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Sumapaz ilustración digital 5
  • Exposición
  • Ciencias sociales

Estás en: Sumapaz: del cielo a la tierra

Presentación

Textos escritos por: Cristian Valencia

Esta exposición recoge un trabajo minucioso de co-creación entre habitantes del Páramo y mediadores de lectura de BibloRed en la localidad 20 - Sumapaz de Bogotá.  Contiene material audiovisual, fotográfico y sonoro tanto del territorio como de sus habitantes.

Sumapaz: del cielo a la tierra

Esta exposición nace desde la Biblioteca Público Escolar de Sumapaz, ubicada en la vereda de La Unión, en el corazón de la localidad, y se extiende hasta las dos cuencas que brotan del colosal páramo de Sumapaz: la del río Blanco, que emprende su camino hacia la Orinoquia, y la del río Sumapaz, que vierte sus aguas en el Río Grande de la Magdalena. La exposición retrata la enorme riqueza cultural y natural de este vasto territorio, y los saberes, oficios e historias de la gente que lo habita. Sus canciones, sus ríos, sus sitios sagrados, su silencio, su fatalidad y su belleza forman parte de este manantial de vida de Colombia.

Panorámica Vereda La Unión. Fotografía tomada desde la vereda Tunal Alto, Corregimiento de San Juan.

La localidad 20 forma parte del Distrito Capital desde 1986, y es la localidad rural más grande adscrita a una ciudad en todo el territorio colombiano. Tiene una extensión de 78.095 hectáreas clasificadas como rurales en su totalidad. Pertenece a una región que podría considerarse el corazón de Colombia por su riqueza biogeográfica, porque es uno de los manantiales de agua más grande del país y porque sus habitantes están conectados con esa tierra de una forma umbilical desde tiempos inmemoriales.

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Contexto

La trasescena de la memoria

Sumapaz siempre ha estado allí como un cuento milenario. Érase una vez un páramo en la mitad de los Andes tropicales, testigo de la vida de muchos habitantes, consagrados a esa tierra de manera apasionada, que prometieron que la amarían hasta la muerte, como en el poema de Hölderlin1. Sumapaz es una manera de entender el mundo, la tierra, el país, la patria. Es como un corazón invisible que sin embargo emana sus pulsaciones hacia todos los rincones de Colombia, y por eso es tan importante que se conozca, tanto en todas las localidades de Bogotá como en el país entero.

Para sacar adelante esta exposición sobre el Sumapaz y sus habitantes fue necesaria la azarosa suma de muchos saberes, que operó como una improbable conjunción de planetas en el firmamento. Una conjunción que comenzó a alinearse, tal vez, en 2003, cuando Rocío Londoño fue directora del Instituto Distrital de Cultura y Turismo, y se dio a la tarea de hacer una serie de documentales sobre Bogotá. Uno de ellos, por obvias razones, era sobre la localidad 20, Sumapaz. El realizador documentalista fue Pablo Burgos, admirador secreto del páramo porque su abuelo tenía una tierrita allá y lo llevaba a ser abrigado por la niebla y los frailejones; y admirador no tan secreto de la gran obra que Rocío escribió sobre Juan de la Cruz Varela2 y su lucha campesina.

En ese entonces, Diana "Sol" Carreño, antropóloga ella, estaba terminando un trabajo para una asociación público-privada, que consistía en promover la realización de proyectos surgidos desde la comunidad. Durante dos años estuvo conviviendo como una paisana más en la cuenca del río Blanco, cosa que le ayudó a ganarse la confianza de los lugareños. Luego entraría a trabajar como gestora territorial para la la línea de Espacios Creativos de BibloRed. Y ese azar de los trabajos la llevó nuevamente al páramo –Diana siente que Sumapaz siempre estará en su camino–.

Nirza Morales nació en 1986 en Sumapaz. Es hija de una maestra y de un padre que se la pasaba leyendo a toda hora. Y le leía. Desde los 8 años hasta los 28 estuvo viviendo por fuera del páramo, pero siempre en contacto con su tierra madre. Se hizo abogada, se hizo grande, se interesó por los procesos comunitarios, trabajó en el programa Desarrollo y Paz en el Huila; y luego en procesos comunitarios en Belén de los Andaquíes, Caquetá, y por los ríos Pato y Guayabero. Ese periplo de historias y lejanías fue fundamental para que ella misma entendiera la enorme importancia que tiene para Colombia el lugar que la vio nacer. Regresó en 2014 a San Juan de Sumapaz, descubrió a Eduardo Galeano, a Alfredo Molano, comenzó a leer para su comunidad y ayudó a fundar la biblioteca comunitaria Pablo Neruda. En la Secretaría de Cultura era conocida como una mujer empecinada, amante de los libros, conocedora de la zona y de sus habitantes. En septiembre de 2017 el Distrito abrió la Biblioteca Público Escolar de Sumapaz, en el Gimnasio del Campo Juan de la Cruz Varela, en la Unión. A la ceremonia de entrega a la comunidad llegó Nirza con su hoja de vida porque quería ser promotora de lectura, pero fue enganchada de inmediato como coordinadora –Ella aún se sorprende de este movimiento telúrico de los astros–.

Ana Roda Fornaguera, como directora de Lectura y Bibliotecas del Distrito desde 2016 hasta 2018, y Carolina Castro, su asesora, plantearon la posibilidad de hacer unas entrevistas en Sumapaz para recoger parte de la rica memoria oral de la zona, entre otras porque Sumapaz ha sido siempre un secreto a voces en Colombia , que se guarda casi como un amuleto para recontar la historia. Y entre otras, también, porque una de las principales finalidades de las biblioteca públicas consiste en la preservación y divulgación de la memoria local. Llamaron a Pablo Burgos como realizador. Y aquí comienza la serpiente a morderse la cola.

