Saltar navegación e ir al contenido principal
Biblioteca digital de Bogotá
Logo BibloRed
Saltar el buscador

Esta ingresando al contenido principal

  • Exclusivo BibloRed
  • Audios

BEETHOVEN, L. van: Symphonies Nos. 1-9 (Malmö Symphony, R. Trevino)

CONTENIDO PARA USUARIOS REGISTRADOS

Inicia sesión para disfrutar este recurso. Si aún no estás afiliado a BibloRed, haz clic en el botón.

Acceder
  • Año de publicación 2020
  • Idioma Inglés
  • Publicado por Naxos Digital Services US Inc.
Descripción
Citación recomendada (normas APA)
"BEETHOVEN, L. van: Symphonies Nos. 1-9 (Malmö Symphony, R. Trevino)", -:Naxos Digital Services US Inc., 2020. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3513042/), el día 2025-07-24.

Contenidos relacionados

Imagen de apoyo de  Podcast: "Rock al Parque: la música"

Podcast: "Rock al Parque: la música"

Por: Red Distrital de Bibliotecas Públicas. BibloRed (Bogotá. CO) | Fecha: 2019

Podcast que recopila testimonios del público asistente al ciclo de charlas "Libertad Sublime" realizadas en las Bibliotecas Públicas de BibloRed. Dan cuenta de la experiencia musical relacionada al Festival Rock al Parque. Los participantes relatan sus vivencias: donde compraban los discos, los primeros conciertos a los que asistieron, como se difundían los nuevos exponentes del rock colombiano en los medios públicos, la relación de los rockeros con seguidores de otros géneros musicales y la influencia que tuvo esa música en un momento en sus vidas.
  • Temas:
  • Rock (Música)
  • Música

Compartir este contenido

Podcast: "Rock al Parque: la música"

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Imagen de apoyo de  Podcast: "Rock al parque: las bandas"

Podcast: "Rock al parque: las bandas"

