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, Boletfn Militar de Colombia !
; ORG!HO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJÉRGITO 1
O cn~ral de Jn~t-nieroo
Son colaboradores de este periódico los Jefes y Oficiales del Ejército
PtUtÜ "'"" bi~n oue~d~r quut~otr" r~epet" 6 tod4ola• eonllf~CfOileo, w~nga.ll Jfa.rar • la
indifenncia 1f noo d~j• oitl ~norgiat para llejet~.derlo.o nutotrao
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• + + Bogotá, Febrero 21 de 1903 + + + ¡ _,
--~ Oficial === -
DECRETO NUMERO 138 DE 1903
(J'&BUR.O 6)
por el cual se refunden e n un solo empleado ~aria!O funcio nes milit ares y se fija
un suel do
El Viapresidtnlt dt ·la ReptJblt'ca, encarg ado del Poder Ej ecult"v•,
En .. uso de sus facultades constitucionales,
lJltCIUt T .A
_. Art. 1.0 R efúndense transitoriamente e n un solo empleado las
funciones de Comandante en Jefe de los Cuerpos de Ejército de
los Departamentos de Bolívar y Panamá. y Comandantes de la
Marina del Gobierno de los litoral es del Atlántico y de l Pacífico.
Art. 2. 0 El empleado que ejerza dichas funciones devengará
un sueldo mensual de ochoci e ntos pesos en plata, pagaderos por
la .. Administración principal de Hacienda Nacional de Panamá.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 6 de Febrero de 1903 .
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Gobierno, encargado del Despacho de Hacienda,
ARISTIDES FERNÁNnEz-El Ministro de Instrucción Pública,
encargado del Despacho de Guerra, JosÉ jo.AQUÍM CAsAs-El Ministro
del Tesoro, encargado del Despacho de Relaciones Exteriores,
FRANCisco MxNnozA P.
SU.Ilt lV-TOXO 1'--1 3
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'- 194 __¡
DECRETO NUMERO 1 ~9 DE 1903
(FEBRERO 6)
por el cual se hacen Tarios nombramientos-
El Vicepresidente de la República, mcargado del Podtr Ejecult'll,.
DECRETA
Art. 1.0 N6mbrase Comandante en Jefe de los Cuerpos de
Ejército de los Departamentos de Bolívar y Panamá y Comandan-te
de la Marina del Gobierno en los litorales del Atlántico y del
Pacífico, al Sr. General Pedro Sicard Briceño.
Art 2.0 Destínase á prestar sus servicios en la Comandancia
en Jefe de dichos Ejércitos, á los Sres. Generales Pedro Antonio
Cuadros, Benjamín Silva, Aristides Garda Herreros y Aparicio.
Lozano, en el puesto que les deSigne el Comandante en Jefe.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 6 de Febrero de 1903.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho
de Guerra, Josi. JoAQUÍN CAsAs
DECRETO NUMERo" 1.40 DE 1903
{FEBR.!RO 6)
por el cual se hace un nombramiento
.El Vitep1 ·uidml1 de la Repúbbi:a, encarcado del Pode,· Ejecttlt'v•,
DECRETA
Artículo único. N6mbrase al Dr. Pedro Lamus segundo Médi
eo del Hospital de !bagué, asimilado á primer jefe de Cuerpo, para
los efectos fiscales.
Comuníquese y puhlíquese.
Dado en Bogotá, á? de Febrero de I9(>J.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho
4le Guerra, Joi:Í JoAQuÍN CA~A~
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,_ 195 -'
DECRETO NUMERO 141 DE 1903
(FEBRERO 6)
por el cual se reconoce un grado
El Vietprwdmtt de la República, mcargado dd Poder EjecultfJ#;
DECRETA
Artículo único. Reconócese al Coronel Simeón Gómez el grado
de Genera] graduado á que fue ascendido con fecha 6 de Diciembre
del año último por el General Lucio Velasco, en su caráCter
de Comandante en Jefe del Ejército expédicionario del Cauca
sobre Panamá.
§. Dé.; e cuenta de este ascenso al Honorable Senado en sus
próximas sesiones, para los efectos constitucionales.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 6 de Febrero de 1903·
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despache
de Guerra, JosÉ joAQulN CAsAs
DECRETO NUMERO 142 DE l993
(FEBRERO 6)
por el cual se deroga un Decreto
.11 Vicepresidente de la República, mcargado dd Poder Ejeculi'oo,
DECRJ:T.A
Artículo único. Der6gase el Decreto número 49, de 19 de
Enero del año en curso.
Comuníquese y publfquese.
Dado en Bogotá, á 6 de Febrero de 1903.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho
· de Guerra, JosÉ joAQu{N CASAS
DECRETO NUMERO 143 DE rgo3
(FEBRERO 6)
por el cual se hace un no mbrami ento en interinidad
El Vicepresidente de la República, mcargado del Poder FjeculirHI,
DECRETA
Artículo único. Durante la enfermedad del Sr. General R.._
món Pereira Ch., nómbrase interinamente Inspector general de
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L rg6 -.J
Brigadas al Sr. General Juan N. Silva, con las mismas atribuciol'les
que el titular.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 6 de Febrero de 1903·
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho
de Guerra, JosÉ JoAQUÍN CAsAs
DECRETO NUMERO 144 DE 1903
(FEBRERO 6)
que confiere un ascenso
El Vzcepresidenle de la Repríblt'ca, encar~ado dtl Podtr Ejecutivo,
DJtCRETA
Artículo único. Asciéndese á General de División al de Bricada
Sr. General Francisco Vaneg-as A.
§. Dése cuenta al honorable Senado en sus próximas sesioaes,
para los efectos constitucionales.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 6 de Febrero de rgo3.
JOSE MANUEL MARROQUIM
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho
eSe Guerra, JosÉ JoAQUÍN CASAS
DECRETO NUMERO 145 DE 1901
(Fi:BRltlW 6)
por el cual se aumenta el valor de una hospitalidad
Zl Vzcepresidenlt de la República, encargad~ del Poder Ejecull"v#1
DECi.ETA
Artículo único. Auméntase la hospitalidad que causan los enfermos
militares en el Hospital de virolentos de San Juan de Dios,
á diez pesos ($ 10) diarios cada uno, á contar del I.0 de Enero del
año en curso.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 6 de Febrero de 1g03.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho
de Guerra, JosÉ JoAQUiN CAsAs
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'- 197 _J
DECRETO NUMERO 146 DE 1901
(FEBRXRO 6)
por el cual se hace un nombramiento
» Vieepresidenle dt la República, mcargad" dd Poder EjeculiV#,
DECRETA
Artículo único. Nómbrase Institutor de la Dti,isión A1lzoáteglli
al Teniente Coronel Antonio Vega, con anterioridad de 1.0 de
Ene~o. del año en curso, fecha desde la cual viene prestando sus
serVICIOS.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bo~otá, á 6 de Febrero de 1903.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encar~ado del Despache
de Guerra, JosÉ JoAQUÍN CASAS
DECRETO NUMERO 15<4 DE 1903
(FEBRERO 7)
que d" tina dos Jefe y hace una promoción
El Yiuprtst'timle de la Reptíblú:a, mcargado del Poder .Ejecull'v#,
DECRETA
Art. 1.0 Llámase al servicio activo al Coronel Lucio Jiménez,
y destínasele á. prestar sus servicio'i en el puesto que le designe el
Comandante en Jefe de los Ejércitos de Bolívar y Panamá.
Art. 2.0 Promuévese al General graduado José María Restrepo
Briceño del puesto de primer } ~ fe del Balal!Jn 2.0 de Líma de la
Dlvisión Co/ombz'a, al de primer Ayudante general de la Comandancia
en Jefe del Ejército de Panamá.
Art. 3. 0 Destínase al Coronel Lucio Angulo á prestar sus ser ...
vicios en el puesto que le designe el Sr. General Comandante eft
Jefe del Ejército de Panamá.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 7 de Febrero de IgüJ.
}OSE MANUEL ldARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despache u Guerra, JosÉ JoAQUÍN CAsAs
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'- 198 _J
DECRETO NUMERO 155 DE 1903
(FEBRERO 7)
por el cual se hace un nombramiento
El Vicepresidente de la República, mcargad~ dtl Poder E:itcuJi'O,,
DECRETA
Artículo único. N6mbrase Pagador general del Ejército de
llolfvar al Sr. Coronel Alberto Ayala, asimilado á General de Ditisi6n.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 7 de Febrero de I903·
JOSE MANUEL MARROQUIM
El Ministro de Instrucción Pública, encar¡:-ado del Despacho
4e Guerra, jos:Í JoAQUÍN CAsAs
DECRETO NUMERO 156 DE 1903
(FXBR.ERO 7)
por el cual se admite una renuncia y se hace un nombramiento
Kl Vicepresidente de la República, encargado del Poder Ejeculi._,,
DECRETA
Artículo único. Por renuncia aceptada al Sr. Silvestre Páez,
aómbrase Director del Taller de Mecánica al Sr. Albino Duarte.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 7 de Febrero de 1903.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho e Guerra, JosÉ JoAQUÍN CASAS.
DECRETO NUMERO 157 DE 1903
(FEBRERO 7)
que confiere una aut lrización
D Vicepresz"denft de la Rep!'tblt'ca, encargado del Poder EjteuiÍTJfJ,
DF.CRETA
Artículo dnico. Autorízase al Sr. General Luis R. Moreno,
Comandante gen~ral del Ejército del Tolima, para nombrar los
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'- 199 _;
Comandantes Generales Divisionarios del expresado Ejército, sometiendo
tales nombramientos á la aprobación del Ministerio de
Guerra, y dando asimismo cuenta de ellos á la Comandancia en
Jefe del Ejército.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 7 de Febrero de 1903·
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despache
-de Guerra, Josi joAQu{N CASAS
DECRETO NUMERO 159 DE 1903
(FEBRERO 7)
por el cual se hace un nombramiento
El Vzi:epresidenle de la Repúblzi:a, encargado del Poder Efeculivl,
DECRETA
Artículo único. Nómbrase Comandante general de la Di'vin'!lfl
Carlos Albátz, del Cuerpo de Ejército de Panamá, acantonada en
.aquella ciudad, al Sr. General Pedro Antonio Cuadros G.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 7 de Febrero de 1903.
