion, á la vida. Canta en las aves y los céfi­ros, y se perfuma con los efluvios de las flor es. Oomo cuando ha estado enferma una persona amada, y torna la vida, siente uno mayor cari­ño, porque durante su enfermedad llegó á pre­sentir su ausencia et61'na, así la naturaleza muestra al sol más amor cuando éste torna de las regiones de la noche. . Cuando el astro del dio. se hall a en el cenit, C01110 un soberano en su trono, lanza á torrentes luz y calor libre ya de nubes importunas. Hay entónces en la. tierra un respetuoso silencio. Ya los vientos DO agitan los follajes; las aves no gimen; el mundo no 'l'6spír.a. Es que la natura­leza. contem:plQ. recogida al hermoso Rey de luz. Las sombras que la arboleda proyecta en la pradera, SQ reoogeD. cual si eliaos temiesen las • t( Oh! cada ilusion que muere Es una oana que nace." Ave que despide al sol, el hombre gime al hundirSe en el bosque de las sombras eternas Por qué es tan melancólica la tarde? ¿ Do dónde esos solloz:>s de la creacion y esas som­bras errantes que cruz~n los aires? Es que hay en esa hora algu semeJante á la aproximacion de la muerte, y todo lo que nos traiga la idea de la muerte nos apena el alma. En esa hora recnerdos delicados vienen en tropel á la mente: recuerdos del amor, de la amistad, del hogar nativo, de los sérea au­sentes que nos son caros, de aquellos que nos pertenecieron por la. sangre y que la tumba guarda ya para siempre. Y entónces lágrima, brotan de los ojos y sollozos del oornZOD : y fija­mos miradas absortos en el sol que se hundes lanzando vividos destellos como la despedida á. las montañas, las n.guas y las nubes. Hora solemne! El mon6tono clamoreo de los • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • - 284 LA TARD]~ bronces sagrados, que los ecos acogen, invita á orar, á pensar en la seriedad de la vida y en los misterios de ultratumba. Por eso la oracion bro­ta entónces del alma, como cuando nos hallamos á la testera de un agonizante: y pensamos en la tumba, morada comun, templo mudo, lllbol'a­torio de la muerte, cuna á que ·se lanza lenta- Hay flores cuyo perfume na.die aspira, nsi como hay tambieu séres incapaces de arrancar · una sola, siquiel'a una sola simpatía, almas quo no tienen el espeJo de un corazon generoso para rcflejar sus sentimicotos, esos que no encuentran resonancia y miradas que se pierden cn el espacio, • mente la humanidad, como las aguas de un arroyo á. los abismos del mar. ~ Me imagino que esas roncas voccs del trueno queseoyen tí distanúia, como las quejas de la no­che, yesos rel::ímpagos que tiñen :í intervalos la inmensa oscuriuati, representan la historia de uno de esos hembres proscritos quo aman sin esperanza. • ENRIQ.UE ALVAREZ. • - Yo por cso gual'do y acaricio con plaeer mis DEDICA.DO A.L SEÑOR DOCTOR ANJllAL GÁLINDO, COMO v50~etas, porque ellas son un reflejo de mis sen­timientos, y por eso las miro una y otra vez con UNA P;RU~B4- DF. M'r PROFUNDA ESTIMAClON. profundo cariño, porque por encima de todo este :MIS VIOLETAS. Hay una ley universal que se cumple siem- aparato gigantesco de decepciones, lágrimas y pre, siempre y talvez C0n más rigor que la ley de desengaños que ofrece el mundo, ellas sc lev!ln­la gravitacion, esta es la ley de la armonía. Por tan mnjestuosas como el símbolo de uno de los eso la¿ p-alomas no viven con 13s águilas, ni las recue~dos m.ás gratos de mi v~dQ, los recuerdos ~ejas balan donde ha levantado su palacio el de .10. mfancla.,. recuerd?s quendos que no apar-leon. . to JUmas de mI memona. y 8S1 como la violeta guarda uajo las anchas Abril de 1875. hojas que le sirven dJ cortina un perfume tan delicado, así tambien hay coratones que bajo el velo de la moderncion y de la incertidumbre ocultan seniímientos- que muchas veces p~san ifnoJott.llos á. la tumba. S. P. I El perfume es un atributo esencial de la na­turaleza de la flor, porqu~ una flor sin pcrfume no es flor: quítesele este elemento y ent6nces se seca, cae y e~ viento la arrastra por el suelo. Los afeetos para el corazon son una condicion esencial de la naturaleza del hombre, porque un hombre sin afectos no es hom bre j es como una piedra, no siente; ensáyese quitarle éste ele­rliento de vitalidad y se