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Mia - 16/10/24

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  • Año de publicación 16/10/2024
  • Idioma Inglés
  • Publicado por Future Publishing Ltd
Descripción
Citación recomendada (normas APA)
"Woman's Weekly - 16/10/24", -:Future Publishing Ltd, 2024. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3979425/), el día 2025-09-07.

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Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año VI Serie III Tomo II N. 6

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año VI Serie III Tomo II N. 6

Por: | Fecha: 16/08/1902

~ SERIE Ill-'f~M~ II - • At\o VI-NUMERO 6.• Boletín Militar de Colombia &1 j 1 1 ¡ ! ~~····· .. 0~~~~0 ~BL ~~~~s.~~RIO_llBG~E~~ ~-~~-~É~CI~O .. .. ......... ~~ ¡ DIRECToR, Francisco J. Vergara y Velasco ¡ ::::_~.¡ Son cola'born.dcres de es:r~:r:i1ó:l~~:~:~<';::es y Oficiales dd Ejército ~.::::. Prutk muy bien auudcr que nue1tro rupeto á toda• la• ccmviecicnu, 11enga d parar '" l~ tJtdif•r•neia 11 no• deje rin energía• p ara def•nder la• 11uütra1 ENRIQUE SII.:.'KLEWICZ ··1·· .. ···· .......... .... ............. .......... ... . .... . .... .... . . . . .............................. .................. ~-·- ¡ -o- Bogotá, 16 de Agosto de 1902 - .. ¡ r----- DECRETO NUMERO r')67 DE 190:l (JULIO 12) por el cual se hacen llnos nombramientos y se confiere un a censo El Vú:epresiden/e de la RepiÍblica, encmgado del Poda Ejuufl'v(), DECRRTA Art. r .0 N6mbra e Jefe de Estc:Hlo Mayor de la Colum12a Fa­calalt'vá al General Carlos Ricaurte F., é Inspector de la misma al General Julio Rubio. Art. 2.° Confiérese 1 grado efectivo de Teniente Coronel al Sargento Mayor Ig·1acio de Guzmán, y destínasele como 2.0 Ayu­dante del Cuartel g-eneral de la Columna antes mencionada. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 12 de Julio de 1902. JO SE :MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, AR JSTIDES FERNÁ.TnEz DECRETO NUMERO 1068 DE 1902 (JULIO f 2) por el cual se confiere un ascenso y se traspasa un sueldo El Ví'cepresz'denle dt la R epltúlú:a , encargado dd Poder Ejecu lrvo, DECRETA Art. r .0 Asciéndese á General efectivo de Brigada al Coronel Juan Rubio, muerto en el combate de Pazurcha y Guadualilo el 21 de Junio último. TOMO II-1 1 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia \_ 162 _) §. Dése cuenta de este ascenso al honorable Senado en sus próximas sesiones, para los efectos constitucionales. Art. 2.0 La viuda é hijos del Coronel Juan Rubio continuarán disfrutando del sueldo que á aquel Jefe correspondiera conforme al grado á que se le asciende por el presente Decreto, hasta que el próximo Congreso resuelva lo conveniente. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 12 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARISTIDES FERNÁNDEZ DECRETO NUMERO 1o69 DE 1902 (JULIO 12) por el cual se confiere un ascenso El Vicep·nsidmle dt la República, encargado del Podt1' Ejecutz'-81, DECRETA Artículo único. Asciéndese á General graduado al Coronel José María Núñez R. §. Dése cuenta de este ascenso al Honorable Senado en sus próximas sesiones, para los efectos constitucionales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 12 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARISTIDES FER. ÁNDEZ DECRETO NUMERO 1070 DE 1902 (JULIO 12) por el cual se aprueba un ascenso El Viceprest'timle de la Repúblzca, mcargado del Peder .Ejecuft'v,, DECRETA Artículo único. Apruébase el ascenso conferido por el Gene­ral Pompilio Gutiérrez, Comandante en Jefe del Ejército en opera­ciones sobre Panamá, al Sargento Mayor Ignacio Moreno á Te­niente Coronel. §. Dése cuenta de este ascenso al Honorable Senado en sus próximas sesiones, para los efectos constitucionales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 12 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIM El Ministro de Guerra, ARISTIDES FERN.ÁNDEZ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '- 163 _) DECRETO NUMERO 1071 DE 190~ (JULIO 12) por el cual se confiere un ascenso El Vz"ctprtSzaenlt dt la Repúblú:a, mcargado del Poder Ejuull"vo, DECRETA Artículo único. Asciéndese á General graduado al Coronel Belisario Riveras. §. Dése cuenta de este ascenso al Honorable Senado en sus próximas sesiones, para los efecoos constitucionales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bo~otá, á 12 de Julio de 1902. ]OSE :MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARrsTIDES FERNÁNDEZ DECRETO NUMERO 1073 DE 190~ (JULIO 12) por el cual se concede una licencia y se hace un nombramiento en interinidad El Vtcepres1iltnll dt la Repúblú:a, mcargado del Poder F:fecult'IJI, Dli:CRRTA Artículo único. Concédese la licencia que solicita el Sr. Igna­cio A. Osuna para separarse del puesto de Guardaparque general por el término de tres meses, y nómbrasc interinamente en su reemplazo, durante el término de la licencia, al Sr. Jacinto Arbo­leda, bajo la responsabilidad del titular. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 12 de Julio de 1902. JOSE :MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, AIUSTIDES FERNÁ.TnEz DECRETO NUMERO 1074 DE 190J (JULIO 12) por el cual se hacen dos nombramientos El Vicepresz'dcnle de la RepzíbHca, e1lcargado dd Poder Ejut~Hu 1 , DECRETA Artículo único. Nómbrase Auditor de Guerra y Ayudante de las fuerzas que obran en la región oriental de Boyacá, asimilados Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia \.._ 164 _) á primer Jefe de Cuerpo y Capitán, respectivamente, á los Sres. Dr. Enrique Rojas B. y Luis A. Rojas. Comuníquese y publíq...:ese. Dado en Bogotá, á 12 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARrSTIDES FER1·ÁNDEZ DECRETO NUMERO ro83 DE 1902 (JULIO 20) por el cual se co 1cren dos ascensos El Vú:eprw'denle de la Repltblzca, encargado del Poder Ejeculz'vo, DECRETA Artículo único. Asciéndese á Subtenientes á los Sargentos 1.8 ' Policarpo Rodríguez y Patrocinio Díaz. Comuníquese y publíqucsc. Dado en Bogotá, á 20 de Julio de 1902. JO E MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARrSTIDr~s Frm, Á 'DF.Z DECRETO NUMERO 1103 DE 1902 (JVLIO 20) por el cu:1.l se honra b memoria de un crvidor público y se asigna una recompensa ..Cl Vrápreúdmlt dt la Repltbl1'ca, encargado del Poder Ejeculi7Jo, En uso de sus facultades constitucionales, y CO. 'SI OEP..Ar\00 Que el Sr. D. Juan María de los Santos falleció en esta ciu­dad el 25 de Octubre del año próximo pasado, hallándose desem­peñando el empleo de Portero Escribiente del Ministerio de Gue­rra, puesto que venía sirviendo hacía más de treita años con asi­duidad meritoria y lealtad digna de todo encomio ; Que ha dejado una esposa anciana y familia reducida á ex­trema pobreza; y Que es justo proteger, mayormente en las actuales circuns­tancias, á los deudos de los servidores públicos que, como el de que se trata, consumieron su modesta vida consagrándola al cum-. plimiento de sus deberes, DECRETA Artículo único. Como tributo de gratitud por los servicios que prestó en el Departamento de Guerra el Sr. D. Juan María de los Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia L 165 _; Santos, asignase á su esposa la Sra. Laura Bonell de Santos la cantidad de diez mil pesos($ ro,ooo), que será pagada por el Te­soro Nacional con imputación al Capítulo 245, artículo 88 del Pre­supuesto de Guerra. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 20 de Julio de 1902. ]OSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, FRANCisco MENDOZA P.-El Ministro ele Relaciones Exteriores, FELIPE F. PAuL-El Ministro de Ha­cienda, JosÉ RAMÓ ... LAGo-El Ministro de Guerra, ARISTIDES FxR­NÁNDEz- El Ministro de Instrucción Pública, JosÉ JoAQUÍN CAsAs-FJ Ministro del Tesoro, AGusTÍN URIBE. DECRETO NUMERO 1 109 DE 1902 (JULIO 24) por el cual se confiere un ascenso y se hace una promoción JZI Vú:epreszdenlt de la Repkblica, encargado dd Poder Ejuull'-111, DECRETA. Artículo único. Asciéndese á General efectivo de Brigada al Coronel Gregorio Duarte, y promuévesele del puesto de primer Jefe del Batallón 1. 0 de .\a 7." División, al de Inspector General de la División Matamundo, que comanda el General Benigno Muñoz. §. Dése cuenta de este ascenso al Honorable Senado en sus próximas sesiones, para los efectos constitucionales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 24 de Julio de rgo2. ]OSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARrSTIDES FERNÁNJtEl DECRETO NUMERO 1110 DE 1902 (JULIO 24) por el se cual se hacen dos nombramientos El Vú:epreszdente de la Repúblú:a, encargado del Poder Ejccu.tz'v~, DECRETA Artículo único. Nómbrase al Dr. Manuel Antonio Soto Médico de la Dz'vúzon Matamzmdo, que comanda el General Benigno Muñoz, y Practicante al Sr. Rafael Soto. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 24 de Julio de 1902~ ]OSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARISTIDES FERNÁr·a>J:z Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín IY1ilitar de Colon1bia '- r66 -' DECRETO NUMERO 1 123 DE 190a (JULIO 26) por el cual se hace una promoción El Vzeepresz'dmte de la República, encargado del Poder Ejecutzvo, DECRETA Artículo único. Promuévese al General Pablo A. Suárez, de la División Colombz"a, al puesto de J e fe de Estado Mayor de la Di­visión Fernández número I. 0 Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARISTIDES FERNÁNDEZ DECRETO NUMERO 1124 DE 1902 (JULIO 26) por el cual se reconoce un grado El Vzcepresz'dmlt de la R epública, encargado del Poder E;úuli'ZI~, DECRETA Artículo único. Recon6cese al r. Ge ne ral Bernardo Caicedo el grado de General de División con que ha venido prestando sus servicios en la Comandancia en J efe d e l Ejército Permanente. §. Dése cuenta de este reconocimi e nto al Honorable Senado en sus próximas sesione , para lo e fectos constitucionales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1902. JO E MANUEL MARROQUU4 El Ministro de Guerra, ARr TIDI~ FER . Á. DEZ DECRETO NUMERO 1125 DE rgo2 (JULIO 26) por el cual se hace un nombramiento El Vz'cepresz'dmte de la Repúblz'ca, encargado del Poder Ejecutivo, DECRETA Artículo único. N6mbrase al Teniente Coronel Emilio Pereira Encargado especial de reco¿er tolas las mulas que haya en el Departamento de Cundinamarca, de propiedad del Gobierno. Comuníquese y pwblíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARISTIDES FERNÁNDEZ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia \,_ 167 .J DECRETO NUMERO 1 126 DE 1902 (Juuo 26) por el cual se aprueban varios Decretos dictados por la Jefatura Civil y Militar del Departamento de Boyacá El Vú:epresz'denle dt la Rep1íbl/ca, encargado del Poder EjecuHvo, DECRETA Artículo único. Apruébanse los Decretos números 137, 141 y 144 de 30 de Junio, 2 y 4 de Julio del año en curso, dictados por la Jefatura Civil y Militar del Departamento de Boyacá. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, AJUSTIDES FERN.ÁNDEZ DECRETO NUMERO 1 127 DE 1902 (JULIO 26) por el cual se hace un nombramiento ZJ V/ceprtSZ'dmle de la R epública, encargado dtl Poder Ejecult'vtJ, DECIETA Artículo único. Nómbrase Comandante de la Batería Bogo/á al Teniente Antonio Vancgas. Comuníquese y puLlíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1902. JOSE :MANUEL rvfARROQUIN El Ministro de Gu e rra, ArusTIDES l•Eru 'Á. 'DEZ DECRETO NUMERO 1128 DE 1902 (JULIO 26) por el cual se hace un nombramiento El Vzápresz'denle de lz R epúbl/ca, encargado del Poder Ejeculzvo, DECRETA Artículo único. Nómbrase al Sr. D. Manuel A. Lara Auditor de Guerra del Ejército que se halla en la Provincia de Tequen­dama. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARISTIDES FERNÁNDEZ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia "- 168 J DECRETO NUMERO 1129 DE 1902 (JULIO 26) por el cual se hace una promoción El V/cepresidmle de la República, encargado del Poder .E.Jeculz'vo, DECRETA Artículo único. Promuévese al Sargento Mayor Publio Fer­nández de Soto del puesto que ocupa en el Batallón I. 0 de Colombia, al Ejército de Panamá, en el puesto que le designe el Comandante en Jefe del mismo Ejército. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARISTIDES FER ÁNDEZ DECRETO NUMERO r 130 DE 1902 (JULIO 26) por el cual se hace un nombramiento E1 Vicepresz'denle de la RepiÍblzi:a, mcargado del Poder Ejecutivo, DECRETA Artículo único. Promuévese al Coronel Rafael Bermúdez S. del Cuerpo de Inválidos al pu e sto de primer Jefe del Batall(m Cór­doba mímet·o I.0 , de la Dzvút'ón Manuel Cast~bz'a¡¡ca, en reemplazo del Coronel Aristides Torres, á quien se conceden las letras de cuartel que solicitó. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARISTIDES FERNÁ ·nEz DECRETO NUMERO r 131 DE 1902 (JULIO 26) per el cual se llama al servicio activo á un Jefe y se le destina El Vz'cepresz'denle de la Repúblú:a, mcaTgado del Poder Ejeculzvo, DECRETA Artículo único. Llámase al servicio activo al Coronel Juan de Dios Jaramillo Pérez, y destínasele como Ayudante del Cuartel Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '- 169 --' general de la Dt'vz'sión Ftrnández que comanda el General Floren­tino Cubillos. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARISTIDES FERNÁNDRZ DECRETO NUMERO r 132 DE 1902 (JULIO 26) por el cual se confieren dos ascensos El Vú:epresúlenle de la Repúbbca, mcargado del Poder Ejewlzvo, DECRETA Artículo único. Asciéndese á Generales graduados á los Co­roneles Lisandro Escobar S. y Francisco Rodríguez. §. Dése cuenta de estos ascensos al Honorable Senado en sus próximas sesiones, para los efectos constitucionales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUI Ell.Vfinistro de Guerra, ARISTIDES FER.'Á1'DEZ DECRETO NUMERO 1135 DE 1902 (JULIO 26) por el cual se hace un nombramiento El Vtápresú:lmte de la Repúblzca, encargado del Poder Ejeculz'vo, DECRETA Artículo único. Nómbrase Comisario Pagador de la 5: Divi­sión que comanda el General Roberto Quijano, al Coronel Alfre­do López. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, Á 26 de Julio de r 902. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARISTID:XS FERNÁNDEZ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '- I 70 --' DECRETO NUMERO r 136 DE 190~ (JULIO 26) por el cual se confieren varios ascensos El Vú:epreszdenfe de la Repltbb"ca, mcargado del Poder Ejeculz'vo, DECRETA Artículo único. Confiérense los siguientes ascensos: el de Sar­gento Mayor al Capitán Federico Martelo F.; el de Tenientes Co­roneles, á los Sargentos Mayores Hilario Polanco y Manuel Mar­telo F.; el de Coroneles, á los Tenientes Coroneles Juan A. Calvo, Bernardo Polanco y Rafael Suárez; el de Coroneles efectivos, á los Tenientes Coroneles Carlos A. Román y Miguel Rodríguez Z.; el de Generales de División, á los de Brigada, Sres. Generales Lácides Segovia, Agustín A. Flórez y Miguel M. Torralbo. §. Dése cuenta de los ascensos conferidos por el presente De . creto al Honorable Senado en sus próximas sesiones, y que se ha­llan comprendidos en los enumerados por el numeral 5. 0 del artí­culo 98 de la Constitución. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIN El~ Ministro de Guerra, A~rsTIDEs F&RNÁ:NDEz DECRETO NUMERO II6~ DE 1902 (AGOSTO 2) por el cual se concede una licencia y se hacen dos promociones en interinidad El Vicepresidenfe de la R epúbhca, encargado del Poder Ejecutivo, DECRETA Art. 1.° Concédese al Sr. Anselmo Ortiz la licencia que ha solicitado para separarse por sesenta días renunciables, del puesto de Oficial Mayor del Ministerio de Guerra. Art. 2.0 Para proveer la vacante producida por la separa­ción del Sr. Ortiz, promuévese al Sr. José Antonio Concha del puesto de Subjefe de la Sección 4." del Ministerio de Guerra, con el carácter de interino. Art. 3. 0 Promuévese asimismo interinamente al Sr. Abelardo Pedreros del puesto que ocupa en la Sección 4." ya mencionada, al de Subjefe de la misma, en reemplazo del Sr. Concha. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 2 de Agosto de 1902. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, ARrSTIDES FE~NÁNDEZ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia \.._ 171 __; INFORME DEL INTENDENTE GENERAL DEL EJÉRCITO (Continúa) DOCUMEKTOS REVISADOS Y DEVUELTOS AL MINISTERIO DE GUERRA Fecha Reclamante Febrero 1.0 Antonio Jouve 3. Juan de D. Boh6r-quez .............. . 3· Fernando D. Cas-tañeda .......... .. 7· Daniel de J. Ro-dríguez ........... . 7· Silvestre Moreno 6. E lías Cruz A ...... . 6. J u 1 i o Arboleda (Holguín Jorge) 6. José Bolívar ....... 6. Gregario Cepeda. 7· José E. Monseñy .. 8. Samuel B. Harris. 8. Rosario Ladino .... 8. MaríaFernándezS. - ro. Carlos :M. Moreno - ro. Aurelio de Ramí-rez ................ .. - 1 1. Francisco M. Res­trepo (por Juan Pablo Be jarano) - 1 r. Rufino Gutiérrcz (Amalia O. de Espinosa) ........ . - 11. Isma el Escobar ... - 12. Adolfo Rojas ...... - 12. Miguel Camacho. - 12. Alcides Arzayús ... - 12. Roberto Tobar ... - 13. Eulogio González. - 13. José G. Suárez .. .. - 13· José U maña ...... .. - 14. Rufino Gutiérrez (Antonio María Sarabia) ........ .. - 15. Miguel J. Durán (por Aurelio Es-pejo) ............. .. Cantidad 9 6 4 55 1 1 10 2 r6 I 500 IO I 8 3 27 Artículos Bestias. Galápago y caja de guerra. Cargas de maíz. Objetos expropiados. Cargas de papas. Docenas de corroscas. Buey. Mula. Bestias. Caballo. Alpargatas y frazadas. Efectos. Vaca. Avalúo de pólvora. Mula. Id. IJ. Bestias. Caballo ensillado. Res. Juegos de herraduras. Mulas. Res. Cargas de arroz. Herraje de bestias. Mulas. Id. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia Fechas Artículos Febrero 15. Toribio Ma-yorga ............ . - 15. Francisco R. Her­nández (por Se­cundino Anexi) .. - 15. Rufino Gutiérrez (Augusto Blau-vac) ............... . - 15.Restrepo T. & Car­dona (por José M.• Uricoechea y otro) ........... .. - 17. Julio López (Ana Joaquina Espi-nosa) ............. . - 17. Rufino Gutiérrez (F r a n e i s co S. Díaz) ... : ......... .. - 17. Jorge E. Nazzar y Hermanos ...... . - 19. Gaspar Almanza .. - 19. María. J. Zea de Castellanos... . .. - 20. Julio D. Mallarino (Henry Struss) ... - 20. Julio M. Escobar (Abel Acosta) ... -20. Román Alvarado (Helí Parra) ..... - 26. Juan C. Trujillo (Eliécer D. Ca-macho) ......... .. - 26. Manuel Gutiérrez F .................. . -26. Id. íd ............ . '- 172 -J Cantidad Contratistas Valor Buey. 12 Reses. 13 Mulas. 2 Caballos. Pago sueldos y efectos. 2 Mulas. Daños y perjuicios. 3 Bestias suministradas. Mula. 8 Vacas. Silla. 52 Mulas. 3 Id. Mulas y enjalmas. ' ACTAS DE POSESION Y FIA ZA Febrero 1. 0 -Antonio Alvarez. Comisario Pagador de la Dt­fJtszón Marroquín. Fiador, Lucio Gori. Fianza, $ 4,000. Febrero 7.