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  • Series monográficas

La Política de Seguridad Democrática 2002-2006: efectos socioeconómicos en las áreas rurales

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  • Autor
  • Año de publicación 2013
  • Idioma Español
  • Publicado por Bogotá: Banco de la República
Descripción
Citación recomendada (normas APA)
Gerson Javier Pérez Valbuena, "La Política de Seguridad Democrática 2002-2006: efectos socioeconómicos en las áreas rurales", Colombia:Bogotá: Banco de la República, 2013. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2080346/), el día 2025-11-20.

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Bogotá contada

Por: Antonio (editor) García Ángel | Fecha: 2013

El programa "Bogotá contada" invita a escritores de diferentes países a que estén unos días en la ciudad, la recorran, la investiguen y participen en algunas actividades de promoción de lectura en bibliotecas, instituciones, librerías y universidades. Luego cada uno de ellos entrega un texto que se recopila anualmente en un volumen de Bogotá contada. En esta primera edición 12 autores extranjeros y 3 autores colombianos escribieron sobre la ciudad que conocieron en el año 2013
  • Temas:
  • Cuento
  • Ciencias sociales
  • Otros

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Bogotá contada

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Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 22

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 22

Por: | Fecha: 01/06/1901

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~66 Bolet{tt Jl,fZ:/itar DECRETO NUMERO 605 DE I90I (27 DE MAYO) sobre honores á la memoria del Sr. General MANUEL CA~ADIANCA EJ Viceprcsülenü de la República, encargado del Poder Ejecuiz'vo., CONSIDERANDO 1.0 Que hoy ha fallecido en esta ciudad el Sr. General MA- 111JEL CASABIANCA ; 2.0 Que tan eminente ciudadano estuvo consagrado desde su juventud á la defensa de los principios que forman la base y el es­píritu de las actuales instituciones ; 3. 0 Que en todas nuestras desgraciadas guerras civiles, á par­tir <.le 1 86o, el Gt:neral CASABIAl'CA sirvió con decisión, pericia y bravura singulares, y alcanzó en 1885 el más alto grado de la ca­rrera militar; 4.0 Que en la presente contienda prc ·t6 al Gobierno impor­tantes y señalados sen·icio ·, t:ntt·e los cuales se recu •rda de un modo especial •1 haber . al vado, mecliant . . u prestigio, granel energía, p e rs .ve rancia y acti\"idacl, los r e stos del Ejército vencido en Peralou.so .; 5. 0 Que el General C.~ SABLA .'cA 'l es "mpcñó cargos imp rtan­tcs, e mo los d Gobernador d 1 J) partamento d e l Tolima, n distintas épocas, l\1inistro de G bi .rno y Guerra, Enviado .. xtraor­dinario y ~1inistro Plenipotenciado en Alemania, exhibiendo en ellos gran patriotismo, inteligencia y consagración ; y 6.0 Que recicnt mente de empeñó con acierto, cerca del Go­bierno de los Estado Unidos d... V nezuela, una comisión impor­tante y delicada, DECRETA Art. I . 0 El Gobierno lamenta profundamente el fallecimiento del Sr. General MANUlU. CAS:ABIA1.CA, da público testimonio de gra­titud por los servicios que presl6 á la Patria tan eximio ciudadano, y recomienda · u memoria al respeto y veneración de los colom­bianos. Art. 2.0 Todo los miembros del Ejército llevarán luto por el término de diez días, y se tributarán al finado en toda la Repúbli­ca los demá.s honores que, conforme al Código Militar, correspon­den á los Generales en Jefe en ejt:rcicio de sus funciones. Art. 3. 0 Las exequias del General CASABIANCA, que han de ha­cerce con la mayor solemnidad posible, serán costeadas por el Te­soro público, y concurrirán á ellas el Ejército y las Corporaciones y empleados públicos residentes en la capital. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. lio/et{u 31 i!itar 667 ' Art. 4.0 Un ejemplar de este Decreto será presentado, por medio de una comistón especial del Ministerio de Guerra, á la se­ñora viuda y á los hijos del ilustre difunto. Publíquese. Dado en Bogotá, á 27 de Mayo de 1901. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, GuiLLERMO QUINTERo C.-El Minis­tro de Relaciones Exteriores, ANTONIO JosÉ ORIBE-El Ministro de Instrucción Pública, encargado del Despacho de Hacienda, 11IGUF.L ABADÍA MÉNDEz-El Ministro de Guerra, RAllÓN GoNz.ÁLEZ VALEN­CIA- El Ministro del Tesoro, ENRIQUX REsTaEPO GAR.dA. PROPOSICIÓN APROBADA POR UNANIMIDAD Y.N LA SKSIÓN D:K HOY .El Co11sejo d1 EsladCJ CONSIDERANDO r .0 Que en el día de hoy falleció en esta ciudad el beneméri­to G neral D. MANUEL CASABIANCA; 2. 0 Que el General CASABIANCA prestó á la Patria trascenden­tales servicios, lidiando en los campos de batalla con heroico brío é indomable constancia en defensa de los principios fundamentales del ordt"!n social ; 3. 0 Que la memorable campaña del Norte, cuya decisión tuvo lugar en la jorn.:tda de Palo1legr(), fue dirigida en gran parte por él, con un tino y firmeza propio del patriotismo elevado al ~rado heroico ; y 4.0 Que no sólo en lo militar, ·ino también en lo civil, sirvi6 con decisión y eficacia á u Patria, llKSUF.LVR El Consejo lamenta el fallecimiento del egregio caudillo Ge­neral D. MA~UEL CAsABIANCA, y lo considera como una pérdida irreparable para la República. En señal de duelo el Consejo levanta su sesión ordinaria del presente día. El Consejo asistirá en Corporación á los funerales del ilustre finado ; y copia de esta proposición será enviada á Ja señora viuda del distinguido Genera] CASABIANCA. Bogotá, Mayo 27 de 19e morir toda pa ión que nos haga indignos del héroe, y todos los corazones deben retemplat-se en los sentimien­tos de amor y d concordia, de constancia, desinterés y abn ga­ción que han de conducirnos al pronto tét-mino de la obra en que rindió su vida inmaculada. IIOJ\'ORES AL GENE??AL CASABIA1V~CA Señores: Vengo en representación del Gobierno Nacional á manife~'tar su profundo pesar por el fallecimiento del Sr. General M.a. 