le arrancará la vida misma: sin este aliciente poderosisimo el hom­bre se degrada, cae y la borrasca tremenda de las pasione~ desenfrenadas lo arrastra fatalmen­te al abismo que la misma sociedad le cava. Por eso se ha dicho en un lenguaje tan subli­rtie que el amor es "la dilatacion de nn solo sér hasta Dios, es la satulacion de los ángeles á los astros," es" la ~levacion de todas nuestras potencias á la última potencia:" y por esó es pre­ciso conoluir diciendo que el amor es el perfume de aquella. bendita flor colocada por la mano de Dios en el Paraíso que abrió sus pétalos, miéntras Adan dormia. Pero qué son esas ilu~iones de amor sin espe­ronza? ... casi nada, humo y no más. Por eso cada ilusion que se desgaja del COl'azon, ra~gan­do ese velo misterioso que separa el espíritu de la materia, lo inmenso de lo pequeño, el sér del no' sér, arrastra siempre en pos de sí un suspiro, que son las quejas del corazon, ó una lágrima, que como decia san Agustín son la sangre del alma. Si ...... las lágrimas esas mensajeras del sentimiento que se apodera do los corazones sen­oillos y virtuosos cuando los aqueja alguna, cuando son víctimas de algun dolor. . y es que el amor no puede existir, no tiene ra­zon de SOl' sin la esperanza, porq11e la esperanza, ese móvil de los sentimientos humanos, esa. " ca­dena invisible que ata nuestra existencia pre­sente á nuestra existencia futura y que se pro· longa con nuestros hijos hasta más allá de la tum b8/' " e. el sueño dell10mbre despierto." • Q l' La. enseña.nza. da la. Música. como ' elementc de eduea.cien. ,; La música es uno de 108 estudios artísticos que mejor convienen á las imagiuaciones juve­niles. Enlazada íntimamente á 108 in¡;tintos ó á la parte afeoti va de nuest.ro 'ser,. tiene algo de espontá.neo -impática pam todos 10 pue­blos amantes de la libertad. Españn, reclinada n sn~ trof la s murallas de l Pircne, con qnc Dios epa l' ó dos pue­blo hel"01ano <; do corazo ll , pero quc.>, como Esau y .Ja cob, se disputaron la primogt:nitu l'U en ti empo ]lO muy le.iano de aquellos ¡i que nos referimos y que­tol! avÍ; \ boy, se di putan ¡.; lol·io. o becbo do tiempos )l1:í fel ices para. e l uno y m,ís honrosos para el otro_ La ti e rm de la pOe ;;!iL caba l' ' r esca, ue la ' gl'anllcs hazaña, dOI'mia e l ucño del d·, cam,o, sueñ que Je. bia darla fu e rza. para el último cUe>f}ue, que u eb i~ uadc aliento para de, pel)i r s u último reflejo, como la antol'cha que 'Va á extinguir e lanza vivas r eve rbEl"a­cione que cie~an COIl SIL 1m:, para sepu ltar lu ego en las tiniebla. Zara go za! Palpitad corazones españo­les al escuchar n omb r e! E.,cu tl ele E paña, !'Oca en que se e. trelló e l triun fa nte bajel de las g lo rias francesas, sa lud! buchando por tu patria, enseñaste li los col o lUbianos el m orlo de combatir:i l o inva o­res y tirano;;; tu trinnfo es como el anunci o de la libel"tnd americana, que á traves del océano t e aomi­raba; venciendo, enseü·, . te á la América española, al águila de los AIl~es, que tambien podia aguzal' sus garras para la cuntienda; vcnci - te al n'ances , y fuis­te \' cncid!1 por el am erica no. , D escan -a, E . paña, mi é ntra que el grito de guerra. de las águilas impe riales viene á atrolla!' montes que otra vez fuel' un ya testigo dol valor y firmeza. e pañulas. I El mi s mo reposo tJ. ue disfl"Utaban las legiones espa­ñola~, gozaban lo ' hIj os d e l campo, acti é indus­trio os cntóneos; lo s habitantes do las oiudades se I3ntregaban á tod¡\ s las diversione¡; propias de aquella é po ca, y los hijo, del mar, que, cuando de. cansan, anidan on las rocas como el águila, miraban el océano con Remblante tri &te , y pensaban qne quiz:\ no serian ya arrullados p Ul" aquella madre, cura oDl'isa es el relámpago y cuyo beso mate rnal e l rayo. A Ig una nobl es familias, quiz,i mús atrevida, 6 aoa so m ú 0'1 de la vida bllllicio a d e las ciuda· d e~ , aba.ndonaban é ta , é iban ·í buscar en sus casas oe campo, que empezaban á dejar de ser ca tillos, la quietud y s ilencio de los b os ques, 1.1 ' llanuras, los prados, y ha ta la s playa pinturesca mente salvajes de In Vizcaya. Entre las familias que habian ido á distraerse en l"s play:ts, con la