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ANo 1. Bogotá, 16 de enero de 1858. NUM. 3.
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Quién escribe la BIBLIOTECA?- a die o casi na- vo otros Jos bibliotecarios 1 se nos vol verá a predie;
la BIBLIOTECA está escrita toda ya, i hoja a g untar.
hoja, número a número, ton1o a ton1 o~ va a pasar osotros no clebetnos dar una r es pu es ta capciosa,
nnte lo ojos de sus nutnerosos suscritores hasta calificativo que, sea dicho de p a so, no sabemos por
perder sus últimas pájinas, su índ1ce jcne ral, en los c1ué se aplica solo a las preguntas, cuando hai r es-pliegues
del r etnoto porvenir. puesta. capciosas tambien i en su1no grado .
Oval1es, l bibliote cario jeneral, ti ne archi, .. ado ~ i fu é ramos nosotros (i falta que seamos un o
ya, i listo para desente rrarlo a su tien1po,el es tupen- ~..so lo) de aquel bendito número de bienaventuradas
do articulan con que la BIBLIOTECA se propone ar- notabilidades literarias, que hace treinta años obtuchi'
ar tambi en el siglo XI..l i saludar e l X.,¿ . Te- vieron tí tu lo de tales por un soneto a San José, una
nen1os, pue~, 42 años de trabajo ad ~ Iantado. décima co ntra Bolívar, o por una tose cita seca que
I despues~-De ... pues colocaremos en el órden de , ace rtaron a ten e r a tiempo que hablaba cierto
su llegada, i segun su peso i su medida, l os remiti- orador;
dos que nos van 1 legando cada di a e n alarmante Si fuéramos no so tros de aquellos agraciados pi m tropel.
E .... tos se dividen en cuatro grandes clases, pollos poéticos que ti enen h ojas nobi]iarias, color
que son: prosa, semi-prosa, verso i prosi-verso. En áureo: o gusto acaramelado,solo por estar plantados
cada clase hai dtvinidades. en donde lo están;
Figura en tre Jos primeros el r e tnitido de un gra- Si fuéramos nosotros del círculo d e los predesti-mático,
amia-o nue~tro, que ha escrito cinco pliegos nadas que está n aco .... tumbrados a que el público les
i medio en l e tra de lite rato, probando qu e Ja h no diga siempre Jo que el sabio i bondadoso difunto
es completamente muda en la voz haba; i que el doctor O sa rio solia d ec ir al examinado que no ace rtna]
estar de las R epública8 Suramericanas depende, taba a res pond e rle, a saber: eso que U. va a decir,
e n gran parte , del olv ido casi absoluto del ebrija. está mui bien (liclzo;
En .... emi-prosa están l o s v e r sos de un coJejial que, Si fuéramos de esos i de otros semejantes, con1o
no pudiendo acercarse al duJce objeto de sus ánsias, l os hai tantos en la no podada viña de nues tras re·
ha r esuelto np e lar a la prensa para hace r su decla- putaciones nacional es, pu es i qué rebozo habríamos
racion de amor; i con efec to, e n e l r e mitido l e di· de tene r para contesta r a los curiosos: "hednos
ce a Paula, que paulatinamente ha ido p erdi e ndo aquí; mirad nos i admirad nos!:,
por ella el poco bu e n sentido que tenia. La publi- Pero no somos nada d e eso. En maté ria de posicacio
n de este remitido urje i será de las primeras cion estamos en la de persona que pad e ce; en cuan·
en el siglo próxin1o venidero. to a fondos, no ten e mos ni cazu e las, i con respecto
En ve rso están los ay e s de un empleado que ha- a buen nornbre, los de algunos d e nosotros son horri·
bia cotnpu es to un acróstico en honor d e l j e fe de sn piJantcs. Figúrese el lec t or que uno casi es Chepe,
oficina, cuando de rep e nte este fué removido. El otro casi Leoncio, i otro ¡ ai! casi, casi ¡ Anasta·
empleado no tuvo n1as recurso que enderezar Jas sio J
l e tras jniciales de Jos versos i r('mitírse Jos al sustitu· Luengas, empero, fu e ran nues tras quejas si
to de su j e fe. Todo fué en vano. 1'am bien lo remo· hubiéramos de dar al público todas Jas qu e tenemos
vieron, j hoi no hace mas que llorar como un poeta de la suerte. 1 para qué1 El público hace lo que
elejiaco i maldecir como una beata. Si se suicida, Jos dómin es desnaturalizados, se rie uel que da
]o avi~ar e mos tambien, en una nota que pondremos qu ejas i dícele que bien h ec ho, i que se calle, i
al acróstico. que tome eso por •••. por h;1cer el lloran.
La clase de prosi-verso está encabezada por el Ya se sabe, pues, quié n es somos, o, mejor dicho,
memento ntei de un ex-periodista que no volvió a te· qué no somos.
ner grac1a desde la muerte de un colaborador suyo 1 miéntras que, so pretesto de crónica semanal,
que trabnjaba solo los artículos de los dos. Ase- no adulemos a nadie contando de él al público que
gura el ex-periodista que el gusto Jiterario está es- le nació una nuera, o que se le murió un compadrf\,
tragado de algun tjempo a esta parte, i que por eso que tuvimos el gusto de darle la mano, o que ha
es que solo él i su hermano gustan de lo que él resuelto salir a ventilarse;
escribe. Miéntras no manche mos las pájinas de la BIBLia·
1 basta de muestras. TECA con personalidade s, ya contra el uno porque
Los remitentes mencionados deben, pues, estar hace versos que gustan mas que 1os nuestros, ya
seguros de que llegada la primera hora del otro contra el otro porque se atrevió a publicar un artí·
siglo, sus obras empezarán a coronar las columnas culo ein consultárnoslo ántes, o en un estilo de que
de nuestro periódico, encaramados sobre las cuales nosotros íbamos a pedir pri viiP.jio: o sobre un punto
dominarán ellos el tiempo i la historia. Que cesen, que nosotros nos reservábamos tratar algun dia.;
por tanto, en su mala voluntad, si no~ la tiene'n. ~1ui M iéntras que no apañ e mos en frances alguna
léjos estamos nosotros, humildes bibliotecarios, de obra de Confucio, Zoroastro, SchiJler, Storch o
querer cerrar el paso para ]a gloria a ninguno. De· Byron, &, para traducirla d e l gabacho, i presentarla
seamos no mas que algunos frutos maduren ántes no ob~tante al crédulo público como vertida literal
de ofrecerlos a las lindas i descontentadizas criatu· e inn1cdiatamcnte d e l orijinal cl1ino, persa, tudesco,
ras a quienes servimos. ruso o ingles, en beneficio de una usurpada fama
Pero, ántes i despues de todo eso, quiénes sois de poliglotos, o sea lenguaraces;
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18 BIBLIOTECA DE SE~ORIT AS.
