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Con la frase Poesía.

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Romance

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A la memoria de Julio Arboleda

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Imagen de apoyo de  El Mosaico - Año III N. 10

El Mosaico - Año III N. 10

Por: | Fecha: 19/03/1864

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. El MOSAICOoo A.ÑO III. Bogotá, sáiuulo 19 ele lual'ZO qle 1818,.. NUM. 10. LA CRUZ DE HERNy-Carta VIII al seflor principe de Monbert. 73 A CUILE, con motivo del incendio del templo de la Compañia- Poesía por José Joaquin Ortiz ........... .............. .. ... ...... ......... 75 EL IIulIrILLADE llo,por S. A ........... .... ............................. .. .... 77 EL 'PASO DEL RUDICON o MIS TREINTa 1 CINCO -Poesía por J. M. Samper .. . ................ .. .................................................... 78 PLAN lRS"SRAL de la prJblacion de la ciudad de Popayan ........... 80 ... u (!Jlli\lJ:Z 1ID3 J!l]J~!ii, VIII ~l[ ~eñor prillCípe be ~onllcrt, CA [¡LE DE SANTO DOMINGO, Paris. Richep0l't, mayo 31 de 18 .... Abora que sois una especie de Amadis de Gau la, haciendo cabriolas sobre la Roca-Pobre, en señal de amorosa desesperacion, probablemente habeis olvi­dado, mi querido Rojerio, mi encuentro en el feno­carril con una g1'iseta ideal que me salvó de los horrores del hambre, compartiendo conmigo jeuero­samente un cartucbo de confites. Sin este socorro inesperado, me h abria visto reducido, como muchos náufragos célebres, a alimentarme con los botones de mi chaleco i el cordon de mi reloj. Para un hombre tan ocupado de su dolor como vos, la noti­cia del fallecimiento de un amigo muerto de hfl1ubre en la isla desierta de una estacion de fél'l'ocarril, habria sido de mui mediana importancia; pero yo que no estoi enamorado de ni!lguna Irene de Cha­teaudun, h e g uardado uu recuerdo mui agradable de aquella escena enternecedora, traducida de la Eneida en prosa moderna í fiul1iliar. Como mi beldad, que es de un órden infinitamente ménos encumbrado que la vuestra, vive en casa de la administradora de correos, be escrito inmediata· mente varias cartas fabulosas a per~onas problemá­ticas, de paises que no existe n i están deSignados en el mapa solo con puntos inter rumpidos. La señora Taverneau ha acabado por concebir 'gran estimacion por un jóven que tenia relaciones en tierras entrevistas, en 1821, en el polo antártico, i en 1819 en el polo ártico, i me ha in vitado a una tertulia musical i danzante, cuyo principal adorno debia ser yo. Jamas invitacion alguna para un baile esclusivo, en una casa inaccesible, procuró a una mujer de dudoso pasado o posicion sospechosa, el placer que me ha causado la frase humildemente enredada en que la señora Taverneau me ha dicho que no se atrevia a esperar, pero que se complacería mucbo si .... Aparte de la dicha de ver a la señora Luisa Gue­rin (este es el nombre de la encantadora mujer) me proponia tener una diversion enteramente nueva para mí: la de estudiar a ciudadanos (bow'geois) risueños i en la libre tontería de la intimidad. Nunca he vivido siuo con la aristocracia i la canalla ; solo arri­ba i abajo se encuentra la ausencia de pretensiones: arriba, porque estas están satisfechas; abajo, porque son francamente irrealizables. Con escepcion de los poetas, nadie se siente realmente desgraciado por no poder il' a las estrellas. La posiciou intermedia es la mas falsa. Creí qu~ llegaria mui temprano para tener tiempo de hablal' con Luisa, pero el círculo estaba ya com­pleto; todo el mundo habia llegado primero que yo. La cosa pasaba en una gran pieza mazorral, g lo­riosamente calificada de sala, a donde la criada no entra sino dejando en la puerta sus zapatos, como un turco en una mezquita, i que no se abre sino en oca­siones solemnes. Como es dudoso que hayais puesto nunca el pié en una habitacion semejante, os voi a ha­cer, a imitacion del mas fecundo de nuestros novelistas (quién ~ direis; hoi todos son fecundos), una descrip­cion detallada de la sala de la señora Taverneau. Dos ventanas vestidas de calicó rojo, realzado con adornos negros complicados con palitroques, clavos romanos i toda clase de utensilios de cobre estam­pado, alumbran aquel santuario i hacen gozar de uoa vista mui alegre, segun dicen los campecbanos: la vista de la gran carretera polvosa, ruidosa i ori­llada por olmos enclenques siempre cubiertos de polvo, con su vaiven de dilij enc:as que pasan haciendo temblar la casa desde abajo basta arriba, de carros de carga llenos de felTeterÍ¡: retumbante, imanadas de cerdos gruñendo bajo el látigo del conductor. El pavimento está barnizado de un color rojo chillon que tiene un brillo insoportable, i se parece a la delantera de una tienda de mercader de vinos recientemente pintada; las paredes se esconden de tras de uno de esos horribles papeles de pacotilla pintorreados con ramajes exorbitantes, que los pro­pietarios llaman aterciopelados i que conservan tan relijiosamente el vello i el polvo. En todo al derredol' de la pieza campea algun mueble de caoba propio para hacer maldecir el descubrimiento de la América, forrado con un paño sanguinolento en que están im­presos en negro asuntos sacados de las fábulas de La Fontaine. I al decir asuntos, adulo bajamente la suntuosidad de la señora Tavernean; siempre es el mismo asunto repetido indefinidamente : la Zorra i la Cigüeña. Qué voluptu oso es sentarse sob re un pico de cigüeña! Delante de cada poltrona se ostenta un pedazo de alfombra para economizar los esplen­dores del pavimento, de manera que los campechanos sentados tienen vagas semejanzas con las botellas i garrafas que se colocan sobre rodetes de moaré me­tálico, en un banquete ofrecido a un diputado por sus electores reconocidos. La chimenea está adornada de un péndulo de gusto atrozmente trovado1', que representa al templa­rio Bois-Guilbert levantando a una Rebeca dorada sobre un caballo plateado. A derecha e izquierda de ese odioso péndulo están colocados dos candeleros de plaqué debajo de globos de vidrio. Estas magnificencias son objeto de la secreta en­vidia de mas ele una ama de cilsa de Puente-del-Arco, i la criada misl11a no las limpiil sino temblando. No hao!o de algunos perritos de hilo de vidrio, ele un pequeño San J l1an de pasta de azúcar, dé un N apo­leon de chocolate, de una tabe1'na recargada de loza comun i pomposamente instalada sobre una mesa redonda, ele grabados que representan Jos Adioses de Fontainebleau, Recue1'dos i pesa1'es, la Familia del ma1'ino, los Cq,zaclo1'citos fw·tivos i otras vulga­ridades del mismo jénero. éConcebis algo parecido? Jamas he podido ?ompl'ender este amor a lo comlln i feo. Concibo que no todo el mundo tenga por aloja­mientos Alhambl'éls, Louvl'es i Pal'tenones; pero es Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 74 EL MOSAICO. siempre tan fácil no tener pénuulo, dejar las paredes desnudas i privarse de estampas litográficas de Mau­rin o antigülldades de J azet! Las personas que llenaban el salou me parecian, a fu erza de vulg:uidad, las IDas estrañas del mundo j tenian modos de hablar increibles, i se e~presaban en estilo florido, como el difunto Prlldhomme, disCÍ­pulo de Brard i Saint-Omer. Sus cabezas, desplega­das sobre sus corbatas blancas i sus jiganteseos cuellos de camisa, hacian pensar en ciertos fi'utos de la fami­lia de las cueurbitáceas. Algunos hombres se aseme­jan a animales: al leon, al caballo o a·l asno; pero estos, en !'igor de verdad, tenian un aire aún m~s vejetal que bestial. Nada diré de las mujeres, pues me he propuesto no poner jamas en ridículo a este sexo encantador. En medio de aquellas legumbres humanas, Luisa producia el efecto de una rosa en un surco de repollos. Vestia un sencillo traje blanco ajustado al talle con una cinta azul; sus eabellos, separados en dos anchas madejas, servian armoniosamente de marco '3 su frente pura. U na gl'uesa trenza se torcia detra& de su nuca, cubierta de cabellos sueltos i !:ln vello de durazno. Una cuácara nada habria podido criticar de esa apostura, que hacia parecer completamente ridículos i burlescos los harseses i los ¡¡Ipmeros de tartana de las otras mujeres j era imposible estar de mejor gusto. Yo habia temido que mi infanta se aprovechase de la ocasion para desplegar alguu to­eado escesivo i pretensioso comprado en reventa. Ese pobre traje de muselina que jamas ha visto la India, i que probablemente ha hecho ella misma, me ha conmovido i seducido j los adornos nada me intere­san. He tenido por querida una jitana granadina que tenia por todo vestido unas chinelas azules i un eollar de granos de ámbar j pero nada me disgusta eomo un forro mal cortado i de color hostil. Corno los dandis campechanos preferían mui vi­siblemente sobre la jóven i delgada pensionaria de la señora Taverneau a las poderosas eomadres de yostro rubicundo i corto pescuezo circundado de cadenas de oro de varios c0rdones, tuve la libertad de couversar con aquella, al traves de las romanzas ida hasta el emparrado que la termina. Me sen tia tan dichoso de no ver al templario Bois­Guilbert alzando a Rebeca, i los candeleros debajo de vidrio, que encontré acentos conmovidos i de per­suasi ·va elocuencia. Luisa pareda mui turbada; adi­viné bajo la blancUl'a de su corpiño, la a~tacion de su seno i las palpitaciones de su corazon ; Sil voz de timbre tan pu·ro, parecia haber cambiado de acento. i no me respondia sino como despertándo~e sobre­saltada de un sueño. é No son estos, os pregunto, en todos los paises del mundo que habeis reconido, los· síntomas del amor naciente? Le tomé la mano, i estaba húmeda i fi'ia, SUave como la pulpa de una flor de magnolia; i me pare­eió sentir que sus dedos respondian con una débil presioll a la mia. Estoi encantado de que esta escena haya pasado al rayo de la Tuna, bajo las acacias d~ nevosos tirsos; porque me gusta dar a mis recuerdos de amor un marco poético. Me seria desagradable pensar en un lindo perfil desprendiéndose de un fondo de papel con rosetas amarillas, o en una declaracion de amor acompañada por la gmcia de Dios, representada en lontananza. Mi primera entrevista con Luisa algo significativa, tendrá como llamamiento en mi me­mOria un rayo de luna, un olor de lirio i la nota de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL MOSAISO. 75 íll1t:!..!!!!);;!:¡¡D, Muí rara será la colonia española que no ofrcz('a a la clll'iosidad tltl natul'ales i estranjeros algun mo­numento, algun vestljio verdadero o supuesto, de los primeros establecimientos de los conquistadores. En la Habana se conservaba con relijioso respeto la ceiba corpulenta bajo la cual el confesor de Colon celebr6 misa pOI' la primera vez en este uevo Mundo. En Santo Domillgo se señalaba cl sitio en donde los aventureros levantaron un fuerte para de­fenJerse de los indios miéntras Colon tornaba a Es­paña cargado de presentes maravillosos para Isabel. En Lima mllestran la ('.lIsa de Piz>1rro, i en Sanliflgo la de Valdivill, como si positivamente aquellos espa­dones de la época hubiesen fabricado para su lllO­rada esas tri st~s pocilgas. Bogotá, digamos mejor, Santafé, consiguiente con su denominacíon, con sus pretensiones, con SlJS mar­cadas costumbres piadosas, exhibe, como monu­mento glorioso de su fundacion, la ermita cuyo nombre tomamos para este artículo. Es una tradicion, la mas snbida i difundida, de que nquella capilla fué edificada espresnmente para que tuviese en ella lugar la celeb1'<\Cion de la misa que por primera vez en estas rejiones se ofreci6 al Señor en ha.:imiento de gracias. Tenemos a la vista un escrito antiguo en el que, despues de nnrrar desde su plillcipio la empresa de la conquista de estas partes, toca en la fundacion de esta ciudad. "Quezada, dice, habiendo llegado por el año de 1538 i esplorado la tierra pareciéndole mas nmeno pais estns senanías i susaO'uas, fund6 esta ciudad, con doce casas de paja i una E1'mitaen donde se celebró la p1'hnem misa, i segun S~t tmdicion fué el dia de la T1'asfig~t1'acion de nuestro Seño1', que se cuentan 6 de agosto del dicho año de 1538." En aquel escrito se dice tambi en que cuando Que­z'Ida regres6 de España, en julio de 1540, empez6 a funda r la ciudad de casas de teja, con su igl esia ca­tedral, parroquins i couventos, "permflneciendo di­cha Ennita en la plazuela de Señor San Francisco con nombre de capilla del Elumilladero, en donde desde sus primeros años se ha celebrado i celebra en hacimiento de gracias i memoria de día tan cele­brado de su conquista i fundacion al nombre de Señor San Salvado1· . ... " Hemos copiado estas líneas para que se note lo a rraigada que está la t radicion en punto a la anti­güedad i celebridad de que goza el Humill adero. Esa tradicion es la que ha llevado a nuestro amigo Guarin a interpelamos si positivamente en aquella iglesia se dijo misa por primera vez. Es seguro que nuestro amigo Guarin,como nosotros, se haya perdido en gral'es i solemnes cavilaciones nI contemplar aquelrelijioso lllonumento. Su misma interpelacion nos convida a que así lo juzgllemos. 1 ademas, desde el oscuro habitante de esta ciudad, basta el opulento i el fil6sofo t c6mo es posible que al pasar por delante de aquel humilde santuario, no se haya sentido subyugado por el embeleso con que se reviste una obra sobre la cual pesan trescientos años? t C6mo es posible que no se le hayan ocu­n ido a su Illanera pensamientos que lo trasporten a otras edades? i Allí está! Sus menguadas dimensiones, la fo rma, los materiales, hasta su ubicacion en el estremo norte de una plaza regular, indicio de respeto coutra las usurpaciones del comun ; todo parece que evoca la imponente majestnd de su oríjen . Ent6nces la mente finje que el conquistador, no bien senta ra el pié en este suelo, cuando se ent regara con a rdor a levantar ese oratorio en donde poder elevar sus votos al Stlñor. Se illlajina uno estar viendo c6mo, de entre esos cuatrocientos inl'asores, habria carpinteros i albnñiles quC', dejando a un lado la espada, se pusie­sen a la obra, teniendo qne procurárselo todo. ¡Luego tambien allí los míseros indios, señores ayer, esclavos hoi, helos condenados a una labor para ellos desco­nocida, leva ntando un altar al Dios que venia a desalojar al di o~ de sus padres! J3ien quisiéramos nosotros mantener estas idens, que tan ta ven eracion inspiran ácia nquel monumento de los primeros pasos de la civilizacion cristiana, por entre las tribus paganas. Sinembargo, al tratal'noso­tros de esclarecer el oríjen del Ifumilladero, creemos que en nada habrá de desmerecer de su importancia monumental. Los datos de que valIl os a valernos no son ménos venerabl es i fantásticos. POI' lo mismo que constan de cierto proceso, i que hasta boi no han sido publi­cados, nos bn parecido que debíamos preservarlos del olvido, ántes que vu elvan a la oscuridad de donde los bemos sacado. Suplicamos al lector que si no lo ha por enojo, se sirva leer el nrtículo que titula "un pleito en el siglo XVI," publicado en "El Mosaico" de 3 de diciembre de 1859. P ero si no quisiere, por rnzolles que nos guardamos de decir, tendremos que repelir aquí que en la solemnidad del miércoles santo del año de 1543, el Cabildo celebraba una sesion presidida por el adelantndo Alonzo Luis de Lugo. En dicha sesion el capitnn Juan Muñoz de Collántes, en voz de los cofrades de la Veracl'll7-, pidi6 un solar parn edificar un ~Hltrnilladero i otras obrns pias. Obtenida la mer­ced, medido el terreno, la cofradía tom6 luego pose­sion de este, "i se edific6 un Hmnilladel'o en un cabo de dicho pedazo de tiena." Esta relacion consta del libelo de demanda que la cofradía present6 a la A udiencia el 20 de setiem­bre de 1554, pretenlliendo I'echaznr las intrusiones de los que estaban poblando en los solares contiguos. En este pleito aparece como testigo el capitan Muñoz de Collántes. El 18 de enero de 1555 se le hacia la siguiente pregunta: "Item si snbel1 que Joan Muñoz de Collantes ma­yordomo de la dicha cofradía pidi6 puede haber diez o once años poco mas o ménos al adelantado Alonzo Luis de Lugo el dicho solar que está en el mercado de la plaza allende el rio de esta ciudad para que se hiciese un JIurnitladel'o donde estuviese una cruz i otras obras pias i para edificar en él una capilla i ermi ta que tuviese su conal grande i su sitio" . . •• La respuesta tiene todas las conJiciones de un tes­timonio, sobre todo hist6rico. H ela aquí: "Quc cste testigo es el capitan Joan Muñoz de Colláutes que la pregunta dice i sabe que es verdad lo en la pregu nta contenido porque este testigo es quien pidi6 el dicho solar i pedazo de tierra nI dicho adelantado para la dicha cofradía i en su nombre i el dicho adelantado hizo merced del a la dicha co­frndía para el efecto c¡ue la pregunta dice, i así este testigo hizo hacer lue,r¡o ~tn lIurn~lladero en el dicho solar i tom6 la posesion del i se acabó pal'a eljuéves santo primero de aquel año." . .