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SERIE III. ESTADO S. DE ANTIOQUIA. NUM. 36.
'EL C
TERMINA ~ que ningun estudio serio ha venido á ondu-
LA SERIE 111 DE ESTE PERIODICO. ~ recer su carácter Y á dar un temple firme á
\ u corazon; más la verdad, esto á mi juicio
QJ\i MJ{ll~ f01 IV~ ~ó.+" á, ~ a.~~liQI~~ J (le hace muy poca falta, y con tal que scp~
Út~~~ •t f;c; puc to que tiene á
su cargo la noble tar u. de Lacet· la llicha
de los u y os; pue ·to que le es dado pensar
y 8entir ¿para quó necesita de libertad y
para qu6 ha. de dárselo'?
¿ Quó puede hacer de su libertad la huérfana
que ha perdido á los autores de sus
días? A dónde irá sola? Podní. viajar?
¿Podrá presentarse en los salones sin una
compañia re., etact.1 y respetable? Podrá
recibir á us amig o ? Qué hará. pues, de
su libe 'tacl r ( u6 objGto t' euc '? La libt:rtad
completa so llama y debe llamarse aisla·
miento tratándo e de lu mujer, que se mueve
en una esfera muy limitada, esfera de
sentimiento y no de pasioue., é i~tereses
materiales.
La que pierde á su m:1rido á quien ama a,
la pobre viuda, ni estima. su libertad ni hace
tampoco uso alguno de ella.¿ Qu6 hay com·
parable al lazo de flores de unn. uniou feliz?
¿Qué hay en el munuo mas bello que las
dulce alegrías do una uuion legítima, bendecida
de Dios, aprobada por los holllbres,
sancionada por todas las leyes morales, in·
disoluble por lns armonía d€1 alma. y por
las afinidades del espíritu? Y cuando todo
se ha perdido ¿ha y acaso fuerza en el alrua
para tratnr de bu1:1e· rlo de nuevo? ¿Hay
probabilidudcs de h:tli~r1o nuntlue s busque
? ¿ Qu6 es la libertad cu,mdo se ha.
perdido aquel bien inapreciable, ¡u e es tan
raro en la vida, y po · lo minno tan precioso
? Las 'ulgar ,' <.:O<}l etcría ·, los afectos
vulgares ¿podrán licuar ::J.11ucl vacío ?
IV
A un ]a mujer que b:1. que ado li re por
la muerte de. u w· rido c¡uc valía poco, queda
mas oprimida coi sn li crtall 'lue áutes
se halbb~t cor.J su scla ituJ, porque eu el
rni::~wo sufrimiento, llc udo con resio·nacion,
hay siempre eierto con ·uclo, como CO!lpcnsacion
otorgada or el ciclo al dcbct· cum·
plido; pue la. vida sin deberes es una vida.
estéril, triste, mas ti·i te que la que tieno
rudas obligaciones qué llenar.
Es preferible vivir en l llolor á vegetar
sin emociones, sin afectos; es preferible su·
frir á no sentir nada.
Las palabras cleber y sacrificio on incom- ·
prcnsibles para las almas débiles y los espíritus
viciados; más para la organizaciones
escogidas y nobles stán llcuas de encanto,
y en el cumplimiento uel deber en
la abnegacion del sacrificio halbn sublimes
compensaciolies.
¡ Ay e aqu lla que no tiene deberes q1:1é
cumplir! 1\lás ganaría en tenerlos muy ru·
dos! ·
Solo cuando la mujer ha llegado al in·
vieroo de la vida es cuando puede considerarse
un tanto libre, á cost , sin embargo,
de e tar mas aislada. Con lo cabrllos blancos
puede salir, rociLir 6 ir tí, los i:ipecticu·
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EL CON DOR
los, soln, á. su gu to; pero ¡á, cuán subiJo !
pre ·i o habrá. comprado esa independencia! (
La vida acaba donde ter;,u'na el amor, dice (
san Bernardo, y nunca como en la vejez se ¡
~nsín. ius¡ ir:w y sentir afecciones verdade- i
raH y }caítima . l
Amemos los l:lzos u e nos unen al deber 1
y no ambicionemos una liberta.d de que n~ i
sabe mos qu6 u o hn.cc · cuando el alma con- /
serva u santo pudor. Zon.A.IDA.! ,:: .....
