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Bogotá: Imprenta de Echeverría Hermanos
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
El MOSAICOoo
A.ÑO III. Bogotá, sáiuulo 19 ele lual'ZO qle 1818,.. NUM. 10.
LA CRUZ DE HERNy-Carta VIII al seflor principe de Monbert. 73
A CUILE, con motivo del incendio del templo de la Compañia-
Poesía por José Joaquin Ortiz ........... .............. .. ... ...... ......... 75
EL IIulIrILLADE llo,por S. A ........... .... ............................. .. .... 77
EL 'PASO DEL RUDICON o MIS TREINTa 1 CINCO -Poesía por J.
M. Samper .. . ................ .. .................................................... 78
PLAN lRS"SRAL de la prJblacion de la ciudad de Popayan ........... 80 ...
u (!Jlli\lJ:Z 1ID3 J!l]J~!ii,
VIII
~l[ ~eñor prillCípe be ~onllcrt,
CA [¡LE DE SANTO DOMINGO,
Paris.
Richep0l't, mayo 31 de 18 ....
Abora que sois una especie de Amadis de Gau la,
haciendo cabriolas sobre la Roca-Pobre, en señal de
amorosa desesperacion, probablemente habeis olvidado,
mi querido Rojerio, mi encuentro en el fenocarril
con una g1'iseta ideal que me salvó de los
horrores del hambre, compartiendo conmigo jeuerosamente
un cartucbo de confites. Sin este socorro
inesperado, me h abria visto reducido, como muchos
náufragos célebres, a alimentarme con los botones
de mi chaleco i el cordon de mi reloj. Para un
hombre tan ocupado de su dolor como vos, la noticia
del fallecimiento de un amigo muerto de hfl1ubre
en la isla desierta de una estacion de fél'l'ocarril,
habria sido de mui mediana importancia; pero yo
que no estoi enamorado de ni!lguna Irene de Chateaudun,
h e g uardado uu recuerdo mui agradable
de aquella escena enternecedora, traducida de la
Eneida en prosa moderna í fiul1iliar.
Como mi beldad, que es de un órden infinitamente
ménos encumbrado que la vuestra, vive en casa de
la administradora de correos, be escrito inmediata·
mente varias cartas fabulosas a per~onas problemáticas,
de paises que no existe n i están deSignados en
el mapa solo con puntos inter rumpidos.
La señora Taverneau ha acabado por concebir
'gran estimacion por un jóven que tenia relaciones
en tierras entrevistas, en 1821, en el polo antártico,
i en 1819 en el polo ártico, i me ha in vitado a una
tertulia musical i danzante, cuyo principal adorno
debia ser yo. Jamas invitacion alguna para un baile
esclusivo, en una casa inaccesible, procuró a una
mujer de dudoso pasado o posicion sospechosa, el
placer que me ha causado la frase humildemente
enredada en que la señora Taverneau me ha dicho
que no se atrevia a esperar, pero que se complacería
mucbo si ....
Aparte de la dicha de ver a la señora Luisa Guerin
(este es el nombre de la encantadora mujer) me
proponia tener una diversion enteramente nueva para
mí: la de estudiar a ciudadanos (bow'geois) risueños
i en la libre tontería de la intimidad. Nunca he
vivido siuo con la aristocracia i la canalla ; solo arriba
i abajo se encuentra la ausencia de pretensiones:
arriba, porque estas están satisfechas; abajo, porque
son francamente irrealizables. Con escepcion de los
poetas, nadie se siente realmente desgraciado por no
poder il' a las estrellas. La posiciou intermedia es
la mas falsa.
Creí qu~ llegaria mui temprano para tener tiempo
de hablal' con Luisa, pero el círculo estaba ya completo;
todo el mundo habia llegado primero que yo.
La cosa pasaba en una gran pieza mazorral, g loriosamente
calificada de sala, a donde la criada no
entra sino dejando en la puerta sus zapatos, como un
turco en una mezquita, i que no se abre sino en ocasiones
solemnes. Como es dudoso que hayais puesto
nunca el pié en una habitacion semejante, os voi a hacer,
a imitacion del mas fecundo de nuestros novelistas
(quién ~ direis; hoi todos son fecundos), una descripcion
detallada de la sala de la señora Taverneau.
