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Fecha:
29/12/1910
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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4ro-CALI (I~epública de Cc;lombia) DICIEMBRE 29 DE 19ro
ALEJANDRO DUM S
Juzgado por su hijo
En pos de tí, mi querido padre, ha \"enido este siglo voraz, que t.ú
r~costumbraste {\,la insaciabilidad que hoy nos de,·ora á todos, pon¡ne
no tenemos tu misma potencin.
Tú, que naciste para producir siempre, habrías s:uo el hombre necesario
en este siglo, nacido para absorberlo todo.
jQué mara\·illo~o;a prnisi6nla de la Naturaleza, que proveyó contigo
á los apetitos formidables, q ne- forzosamente tuvo que entrever!
Bajo el sol de América, en los trópicos, con sangre atncaua, rurm0 (,
aquél de quien deuías nacer, ú aquel hombre que, soldado y Gent•ml d~
la República, podía ahogar un caballo entre sus piernas y romper un
casco con sus clientes; que defendió él solo el puente de Bri · contra una
avanzada de Yeinte homures. Roma le hubiera discernido los honores
del triunfo y lo hubiera hedw Cúnsul; Francia, más .calmada y más económica.
rehusó la eclucaciún de su hijo, y este hijo creado en plena seh·a,
al aire libre,. á cielo dcscubierlo, impulsado por la necesidad y por stt genio,
se lanzú un llermoso día S(Jbre la gran ciudad y entró en la can·era
de la literatura. como su padre entraba al combate, atropellando, despejando,
derrilJanclo tollo lo que embarazaba su camino.
Entonces comenzó este trabnjo tit8nico, que dura hace l.'ttarcnta
años. Trag-edia::;, dramas, t:umetlias, historias, novelas, viajes, tollo cupo
en el molde tlc tu mara \"ÍIIus•> ecrehro, y poblaste el mundo con la ficción
de nuen1s creacioucs. Hiciste crujil' la prensa con tus artículo~ en
los diarias, con ttt~ lilmH:J y cou tu teatro, campos demasiado estrecho~
para tus pt1jante~ hond.~r·os; :dimentaste la Francia, la Europa y la .\.mérica;
enrique~iste :í lo ulitur~·s. {t los plagiarios y á los traductores; agotaste
el u liento ele los impre~ores; cansaste á los copistas; y, de\·orado
por la neu:siclad de ¡Jt·odudr, quiu'i no ensayaste siempre los metales de
que te serdas, y lomnh:ts _\"arrojabas ni horno, albrttnas \"C('CS al acaso,
todo aquello qttc te \'cuía {t las tuanos. El fueS'o d la inteligencia ha hecho
la distrilnwtl"•JJ. Lu original ha c¡ucuaclo tundido eu el bronce; lo U.cmás
se ba des\·am···ido como humo. Es Yerdad que en ocasiones Iundistc
mal bn.~ucc: pero, e11 camlJio, ¡cuántos de aquéllos que debían pt~rmanecer
oscurds. t han ilumiwtdu y calentado en tu forja; y si fuera llcgadn.
la hora de la n:~tituci<ÍII, rpté gran ganancia hnrías con sólo recog~r lo
que diste y lo que se te ha Lumauo!
Algunus vet:cs P" :tlms t 11 pesatlo martillo sobre el audto yunque.
Seutndo bajo d tccltn de tu gt•ut.a rcsplaodeciente, con las mangas recogi~
as, el pecho al Hi~e y Lt sunrísa cn ~us labios, te enju~ahas la frente, y
m1ranclo 1a tntnqutl:t'l e lrellas, resptrahas la fresca brtsa de la noche.
Otras n.:ce!'i tllltlétlJHS pnr el prillter sendero hallado á tu paso, v. cntrlido
como un ¡n·i,ioJtl'ro,,:tlra\·csalJ,¡s el Océano, trepabas el C!iucasu, 1'1 l'S·
Li.dabas d Etna. siempre ;¡Jg., L·ol!)sal, y con los nulmoncs replclot; de ai-
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ETJ CORREO DEL
re de nuc\·o ,·olvías á tú grutll. Tu gran silueta se
bre In pared :lel hogar curojeddo, y la multitud aplaudfa
fondsot'ro , los gmndes, habíais b~ho:
Tii te has com·er:tido en 11Dumas padre• para los re!tpc!tUIOSIOI)*
padr Dumau para los insolentes; y en medio de
habrás podido oir algunas ,·eces esta frase: e Decidida
más talento que él.» ¡Cuánto te habrás reído! ¡Pero o6!
est.ará$ orgulloso, feliz, como todo padre en semejante caso¡ ll&lm!J(It.'!l•
rido creer, y segummenté creerás.lo que dicen.