JOSE ~IANUEL MARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho
de Guerra, Josi JoAQUÍN CASAS
DECRETO NUMERO i6o DE 1903
(FEBRERO 7)
por el cuill se hace un nombramiento
El Vicepresidmlt de la Repzíblü:a, encargado del Poder Efeculivo,
DECRETA
Artículo único. Nómbrase al Dr. Fausto Domínguez MédlCO
del Hospital Militar de Villeta, asimilado á General de División
para los efectos fiscales.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 7 de Febrero de 1g03.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho
.de Guerra, Josi JoAQUÍN CAsAs
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Boletín ~filitar de Colombia
'- 200-'
DECRETO NlJMERO 161 DE 1903
{i'EBRERO 7)
por el cual se concede una licencia y se hacen varias destinacion~
El Jlz'cepresidenle de la República, encargado del P•der E:;'eculiv~,
DECRETA
Art. 1.° Concédese licencia por noventa días renunciables al
Teniente Coronel Roberto O!)pina Pradilla, Edecán riel Vicepresidente
de la República, para separarse de dicho puesto.
Art. 2.0 Nómbrase IJrimer Ayudante general de la División
Carlos Albán, acantonada en Panamá, al Coronel Enrique Hernández
S.
Art. 3.0 Destínase transitoriamente al Teniente Coronel Roberto
Ospina Pradilla al puesto de segundo Ayudante General de
la Comandancia en Jefe del Ejército ae Panamá. Igual destinación
se hace al Sargento Mayor Carlos Gómez Barberi.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 7 de Febrero de Igc>J.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho
de Guerra, Josi JoAQUÍN CAsAs
HONORES MILITARES
Rtjníólt'ca de Colombia-Ejército de Panamá-Dzvisi!m Manuel Casabz'anca-
Balallún Marroquín nzímero I.0
Artículo de la Orden del Cuerpo, dictada en el expresado
Batallón el día 4 de Febrero de 1903, en Facatativá, que á la letra
dice:
lt Art. 314. Anoche, á las 1 1 y 35 minutos, la parca cortó el
hilo de la vida al Sr. Coronel D. Rafael Angel Osario, digno y
muy sentido primer Jefe de este Cuerpo, quien agobiado por traidora
enfermedad, sucumbió al fin en medio de su señora madre y
señoritas hermanas, mitigándole esto en algo su agonía.
Infatigable luchador de nuestra Causa, por la cual luchó con
tenacidad y valor, dándole así gloria al Ejército y honor á nuestro
Batallón.
El suscrito, haciéndose fiel intérprete de Jos sentimientos de
duelo que tal desgracia ha producido en los miembros de este Batallón,
lamenta la desaparición del Coronel Rafae1 .h.ngel Osoriot
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'- :.101 -'
y se asocia al luto de su estimable familia ; y para hacer los honores
de su grado que se tributen á la memoria del valeroso Co-ronel,
.
DISPONE
El Batallón llevará luto por nueve días; el pabellón 5erá izado
á media asta en el edificio del Cuartel; la banda de cornetas, debidamente
escoltada, ejecutará fres retretas fúnebres, y la memoria
del Coronel Osorio será venerada profundamente por el Batallón.
Copia de esta Orden se enviará, con nota de estilo, á los deudos
del extinto.
El 2.0 Jefe,
Luis Gux.RRJ:RO . .,
Bogotá, 7 de Febrero áe I90J
Elévese á la Comandancia en Jefe para su conocimiento y re~
olución.
El General Jefe encargado,
M. D. MoNTÚFAit
Publíquese.
Febrero 8 de If)OJ·
El Comandante en Jefe,
CASTRO u.
Repúblz'ca de Colombza-Ejérci'lo de Panamá-3: Dz'vúión Casabz'anca.
EJtado };'fayor-Ntímero .. . -Facalalz'vá, Febrero 4 de r903
Orden general de la División, para hoy miércoles 4 de Febrero
de 1903, en Facatativá.
Artículo. Este Estado Mayor deja constancia en esta Orden
de la profunda pena que ha sufrido por la prematura muerte del
valeroso Coronel Rafael Angel Osorio, acaecida en la madrugada
del día de hoy.
Las fatigas sufridas durante toda la campaña con desinteréi
y abnegación, y especialmente los campos inmortales de Girardot,.
Alto de la Cruz, &c. &c., testifican su acendrado amor por la Causa
conservadora, donde dejó t ien sentado su nombre de patriota.
Se recomienda su ejemplo á la Divi5ión, como digno de ser
imitado.
Artículo. La División llevará luto por tres días, y el Batallón
Marroquín por nueve.
Artículo. Durante este tiempo las bandas de la Divisi6n tocarán
retretas fúnebres en la Comandancia de la División, las cualeiterminarán
en el Batallón Marroquín.
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'- 202 _.1
Artículo. Un Ayudante de este Estado Mayor presentará copia
de esta orden á la señora madre de 1 finado Coronel, con nota
de estilo.
Por el General Jefe, el Coronel primer Ayudante general,
MARCO A. GÓMEZ D.
Bogotá, 7 de Febrero de I90J
A la Comandancia en Jefe para su conocimiento y resolución.
El General Jefe encargado,
M. D. MoNTDFAJt
B de Febrero
Publíquese.
El Comandante en Jefe,
CAstRo U.
-~-
· ==== Do e trinal ==--=
EL FERROCARRIL INTERCONTINENTAL
EN COLOMBIA
(L~nlimla)
Cerca de Remedios encontrámos una partida de indios salvajes
del interior, fornidos de cuerpo y de piernas fuertes. Se pintaban
las caras, como con pincel de camello, en líneas negras delgadas,
con una figura de diamante en torno de la boca, y tres 6 cuatro
listas horizontales al través de la nariz. En la frente y los carrillos
ostentaban dibujos de los que no había dos iguales, y se envanecían
de ellos como de un traj€ de fiesta. Contestaron nuestro saludo con
gesticulaciones de agrado.
Indios agricultores, que hablan español, son los que se hallan
establecidos en toda la línea de nuestros estudios de Chiriquí á
Veraguas. En las capitales de Provincia, David y Santiago, puede
suceder que haya más blancos. La poblaci6n de los campos
está casi exclusivamente compuesta de indios. Viven felices. Hay
numerosas aldeas, unas tras otras, á lo largo del camino, ya
compuestas de casas aisladas, ya de agrupaciones de varias viviendas
en el mismo paraje. Traen á la memoria de los viajeros
del Pacífico, los archipiélagos de coral del grande Océano: la aldea
sería el islote circular con la pradera por laguna al rededor; un
arrecife ceñido de cabañas, con el extenso mar de árboles en con-
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Bo!etfn Militar de Colombia
- 203 _)
torno. Como sus cofrades de las islas, antes de corromperles los
blancos, en su mayor parte vivían en la infancia, por así decir,
hijos de la naturaleza . que aquí les ofrece pecho más abundante
que á los esquimales y los naturales de la Tierra del Fuego. Tienen
á la fecha que subir la pendiente aflictiva que se llama civilización,
en medio de la cual nos encontramos nosotros mismos, antes
de alcanzar, á costa de grandes tribulaciones, la margen gloriosa
de lo futuro, donde una segunda y más prudente niñez habrá de
crear un cielo terrenal. Jamás han leído libro ni periódico alguno,
ni oído las palabras abrumadoras de evolución, generadores,
factor, herencia, microbio, tarifa, reforma, &c.; ignoran la caída
de la manzana eterna de Newton, su propia caída en la de Adán,
cabeza federal del género humano, y el millar de otras cosas de
Historia, tradición, lucha por la vida y malestar por medio de las
cuales nos sofisticamos los civilizados.
Las cabañas están de ordinario dispersas y generalmente al
alcance de la voz, con grupos de mangos y cocoteros y pequeñas
plantaciones d e trás, á semejanza de las del Canadá francés, en las
márgenes del San Lorenzo; y cerca del arroyo ó del río, pues el agua
es la primera de sus necesidades. La perenne vegetación y el clima
cálido igual, templado con las brisas del mar, compensan las
desventajas del suelo, que apenas puede llamarse moderadamente
fértil. Se crían ganados, caballos, cerdos, vacas, cabras y gallinas.
Las familias se encuentran regularmente alojadas en sus casas,
bien conservadas sin gran trabajo, y los mayores de edad andan
completamente vestidos. Las esposas son aseadas, robustas y alegres
compañeras. Los chicos corretean de nudos en las inmediaciones.
L::1s alde as son todas semejantes en la forma y en sus escenas
de paz y ctmtento y bien estar, procuran al filántropo, á la par,
ya placer, ya dolor, por lo malo que pucae sucederles en lo por
venir •.
La economía social, la franca y generosa hospitalidad, las
Yirtudes de buenos ciuda'dano , han subsistido entre ellos, no desde
los tiempos de la conquista, sino desde períodos anteriores á otras
invasiones, probablemente de a ventureros fenicios ó guerreros inmigrados
de la AtJ.intida. Estas señales, así como sus facciones,
color y antigüedades de su país, los muestran como una raza idéntica
á la de nuestros indios norteamericanos, modificada al parecer
con la infusión de sangre semítica. Los españoles, con motivo de tal
modificación, tuvieron más fácil tarea, primero en la guerra y luégo
para vivir en paz entre ellos, por ser más tolerantes y fáciles de
acomodarse á otro régimen, de lo que nosotros lo somos. De aquí
resulta que ~obre vi ven en gran parte la antigua economía social y
las costumbres domésticas, semejantes en los puntos esenciales, á
las de las tribus del Norte, con quienes nuestros padres sostu,·ieron
una lucha más prolongada, formidable y fatal para los aborígenes,
que las prontas y decisivas campañas de los españoles.