-Rubén Ortiz P. Comisario Pagador de la 7." Di­visión. Fiador, Tobías Hernández. Fianza, $ 4,000. Febrero I 3-Rafael Moras. Comisario Pagador de la Dt­flzStÓn Albán. Fiador, Manuel M. Díaz. Fianza, $ 4,000. Febrero 24-Segundo P. Martínez. Comisario Pagador de la Dz'visi!m Carazúa. Fiador, Cristóbal Umaña. Fianza, 4,000. El Jefe de la Sección 3."', GoNZl\LO GrRÓN Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '- 173 _; Repúblú:a de Colombia-Intendencia General del Ejércilo-Seccz'(m J ... Número ..... . -Bogotá, Mayo de I902 1 INFORME ESTADISTICO DE LOS M.\TERIALES DESTINADOS AL SERVICIO DE LA 1 GUERRA EN EL 1\IES DE MARZO PROXIl\10 PASADO ARTICULOS pedidos á la Sección r.• de la Intendencia Fecha Artículos Cantidad Marzo 3-Bayetones y otros efectos. 3-Monturas aperadas..................... .. . .. .. .. .. . .. . .. . 2 3-Revólvers............ .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 4-Galápago aperado ........................................ . 4-Zamarros (par)............................................. 1 s-Cajas de guerra............................................. 2 s-Cornetas...................................................... 2 Conlimía ---=-= Doctrinal ===--=- EL FERROCARRIL INTERCONTINENTAL EN COLOMBIA (Arre:la·lo para el B'ltt!n llftlitur) Cerca del río de las Cruces tuvimos que guarecernos de una tempestad en la choza de un indio, cuya descripció.1 es aplicable á la generalidad de las de la comarca: en la construcción de este sencillo templo á los dioses lares~ lo mismo que en el magnífico de Salomón, N o han resonado ni el martillo ni las fuertes hacha : Como la alta palma brotó la mística mansión. En efecto, en la construcción de la vivienda para nada entró el metal; todos los maderos estaban atados con bejucos; techos y paredes se habían hecho con varas hábilmente armadas y bien sostenidas; y éstas habían acabado de cubrirse con cañas de 8 pies de altura, tan enlazadas como lo permitían las ligaduras, re­llenándose luégo con barro los intersticios. Los lados de la techum­bre tenían 3 pies de inclinación, y debajo de sus extremos quedaba descubierto el recinto, para la ventilación y para la salida del humo. Sendas puertas hay en los lados mayores, dándose frente, y como abiertas dan claridad bastante en este clima luminoso, no se necesitan ventanas. Cuando aquéllas se cierran por la noche, el Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '-- 174 _J aire circula por sobre las paredes de los costados. El piso es de tierra apisonad• y algo más alto que el suelo circunvecino. En el centro de la vivienda, sin estorbar el paso, se encuentra el fogón, compuesto de tres gruesas piedras con el extremo inferior enterra­do y el otro saliente, para sostener la olla de barro, de fondo re­dondo, que sobre tales piedras se pone al fuego. Al pie de una de las paredes se ve un banco con asiento de cuero crudo. Ni sillas, ni mesas, ni alacenas, pero ni aun una caja, lo cual indica la pobre­za de los habitantes, porque aquí una cabañ• sin uno de estos mue­bles es cosa tan rara como un costurero sin agujas, ó como la libre­ría de la buena Presbiteriana sin la Tarea de Cowper. La despensa consiste en una trojecilla formada por varas atravesadas sobre las paredes, á que se sube por otra con muescas que hacen de escalo­nes. En la troje, mazorcas de maíz secándose. En un lado la pie­dra de moler, bien acondicionada sobre un poyo de tres pies de altura. La loza, calabazos, tazas, cucharas de palo, colgados ó es­parcidos en los puntos más convenientes. Al otro lado de la cabaña había una mediagua dividida por un labz'r¡ue en dos dormitorios, con barbacoas por camas, esteras por colchones y trozos de trapo viejo por tendido. Una tela de algodón puesta contra la pared · cubría probablemente los trajes domingueros. ' El padre y la madre estaban ausentes, y un chico de seis años y una niñita de tres cuidaban la casa : aquél con chaqueta de al­godón y calzón corto; é ta, con camisa de algodón, se ocultaba detrás del hermanito, que se hizo hombre para recibir á los foras­teros : la niña, imagen inconsciente de la modestia y de la timidez, era encantadora y digna de verse. Ilabía una criatura de pecho en una hamaca hecha de un pedazo de tela colgada por dos trozos de rejo, en un rincón: la criatura estaba bien fajada, abrigada y asegurada dentro de la hamaca : despertó, no lloró y nos miró con la intensidad de un Argos. En la cabaña no había arte ni lujo, pero sí lo necesario, y eso bastaba. Todo estaba limpio y bien or­denado; en el piso no se veía ni polvo ni basura alguna. Sentímos allí todo lo sagrado del hogar doméstico. En la parte baja del valle del Patía, de 2,000 á 3,000 pies (610 á 914 metros), las noches eran calurosas y el sol del medio día exasperante, y esto es natural, que nó solo con instrumentos se mide el clima, que aquí devoró nuestra energía : la fuerza se nos escapó, moral y materialmente hablando; el fuerte se hizo débil, y el amable irascible. Las variantes de mañanas con buen tiempo y tardes lluviosas fueron comunes, y á veces todo el día hubo hume­dad con tormentas y truenos por la noche. En los Arboles, alde­huela sobre el lomo que separa el Guachicono del Ermita, á 4,6oo pies (1,402 metros sobre el nivel del mar), sentímos diferencia en el clima, y las noches se tornaron frías. En esta porción del terre­no no hallámos maderas para durmientes, que deben buscarse en las hondonadas próximas y en las colinas orientales. ConHnúa Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '- 175 _.) MANUAL PARA LA PREPARACION DE LAS TROPAS AL COMBATE PO~ EL GENERAL DRAGOMIROFF SEGUNDA PARTE- PREPARACION DEL BATALLON (Traducido para el Btdetin llfi/itar) {Continúa) 42. Se ve, por lo que l-'recede, cuán fácil es ejecutar todas las transformaciones que corresponden á las eventualidades del com­bate, hasta un orden de combate extenso, como el de las disposi­tivas sobre una sola línea. Aquí, además, no podrían ~urgir casos imprevistos que sorprendan á la vez á todas las parte:; del bata­llón; una compañía, ó dos á lo más, pueden, en rigor, ser sorpren­didas; pero las otras tendrán siempre tiempo de reconocerse y de juntarse. El alejamiento de las compañías, en una acción contra la caballería, no sólo no perjudica al éxito del combate, sino que contribuye á él. Sin duda es mucho más agradable sentirse apoya­dos en una gran masa, para afrontar el choque de la caballería; pero conviene no olvidar este hecho, ya señalado, que la lucha con la caballería es rigurosa é inevitablemente proporcional á la extensión del frente ocupado por la tropa de infantería que lo re­cibe; si, por ejemplo, esta tropa es una compañía en columna por sección, es decir, que no presenta. sino un frente de 20 pasos, no hay sino diez ó quince jinete , cuando más, que pueden alcanzar­la, y el resto se r gará por los flancos, y aun e tos diez ó quince jinetes que han partido derecho contra la comrañía, tomarán tam­bién muy probablemente el mismo camino, antes que atacarla. Cuando se avanza á paso de carga, no hay que desviar mu­cho para pasar por el lado de un frente e~ trecho, sin contar conque los caballos no avanzan Yoluntariamente sobre el fuego. Así pues, cuanto más estrecho sea el frente, menos expuesto estará á que lo rompan. Por último, aun cuando llegaran aquí á desordenar una compañía, esto no tiene acción sobre las demás, como en las for­maciones de batallón en masa. Por lo demás, una ruptura en una masa pequeña no tiene importancia, con tal que los hombres no olviden que es preciso, en este caso, permanecer de frente á la caballería y formarse, de cualquiera manera, en pequeños grupos. 43. A mi parecer, el ideal de un dispositivo contra la caballe­ría debe concebirse así: no exponer al inmediato choque sino la fracción más pequeña posible ; disponer en escalones detrás de ésta fracciones desplegadas, pero que no presenten, en tanto como sea posible, un frente seguido. Basta aplicar este término de com­paración á las formaciones de batallón propiamente dichas, ó al contrario, á las formaciones por compañías, contra la caballería, para convencerse de la superioridad de estas últimas. En las for­maciones de batallón, toda la esperanza del triunfo está en el Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '- 176 -' empleo dél fuego; si la caballería ha podido soportarlo, está casi segura de contar el batallón; en tanto que en las formaciones por compañías, ella pasará cerca ó poco menos, por los espacios libres. Pero aun si logra romper la formación en alguna parte, los solda­dos más inmediatos al punto de ruptura no tienen sino que formar­se en piquetes, y sobre todo insistir en hacer frente á la caballería. Hé aquí también algunas cuestiones propuestas acerca de este mismo dispositivo sobre una línea: ataque de caballería á reta­guardia á la izquierda á I,ooo, 500, 300 pasos; ataque de caballe­ría á retaguardia, á las mismas distancias. Cuando las compañías se encuentran en presencia de la arti­llería, en el dispositivo sobre una sola línea, tratan de sustraerse á su fuego, tomando las precauciones ya indicadas en la primera parte. Dúposzezon sobre dos lí11eas 44· 1.0 Tres compañías en prmera línea, una de reserva. Sec­tores de la primera y de la segunda, cada uno de 100 pasos; sec­tor de la tercera, 400 pasos. Se propone resolver las cuestiones siguientes: Infantería: 1) Adelante á 1,000 pasos; 2) De flanco á x,soo, 500, 300 pasos; 3) A retaguardia á las mismas distancias; 4) En una dirección oblicua, á las mismas distancias. Caballería: 1) Adelante á x,ooo pasos; 2) De flanco á 700, 300 pasos; 3) A retaguardia y en una dirección oblicua, á las mis­mas distancias. 2. 