vista del mal', c o nte mplando á lo 1 "jo . la blancas velas de los buqu es que se pierden en el horizonte, como l os r ec uerdos d e In inf¡\nci:l. en el pasado, sin que se pueda decir cuál fuo el último instante en que . á la vi ta la unas y en la memoria los otros, entl'e é tas decimos, se contaba. en primer lugar, como la mús rica y de po icion rm\s eleva.da, la de don Fernando de Alvarez, conde de Larooo . El castillo que habia escogido parn. su residencia, era un'L de las mejol'es propiedad e de dicha. familia, y situad en una colinn. que domina una par­to de la llanura que se extiende hasta la. costa y tarmina en una playa que parece convidar á las ondas á descansar en su blanda arena.. A In d~recha la coli­na se eleva poco á poco, haciéndose .á cad:!. paso más esc:!.rpada y rocallosa, hasta terminar en picos gigan­tescos é imponentes, desnudos, negruzcos, amenazan­tes que desa.fian las ondas bramadoras, espumantes, diciéndoles: 11 de aquí no pasareis" A la izquiel'da, las colinas, entrecortadas po~ arroyos y valles pinto­rescos, van disminuyendo BU elevacion, hasta la costa, como que quisieran ir á empaparse en llU! aguas de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • • • 28G LA TARDE bahía que si l'l'e de puerto p¡'incipal ¡í. aquellas comar­ca , habitadas por pa tores, IllbriC'gos, cazadorcs mon­tane- es y pescarlon!s de las playa que llevan á Bil­bao los productos de, u indu.stria y traen en cambio instromentos de labrauzn, telas para ve tidos, y otro.> objetos en su mayor parte de caza y de pesca. La facbada del castillo mira al mar, y la parte opue ta está cercada de una muralla, elevada y maci­za, capaz de resi titO con ventaja un ataque de artille­ría. Delante de la fachada bay UTla con<¡truccion de calicanto que cubro ba ta la mitad de su altura; al pié uu fo o aJlcbo y profundo, que se provee de un arroyo que l·ode.a en parte el caf;tillo y que de ciende de las escarpadas ¡'oca de la de recha, formando cas­cadas qne rellledan en mil c.;lImbia ntes y matices el fenómeJlo emblemoít.ico del arco-iris. Pa.ra entrat al patio ::rIto y extl:' rior del ca tillo, que es unn. espeeie de azotea, .es ptecisO' pasal' por un puente levadillo, rnoviuo pOtO un resorte seCI'eto que conocen únicamclllte los dl1enos del castillo ó jefes de la fam ilia. Al IIC"gar es pI'odso bacel' un semi-circulo á campo dJScubierto pal'a ir Ita ta la puerta princi(1a1. Llegando por el lado del mal' el camino 'es todo llano y fácil, y desele el ca"ti llo puede vel'se no solo desem­barcar, sino divi .al' á muchas leguas mar adentro, los buques ó barca que se dirigen al pequeño puerto. La. llanura que se atrav iesa para lIegat· al r eclllto de IllUra llas q ue defien rlen el ca ti 110, será de unas cinco leguas, Esta lIanlJra, cortada pUl' arroyos cu­yas orillas están de tl'ech) fln tercho pobladas de ali­sos y de a rbu sto~, ofrecen la vista más vintoresca: semejan las di vi, rones caprichosas de un jar~ljn tm­que co. En el ex tremo de la izquierda de esta lla­nura se distingue otro cas tillo, ó casa con honores de tal, perteneciente á un rico propietario de Bilbao. Tiene, á manera de muro~ , una<¡ altas parerl es de tie­ITa, pintadas al exterior, con intencion, sin duda, de imitar la piedra. No tiene puente levadizo; pero en cambio tiene un pantano ó ciénaga que es preciso &trayesar en barcas ó botes, que más de una vell han obligado á los navegan.tes á tomar baños intempestivos y poco agradabl es . En vez de torreones ti ene unos cuadrilatel'O elevados, hechos tambi en de tierra, que pretenden f.dqnirir el ti tulo de torres de defensa, En tllrno de las paredes C"xteriorcs h?l.y una zanja que bautizaron con el nombre de foso, y sobre la puerta de entrada se lee en letr-as gordas: "Castillo de don r~uis de Robl es." . Era el tal castillo, una especie de 'parodia de un verdadero castillo, y r evelaba, así en I;¡s partes como en el conjunto una ridieull1 presull cion á la par (le una • •• • neCIa Ignorancia. No debiendo ocupa¡' e e-ta historia sino de los ha­bitantes de aquel edificio t¡ue no podia llamarse de ningun modo, parece que cou lo que se ha dicho de él bastnrá para satisfacer la curio:;idad que pudiera tener ~ I