Saltar navegación e ir al contenido principal
Biblioteca digital de Bogotá
Logo BibloRed
Saltar el buscador

Esta ingresando al contenido principal

  • Fotografías

Funeral de las víctimas de la catástrofe aérea en el Campo Santa Ana. Foto 3

CONTENIDO DE LIBRE ACCESO

Este contenido es de libre acceso. Solo haz clic en el siguiente botón.

Ir a este contenido
  • Autor
  • Año de publicación 1938
  • Idioma Español
Descripción
Citación recomendada (normas APA)
Gumersindo Cuéllar Jiménez, "Funeral de las víctimas de la catástrofe aérea en el Campo Santa Ana. Foto 3", Bogotá (Colombia):-, 1938. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2087825/), el día 2025-07-21.

Contenidos relacionados

Imagen de apoyo de  Bogotá contada

Bogotá contada

Por: Antonio (editor) García Ángel | Fecha: 2013

El programa "Bogotá contada" invita a escritores de diferentes países a que estén unos días en la ciudad, la recorran, la investiguen y participen en algunas actividades de promoción de lectura en bibliotecas, instituciones, librerías y universidades. Luego cada uno de ellos entrega un texto que se recopila anualmente en un volumen de Bogotá contada. En esta primera edición 12 autores extranjeros y 3 autores colombianos escribieron sobre la ciudad que conocieron en el año 2013
  • Temas:
  • Cuento
  • Ciencias sociales
  • Otros