¡Querido g-mn hombre, sencillo y bueno: tú me dañas tuBI<' • como
me dabas tu dinero cuando yo era joven y pereza o! · FeltZ d t, qae
tengo ocasil)n de inclinarme púhlicamente delante de ti, de rendirt home-naje
en pleno día, y de abrazarte como prenda de amor, en pretlelleia del
pon·enir!
Que otros·de mi edad y de mi condición se declaren tus i~os; no
llevando tu nombre. ¡qué importa! No tengo más reproche que ba es
que el de su pretensión, yo, que sería más conocido que ellos con s6Jo ser
tu hijo.
Mas es necesario qne la posteridad-que, suceda lo que quiera, tendri.
el ueber de contar contjgo-sepa, cuando lle~ueáleer nuestrosdosnombres
colocados lel Utlo sobre el otro, crono1ógtcamente, en el balan~ de Jos
siglos, que yo no \"Í jamás en ti sino á mi padre, á mi amigo y 4 mLmaestJ
·o; 4ue, g;mcias {L tu proximidad, he tenido la suerte de no exagerar
mis mérito y de considerarme siempre como un chiquillo, comparAn·
dome con tan imponente padre.
Hay, además en los recuerdos de mi infancia una impre i6n que secre·
tamcnte ha het·ho brecha en mis vanidade.'4 juveniles: el de la rimera
repre. qhtaci(lll de Curio.<; VII, en el Odeón. Aquello fue un fiasco un four,
como fse diría ho.v en ese nrgó parisiense qJJe lle~ará, si no lo remediamos
á sustituir lu vieja lengua francesa.)
Yo tenía ocho años; escuchaba con recogi&niento, porque era cpapá•
quien había ~scrito la obra; no compre~ura nada de etl c:omo puen lltla obra sobria.
seria y sencilla el movimienlo que tú mismo, untes qu odos, habiás
dado al teatro.
¿Por qué este homen{\jt- inusitado fi Rach , 1i qttÍ\.-rl
nido en llamar un pobre diablo?
Aquella noclle tú y yo voh·imo~ solo ~~ ca a; tú me lteva\'ia
de la mano, y Y9 an(laba á pnsitus apre uradQ para igualt.tr UJi
;¡us largos pa os. Iba~ silencioso; yo no decia nada tampoco; com
día que estaba.$ · te y que er ncce ario ca11nr.
Desde ese día Jamás he pasado por el vi :i , muro de la U del e
cerca del p6rtie del nstituto (á doudé no volverá á entrar) in
nuestcas 9s s !11. .dibujadas sobr esta p;1red h6m da\ -ad¡J. a
1 a n~che por un e simb rayo de luna. Ta poco he sa i j m •
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EL CORREO DEL VALLE
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una de mis primeras representaciones: las de mayor éxito, las m{ts aplaudidas,
sin que venga á mi memoria aquella noche, ac1uel frío salón, nuestra
marcha silenciosa á tra,·és de ]as calles desiertas, y sin decirme á mí
mismo, mientras los amigos me felicitaban: todo eso puede ser verdad;
pero yo prefería haber escrit.o Carlos VII, que fue una derrota.
ALE.TANDRO DUl\lA::) [I-Iijo]
NUESTRA LABOR
En Barrauquilla, la progresista Capital del Atlántico que tau propicia
ha sido para el cultivo de las letras acaba de tributarsenos por meuw de
uno de sus ór~anos, un homenaje que auncuando inmerecido, lo agrade·
cemos infinitamente.
((Atlante,)) semanario de Literatura y variedades dirigido por el inteligente
poeta L. Plazas G., publica nuestro retrato en BU edición del :&0 de
Noviembre enmarcado en las siguientes líneas venévolas y eRpontáneas,
las cuales aceptamos como el mejor estímulo que se nos puede ell\·iar
desde playas remoLas. Hé aquí esas líneas;
"BLAS s. SCARPETTA
Director de "El Correo del Valle"
Dieciseis años hace que este mago de la frase, incansable luchador
en las lideE periodísticas, viene sosteniendo en Cali, su
lírico bouquet artístico El Correo del Valle.
Esta revista de índole literaria, á la que afluye como por en·
canto toda la savia de ía intelectualidad colombiana. marcb'a á
paso de gigante hacia la cima de la gloria, encontrando siempre
cariños_a acogida en los vrincipales ·centros intelectuales de .la
América Latina.
