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Biblioteca Familiar Colombiana

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    • 15 de Julio de 2019
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Quinas amargas: el sabio Mutis y la discusión naturalista del siglo XVIII

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Oficio crítico

Por: Hernando Valencia Goelkel | Fecha: 01/01/1997

Hernando Valencia Goelkel, cuya fama crece con cada nuevo libro que no escribe, nació en 1928, en Bucaramanga, secundó a Jorge Gaitán Durán en la fundación y dirección de Mito (1955-1962), sin lugar a dudas una de las revistas más renovadoras en el ámbito intelectual colombiano, a la cual contribuyó con agudas notas y algunos notables ensayos, como el dedicado a Porfirio Barba Jacob. También las páginas de Mito registran varias traducciones suyas de William Blake a Lawrence Durrel, labor que habría de continuar luego, a través de su vinculación a varias otras revistas. Eco, de la cual estuvo encargado entre 1963 y 1967; Cinemateca (1977-1979) y Cine (1980-1982). La traducción de un libro de George Steiner1 constituye una muy buena síntesis de sus virtudes en este campo. Dueño de un idioma de primera, y de una amplia cultura, Valencia Goelkel, como José Bianco, en Buenos Aires, con quien comparte el culto por Henry James, ha logrado que en sus manos la traducción no sea más ese desvaído, pobretón e insípido ejercicio, al cual nos tienen mal acostumbrados los editores a destajo. Por el contrario, en su caso la prosa de Malcolm Lowry o Joseph Brodsky, por ejemplo, parece cobrar un cálido fulgor, equiparable al original. El idioma español se robustece y afina en ese trueque de sabor y sensibilidad que debe ser toda buena versión. Y que incluso, en poetas muy afines a su gusto, como Yeats o Graves, lo ha llevado a intentar paráfrasis donde el tono no traiciona al original.
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Oficio crítico

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María

Por: Jorge Isaacs | Fecha: 01/01/1996

"María" (1867), novela del escritor colombiano Jorge Isaacs, es celebrada por escritores de registros tan dispares como Rubén Darío, Unamuno y Borges. La casi unánime consideración que la crítica ha tenido con esta novela es tan desconcertante como la paulatina acogida del público. Ciertamente, la novela de Jorge Isaacs fue bien recibida a la hora de su publicación —1867—, aunque tuvieron que transcurrir varios años antes de que se realizaran nuevas ediciones. Sin embargo, en el interin la novela se había publicado por entregas en Buenos Aires, México y Chile y pronto cundió el entusiasmo al punto de que al finalizar el siglo superaba las cincuenta ediciones. María fue publicada en mayo de 1867 por la imprenta de José Benito Gaitán, en una edición de 800 ejemplares que se vendieron al precio de $ 1.60. El texto de esta primera edición fue revisado por Ricardo Carrasquilla, y el de la segunda (1869), por Miguel Antonio Caro. El éxito de la novela fue inmediato, no sólo en Colombia sino en toda la América Hispana. Jorge Isaacs se convirtió, según relatan sus contemporáneos, en uno de los hombres más admirados y solicitados de la capital y del país". Tomado de "Biografía de Jorge Isaacs" por María Teresa Cristina. En 1967 —año del centenario de su publicación— María contaba con ciento cincuenta ediciones, traducciones a múltiples lenguas, adaptaciones cinematográficas diversas y era ya, sin duda alguna, la novela más leída de Latinoamérica. Y, curiosamente, ese mismo año se publicaba otra novela colombiana que tomaba el relevo en la nada frecuente alianza de crítica y público: Cien Años de Soledad. Cien años de Isaacs a García Márquez, cifra exacta con la que se constata un precedente singular: el del lector que súbitamente se multiplica al extremo de que, salvo el Quijote, ninguna otra experiencia narrativa de nuestra lengua ha contado con tan fervorosa recepción popular. En abril de 1996 se publicaron los tres primeros volúmenes de la Biblioteca Familiar Colombiana: "María" de Jorge Isaacs, con prólogo de R.H. Moreno Durán, "De sobremesa" de José Asunción Silva y "Colombia", texto de Kathleen Romol. Con la publicación de estos libros estaba presente la idea de incentivar la lectura en todo el territorio del país, reconocer la importancia del trabajo intelectual colombiano y brindar instrumentos de análisis y transformación para una realidad compleja como la nuestra.
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Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia Tomo II

