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Roa, séptima con catorce, y otros cuentos

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  • Autor
  • Año de publicación 2007
  • Idioma Español
  • Publicado por Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (Bogotá. CO)
Descripción
Citación recomendada (normas APA)
Gloria Inés Peláez Q., "Roa, séptima con catorce, y otros cuentos", -:Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (Bogotá. CO), 2007. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3678608/), el día 2025-06-18.

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Imagen de apoyo de  El Correo del Valle: periódico literario, industrial y noticioso - N. 146

El Correo del Valle: periódico literario, industrial y noticioso - N. 146

Por: | Fecha: 26/11/1903

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 1 epüblica de 8o, ombin) NOVJB:Ul3RE 26 DE 1P03. ~N.<: 146 y 1 Director, B!AS ::J, 8Eh\RI'E'!'1'~ UN ALCALDE POPULAR El alcalde de Guigoñán tuvo la bondad de invitarme, el año pasado, á la fiesta de su pueblo. Nosotros hablamos sido cama­radas de escrito ri o, dtlfante siete años, P-n la escuela de l\l onte-Favat; pero después ni siquiera habíamos vuelto á vemos. -¡Bendito sea Dios!-exelamó al ver­me- lo que es tú, siemp re estás lo mis­mo : fresco como una flor, bonito como una pe et~1, derecho como un bolo. ___ ._ Yo te habría reconocido entre ruil. - 1-le respondí-siempre el mismo; sólo que la vista disminuye un poco, que las sien~-'S rlen, que los cabellos blanquean y que "cuando las cimas están blancas los valles yá no están cali entes." -¡Vaya con el tonto-me dijo- los viejos bueyes son los que hacen el su rco más derecho .... Y además, no todo el que quiere llega á veterano . ... Pero va­mos á comer. Ya ustedes saben la manera como en las ficgtns de pncblo se come : y además yo t•espondo de que en la casa de mi ami­go Bastai1a nadie se muere de hambre. Los platos con que en esa tarde nos regaló, e ran dignos del tratamiento de ''Usta": t t·uchas de la Sorga, cangrejos de rio, cames espléndidas, v inos de mar­ca, licores de todas clases que adornaban el centro de la mesa, y una pollita de vein· te años para hacer el se t·vicio, que .. __ no les digo á ustedes más. Al ll ega•· á los postt·es comenzamos á olr un ruido sordo que venía de la ralle. Run! mn! nm! . ... Eran los tamboriles en mano de la ju,,entud del pu~blo que venía, según costumbre, á dar serenata al señor cónsul. -Abre la puerta, Fransoneta-gritó mi amigl) Bastaña-vé á buscar las fou­gasses y ¡ paf! lava las copas. Cnando los músicos aeabat·on su p•·ime­ra tambor ilada, comenzaron á marchar detrás de los jefes de la juventud, quienes entraron en la sala ll~vando ramitos de flores en el ojal y acompañados, no sólo del mozo que mostraba fieramente los premtos en el extremo de un a.sta, sino también de las bandas de faranduleros y de muchachas. Los vasos se llen,aron de buen vino de Alicante; los enamorados, cada uno á su turno, cortaron un pedacito de mina; to­dos brindaron grandemente á la salud del señor alcalde; y cuando todos hubieron bebido, cuando todos hubieron reído, pro­nunció mi amigo este pequeño discurso: -Bailad todo lo que o:> dé la gana, hi­jos míos, divertí os todo lo que podáis; en no dándose golpes y en no haciendo des­orden, todo está p~rrnitido. -¡Viva el señor Bastaña!