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Fecha:
17/04/1858
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Aí\to 1. Bogotá, 17 de abril de 1858. NUM. 16.
Fe de erratas. tn su diadema, l1a st a la mujer mas oscura envane-
Apesar del epígrafe no deben asustarse los lecto- cid a con algunos relutnbron es que lleva al cuel)o
res que nada necesitan l ee r; porque no mte ntamos todas aspiran con ánsia a lucir i a llamar la atencion~
hoi darle s, como ellos dicen, Ieccion alguna de buen Entrese en un alrnacen de modas, de olores 0 de
lenguaje. E te di a es de todo punto irnpr,sible el qae sederías, i se verá al ama principal con sus di amannosotros
lo JJodanzos hacer, puesto que t e nemos el tes, a la .oficiala con. su joya aJ dedo, esperando que
al m a acongojada de tipográfica dolencia. I a no se con vierta en anillo conyugal, i hasta la criada
ser la enn1ienda de e e mui comu n pleonasmo que con su cadena de oro, de la que cue]O'a una cruz de
dejamos cometido no solo en la fras e anterior, sino turques:1! de_ cor~ e rin~ o de_ gr?-natet No p e rdonan
ta1nbien en nuestro antepenúltitno editorial, en ahorro n1 ~nvact.on, n1 sacr1fic1o alguno, para ge>zar
que dijimos que era Í 'lnpo ihle que se 1JMdiera hacer d e l placer 1ne sp hcable de mos trarse superiores a la
cierta co'""a, a no ser la enmienda de ese pleonasmo, clase en que la suerte Jas puso. Si se pudiera saber
volvenLos a 'repetir , ninguna otra l1aremos por ahora. todo el estrago que hace esta insaciable manía de
1 eso que bien mereciera ser en m a n dado el volver brillar, si se tu vi e ra una justa idea de los daños que
a 1·epeti1· que, como tantos de nuestros prójimos, ocasiona en la paz doméstica, en el bienestar i en
hemos empleado en lu o-ar de volver a decir. Las, las co ... tumbr es , nos llenaríamos de espanto. D ebo
cosas se dicen la prime~a vez .. i se ?·e¡Jiten a la se- pues manifestar cuá~ p e rjudicial. es esta calamidad
gunda; de manera que solo cuando ya se enuncian a la ventura de las JOV~n e~ , refi.ri e ndo ut~a anécdopor
tercera vez en un mismo di~curso, es que se ta que ha ll egado a mis o1dos, 1 cuyos eJemplos se
vuelven a repeti1·. l\1as, lo repetimos, por hoi no es renuevan entre nosotros con demasiada frecuencia.
nue ... tro ánin1o ar1nar querella con nadie por los Alfonsina Dutheil, hija i única heredera de un
disparate .. que digaohag·a a su propia cuenta i riesgo. rico fabricnnte de porcelana, babia dado la rr1ano de
Hoi la van1os a buscar con los itnpreso r es , que en esposa a Cárlos 1\llelcour, notario jóven, e~tablecido
nuestra anterior fe de erratas las han dejado a cuen- en Paris. Había traido una dote de 200,000 francos
ta de nosotros i a riesgo de que nadie no~ haya en- con los que su marido había pagado las dos terce~
tendido. ras partes del valor de su notaría, debiendo pagar
D ejamos a un Jada losjilógofos que pusieron di- lo demas con las economías i las ganancias que el
chos impresores en lugar de nuestros filólogos, la destino habia de producir. Melcour era hijo de unos
intencion en que cambiaron Ja intuicion a que noso- l abradores, que murieron en su infancia, i su trabajo
tras atribuíamos la ciencia de algunos de los suso- asiduo; su bello carácter, i los conocimientos que
dichos. E to, i algo mas que omitimos, puede cali- un estudio constante le babia proporcionado, fueficarse
de pecata rninuta. lVlas no sucede lo mismo ron las causas de su elevacion. El notario a quien
en aquel desgraciado pasaje en que nosotros decia- sucedia, i de quien habia sido mucho tiempo primer
mos que un con .... abido ignorante citaba de cierta oficial, amigo i confidente, lo había preferido sin diobra
la parte correspondiente; porque a ese pa .... aje ficulta~ a sus muchos competidores. o era aquelos
impresores dieron un ji ro pasivo sui géneris, di- lla oficina una de esas bancas públicas e n que se
ciendo casi que era la obra la que citaba al dicho trata mas bien de usuras i de intrigas, que de !os
ignorante en parte correspondiente; lo que }ra se secretos de las familias i de la conservacion de las
ve que sobre ser contrario a la verdad del h echo , es herencias. Melcour habia aprendido de su r es petaaniquilador
del sentido de la frase. ble predecesor a no transijir jamas con la confianza
Pero lo mas gracioso ha siJo que en la parte de de sus clientes: a mirar los intereses de estos como
nuestro mencionado i desgraciado anterior artículo los suyos propios, a morir, si fu ese n ecesa rio, al Jade
fe de e? · ratas, en que nosotros ll egamos a esta do de un depósito que l e fu ese confiado, a servir i
concJusion: m ejor , igual a mas bueno o mas buena; guiar con el mismo celo al rico i al indijente, al dé!
uego mejo -r buena fe igual a mas buena bu ena fe, al bil i al po~ e roso, a descubrir i confundir al n1alva-
1mpresor o al corrector (o tal vez al repartidor) le do cualqu1era que este fues e , a sostener, en fin, la
:pareció que en el segundo miembro de la última a:ntigua i ~·espetabl.e dignidad d e los notarios de Palgualdad
habia mucho bueno, i le quitó un buena, r1s, profes1on que Influye tan poderosamen te en el
con lo cual resultó en definitiva, que 1nejor buena fe órden social i en la prosperidad púbhca.
era equivalente a mas buena {e, cosa que al ser cier- Gozaba Melcour de una escelente r ep utacion, i
ta no debia mencionarse en una fe de erTatas. e~ da din tomaban aume nto los negocios de su oficio.