Por: Indalecio Liévano | Fecha: 01/01/1996

“La obra de Indalecio Liévano Aguirre estuvo atravesada por un afán de revisión ideológica dentro del liberalismo. Su carrera de historiador empezó desde las biografías, y éstas lo llevaron a su principal trabajo: Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia (ver Credencial Historia Nº 46, octubre 1993). Escritos un poco antes de 1959, el autor accedió a publicar su contenido por entregas primero en Semana y después en La Nueva Prensa, revista ésta que propugnaba por una revisión de las interpretaciones oficiales sobre la historia de Colombia y por una proyección de problemas y actores sociales nuevos. El hecho de ir apareciendo los avances de su investigación cada ocho días en una revista de alternativa política le garantizó un público inmediato. Antes que estar dirigidos a los medios académicos, su destinatario cubría un espectro amplio de colombianos en busca de orientaciones ideológicas. Uno de sus aciertos consistió en mostrar que la historia y los historiadores podían responder rápidamente a las preocupaciones del presente y que podían proponer soluciones a las crisis sin la necesidad de esperar los ciclos lentos de duración de una investigación histórica”. Descripción tomada del artículo Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia de Credencial Historia No. 110. Para ver el artículo completo siga el siguiente link: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/febrero1999/110losgrandes.htm
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Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia Tomo II

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Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia Tomo I

Por: Indalecio Liévano | Fecha: 01/01/1996

“La obra de Indalecio Liévano Aguirre estuvo atravesada por un afán de revisión ideológica dentro del liberalismo. Su carrera de historiador empezó desde las biografías, y éstas lo llevaron a su principal trabajo: Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia (ver Credencial Historia Nº 46, octubre 1993). Escritos un poco antes de 1959, el autor accedió a publicar su contenido por entregas primero en Semana y después en La Nueva Prensa, revista ésta que propugnaba por una revisión de las interpretaciones oficiales sobre la historia de Colombia y por una proyección de problemas y actores sociales nuevos. El hecho de ir apareciendo los avances de su investigación cada ocho días en una revista de alternativa política le garantizó un público inmediato. Antes que estar dirigidos a los medios académicos, su destinatario cubría un espectro amplio de colombianos en busca de orientaciones ideológicas. Uno de sus aciertos consistió en mostrar que la historia y los historiadores podían responder rápidamente a las preocupaciones del presente y que podían proponer soluciones a las crisis sin la necesidad de esperar los ciclos lentos de duración de una investigación histórica”. Descripción tomada del artículo Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia de Credencial Historia No. 110. Para ver el artículo completo siga el siguiente link: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/febrero1999/110losgrandes.htm
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La Tierra en la America Equinoccial

Por: Víctor Manuel Patiño | Fecha: 01/01/1997

Durante casi medio siglo el autor reunió la documentación para una historia de la vida diaria y la cultura material en la América equinoccial, empresa que por fortuna ha logrado culminar en el cuatrienio 1990-1993 1 . Al revisar ese trabajo de 3.420 páginas, se hace evidente que se omitió un tema muy importante, culminación lógica del anterior, aunque sí se había anunciado de tiempo atrás, como que se venía preparando desde antes de 1966 2 . Es la Tierra.
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La mansión de Araucaíma y otros relatos