lector. Al pié de las rocas de la derecha, resguardada por elias y en una e&pecie de pla zoleta formada por una abertura ele los peiías Go~, se veia una cabaña de risue­ña apariencia, rod eada de verdes y frondosos árboles á cuya sombra dibujaban caprichosas figuras los va­riados matices de las flores que parecian no mar­chi tarse jamas, como si el jardinero ó jardinera en­cargados de su cultivo fueran hadas ó génios, De­lante de la. cabaña se extendian campos cultivados, trigales cuyas espigas; de oro, balanceadas por la bri­sa del mar seguian sus ondulaciones. Qué bello capri­cho de la Naturaleza! En el mar, las ondas est>umo­sas, con su riqueza natural, sus atJ'evidos juegos, sus bandas de azul y plata; en la llanura, el movimiento suave é igual de las espigas juguetonas que parece que intentan besarse y luego huyen azoradas y presu­rosas; en el mar, la barca pescadora que rosa la cresta de la onda presurosa; en el prado, la jóven labriega que siega las mieses casi sin tocarlas, tal es la destre­za y finura con que su práctica mano~ ejecuta. la obra que corona los trabajos de su padre, de su hermano ó de su esposo. Han uauo las cinco de la tarde on la cam pana de la alelea vecina. ,La tarde está apacible: el cielo despeja.­do, majestu0 o como ('1 poder de Dios, que nos revela; la bri ' l\ del mar, blanda, suave, so satura de los perfu­m s de las 11ol'os del campo y de la mies dc los sem­brados. 'l'rinan ha ave sus últimos cantos del dia; los ¡Iebaños se d¡rigcn lentamente á los aprisco ; las go- 10ndl'Ínas, revolotean juguetonas, perezosas de retirar-e á .sus nidos, como los bullicio os colegia.les al ter­l'\ 1inar la bQra feliz del recreo; todo respira el perfume c~e la felicid1\u, de la quietud; todo está alJí en anuo­nía; todo responde á )¡l voz de la naturaleza que avisa á sus criaturas que va ¡Ío apagal' la antorcha del dia, para que se ::Iquieten y duerman el sueño bienllechor de la dicba. El sol, de cendiendo lentamente, ilumina ~pé¡\as el mar, que parece incendiado y hace temar que el fuego de LIS ondas remunte hasta el firmamento. Cuán bella e la Naturaleza cuando logramu!:\contem­plarla independientem.ente de los séres humanos que la pueb;an y á veces la embellecen; pero que á veces tambien la llenan de cuadl'Os at.enatlore5 y dolorosos! Por 0'1 camino que conduce á la cabaña, guiando un. rebaño de unas pocas ovejas, se veian dos jóvenes: el uno de poco más de diez y f)eis años, parece t ener más por la robustez y fl,lerza que denota su fignr¡a., Il~ma de barazo y aun de elegancín, Su tez de un }uore.no éS~año l, sus facciones indican q ne, apesar de los ardorc ' del sol~ t de los tTab~ljos campes.tre's nosoll descentlicntes de Una familia de mezquina cón­dieion y aco, tumbra'da, á s'ufritL todb g-énero de penali­dades y mis.erias; hay algo en su .porte que revela­ba, 'Si no una. raza de ,l\<>bles guerreroS, sí el genio, la intrepidez y la enel·gía. Sus ojos negros, vivos y pe­netqll1tes, tienen tambien la dulz,ura de la mirarla. del nino; nariz recta, boca pequeña, pero de labios alhlJtaclos; barba redonda, con un lijéro hoyuelo; ce­ja un poco at'ql1cada; pelo negro y ensortijado: h6 aquí el retrato en cuanto á la persona. Iba vestido con Untl bluza azul, suelta, abierta de cuello que que­daba descubierto; calzon pardo, cjlbierto hasta la rodilla por unas bota~ de cuero sin curtir que conser-­vaba aun el pelo natural; llevaba un sOI).1urero de ancbas ala, de fieltro por la parte esterior y de paja por la parte itlte'ri or. En la UlallO derecha empuñaba un grueso cayado, y enrollada en la izquierda una liond·r. de cuet'da de cáñamo. Su compañera podia tener quince años, Era bella: ojos neg ros, 'finos, alegres, tenian de cuando en cuan­du ,una ex.presion natuI'al de temor, y á veces una mirada profuuda, que varccia melancólica; nariz rec­ta tam lIien; boca no muy pequeña, pero cuyos labios, encarnados y ligeros, convidaban á la sonrisa; cejas y cabellos negros como los de su compa-Bero y como él ensortijados, largos hasta los hombros, apénas cubiertos por una especie de chal de Jana blanca. de g¡'ueso t ejido ; llevaba ']Ua enagua semejante á las que u.san I IIS pastora escocesas, medias blancas y unas