Resulta de lo dicho que 8i las erratas por partida S1n embarg?, el escesivo precio de este, el gasto de
sencilla son una calamidad para cualquier escrito, su .casa, los 1ntere~es del capital que aún no estaban
para aquel en que precisamente se trata de darles sat1sfechos, le habtan estorbado ofrecer a su esposa,
fe, si se cometen ademas por partida doble, ~e con- cotno regalo de boda, unos diamantes que ella sin
vierten en una verdadera futalidad en un cáos en duda esperaría con ánsia, i que él, cediendo a su
una causa Jejítima para interpelar' para prote~tar bondad natural, hubiera tenjdo la mayor satisfaccion
para morirse •••• de risa. ' ' en presentarle. Los demas regalos eran elegantes i
numerosos; entre ellos habia todo lo que puede lisonjear
la vanidad de una j óven; pero no habia diamantes,
i sin etnbargo se habian gastado cerca de
15,000 francos, con los cuales Melcour hubiera duplicado
el valor de la hun1ilde hacienda que heredó
Los Brillantes.
El deseo de brillar ejerció siempre un gran imperio
en las mujeres. Desde la princesa que asten-
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126 BIBLIOTECA DE SE:N'ORIT AS.
de sus padres. Ocurrióscle esta refleccion al echar na, ron1piendo el freno que hasta entónces habia
1~ vi st? en ~quellos regalos coloca~os en una pre- puesto a su insaciable vanidad. Adela Cramtner,
c1osa canastilla de raso blanco; cubierta de flores, i sobrina de Dutheil, e hija de su socio en la manu·
c uyo olor parecia destinado a perfumar el fausto factMra, fué pedida en matrimonio por Julio Saínaltar
de himeneo. ville, hijo único de un corredor de letras. Adela,
Alfonsina disimuló el enojo que sentia viéndose ~ sin tener la brillante her1nosura de su prima, inspiSln
las apetecidas alhajas. Por grande que fuese < raba un interes estraordinario. La preferencia que
el t amor que profesaba a Melcour, amor fundado · le habia dado Sainville, se fundaba en la analojía
en sus exelentes prendas i en su mérito personal, de las inclinaciones i del carácter, i en aquella suahabia
esperimentado una especie de desaliento, una ve simpatía, mas eficaz para asegurar la ventura
verdadera pesadumbre al considerarse unida con que el amor i la opulencia. Adela tenia un herun
hombre que, segun las apariencias, debia ser mano i dos hermanas; de modo que su padre, apemezquino
i j por consiguiente de un carácter in- sar de amarla con ternura, no pudo darle en dote
cotnpatible con el suyo. Distraida, sinembargo, por mas que 80,000 francos. No por esto dejó de re·
las contínuas funciones que se le daban, por tos cibir grandes regalos, que segun la costumbre, se
numerosos i variados placeres de que gustaba cada enseñaron a toda la familia reunida. La vanidad
dia, adornada con ricos encajes i con bellos chales de Alfonsina quedó satisfecha desde luego, viendo
de cachemira, oculto por algun tiempo la pena que apénas podrian competir los encajes i paño·
que esperilnentaba. Lo que principalmente le es- Iones de su prima con los suyos, pero cuando des·
torbó el hacer la menor recon vencion, era la a pro- pues del exámen de todas esa<) bagatelas, se divisó
bacion que daba su padre a la moderacion de su en el fondo del canasto una caja de tafilete encar·
marido. 1\ir. Dutheil, que de simple operario ha- nado con las cifras de los novios, Alfonsina pasó de
bia llegado a ser jefe de una manufactura, conocic:. repente de la alegría i de los enhorabuenas al mas
to do el precio del dinero i todo el trabajo que cuesta triste silencio. Adela abre la cajita, i encuentra en
adquirirse un bienestar ••• ~;Nada me ofende tanto ella unos hern1osos pendientes, ,. un peine i un collar
la vista, decia, como los brillantes i los rubíes en ( de brillantes, en que parecia que se reflejaban to·
un cuello de diez i ocho años. Enhorabuena que ~ dos los rayos del sol. Ademas de este magnífico
lo s usen como un recurso las mujeres cuando están ~ aderezo, había otros de coral i de turquesas para la
en el otoño de su vida; pero en la primavera no media gala; i una bolsa con doscientos luises de
debe11 adornarse sino es con flores." Alfonsina se oro completaba, esta rica ofrenda conyugal. Alfonsisonreta
i finjia ser de la opinion de su padre, sin na, fijos los ojos i los deseos en lo que tenia a la
dejar de sostener que un lujo moderado contribuye vista, se decia a sí misma: "¡ J no es la hija única 1
a la prosperidad del comercio, al brillo de las gran- ¡ I no trae en dote ni la mitad que yo he traido! ,,
des ciudades, i que es obligacion de los ricos dar estí- Para completar su mortificacion, Adela, queriendo
mulos a las artes. "Usted mismo, decia ella con ver el efecto que baria su aderezo, se lo pone a su
toda intencion, no debe su riqueza sino a ese acer- prima, dicié ndole con su acostumbrada modestia :
tado sistema, a ese cambio indispensable del oro i ''Esto es demasiado para mí. Oh! que bien te
de la industria; si en comprar porcelanas hubiese sienta~- N o digas eso delante de mi marido~ le resla
tnisma moderacion que quisiera U. introducir ponde Alfonsina con amarga sonrisa; porque diría
en la compra deJas piedras preciosas; no tendría lo que dice mi padre: que una mujer no debe
U . abora su hermosa manufactura, ni sus tierras adornarse en su juventud mas que con flores-Sin
d e labor, ni las dos grandes casas que posee en duda, dice medio enojado Dutheil, i no tengo repaParis;
no gozaria de la satisfaccion de tener un ro en decir que; Sainville ha hecho tnui maL Es
yerno como l\1e1cour, ni de la de verme a mí tan preciso estar loco para gastarse en diamantes la mi ..