Varias revistas de arle, de dentro y fuera de Colombia han
tributado en diversas ocasiones á este orfebre del arte merecidos
homenajes de f:-aternal admiraciun. Nosotros también,-¿por qué
nó?-uuimos hoy nuestra voz de simpatía al concierto de justas y
merecidas frases conque se ha aplaudido su titánica y perse\'C·
lfante labor en pró de las letras patrias. A la edad de 18 añus.
sin más apoyo que el de sus propias fuerzas y guiado por el amor
al arte, Scarpetta se inició en las lides periodísticas, con la pnbli ·
cación de El Corread el Valle, que es en Colombia el decanodc los
periódicos de su índole. Con fé de convencido y con decisión in·
fatigable ha proseguido imperturbable en su marcha triunfadora
por entre los guijarro::; del camino. Su planta ha sido sachada muchas
veces por los dardos hirientes de la senda. y ha visto tambalear
en otras tanta,; el edificio que levanta al Ideal; pero la firme
za de su voluntad inquebrantable ha levantado siempre sobre las
ruinas de e perauzas muertas una nue\·a esperanza en el futurt),
Y ya ha triunfado al fin, porque la perseverancia y la consa·
¡ gración en los propósito::; vencen siempre los obstáculos con que
la adversidad intercepta el camino.
Atlante brinll• al digno Director de hl Correo del Valle,
esta humilclt>, Jll'ro sinc•·ra ru,;a de fralcrnal _admiración.''
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4-904 EL CORREO DlUJ V ALLl~
LA FELICIDAU
I
La prince::;ita, que estaba algo enferma, lo había ratificado terminantemente.
Soy clesgracincla, y Cjuicro ser feliz. A aquel que me traig~l la dicha,
le daré mi corazón y mi mano con él.
II
Tres eran los príncipes que pretendían conquistar el corazón de la
princesa; y ahamlonaron sus palacios yendo por lejanas tierras en busca
de la felic-itlacl.
Y el pastorcillo Inocencio, que habla visto á la princesita y la adoraba
secretamente, con el candor ele la primera edad y la ignorancia bravía
desconocGclora ele todo, también salió de su choza y corrió por montes y
valles preguntando por la dicha. '
III
La princesita esperaba ...... Y por eso no se moría; porque el que espera,
no mucre.
Un príncipe lleg6. El ruido de los clarines ensordeció á la ciudad.
La princesa se asomó al balcón.
-Te traigo carros cargados con los despojos de los vencidos. Los
esclavos, pendientes de una mirada tuya para matar ó morir, son innumerables
......
-Xo:-interrumpió la princesa ...... á costa de las lágrimas y de la libertad,
no puede Yenir la dicha.
::\líra:-clijo otro plincipe-ahora será tu reino infinitamente mayor.
He conquistado, por tí, toda la tierra conocida. ¿Serás feliz siendo
rem. a .......?
-:-.lo:-contestó la princeRa-la dicha no es cantidad. He visto ya mi
reino aumentado y disminuido, y siempre igualmente lejos la felicidad
querida.
-,;-.¡o ambicionarás ya nada que no tengas al concebirlo; ni joyas, ni
belleza, ni plaecrcf', ni clominios;-exclamó el tercer príncipe-muéve tu
voluntad, y serás obedecida ......
-No:-dijo In princesa-soñé ya con todo eso ..... ; soñ~ con mucho
más c¡uc eso; y en sueiiu lo poseí, y, aun en sueño fui desgraciada.
ño.
IV
El pastorcil!o llegó rendido, ensangrentado; pero, alegre, sonrientt> ....
-¡He encontrado la dicha!
-¿Dónde?
-fEn esto que te t. migo!-\ entregó á la princesa un objeto peque-
-¿La dicha aquí, pa~ton:illo?
-Sí; mírnla;-dijo éste acercándose á la princesa y mirando á la yez que
ella hacía el prodigioso halln7.gu.-¿Ves á la felicidad'? Y ahora, ya no es-tú
solü ..... ¡míra: ahora estú contigo: ·
-¡\'crdacl:-dijo la p¡·inccsa-ln dicha sólo está en la inoceucia del
alma ...... !
Y sus sedosos hueles, del color tic las hojas de la mazorca mndura, se
enredaron y confundieron con los obscuros rizos del pastor.
¡La dicha que éste traía, era un pedazo de espejo ...... !
Jos¡j: 1\L\RÍA 1\IACL\S
Espaila, HJlO
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EL CORREO DEL VALLE 4905
LAS DOS NOCHES BUEN AS
I I
CON MI MADRE
Madre del alma, cese tu pena.
Cálma tu angustia. i por Dios no llores 1
Que ya bendice la Noche Buena
Los Reyes Magos y los pastores.
Bordan los valles blancos (4>rderos,
Hay regocijos en las cabañas,
Y los tomillos y los romeros,
Llenan de aroma nuestras montañas.
Nos da la noche calma infinita,
Y hacen más dulce nuestra ventura,
Mi limpia mesa, tu fe bendita,
Nuestros recuerdos y tu ternura.
Acompañando tus devociones,
Contigo, á solas, feliz me quedo;
El aire azota Jos torreones
Y la lechuza silva de miedo.
Suenan lejanos dulces cantares,
Voces muy tristes, vaga armonía;
Esta es la noche de los hogares,
Y el alma siente melancolía.