EL SUE- O DEL NLi\IO MARINERO. l
( Ycr. ion üet francos). i
I>EDICAnAA :'>fT COJ,AI.O 'ADOR Y A. IIGO A)!ED-ALÍ. ~
J::l'n. 1n. mé(lin. no :he : NI blantlo sueiío ~
~1 ni! mn. ·¡ 1 t'O 'll fin Yacía \
y al soplo el l:t bri . a, suavet'nente (
Sn luunacn . e mecia. ' )
1Al.l'g:t y peno .' n In igili'l babia. \
~.: llH fncry,a n.!:;otaslir.an
J~a · verdes agnas del inmcn.1o occ~~no
Y qnr del i t. ·uf Ji¡r, cahr.iía. '
Ln. ~·i ta an io:a que dir ige ufano ·
:Eljaí'.min v de Hm·es blanquecina~
Qt~ trepa. so.m~ el techo,
E lllflámanle la: parclas golon ;·inas
Con su cantar el conmovido p0cho .
Enaj .nado¡ te 1bloroso, ntrcabre
La puerta. !ll fin; responden á. ns voces
Las \'Oce. d€' U" denrlos, y rüeda
Por su mejilla cá 1di,la, inocente,
Como una p~rla ardicu tt~
La l:lgrima quemante d una madre ·
Y answ~o el viejo padre '
Vuela hácia él y nlJrázale amoro o
En tanto. en dnlc lY' ·o un su labÍo De una vfrgcn al labio can doro, o,
Y con abrazo fraternal y amante
Le oprime contra e seno delirt nte.
~
1
l
•'
~
{
1 ¡
1
~ ¡
l \
~
i
l
1
l
E l cornzon del niiío palpitaba
Con v· olPncia, y el gozo
Gn ardiente ¡ml:5aciott accl raba.;
Todo nf< n, to a pena pareein.
Haber ce. a do on sn sonriente cefío,
Y un murmullo tle di cha y alborozo
Int nnmpió . u sueiío .
-Gracia:, Dio~ mio, e.·clama, !;oy felice,
Pues ¡üatlosa tn mano me bendice!
Má. i qué es aquella llama
Qne ;n mL·adn hiere de r p<>nt ?
i. né o nido es fl.qne!, hondo, imponente
Que sn nlma turba con horror inflama 1
.Ah! e: el rojo fnl~or de los r 1;\n pa(l'os
Qn~ juntan lo .. infi m os n el ei lo· t:>
R1 (lel trueno 1 'rnoor, el e tampitlo
De la e icra el gcmi(lo! '
DeRpit>rlo el niiio salta de su hamaca.
Y Yucb (\ la r.nhi •rla:
H ITul'o , as imií~ 11 ~· J pa mo
Ot'rí'er en tort o ru mir:ul:t ·ert1.!
.Bl Yiento intpotüo ·o en só1~ hra ·fo
Y las olaH con fn ·i,t nrreba.tutlas '
'l'ra?.an , prnlido en clirrecion inci rtn.,
Rnrnho awtroso .alni\ufracr na vio;
Jt,n menndn. asttlla
Lo. mao.. iles n pie ·tl n nl cho arsú
Ya . in . o t~ , la· cnerda incciHliatias ·
Cnal montañas qne rne1a ! i Dó · tá ahora
D tu padre el abr. zo apasionado?
¡, Dó do una lll'l/ r tierna el dnlce llanto
Y aquel do l<~.l.Jio dr~en, beso santo 1
Oh niiío marin ro!
N un ca ya ht m helar hondo, hechice ro,
Re ·titnirá tu hogar tlicha y n•ntura ;
Ya de brar.rs :í mültiplr. \·cintcnas
.En mar ancho y profnn(lo
So porderá tu hcclmrn. !
Tu m ha no habrá qu tn rrcuerdo evoque
'ircuidn. de cipreses y ::una wlas
O que r ,rlima tn. precio. os re<>t/>s
De las on::mtc., despiadadas olat~.
Del mar la. blanca es mma.
Sed. el paño mortuorio
Quo en ·uelva tu cud:íver
Entre su¡¡ pliegues cán didos , en suma
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284 EL CONDOR
Y los vientos nocturnos del invierno
Set·ctn el triste canto
De tu mansion ignota, canto eterno.
En verdes lechos de marina flores
D ·can aráo tns miembros. De tus huesos
Rojo el coral en torno irá creciendo,
E ir~n tus blondos rizos
Hilos da ámbar doquiera entretejiendo.