Miéntras que no encocoremos a nuestros suscritores
con una desencuadernada elej ía a tales o cuales
muertos, dedicando cada estrofa, cada verso i
aun cada hemistiquio de ella a diferente vivo para
fines poco honora bies ;
l\1iéntras no iniciemos con nadie alguna de aquellas
polémicas convencionales, para decir en la esposicion
que nuestro, a todas luces, hábil contrincante
dirá o no dirá tal o cual cosa; i que éJ nos conteste
llamándonos sus formidables adversarios; ·Í
nosotros le repliquemos apellidándolo nuestro irresistible
competidor, i él acabe por declararnos sus
tan eruditos como perspicaces i modestos contradicentes,
&. &. & ;
Miéntras nada hagamos de todo esto que a fuerza
de ser con1un pudiera tenerse por pecata minuta;
i miéntras a peores entretenimientos no nos dejemos
llevar de nuestra musa retozona i desentendida,
iqué itnporta que seamos estos o aquellos, los que
dice la malicirt pública, o los que calla la nuestra1
A los suscritores básteles saber que somos i se·
remos siempre sus mui afectuosos i obedientes ser·
vidores.
Los d omin gos en B o g o tá.
La vida hebdomadaria de nuestra capital no
puede ser mas desapacible; en otros lugares acontece
siquiera algo que presta asunto a las conversaciones
de salon, a los comentarios de la jente de espíritu,
i a las exajeraciones de los que viven de la
hipérbole i para la hipérbole. Pero en Bogotá nada
de eso tiene lugar. Encastillada en sus cuatro barrios
de oríjen español, i los habitantes en las cuatro
paredes de sus casas respectivas, nadie piensa
en buscar a su vecino para j untar5e con él i gozar,
nadie en promover una diversion, i escepto los terríficos
viérnes, en que la lei de la nece.jdad los saca
a todos i a todas de su rincon i los lanza en la
vorájine del mercado, no hai mas idas i v~nidas que
las de los comerciantes en la corriente de Ja calle
real.
Sin embargo, tenemos en cambio los domingos,
i con ellos el paseo vespertino por nuestras dos alamedas,
la del norte i la del occidente. Pero no nos
precipitemos.
En los domingos, de las seis a las ocho se oye
misa en negligé, en la Capuchina o en la Concepcion.
Santa piedad que tiene mas de costumbre que
de devotistno, i que a veces se aviene bien para el
mundo i mal para Dios, con una 1nirada de altozano,
que mata mil doJores i vale entera una corona.
¡Cuántos no van a misa por 8er fieles a una citat
Des pues de la misa se piensa en el almuerzo i la
toilete; pero no seremos importunos hasta seguir a
nuestros elegantes en los secretos de su cocina 1 mu cho
ménos de su tocador, provistos para unos hasta
el ese á ndaJo, desprovistos para otros hasta el escá ndaJo
tambien.
Al gol pe sacramental de diez i media u once, el
coro de visitantes se pone en camino con el vestido
de estreno Jas 1nas veces, i con el bolsillo J len o de
tarjetas. El saludo en Jas calles es ese dia mas ceretnonioso
que de costu1nbre; qué quieren ustedes!
la crinolina i las tirantas se l1an encargado de refinar
nuestras maneras . • ••• nos coartan tanto, que
apénas es dable a nuestras cabezas, pescuezo arriba,
1 a nuestras. manos, muñeca abajo, n1overse un tanto,
•
estrechadas por el corbatín o tiranizadas por el
guante.
En las visitas se pregunta a ]as señoritas por la
salud de la 1namá, i a la mamá por la salud de las
señoritas· ~e habla del buen ti e mpo, d e la zarzuela,
de los ve~sos del último periódico, i Ju ego se despide
uno para empezar la tarea idéntica en 1a casa
• vec1na.
Qué sencillez i que dulcificacion de co~tumbres!
Marcial mismo, si las hubiera conocido, las hubiera
cantado al son de su zampoña d .. licadn.
Despues deJas ,·isltas se vuelve al hogar doméstico~
cerca de Jas tres, con el corazon desengañado i
Jos piés rendidos.
Entre tres i cuatro se come. (Beato el que posee!)
De las cuatro i media en adelante se va al paseo
baJando por entre los fuegos cruzados or el contrario, n e l paseo
del norte, todos son grupos, dlegría, zambra, divertitnicnto
i fraternidad.
Esos son los tipos caracter ísticos del gran rnundo
i el1nztndo peque?io, o como diría un europeo, aristocracia
i ~zoi l 'lnultitur.l.
fonserrate estendiendo sus brazos grises como
Jos de un jio-ante perezoso, rodea ]a poblacion hasta
mas allá del lín1ite de la vista, i el sol inmenso
i vacilante como un globo de brasas, cae exánime
en el confin del dia en la tuxnba de oro de su pro-pio
arrebol.
l.Ja noclte con1o u na eternidad en miniatura Jo
envuelve todo en el silencio de sus somb ra s, i al
rato no queda nada del bullicio pasado; nada, ni
una huella en el suelo ni un rastro en Jos aires.
A Jas ocho,cuando lo s reverberos arden en las esquinas
cual otros tantos faros flotantes, lo s pianos,
salvando los ángulos de los salones, llevan los ecos
de su noble n1elod ía. l1asta las plazas i las torres, i
el viento se entretiene en partir e~os ecos en gritos
de sirena o lamentos de Orfeo.
Suele la luna alzarse como una diosa pálida i
njitada por sobre la blanca capilla que la piedad l e vantó
en la cumbre del cerro como desafiando el
rayo i las tempestades, i la sabana toda toma un
tinte melancó]ico i dulce a Ja vez, que rodea el corazon
de emoc ion es distintas.
Los balcones abiertos al viento de la noche dejan
llegar al oído del transeunte la algazara festiva de
las tertulias de familia, i allí se canta, mas allá se
baila, i dando quiera un círculo escojido de j óvenes
de ambos sexos luce sus trajes graciosos, sus modal~
s amables i su jovial animacion.
I~as once de la noche ponen té rmino a tanto placer,
i el lúnes por la mañana solo quedan ideas confusas
de ciertos ojos negros que jira ban como dos azabaches
encendidos, o de una trenza blonda i suave
como la seda.
Pablo el Marino.
Por A. Dumas.
Estuvimos en la represcntacion de este drama, i
preciso es decirlo, nosotros, que no habíamos leído
la novela del mismo nombre i por eJ mismo autor
esperábamos algo parecido a fJATALINA o a ENRr~
QUE. Ai! i qué ehasco el que nos llcvan1os, ya que
mas de las veces los resultados no corresponden a
las esperanzas, i P ADLO no correspondió en mucho
a las nuestras.
Gastado el resorte escénico de los medios meda-
Jlon es, de l?s escritos partidos en dos, del depósito de
cart:s pr ctosas confia~o a un criado antiguo, a una
duena fi e l, a un par1ente lejano que está en Ja
China, i que 11 ga precisarnentc ~on ellas para el
rnomento del des nlace; gastados tales recursos que
podemos llamar de la edad media del teatro nosotros
no pudimos encontrar en l ADLO el o-ran t~lento de
Dumas al ver que se valia de ellos~ así como un
viajero de ]a zona tórrida no encuentra su sol natal
en Jas r jion e s boreales por mas que se lo digan.