•• En confirmacion de que este tostigo declaraba con toda la seguridad que inspira la conciencia de un hecho propio, debemos observar que su testimonio fué sometido a la pregunta que le hizo el contradic­tor. El Collántes, por setiembre del mismo a-o, sos­tenia que como el primero en la cofradía desde su fundacion, habia pedido el terreno, i luego habia hecho un Humilladero. Todavía mas, en COlTobora­cion de que lo que él declaró era la verdad, se ratio Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 78 EL MOSAICO. ficaba agregando: " i por cuanto como dicho tiene ha dicho otras tres o cuatro vezes su dicho en este caso por la una parte i por la otra i podria ser por haber tanto tiempo discrepase en alguna cosa en alguno de ullos, que protesta no le pare perjuicio si en algo discrepare i que esto i aquello se entienda sel' todo ~¡no" ...• En vista de esta aseveracion in tachable nos se rá permitido remontal' la antigüedad del Humil1adel'o a los años de 1544 a 46, atendido aqu el en que su f undador Collántes obtuvo el terreno, i el tiempo que prudentemente debiaemplellrse en su edificacion. Con esto seguiremos lo que ademas asienta el R. P . Zamora. Este historiador, conciso, elocuente i minucioso, conocedor de todo cuanto toca a la fun­dacio n i adelantamiento de esta ciudad, ora por ve_o rídicas tradiciones, ora por documentos públicos, i si se quiere como natuml de ella, dice que" Este Orato­rio del Humilladel'o, que eslá enfrente de la iglesia de la Veracrl1l1, cofradía que seJund6 el año de 1546, por eso la cofradía mas antigua de esta ciudad, per­manece llasta hni en memoria de que en ella decian misa nuestros relijiosos, i se les enseñaba la doctrina a la multitud de indios que acudian a sus mercados." Es mui notable que el Ilustdsimo sei'íol' Piedl'a­hita, en su historia de la conquista, no haya hecho mencion especial del Humilladero. No podemos su­poner que no se hallase bien informado sobre el odjen de esl~ asilo sagrado, puesto que trae una descripciou bien minuciosa de SantaJé, en la que cita las i¡¡llumerabl es capillas que lo decoraban. Bien pu­do ser que el Humilladero no hubiese adquirido, por aquel entónces, la celebridad que la mano del tiempo graba sobre monumentos que al fundarlos no se con­tara con que alcanzarian a remotas edades. Nos inclinamos mas bien a pensar que esto último fué lo que movió al señor Piedrahita a no parar mientes acerca del célebre santuario. Porque no estimamos posible que este historiador ignorase que su bisabuelo Juan Muñoz de Collántes, fué, a no dudarlo, el que promovió i costeó aquel edificio, que testifica la fe relijiosa de aquel atrevido capitan de las hu estes de Benalcázar. El Humilladero en su primitiva planta era un edificio cuadrado que apénas media di ez val'lls i veiil­te pulgadas, El observador puede mui bien compro­barlo con solo repasar las evidentes señales que se Dotan allí donde se ve lo agregado ácia la torrecilla, la sacristía i a la parte posterior, N osotros podemos determinar la época en que se acometió esa refaccion, que no tememos llamar una insigne profanflcion, Los datos que tenemos a la vista, i a los que nos- hemos refe rido, son evidentes, auténti­cos, Ellos nos suministran lo que pasamos a decir. Ahora ciento cincuenta i seis años existia en esta ciudad el hermano Jiues de Várgas, beato profeso de la Tercera Orden de San Francisco. Amen de las buenas prendas que lo distinguieran, sabernos que tenia una gran dedicacion a venerar i festejar el dia de San Salvador. Animába lo tambien que el Hu­milladero fué fabricado con el determinado fin de celebrar en su recinto la misa que por la vez primera se dijo en esta tier ra . El hermano Várgas halló en mala hora que el edificio amenazaba ruina i se dió al empeño de repararlo. Sospechamos que en este empeño no dejaria de entrar por mucho la vanidad española, segun que el hermano Várgas se esplayó en una disertacion un tanto disparatada, acerca del dia en que se echaron los fundamentos de esta ciu­dad; i deducia de ahí el deber de preservar el mo­numento glorioso de la conquista. Aquel ardoroso beato tentó primero con el Cabildo para ver si lo movia a acometer con la obra de reparacion de la pobre capilla. El Cabildo aió de mano a la preten­sion, refujiándose en esa eterna disculpa, que ba llegado hasta nuestros dias, a saber, de que sus rentas no le alcanzabnn para gastos que probablemente lIamaria de supcrerogacion. Pero el hermano Vár­gas, poseido de su idea, de que contaba con algunas conveniencias, i confiaua en las limosnas de los fieles, echó por el camino mas seguro. Gobemaba este reino el seño r J eneral de la artillería don Diego de Cónlova Lnsso ele la Vega, que por lo sabido seria homure de gran celo i cristiandad, como entónces se decia, grave i ("jemplar en sus costumbres. El fervoroso t6l'cero elevó su pretension al Presidente Gobernador, quien, despues de oir al Fiscal i Pro­curador, le dispensó una acojida favoraule, En efec­to, dispuso el Presidente que se le concediese al dicho Juan Jines la li cellcia que pedia "de catorce varas de tierra para agrandar dicha capilla .... las cuales han de ser frontero a la iglesia de San Francisco, mirando a lo largo a la puente de dicho convento," Con un despacho tan .autorizado el V ál'gas puso manos a la oura, acopió rualeria!es, i comenzó la desgraciada tarea de componer el Humilladero. Por fortuna para este monumento, para la plaza i para la ciudad, los padres de San Francisco ataja­ron los pasos al pretendido reparador de aquella capilla. Los relijioso~ de aquella órden presentaron al Presidente la ejecutoria mas concluyente en la materia. POI' ella probaban que desde 1024 se halla­ban en posesion i propiedad del" sitio de la plazuela que eslá contigua a su convento." Prohaban, ademas, que el edificio del Humilladero siempre hauia eslado bajo su amparo, i que los dineros que en parte Vár­gas queria consumir en la obra de agrandar aquella capilla, le pl'ovenian de limosnas que solo eran apli­cables a otros santos fines. Mas, cuando los relijiosos franciscanos pararon en su empeño al buen Várgas, ya el mal estaba adelan­tado. Corno hemos dicho, el beato profeso habia puesto to(la dilijencia en componer la capilla. Lo que él alcanzó a hacer se deja ver por lo que toca a la torrecilla, la sacristía i el camarin. Es de inferirse que una vez que se principió a estender el venerado edificio los padres tendrian que acabar el remiendo. Nosotros, sin que tratemos de menoscabar la hue­na in tencion del hermano V árgas, deploramos el momento en que se le oClll'rió tocar a tan señalado monumento de la antigüedad castellana en esta tiena. Preferiríamos estar viendo ese Humilladero, menguado en la forma, tosco en la obra, i fantasear a nuestro sabor' sohre esos dias de desenfreno i li­cencia, en que, tocado el corazon del altivo español por el incentivo relijioso, planteó allí una CRUZ, para venerada en el dia grande en que se conmemora la redencion del jénero humano por la muerte del Sal­vador. El juéves santo los graves i compuestos es­pañoles, partirian de la ciudad en ciel'l1es, como si dijéramos ti estramuros, a pasar algunas horas al pié de esa cruz. 1 ellos, que no temian a nadie, que todo lo habian llevado a fLlego i sangre, tornarian a hallar en sus corazones esa temeza misteriosa, única dote de la jentileza castellana, que nos atreveríamos a reclamar en herencia pam nosotros.-S. A. --< •• - - !& l!'~!'J mmlú lí!¡¡:lJl@!'Jl'i, lID ¡¡¡ni!! ll'l!l.lElliYll'l x «JX!i@i!). ~ mí amigo 'Ulro.ptro. El tl'once es duro, crüenta I Vive Dios I la tr3nsicion ; Pueo, teniendo atras los treinta 1 delante los cuarenta, ... Diantre! hoi paso el Rubicon I Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Salto mortal I rudo bri nco Que me hOl'l'ipi ln i ai de mí I A Otl'O gl'emio ya me nfinco, Al cumplir los tl'einta i cinco Que yenir con susto ví. EL ¡ Comprend es, Próspero amigo, Semejallte iniquidau 1 Volverme vi ejo !", ,( loh castigo De mis culpas !) i testigo Ser de gozes de otm edad, , .• Si de alcanzal' los se tenta Tengo la fi rme intencion, Claro está que cinco i treinta En declinacion viol enta Me haceu entrar de rondon, ' o hai caso I qui era o no quiera La píldora he de tragar I Vamos I salvo laf1'ontera De la vejez 1- que no fuera Digno de mí recular I Es el comienzo 1, ... qué impor ta I Si el comer como el rascar, • , , (Rascar años, comer tO I'ta) Siendo la vida tan cOI'ta, Todo está en el comenzar , . , , Treinta i cinco 1 1 que esto aguante Un hombre de corazon ! Que haya q\l ien de gozo cante I Que en conflicto semeja ll te No haga yo revolu cioll ! La lei proteje la vida Contm la humana maldad, 1 al honor sirve de ejida, 1 declara garantida Doquiera la propi eJad; i 1 no habrá lei ni ol'd enanza Que, con apoyo del ju ez, Nos alargue la esperanza, 1 al año que a otro alcanza Vede tl'a er la vejez? ¡ No hahl'á un honrado dec r ~to Que, con lójica imparcial, Oponga al tiempo su lIeto, Como 10 exije el respeto POI' -el decoro social? Vive Dios 1 que es un trebejo La Carta o Constitucion, Si permite que al espejo P ueda un hombre verse viej o, Con canas i 1'odillon / ¡De qué sirve la ilusoria Tentacion o el talisrnan Del amor i de la gloria, 1 dar su nombre a la histori a, 1 ln ch ~u' con tanto afan,- Si el dia ménos pensado, Al cumplir un año mas, Un hombre queda m'chivado, 1 como paprl q1temado El tiempo le dice: "atras ! " Pues la broma no es chistosa, 1 es COsa pam rabiar 1 Que si uu año es poca cosa, Harto sor prende i acosa El susto d e claudicar , •.• Soñar de dicha un imperio 1 una eternidad de amor, ¡ 1 sa lir. , . • ¡ t riste misterio I Con que ya del cementel'io Está uno cerca 1, •• , qué horror ! Yo que por j 6ven pasaba, Brindando vida i salud,­Que del mundo me burlaba 1 en mi propia fe encontraba Luz de et erna juventu d,- i Podré tolerar humilde Que el tiempo me haga temblar, Que de " viejo" se me tilde, 1 Juana, Pepa o Matilde Me hagan ascos al pasar ? ¡ Me dirán que estoi pasado, Aunque firme siempre fuí ; ­Que soi un consolidado, Documento cancelado De este mundo baladí? Me dirán ••.• "Pobre poeta! i Qué chispa tener podrás, Si andas tras de la muleta, MOSAICO. Pues ll evas en la maleta Nueve lustros i algo mas 1" ¿ 1 despues del bello emporio Qlle fO ljé con la il\lsio n, lile llamarán" vej estorio," 1 harán mis canas nolorio Mi paso del Ru bi colI ?, . , , Qué l no h abl'á remedio alguno Para tal calamidad ? Si los años, de uno en uno, Son a cual mas impol'tuno Ol viuemos nu es tra edad 1,.,. Plles no en rece de encanto, Lo confieso, esta ilusion! En tl'einta i cinco me planto, 1 desde hoi a nadie aguanto Capciosa inte rrogacion, IIoi escondo la partida De mi estado i cri stiandad; 1 al que averigUe mi vida, Con lacónica medida Diré : "Boí mayor de edad," Mas , . ,. mirando bien la cosa, ¡Qué importa qlle vengan afios, 1 con ellos desengaños, 1 r udas pru ebas tam bi ell ; Si vivi enuo con el t.i empo, lile hace fu erte la esperanza, 1 en BUS vi siones al caliza lIli mente IIn eterno Eden? i Qué importa que luego cubran Mis sienes blancos cqhellos, Guardando debajo de ellos De mi fe todo el ardol" No es viejo qui en ti ene canas! Sino el qu e, dej enel'alldo, Ni sahe ,' ivir luchando, Ni ri nde culto al amor 1 Vengan años en buen hora! Que yo, de esperan za lleno, Salvaré, fu erte i sereno, lIli tesoro de illlsion; Teso l'o que nada iguala, Fuente de di cha inefab le: La juventud perdurable Del alma i el corazon !, . ' . Pró5pero, sigue mi ejemplo 1 Si el tiempo se va volando, Al t iempo iré disputando :Mi divina in spil'acion . Así In póstuma hi storia No di l'á con rudo alarde Que temblé como un cobarde Al pasar el Rubicon 1 p, D,-ABRIL 1.0 Despues de tener escrita La presente, mi muj er Me a visó de la visita Que vini ste a hacerme ayer, 1 para hacerte mas g l'ato 1 probarme tu fi neza, Me dej ast e t u retl'Rto Con amigable llaneza, :Mil g l'acias, querido amigo ! Esa fiel fotografía !r-á doqui el'a conm igo Cual joya de gran valía; P ues no solo es la memoria De tI! cO l'dial amistad, Sino que evoca la h istoria De nuestra pr imera edad. 79 Oh! qué t iempos de estudiante l •••• De t l'aviesa mozedad ! De vida alegre i tunante Sin r esponsabilidad ! Vamos ! me dan t entaciones, ••• Mas no ! sigo mi camino : Doi culto a las tradiciones P ero cumplo mi destino, Con lo cual aquí concluyo, 1, hasta que te pueda ver, Me r epito siempre t uyo, Tu a~e ctí simo SA~PER, Lima, marzo 31 de 1863. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. .... ..... o 00 ¡ 11." m"u " 1> ~11"io. d. l • •• d.d d. "~~" 0;..1 •• d •• ruw dol G.lioo' d. 1> m",. i ... ¡;.1I.1 d ... Si.diro Imoma" j., .. 1 m cl.fi. d.1801. EDIFICIOS. COLEJIOS. 1l0SPITALES. SOLARES. ~·AMILUS. MENESTRALES. SIN DESTINO. ! EDADES DE TODOS LOS INDIVIDUOS DE ESTE PLAN. A o s .1 'OLTEROS. 1 CASADOS. I VIUDOS. ' 1 TOTAL DE EDADES, ___ v,rone"I~ ~'~~I-=-~I n,m~ __ De 1 a5 .. · .. ·1 512 522 l ........................... · .. ·1 1034 De 5 a 10 .... .502 490.... .... ........ ........ ..... ... 992 De 10 a 20 ..... 612 80S 16 I 57 1 ........ , 2 1492 De 20 a 30 .... \ 261; 1 62f \ 155 245 <} 24 1318 De 30 a 40.... 96 340 182 171 16 53 858 De 40 a 50.. ... .,9 213 1121119 12 681 613 De 50 a 60..... 41 171 70 36 21 70 409 De60a70.... l a 97 28 lO 12 I 4U 211 De 70 a 80 ..... 1 9 46 1 8 2 1 5 14 84 ~:~g~~~·o::· i I~ :::::::: ::::::': ...... ~.. ~ 2~ De 100 arriba.¡.:.:.:..:...:.: .:.:.:..:...:.: 1.:.:..:.:.::.:.1.:..:..:....:.: 1..:.:..:.::..:.:.1::..:.:.:.:.:.:1:.:.:.::.:.:.:.:.:.:..:. 2115 3356 601 640 71 291 7074 * >1< Total de estados..... . ....... .... . .. 1241 { 5471 362 Total jenera!..... ....... 7074 -- { 5471 >1<>1< Suma de los estados.. ... ..... . ..... 1241 362 Suma jenera!.. ... .. ...... 7074 NOTA-En este plan no se ha comprendido IR compañía fijR compuesta de 80 plazas i 3 oficiales; ni el plleblo de Yanacona, correspondiente al cu­rato de esta ciudad. Popayan, mayo 26 de 1808. RESUMEN DE LA POBLACION. I sor.TEROS. ¡ "ASADOS. 1 VIUDOS. 1 TOTAL. NObJe~1 \,0:0;;',\. n':::"'1 V",::'.! Hem::~1 \,uo;;" n,m;;"'I--¡;j¡_8_ Mestizos ..... \ 920 \1235 307 1 349 33 \161 3005 Indios ....... 88 2061 24 23 3 10 354 Mulatos ...... 1 354 588 106 100 1 13 57 \ 1218 Negros libres 21 I 78 10 6 2 1 3 120 ~::~~~~ia~~~I~I~~I_~ __ 6 _7_1 __7_ 1 __2 _9_\_~ Sumas........ 21 15 3356 601 640 71 291 7074 *' 6_
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Tipo de contenido: Prensa

