Un año para leer y escribir a Bogotá
Dentro de la agenda de conferencias y exposiciones que ofreció BibloRed en 2007, se destacó el papel de cada biblioteca como centro local para la investigación y el aprendizaje, así como espacio de cultura y de encuentro comunitario. El programa Libro al Viento, por su parte, publicó mensualmente una obra de literatura que se distribuyó gratuitamente en los colegios de la ciudad, en Transmilenio, en Paraderos Paralibros Paraparques (PPP), plazas de mercado, supercades, comedores comunitarios y hospitales, entre otros escenarios.
Las Bibloestaciones, pequeñas bibliotecas ubicadas en las estaciones de TransMilenio y en puntos de gran afluencia, brindaban también información acerca de BibloRed y de la oferta cultural en la ciudad. Paralelamente, hubo publicaciones que, aprovechando el nombramiento de Bogotá como Capital Mundial del Libro, rescataban el vínculo entre ciudad y literatura. Es el caso de la Guía literaria de Bogotá, de Antonio Caballero, quien toma fragmentos de otros autores para rendir un homenaje a la ciudad y sugiere rutas temáticas para recorrerla.
Así mismo, el Archivo de Bogotá creó alianzas estratégicas con BibloRed, aprovechando su ubicación y cobertura, para ubicar en puntos estratégicos de la ciudad los Archivos de la Memoria Local. Allí se recogía, conservaba y divulgaba la memoria cotidiana de las localidades a fin de llevar a la ciudadanía saberes populares alrededor de la ciudad y sus habitantes.
Se celebró entonces la ciudad desde sus historias, pero sobre todo desde sus estéticas y sus formas de narrar, así estas fueran ajenas a la cultura escrita. Fue el momento de darle voz a quienes no escribían, y retratar las casas, los barrios y las personas, haciendo eco de las voces diversas. En suma, para la biblioteca pública fue un año de reflexión sobre la promoción de la lectura en relación con su sentido democrático; un año de reconocer las condiciones que permitían a sus programas incidir como factor de inclusión social. En este sentido, el reto fue lograr dar pasos hacia la consolidación de la Política Pública de Lectura y Escritura, la hoja de ruta que la ciudad trazó para los siguientes años y que, años después, se materializó en el documento Leer es Volar: Plan Distrital de Lectura y Escritura.