Compartir este contenido

Bogotá contada

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

Imagen de apoyo de  "Yo, maestra", Sandra Báez y los estudios de las emociones

"Yo, maestra", Sandra Báez y los estudios de las emociones

Por: | Fecha: 31/05/1864

El. CA L!OI.ICO. 1 1 !PlEffiil®LIDil@® rn>rn~~m:m &.LID® /á ITa& LIDrn~rn~~&). LID m ITa& ffirnJ.JnilJJil®~ a TRIM. I. AÑO II. Bogota, 31 de mayo de 1864, NUMERO 52. IMPRENTA CONSTITUCIONAL. Se ha traslad3do a un local espacioso, situa­do en la calle del CHORRO DEL FiscAL, casa núrncrtl 14, (a media cuadra de distanc.ia de la. calle de la Carrera). El empresano, se hace cargo de toda clase de obras, ofreciendo, puntualidad, elegancia i precios módicos. ¡p !!J!]j !6J:t~ il. ~ [l(/)¡j{f!Jl ~~ ~ Por dos pesos sencillos por trimestre, reci· birán los suscritores, "El Conservador," el "Boletín del Comercio," i la t: Semana Li­ter;:~ ria." Tambien se reciben suscriciones al "Cató­lico,'' a un fuerte veinte centavos por trimes· tre i al " Bogotano " a fuerte. Bogotá, 30 de mayo de 1864. Cartajen!l, 29 de marzo de 1864. AL SEñOR SECRETARIO DEL INTERIOR 1 RRLACIONES EsTERIORES DEL GoBIERNO JENERAL DE CoLOMBIA. Por el correo que llegó a ésta ciudad el dia 24 del mes en que estamos, he recibido el oficio de U. fechado en Tulcan el 20 de diciembre del año último, en que me dice, que el Poder Ejecutivo ha resuelto, que permanezca yo en el lugar de mi prim1tivo confinami~nto o que se me espedirá p:-tsaporte para saltr. fuera ~e la República. En tan dura alternatiVa esCOJO lo segundo; pero me permito hacer algunas observaciones, que le ruego a U. ponga en co­nocimiento del ciudadano Presidente, i son las siguientes : Hoi no hai Jei alguna quo imponga la pena · de confinamiento a los Ministros del culto, i se­ria ilegal que yo lo sufriera en calidad de tal. Ma~, supouiendo que hubiera esa lei, no me comprendería a mí ni a ninguno de los Minis · tros que nos hemos resistirlo a prestar el jl!ra­mento que dispone el artículo 1.0 de la ICI de 23 de abril sobre "Policía en materia de los cultos,'' por'lue ésta resistencia ha sido a obe­decer todo lo que sea contrario a las doctrinas, a los derechos, i a la libertad e independencia de la Iglesia, obediencia a que no. po~iam?s someternos sin gravar nuestra concienCia, sm hacernos reos delante de Dios i de la Iglesia misma, i sin faltar a otro juramento que hici­mos al ser elevados a la dignidad ::iel sacerdo · cio. Esto fué lo que hizo que el inmortal Ar­zobispo Mosquera i todo el episcopado gr.anl\­dino1 en el año ;3 - 1 c15·1, ): rcÚilen el ostraclSill'J a. la apostasía lju que hu hiera ca ido, sometién­dose a disposiciones ménos hostiles al Catoli­cismo, que las que se exijen hoi a los Minis­tros; i esto es lo que obligó, en la época que atravesamos, a todo el episcopado de Colombia, incluso el Ilustrísimo señor Tórres Obispo de Popayan, junto con la mayoría del. Clero, a protestar contra los decretos de '' tuicion i desamortizacion de bienes de manos muer­tas.~' Ni se diga por esto~ que nos revela­mos contra la soberanía de la Nacion, o que pretendemos hacernos superiores a ella- l\ o, nosotros somos los primeros en obedecer i pre· dicar a los pueblos que obedezcan la Constitu- . cion i las leyes en todo lo que no sea contrario 1 a la Rclijion santa que profesamos, i que pro· ~ fesa sinó la totalidad, sí una inmensa mayoría :~ de la misma N acion, i acatamos i respetamos ~ a todas las autoridades constituidas. 'j N o creo tampoco, señor, que sin razon deba- ll mos ser espulsados de nuestra patria, ni per- lt manecer por roDas tiempo lolil Pasto:es sep~r~- ~ dos de nuestras iócesis con gravísimo per.JU.l- 1 cio de los pueblos en sus intereses espirituales i sociales; i fundado en estas razones es q ue,en uso de la l1bertad i de las garatías qno teng> Esas ideas que trajeron consigo todos Jos fut·o­res demagójicos que hioieron estremecer la Eut·opa i produjeron la revolucion de 1789 en Francia, la de los paisanos de Alemania, la que encabezó Cl'Omwel en Inglaterra, etc, esas ideas, decimos, son las mismas (fUe proclujet·on en los países re- 1 jidos por Gobiernos absolutos, los pretendidos derechos de regaifa que están encarnados en la Jei ele 17 de este mes. Pero los Gobiernos que se arrogaron esos derechos, eran siquiera católicos, i el'a en vil·tud de sedo que quedan tener injeren- 1 cía en los asuntos relijiosos, porque, como mui bien dice el señot· Manuel Dolores Camacho en el numero 52 de «El Caucano,)) ) Este documento en que el ajente de Pío VII se atreve a hacet• decLll'nciones tan formales, prueba de un modo indudable que el Papa se habl'ia