Miércoles 24 de mayo
de 2023 · 8:00 p.m.
Bucaramanga, Teatro Santander
Viernes 26 de mayo
de 2023 · 7:00 p.m.
Cali, Centro Cultural Comfandi
Domingo 28 de mayo
de 2023 · 11:00 a.m.
Bogotá, Sala de conciertos de la
Biblioteca Luis Ángel Arango
Foto: Kaupo Kikkas · PULEPS: ZMM146, UDB145, JGI831
Temporada Nacional de Conciertos Banco de la República 2023
SERIE PROFESIONAL
ALEXANDER ULLMAN
(Reino Unido) piano
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SUBGERENTE CULTURAL
Ángela María Pérez Mejía
EQUIPO ADMINISTRATIVO Y DE PRODUCCIÓN SECCIÓN DE MÚSICA
Sara Beatriz Álvarez Programación
Catalina Gómez Valencia Procesos académicos y producción general
Daniela Peña Jaramillo Procesos editoriales
Ana Beatriz Sayago Díaz Producción técnica y logística Sala de Conciertos
Jeimmy Guaqueta Calderón Producción y logística
María Angélica Múnera Gestión derechos de autor y producción
Gerardo Rodríguez y Felix Carrillo Romero Procesos administrativos
Teresita Gómez (Colombia), piano
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ACERCA DEL ARTISTA
Alexander Ullman, piano
Nació en Londres en 1991. Estudió en la Escuela Purcell, el Instituto Curtis
y el Royal College of Music, completando su Diploma de Artista con la beca
para piano Benjamin Britten en 2017 (otorgada por la Fundación Philip
Loubser). Entre sus profesores se encuentran William Fong, Leon Fleisher,
Ignat Solzhenitsyn, Robert McDonald, Dmitri Alexeev, Ian Jones y Elisso
Virsaladze.
Alexander Ullman ha sido elogiado por sus sutiles interpretaciones y su
refinada maestría técnica, el pianista británico ha impresionado al público y a
la crítica de todo el mundo por su profunda comprensión de las partituras que
interpreta, su toque elegante y su fraseo cristalino. Entre sus presentaciones
más recientes destacan su debut en el Wigmore Hall con un recital, así como
las interpretaciones con la Hong Kong Sinfonietta, dirigida por Ola Rudner;
la Sofia Philharmonic y la Filharmonie Brno, ambas bajo la batuta de Dennis
Russell Davies, y su regreso al Klavierfestival Ruhr. Debutó con la Orquesta
Sinfónica Estatal de Moscú. Ha ofrecido recitales en Alemania (en Múnich,
Bayreuth, Weimar y Berlín), Austria (en el Festival Liszt de Raiding), Hungría
(en la Academia Liszt de Budapest), Países Bajos, Polonia, Italia, Estados
Unidos, México, Corea del Sur (en el Centro de las Artes de Seúl) y en el
Reino Unido, su país natal.
En la temporada 2022/2023 debuta en el Musikverein de Viena con
la Orquesta Tonkünstler de Baja Austria, bajo la dirección de Hans Graf.
Adicionalmente, sobresalen sus conciertos con la Orquesta Sinfónica
de la SWR, la Kristiansand Symfoniorkester y la Filarmónica de Sofía,
bajo la dirección de Joseph Bastian, Julian Rachlin y Jonathan Bloxham,
respectivamente. Sus compromisos incluyen recitales en India, Colombia y
en el Festival de Primavera de Heidelberg, Alemania, país en el que también
se presentará en compañía de Julia Hagen.
En la temporada 2017/2018 cerró el Festival de Piano de Lille con
la Orquesta de Picardie, bajo la dirección de Jean-Claude Casadesus. Ha
tocado en el Wigmore Hall y en el Queen Elizabeth Hall (Londres), en el
Concertgebouw (Amsterdam), en el Gewandhaus (Leipzig), en el Kimmel
Center (Filadelfia), en el Kennedy Center (Washington DC), en el Centro
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para las Artes de Seúl, en el Centro para las Artes Orientales de Shanghai y en
la NCPA de Beijing, y se ha presentado en las series internacionales de piano
de Nottingham y Oxford, en la Radio 3 de la BBC, en France Musique y en
el MDR Klassik. Entre las actuaciones de música de cámara más destacadas
figuran las del Seminario Internacional de Músicos de Prussia Cove (Reino
Unido), el Festspiele Mecklenburg-Vorpommern (Alemania), el Festival Pablo
Casals de Prades (Francia) y La Jolla Summerfest (Estados Unidos), hechas
con intérpretes como el Cuarteto Dover, los violinistas Barnabas Kelemen y
Aleksey Semenenko, y el violonchelista Michael Petrov.