Dos ventanas vestidas de calicó rojo, realzado con
adornos negros complicados con palitroques, clavos
romanos i toda clase de utensilios de cobre estampado,
alumbran aquel santuario i hacen gozar de
uoa vista mui alegre, segun dicen los campecbanos:
la vista de la gran carretera polvosa, ruidosa i orillada
por olmos enclenques siempre cubiertos de
polvo, con su vaiven de dilij enc:as que pasan haciendo
temblar la casa desde abajo basta arriba, de carros
de carga llenos de felTeter͡: retumbante, imanadas
de cerdos gruñendo bajo el látigo del conductor.
El pavimento está barnizado de un color rojo
chillon que tiene un brillo insoportable, i se parece
a la delantera de una tienda de mercader de vinos
recientemente pintada; las paredes se esconden
de tras de uno de esos horribles papeles de pacotilla
pintorreados con ramajes exorbitantes, que los propietarios
llaman aterciopelados i que conservan tan
relijiosamente el vello i el polvo. En todo al derredol'
de la pieza campea algun mueble de caoba propio
para hacer maldecir el descubrimiento de la América,
forrado con un paño sanguinolento en que están impresos
en negro asuntos sacados de las fábulas de La
Fontaine. I al decir asuntos, adulo bajamente la
suntuosidad de la señora Tavernean; siempre es el
mismo asunto repetido indefinidamente : la Zorra i
la Cigüeña. Qué voluptu oso es sentarse sob re un
pico de cigüeña! Delante de cada poltrona se ostenta
un pedazo de alfombra para economizar los esplendores
del pavimento, de manera que los campechanos
sentados tienen vagas semejanzas con las botellas i
garrafas que se colocan sobre rodetes de moaré metálico,
en un banquete ofrecido a un diputado por
sus electores reconocidos.
La chimenea está adornada de un péndulo de
gusto atrozmente trovado1', que representa al templario
Bois-Guilbert levantando a una Rebeca dorada
sobre un caballo plateado. A derecha e izquierda
de ese odioso péndulo están colocados dos candeleros
de plaqué debajo de globos de vidrio.
Estas magnificencias son objeto de la secreta envidia
de mas ele una ama de cilsa de Puente-del-Arco,
i la criada misl11a no las limpiil sino temblando. No
hao!o de algunos perritos de hilo de vidrio, ele un
pequeño San J l1an de pasta de azúcar, dé un N apoleon
de chocolate, de una tabe1'na recargada de loza
comun i pomposamente instalada sobre una mesa
redonda, ele grabados que representan Jos Adioses
de Fontainebleau, Recue1'dos i pesa1'es, la Familia
del ma1'ino, los Cq,zaclo1'citos fw·tivos i otras vulgaridades
del mismo jénero. éConcebis algo parecido?
Jamas he podido ?ompl'ender este amor a lo comlln i
feo. Concibo que no todo el mundo tenga por alojamientos
Alhambl'éls, Louvl'es i Pal'tenones; pero es
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siempre tan fácil no tener pénuulo, dejar las paredes
desnudas i privarse de estampas litográficas de Maurin
o antigülldades de J azet!
Las personas que llenaban el salou me parecian,
a fu erza de vulg:uidad, las IDas estrañas del mundo j
tenian modos de hablar increibles, i se e~presaban
en estilo florido, como el difunto Prlldhomme, disCÍpulo
de Brard i Saint-Omer. Sus cabezas, desplegadas
sobre sus corbatas blancas i sus jiganteseos cuellos
de camisa, hacian pensar en ciertos fi'utos de la familia
de las cueurbitáceas. Algunos hombres se asemejan
a animales: al leon, al caballo o a·l asno; pero
estos, en !'igor de verdad, tenian un aire aún m~s
vejetal que bestial. Nada diré de las mujeres, pues
me he propuesto no poner jamas en ridículo a este
sexo encantador.
En medio de aquellas legumbres humanas, Luisa
producia el efecto de una rosa en un surco de repollos.
Vestia un sencillo traje blanco ajustado al talle con
una cinta azul; sus eabellos, separados en dos anchas
madejas, servian armoniosamente de marco '3 su
frente pura. U na gl'uesa trenza se torcia detra& de
su nuca, cubierta de cabellos sueltos i !:ln vello de
durazno. Una cuácara nada habria podido criticar
de esa apostura, que hacia parecer completamente
ridículos i burlescos los harseses i los ¡¡Ipmeros de
tartana de las otras mujeres j era imposible estar de
mejor gusto. Yo habia temido que mi infanta se
aprovechase de la ocasion para desplegar alguu toeado
escesivo i pretensioso comprado en reventa. Ese
pobre traje de muselina que jamas ha visto la India,
i que probablemente ha hecho ella misma, me ha
conmovido i seducido j los adornos nada me interesan.