(•) Como ha sucedido con la rehelión de 1899-1902-N. del D.
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11Ganaron el pan con peligro de la vida, á causa de tener á la
espalda el desierto."
Ningún verso de la escritura sagrada ni profana pudiera, mejor
que ése, sintetizar la vida de nuestros colonos exploradores eo
nuestros Estados del centro. No es posible que sus hijos conciban
con exactitud lo que fue esa vida. Las escenas de padecimientos
y de triunfos han cambiado, y no quedan rastros suficientes para
concebirlo en forma adecuada. Nuestros padres transformaron
la tierra; fue parte de su tarea borrar las señales de la salvajez
primitiva, servicio laborioso, de que pueden todavía dar alguna
idea los '-pocos restos que nos quedan de las antiguas florestas. Pero
¿contra cuáles obstáculos y en medio de qué peligros y privaciones
¡e llevó á cabo aquella obra? Imagínese una familia en triste
desamparo, esperando que termine la construcción de la casa.
Imagínese el caso de temporales, pestes de insectos, enfermedades
endémicas, sierpes y fieras que se tienen por males menores. Considérese
al salvaje nómade. Cada árbol que cae, cada golpe de
hacha que suena, cada tiro de fusil para conseguir el alimento necesario,
dan al vagamundo y sanguinario aborigen indicio de que
se aproxima su presa.
Cuando penosamente y al acaso, mes por mes, año por año, la
espesura del bosque retrocedía ante los colonos, la nueva pradera
servía de asilo á las emboscadas.
El asesino acechaba su presa entre la yerba de Junio, ó seguía
á la madre y á los hijos detrás de las cañas del maíz. Desde
el Jtrincipio de la primavera hasta el fin del otoño, se vivía sin
poder escapar una hora siquiera del día, ni de la noche, á las
congojas del peligro indio, á las manos del homicida cuya táctica
en la guerra de depredación parecía estudiada e n la pante ra, que
se lanza desde su escondrijo sobre la presa ind e fe nsa. Cada noche
y cada mañana que la familia se reunía sin que faltara alguno,
era para ellos obra clara de la bondad de Dios, en tanto que nosotros
vemos hoy ese espectáculo estúpidamente, sin el debido reconocimiento.
La contingencia era horrible, esperándose siempre
la matanza de los niños, la prisión de las esposas y la muerte de
Jos maridos en las hogueras y otros tormentos inconc e bibles por lo
diabólicos. Nuestros antepasados atravesaron las aguas bravas,
flotando sobre ellas, por decir así, y nos dejaron la fábrica majestuosa
que sirve de puente para el paso del comercio y del amor.
¿Quién puede expresar con propiedad ni apreciar la medida de la
gratitud que les debemos en recompensa f A veces parece increíble
que la carne y el hueso hubieran podido pasarpor semejante
prueba. Sin embargo,
Tales fueron los esfuetlOS que nos dieron patria.
De monte en monte, de río en río, no
Hay palmo de tierra que no fuera adquirido con
Manos ensangrentadas en la trágica labor de la lncha..
Peli{!ros inauditos, la muerte
La fiereza y el Jesconsuelo al frente, sombrío el porvenir,
Las aronías incesantes ; pero jamás pudo el destino
Vencer eJ ánimo del colonir:ador.
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Nuestros indios también de muchos modos justifican á sus campeones.
Fueron llevados allí del Norte helado del Asia, y de la
mano divina recibieron aquella hermosa y extensa tierra de cacería
por tiempo señalado, y sin duda se aprovecharon de toda ella y
de un modo aceptable. Desarrollaron una política sencilla, la sociedad,
la familia, sin descrédito de la naturaleza humana, de la
cual pudieron copiar el ejemplo para su mejoramiento, bajo ciertos
respectos. No tenían el artificio de la ley escrita. Les bastaba
el instinto y la tradición de la justicia. Vicios pequeños, el
hurto, las contiendas y otros del estilo, les eran casi desconocidos.
La tierra, fuente de la vida, era libre y estaba á la disposición
de todos, porque no la ocupaba el cultiTo actual ; los busques
y las aguas eran del -público, y cada cual de los miembros de
la comunidad podía utilizarlos á su placer, para la subsistencia
diaria. Podían salir con el arco y el venablo á proveerse dé
carne dondequiera que en el orden natural estaban al alcance
de la habilidad y del arrojo del hombre. Todo lo debían únicamente
á le. no interrumpida voluntad de Dio~ y á sus propios esfuerzos.
No existía la chocante anomalía del pobre hambriento y
del rico nadar:do en la abundancia. Nadie carecía de aquello que
la tribu tenía. Universalmente el salvaje partía con su prójimo el
último bocado y la última tira de abrigo. Podía haber pobres á
veces, pero los pobres del cielo; la familia afligida, pero no dividida
contra sf, en interna competencia; el débil y el fuerte, el astuto
y el inocente, el harto y el hambriento, todos buscaban la subsistencia
en común, y esto impedía el desperdicio y la superabundancia.
;, Es éste ó aquél quien realiza la idea de la comunidad?
Con uno 6 do~ vi ios execrables cultivaban las virtudes del valor,
la perseverancia, la veracidad, la fortaleza y el amor fraternal
hasta tal punto de perfección, que nadie les ha excedido en parte
alguna. Existía siempre entre ellos difundida universalmente la
creencia en Dios, el Gran Espíritu de la creación. La superstición
que se les atribuye en cuanto á manitous, espíritus subordinados de
vida más humilde, de árboles, rocas, colinas, ríos y las fuerzas de
la naturaleza, difería materialmente de las que existen entre otras
tribus de hombres, incluyéndonos nosotros mismos, y si carecían
de todo fundamento de verdad en su esencia, es punto que no se
ha resuelto todavía. La respuesta final es más que probable que
habrá de ser negativa.
Tuvieron su tiempo en las vicisitudes de la vida preponderando
lo bueno y lo feliz. La hora final sonó con la llegada de hombre
blanco. Aquí se presentó un siglo antes. El indio del Norte, criado
para la guerra, optó por la guerra á muerte, y pereció. Para sus
hermanos del Sur, de~de México hasta Chile, la conquista española
fue por Jo regular el simple reemplazo de una clase dominante
por otra; continuó como antes, pagando su contribución de
trabajo por el derecho de viYir, y así continúa en lo principal. Su
carácter original persiste latente cuando no patente. Con la mejora
que acompaña el crecimiento de una civilización más humana,
la carga del tributo se hace m~s lii:"era. Aunque apenas se
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\.... 2o6 .J
halla disminuída ya en el Ecuador, se encuentran manifiestamente
mejoradas sus condiciones en el Sur de Colombia. En estas provincias
de Chiriquí y Veraguas, puede decirse que se ha removido
del todo la carga. Nacidos para la libertad, borrada la marca
humillante de la sumisión, la nueva generación aquí reproduce
señales características de sus remotos antepasados, que eran la
misma raza en el Norte y en el Sur. En virtud de estas señales
varoniles-de educación y de carácter estable-por su mismo
número, acostumbrados á ser señores después de haber sido disciplinados
por largo tiempo como siervo~, los indios están probablemente
destinados á tomar parte principal en la construcción
de esas grandes comunidades de la América del Sur, que de seguro
habrán de construirse durante la próxima centuria.
-~-
LA GUERRA DE MONTAÑAS
VENTAJAS É INCONVENIENTES DE LA DEFENSA Y DEL AT A•
QUE EN PAÍSES DE MONTAÑAS
Traducido por el Capitán D. Aoriano S. Juárcz (argentino), de la obra ocl Ba.
rón General F . de Kuhn ( austriaco)
(Continúa)
Sin embargo, en la montaña más que en la llanura, importa
conocer rápidamente y ae una manera precisa cuál es el verdadero
punto de ataque, pues sí esto no se logra y el defensor conduce
sus reservas en una falsa dirección, le será difícil reparar
después esta falta, por lo mismo que los obstáculos del terreno le
impedir~n maniobrar sobre la línea de operaciones del enemigo
y cerrarle el camino. No es :>ino mediante una indomable
energía y mucha audacia como se logrará escapar á una derrota
completa, y para esto es necesario, después d e haber triunfado
de los obstáculos, operar uno mismo sobre los flancos del adversario.
No se logrará evitar estas falsas maniobras, la mayor parte
de las veces irreparables, sino teniendo un servicio de informaciones
y de seguridad bien combinado y bien dirigido; eligiendo buenas
posiciones para las tropas de primera línea, que son las destinadas
á oponer la primera resiste ncia al e ne migo, y la únicas que
pueden prüveer informaciones, según las cuale s se juzgará si el
enemigo intenta sobre un punto una simiJ!e demostración, ó si, al
contrario, intenta un ataque serio.
Hemos hecho resaltar ya los d e fectos del sistema de cord!m.
Algunos técnic.)S, que no han estudiado la guerra de montaña
ino en Jos libros, han querido, para e,·itar los inconvenientes de
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este sistema, sentar como principio: que u debe toncenft·ar las /r()pas
m posiciones eslralégü:as á rtlaguardia,y hacer ocupar los pu11los ó
vanguardz'a con débt1es des/acamen/os, la/es com~ un pelotón ó tma medía
compañía.
Sería salir de las lJamas para caer en las brasas.
¿ Qué noticias podrían procurar estos pequeños destacamentos
sobre la marcha hacia adelante del adversario ?
El enemigo los haría, á su vez, atacar por pequeños grupos ;
por ejemplo, á media compañía, por dos compañías; y se considerarían
felices estos pequeños puestos cuando pudieran efectuar su
retirada en buenas condiciones.