bien establecida." Al decir estas últimas palabras, tad de la dote de su mujer-Estos, responde Julio,
echó una tierna mirada a su marido, el cual, na tu· no me ha11 costado un maravedí; eran de mi maratmente
inclinado a observar, creyó distinguir en dre, Ja cual n1e los entregó poco ántes de morir
medio de este desahogo de una alma sensible, cier- para la mujer que la suerte me destinase.-Por eso
ta esperanza frustrada, que él se propuso secreta- me son mucho mas preciosos, responde Adela, mimente
satisfacer inmediatamente que le fuese po- rándolos con respeto.- Tambien podria yo, dice
sible. Melcour observando a Alfonsina, regalar a mi m u-
Pero los productos de su notaría, aunque ere- jer las joyas de mi respetable madre; pero todas se
cian diariatnente por la consideracion de que go- reducen a una cruz de oro con su cadena, un ani ..
zaba, no bastaban a llenar sus miras despues de ]lo que nunca se aparta de mí, i un vaso de plata,
satisfechos los gastos. Alfonsina se desquitaba Jison- de que me sirvo todos los dias. '' Alfonsina bajó los
jeando su vanidad con mil bagatelas. Sinembargo, ojos, i creyendo que su marido quería avergonzarcuando
se hallaba en una concurrencia con muje- la, se puso todavía mas ofuscada i taciturna. Tan'
res adornadas de diamantes, hablaba de estos con cie1to es que un corazon herido se ofende con facili elojio,
de 1nodo que 1\lelcour pudiese caer en la dad~ ida a las cosas mas sencillas una torcida íntercuenta"'
No llevaba tan a mal ver aquel ostentoso pretacion.
atavío en mujeres de cierta edad; pero cuando por El día de la boda de su prima, Alfonsina se ~ vistió
desgracia encontraba una recien casada cubierta con la mayor sencillez, repitiendo sin cesar, ' con
de pedrerías, sus ojos se animaban, i la en\r dia una sonrisa forzada, que una mujer jóven no debe
aparecia en todas sus facciones. Entónces l\1elcour ponerse sino flores. ''Si es así, no necesitas mas
rec1bia una mirada de descontento i de frialdad, i él que tu rostro," le respondió Melcour, a quien incapor
su parte bajaba los ojos, se ponia encarnado i modaba la fria indiferencia con que desde aJgun
padecia mas que su querida Alfonsina. tietnpo lo tratnba su mujer. ''Sinembargo~ añadió
Hubo otra boda en la familia de DutheiJ, i no poco ántes de ir a la boda, si como Adela quisieras
hizo mas que aumentar el resentimiento de Alfonsí· adornarte con las joyas de mi querida madre, yo te
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las ofrez~~· ,, ~ntónce_s le presenta un cofrecito rle ) de Melcour. La abre turbada i ansiosa, i halla con
form~ gotica 1 algo ra1do, q u~ ella abre con empa- ~ lo~ dos regalos anteriores un hermoso collar de
cho, I solo por conJe~cendencHt; nll í encuentra en ' brillantes,_ un peine por el mismo estilo, 1 unos bro·
efec~o la cruz d~ oro 1 la cadena que.tantas veces se ? che_s de ci?tura, que consistian en dos solitarios,
hab1a suspentl:do del cuello de la madre de l\Ie_l- ~ casi sem~Jantes a los de los pendientes. El grito
cour; pero ¡cual fué su sorpresa al hallar debaJO dole que lo viniese a ver trayéndole la suma depoi
se esrneraban en decirle todo lo que podia lison- sitada. Este billete fué un gol pe mortaJ para Meljear
su amor propio. Sinembargo, oía de cuando cour. i Cómo era posible juntar de pronto una
en cuando a algunos compañeros de su marido, suma de 60,000 francos~ Dirijirse a un campa·
que censuraban su lujo, atreviéndose a llamarlo ñero hubiera sido despertar la desconfianza i dar
escandaloso. "1\1enester es, decía uno, que lVIel- armas a sus rivales; confiar'"'e al suegro que tantas
cour gane en un mes lo que nosotros ganamos co- veces habia censurado su flaqueza i su fastuosa
munmente en seis. i No parece, decia otro, la prodigalidad, era confesar el delito, i ponerse en
mujer de un director del banco o de un asentista ~ una especie de tutela; pedir al Jenera1 la menor
¡ Cáspita! para ser hijo de un labrador, qué aprisa espera, seria perder para siempre su confianza, i
va el camarada. No nos cansemos. Alguno habrá aventurar el propio descrédito. i\'Ielcour, ajitado
deposjtado esas joyas en poder de l\1elcour, i roa- por estas crueles reflexiones, buscaba inútilmente
dama lo ha convertido en sustancia." Estas últimas el partido que habia de tomar, cuando su mujer
palabras llegaron a los oídos de Melcour, i turba· cansada de esperarlo en su cuarto para ir a una
ron toda su alegria. Produjeron tan viva irnpre- gran comida que daba Sainville, entra cubierta de
sion en su espíritu,que, conociendo de pronto cuán sus diarnantes i magníficamente vestida. Al verla
ridícula i cuán itnprudente es una ostentacion su- Melcour ~e estremeció involuntariamente, i en la
perior al propio estado, i el deseo de sobrepujar a turbacion que lo a jita profiere sin querer aquellas
Jos iguales, se acercó a su mujer para recordarle palabras que siempre están resonando en sus oídos:
que, hallándose criando~ no era regular que estu- será al&un depósito, i mada1na lo ha con?.,e?·tido en
viese mas de dos horas fnera de su casa, i logró sustancia. "Qué quieres decir? t qué significan
sacarla de allí, a pesar de las instancias de los con- esas reflexiones 1 Son las mismas que oigo decir
currcntes, i de la repugnancia de la tnisma Alfon- a todo el mundo, i que han llegado a ser Ja predicsina.
