Por:
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Fecha:
20/02/1858
...
DE
NUMERO 8. 0
BOGOTA.
11\IPl{.ENTA DE OVALLES l C0.1P .a
185 8.
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
J'.as tres preguntas del Gran Federico. desierto a cinco mil hombres con cinco panes, el bueno
Federico el grande tenia la costumbre todas las veces del cura ase¡suró que Nuestro ~eñor !esucristo había ali-que
se presentaba un nuevo soldado en sus guardias, de · mentado a cmco person.as con cmco mll panes. _
hacerle estas tres preguntas: ¡Cara~ba! csclamo g~avemente el herrador, senor cu·
- i, Qué edad tienes~ . Cuánto tiempo hace que estás ra, yo hu b!era hecho lo mJsmo. . ,
a mi servicio~ ¡, Recíbes tt paga ¡ vestuario como deseas? El pr~drcador ~n roco_ desconcerta~o se prometro tomar
. Un jóven frances deseó entrar en la compañía de guar- ~u desqmte: _al ano ~rg_u~~~te tuvo cUJdad_o de contar ex~c·
dtas. u buena fiD'ura le hizo admitir inmediatatnente pe- '"am.ente el mtlagro, 1 dtrlJiendose en segu1da al parroqu1a-
. 1· lb 1 · · ' no 1nterru ptor 10. no entenc 1a e a eman. Su caprtan le previno que el . _ .. . .
ret le ~reguntaria en cuanto le viese, ¡ le recomendó que . I _blen1 se~or herr~dor, le drJo con un aire de tnunfo.
aprenchese de memoria en aquella leno-ua las tres respues- t Har!as t~ oh o tanto · . . . . .
tas que tenia que dar. Pronto las suPo, i al di a siguiente 1, senor cura_,_ replico. srn t1tubear; hana otro tanto
se llegó para preguntarle; pero comenzó por la segunda con los restos del ano antenor.
pregunta i le dijo:
- i Cuánto tiempo hace que estás a mi servicio 1
- Veintiun años, respondi6 el soldado.
. Chocó le al• rei su juventud, que no dejaba presumir hubiese
llevado el mosquete tanto tiempo, i así le dijo con
sorpresa:
- ¿ Qué edad tienes?
-Un año con mucho gusto de V. M.
~Ia:s admirado todavía Federico. esclamó:
' -O tu o yo hemos perdido el juicio.
El soldado que tomó estas palabras por la tercera pregunta,
re pendió con firmeza i aplomo.
-El uno i el otro, si no disgusto a V. M.
. Hé aquí~ dijo Federico, la primera vez que me he
v1sto tratar de loco a la cabeza de mi ejército.
El soldado, que había agotado su provision de aleman
guardó entónces silencio, i cuando el rei levantándos~
á.cia él ~~ preguntó de nuevo para penetrar aquel mist e·
r1o, le diJO en frances que no comprcndia ni una jota de
aleman. H.abiéndose echado a reir Federico, le aconsejó
que aprendiese la lengua que se hablaba en sus Estados, i
lo exhortó con un ai1·e de bondad a cumplir con su deber.
:E:l Drama Antiguo.
La primera comedia se representó en Até nas, en unta·
blado, por Sa~ariano i Dolon, 56'2 años ántes de Cristo ;
las de Tercnc1o se representaron por la primera vez 154
años ántes de Cristo ; i la trajedia se representó por primera
vez en Aténas en un carro, 535 años ántes de Cristo;
por liéspis, natural de Icaria, ciudad de A ti ca en Grecia.
En su tietnpo era conducida la trajedia por una banda
de músicos 1 de danzantes, quienes a la vez que bailaban,
cantaban himnos en alabanza de Baco; i para que
estos tuviesen tietnpo de descansar, i los espectadores mas
diversion, se introdujo un actor que, a cada dos cantos, recitaba
algun discurso sobre un asunto trájico. El discurso
de e~.te actor se llatnaba episodio. Héspis tambien dió actores
a la sátira, i Horacjo dice que él dió a luz sus sátiras
en un carro dese u bierto, en el cual los actores recita·
ban sus poemas, con las raras pintorreadas de heces de vino,
O; egun Suidas, pintadas de albayalde o cerusa i bermellon,
para in1itar mejor a los sátiros, a quienes se representaba
con .... emblantes rojizos, i de color mui subido.
Habiendo sido bien recibido el episodio por la jente espectadora,
Esch y lo introdujo dos actores, i Sófocles añadió un
tercero, lo e u al dió a Ja trujedia perfcccion ¡Jor entónces.