Del ol el rayo ardiente
Lanzan\ en tu redor vivos destellos,
Y rucse pasarán y aíios y siglos,
Ay! y la onda raudas
Sobre tí rodarán á pesar de ellos!
M. S. TORO.
Medellin, febrero de 1871.
LAS HORAS.
A ?tH AMIGO D. V,
IV
¡ y cuyas innúmeras vo.ces confundidas for·
! man un rumor tan desapacible como el que
f producirían cien tornos en actividad, aglo·
~ merados en un mismo taller.
í ¿N o escucbais el golpe de una campana
~ que con acento solemne extiende su vibra·
l . 1 . ? ', ClOn por e esraciO . .
~ Es la hora del.A.ngelus.
~ Al escucharla, todas las cabezas se des)
cubren, la actividad cesa, y solo se percibe
~un rumorcillo dulce como el murmurio de
~un arroyo ó como el suave susurro del vi en\
to en la espesura. Es que los católicos diri·
{ gen á MARÍA, en voz baja, una ferviente sa(
l . { utac10n.
1
~ ¿Do qué otra manera podemos conside-
\ rar las horas?
V
Obscrvómo las ahora en la cindad. ~ Ellas son astros que aparecieron en el
Sea cual fuere el número de habita.ntes, ~ oriente del misterio y que tendrán su ocaso
ellas tienen qué hacer cou todo~, hablú.ndo- ¡ en el occidente del infinito.
les :i un mismo tiempo y á cada uno eguo ) Son rioH insondables cuyo nacimiento es
u nece idad y gu to, y en su idioma. si es ! el c:'to , que corren imperturbables por un
extra u joro, pue saben todos los idiomas. ~ eterno cauce, y que irán á sepultarse en el
Con esto fin han resuelto dirigir sus ope- ~ océano de los siglos.
raciones desde el ft·óntis de la catedral, en ¡ Son la fuerza motriz del carro que nos
donde tienen un pregonero general con su- l conduce del oscuro antro del no ser á las
batternos en la. mayor parte de las casas y l esplóndidas llanuras de una vida perpetua.
aun en el bolsillo de muchos ciudadanos: l Son los inseparables eslabones de la cael
reloj. i dena del presente que une con sus extre-
Ellas n ben todas las citas que se hacen ( m os el pasado y el futuro,
en la ciudad, sea para una reunion, ó para ~ .
una visita, ó un paseo, ó una festividad &; ~ Hay horas cortas y horas largas, horas
y á cada uno por su turno dan oportuna- ,• tristes y horas alegres, horas dulces y horas
mente el "alerta!" \amargas, horas fdices y horas desgracia-
Saben tambien las obligaciones de todos, l das &.
desde el alto funcionario hasta el niño de l Figurémonos por un momento en medio
escuela¡ y á cada uno le indican el tiempo ¡ de la mas lucida y numerosa concurrencia
en que debe marchar á su respectiva ocu- ) de un teatro. Cada uno de los palcos ostenpacion.
) ta una multitud de bellas, elegantes y si m-
Las horas lo adivinan todo; y no hay co- ) páticas mujeres, las cuales con la variedad
sa, por leve que sea, que escape á. su mira- ¡ de sus trajes, el rosado tinte de sus mejida
perspicaz. ¡ llas y la frescura de su tez, los hacen pare·
Empleados, comerciantes, artesanos, en- ! cer ricos floreros graciosamente esparcidos
tregaos sin cuidado á vuestra labor. Si el ~ en la mesa de un festin.
hambre os invade, las horas lo ::td vertirán á. ) Mirad en uno de esos palcos un jóven de
las cocineras, y preparado el alimento, os \ diez y ocho años, rico, inteligente y hermo·
avisarán á todos á la vez. ( so, cualidades suficientes para. constituir en
~ este momento su felicidad. El condujo del
1\Iirad cómo pululan en la plaza. del mer- ~brazo desde su habitacion á su adorada procado
centenares de personas que en horri- ¡ metida; encantadora señorita cuya belleza
ble confusion se cruzan en todas direcciones, ~ ~ nos abstendrémos de desc1·ibir por no desfi·
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EL CONDOR 285
gurar sus delicadas formas, las que solo pu- ¡ Largas son tambien para el hombre amandiera
delinear con perfeccion el divino pin- ( te y sensible que se halla léjos de su patri~
ce! de Miguel Angel o. Í y de los mas caros objetos de su 'V ida, pa·
Las miradas de todos los concurrentes se ~ dres, esposa, hijos y amigos á quienes desea
dirigen hácia aquella venturosa pareja; y ¡ estrechar contra su corazon.