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El Mosaico - Año III N. 10

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El Mosaico - Año IV N. 20

Por: | Fecha: 10/06/1865

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. AÑO IV. IDog ot\í, sábaoo 10 oe jllnio Oe 1865. NUIU. :20. C O NTENIDO. babia dejado ya atras la última de las pirá- LA MADRE ARAllE-LA GORRA EN EL PERIODISMO-A LA SE!tORITA mides, i caminaba con ten ta i numerosa bácia J. G, poesía-EL l'OETA-A LA SE!lO"I1''' EIIJENIA n"LI.INI, EN el lugar de su destino el dia del terrible I.A LEONOR DEL TUOYADOn, poesía-INES Dl,LAS SIERRAS. [Con- accidente. J'lfontada sobre un blaneo i he1'­tinuacion.] -~ I moso camello, de grande andar i avezado LA MADRE ARA BE. en recorrel' aquellos parajes, iba uIIa jóven (PAR,tBOLA.) I árabe, de piel un poco morena pero de fac- Caminando una vez por el desierto una ciones divinas. Sus ojos eran negros como gran caravana, levantóse de repente uua la noche, arqueadas i lucientes sus cejas, i borrascr. de :u.'ena que duró algunas horas. su barba redonda i partida cn dos por un En vano los camellos presintieron i annu- hoyuelo gracioso. Su boca, de un lacre un ciaron la venida del terrible simoun; en tanto pálido, sonreía con una bondad de vano se tomaron míl precauciones i se sllpli- ánjel, i SllS dientes búmedos 'i bien bechos có a Alá que libertase a los viajeros. E l11u- parocian formados de marfil o alabastro. raoan, ardiente oomo 1111 huracan del infiel'- Sus manos eran pequefías i mórbidas. no, lo revolvió todo, estrelló a los unos con- Vestida con un traje oriental, blanco i tra los otros, i los cubrió a todos con una azul bordado de 01'0, i destacada sobr e su mortaja de arena. dócil i enorme bestia, pareeia una hmí via- A un claro dia sucediose una noche lenta jera desprendida en ese momento mismo de i oscura, llena de una calma terrible i ,sin las pájinas del Koran. JYIas, lo que llamaba una estrella en los cielos. De cuando en en ella la atencion no era precisamente su cuando oíase el qnejido de los moribundos juventud, su gracia ni su belleza elltera­medio ahogados por la arena o estropeados mente levantinas, sino dos lindos niños que por el viento; quejido mezclado con el sil- llevaba sobre sus rodillas. La j óven árabe bielo de las serpien tes q uo salian de sus ren- era madre. elijas para merodear en la oscuridad, i con Sí, era madre, i llena de contento, de-Cl'i-a, el ruido de los avestrnces que huian hácia dos i do riqueza iba en busca de un esposo el oriente en busca del dia. jóven i amante, de quien la habian separado Nada igual a aquella calma solemne, cal- ciertos asuntos. Llamábase la jóven Sabara, ma de muerte, ni a aquel océano arenoso, sin i entretenÍase en sonreir a sns hijos dormi­bordes, sin ondas ni espumas, dOude el sol dos en su regazo como dos flores en su fol1a­quema como el fnego, donde la brisa es el jo. Refrescábalos ora con grandes abanicos presajio de la muerte, i donde el espectáculo de plumas, ora humedeciéndoles los labios es siempre el mismo, porque el horizonte con cordiales esquisitos i puros; i como era tiene todos los tristes caractéres de la inmo- una madre modelo i tierna, no permitia mm­vilidad! .... lugar tal vez maldito por Dios, ca que sus esclavos hiciesen a sus hijos lo q ne donde no crecen las flores ni se conocen las ella misma les podia hacer, pues decia, son­aves, i asiento acaso en tiempos remotos ele riendo, en el fignrado lenguaje de sn país: ciudades pecadoras que castigó la cólera de --Los nifíos son plantas que 110 deben te-lo alto. . .. ner otros j ardineros que sus padres. El mar es al ménos fecundo en peces, en N ada mas bello que aqnel grupo inocente i páj aros, en plantas, en perlas i en corales; el feliz, .. nada mas puro que aquellas caricias, mar ofrece al náufrago un hueco puro entre nada mas santo que aquel a,mor, en que el los pliegues de su mortaja aznl .... pero el corazon 110 tenia reservas ni dudas, i en que desierto es estéril como la representacion de la mirada de los amantes; rnadre e hijos, eran la nada, prodnce reptiles asquerosos, i quita dos cielos que se confnndian en uno solo. i presta caprichosamente su sudario movible El hijo mayor de Sabara tenia cuatro años, a las víctimas de su fmor. El desierto m nestra era varon i se nombraba AJí; la menor, q ne los blanc')s huesos del caminante, espuestos tenia tres, era mujer i respondia al nombre a la lluvia i al sol, como los trofeos de sus de Aurora. Cnando los confites í los jugue­victorias sucesivas ... El mar oculta siempre tes no bastaban a entretener a las dos cria­sus desastres como arrepentido de sn cólera. tu ras, sufocadas por el bochorno, la madre Allí un mismo palmo de tierra encierra cl las distraia cantándoles algunas canciones. esqueleto del hombre i del bruto, i junto al He aquí una dc ellas: cráneo de una vÍl:i en se encuentra el fém nr "Las estrellas del cielo i las flores de la de un caballo. Ouán triste no será, pues, lIlO- tierra son h ermanasjemelas. A cada pensa­rir en aquellos parajes, sin una tumba, sin miento que tiene un ánjel en el cielo, brota una cruz í amasado con las bestias i con el una estrella mas, i a cada oracion de un niño lodo! en la tierra, brota nna 11ucva flor en los jau'- La caravana de <¡ne veuimos hablando dínes. Orelllos, pues, para que se cubra el Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 154 EL MOSAICO. desierto de flor cs. Entónces todo estará per­fumado, i los camellos parecerán aves que cruzan el aire." Su voz clara i profunda repercutida por los senos del desierto, semej aba a algo reli­lijioso e inefable como una armonía bíblica. Pero vino la tempestad de arena, mas terrible que la vorájine del mar, i madre e hijos fueron estrll,jados por sus alas de muer­te en medio de una sombra continua. Apa­gase el canto, cesaron las caricias, i el tnr­bion ensordeció todas las voces, desde los gritos de maldicion de los beduinos hasta el alarido de angustia de las madres. Diez mi­nutos fueron bastantes para acallar aquella llUmerosa i fnerte caravana! Sinem bargo, pasado el estupor del primer golpe, Sahara volvió en sí como si desper­tase de un sueño de horrores .... Abiertos sus oj os, lo primero que vió fueron los cielos lóbregos e inmensos sobre sn cabeza ..... . quiso recordar, pero habia perdido la memo-l ·ia ........ no sabia donde se hallaba ni por qué se hallaba allí ........ sintiendo algo qUe le oprimia el pecho con el peso de una piedra, trató de alzar la mano l)ara cojerlo; mas su mano casi agarrotada no quiso obedecer al movimiento ni soltar lo que tenia cojido. Entónces lo recordó todo ......... su vlaj e por el desierto, la tempestad de arena .... entónce¡; pensó en sus hijos, que tal vez habian perecido, en su esposo, a quien no volveria a ver, i lanzando un grito doloroso hizo un esfuerzo supremo i se levantó. Lo que oprimia su pecho eran sus hijos, a quienes habia agarrado contra Sil corazon durante la tempestad con la fuerza de la desesperacion. Levantólos uno en pos de otro para ver si respiraban aún, i temo blando de miedo reconoció que Aurora i Alí no estaban mas que desmayados. Llena de afan llamó sus criados; estos no la respon­dieron. Llamó en seguida a sus amigos de la caravana, pero sucedió el mismo silencio. Entónces pensó en que estaba sola en medio de la noche i del desierto, en que tal vez se la habia abandonado por sus compañeros de peregl'Ínacion, i algo helado i penetrante ntravesó su corazon como el filo de una es­pada. Poseida de una angustia mortal llamó con mas fnerza una, dos, tres veces, pero nadie concurrió a su socorro, acabando por espantarse del ruido de SI1 misma voz. En torno suyo habia algo como una colina sombría: era la tumba de la caravana for­mada por las arenas de la borrasca. Su ca­mello mismo habia perecido en la confia­gracion jeneral, mas el noble animal no se habia sacrificado inútilmente: su cuerpo co­loeado entre la familia i la tempestad era lo que habia sal vado a la infeliz madre i a sus hijos, velando 'sobre ellos como sobre sus cachonos queridos. El bruto conoce tam­bien la piedad i el amor. Sahara habia perdido, pues, hasta su últi· mo arhigo en aquella rejion abrasada. Recojió sus hijos, pusólos en su regazo, sonrióles en la oscuridad i devolvióles la vida con el calor de sus besos. -Mamá e dónde estamos? preguntó el mayorcito. --Duerme, hijo mio: hemos hecho alto. --Yo no veo nucstras tiendas. -N o importa, duerme; el Profeta vela por nosotros. --I vcremos mañana a nuestro padre? -Sí, hijo mio; i de no, estaremos en el cielo. -I él irá a buscarnos allá? .... No es cierto que el cielo es mui lindo? -Sí, AJí, él nos irá a buscar porque él es bueno i cumple con la lei de sus padres. El niño calló i la madre bajó la cabeza i se puso en oracion. Qué no pediria a Dios aquella madre cuitada sobre altar tan solem­ne! Su plegaria debia tener toda la intensi­dad del dolor. Pronto apareció el sol en el horizonte dando principio a un dia ardiente i despe­jado. Aurora i Alí dormian como dos con­chas sobre la arena. -Pobre de mí! dijo Sabara, el día ha venido ya, pero él solo ha venido como una lámpara impía a mostrarme todo el horror de mi situacion ... qué haré, Alá sober;:;,no? lVfarchar adelante,a pié i llevando a mis hijos sobre los hombros, es marchar a una muer­te segura, pues mis piés se hundirán en la arena, mis pobres hijos me fatigarán en se­guida .... me faltará el agua i los ví veres ... i despnes de todo, qué rumbo seguir? Que­darme aquí es sepultarme viva con ellos ..• i Dios de lVIahoma, inspirad me ! Una sed ardiente i cruel tostaba los la1)ios de Sahara, por lo que tomando su mochila, que por casualidad estaba a su lado, sacó de ella un frasco con agua. ,sí, tomolo i fné a beber, mas apénas empezó a sentir el dulce frescor se detuvo asustada i como si hubiera ido a cometer un crÍmen. Era que habia pensado en que no habia mas agua que esa, i tal vez sus hijos se de&pertarian con sed. Sahara era madre i no bebió! Pasó una hora .... la sed contillt~aba cada vez mas terrible. e Qué hacer? beber .... ~ sal varse ella, o sal yar a sus hijos? Los niños se despertaron en seguida, i sus primeras palabras fueron: -Madre, tenemos sed . . -Aguantad un poco, hijos mios. -Nos abrasamos. -Un rato no mas. -N o podemos, mamá! La madre les humedeció los labios con su frasco queriendo ser avara i pródiga a un mismo tiempo. -Mira, Aurora, dijo despues AJí, tnrco duerme aún. Turco era el nombre del camello muerto; i luego -Pero, mamá e por qué no seguimos el viaje? .. qué se han hecho los otros viajeros? --No tengas cuidado, AH; pronto ven­drán a buscarnos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL MOSAICO. 155 -Agua! agua! mamá, gritó Amara. das uñas se gastaron hasta la mitad, i el -Sí, agua! agua! mamá, aTIadió Alí. nuevo dia la sorprendi6 en su inútil tai'ea .... -Hijos mios, dijo Sahara con los ojos la arena de abajo era reemplazada en el ins-llenos de lágrimas, aguantad un poco la sed, tante por la arena de arriba, i el polvo del porque si os doi de una vez la poca agua trabajo le quitaba la respil'acion. Vol viose, que hai, vais a morir durante el calor del pues, casi muerta alIado de sus hijos .... medio dia .... el sol está mui fuerte. ámbos niños estaban enfermos, i no decian -Entónces ya tendremos mas agua por- mas que agua! agua! que ya habrá venido la caravana. Sahara les refrescó los labios de nuevo, La pobre madre volvió a humedecer los pero sin rescrvar para sí una gota del salu-labios de'sns hijos. dable licor. -1 vos por qué no bebeis, madre mía, no El sol, inmenso como un globo i rojo teneis sed? pregnntó Alí.· como hierro candente, les quemaba los cner- -No, bija mio; no tengo .... 