-gritó la ju­ventud. Y poni éndose en camino la farlmdula, todo el mundo se fu é. Cuando al fin nos quedamos solos el amigo Bastaña y yo, mi primera pregun­ta fue : - &Cuánto tiempo hace que eres Al­calde de Guigoñánf -Cincuenta años. -Con seriedad 1, hace ya cincuenta años~ -Sí, te lo a$eguro; cincuenta años. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 134-5 EL CORREO DEL VALLE Yo he visto rasar, queriJo, e>nce goh:cr nos, y no {!reo morir, si el buen Dio me ayu-da, s~n enterrar tod-a,·Ja otra media -docena. -Pero ~cómo has becbu para sah·ar tu puPsto á tra,· és de tantos acontecimien­tos y de tanta:: revofuc1oncs~ -¡Ah! mi amigo, este es el Pater de los asnos. El pu-eblo, el buen pueblo, Pl bravo pueblo, no p1de sino que se le conduz fl, Ahora biPn: hay algunos que di.en: ''Es preciso condncirle dulcemente.n En cuan­to á mí &sab:>sloqlle digo? pues: "es preciso conducirle alegremente." Fíjate un segundo en loa pa tores: los más listos no so'1 los que llevan siempre el garrote levantado, ni menos aÍln !os que se acuestan bajo un sauce y se duet·~ men sobre los repec hos, sino los que mar­chan tr-anquilamente á la cabeza de sus rebaños, tocand • sus flautas. El ganado, que se con~iJera libre y que en efecto lo es, pacr, sin perder un mordisco, todas las puntas de hierba nueva; lu6go, cuan· do los vientres están llenos y la tarde co­mienza á caer, el nastor toca el aire de retirad21 y el rebaño toma .!Ontento la ruta del corral. Bn cuanto á mí, yo hago lo mismo: toco la flauta y mi rebailo me sigue. --¡Tú tocas flauta! Eso está bueno para cr¡ntado .... Pero E:'n tu distrito tiene que haher blancos, rojo , testarudo y ra­biosos, como en todas partes. Y lu t'go, cuando llega la hora de elegir un diputa­do, pot· ejemplo, ¡,cómo te las arr<'glasq -&Que cómo me las aL:reglof Pues no metiéndome en nada, mi buen hombre; porque decir á los bl~mcos: votad por la República, sería perdet· su latín y su tra­bajo, y decir á los ro jos : votad por las Flores de Lis, valdría tan lo corno escupir contra esta muralla -Pero A,Y los indecisos, los escambada, los que no tienen opinión, los pobres ino­eentes, la buena gente que vacila ¡ca­ramba! y que va según el viento 1 --¡Ah! ¿esos~ c:.tanJo por casualidarl me preguntan mi opinión en la barbería: Vean ustedes-les contt to'-Ba.;;aquln no vale tuás que Ba-acán . ::li u,tcdes vo­tan por Basaquín este \'etano tendrán pulgas; y si usted e· ,-otau ¡1or Basacán, tendrán pulgas este verano. Cuanto á noeotto:; los g.ti)!nlwn<'n e·, uua buena lluvia nos c0111 •', ITt<~s que todas las promesas de lus candidatos. Lo mejor, en r e"l!tlad, l!l la el<>gir campesinos. como en ~u~cia y en IJimtma,·~a, po1que de otra mauera nunca e:>taréis oien repre­sentados. Los abogados, los burgueses d~ todas e a e , en fin, que u tedes man­den al parlamento, no piden sino una. co­sa¡ quedarse t>n París el mayo1· tiempo posiole para ordeñar la vaca y coger lo mejor· del pesebre .... ¡ Poco les importa á ellos Guigoñán! Pero si, como yo os aconsejo ierupre, vosotros eligiérais cam­pesino.;, las ec0nom:as senan mayor·es, los grandes empleos se suprim irlan, se abrinan canales, se abolirían los derechos rt>uoid os, no se hanan la g•1rna, y se apres ... rarían a arreglar los negocios para volver á sus campo.;; antes de la cosecha ... ¡Pensar en que, habiendo en Francia más dtl veinte millones de pies terrosos los campe inos no tienen bastante inteligen­eia pat·a escoge¡· entre ello mismos unos trescientos que va) an á r<>presentar la tierra! .. . . ¿Qué se arriesgana con ensa­yar? Bn todo caso, más mal que los otros no ha de hace!'