Por: | Fecha: 12/01/1908

1 I { )~;t~/ REPUBLICA DE COLOMBIA lB ~ o{ ~;:;, /o~¿¿j ~mmmmmmmmmrnm~wrnmmmmmmmmmrummmmmm~ Mis padres, ~~~i~~~;a~?aldi; Garibaldi, l. por Ed"ardo Lockroy; E lmuodo Cervant~s, por Reg; Ottu Drinker, por Edmundo Cervantes; El Dr. R M. Carrasquilla, por Luis María Mora; Francisco J Fernández, por R~g; De lejus I poeslal, por F Rivas FraJe; Anivcrs.no (poe,ia), por VIC· ~ tor M Londono; c.n La Unión (poesta), por Ed· El mundo Cervanle'; En aquel tiempo ,. (poesía), E! por Ismael L"p~z; Suello Illanco (poesía), por i Eduardo Castillo; Panteón; En el b1lsque (poc. sIal, por Guillermo ¡:'os ,tia; G.deTÍa Dip omálica" por RI!I{; Cafétale.; en Columbia, por Gabriel Dr. IIz \Y ; An, nuevo, bailes, teatros, bailarinas, too ro·, ttc. etc. Ilustraciones: Garibaldi, Fdmundo Cer~'an. tes, Ur Raf",1 Mar a C.lTrasquilla, Francisco J. F~rnqndcz. Viclor 111 L 'ndoño, Ismael López, t D. ~ Enrique Sancl~ment ·, General t.lalee'id no Var, ~ gAS, l>r Juon E Manrique, General Rafael Uribe I Uribe, Deshierba del c,fetal, Cusech _ del caf!!, Casa de la Hacienda, [diticil de las maquinas, etc. ~WWW~tm!ml¡¡¡WIIIWUW!!lIWW~ Bogotá, Enero 1.0 ,. f ( J30GOTA /;" - i . / i :' ~/ ; ~/ i .y 5erie ~~rrrrttttttttttrrrrttntttttt~ttttrrrrttttttrrttrr~tttt~~ l · CONDICIONES .~ Númerosuelto ...... _ ........... _ .. $ 20 e Id. en IMpelextr¡¡fino._ ... _: .. .. _ 50 E Soscl'i ') ión á la serie de 5 números ... 100 1,.13 Aviso ', p ~ OEUTSCH COLUMBIANISCHE BRAUEREI G m, b. H. ~ ~ El Gerente, LEO SIEGFRIED XOPP I ' ~ ~ iI DD~~~U~U~ggg~ggDOg~~DDDOS Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Serie 111 REPUBLICA DE COLOMBIA Número 12 ~~ Bogotá Ilustrado ~----.. ~.~.~.~ .... ~, .. ~-----~ .~~ .Jf G'V'Íembre de 1901 5lJi'tecto't y 8bedacto '{., abafaeL l nidad; idioma en que todas las palabras, sin ra ces, afines, ni derivados, tienen la significación exacta, de ma­nera que se habla á las plantas ó á las piedras y entien?en, se llama al bruto y re ponde y con el cual e comu~lcan los espíritus. i Fléchier, Bourdaloue. Dossuet y Ma slllon, qu~ apenas estaban ,iz mente Dú, hubieran ido de e a po­ca, cómo se le. habría hecho la boca agua por aprender­se aquel discurso para salir á repetirlo por esos púl(Jitos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOT A ILUSTRADO 191 Capaces hubieran sido de pedir permiso para bajar á la tierra á traducir, aunque imperfectamente, {, lenguas vul­gares la Divina palabra. Como se sabe, los franceses son las gentes más vanidosas. Abogados de estos de nuestros días no se usaban; los pocos procuradores y escribanos que merced á la intriga habían logrado deslizarse en el Paraíso estaban aterrados. De acuerdo con las nuevas teorías ya no se podía ci­tar el artículo tál para condenar al pobre que se robó una gallina, ni con el Código en la mano declarar yacente la herencia dd rico que dejó sobrinos ó parientes colaterales, ni se formadan aquellos expedientes de artística maraña con que se prolonga un pleito por años y años pára delicia de los curiales: la profesión quedaba perdida. El Padre Eterno, que lee los pensamientos de los San­tos como los de los hombres, cayó en la cuenta, á propósi­to de abogados, de que Otto no había tenido ninguno ese día; y dirigiéndose á San Gregorio, á la sazón encar­gado d el Gobierno interior del Cielo, le preguntó: -Nu habrá entre los Santos alguno que se interese por ese Drinker ? -No, Señor, contestó San Gregorio, hasta ahora no ha ll egado á mi Despacho memorial, ni petición, ni cosa que se le parezca, en relación con ese prójimo. -Con perdón de Su Santidad, dijo San Rafael, me­tiendo su cuchara, vengo de la tierra y al pasar por la Selva Negra oí los lamentos de Drinker, y como estaba perdido del camino, qui e hacer algo por él porque creí que estaba en mis atribuciones socorrerlo; mas por des­gracia no es de los que me están encomendados. -¿ y por qué no pasó usted al Despachoá darme aviso inmedia tamente? preguntó San Gregorio. -Santo Padre, respondió el Arcángel, porque este hombre no se halla en artículo de muerte, ni creo que en caso tal merezca los honores de la recepción! -No importa, usted ha debido ponerlo en mi conoci­miento; usted entra en el Cielo como Pedro por su casa, sin tener en cuenta que en mi calidad de J efe de la suprema Policía debo estar informad0 de todo lo que sucede para á mi turno poder dar las noticias que se me pidan. -Yo no estoy á las órdenes del Despacho de Gobier­no, dijo el Arcángel amoscado, mi misi ón es protf'ger á los viajeros, y a (, sólo debo dar cuenta del resultado de mis comisiones por conducto del Ministerio de Relaciones Jix teriores. Es de advertir que el Arcángel hacía días estaba de mala guisa con San Gregorio porque éste no había queri­do hacerle Caballero de su Orden, la cual se acababa de instituír en el Cielo, y tánto se había de vulgari mr des­pués, que hubieron de mandarla á la tierra en tiempo de • Gregorio XVI. San Pablo, por el contrario, JI'! había con­cedido la Gran Cruz de la Orden Militar de San Miguel. Viendo el Señor que las cosas se agriaban entre su Ministro y San Rafael, intervino: -Tenga paciencia el Sr. Arcángel, dijo, que á San Gregorio no hay que levantarle la voz, porque no sola­mente en la tierra fue tan gran Papa, que le apellidaron el M agno, sino que es Magistrado de primera categoría en eü~ Reíno; y mírese en el espejo de su col ega Luzbel, para que no venga con soberbias; y dígame, ¿por qué no socorrió usted á e!te pobre Otto Drinke r .? El Arcángel agachó la cabeza y con mucha humil-dad res pondió: -No le protegí porque .. porque ... -Veamos por qu é . -Pues, Señor, porque ese hombre no está pe rdido por viajero, sino por borracho .. _ y como no ti ene oficio ni benefici o, él mismo no sabe á qué santo encomendarse. -Malo, malo, dijo el Señor, ¿ de man e ra que hay en el mund o una clase de gentes que no tienen padrino en estas alturas? Vamos á ver. ¿ Quién se hace car~o de abogar por e llos? -Nadie, respondió. Ningún santo quería que se le ta­chase de andar en malas compañías ó exponerse Á q\,;e le acusasen de haber l.ido aficionado á empinar el codo . A todas estas el Padre Noé, vi endo por dónde iban tablas, callaba como un sordomudo y le provocab ha-liarse á centenares de pies debajo de la tierra : es decir~ en el Limbo. -¿ No hay quien se apropie esta defensa ? volvió á preguntar el Señor. Silencio en las barras. . -¿ Cómo e~ esto? ~quí tenemos á San José, que !