Algo 1nas que so pide Ja literatura moderna a
los injenios, i algo mas que eso le ha dado el mismo
Durnas en la mayor parte de sus piczns.
En PADLO no hai argumento que di ga mos, i casi
!a m poco caract' res, i á1~t es qu~ drama es un bosqueJO
de eh ama en que casi no hat un personaje que no
sea criminal, solo por e] gusto de serlo. Veámoslo
• s1 no.
'l,enen1os en primer término una señora adúltera,
que es como si dijératnos un grano de anis. En segundo
un asesino en duelo. En tercero una niña
ltnda i buena, pero que tiene un chiquiJlo prematuro,
de que lla mi "ma habla, de que habla su hermano
adulte rino I ablo~ i de que habla, finalmente
la madre 1nj s.mn de la acontecida, si no como de u nd
joya dom es tica, por lo ménos sí como una cosa
ace l?tnda. En cuarto térf!1ino figura un presunto
novJo que de buenas a pr1meras i con franqueza un
sí es no es d e mocrática, pone de manifies to a su cara
n1itad futura, que puede escojer a voluntad los
amantes que sc~n mas_ de. su agra.do, puesto que por
ello no habrá dnncs n1 d1re~es, ni malos modos jestos
ni anónimos; salvo en el caso de que sus a~antcs
no sean nobles a todos vientos, pues al no serlo
habrá pelotera.
En cuanto a los poetas, tn úsicos, pintores i escultores
no hai que hablar: sen1r.jante canalla no mer
ece ni los fc1vorcs de una consorte titulada i li·
• v1ana.
El quinto tértnino del P.ADLO es un hermano de
la niña pTecoz, hijo de la adúltera i del asesino duelista,
que tü·a pistoletazos a toda Ja bizarría de su
medio hertnano Pablito, i rompe espejos i se ostenta
por cinco actos mortales i seguidos tan insul so como
unos viajeros de la Bretaña, de chaquetas rosadas,
que suelen pasar en el decurso de Ja representacien
de Ja sala a la galería, i de la galería a la sala.
En cuanto a Pablo, protagonista del drama, si no
hen1os de ser mentirosos, t endre tnos que decir que
durante la fiesta no ejecuta un solo hecho que le
merezca tales honores . Sin embargo, en esto tal vez
el a~tor se contentó con su~, fazañas.pasadas o por
ven1r. l)or Jo demas, parec1onos mu1 amigo de las
per~racio~cs descriptivas. Ya era cl1nar que se Je
ven1a enc1ma con toda la mole de sus aguas, dibu-jándole
la faz de Dios en cada tumbo i en cada bramido
; ya el oto11o cuyas galns silvestres i cuyo sol
de oro hablaban de una manera secreta i solemne a
su corazon enamorado. (Lo habia atado de su hermana).
Recordamos que figura otro personaje en el drama,
pero estaba tan viejo i tan enfermo que resolvió
morirse aco'"tandose al efecto para ello. Que
J)ios haya tenido misericordia de él, ya que no la
tuvo de Dumas al inspirar]e la pieza que juzgamos!
'I'al vez será que nosotros no entenden1os Jas cosas,
pero creemos que composiciones como PABLo
EL MARINO no debieran bautizarse con el nombre
de dramas, pues en ellas ni hai argumento ni pa-
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2 BIBLIOTECA DE SE ORIT AS.
siones; no hai mas que pedazos de tipos humanos, ', en Florrncia, e1ijiendo al efecto, entre otro~, a~¡ ..
sin orijinalidad i ~~~ belleza. Acaso que esto de- guel Anjelo, que a poco se hizo tam_bien adm1ra ...
penda de lo que diJimos hablando de RrTA LA E:"- ble en este arte grandioso. 1\'las, hab1 ndo muerto
PAÑOLA, i fué, que es obra mas que difícil el inten- el protector, disolvióse la aradetni?, i !vliguel no
tar encerrar en los estrechos límites de los ba tido- tuvo de qué ocuparse en mucho t1empo~ a cau~a
res , los dilatados acontecimientos que se ponen en de la poca aficion que en aqu e lla época se tcnta
juego en una novela. De esos milagros solo hemos a las artes, hasta que el prior de la iglesia del. ~s·
J~ído algo en Las ~1il i una nocltes, en donde ciertas píritu Sant.o Je dió el encargo de hac r un cruct_fiJo,
tu~ndas de guerra que podian abrigar mui bien un dándole al efecto habitacion en el convento J fa.n11llon
de soldados, plegadas, cabian en el hueco de cilitándole cadáveres donde e tudiar la anatola
tnano. mía, casi desconocida entónces. Fué allí donde
La sociedad moderna pide algo mas del teatro, i el jóven artista adquirió sus conocitnientos
1nayormente entre nosotros en que, Jejos de hala- profundos en la miolojia, que lo hicieron el mas
garse los sentidos con el aparato escénico, se can- acertado de los d~lineadores. .
san i fastidian con la duracion de l os entreactos i El papa Julio II lo llamó despucs a Roma 1.le
lo 1ncó1nodo de las lunetas. Aquí si la pieza que se encaro-ó la escultura de un monurnento, i las pulrepresenta
no es de suyo mui buena, no hai que turas de la capilla Sistina, tan p:odijiosas por la
esperar que las decoraciones, la orquesta, el alum- sublirnitlad de su ejccucion.
brado ni el desempeño le preste11 mucho de su Empleado posteriortnente por los .pont í fic~s
11arte. L eon X Adriano VI i CletnP.nte VII h1zo Jos ce-
Por el contrario, la tramoya en Europa va tnas l e bres c~adros del juicio final, la cnnversion de Sa?i.
allá de lo que la imajinacion 1nisma pudiera desear, Pablo, Jas estátuas de llfoises, David i Ba co , i otras
i acaso a esta circunstancia se deban los prodijios i muchas ig uahnente adtniradas.
las fortunas que se hat!en allí por medio de la escena. Por 1nuerte de Bran1ante, fué escojido ~Iiguel
Por lo que h~co a no so tros, rn~s gusto tendría· Anj e lo para continuar la fábrica?. ~ la !3asílic~ de
1nos en concurnr a la répresentacion de una come- San Pedro, corrijiendo el plan orlJinal, 1 reduciendta
de ocho a diez de la noche, por ejemplo, que a do a uno solo el caos de planes anteriormente
la de un dramaton i una p e.t ipi eza de ap~ndice de adoptados. .
nueve a tres de la madrugada: en lo prtmero ha- Su estilo se distino-uia siempre por el atrevibria
placer, en lo segundo no hai mas que tormento. miento de sus concepciones arquitectónicas, bri-
Po~ lo que hace ~ la c<;>nc~rrenc~a ~S de justicia llando por lo cotnun la pureza u:-., su in:ajinacion.
que digamos qu e fue esplend1da~ pr1nc1paln:ente en Las obras poéticas que nos d eJo, escntas por lo
lo tocante a las señoras. !-labia muchas car1tas nue- reo-ular en sus ratos de ocio, prueb an iguahnente
~as i lin~as, que ojalá se d;-j~ran .ver ~llí c?~ ~nas lo bvasto de .. u jenio. . . . ,
{recuencla. El t ea tro es la un1ca chverston ctvtllza- Así pasó Mio-uel An]elo una vtda s1en1pre cele-da
i civilizadora 9ue tiene Jugar entre los pobres bre por sus obr~ , hasta que abrumauo por los año~
bog·otanos tlo deJaremos caer? i sintiéndose próxin1o a la muerte, a la que. lo
Miguel Anjelo.
arrastraba una fiebre continua, llarnó a su sobrtno
Leonardo, i le dictó su testamento, reducido a las
siguientes breves pal~bras: . . .