en­tendido perfectamente con la Republica; pero desgt·aciadamente el voltel'ianismo estaba ya infil· trándose aquí para malear los efectos de la infle­pendencia que se babia conquistado. Ei señor Leon XII (¡u e, como su antecesor, sa­bia que la Relijion no choca con ningun sistema de Gobierno, pero que la libertad de la Iglesia no debe nunca dejarse vulnerar ; espidió un Breve 1 reprendiendo al Cabildo eclesiástico pot· su con­ducta iiTegulat·, pe1·o aprobando al mismo tiempo las elecciones i promociones hechas i concediendo la facultad de elejil· en adelante los sujetos que se juzgara idóneos para las prebendas vacantes. Como hoi se muestra un empeño fot·mal en per­suadit · al pueblo ignorante de la Nueva Granada 1 de que el Papa es enemigo de la Republica, i que nuestt·a obediencia a él como Jef~ espiritual de los católicos nos constituye en la triste condicion de colonos de un Monarca estt·anjero, no podemos prescindir de copiat· tambien una pequeña parte de la nota que Su Santidad dirijió en 1 de setiem­bre de 1822 al señor Lasso, Obispo de Mérida, contestando a los inf01·mes que este Prelado le ha_bia dirijido en favot· de la Republica : 1 . "Nos, ciertamente, le dice, estamos mui léjos de mezclarnos en aquellos asuntos que pertenecen al sistema político del interes publico, sino que so- 1 lamente estamos cuidadosos pot· la B:elijion,por la Iglesia de Dios que gobernamos, i por Ja salud de las almas, cosas que miran a nuestt·o ministe1'io." El lenguaje del Pontífice romano siempre ha si­do el mismo : la misma su conducta. Ajente de Dios a quien rept·esenta en Ja tiet·t·a, es manso i humi1de i nunca atenta ni puede atentat· contra la soberanía de las Naciones. Si se invoca la libet·tad para combatil· su autol'idad suprema, es porque, pot· una aben·acion inconcebible, o por una refi­nada mala fé, se dá a esa palabra '' libet·tad " una sigpificacion contt·aria a la que tifne. Nunca es 1 mas lib1·e el hombre que cuando cumple los pre- l . ceptos de Dios. N un ca es in as feliz que cuando tiene la aprobacion de sn propia conciencia ; i es una cosa que sorp1·ende en verdad, que se nos quiera hacet· felices a la bayoneta, imponiéndonos deberes que nuestra al m a se resiste a cumplir ; queriendo hacernos cree¡· que somos libt·es cuando sentimos todo el peso de la mas ominosa tit•anfa. Somos soberanos, i no podemos adorar a Dios sino del modo que nos lo pet·miten, llenos de res­tl'icciones. Sigamos En el año de 1822, el Secretario de Re1 aciones Este1·iores dirijió con fecha 2 de agosto una circu­lar a los Obispos, Vical'ios capitulares i Cabildos 1 eclesiástieos de las diócesis de la República, di­ciendoles que el Gobiemo interesado por la con4 set·vacion de la Relijion católica en el país, quería arregla•· los negocios eclesiásticos, e impett'al' de la Santa Sede las g1·acias de que tuviera necesidad, con cuyo objeto se habia enviado ya un comisio­nado cm·ca de Su Santidad~ i concluía : " El Go· bierno hace la especialrecomendacion de que, por medio de oraciones publícas se impet1·e del Pa­dre de las luces, del fundador de lu Iglesia ca­tólica, toda la proteccion necesaria para 1og,·at· un buen resultado en la mision enunciada i en la di­reccion del Estado, pi'Ometiéndose que el Clero de 1 esa diócesis no se apartará nunca de la senda de obediencia a las auto1·idades que hasta ahom ha seguido, i continuará dando el ejemplo que le ha observado el Gobiemo con mucho agt·ado." El seiiot· Gual ct·eia que era neccsa1·io rogar a Dios por la felicidad Jel Estado, i procuraba, hon­radamente, obtener del Jefe de la Iglesia nacional las gracias de que Ct'eia que necesitaba el Gobier­no. Hoi los hombres que se llaman de Estado i defensores de la libertad, no ocurren a esos me­uios que la m01·al sanciona, sino que, r~pudiando a Dios i sin toca'\' con ese Jefe,que es su Represen­tante, sin dignarse siquiera tt·atarlo con las consi­deraciones debidas a su cat·áctet• elevado, dicen : " Nosotros somos el Estado, " i proceden en con­secuencia a hacer todo ]o que les pat·ece, pugne o no con )ajusticia. Lejislan pat·a el pueblo de quie­nes se dicen apoderados, i atacan en sus leyes el mas caro de los intereses de ese pueblo. Esto es lo que se llama progreso. En la gran Colombia, el Gobierno no temía de la fidelidad del Clero, por­que no atacába la fé de ese clero i, por el contra­rio, fundaba en ella el bien de la Republica. Hoi los mandatarios desconfia.n del Clero i quiet·en m a- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 28 EL CATÓLICO. niatarlo, porque rechazan abiertamente la fé del Clei'O i buscan léjos de ella el bien de la República. Hai diferencias esenciales. El 22 de julio de 1824, se pasó por el Con­greso al Podet· Ejecutivo para su sancion la lei de patronato, i como el nrtículo 2. 