Déjame madre que te recuerde,
Al son medroso del ronco vi~nto,
Mi edad de niño, la alfombra verde
Con que imitabas el .\ 'acimiento.
La pastorcilla de gracia llena,
Que en frágil barro nos la fingían,
Los vidrios rotos sobre la arena
Que á un arroyuelo se parecían.
Del hogar, bosque. valle galano,
Fruta fingida, monte divino,
Huerto bendito donde tu mano
A los pastores abrió camino.
El fiel rebaño que se apasienta,
El hondo cauce de la cañada.
La C"hoza humilde, la blanca venta.
Donde la Vtrgen pidió posada.
La abierta roca del monte oscuro,
'La luz corriente del manso ríe,
La anciana pita formando un muro
En los vallados del caserío
La sombra opaca de la arboleda,
Los frescos juncos sobre los· lagos,
Y allá trotando por la vereda
En sos corceles los Reyes Magos.
Y por las cuestas de las montañas.
Ruhias pastoras de talle erguido,
Frutas y mieles de sus cabañas
Llevando al niño recién nacido.
Horas felices del alma mía,
Breves, tranquilas y seductoras :
i Madre del alma 1 Cuánto daría
Por un instante de aquellas horas 1
Huye del niño la edad serena
amás tornaron tiempos mejores,
Y solo viene la Noche Buena
Con sus veladas y sus pastores !
Noche sublime, yo te bendigo!
Cuando otros años toques mi puerta,
Haz que mi madre viva conmigo.
Haz que mi casa no esté desierta.
SIN MI MADRE
Ya de rumores los campos llenos.
Con ella e mundo galana está ,
Ay 1 que y vuelve la :-loche Buena 1
Ay! que mi maure no voh·erá!
Llanto de fue¡;o mi rostro abrasa
Huérfano lloro mi bien perdido.
Ya está desierta mi' antigua ca~ a
Todos se han muerto. todos se han ido.
Huye del niño la edad ser~a.
Jamás tornaron tiempos mejores.
Y solo vuelve la • ' oche Buena
Con sus veladas ~· sus pastores.
Verdes riberas. patrias montañas.
Niñez bendita, noche irleal ;
¿ Dónde está el humo de mis cabañas.
Dónde el establo, dónde el portal ?
1 Madre ! las gotas de llanto mío
Riegan mis noches, yo te perdí!
Los que sucumben muertos de frío
Son más dichosos que yo sin tí!
Ay! quién pudiera romper tu huesa
Tu amante vida lograr de Dios,
Sentarte al borde de nuestra mesa,
Mirarte, y luégo morir los dos.
Y en esa noche de roncos vi~tos.
De tantas dulces melancolías,
Que me contaras los mismos cuentos.
Y me besarás como solías.
Oír en sueños rumores vagos.
Sentir los miedos de una v¡sión,
Cuando p~aban los Reyes !\lagos
Dejando ofrendas en el halcón.
Ver nuestra mesa limpia y colmada,
Y recordarme la faz di,·ina
De aquella Virge~ acongojada .
Que hacia el humtlde Belen camtna
El villancico sonoro v blando.
El pan sabroso. la leña· ardiendo
Yer como el ao¡;el está cantando.
Y como el agua se va riendo.
¡Ay! Ya tus ojos no son testigos
De aquella dicha que mue.rta está.
Se van las cosas. y los amq::os.
Se van las madres .... todo se va!
Lenta la niev~ que eP copos baja,
• 'i alegra ('] patio ni d torreón.
)!ás bien parece triste mortaja
Tendida en m .. dio >. que babia pronunciado
ante él.
-Se h:thr(t vit~to en ese caso, d\jo alegremente la ~eñorita Bernenilks.
¡Sería gracioso!
-Lo he sido, en n~rdnd, pero nada tiene de gracioso.
-¡Vamos, bello enamorado, cuénb1nos e~;e grande acontecimientl'~
dijo la joven, cuando estábamos confortablemente inst'J.lados en un café
de Jos bou]a,·are!:l, ante una cena apetitosa.
-¡No riais! contestó More!. He Rielo novio, aunque poco tiempo. y
aunque esto no haya stdo más que noviazgo de teatro.
-¡Ab! respiro, dijo la actriz. ¿En qué pieza?
-Hn una pieza que no tiene título y qne nadie ha visto.
-¿En qué teatro?
-En el teatro de la vida ..... .
/ El artista pronunció estas palabras lentamente, como si los recuer-dos
que evocaba le hiciesen daño.
-Habla, amigo mío, insistí; pero sin reír esta \TZ.
Y he aquí lo que nos relató, tristemente, con la mirada pet·dida en un
•
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...
ET1 CORERO DEL V.\LT.B
sueño, doloroso sin l'ir, y encontraní la ilusión de ser feliz.