una multitud de gemelos hábilmente mane- i ¿Quién en el curso de su vida no ha llejados,
traen á la vista los mil ademanes que ) gado á pasar toda una noche en vigilia asísellos
hacen en su erótica conversacion. ( tiendo á un moribundo? Mirad en uno de
¿Qué pasará en el fondo de aquellos co· ~ los extremos de la sala contigua á. la pieza
razones? i del enfermo, colocada sobre una mesa, una
Bien claro lo dicen la sonrisa de sus la- ) lámpara cuya escasa y vacilante luz apónas
bios, el centelleo de sus miradas y la anima- ) deja p~rcibir los objetos que hay en su reoion
y alegría que retozan en su exterior. } dedor. Estos son algunos frascos, vasos y
Pero fijemos nuestra atencion en el esce .. i botellas; y pisada con una de éstas, la. últi·
nario, pues la ópera ha principiado ya. ~ ma fórmula que el módico escribió. Reina
¡Qué dulcemente hieren los oidos las va .. ~ en aqu ella estancia un silencio sepulcral; y
riadas armonías de una hermosa partitura ) en modio de esa calma misteriosa, el alma
de Donizzetti 1 ¡ se rec oge dentro de sí misma y flotan ideas
¡Con qué delicia llega hasta el fondo del ¡ á millares en el inmenso mar del pensaa1ma
el canto de una linda muj er que, ora ~ miento. Solo se escucha del lado de afuera.
recorre con facilidad la escala de graves á ( el choque de las hojas agitadas por el vi en·
sobreagudos, ora varia las notas con rapi· i to de la noche; y adentro, el pau ado golpe
dez, om dil ta. su meliflu a voz hasta arran- ~ de la pénd ola del reloj, golpe que penetra
car un aplau so general, mirando caer á us ~ ha s ta el fondo del corazon como una punpiés
una lluvia de gruesos ramill etes de flo- \ zante espina; y luego unos cuántos campa·
res! ¡ nazos, señal de que ha llegado la hora de
¿ Sabeis lo que es la mú sica para un en a- ( preparar la pocion.
morado? Lo que es el gas para un globo ~ Largas, muy largas son aquellas horas; y
aerostático: á su influjo so va elevando me- ~ tristes , muy tristes son las emocione que se
cid o suavemente por el viento de las ilusio · ¡ experimentan en aquella morada del dolor 1
nes hasta perderse en una region dcscono- \ En fin, para todo el que sufre moral y fí.
cicla. Esta region es para los enamorados :: sicamente y para el que espera, son interel
delirio, la embriaguez. __ • ( min ables las horas porque ellas prolongan
Para estos dichosos amantes son cortas ¡ su agonía.
las horas, y tanto, que á su pesar se escapan ~
como una exhalacion fugaz. )
( CotJtinua1'á).
RICARDO LóPBZ c.
Tambien nos parecen cortas las horas que ~
pasaron ya. {
A. MI AMIGO Preguntad al octogenario si se siente fas- {
tidiado de vivir, y si le han parecido muy 1 DON CASTOR MARIA JARAMILLO.
largos los años que vió pasar, y os \-espon- \
derá que á pesar de sus padecimientos y {
vejez ama la vida, y que solo son para él ~
una ligera sombra, un rápldo relámpago las {
horas que deja atras. ~
Y al contrario, al prisionero que gime en {
el fondo de un oscuro calabozo, condenado )
á permanecer allí por largo tiempo, las ho- ~
ras le parecen eternas, porque él cuenta con (
anheloso afan los minutos y aun los instan· l
tes, creyendo en su desesperacion que no ~
llegará jamas el deseado momento de su li- {
bel'tad. ~
Me da fiebre intermitente
Y hasta me duelen los huesos
Al soltar los siete pesos
De nuestra cuenta pendiente.
i Cómo fuf tan imprudente,
Tan e ·túpido, tan .... toclo
Que me puse de ese modo
Para que usted me explotara 1
¡Quién diablos lo imaginara!
Sin duda yo estaba beodo.