'UEL CAsABIANCA, á dar el último adiós á. sus restos mortales á la puerta del campo santo, á echar un puñado de tierra sobre su tumba. La vieja aliada del General CASABIANCA, la muerte : que re­T016 en su torno sin rozarlo siquiera con sus alas ; cuyo hálito he­lado sintió tantas veces junto á sí sin emociones ni estremecimien­tos; á quien desafió en peligros sin cuento; con quien jugó desde la adolescencia; su compañera y su amiga en cien campos de ba­tall. a,-vino ayer á visitarlo á sordas, sigilosa y traidora, sin 1 he- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. .Boletfn Milita1' 6¡r raldo del dolor y de la lenta agonía, sin el aparato que la circun­da en la pelea, sin su cortejo de estruendos y resplandores 1 Estas mismas paredes enlutadas, los muros del recinto de los que fue1·on, esta misma cruz solitaria y sencilla, vieron apiñada aquí mismo la muchedumbre para honrar la memoria de Próspe­ro Pinzón; aún resuenan los ámbitos con las palabras pronuncia­das en alabanza suya. Y hoy vol vemos, atraídos otra vez por un inmenso duelo, congregados por el dolor, á acompañar á. CASA­BIA " ·cA á u última morada! A.mbo , Pinzón y CASABI.\; 'CA, fueron soldados y mantenedo­res de la Causa conservadora; en ella y para ella vivieron ; ella hizo palpitar sus corazoues con fuego inextinguible ; templó sus alma · y f 1 ac .. ro de sus espadas; fue su esperanza y su fe; por ella lucharon sin tregua par·a levantarla si caída ó para mantener­la si triunfant '. El ánimo se amedrenta, e entristece y se angustia al contem­plar los poderosos brazos inertes, mudos para siempre esos dos generosos corazone , divorciados del vigoroso puño los aceros, en­cerradas sas energías en la bre ·edad del sepulcro! P ro causa· como las que sostuvieron los héroes que acal:io de mencionar, no mueren ! Tales causas son tanto más grandes cuanto s meno¡· el número de sus defensores en los tiempos en u e vi \'ieron ; u memoria despertará el sentimiento de la patria allí donde dormita y lo hará resucitar doncle está muerto. El principio conservador que gui6 á los pueblos de Hispano­américa después dt.: u emancipación, está hoy borrado de todas la con tituciones, arroj do del solio, proscrito, Yilipendiado y es­carnecido ele c. ·tremo á e. ·tremo por la extensión del continente. 'ólo aquí en · ·te rincón de tierra, por tantos títulos glorioso y des­graciado, paree haberse r fugiad y vivir con vida poderosa é inten a. li- bi ·rno no per ~ eguidor sino amigo de la Iglesia deJe­sucrist , aunad. con ella para fundar la libertad en el orden, sólo hay uno, el Gobierno de Colombia. C6m y por qué puso Dios sus ojos en este lugar repuesto donde apenas llegan las ondas del movimiento universal; donde los ecos ele la civilización se amortiguan y se pierden en la distan­cia y en el tiempo; por qué d_epositó aquí la semilla y la hizo ger­minar y florecer, y la guardó de los vendavales y tempestades en que en otras partes naufragó, eso lo sabe la Omnisapiencia Di­vina. Pero no puedo dejar de dar expansión en este momento á una idea que me sugiere la magnitud de la lucha suscitada por el triunfo del principio conservador, de los esfuerzos gigantescos, de las hazañas inverosímiles, consumadas para que no sucumba, para que, antes bien, prospere, crezca y se engrandezca en la Patria colombiana: Que así como de su suelo partieron gran número de conquis­tadores españoles á 11evar á cabo el descubrimiento y la conquista del Nuevo Mundo, y más tarde saltó de aquí la chispa, surgió la luz y brotó el fuego de la libertad que redimió la América,-as{ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. B olet{, !Vlztt.ta~ Señores: Ocupo esta tribuna por designación de la Comandancia en jefe del Ejército, y habla á nombre de éste el más oscuro soldado de la República, y por raro contraste, es ante los restos mortales de uno de nuestros más egregios Capitanes. ería inútil tarea la d hacer el recuento de los grandes me­recimientos, de las grandes virtudes, de las hazañas militares que nos dt ja en su hoja de servicios el General M ..... ·u EL CA sABIA. ·cA; él declicl.S su lat·ga vida, sin restricción alguna, al bervicio del país, ya que quien sostiene y defiende las sagradas doctrinas que informan '1 verdadero credo conservador, no solamente trabaja por el bien de un partido, sino por el de la patria colombiana, cuya exi tencia, honra y poderío, están . vinculados al predominio de esos grandes ideal s. ¿,Qué colombiano ignora que en el campo inmortal de Garra­pata, en 1876, fue CASADIA.rcA el asombro de un Ejército de valien­tes ? En esa jornada nuestro dos grandes partidos se di putaron palmo á palmo el terreno, y palmo á palmo la victoria, y CAsA­BIA. CA, al lado de uno de los más viejos caudillo del Partido Con­servador, descolló por u arrojo sin irrual, por su pericia y por los movirni "ntos stt·atégicos que concibió y llevó :1. cabo en aquella batalla. Y J famoso ~'"uerrillero de Gua ca, 1 laur aclo en Garrapa­ta, vuelve á aparecer en el glorio o campo de Cog-ote , br~vo entre lo bravos, arrollando al enemiCYo, v nciéndolo, en lucha ranca y leal, para darle luégo el abrazo de perdón. A í ra CA­AUlA ' .