sanda.lias de la misma piel de las botas de su compañero. En el brazo derecho llevaba una canas­tilla de mimbres que, repleta de flores y de verdura cubria gran parte de su fulda con los festones que de ella colgaban; en la izquierda. llevaba alzado un cor­derito de pocos dias, al cual acariciaba como las ni­ñas de las ciudades acarician á sus muñ.ecas. Hasta el momento en que los presentamos á nues­tros lectores, habian ido silenciosos. Parecía que al­g'lU pensamiento grave ocupaba su imaginacion. Cer­ca ya de la cabaña y cuando el rebaño se habia re­fugiado en el aprisco, el niño se detuvo, y sentándo-se sobre el césped, dijo: ' -Hermana, quisiera que te sentaras á mi lado; tengo algo que comunicarte y que, con todo, me cues­ta trabajo decir, me da miedo decirlo. -Te da miedo decirlo? Es acaso algun cuento de duendes y de espantos 1- N uuca has tenido miedo de conta.rme nada, y aun á veces, ó. pesnr de la prohibi­cion de mamá, me dices unos ouentos de calaveras y • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • • LA TARDE 287 de e queletos que luego no me d ejan dormir. Por qué, p tienes ahorll miedo de hflular? -No hermanu mili., cuán niña ere aun! '0 son cuentos de esquelcto lo que tengo que decirle: e, algo má , quizá mlÍ.s tel'l'iulc pum tí que uno de cuentos que no te dejan durmir. Tú eres tan niña á pesar de tus catorce años ... -Quince, hermano, quince. -Bien, á pesar de tus quince años, cre tan niña, que no puedes creel' que haya algo miÍ terrible, más doloroso que un cuento do e o, de e~qul'leto , de calaveras 6 de duendes. lIay, hermana, en la vida del hombre cosa má gráves, cuidados má serios é importantes que el de pa torear un mezquino r ebaño de tímidas ovejas, como las que acabamos de condu­cir al aprisco, -Enrique, hermano, tú hablas del mezquino reba­ño de nuestro padl'e, y no te preguntas qué sel'ia de nosotros sin e, e rebaño, mezquino como in e:=;u mí e1':\ cabaña. que se oculta. humildemento entl'e lo árboles como confusa y avergonzada del mngnifico c.lstillo que e eleva orgulloso, ostentando su riqueza al frente de la miseria que nos l'odea, Pero no, no tle­bemos quejarnos: si no fuera tambien pOI' los babi­tante de ese castillo, hace tiempo que nuest.ros pa­dres no vivirian, ó, por lo ménos, estarian en mayor miseria- de la que padecen. No recuerdas cuando aho· ra ha tres años v~nieron á prender á papá por no sé qué deuda.? Ent6nces el señor Conde pagó por él, y papá quedó libre, pudo volver á tmbajar para. su e posa y sus hijos, y, segun le has oido decir, podrá muy pron­to enviarte á la. capital á hacer algunos estudios que te abl'an una cafl'lIra en el mundo, -No, Julia, gracias á la generosidad de aquel ca­ballero que vive en la aldea, que todos respetan y estiman sin conocerlo, que tiene un aire tan noble y que viene con frecuencia á dar un pa ea en el ma r, no necesito quizá ir á la capital. i lo vieras con que o· licitud, con qué cariño me expl ica la historia y me enseña la geografía y las matemáticas, Mira: á veces me parece que no es únicamente la ami tad el víncu­lo que le une á mí; he sorprendido en sus miradas una ternura, en sus caricias un afecto que no pueden ser amistad. Ademas ... -Qué? dime, hermano, ademas ... por qué te ca­llas? por qué te sonrojas? Tienes miedo ... i es que ya va á empezar el cuento de los esqueletos? -No, quisieJ,'a más bÍen espantaros con alguna de esas ridículas relaciones; pero para ello nece.;:.i tal'ia tener mns calma, mejor humor, y hace algun tiempo que no tengo un momento de tranquilidad, -Dime, pues, el motivo do semejllnte estado. Me decias que ademas ... -Sí, ademaa, en uno de los pasllos que dado en el mar, el eñor de Ibáñez dejó olvidada en la barca una carta en que alcancé á ver escrito mi nombre, Me pareció extraño, y venciendo la cUl'io idad á la repug­nancia natural de cometer una accion ilícita,leí la carta -Hermano, has hecho muy mal: ya sabes que pa­pá dice siempre: "ni ojo en carta, ni mano en plata," -Cierto, Julia, hermana mia ; pero hay momentos en que el hombre no es dueño de sí mi mo. Yo tonia ya algunas dudas, algunas sospechas; creí que aque­lla carta las disiparia todas, y léjos de eso, no ha he­cho ya más que aumentar la incertidumbre en que me hallaba. 