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490H EL CORREO DEL VALLE
Ile ahí el papel que pido á u'ltf'd reprP!'ente, 11sted q11e ha representado
tantos papeles en el teatro. Esto ~erín rtl mismo tiempo, una buena
acci6n. No soy rica; pero todo lo que tengo es para usted anticipadamente,
desde el momento en que mi hija hahní. tenido una pequeña alegría
antes de morir. Es terrible¿ \~enlacl? ¿y \'a ustes de mujer.
La mndre me invitó á ,·oh·er. E!la también representaba un papel y
un papel más difícil aún que el mío. Habíamos debido inn~ntar juntos
la novela de nuestro encuentro, la cnsllédicbd qttt' m l1ahía mezclado :'i
su Yida, tan sola ele ordinario.
Procuré interesarme por la enferma. Le llc,·é liiJros, dulzuras, nadas
mny c:!lras algunas veces; pero que cli,·iertcn siempre ú una joven. Le lk
vé, al fin, lo que era mejor, palabras dulces y alegrías.
Era esto sobre todo lo que fnltaha en la pcqneña habitación, muy
humilde para ser confortable, muy triste para todos los recuerdos que
traía.
Contaba historias locas ¡xtra divertir (t Cri tina;) su madre, viénnola
reir, lo que no había acontecido desde hacía mue lo tiempo, me daba
las gracias con la mirada que era para mí un estímulo.
Poco á poco un semblante de salud volvió á la pobre tísica . . El médico
tenía razón, la alegría era para e1la el mejor remedio
Mis visitas fueron entonces cuoticlianas; le causaban placer á Cristina,
y yo pasaba largas horas cerca ele ella leyéndola ó charlando. Ella
me miraba con sus grandes ojos, algunas veces inquietos, otras como
embargados por un triste pensamiento. J.Ie daban miedo aquellQS ojos,
cuya mirada iba hasta el fondo ele mi almn, y temía traicionarme.
Pero Cristina sonreía, feliz ele ver J su ~randc amigo. Mis visitas le
varedan ya perfectamente naturales, y se había acostumbrado á ellas.
Comenzó ¡ay! á amarme; pobre niña!
Entonces, en una de esas hermosas noches de otoño, que sou las últi-
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EL CORRI!.:O DEL VALLE 4009
mas noches de los tísicos, hice á Cristina mi rleclaraci<ín de amor, una
declaración que pa1·ccía sincera.
¡Qué hermoso rubor Poloreó sus i)Úlidas mejillas! Su sangre circuló
en sus \·enas bajo la emoción. Esperaba esa confesión, la deseaba, y, al
escucharla, no era la misma ya; su pobrecito rostro, iluminado, recobró
su belleza de antaño.
Pronto, muy pront.o, por un sentimiento muy natural de hija única,
corrió á decírselo ñ su madre, v veo toda vía á la pobre mujer corriendo
hacia mí, muy solemne, con la sonrisa en los labios, con bs frases decircttnstancias.
· Despué-;, cnando nos encontramos solos los dos, cayó á
mis pies, sollozando.
Al día siguiente, compré en la casa de un joyero la más linda sortija
que pude encontrar. Cuando se la lle,·é á Cristina, cuando esa desgraciada
vió la alhaja, el anillo de esponsales, dió un grito de felicidad:
-No ha concluíclo todo para mí! Voy á casarme, madre mía, á casarme
pronto, tan luego como me alivie ...•..
-1\Iny hermosa acción!-me dijo la señora D ......
Ay! no pasó mucho tiempo. Con los primeros fríos, Cristina comprendió
que iba á morir; pero permaneció tranquila, sonriente, dándome
las gracias, con frases que no olvidaré jamás, de los dos meses de felicidad
que le había dado.
Ilahía intentado casi lo imposible; había hecho venir grandes médicos
y exigido que su madre la llevara á una villa aislnda que alquilé para
ella, coqueta casita, escondida bajo las rosas y las enredaderas.
Allí murió. Por mis cuidados, tuvo montañas de flores sohre su
ata6cl. Quise f]Ue sn madre tnviese al tnE?nos el consnelo de verla partir
como parten las gentes felices.
Tres meses despuC>s, una noche que representaua en In. Comedia
Francesa, ,.¡ !IPgnr á mi enarto á la. señora D ...... de gran luto.
¡Qné camLiac.la estaba b pobre mujer!
-Excúscme usted, me elijo, con los ojos llenos de lágrimas, por haber
/
tardado ....
Balhucín, y tocla temhloro8a, me entregaha nn sobre.
~¿Qué es esto? le pregunll-.
-Es ....... .
Compt'CJHlí. La mac1tc vcn!a á p::~garmc, ñ pagarme la felicirlrH1 CJne
su hija había experimentado, á pagarme el papel de artista.