He tenido por querida una jitana granadina
que tenia por todo vestido unas chinelas azules i un
eollar de granos de ámbar j pero nada me disgusta
eomo un forro mal cortado i de color hostil.
Corno los dandis campechanos preferían mui visiblemente
sobre la jóven i delgada pensionaria de
la señora Taverneau a las poderosas eomadres de
yostro rubicundo i corto pescuezo circundado de
cadenas de oro de varios c0rdones, tuve la libertad
de couversar con aquella, al traves de las romanzas
ida hasta el emparrado
que la termina.
Me sen tia tan dichoso de no ver al templario BoisGuilbert
alzando a Rebeca, i los candeleros debajo
de vidrio, que encontré acentos conmovidos i de persuasi
·va elocuencia. Luisa pareda mui turbada; adiviné
bajo la blancUl'a de su corpiño, la a~tacion de
su seno i las palpitaciones de su corazon ; Sil voz de
timbre tan pu·ro, parecia haber cambiado de acento.
i no me respondia sino como despertándo~e sobresaltada
de un sueño. é No son estos, os pregunto, en
todos los paises del mundo que habeis reconido, los·
síntomas del amor naciente?
Le tomé la mano, i estaba húmeda i fi'ia, SUave
como la pulpa de una flor de magnolia; i me pareeió
sentir que sus dedos respondian con una débil
presioll a la mia.
Estoi encantado de que esta escena haya pasado
al rayo de la Tuna, bajo las acacias d~ nevosos tirsos;
porque me gusta dar a mis recuerdos de amor un
marco poético. Me seria desagradable pensar en un
lindo perfil desprendiéndose de un fondo de papel
con rosetas amarillas, o en una declaracion de amor
acompañada por la gmcia de Dios, representada en
lontananza. Mi primera entrevista con Luisa algo
significativa, tendrá como llamamiento en mi memOria
un rayo de luna, un olor de lirio i la nota de
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EL MOSAISO. 75
íll1t:!..!!!!);;!:¡¡D,
Muí rara será la colonia española que no ofrcz('a
a la clll'iosidad tltl natul'ales i estranjeros algun monumento,
algun vestljio verdadero o supuesto, de los
primeros establecimientos de los conquistadores. En
la Habana se conservaba con relijioso respeto la
ceiba corpulenta bajo la cual el confesor de Colon
celebr6 misa pOI' la primera vez en este uevo
Mundo. En Santo Domillgo se señalaba cl sitio en
donde los aventureros levantaron un fuerte para defenJerse
de los indios miéntras Colon tornaba a España
cargado de presentes maravillosos para Isabel.
En Lima mllestran la ('.lIsa de Piz>1rro, i en Sanliflgo
la de Valdivill, como si positivamente aquellos espadones
de la época hubiesen fabricado para su lllOrada
esas tri st~s pocilgas.
Bogotá, digamos mejor, Santafé, consiguiente con
su denominacíon, con sus pretensiones, con SlJS marcadas
costumbres piadosas, exhibe, como monumento
glorioso de su fundacion, la ermita cuyo
nombre tomamos para este artículo.
Es una tradicion, la mas snbida i difundida, de
que nquella capilla fué edificada espresnmente para
que tuviese en ella lugar la celeb1'<\Cion de la misa
que por primera vez en estas rejiones se ofreci6 al
Señor en ha.:imiento de gracias.
Tenemos a la vista un escrito antiguo en el que,
despues de nnrrar desde su plillcipio la empresa de
la conquista de estas partes, toca en la fundacion de
esta ciudad. "Quezada, dice, habiendo llegado por
el año de 1538 i esplorado la tierra pareciéndole
mas nmeno pais estns senanías i susaO'uas, fund6 esta
ciudad, con doce casas de paja i una E1'mitaen donde
se celebró la p1'hnem misa, i segun S~t tmdicion fué
el dia de la T1'asfig~t1'acion de nuestro Seño1', que se
cuentan 6 de agosto del dicho año de 1538."
En aquel escrito se dice tambi en que cuando Quez'Ida
regres6 de España, en julio de 1540, empez6 a
funda r la ciudad de casas de teja, con su igl esia catedral,
parroquins i couventos, "permflneciendo dicha
Ennita en la plazuela de Señor San Francisco
con nombre de capilla del Elumilladero, en donde
desde sus primeros años se ha celebrado i celebra en
hacimiento de gracias i memoria de día tan celebrado
de su conquista i fundacion al nombre de
Señor San Salvado1· . ... "
Hemos copiado estas líneas para que se note lo
a rraigada que está la t radicion en punto a la antigüedad
i celebridad de que goza el Humill adero.