0 Dos compañías juntas en primera línea, las compañías de la reserva en escalones á retaguardia de los flancos. Dejo al lector el cuidado de que él mismo fije las cuestiones, para una acción de infantería. 1. A la derecha ataque de caballería á 400 pasos, d/rigüio sobre la 2.• y J.·~compaliías.-La primera compañía se forma según el terre­no, la segunda y tercera, después de hacer frente á la derecha, se disponen á dar una descarga; la cuarta permanece tranquila. ~. Ataque de caballería de frente; sobre el flanco izquierdo, á retaguardia y en una dirección oblicua á las diferentes distan­cias. Conlinúa Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia L. 177 -' SOBRE LA SUPERIORIDAD EN EL FUEGO DE LA INFANTERIA (Concluye) Relacionado con el carácter general de estas ideas, se ve en el Reg·lamento para ejercicios de la In.fantería suiza, que en el apéndice de la cuarta parte asegura la superioridad moral de la ofensiva, cun tal que siempre reserve municiones para cualquier eventualidad del combate. Dedúcese de esta afirmación que el Re­glamento se inspira en la imposibilidad del municionamiento du­rante el combate; y teniendo en cuenta la escasez de municiones, no pretende la superioridad material del fuego y atiende á conser­var la superioriJad moral, fundada desde luego en la superioridad material adquirida mediante otros factores, conservando alguna cantidad de municiones en reserva ; más claro: mantiene el espíri­tu ofensivo fundándolo en la reserva de un elemento defensivo para cualquier momento inesperado del combate, en que una reac­ción ofensiva del enemigo pueda manifestar instantáneamente su­perioridad en algún factor, haciendo cambiar, también instantá­neamente, la actitud ofensiva nuéstra por la defensiva. Pasando ahora á estudiar las opiniones de algunos escritores, encontramos en primer lugar á Horzetsley, defensor de los fuegos á granJes distancias, quien manifiesta explícitamente todos los in­convenientes de los fuegos, y afirma que estos inconvenientes obran con mayor intensidad á medida que es mayor la distancia; dice que el tiro á grandes distancias debe reglamentarse, pues de no ser asf, no quedará un cartucho disponible; admite la dificultad en el cálculo de distancias, por lo cual será necesario abstenerse de tirar algunas veces, y sienta que los fuegos á cortas distancias se­rán los únicos de efectos decisivos. Y sin embargo, se declara partidario de los fuegos á distan. cías grandes, y da como única razón que el efecto rr.oral que pro­duzcan en la defensa, obrará de una manera enérgica y constante, pues el enemigo, al sufrir bajas á tan considerables distancias, no podrá menos de considerar las que sufrirá á la aproximación. Consideramos esta afirmación de poco fundamento en la rea­lidad ; pues el efecto moral obrada en la defensa de una manera continua si la superioridad en el fuego, que á larga distancia (que­remos admitir) adquiere el agresor, pudiera sostenerlo; pero sien­do asi que, aun admitiéndolo, poco tardará la defensa en adquirir superioridad en el fuego, puesto que es su principal elemento, no es racionalmente creíble que esta superioridad material no sea el origen de una reacción moral que en ella se funde. No puede admz'­lirse que quien es supen'or en d fuego esté domz'ftado moralmmle por el fuego del contrarz'o; creer esto es t~n absurdo como creer, por ejem­plo, que la Caballería que se lanza á la carga está dominada mo­ralmente por las ideas de invulnerabilidad del cuadro y de los TOMO 11-12 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '-- 178 -' efectos destructores del fuego de la Infantería sobre las grandes masas. Otra razón que el autor alega es la de que con el fuego á grandes distancias la Infantería prestará un gran auxilio á la Ar­tillería. Este es, á nuestro entender, el origen de tanto error que se comete, dando importancia excesiva al fuego de la Infantería: el querer que sus efectos s~ parezcan á los de la Artillería. Cada arma desempeña en el combate una misión especial, que le es propia, para la cual se basta por sí sola : jamás una sec­ción de Infantería podrá producir en el combate efectos semejan~ tes á los de una sección de Artillería, ni ésta podrá realizar la mi­sión de aquélla. La Infantería no cuenta como único factor el valor de su fuego; lleva en potencia otros factores: su movilidad, el carácter de sus formaciones, su adaptación á toda clase de terrenos, &c., para utilizarlos en su verdadera misión, en dar carácter al comba­te, en sostener la moral de todas las tropas, en determinar el fren­te y el factor tiempo, &c. Supongamos que la Infantería se detiene á 8oo metros para distraerse en hacer fuego; seguramente ni la Artillería cambiará de po ición ni la Caballería conocerá el mo~ mento oportuno de su empleo; continuará todo reducido á un recí­proco tiroteo, y nadie se moverá ha ta que la Infantería decida el avance ó el enemigo se mueva, haciendo uso de iniciativas que matarán nuestro espíritu ofensivo. Otra razón del escritor austriaco s la siguiente: "Las tropas encargadas de un movimiento envolvente entrarán en acción de un modo más imprevisto, á causad 1 grande alcance de us fu gos, lo que precipitará la deci~ión." Hay que dudarlo; no la precipita­rá, la retardará; los caracteres del movimiento nvolvente son pa­recidos á los de la sorpresa; ftíndase el é.·ito del movimiento en una manifestación de energías, no esperada por el enemigo, para que éste no pueda presentar energías iguales ó superiores en re­sistencia; el éxito del movimiento enrolvente no supone inferiori­dad absoluta en el enemigo: u pone sólo inferioridad momentánea y por esto salta á la vista el valor importante del factor tiempo y de la rapidez en el movimiento; si, pues, anunciamos á larga dis­tancia nuestro propósito, tiempo tendrá el enemigo de allegar me­dios de resistencia y de obligarnos á com-ertir el movimiento envol­vente en un ataque de frente. Combatiendo las ideas de Horzetlcy, encontramos á un es~ critor alemán de fama, Bogulawsky, que, ncmigo de los fuegos de masas á grandes distancias, aconseja los fu<'gos rápidos á dis­tancias cortas. Para combatir las ideas del escritor austriaco, dice que la In­fantería que tire á grandes distancias perderá el espíritu ofensivo puesto que con la obligada inmovilidad no podrá hacer uso de 1~ iniciativa en el desenvolvimiento del combate, facultad que por sí sela basta para caracterizar la ofensiva. Añade además que en el fuego á grandes distancias, el empleo de varias alzas será causa Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '- 179 _) de retardo en la ejecución de los fuegos; que para el agresor, el fuego á grandes distancias tendrá consecuencias peligrosas, vistos los errores de apreciación de distancias, y otras muchas razones y argumentos que no es del caso enumerar. Pero en cuanto al fuego rápido á corta distancia, que con tanta fe defiende, cabe discutir: seguramente el escritor, al acon .. sejar el fuego rápido, pretende conseguir con él superioridad moral, pues de no pretenderlo, aconsejaría el fuego lento, de su­periores efectos materiales; el fuego rápido cede en los efectos materiales ante los efectos morales que pueda producir. Por este punto de vista considerado, las ideas de Bogulawsky presentan un carácter en cierto modo ofensivo; pero considérese que á corta distancia, por las mejores condiciones de la defensa para el fuego, le es á ésta más fácil conseguir con el fuego rápido efectos mate­riales. Además, á esta distancia, la infantería, por la velocidad con que cambia de posiciones y por el poco tiempo que en ellas puede permanecer, no ha de ser muy hostilizada por la artillería del ene­migo, y por tanto, la artillería nuéstra no interesa grandemen­te que se ocupe en llamar la atención de aquélla. Trátase de una distancia en que ya la infantería absorbe toda la importancia y trascendencia de las faces del combate, y por tanto, las artille­rías deben dirigir á ellas sus fuegos; por las condiciones dichas, la infantería del agresor poco ha de temer de la artillería enemi­ga, y habría de temer más si se entretuviera en adquirir superio­ridad en el fuego, porfía que le será difícil realizar, siéndole com­pletamente fácil á la artillería propia. También esta idea de Bogulawsky tiende á que la infantería sustituya á la artillería, omo si ést~, á cortas distancias, no pre­sentara en los efectos de sus fuegos, comparados con los de la in­farrteda, la misma relación que á di tancias grandes. Las distancias corta no sirven para adquirir superioridad en los factores de efecto continuo, 5ino para manifestar la ya adquiri­da, robusteciéndola con acumulación de energías; á distancias cor­tas sólo pueden adquirir superioridad los factores de f cto rápido 6 instantáneo, y en este concepto, prometen mejor éxito el fuego de artillería, el ataque y la carga, todos de efecto más rápido que el fuego de la infantería. HrLARlO liERNÁtmE2 RrvER.A Oficial de Infantería ESCUELA DEL SOLDADO A CABALLO POR CARLOS FERNÁNDEZ Y JULIO DEL CANTO (Continúa) CUARTA PARTE-TRABAJO FUERA DEL PICADERO 145. Trabajo en terrenos variados-Después de haber trabajado en las pistas alargadas á todos los aires de marcha y de haber Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia \_ 180 _) perfeccionado á los jinetes en la carga, el Instructor conduce su tro­pa á los caminos reales, vecinales, campos cultivados, potreros, &c., é inculca á cada uno de los jinetes las reglas que debe observar para conducir su caballo en las diversas circunstancias en que pue­de encontrarse. Estas indicaciones pueden resumirse así: 1.0 Marchar á lo menos diez minutos al paso después de la salida de las pesebreras, para que los músculos de los caballos se hagan flexibles. 