\; terrible con la espada en la mano, uando . eñalaba con t..:lla ~t .,u soldados la trinchera que d bfan tomar: gener o y be-nigno, todo corazón cuandó 1 vencido d mandaba pr t cción y amparo. E propiedad de las almas fuertes, de e as almas pri\'ilcgia­das cr ada. para la lucha, que ante nada retroceden uando bus­can el triunfo de su fe y de su credo, el perdonar con la misma val ntía con que atacan, ajenas al rencor y reñidas lernamente con el odio. 1-fano providencial desbarató las aguerridas huest .s que lu­charon en Pt:1·alonso, en defensti de la Constitución de 1886, y aquel toque de retirada que infundió el pánico en un b.jército for­mado para la victot·ia, fue el toque de a vanee para la masa del Partido Conservador, que ya se había ofreci<.lo en holocausto, por amor á las instituciones pero sin esperanza en el triunfo positivo de las doctrinas que la llevaban al sacrificio. Fue allí, en aquella escena de horror, donde la figura de C SABIA. "CA se destacÓ heroi­ca y salvó al país de una ruina cierta, que naturalmente se des­prendía del aniquilamiento casi total de nuestro Ejército. Mientras en Peralonso se consuma el desastre, CASABIJ\NCA, ro­deado de un grupo de valientes, resiste en El Caz'mzlo todo el em­puje de la revolución victoriosa; vuela luégo á Pamplona, reúne los dispersos batallones, les comunica su ardor, su entusiasmo, su Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 6¡4 Bo/etfn Militar fe, y despué en Soatá organiza ese invencible Ejército que con Pinzón á la cabeza en la hecatombe de Palonegro, dio o-olpe moí­tal al viejo y tenaz enemigo del orden en Colombia. En sínt<::sis: la vida pública del General l\1A~·uEL CAsABL\. CA constituirá brillante página en nuestra Hi toria Patria ; en esa vida, como en todo lo humano, puede echarse de menos la per­fección, pero hay que convenir, porque los hechos a í lo demues­tran, en que hemos perdido un consen·ador sin tacha, un ~;·ran co­razón y un patriota eminente. · Soldados ! Pinzón y CASABIA. ·cA. vuestros amigos en lo~ cam­pamentos, los que os acostumbraron á vencer ó á mori1· n dt~fcnsa de la Religión y de la Patria, han caído como buenos, después de haberlo sacrificado todo en aras de la República. cri ·tia na. Vos­otros tenéis por fuerza que ser imitadores de sus grandes virtude~, de su lealtad y de su amor á la causa santa que estáis llamados á defender en todo tiempo. Llore el ~jército Nacional sobre estas dos tumba sagradas, que esas lágrima , tributo de gratitud y de re peto, tcmplad.n las voluntades de lo. encargados de velar por el reposo público. NOCIONES DE CEO&'RAPIA fi!ILITAR JUAN FRANcisco Po:AoA General de División 'l'EORIA DEl. 7 lt:Rl~ENO Lagi:>s-Lagunas El nombre de lago se aplica genéricamente á todas las peque­ñas acumulaciones de agua que existen en la superficie seca del globo; pero no se puede definir con mucha precisión la palabra, porque hay gran diferencia entre ]os objetos qu suelen reunirse bajo esta denominación. El agua de fuentes ó lluvias, la que pt~ovicne del derretimiento de ]as nieves, no siempre forma arro_yos 6 dos: suele á veces reu­nirse en pequeñas ca vi dad es sin salida, formando charras; p ro en rigor esta voz indica pequeño depósito, hoyo, más bien, que e seca y se llena alternativamente; que las lluvias solas alimentan, y que, por lo tanto, está sometido directamente á la influencia de las esta­ciones. Una charca, por pequeña que sea, desde el momento en que e~tá alimentada de una manera continua por unafuenle, debe tomar ya el nombre de lago 6 laguna .. A veces, sin embargo, un lago sólo es el ensanche del lec/lO 6 euema de un río, que entra por un lado y sale por otro. Cuando Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolet{n Mi!t.tar 675 hay un dique artificial, se llama estanque. Si en lugar de tener orz1las bien limitadas, el agua se extiende sobre una ancha superficie, que apenas cubre, forma, como se ha dicho, un pantano. Los lagos son muy comunes en ciertos países y se encuentran en toda especie de terrenos. Unas veces ocupan depresiones en me­dio de las lla1luras, otras en las cordz1leras desde la base hasta poca distancia de la cumbre: como si las montañas al levantarse hu­bieran dejado vacíos al pie. También se encuentran en los altos valles, formando en general depresiones que un río llena saliendo por el otro lado, como el lago de Ginebra. Los que están precisa­mente en las altas cumbres son siempre pequeños y más bien char­cas 6 lagunas de agua pura, que resultan del derretimiento de las nieves, ó de la cercanía de las 1zeveras y lueleras. Según el diferente modo de "alimentarse," Jos lagos podrían dividirse en cuatro clases : 1 .a Aquellos en que entra y sale un río. Son los más numero­sos y extensos, y or-dinariamente se encuentran en los valles ó lla­nuras cercanos á grandes cordi11eras, cümo el citado de Ginebra, atrave ado por el Ródano. A veces se ensanchan alternativamer,te y se estrechan formando varios dep(ísz'tos 6 cuencas escalonadas, como el de Lucerna cruzado por el Reuss, que tiene tres. En los Alpes, los de Brienz, Thoun, Constanza, etc. En América los grandes lagos Superior, Hurón, Erie y Ontario, parecen no ser otra cosa que las cuencas sucesivas del ancho valle por donde corre el río an Lorenzo. 2.a Lagos que producen ríos sin recibirlos. Quizá los alimen­ten canales subterráneos 6 fuuzlls ocultas y cuando son profundos, puede que les suceda lo que en el sondeo de pozos artesianos, cuando s llega á la capa que se opone á la alida del agua; es decir, que en ciertos casos pueden considerarse como · ~rdad ros pozos arte­sianos, muy en anchados por arriba, y r cibiendo por el fondo el agua que e filtra de terrenos más elevados. Hay vanos en Euro­pa: el que da en Rusia nacimiento al Volg-a, algunos pequeños en los Pirineos y sobre todo los Ojos del Guadiana. 3-a Los que reciben un río sin que salga otro. Lo cual puede suceder, 6 porque las aguas se pierdan por conductos subterráneos, 6 porque la evaporación compense las que van entrando, 6 proba­blemente pol- ambas cau'las á la vez. Los mares Muerto y Caspio son ejemplo. 