Desde la línea de Formación y Contenidos – Espacios Creativos de BibloRed, se le dio vida al Laboratorio de co-creación de Sumapaz. Despuntaba apenas el 2018.

En febrero se organizó un primer viaje al que fueron Pablo Burgos y Sol Carreño. Allá se encontraron con Nirza y comenzó oficialmente la producción.

Íbamos a hacer unas entrevistas para sacar unos fragmentos cortos de memoria oral, pero la recepción fue tan emotiva que le propuse a Carolina Castro que hiciéramos un documental –dice Pablo.

Fue emotiva porque los sumapaceños los conocían. La casualidad quiso que uno de los líderes entrevistados fuera tío de Nirza, amigo de Sol y protagonista de una de las historias que Pablo había grabado en 2003.

Es necesario advertir que los lugareños son cerrados, no abren sus corazones ni cuentan su historia, desconfían como reflejo lógico de todo lo que les ha pasado. Son amables siempre, te brindan hospedaje y comida con facilidad, pero las cosas pueden quedar en ese plano para siempre. Un mundo lleno de sonrisas cordiales donde no se profundiza en nada, a menos que sientan confianza y conozcan la trayectoria de los forasteros.

Nirza hizo la primera entrevista. De alguna manera marcó la pauta, la forma de preguntar, qué preguntar y qué saberes perseguir. Obviamente, todos habían hecho un riguroso trabajo de mesa sobre la región, no solo para este trabajo, sino a lo largo de sus vidas, como lo suelen hacer los buenos reporteros. Y si bien la hoja de ruta tácita era el libro de Rocío Londoño, la verdad verdadera es que las historias más profundas, las versiones más íntimas de algunos sucesos, aparecieron en conversaciones junto a los fogones de las casas.

Detalle de frailejón florecido

Para la realización del documental Un mar en el cielo se hicieron cinco viajes de seis días cada uno; visitaron personajes de las dos cuencas: la del Río Blanco y la del Río Sumapaz. Pablo editó todo el material y, en un tiempo récord de cinco meses, logró tener una primera versión que se presentó con motivo del aniversario número 62 del Sindicato de Trabajadores Agrícolas de Sumapaz (el más antiguo de Colombia). La premier fue en el teatro Publio Martínez de Usme, con réplica en el auditorio del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá, junto al Cementerio Central.

Nunca me imaginé que en tan solo un año la biblioteca le iba a entregar al campesinado el documental –dice Nirza–. Para mí ha sido muy gratificante y creería que trabajar con la biblioteca ha cambiado mi percepción en el territorio.

En ese julio de 2018 llegó Tatiana Duplat a gerenciar la red de bibliotecas del Distrito. Venía de dirigir durante tres años Señal Memoria de RTVC. Historiadora, conocedora de las luchas agrarias, es autora de uno de los libros más alentadores de esta historia que nos tocó en suerte: “Paz en la guerra: Reconciliación y democracia en el Alto Ariari”3. Es, además, una encantada natural por la gente, practica como nadie el divino oficio de la empatía humana y lleva, como muchos, la palabra Sumapaz tallada en alguna parte de su alma. Después de ver el documental sintió que era necesario hacer una segunda etapa del laboratorio de Co-creación en Sumapaz, esta vez para dar cuenta de los niños, del futuro de la región.

Juliana Hernández es la profesional que acompaña los Espacios Creativos y estuvo al frente de la segunda etapa del proyecto. Invitó a trabajar a dos de sus colegas: Nicole López y Karen Higuera. Con Pablo Burgos tomaron un taller relámpago de imagen y sonido y se fueron durante una semana a vivir en el páramo. Karen Higuera y Juan Carlos Vega trabajaron con Nirza Morales en la cuenca del río Sumapaz; Nicole López y Diana Carreño trabajaron con Juliana Hernández en la del Río Blanco. Como aquello sucedió en las últimas semanas de noviembre de 2018, no pudieron hacer la mayoría de las actividades que tenían programadas para las aulas y tuvieron que encontrar nuevos caminos, inventar estrategias, dejarse llevar por la cotidianidad silenciosa y perenne de los páramos. Y ese pequeño cambio de planes las preparó de mejor manera para el asombro, y les enseñó a reconocer, escuchar y entender los sonidos del silencio, las distintas formas del páramo en las personas.

Sumapaz también fue definitivo para la Red –dice Juliana–. Porque nos enseñó a ser más flexibles como institución, y a buscar nuevos caminos, como el agua.

Esos son los caminos del agua que van Del cielo a la tierra y que hoy conforman esta exposición digital para todos los públicos.


Notas de pie de página

1 Se refiere a un famoso fragmento de La muerte de Empédocles, de Hölderlin, traducido alguna vez por Estanislao Zuleta, notable filósofo colombiano, que también ofició de habitante, maestro y admirador de Sumapaz. El fragmento completo es el siguiente: “Y abiertamente consagré mi corazón a la tierra, / grave y doliente,/ y con frecuencia, en la noche sagrada,/ le prometí que la amaría fielmente hasta la muerte,/ sin temor,/ con toda su pesada carga de fatalidad,/ y que no despreciaría ninguno de sus enigmas. Y así me ligué a ella/ con un lazo mortal”.

2Juan de la Cruz Varela. Sociedad y política en la región de Sumapaz (1902-1984). Rocío Londoño Botero. Bogotá: Editorial Universidad Nacional de Colombia, 2011.

3Paz en la guerra: Reconciliación y democracia en el Alto Ariari. Tatiana Duplat Ayala. Bogotá: Editorial Siglo del Hombre Editores, 2019. Consultado en línea, el 16 de septiembre de 2020, en https://tinyurl.com/y3pgd2kp

Otros recursos relacionados

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