0 de ella impo­nía a la JJ.epública i al Gobierno el deber, de sos­tener ese derecho i de a·eclama•· de la Silla A pos­tólica que en nada se ''ariase o innovase ot·denan­do al Podet· Ejecutivo que, bajo tal principio cele­brat ·a con Su Santidad un concordato para asegu­ra a· tal prerogativa a la República i evita•· en lo sucesivo quejas i t·eclamaciones, el Pode1· Ejecuti­vo pasó al di a siguiente al Senado una nota en que daba cuenta de todo lo que sobre asuntos ecelsiás­ticos se había hecho en cumplimiento del mandato del Congreso de Cucuta e infot·mando del envío de un comisionado a Roma para arregla•· esos asun­tos pot· medio de un concot·dato. Pea·o como el es­píritu voitel'ianoiba ganando teaTeno i el Jefe del Gobiemo estaba influido poa· hombres no mui ca­tólicos, la leí al fin se sancionó a pesa•· de lo abusi­YO de sus disposiciones i el concordato no se cele· bró. Segun el seiwt· Manuel .Dolores Camacho en e-l númei'O citado de" El Caucano, " esto dependió 1 de qué, " pudiendo ejercerse los Podet·es públi­cos por hombres de diferentes relijiones, i no pu­diendo pretendea·se pot· el que no pertenece a Ja comunion católica, el derecho de intet·ven ; a· en el nombramiento de los Ministros i en el réjimen es­temo de la Iglesia, el Papa, obmndo con pm·fecta justicia, nos reconoció de hecho, pero no quiso ad­quirh · compromisos que lo pl'ivasen de su libertad de accion.'' Sea lo que fuere, el hecho -es que no hubo con· 1 cordato i que, de consiguiente, la República no adquirió los derechos que el Congt·eso de Colombia confesaba en nquelln lei poder adquirir solo pot· concesiones de la Silla Apostólica. Ella rechazó la lei; pero como babia armonía entre las dos potes­tades, el Santo Padre escribió al Jeneral Santander con fecha 20 de febt•et·o de 1827, conviniendo en provee•· las mitras vacantes para ocurrit· a las ne­cesidades espirituales del pueblo colombiano, "cu­yo celo, decía el Papa, en favor de la Iglesia cató­lica i cuyo •·espeto pot· la Santa Silla, le e1·an tan conocidos como gt·atos i satisfactorios." En efecto : inmediatamente despu~s t·ecibió 1 el Gobiei'Do pot· conducto del sr.ñor don Ignacio Tejada, su Ajente en Roma, las bulas para todos los Obispos que babia p•·opuesto. Estos prestat·on jua·amento de oBediencia a tal Gobierno, porque no babia hecho lo que se ha­ce ahora, desconocer i pt·otestar la autoridad del Jefe de la Iglesia i exijir ese juramento como con­dicion sine qua non para podet· ejerce•· su mi­nisterio. El país- era católico como lo es hoi ; pet·o el Gobierno tambien lo era i la Constitucion léjos ne ser atea, declat·aba que el Catolicismo era la única Relijion cuyo culto s.1stenia i mantenía la República. Los hombres verdadet·amente emi- 1 nentes que entónces manejaban la cosa pública, no hacian ostentacion de su filosofía antict·istiana, no insultaban la creencia del pueblo, no mataban la justicia porque la consideraban esencial para In 1 subsistencia gar a llogotá, dió a los Prelados un gran banquete a que concu­lTieron los Seca·etarios de Estado, el Cuerpo diplo­mático i los. Ministros de los Tribunales de justi­cia, i allí, con su acento inspirado, con su voz pe· netrante, dijo: que " siendo la Relijion el funda­mento de la justicia, i ésta el de todos Jos bienes sociales, bl'indaba pot· el Papa como Jefe de la Relijion i por la conset·vacion del Catolicismo en Colombia como base de todos Jos bienes. ' ' Las cosas continuaron asf, hasta que en mala hOI'cl el partido liberal se propuso destruil· la Reli­jion. Entónces los vinculos se rompiet·on i el martirio de las conciencias principió. Los Obis­pos fueron destetTados, el Clero perseguido, los bienes de la Iglesia usurpados, la educacion cat·e­ció de estímulos para la juventud i la político-ma­nía se puso en moda junto con la impiedad. Se empezó a JJamar fnnático al creyente, hipócrita al virtuoso; i confundiendo maliciosamente el título de hipóc1·ita ijesuita, se procu1·ó hechar sobt·e és­ta órden heróica i venerable, todo el ódio de la ig­not•: mcia. El país entró en convulsiones, la sangre conió i la division del mismo partido reformista, dió po1· final resultado la independencia de la Iglesia. ~sta institucion santa que no necesita sino de libertad, prosperó entónces como pa·ospera en todos los pueblos donde se respetan los derechos humanos. En lnglnlet·t·a viYe bajo el Gobierno monárquico constitucional, i en Jos Estados Uni­<. los del Norte bajo el Gobierno mas republicano. El Arzobispo católico en Nue"a York