Bnsartarms unos botines,
Dizque botines franceses ,
Que me han hecho ochenLa veces
Ver diablos y querubines,
Porque los tales patines
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286 EL CONDOR
Como c:1ja de tnn,lc-ntos
Van .·uhiendo por mom ntos
'l'ritn!'iludom los })ié · ....
¡Si a. f : el g nio t'ranc ,
10n los pm. in nos me avimto!
Y o he caminado Castor,
Siempre, pa~o ca:t 11an ,
Y con ello: por mi honor,
No muevo pata ni mano;
Por tnl rnr.ou o· prnsinno
(L:t xcrp ion en 1 et el! in)
J>orqn , homhre, . i rn un botín
.1. ·os aco an de c.· modo,
Pue · on Lolin •. y tor
Vamos cí. c·;rrnaz;u: t>ll hin.
Y pienso, porque clt,ensar
Es tan libr como el viento,
Qu tal · z cú nn 1 10mellto
Qn .tu ro en cnlmn L tn:nk,
]\tu: l>icn. e ptHlo acorclar
De qll • ust ·d Il<' · 1aha (.>.·cepLo
D t ra bn,iat·: · , 1 efpr.to
IJt <'nvió ar¡nella mPrcancía
J>a ra YE'I' • i n: ~uia
A la .i!'ran ia <.e:aC ctos.
Y m; valicut1. armntla.,
Y de rtnc Lieno llnmillndas
La· :1~nilas im¡H'rial 'S.
Y todo, todo ¡ )jos .. ant.o!
Por ·u: 111alílor, que ni nn mome1 to
Goce u ~ el de horas cr nas.
Y á íOS os pi o, Dios mio,
Con la m1 · ¡niQfnnda f ,
Que ni pedir n:tor cnfó
J~l ·afé le traigan frío:
Que si á. baiiars ra a.lrio
J¡o ncnentr 11 no de lodo ;
Que ·e dé un golpe en ol codo¡
Se h1anc¡née . n guachru·nfn;
Y . i quirr una. 1 lUclwcha.
Lo m: ro c~Jla. de mal modo .
Qne :e le noje 1 caballo
Si ha dP. snlil· a paseo,
Y que le griten"¡ Qné fpo!"
uancl t-~e la:time nn callo.
QuP. Je J'('!J'alrn 1111 gallo,
Que lo >lijan do jnrado,
QnC' sc:t apnn e oblirrn.rlo
J) todas b.s cnntarillns,
One le m u str us 1Ptrillas
U11 p P!a:Lro cnrtmoraue' 1 o podia
ni n.uu ora.r.
¿ ón llo e ta.bn., pnc , su refugio?
Por últim'o G iulio no p'l o ..:o orhr tal
e tado; dejó ura cortar c:;tc horrible mal 1'crcsa se
impuso an deber. Comprendió este deber
y ólle volvió la cspernnzn. Por otra parte,
este deber exi stiu. al mismo tiempo que la
causa que hacia que ella am·1se lu. vida.
Debía olameute dejar lt~ Italia, 6 ir á
E paña y á América.
Quiso ver á Giulio pn. ·a comu icarle su
plan. Era nece sario que la acompañase , aun·
que de pues si a í lo qucria, la ab:..ndonas e.
Pero G iulio se evadía á todas las tentativa
hechas para ve rl e. Al.fiu, Tf!resa no
titubeó, y organizó la huida, para. ' la sola.
Cuando todo e~t:lbn pro'lto, Yolvió una
tarde al mom ento de b; b 11diu' on ú la igle·
si a ucl mouustc rio t1 Giuliu.
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288 EL CONDOR
Envuelta en un largo velo negro, ocul- ¡ ternecer y lloró tambien sobre la frente de
t~se Teresa detras de uno de los ma.cizos ) Ter~sa quien le arrastraba hácia la puerta
P.tlares de 1~ nave, y esperó con una I?d~- ¡ del Jardin. La barca estaba pronta! Un
ctble angust1a el momento en que Gmho ¡momento más y Teresa habría triunfado!
quedaria solo para su mcditacion. . ¡ -N 0 1 dijo Giulio fuera de sí 0 no ue-
Al fin p~só éste delante do ella, sum1do ¡do! Piedad! 'y p
en su dehrw, los brazos cruzados sobre su 1 • • •
pecho y no viendo ninguno do los objetos ~ Pero Teresa InSIStió aún eon mas ardor;
que le rodeaban. De repente presentósele ¡ 1~ puerta estaba abierta ____ Y ya casi ha-
Teresa, quien le detuvo y le habló con esa '1 bian franquead.o el umbral, cu~ndo la ca~·
energía que siempre presta el corazon cuan- ~ P.ana de la captlla tocó los pr1meros mal·
do se encuentra profundamente conmovido. ~ tmcs.