10 que vo- pos hnndidos entre la arena i sin una hoja sob'os bebeis me refresca a mÍ. de árbol ni umt tela que les sirviese de so m- 1 Sahara tenia la garganta hecha una brío. Era preciso resignarse a morir. áscua. Los niños volvieron a pedir agua, i Saha- Así pasó el dia i vino de nnevo la noche ra les hizo apurar la última que quedaba. sin que nada cambiase la monotonía del ho- En seguida hizo oracion al Señor, i se dis­l'izonte. Sabara no vió durante él ni un puso para rendir el último suspiro. Bendijo hombre, ni un ave, ni una fiera, ... aquel dia a Aurora i a AJí, les dió el último beso i se no habia ni sombras en la tierra, porque no de8pidió de su esposo con un grito de amor. habia ni nubes en los cielos. La madre oraba junto a sus hijos agoni- --Vámonos de aquí, decian los niños. zantes .... --Esperad, esperad un poco .... álgnien Esa Ql'acion era la última armonía de aquel va a venir a buscamos; mi corazon me dice cisne del desierto. que espere. Apesar de sn infortunio, Sahara no mur- 1 los niüos en su impaciencia llamaban a runro una queja: tenia toda la piedad del turco para que se levantase; mas tUl'CO tenia creyente. cerrados los ojos i los Iuiembros ríjidos como ' Mas, no queriendo que sns hijos, muer-si fuera de acero. tos ya, qnedasen insepnltoi', espuestos a ser La noche segnnda fué un tanto mas cruel devorados por las fieras, les tomó en sn re­qlle la primera; los niños dl1l'mieron poco i gaza i se hundió con ellos entre la arena. estuvieron pidiendo dátiles i agna a su ma- Era ya tiempo, pues media hora despues dre continuamente. Dátiles no habia como una tropa de árabes vagabundos llegó a no habia nada q né comer, i elfrasco del agua aqnel paraje a repartirse los restos de la ca­disminuia mucho, asemejanza del reloj de ¡l ravana destruida, i al haberla encontrado arena que mide los iustantes de un mori- viva la habrían vendido por esclava sepa-bundo. . rándola de sus hijos. . La inccrtidumbre, el dolor i la sed cada 1, cosarara, en ese mismo dia i a esa misma vcz mas terrible, prodnjeron al fin la fiebre hora, Rafar, el esposo de Sahara, caía muerto en Sahara; mas esta ántes de rendirse por de nn pistoletazo en un combate con una completo tu va una idea para sal val' a sns tribu enemiga. Esta familia, al parecCl' tan hijos, la que puso por obra en el instante. desgraciada, era por el contrario una familia Fué esta idea aprovecharse de los ratos en feliz, q ne se dormía en la tiel'l'a para des· que aquellos dormian para ir a escavar con pertal' reunida en el cielo. sus manos el monte de arena que servia de sepultura a la cal'avana, para ver si encontra­ba algunos recursos. Saham con esta idea, que ella creia salva­dora., fl1é feliz por algl1nos momcntos, pues si encontraba agua i víveres para algunos dias, pudiera mui bien suceder q ne pasaran ' por allí algunos viajeros que la recojiesen. Acaso tambien podria fabricarse nna tienda que guardase a sus hijos del calor del sol. La pobre i desolada madre se puso a es­carbal' la tierra con sus manos como un lobo que busca su presa. Inútil intento! la arena tenia por todas partes uu espesor de dos metros. Pobre mujer! veinticuatro horas ántes tan feliz, tan opulenta, i ahora tan desgraciada i tan pobre que no tenia un vaso ele agua ni un pan para sal val' a sus hijos! Pronto sus manos, hechas para ma­nejar el abanico i j ngar con las flores, em­p~ zaron a desangrarse .... sus lindas i 1'osa- Premiador Alá de la tel'llura de aquella madre, hizo que sus lágrimas, fecundando el desierto, hicieran brotar el césped i las plan­tas en algnnos puntos del inmenso arenal, para el alivio de los \'iajeros. Tal es el orí­jen de los oasis.--F.. .P.É.R EZ. LA GORRA EN EL PERIODISMO. En el último siglo i en los últimos años ha hecho el periodismo avances sorprendcntes. Bole­tin del espíritu humano siempre en ebullicion, abre a la vista de todos un cuadro, estenso i va­riado a medida de la civilizacion de cada pueblo. Los libros están destinados para las bibliotecas, para los gábinetes, para las academias, en fin, para. las horas descansadas i libres de cuidados. Los periódicos son nojas volantes entregadas a todos los vientos, para llevar a los otros pueblos, con el vuelo del ferrocarril i del telégrafo, lo que da. de aí el espü'itu de (,l(1,d(1, pueblo, su retrato moral i Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 150 EL MOSAICO. .. .,".,I"\.' •. ,'.,., •. ,.',,'\.(\I".'I".' •. ' •• , ...... , •• ' ... '.h"A. •.•••• 1(11 ••••••••• ,." •• " .......... -..,., ••••••••••••• "--" •• ........... U' •• I •• ' •••• ,.~ •• \&I ... , •• # •••• \I.\.,.'t-., •• ".".' ~.',.',. (~.".1 •. '~ físico, su adelanto o retroceso. El periódico, múl- por los ajen tes de fuera, porque, segun ellos diccnr tiple en su forma por los innnmerables ram9S que nadie quiere suscribirse. Los lectores saben arre­abraza, pero teniendo siempre por objeto la civili- glarse de tal modo que la lectura les salga gl'átis, zacion, está destinado a los campos i a las ciuda- i poco les impol'ta que el empl'esario tenga iuver­des, al nacional i al estranjero, al comerciante i al tido un capital improductiyo; poco importa que artesano, al gobernante í al sacerdote, al literato i el escritor haya empleado largos años de estudio i a la. dama. En los pueblos atrasados i faltos de su tiempo actual sin provecho de ninguna especie. brío, como algunos que pudiéramos citar, no se leen Al llegar el correo, el establecimiento del ajente los periódicos, i si alguno los escribe es estranje- se llena de aficionados' quién toma un periódico, ro. En otros paises un poca mas adelantados i es- quién otro, i enmedio de epigramas í comentarios, piritualas, como el nuestro, la prensa encarrila i, una o dos horas han pasado insensib1es i rápidas. por decirlo así, impone la opinion a los ciudada- como el humo de sus cigarros; los periódicos es­nos_ En los paises donde la libertad se ha dcsa- tán leidos. Quién querrá, pues, suscribirse? Si l'I'ollado completamente; donde el respeto de cada hai en la poblacion unos pocos suscritores, sus pe­hombre i del gobierno a los derechos de los demas riódicos van rodando de mano en mano, miéntI-as hombres es una realidad; en donde casi todos los que los otros quedan oojo el mostrador del ajoentC'f hombres saben leer i comprenden la necesidad de i cuando estén ya en estado de senil' para e-m·tu­un gobierno justo i popular, como en los Estados chos, vuelven al poder del amilanado empresario. Unídos; allí, decimos, la opinion es quien manda que tantas esperanzas tenia fincadas en la opinion i dn, la lei a la pl'ensa. Allí el periodismo es un i paf/riotismo de sus copartidarios. l'eflejo no mas de la opinion pública. En la capital, una parte de los lec tares se da En los Estn,dos Unidos, apénas amn,nece, los pe- tan bien sus trazas, que al fin los lee todos, om en l'iódicos cubren las puertas de las casas i brotando la biblioteca, ora en la peluquería, ora en In, foncla, como por encanta a todas horas, pajo distintos pero sicmpre (le gorra. nombrc-s, con distintas banderas o aspiraciones c1i- Por lo que n, nosotros sucede ordinariamente, yersas, se le ve en el bufete del majistrado, en los juzgamos de Jos demas que teciben periódicos. 1 salones, en los buques, en los feITocal'1'iles, en los es bueno estamparlo en letra de molde,. aunque coches, en las fondas, en Jos billn,res, en las pelu- pn,rezca a algunos exajcrado, i ann cnando los querías, en todas partes. Los hombres mas ocupn,- otros no hagan mayor caso i prosign,n illlperturba­dos hallan un momento para ojear sus columnas e bIes en su gOl'rís.tico sil!fl.ema.. imponerse de In, situacion de su patria i del mundo; El mártes último veniamos dcl despncho €le la¡ los campesinos al llegar el correo dejan el arado i imprenta, con" La Opinion" en la mano, fresca, corren a recibir sus perió.dicos como un alimento húmeda, acabn,da de salir, como a todo buen lec­necesario de sus espíFitns. tor le agrn,da leer sus periódicos. Habiamos en- Es indudable que entre nosotros se leen mucho eendido ademas un buen cigarro, pues así como a los periódicos, i el influjo inmenso que tienen ellos Rousseau le. gustaba dar un bocado i una ojea.{ln, a nadie se atreYeria a disputarlo. El periodismo ha su libro; así nos gusta a nosotros una bocanada derramado en casi todas las ramas de la sociedad de humo í un párrafo. Tres bocanadas en formn. ciertos conocimientos i cierta apreciacion del de- de preludio habiamos dado i ya empezábamos a recho propio, bien que ha estraviado a la par mu- leer:" La paz continúa en los Estados; pero el chos espíritus. Pero si ha sucedido esto último no órden ____ cuando sentimos una muno que nos de-se debe directamentc al periodismo, sino a la mala tenia i que por lo pronto supusimos ser de algull direccion que se le ha dado, a los pocos esfuerzos íntimo amiga, que tal confiauza se tomaba. Pero ue los hombres patriotas para protejer los buenos al alzar los ojos medio distraidos, nos encontra:­periódieos. mos con un personaje, cuya existencia ignorá- Prescindiendo de esto, i dejando a cada cual el bamos, calzado eso SL i con aire de caballero, el derecho de trabajar por las ideas que creyere me- cual sin dirijirnos siquiera la palabra, nos most¡;ó jorcs, pero fijándonos únicamente en la importan- su cigarro, en señal de querer comunicarlo con el 'cia jeneral del periodismo, queremos hacer una re- nuestro. Semejante. descortesía, tan comun en fiexion sobre los obstáculos que cad,t uno presenta, Bogotá, es insufrible para toda persona delicada, para que el periodismo se desarrolle entre nosotros. por cuyo motivo quisimos decirle: En vez de mo- Son dos heehos indudables: 1.0 que cntre n080- lestar usted tan prosaicamente a una persona des­tros hai gusto por la lectura de los periódicos, i conocida ¿ no seria mejor que llevase consigo su 2.° que csto~ tienen graYÍsima influencia sohre la cajilla de fósforos? Pero ni siquiera babria habid(} marcha de la relijion, la política i la literatura, tiempo para dio; pues acto continuo se fijó en el ya que por desgraoia no ha podido estab.lecerse periódico leyendo algunas líneas allá para sO's aden­aun el periodismo industrial i científico. tros, i nos apostrofó en estos térmiuos : Ah r "La 1 bien! supuesto esto, en qué consiste que Opinion!" Con qne usted lee" La Opinion?" Sin abundando los escritores públicos i las imprentas, contestarle siquiera, nos hicimos mentalmente esta no se haya podido establecer toelaYÍa un diario, a otra pregunta. 1 por qué este hombre, que nuucn. no sel' el que rejistra los aetos oficiales de los go- nos ha sido prescntado,se atre,e a detenemos en la bernantes? De aquí depende el que nadie pueda calle, a leer nuestro pcriódico, a dirijirnos In, pa­vivir aquí de su pluma, como en Europa, en los labra, a hacernos preguntas sobre asuntos que nada Estados Unidos, en el Perú i en Chile? De qué lc interesan? 1 seguros de encontrar otros diez im­depende que los mismos empresarios de periódicos portunos como este, eorramos el periódico i lo se­apénas obtengan por su trabajo 10 estricta:nente pultamos así acabado ele nacer, en el bolsillo, COIllO necesario para una oscura exi.stencia? en una tumba. La solucion de este problema se resuelve, con el Llcgando al establecimiento, lo desdoblamos i mote que ha encabezado estas líneas. dimos princil)io de nue1'0: "La paz continúa en Si en un elia de correo nos acercamos al dcspa- los Estados; pero el órdcn __ -- oho de cualquier imprenta, veremos llegar monto- -lIombre!" La Opinion !" grit6nos un gazn{¡­nes ele periódicos atrasados que. han sido devueltos . piro que por In, callc pasn,ba, i sin la menor ccrcUlO- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL MOSAIOO. 