rjet·ce todas sus fum~iones como dependiente ele la autot·idad pontificia, recibe bulns i rescriptos, celebra con­cilios, i ni éste Prelado ni el Arzobispo de Vv es­minster, hacen temea· con esto a aquellos Gobiet·­tlos, que peligre la soberanía nacional, que se turbe la paz pública, i que sea necesario inspec­cionar el culto, privat· de libertad a los creyentes, restrinjit· la autoridad del Papa para salvar esos inconvenientes. Nó, nada de esto; porque Jos pueblos ilustrados comprenden que donde la lei no reconoce a Dios, ni ménos a la Relijion católi­ca, uo puede haber otra inspeccion que la del Có­digo penal para castiga•· todo delito sea cual fue­re el que lo cometa, i la monstruosa lei que vamos combatiendo, establece un Código penal especial pam el Clero de nuestt·a comunion. Ciego enemigo de ella, la persigue sin tregua i la ha quitado la libertad que se había conquistado. Con esa Ji­bertad prosperaba como hemos dicho, i el partido libet·al no es esto lo que quiere sino que desaparez­ca de entt·e nosotros i paa·a ello, contradiciéndo s\ls principios, ha dictado leyes preventivas como Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. l EL CATOLICO~ 29 las de 23 de abl'iJ i la que la ha reemplazado, en que hecha po•· tiena las mismas instituciones que hn dict.:'ldo como fundamentales. En ésta lei impo­ne eón ia mayu1' cal m a la pena de destiel'I'O del país al que no jm·e, i autot·iza a cual. -Se ha hallado ültimamente en Francia una carta curiosa de Napoleon 1. 0 que-no ca· rece de interes en la& actuales circunstancias, i que dice así : " Al señor de Champaguy.-Shoonburnn, 22 frimario, año XIV. "He sabido con profundo dolor que un miem­bro del Instituto, céle~re por sus conocimientos, pero que está ya chocheando, no tiene la pru­dencia de ocultar ciertos principios suyos, 1 sin duda para hacer hablar de sí, escoje medios in­dignos, profesando abiertamente el ateísmo, principio destructor de toda organizacion sro tejer los amores castos i todas las incli­naciones vtrtuosas ? ¿ No es esta su mas bella mision .en el cielo? Oh l si el mito maravilloso oculto bajo esta creencia del pueblo, no es cierto, como yo lo creo cierto, es preciso convenir en que debería serlo ! Los esplritus fríos que no comprenden el encanto de la devocion práctica, me han admirado mucho siempre; el desden por las obras piadosas me parece aun mas incompt·ensible en esas almas vivas i apasio­nadas para quienes la vida positiva no tiene sensacio- 1 nes bastante fuertes, i que se ven obligadas a pedirlas , nuevas incesaptcmente a la imnjinacion i al senti­miento. ¿Qué sou, gran Dios! las hipótesis de la filosofla i de lás cieociast el prestijio de las artes i las invenciones de la poesín, al lado de esa poesla del co­razon que se despierta a las inspiraciones de la Reli­jion, i que trasporta el pensamiento a una reJion de ideas sublimes en que todo es prodijio, i en que, sin em­bargo, todo es verdad? Es preciso creer, sin duda. pero lo que es pr('ciso creet· es mil veces mas proba­ble, mil veces mas facil de creer, si me es permitido comparar cosas tan estrañas, que todo lo que es ne­cesario creer tn las relaciones comunes de la vida so­cial, para so¡.wrtarla sin amargura i sin disgusto. Examinemos al cabo de algunos años las sensaciones de que hemos gozado con mas delicia, i no encontra­remos tal vez una que no sea un error i una mentira; las ilusiones que hemos gustado, considerándolas co­mo ilusiones, no eran mas falsas, ai ! JJUe las que he­mos tomado por realidades. I desdeñamos la Relijion, 1 tan fecunda en alegdas inefables, en consuelos, en esperanzas, la Relijion lJUe todavía seria la dicha mas pura i completa de la humanidad, aunque no fuese si­no una ilusion ! esta al ménos no traería consigo las angusttas del desencanto i del pesar ! El desengaño no estaria en la tierra ! ( Continuará ) • IMPRENTA CONSTITUCIONAL. Calle del Chorro del Fiscal, casa numero 14. POR NI COLAS PONTO N. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

Compartir este contenido

El Católico - N. 52

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

¡Disfruta más de la BDB!

Explora contenidos digitales de forma gratuita, crea tus propias colecciones, colabora y comparte con otros.

Afíliate

Selecciona las Colecciones en las que vas a añadir el contenido

Para consultar los contenidos añadidos busca la opción Tus colecciones en el menú principal o en Mi perfil.

Mis colecciones

Cargando colecciones

Compartir este contenido

Funeral de las víctimas de la catástrofe aérea en el Campo Santa Ana. Foto 3

Copia el enlace o compártelo en redes sociales

¿Eliminar esta reseña?