"Dejo mi alr¡na a D¿os, 1111, cuerpo a la tterra l nus
bienes a mis parientPs. ''
Poco d e spues Jejó de ser, a 1a edad de 90 años
i en 1 O de febrero de 1564.
Miguel Anjelo Buonaroti, cuyo nombr~ ocupa
un lugar distinguido en la historia de las artes mod
er nas, nació en Chiusi, territorio de Arrezzo, i
era decendiente de la ilustre fatnilia de los condes
de Cunossa. 1tliguel Anjelo fué uno de aquellos
favoritos de la naturaleza, que parece complacerse Bioliografia.
en reunir en una sola p e rsona muchas escelen-cias,
cada una de las cuales bastaría para dar cele- Fieles a una de las prom es as que hicimos en
bridad a diferentes inj e nios. Era, en efecto, cmi- nuestro prospecto d e l 15 de diciernbre, de~iamos
nente en la pintura, escultura, arquitectura ¡ poe- juzgar las obras literarias recientemen~e p~1b!Icadas,
sía, siendo ademas pos eedor de otras varias dotes. pero no lo l1acemos por las razones s~gulentcs ..
Re:specto de Los PrzARROs nos asisten n1ot1vos
Desde su mas tierna edad dió indicios prodijio- mui íntitnos para poderlos juzgar.
sos de su l1abilidad como arti .. ta, i aunque al or· Respecto de los VERsos DE JoAQUIN PABLo Pogullo
de sus padres era odiosa la idea de educar a SADA ya lo hicimos en '·El Tie mpo" número 157,
su hijo Mi~uel co~o P.intor, consintieron al fin ?n ue es el mismo artículo que lleva la obra por
ponerlo baJO la d1recc1on de los hermanos Ch1r- q .61
d d l , 1 b pr ogo. ,
l~n ay' reputa ~.s e~t~nces por os m~s ce e res > 1 respecto del CóDIGO DEL Á1\IoR, hemos recibi-p~
ntores de ~u :siglo ' I l~s que, en men~s de dos , do el siguiente juicio, e crito por una_ de nuestras
a~o~, no tu\ 1~ron einbaiazo en confe~ai que ~l suscritoras, que de seguro cscede al m 1smo que no·
dJSCJ pulo ha?ta llega~ o a series su per1o:. Efe~ ti- sotros llubiéromos podido }1 acer. Que él sirva de
amente, .l\11!?uel AnJelo ~ la edad de q~1nce anos estín1 ulo a nuestras jóvenes para lanzarse en el
ya no tenia 111 profesores nt o~ras de que ~pr~nder campo ameno de la literatura, i se habrá colmado
rnas de lo que era capaz de ~Jecutar por s1 1n~s~o, el mas hermoso i santo de nuestros propósito~!
t> o t• 1 o que se entregó a J os 1m pulsos d e su J en 1 o,
a cuya circunstancia peculiar débcse, sin duda, la
singularidad que constituye el carácter de sus
obras.
Lorenzo de Médicis, llamado el magnifico, con·
cibió la idea de fundar una escuela de escultura
CARTA PRIMERA.
Señores Redactores de la BJBLIOTECA.
1-Ietnos recibido el Cónrao DEL Al\toR, i he aquí
las irnpresiones que nos h~ dejado. . .. ,
Empieza el autor del CoDIGO como s1 dtJeramos
•
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
BIBI.JIOTEC DE SEÑ R1 T AS. 21
por el verdadero principio, probando dar la defini-ion
del a1nor, pa~ion sentida por todo , racionales i
bruto. , pero tan distinta :ln su caracteres i forma
con1o el hijo de 1 ptuno i :f nice, i esclamando con
la n1ayor oportunidad :
De tniJ di ,·ersns forn1ns rcve ti do
.1: 1 o~ pintan e l ~unor: Jos uno:s ti ~rno,
Tiño ciego, infeliz, Heno de "' ncanto;
J.Jo~ otro vi e¡o, adu .... to, encanecido,
J e t o r u e 1 i fu r i d el i n fi e rn o ,
1 nsen:::.iblc a 1 s úplica i al llanto;
l cada cunllo pintaJinaltnentc,
Segun lo conoció tal cual lo ~iente.
. ~se. s el hecho, tni-terio ... o el amor en sus princlpios
1 en su~ fin~'". para uno es la dicha supre1na,
para otros la lllf¡ hc1dad n1ayor.
'"El atnor con1o la .... flores
Ti e ne espina penetrantes,
I re::en a a Jo nnH\nte:s ..
Por un placer, rnil dolo re "' ."
O como alguna vez hemos e~clamado nosotras:
1 ~ 1 a1nor es la .rrloria, h~ al ~gria
El~,)[ del corazon, la luz del dia!
En seguida trata de los entidos con una certez~
adrniTable, pues recomi enda l1alagar la vi ta i el
olfato.
En cuanto al paladar prueba su insignificancia
en n1aterias de amor.
El tacto es para él el fuerte de toda bella impresion,
el rei de lo~ sentido'"'. El pañuelo que se d ja
caer i que se recoje el guante que se l evan ta, las
figura~ de 'vals o de contradanza, dos tnnnos que
se estrechan en una despedida feliz, una babucha
de raso que se toca con unn bota charolada, en fin .•.
"¡Cuántos placeres, esclamn, qué elocu~ncia tan
sublilne, qué sentimiento tan inefable de ventura
no encierra ese m u do lenguaje!,
I en cuanto al b~so, "es el tacto del a lrna con el
alma 1 u
El establecimiento de la diferencia entre una mujer
}¿er1no sa i una mujer bonita, es tambien completo.
La primera no pasa nunca de represe ntar el
papel de una estatua o una pintura, i basta verla
para r ecordar a Rafae l o a Canova; al paso que la
segunda, salvando los sentidos, hiere i domina el
alma co1no unn sirena, arrebata como otra Psiquis.
En las bonitas hai siempre un conjunto de hermosura
i de gracia que les da el imperio del mundo;
en las l1ermo ... as no hai mas que líneas j ángulos
perfe ctos i majestad jnanitnada.