Sus informaciones se reducirían, cuando más, á hacer saber
que han sido atacados por una 6 por dos compañías enemigas, y
obligados á retirarse; y todos los puestos harán llegar datos análogos.
¿Qué conclusión podrá sacar de esto el comandante de la re$
erva estratégica, para saber si el ataque del adversario es verdadero
6 falso '?
Absolutamente ninguna.
Además, estos puestos pueden ser tan rápidamente rechazados,
que el terreno perdido por el defensor en un tiempo relativamente
corto, será á menudo considerable, y las reservas estratégicas
llegarán muchas veces demasiado tarde sobre ciertos puntos
importantes que se tenía especial interés en defender.
Este sistema de cotuenlracz'ón exagerada de fuerzas es, pues,
igualmente defectuoso, y conduciría en muchos casos á una defensa
tan poco eficaz como la de cordófl.
ATAQUÉ
VENTAJAS m: LA IN'IClATIVA EN LA KONTAÑA
Cuando un ataque, intentado en la montaña, es emprendido
con la energía requerida y llevado vigorosamente hasta el fin, da
siempre resultados más significativos que en la llanura.
Desde que el atacante, á raíz de noticias favorables, y basándose
sobre la configuración del terreno y sobre reconocimientos
hábilmente dirigido , haya determinado el punto favorable para
un ataque decisivo, le será fácil engañar al enemigo por medio de
falsas maniobras y demostraciones ofensivas, y podrá emplear
entonces el grueso de sus fuerzas en el ataque principal.
Antes que el defensor haya podido reconocer el verdadero
ob.felivo elegido por el atacante, antes que haya podido ejecutar
las contramaniobras necesarias, el enemigo habrá ya rechazado
sus puestos avanzados, se habrá precipitado desde lo alto de las
montañas, procurando alcanzar los puntos de unión de dos 6 varios
valles, á fin de separar las fuerzas desparramadas del adversario
y Jlegar sobre estas posiciones importantes antes que las reservas
estratégicas, llamadas con premura por el defensor.
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Aun cuando el defensor lograra ocupar estos puntos, tomando
posición en ellos, el atacante que desciende las alturas podrá sin
trabajo arrojar de estas posiciones al enemigo, envolviéndolas por
uno de sus flancos.
Las ventajas que el atacante puede procurarse, avanzando de
manera tan enérgica, son incalculables y deben conducir á un resultado
decisivo, siempre que el defensor conserve una actitud exclusivamente
pasiva.
Como, por Jo demás, el defensor no dispone en las montañas
sino de un reducido número de líneas de retirada, y muchas veces
solamente de una, se expone tanto más á una catástrofe cuanto
más hábiles y enérgicas sean las maniobras del atacante.
El ataque tiene, pues, en país de montaña, una superioridad
incontestable sobre la defensiva pasiva.
INCONVENiENTES DEL ATAQUE
a) Mulliplt'cidad de los obstáculos-El ataque no podrá siempre
efectuarse por caminos abiertos y practicables, y aun existiendo
semejantes caminos, los obstáculos artificiales que la defensa habrá
colocado en ellos, harán, si no imposible, por lo menos difícil la
marcha de las columnas, y retardarán sensiblemente los movimientos
ofensivos del ataque.
Si el atacante se ve obligado á a van zar por senderos y caminos
indirectos, además de las dificultades que resultan de las marchas
d~ este género, tendrá que salvar obstáculos naturales tan
serios, que le será necesaria Ja más firme voluntad unida á la más
grande energía para triunfar de ellos y para no perder de vista
el fin que se propone.
Todas las facultades intelectuales, morales y físicas son puestas
igualmente en juego en supremo grado en la guerra de moAtañas.
Esta tensión general de todas las facultades tiene naturalmente
por consecuencia un debilitamiento parcial, que alcanza proporciones
más significativas cuando se trata de tomar al defensor
posiciones que ha elegido de una manera muy ventajosa para él.
Si el ataque se ejecuta de frente, se sufrirán siempre pérdidas
enormes, por lo mismo que los primeros asaltos son casi siempre
rechazados y forzosamente hay que renovarlos.
Si el atacante quiere, por el contrario, intentar un ataque de
flanco, no podrá, la mayor parte de las veces, emplear para ello
sino débiles destacamentos, cuya acción no ejercerá influencia decisiva
en la terminación dél combate.
En fin, si destaca á este efecto grandes columnas, estas tr-opas
deberán atravesar un terreno difícil, no avanzarán en lo general
sino á costa de grandes esfuerzos y siempre muy lentamente; se
perderá, pues, mucho tiempo, y el resultado será que el defensor
logrará hacer llegar sus reservas á buen tiempo, y tal vez hasta
lanzar en el valle fuerzas considerables que caerán sobre su adversario
debilitado.
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'- :¡og __;
b) Dificullades para la altinmlacz!m-Los informes estadísticos
demuestran que los países de montaña no producen sino una parte
de los víveres necesarios para el consumo anual de sus habitantes,
y que por consiguiente es necesario llevar consige la mayor parte
de las provisiones. El Tiro], por ejemplo, no produce en cereales
sino lo que le es indispinsable para cinco meses; el resto se lo
provee Italia, Alemania y Austria.
Resulta que en un país de montaña rara vez se podrán procurar,
por medio de requisiciones, los víveres necesarios; se estará
obligado á recurrir al sistema de aprovzsionarmenlos por medio
de almacenes y á la ayuda de convoyes bien organizados.
Por lo que respecta á la carne, se podra, sin embargo, pro.
curársela en cantidades suficientes por medio de requisiciones,
siempre que el defensor no hubiere hecho imposible este medio de
aprovi'sionami'enlo, haciendo retirar todos k 1S animales en pie á retaguardia
de sus líneas.
Resulta de todo esto que, á fin de poder responder á todas }~¡
eventualidades, el atacante hará Líen en todos los casos en
contar sólo con sus almacenes fijos ó móviles.
La dependencia. en que se encuentra con relación á los almacenes,
entorpece forzosamente las operaciones y las hace más difíciles,
quitándoles la rapidez y en ·rg(a indispensables ; en fin, les
da un giro tanto más lento cuanto no dispone, en general
sino de vías de comunicación detestables, por las cuales los carro~
de las columnas de víveres pasan con mut;ho trabajo, y que
á veces llegan á ser hasta impracticables.
e procura obviar este inconveniente haciendo transportar
los víveres por animales de carga; pero es éste un recurso que no
se podrá utilizar cuando se trate de proveer á la alimentación de
una tropa de efectivo considerable, á cau a de que estos convoyes
tomarían tales proporciones, que serfan como una bala atada
á los pies del atacante, cuyo peso retardaría y paralizada casi todos
los movimientos ofensivos que quisiera intentar.
Las dificultades provenientes del acopio de víveres, que ,
crecen en razón directa del efectivo de las tropas, tienen por consecuencia
natural el limitar el efectivo de las fuerzas, muy poco
considerable · por lo demás, que se debe destinar al ataque de un
país de montaña, máximo que no se podrá extralimitar, so pena
de exponerse á ser detenido ca:,i inmediatamente, por la imposibi-
1idad de hacer vivir sus tropas.
La expedición intentada en 1866 por las legiones de Garibaldi,
es una prueba en apoyo de lo que acabamos de decir.
Estas legiones se habían metido entre dos valles: el de Ledro
y el de la Giudicaria,.y se habían detenido sobre las crestas
estrechas y escarpadas de las montañas que separan estos dos vaHes,
de tal modo, que el aprovisionaüuenlo de esta gran masa de
38,000 hombres no pudo efectuarse de una manera satisfactoria,
á pesar de la acumulación de víveres que se había preparado
con tal objeto en Candino, Darso, &c.
SltRIK lV-TOKO 1-14
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\,_ :J IO -'
e) Dificullad del desplügue.-Como los valles son casi siempre
muy estrechos, la s pendientes y las crestas de las montañas
impracticables, r esulta que es muy difícil desplegar como se des
earía, y preparar con el tiempo deseado, un número de tropa enc
argada d e ejecu t ar un ata que.
Mientras que e l defensor pueda desplegar sus fuerzas en una
pos ición elegida y p r eparada de antemano, y asignar á cada uno el
emplazamiento que más conviene á su modo de acción, el atacante
e stá obligado á avanzar en columnas profundas, que no disponen
s ino de uno ó dos caminos en el valle, y sobre los flancos de la
montaña, las que tienen que abrirse paso en medio de piedras y
rocas, y que muchas eces llegan delante de la posición ocupada
por el enemigo sólo después de haber vencido multitud de ob,st
á culos.
En fin, y esto es fácil comprenderlo, las posiciones dominantes
que ocupa el defensor dan á su tiro marcada superioridad.
De todo lo que precede resulta que el defensor puede, con
fuerzas mucho más débil s numéricamente, detener á m nudo al
atacante, el que á causa de la naturaleza del terreno, se encuentra
en imposibilidad de sacar partido de su superioridad numérica.
d) Dijiwllad del comand~-Para obviar las dificultades que acabamo
de enumerar, y que el atacante ncontrad cuando trate de
hacer vivir y desplegar sus tropas, éste tá obligado á diYidir sus
fuerzas y á dar al frente de ataque una extensión mucho más considerable
que en la llanura.
Es nec ·ario, por consiguiente, en raz6n de esta divi ión inevitable
de las fuerzas, y además porque el horizontf! y las vistas on
muy limitada en las montañas, que el comand prc¡ are, con special
cuidado, hs di positivo del o taque; que e preocupe ante todo
por hac r llegar al mi~mo tiempo las diferentes columnas obr el
lugar del combate; que examine l camino que d be eguir cada
una de .llas; y que calcule e.·actamentc el tiempo qu~ 1 s será
nece ·ario para recorrer estas distancias.
i e descuidan stas precauciones, el ataque no podrá menos
que fracasar; cada una de las columnas puede ser gravemente
comprometida y expuesta á una catástrofe, que termina, por lo
regular, coñ una capitulación. En una palabra, es nece~ario determinar
en las órdenes matemáticamente la marcha de cada columna
después de haber r flexionado y examinado ron todo cuidado
los obstáculos naturales ú otros que cada una de llas e~té expuesta
á encontrar: pues si un eslabón de esta cadena llega á
romperse, resultará que la cadena entera queclrá rota.
