Por:
Ismael Enrique Arciniegas
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El Nuevo Tiempo Literario se publicó por primera vez el 24 de mayo de 1903 como suplemento literario del periódico El Nuevo Tiempo. Entre 1903 y 1915 estuvo bajo la dirección del liberal Carlos Arturo Torres y el conservador Ismael Enrique Arciniegas. En 1915, el suplemento fue suspendido debido a dificultades económicas, aunque, como lo señala Bedoya (2010), los lectores de la separata pudieron encontrar textos literarios, la mayoría traducciones de autores franceses, en la sección “Páginas históricas” de El Nuevo Tiempo. En 1927, Ismael Enrique Arciniegas emprendió el relanzamiento del suplemento con la ayuda del crítico y poeta Eduardo Castillo publicando textos de Miguel Antonio Caro, Rafael Pombo, José Manuel Marroquín y Tomás Carrasquilla, entre otros. Dos años después, en 1929, el suplemento dejó de imprimirse.
Esta separata se distribuyó de manera gratuita con la edición dominical de El Nuevo Tiempo. Su objetivo, como se anotó en la editorial del primer número, fue cambiar las deliberaciones políticas, sociales y económicas que tanto agitaban el periódico por “páginas serenas, no contaminadas con la acerbía de la pasión, sino colocadas allá en esa región superior del arte, en donde no hay culto sino para la belleza y por consiguiente para la verdad”. Generalmente, el suplemento se disponía en un cuadernillo de entre quince y dieciséis páginas, algunas de ellas con una ilustración o un grabado de una figura cultural o literaria destacada, aunque en ediciones especiales o conmemorativas la extensión se ampliaba. El investigador Gustavo Bedoya (2018) recuerda que el periódico vendió pastas de encuadernamiento y los índices de sus contenidos para incentivar que los lectores coleccionaran el suplemento, en un eco enciclopedista y recopilatorio propio de las publicaciones ilustradas del siglo XIX.
El Nuevo Tiempo Literario fue una de las publicaciones culturales más influyentes, no solo por su propuesta estética y editorial, sino también porque amplió la conversación cultural, redefinió los modelos del intelectual de la época y estableció la figura del crítico literario como un agente específico en la vida intelectual colombiana (Bedoya, 2010). Además de haber sido dirigido por algunos destacados intelectuales como Eduardo Castillo, o los mismos Torres y Arciniegas, también plasmó géneros literarios diversos escritos por autores (la mayoría varones) tanto nacionales como internacionales que iban y venían entre el realismo, el romanticismo y el modernismo. José Asunción Silva, por ejemplo, fue un nombre recurrente en el suplemento en los años en que se publicó la novela De sobremesa. También aparecieron en el suplemento los textos de Antonio Gómez Restrepo, Baldomero Sanín Cano, Julio Flórez, Rafael Pombo, Emile Zola, Víctor Hugo, Friederich Nietzsche o Rubén Darío.