Tan vehenH~nte es este deseo de brillar, al cion de lo que me pa.sa. Esplícate, felcour.que
se sacrifica mucl1as ''eces el primer deber que la E5os diamantes que te adornan •••• he tenido que
naturaleza nos impone. pagarlos; l1abia creido que los productos de mi
Melcour desde aquella noche estuvo triste i pen- oficio irian en aumento. Acaba, por Dios! Osti ·
sativo. Alfonsina lo ecl1ó de ver, i atribuyó a celos gado por el joyista, l1e faltado al rnas sagrado de
el empeño de su tnarido en que no se presentase Jos deberes: he dispuesto de unos fondos que se
ella a brillar en las reuniones. Pero contando con me habian confiado, i que reclama ahora su dueel
ascendiente que sobre él tenia, i aún mas con ño. i I por qué, replica con viveza Alfon~ina, me
aquel imperio qüe ejerce continuamente en su ma- haces regaJos superiores a tus facultades 1 ¿ 1 por
rido una mujer que cria sus hijos, creyó que se qué, responde mas vivamente su tnarjdo, manifieshabia
disipado enteramente la nube: i se entregó tas tanta gana de lucir i me tratas con tanta frialcon
mas anhelo que nunca, al torbellino de la co- élad ~ tu org·ullo es el que nos pierde 1\!lelcour
quetería i a todos los errores de la vanidad. En ¡cuán dura es esa reconvencion l ¡cuán amargatodas
partes se la veía., i siempre llan1aba la aten- mente me penetra! Perdona, querida Alfonsina,
cion. Ese aparato de opulencia estuvo mui léjos esta queja. Es la primera, i será la última que
de ser favorable a Melcour. Eus antiguos clientes, salga de mi boca. Yo soi mas culpable que tú;
asombrados del lujo de su mujer, lo privaron poco he cedido con demasiada facilidad a la satisfaccion
a poco de la confianza que en él habian depositado: de verte obsequiada i aplaudida. l\1i vanidad ha
entre los nuevos que iba adquiriendo no habia sido jgual a mi arnor. No: ·yo he sido cuando
mas que especuladores atrevidos, cuya prosperidad rnénos tu cótnplice. Al recibir tus dones hubiera
es tan pasajera, i que tantas veces comprometen al debido refiexionar, informarme si eran o no supehombre
público que suelen asociar a sus intri- riores a tus facultades: preguntártelo a tí mismo ....
gas. Melcour al cabo de algun tiempo se halló i en Jugar de eso, he espantado tu ternura, he ceapurado;
su amor propio, i eJ ascendiente in ven- gado tu prudencia, he abusado de tu bondad. La
cible que tenia en él Alfon._ ina, no le permitían culpable, la única culpable soi yo." Al pronunciar
bajar el tono, ni disminuir el gasto. Estrechado en estas palabras, se arroja a los brazos de Melcour
fin, por sus acreedores, cometió el ex eso de disponer cubierta de 1 ágrimas i casi sin poder respirar.
de un depósito de 60,000 francos, que le habia Abrese la puerta en este momento i se presenta
dejado un Jeneral, ántes de salir para el ejército. Mr. Dutheil que venia por Melcour i su mujer,
Este Jeneral debia estar ausente mucho tiempo, para llevárselos en coche a Ja gran comida de su
i no habia exijido ningun interes de Melcour, sobrina. Las lágrimas de su hija i la a]teracion
fiándose ciegamente en su buena fe i probidad. que observa en las facciones de su yerno lo ponen
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BIBLIO TECA DE SE~O R IT AS. 129
en el mayor cuidado. Cree sincmbargo, que era
una reyerta matrin1oninl i qui re retirarse. '' D eténgase
U, padre n1io, csclatnn .t\lfonsina; sus
socorros, us consejos nos son n ecesarios." En
seguida Je r fiere todo lo ocurrido, i lo ente ra de
la crítica situacion en que l\!Ielcour se encu entra.
''Tan apurada e'"', añad e este con la mayor consternacion,
que i el J en ral, hombre tan arrebatado
como pundonoroso, divulg-a e te abuso de confianza,
mis compañeros celosos del honor de l c u e r po,
me obligarán a vender el ofirio, i n1e pierden
i deshonran. I la cau~a de todo, han sido estos
diamantes que me alucinaron, i que hoi son mi
suplicio, esclama lfonsina de ... pojándose de ellos
con precipitacion i entregándo .... elos a su t nari do.
T ótnalo~ , restitúyelos al joyista, véndelos a cualquier
precio, i U, padre mio, ayúdcme a r eparar
los n1ales que ·yo sola h e causado ; p r opo r cione U .
a i\1elcour lo que necesita pa r a con1pletar e l depósito
que se reclama; sál \ re le el l1onor, i me h abrá
dado dos vec~s la vida. T r, nq ni lízate , qu e r id a
h ija, responde DutheiJ , con una conmocion que no
l e f'S dado reprimir; tu enmienda tne aho rra u n a
reconven ion ; i tú> i elcour, síguetne ...... t e n go .
pocos fondos en caja, pero con mis amigos i co n e l ·
precio de esos dian1antes .••• v n, no per damos u n
momento. Salen l os dos: Me lcou r r e un e e l p oco
dinero de que podia disponer, mié n t ras que s u
... uegro va a vender Jos brillan tes i a se r virse de
tnuchos comerciantes conocidos, a q u ienes va ri as
veces abrió su bolsillo; n méno ~ de una hora se
h allaron realizado l os 60,000 francos; l\1e l cou r
l os entrega al J en e r a 1, i v u e l ve co n D u thei 1 a sosega
r a Alfonsina a qu i en amó entónces m as que
n unca.