'fengo la idea de que en todo lo que nos rodea, on nuestra cabaña, en el castillo, en la aldea, en los paseos por el ma¡' y basta en aquel ridículo re­medo de castillo, hay un misterio; misterio en que los dos debemos figurar, en que quizá somos los obje­tos principales. N uestl·os padres parece que quieren ocultarnos nlgun acontecimiento; jamas hablan de­lante de n030tros sino de cosas triviales é indiferen­tes; papá guarda con sumo cuidado una cajita quo pesa mucho. Un dia, estaban ausentes; habian ido, como sabes, á traet' esas cartas quo reciben de tiem­po en tiempo y que casi siempre vienen acompañadas de fuertes sumas de dinero j yo traté de abrir la ca­jita, pero mis esfuerzos fueron ioútiles; apénas pudo - - - obse rval' que era muy p , ada para el tamaño que tie­ne j la sacudí con el objeto de jJoder uycriguar la qno contt:'n ia , y oí un ligero rl1i.l\l como el que produce ell'o e de un pa pel; la :lCU(lí tle nueyo, y (,lItónces pn tí el gol pe fuerte tle un ohjet.o pesado que se Ic ­\' ant<Í y yol vió á caer con fuerza <:"n el f')!lelo; creí qué fuem dinero, pero nueva bl'cuelida., me conven­cieron de que debo ser un solo cuerpo ,6ltdo )' pe . a­do, "En lo d ias ig\1len t~s noté que pa pá no tleja ba ya. la cajita en el mismo punt.o, r que la encerraba en la otra caja grande en que guarda los obje que él llama tan apreciabl " Ya ves, Jlllia, que en e to hay un mi terio; mi tel'Ío que debe ser terrible, cuando tanto e oculta, En lo que nos roden hay la lava de un volcan, qlle yo qui iera ver e tallal'. El señor de lbáñe;¡; me In pl'eguntado algunas yeces si yo recuel' · do algo de I primero: años de mi yida ; nada he pa­dido contcstarlo; I a memoria no me es Hel, 6 jamas he "isto otra casa que la cabañn, dcl ca. tillo, la II:mura y el mal', En 10<:; últimos años he YÍ"to edilicar aquella casa con bOllares de castillo; pero nada, ó casi naufl. sé con reh c io n á Dloradore" si no es que qui iera yel' los ahogar"e en ese 10:11' que oevoJ'a ... -Enrique, por Dio ! jumas te habia oido talC5 palabras, -Tienes razon, perdóname; pero hace algun ticm­po que noto una pel'secucion continua de pal'te de los habitantes de e ca, aran, y he comprendido que ellcr.'l son los que impiden que el señor de lbañez venga á verme con frecuen cia , Te repito, Julia, en esto hay algun mio, -Pero, si hubiera algun secreto, algun misterio te­rrible, como tú dice.>, i cómo en tan to ,tiempo nada hemo tl'aslucido nosotr03, nada han sabido nu vecino, no ba)' ,eñal alguna que lo compruebe 'l '-i Ye " c e mar tranquilo; suaves y apacibles sus ondas, cristalinas us agua, tran parcntes; ves e os últimos rayos dd sol que doran el cielo formando e, os bello arrebole que tanto te encantan y entretienen? 1, Sipntbs esta suave brisa que apena alcanza á ri7'Alr las agua>. del mar, á mecer las c:=;piga de los trigos, á. sacudil' tu hermo ' a cabellera? Siente C!le perfume embl'iagador de las flores y la miese ? Oyes el dulce trino de l¡¡s aves que e despiden del 01 poniente y van á acariciar con u gorgeos sus nidos, abandona­do durante el di .. ? El'icúchas e e armonio o concier­to de la NatUlalcza que se aJ'l'ulla paJ'a dormirse?, .. Todo e te encanto, toda e ' ta armonia, ha podido sel' hace un mom e nto la borrasca má espantosa: oculto el al por los nubal'rone ele la tormenta; azotadas las mie.~('s p'll' el huracan que, haciendo es tremecer hasta el fondo del OC0<1nO levantal'a sus aguas como monLaiias, e pumantes y bramadora:=;j el rel.í.mpago, el rayo, el trueno, hubieran cegado y ensordeci­do j las aves habrian huido á rerLlgiarse en la e pe u­ra de loe¡ q\les, que lJal'l'J(lo por el aquilon lo I.ta­bian arroja.lo dc allí negando un asilo á esas :.ímidas criatUl'a , y este dulce ZUZU1'l'0 de las ondas; de las hojas y de la ave habria sido remplazado pOI' el zum­bielo horl'Ísono ,le la tempest:\d y pOI' lo!