. Y cada uno exclama al oírme: "Este señor Bastaüa puede tener razón a l'esar Je ~:~us bromas. -Bueno-le dije-pero tú personal­mente, tú, Da taüa g.cónto has hecho pa­ra con9ervar tu popularidad y tu autori­dad en Guigoñán cincuenta años se­guidos~ Nada más sencillo--me respondió­Mira, ahora tenemos necesidad de tomar el aire, levantémonos de la mesa, y cuan­do hayamos dado una ó dos veces la vuel­ta á Guigoilán, tú sabr·ás tflnto corno yo del asunto en cuestión. Lcvantámosnos, pues, de nuestras si llas, encendimos un cigano y echa'Uos 1 andar} camino de las fiestas. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 1 EL CORI~EO DEL VALLE 1346 Delante de la puerta, en la ruta1 baÍJ!a uno euantos muchaL·ho::; que jugaban á los bolos. Un tirador !r•vanto u pala y su bola e quedo en el 111iotuo bÍtio dt::spuÉ.s de haber ganado dos punto:; de un solo golpe. -¡ '- uerte de uios !-gritó mi nm igo Bastaúa.-¡Eso si que se llama tirar! i\Iis cumplimientos, Juan !audio; yo he ' i:o­to bastan les partidas y te a::;eguro que JJUn~.:a vi e eamotear una bola tan Loni­t•• mente. Eres un farno:;o tirador. Y seg'limo andando. A pocos pasos dos chiqu1lla:1 pa aron delante dc _nJsotros con lo brazos enlazados. -l\Iire u ted eso-dijo Bastaña-mire u ted eso y di game si no parecen un par de reina'. ¡:Los cuerpos bonitos, las ca­l itas tinas. lo pendiente:; á la última mo-da! ¡ La flor del pueblo ! ___ _ La chiquillas volvle•on la cabeza y nos 1dudaron sonrientes. Al atrave ar la plaza, comú pasásemc•s frente á una puerta donde un hombre e:.­taba entado: -Y bien, ruaes'ru Quitri\n-le dijo Bastaúa-;.varnos á ludHII' como hombres o como emi-bombres este año~ -¡Ahl mi pobre bei'lor-rc pondió el v1ejo atleta-nosotro& ya no luchamos oo­mo nada. -¿ 'e acuerda usted del año en que se pr~::sentaron sobre el eampo l\leissonnier, l\lat se:lle y Raba son, los treo luchadores más grandes de Provenza? sted los denoto á todos, sin embargo. __ _ ¡Como no habta de aco:darme!-dijo el luchad ot· enardeci?ndot.e.-Eso fue ju sta­mente el aüo d~.:: la tuma de la eiudadela de Aruberes; había un premio de cien e~;..:udol', t011 un <:arncro para los sc mi­houobres. __ .El prefecto de Av1ñón me dio la mano. Y luégo In gen tes de Be­darride que pemaron en batr1 se con la de 'urtezon ____ porque unos eotal..oan ele mi pHrte y otros en contra!. ___ ¡Ah ! ¡Qué ti ~::mpo! Hoy más val no hablar de lu­chadores; po1 que ya no hay ni un hom­bre, scñ 01·, ni uno ._ .. y además se en, tic u den entre sí ___ _ Cuan,( o h 11 bi m os andado unos ci ncuen­ta pa. os, el señor cura salí& de su pres­b tcri·•· -Buenas noe~.es, señores. -1\luy but>na:>, señor cura,_ .y ya que tC>ugo •·1 gusto de encontrarlo, es neces~~ rio que haLlemos nn lllOmento de cierto asuntillo. .E:;ta mafiana, en la misa, me pareee haber notado que nuestra igles1a va siendo muy e trecha. sobre todo para los días de fi esta .... ¡No crt>e usted que ería muy bnPno pen:;ar en cnsancharlaf -En e:oe punto, señor alcalde, yo com­parto en absoluto vuestra opinión, porque en rea lidad los d ías de cetemonia no hay lugar P'•ra hacer un movimiento -Voy á ocuparme en eso, señor cura, voy á oeuparme en eso. En el primer concejo municipal propondré la cnes~ion, la pondr emos á e tudio y si la preft'ctura qui c>re prestamos su ayuda ___ _ 1\Iagndico, señor Aka!de, magnífico¡ por mi purle no puedo metros que darle un millón de gral'ia . Un momen to de pu és nos topamos con un muchaeho que ibu á eotrar al café con su l'haqueta sobre el hombro. -En todo caso-le dijo Bastaña-me parece