Él dice: ''la hermosura sin gracia es un anzuelo
,...in cebo. ,,
El tocador es la primera necesidad de ]as muj e res,
pero ha de ser un tocador elegante i sencillo a
la vez. J..Jos colores prestados, los cosméticos, las
esencias exaj8radas, los adornos costosos i de mal
gusto, i e l mu cho cuidado en lo~ afeites, léjos de
aumentar la belleza de las señoras, las afea i provo ..
ca a )a risa.
Cuántas v~ces no es preferible un ramo de rosas
de cualquier jardín, al aderezo de a cinco o de a
seis mil fuertes; segun el cuello que lo sustente1 De
lo contrario se corre el riesgo de que las mujeres se
parezcan a ciertas vírjenes de campo, que los labriegos
prenden de baratijas i cuentas como a un ídolo
antiguo.
N oso tras hemos visto señoras que parecen altares.
Las mujeres deben partir sientpre del principio de
que las gracias están en razon inversa de los adornos,
i que las feas serán siempre feas i )as bonitas
bonitas, apesar de todas las drogas i terciopelos del
mundo. Solo hai un caso en que la fea pasa a ser
horrible, i la bonita fea, i es cuando tanto la una
con1o la otra se recargan de cintara jos o se visten de
color s escandalosos~
La sencillez en l'ls feas las hace simpáticas, i en
las bonitas realza la belleza.
Luce mas un diamante engastado en oro simple·
mente, que rúdeado de oropeles i tnarmajas.
En cuanto al cornzon, esa segunda alma de nuestra
naturaleza, el autor del CóDIGO recomienda 1nui
mucl1o su estudio. Un buen corazon arrastra siempre;
uno malo se desprecia i aborrece por todos .
Nosotros creemos que la educacion de la mujer
debe empezar por el corazon- en el corazon están
Dios, el arnor, la piedad i todos esos gra ndes sentin1ientosquc
se sienten pero que no se esp]ican , i que
hacen la felicidad o infelicidad de la vida.
U na tnujer sin corazon es un astro sin luz.
No hai duda que el talento es el primero de los
dones de Dios, pero no s~tras recomendamos a nuestras
cornpañeras que desconfien del que haga esfuerzos
en su presencia por pasar por hombre de espíritu:
ese no será mas que un necio presumido.
Las mujeres de talento tienen en lo jeneral muchos
enemigos entre uno i otro sexo. Sus cotnpañeras
las llaman bacJ¿i/leras i las critican sin cesar, i Jos
hombres se complacen en opinar mal de ellas. S1n
emba rgo, t odo eso no pasa de u na vulgaridad
imp~rdonable.
E8 mejor, en todo caso, dejar el talento para las
ocasiones solernnes, e l gabinete i l os libros. Los
que solo Jo usan en las t ertulias i visitas, prueban
que son incapaces de elevarse mas aJlá de las frivo·
:idades del dia.
El Cóorao dice con mucha oportunidad que "sería
mui útil que los fatuos aprendiesen a callar i
los hombres prudentes a l1ablar:" en efecto, unos i
otros ganar1an con el cambio.
Los tnodales son una necesidad indispensable
para las j entes de salan. El hombre sin modales no
pasará de ser un patan.
La diplomacia sin buenas maneras sería tan absurda
con1o la g·uerra sin soldados, i las buenas
maneras son la mejor diplomacia sociaL En esto,
las muj e res somos los jueces mejores.
"Ve siempre en pos de una mujer, c,bserva el
CóDIGo, como si fueras su sombra; apodérate cons·
tantementc del asiento próximo al suyo, ya sea en
el teatro, en los bailes o en los conciertos; haz de
modo que nunca pronuncie una palabra sin que la
respondas tú con1o su eco; si pide su manton o su
gorra, sé tú el primero en ofrecerse la; si cornpra un
adorno, que no sea ántes de on~ tu parecer; espérala
a la puerta cuando sale, en el estrado cuando entra,
i de seguro que, de inclije1·ente., pasarás a detestable.,
Eso se llama conocer e] sentitriiento delicado de
la mujer, su sensibilidad esquisita, que nunca l es
pertnite apreciar a los impertinentes ni a los tontos.
En el título segundo trata el C0nTao de la eleccion
i signos o señales del atnor, de los confidentes
i su conducta, de los ataques i de las defen sas, de
las citas, de la correspondencia, disgu s tos i reconciliaciones,
&. &; pero estando escritos todo~ sus
capítulos para hotnbres i no para n1ujeres, UU,
señores Redactores, acaso nos te ngan a bien
que no nos ocupc•nos de él. Nosotras no pode ..
mos ménus de hacer siempre una di~tincion sen """'ata
i justa entre el a1nor siempre casto i sicn1pre pudoroso
que alimenta el corazon de la 1n ujer, i las absolutas
de los solterones, que a falta de dotes m ejores
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22 BIBLIOTECA DE SEÑORITAS.
ape lan a] cinismo i a In despreocupacion para encu- paño i cabritilla , d e una ignorancia clásica, p e ro
brir los sinsabores de su estado. que bailaba mui bien, esc ribi a en Jos álbums, ha ·
En cuanto al amor platónico dice el Cónioo que bJaba tn a l de todos l os p oe t as nacionales i solía citar
solo conoce otro absurdo semejante: el de la piedra a R o u sseau .
filosofal. La vida de Cri~tóbnl era el p l ace r ; su distraccion
Bajo este punto de vista la obrita de que n os e l ajiotnje. Nadie poclia decir cuánto tenia él, có mo
o c upamos no debe hallarse en las lindas n1anos d e lo tenia, ni de dónde lo h n biese habido ; pero d e ning
una de nuestras compañeras. 'l'al suceso sería bian ser grandes sus riquezas hecha a tencio n a sus
r e probable r espec to d e un escrito, que tras la pro- gastos, i de lo crecido de estos daba t stin1onio e l
fundidad de al g unas d e sus sentencias, envuelve un S g ran cortejo de que SP. veia rodeado. Su casn era la
veneno m o rtaJ, i cuyo p ensamiento oculto no es mas concurrida, sus caballos Jos 1nas afa tn ado~, su ..
otro que e l desvirtuar todo lo que hai de g rande i conquistas Jas Inas numerosas. Por un capricho
noble en el corazon de las criaturas. daba un baile, para un::t presentacion haeia un han-
Esa esp e ri e n c ia verde de que tanto i tnn triste quete, i si se l e escojia por patrono de fi e sta~ funcio n
alarde hace n los solterones de c uarenta años, juzgan- de teatro o cosa sen1ejantc, se abria paso el pri mero
do d e l mundo g rande i r eal por las impresiones acompasando l as aclamaciones populares con el
r ecoj idas en las fondas i corroboradas por las grise- rui do májtco de su oro.
tas, no pueden darse como máximas de amor. El Citában~e, sinembargo , r as~os suyos que reve ·
amor es algo mas que el in s tinto, algo mas que la laban una alma jenerosa, i en ocasiones .. e e n cerracarne
i los d eseos ••.• p e ro ya se ve, l os que no l o ba e n una profun da 1n elnncolía mas parecida al
comprenden, tampoco c o tnprenden a Dios, a la hastío que a l os r e1nordi tnientos. Seguramente era
naturaleza ni a nada de !o que es sublime sobre la una natural eza co1Ton1pida i viciada, pero n obl e f:n
tierra. su oríjen i con r e min iscencias del bien.