>e Interesa por media humanidad; á San Antonio de Padua que tudos los días viene á empeñarse por las solteronas' por los perdidosos, y hasta me ha metido a.quí, valiéndo~ se de sus influencias, á algunos rábulas á cuento de que él también tuvo su pleito; no se pu ede rebullir un poquito la tierra sin que San Emigdi? clame por IflS despanzurrados; los pes r adores se encomiendan á San Pedro ; los cazado­re3 á San H~berto; por los agricultores ruega San I si dro; los Evangelistas defienden á Jos escritores; á Jos músicos Santa Cecil~a; Santa Luda me pide ojos como quien pide cuentas de vidrio; San Juan de Dios ruega á cada triqui­traque que abra las cataratas del cielo; Santa Rita todos los días quiere remediar imposibles; Jos tahures nombran á Santa Polonia y hasta los ladrones tienen á San Dimas. ¿ Cómo hacemos? No en balde se ha de decir que Dios da la llaga y da la medicina. Hay que buscarles un apode­rado á éstos, que son más desgraciados que perversos. La mayor parte de los que se entregan á este vicio lo hacen, según ellos mismos aseguran. por disipar sus penas. -Si Vuestra Divina Majestad me da permiso, dijo San Juan Crisóstomo, me atreveré á indicar un medio para encontrarles defensor. - Hábla en buena hora y pruébanos que por algo te llaman boca de oro. -Me parece, dijo el Santo, que hay una manera muy sencilla de saber á quién se le debe n adjudicar. Pues­to que este Otto Drinker es un modelo en su género, la cuestión se reduce á averiguar cuál es el Santo á quien acude en sus aprietos, y designarle para que cargue con todos los bebedores. Adoptado el consejo, se envió una comisión para que buscara en los archivos la minuta de la vida de Otto Drin­ker á fin de saber cuál era su devoción favorita. De la investigación resultó que la invocación que con más frecuencia empleaba Otto, era la de "Ave María." -Entonces á mí me corresponden, dijo la Virgen, y con esa sublime .ternura de Madre amorosa para quien no hay vicio que no encuentre di scu lpa ni falta que no trate de atenuar, la Reina de los Cielos y de la tierra se hizo cargo de la defe nsa de esos hijos d esamparados. - Hé aquí, agregó Slxtfl , por qué los borrachos son tan afortunados: Son para la Madre de Dios, como los hijos cala veras en las familias: los más consen ti rlos. -Ahora que ya saben usted~ s esto no vayan á abu­sar. No se debe mortificar, por de licadeza, á la Madre Excelentísima y Mis e ricordiosa. RmruNDo CERVANTES -. El i?'r . ..Rafael .Jyt. CSarrasc¡uilla (ÍNTIMO) No queremos en estas breves .lí neas esboza~, .c omo otros, en atildado estilo, las allas Virtudes, mereCImientos y lauros del Dr. Ca~rasquilla. Quédese ~so para plumas más avezadas que la nuéstra . Deseamos 610, con los ojos del alma, recordar el claustro á cuya sombra querida yis­lumbralnos las primeras lu ces de la ciencia, afianzamos lélS creencias nacidas al cal0r de! hogar y oímos las salu­dables lecciones del patriotismo. Bajo las aulas del Colegio del Rosario se destaca en nuestro espíritu una figura imborrable' la figura del Rec­tor/ á la vez que del amigo: su negra vesti?udra talar, su majestuo. o ademán, su frente alta y despeja a, u rostro lleno de bondad inefable. En la cátedra su voz O'rave de orador sagrado suen a co n el timbre austero de 1: verdad. El discípulo. pr~ndido á los labios del maestro, no pierde una sola frase. Su ~a­zo namiento se de.envuelve con el laconi mo g eométnco \ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILUSTRADO de la lógica de Aristóteles. El espíritu del gran te610go de la Edad Media vivifica esa enseñanza como el calor ' del sol la fecundación de la naturaleza. Pero apenas suena la campana y la conferencia se suspende, en torno de nuestro caro Profesor de Metafí­sica, se agrupan sus discípulos, deseosos de oír una última palabra, para aclarar un problema ó resolver una duda; y entonces él, á todo atento, mezcla á la profunda lección el saludable y cariñoso consejo. Para el Dr. Carrasquilla, vivir es enseñar, vivir es educar, vivir es estar en comuni­cación con el alma enamorada de la juventud, ansiosa de servirle algún día á la Religión y á la Pa tria. I y qué grande y verdadero amor por el joven! Como nuestros padres por la sangre, el más rehacio, el más dís­colo es en su corazón el discípulo más querido. Para el jo- - ven de levantada inteligencia, voces de aliento, á fin de ués de largos estudios conduce á ellas á la joven novia que lo ha de acompañar en los rudos em­bates de la vida I I Con. cuánto placer ha mirado el Dr. Carrasquilla la verde hOJ"- de laurel que ya ha empezado á orlar las sie­nes de algunos de los hijos predilectos del antiguo Colegio en esta última éra de gloria I ' Hemos co.mprendido las dulces fruiciones qU'e el sabio pro!esor expenmenta cada ~ez que uno de sus discípulos asciende con honor ·Ios pnmeros peldaños del foro del profesorado, de las distinciones públicas. ' Muy yocos serán los que sin honda pena han sentido, al desped.lrse ya de las aulas, el apretón de manos del Dr. Car.rasqullla. El padre quedó ahí. ¿ Y el hijo volverá? ¡Quién sabe I Queda orando aqu~ y tal vez éste jamás tor­ne de regiones distantes. \ . ¿ y la casa del maestro, la modesta casa rectoral? Es la de todos los discípulos del Colegio. ¿ y por qué estos recuerdos? Ah I Porque hoyes el día en que los estudiantes celebran el santo onomástico de su Rector I Maestros y alumnos se empeñan en darle pruebas de gratitud: una velada literaria la víspera, una cena frugal servida en el vetusto refectorio del Colegio, la íntima satisfacción de todos. y por coronamiento hoy, por la mañana, una misa ante el ara de la Bordadita. Vayan estas líneas para el maestro, para el protector y el amigo. Bien sabemos que lastimarán su modestia; pero cuando en la lucha por la existencia, penalidades y contratiempos han empezado á cubrir el cabello de canas, hay que volver los ojos á los tiempos venturosos, por más que diga Dante que no hay mayor dolor ~ue un recuerdo de felicidad en la desgracia . LUIS MARI ... MORA Octubre 24 de 1907. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILUSTRADO 193 ------------------------------------------------~~---------------- -- --------- 3{ embres d.e acci 6n Ninguno COlliO el Sr. Fernandez puede reclamar con mejores títulos la satisfacción de haberse formado por sus propios y únicos esfuerzos, hasta conqui tar puesto envi­diable entre los escogidos y afurtunados de la tierra. E l camino de luchas incesantes y de triunfos sucesivos, cada vez mayores, recorrido por el ~ r. Fernández, es claro ejemplo de lo que pueden la con tancia y el amor al tra­bajo, servidos por sólida instrucción y clara inteligencia. D. Francisco J. Fernández Muy joven hizo estudios teóricos y prácticos de tele­grafía, buscando seguramente un trabajo que le diera me­dios de afrontar la diaria lucha por la existencia, y pronto tuvo á su cargo importante oficina telegráfica del país, y al contrario de lo que tantos otros han hecho, que en el empleo sacrifican aptitudes y aspiraciones, se dio á la tarea de mejorar sus conocimientos, como Inspector de las lí­neas de Santander, y preparándose para la instalación de nuevas líneas y nuevas oficinas, y consultando siempre la perfección del .'.lervicio y la economía para establecerlo. El Gobierno supo apreciar los méritos del nuevo construc­tor, cuya habilidad para organizar crecía cada día, y poco á poco fue entregándole lineas más y más importantes, que dejó instaladas satisfactoria y correctamente. No fueron obstáculo para sus trabajos ni los malos climas, ni las naturales resistencias que opone nuestra bra­vía naturaleza á quien trata de dominarla; al contrario, sus fuerzas crecían con las dificultades que las contraria_ ban, y gracias á su constancia prodigiosa, logró comunicar á Bogotá con la Costa Atlántica y con Orocué, estableciel'\l.. do líneas en lugares no habitados por el hombre, si bien ri­CO" en dones naturales, pero de climas deletéreos, y donde cada poste clavado significaba un triunfo sobre la muerte, que despiadada amenazaba á los zapadores del progreso empleados por el Sr. Fernández. Hoyes fácil nuestra co­municación con aquellas apartadas regiones, y no todos pensamo~, cuando nos servimos de ella, en la inmensa su­ma de esfuerzos empleados para. conseguirla, por el Sr. Fernández, que vivió mucho tiempo á las orillas del Mag­dalena ó en las pampas de Casanare, sin preocuparse por las inclemenr:ias del clima, que más de una \'ez pusieron en peligro su xistencia, y soportando abnegado la ausencia de la familia y las escaseces de la vida, allf donde faltan toda clase ne alimentos y de comodidades. Entonces, cuando la batalla fue más ruda y más peli­grosa' el éxito cid r. Fernández fue brillante y fue com­pl( to, y de ahí para acá arranca la base de su fortuna y de la importante p05ición que merecidamente ocupa entre los empresarios del país, y que le permite consagrar su atenrión á las varias importantes negociaciones que tiene iniciadas y en cuyo de$arrollo acaba de hacer un viaje de estudio por Europa. Siguiendo sus primeras aficiones y sin abandonar el vasto servicio telegráfico que tiene á su cargo, se ocupa en el establecimiento de cables en el río Magdalena y en la Costa Atlántica, para lograr nUestra comunicación di­recta con las líneas inlF~ roceánicas entre Europa y Améri­ca, que, como es sabido, hoy no llegan á ninguna de nues­tras ciudades del Jitoral; además, ha fundado una empre­sa de colonización en las desiertas montañas del Carare, y aquí tiene á su cargo la Gerencia de la Compañía de hilados y tejidos de Samacá, la de la Gran Panadería de Viena, La Imperial y la del Mercado de Las Nieves. Bien se comprende el inmenso mérito del Sr. Fernández como.­empresario y como organizador, cuando, con plena con­fianza en el porvenir, echa sobre sus hombros el peso de ' tamañas empresas. Hombres como el Sr. Fernández son los que Colom-. bia necesita par¡~ su redención económica y fiscal, tan in­teligentes como emprendedores y tan activos como ge­nerosos. El Sr. Fernández es ejemplo vivo de lo que vale el' esfuerzo propio para alcanzar buen éxito en la lucha por" la existencia, y como tál lo presentamos á los lectores de BOGOTÁ ILUSTRADO, al honrar con su retrato nuestras co­lumnas. Séale de hoy más feliz el resultado de sus numerosas­empresas, que si acrecientan su propia fortuna y las co. modidades que merece quien trabaja como él, también acrecienta la fortuna y la prosperidad del país. + 9?e 1ejes i Cómo se aleja el tren! j Cómo se aleja y decreciendo va y al fin se pierde, y sólo el humo en espirales deja en la extensión de la llanura verde I i Así se van las dichas de la vida! i Así se van las horas de ventura I y dejan sólo en su fugaz huída de los recuerdos la espiral oscura. Los dos que en el andén se despidieron largo tiempo en los ojos se miraron, mientras las manos trémulas se unieron y en silencio las almas se besaron . En la hora fatal de la partida no hablaron de promesas ni de agravios; que en las grandes tri5tezas de la vida hablan mejor los ojos que los labios. Ella está aún en la estación mirando del humo los confusos espirales, y él, que ya no la ve, sigue agitando el pañuelo á través de los cristales. y cual de un mismo sufrimiento heridos, con un acento de profunda queja, quedo exclaman los dos entristecidos : 1 Cómo se aleja el tren! i Cómo se aleja 1 Noviembre 18 : 1907. F. RIVAS FRADE Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 194 BOGOTA ILUSTRADO g@:e::.