157 l'Iia, sc acercó a nosotros de un brinco i nos lo qui­tó de las manos. ,Con qué es Garda el redactor de " La Opi­bion"? I tiene talento, no se puede negar! Luego siguió leyeudo en voz baja, miéntras no­sotros que al principio nos habiamos quedado lite­ralmente pasmados de sorpresa por su admirable grosería, volviendo en nosotros mismos, casi le saltábamos al cuello para ahogarlo. -Qué te parece esto? ja ja ja ja! -Pues qué nos ha de parecer, caballero, si no lo hemos leído! Como no era ni queria ser buen entendedor, continuó su lectur a, sin dársele tres caracoles de la r abia que nos brotaba por los ojos. Por fin tiró sobre 1:1 mesa el papel i esclamó con el aire mas filos ófieo: "Este país está decididamente per­dido ! " Volvimos a comenzar: " La paz continúa en los Estados; pcro el órden ___ _ Esta vez no fué uno sino cuatro los que nos in­terrumpieron. -Vamos a ver qué hai de nuevo en la "Opinion." --Oh! Oh! Aquí está tu remitido. '1Yl e alegro que les hayas dado ese ramalazo a los bandidos! Así esclamó uno de los visitantes, dirijiéndose a su compañero. -I no sel'á el último; pucs como te hc dicho, tienen al pueblo en candela. Leelo i verás, es una historia curiosa, replicó el escri tor. 1 su camarada empezó con la mayor flema a ensartar el dich oso remitido, del cual nosotros, enmcdio de la cólera, solo alcanzábamos a oir las palabras bandidos, usurpadores, impudentes. -Si! impudentes! impudentes! dijimos noso­tros, dando curso al sentimiento de rabia i despre­cio que nos dominaba hácia tales gorristas. Pero nuestras palabras, fueron interpretadas tan favo­rablemente, que todos cuatro aplaudieron i conti­nuaron con mas entusiasmo en su lectura i sus comentarios. Iba ya a oscurecer, cuando se des­pidieron tan amables tertulios i nosotros volvimos a comenzar: " La paz reina en los Estados; pero el (n'den ____ Dios del alma! como una aparicion del Tártaro entre la media tinta de la tarde, apareció una de esas cosa13 que aquí llaman criadas. -Que recadito le manda mi señá Susanita que comost.á su mcrcé i que si le hace el ja,or de mandarle el Don Zaico. -Díle que es mi scñm'ita, que no conozco a,l tal Don Zaico. -No mi amo, es el papel de los versitos. -Acabáramos! Es" El Mosaico" ! Sin desdo-rios mensajes sin fruto, los recibimos todos man­chados de grasa i aun de tabaco, de lo cual echa­mos la culpa a la vieja lectora i a la espantajo­mensajera, supuesto que Susanita seria incapaz de tal cosa. Así grasientos i ajados los doblamos i los dirijimos al compadre susodicho, esperando des­quitarnos en la próxima semana, C011 la lectura de los siguientes números. Vana esperanza! Escrito está, quc uno ha de ser el último que lee sus pe­riódicos, si es que los lee alguna vez. Esta historia les pasa a todos i a todos se los oyen las mismas quejas. 1 qué se ha ele hacer pam remediar el lUal ? Los ciudadanos deben conocer el estado de las cuestiones públicas cn su país; deben o];¡servar el jiro de los acon tccimien tos políticos en las princi­pales naciones; deben saber las invenciones con que diariamente se elll'iquece la ciencia; deben, en fin, buscar algun solaz para sus espíritus. Por qué 110 contribuir con ¡tlgo a lograr ese objeto i a me­jorar el periodismo? Solo es justo que gocen del derecho i la lectura grátis del periódico los escritores, ya que no tie­nen remuneracion alguna por su trabajo i sola­mente lo hacen por servir a su causa. EUDORO. A LA SEÑORITA J. G. IJa flor que se abre al asomar la aurora Para exhalar su esencia virjinal, No es tan hermosa como tú, señora, Rejia creacion de mi soñado ideal. Ni la odalisca en el harem cautiva, Pero sultana del sultan allí, Alcanza a ser como la Julia altiva Que comparo tan solo con la hurí. L 6jos, mui léjos del Zipano suelo Existe un valle encantador tambien ; Si tu pudieras dirijir el vuelo Hasta llegar a mi querido Eden; I te sentaras al morir el dia, Baj o el ramaje de la palma real, Para escuchar la tiel'l'la melodía Del mal' que besa mi rejion natal; Si allí te viera, peregrina clama, Absorto no supiera qué pensar, Si eras tú la deidad del Tequendama O la sirena de ese mismo mar. Hermosa .rulia, el desterrado quiso Ofrecerte el acorde que espiró; Si fuera Adltn te diera el paTaíso, Si rei, mi cetro:- nada puedo yo ! blarlo siquiera, tendremos que enviárselo, so pena • de pasar por descorteses i poco galantes. En hora buena! aguantemos! Bogotá, mayo de 1865. EL POETA. C. -Mi señó, Eustaquia le manda decir tambien que es su señor de su corazon i que le mande el otro papel, que es pa ver una nigolojia de mi señá Jiliperta Chacona. -Bueno! Ahí están los dos papeles! 1 entre­gándoselos a 1.: maritornes, nos fuimos a acostar, renegando de los gorristas i sin saber en qué pa­rará la paz de los Estados. Tres di as habian pasado, cuando recibimos car­ta de UD estupendo compadre que nos deparó Dios en la Mesa de Juan Díaz. En ella se quejaba amargamente de que no le hubiésemos env.iado los periódicos; pues en aquella soledad, su úmco con­suelo era leer los periódicos i saber de Santafé. \Tímonos, pues, en la precision de reclamarlos de Susanita i de mi sia Filiberta: despues dc va- Enigma ele toelas las jeneraciones i de toclas las edades, el poeta ha llegado hasta nuestro" dias, sin que sepamos ciertamente si es una verdad o una utopia, si es un bien o un mal para la humanidad. Porque el poeta ha cantado a todos los pode­res i a todas las icleas. Porque el poeta ha sielo hm'eje, fanático, ateo, b\1rlon, serio, creyente, escéptico, lascivo, pu­doroso, filósofo, jugueton ..... j qué sé yo qué mas ! Sobre las pájinas ele la historia, sobre las que­rielas leyendas de los pueblos, sobre los orgn­llol'l nacional es, se ha al:ilado su poderosa YOZ, siempre para aplaudir, siempre para exnjerar Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 158 EL MOSAIOO. todos los sentimientos, i descartarlos del poI va con que la tierra los envolvia a su contacto. Por eso el poeta ha sido alternativamente el óien i el mal; la espada que hiere i el bálsamo que cura; el escal'llio que destroza i el llanto ,que consnela. Ha sido la lava del volean que 111archita a su paso las fiares i delTiba los árboles, para librar a otros mil árbolcs i a otras mil fiares de los sacudimientos de la tierra. Pero el poeta a mas de estas distinciones de tiempo, posee otra mas profunda. Al enaltecer nnestras facnltades, al dar un baño-de dulzll1'a a todo lo que el hombr3 siente i piensa, puede hacer uso ele su imajinacion, o de su corazon. El poeta ele imájenes. El poeta de lágrimas. , He ahí las dos grandes poesías que en todas las épocas se han disputado la victoria. l la voluntad se ha dirijic10 por esas dos sen­das, aprisionada e impotente, como el rio por su cauce. l usando la poesía de l11edio~ superiores, co­mo el alma de que na0en, ha dado tambien' re­sultados 1'uperiores sobre los demas ajentes que inclinan al hombre al malo al bien. El oro, el cálculo, la infiuencia i el dominio, han producido todos los pequeños crímenes i todas las pequeñas heroicidades de la tierra. La poesía .i la elocuencia han hecho nacer lo monstruoso de la barbarie, i lo heróico de la grandeza. , Vel'dad es que muchas veces la poesía, si­guiendo los hechas consmuados,' solo se ha li­mitado a apoyar i sostener un principio cual­quiera. Pero en este mismo caso ha sido su guia i su sosten, su eseudo 'i su coraza. T:l1ubien el poeta; ha sido el cantor constante de las pasiones i del amor. ¿ l cómo no cantal' a la mujer i al amor, cuan­do el esceso de imajinacion i de sentimiento lleva en sí mismo una sensuálídad escitante, una lascivia espi?'itual (permítasenos la frase) i un perfeccionamiento de formas indescriptible? El poeta sin amo l', es el soldado sin armas; la fiar sin riego; la luz sin espacio que ilumine; la hermosura sil1 viela. El amor es su medio, es su camino necesario, es el aroma de sus pensamientos. Su término puede ser diabólico o santo; su mision escéptica o creyen~e; pero sn senda es lo bello, i lo mas bello para el hombre es el amor en toda su estension. Pero con este principio, con esta aplicacio11' necesaria, no conseguiremos sin embargo aclarar ni resolver la uudaqneencabeza nnestro articulo. El amor por sí solo es otra de las claves enig­lmíticas que Dios otorgó a la hnll1::midacl, mién­tras ocupe la tiel'l'a, mansion clásica ele la ignO?'ancict. l no incluimos en ese :1mor, cl amor sublime de J esus, la hermosa fllente de la caridad, el puro manantial de la patria, ni cl tranquilo i • bello goce ele la familia. Hablamos lisa i llanamente del amor sexual. l ese amor sexual, tan concreto, tan definido i tan claro, es a pesar de todo, el que -ha chelo oríjen a tantas magníficas epopeyas, i el que ha servido de guia al poeta en sus varios i contra­dictorios caminos. Homero, poeta de imájenes, canta el amor impetuoso i criminal. Virjilio, el amor griego de las formas, del arte i del clasicismo de la materia. Ariosto el amor ele la edad media. Dante el amor soñado. Goethe, poeta de corazon, el amor delirio. Espl'oDceda el amor perdido. Byron el amor materia qne domina al mundo. l por esas sendas fJ.ue partiendo de un mismo punto, se alejan lentamente unas de otras, Ho­mero i Viljilio llegan a los héroes fabulosos, Ariosto a la caballería- andante, Goethe al es­cepticismo mistificado i científico, Dante a la relijion, Espronceda a la desesperacion, i Byron a la carcajada del desprecio. ¿ Cómo, pues, quereis que os definamos al poeta, restrinjic1o, condensado i preso en versos i estancias, i mucho ménos al poeta libre, que exhala su inspil'acion en un canto, o en una ha­se; en un cuadro, o en una estátua ? El literato, tipo del esclusivo dominio de nuestro siglo, ha sido analizado por muchos es­critores, pero ¿ dónde está el análisis d~l poeta, considerado en sn esencia? ¿ Buscais su forma? Homero es ciego i viejo cuando llena el mundo con sns obras: Byron hermoso, Ariosto altivo, VÍljilio humilde, Es­pronceda c?'apuloso, Goethe brillante. ¿ Buscais sn .cabeza para sujetarla al escalpelo moral de Gall? Las teneis de todas especies i figuras: angulosas, redondeadas, cónicas, pro­longadas, regnlares, monstruosas •.... ¡quién puede decirlo! ¿ lntentais sorprender su mirada? Sn mirada es Sil pensamiento: sus miradas son llUS obras i sus obras se pm'ecen entre sí tanto como la Iliada a don Juan, C.01110 la Divina Comedia al Fausto, como el Orlando al Diablo-mundo. En resúmen el poeta es el 'pcmelemoniun)' el algo que está en la atmósfera, que se encarna doqniera, que brilla, que arrastra un mOmento a la humanidad i que desaparece en seguida, para ,volver de nuevo en otra jenm'acion i en otro siglo, vestido con otro traje i armado con otra idea. Los héroes de Homero serian hoi bandidos i el Adan de Espronceela, en la edad media, un fantasma digno ele la hoguera. El poeta es su siglo embellecido; si su siglo es el crímen, será el crimeu grande i hasta her­maso; si su siglo es la virtud, será la virtuc1 de los ánj eles . . ¿ Porqué arrojais sobre su frente la maldicion o las bendiciones que os inspiran sus obras? Sus cantos son una historia viva, como las piedras son una historÍ::!; muerta. l al ver el perfil de sus "iluetas en el cuadro de los siglos, les hallareis por único delito ha­ber pensado o llorado mas que sus contem­poráneos. El poeta ha (le ser tambien el- hombre C011 sus pasiones i defectos; i en el hombre tarde o temprano se infiltran las pasiones del siglo que le bautiz6. Alma o materia, canta porque Dios le conce­dió un rayo de luz para que ilnminase las iute­lijeneias, como mandó al sol un soplo ele fuego para que alumbrase. Canta porque no pueele permanecer silencio­so, porque es su deber i sn destino, i porque le guia una mano olllnipotente. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL MOBAICO. 15ü \'"'',,''' 1f~ 4 "4'~," .'~.4 '.,'" "" jI .'0". "" •• ',', •••••• ," " '. I O,, ~, 00 '.,. "'. j'. f" 10, •• , O',. "., •• ••• , •• jO•• •••• lo' lO 10. "0", '"" •••• "" •• " •• ,1'.", ",,',." f".' ••••• "0"" t" 'O •••• , •• tI ., •• ,~ 1 cuando su voz ha perdido la fuerza, cuanelo el eco ha llegado hasta el fondo de las cabezas o de los corazones, el poeta se disipa para que otra voz fresca i lozana yeng::t a reemplazar a la suya, i a cumplir su destino en otro siglo i en otra jel1eraciol1. Ese es el poeta en la llistoria i en I1llestro siglo: 110 es el hombre bueno ni malo; es el hombre simplemente. Pero ¿ i ese poeta soñado (me direis), todo amor, mezcla indefinible de todas las poesías, amalgama confusa ele las bellezas de la huma­nidan, i ál1jel sin mancha ni defecto? Ah ! ese poeta solo existe en nosotros: bus­cadle en vnestra imajinacion i en vuestros de­seos, como bnscais en ellos una socie,-ad mas perfeccionada. Si lo concebis, mi c1escripcion os parecerá pálida i débil; si nunca le habeis soñado, j pa~a qué exijís de mí otro sneño mas! --_ .. -+-.~. - - - A LA SEl\'OIU'l'A EUJENU BELLINI EN LA LEONOR DEL TROVADOR. Bella Leonor, tu virjinal acento Deja el rumo,' de dulce melodía, Que ajita el alma, como el manso viento La mustia palma al declinar el dia. Garza divina que amorosa jime 1 el ala inclina al ver su trovador Oiego dudar de la pasion sublime Que ha de acabar a la infeliz Leonor. Oisne del Adda que su vuelo posa En mi apartada i oriental rejion, Para exhalar su cántico armonioso O sollozar con triste diapason. Al oir tu canto se disipa el alma, Oual íris bello en adormido mltr; 1 en nuestro seno la perdida calma. Deseara en vano, mísero, encontral". Todo lo olvida la memoria mia; Llt vida misma de proscrito aquí. Hasta el dolor que toca en agonía De un amor desdichado para mí. Bogotá, mayo de 1865. C. ---"'-+-.. -- INES DE LAS SIERRAS, (Continuacion.) Encendimos cnatro antorchas, i nos meti­mos en la escalera principal, al traves de los escombros que la obstruian pOí' todas partes; Bascara iba en medio de Sergy i Boutraix, que le alentaban con su palabra i con su ejem­plo, haciendo ceder el miedo a la vanida<;l, tan poderosa en una alma española. Oonfe­saré que aquella incnrsion sin peligros teni~ sinembargo algo de aventurera i de fant~s­tica que lisonjeaba secretamente mi imajina­cion, i puedo añadir que presentaba dificul­tades propias para escitar nuestro ardor. Una parte de las paredes habia caido i formado en veinte puntos diferentes otras tantas ba­rricadas accidentales que era preciso desviar o salvar. Tablas, vigas, postes enteros, cai­dos de las partes superiores del enmaderad.o, se cruzaban i se entrelazaban en todos sen­tidos sobre las gradas rotas euyas astillas angulosas se erizaban bajo nuestros piés. Las antiguas ventanas que habian dado luz al vestíbulo' i a las gl'ac1as habian oaido hacia largo tiempo, arrancadas por los huraca­nes, i 1;:osotros no reconociarno sus vestijios sino por el ruido de los vidrios rotos que la zuela de nnestras botas hacia crujir. Uu viento impetuoso, cargado de nieve, so iu­trod ncia con horribles silbidos por el h lleco que ellas habian dejado cayendo de un golpe uno o dos siglos ántes; i la vojetacion salvaje cuyas semillas habia al'l'oj ado allí la tempes­tad, añadia algo a los embarazos de aquel tránsito i al h orror de aquel aspecto. Yo pensaba, sin decirlo, que el corazon de un soldado iri~ con un ímpetu mas fácil i natu­ral al ataqne de un reducto o al asalto de una fortaleza que allí. Llegamos por fin al descanso del primer piso, i nos detuvimos un instante para tomar aliento. A nuestra izquierda se abria un corredor largo, estrecho i oscuro, cnyas tinieblas no pudieron disipar nuestras antorchas hacina­das a la entrada. Delante de nosotros estaba la puerta de las habitaciones, o mas bien, ha­bia estado, Esta nueva invasion no nos dió mas trabajo que el de entrar, con la antor­cha en la mano, en una sala cuadrada, que habia debido recibir a los hombres de armas. Al ménos. así lo j llzgamos nosotros por dos filas de banquetas destrozadas que la guar­necian por todos cuatro costados, i por 'álgu­nos trofeos de armas comunes medio carco­midos por el orín, que colgaban aún de sus paredes. La aotravesamos haciendo rodal' con nuestros piés cnatro o cinco astas de lanza i otros tantos cañones de escopeta. Da.ba en­trada esta sala por Uila esquina a una galería mucho mas larga, pero de una anchura me­diana, en cuyo lado derecho habia unas ven­tanas vacías como las de la escalera, i donde se columpiaban todavía los restos de una j am ba podrida. El piso de esta parte del edificio estaba tan deteriorado por la in­flu encia de la atmósfera i por la caida de la lluvia, que abandonaba todos sus empates, i no prolongaba bácia la pared esteríor sino una franja delgada i destrozada. En esta díreccion se le sen tia doblegarse i volverse a levantar con una elasticidad sospechosa, i el pié se comprometia allí como so'bre un polvo contacto que no necesita nad.a para ceder. De espacio en espacio, las partes mé­nos sólidas comenzaban a desmoronarse de­jando huecos anchos i carrichosos quo la marcha de un curioso mas temerario qne.yo no habria sondeado impunemen te. Yo arras­tré brnscamente a mis camaradas hácia la pared de h. izquierda, donde el paso parecia ménos aventu\·ado. ~sta estaba cuhi'erta de . cuadros. -Tan cierto como que no hai Dios, estos son cuadros, dijo Boutraix. ¿ El borracho que enjendró a a.quel necio del arriero. ven­dria realmente hasta aquí? -No! le respon,dió Sergy con una risa un poco amarga,. Se durmió sobre el' dintel de la iglesia de Mattaró, ;porq,ne el vino que habia bebido le impidio ir mas léjos. -N o te pido tn opinioll, replicó 130utraix Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 160 EL MOSAICO. /U·\_·\.· •• • ••• • .• ·.I •• ".',., •• , •• ¡·.'.\', •.• \ .. \I'I .• 1.' •• '1.' •• ' ••••• , •••.•••••••• ' •.••••••••• , •. , ••••• , .••.••.•..•.••.••.•••••• '" .•• \ ••••••• , ........ ,.) ••• , ••• •••••. , ••••.••.•• \, ••••••• 1 •••••••••••• '1; clavando su anteojo sobre los cuadros dislo­cados i polvorosos que tapizaban la pared en líneas d~iguales, bajo una mnltitnd de ángulos capl'icllOSOS, pero sin que se enC011- trase uno solo que no se alej ara mas o 111é­nos de la perpendicular. Son cuadros en efecto i retratos si no me engaí'ío. Toda la familia de Las Sierras ha habitado en esta ladronera. Semej an tes vestij ios del arte el e los siglos remotos habrian podido fijar nuestra aten­cion en otras circunstancias, pero estábamos demasiado U1jidos para asegurar a nuestra pequeña caravana un albergue seguro i có­modo para emplear mucho tiempo en el exámen de esas telas rotas que habian casi desaparecido bajo el barniz húmedo i negro de los añ.os. Sjnembargo; al llegar a los úl­timos cuadros, Sergy acercó a él sn luz con cmocion, i agarrándome vi vamen te por el brazo: -Mira, mira, esclamó, este caballero de mirada sombría, cuya frente está sombreada por un penacho rojo: i este debe ser el mis­mo Ghismondo ! Ve cómo el pintor ha es­presado maravillosamente en esas facciones jóvenes aún _ el abandono de la voluptuosi­dad i las zozobras del crímen. i i Es una cosa triste ele ver! . -El retrato qne sigue te indemnizará, respondí sonriendo a sn hipótesis. Es el de una mujer, i si estnviese mejol' conservado, o·mas próximo a nUDstros ojos,'te extasiarias a la vista de los encantos de 1nes de Las Sierras, porgue se puede suponer tambien q ne es ella. Lo q ne se distingue es ya a pro­pósito para producir una viva impresiono i Ouánta elegancia en ese talle esbelto! i Qué atracti vq tan seductor en esa actitud! i Qué brazo i qué mano tan perfectamente mode­lados! i ·Ouántas bellezas prometen en el conjunto que se nos escapa! i Así debia ser lues! -Así era, respondió Sergy arrastrándome hácia él, porque bajo este punto de vista acabo de encontrar sus ojos. Oh! jamas ha hablado al alma una espresion mas apasio­nada! Nunca la vida ha salido mas viva de báj o el pincelf" 1 si q ni eres segnir esta indi­eacion bajo las costras del lienzo hasta el dulce contorno con que la mejilla se redon­dea alrededor de esa boca encantadora; si comprendes como yo el movimiento de ese labio un poco desdeñaso, pero donde se sien­te respirar toda la embriaguez del amor .... -Me formaria una idea imperfecta, con­tinué friamente, de lo que podia ser una mujer linda de la corte de Oárlos-Quinto. -De la eOl'te de Oárlos-Ql1into, dijo Ser­gy bajando la cabeza. i Es verdad! . -Aguardad, aguardad, dijo BOlüraix, a a quien su alta talla permitia alcanzar con la mano hasta el earton gótjco con que.es­taba adornada la varilla inferior del marco, i que acababa de frotarlo muchas veces con su pañnelo, hai aquí un nombre escrito en aleman, O e11 hebreo, si 110 es en sirinco o e11 bajo breton: pero i el diablo que l@ descifre! Yo intentaria mas bien esplicar el Alcoran. Scrgy dió un Rrito de entusiasmo. -lues de Las Sierras! Ines de las Sierras! repitió apretándome la mano con una espe­cie de frenesÍ. Leed ahora! -lws de las Sierras, repuse yo: está bien; i estas tres montaüas verdes en campo elora­Jo, deLian ser los Llasonos de su familia. Parece que aquella infortunada ha existido realmente i que habitaba este castillo. Pero es tiempo de buscar un asilo para nosotros mismos. B N o estais dispuestos a penetrar mas allá? '-i A mí, señores, a mí! gritó Boutraix, que nos habia precedido algunos pasos. lIé aquí un salon de compaüía gue no nos hará sp.spirar por las calles húmedas de 1vIattaró ; un alojamiento digno de un príncipe o de un intendente militar. El señor Ohismondo amaba sus comodidades, i la distribucion de la habitacion no deja nada que desear. Oh! soberbio cuerpo de guardia! Esta pieza inmensa estaba, en efecto, me­jor conservada que lo demas. El fondo solo recibia la luz de dos ventanas mui estrechas que, a favor de sn disposicion, se habian preservado de las degradaciones comunes a todo el edificio. Sus tapicerías de cuoro gra­bado i' sus grandes sillas a la antigua tenian yo no sé qué aire de magnificencia, que su vejez hacia aun mas imponente. La chime­nea. de proporciones colosales, que abria sus anehos huecos en la pared de la izquierda, parecia haber sielo construida para veladas de jilYantes, i las maderas de demo-licion, es­parcidas en la escalera, nos habrian suminis­trado un fuego regocijador durante centena­res de noches semejantes a la que iba a tras­currir. Una mesa redonda, que no distaba de la chimenea sino algunos piés, nos recor­dó involuntariamente los festines impíos de Ghismondo, i convendré de buena gana en que no la miré sin Un poco de sobresalto. Necesitamos muchos viajes, ya para pro­veernos de la leña necesaria, ya para tras­portar nnestros víveres i luego nuestras ma­letas, cnya economía podia haber sido se­riamente comprometida por la inundacion fluvial del dia. Todo se encontró felizmente sano i salvo, i aun los avíos de la compañía de Bascara, estcndidos sobre los espaldares de las sillas delante del hogar encendido, brillaron a ·nuestros ojos con ese lustre fac­ticio i esa frescmta anticuada que les presta el brillo impostor de los quinqués. Es cierto que el comedor de Ghismondo, alumbrado ontónces por diez antorchas encendidas há­bilmente acomodadas en diez candelabros viejos, estaba ci81tamente mejor iluminado que lo estuvo nunca, en tiempo de que se haga memoria, el teatro de una peqneTIa ciudad de Oataluña. (Con tinuará.) IlIIPREN'fA DE " EL lIIüSAICO."
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Tipo de contenido: Prensa