Giulio retrocedió espantado delante del ~ Detó.vose Giulio y tembló. Teresa le en·
precipicio que se abria á sus piés, al oir la \ lazó con sus brazos.
revelacion qu~Teresa 1~ haci~ de su secreto. ~ -Dé jame, exclamó el monje, horroriza·
La desgraCiada tamb1en t~?ta uno como 61! ¡ ~o y perdido. ___ y sacando un puñal que
-Todo está. presto, le diJO ella. } &Iempre llevaba, le hundió en el seno de su
-Jamas 1 ( amada.
-Pues bien; entónces ~1 último ndios \ Teresa cayó bajo este solo ol e sin ue
esta .noc~e á las doce. Tú tienes una llave ( Giulio hiciera nin un movim~nt~.' q
del Jardm del conyento que abre una pucr- { g
ta del lado del m,r, dá.mela y vendré esta ~
noche á decirte amos para siempre. ~ Cuando el dia comenzaba á. despuntar,
Giulio extraviado , sobrecogido , dejó caer 1 el monje miró por largo tiempo el ensa.n ..
la llave en la mano de Tere a y huyó rápi- ! grcntado cuerpo de la. desgraciada. Entón·
damente. ces, con una extraordinaria prontitud le-
Teresa, segura de volver á verlo, so ale- ( vantó el cadáver, y corriendo á la ribera lo
jó con alegría. ) arrojó al mar; volviendo en seguida á la
A média noche, á pesar del terror que la ¡ iglesia donde ya estaba reunida la comunidominaba,
Teresa se dirigió al convento; ~ dad, entró rápidamente con su hábito tinto
atravesó una playa solitarüt, abrió la puer- ~ en sangre y su puñal suspendido á la cintut~
y se encontró en el jardín del monaste- ¡ ra: ~llí fué aprehe.ndido é interrogado;
r10. ~ Gmho contestó refinendo lo sucedido, aun·
Insensata! Su vida, la de su amante, to- 1 que en este momento él se encontraba real ..
do lo ti~ne juga~o á la casualidad! ) mente loco.
No v1ó á nadie: la noche estaba oscura, i Los monjes lo arrastraron al interior del
no había luna, ni una estrella lucia en el ) convento, y no se le volvió á ver jamas.
cielo. Oyó caminar al fin sobre la arena; f
G' 1' ' 1 era m w. ( y b' s· d" 1 . H . Más él no está incierto ha tomado fuer- : - len, tre, 1J.O a rema ortensta.
zas, y las ha tomado en ~n pensamiento in- ~ al emperador ~e Rusia ¿qué os parece el
fernal! ~ mod~ de refenr un drama del gran Napo·
-Qué me quieres? preguntó á Teresa~ leon .
con tono rudo y severo. No puedo, 1to quiero El emperador Alejandro había sido propartir;
déjame y retírate en paz; ruega por fundamente conmovido, así c?mo cada uno
tí y por mí, que yo rogaré tambien por los d.c nosotros, aunque ~a .conoc1am~s la rela·
dos para que Dios nos perdone nuestro de- c1on. El emperadorp1d1ó una copia que lle·
lito. Adios, Teresa, adios pQr la última vez! vó á Petersburgo. Esta hermosa pieza no
Pero Teresa era mas fuerte y rogaba por 1 tenia título, y estuvimos de acuerdo en Ha-el
nombre de otro! í mar la EL DEsTINO.
Arrojóse á sus rodillas, suplicó, lloró, ~ (Traducida para. El Oomlor ).
bañólcon abundante~ y abrasadoras lágri- ~ vv · · ,.········--· - ----------- - ----------- - ~ -- ----- .. , ......
Qla~ aa manos de G1ulio. Este se dejó en· \ IlllPRENTA DEL ESTADo, •
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Citación recomendada (normas APA)
"El Cóndor: periódico literario - N. 36", -:-, 1871. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3683879/), el día 2025-05-11.