=== I ~===,g@ ~V'ersariO BaJo la a1,diente bóveda nocturna, Al repasa1' la frecuentada senda, Dialogo en la arboleda taciturna Víctor M. Londoño Con tu pálida sombra de leyenda. Te miro como entonces, y me ag1'avia La risa de tus labios abrileños ,. Tu voz me dice, en los augurios sabia: - V1·gíla en el umbral de tus ensueños! j Cuánto sangr6 mi corazón desnudo Ante el oblicuo sol de tu mirada! j Oh ta1,de de Noviemb1'e, cierzo rudo, Frigido como el hie1'1'o de una espada! Cuando la esfinge interrogar quisimos, Mú'é en la faz palidecer las rosas, y al fondo de una cripta descendimos Mudos y con las manos temblorosas. AlU fue el beso iniciad01'. Procúra De aquella voz que t1'ansfigura y pasma Recordar el murmurio en tu clausura, y t6rna á mi Jardín como un fantasma. ev. 8JTG. JJondoiio NOVJ1m BRE DE 1907 g@=== ,=c===g@, En " fa Unión" 1 Vuelvo la vista atrás, y entre los velos De la niebla confusa de los años Van pasando ilusiones, desengaños, Luchas, triunfos, placere5 y desvelos. (Para Req) Hondas congojas, íntimos desvelos Que tánto me agitasteis: hoy extraños, Vanos fantasmas os perdéis huraños Bajo el palio impasible de los cielos. Pálido, sin color, todo esfumado Se ofrece á mi memoria vacilante, y no sé si es verdad ó lo he soñado: I P ro lu imagen n6 I Pura, radiante, Como una estrella en el confín distante, Viste de luz las sombras del pasado. II Ya no soy lo que fui : surcan mi frente Hondas a rrugas j mi cabello cano Revela los estragos del verano Que consumió mi juventud ardiente. "Inven i portllm .. '" Cuán rápido bajé por la pendiente Que subí con empuje soberano: Toqué la cumbre y al volver al llano Me encuentro solo, exánime y doliente. Pero ya veo la postrer morada y desdeño las burlas del destino ; Amor, gloria, poder : humo, aire, nada. k ecojo mi bord6n de peregrino y rindo con la espalda doblegada, Las últimas etapas del camino. EDlIUNDO CERVANTES Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. \ ·BOGOTA ILUSTRADO Ismael López NOVIEMBRE DE 1907 SB,=·=== Sueñe b lance El alma mía tuvo un sueño blanco, un sueño nupcial. Bajo el risueño azul de una mañana de primavera todas C. aquel tlempe ... Entonces las sencillas zagalejas vivlan sin rubor y en. sus bermt:,jas bocas melijicaban las abejas. Libre de yugo en las llanuras vasta. pacla el baey mientras las ninfas castal enguirnaldaban sus torcidas astas. Era la dulce edad en que las {uen tes arrastraban en fáciles pendientes sobre guijarros de oro sus corrientes, g el hombre sobre el haz desmesurada de la tierra espaciaba la mirada, lin Dios ni Ley, y no pensaba nada. Tras el pastor por la rosada vla al amoroso silbo descendla la grey paciente alfallecer el dia, ó tañendo sus p(fanos ltgerJs la cena aderezahan los cabreros al pie de clamorosos cocoteros. Leche y miel deslilaban las encinas y en sus ramas las águilas divinas posábanse en. las horas vespertinas. Dichosa edad y liempos lisonjeros cuando los zaga lejos lastimeros de valle en valle andaban y de oleros en oteros, y al sol de rayos vivos modulandu campestres leimotivos Pan bicorne haela danzar los chivos,' y en lasfloreslas las desnudas diosas, de luengas cabelleras y golosas bocas de miel como entreabierlas rosas, bajo grulas de opacos oxiacanlos con sus manos, en llmidos quebrantos, apenas recalaban sus encanlos. albores eucarísticos, albor de los manteles sagrados, claridades pacíficas de estrella remOLa, terciopelos de 'lirio intacto, mieles de los panales áureos del HibJa: eso era Ella. las más dulces campanas de mi parroquia en clara vocinglería dieron su fresco reír para solemnizar el día felice de mis bodas. Su alma como las flores ingenua é inconsciente liMaba, sin saberlo, dentro de sí una fuente, de dulzura, un tesoro de amor inagotable y de bondad sencilla: Al soplo de las auras pacíficas, de cada naranjo desprendíase en lluvia perfumada -tal un revoloteo ¡naravi llosa y leve -de plumas de palomas,-el azahar de nieve para alfombrar la ruta g loriosa de mi amada. I Mi amada! Dos colinas ·de nardo eran sus senos nevados: dos divinas azucenas del monte sus manos, cuya albura estaba penetrada de luz, y la dulzura de un diáfano horizonte Ella era en su ignorancia como una cieguecilla muy dulce, que tuviera las manos llenas de oro. Así, bajo la risa sonor~ de los bronces la vi pasar: entonces mi alma se llenó toda de sol y de cariño y me sentí lan bueno como ((uando era niño. Sueño divino, sueño nupcial: cuando me asomo á tu ventana, cede la pena que me agobia, . me lorno puro y f"anco . _. _ y mi alma .se adormece tan blandamente como si ~a pacifical'an los ojos de la novia cenlda de azahares que vi en mi sueño blanco. J95 azul, llenaba el cerco de sus pupilas francas: juntad todas las cosas más dulces y más blancas;¡ EDUARDO CASTILLO Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOGOTA ILUSTRADO (, I ~ ... I I I Panteón Una larga vida, dedicada, sin restricciones de ningu­na 'clase, al amor de Dios y al servicio de la humanidáa, fue la de la Reverenda Madre Gertrudis, Sup~riora de las Hermanas de la Caridad en Colombia, quien por más de treinta años consagr6 las luces de su privilegiada inteligen­cia, las energías de su voluntad y la ternura de su coraz6n á la formaci6n de las abnegadas hijas de San Vicente de Paúl y á la eduoaci6n de la niñez. Ni la ancianidad, ni los quebrantos de su salud debilitaron el vigor de su fecunda obra, yal bajar al sepulcro deja imperecedero rec\!lerdo de virtud y noble ejemplo de laboriosa propaganda. El fallecimiento de la Reverenda Madre Gertrudis ha sido un verdadero duelo social, y de él participamos nos­otros sinCeramente. Entre los muertos conocidos, amigos muchos de ellos, que reposan en el seno cariñoso de la tumba, queremos recordar aquí á Arturo Rozo Laverde, que muy joven nos dio la eterna despedida; al Sr. Luciano Fonnegra, padre de nuestros amigos D. Miguel y D. Juan María, que rin­di6 en Medellín la larga jornada de su existencia; á Eduardo Herrera Ricaurte, médico muy distinguido, que también muere en la plenitud de la vida ; á Bernabé Ar­beláez, miembro estimado del comercio de la ciudad; á la Sra. Josefa María Jimeno de Robles, virtuosa matrona, oriunda de la Costa Atlántica, que de tiempo atrá!? se ha­bía establecido entre nosotros; á Marco Aurelio Uribe To­ledo, joven santandereano, muy ap;-eciado por cuantos tu­vimos el honor de tratarlo, que muri6 en Ciudad Bolfvar, desempeñando a\lf el Consulado de Colombia; á D. Ma­nuel Reyes Valderrama, patricio boyacense, que después de larga existencia consagrada al trabajo que enaltece, muri6 en la ciudad de Sogamoso; al Sr. Pedro Avendaño " Coronado, respetable miembro de la sociedad tunjana ; al Sr. Luis Felipe Angulo González, muerto en las cerca­nías de Lisboa, Portugal, que anteriormente había sido confinado á nuestra Colonia Penal del Caquetá, por causas políticas; á