Por: Alvaro Mutis | Fecha: 01/01/1996

Por supuesto que le iba bien, si era una versión culta y magnificada de ella, y conocido en medio planeta, no tanto por su poesía como por ser el hombre más simpático del mundo. Por dondequiera que pasaba iba dejando el rastro inolvidable de sus exageraciones frenéticas, de sus comilonas suicidas, de sus exabruptos geniales. Sólo quienes lo conocemos y lo queremos más sabemos que no son más que aspavientos para asustar a sus fantasmas. Nadie puede imaginarse cuál es el altísimo precio que paga Álvaro Mutis por la desgracia de ser tan simpático. Lo he visto tendido en un sofá, en la penumbra de su estudio, con un guayabo de conciencia que no le envidiaría ninguno de sus felices auditores de la noche anterior. Por fortuna, esa soledad incurable es la otra madre a la que debe su inmensa sabiduría, su descomunal capacidad de lectura, su curiosidad infinita, y la hermosura quimérica y la desolación interminable de su poesía. Lo he visto escondido del mundo en las sinfonías paquidérmicas de Bruckner como si fueran divertimentos de Scarlatti. Lo he visto en un rincón apartado de un jardín de Cuernavaca, durante unas largas vacaciones, fugitivo de la realidad por el bosque encantado de las obras completas de Balzac. Cada cierto tiempo, como quien va a ver una película de vaqueros, relee de una tirada "En busca del tiempo perdido". Pues una buena condición para que lea un libro es que no tenga menos de 1.200 páginas. En la cárcel de México, adonde estuvo por un delito del que disfrutamos muchos escritores y artistas, y que sólo él pagó, permaneció los 16 meses que él considera los más felices de su vida. Siempre pensé que la lentitud de su creación era causada por sus oficios tiránicos. Pensé además que estaba agravada por el desastre de su caligrafía, que parece hecha con pluma de ganso, y por el ganso mismo, y cuyos trazos de vampiro harían aullar de pavor a los mastines en la niebla de Transilvania. Él me dijo cuando se lo dije, hace muchos años, que tan pronto como se jubilara de sus galeras iba a ponerse al día con sus libros. Que haya sido así, y que haya saltado sin paracaídas de sus aviones eternos a la tierra firme de una gloria abundante y merecida, es uno de los grandes milagros de nuestras letras: ocho libros en seis años. Basta leer una sola página de cualquiera de ellos para entenderlo todo: la obra completa de Álvaro Mutis, su vida misma, son las de un vidente que sabe a ciencia cierta que nunca volveremos a encontrar el paraíso perdido. Es decir: Maqroll no es sólo él, como con tanta facilidad se dice. Maqroll somos todos. Quedémonos con esta azarosa conclusión, quienes hemos venido esta noche a cumplir con Álvaro estos 70 años de todos. Por primera vez sin falsos pudores, sin mentadas de madre por miedo de llorar, y sólo para decirle con todo el corazón, cuánto lo admiramos, carajo, y cuánto lo queremos.
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La crónica en Colombia medio siglo de oro

Por: Maryluz; Vallejo Mejía | Fecha: 01/01/1997

“Con este libro se quiere rendir un homenaje a los grandes cronistas de la prensa colombiana que durante más de medio siglo —entre 1910 y 1960— guiaron y deleitaron a la opinión en los principales periódicos nacionales y de provincia. Este período histórico abarca el surgimiento y la evolución del género de la crónica hasta alcanzar sus cumbres expresivas con propuestas temáticas y estilísticas que no han sido superadas en las últimas décadas, cuando el género ha perdido vigor y presencia en nuestra prensa”. Fragmento tomado del prólogo del libro.
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La crónica en Colombia medio siglo de oro

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La autobiografía en la literatura colombiana