El primer álbum de Alexander Ullman con el sello Rubicon recibió
críticas muy favorables. Este álbum fue lanzado en la primavera de 2019 y
contiene la suite de El Cascanueces de Tchaikovsky, las seis piezas de Cenicienta
de Prokofiev, y las suites Petrushka y El pájaro de fuego de Stravinsky. En la
primavera de 2022, el sello publicó un segundo álbum con los Conciertos para
piano No. 1 y No. 2 de Franz Liszt con la Orquesta Sinfónica de la BBC, bajo
la dirección de Andrew Litton, así como su Sonata para piano en si menor.
Alexander fue ganador del Concurso Internacional de Piano Franz Liszt
2017 en Utrecht. Se ha presentado además con la Orquesta de Filadelfia,
la Royal Philharmonic Orchestra, la Filarmónica de la Radio de los Países
Bajos, la Orquesta de la Radio Noruega, la Filarmónica de San Petersburgo,
la Orquesta de la Radio de Budapest y la Orquesta Sinfónica de Corea, al
igual que con las orquestas sinfónicas de Nueva Jersey, Fort Worth y Montreal,
trabajando con directores de la talla de Vladimir Ashkenazy, Giancarlo
Guerrero, Miguel Harth-Bedoya, Valentin Uryupin y Cristian Măcelaru.
Este concierto se hace en colaboración con:
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PROGRAMA
Pavana ‘Lord Salisbury’, MB 18 (1611)
Gallarda, MB 19 (1611)
Aire francés, MB 32 (s. f.)
Alman, MB 33 (s. f.)
ORLANDO GIBBONS (1583-1625)
Original para virginal
Sonata para piano No. 31 en la bemol mayor,
Op. 110 (1821-1822)
Moderato cantabile molto espressivo
Allegro molto
Adagio ma non troppo
LUDWIG VAN BEETHOVEN
(1770-1827)
INTERMEDIO
Sonata para piano No. 30 en mi mayor,
Op. 109 (1820)
Vivace ma non troppo, sempre legato - Adagio espressivo
Prestissimo
Andante molto cantabile ed espressivo
LUDWIG VAN BEETHOVEN
Pavana para una infanta difunta (1899) MAURICE RAVEL (1875-1937)
Preludio, coral y fuga , M21 (1884) CÉSAR FRANCK (1822-1890)
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NOTAS AL PROGRAMA
Por Angélica Daza
Una mirada al pasado
Puede sorprender que en un programa de concierto consagrado al piano
figuren nombres de compositores que no llegaron a conocer este instrumento
(cuyo primer ejemplar data de comienzos del s. xviii) y que por lo tanto
escribieron sus obras pensando en otro tipo de sonoridades. En efecto, el
piano ostenta cualidades sonoras muy distintas a las de los instrumentos de
tecla que lo precedieron (clavecín y virginal, principalmente). La inclusión
cada vez más frecuente de obras pensadas para este tipo de instrumentos
en los programas de concierto se explica porque —como han evidenciado
actualmente intérpretes y musicólogos— los fundamentos técnicos de
la interpretación del piano habían sido ya sentados con anterioridad por
las escuelas de clave y virginal. En la Inglaterra de los siglos xvi y xvii se
desarrolló una importante escuela de virginal (término empleado entonces
indistintamente como sinónimo de clavecín) de la cual formó parte Orlando
Gibbons (1583-1625), uno de los organistas y virginalistas más notables de
la era jacobea. Especialmente hábil para la escritura polifónica —de la que
dan cuenta sus numerosas obras vocales— contribuyó a desarrollar una nueva
técnica para el instrumento.
La ‘nueva música’ que despuntaba en el continente anunciando la
llegada de lo que luego llamaríamos periodo Barroco aún era desconocida
en la Inglaterra de Gibbons (retraso atribuible, en parte, a la inestabilidad
política del siglo anterior). Los compositores seguían fielmente estructuras
renacentistas como las danzas (entre ellas la pavana, gallarda o alemana), muy
apetecidas en los ambientes cortesanos. De ello dan prueba dos danzas que
Gibbons dedicó a un noble altamente influyente en la corte: sir Robert Cecil
(1563-1612), conde de Salisbury. Se trata de la Pavana para Lord Salisbury
y la Gallarda que le sigue (MB 18 & 19)1 que figuran, junto con otras seis
obras de Gibbons, en la que hoy sabemos, fue la primera colección impresa
de música para virginal en Inglaterra. Editada por primera vez en 1611 bajo
1 En la publicación de 1611, la primera aparece como ‘The Lord of Salisbury, his Pavin’ seguida de
un ‘Galiardo’ (Gallarda) que, como era usual en la época, se basada en el tema de la pieza anterior.
Por esa razón, se suelen tocar ambas piezas juntas.