2. 0 Alternar el paso con el trote, y observar una progresión creci ente con respecto á la velocidad y duración de los aires de marcha, hasta el punto de poder ejecutar dos 6 tres kilómetros al trote por un kilómetro al paso. 3.0 Evitar el trote en las subidas 6 bajadas muy rápidas. 4.0 Buscar siempre caminos suaves, y evitar en cuanto sea. posible trotar, y sobre todo galopar, en caminos empedrados. 5. 0 Para subir una pendiente, dar libertad al caballo, inclinar el cuerpo hacia adelante, apretar las rodillas, y si es necesario, asirse de las crines; para bajar, también dar libertad al caballo, cuidando de mantenerlo recto, inclinar el cuerpo hacia atrás, cerrar las rodillas, y a irse de la cola de la montura. 6. 0 Dejar iniciativa al caballo cuando se encuentren dificulta­des materiales, y sobre todo cuando la falta de luz no ayude mu­cho al jinete. 7. 0 Dar libertad, levantándose sobre los estribo , cuando se marcha por un terreno pesado. 8. 0 Si el terreno e pantanoso, andar muy de pacio y evitar la colocación unos detrás de otros. i se quiere pasar con pronti­tud un terreno de esta especie, se empleará con ventaja el galope corto. g. 0 Para pasar un río 6 un estero, seguir el vado á favor de la corriente, si s po ible, teniendo cuidado de mirar á la ribera opuesta y marchar unos detrás de otros, tomando el jinete de la cabeza un punto de dirección. ro. Si vadeando un río el caballo pierde el vado y se sumer­ge, sacarle inmediatamente el freno, y con golpes de la mano en la tabla del cuello, dirigirlo á la ribera más cercana. 1 1. Marchando en columna de á dos, abrir la columna á de­recha é izquierda, de modo que los números impares queden á la derecha y los pares á la izquierda del camino, dejando así libre el ·Centro de éste. La experiencia y el tino del Instructor servirán para resolver las innumerables situaciones en que su tropa se encontrará duran­te el período de este trabajo. Hará continuas preguntas á sus ji­netes sobre este ó el otro caso, y apurará la iniciativa de cada cual para que tomen una resolución en el menor tiempo posible. Las indicaciones dadas en el número 142 respecto á los aires de marcha, conducción del caballo, &c., son aplicables á este tra­bajo en todas sus partes. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia \.._ 181 -' 146. Pasaje y sallo de obstáculos-Los saltos de obstáculos eS­tán destinados á completar la instrucción ecuestre del jinete. El medio más seguro para obtener buen éxito consiste en en­caminar francamente al jinete contra el ohstáculo, de modo que su confianza no se debilite por medio de preparativos inútiles, y que no se comprometa la resolución del caballo con la timidez y tur­bación del jinete. Dos son las clases de obstáculos que ordinariamente se en-cuentran: 1.0 Saltos en altura. 2.0 Saltos en anchura. Los obstáculos que deben hallarse en todo terreno dedicado á maniobras, serán de la clase y dimensiones siguientes : Dzula. Tres metros de ancho en el fondo por tres metros de profundidad, con pendiente de 45°. Foso. Un metro cincuenta centímetros de ancho en su parte superior, por ochenta centímetros de profundidad. Afuralla irlanrlesa. Ochenta centímetros de altura, y tres me­tros de ancho en la parte superior. Alu.ralla. Noventa centímetros de allura por veinte centíme­tros de ancho en u parte superior y un metro en la base. Se cons­truye de madera, imitando material sólido para usarla en los pica­deros. Trancas. A ochenta centímetros la superior ; á sesenta la se­gunda, y á cuarenta centímetros de altura la inferior. En los pica­deros se usará esta valla con postes movibles. Cerca. Un metro de altura por cincuenta centímetros de espe­sor; las ramas se ponen entre dos varas de madera colocadas á sesenta centímetros del suelo. Es conveniente emplear ramas que contengan espinas, para que los caballos no se habitúen así á atro­pellar este obstáculo. 147. Los caballos destinados á la instrucción de los jinetes en este período, deben estar perfectamente ejercitados en el salto, á fin de que no produzcan excitación ó temor en el jinete, temor que siempre acarrea inconvenientes para el caballo, y aun accidentes peligrosos producidos por la tracción de las riendas en el instante en que el caballo va á lanzarse. Todo caballo se preparará para estos ejercicios haciéndolo saltar desnudo, sujeto por una cuerda fija al jaquimón ; si rehusa obstinadamente saltar, se hará uso de la huasca, aplicándola enér­gicamente. Un individuo tiene la cuerda desde el otro lado del obstáculo, y sólo la tirará cuando el caballo intente huír por los costados; tratará siempre de mantener la cuerda un tanto suelta, para dejar libre la cabeza y el cuello del caballo. Cuando el ani­mal salte con facilidad en esta forma, el individuo de la cuerda se coloca junto al caballo, y animándolo con la voz, hará que salve el obstáculo, para lo cual 1~ alargará la cuerda cuanto sea necesa­rio; pero impedirá siempre que el caballo trate de escapar des­pués del salto; en seguida lo atraerá por medio de la cuerda y lo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '- 18 2 -' h ará sal tar nuevament"'. Cuando los caballos salven l os obstácu­lo s con sól o ponerlos delante de ellos, están en estado de saltar eon el jinete montado. 148. La primera instrucción de este trabajo se hará con bri­d ón y sin estribos; el instructor fijará una cuerda en el barboque­jo del bridón; el jinete montado coloca sus manos en las caderas y afirma su asiento; el Instructor le prescribe pone1· en movimien­to su caballo, conforme á lo indicado en la instrucción con bridón, y acercándose al obstáculo, asegura su asiento, cierra las rodillas y abraza el caballo con las piernas, que se doblan un poco atrás. Llegado al obstáculo, hace obrar las piernas é inclina un poco ade­lante la parte alta del cuerpo, al mismo tiempo que el caballo se levanta sobre los corvejones; lanzado el caballo al aire, endere­zar rápidamente el cuerpo, manteniendo la posición de los muslos y piernas; cuando el caballo va á caer, operar una rápida mclina­ción del cuerpo hacia atrás; cuando el caballo afirma sus cuatro miembros en el suelo, enderezar el cuerpo y disminuír la presión de las piernas. Cuando el Instructor vea que los jinetes han adquirido un a siento bastante sólido para no descomponer:,e en el salto, les en­t rega las riendas, pero mantiene siempre la cuerda en su mano; a ntes de saltar, les explica que deben dar libertad en el momento en que el cauallo se lanza, porque necesita estirar su cabeza y su c uello para ver el obstáculo, y qu~;; una vez en el aire, hay que ajustar suavemente las rienda , para impedir que despué dd sal­to se escape. E cosa de la mayor importancia impedir que los jinetes se afirmen en las riendas al caer al otro lado del obstáculo; cuando el Instructor vea este gm vísimo defecto n un jmete, le quitará nueYamente las riendas, pues quiere decir que su asiento no es bastante sólido para no necesitar un apoyo en las riendas. Después de ejercitar los jinete en el salto con cuerda, se qui­ta é ta y se hace que cada jinete salte poniendo su caballo al ga­lope y dirigiéndolo recta y resueltament~..: al medio del obstáculo; un cut.:l·po de caballo antes de llegar, cerrar las piernas y afirmar e l asiento, dar libertad y obrar como en el salto con cuerda. Si el caballo es flojo, ayudarlo con las piernas y aun con las espuelas; si e muy vivo, llevarlo más pausadamente, pero sin dejar de darle libertad en el momento de lanzarse . Después del salto, poner e l ca ballo al trote y en segu id a al paso. Si el Instructor nota e l defecto de tirar las riendas, ordenará soltarlas un cuer po d e caball o antes d e l o bstác ulo, pa ra volverlas á tomar después de t e rminado e l sal t o. 149 . El salto con estri bos s e e j ecuta en la m isma forma. que sin ellos, p ero in troduc ie ndo el p ie hasta el taco; al cae r al ot ro lado d e l obst áculo, es tolerable estirar las pie rnas para apoyarse un poco e n los estribos. Cuidará el Instructor de pre venir á los ji­netes que no tom e n los estribos como único punto de apoyo, pues en el caso de perder uno 6 los dos, perderían también el equilibrio. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín 11:ilitar de Colombia '- 183 -' El salto con brida sólo se ejecuta con estribos, haciendo obrar e l fi lete con preferencia a l bocado; al princ ipio se sal varán los obstáculos con las riendas separadas ; despu~s con las ri e n d as en la m ano izquierda. I 50. Los obstáculos en altura se salvan á un galope mo d e ra­do, y lo en anchUl-a á un galope alargado. El pasaje de la due la se efectúa solame nte al paso, guiándose por las reglas prescritas para bajar y subir pendientes (núm. 145, párrafo 5. 0 ) . La mura­lla irlande a se franquea al p aso y después al trote. En el pasaje y salto dt.! los obstáculos, el Instructor hará com­prende r á su jinetes que la posición ideal del cuerpo es la verti­cal; lo · muslo y piernas adhe ridos al cuerpo del caballo. 151. OrJin-triarne n e se e ncuentran caballos difíciles que re­husan h>s obstác ulo ó los salran incorrectamente; el Instructor enseñan\ á lo e; jine t e s los m edios de vencer estas resistencias, en conformidad á las presc ripc iones siguientes: r .0 Si el caballo in te nta detenerse al llegar á la proximidad del obstáculo, es necesario estimularlo en.