La criatura sin el amor sería como e l unive rso Cristóbal vino a se r mi rival. Este hombre ha-sin
Dios. El amor es la primera l e i, Ja primera bia pasado por delante de las n1u jere s no escaseanesperanza,
la mi s ma vida, en fin. Profanarlo, es do nl dinero, prodigando los flores, dejando esca parprofanar
l o único pod e r oso i granLl e que tenen1os en se Jos s u spiros i multiplicando _los jurarnentos. Al
la tie rra. cruzar e n e l sesgo cur'"'o de. sus aventuras por de-l
tcómo dudar de la existe n c ia d e l afecto plató - !a nte de I sabrl, ni tuvo aun el ridícu lo pensa·
nico, cuando noso tras las pobres muj e r es no cono- n1i en to de probar en ella l a fuerza de su scduccion
cemos otro en e l mundo? ¿ Cómo ama siempre Ja i los r ecursos de s u poder. H asta la,.. coquetas cqa n·
mujer sino ll e na d e espidtuahdad i de pureza? Pre- S do en e l fo ndo de su alma mantienen tod~ vía e l vig
untad, vosotros que juzgais a nu estro sexo co mo ~ gor de una virtud jnmaculada, saben leer en l os
un s e xo solo de m esa linas n1 as o m én os disimuladas, ojos Jos intentos demasiado atrevidos, i dan entónces
cómo aman las madres a sus hijos, las esposas a sus a su continente aquella tnaj estad que h ace a l os Jiesposos,
o a su amante mi s m o~ Cuándo una muje r b e rtin os rni s m os dob lega r se i desi .. tir. P o r la prienamorada
ha p e dido un b eso siquiera al objeto de m e ra v ez en s u vida Cristóbal conoció que amaba
su amor?.... El corazon v e r dadera m e nte en amo- de véras, i casi se avergonzó de in larga profanacion
rado no n ecesita de esas profanaciones de los afectos. que ántes hiciera del nombre i de l os adernanes d l
O mal se conoce a nu es tro s exo d esgrac iado , o arnor. En e l instante de revel ar a I sabel e l verdaSiempre
el pudor rnas esq uis ito, la t e rnura i la ho- de ro que por ella sen tia, se con oció 1n enguado i
nestidad mayo r es han presid ido todos nu estros amo- despreciable; ensayó una súplica que ni siquie ra
res. Las escepci one s d esgraciadas que puedan co n- fué atendida, s in que ba .... tara la bondad anjélica de
tarse a este r especto, en ro b uste c e n que no d estruye n I sabe l para ocultarle en la mas atenta r e pul sa la
la regla jeneral. ave rsion mas profunda i la mas humillante despe·
l\ri, una d e vuestras suscritoras. dida.
Don Justo.
-
(Conclusio n. )
VI.
-
Imposible hubiera sido que en e l paraíso ignorado
i humilde de mis castos amore~, hubi e ra d ejado
de introducirse un lucifer. Hai seres sobre la tierra
cuya mision en ella parece no ser otra que la de
servir de obstáculo a los demas: son étnulos d e l
héroe, parodiadores del poe ta, verdugos d e l artista,
i en fin, tratantes de carne humana, para los amantes
de corazon. No es siempre valor, g loria o m é rito
lo que falta para vencerlos, es fortuna i nada
mas.
En los "salones de la alta sociedad," que es co·
mo gustan en B ogotá de !Jamar a las salas qu e están
en un segundo piso i en que l1ai piano, una que
otra vez alfombra i por lo regular mesa redonda, en
esos salones, decimos, nuestra alta sociedad se habia
abierto en dos alas para hacer paso a Cristóbal,
notabilidad pecuniaria del dia, hombre aforrndo en
I-I e rido el org ullo de Cris tóbal, provocados sus
sentin1i e ntos no ya por una r esis t e ncia, sino por una
imposibilidad e n fr e nte de Ja cual nunca ántes se
hubi e ra e n co ntrado, midió e l t e rre no qu e le restaba
para la lu cha suprema, i entró en e lla con e l delirio
d e Ja fiebre, r esuel to a buscar en sus resultados
la mu e rte o la felicidad.
Nada t e nia yo que t e tn e r del corazon de Isabel;
era to do rrli o , i era e lla d e m a '"' iado n oble para que
un p e rseg uidor tan poco digno alarmase mis esperanzas.
P e ro i se perte n ec ía e lla a sí misma~ He,
aquí la ide a h o rrorosa e n que no me permitieron
dete nerme Jas d csg ra c i~das circunstancias que rodearon
cntónces 1ni l1o gar i mi alma.
VII.
Una tarde, a la hora en que el sol r e verberaba
como una ascua en el occid e nte , n1i h e rrnana i yo,
aJa testera d e una cama sin abrig o, oíamos la despedida
postrera de Ja mejor d e las mujeres i la mas
tierna de Ja8 madres. Sus últitnos consejos, vertidos
por unos labios a qu e la muerte daba su solemnidad
i la virtud su uncion, Uegaban a nuestra alma
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BJ.BLIOTEC DE SEÑ" RITAS. 23
como un con uelo, pues \"ngamente parecíamos pro- ~ como ella, ristóbal, e] hombre del dia, adinerado,
meternos que 11uc. tra obediencia t rna a los.arnan- ~ elegante i de largo porvenir. A las insinuaciones
datos de la moribunda, seria cnsi una eterna con- se habian seguido historias de rasgos jenerosos,
tinuacion de su vida con nosotros. hechas con todo el entusiasmo que don Justo podia
Cuando, nl fin, sns ojos se cerraron a la J nz i su dar a su l1ablar dejoso i a las miradas siempre
corazon a nuestro a1nor, tendirnos sobre su cadáver oblicuas de sus ojos pequeños i encendidos como los
el sudario de nne tras h\o-rima~. La noche de la na- de la víbora. inieron en 8eguida las esplosiones de
turalcza cayó sobre nuestros s e ntidos i la d 1 dolor la gratitud de don Justo ácia Cristóbal, por favores
sobre nuesti·a ahna. 1 borde ele sn epultura levan- de crédito i dinero que este l1abia sabido sun1inistamos
los ojos al cielo, donde 11a ~taba va, i de trarle desde que en su frente de culebra habia leído
donde únicamente podia venirnos la protcccion que sus bozales instintos de avaricia. Pero apénas hubo
tanto nect~sitc'batnos en nuc::,tra doble orfandad i en recibido el padre infame lo que, pnr u1~a trata mas
nue"tra la ro-a miseria. o ménos esplícita, era el precio de la mano de su hi-
Don J us~o acompañó l féretro de mi madre has- ja, cesaron las insinuaciones, las historias i las súta
el santo lugar d. l r poso. .Ent~nces creí v r i p_)icas, i h~bló una sol~ v_:e~ por todas, sin ambajes i
nrrradecí en su acc1on ptedad 1 car1ño · mas tarde s1n apelac1on, Ja voz t1ran1ca del padre desnaturnc;
mprendí que él tan solo bu caba el t~stimonio de lizado, del dueño absoluto, del comerciante de
sus ojos para confiar ple1 amente en la discrecion sangre.