S uben suegro i yerno a l c u art o de Al fons in a ,
quien h abía sustituido l as b rillantes galas que l a
a dornaban con un tr aje senciJl o. En aq u e l mo m e nt
o es taba dando e l p echo a s u h ij a , i la conte mplab
a con tanta atencio n , q u e n o h iz o a l to e n su p ad r e
ni e n su marido. D irij í a est as p a l abr as a la c riatur
a, i m ajinándose que p odía e nte n derl as: " ¡ Que rida
m ia J la 1nad r e q ue t e a l i m e nta n o se r á Ja ca u sa
de tu r u i na. Tú se r a s d e a hora e n a e l a nte mi úni c
o a do r no : todos mi s a f ec tos, t o d os m is d eseos se
divi di rán entre e l p a d re i la hij a . 1.\l i te rn eza i la
tuya no basta rán a inde mniza rl o d e l os m a les q u e
p o r mi ca u sa h a p adecido. To los está n ya r e parad
os, esclarna l\1e lco ur, estr echando e n s u s brazos a
su hija i a s u esp osa . Sí,que rida Alfo n sina, g-ra c ias
al celo de t u excl e nte padre , h e podido r estituir e l
depósito. Se ha to mad o e] trabajo d e ir a v e nder
los diamantes para ahorrarm e la verg ü e nza d e hacerlo
por rní mismo. Su pre cio h a h ech o la tnitad
de ]a s un1 a , i s u j e n e rosa bondad m e ha pro p o r c ionado
lo qu e faltaba, i que yo podré r es tituirl e d e ntro
de poLos dias. i Qué peso , dice Alfon s ina, m e has
quitado d e l corazon! Hijos mi o ~, dice Duthe il,
ya es tard e para ir a casa de Sainville: comamos
solos los tres, i este banque t e nos s e ra n1as a g radable
que e l o tro. Y a he avisado a Ad e la , r espond e
Alfonsina , que una indi s posicion me impedía asis·
tir al convite. Las grand es concurre n c ias no ti e n e n
ya para mí e l m e nor atractivo: no digo por e sto
que renuncio a Ja sociedad, pero no qui e ro brillar
en ella, i juro no llevar en mi vida otro adorno que
este respetabl e talisman. ¡La cruz de oro de mi
madre! esclama Melcour enternecido. Sí, le responde
su mujer con el tono mas suave i tranquilo.
~sta cruz no ha turbado el reposo ni h a comprome ..
ttdo el honor de tu padre ; ella ha estado sesenta
años en e l seno respetable que te ha criado •••• jamas
se separará del mio. Formar tu ventura i la
de mi hija, ob1igarte a estimarme tanto cuanto me
has querido, dar a mi padre la recompensa de Jo
que ha hecho por nosotros, contribuir, en una palabra,
a nuestra comun prosperidad con mi arreg lo i
con mi economía •••• Dime si todo esto no vale
mas que un aderezo de brillantes~,,
•
Proposicion de matrimonio.
AbriJ, 7 de 185 •...
No obstante vuestros acha ques
i lo verde i lo dudoso
de vuestros primeros años,
aunque jovcncj t o i co r t o ,
me he resuel to la presente
( como el recurso mas pronto)
dirij iros, dueña mi a,
de alguien, de ninguno, o tod os.
No estrañeis su contenido
que, aunque embozado, no es o t ro
que e l proponeros mi mano
en ca to i el u lee conso r cio.
V os sabeis bien, a l ma e n p e na ,
lo escaso que anda e l bo d orrio,
i lo triste i desab r ido
del tiasgo cuando e l ojo
se cubre de bermellon
i el diente de jumo i moho.
V uestra cara no es ta n bella
que digamos; vuestros 1nodos
t ienen algo de insolentes,
como tienen de diabólico
mucho vuestras uñas l a r gas
i suci as; t e n eis del zo rro
la astu c i a , de l a cul e bra
la fasc i nacion, del l o r o
l a c h a rl a insu lsa i continua,
i l o in d ómito d e l po tro .
P e r o esto, a dec ir verdad,
s eñ o ra, m e importa p oco,
po r q u e algo p o seeis q u e vale
m as que u nos d i vin os oj o s,
que u na boc a de c l a ve l
i un os p e r fec tos c ontornos ;
m as qu e d e H e len a l a s gracia!,
i d e Lu cr ecia e l so nrojo,
la c onst a n c ia d e P e n é lope,
d e Dido e l amor i e l lloro .
1 e se alg o qu e tanto vale ,
i por e l cua l ando l o co,
es, s e ñora d e m is ánsias,
ni mas ni m é n os que e l oro
que os d ej a r o n vu estros padres
e n fu e rte i seg uro apoyo
de la atrocidad qu e os hace
reina de los moscorrofios.
Y o sé que no di s frutais,
dos dias seguidos d e un óbolo
de salud, que el asma, e l te dio,
las jaque cas i los c ólic os
os cercan, que esputas sangre,
que rascas sarna, i que el coto
os silba continuamente
mas que un huracan de ronco ;
pero, si os llevo al altar,
•
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130
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BIBLIOTECA DE SE~ORIT AS.
s ald ré de miles de en1brollos
}Jagando al sastre, al fondista,
al zapatero beodo,
a l p e luquet·o insufrible,
i a tanto horrible demonio
q u e; por calles i por plazas,
m e rnata a sustos i cobros.
En fin, para no aJargar , . .
aqu1 esta m1s1va corto,
e spe rando que os ablande
l a f ranqueza con que obro,
p u e sto que bien clarame nte
he e spuesto lo que os propongo :
por v uestro inmenso caudal - ser , s e nara, vuestro esposo.
RESPUESTA A LA ANTERIOR.
Recibí la mui atenta
., - q u e me remitls, senor,
i a unque en ella esta palpable
l o vil de vuestra intencion,
qu~ podré yo contestaros
q ue no sea si? Amor
e s cierto que no hai, empero
haj matrimonio; creo ·yo,
i e l n1undo tambien, que él suple
a tan hermosa pasion:
pue .... to que a la sin1patía
se opone eJ querer de Dios, .
que dicen ser el que ordena
quién debe casarse, o no.
Venid pues i celebremos
hoi mismo tan santa union,
i cada cual pague, a prisa,
]as que debe ; sí, señor :
• vos por casaros coninigo,
yo por casarme con vos.
ÜRlON.
Antes i ahora.
•
1
para realzar una demostracion moral ; i este será el
medio de que nos valdremos hoi para exhibir una
de las especies de plantas mas notables de nuestro
jardin bog otano, tan heterojéneo, multiforme i recalcitrante,
si se nos permite agregar este calificativo,
al cual no tenemos intencion de dar sentido
alguno, i que solo usamos en gracia de la eufonía.