Esa tradicion es la que ha llevado a nuestro amigo
Guarin a interpelamos si positivamente en aquella
iglesia se dijo misa por primera vez.
Es seguro que nuestro amigo Guarin,como nosotros,
se haya perdido en gral'es i solemnes cavilaciones nI
contemplar aquelrelijioso lllonumento. Su misma
interpelacion nos convida a que así lo juzgllemos.
1 ademas, desde el oscuro habitante de esta ciudad,
basta el opulento i el fil6sofo t c6mo es posible que
al pasar por delante de aquel humilde santuario, no
se haya sentido subyugado por el embeleso con que
se reviste una obra sobre la cual pesan trescientos
años? t C6mo es posible que no se le hayan ocun
ido a su Illanera pensamientos que lo trasporten a
otras edades?
i Allí está! Sus menguadas dimensiones, la fo rma,
los materiales, hasta su ubicacion en el estremo norte
de una plaza regular, indicio de respeto coutra las
usurpaciones del comun ; todo parece que evoca la
imponente majestnd de su oríjen . Ent6nces la mente
finje que el conquistador, no bien senta ra el pié en
este suelo, cuando se ent regara con a rdor a levantar
ese oratorio en donde poder elevar sus votos al
Stlñor. Se illlajina uno estar viendo c6mo, de entre
esos cuatrocientos inl'asores, habria carpinteros i
albnñiles quC', dejando a un lado la espada, se pusiesen
a la obra, teniendo qne procurárselo todo. ¡Luego
tambien allí los míseros indios, señores ayer, esclavos
hoi, helos condenados a una labor para ellos desconocida,
leva ntando un altar al Dios que venia a
desalojar al di o~ de sus padres!
J3ien quisiéramos nosotros mantener estas idens,
que tan ta ven eracion inspiran ácia nquel monumento
de los primeros pasos de la civilizacion cristiana, por
entre las tribus paganas. Sinembargo, al tratal'nosotros
de esclarecer el oríjen del Ifumilladero, creemos
que en nada habrá de desmerecer de su importancia
monumental.
Los datos de que valIl os a valernos no son ménos
venerabl es i fantásticos. POI' lo mismo que constan
de cierto proceso, i que hasta boi no han sido publicados,
nos bn parecido que debíamos preservarlos del
olvido, ántes que vu elvan a la oscuridad de donde
los bemos sacado.
Suplicamos al lector que si no lo ha por enojo, se
sirva leer el nrtículo que titula "un pleito en el siglo
XVI," publicado en "El Mosaico" de 3 de diciembre
de 1859. P ero si no quisiere, por rnzolles que nos
guardamos de decir, tendremos que repelir aquí que
en la solemnidad del miércoles santo del año de
1543, el Cabildo celebraba una sesion presidida por
el adelantndo Alonzo Luis de Lugo. En dicha sesion
el capitnn Juan Muñoz de Collántes, en voz de los
cofrades de la Veracl'll7-, pidi6 un solar parn edificar
un ~Hltrnilladero i otras obrns pias. Obtenida la merced,
medido el terreno, la cofradía tom6 luego posesion
de este, "i se edific6 un Hmnilladel'o en un cabo
de dicho pedazo de tiena."
Esta relacion consta del libelo de demanda que
la cofradía present6 a la A udiencia el 20 de setiembre
de 1554, pretenlliendo I'echaznr las intrusiones
de los que estaban poblando en los solares contiguos.
En este pleito aparece como testigo el capitan
Muñoz de Collántes.
El 18 de enero de 1555 se le hacia la siguiente
pregunta:
"Item si snbel1 que Joan Muñoz de Collantes mayordomo
de la dicha cofradía pidi6 puede haber diez
o once años poco mas o ménos al adelantado Alonzo
Luis de Lugo el dicho solar que está en el mercado
de la plaza allende el rio de esta ciudad para que se
hiciese un JIurnitladel'o donde estuviese una cruz i
otras obras pias i para edificar en él una capilla i
ermi ta que tuviese su conal grande i su sitio" . . ••
La respuesta tiene todas las conJiciones de un testimonio,
sobre todo hist6rico. H ela aquí:
"Quc cste testigo es el capitan Joan Muñoz de
Colláutes que la pregunta dice i sabe que es verdad
lo en la pregu nta contenido porque este testigo es
quien pidi6 el dicho solar i pedazo de tierra nI dicho
adelantado para la dicha cofradía i en su nombre i
el dicho adelantado hizo merced del a la dicha cofrndía
para el efecto c¡ue la pregunta dice, i así este
testigo hizo hacer lue,r¡o ~tn lIurn~lladero en el dicho
solar i tom6 la posesion del i se acabó pal'a eljuéves
santo primero de aquel año." . .••
En confirmacion de que este tostigo declaraba con
toda la seguridad que inspira la conciencia de un
hecho propio, debemos observar que su testimonio
fué sometido a la pregunta que le hizo el contradictor.