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El Mosaico - Año IV N. 20

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El Mosaico - Año IV N. 32

Por: | Fecha: 18/09/1865

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Núm. 32. :Bogotá, lúnes 18 de setiembre de 1865. - Preoio: 10 centavos. Afio VI. RI6DICO DE 1 TDUSTRIA, CIENCIAS, ARTES, LITERATUH,A E INVENTOS. A CARGO DE UNA ASOCIACION PROGRESISTA. CONTENIDO. El Nillgora-Curlosa i yerldicn rclaciou-EI pájaro azul-Poesia. Una buena respuesLa-L\ elll.a -Errata sustancial-Avisos. EJIItI •• VIAlES POR EUROPA 1 AMERICA. EL NIÁGARA. . La. catarata del Niágal'a ?s un espectáculo gran· dIOSO, que gana mas a medIda que se le estudia i contempla mejor. El Niágara no tiene mas rival en el mundo, que nuestro salvaje salto de Tequen. dama; pero cuánta es la diferencia entre las dos maravillas! El caudal de aguas es mucho mayor en el Niá· gara (caen cien millones Je toneladas en cada hora) i el espectáculo mas variado, pues la cascada se di vide en tres ramas, mas o ménos hermosas para hacer su descenso; i, tanto ántes como des: pues de él, presenta cuadros sorprendentes, ya en sus raudales, llamados r'á;pidos; ya en sus grandes remansos i remolinos, de cerca de cien metros de profundidad! Sus bordes a uno i otro lado son de roca viva, en partes revestida de pinos, i en partes de plantas trepadoras de un oscuro color. La som­bra de las nubes, el receptáculo del cauce, los jue­gos de luz i de sombra combinados i la reverbera­cion vejetal, dan a las espumas del monstruo, segun del lado que se miren, un tinte de esmeralda mui bello, i que hace un juego hermoso con los albos copos de la onda despedazada i de la bruma. Abajo en el lecho del rio este color es mas pronunciado. Los íris de la tarde i de la mañana, léjos de tenderse como un disco de piedras preciosas sobre la catarata, como sucede en el salto de Tequen­dama, tiéndense como una alfombra o como una cinta a sus pies sobre la lámina de lás aguas; pero es lo cierto que la aridez jeneral del lugar reyela la proximidad del polo; que no hai aUí esas seb'as de robles vírjenes que hai en el Tequendama, ni el matiz precioso de los bosques americanos, ni su perfume, ni su aliento adorn1ecedor. Escasean las flores; las aves no aparecen por ningun lado, i la aglomeracion de palacios, puentes i hotcles en me­dio a su circuito, da al lugar el tinte de una obra del hombre en vez de ese sello de grandiosidad na­tural, agreste, oculta i hasta difícil que tiene nues­tra cascada andina. Allá es el humo de un turbion desbaratado, el fragor del trueno, la aspereza de los montes, el encanto de dos naturalezas, la cáli­da i la fria; las flores arriba i las aves abajo, todo ~scondido como una fuente de los jenios superio­res. Acá es la voluptuosidad de una rcina que se desmaya; la música de una ola que juega; la obra del hombres en faz de la obra de Dios, el mármol labrado sobre el mármol bruto; el puente de hie­rro sobre el abismo; el humo de la locomotiva opuesto al aliento brumoso de las aguas; el riel en vez de la breña; la monotonía de las rejio­nes heladas; la ausencia de los cantos i de 101> , perfume!, i la vjEta absoluta de todos loa detalles. Allá el misterio, acá la claridad. Allá todo el vigor varonil de la creacion en la altura, la fuerza. i la forma; acá todos los caractél'es dulces i sua­ves del sexo del amor. He ahí por qué, cediendo a las instancias del autor de Edda que me acom­pañaba en la con~emplacion de aquella belleza, escribí en un libro destinado a recojer las inspira­ciones de todos los viajeros, la cuarteta siguiente, que no tiene :lo mis ojos otro mérito que la esacti· tud de la comparacion : . l Salud, ártica reina, cuyo manto Sacudes en tu tálamo de rocas l Salud del Tequendama ondisonante JenLil i bella americana esposa I La catarata del Niágara está dividida en dos trozos principales, americano el uno, inglés el otro (este último es el de mas caudal) quedando entre los dos Goat I sland. La ca·tarata americana tiene 900 piés de ancho i 163 de alto; i la inglesa 2,000 de ancho i 154 de alto. El nombre Niágara es de un orijen incierto, pero se cree ser de estraccion iroquesa, i significar tnteno de aguas. El descubridor de esta marávilla fué un miem­bro de la compañía de J esus, frances de naci­miento i nombrado el padre Hennepin, misionero en aquellos..,parajes en 1678. Algunos dc los que dan estos informes, agregan que el reverendo se enloqueci6 a la vista del gran poder de Dios! Dicen que cuando una ave se aproxima a las fiores sus hermanas, canta para agl'adarlas; que lo mismo sucede cuando oye que las otras aves, sus compañeras de melodía, hacen resonar la selva con sus trinos. De la misma suerte yo,.quc estaba contemplando cl Niágara a la luz de la luna del lado del Canadá, solo i en altas horas de la noche, veía cernerse-en los aires i otear sobre mí a los poetas que han cantado esta obra de la creacion, i la música de sus versos penetraba en mi oído como u~a voz del cielo. Veía los pinos destacados a uno i otro lado como las sombras de los centi­nelas de la diosa, i repetia con Heredia "Ni otra corona que el agreste pino A tu solemne majestad conviene ..... " Veía igualmente la una i la otra ribera del rio, separadas por un abismo sombrío, i la una inglesa i la otra americana, i esclamaba con el inspirado lord lHorpete: "Que la lucha obstinada que mantienen tus andas en el abismo, desfogue allí su rabia podero­sa sin trepar nnnca a tus bordes circulares; pu­diendo las dos J?,aciones que demoran sobrc tus . márjenes, ser'en paz miéntras cesa el conflicto!)) La poesía estranjera despertó en mi el númen, i escribí los versos siguientes a la luz de la Osa, que estaba tan cerca de mí que me parecía poder­la cojer con solo levantar la mano. Sentado esLoi so'bre el abismo undoso, Bañado pQl' su bruma i por su alisDLO' PAIO D~ está, con él Il]i .pensamiento Sino coun;r" ~~pírit\l de 'amor! Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 250 EL MOSAICO. De la luna los pálidos ful gores Rielan sobre las aguas mil colores; El bosque duerme, duerme el aql, ilou. Todo es aquí magnífico l In noche, La hora, la soledad, el grito horrendo De este arco de agua esplend ido, cayendo En su tazou de roca secular I , mundo se han hecho el deber de poner allí, como un I ex-voto a la maravilla, o como un tributo a la va­nidad. Empero, los muros de aquel edificio no son un libro sino un mosaico inintelijible. El Terra­pin tieue 45 piés de alto, i fuó construido en 1833. Mas ¿ qué vale 'su horror i su grandeza, Qué de su pompa la ártica belleza, Si tú conmigo, ausente bien, no estás? De esmera lda i aljófar es su veste; Su esqueleto el grauito; su habla el tru eno; El pino es la guirnalda de su seno, 1 los íris la cinta de sus piés I Bello es sin duda, i grande ; es imponente, Cap richo al fin del Ser omllipotente Que bizo el volca n, i se sentó sobre él I ],{arcbita i descompuesta la corona, " El an eho nupcial traje de&ga rrado," Ronca la vo?, el paso apresurado, Semeja en Dido el fie ro desperta r. L0s diamantes i perlas a su paso Saltan a un lado i otro, cruje el raso ; Nlas ella solo marcha, i marcha mas 1, Tambien remeda a Safo enamorada Una mano en la lira, otra en el pecho, Buscando en la onda del turbion deshecho, Tumba o consuelo a un bárbaro desden, Una u otra, no impor ta ! mas sí sabe Que dentro mi alma solo tu alma cabe, Unica maravilla de mi ser I Oh I si a mi lado te encontraras ahora, , Aquí, sobre la roca, entre la espuma, Nuestros cabellos sueltos a la bruma, 1 entrelazados como tronco i flor, Nuestros labios, mi bien, se juntarian, 1 en un beso no mas esprimirian l'odo el jugo de amor del corazon I Yo quebraría en las olas, uno a uno, Los ebúrneos engastes de mi lira, Ya calcinados en la ard iente pira De tus ojos, de 1 um bre desigual I ..... ¿ Por qué no estás aquí, mujer amada, En vez de aqllesa sombra iluminada, Ánjel inmóvil que conmigo va ? Antorcha núbil la esplpndente luna Nos fu era entónces; ara santa, el rio j Sacerdote, el amor; templo el vacío, 1 tálamo el abismo aterrador! Oh I i mañaua cuando el sol luciera Del Canadá por la índica pradera Sonriendo luz i derramando amor, Linda como ningüna i mi steriosa, La náyade del Niágara serias, 1 en sus sirtes, saltando, estamparias La diva lmella de tu enano pié. 1 nuestras sombras por el agua errantes, Mitad deidades i mitad amantes, Al ser del monstruo mezclarian su ser I En invierno el Niágara se petrifica a causa del frio, i entónces su vista es semejante a una gruta de alabastro construida por las hadas. Un dia entero estuvimos viendo el Niágara des­cle los diferentes puntos de vista que presenta la escena. Contemplamos los r áp t'dos sobre un puen­te de hierro que la mano del hombre ha levantado sobre ellos para gozar del espectáculo con mas co­modidad. Fuimos despues al Ten'apin, que es una torre de picdra en forma de faro, i con una escale­ra interior que conduce a una plataforma con pa­samano. Desde allí se domina bastante bien la catarata. Llamaron mi atencion en esta torre los millares .le nomlwcR, ya grabados con n:n~.ia , ya escritos ('011 l('piz. que los yin,ieros --- A ELLA. Bendito amorque en májica delicia Arroba dulcemente el COl'azon; Bendito amor que coú,'irtió en alegres Mis horas de afliccion! Nació este amor como íris bonancible Despues de la deshecha tempestad, Como 'la nube que en la negra. noche Riela 'sobre el mal'. Como el límpido arroyo en que mitiga. El caminante su sediento ardor; Como el coposo arbusto que le ofrece Abrigo .contra el sol. Vivia sin amOl', i era mi vida Campo que no fecunda el manantial; Pero, niña, te ví; te amé sincero, 1 se acabó mi mal. Desde el in_stante en que por tí palpito Es mi existencia un cielo sin confin, Que ostenta del color de la esperanza El plácido matiz. Admiro mas la claridad del !lia, :Me es ma~ hermoso el firmamento azul, l\1as apacible dc la blanca luna . El rayo de su luz. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 256 EL MOSAICO. Bendito amor, qt{e al ánimo abatido Devuelves luz, inspiracion i fe; B endito amor, que borras del recuerdo Las horas que lloré! Pasan las horas i los días pasan 1 solo pienso en mi pasion i en tí; 1 Eoi con e. ' amor i este recuerdo Cual ninguno feliz. ROBERTO. ---........... --- ERRATA SUSTANCIAl, DEL TRA.DlJCT()R. En el número 4f6 del " Diario Ofic ial," pájina 1,624, en el artículo cualidades del cedron contra los venenos, debe learse: cualidades del liman con­tra los venenos, i debe sustituirse en todo el artí­culo la. palabra liman a la voz cedron. h·~ . '·.'..:.J· .. ·U .· .• ·V·H·'.·'.·, .. , ... , .......................... " .... ,. ............ u •• • " • •• ,. A VISOS . CAS.\ DE EUUC \l~ION PlUeTlCt Primera especialidad de est~ jénero fu ndada en el pals. ----44 ...... --- Bajo la direccion del infrascrito se abrirá al públi­co este establecimiento <)115 de cnero de 1866, i se darán en él las enseñanzas profesionales siguientes: 1 .° Agricultura. 2 .° COlDercio. 4 .° Aboga cía. 3 .° Iujcuh\.t1.u."a civil . 5.° Litel·at~·a . Cada una de estas cnseñanzas tendrá sus corres­pondientes escuelas prepamtorias, pero los niños que tuvieren los conocimientos requeridos, harán su cur­so profesional en mucho ménos ti empo que el exijido por este programa. AGIUCULTIJRA:-2 años de estudio. RAMOS DE ENi?EÑANZA. CLASES PREPARATORIAS. l. • Nociones jenerales de jeo- , lojía. I 2.° Cul~ivo .de los ?ampos i for- Escritura-español- arit- ~am on I mane)/) de las ba- mética práclica-jeogra. mendas. I f ' " . 3.0 Horticultura. r la patrlU I nocIOnes de 4.° Veterinaria, i arte de man- JI la universal- contabi­tener, multip licar, mejornr i . lidad. cebar toda clase de ¡rana-dos, aves domésticas &." j tOUERCIO-3 años (le estudio. 1.0 Inglés i frances. , 2.° Contabilidad mercantil i siS-l terna métrico. Escritura - español- arít- 3.° Jaograría universal. ' t" 4.0 Lejislacioncomercial i ad ua- lile lca en todas sus nera. I aplicaciones. 5. ° Economía política i esta- I dística. ) INJE~UTURA-3 años de estudio. l.0 Las dos je?rñetrías. , ' ,.' _ . 2 .• Las dos tngonometnas. ~Escl ltura - espanol - Jeo- 3.° Dibujo lineal i topográfico. grafía patria-aritmóti- 4.° Agril~ensnra. ca en todas sus art _ 5.0 ArqUitectura. . l. p es 6.° Cálculo i aplicaciones. ) álJebra. ABOGACH-Dos años de estUllio, l.0 Lej islacion i ciencia consti-, tucional. I 2.° Derecho civil i dejeutes. r Escritura- español. 3.° Procedimientos. J 4.° Leyes patrias. LITERATURA-3 años tle estudio, 1.° Inglés, frances e italiano. 1 2.° R.i,storia universal i crooo- I Escritura - español - jeo- 10Jla. J fi ... 3.0 Ciencias intelectuales i gra- gra I patna I UUlvar-mática jeneral. sal- aritmética. 4.° Retórica en todas su:; partes ~ Las clase de relijion ¡ urbanidad serán jellerales i c¡bligatorias para todos los alumnos. OBSERVACIONES. Dos son las objetos que se han tenido en mira al hacer e~ta clasificacion en los estudios: el primero evitar que los niños pierdan el tiempo (i los padres su dinero) en el aprendizaje de materias que despues no les s irven para nada en la vida pdctica j í el se­gundo dar el primer paso en el establecimiento de cspecialidades profesionales, consu' tanda nuestras nece idades sociales i el justo lucro de los que se de­diquen a cllas. 'fambien se ha tenido ' en cucnta facilitar a los hijos de los pobres el medio mas cspeditivo posible, para hacersc a una profesíon industrial, honorable i provechosa, en poco tiempo. Habrá dos clases de alumnos en el establecimiento: los que permanezcan todo el año escolar en él, i los que solo asistan de dia, de las seis de la maüana a las seis de la tarde. La pension de un alumno interno en el año escolar, es la de 200 pesos de lei, de los cuales $ 100 se pa­garán el dia en que viniere al colejio el alumno, í $> 100 el dia 15 de junio siguiente. La pension de un alumno estema es de 180 pesos de lei, que se pagarán el dia en que viniere al colejio el alumno. En cualquiera época del año se admitirán alumnos tanto internos como es ternos j i de la cantidad del primer pago se hará la deduccion correspondiente al tiempo del año cscolar conido hasta la fecha de la admision del al U1"\l no. Pero el segundo pago se hará. siempre integrnmente, aunque el alumno salga del colejio, sea cual fuere la causa, ántes dc terminado el año escolar. Cuando sean col-ocados en el establecimiento dos o mas hermanos, se hará la rebaja de un cinco por ciento en el total de la pen ion. En ningun otro caso habrá derecho a rebaja o a deyolucion de la pension, aunque el alumno o alum­nos se retiren t emporal o absolutamente del colejio, i sea cual fuere la causa de su r etiro o salida. Solo en el caso de que se le consigne anticipada­mente la cantidad necesaria, el establecimiento se hflrá cargo de dar a los a,lumnos libros, ropa, calza­do, U otros efectos que deba tcner segun 1:1 órden de sus padres. Sin esa circunstancia, toda recomenda­cion sobre el particulal' se mirará como no hecha. 'fado pago se ha,rá en moneda de talla mayor. Para que un niño sea admitido en el estableci­miento, es indispensable: 1.0 que no tenga enferme­dad crónica o contajiosa: 2.° que sepa leer; 3.° que sus padres o los representantes de estos 6e obliguen a conformarse, en todo i para todo, con las reglas de la disciplina interior. En el establecimiento no se dará mas que los ali­mentos i la instruccion j 19S niños deberán pues lle­var a él su ropa de uso, útiles de aseo, cama, baúl, libros &." El lavado i aplanchado de la ropa sC'rIÍ. de cargo de los padres de familia, j lo mi mo los gastos de asistencia médica en caso de enfermedad_ Dirijirse con tiempo al infrascrito, en su casa de habitacion de esta ciudad, de las diez a las cuatro de la tarde. Las personas dc fuera de la, capital podrán haccrlo por medio del correo. Bogotá, 12 de setiembre de 18G5. FELIPE PÉREZ. 10-1 SIL V A & V ALEN ZUELA. ACABAN de recib ir el mui tino i acredita­do Chámpaña "Comte de Villefort, prés Rheims," en medias botellaR de cuello dorado. 1to venden por mayor i por menor, a p r ecios equitativos, en RU almacen, carrera de V cne­zuela, calle 2.a número 65. 3-2 Il!PR E::\TA DE "EL )IOAICO. "
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Tipo de contenido: Prensa

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El Mosaico - Año IV N. 32

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El dedo de Dios : leyenda histórica en verso / Manuel Castell.

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Museo de cuadros de costumbres y variedades V. 1

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Museo de cuadros de costumbres y variedades V. 2

Por: José María Vergara y Vergara | Fecha: 1866

Este segundo tomo aparece el texto “Ponga usted tienda”, de don Ricardo Silva Frade, así como la novela Manuela, de Eugenio Díaz. Al final, el editor Foción Mantilla aclara que, una vez publicados estos dos tomos de prosas con cuadros costumbristas, la próxima publicación será Parnaso colombiano
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Tipo de contenido: Libros
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Museo de cuadros de costumbres y variedades V. 2

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Museo de cuadros de costrumbres y variedades

Por: José María Vergara y Vergara | Fecha: 1866

Un año después del nacimiento de José Asunción Silva, en 1866, el impresor Foción Mantilla, célebre por imprimir textos legales y compilaciones literarias a mediados del siglo XIX, sacó a las librerías el Museo de cuadros de costumbres. Este volumen de dos tomos agrupa noventa y siete textos costumbristas escritos por varios de los hombres (no figura ninguna mujer) fundamentales de la literatura y el periodismo colombiano de entonces, y publicados entre 1846 y 1866. Entre ellos están Rafael Pombo, Ricardo Carrasquilla, José Manuel Groot, Ricardo Carrasquilla, José Manuel Marroquín, Eugenio Díaz y José María Vergara y Vergara, quien también fue el compilador y prologuista de los textos, entre otros. Entre esos nombres sobresale también el de Ricardo Silva, padre de José Asunción Silva, y uno de los escritores costumbristas más leídos de la Bogotá de esos años. Ricardo Silva distribuyó su tiempo entre sus comercios, las tertulias literarias y la escritura de artículos costumbristas. Publicó sus textos principalmente en El Mosaico, el periódico que tomó el nombre de la tertulia que lideraron Eugenio Díaz y José María Vergara y Vergara en 1858, y de la que el mismo Ricardo fue miembro y promotor. Son justo estos textos recopilados en periódicos y revistas los que nutren su participación el Museo de cuadros de costumbres y los que, diecisiete años después, reunió en su libro Artículos de costumbres, editado en 1883 y dedicado a su hijo José Asunción Silva. Esa idea de recopilación, de recortar en periódicos para luego editar un libro, es la que le dio forma a este libro, pensado por José María Vergara y Vergara como una suerte de cuadro familiar de la Colombia de entonces, con sus historias, usos lingüísticos, fragmentos, sucesos cruciales y lugares significativos. Pero fue también un intento por mostrar a Europa, y fundamentalmente a España, una noción del país que heredó y reprodujo la cultura hispánica. Vergara y Vergara insiste en el prólogo, y en sus otros libros, en ubicar a Colombia como una prolongación americana de la cultura española: forjada alrededor del castellano, la religión católica y el pensamiento conservador. En el prólogo del libro se lee: “Como, según lo hemos dejado ya vislumbrar, abrigamos la esperanza de que nuestro libro sea leído por españoles europeos, queremos dirigir a éstos dos palabras en descargo de nuestra conciencia” (p. III). Los textos que aquí se reúnen, entre esos la primera publicación de Manuela (1858), de Eugenio Díaz, dan cuenta de esa iniciativa, pero sobre todo encarnan una empresa literaria sin la que hoy no podríamos rastrear buena parte de la historia literaria de Colombia y de la que el padre de José Asunción Silva fue pieza clave.
Fuente: Biblioteca Virtual Banco de la República Tipo de contenido: Libros
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Museo de cuadros de costrumbres y variedades

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Museo de cuadros de costumbres - Volumen II

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