Allá en tiempo de entónces, i nótese que no nos
remontamos a la época en que hablaban los animales
lite ratos de Iriartc o Samaniego, hubo una cierta
sociedad, secta, órden o comunidad, que llevaba el
humilde título de capuchinos, no porque sus miembros
usasen capucha, como la usan ahora las s e ñoras,
i aun los hombres, ni tampoco por la barba
Jarga, moda qus es hoi casi universal, sino tal vez
por una especie de sarcasmo contra las comunidades
relij iosas, o mas bien por una epigramática ironía
con que querían dar a entender que mui poco o
nada tenía de austera i rigorosa la regla de Yida
que habían adoptado.
Mucho dió que decir, i mucho mas que hablar,
esta nueva institucion moralmente disfrazada con
un hábito monacal ; i en esta pícara i socarrona
ciudad, recurtidero de ociosos, hospicio d e pobres,
cuna de espósitos, hospital jeneral i basurero do nde
se arrojan aj e nos desperdicios, no hubo rincon ni
desvan donde no se oyesen con espanto las relaciones
nada edificantes que de ella i sus estatutos se
hacían con cierto aire de misterio i aspa viento. Era
tal asociacion anónima, o seudónin1a, una especie
de lojia que en vez de llamarse Estrella, N ebulosa,
F1·aterniclad, o adoptar otra denomÍ11acion poética
i romántica, quiso manifestar su natt,traleza i espíritu
con un epíteto de buen hurnor, tomada esta fra se
en un sentido recto i natural.
' Las diabluras, abominaciones i escesos de todo
jénero que, con razon o sin ella, se a tribu ian a estos
l reverendos padres, sucesores de la estinguida i dee'
gallada órden de barbudos, no están escritas, ni
pretendemos nosotros escribirlas, por las mil i una
razones del artillero que no hacía las salvas. Qué·
dese tan alegr~ tarea para algun hermano rezagado,
0 S que, iniciado en los misterios capuchinescos, pueda
CAPUCHINOS, CORNA,7 ACETES I PEPITOS. ~ hablar de ellos con toda propiedad~ COffiO actor, O
La esperiencia parece que confirn1a cada dia la ; como espectador, i escribir su historia en algunos
observacion de cierto escritor moderno, cuyo nom- malhadados .Apuntamientos, Reseña, Anales de la5
bre no recordamos, de que, a proporcion que la so- sociedades célebres, u otro escrito con que piense enciedad
gana en ilustracion,pierde en moralidad. No riquecer la literatura i la historia nacionales.
es fácil calcular cuál sea esta proporcion, pero ello Ademas, no sería posible referir, ni tnucho ménos
es que en la sociedad que conocemos todo se refie- relatar, las tales cosas, sin que las señoras de alto
re a pérdidas i ganancias; i que si es permitido bordo o de tres puentes, sintiesen horripilarse sus
juzg·ar del todo por Ja parte, i aplicar a la gran fa- carnes, i las niñas de arte menor esperimentasen
milia u ni versal lo que se ve en una mínima fraccion crispaturas de nervios i con trace ion de tendones.
de ella, i Jo que pasa en este rincon de los Andes Cuantas i cuales fuesen las travesuras de los reve-"
que se llama la capital de la Nueva Granada, es rendos, lo dice la sensacion que todavía produce
indudable que Jo que este animal bípedo, que se ha ¡cosa rara! Ja palabra capuchinos, no solo en las
llamado a sí mismo el hombre, avanza en un sen ti- beatas i beaticas, sino en todo individuo femenino,
do, retrocede en otro, i que al cabo de las mil i para quien este vocabJo equivale poco mas o ménos
quinientas todas las meditaciones del sabio Aza1s, al de frac-mason.
i todo lo que dijo en su "Sistema de las compensa- i Pero quiénes, i qué clase de jentes eran las que
ciones" se ha hallado ser cierto i razonable. habían adoptado e] modesto, simpático i conciliato-
Sirvan estas pocas, o muchas palabras de intro- rio nombre de capuchinos? Vamos a vet·lo.
duccion a nuestras propias observaciones dh~ctas, Los capuchinos en su mayor parte eran jóvenes
obre algunos de los tipos que mas fielmente carac- de buen humor, de buenas familias i de buena eduterizan
aJa sociedad granadina del siglo de Walker. cacion: en una palabra, Jaque se llama jente de
1 aunque las comparaciones suelen ser odiosas, buen tono; de suerte que todo en ellos era bueno,
i lo mismo los parengones, que todo es una misma ménos Jo malo. 1 tan cierto es esto que hasta lo
familia, tambien suele ser un medio mui cómodo malo tenían arte para hacerlo parecer bueno, como
para poner en evidencia una verdad cualquiera, o Jo han creido muchos. En efecto, al cabo de Ja
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BIBLI TECA DE SEÑORJT AS. 13
jornada ha Yenido a sacarse n limpio por lo s ero- i l ero a qu' bueno dirá algun quisquilloso lec -
11Ístas i hon1bres estudiosos, que en nq u ellas sesiones tor o susceptible lectora, a qué buena hac r la apoó
te.,~id,.,_s n apariencia satánicas i borrascosas, n o iojía do la disolucion i e l pan dírico del vicio, sob r
habia to o lo que de ellas se lecía ; que esas terri- todo en un periódico destinndo a entretener ~ i ns·
ble" orj ías i acanales, dig·nas de ser narradas por truir al sexo bello i delicado~ i a qtté fin ofender
los Car11eros i detnas cronicones nacionales, se red u- osadamente s us oídos hablando de una sociedad ya
cian a bailesicos con las grisetas, parrandas i paseos, estinguida por la sancion 1noral? t Cuando ya
c otnilona i otros pa atie1npos que ta1nbien se tienen nadie se acuerda do los capuchinos sino para com-en
otras soci dades que gozan si11e1nbargo de m ejo r padecerlos, tal vez para execrarlos, esclamando e
reputacion. I cursos ~an estos a que los obligaban mas caritativo: "Lásti rna de jóvenes 1 su suerte es
la falta de tnejores i mas hone tas di '"" tracciones un ejemplo para lo s calaveras, pues casi todos ellos
públicas o pri' adns, como bailes, tertu1ias, buen t ea- han tocado a su fin e n situacion deplorable?,
tro, conciertos, i demas que sirven de e~parcimicnto Allá lo veredes, dijo Agrnjes. Rogamos a nues ..