D. Clodoaldo Mora Bernal, activo comercian­te, que sufri6 graves pérdidas cuando la suspensi6n de pa­gos del Banco Internacional; al Dr. Antonio María Res­trepo Cada vid, distinguido abogado de Medemn; á la Sra. Teresa Herrán de G6mez, apreciada dama de esta sociedad; á la estimable Sra. Ernestina La verde de Ro­dríguez, muerta en Vichy, Francia, adonde había ido por causa de salud; al General Juan González Monroy, vete­rano militar de los tiempos de la Nueva Granada; al in­teresante joven Fernando Angulo Valencia-hijo de nues­tro amigo el Dr. Fernando Angulo,-que en la edad de las ilusiones acaba de morir en Cartagena; á Manuel Franco Izquierdo, muy querido amigo nuéstro, muerto en Sogamoso después de larga y penosa enfermedad; á D. Luis Patiño Jaramillo, trabajador infatigable y cumplido caballero, y á D. Pascual Uribe R., honorable ciudadano antioqueño, que muri6 en Rionegro. A las familias de todos ellos enviamos nuestro respetuoso saludo de pésame. Además, honramos hoy nuestro PANTXÓN con el retrato del Sr. Enrique Sanclemente, de cuya muerte dimos cuenta en el número anterior, y lo acompañamos de las sentidas líneas que nos ha enviado uno de sus amigos y admira­dores, y son éstas: t. Hay seres que la n¡¡turaleza dot6 con raros privile­gios y que, debido 4 éstos, se imponen á la admiraci6n y aprecio de los demás. A este escaso número de varones dignos perteneci6 Enrique Sanclemente, cuyos méritos ha venido á justipreciar la muerte. Eran los tiempos de nuestra alegre juventud, cuando nos fue dado conocer en Buga á Enrique, que por ese en­tonces disputaba con Julio Campo-alma gemela-la so­beranía de los caballeros en nuestra sociedad, partía con éste los torneos de la elegancia, y sabía conquistar la esti­maci6n de todos con la instintiva dignidad de su carácter, que á ninguna otra cediera ventajas y que algunos inter­pretaran como orgullo; con la rara gentileza de sus actos, que hacia pensar en antiguos caballeros de alta estirpe) con sus naturales elegancias y exquisitos refinamientos, que ~o scñ9,reaban de nues~rqs salon!:: aristoor~ticos ; con su ínLeligE:r~i" I generosa~~e pr6diga ~ro{l,Indidad 1 en, ~atos l' "' ) \" .. I l' .,1 • 1 I J ¡"' l." • " de esparcimiento, en que hácfa las delicias de los' que le rodeaba!l; con su hermosura varonil y noblemente altiva,. de que apenas hay ejemplo, que le ' atraía la admiraci6C1o indiscreta de las mujeres y el obligado elugio de los hom­bres ; con las auténticas ejecutorias de familia que lo con­decoraban de nobleza, sin que de ello hiciese alarde ; con el dona ire ha bitual de sus pensamientos y la galana festi­vidad de sus palabras, que no escasas simpatías le g ran­jearon. Pero aparte de estas co.nsideraciones sociales, con la honradez y rectitud tradiciona les, de las cua les nunca bastarde6, condiciones muy dignas de exaltarse por ser tan valiosas como raras en los tiempos que alcanzamos,. plegados bajo el sentido de cálculo que los corroe. ,~ En rique Sanclemen Le Vencidos ya los fogosos años de su juventud, torn6 Enrique al valle del Cauea-todo luz y fecundidad,-que si no le vio nacer, era la cuna de sus mayores y el regazo de su familia; pero no ya con el mismo optimista senti­miento de la florida edad, pues una precoz experiencia co­menzaba á platear sus cabellos, é inundaba su espíritu de esa taciturna melancolfa que atraen los desengaños y los­placeres idos, con su sombra de recuerdos. A poco tiem­po, uni6 su destino al de una virtuosa dama de esta socie­dad, á la cual 10 ligaban de antemano los lazes de la san­gre, y era para él, desde temprana edad, señora de sus· pensamientos. Bajo los mejores auspicios plant6 su hogar, dechado de todas las virtudes, timbre de la sociedad cau­cana, y que ha sabido tejer la guirnalda de sus propios merecimientos. Desde entonces finc6 las mejores esperan­zas en el porvenir de aquel hogar, le consagr6 sus redo­blados esfuerzos y aspiraciones, y obtuvo, en recompensa, considerable número de descendientes, que forman hoy, al amparo maternal, una familia modelo, en donde arrai­gan y compiten el deber y el honor de sus antepasados. Para ellos ha dejado Enrique como único pero inestima­ble patrimonio, la tradici6n de su piedad, que alcanzó la victoria en los combates de la fe; la enseñanza de su leal­tad, á toda prueba, y las credenciales múltiples del caba­llero ; patrimonio más preciado en verdad que el de efíme­ras 6 deshonradas riquezas, que el tiempo destruye con sus ácidos y la tarda jllsticia con sus vindicaciones. Deber de nobleza es para la amistad exaltar la vir­tud de los que á ella fueron d6ciles, y trazar con cariño y sinceridad el tipo de los nobles que perecen, y que vi­ven en nuestro cora~~ij. Vaya par~ ~ndque esta modesta corona de recuerdQ~/ "" \ . . , ' ,J ,', • "J. '1 ::. ¡",¡ Cht~ •• iJ l. , ti, \ ( Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. '1 BOGOTA ILUSTRADO 197 ~ , .¡ 1. ' . : 1 ! I "j J , "J En el bGsgue Déjil dans t'úwonnuje t'épOllse elje t'aime~ Tll m'appal'tiens dJs le passé, Fiancée invisible el dontj'ignore méme Le non sans cesse pl'ononcé. SULLY PnuDlIoMME Déja pOI' hoy la perfumada alcoba de ambiente virginal que es tu capilla; quede el polvo en lo~ Inuebles de caoba y alte entre las edas la polilla. La ol'ación interrumpe en un momento, esté un rato la alondra abandonada y vén ¡Í contem piar el firmamento que e quiere mirar en tu mirada. Vén ¡Í aspirar la matinal fl'e cura que surge del fol1~je y de las flores, á esparCIr tu corola ingenua y pura, oh ro a del jardín de mis amores. Este día, e Le puque y esta bri a para tu hermosa juventud se han hecho; que e talle entre los árboles lu risa, que resuenen tus f, ases en m i pecho, Verás ahora que Diciembre empieza con sus fie~las, su sol y sus retamas, de prender. e del tronco la corteza y filtrarse el azul entre la ramas. Mientras Helios avanza en su camino Mirarás descorrersen las cortinas Del escenario s-igllDtesco andino y en dorado zlg-zag las golondrinas. Oirás cómo celebran nuestra cita, primaveral, risueña la mañana, la campana en lo alto de la ermita y las ondas del río en la sabana. Como en la noche del poeta, á solas no puede verse del Señor la obra; Le formará, si