érgicamente con las pier­nas y aun con las espuelas. 2. 0 Si el caballo r e husa oblicuamente, se tomad, acto conti­nuo, el air de marcha del paso, se le colocará en la dirección con­veniente, dirigiéndolo recto al obstáculo, obrando con preferencia las ayudas del lado opuesto al cual se escapó antes, y haciéndolo partir al galope sübrc el pie contrario, atraYesándolo también á ese lado. 3. 0 Si el calmllo e escapa hacia la derecha, colocarlo enton­ces en la antigua dirección por un doble giro á la izquierda, y lle­varlo de nuevo hacia e l obstáculo; por lo demás, se procede como en el párrafo anteri o r. i se escapa á la izquierda, proceder de un modo inver::>o. 4. 0 i el caball o se d tiene instantáneamente al pie d el ob tá­culo, hacerlo retroced r á fin de no ren.:larle un medio de escapar­se; tomar una distancia conveniente y conducirlo despué . En este caso es cuando el que instruye debe usar enérgicamente su huas­ca; en los demás, tendrá prc ente que siempre la. paciencia y la constancia pued e n má que el castigo y el rigor. Como el caballo necesita hacer un esfuerzo violento para sal­tar, los jinetes economizarán los saltos siempre que sea posible."; a s imismo, el Instructor no abusará de los caballos ni de la intr e pi­d ez de los ji netes. Conlz"nú" Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '- 184 --' -Historia- · DE LA LITERATURA DE LA NUEVA GRANADA POR ISIDORO LA VERDE AMA Y A (Estudio preliminar) Cuando se escribe la historia literaria de un país pobre en inteligencias y que carece de vida fecunda y brillante, cierto que uno teme presentar al público una obra sin interés, que muchos han de mirar con desdén, cuando no con enojo, porque no nos atrae ni gloria ni renombre. Si juicio análogo hubiera formulado el escritor bogotano José María Vergara, quizá su pluma no se habría atrevido á trazar el cuadro de nuestro movimiento intelectual desde la Conquista hasta 1821. Vergara era un temperamento literario pronunciadísimo. Todo en él era espíritu. Amaba su tierra con pasión. La bue na fe de sus sentimientos le llevaba naturalmente á ser crédulo, á pagar­se muchísimo de todo lo que consideraba nuestro adelanto, y él, como aquel apacible Mesonero Romanos nu éstro, que vivió de des­engaños y murió de tristeza : el an~r;locr dt ú:o Caicedo Rojas, no desmayaba cuando se trataba de ensalzar nuestras glonas, cuando se proclamaban á la faz del mundo nu e stros títulos de nación inte­ligente, culta y cristiana 1 Por otra parte, á Vergara no le fue dado disfrutar en su tiem­po de la empeñosa contienda periodística en que se debatían las grandes cuestiones políticas y filosófica , y pudo él imaginar que esos horizontes de lucha intelectual firme y sincera, habían de existir siempre en el horizonte de la República *. Creyendo, pues, que cuanto contribuyera á estimular el pre­dominio intelectual era labor recomendable, acometió su tarea,. • La prensa periódica es el campo en que se debaten hoy todas las opi· niones, en que se discuten todos los intereses, en que se depuran todas las doc­trinas ; el periodísmo es la predicación más activa y más eficaz en la época actual. El que está satisfecho de la justicia de su causa, el que tiene fe en sus ~,cetrinas, debe buscar esta gran liza, provocar en ella á sus contrarios, y empe­nar con re.olución y denuedo un combate á todo trance. Nada hay más digno del hombre inteligente y próvido, á quien desvelan el amor de la \erdad y el anhelo por la dicha del género humano, que esta lucha del mtendimiento, en que el campeón no trae más armas que la razón, ni más escudo que la fuerza de sus convicciones; lucha que tiene por jueces del campo á todos los hombres civili­zados, y por espectadores á todos los pueblos. J. E. CARO (El Catolicismo, artículo de La üvilitació11 número 15, del 15 de Noviem. bre de 1849). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia \._ 185 ...) que fue difícil y lenta, porque se empeñó en descorrer los tupidos velos que cubrían horizontes retrospectivos. Interrogó á los con­temporáneos suyos amigos del pasado, trasegó archivos y preten­dió encontrar en España misma las fuentes de nuestra cultura. Difícil se le hacía creer que por más de dos siglos la literatu­ra hubiera estado literalmente estancada. Vergara amaba á España, y ese afecto incondicional después de los horrores de la Conquista, de la cruenta tiranía de la colonia y de la titánica lucha por la Independencia, demostraba que era el apego por la tradición literaria lo que le llevaba á buscar en la Península Ibera el calor de recuerdos ó la grandeza de un pasado que su propia tierra no podían darle. Vergara quiso revivir entre nosotros los recuerdos literarios, para darnos fe, para identificarnos á España y hacernos partícipes de su civilización, para rendir homenaje á los varones insignes en letras. Cumplió su tarea con rectitud, en cuanto era ensalzar el mé­rito de nuestros escritores, sin acudir á crítica severa, como que estimaba ese período de nuestra historia preparatorio de una épo­ca de mayor vuelo y prestigio, y se engolfó bastante en el género místico y de oratoria sagrad:1, 4specto señalado, casi único, de la literatura neogranadina hasta 1 790. Vergara era escritor esencialmente espiritualista, para quien la tarea primordial de la literatura con iste en educar las afeccio­nes íntimas del ánima, más que en dar vuelo á la imaginación ó en habituar á la mente á concebir ideas propias y verdadera·. Los escritores del día tienen que librarse á una labor incesante de ideas, tarea fatigo~a, que enerva muchas veces antes de conceder un poco de originalidad, pero que es la única vía segura para avanzar por el arduo camino de las letras. Los esfuerzos de algunos hom­bres de inteligencia privilegiada han sido tan sorprendentes, que su pasmosa iniciativa en los secretos del corazón humano, su visión clara y penetrante de las cosas, y el solícito afán con que han apri­sionado su cerebro por tratar de ilustrar al pueblo, les ha conver­tido en dominadores del pensamiento humano. Así, vemos casi sin que nos cause asombro, que los títulos ó la fama de un hombre de letras, igualan muchas veces á la ostentosa notoriedad de un mo­narca ó á la de un afortunado general vencedor en sangrientas lides. Esta es, indudablemente, una de las conquistas más gloriosas de la civilización. Ese poder avasallador del talento, que subyuga como de se­creta manera á la juventud estudiosa, impulsándola hacia los do­minios de la inteligencia, ha venido á rebajar el nivel en que las gentes de su época debieron colocar la obra lfz'slorz'a de la lzJeralttra dt la Nueva Granada, por Jo~é María Vergara y Vergara. El fenómeno es perfectamente explicable. Roto el molde místico por la manera positiva, práctica, egoísta, si se quiere, y de apego al placer en que se desarrolla nuestra sociedad, * la tenden- • Epoca actual, que un escritor moderno califica de "brutalmente po sitiva.0 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '-- 186 -' cia moral del libro de Vergara casi no la descubre sino un anti­cuario, muy pagado de los esfuerzos de la inteligencia, aun cuando esos esfuerzos sean humildes. Vergara imaginó que la época colonial había de guardar al­gunos tesoros importantes para el conocimiento de nuestras letras; y así, después de enumerar á los cronistas antiguos, su pluma seña­la con complacencia muchos varones doctos en ciencia ecle iástica, únicos que entonces cultivaban las letras. En este camino no temió pecar de prolijo, porque antes bien le mortificaba el dejar en la penumbra nombres que podían ser apreciables por algún lado. De ahí que en la composición de su 11/ston'a aparezcan no pocas pági­nas que son pura bibliografía, porque sólo contienen nombres de autores y títulos de obras, unos y otras c..le muy escasa importancia en el comercio intelectual moderno. La verdad es que el público de hoy se :nuestra rehacio i fijar su atención sobre aquellos escritores, y no poca parte del público ha extendido ya su negligencia á toda la obra laboriosa y bien es­crita de Vergara y Vergara. La literatura de la colonia era la expresión vaga y en tono imprecativo (místico) de los afectos humanos. Modelo invariable de esa literatura, la oratoria sagrada, impulsiva, más que reflexi­va, de abundosas y desordenadas galas, propias para seducir con los oropeles de una falsa elocuencia. Las letras obedecían á una fórmula fija de amaneramiento: ó se trataba simplemente de en­salzar el mérito de Jos magnates, ó de un canto elegíaco á las dignidades que pasaban á mejor vida, ó eran clamare del ánima conturbada con las pesadumbres de la vida. A la prosa solía dár­sele el valor músico de la poesía, por lo que aquélla se mo traba de ordinario incolora y sin sentido. El Papel Penódt'co de Sanla(é, del cubano I\1anuel dd Socorro Rodríguez, alcanzó á reflejar el aspecto literario de antaño: largos párrafos de prosa desabrida, con tendencia docente, y espíritu filosófico-mora lista, nos descu­bren una pluma amante del saber, pero que no se movía con li­bertad por temor á la cen ura, por no incurrir en de gracia con el Clero, según los mandatarios, director absoluto de la sociedad, y cuyos fallos, no sólo de conciencia, sino de moral social, de política y aun de costumbres públicas, eran inapelables. Algunas largas sátiras le endilgaron al cubano