El tio .Juan i el Cura.
En un pueblo de la Alcarria, situado a pocas leguas de
Sigüenza, exi "tia aún hace pocos años un rnariscal herra ·
dor llamndo tio Juan, que muchas veces durante el sertnon
dirijia observaciones al cura, el cual las acojia con
grandísin1a bondad. Un di a, por un error bastante d ivertido,
en lugar de decir que Jesus habia alimentado en el
1
El poder de una botella.
El primer sultan que se cree haberse emborrachado es
Amurátes IV· La ocasion que dió lugar a esto i el gusto
que tomó por el líquido merecen ser referido ....
Paseábase un dia por la plaza pública, placer que todos
los .sultanes .suelen tener, bajo un ve tido que le disfraza·
ba,1 encontro a un hombre del pueblo llamado Dleki-l\1us·
taf~, tan ébrio, que se tambaleaba al andar. Era nuevo para
el aquel espectáculo. Preguntó lo que era: le dijeron
que era un hombre borracho: i miéntras se hacia esplicar
cómo se ponía uno borracho, Bleki-r Iustafá, habiéndosele
acercado sin conocerle, le mandó con un tono inlperioso
que continuase su camino. Sorprendido Amurátes de
aquella osadía le respondió:
-¡Sabes, miserable, que yo soi el su ltan !
- I yo, respondió el turco, soi Bleki-lVI ustafá : si quie-res
venderme a Constantinopla te la compro: tú serás en·
tónces M u'"tafá i yo el sul tan.
Aumentóse Ja sorpresa de Amurátes, i replicó que con
qué pretendia comprar a Constantinopla.
-No andemos en razones, porque compraré a Constantinopla
i a tí, que no eres mas que el hijo de una esclava.
Sábese que los sultanes nacen de las esclavas del serrallo.
Par~ció t_an estraño i tan admirable este diálogo al gran
señor, 1 sabiendo que en pocas horas volveria a la razon
Bleki-n'lustafá, le hizo llevar a su palacio para observar
en él lo que resultaría de su trasporte i ver lo que recordaba
su memoria.
. Pn'"á~onse aJg~ nas horas; Bleki ·l\i ustafá, a quien hablan
c~eJado dormtr en un cuarto . dorado, se despertó i
mostro mucho asombro del estado tlugar en que se hallaba.
Contáronle su aventura i Ja promesa que habia he~
ho al sultan. 1\cometióJe un terrible temblor, porque no
1gn o.ra.ba el. carácter cruel_ de A m nrátes i se e reyó ya en
s~1 phc1o; s1~embargo, habiendo a pelado a toda su presenCia
de espíntn para buscar un espediente que le evitase
la muerte, tomó el partido de finjir que se hallaba lleno
de terror i que si no le daban vi u o para reanünarse iba a ,
e pirar. Sus guardas, que temieron en efecto no se les
1nuriese ántes de ser pr sentado al ernperador, le hicieron
traer una botella de vino, de la que aparentó traD'ar a]o-u-b
. d ..., t> nos sor os para tener oca~Ion e guardarla bajo sus vesti-dos.
Lleváronle delante del etnperador, que recordándole
su oferta, le exiji6 nb'"'olntatnente el valor de Constantinopla,
corno se babia cotnprometiclo. El pobre turco sacó
su botella.
-¡Oh, ernperndor! respondió, he aquí lo que rn e hubiera
hecho cotnprar a Constantinopla; i si poseyeses Ja riqueza
que yo gozaba entónces te pareeeria preferible a la
n1onarquía d ;11 unirerso.
Preguntó Amurátes cómo podría ser eso.
-No se necesita mas, dijo el borracho, que traaar este
divino licor. b
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ueriendo el emperador probarlo por c~riosidad,c.l cfec- hombre, dijo S. E. Ola! gritó a uno de sus pajes· haz
tose sintió mui pronto en su cabeza; que Jamas h~bta per- lo que pida rse bu en hombre, pero dale suave. · '
cibido los vapores del vino. Púso e su humor mu1 alegre El pescador se desnudó i el paje se preparó a ejecutar
i todos sus ~entidos se entregaron a la alegría i creyó que las órdenes de u amo.
todos los encantos de su corona no igualaban a su situacion. Ahora, amigo, dijo el pescador, lleva bien la cuenta
Siguió bebiendo; pero habiendo llegado al periodo de~~ porque te prevengo que no quiero ni un golpe mas de lo~
embriaguez cayó en un profundo sueño Jel que no volvto debidos.