El Collántes, por setiembre del mismo a-o, sostenia
que como el primero en la cofradía desde su
fundacion, habia pedido el terreno, i luego habia
hecho un Humilladero. Todavía mas, en COlToboracion
de que lo que él declaró era la verdad, se ratio
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78 EL MOSAICO.
ficaba agregando: " i por cuanto como dicho tiene
ha dicho otras tres o cuatro vezes su dicho en este
caso por la una parte i por la otra i podria ser por
haber tanto tiempo discrepase en alguna cosa en
alguno de ullos, que protesta no le pare perjuicio si
en algo discrepare i que esto i aquello se entienda
sel' todo ~¡no" ...•
En vista de esta aseveracion in tachable nos se rá
permitido remontal' la antigüedad del Humil1adel'o
a los años de 1544 a 46, atendido aqu el en que su
f undador Collántes obtuvo el terreno, i el tiempo
que prudentemente debiaemplellrse en su edificacion.
Con esto seguiremos lo que ademas asienta el R.
P . Zamora. Este historiador, conciso, elocuente i
minucioso, conocedor de todo cuanto toca a la fundacio
n i adelantamiento de esta ciudad, ora por ve_o
rídicas tradiciones, ora por documentos públicos, i si
se quiere como natuml de ella, dice que" Este Oratorio
del Humilladel'o, que eslá enfrente de la iglesia
de la Veracrl1l1, cofradía que seJund6 el año de 1546,
por eso la cofradía mas antigua de esta ciudad, permanece
llasta hni en memoria de que en ella decian
misa nuestros relijiosos, i se les enseñaba la doctrina
a la multitud de indios que acudian a sus mercados."
Es mui notable que el Ilustdsimo sei'íol' Piedl'ahita,
en su historia de la conquista, no haya hecho
mencion especial del Humilladero. No podemos suponer
que no se hallase bien informado sobre el
odjen de esl~ asilo sagrado, puesto que trae una
descripciou bien minuciosa de SantaJé, en la que cita
las i¡¡llumerabl es capillas que lo decoraban. Bien pudo
ser que el Humilladero no hubiese adquirido, por
aquel entónces, la celebridad que la mano del tiempo
graba sobre monumentos que al fundarlos no se contara
con que alcanzarian a remotas edades.
Nos inclinamos mas bien a pensar que esto último
fué lo que movió al señor Piedrahita a no parar
mientes acerca del célebre santuario. Porque no
estimamos posible que este historiador ignorase que
su bisabuelo Juan Muñoz de Collántes, fué, a no
dudarlo, el que promovió i costeó aquel edificio, que
testifica la fe relijiosa de aquel atrevido capitan de
las hu estes de Benalcázar.
El Humilladero en su primitiva planta era un
edificio cuadrado que apénas media di ez val'lls i veiilte
pulgadas, El observador puede mui bien comprobarlo
con solo repasar las evidentes señales que se
Dotan allí donde se ve lo agregado ácia la torrecilla,
la sacristía i a la parte posterior,
N osotros podemos determinar la época en que se
acometió esa refaccion, que no tememos llamar una
insigne profanflcion, Los datos que tenemos a la vista,
i a los que nos- hemos refe rido, son evidentes, auténticos,
Ellos nos suministran lo que pasamos a decir.
Ahora ciento cincuenta i seis años existia en esta
ciudad el hermano Jiues de Várgas, beato profeso
de la Tercera Orden de San Francisco. Amen de las
buenas prendas que lo distinguieran, sabernos que
tenia una gran dedicacion a venerar i festejar el dia
de San Salvador. Animába lo tambien que el Humilladero
fué fabricado con el determinado fin de
celebrar en su recinto la misa que por la vez primera
se dijo en esta tier ra . El hermano Várgas halló en
mala hora que el edificio amenazaba ruina i se dió
al empeño de repararlo. Sospechamos que en este
empeño no dejaria de entrar por mucho la vanidad
española, segun que el hermano Várgas se esplayó
en una disertacion un tanto disparatada, acerca del
dia en que se echaron los fundamentos de esta ciudad;
i deducia de ahí el deber de preservar el monumento
glorioso de la conquista. Aquel ardoroso
beato tentó primero con el Cabildo para ver si lo
movia a acometer con la obra de reparacion de la
pobre capilla. El Cabildo aió de mano a la pretension,
refujiándose en esa eterna disculpa, que ba
llegado hasta nuestros dias, a saber, de que sus rentas
no le alcanzabnn para gastos que probablemente
lIamaria de supcrerogacion. Pero el hermano Várgas,
poseido de su idea, de que contaba con algunas
conveniencias, i confiaua en las limosnas de los fieles,
echó por el camino mas seguro.