quP tú no estás enmohecido. Ya me han dil·ho algo de la buena sacudida que supi te dat· al pi;;avet·de que corteja­ba á 1\ladelón queriendo sustituirte. - ¿Y acaso no estuvo bien hecho, se­i'Jo¡ · Alcalde1 -¡Bravo, J <.us elet, btavo! Es pre­ciso no dejarse comer la sopa .. Sólo que, para otra vez, te aconsejo pegar menos duro. -Vamos-dije á mi amigo-aboraya com ienzo a colllprender. - ' 1 i Pues aguarda un peco aún-me respondió él. Como "'aliésemos de las fortificacioner:~, lo primero que enc011tramos fue un reba­ño que ocupaba todo el ancho de la ruta. Bastaña gritó al pa tot·: -Al solo olr el ruiuo de tus cascabe­les ya comencé á decirme: ese debe de ser Jorge; y ya ves cómo no me eqnivo­quó. Tu rebaño parece un espejo. ¡Qué Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 1 1347 EL COR~EO DEL VALLE animales tan h e rm o~os ! Nadie sabe lo que tú les das de come!'._ .. Y lo que es el precio, estuy segut•o de que no los da­rla! l, el uno con el otro, pur menos de diez escudos. -Segnramente que no-replicó Jorw'. -Los compré en la feria f1·ia este año mi~>mo .. Casi todos han de reparir. -No sólo eso, amigo, sino que un ga­nado de tal espteie ha de producir cama­das iguales. _ .. -¡Dios lo oiga, señor Alcaldt>l Apéoas habíamos acabado de hablar con el pastor, cuando vimos acercarse á un carretero llamado Sabatu : -¡Hola, chico!-le dijo Bastaña-tal vez no vas á creerme, pero es lo cierto que todavía estabas tú con tu l'arreta á media legua de distancia cuaudo yo ha­bía adi vinario tus latigazos. -t, Verdaderamente, señor1 -Nlt hay más qu~ tú, muchacho, para hacer tronar la meeha de esa manera. Y Sabatu hizo vibrar el aire eon su fusta, hi1·iendo rudamente nuestros oldos1 para pr<)baroos que era verdad. A fuerza de anda1· encontramo una vieja que recogía hierbas en los bordes de las tosa!l. -¡Cómo! ~Eres tú, Berangera~ Pues has de sabe•· que al mirarte po1· la espal­da, con tufichu rojo, te había tQmado:por Teresona, la nuera del maestro Franc. ¡Vaya, es admirable que te le parczea tánto! -¿Yo t ¡Este señor · Bastaña siempre es el mismo! Figúrese usted que yo ya t~ngo setenta años . ... -Qué demonio! i tú te miraras por detras, ya verías cómo aún estás guapa ... ¡Siempre bromista, siempre bromista el ~;~eñor Alcalde! -dccfa la buena vieja echándose á reír. Y luégo, dirigi éndose á mí: -Y á ve usted, señor, y no es porque éi esté delante, pero en realidad, nucs­b ·o seño•· alcalt.le es una pura crema de hombre. ¡Tan familiar que habla, ya lo ve usted, 'basta con los últimos del pueblo, ba~ta con loll niños de tres meses ! Por eso es por lo quE>, habiendo tomado la Alcald1a hace cincuenta .aúos, la con­servará to .la su vija, -Y bien, cúlega-me dijQ Bastaña tú ves que no fui yo quien la hizo hablar.. A toJos nos gu ·tan las buenns tajadas, ¡l tociGs nos agradan los cumplimientos ) todos gozamos al mirarnos tratados cor butnas mane ras ._ . ___ Y así sea con e rey, sea con el pueblo, el que quier, mandar mucho que guste mucho también He ahí todo el sP.ct·eto del Alcalde d· Guigoñán. ____ _ SA LMv DE VIDA .A la. señorita Luisa Mercado Ya voh'éi . m1s amante gol'ta el pretil ele la azotca O á lo pardo alero Y lo~ ~nntos de ;)iedra que en los nicho De 1, vecina iglesia e levantr.n, 1 Pa recen ometeTSe á los caprichos De la co a. que cantan! Vuestro revuelto l.Jatallón parlero, J m·ga del antuario en la corni '\, Y ele pertando al viejo campanero, Le dice: -¡ Pcrez0 o, llama á misa ! Ya vuelv-e , P6mavera, Ya vuelve con tu séquito de amores, Y &e ocoltu en lo fre, no vocinglera La tml.Ja de los p{i.jaro cantore . Ya vuelves, coquctucln fugitiva, Y, al rumor de tu gráciles pisatlns, IInycn las penas, el amor >!C !l'Viva, Y e uu can los ilfo y la hadas. ¡,.Por qué no vuPlve en tu cortejo hermo·· Entre flore y luz mi poesía ? ¿Fui :::u amante? TnJ vez ... Tal vez su e poso i Pero me dice el nlmt\ que fue mía ! Recuerdo que en compestre, escut ' iones, Para expre nr mi an in má ecretas, le prestaban u Yersvs los gorriones Y algunos cvnsonante la violeta . Elluí.l.Jil mirlo y el pichón sedeño, La matinal alondra y la paloma. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL CORRE lllil 1ri ·te e.1 algún neño, nle daban ver ,) murnnu anclo : - 1 Toma Hoy e. n. huenn hacln. no mP qui<·ren, Y mi· C'oferm•tS, ptílidn e ·trofa~. A bren 1o. ojos, Jlornu 1 y SP mueren .' Onz que vuel\·,1!1, nmnnle I'rinHI\'C'I'll, La que ver o y canto~ me enseñurou i Dormida entre mi brazo;:; la e. pera La mu~a que dejaron ! Dame flores, petfume-' y armoníri Pero no flore tuya., ¡ ioo mía./ Pon en mi mano el fre. PO ramillete Que lle\·aha iebel á i\Inrgarita ... Ya asoma, sonriC'mlo, en su ,·entaun, La pálida enfermita.. ¡Oh, qué invierno tan tri te! ¡ Cuán ob curus Su noches y cuán larg!l 1 De la muerte :Muy quedo no habla.ban ; La nie:ve, del sudario ; y la es! relh1 L'omo eon mucha lágrima brillaban. ~Iut.lo el pi>ono, y avida lu l:iore D e fecundunte ne_go ; En silencio lo aneho. corredore., 'Triste ln almas y rl bognr in fuego. A la luz ele murientc lampnri llu Anunciab:t, vibrnndo, la mañana . El toque de la tazn dC' ti ana Herida pnr la breve cucharilla .... Tímida ht e peraoza; icmprc ausente La risa amable de los lnbio rojo , Pen ~a mi entos muy torvos en la fre>nte Y el sueño iemprc leJO de los ojos. Temblor de coruzone p a lpitante Cuando el octor venía ; ~Jiedó de preguntar, en ,os. emblante., i pensativo el médico ·alía . .. ¡Y cómo Mlivinabto el¡ nsamiC>nto, En 1~ a tmó Cera nmcl:\ de la alcoba, El vuelo cauto y el glncial nliento De la que vicia y cndínn, Y us tri. tes mimdns. al cruzarse, -¡ o puede ser! ¡ To puede er, decían! Pero volviste al cnho, Primavera, Y yá la enferma en u balcón te :-;pera, ¿•Qué, no tienes mth fwres? 1 Dale toda. Hoy con la v1dn celebró sus bodas. Tti pón . como te plazca, alt>grc ñesta ; E criiJiremos el litE~ o n la rosas , Todas las ave formaran la orqu sta Y el u FI!ET servirán la · ruuripo. as. DEL VALLE 1348. Ordenn que tle luz . e Yista el cielo Y mnnda que despierten muy t< mprnnn A tu tenor de grac·in, el arr(lyuelo ; Y á tu bajo profundo, el Ocenno. Oí á tus 'it·rvo. Jos ra1 . do~ colihríes nc traigan flore de p~rfumc.Jlenns, IJar. platos con hojitas de alclíes Y cop11 con In blanca azucenas. La ombra queda atrú ; no está invitada; Envidio a en la puerta se detiene, Yendrá la noche, de a tros coronada. Por aquélla ... la otra . . . la enlutada .. •• 1 E a, no puede entrar ! ¡E a no viene! ólo yo, Primavera azul y he rmo!'la, Para C'l fe~tin no tengo ni una rosa. Yr,lvi 1e; lo::. botones se entreabrieron , ¡ Pero mi pobre verso no volvieron 1 • ¡ Ve, pue., en rui lugar, tti que í cantas, Tú, que tr:~ji ·te la alud, la vida, Tú, Primavera, la de aladas plunt11s, La que de piertn á la luz dormida. En las onora ala de tu brisas, Llévale alegre tus fragante. dones, t Y a í como entreabrt- lo botones, EntrE>abre su labios con ourisn . Tú, que la trns del invierno calmas:, 'u e tra inquietud, nue tro temor eren a• ... .. 