Por: Colombia. Presidencia de la República | Fecha: 01/01/1996

Entre los años de 1972 y 1975 publicamos en las Noticias Culturales del Instituto Caro y Cuervo un considerable número de autobiografías de autores colombianos, con el ánimo de rescatar del olvido o dar a conocer, de manera total o fragmentaria, el texto de esas vivencias que entrañan una forma de expresión particular, como que el aspecto fundamental de la autobiografía no es otro, no puede ser otro, que el de la exteriorización de una determinada persona escrita por ella misma. O como alguien la define, es "la relación escrita de su propia vida y en lo que ésta tiene de más personal". Por consiguiente, nada nuevo agregamos al decir que la concepción de este género, no obstante las diversas formas o modalidades, es eminentemente personal. Implícita o explícitamente —se ha escrito con acierto— toda autobiografía entraña un testimonio. Un testimonio que, a la postre, vierte los secretos más íntimos o las vivencias más recónditas de quien nos hace partícipes de su propia vida. Aunque la palabra "autobiografía" es relativamente nueva —como manifestación literaria data de fines del siglo XVIII—, sin embargo, como expresión de la propia vida, en cuanto ella tiene de individual, la encontramos en la más remota antigüedad: los Comentarios de Julio César, aunque escritos en tercera persona; las Confesiones de San Agustín que "son una verdadera autobiografía, aun cuando preceden catorce siglos a la invención de esta palabra"; y más cercanas a nuestro tiempo, las Confesiones de Juan Jacobo Rousseau, quien desde sus líneas iniciales se hace eco de su integridad personal: "Yo quiero mostrar a mis semejantes un hombre en toda la verdad de su naturaleza, y ese hombre soy yo". Y de esta misma época, ¿por qué no desentrañar este género de la obra extraordinaria de Torres Villarroel? Se ha considerado que casi toda su producción es autobiográfica, especialmente la que lleva por título: Vida, ascendencia, nacimiento, crianza, y aventuras del doctor Diego de Torres Villarroel, catedrático de prima de matemáticas en la Universidad de Salamanca, escrita por él mismo. Madrid, 1743. La vida de este hombre realmente singular —poeta, médico, matemático, torero, astrónomo, augur, clérigo, soldado, catedrático, vendedor ambulante, teólogo y periodista— constituye el reflejo exacto de su propio carácter; de su peculiar manera de ser y de actuar.
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Historia de Colombia: el establecimiento de la dominación española

Por: Jorge Orlando Melo | Fecha: 01/01/1996

« Historia de Colombia. El Establecimiento de la Dominación Española» apareció en 1977 y fue enormemente popular entre historiadores y antropólogos. Pero cualquier lector que se deje llevar por el título quizás no encuentre lo que espera. No se trata, como el título podría insinuar, de un recuento más de las gestas de los conquistadores, ni de un sumario de las estrategias de la élite ibérica para afianzar su poder en el territorio que hoy llamamos Colombia. Es todo esto, sin duda, pero mucho más también. Se trata de una visión fresca, especialmente dirigida a estudiantes, del encuentro entre los conquistadores españoles y la población indígena, así como de las condiciones previas, a lado y lado del Atlántico, de tal encuentro. Toma como punto de partida lo español y lo prehispánico, haciendo un recuento -y una interpretación- del contexto tanto indígena como europeo que da inicio a la formación de nuestra nación. No se trata, por lo tanto, de una visión indigenista del proceso. pero tampoco de una visión españolizante. Es, en síntesis, una visión integral del proceso histórico que, desde la ocupación indígena hasta la consolidación de la dominación española, constituye un continuo si no étnico, por lo menos histórico. El trabajo de melo constituye, por la razón anotada anteriormente, un puente entre los historiadores y los antropólogos. los primeros, tan frecuentemente empeñados en el estudio de los procesos posteriores a la invasión española. Los segundos, usualmente empeñados en el estudio de los indígenas del pasado o del presente o, en fin, de todo lo visto como minoritario o marginal. Ambos, por lo tanto, incapaces de ofrecer una visión integral de lo que es verdaderamente la historia de este país, es decir un proceso un el cual ambos elementos cobran su importancia en conjunto, en relación el uno con el otro, integrados en una aproximación que ya no es ni exclusivamente indígena ni europea. En este sentido la obra de melo constituye un valioso aporte a la historiografía del país. Y en este sentido, es consecuencia de un movimiento que si bien resulta característico de una nueva generación de historiadores que en la década de los setenta empezó a romper el molde de historias blanca o indígena, no produjo un trabajo de síntesis. Colmenares, desde el lado de la historia, había incursionado en el estudio de las sociedades indígenas; Friede desde el de la antropología había también investigado en campos que abarcaban desde las sociedades indígenas hasta la colonización alemana de la sierra nevada de santa marta y el período de la independencia. Pero estas «historias» no se articulaban de una forma que aspirara a la reconstrucción de una historia verdaderamente nacional, excepto en algunos pocos casos, como por ejemplo la obra de Friede «los chibchas bajo la dominación española» publicada en 1974.
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Historia de Colombia: el establecimiento de la dominación española

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