La separación de las diferentes columnas entre sí y la naturaleza
impracticable del terreno queb ado y cubierto que las separ
a , hacen imposible la acción de un comando único.
Cada una de estas columnas debe, pues, comprender bien el
papel que tiene que desempeñar, y debe ser abandonada á sí mism
a: tiene su destino entre sus manos, y por otra parte, es necesario
que el General pueda tener confianza en los Jefes de estas columna
s.
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Si estos jefes Sl1balternos no son vigorosos é inteligentes, el
ataque terminará en una derrota.
En motaña, lo mismo que en una llanura cubierta y quebrada,
es absolutamente necesario determinar el punto sobre el ~ual
debe ser dirigido el verdadero ataque ; pues á la simple vis~a no se
puede, en efecto, descubrirlo.
I.a determinación de un plan de operaciones en las montañas
s~rá,. por consiguiente, una obra de las más delicadas y de las más
dlfí~lle.; para el General en Jefe. El d be pensar en todo, porque
de:;ne que las columnas comienzan sus movimientos, no las tendr'
en su mano; porque le será desde este mpmcnto Imposible el r~ parar
las faltas que se hayan deslizado en el plan primitivo: faltas
que pueden á veces pasar inadvertidas ó no tener consecuencias
funestas en la llanura, pero que conducen, en paísec; de montaña,
á desastres y catástrofes.
La concepción del plan de ataque, la dirección de la marcha
y del combat , fjre~entan graves dificultades en países de montaña,
dificultad s mucho mayores que en la llanura, y en que la di-rección
gen ral es con frecuencia imposible. ·
1
CO~CI.USION
De las ventajas é inconvenientes que acabamos de enumerar,
resulta que el atacante tiene soLre el defensor una superioridad
inconte;table y evidente si sabe tomar sus disposiciones, preparar
y conducir intelig .ntcrnente su operaciones; i ha sabido asegurar
la alim nta<'ión de u~ tropa ; ~:i e encu -ntra en estado de
vencer tod lo b táculos con indom·\ble n rgía, unida á una
fuerza fíc;ica y moral á toda prueba; po otra pnrt , 1 defensor,
como la hi. toria lo comprueba ampliamente, e expondrá. á una
fatal y espanto a catástrofe, siempre que se obstine en perseverar
en la ddenj\·a abso:uta.
DF.F'E.' A DE UN PAÍ~ DE :U:O .. i1'AÑA
De lo qu~ precede resulta que la defensiva pura tendrá forzosamente
d sv ntaja sobre el ataque, y el General no podrá si mpre,
ni tomar por sí la ofensiva, ni tampoco llevarla cnérgicam nte.
Se trata, pues, de saber ahora cómo se debe org-anizar la defeRs~
de un país de montaña, de rna era de poder llenar cvn éxito esta
difícil mi ión.
Como Jo hemoc; dicho al principio, los países de montañas no
constituyen gent ralmente sino teatros de operaciones subordinados,
secundarios y aun terciarios. Las tropas empleadas en las
montañas; dependiendo de los ejércitos que operan n las llanuras
6 en los grandes valles formados por los principales cur!>OS de
agua, deben subordinar sus movimientos á las operaciones de estps
grandes ejércitos, y no pueden, en consecuencia, tomar la ofensiva
por su propia cuenta, en tanto que el ejército principal quede e n la
defe nsiva .
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El Comandante de las tropas colocadas ~n países de monta·
ñas tiene por misión rechazar todo ataque del enemigo, y por
consiguiente, asegurar el éxito de la defensa de que está encar&"
ado.
Es necesario, pues, sin necesidad de tomar la ofensiva, que
tenga la posibilidad de llenar gloriosamente y con alguna probabilidad
de éxito la misión defensiva que se le haya encargado.
Es esto, según lo que hemos dicho sobre las ventajas é inconTeniente5
del ataque y de la defensa, lo que no podrá hacer sino
cuando haya logrado asegurarse las ventajas de estas dos clases
de operaciones, ofensiva y defensiva, y cuando renunciando á la
defensiva pasiva, le imprima, al contrario, un carácter ofensivo y
n• retroctda ante los avances y golpes de mano del adversario.
Para que una defensa activa pueda ser coronada de éxito, es
necesario que las tropas estén de tal manera colocadas, que sea
posible y fácil tener con ellas, durante cierto tiempo, un ataque u
disminuír la Yiolencia y lalimpetuosidad del mismo. y tomar á s
Tez la ofensiva.
Como lo dijimos precedentemente, no es ni por el sistema de
ctJrdón, ni por medio de la concentración exagerada de las tropas,
como se obtendrá este resultado.
Expondremos primeramente la manera como el defensor debe
repartir y disponer sus tropas para Jlegar al fin indicado arriba.
En seguida discutiremos las medidas necesarias, por una parte,
para aumentar las ventajas de la defensa y facilitar los movimientos
y la alimentación de las tropas ; por otra, para aumentar !o5
inconvenientes del ataque, para multiplicar las dificultades que éste
deba encontrar cuando quiera hacer marchar y Tivir á sus columnas.
,
DISPOSICION DE LAS TROPAS DE LA DEFENS.l
A fin de poder defel)der victoriosamente un país de montaña,
es indispensable recurrir al empleo combinado de la defensiva y
de la ofensiva.
Para llegar á este resultado es necesario dividir sus fuerzas y
disponerlas en dos líneas colocadas una detrás de ia otra.
La primera es ocupada por las tropas destinadas á observar
al adversario, y á oponerte, si llegan á ser atacadas, la mayor resistencia
posible.
Subre la segunda Hnea se colocan las reservas estratégicas,
cuya :nisión es tomar inmediatamente ]a ofensiva, desde que se
descubra la dirección del ataque, es decir, del ataque principal.
Como los puntos y las líneas estratégicos sobre los cuales son
colocadas estas reservas están casi siempre bastante alejados de la
primera línea, ó línea de observación, el atacante podrá lograr,
sin mucho trabajo, gracias á un ataque conducido enérgicamente,
atravesar toda la zona montañosa, penetrar hasta las posiciones
ocupadas por las reserva5 estratégicas, y apoderarse de puntos
ó de líneas que, situados en esta zona, tienen importancia capital,
por cuanto facilitan las vueltas ofensiva¡ del defensor.
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A fin de poder mantenerse en estos puntos bastante tiempo
para permitir á las reservas entrar en línea; á fin de debilitar tanto
como sea posible el ataque, es forzoso no contentarse s6lo coA
una pura y simple observaciÓn y con que únicamente débilei
puestos los cubran ; es necesario, al contrariq, ocupar la primera
línea con numerosas tropas para tener en jaque al enemigo; estas
tropas deben ser dispuestas en dos líneas: la primera es una línea
de observación 6 de avanzadas, y la seg-unda, una línea de reserTas,
llamadas tácticas.
1 1
OCUPÁCION DI!: LA LINEA DK AVANZADAS
Primera línea-Las tropas colocadas en primera línea tieneD
por misión observar al enemigo. En general se aplican en este
caso los mismos principios que la táctica recomienda seguir para la
dispo~ición de las avanzadas.
Como la viabilidad en las montañas, sobre todo en las montañas
de alturas medias, y mucho más en las altas montañas, es
peor que en los países de colinas y llanuras, se necesita generalmente
menor número de tropas para vigilar una misma extensión
de terreno.
Es esto una gran ventaja, pues el servicio de avanzadas, que
por su naturaleza misma es extremadamente fatigoso, ejerce en
montaña una influencia por demás perjudicial sobre h fuerza y la
moral de lo hombres, en razón de las dificultades que se experimentan
para aprovisionar las tropas, y del · rigor, á menudo excesivo,
del clima.
Por estos motivos en la montaña, más que en cualquier otra
parte, no se debe dedicar al servicio de avanzadas sino el número
de hombres estrictamente necesario.
Por otra parte, en la montaña se presentan serias dificultades
para relevar lac¡ tropas de la primera línea por las reservas
colocadas á retaguardia, porque estas re~ervas están, casi siempre,
muy alejadas de la primera línea, á causa de la naturaleza y
de la escasez de las comunicaciones, aun cuando, á la simple vista,
parezcan mucho más próximas.
La misma distancia honzontal que puede ser franqueada en
una hora en la llanura, no lo es, la mayor parte de las veces, sino
en seis ú ocho horas en las altas montañas.
Hesulta de esto, que no se podría relevar frecuentemente las
avanzadas, y que conviene, por lo tanto, economizar las tropas no
haciéndoles vigilar y ocupar sino los puestos de importancia real.
Se puede, por lo demás, disminuír tanto más el número de
estos puestos, cuanto menos practicable sea el terreno, porque estando
colocados sobre las alturas, cada uno de ellos tiene vistas
más extensas.
Los puestos principales, reservas de las avanzadas, deben, al
contrario, estar más próximos de las grandes guardias, á fin de
poder entrar en línea rápidamente, en caso de que sea necesario
sostener la primera línea. Por lo demás, en montaña e&
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en donde la disposición de las avanzadas debe tener un carácter
casi semejante al adoptado por una tropa en marcha, que hace
alto y toma precauciones rápiJa.s para su seguridad.
Siempre que el defensor de un pafs de montaña tenga á su
disposición franco-tiradores ó tropas de milicias del mismo país,
deberá emplearlos de preferencia en el servicio de avanzadas, en
razón de que estos mvntañeses conocen perfectamente todos los
senderos y todos los parajes, y que tienen mayor interés en prote-
2"er su propio territorio.