vienes, aureolas toda la luz que á mis pupilas sobra. Ji;scucharas las aves que en sus trinos (no importa si es ya cosa repetida) formando el eco de tus pie divinos te darán cariñosa bienvenida. y en tanto vamos bajo el palio verde yo le diré cuan to ~oñé y an helo ; copa del árbol que la vista pierde cual flecha que partiera para el cielo. Tal mi pasión. miasmático terreno la dio vie,-or y la tornó más pura, una águila me dijo cuánto es buenO el respirar el aire de la altura. Sí, de la altura del inmenso espacio do no llegan los míseros reptiles; los que presas inmundas al palacio llevaron de mis años juveniles. Seles envenenado por la envidia no v:\eilaron en llenar de cieno el brillo de mis arma CI1 la lidia y mi blanco cO ' urno en el terreno. Serás un preciosísimo amuleto, con todas tus virtudes y lus dones, al fango que destilan en secreto, sierpes del mal, algunos corazones. ¡Ah 1, ouántas confidencias á tu oído, á tu alma más bien dirá la mía; conocerás la vida que he vivido sin tener el amor de cada dla. Confiado en la bondad que te reviste - tú erás más discreta que un hermano­te diré del papel que hago tan triste en el baile de máscaras humano. y sabrás que doliente y errabundo, seguitlo por euménides rabiosas, crucé huérfano y solo por el' mundo persiguiendo dorada mariposas, Niño por un jardín iba tras ellas: deseos de ambición, sueños de gloria. _ •• es larga, mas al ver ya las estrellas te habrá contado el carazón su historia. ! ) , • I , Del mar conozco lodos los colores y he visto los orepúsculos más bellos. Hoy de un odio implacable á los ardores la sombra quiero hallar de tus c&bellos. Como cubre la madre con sus alas los polluelos temiendo á los raptores, con el calor del verso 't con us galas yo oculLo mis más lntlmos dolores. Buscal'emos el trébol que felices á todos hace, cuando tú lo cojas ba tarán á cerrar mis cic-atrices en blancas mano diminutas hOJ3s. El Heliotropo al sol se torna y llena de luz y dc calor todas sus flores; al irradiar en mi tú, hermosa y buena, el astro- rey setás de mis amores, Cual la araña del hilo suspendida así quedaré yo de tus encantos; tendrás en el banquete de la vida muchas rosas y músicas y can los. y en el futuro libro de mis versos tú la musa gen tiI, ni 5a hechicera, serás, aunque se opongan los ad vel'SOS, la dulce encarnación de una quimera. GUlLLEIUro POSADA ~=====~ CSo~, ' y agregan: ¿ Qúiere conocerla ? .. .. Es ,,~q~~¡ll~ . v!frjr~itt Q.u.e, ,yive ~o.)a. yeJl~a.qe ••• í l Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 202 ,B0GQT a. 1 LUSTRf.\DO Yo soy la hija de la Manuda. nos dice una mujer agraciada y pizpireta, que está de cfljlra en una tenducha ele la parroquia. En medio de su progreso care~e la región de vías de comunicación. Los caminos son malos. El esfuerzo particu. lar ha hecho mucho, pero no ha podido completar la obra. Afortunadamente el actual Gobierno se preocupa para lle­nar ese vacío. Un grupo de propietarios acordó llevar á término una ()bra de utilidad pública con la apertura de la vla denomi~ nada Camino del Subia, vía qUé acerca enormementp. á Bo' gotá la rica región que principalmente abastece de víveres esta plaza. El bajo precio de los artículos de primera ne­cesidad como plátanos, maíz, miel, etc., afecta aqll{ de modo alarmante al productor, por causa del flete, f.n oca· siones superior al valor del artículo, resultado de largo y elifícil transporte del lugar de producción al de venta ó consumo. Por el camino de que se trata, se reduce en dos terceras partes del actual en distancia y por consecuencia en valor; cuando la iniciativa particular lleva á cabo traba­jos de esta naturaleza, es deber de patriotismo dar á cono­cer los nombres de quienes las iniciaron. Consagremos un recuerdo á Neponuceno Santa maría Herrera, que fue al­ma y brazo de la empresa, y á los fundadores que de ve-ras ·desc!lajaron montañas, al grupo de vanguardia que nos precedi6 en el camino del eterno 'viaje: Nicolás Si~nz, Eusta~io de la Torre N., Enrique Iregui, Jorge D.Ortiz, J,.uis Durán; Ignacio Tobar, Francisco Núñez U. y Munuel J. Abondano, muertos en el curso de los últimos ocho ~ños, todos ellos amigos, vécinos y colegas. No es de nuestr.o resorte el pesimismo de ,L.arra, ni mucho menos. Escribimos estas Hneas con fe, en espera de mejores días. Los que vivimos, sostenemos todavía el fue­gu sagrado. Hemos recogido la bandera que ondea toda­vía bajo el sol de la espera nza, como un jirón de ilusiones rotas, como un saludo de los héroes oscuros del trabajo que recomienda á la Patria los esfuerzos meritorios de sus hijos. Mas si por desgracia el negocio del café se coloca al lado de la quina y del añil, todo este bello cuadro se iría á tierra. Entonces podría el poeta cantar sobre las ruinas, y decir con Rodrigo Caro: "Estos, Fabio, I ay dolor 1, que ves ahora campos de soledad, mustio collado, fueron un tiempo Itálica famosa." GABRIEL ORTrz WILLlAJISON Carretera de SubiA, conslruída por los Sres. Núñez \.l' C,·, para comunicar su hacienda con el camino nacional ~:== := : :==:: :== == : := == ===: = =::: :==:= := = :== :== =~ Al fl rall poeta Guillermo Valencia Corcel y caballero (DE ANTERO DE QUENTAL) Rse negro corcel cuyas pisadas escucho f'ft Sf/f'f/O !/ en la , ombra crece, y pasrl!ulo á galopr .'la aparece por la noc!l,' ('1/ las !"fu'úres calzadas; ¿de dd {}¡efU''i ¿r¡ur! márganes sagradas !I {er,.iÓ/es Cf'llI:rJ, que asl parece hosco y sublime, en tanto le estremece no sé qué horror las crt'nes agitadas? Un caballero de expresidn pujante, dlllce y p lácl'do. al par que altivo y fuerte, vestido de armadura relumbrante, en la bestia cabalga ún temor. EL corcel negro dú.'e : - 1 oy la Muerte! y el jinete responde :--1 Y yo el amol' ! MANUEL S. PJCllAl\DO llabana, 1907, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. lLUSTRADO ~~~P~.~~·':--C~loiJ~bia :el sido el tte 1907, Y ~J .... : "Ul'" de páginas nobles y i!1()/iO'Sas DtVln'tE-Pasado el mes de Noviembre con IIF,caFln05éiLml~nte doloroso á os muertos y á. los estudios para honrar los eertáme­por los campos y villas de veraneo se principales familias, que en v~­lióIól. um::::. con alguna fiesta, cuyo eco perdu­en Tos meses de silencio y de sole­ausencia de sus dueños. De este mimero, ~ •.