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el nombre de Parthenia (del griego Parthenos que significa virgen o doncella
en alusión al virginal) es fruto de la colaboración entre Gibbons y dos de sus
contemporáneos, William Byrd y John Bull. Escucharemos también el Aire
francés, MB 32 y la alemana Alman (o Almain), MB 33, dos danzas muy cortas
que el compositor aprovechó, como lo hizo con muchas otras, para explorar
nuevas posibilidades técnicas en el instrumento.
Entre 1820 y 1822 Ludwig van Beethoven (1770-1827) compuso las que
serían sus últimas tres sonatas para piano (Op. 109, 110 y 111), consideradas
como un grupo individual dentro del total de treinta y dos sonatas que tiene
a su haber el compositor. Fueron tiempos difíciles para Beethoven, afligido
por problemas familiares y económicos e incesables quebrantos de salud,
pero sobre todo por la implacable sordera que lo aislaba del mundo exterior,
reduciendo sus comunicaciones a lo que pudiera plasmar en un cuaderno.
Paradójicamente fue en este periodo tan oscuro que terminó obras como
la Misa Solemnis o el último movimiento de la Novena Sinfonía en las que
despunta un profundo sentimiento de optimismo que revela a un hombre
quien, a pesar de la tribulación, amaba intensamente la vida. La Sonata para
piano No. 31 en la bemol mayor, Op. 110 es la segunda de este último tríptico
de sonatas caracterizada por una profunda intensidad emocional en la que el
dolor y la fatiga son vencidas finalmente por el optimismo.
Este aspecto es especialmente notable en el tercer movimiento que
contrasta con la estructura más ‘tradicional’ de los dos primeros (Moderato
cantábile molto espressivo y Allegro molto). Además de tener una mayor
extensión, se caracteriza por la alternancia entre movimientos lentos (Adagio
ma non troppo) en los que es latente una profunda sensación de agotamiento y
los pasajes contrapuntísticos (fugas) que poco a poco conducen al triunfo del
optimismo materializado por un coral en la mano derecha. Los comentarios
casi teatrales de Beethoven —por ejemplo, la acotación «perdiendo la fuerza,
doliendo» que da paso a una fuga que inicia con «poco a poco de nuevo
viviendo»— retratan a un compositor que anhelaba la felicidad en medio de
los tiempos aciagos que vivía. De este mismo grupo de sonatas escucharemos
la Sonata para piano No. 30 en mi mayor, Op. 109 compuesta en 1820 y dedicada
a su alumna Maximiliana Brentano.
La particularidad de esta sonata se encuentra una vez más en su estructura.
Compuesta por tres movimientos, el primero (Vivace ma non troppo y
Adagio espressivo) es sorprendentemente corto y contrasta con el segundo
(Prestissimo) por su velocidad y expresividad. Pero, una vez más, el eje central
se encuentra en el tercero (Andante molto cantabile ed espressivo) no solo por
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su extensión, sino principalmente por su disposición: se trata de un tema
con seis variaciones, forma empleada con frecuencia por los compositores
para poner a prueba el virtuosismo del intérprete y la capacidad misma del
compositor, ya que cada variación debe presentar un número mayor de
complejidades rítmicas y técnicas, como es el caso de este movimiento. Una
vez más Beethoven, precursor del Romanticismo musical, rompe con los
cánones de la sonata clásica, reinventando y proponiendo nuevas estructuras
más acordes con la sensibilidad del periodo que recién iniciaba.
Las danzas del Renacimiento han sido utilizadas en diversos periodos
de la historia dentro de entretenimientos coreográficos como el ballet
o las mascaradas, pero también dentro de obras instrumentales que no
guardan relación directa con el baile (pensemos en las suites de danzas del
periodo Barroco, por ejemplo). Aunque su popularidad las llevó, durante el
Renacimiento y el Barroco a ser escuchadas en todas las cortes europeas sin
distinción, algunas representaban una tradición popular específica relacionada
con su origen geográfico. Es el caso del branle francés, la dompe inglesa o la
pavana española (por solo nombrar algunas) que llevan en su cadencia
características étnicas y culturales asociadas con un contexto específico. En
esto pensaba Maurice Ravel (1875-1937) cuando en 1899 —momento en el
que se encontraba estudiando en el Conservatorio de París— escribió la que
sería una de sus obras más famosas: la Pavane pour une infante défunte (Pavana
para una infanta difunta). Es una obra sencilla para piano, basada en el tempo
lento de una pavana (danza española que solía contrastarse con la gallarda,
más veloz) como una búsqueda por parte del compositor de rendir homenaje
a lo que para él era el imaginario de ‘lo español’, tan de moda en ese entonces,
y que también plasmó en una de sus obras más conocidas: su famoso Bolero.