Gobemaba este reino el seño r J eneral de la artillería
don Diego de Cónlova Lnsso ele la Vega, que por lo
sabido seria homure de gran celo i cristiandad, como
entónces se decia, grave i ("jemplar en sus costumbres.
El fervoroso t6l'cero elevó su pretension al Presidente
Gobernador, quien, despues de oir al Fiscal i Procurador,
le dispensó una acojida favoraule, En efecto,
dispuso el Presidente que se le concediese al dicho
Juan Jines la li cellcia que pedia "de catorce varas
de tierra para agrandar dicha capilla .... las cuales
han de ser frontero a la iglesia de San Francisco,
mirando a lo largo a la puente de dicho convento,"
Con un despacho tan .autorizado el V ál'gas puso
manos a la oura, acopió rualeria!es, i comenzó la
desgraciada tarea de componer el Humilladero.
Por fortuna para este monumento, para la plaza
i para la ciudad, los padres de San Francisco atajaron
los pasos al pretendido reparador de aquella
capilla. Los relijioso~ de aquella órden presentaron
al Presidente la ejecutoria mas concluyente en la
materia. POI' ella probaban que desde 1024 se hallaban
en posesion i propiedad del" sitio de la plazuela
que eslá contigua a su convento." Prohaban, ademas,
que el edificio del Humilladero siempre hauia eslado
bajo su amparo, i que los dineros que en parte Várgas
queria consumir en la obra de agrandar aquella
capilla, le pl'ovenian de limosnas que solo eran aplicables
a otros santos fines.
Mas, cuando los relijiosos franciscanos pararon en
su empeño al buen Várgas, ya el mal estaba adelantado.
Corno hemos dicho, el beato profeso habia
puesto to(la dilijencia en componer la capilla. Lo
que él alcanzó a hacer se deja ver por lo que toca a
la torrecilla, la sacristía i el camarin. Es de inferirse
que una vez que se principió a estender el venerado
edificio los padres tendrian que acabar el remiendo.
Nosotros, sin que tratemos de menoscabar la huena
in tencion del hermano V árgas, deploramos el
momento en que se le oClll'rió tocar a tan señalado
monumento de la antigüedad castellana en esta
tiena. Preferiríamos estar viendo ese Humilladero,
menguado en la forma, tosco en la obra, i fantasear
a nuestro sabor' sohre esos dias de desenfreno i licencia,
en que, tocado el corazon del altivo español
por el incentivo relijioso, planteó allí una CRUZ, para
venerada en el dia grande en que se conmemora la
redencion del jénero humano por la muerte del Salvador.
El juéves santo los graves i compuestos españoles,
partirian de la ciudad en ciel'l1es, como si
dijéramos ti estramuros, a pasar algunas horas al pié
de esa cruz. 1 ellos, que no temian a nadie, que todo
lo habian llevado a fLlego i sangre, tornarian a hallar
en sus corazones esa temeza misteriosa, única dote
de la jentileza castellana, que nos atreveríamos a
reclamar en herencia pam nosotros.-S. A.
--< •• - -
!& l!'~!'J mmlú lí!¡¡:lJl@!'Jl'i, lID ¡¡¡ni!! ll'l!l.lElliYll'l x «JX!i@i!).
~ mí amigo 'Ulro.ptro.
El tl'once es duro, crüenta
I Vive Dios I la tr3nsicion ;
Pueo, teniendo atras los treinta
1 delante los cuarenta, ...
Diantre! hoi paso el Rubicon I
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Salto mortal I rudo bri nco
Que me hOl'l'ipi ln i ai de mí I
A Otl'O gl'emio ya me nfinco,
Al cumplir los tl'einta i cinco
Que yenir con susto ví.