• ~rr, .. ~ Elicechea y su distinguida esposa la Sra. ~·~(ti!~~'J:;~!lrl!~O de Torres Elicechea, que antes de ponerse la ciudad de Apulo, en donde actualmente de solaz. y de descanso en el tibio ambiente .~"'IIh·,í"'n •• n valle que animan el Bogótá y el Apulo, al ·~~~@~&ii¡i~~~~i~ aguas en besos de oleaje, repetidos imtante quisieron celebrar aquí la fiesta de ~anta de sus numerosos amigos y relaciona­el día 28, habrían de celebrar en la naturaleza, la del jefe del hogar. EN Jt~ TEATR? de Va.riedades hemos tenido, jun to co~ muy buenas vistas de cInematógrafo, dos bailarinas es­panoles, llenas de sal andaluza, que no sólo han complacido a! com~n de los mortales q~e las han admirado y aplau­dIdo, !.I~O que les han sorbido el seso á sus más inmedia­tos admiradores, que han creído ver en sus picarescos bai­les la satisf~cción . de anhelos supremos y de las más ele­vad ªs mamfestaclOnes de la belleza artística. De seguro que nosotros no estamos por tales exageraciones, que traí­das á lA Prensa, .dicen mal de nuestra cultura atemense pero sí hemos visto con gusto el espectáculo del Yarieda: des, y lo hemos aplaudido con sinceridad, siquiera halle­mos que podría tratarse en la escena á Tersípcore con máv consideraciones y. más respeto. EL TEATRO MUNICIPAL, abandonado por la Compañía Dramática Nacional-que se fue á correr aventuras por el Norte de la República, y parece que ha sufrido algunas bast~nte desagrad!lbles por falta de preparación en el público para apreciar el teatro moderno,-ha tenido cerra­das sus puertas durante todo el mes, y no ser:i sino hasta la semana entrante que las abra de nuevo para estre­nar un ~inematógrafo con ampliador de voz, c~mo aquí no se ha Visto otro. Le a uguramos éxito magnífico. EL CIRCO DE SAN DIEGO, en cambio, ha estado abierto para doble servicio; de noche, con cinematógrafo popular á precios inverosímiles por lo bajos, que ha dado bueno~ ratos de expansión á nuestro pueblo trabajador y de dla . los do~i.ngos, con la Cuadrilla Mixta de toreros' y torera~ que dmge el matador Gorde/, y que habría trabajado con buen "éxito si enc~en.tra con toros de verdá ve1'dá para su faena, pues los chICOS !Jon de buena ley. Desgraciadamen_ te entre nosotros hasta los toros son mansos y ya no que­da animal, que embbta ni aun cuando le' arranquen un pedazo... Es lástima. Los PESEBaES, que .e~ esta época debieran ser de rigor para. recordar las tradICIOnes de la madre patria han lu­cido por su ause:-:cia, á lo menos para el público: y mucho será que en tres 6 cuatro casas particulares los hayan te­nido Yc allf, af s6n alegre de los villancicos, hayan artorado el nacimiento del Niño Dios. También es lástima que se nos vayal\ estas viejas costumbres, de rancios olores, pero !iabrosas, muy sabrosas. Duelo Impresa la página de nuestro Pan/eÚ1t, hemos tenido la pena de ver desaparecer de entre los vivos otras dos personalidades distinguidas, que por conceptos varios me­recen el recuerdo de la sociedad en que vivieron. El Dr. LUIS FONNEGRA, médico muy notable, amigo leal y caballe­roso, murió en V:illeta en la plenitud de la vida, sorprendi­do por la muerte en los trabajos agrícolas de su hacienda de Ctene .: aquí, después de larga vida, encanecido en el trabajo de to~o momento, murió el Sr. D. ENRIQUE ALFoRD, extranjero laborioso que hiio de Colombia su segunda pa­tria. Vaya nuestro pésame á los deudos de estos distingui-dos caballeros.-REO. - BODAS DE PLATA-COn suma géllanterfa y aristocracia celebraron I~s suyas nuestro distinguido amigo D. Antonio María Dfaz y su encantadora esposa D,n Elvíra Aya de Díaz, por medio de un regio baile, al cual azistió buena parte de lo más culto de nuestra sociedad. Pocas dejarán entre nosotros' recuerdo tan El 2 de los corrientes se hallaba su casa de la carre­ra 9." convertida en un pedazo de cielo donde todo convida­ba á la ft!licidad : la amabilidad sin rival con que recibieron los esposos Dlaz, sus pri morosas hijas las Sritas María Elena y Alicia, y los Sres. Ruperto y Max Aya y su se ño­ra esposa; la deleitable orquesta; el perfume embriagan­te de abundantes y hermosas flores naturales y humanas ; los manjares exquisitos y los exqu;sitos vinos, y la profusa luz, que iluminando al gzorno las encantadas salas, difundía en todos los ánimos, estrechamente unidos por alegría os­tentosa, vapores de juventud, de .cariño y de afabilidad. agrilitable como el que guardamos del baile de la Sra. de Torres Elicechea, y no por la elegancia de su preciosa rt1anSlón. J'dornada por manos de hada para esa amable noche, pi menos aún por la exquisitez del servicio, correc­to CDmo el que más pudiera serlo; que todo e\lo' era de rigor, 1 por natural, inadvertido en su casa y en su día, sino por la aristoorática galantería con que recibió á s~s • vitados, por la oelleza de las gentiles damas que la rb­de ton; y p'or los mil encantos de la princesa del país dtrl I levante, que presidió el cotillón con gracia inimitabl~. Hor,,& como fas pasadas esa noche en casa del Dr. To. res Elicechea, no se olvidan jamás. I ( ·Plegue al cielo, en una palabra, que tan deliciosa­mente así cambie siempre el rudo batallar de lá e.-isten­cia, y que siempre "oches haya como la qu e Dfa z y Ayas dejaron indeleblemente impresa en nue stra agradecida memoria.-ElI. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. o ~ ~ cd ...<..:..) O ~ ,.Q ,ce R J-:, -~ f:J:l Q) ~ ~ - Z ~ ~ o f:J:l cd ,.Q CD O ,.Q o O ~ Q) o Z O"' -Q) I-t o O"' ~ o --o o -+-> ,c¡3 s.... Q) ro « O Z .

Compartir este contenido

Bogotá Ilustrado - Serie II N. 12

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

¡Disfruta más de la BDB!

Explora contenidos digitales de forma gratuita, crea tus propias colecciones, colabora y comparte con otros.

Afíliate

Selecciona las Colecciones en las que vas a añadir el contenido

Para consultar los contenidos añadidos busca la opción Tus colecciones en el menú principal o en Mi perfil.

Mis colecciones

Cargando colecciones

Compartir este contenido

BEETHOVEN, L. van: Symphonies Nos. 1-9 (Malmö Symphony, R. Trevino)

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

¿Eliminar esta reseña?