sino con un gran dolor de cabeza. Todos se quedaron atónitos miP,ntras se ejecutaba ]a
El dolor de e.Je nuevo estado le hizo olvidar el placer operacion . .. .t\.1 fin cuando el ejecutor le habia dado el
que le habia producido. Hizo llamar a Bleki-IYiustafá a qnincuajésimo palo, Alto! gritó el pescador, ya he re·
quien se quejó de aquel o-ran dolor. FJste, a qu1en la es- cibido toda mi parte del precio.
periencia daba muchas luces, cotnprometió s~ vida a que Tu parte? pregunt~ el Marques, qué quieres decir
desapareceria en el acto el dolor a Amura tes 1 no Je ofr~· con eso?
cia otro remedio sino el de volver a comenzar a beber vt- Vaya! Debcis saber que tengo un socio en este ne·
no. Consintió en ello el sultan, vol vieron sus alegrías i se gocio, Eccellenzfb. He empeñado mi palabra de que le to·
disipó su mal. rran encantado quedó de su descubritnien · caria la mitad de lo que me diesen; i se me antoja que
to que continuó usándolo todo ul resto de sus dias sin de- su Ectellenza se persuadirá dentro de poco de que seria
jar uno solo de embriagar e. una lástima robarle ni un solo palo.
Belki-1;Justafá fué su consejero privado! i le tuvo siem- I querrás decirme, amigo, quién es tu socio?
pre al lado de su per~ona para tr incar con él. A su muer- Es .el portero, señor, que cuida la puer t a pr incipal
te le hizo enterrar con mucha pompa en una bodega en del palacio de V. E. Me reusaba la entrada a mé nos de
medio de toneles i declaró que en lo sucesivo no había ; que le diese la n1itad de Jo que yo lograse por el pescado.
vuelto a t~ner un 'solo dia feliz desde que habia perdido Oh, oh! csclamó cll\1arques ron1piendo en risa, vi -
aquel hábil maestro aque l h áb il oficial i conseje ro. ve Dios, que tendrá doblado lo que pide a manos llenas.
' I trn yendo al portero dos pajes lo desnudaron i le die-llstratajema.
LAFONT4rNE te nia la costumbre de tomar todas las tar·
des una manzana cocida. Un dia salió dejando su manzana
sobre la chime nea; i, mién tr as estuvo fuera, entró en
el cua r to uno de s us a migos q u e a l ver la manzana se la
comió. De vutlta "' Lafontaine, echó de tnénos su manzana,
sospechó lo que habia pasado i esclan1ó finjiendo una
g rande emocion : - Qué se ha h echo, Dios mio, la manzana
q ue dejé ar¡uí? - No sé, cont es tó el otro. - Me alegro
de oirlo, porque le habia puesto arsénico para matar rato-
' nes. - P obre de mí! estoi enve nenado! - esclamó el amigo
con la tnayor al~rma; pronto ! mande U. buscar un
médico!- Amigo, dijo Lafontaine, tranquilícese U; ahora
que me acuerdo, no le puse ningun ars~nico esta vez;
pe r o me pesa de que haya sido necesaria una mentira par
a descubrir la ve r dad. •
El socio comanditario.
ron una tanda hasta dejarlo beatificado como un segundo
San Bartolomé. El Marques mandó en seguida asu ma yordomo
gue pagase al pescador veinte libras esterlinas i
le manifestó que viniese todos los años por la misma su ma
en recompensa del servicio amistoso que le b abia
prestado.
El a l guacil bien recibido.
Preguntaban a un alguacil a quien habían mandado a
hacer una ejecusion a una casa de campo , cómo lo habian
recibido.
1ui bien, respondió, me han querido hacer co mer.
Rabian soltado contra é l dos enormes álanos, que estu ·
vieron a punto de devorarle .
La botella.
A un hombre mui alegre que se hallaba comiendo a la
mesa de un gran señor, le hizo ~ervir este a los postres
una botella de un vino precioso, del que no cesaba de alabar
sus buenas cual ida des, i sobre todo, la edad.
-1 bien iqué tal encuentra U. la botella, amjgo? le dijo
e] amo de la casa.
-A fe mia, caballero, dijo el otro, que la encuentro mui
pequeña para la edad que tiene.