Oh! recuerdo, recuerdo; la tomé entonces en mis urazos, yestidos con
el disfraz de Federico, como esta Goehe, y no pucle encontrar otra palabra
con qué rcspon(lerie, mtís que aquella rp1c le hauía dicho frecuentemente
ante su hija:
-Mamá! mamá! ......
-Y la amó usted? preguntf> la señorita Darneuilles.
Después de un momento ele silencio, el artista respondió lentamente:
-Quizás! ........... .
-Y la seiiora D ...... pregunté á mi \'e%, qué ha siclo de ella?
-Vi-ve allá donde: su hija murio. Cada año, en las \·acacionPs, YOY {t
pasar una scwana, entre los recuerdus do Cril:ltina. Hablamos de ella en
el cut so ele largos pnseos. He comprendido que hay fod;¡\'Ía á quien con-solar
y sostcucr, y que mi papel no ha concluido toda da .......... ..
HE~H\' lll~ FOI-:cg
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Sal , rio bendito ele los campos.
Bf'ndito de gaiiaoes.y labriegos,
Que la Aurora refresca con sus lampos
Y el mediodía enciende con sus fuegos;
R'fo de ingenuos cuentos y leyebdas,
Dominado por nítidas colinas,
En cuyo altaa', quizá, castas ofrendes
Consumiéronse entre humo de resinas;
Rio manso.- fructífero, copioso, -
Para siempre perenne, ioagotablf',
Que te ag1tas y luchas en reposo.
Como el piélago inmenso, navegable!
Tus rubias ondas fingen los murmullos
De la fuente que ftuye entre las breñas,
Y r · los cándidos capullos
De la azucena que medró en las peilas.
Tú reúnes los dones de los lagos.
Del arroyuelo azul, del mar profundo:
Tu faz, rizada; tus rumores, vagos,
Y tu ancho seno, ubérrimo, profundo.
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Y como el A,quel6 •n a~bataao
Cuerno lo rebosaote de abanda1Jc1a.
1'\i, Caúca vas YeY!\endo por el f~O
P'tóri!s, (i'utos, en raca e~uberaqcaa.
Un tiempo fue que el curso de kls rtf.ai
Bra Numen aú¡usto i loa mGI~
Ardfan en su altar machos cr¡b.rioe. . :1
Roc•ibanse en su honor apas luatrate8.
En Arcadi!llas vir.Jenea, ca4a áilo,
EDS&Izaban al Neda en sus dberas,
Y tras solemne y pudibundo billo
Rendíanle sus, .p aras cabellera.
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EL CORREO DEL VALLE
VERSOS DE AYER
.1 Cr<"gorio Rueda
E:ctra?io amor el nuest-ro, vida mía,
amor que ni decrece ni adelanta;
somos el mon}e aquel que se extasía
oyendo en el jadín la melodía
de 1m misterioso ruiseñor que canta .
Como en una obsesión el pensamiento
enlaza nuest-ras almas á distancia,
y al junta1·nos nos finge el vago acento
de una linda canción de encantamiento
en l(t noche de estrellas y fragancia.
Música tus palab'tas á. mi oído,
sólo aquello que ansío me has negado,
y aunque á sé1· misterioso fiel has sido,
en tus ojos aTdientes he leído
que yo soy en tus sueños el amado.
El vaivén de la vida á otros lugcwes
me ha de llevar, y tras el agrio monte,
i nte¡·puestos los valles y los mares,
una estrella: el recue1·do de tus la1·es,
me guia1·á poT el último horizonte.
Tú en las tardes dolientes, pensativa
tras de leer mis cánticos dispeTsos,
verás temblar romántica y esqu,iva
tu leve imagen en el agua vi va
de lo;; diáfanos vasos de mis versos.
LUISTABLANCA
---- - --~~- ..._-=::--:--- -
LA CASA DE LOS GATOS
Esta, rnra historia que voy á contnroA, Reg-nramente no ha volado
nunc:n ú f:'fiOH peqw•iios velt!eulos quc'se llaman letras de tuolde. U asta hoy
ha estuclo in(.dita, pnes ui el venerauiP. Mesonero Itolllnnos. ni FernandPZ
de los !tíos, habla,u de Lal SUC'E'SO en sus interesautes <.:rt'>nicas de la villa
de !\ludrid.
Yo la (•ur:outrr. en un vi0jo epistolario familiar por el que nn mi bisa-
5uel0, que crn afmneesn,do, recibía en París noticias tle la Corte.
Eu la, CaliH el,.[ Hacrn,tneltto existe nna ca:a tle un solo pi~o. r¡ne contrasta
por la S!'ltt:illez de su aspecto con los viejo.-.; caserones hidalg-oA ._r
solemnes, en euyus iuterior.~s perJuran lod tl'ofeos bistorinles 1le sus nntlguoH
habitudun•s.