al anin1o i de sacudimiento al cuerpo. Sabido es tras amables lectoras que, como lo dijimos al prinque
en la~ grandes poblacione donde no hai e tos cipio, hagan con n o~ot ros una comparacion impardelajse'lnentu
s, i donde el e píritu de sociabilidad i cial i tranquila entre esa detestable i estinguida
tnutua cotnunicacion es de conocido, la juventud, órden de la cap ucha, i la mod e rna jencracion de
ansiosa de gasta r la vida, la salud i el dinero, que cornavacetes i pepito s que tanto miman i toleran ellas,
ta11 o le esto rban, se entrega n la disipacion, i Ya i que sin tener ( e n Jo jeneral) Jas buenas cualidades
rodando, mui a ,.;u taJant , por el ferrocarril de la de aquellos, tienen con crece s todos sus lados malos.
desdicl1a final i ab~oluta i pue que a todas aquellas E 1 modo mas nntural de estudiar i describir una
Blocentes recreacion es, se sustituyen los bailes de clase cualquiera de la sociedad en una época dada,
candil,los garitos i los figones potnposamentc bau- es analizar los individu os mas notables de ella,
tizados con los nombres de cafes, r es tauradores i aquellos q ue se mira n i r eputan como la fórmula i
aoteles. tipo de t od a la specie; i a s í como para pintar a la
Suponemos, pues, q u e to~o lo que esta fatnilia juventud de las tres últimas décadas hubimos de
hacia en su guaridas e ra digno de censura, i ajeno elejir a los capuchinos, que eran como la suma cie
de 1 tnora l i buen comportatniento de un jóven Jns CO"'tumb r es i del carácter social de aquel 6empo,
decente; pero vi era n UU. a un capuchino lejítimo para hacer ig ual cosa, aunque compendiando ha sta
en una ~ociedad e---cojicla, en una reuní an de jente donde sea posible, con los actores que figuran en la
istinguida; qué trasfortnacion! qué diferencia! nuev escena, tomamos naturalmente a los corna r
a die diría que aquel era un hotnbre disoluto i vacetes i pepitos , que son, digámoslo así, Ja flor i la
vicio~o. Sus maneras corte-es, su lenguaje fino i nata de la presente jeneracion.
comedido, su atencion i estremada delicadeza con o sabemos, ni hace a nuestro propósito saber
las señoras, su r espeto, en fin 1 por la sociedad i por el oríjen de estas denomi nacion e s caprichosas, i las
el público, eran una predicacion continua i un ma- ac epta mos como sancionadas ya por Ja s mayo rías,
nual práctico de buen t ono. E legante en su porte, i cotno pertenecientes todas al j éne ro cachacos. Foresn
erado en s u vestido, inimitable en el baile, man la primera clase aquellos m ozetoncs co n tenque
poseía por principios, arrogante i seductor sobre d enci as a la gravedad del hombre sui juris, curruun
lindo caballo, todo encantaba en él, i no parecía tacos e ntre verdes i maduros, que visten con esm e ro ,
si no que procuraba desmentir a porfía i de todos i como e mpecina dos sectarios de la moda, piensa
modos la opinion desfavorable que de él se t e nía. n1as e n sus propias p e rsonas que en segui r una
Un capuchi no podía ser el borran i el escarnio de carrera cualquiera lucrativa. Son ya gallos de
la sociedad bogotana en algunas de sus tnisteriosas espuela, i haJlán d o se por lo jene ral en una edad
escursiones; pero en un salan de baile: en el teatro, razonable para contraer Jos lazos m atrimoniales i
i en cualquiera otra r e union: la tn etamórfosis era fortna r una familia, se miran ya muchos como
completa , i habría sido 1nui difícil compr obar la próxitnos a r ec i bir e l repugnante título e e ,.;o te identidad
de la persona: tal era su cultura i s u fina < rones.
educacion. Podrí a inspi r ar horror a quien lo vi ese ~ Los pepitas son, puede decirse, los herman o tne-n
sus orjías apurar copas tras de copas, i lo oyese , nares de estos: pollitos que ap é nas ensayan el pric
antar en comunidad, i e n ton o de salmodia, aque- ~ mer canto, i que s ine mbargo gallean_ya en la ~ocie-l]
a consabida polisona : ~ dad. Ni son hombres, ni son niños ; están, por
¡Qué mayor dicha i consuelo decirlo así, en sus quince, i tienen Ja cabeza llena
Nos puede Dios dispensar, de lo que puede es tarlo una cabezita de esa edad,
Que poder aquí cantar de ilusi o n e s i de ensueños dorados. Adonis o tnas
Como se canta en e l cielo ! • . . . bi e n Narcisos de esta época nada mitolój ica, no
Pero en tratán d ose de volver a su elemento, es piensan sino en la to i lette, en los amores i devaneo ... ,
decir, a la buena socieciacl en q ue se crió, todo reco- i e n saborear los placeres de una vida de maripo ... a,
braba su nivel, i e ntónces la d ignidad, el r esp eto i i Jos azares i aventuras de una tomineja con bastan
el propio decoro tomaban en él nuevo rcalze: ni i gnba n . Un billete dulce de alguna incauta p pita,
una copa mas de las que son permitidas entre las al g una impresion volandera que les trajo el bin6-
jentes bien educadas, ni una palabra descompuesta, culo e n el teatro, la novela de moda, aqu~ll o ... ver~o
ni una conversacion mal sonante, ni una aJe g ría rimbombantes i huecos, la mirada fujit1va d_e una
estúpida i ruidosa, ni una risa descompasada, ni Ja actriz, los recuerdos de una polka, un a gu1naldo
mas leve falta a una persona respetable. De esta que vino dentro de una canastilJa de flor es, un par
manera se captaban la benevolencia i la simpatía de lindas mancornas que acaba de comprar, el figujenera)
j hacían, si no perdonar, por lo ménos olvi- rin que trajo el paquete, i que é l juzga t an fiel i
dar po~ un momento su~ supuestas i misteriosas verdadero como los periódicos qu e lo acon1pañan ...
faltas. he aquí los sé rios cuidados de este perfun1ad o niño .