4·a Lagos en que no entra· ni sale río alguno. Son pocos y pequeños, producidos generalmente por cráteres de volca1us apaga­dos, en que se conserva el agua. Algunos hay en Francia, también en Portugal cerca de Coímbra, etc. Respecto á la composición de sus aguas, los lagos admiten dos divisiones: los de agua dulce y los salados. La de los primeros es su­mamente limpia y pura, porque deposita las materias que tiene en · suspensión, y adquiere por lo tanto gran trasparencia. El agua de los lagos salados tiene próximamente la misma composidón que la del mar, aunque muchos de ellos contienen otras materias. Un he­cho singular se observa en Siberia, al Norte del Mar Caspio, y es la mezcla de p~queños lagos de agua dulce con etros salados. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletin Militar Ríos de tercer orden.-Arroyos, riachuelos, torrentes. Afluen­tes de los de segundo, cortos, estrechos, in afluentes suyos, que deban en rigor llamarse arroyos, sino hilos de agua; que puedan vadearse, atravesar e por un tablón, ó saltarse, quedando secos en verano. Arroyo ~s el agua de un manantial que se ha ca va do un lecho de pequeñas dimensione en longitud, anchura y profundidad, y que corre con más ó menos rapidez. Si la pendiente es fuerte, si el arroyo, generalmente seco, no es alimentado sino de cuando en cuando por las lluvias ó el derretimiento de las nieves, toma el nombre de torrente; si cae de un lugar elevado, el de cascada; si un obstáculo viene á detener sus aguas, que se acumulan ó rebal­c: an, 1 de lago: p~ro i el terreno en que se estancan e plano y .· in pendí nte, el de panla11o, lrampal, lrenudal, atolladero, lodazal. Los autores e empeñan en buscar ignos y caracteres dife­rencial e s entre los torrentes y los dos. 1'o1Tetde es aquel que no corr e en gran cantidad sino durante la tempestades y aguaceros, con crecidas súbitas y violentas, cuyo lecho profundo, quebrado, sin .. w so , con pendiente ¡¡~regular y sujeto á continuas variaciones, for m ·\. n las montañas un perfil de curva más bien convexa que có1 cant, y lle,sado al pie s e tablece sobre un plano más ó menos in cli nado , p e ro siempre con mayor pendiente que el río á que aflu­ye. l.a grava ó cascajo del lornn/c lo componen sólo piedras es­qu inadas ó ancrulo a , tal corno d scienden de la montaña. Los es­trag ·os que lo torren/es ca u · an, dependen mucho de la onenladótt de la montaña en que nac n y de la pequeñas cuencas que los r f! c o ·en, Entre lo · d la mi ma capacidad y pendiente, la que tenga u par d pu tas á la dit· cción d los vientos lluvio o , d eten drá la. nulJe , la o bligará á ~.;ondcn ·a1.. , r cibirá grande eh basc os ó a n~nidas, mientras n la tra _ ólo habrá lluvia re )·u­la J·e y prolon~aclas. El üclw el un torrent al pie de la montaña tiene grandes alt rnativas: St.: eleva, i la cr..,cida · corta; se r - ba j a 'si e · larga. El ltcho de arena, que luégo deja en seco, es lo qu e llama rambla. El Dicci nario de la Acad nía llama tam­bién /orr~nlera á la quebrada ó hendidura, en terreno pendiente, ca . ada po:· la acumulación y avenidas de las aguas llovedizas. To ·rentero <Í la rambla, ramtlJzo, ramblizo, es decir, á la arena que amontonan 1 - forren/es. Raudal á la copia de agua que corre arre­ba adarnente, de! adjetivo raudo, rápido, violent , precipitado. Regala, regalo, rzera, dgola, es el límite extremo en pequeñez de arrqyo ó forren/t. Bajo la denominación genérica de río, se comprende el agua que "corre en todo tiempo," procedente de fuetzles 6 manatzüales perennts, cuyo volumen, más 6 menos considerable, aumenta con las crecidas; pero tiene bastante duración para dar al lecho una pendiente reglada, un régimen 6 estado sensiblemente regular. La pendiente siempre es mucho menor que en el torren/e. EJ lecho con­serva próximamente la misma altura, por larga que sea la crecida, y no e eleva sino ensanchándose. Los guijarros también son más pulidos y redondeados por el movimiento y la rotación. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BtJiet{n Militar Pero varios torrentes reunidos no forman desde luego un rlo. Hay un estado intermedio, que puede extenderse muchas leguas, en que la corriente participa de los caracteres de río y de torrenlt, según se aleja ó se acerca á uno ó otro. En esta materia el cálculo matemático es insuficiente, ó más bien, inútil. Con reducir las corrientes á una fórmula general se logra tener ríos puramente convencionales, porque es difícil. si no imposible, hacer entrar en ecuación causas, accidentes y obstácu­los de tan caprichGsa variedad. Se ve, pues, que ningún río de España cumple con las princi­pales condiciones impuestas á los de primer orden, y que nos pode­mos pasar, por consiguiente, sin palabra propia y exclusiva que lo designe. Podríamos sin inconveniente empezar por los de segundo; pero lo más cuerdo parece dejarse de órdetres teóricos y arbitrarios, y llamar prz1zcipalts, sin distinción si se quiere, á los cinco que po­sitivamente lo son, dejando en la masa de secundarios ó subalter­nos á todos los demás. La falta significativa de vocablo, que aca­bamos de señalar, está compensada con la sobra que hay para expresar estos últimos, por ejemplo: riachuelo, arroyo, arroyuelo, torrente, torrentera, rambla, riera, regato, etc. Dice Ritter en su Geografía: "Querer ordenar las diferentes denominaciones que en cada parte tienen las corrzentes de agua, es tan inútil como la nomenclatura geográfica de los chinos, en la que los pueblos y provincias tienen nombres particulares según su magnitud ...... "; y adelante dice : " Lo que es arroyo para unos, puede ser gran río (fteuve, Strom) para otros; asf, lo mejor es dividirlos en 1 .•, 2.