EL
¡ Comprend es, Próspero amigo,
Semejallte iniquidau 1
Volverme vi ejo !", ,( loh castigo
De mis culpas !) i testigo
Ser de gozes de otm edad, , .•
Si de alcanzal' los se tenta
Tengo la fi rme intencion,
Claro está que cinco i treinta
En declinacion viol enta
Me haceu entrar de rondon,
' o hai caso I qui era o no quiera
La píldora he de tragar I
Vamos I salvo laf1'ontera
De la vejez 1- que no fuera
Digno de mí recular I
Es el comienzo 1, ... qué impor ta I
Si el comer como el rascar, • , ,
(Rascar años, comer tO I'ta)
Siendo la vida tan cOI'ta,
Todo está en el comenzar , . , ,
Treinta i cinco 1 1 que esto aguante
Un hombre de corazon !
Que haya q\l ien de gozo cante I
Que en conflicto semeja ll te
No haga yo revolu cioll !
La lei proteje la vida
Contm la humana maldad,
1 al honor sirve de ejida,
1 declara garantida
Doquiera la propi eJad;
i 1 no habrá lei ni ol'd enanza
Que, con apoyo del ju ez,
Nos alargue la esperanza,
1 al año que a otro alcanza
Vede tl'a er la vejez?
¡ No hahl'á un honrado dec r ~to
Que, con lójica imparcial,
Oponga al tiempo su lIeto,
Como 10 exije el respeto
POI' -el decoro social?
Vive Dios 1 que es un trebejo
La Carta o Constitucion,
Si permite que al espejo
P ueda un hombre verse viej o,
Con canas i 1'odillon /
¡De qué sirve la ilusoria
Tentacion o el talisrnan
Del amor i de la gloria,
1 dar su nombre a la histori a,
1 ln ch ~u' con tanto afan,-
Si el dia ménos pensado,
Al cumplir un año mas,
Un hombre queda m'chivado,
1 como paprl q1temado
El tiempo le dice: "atras ! "
Pues la broma no es chistosa,
1 es COsa pam rabiar 1
Que si uu año es poca cosa,
Harto sor prende i acosa
El susto d e claudicar , •.•
Soñar de dicha un imperio
1 una eternidad de amor,
¡ 1 sa lir. , . • ¡ t riste misterio I
Con que ya del cementel'io
Está uno cerca 1, •• , qué horror !
Yo que por j 6ven pasaba,
Brindando vida i salud,Que
del mundo me burlaba
1 en mi propia fe encontraba
Luz de et erna juventu d,-
i Podré tolerar humilde
Que el tiempo me haga temblar,
Que de " viejo" se me tilde,
1 Juana, Pepa o Matilde
Me hagan ascos al pasar ?
¡ Me dirán que estoi pasado,
Aunque firme siempre fuí ; Que
soi un consolidado,
Documento cancelado
De este mundo baladí?
Me dirán ••.• "Pobre poeta!
i Qué chispa tener podrás,
Si andas tras de la muleta,
MOSAICO.
Pues ll evas en la maleta
Nueve lustros i algo mas 1"
¿ 1 despues del bello emporio
Qlle fO ljé con la il\lsio n,
lile llamarán" vej estorio,"
1 harán mis canas nolorio
Mi paso del Ru bi colI ?, . , ,
Qué l no h abl'á remedio alguno
Para tal calamidad ?
Si los años, de uno en uno,
Son a cual mas impol'tuno
Ol viuemos nu es tra edad 1,.,.
Plles no en rece de encanto,
Lo confieso, esta ilusion!
En tl'einta i cinco me planto,
1 desde hoi a nadie aguanto
Capciosa inte rrogacion,
IIoi escondo la partida
De mi estado i cri stiandad;
1 al que averigUe mi vida,
Con lacónica medida
Diré : "Boí mayor de edad,"
Mas , . ,. mirando bien la cosa,
¡Qué importa qlle vengan afios,
1 con ellos desengaños,
1 r udas pru ebas tam bi ell ;
Si vivi enuo con el t.i empo,
lile hace fu erte la esperanza,
1 en BUS vi siones al caliza
lIli mente IIn eterno Eden?
i Qué importa que luego cubran
Mis sienes blancos cqhellos,
Guardando debajo de ellos
De mi fe todo el ardol"
No es viejo qui en ti ene canas!
Sino el qu e, dej enel'alldo,
Ni sahe ,' ivir luchando,
Ni ri nde culto al amor 1
Vengan años en buen hora!
Que yo, de esperan za lleno,
Salvaré, fu erte i sereno,
lIli tesoro de illlsion;
Teso l'o que nada iguala,
Fuente de di cha inefab le:
La juventud perdurable
Del alma i el corazon !, . ' .
Pró5pero, sigue mi ejemplo 1
Si el tiempo se va volando,
Al t iempo iré disputando
:Mi divina in spil'acion .