de la tumba. Isabel iba a ser jnmolada; yo estaba delante de
Con efecto, ántes de qt e la s últünas huellas de ]os sacrificadores, i la víctima me pertenecía por su
mi tnadre se borrasen n el suelo de .. u hogar, no- libre eleccion. Yo me arrojé ciego entre los unos i
sotro-, In es i ·yo, lo abandonábamos, sin llevar si- la otra ; pero ¡ ai de mí 1 que las señales de ese
quiera a la espalda nuestro~ penates como lo .. dce- arranque de indignacion han quedado como una
terrados de la antigua historia, ni los hue ... os de marca de infamia en mi frente i un diluvio de }ánuestros
padres como los salvaje del 1 ucvo mundo. grimas en mis ojos!
Don Justo l1alló manera de probar ante los Tribu- VIII.
nales, con documentos que astuta i oportunamente i Qué intentaba yo cuando, sin atreverme siquie-habia
sabido arrancar a la ignorancia i buena fe de ra a hacer a Isabel cómplice ni aun sabedora de
mi madre, que la casa de esta~ ao..;ilo ~agrado que mis desatinados proyectos, osé anunciarle, apcsar de
para las vicisitudes de la fortuna le l1abia prepara- Ja vijilancia de su verdugo, que, favorecido de las
do el cariño de sus padres, era desde largos años sombras de la noche, llegaría a su morada a abrirle
atras propiedad de él, i que por misericordia suya las puertas de la libertad? Los recuerdo1 no me
no mas era que nos había dejado el goce de ella, dan hoi respuesta alguna, ni hubiéranmela dado
l1asta el día en que la angustiosa penuria de éJ Jo tampoco mis impresiones entónces. Yo me deobligaba
a cc5ar en su caridad para con nosotros i a jaba llevar del vértigo de la desesperacion, i anhenrrojarnos
como desheredados al camino de la 1nen- laba por acercarme a ella, como si a su lado hubie-dicidad.
ra de hallar luz i fuerzas para salir del abismo.
Empero si la dccision de los Juzgados nos h.izo Empero, el anuncio de mi empresa desatentada,
indijentes, todavía fué peor el predjcamcnto en que en vez de llegar a ella, llegó por mi loco atolondrahubo
de colocarnos el fallo de lo que llaman j usti- 1niento o lo adverso de mi suerte, al mismo don
cia social, o sea la opinion pública. Cómo! ¡I->agar Justo, refinado l1ip6crita, que guardó el silencio de
a nuestro bienl1echor sus piadosas mercedes, sorne- la ignorancia i acaso tendió a favorecer mi idea con
tiéndolo al dolor de hacerlas públicas para vindi- apariencias de tranquilidad en su casa i de sosiego
carse! ¡Qué crírnen tan inaudito el nue tro! Nadie en su ánimo. Dióse, sin duda, el para bien de haber
podia perdon1rnoslo, solo don Justo, quien hizo alar- encontrado tan cerca i tan abajo al ignorado rival
de de un fondo inmenso de induljcncia¡ adelantán- de su contratante, i empezó a odiarme de mas cotno
dose hasta escusarnos con Jo jeneral que, decia él, > el objeto del grande amor de su hija; amor que era
era la ingratitud, i con la comun perversion de senti- para él la causa única de lo que él llamaba su promientas
que estaban causando las doctrinas disocia- terva rebeldía.
doras de Jos drscarnisados. Qué enorme jenerosidad Aturdido con la ilicitud de mi proceder, arras-la
de tal descamisador ! trado por el jcnio maldito que nos ayuda en nuestra
Tantos i tantos contratiempos no eran con todo ~ perdicion i esperto en el conocimiento de los Jugares
superiores a mi rcsignacion .. Un trabajo ten· z d4- que asaltaba,con un postrer esfuerzo llegué en la no·
banas lo bastante para entretener miserable pero che señalada como un salteador a la estancia de Isabel
honradamente la vida. Sinembargo, la privacion donde esperaba encontrarla; pero toda estaba desierta
de contemplar a Isabel, la idea de perderla eran i silenciosa. El éxito infeliz empezó a revelarme la lotormentos
que destruían mi tranq uilidad 1 i que me ~ curai delincuencia de mi propósito, i, medio turbada
encaminaban a lan~es de reprobados principios ido- ~ la razon_, en el mismo instante quise v?l~·er a atras
lorosas consecuencias. confuso 1 desesperado. Pero entónccs, 1 s1n que hu-
I no era solo el haber dejado de recibir de sus biera causado yo mas ruido que el de mi respiracion,
ojos la luz de la esperanza; era qne a la frecuencia dióse debajo de mí un grito de alarma en cuyo timde
nuestro inocente trato, habían se sucedido solo bre sonoro i temblante conocí la voz de don Justo,
rápidos i medio clandestinos coloquios, que me de-~ ronca por la ira. 1\Iudo, inmóvil e insensato quedé
jaban cada vez mas l·1stimado el corazon. En ellos > en el rnomento como una estatua clavada a su peme
enseñaba Isabel el torcido sendero por donde la destal. La larga serie de pensamientos de peligro,
arrastraba su padre al abismo de un enlace cuya de dcsl1onor, de eterna infan1ia i de infelicidad que
ola idea la l1acia temblar. E-labia comenzado don aun hoi se atropellan a mi imajinacion como los
usto por vagas insinuaciones sobre el magnifico ~ enlazados anillos de la cadena a que aquel horroartido
que seria para una j0ven humilde i pobre ~roso lance iba a servir de poste, pasó toJa de un
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24 BIBLIOTECA DE SE:&ORIT AS.
vuelo en vertijinoso torbellino por mi cabeza, cotno <, scrable que sin Inés me sobraría íntegra desde la
un relámpago que ilutninara un horizonte de a bis- rnnerte de mi amor.
mos. Ladrones!. ..•• ese ué el grito de don Justo, Adornada ya Isabel con los atavíos nupciales,como
grito a q'le había sabido preparar nume1osos ecos las víctimas que se llevaban al nra olorosas de perque
turbaron el silencio de la noche i esparcieron el fu1ne, brillantes ya el templo i el altar que don Justo
alarma al rededor. habia convertido, en esa vez, de lugares ele consa-
1 ia qué entrar ahora a rclatur los in~idcntes de grac;on en plaza de mercado, un incidente pro,riesa
escena infernal que separa en 1ni vida la parte dencial suspendió la ceren1onia, como arrojando un
dolorosa pero sin mancha, de la pnrtc vil e infama- crÍtnen enorme i antiguo que cerrara 1 paso al
da, cuyas largas horas aun no he ácabado de con- crimen en1pczado. Al detener don Justo su mirada
tar i maldecir1 Baste saber que fu í aprehendido avariciosa en la esplendente pedrería que el orgucomo
salteador i zampusado entre la turba de in- llo fastuoso de Cristobal habia derratnado como
1nundos criminales, en la cárcel, escala forzosa del lluvia sobre la veste de l. abcl, Dios la fijó mas
presidio. La honra de Isabel, mas preciosa para mí bien a una sortija cuyo dian1ante centellaba en la
que lamia i que nli vida, ponía una 1nordaza so- n1ano de Ja desposada.