Allít Cll ailo de p;t',lci-1, de 1807, vivín.n en la cn.sa nwneionada dos no·
bles¡y VPtu'-lt.as dl)llCelln."1, llamadas doiia Y!ohnta y tluii:t Francisca ~i'i.·
ñPicle l\Jenpíritus que tienen en los ojos ,·erdes
la fijeza hipnótica e inquietante de lo•1 ahijados de la luna. Son \·oluptuosos
y perezosos, gustan en la claridad del día de la tibieza de los almoha·
dones de pluma y de los largos ensimismamiento~. Pero, cuando con su
cortejo de sombras llega la terribleroadiina,siéntenseheridos porun rayo
visionario, y, huyendo de la placidez familiar, se deslizan, elAsticos y erizados,
á lo largo de los muros, ó cantan, borrachos de sombras, extrañas
inarmónicas cantatas, enhiestos sobre las negras ~iluetas de las chimeneas.
Y en sus crispante~ maullidos hay como sollozos ~"'ncediclos de
1 amor, entonaciones femeninas y mimosas, y císpe1·us chirridos co:no los
que produciría un Yiolin al que se le arrancasen las t:uerJa¡.;,
En esos extraxag·untes animales pusieron su cariiio Ins dos doncellas
nobles y Yetustas doiia \'iolante y doña FralÍt:isca. .:'\úiiez de .Meodieta.
Pasaban Jías y días; y la casa seguía rotleada de medro a leyenda.
De su interior no surgía detalle alguno que uiese ii. la curiosidad de CO·
madres fisgonas y de pkaros desocupados razón de la vida de aquellas
muJeres. ·
Una noche de invierno, Pn que la lluvia llamaba á las Yidrieras.r caía
con 16gubre nn1rmullo sobrt> las calles solat', oyérouse en l&casa misteriosa
gritos de!'esperudos, sordos ruidos de cuerpos lJUe se de~ploman,
mtwbles que crujen, Yoces humanas que sollozan intermitente::; y como
estra;¡gulndns, puertas que se cienan Y ioleutn m un te en el silencio ele la
nochP; y vi(·ronse cruzar en Yértigo, (1 traYl>s 1le los ventanales, una:s
sombras breYcA, livianas, ele alJsurda :siluet~, c'tesc:oyuntau
hallaron los cadáveres ele las viejas, lívidos, con los rostros sangrientos,
espantosamente roídos, y con las vestiduras destt·ozarlas. Y, colgando
de>l techo de un vic>jo claYicordio, el cuerpo de un gato negro, ct·ispado,
con los ojos redoudod y verJes, coruo rlos einiestras esmeraldas, eu un
éxtnsis de terrot·.
La taumaturgia popular urdió una conseja medrosa de sortilegio y
maleficio, en la que unos Pspírit.u~ enemigos encarnaban en los CUPrpos
de aquellc>s gatos asesinos y vot·aces.
La verdadera cansa. de este suceso tiene t.alvez un fondo doloroso v
dramático. Una de esas tragedias intensas .r vulgares, que se repiten en
todos los tiempos. Carg-adas con el horrible fardo de 1~-t vejez ,v de la
miseria, quizÍl murieron de hambre en una orgía detnouíac~. los gat.os famélicns
royendo la carne fl ;1cida y lamentable de andanidad de sus due·
ñas las nobles,. ve!iustns doncellas doña. Violante v doria Fmnl!isra ~ú-ñez
de ~lendiet'a. V
1
EMILIO f'ARRERE
SALMODIAS DEL CORAZON
I
Siento que algo se extingue, cual si po;· una herida
se fuese, gota á gota, desang1·ando mi vida . . . .. .
Es el reloJ· de a'tena que se mucre de hastío,
muy lento, g1·ano á grano, hasta quedm· vació . ...
Al vértigo del Tío ent?·ego mi ba1·quilla,
y ante mis ojos pasa la- visión de-la orilla.
, Tan 1·ápida, que apenas á distinguú· acierto
la luz de las tinieblas y ~tn jardín de nn desiaio
La vida pasa ruda silbando cual saeta
que un barque?'o invisible dispara hacia ¡tna meta
Pa1·a nuestJ·a ignm·ancia nwrtul, desconocida . .. .. .
¿ Quién sabe donde empieza y te;-mino la vida ?
?Qué pe1·egrino humano conoce Sl' destino? .. ... .
Y, sin emba;·go, tiene su nda el pereg;·ino .. . .
~uest1~a.lám,pam en medio de la sombra a.goni.za.
1 Un debd soplo puede aventar su ceniza . .. . . .
La vida es .un e~erno signo mten·ogatú•o
entre un mu;terw muerto y otro misterio vivo.
~entre los dos, á ciegas, temblando ca minamos
sw saber si de cierto vivimos 6 soiíamo:~. . . . ' ..