> ay es la, ti­mero' de los desgraciados que se hubieran estrellado­con tra las rocas, , , -Bien, Enriq ue, pero todo esos estragos habrian dejado algun vestigio, alguna huella, y ahora nosotros comprendel'iamos que la tempestad con su aterradora funa habia pasado por aquí, y habia a nuestros campos; pero ya ves qua léjos de eso, la tarde está. tranquila y apacible, Porqué no pensar que siempre ha sido así? -Julia, cuántas tempe tades habrán pasado por aquí. y sin embargo ahora nos parece que siempre ha sido lo mismo 'l Por otra parte, yo que he andado entre los peñascos y las roca, que he recorrido los valles y las montañas he hallado los vestigios de una tempestad, cOmO he hallado algunos de los hilos de esta red misterio')a que nos envuelve. Te dije que habia leido la carta que el señor de Ibáñez dejó al. vidada en la barca. En ella le decian que cuidara de nosotros como de sus hijos, que me instruyera on lo - Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 2 8 LA TARDE que debe abel' un UlH'n nlÍlJtar y un homure honra­do ' que muy pronto tpndriall nece~idad de mi. co­l1~ imient()f' de mi val\ una cruz y en ella una inscrip­cíon, de que npéna pude di tinguir e tafl dOl'I 'í\aba : "lité." Pocos dias dcsplle , una mañall<\ en que pai)á me creia pa¡;tol'E'lll1do el rebaño, entré á la cabaña á bu cal' :i maro;; y le OI'prendí con una carta en la mano; la plegó apresuradamente; pero, no habién­dole dado 10- mi mo dobleces que tfi'nia, 1:\ parte en que debiera tener la firma, quedó hácia afuera y pu­de ver. que teuia el mismo sello de In que el señor de lbúñez uabia dejado ántes olvidada . Mann. que no sabia que yo e tuviese en el cuarto vecino, gritó : " eba. tian, la carta no e de las que yo tenia guar­dada. , porque toda están aquí. A la verdad no com­prendo de donde ha podido sa lir esa cartl'." Y~ ha­Lia gllardado la carta en uno do l o~ bolsillos de mi blusa llueva; sin dn,la al sacudi rla, cayó la carta y paplÍ la halló. Ya ves que yo no podia exigir que se l.ne entregara; pero aquello me l'(>veló que habia re­lacion íntima e ntre la carta del ;,('nor de Ibáñez y algunas otras que nue tl'OS padres deben t ener. He pfi'nsado dirigirme con franqueza al señor de lbáñez con el objeto de aclarar el mi terio, ó de lo contrario le diré q.u e jama. s , me volv. erá á ve.r . . T,ú t.a mbien, h er-mana mJa, partlras cOllmlgo; yo lre a lIlcorporanne al ejército español, y tú e-perul'á el ¡'esultado de una empresa que medi to en el monasterio de religiosa .. de Bilbao. No puedo informarte de todo lo demas que creo haber descubierto, porque no tengo las prul:'bas suficientes. Lo único que puedo asegurarte es que podemos abandonar á estos ancianos que han pasado y pasan por nuestros padres, sin que se nos pueda culpar de ingratitud. Pero se va haciendo tarde, - y 110 convi('ne alarmar á los ancianos. Julia, júrame que no dirá- una palabra de las que has oido. -No, Rnrique, es imposible que abandonemos á los que, si no son nuestros padres, han cumplido los deberes de tales; no han educado, gastando para ello lo poco que su trabajo diario les pl'odu ce, y pri­vándose de las comodidaaes que pudieran tener si no pesáramos sobre ellos. Yo tambien tellgó ahora, por lo que me has dicho, algunas sospechas, que han au­mentauo con el recuerdo de ciertos acontecimientos; pero, con todo, no conociendo otros séres á quiene dar el sllgmdo y amoro o título de padre, debemos amar com0 á tales :i lo que, la fortuna ó los aconte­cimientos han pueRto :í. nuestro lado. Si ellos no son nuestros padres i por qué nos tieuen á su cuidado? ¡, Por qué nos han nbandonado nquellos á quiene~ debernos prodigar las caricias de hijos tiernos y aman­tes? Comprendo que con motivo de las guerras, mi padre se au en tara ; pero entónres debiéramos sauer si murió, ó si vive, y en tal caso, donde se halla. Hermano, no vayas á cometer una temeridad. -Ciertamente es difícil comprender qué ha dado motivo á la situacion en que nos hallamos: ese es el secreto que se nos oculta; el misterio que quiero aclarar', y estoy resuelto á hacerlo cualesquiera que sean los medio lícitos que p3l'a ello deba emplear', cualesquiera que sean los resultados que produzcan. Pero, te repito, es neGesario el mayor silencio, la mayor reserva. Entremos á la cabaña, los ancianos estarán inquietos. Pobres gentes; tambien es preci­so pensar en ellos, quizá haya motivo para compade­cerlos como á nosotros. n LA CABAÑA. • La entrada á la cabaña quedaba á pocos pasos del sitio en que