Socorro Rodríguez, por la defi­ciencia que unos espíritus osados ó de mejor fantasía que el Re­dactor •, notaban en su periódico, increpándole la flojedad de su estilo, y el que no entrase á censurar de firme ciertos vicios socia­les. Pero era pretender mucho de un hombre que vivía del favor oficial del Virrey Ezpeleta, y que tenía que conformarse por esto con ser un expositor muy mediano y circunspecto de sus opiniones. Es de aplaudírsele, sin embargo, el celo y el afecto que le inspira­ban las letras, hasta el punto de que, morosos los pocos suscritores de su semanario, costeó de su propio peculio muchos de los núme­ros que se publicaron. • Sin duda éstos eran ya los precursores de la Independencia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Milita r d e Colombia \.._ 187 J Manuel del Socor ro R odríguez y José María Vergara apare­cen en nuestro escenario intelectual como varones doctos, enamo­rados del saber, impulsadores del periodismo, hijos cariñosos de las musas. La pintura de la época colonial que hoy hagamos, no puede resultar perfecta, ni siquiera mediana, porque carecemos del prin­cipal elemento para formarla : las novelas. Ese lado colonial es, sin embargo, de un valor inapreciable, y para un observador la veta más segura para descubrir el pasado. ·En el libro de Vergara apenas hay líneas que lo señalan, por lo que carece del principal aliciente y del mayor mérito de toda histo­ria literaria : la de reflejar las costumbres de su época. Por las crónicas como El Camero, y por algunos pasajes ais­lados de los cronistas, se viene en conocimiento de que los nobles que constituían las clases privilegiadas, porque aristocracia sí hubo, bien cimentada, durante la época colonial, gozaban de gran liber­tad en sus costumbres, y eludían con oro y dominio la sanción pú­blica ó la acción de la justicia. Seguramente el clero, entonces en perfecta liga de intereses con la nobleza, no se inmiscuía en lo que no llegara al tribunal severo de la penitencia. Después de I 810, la libertad de la prensa, quebranta'ndo há­bitos inveterados, redujo la acción invasora de la riqueza, enfren­tándole la igualdad de derechos de todo individuo. Con la Repúbli­ca surgió la democracia altiva, avasalladora y propagandista, y las gentes acaudalada , una gran parte á Jo meno , huyeron teme­rosas del escenario público. En la historia literaria es en donde aparecen más de relieve 1 genio y las costumbres de una nación; ella sirve como de guía para descubrir los males que han afligido á toda una sociedad, y nos suele revelar, indiscretamente, ocultos móviles políticos de personajes célebre . Encierra también lo más precioso para el progre o: el vuelo incesante del espíritu, su agitaciones, sus glo­rias, us desconciertos y desengaños súbitos, en lucha con las pa­siones humanas. La literatura explora siempre vastos y nuevo horizontes; ella enseña, corrige, ilustra. Para probar su excelencia entre nosotros bastará citar e l hecho tangible de que ella abrió las puertas á la gloriosa guerra de Independencia. Sin su benéfico influjo, aún se ­ríamos colonia de España. Con efecto, fue un grupo notable de letrados el que preparó el campo, e l que div ulgó con car iño y co n­vicción sincera la primera sem illa de la libertad. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '- 188 -J AUTOBIOGRAFIA DE HIPÓLITO MORA CORONEL DE COLOMBIA {Continúa) REVOLUCI6N DE 1868 En 1868 hubo un movimiento político promovido por el Gene­ral Santos Gutiérrez, Presidente de la Nación. En esos días se había encargado de la Gobernación de Cundinamarca el Dr .Ignacio Gu­tiérrez Vergara, quien para organizar su Gobierno había mandado formar unas fuerzas en los pueblos del Estado. El General Cuervo fue destinado para Chocontá, y como e~te Gobierno era totalmen­te conservador, no tuve inconveniente en partir con otros compa­ñeros para el punto en que se encontraba el mencionado GeneraL Entre los compañeros con quienes salí, recuerdo á Luis María Cuer­vo 11árquez y Antonio María Silvestre. Como esta revolución no. fue larga, sólo haré un relato somero de lo que pasó. Llegados á Chocontá, nos pusimos en el acto á órdenes del General Cuervo. Después se tuvo noticia de que se nos iba á ata­car; con tal motivo, este General dispuso que una parte de la fuerza marchara para Ubaté, y la otra, con él, tomara vía de Guachetá. Antes de llegar á esta última población, en el alto del punto llamado El Neme, fuimos atacados por una fuerza de 1,000 hombres ; la nuéstra, que sólo constaba de 400 mal armados, no pudo hacer frente. El General dispuso tomáramos el alto; como éste es muy montuoso, aprovechámos esta ventaja, y para que no nos cogieran, los tiroteábamos. A pocos momentos nos anocheció~ y hallándonos dispersos por lo difícil del punto, cada uno durmió donde pudo. Al siguiente día nos reunimos varios. De allí se fue para el pueblo el General Antonio B. Cuervo, con el fin de sacar salvoconducto para todos. Del dicho pueblo me mandó un papeli­to el General, en que me decía: "Mora: véngase, que todo está arreglado." Algunos compañeros se fueron ; otros, entre ellos yor no quisimos aceptar estos tratados. Como entre los que allí quedámos había conocedores de una trocha para salir al páramo, inmediatamente nos pusimos en marcha por ella; lográmos salir del monte á la Sabana, y una vez en ésta, no pudiendo permanecer reunidos, y siendo la mayor parte habitadores de esos lados, cada uno desfiló para su casa. En cuanto á mí, como estaba muy distante de la mía, tuve que atravesar por la orilla de la cordillera todo el llano, y ha bien. do alcanzado á divisar las casas de Tilatá, posesión del Sr. D. Pe­dro Dá.vila, me dirigí á aquel punto. Sabiendo yo que este señor profesaba ideas políticas iguales á las mías, le conté en pocas pa­labras lo que nos había pasado. Inmediatamente llamó á un sir­viente y le dijo: "Vaya diga que le sirvan comida á D. Polo.',. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia '- 189 -' En seguida me dijo : " No es posible que usted permanezca en esta casa, porque si lo saben me pueden perjudicar; voy á man­darlo á la casa de mi mayordomo, que habita en el centro del páramo." Yo le contesté:" Sí, señor, tiene razón; puede usted dis­poner lo que á bien tenga acerca de mí." Y en el acto nos fuimos con un muchacho que él me señaló por compañero. Allí permanecí hasta que llegó un peón con orden para el mayordomo de que ensillara dos caballos, uno para el muchacho y otro para mí, para que me condujera á Guasca. Como no podíamos pasar de día por Guatavita, tuvimos que caminar de noche por camino bastante malo, lo cual no me dio cuidado, acostumbrado como estaba á esa clase de operaciones. Llegué á Guasca, y allí encontré á varios compañeros. Permanecimos en este pueblo unos días, mientras calmaba un poco la persecución, que se nos hacía á todos los que habíamos to­mado armas en favor del Sr. Ignacio Gutiérrez. Resolvimos partir para Bogotá, atravesando todo el páramo, hasta salir á Guadal u­pe, para de este punto, de noche, poder dirigirnos á nuestras ca­sas. A pocos días de estar oculto en Bogotá tuve que salir á pre­sentarme ante el nuevo Gobernador, General Rudesindo López, y éste inmediatamente me exigió fiador de cárcel, á condición de no volver á tomar armas durante un año. Fue aceptado como tal el Sr. Enrique U maña, quien prestó fianza por valor de$ 4,000. Terminado el plazo, me presenté y exigí se cancelara el do­cumento, lo que coru;cguí. Fui en s · guida á casa del Sr. U maña, se lo entregué, y de pués de darle gracias por el servicio que me había prestado, le dije: "Aquí está: su firma ya queda libre; yo estoy en libertad de hacer de mis derechos lo que quiera." . Debo advertir que los movimientos que hizo el Gobierno con sus fuerzas para atacarnos, tuvieron por objeto amarrar á D. Ig­nacio Gutiérrez, lo que así sucedió, pues el 10 de Octubre, por la noche, fue circunvalado el edificio de San Francisco, en donde se hallaba D. Ignacio, y en la mañana del 1 1 entraron las fuerzas na­cionales y lo condujeron á la cárcel. REVOLUCION DE 18 76 La revolución del 76 tuvo mejor éxito que la anterior. Esta fue organizada en Guasca, y encabezada por los Sres. Ale­jandro Posada, Manuel Briceño, Rafael Ortiz, Carlos Martínez Silva, Domingo Ospina Camacho, Lázaro María Pérez, Heliodoro Ruiz, todos los Tobares de La Calera y otros varios caballeros: Dirigiéronse los organizadores á Guasca, abandonando esposas, hijos é intereses, sólo por conseguir el triunfo de sus principios, basados en la legalidad y la justicia. Yo tuve conocimiento de que estos señores habían partido para esos lados, é hice lo propio, sin que me acobardara el dejar á mi esposa abandonada y sin recursos para atender al sosteni­miento de diez hijos, que en esa fecha teníamos. Tan pronto como Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. • Boletín Jvfilitar de Colombi;l llegué á Guasca, me puse á órdenes de los señores ya dichos, quie­nes juraron vencer ó morir en el campo de batalla. Se organiza­ron las fuerzas con el nombre de gran guerrilla de Guasca, la cual se puso á órdenes de Briceño, Posada, Pérez y Ruiz. En cuanto estuvimos organizados, los valientes jefes dijeron: u Esta guerrilla la compone un puñado considerable de hombres,. todos voluntarios. Unos que vienen de Bogotá, otros de aquel pun­to, otros de éste; en fin, los vecinos de Guasca. Así, todos reuni­dos, es preciso, antes de principiar operaciones, hacer una