Pero como semejantes milicias no tendrán verdadera instrucción
militar, como su inexperiencia podría conducirlas á abandonar
prematuramente, en caso de ataque, ciertos puestos importantes;
como sedan obligadas, en presencia de simples demostraciones
hechas por el enemigo, á dar el alarma á las tropas colocadas
á retaguardia, y como esto causaría para estas últimas grandes
é inútile fatig-as, será juicioso y prudente no confiar exclusivamente
á estas milicias el s<.:rvicio de avanzadas, ó por lo mtnos, de
los puestos principales, y colvcar, juntamente con ellas, algunas
unidades tácticas que formen parte del ejército regular.
Empleando á los montañeses de esta manera, se logrará economizar
las fuerzas de las tropas regulares y tenerlas concentradas,
á fin de poder hacerles tomar una ofensiva enérgica en un
momento oportuno.
(Continúa)
CRONCJMETRÍA
TIADUCCIÓN LIBR~ PARA EL "BOJ.E1 {.. 1111LITAR •·
Lo re . Fichot y Vaussai, Secretarios que fueron del Conlreso
Int rnacional de Cronometría celebrado en París durante
la última E:po ición Universal, acaban de publicar la memoria
del caso, en la cual se olvidó fijar la fecha de )a publicación, no
obstante tratarse de la Relojería de precisión, de cuya marcha
regular tanto se ha hablado.
Esa importante memoria, atestada de cifras y de integrale'
destinadas á los especiali tas, permite resumir la hil;toria de la
importante cuestión ha ta nuestros días.
Genéricamente se llaman cronómetros los instrumentos de
toda magnitud y forma, capaces de suministrarnos la medida exacta
del tit:mpo. De de el siglo xvn, Jos Gobiernos de los pabes europeos
que poseían una marina digna de ese nombre, comprendieron
cuán importante crvicio podían prestar los Relojes Portátiles
á la navegación~ y apo)'aron vigorosamente en esa yfa los
esfuerzos de los peritos en el aqe.
En r610 Holanda creó un premio de cien mil florines para el
inventor de un instrumento que sirviera para calcular las longitudes
en alta mar; por la misma época Felipe m de España de~tinaba
cien mil escudos con idéntico fin. Un poco más tarde, el Gobierno
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inglés prometía, por medio de una ley, la suma de veinte mil libras
esterlinas al constructor de un cronómetro marino que en Sf'ÍS meses
de marcha no diera un error de longitud superior á medio grado.
Por su pa¡-te Francia no quiso quedar atrás en esta vía, y en
17 r6 creó una recompensa de cien mil libras, en condiciones análogas
á las ya mencionadas. Ninguno de estos premios fue discernido,
porque ninguno de los concurrentes pudo fabricar un instrumento
que llenara las condiciones referidas.
No fue sino en I 736 cuando el inglés James Harrison construyó
el primer reloj marino ó guardatiempo que pre~tó tales servicios
en una travesía de Lisboa á Londres, que \'alió- á su constructor
la medalla Coplcy, reservada por la Sociedad Real á los inventos
de notoria utilidad.
Algún tiempo después, el célebre artista recibía una nueva
recompensa de cincuenta mil peso por otro instrumento aún más
perfecto, que acompañó al Capitán J. Byron en su viaje al rededor
del mundo ( r 764- I 766). Este instrumento registraba las longitudes
con sólo un error de medio grado, debido á una lámina compensadora
que permitía corregir las irregularidades producidas por
los cambios de temperatura.
En Francia introdujo la construcción de los cronómetros de
marina Pe ro Le R()y, quien en 1754 depositó en la Secretaría de
la Academia de Cien :ias un pliego cerrado con la descripción de
un instrumento de esa clase, que terminado Jo presentó en I 763.
En I 766, de pués de construír un segundo modelo más perfecto,
consiguió por fin fabricar un reloj marino adecuado para calcular
las longitudes en alta mar. Al año siguiente se embarcaron los.
do cronómetros de Le Roy en la corbeta Aurora, y ·n 1768 se
adjudicó al con tructor un premio de tres mil libras. La Academia
no e timó, en vi ta de los résultados, que su programa se hubiera
realilado por completo, reabrió d concur:so, y para d jar más
campo á los interesadt> , prorrozó "'1 plazo otros dos año , y elevó
el premio á seis mil libras. Le Roy fue de nuevo el laureado, des.
pués del viaje d Borda, á la vez que Ar endan, uno de los competidores
de aquél, r cib{a un auxilio de mil quinienta libras.
Por este tiempo entraron en liza otros dos sabio~: Fernando
Bershoud, quien fue nombrado relojero mecánico de la marina, y
Luic; Breguet, quien introdujo importantes perfeccionamientos en la
fabricación de los cronómetros marinos. Los progresos realizados
sirvieron de punto de partida á la obra de una pléyade de
practicos en el arte, Motel, \Vinnerl, Vi ·siére, Dumas, Rodanet
y Delepine, po-l:rosarnente secundado por los trabajos técnicos de
Villarcea.u, Phillips, Resal, Groye, Magnac.
La alianza de la ciencia y de la mecánica ha permitido que
en nuestros días se r~suelvan, con maravillosa precisión, los dos
problemas fundamentales de la cronometría : I .° Fijar una unidad
de duración con sus múltiplos y subdivisiones; 2.° Con.:>truír aparatos
que midan la duración de un fenómeno celeste, empleando
a unidad fundamental escogida. A priort' parece que el primer
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punto no . presenta iificultades. ¿Acaso el segundo, es decir, la
unidad de tiempo, no es la 86.4oo: parte del día solar medio ?
• Laplace no demostró, mediante el estudio de los eclipses conocidos,
que la duración de ese día no ha variado 1 J 100 de segundo
en los tiempos históricus? Sin embargo, como lo que se necesita
es la certidumbre ausoluta y no una aproximación, el asunto se
complica. Nuestro planeta no es un sólido de figura invariable¡
la corteza terrestre se modifica sin cesar. El núcleo parece tener
cierta plasticidad; las masas de aire y ele hielo que se mueven sobre
la superficie. lo hacen en virtud de la acción de fuerzas que no
admiten una resultante única que pase por el centro de gravedad
: en resumen, nada garantiza la invariabilidad de la duración
del dfa, por lo cual Lippman propuso servir¡e de los constantes
de la electricidad para encontrar la unidad de tiempo. Empero,
sea de ello lu que fuere, el dfa solar medio sirve aún en la práctica
como término de comparación, pero esto no libra ele atender á.
dos puntos esenciales: subdividir el día y relacionar las fugitivas
observacion~s de los astros con una máquina cuya rnarcha sea tan
regular como la de la tierra misma.
En los últimos años se ha producido alguna corriente en favor
de la duzmalizadlm del túmpo y dt los ángulos. En vista de
. Jos experimf'ntos practicados durante nueve meses (1899-1900)
en cinco cruceros franceses en el Océano Pacífico y en el :r..·1edtterráneo,
puede afirmarse que los instrumentos decimales no suscitan
nin~una dificultad en los cálculo prácticos de la navegación, pero
la reforma ha encontrado seria oposición en los países que no han
adoptado aún el sistema métrico.
· A la fecha, para que un cronómetro de bolsillo se considere
bueno, es preciso que s~ le someta á una serie de pruebas en establ"'
cimientos especiales. El mas antiguo Observatorio cronométrico
es el de Ginebra (1842), al que siguieron los de Liverpool,
Neuchatel y Yale-College ( 1879). Este último tuvo que cerrarse
en 1885, falto de relojes que regular 1 La cualidad importa poco,
por lo visto, á los hijos del tío Sam. En Francia se fundó en I 888
el de Bcsan~on.
Los cronómetros se someten á dos clases de pruebas. Primero
á ensayos de pos1"c/ón: un reloj puede' suspenderse 6 colocarse
horizontalmente. Horizontal el cuadrante, puede quedar encima 6
debajo; suspendido, tiene la argolla arriba 6 abajo, pero en el
bolsillo se inclina á la derecha ó á la izquierda. Hay, pues, que
examinarlo en todas tres posiciones. Después toca el turno á las
observaciones ltrmicas, consistentes en someter el reloj á la temperatura
ordinaria (I5°),á la de estufa (30°) y á la del hielo (0°). El intervalo
comprendido entre las dos temperaturas extremas, representa
las variaciones que puede experimentar un cronómetro en
el bolsillo; pero como de ordinario no se necesitan instrumentos
tan precisos, las pruebas se reduce" á lo que en se~uida se indica,
y los relojes qu~ los resisten con éxito, reciben un ~oldín de observatorio
de 1.• clase; en la 2: y en la 3: se clasifican los que
han sufrido pruebas menos; serias.
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En Ginebra se procede así:
Prueba Duaciéa
I .• Cronómetro vertical, alto arriba, temperatura or-dinaria
( 15 °)..... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. . .. . 5 días.
2.° Cronómetro vertical, inclinado á la derecha, tem-peratura
ordinar·a ( 15°) ........................................... 5 íd.
3.° Cronómetro vertical, inclinado~ la izquierda, temperatura
ordinaria ( 1 5°)............................................ 5 íd.
4.° Cronómetro horizontal, cuadrante encima, tempe-ratura
de hielo (o 0
) .................................................. 6 íd.
5.° Cronómetro horizontal, cuadrante encima, tempe-ratura
ordinaria (15°) ............................................... 6 íd.
6.° Cronómetro horizontal, cuadrante encima, tempe-ratura
de estufa (30°) ............................................... 6 íd.
7.° Cronómetro horizontal, cuadrante debajo, tempe-ratura
ordinaria ( 1 5°) ............................................... 6 íd.
8.° Cronómetro vertical, posición ordinaria (15°). ..... 6 íd.