Un Marques i tal iano h ab ia convidado para una g ra n
fiesta a toda )a nobleza de su vec indad, i por lo tanto habia
encargado todos los rega los de l a estacion. Algunos
con vidados habian 11egado ya para hacer con anticipacion
sus c umplidos a S. E, cu a ndo el mayo rdomo entró precipitadamente
e n la sa la.
- Monseñor, dijo, ah í abajo está el pescador mas estra- Mala costumbre.
or dinario que trae uno de los mejorrs pescados que a mi Sr. Editor del" KJLickerbocke1· Magazine ." lVI ui señor
ente nder hai en Italia; pero pide por é l un precio 1 • • • • mio. lVIe tomo la libertad de llamar la atencion de U.
-No te pares en precio, esclamó el Marques, págale ~ ácia un asunto que, aunque se con idera como una chanza
en el ar.to. de buen gusto, me ha causado mucha incomodidad j gas-
- Lo habria hecho, E ccellenza, pr ro no quiere dinero. tos. !\le refiero nl cambio de sombreros que se hace en los
- t Pnes qué quie re ese hon1bre? bailes i soirées. I-lai ciertos jóvenes que con~ideran las
. Cien palos en las espa ldas desnudas, Eccellenza, i rennione~ elegantes corno sitnple oportunidad para cam-dlce
que no rebajarél ni u n solo palo. biar sus son1breros viejos. o hace mucho que asis t í a
'l'odos bajaron inmed ia ta me nt e pa ra ver a un pescado r un baile privado con un somb rero nuevo , i cuando lo
tan raro. pedí al despedirme, el criado me dijo con risa sardónica
- Elermoso pescado ! esc la mó e l Marques. Que pi- que los sombreros nuevos se habian marchado hacia tne-des,
a m igo 1 1.'e paga ré a l mome nt o. di a hora, 1 que solo quedaban los de terce r órdcn. Vjme
- Ni un centavo E cce ll en za, no quie ro dine ro. Si qne- pues obligado a ponerme lo que encontré. Creo seño r edir
eis mi pescado me. manda r ~ i s, da r cien palos sob re las es- tor, que lns señoras harían perfectamente en pdner en u~
pal das desnudas; s1 uo, me 1re a otra pa rt e a venderlo. esquela de convite: "Se prohibe en toda forma catnbiar
-Antes que pe rde r e l pesc ado , se le dará gusto a este chales i sotnbreros., Soi de U. &. W. lRviNG .
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Antbalema ..•....
. A.,tl ioq u ia . ...... .
Ban anqu i!la •....
B ·ucara nta ttga ... .
Bur;a .... . ...... .
('a t -z.. •...•....••••
Ca ,-taje na •.. . ...•
Cúcut n ......... .
Guád nas .... .... .
R oHdll ..... •.....•
!b agué ......... · ·
]~'[e d elf i,t •..•....•
"iliom¡J08 ••••• • • • • •
Clen1ente Nieto.
Ant o~ t io Correa.
Arí..., tide ::, \ oig t.
J acobo D. J 61ncz .
An el n1 o R. Delgado.
Ce n on F. Lé1nu~.
J o a q u in F. ' ' él e z.
n amon Serrano.
José l\1. Aco~ta .
Fr anci~co 1\ 1 urillo.
l\Ianu el J. Rodrí!.!uez.
Lui s l\ l. Co rre n. Julian
Ponce.
.lllo11iquirá ••... • •• Policarpo OJa rte.
llforc110 • ••••••••• J ~nacio Várgas.
1 rciva ........ •... hatnon Pedreros.
Ocañ a •.......... Jo é de J. lloyo · 4
Paltna .. .•...•... H uperto Anz ola .
PatnJJlona •... •.•. Felipe Zapa ta .
}Ja 11U1ná • • . • • • • • • C[ulo l. Aro se 1nena.
l)tedecucsta •..... . Leonida OrbPgozo.
P opayan •....•. .. Julio . '7 e la~co.
Puri(t.cacioJ z ••..•. 1 iarcelo Bárn os .
Jli ohacha •....•... l\loLfs ~á la .
l~i o ,t egro •.....•.. Prudencio árdcnas.
1 olda11 illo. . . . • . . • Fe 1m in Belt ran.
•
Sa?1Jil ••.• •.•••• ••
..: n'IJta? tder •.•..•••
. R osa de Vücrbo.
So alá •.•. ••..••..
• acorro • ....••..••
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J.;! 0 11 son. • . . . • • . . • . .
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A1nbrosio G onzá.Jez e
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