nuestros jóvenes acababan de tener su conferencia. Para entrar á ella era preciso rodear un pequeño jardín. Habia ya oscurecido bastante y esta circunstancia. agregada á las ideas que preocupaban á 1111(', tros actores, no les penniti6 oh. el'\'ar I)l1e por dentro del jardíll IJ alejaba, á toda I'I'ÍAtl, pIJI'O 1 1'0- curando lIace!' el 1111"110\' ruido, una perl'ona quo ha­brÍ<\ :;ido difícil r econocer aun cuando bubiera ido)a mitad del dia. Enrique y Julia entraron al aposento principal de la habitacion, procurando di imular en RU emblante la expresiol1 de la duda que su última ronversaciQn habia arraigado en su corazon. En la sala á que -en­traron, cerca á un.). peplleña mesa de madfi'ra "in b.ar­nizar, esta.ba sentadn, en un taburetillo de madera to cn, una mujer cllya edad em difíci1 calcular: ro­busta, vigorOSA, t enia un al pecto que prevenia en su fa.vor. Era de ulla estatura J'eglllar' tenia el oa bello completamente blanco, cil'cun tancia que hacia dudat de )a edad que p or su a' pecto se le pudIera atribuir; ojos ga rzos, nariz un poco :\chatluh ; boca grande, que conservaba todo.:; sus dientes, de notable blaucura; mauos grande, muy Llanló:as sí, y no se comprendia cómo pudieran serlo con lo trahajos en que natural­mente debian ocuparse. Ve tía \lila saya de lana car­melita, de un tejido bastante malo; un corpiño de paño negro; le cubrian los brazofl tanas mangas de fi­na piel, lo que probaba que hacia poco habia f\Uspen­dido el trabajo de la siega; tenia la cabeza descubierta. Debajo de la mesa est!!ba echado un hermoso perro, que viuo á hacer fie tas á nuestros jóvenes. • -Por qué entrais tan tarde '? preguntó la anciana luego que los ladrid os del perro le permitieron hablar. Hace mucho tiempo que os aguardo para desocupar­me; nquí teneís la cena. -Gracias, eñorA, respondió Enrique; por mi parte no tengo apetito. Puede que Julia e hallé en meior disposicion. -:Tampoco tel1go deseo de tomar nada, mamá, graclas. -lOS permite qsted retirarnos al aposento de Ju­lia? Le he prometido enseñarle un poco.de geografía. -Bien, hijos mios; pero cuidaos de !lO entreteneros demasiado; á veces os estais despi ertos hasta muy tarde y ~so no es provechoso, y ménos t eniendo que madrugar á 103 quehaceres, que hu" aumentado desde que hn llegado el tiempo de j'l sil'ga. -Buenas noches, madre, dijo Julia al retirarse. -Hasta mañana, dijo Enrique con toDO breve. La pieza á que entraron los dos jóves era ca i cua­drada; enfrente de la puerta de entrada habia una puerta,ventana que caiJ. al jardin, y en cada una de la paredes laterales una ventana. Una de estas ven­tanas caia tambien al jardin; la otra al camino que conduría de la cabaña al castillo. No tenia más mue­ble que UD1. mesa de la misma especíe de la que ha­bia en la sala que acababan de dejar; dos bancos lar­gos y angostos que servian d(\ a ientos, y una especie de caja-armario, sobre el eual babia un espejo en muy mal estado, pues la luua parecia atacada de lepra, tal el'a el estado de escasez de azogue; pero, en fin, era espejo. i Cómo suponer un aposento de mujer sin un espejo? En uno de los rincones del cuarto habia una. abertura en la pared, y que ]30 mano pudorosa. de Ju­lia habia procurado cubrir con un pedazo de blanco lienzo, que á semejanza de una cortina estaba asegu­rado por la parte superior, y prendido á un lado, for­mando graciosos pliegue, por medio de un pedazo de cinta que en mejores tiempos habia sido azul. Si aquella cinta hubiera hablado, difícilmente habris podido decir, refiriéndose á los de u juventud: " mis verdes años," porque Jos que así parecian e1',1I1 los de su vejez. Aquella cortina servía para ocul tal' un Jecho de jóven, de mujer hermosa, de mujer que sonrio descuidada, ignorante de los místurios de la vida: le­cho de inocencia, de castidad y de pureza, que infun­de respeto. Aquel lecho, sencillo hasta ser pobre, pobre con ese tinte de la pobreza rústica de algunos países, limpio con esmero, hecho con gracia, y aun pudiera decirse con coquetería. rSe contlnua?·á.J •

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La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 36

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