Los numerosos arreglos que actualmente existen de la Pavana para
una infanta difunta para distintos formatos (además de la adaptación para
orquesta que realizó el mismo compositor en 1910) dan cuenta de su enorme
popularidad, que en cierta forma incomodaba a Ravel, quien llegó a tildarla
de ‘obra insignificante’ en más de una ocasión. Con respecto al título que
insinúa cierta profundidad poética, la verdad es mucho más simple: según
el compositor, no pretendía hacer alusión a ningún personaje histórico en
particular —si acaso representar una imagen alegórica (quizá la del famoso
cuadro Las meninas de Velásquez) —ni tampoco aludir a una ceremonia u
homenaje fúnebre en especial. Simplemente, como lo declaró él mismo, lo
atrajo la aliteración entre ‘infanta’ y ‘difunta’ (infante défunte, en francés). Si
bien sus razones no parecen tener la profundidad intelectual que muchos
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esperaban, lo cierto es que es una obra elegante, sobria y profundamente
nostálgica, lo que quizá explique la gran acogida que ha tenido. Con respecto
al estilo compositivo de Ravel, opina Claude Samuel:
El ‘placer raveliano’ es, evidentemente, de esencia superior, hecho de refinamientos,
de sorpresas, de descubrimientos insospechados. Es la sutilidad armónica sabrosa y el
gusto por el ritmo impar; es la curva caprichosa de una melodía modal y la búsqueda
de la sonoridad rara. Pero todas estas innovaciones no persiguen más que un solo fin:
el placer. Nada de preocupaciones intelectuales ni construcciones abstractas, ni de
obediencias a las teorías convencionales o revolucionarias (Samuel, 1965, p. 232).
La mirada retrospectiva de compositores e intérpretes hacia las obras
de sus predecesores o hacia estilos compositivos de escuelas anteriores ha
permitido —en diferentes momentos de la historia— resignificar el equilibrio
que necesariamente debe existir entre lo aprendido y el deseo de innovar. Un
último ejemplo de esta relación entre presente y pasado se encuentra en la
obra Preludio, coral y fuga M21 compuesta en 1884 por César Franck (1822-
1890). Fue concebida por el compositor como un homenaje a J. S. Bach con
aportes propios, como la inserción de un coral en medio del preludio y fuga
(movimientos que se encontraban siempre juntos y que en la escritura de Bach
habían alcanzado su apogeo). El coral también había sido empleado por Bach
en otros contextos (preludios corales, cantatas, entre otros), pero nunca en
medio de un preludio y fuga. Franck se desempeñó casi toda su vida como
organista y, aunque de joven fue un talentoso pianista, sus composiciones
para el instrumento son relativamente raras en relación con el resto de su
obra. Conocía muy bien el trabajo de Bach que, sin duda, había interpretado
innumerables veces desde la tribuna de su órgano en la iglesia Santa Clotilde
en París. Esta obra corresponde a su periodo de madurez, cuando Franck
gozaba de pleno reconocimiento por su labor como pedagogo e intérprete.
Fue considerada un éxito desde su estreno quizá por ese exquisito equilibrio
entre las formas ‘antiguas’, remodeladas con el lenguaje instrumental del piano,
y las complejidades armónicas de finales del siglo xix. Las diferentes secciones
que conforman el preludio, el coral y la fuga no se restringen a los cánones
académicos, sino que sirven de inspiración para poner en relieve a través de
un audaz manejo del contrapunto los contrastes dinámicos y expresivos que
la convirtieron en una de las obras preferidas de los intérpretes de los últimos
tiempos.
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Referencias
Samuel, C. (1965). Panorama de la música contemporánea. Madrid, España:
Ediciones Guadarrama.
Angélica Daza. Maestra en música con énfasis en música antigua,
obtuvo una maestría en musicología en la Universidad de la Sorbona
en París. Estudió dirección e interpretación de canto gregoriano y
realizó investigaciones sobre organología barroca. Es cantante, violista,
traductora, docente, escritora además de conferencista de las charlas
previas a los conciertos de la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis
Ángel Arango.
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Foto: Chelo Camacho
Concierto de
Cuarteto Simply
(Austria)
cuarteto de cuerdas
Miércoles 7 de junio de 2023
Bogotá, Sala de Conciertos de la
Biblioteca Luis Ángel Arango
7:30 p.m.
Viernes 9 de junio de 2023
San Andrés, Auditorio del
Centro Cultural de San Andrés
6:30 p.m.
Concierto de
Diego Patiño
(Colombia) eufonio
Viernes 6 de octubre de 2023
Bucaramanga, Teatro Santander
7:30 p.m.
10
Trío Karénine • Foto: Grégory Massat
TEMPORADA NACIONAL
DE CONCIERTOS
Banco de la República 2023
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Citación recomendada (normas APA)
"Programa de mano - Alexander Ullman, piano (Reino Unido)", Bogotá (Colombia):-, 2023. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3710912/), el día 2025-06-01.