• y 3 ... clase." Lo mejot·, positivamente, es r nunciar á tales divisiones, y la raz"' n la da 1 mismo Ritter en el !iguiente ejemplo. El pec¡ucño Issar, n Baviera, e tá alimentado nada menos que por 136 lago5 y 1.293 riachuelos afluentes, que corren en 103 lechos ó cuencas. El Issar es por Junto uno de los 34 afluentes del Danubio, que no es de los dos más grandes de la ti rra. En contra te con el Issar, simple rivtere ó de ~cgundo orden, podemos citar el Guadiana, uno de los cinco jltuves, ríos principa­les ó de primer orden de España. La. longitud del curso tampoco puede servir de norma: mientras el Ebro tiene de largo 780 kiló­metros y el Duero 810, el Volga tiene 3,340 y el Misisipí 6,sgo. Quede, pues, sentado que toda corriente dt agua es río, siempre que en el país por donde pasa la llamen así, con razón ó sin ella. Allanada esta dificultad, pasemos á considerar los elementos principales y constitutivos, y los importantes acddentes de un río. El agua que mana de las fuentes, y la que resbala inmediata­mente sobre el suelo por su propio peso, obedecen á la ley de gra­vedad y siguen las pe1ldientes del terreno. La línea de unión de dos pendienüs opuestas determina el cauce que siguen estas aguas para forrnar los arroyos, lorrentes 6 rfos: de modo que el agua, de lluvia 6 de manantial, que cae sobre las montañas, viene, después de una multitud de circuitos y ramificaciones, á reunirse en la vasta cuen­ca del Océano, receptáculo ó reservatorio común, desde el cual se e?apora para circular de nuevo--Con/Üzi!ÚJ. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 68o Boletin A1t"lz'tar tillería, sino que se limitaron á proseguir el fuego de fusilería, á pesar de qu e los cañones ingleses llegaron á situarse hasta á 1, lOO metros de las trincheras boers. Aquí, como antes en Belmont, la infantería ingle a atacó las posiciones enemigas "en formación de parada," llegando algún Batallón, como el de Scots Guards, á ir al asalto á los acordes de su mú ica. Aquí, como en todos los demás combates librados al ir en socorro de Kimberley, y sobre el Tugela, los republi canos hi­cieron escaso consumo de municiones } se limitaron de de us trio­dieras á aprovechar bien los disparos, no tirando sino cuando los blancos (:.ran seguros. Como los Boers han luchado siempre en núm ·ro inf rior al de Jos Ingleses, y como carecen de l<:1 organización táctica de los ejércitos regular "S, desde e l comienzo d e la guerra han llevado el má.·i mum de su fu rza combatiente á la línea de fuego. El a vanee y colocación de sus resc.;r\'as nunca fue probl ma para los aliado , porque jamá las tuYieron en cantidad y condiciones, dado que no puede considerarse como res rva la fuerza de tiradores apostada en una po ición de retaguardia ó de flanco para prot ger la reti­rada, ca o necesat·io, de la Yanguardia ó causar mayor daño á las fuerzas asaltante . l or esta razón no fueron mayores los fracasos e 1 1ethuen y de Buller: si en l\1ager fonlein Cronjt~ tiene núcl ú de r fr co, n 1 tomar la. ofen ·iva su ala der cha y deshac r á los Higlhancler ha ta desl andarlo ' , hubiese atacado con may r . n r­gía y más á fondo, ha ~ la cortar su línea de r "tirada. al 'ampam n­to dd l\1od ler. Lo pt·or io d e decirse de • pion-1"· p y de V nl­Krantz; á isponer de fuerza en número y condicion para coro­nar 1 tdunf táctic m diant · una p rsecución ní¡ ida y · t nida7 ¿ cóm la hubi .ran de_apro\' chad l hombres u tan s ñala­das pru as de peri ia y de valor habían dado? Por la ma tría y ser nidad de los o t· en el man jo d J fusil, su infantería, como fuer7..a de tirador .s, es difí d que t nga rival. Lo de infant ría montada no parece poder aplicár le más ue n cuanto á utilümr el caballo die tramen te como m di d" tran porte. P r 1 demás, ni ha utilizado el arma blanca ni se ha ,~en·ido de una ma a de caballos para realizar funciones tácticas. Es difícil que la infantería de un ejército regular adquiera nunca las facultades que muestran los Boers; sobre su agilidad y destreza en el manejo del fusil y del caballo, hay que contar con la condición de este. último .. abido es que el po11ey no se mueve del sitio donde le deja su dueño hasta que éste le llama; que trepa por peñascos y vericuetos, por escabrosos que sean; que galopa por ellos con increíble velocidad; qu ·, en suma, es sobrio y resi ·­ten te como pocos de su especie. Hé aquí el por qué lc.s Ingleses, al organizar fuertes núcleo de infantería montada á lo boers, lo que han conseguido es au­mentar las fuerzas de su caballería con contingentes de mediana calidad, pero sin alcanzar el dtsz'deralum de los aliados, porque ni el soldado inglés es buen tirador, ni conoce aquel suelo, ni el ca­ballo que se le daba podía competir con el pon~''· En ocasiones, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolett1! !14thtar 68r Abraham-Kt·aals por ejemplo, mejor que un auxiliar, fue la infan­tería montada inglesa un estorbo para la pelea, pues los hombres. carecían de destreza para mover el ganado y no lo podían aban­donar porque huía. En cambio, en el avance hacia Bloemf0ntein Pretoria, de Lord Roberts, esta misma infantería montada, coo­perando con la caballería, contribuyó al éxito de las operaciones, porque cn\·olvía las alas de Jos aliados y aun amagaba su linea de retirada. Lo que esencialmente se destaca en esta campaña es el valer individual del aliado; en el tiro, en el manejo del caballo, en el aprovechamiento del terreno, lo mismo para el combate que para la Yida de la campaña; en esto estriba su superioridad sobre el eón inglés y sobre cualquiera otro que por naturaleza no pudiera .oponérsele en aquel suelo. Un cdtico. militar alemán, bien discreto ciertamente, cotejando 1 modo de evolucionar de los Bocrs con el pesado y apelmazado e los inglese., dice: " Los Boers demuestran ser verdaderos ntaestro en el at~te de aprovecharse de los