En Holanda las pruebas duran un año, y en Alemania se
aumentan sometiehdo los cronómetros á trepidaciones, sacudidas
y velocidades.
Como se comprende, cada boletín de observatorio lleva inscritas
44 observaciones diarias, con cálculos de términos medios,
lo que exige no poco trabajo, sin contar los gastos que impone la
conservación de temperaturas constantes, por lo cual los fabricantes
que hacen co1llrolar ~us relojes, pa~an cuotas de , 2, 1 y o-6o,
según la clase. Cuando el cronómetro no sirve, se devuelYe sin
boletín.
En la actualidad el precio de los cronómetros superiores, es
como sigue:
Cronómetros Négus (New York) ...................... $ 412 (oro)
Leroy (París) .............................................. 210 íd.
Russell (Liverpool) ........................................ 200 íd.
!vfac-Gregor (Glasgow)...... .. ... . .. .. . . .. .. .. . . .. .. . ... 192 íd.
Hohwü (Amsterdan) . .. . .. . .. . . . .. . .. . . . .. .. .. .. .. .. . .. .. 172 íd.
Seckel (Rotterdan) ........................................ 172 íd.
Brocking (Hamburgo).... ...... ... ... .. ... . .... . .. ..... ... 160 íd.
Parkinson (Londres) ..... : ................................. 144 íd.
Pennin~toa (íd.) .......................................... 120 íd.
Y para concluír, bueno es observar que ciertos defectos meeánicos
se atenúan con el uso, pues Jos cronómetros que han serYido
algún tiempo, marchan mucho mejor que al salir de casa del
fabricante.
J. Bovn.
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APTITUDES PAR'flCULARES
EXIGIDAS PARA LAS DIFERENTES ARMAS
Stgt~n la ú/Hma reglammlaáón frnMesa
Los jóvenes declarados aptos para el servicio activo son repartidos
por los Comandantes de reclutamiento entre las diferentes
armas, según sus aptitudes Hsicas y profesionales, conforme á las
fijaciones de efectivo determinadas cada año por ur¡a instrucción
ministerial.
Las principales condiciones fí icas necesarias para ciertas
armas, son: la ulalura, la apldud para la marcha, para la equitación,
para las mam'obras de fuerza.
La primera de e~tas aptitudes, determinada para ciertas armas,
se constata por medio de un cartabón; la determinación de
las otras es más compleja, y es de la competencia especial de
un médico militar.
En consecuencia, éste da su dictamen sobre la aptitud física,
tanto al consejo de revi ión y á las oficinas de reclutamiento, antes
de la incorporación, como después de la incorporaci,Sn, ante Jos
jefes de cuerpo 6 ante las comisiones departamentales, cuando
estas últimas tienen que re olver pedidos de cambios de arma.
Para la repartición de los conscriptos en las diferentes armas
ó servicios, los comandantes de reclutamiento se basarán, después
de las indicaciones dadas por los médicos, en las condiciones generales
de aptitud siguientes:
I 'J•ANTERÍA-La aptitud para la infantería comprende:
1.0 La aptitud para la marcha, que necesita la int gridad de
los miembro inferiores y su buena conformación;
2. 0 La aptitud para llevar el fusil, l.as municiones y el equipo,
lo cual exige suficiente fuerza ;
3. 0 Una ai!·udez visual que se ap1·oxime tanto como sea posible
á la normal, por lo menos para uno de Jos dos ojos.
CABALLERlA-La aptitud para la caballería comprende:
1.0 La aptitud física para la @quitación, que exige más destreza
que fuerza y una longitud suficiente de los · miembros inferiores;
no es indispensable que la conformación de las piernas y
de los pies sea irreprochable;
2.0 Una agudez visual que se aproxime tanto como sea posible
á la normal, por lo menos para uno de los dos ojos, y t&n
campo visual bastante extenso.
ARTILLERlA-La aptitud para la artillería comprende:
Para los hombres comprendidos en la artillería á pie ó en las
baterías de montaña, y para los sirvientes de las baterías montadas:
1.0 La aptitud para la marcha, que necesita. la integridad de
los miembros inferiores y su buena conformación;
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'- .219 J
2. 0 La aptitud para las maniobras de fuerza.
Para los conductores de las baterías montadas y para los
conductores sirvientes de las baterías á caballo:
1.0 La aptitud para la equitación como para la caballería;
2.0 La aptitud para las :naniobra de fuerza.
Para todos los artilleros sirvientes :
Una agudez visual que se aproxime tanto como sea posible á
Ja normal, por lo menos para uno de los dos ojos.
lNGENIERIA-La aptitud para e 1 servicio de ingeniería comprende:
1.0 La aptitu:l física necesaria pan. la infantería, sobre todo
.desde el punto d~ vista de la marcha; ·
2.0 La aptitud para las maniobras de fuerza;
3. 0 La aptitud para distinguir claramente el verde del rojo,
para los hombres del regimiento de ferrocarrileros, los pontoneros
y los telegrafistas.
=- - Variedades
PEREGRIN ACION DE ALPHA
1
POR }lA. 'UE.L ANC17.AR
Continúa
Después de estos sucesos, y con la muerte subsiguiente del
anciano príncipe, abatido por la pesadumbre de su deshonra, de
hecho quedó disuelta la Confederación de Hunzahúa, pues el último
jefe Quimuinzaque, no sólo fu e despojado de u capital el 6
de Ago to de 1539, para fundar allí mismo la actual ciudad de
Tunja, sino mi erablemente asesinado por Hern:in Pérez de Quesada,
con los principales Uzaques, á los cuatro años de un reinado
aparente y oscuro. La multitud de indios que poblaba el territorio
muchas legua á la redonda de Tunja, fue presa de los conquistadores,
que bajo el título ue encomiendas, los redujeron á la
esclavitud, sacándoles tributos arbitrario en que hadan consistir
la renta de sus casas. Al cebo de esta \'ida regalada y ociosa,
cual convenía á hidalgos españoles, acudieron los principales compañeros
de Quesada, Federmán y Benalcázar, y se avecindaron
en Tunja, labrando casas costosas, cuyas portadas sembraron de
escudos de armas "para eternizar su fama en la posteridad,"
según cándidamente. lo afirmaba Juan de Castellanos, primer Cura
y Cronista de la encopetada ciudad; la cual, no obstante todo
aquello, progresó tan poco, que ciento cincuenta años después de
fundada no contaba más de 500 vecinos españoles: como si la
sangre j¡,ocente de Quimuinzaque y sus deudos, regada en Jo¡
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Boletín Militar de Colombia
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recién abiertos cimientos de la villa española, hubiese traído sobre
ella la esterilidad y sembrado el germen de su decadencia y ruina
inevitables.
Vivió y creció Tunja nutrida con la sustancia de los indios,
que rápidamente se fueron acabando, sucediéndoles en la idea de
mantener la ciudad, los numerosos conventos que se levantaron,
enriquecidos por las donaciones llegadas de todas partes, los monopolios
y sueldos de los empleados bajo el régimen colonial, y
las pequeñas industrias desdeñadas por los hidalgos. De repente
'fino la Revolución de I8IO, que trajo por necesidad la República,
y ésta un orden de cosas político y económico totalmente contrario
al régimen antiguo. La existencia de una aristocracia española,
cimentada en la opresión y despojo de los indios, se hizo imposible
y quedó abolida; la existencia de los conventos continuó tolerada,
mas no favorecida, por cuznto ellos fueron desde aquella
fecha un anacronismo; la existencia de los monopolios cesó tam-bién
...... ¿Qué le ha quedado, pues, á Tunja, ciudad sin artes, sin
agricultura, sin comercio propiamente dichos?
Yendo por el camino que traspone la colina del Oriente y
deja á mano derecha el pueblo de Chil>atá y á la izquierda el de
Soracá, se llega al punto en que desde lo alto se ve la ciudad
media legua distante, y en el promedio el valle margoso, árido y
desgarrado, cual si acabara de ser lavado por torrentes irr.pctuosos
que lo hubiesen roto en grietas, llevándose la vegetación y el
suelo cultivable. Arrimada á los cerros de Occidente alza Tunja
las torres de sus numerosos templos y los ennegrecidos tejados de
sus casas. Contemporánea <.le Vélez, tercera de las ciudades castellanas
fundadas en el paí · de los Chibchas, lo~ nños han pasado
silenciosos por encima de ella, han encontrado generaciones sucesivas
en la misma inmovilidad de háLitos y costumbres, y han
añadido marcas de Yejez sobre las marcas que pusieron los siglos
ya olvidados, y que intactas atestiguaban cómo los tiempos modernos
no habían llevado por allí sus inno,·aciones. Tunja es para
el granadino un objeto de respeto, monumento de la conqui::.ta y
sus consecuencias, que es la edad media de nuestro país, y una
especie de osario de las antiguas ideas de Castilla, esculpidas y
conmemoradas en las lápidas de complicados blasones, puestas
sobre las portadas de las casas, 6 viviendo todavía dentro de los
conventos, es decir, fuera del siglo y extrañas á todo comercio
hu"llano, con el cual han cesado de armonizar; mansión de hidalgos
á quienes la Revolución republicana cogió de improviso, y la
aplaudieron sin echar de ver que les traía el final político de los
privilegios, y el término social de las ejecutorias.
El aspecto material de la ciudad es silencioso y húmedo; las
calles torcidas, mal empedradas, y por lo general cubiertas con
la pequeña yerba que anuncia falta de tráfico y movimiento, como
el no haber puentes ni camino bien transitable para entrar al
poblado, indica la total ausencia de policía y buen gobierno. Las
mujeres pobres visten saya y mantilla de bayeta oscura, llevan
sombrero y andan embozadas, lo que les da el aire de frailes
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Botetín Militar de Colombia
'- 22 I --'
franciscanos; los artesanos y jornaleros no abandonan las pesadas
ruanas que les embarazan los moYimientos, ñi han dejado aquel
exterior abatido que en los tiempos coloniales revelaba el menosprecio
en que eran tenidos. En compensación, las gentes acomodadas
demuestran gusto y aseo en el vestido y las habitaciones,
particularmente las damas, que son bellas, agraciadas y de una
elegancia señoril sin afectación ni quijotería, candoro~as y en
extremo sensibles para las afecciones domésticas.