br~ m~s.la?ios . Sj ]?graba trocarme: a los ojos de El reflejo de esta prenda hirió los ojos de don
la JUS~ICla 1 del publico, .de ~aclro11 n:esperto que Justo como lo hubiera hecho el del rayo. El habia
par~~1a, en .amante aturdido 1 desgrac1~do que. era, oic.lo a Cristóbal, quien al colocarla en la mano de
i q u1en hab1a de creer en la absoluta 1n?cenc1a d~ Isabel, había declarado hacerlo no por su intrínseIsabel~
t,No era bo~ar con una. conf s:on ele l?J co valor, sino por considerarla como un talisman,
prorecto, eJ nombre 1la Teputacl?~ de ella, su vtr- siendo como era un legado misterioso de su n1adre.
t.ud I, su pureza ~ la~ b~cas m~.l.dtcientcs que sab.o· No hai espresion hurnana que alcance a dar idea
I~a~1an co? delett~ 1,1 P1 esa_ Vllje_n que se les ~fte- del aturdimiento con que don Justo, fija la cobarde
?Ia · Calle, ~ues, 1 presente ll~mtld.eme nte. al cielo mirada en Cristóbal, lA preguntó: "de dónde hubo
1 a l.a ~emona ~ag;ada de ~ 1 ~ach~ c~te _Int~e~s? vuestra madre esta sortija.'' Qué ansiedad, qu¿
sacr1fic1o en exp1ac1on de mi primera 1 mi gravJSI- pánico, qué remordimientos, qué i ndcfinible mezcla
ma falta. . de asombro, de anhelo i de tetnor, hubo de reconocer
IX. Cristóbal en don Justo, cuando, adivinando con
horror Ja causa de todos esos sentimientos. le res- Hasta este punto de mi vida, parada de horror ,
en la via dolorosa que empecé desde mi cuna, existe pondió con una sinceridad encaminada a aclarar él
]a unidad de mis recuerdos. De ahí en adelante tatnbie~ una som_bra·.espe.._a que mas bien que un
solo encuentro reminiscencias, amarguras ai~ladas, pensa,~Jento .sen tia dilatnrs~ en ~u cabeza:
mon1entos de estravío mental ; semejante en esto . , De m.1 paJre, de !fl 1 padl e que con ella le
mi memoria a un libro e~crito todo por el mal i la> ofrecto tambt.e~ su amor 1 su n?mbre, pero que,~olo
tristeza ero con sus l1o ·as incompletas sus pá ·i- ~ supo deshorn atl~; abandonarla 1 abando~arme!
' l? · ) , · 11, ' r J · Ah t ese lamo <.Ion Justo en un vértlgo de ver-nas
romp1das 1 Jos caracteres aq u1 1 a a cothusos 1 .. . d b 1 · 1 b lb , ·
b d guenza 1 e asom ro. en scgu1c a a u ceo 1nco·
orra os. 1 b b 1 ' · · d d nexas pa a ras so re :l conven1enc1a e emorar
Debo a Ines, ánjel custodio mio que velaba por el matrimonio; pero Cristobal que casi no habria
el pan del encarcelado, i por la absolucion del ino- necesitado de esta última pruebn, se avanzó sobr
centc, debo a lnes, mi noble i santa hermana, las don Justo, i en la fiebre de su desesperacion demos·
últimas noticias que sobre la vida i la muerte de la tróle que no habria medio a que no apelara para
infeliz Isabel han llegado a mi corazon para ali- en rse mismo instante hacerle revelar la verdad .. i
mentar en él el dolor que lo con su me. toda la verdad. ;
Isabel jamas comprendió en su totalidad Ja idea Pues bien! prorrumpió, al fin . don Justo sufoca-tcnleraria
mia que diera lugar al e~cándalo con que do casi por la implacable instancia de Cristóbal:
su padre obtuvo perderme; pero nunca pudo tam- ''Ese matrimonio no puetle verificarse porque
Poco dar acoiida a la ridícula e infan1e acusacion I b 1 h "' J 1 1 sa e es •••• es • •• vuestra ermana.
(¡ue se me hacia. Cuando Incs legó a revc arle el
secrctode tni atentado,ln virtud i la pureza de Isabel i Con que no me engañaba el corazon! vos
· d viejo usurero, hipócrita consumado, vos sois~ .. in aprobar mi error, aceptaron cotno suya m1 es·
gracia, dando a n1i sacrificio tolo el valor santo i V ucstro padre! le interrumpió don Justo.
abnegado que tenia! I cuando por la libertad de mi No! El J-(¿rfas que sacrificó a mi madre: yo
l d · 1 d · os n1oldigo en su nombre. persona i la rehabi itacion e m1 1onra,su ver ugo 1
el mio exiJ.iÓ el sacrificio de la libertad de eUa i 1 Cristóbal huyó espantado como si hubiera pi.
sado una víbora. de la felicidad ele entrambos; ella, tras de una
lucha suprema i a la orilla del sepulcro a que la I.,a conmocion que produjeron en Isabel estos
condujeran sus callados tormentos i su dolor sin últitnos golpes, agravó sus dolencias, i víctima mas
esperanza, se resignó a recibir la muno de Cristobal; bien de las penas del corazon t¡uc deJ aniquilarnienlo
que a los ojos de ella era rescatarme i rescatar to del cuerpo, descendió a la tumba despues de
mi buen nombre a costa de su vida, que sentia con- una larga agonía, en que pronunció muchas veces
sumirse vclozrnente i que un postrer sacudin1ien- con an1or m• nombre, i con una espresion mezclada
to iba en breve a terminar. de hot ror, de desprecio i de perdon los dos nombres
Yo maldigo la libertad que el oro de don Justo de su padre.
me devolvió, a Ini pesar, con Ja misma facilidad E .. te continúa su vida de iniquidades i rapiña;
con que su infamia me la habia arrebatado; i ]a Cristóbal ha desaparecido en el torrente de sus
maldigo por el precio inmen~o a quP. Ja compró aventuras~ i yo que existo solo por lnes i para Ines,
Isabel, i porque sin ella ias afrentas i la vindicta aguardo 5obre el sepulcro de Isabel la l1ora bendita
publica aacso me hubieran quitado ya esta vidn mi· en que pueda reunirme con ella i con mis padres .
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Citación recomendada (normas APA)
"Biblioteca de Señoritas - Año I N. 3", -:-, 1858. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2094890/), el día 2025-01-21.