accidentes del terreno; no avanzan ni se mueven agrupándose, sino que mientras cargan u fusil, ·e arrast¡·an sobre el vientre ...... " De este modo, y gracias á su ma strfa en saber aprovechar ¡,ls quiebras del terreno, realizaron la hazaña de Spion-Kop en nero de 1900. Durante la noche, muchas fuerzas de infantería inglesas lorrraron trepar por entre los peñascos del monte, y fa vo­rt..! cidas por la niebla de la madrugada, cayeron por sorpresa sobre la débil guardia boer, que casi en totalidad fue hecha prisionera. Los que escapar n JI varon la nueva á Joubert, quien comisionó al eneral Luis B tha para que recup ~rase la posición. E te, merced á su o·ran pof ularidad entre los B er , escogió 500 hombres de los Comando de Carolina, Lydemburg, Heidelberg y vVrede,que unas v .ce~ saltando, corriendo otras, arrastrándose las más, lograron llegar á la me cta, si no en totalídad, en su mayoría y süt dejar de hczcer .fuego ni tm solo tnslanle, y despreciando el nutrido fuego d' los Ingl eses. Los B ers, die ' un t stigo de los hechos, cazaban .á su· enemigos como á las fieras en el bosque : ¡ no erraban un tit·o, no se perdía un . ole cat·tucho 1 Para arrojar á los Ingleses de la meseta, donde ya se habían atrincherado, los republicanos ocu­paron un kopje ele la parte 01·iental, de de el cual enfilaban Jas trincheras ingk as, las que bien pronto quedaron sin defensores. En una de ellas se encontraron 6o cadáveres de soldados ingleses. Los fusileros de Dublín quisieron arrojar á los Boers, que tántos estragos causaban con su fuego ; con verdadero heroísmo se lan­zaron á la bayoneta sobre la posición, pero en su mayoría cayeron revolcándose entre las breñas, y el restv emprendió la retirada, .4c única salvación posible ante la certera puntería de los tiradores hoers ...... " A las dos de la tarde se vio que en una parte de las trincheras inglesas se elevaba una bandera blanca. El Capitán Freeth se rendía con 17 5 hombres, único resto de los tiradores del Batallón de Lancashire y único ofidal que no estaba herido de cuantos formaban parte de él durante aquella mañana. TOllO 1-44 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Reconocida la posición, se vio por mil señales el den·oche de municiones efectuado por los ingleses: cananas y bolsas llenas de cartuchos; multitud de proyectiles Lee-Metfort aplastados al pie de las rocas; cartuchos sueltos y desparramados por los parape­tos; en algunas trincheras montones de casquillos. Y sin embar­go, los Boers sólo tuvieron en aquel rudo ataque 51 muertos y 29 heridos, 6 sea la sexta parte de bajas d e su fuerza, m ientras que enterraron 6o8 cadáveres ingl e s e s, los q u e unidos á los h e ridos que retiraron, arrojaban más d e la mi tad d e b ajas d e la f ue r za total, número e spantable verdaderame nte , y que m e jor que ning ún razonami e nto pregona la habilidad e n e l ti ro y e n e l c o mba t e de los aliados, así como s u pasmoso d o m inio d e la it uac ió n. Ace r c a d e e s t o, bie n s e r á d ecir que l os comandos permane­cen echado s ú oc ultos en s us atrin c h et·amientos í nterin los i n g leses cañoP.e a n sus posicion es : c u a ndo la infantería, luego d e prepar ado el ataque por la a r ti llería , a vanza, s cuand se colocan sobre el parapeto, p oniendo entonces lodos sus fusdtJ y disparando con gran r eposo. L os reveses primeros ad virtiet·on en ci ·rto rnocJo á los Gene­ral s ingleses la manera de emplear la infantería. Los ataques en orcJen ele parada fu ron ustituí 1os p r ott·os en líneas de tiradores; mas e m ésta· avanzaban . in ¡.>rot ... cción recípt·oca, resultaba que los Boet· sp 1·ab~n para hac r su. fuegos cuando los asaltantes s ponían ")n ma1·cha, o ultándose cu .. ndo la infa n tería inglesa se echa a para hac r alguna. d cargas. Como es natUI·a1, !>i el ataqu ~ e iniciaba de d o á I ,2 o m tro por avances sucesivos de 25 á 40 metros ·uando l atacant · lleva­ban recorridos 6oo metr s 1 número d bajas era enorm , y por lo c o mún había que reforzar mucho la lín a de ataque para lograr el é xi to. Por punto general, l os Bo r sólo vacuaban sus po icio­nes c uando veían envueltas sus alas por la. fuerzas montadas . D e todas suertes, la difer ~ncia esencial y característica de las d o s i nfanterías, á juzcrar por los datos que ya conocem os, e s­triba en la d eficien te i nstrucción en el tiro u '1 soldado inglé~, e n su torpeza p a r a a provech a r la s d esigualdades del te rreno y e n la soberbia é ig nor anc ia d e s u · o fi c ia les, que j Q. más b u scan e 1 m e dio de ahorrar sang re pre cios a , ni sabe n hac r b u e n uso d e l e leme nto terreno, ni pu e d e n tampoc o, justo e· d ecirlo, hacer milagros con la rigide z d e los princ ipio tácticos á q u e se c iñ e n los movimie ntos de la infante ría. Frente á e sto está la destreza individual d e l boe r, lo mismo en el tiro que en la posición, que e n e l m a nejo de su caballo. Tan decisiva es y tan superior tal iniciativa personal del aliado, que por ella ha compensado (sic) su flaca disciplina y la ausencia de toda formación orgánica, base de evoluciones que conducen á decisivos efectos en el campo de batalla.-X. (De la R111isla Tl&nKa d~ Infatlürla y Caóalkrla, de Madrid). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boleti?t Jlfilitar PR.JNCJPJOS GENERALES DE ESJJ?ATEG.JA Y DE TACTICA EN LAS PEQUERAS GUERRA!> JIOT el Mayor C. E. Call well, del Ejército inglés TR.ADUCCI6N D~ ISIDORO LAV.ER.Dlt Al/.AYA -Gc,t/imia CAPITULO XX SORPRESAS, RECOGIDAS ' E KBOSCADAS Es preciso tener mucho cuidado para no a visar al enemigo, por medio de descargas prematm·as, que debe estar en guardia. Por regla general los fusiles no deberán cargarse sino á última hora. Un soldado poco cuidadoso puede frustrar los cálculos más hábiles, descargando u fusil por inadvertencia. Cuando la mar­cha nocturna de Sir F. Rob rts para sol-prender el flanco de los Afganes sobre el Peiwar Kotal, dos soldado indígenas descarga­ron traicloramentc sus arma ·, á fin de acly rlir al enemigo del ata­que que e intentaba fit. "Y había escogido al 29. 