Por los restos de la antigua riqueza conservados en las iglesias,
se conoce que los tunjanos amaban las artes liberales, y
tenían tacto para juzgar y apreciar sus buenas obras. Lo primero
que en esta materia repara el transeúnte es la portada de la
iglesia mayor, exquisitamente labrada en piedra, hermosa y noble
en el conjunto. Compónese de dos columnas extraídas con primorosos
capiteles dóricos, que sustentan una cornisa de labor acabada,
y flanqueadas por dos pilastras que terminan el revestimiento de
piedras sillares y resguardan las inscripciones latinas, casi indescifrables
por las embrolladas abreviaturas del estilo pastrano en
que fueron escritas ; corona:-1 la obra tres perfectas estatuas de
mármol común oscuro, que en cierta manera templan con su severidad
el lujo de tallados y altos relieYes del resto; flor espléndida
que ha brotado en un viejo paredón rústico, parece esta portada
sobrepuesta al muro de la fachada del templo, junto á la
bárbara y pesada torre, no siendo menester traducir las inscripciones,
para comprender que aquella joya de arquitectura Yino de
países más cultos, puesto que no acertaron á rodearla de construcciones
que armonizaran cun ella, ó la hubiesen dejado aislada,
sin el ruin vecindario de masas de ladrillo toscas y desmañadas.
En lo interior es la iglesia sólida, espaciosa y levantada en arquerías
ojivas. Ocupa la testera un vasto altar mayor, recarg-ado de
estatuas de estuco hastante buenas, especialmente las de los camarines
laterales; en lo demás no hay una sola cosa de mérito,
sino figurones ridfculos, ó grupos tan absurdos como el de un altar
en que un fiero y colosal soldado de Judea, recibe directamente
el incienso del sacerdote, mientras Jesucri~to yace postrado y
eclipsado á los pies de su verdugo ; disparate repugnante y mentira
de bulto, fabricada para perpetuar el odio á los judíos, cuando
el fanatismo y la intoleranria eran las únicas virtudes que se pedían
al pueblo.
Guarda el convento de Santo Domingo dos prendas de que se
envanece : la una es la estatua de uno de los judíos que hubieron
de intervenir en la Crucifixión, y la otra es la Capilla del Rosario.
Sobre la primera no me atrevo á decir cosa alguna, por cuanto
pertenece al gremio de las reputaciones tradicionales, en que todos
se ponen de acuerdo por rutina ó por bien parecer, y el que se
atreviera á disentir, padecería bajo el poder de tanto amor propio
lastimado, como contra él se levan:aría para anonadarlo ; acerca
de la Capilla diré que es una obra maestra, en cuya contemplaci6n
he pasado enteras las horas, admirando lo que put::den la fe
y la devoción sincera, y la vida con que son capaces de animar la
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Boletín ~1i!itar de Colombia
'- 223 _J
¿Quién fue el ingenio superior que supo modelar en estuco
hasta los sentimientos más delicados del espíritu? Busqué, y en el
reverso de un pliegue del ropaje leí: " 1605," pero el nombre del
autor estaba borrado.-¡ Cuán efímera es la gloria civil! Dos siglos
y medio habían pasado : la estatua se conservaba desfigurada
con enaguas y camisa de zaraza, por el pecaminoso rubor de unas
beatas: el nombre del artista había sido rayado, y su recordación
aniquilada por la estólida mano de algún aprendiz de sacristán!
Tiene Tunja 5,ooo habitantes, y de; ellos 237 moran en los
cuatro conventos, siendo 162 las mujeres así encerradas. Calculando
que sean 13 los sacerdotes secular s, resultan 250 personas,
6 el 5 por 100 de la población, Yivi ndo del culto, lo que en ninguna
otra ciudad de la República sucede, y de donde se colige lo difícil
que será ganar allí la ubsistencia, pue~to que la vida conventual
es un ofic!o, y el sesgo que habrán tomado las ideas en materia
de religión para hacerlas productivas, munclanamente hablando.
Aseguran que el Obispo electo de Boyacá es persona de claro
entendimiento é ideas e nas, en cuyo caso hallará muchos retoños
y ramas chupadoras que podar en el á.rb::>l del Cri tianismo dentro
de la nueva Diócesis, y al mismo tiempo muchas proclu-.:ciones que
salvar de necia destrucción en pintura y escultura: afortunadamente
la gente es dócil, y una per~ona de autoridad é ilustración
puede hacer grandes y exten a n·formas n la moral popular, en
el culto e. ·terno y .n los encargado de manten rlo puro y desinteresado.
Entre los monumentos antiguos es digno de m ncionarse un
edificio frontt~ro á las casas que fu ron del Ayuntamiento, notable
por la torrecilla que e levanta sobre la <::s uina. I• s la ca ·a que
labró Gómcz de Cifuent s, conqui~taclor seña ad y .. ncom ndero
de Paipa, quien men.: ció por us servicio· qu F Ji¡ e 11 le permitiera
poner sus armas enfrente de las R ales que adornalJan el
Ayuntamiento; sobre Jo cual h b p1 ito reñido, n que el buen
hidalgo invirtió algunos ducado" e.·traf s d(,! la. sangre y sudor
de lo indios d Paipa, pero se salió con la ·uya ...... y hoy la or-gullosa
torrecilla e tá desmantelada, los apo entos y el estrado
VdCÍos y ruinoso , la e tirpe e ncluída: tan solo ha. quedado la vanidad
petrificada en el e cuelo de armas.
En clase de rarezas naturales, s· enunw .. an trc á los alrededores
de la ciudad: el Pozo de DL nato, lo~ Cüjines y la fut nte
perenne que sumini tra copio o caudal de agua tibia. l..._ra el primero
una cavidad cilín ]rica de gran diámetro, muy pt·ofunda y
llena en parte el ag-ua. "Los Hunzas tenían una tradición ridícula
á la par que vul,. ar respe to de la formación de este pozo. La
madre de Hunzahúa, el ·cían, irritada ontra su hija por una grave
falta de honestidad, le tiró con la sana> f!Ut' r-s el m.:ng-o de madera
que sirve para revolver la chid1a, y habiéndose escondido la
joven detrás de la g-acha (tinajón), recibió é:::.ta el golpe, con lo
que se quebró, formándcsc de la chicha derramada en la tierra
un pozo, aunque desgraciadamente para los aficionados el líquido
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\..._ 224 .....)
.se convirtió en agua., • Después se rugió que cuando el saqueo
de Hunza habían los indios arrojado en este pozo los tesoros del
Zaque; y no faltó un cándido, Ila m a do Do nato, que creyera la
conseja al pie de la letra, y consumiera su haber escarbando el
pozo, sin otro fruto que contribuír á cegarlo y dejarle impuesto su
glorioso nombre.
Dan el de Cojines á unos círculos tallados en relieve sobre
la viva laja desnuda de tierra en la colina del Occidente. Son dos,
juntos, de ocho decímetros de diámetro y cuatro de altura, perfectamente
trazados y labrados al parecer con instrumento metálico.
La superficie está dividida por un diámetro tirado de N. á S.,
y la mitad occidental cortada en plano inclinado del centro hacia
afuera, como si hubieran querido facilitar el arrodillarse allí mirando
al Oriente. En lo restante de la gran baldosa natural, que
es de arenisca ferruginosa, no se halla señal de otra obra, de modo
que los co;ines solos están en aquel paraje desafiando las conjeturas
de nuestros anticuarios, sin arbitrio de ser auxiliados por tradición
alguna, pues no hay memoria del origen ni uso de estas piedras.
El Sr. Manuel V élez, diligente indagador de nuestras anti¡¡;üedades
y poseedor de un precioso museo de ellas, juzga que ]os cojines
son restos de un adoratorio; opinión que parece confirmada
por los trabajos geográficos recientes, de los cuales resulta que
una persona puesta de rodillas sobre el plano inclinado de dichas
piedras, queda perfectamente orientada mirando hacia Sogamoso,
asiento del Templo máximo y morada de los Pontífices sucesores
de Nenqueteba, á quienes debían los Zaques la fundación de su
imperio. Con este nuevo dato dejaremos el asunto á la consideración
de investigadores competentes. ~
Dentro de un solar comprendido en los últimos de la ciudad,
nace con fuerza un chorro de agua que sale á 2 1° centígrados de
temperatura constante, siendo la media de la atmósfera 18°, y la
altura sobre el nivel del mar ~,793 metros. En toda estación brota
la misma cantidad de agua, siempre clara, lo que haría inferir
desde luego que viene de lo profundo, si no se presentaran á ratos
hojas y frutas de roble, para indicar que el origen se halla no
solamente á la superficie, sino en alturas de páramo, puesto que
en otros lugares no hay robles cerca de Tunja. Tal vez proviene
del desagüe subterráneo del lago de Tota, mezclado en su tránsito
con aguas hirvientes, ó acaso nace de la grande y semivolcánica
serranía del Oriente, que, en mi concepto, es la hornilla
de los gigantescos laboratorios de Paipa y sus correspondientes
de Issa. Lo cierto es que suministran agua para baños deliciosos,
construídos á propósito y á disposición del público, pagándose una
pequeñez por el uso de los estanques prim~ros, seguidos de otro
grande,. á disposición de los que no quieran ó no puedan pagar
nada.
c~nlmfÍtl
]O.A.QufN AcoST.A.. Conq•ista y coloniución de la Naen Granada.
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Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año VII Serie IV Tomo I N. 7", -:-, 1903. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691209/), el día 2025-07-09.