1 Que gozo! , Ya está su na! ¡Ya e tá buena 1· ¡Ya e tás, oh Primavera, en nue.trn almas! 1\IA 'UEL GuTrEmmz SORTIL EGIO -Cuando llegue el plenilunio ' ré tup\ .. . . Estreché us fiera manos de patricia, lllano. puras Que en lo eno de una e clava Con nguda horquilln de oro Ensayaran In tortura. Blanca ro ·a del mi. terio, Tu corola taciturna De ·t:allece, De. fnllere al hechizo de la luna. En la ombra del cabello, B11jo el arco de tu cejn, ómo l~tte, Cómo brilla In locurn ! Entrea1Jiertos lo narcLos, arom!llba.n En ln atmósfera nocturna ; obre el mu~go soporoso, los insectos A gitn ban us élictros. Luz di{U$1l Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 1 • 134<) EL CORREO DEL VALL8 1 n l'sde el almr. ele los astros, Por el bún~eclo ropaje Se filtral.Jn en In llanura. -Díime un beso. -~eré lu_,·a Cuando lbg ne el plenilunio . .• Y robándome u manos Quedó muda. Un livor rle paroxismo En la fina comisura De lo labio- ; agran lada e 1UlO un ciclo Ln.s pnpil: s errabundas, Y en el valle sol itario, Al hecllizo de la luna, Galopnl>n. Galop ,ba el corcel de la Loc11ra. VrcTOR ~L LoNDOÑo. SANTIFICAR LAS FIESTAS Carta de trueno, que puede ser\'ir á nsted de ejemplo de cómo oyen misa algunas señoritas de m, pneblo. • "Adió , por siempre, trnidor, Decfl'telo no debiera ; Pero me vence el amor: A.~er en misa mayo¡· Ni me mira to siqui era. Si yo no te nmnra tanto No vertiera e te llnnto, Al ver que ni nna on1· i ~n. ::\fe has diri¡;:ido en el Santo Sacrificio de la misa. ¿Por qné esa faltaV ¿por qué? ¿Que tu vi ta me buscaba 1 Eso es fal so, yo lo sé; PueR yo, como F>icmpre, estaba Debajo rle San José. Tú llegaste haRta o\ altar De la Virgen del Ro'ario; í lo que me hace tron:n Es que te he visto mirar A Iue~, l;t del boticario. Llegó el fJredo, y con dolor, Al mirarte de ese mouo, Recé con m u ello fervor¡ Creo eu Dios Padre .... y en todo, Menos en tí y en tu amor." Al comprender tu falsía, Dios sabe lo que sufrí. ... Cua.ndo el Santos parecía. Como qnf' Tnés té cale­ños. Muy al contrario, de Bog-otá comunican que lo<> panameñ_os han continuado {Tozando de ampltas ga- ~ . rantía sin que nadie los mole te, m ¿á qué vendría molestarlos? Eso e­ría para cazar molestia internacio­nal con la nueva potencia del mar ele Balboa. -No sabemos como desenvolve­rán el ovillo allá en la nue,'a Enti­dad contratista del Canal con la Compañía francesa, pue Colombia á fuer de ·nación libre é indepen­diente y más que los que ahora quie ­ran serlo, no puede permitir en ma­nera alguna, el traspaso del privi­legio para la excavación del Canal, :í ningun país ó Gobierno, ni puede consentir en la venta Je us biene que en ca o de caducar lo co!:tra­tos, pertenecen exclu i''a.mente á Colombia; pePú no olv1dábamos de que en la América del Sur no hemos saboreado aún los tiempo del céle­bre Mari, cal de la Francia : '' ni una. pulgada de nuestro territorio ni una piedra de nuestras forta­lezas ''. - En el Interior de la República. hay completa tranquilidad, no obs­tante de que el gobierno se apre ta y formaliza la organización de fuer­zas ; a pe, a r de esto los negocio· , i­guen su curso reg·ular, lo precio aumentan por la consecuen ia.s que se de prenden, y el cambio dá la medida de la horripilante situación que habremos de a.tra\'esar denb-o de breves día . ólo el ,·erdadero conct.u-so patriótico podrá al varnos y que en vez de pensar en utopías, aunmeos nue tro e fne1·zo, para conseguir la e tabilidad de la paz y salvarnos c1 1 furioso cataclismo. 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