0 PunjaL de Infantería para mar­chn. r ' la cabeza, teniendo en cuenta la gran reputación del Coro­nel Juan Gordon, que mandaba stc r gimiente, cuyo comporta­mient había sido iempre excelente. Pero al reunirme á él en el camino, mis sospechas se d. pcrtaron por 1 desorden que rei­naba en las fila. , y llamé la atención de Go.rdon hacia e to. Y penas acababa de hablarle, cuando un di paro sali6 de una de las compañía. de Pathans, y :í ese disparo sio-uieron otros de otra com¡ aiHa. Las compañías Sikh del r ·gimicnto e. trecharon al pun­to sus fila., y 1 ordenanza de Gor on le avisó por lo bajo qu los Pathans traicionaban. u qu ·1 fue un momento de grande ansiedad, porque era im­posible r conocer á qué distancia nos encontrábamos del pingawi KotaJ, é igualmente Jo era el descubrir á Jos culpables sin retardar la marcha, y esto yo no quería q•1e sucediese. Por esto, aun cuan­do contrariado al tener que tomar medidas que debían probable­mente disminuír el crédito de un regimiento cuyas tradicione eran tan admirables, resolví cambiar la orden de marcha, enviando á la cabe7..a una compañía del 72. 0 Highlanders y del 5. 0 Gurkhes: previne, además, al Teniente Coronel Brownlow, que mandaba el 72. 0 , vigilase á los Pathans con las tres compañías que le queda­ban, porque yo apreciaba que nuestra tentativa había sido del todo arriesgada por los Pathans y que toda vacilación sería una falta. En efecto, si á merced de la noche no podíamos llegar al Kotal, el movimiento envolvente podía terminarse por un desas-tre ...... '' t • Véanse las Expediciones inrlua.t m .A3itz, pág. 14J8. t Pwl•_jlffu yeaf'J ;., ltulia, by the field-aarshall Lord Roberts, pá&. 35 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn Mt"!·itar VI. .Es comunienle, en lo posible, lanzar al enemigo Iras una falsa pista-Cuando se trata de una sorpresa, es siempre de desear el lanzar al enemigo, por todos Jos medios imaginables, tras una falsa pista. De varios modos se puede lograr esto. El enemigo se en­gañará con frecuencia con los fuegos del vivac que se dejen en­cendidos por la noche, ó bien las tropas destinadas tomarán un­falsa dirección. No hay empresa que se preste más que una sora presa, para emplear ardides y astucias. Y lo mismo e.s para las guerrillas que las tropas regulares encuentran en las campañas como las de la Vendée, de la Península y de la Polonia. Lo mis­mo en Argelia, en el Cáucaso, en Nueva Zelandia, en Achín y en otros teatros de guerra discontinua. Se podrían citar algunos he­chos de jefes de voluntarios que con sorpresas y emboscadas han logrado sembrar el desorden en las tropas regulares en "'Stas pe­queñas guerras. Una ocasión, en 1881, el General Philebert, que obraba con­tra los insurrecto de Argelia, resolvió sorprender una plaza situa­da al norte de su campamento. Con tal motivo marchó ele noche · ntencionalmente hacia el sur tocando sus cornetas. Los fuegos en las montañas probaban que 1 enemigo velaba. El Gereral Phile­bert mandó en seguida que se guardase el más absoluto silencio, y encaminó su columna hacia el Nort . En otra oca!:>ÍÓn, en camino para caer sobre poblados, se convenció de que su marcha era vi­gilada. Entonces hizo alto, acampó y fingió detenerse en do!1de se encontraba, y luégo, cuando se persuadió de que ya los Arabcs no desconfiaban, desprendió una columna ligera que log-ró por om­pleto una rec g-ida. ir R. Buller en 1885 sacó de noche su columna de Abu Klea, n donde estaba bloqueado por una fuerza considera­ble de madi ta , y lo enemigos no lo persigui "ron ; dejó ncendi­dos los fuegos del Yivac, hizo que las cornetas tocaran como de cos­tumbre, de modo de engañar al enemigo. VII. ~·emjJlos de .'iOrpresas ejecutadas por jiurzas irngulans sobre /ropas regulares-Los ejemplos que siguen de sorpresas verificadas m· guerreros irregulares sobre tropas di ciplinadas merecen citar­se, porque hacen ver de modo evidente la astucia desplegada por estos adversarios en la ejecución de us operaciones. En ciertos aspectos, los alvajes y las razas medio civilizadas son excepcional­mente certeros para estas empre as. De ordinario son sumamen­te hábile para marchar de día ó de noche ocultándose. Pero, por otro lado, como la esencia de una sorpresa está en la ener­gía del ataque, los Chuanes, los Carlistas, los de Montenegro, y los guerrilleros de esta clase, patriotas enérgicos y bien armados, on mucho más temibles en estas operaciones que los adversarios más astutos pero menos valerosos, que se encuentran en los tea­tros lejanos de guerras con salvajes 6 razas en la infancia de la ci­vilización. En 1859 se envió un ejército persa contra los Tekes de Merv, el que bloqueó en esta fortaleza á una fuerza considerable de nó­mades. Los Persas permitieron á las mujeres de los Tekes entrar al camp& y salir de él, para vender y comprar. De repente un día, en Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 686 Boletín M·ilt"ta,. rarse como el tipo del ~istema de las recogidas por castigo que lo¡ Franceses adoptaron. Para una razzia la columna está compuesta, en la gcncrali­d~ d de los casos, sobre todo de caballería ; sin embargo, es bueno agregarle un destacamento de infantería. Por lo común, el papel de la caballería es rodear el campamento 6 la localidad que es objeto de la recogida. La infantería acomete entonces, mata á to­dos los que resistan, toma á las mujeres y á los n·ños, los rt.!baño , se apodera de todo botín qu ~ pueda llevarse, y quema el resto. Esta distribución de la faena se adoptó igualmente en los ataques contra las guaridas de los Daco1 s en Birmania. Para as ~rurar el éx1to, es de todo punto indispensable que el ataque sea una ~o¡-_ presa completa. El General Y u suf tenía la costumlxe de marchar durante el día en una dirección completamente opuc ta, y d~,.; vol­Ter sobre sus [Xl o por la noche, á fin de caer _oDre el cam­pamento de los Arabe , sorprendiéndolos en absoluto. Y, sobre todo, hay que impedil- qu 1 s H>mbres se desbanden, no suceda que el enemigo, recibiendo refuerzos, al verlos dispersos 1 s aco­meta y sean incapaces de poder resistir; soldado facultados para el saqueo, poco ·e doblegan :i la voluntad de los jef-.s; y <'Sle in­conveniente e , de. de un punto de vista puramente militar, una de las m<.