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
1
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EL CORHEO DEL VALLE
11
Son horas lluviosasderemmciam i'ento,
Arroja á la playa sus muertos el mar,
deshoja los tísicos rosales el viento . . ..
i Todo se ha perdido hasfa el recordar! . .. .
El cuerpo es un nido helado y vacío
que· dejó el Espíritu sobre algún sillón . . . .
Flota nuestra alma como un gran navío
que surca las olas sin tripulación . ...
¿Dónde va el navío sin velas al viento,
surcando el espacio como un pensam1"ento?
Va solo, al acaso, ·siguiendo las nubes,
las aves que emigran en busca de luz . .. .
¡ Oh, mi pobre alma! ¿ Por qué al cielo subes,
si deJ·as tu cuerpo sag1·ado en la cruz ?
4915
F. VILLAESPESA
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QUIEN MAS MIRA ....
Comedia en un acto y en prosa
ESCENA PRI~IERA.
(En la plaza de Bolívar, á. las n de la. noche de fie'ltas patrióticas.)-
/ Hó1IüLO, (paseándose c1Pl brazo con una dama disfrazada). -Pna ho-ra
de mi >ida por contemplar á sola~ e5as pupilas qne relampaguean de-trá~
de tu careta.
DAMA- . Le repito, caballero, que soy casada.
RoMl'LO.- Rómpe el misterio que te envuelve, y dí que sí.
DAMA.- Caballero, cuidado que puede alguno oírlo y llentr un chis-me
á su mujer.
Ró::-.ruLc.- Mi mujer .. !\·aliente mamarracho!
E8C~NA l:lEGUl'\DA
(Los mismos, en la salita de un restau,.ante. Tlnn cenado y Lrindnn
una copa de champaña.) Ró:-.n'LO.- Por tí por tus ojillos que me es tan
quemando. Date, amor mío.
Dama. (quitamlose la careta) .-Pícaro! l.Jantliuo! .\Iirate bien en estema·
manacho!
R<íMl' LO, espuntndo.- Alll·ete, tit>rra!. ..... ~li mujer!!!
('l'elún rúpiuo).
(Jo;l Porvrnir Je Curtngeua.)
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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4916 EL CORREO DEL V LLE
SUELTOS
"El Correo del Valle," saluda á
todos sus lectores muy efusivamente
y les desea muchas prosperidades en
el Nuvo Año.
En la noche del viernes, llegó
á esta ciudad, procedente
de la Capital de la República,
nue tro apreciado colaborador
y amigo doctor Joaquín A. Collazos.
En la Asamblea Nacional,
de la cual fué miembro importante,
tocóle el honor de
haber sido primer Vicepresidente
en el período último.
Nosotros que tenemos por el
doctor Collazos especi<.ll cariño
nos congratulan10 por su feliz
arribo á la tierra natal.
Galante bienvenida, presentamos
al doctor Antonino
Olano y ~eñora, al doctor Pedro
A. :tlolina y al jóven don Vicente
Escobar M. quienes lleron
á esta Capital el día 23 de
los corrientes.
Entre las ultimas representaciones
que ha dado la Dramática
Nacipnal, ninguna ha con/
mo\·ido más hondamente á los
c¿p~ctadore~ como la joya arttstlca
de Rusiñol titulada ''La
Madre''. De:: aquí que los represen~
antes de la expre:sada obra,
hubtesen merecidu en la noche
del jueves, una verdadera ovación.
N u estros plácemes por
sus triunfos á la Empr~sa.
En atenta tarjeta que agradecemos,
el señor Alcalde Municipal
nos ha hecho el honor
de im·itarnos á una Mi.,.a y Te
Deum que se Yerificará el día
1° del entran te á las 9 a. m. en
la iglesia de San Pedro. con el
fin de dar gracia al Altísimo
por los beneficios recibidos en
el año que termina, é impetrar
sus favores para el Yenidero.
Cariñosamente saludamos
á los amigos don Isaías Mercado,
don Gabriel Montaño T. y
don Porfirio Eche\·erri G. quienes
tan importante. sen-icios
nos han prestado en Buena\·entura,
Pa\·as y Cisn •rus, respectivamente.
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EL CORREO DEL VALLE
(Fundado en 1894)
Se publica todos los jueves.-Edici6n 2.aoo ejemplares
Valor rld ejclllp~ar ........................ : ......................... $ (1,05 c\·s. oro
Remitidos, columna ................................................... , :.!,50 .,
Gacetilla, palabra .............. ........................................ , 0,01 ,
Anuncios, p~gina entera .......................... .... . ............ , 2,~0 ,
;{:~~ ~~~~~~~:)(~ndc:i··E~t·~;i·;·;:. ·¡;<~g~¡.~;;·~i~~-~ ·;~~~¡¡¡¡;·~~t;ta1\:~~ or¿'. por
ceutí metro lineal al ancho de columna ó el doble si el centímd ro linl·:ll
ocupa el ancho de la págiua. ...