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132 BIBLIOTECA DE SE~ORIT AS.
Si qucreis no hablar con él, porque sobre qué
asunto que no fueran estos podriais hablarle, stno
verle i admirarle, id a la sastrería de N, a la tienda
de M, a la esquina tal vez donde dirije sus visuales
al toranento número primero; le encontrareis e11 el
altozano de la iglesia donde oye misa el segundo
tormento, en la confitería donde, al lado de la crema
de orchata i de las aguas refrescantes, campea
el vieux cognag: i el anisete, i los ajenjos, i el ponche,
i el ron. El corte de una capa le quita el
el sueño, el color de un chaleco lo desvela, la esperanza
de ponerse una camisa de piqué lo trae distraido,
los guantes de cabritilla i los pañuelos de
olan lo hacen quebrar ••••
I esto me dec1s que debe con1pararse con un
antiguo capuchino' esclamará aquí la lectora.Ciertamente
que esta descripcion,si no es seductora,
por lo ménos es la pintura apacible de una vida
dulce e inocente, un idilio, no ya en los riscos, valles
i praderas, sino en las calles i plazas •••• Pero
ah l ojalá fuera esto solo! veamos un poquito el
reverso de la medalla.
(Continuará).
El voto de t.ma mujer.
Cuando escribo mis renglones
( No quiero llamarlos versos
Por modestia ) los perversos
1 cobardes criticones
Disparates a montones
Les encuentran por doquier;
Mas su terco parecer
A mí no me importa un pito;
Porque solo solicito
El voto de una mujer.
Cuando mis l etrillas leo
Los retóricos se atufan,
I se e1nbruvecen, i bufan
I dice~ todos : que feo !
Mas yo por dicha no creo
En su terco parecer ;
1 de su airado saber
Plenamente me indemniza,
La picarona sonrisa
De una graciosa mujer.
Hice una breve elejía,
1, por mal de mis pecados,
A diez sabias estirados
Preséntela cierto dia;
1 cada cual ernitia
Mui sério su parecer;
1 hablaron a su placer,
Sin dejarme meter baza;
1 salí corriendo a casa
En busca de n1i mujer ;
•
1 le dije : echa e n la hornilla
Estos versos. Los leyó ;
1 una lágrima rodó
Por su púdica mejilla;
1 esta pequeña letrilla
Púseme al instante a hacer
Protestando no creer,
De ese dia en adelante,
Sino en el bello sen1blante
De una sensible mujer.
El cisne.
R. C.
Cuando este pájaro flota jentiJmente sobre las
aguas, ofrece a nuestros ojos una de las mas bellas
•
obras de Ja naturaleza. No podemos cansarnos de
adm1rar Ja elegancia de su5 contornos i la gracia
que demuertra en sus movin1ientos. ada con mucha
mas lijercza que un hombre cuando anda. El
plumaje del cisne doméstico es enteramente blanco,
i su pico es rojo, escepto la mitad superior que
es negra. El cisne doméstico, mayor que el silvestre,
pesa ordinarian1ente veinte libras. Este es el mas
silencioso de todos los pájaros, i no hace mas que
dar un silbido cuando se le provoca. En cuanto a
esto, es rnui diferente del cisne silvestre. El macho
i la hembra construyen su nido, unas veces sobre
un montan de yerbas secas en un ribazo, i otras sobre
cañas flotantes. Ponen huevos un dia si i otro
no, hasta el número de seis o siete. Los pichones,
al nacer, están cubiertos de una plumilla parda o
atnarillcnta, que conservan por muchos meses.
Cuando el padre i la madre están rodeados de su
familta, es bastante peligroso ac.ercarse a ellos; sea
por temor, sea por orgullo, se alarman inmediatamente,
i cuando creen que sus pichone~ están en
peligro, se los llevan sobre las alas. La carne de
los cisnes viejos es dura i de mal gusto; pero la de
los nuevos es bastante buena.
Segun Pitágoras, el alma de los poetas pa~aba al
cuerpo de los cisnes, i conservaba el poder de la
melodía que aquellos l1abian poseido durante su
vida. El vulgo tomó por reaJidad Jo que no era
sino una alegoría injeniosa. El mismo filósofo decia
que el canto del cisne moribundo era un hinlno
de gozo, por el cual dicho pájaro se felicitaba de
pasar a mejor vida. Por esto es que las últirr1as producciones
de los escritores, los últimos dicursos de
un orador i las palabras de todo ho1nbre di~tinguido
ántes de abandonar este mundo, se llan1an ''el
canto del cisne. "
Se dice que el cisne vi ve trescien to años; pero
sea esacto¡ o sea exajerado este núrnero, la veread
es que goza de una larguísima existencia.
Resignacion.
Yo me era un niño cán<.lido, inocente,
En las diez primaveras que contaba;
Mi madre con su atnor me coronaba
De besos i de lágrimas la frente;
1 yo me arrodillaba i l e decía:-
"Oh ! cuánto te amo, dulce madre mia!,
I ella murió ; mi corazon aun tierno
Como ago tada flor se marchitaba ;
lVlas ví a Elvira, Ja amé, i ella me amaba,
I juramos amor puro i ete rno .
Su alma llenó de luz tni alma sombría,
1 yo le dije : ''te amo, vida mia 1 ,
1 la perdí tambien •••• Dios lo mandabaLloré,
n1ald ije, blasfemé •••• in~ensato !
Luego escuché una voz, un nombre grato,
Que una niña en su cuna balbuciaba;
1 yo besé su boca, i le decía :"
'l'ú eres mi ánjel de paz, oh hija mia! ,
EJ polvo del sepulcro los esconde:
Mi frente está abatida, el pecho yerto ••••
i Donde iré yo, si el mundo es un desierto,
I grito i llamo, i nadie me responde 1
l\'las ah 1 la Fe, la Relijion ya sJgoPerdóname,
Señor; yo •••. te bendigo!
Así de un arpa al son triste cantaba
El noble bardo en la vejez sombría ;
1 su voz en Jos aires espiraba,
1 en su rostro una lágrima corría. T .
•
'
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