adver­tencia muy sagrada y que debe ser respetada: vamos á defender una causa cuyos principios están basados en que haya un Gobier­no que dé garantías á todo ciudadano, y sobre todo defienda á la Iglesia, en la cual todos creemos. Al lanzarnos ahora en defensa de tales principios, no debe suponer~e que sea lícito robar! Cuidado cómo algún oficial ó soldado comete en este particular la. más pe­queña falta! " ¡Señores, todos! Séd como el oro en el crisol, aun cuando tengáis que morir de hambre." Todos prometimos cumplir la con­signa con lealtad y honradez. Se ordenó en seguida marcha para Bogotá. Nuestro arma­mento constaba de unas carabinas viejas de piedra, y escopetas; en cuanto á municiones, llevaba cada uno en el bolsillo, porque cartucheras no había, diez cartuchos. Partímos el 6 de Septiembre de 1876, por la vía de Bogotá; y como nos cogiera la noche en el páramo, a ca m pámos en las casas del Sr. Antonio Pulecio. Al día siguiente continuámos la marcha, y llegámos por la noche á Monserrate. En este punto se dividió la gente así: una parte en dirección á Guadalupe, otra para el Boquerón, y el resto permaneció en ~'lonserrate, en donde me tocó á. mí. Los que marcharon para Guadalupe, bajaron hasta las tapias del antiguo templo; los del Boquerón bajaron también hasta llegar tí la Quinta de Bolívar, y nosotros bajámos hasta la segunda ermita. Ocupando estos puestos estábamos, cuando vimos que sobre nosotros venía en són de ataque un ejército, constante de todos los batallones que ocupaban los cuarteles, fuerzas que estaban bien armadas y que fueron repartidas para Egipto y para el Boquerón. Nosotrog, aun cuando no contábamos sino con un reducido número de valientes y con muy pocas armas, les hicimos resistencia hasta donde nos fue posible; y tanto más de notarse era el valor que á todos animaba, cuanto todos querían ir al frente, para llenarse de gloria si se lograba el triunfo. Esta escaramuza duró unas tres horas; al cabo de este tiem­po, viéndonos perdidos y envueltos por los enemigos, nos retirá­mos, lamentando la suerte que tocó á nuestros valientes y arroja­dos compañeros que bajaron hasta la Quinta de Bolívar. Como el río corre entre peñones, esto les sirvió de obstáculo para retirarse y ponerse en salvo. Allí fueron atacados por 40<> hombres, en tanto que aquellos valientes sólo eran 50, y no ha- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar ele Colornbi;.l '- 191 _) hiendo podido defenderse más, fueron víctimas, pues, cual si fuesen sapos, 20 de ellos fueron muertos y 30 heridos; entre estos últi­mos tuve que lamentar, lo mismo que á todos mis compañeros, á. mi sobrino Simón Chacón, quien fue traspasado por un proyectil, del pecho á la espalda. Lo condujeron al Hospital Militar, y allí curó. En el páramo nos reunímos los pocos derrotados que queda­mos, é inmediatamente retrocedimos para Guasca. A pocos días éramos 2,uoo hombres. Perseguíanos el General Camargo, quien para tal fin contaba con 5,000 hombres bien ar­mados, número bien superior al nuéstro en lo material, mas no en 'alor. Dicho General se hallaba acampado en Guatavita. De allí mandó posta con un pliego á nuestros Jefes, en que les decía que se rindiera la guerrilla á discreción, y él inmediatamente daría salvoconducto á todos, principiando por los Jefes. La contestación fue é ta: "Los caballeros que estamos aqu( defendiendo un principio ~a~·rado, no se rinden por medio de tratados que no les inspiran con­fianza. Puede usted atacar á la hora que á bien tenga." Al día sirruiente se presentó el General Camargo á nuestro frente con 5,000 hombres de infantería y 200 de caballería: lo aguardámos para probar, en caso de pérdida, cómo se entregan los caballeros que habían jurado vencer ó morir en defensa de su causa. Camargo desplegó su gente, cubriendo de soldados todo el cerro. Se trabó el combat , que sólo duró una hora, pues por la desigual­dad del número no pudimos resistirlo, y salímos en derrota, dejan­do 12 prisioneros, entre e11os al General Heliodoro Ruiz, y á un valiente joven Tobar, que fue herido en una mano. Aquella noche cada uno de nosotro acampó en donde pudo, en el páramo, donde nos hallábamos dispersos por causa de la derrota. Por añadidura, á eso de las 10 de la noche cayó un gran aguacero, que nos cm­papó totalmente. Al día siguiente nos reunímo con los Generales I3riceño y Posada, en número de 400 hombres. Desde el pu11to de reunión divisámos á Guasca, pero no podíamos dirigirnos allí, porque en aquel pueblo había acampado Camargo con toda su gente. Como á las 12 del día levantó el campo y dejó la población desocupada. Nosotros nos dirigímos hacia ella, y al bajar encontrámos en dife­rentes puntos 30 rifles rémingtons, cuyos dueños no supimos si ha­bían sido muertos ó heridos. Llegámos á la población, y nos causaron alarma Jos atrope- 1los que habían cometido, como allanar casas, solares, &c. Perma­necimos unos pocos días mientras nos organizábamos, y luégo nos diri~ímos hacia Sopó. En este lugar nos organizámos mejor, pues lleg6 la valiente guerrilla del Mochuelo. A este mismo tiempo se presentó el Dr. José María Samper, quien dijo en un discurso: u Juro por esta cruz-é hizo la señal-morir al lado de la guerri. lla, pues yo quiero defender á. los hombres de bien;" y en efecto, tomó destino é ingresó en ella. Súpose en seguida, por la llegada de un posta, que los Generales Cardoso, Canal y el Dr. Valderra- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia ma estaban en armas en el Norte. Nuestros Jefes convinieron en marchar para Santander. Partímos el 18 de Diciembre de 1876, en número de 3,000 hombres de infantería y 200 de caballería. Cuando llegámos á Ventac¡uemada encontrámos al General Cardoso, quien tenía 400 hombres mal armados. Contábamos, pues, con 3,600. Por la vía del páramo nos dirigímos al Oriente de Tunja. Tuvimos que tomar esa vía, porque á esa ciudad no podíamos llegar, pues estaba ocu­pada por fuerzas enemigas. Antes de llegar á Toca salió una par­tida enemiga, la que trabó combate con nuestra descubierta, lo cual dio por resultado que el comandante de la partida fue herido y quedó prisionero con otros tres. Continuámos la marcha, y llegá­mos ·á Onzaga. En este punto se nos unió una banda de música. Seguimos para 11ogotes; allí estaba el Dr. Valderrama con 6oo hombres, tan mal armados corno los nuéstros. Continuámos la marcha, sabedores de que Camargo nos atacaría. Llegámos á La Florida, y en este punto se ordenó despachar sin demora un bata­llón para Bucaramanga, con el fin de custodiar allí los almacenes donde se tuviera noticia que existían elementos de guerra; pero con prevención de que no se penetrara á ellos hasta que llega­ra el Ejército. Habiendo llegado éste, se procedió á sacar todos los elementos de guerra, como escopetas, fulminantes, pólvora, plomo y demás armas. Esta operación se hizo en el curso de dos horas. Ya en nuestro poder dichos elementos, se procedió á ela­borar inmediatamente cartuchos; en esta operación, por ser apre­miantes los mo:nentos, tuvimos que trabajar toda la noche, e.·po­niéndonos á volar, pues teníamos 66 quintales de pólvora. En esta situación, túvose noticia de que Camargo ya estaba en el ube, y muy pronto llegó á Bucaramanga con un ejército de 6,00') hom­bres. Nosotros no lo podíamos aguardar en la población; salfmos al llano, llenos de valor, á esperar el combate, resueltos á morir 6 vencer. E perámos hasta las doce del día, y no se presentó al campo; lo que él quería era que lo atacáramos, pues para este evento había aspillerado todas las casas y solares; empero, por ese lado se quedó burlado. En seguida marchámos para Pamplona. Allí tuvimos noticia de que Solón \Vilches estaba atrincherado con 2,000 hombres en un punto llamado Ventanas, inexpugnable. Además contaba \Vilches con el refuerzo que le llevaba Camargo. Resolvieron nuestros Jefes que tomáramos un atajo, por el páramo, para salir á Cucutilla; era éste tan malo, que en muchas partes no daba paso á las bestias, por lo cual tenían que desmon­tarse los jinetes y descargar las cargas, para que las bestias pasa. ran solas. Conft"núa Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año VI Serie III Tomo II N. 6

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Una idea descabellada: instantáneas del rock en Bogotá (1957 - 1975)

Por: Luis Daniel Vega | Fecha: 2023

Esta edición surge de un libro de Umberto Pérez que la Secretaría de Cultura publicó en 2007 bajo el título Bogotá, epicentro del rock entre 1957 y 1975. La obra original se amplió con artículos de Luis Daniel Vega, un par de textos de Ricardo Durán y Jaime Andrés Monsalve -dos invitados de lujo-, y un nuevo título tan sólido como granizo: Una idea descabellada. Instantáneas del rock en Bogotá (1957-1975). Los investigadores, escritores y sobre todo melómanos que en este compendio no solo interpretan el papel de relatores sino a la vez el de alquimistas y reinventores, cuentan cómo el rock capitalino, más que un género con cuadrículas fijas, es una creación colectiva, dispar y con la mira puesta en muchos lados. Como la ciudad misma. Cuentan de bandas de rock que se desmantelaron y luego dieron paso a otras nuevas con una rapidez extrema. El rock bogotano convirtió el esmog y la polución en una dorada y preciosa serie de obras musicales.
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Lina Marcela Aranzazu Rincón, piano (Colombia)

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