Así In póstuma hi storia
No di l'á con rudo alarde
Que temblé como un cobarde
Al pasar el Rubicon 1
p, D,-ABRIL 1.0
Despues de tener escrita
La presente, mi muj er
Me a visó de la visita
Que vini ste a hacerme ayer,
1 para hacerte mas g l'ato
1 probarme tu fi neza,
Me dej ast e t u retl'Rto
Con amigable llaneza,
:Mil g l'acias, querido amigo !
Esa fiel fotografía
!r-á doqui el'a conm igo
Cual joya de gran valía;
P ues no solo es la memoria
De tI! cO l'dial amistad,
Sino que evoca la h istoria
De nuestra pr imera edad.
79
Oh! qué t iempos de estudiante l ••••
De t l'aviesa mozedad !
De vida alegre i tunante
Sin r esponsabilidad !
Vamos ! me dan t entaciones, •••
Mas no ! sigo mi camino :
Doi culto a las tradiciones
P ero cumplo mi destino,
Con lo cual aquí concluyo,
1, hasta que te pueda ver,
Me r epito siempre t uyo,
Tu a~e ctí simo
SA~PER,
Lima, marzo 31 de 1863.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
.... .....
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¡ 11." m"u " 1> ~11"io. d. l • •• d.d d. "~~" 0;..1 •• d •• ruw dol G.lioo' d. 1> m",. i ... ¡;.1I.1 d ... Si.diro Imoma" j., .. 1 m cl.fi. d.1801.
EDIFICIOS. COLEJIOS. 1l0SPITALES. SOLARES. ~·AMILUS. MENESTRALES. SIN DESTINO.
!
EDADES DE TODOS LOS INDIVIDUOS DE ESTE PLAN.
A o s .1 'OLTEROS. 1 CASADOS. I VIUDOS. ' 1 TOTAL DE
EDADES, ___ v,rone"I~ ~'~~I-=-~I n,m~ __
De 1 a5 .. · .. ·1 512 522 l ........................... · .. ·1 1034
De 5 a 10 .... .502 490.... .... ........ ........ ..... ... 992
De 10 a 20 ..... 612 80S 16 I 57
1
........ , 2 1492
De 20 a 30 .... \ 261; 1 62f \ 155 245 <} 24 1318
De 30 a 40.... 96 340 182 171 16 53 858
De 40 a 50.. ... .,9 213 1121119 12 681 613
De 50 a 60..... 41 171 70 36 21 70 409
De60a70.... l a 97 28 lO 12 I 4U 211
De 70 a 80 ..... 1 9 46 1 8 2 1 5 14 84
~:~g~~~·o::· i I~ :::::::: ::::::': ...... ~.. ~ 2~
De 100 arriba.¡.:.:.:..:...:.: .:.:.:..:...:.: 1.:.:..:.:.::.:.1.:..:..:....:.: 1..:.:..:.::..:.:.1::..:.:.:.:.:.:1:.:.:.::.:.:.:.:.:.:..:.
2115 3356 601 640 71 291 7074 *
>1< Total de estados..... . ....... .... . .. 1241
{
5471
362
Total jenera!..... ....... 7074
-- { 5471
>1<>1< Suma de los estados.. ... ..... . ..... 1241
362
Suma jenera!.. ... .. ...... 7074
NOTA-En este plan no se ha comprendido IR
compañía fijR compuesta de 80 plazas i 3 oficiales;
ni el plleblo de Yanacona, correspondiente al curato
de esta ciudad.
Popayan, mayo 26 de 1808.
RESUMEN DE LA POBLACION.
I sor.TEROS. ¡ "ASADOS. 1 VIUDOS. 1 TOTAL.
NObJe~1 \,0:0;;',\. n':::"'1 V",::'.! Hem::~1 \,uo;;" n,m;;"'I--¡;j¡_8_
Mestizos ..... \ 920 \1235 307 1 349 33 \161 3005
Indios ....... 88 2061 24 23 3 10 354
Mulatos ...... 1 354 588 106 100 1 13 57 \ 1218
Negros libres 21 I 78 10 6 2 1 3 120
~::~~~~ia~~~I~I~~I_~ __ 6 _7_1 __7_ 1 __2 _9_\_~
Sumas........ 21 15 3356 601 640 71 291 7074 *'
6_
Citación recomendada (normas APA)
"El Mosaico - Año III N. 10", -:Bogotá: Imprenta de Echeverría Hermanos, 1864. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2093113/), el día 2025-04-26.
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