\s fuertes objecione á las ra.:s ias. Un dc~,tacamento discipli­nado, que por cualquier causa se convierte en una banda de me­rodeadores, está e.·puesto á toda. clase de peligros. Se cncuenu·a en muy mala situación si 1 enemigo acumde. Una iniciati\·a atrevida es sin embat·go . l más seguro m diu d · alcanzar el é.·ito n ope­raciones de sta. clase y de impedir al enemig-o que se reúna con intención de un contraa uc. E 1 1 42, ·n Ar ,. ha, una columna á las órdenc del General Changan ier cayó sobre una ma"a de árab s nómade , j1netes, camellos, mujeres, niño· y r baños protegidos por I ,500 hombres de caballería. El G ncra.l destinó 22. lancero , sostenidos por in­fantería, para atacar ·i. los A1·al >.... • ~1 enemigo tenía una enorme iuperioridad numérica, pero el ataque de lo Franceses fue tan re­pentino y tan im etuoso, que lograron capturar y conducir á su campo z,ooo camellos, o,o o cab\.,;.zas de b"anado, muchos pri io­neros y un botín considerable. XI. Dificultad de condudr d g.wado lomado, elc.-La conducción de los animalt; tomados en 11na recogida feliz es una de las ma­yores dificultades con que trop~zarun los P usos n el Asia Central, la caballeda de los Estados Unidos en sus recogidas á los Pieles Rojas, las tropas inglesas en el Africa del Sur, y los Franceses en Argelia y en Túnez. El destacamento destinado para una recogida es casi necesa1·iamente poco numeroso. No logra el golpe sino merced á la prontitud de su ataque. Pero una vez que ha tomado el botfn 1 el destacamento ya no es sino la escolta del ganado cap­turado. Aun su¡Joniendo que el enemigo no trate de recuperar su propiedad, de ninguna manera es fácil conducir á lugar seguro grandes rebaños de camellos y de ganado. Este parece disminuir de un modo inexplicablP. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolettn .11zlitar 681 Con frecue!lcia los Rusos, luégo de una recogida feliz del ga­nado ele los Turc manos y de los Kirghiz, al cabo de algunos días se encontrat·on e• casos en raciones de carne. Los camellos, los. bueyes, lo·· carnu·v , 6 cualquiera otro botín, se extra vía de noche, hasta cuan-L.> el enemigo no intenta apoderarse de él. Suponiendo que una recogida h· ya ido feliz al principio y que el botín esté en vía y mante­ner nuestro pab "n el ·tado Oorecil~nte en ue hoy · cncu ntra. El Cucql) m u lar no duela tampoc de que ·. h., pen ~trn.do d • estas e n ideraciones y convencido de lfJS peligTus á que quedan e.·puestas esta provincias, por causa de su au encía, cederá á las instancias que ~ ... 1 dirirren en nombr · del omercio y de. la agri­cultura, y disipará, con la prudencia que lo ar-actcriz.J, los temo­res del pueblo, dcmot·ando su partida para E paiia hasta tiempos más favorables. El Cuerpo consular, concc.1trando tocla su aten­ción en un a unto tan importante, dispone que el Tribunal entre­gue á S. E. el General en Jefe una copia certificada de esta opi­nión unánime ele ·u mieml ros, lo más pronto po ible. '1 ambién se reserva el dirirrir á S. M. manifestaciones si llegare el caso. En fe de lo cual firman en presencia de otro miembros, los primeros y segundos J ucccs, C6nsules, jUAN ALVAREZ-MARTÍN JosÉ D!t huGorutJtK Por el Secretario enfermo, JosÉ LAu.Rt:ANO GARdA SrvERro. Por copia, certificada del original. Caracas, 7 de Noviembre de 1820. Por el Secretario enfermo, JosÉ LAuLUtAHO GARcÍA SrvEIUO. ( ConHmta) Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BtJletíH Militar ZL OCCIDENTE ANTIOQUElfO POI? J. EN~IQUE WI-IIT1! Co1zlziltta (INÉorro) II-GEOLOGlA El ten·eno es de época reciente ó de la edad tei·ciaria-épo­ca Eocene- período segundo y marítimo principal, grupo del Vicksburg; movido por las ct·upciones ígneas de traquitas y do­leritas que formaron las cordilleras ó montañas; éstas levantaron los conglomet·ados, que son inferiores al terreno eocenc, como se ve al pasa¡· la cerraz(m. Esta faja se ncuentra entre los ríos Che­remandó y Chimurio, y hacia tl Oeste sigue el Eoccne, que se ve primero en Gesineales, y este depó:sito atraviesa á Chumurio, Tugu­ridó y Tenganaturadó; más al Oeste se hallan las areniscas y fajas aluminosas, con carbón de hulla, y en seguida del filo de Cheverri se vuelve á ver el grupo de E cene, llamado Vicl·sburg, para vol­~ er á encontrar las ar ni cas en O,¡uendó y Pavarandog-rande. El Riosucio, .Amparradó y Tug-urid6 corren por encima 6 en las r0cas e!·uptivas, desde la boca de Quiparadó para abajo hasta Bedó. E~te terreno, por su estado geológico, tiene que ser fértil en lo g-e­neral, y no se encuentran en el Centro y Este del Departamento la mi mas roca . En minerales es pobre, pues no se conoce una . veta de or ó plata, y e ta e la con ·cuencia natural d su tiempo geológico, pero abundan señales y riegos de minerales de hierro y cobre, y en el río Tu~rUI·id' y en ott· s puntos se encuentran rie­gos <.le cobre nativo muy puro y macizos y mineral con sulfuro del mismo metal. Abundan la fuentes llamadas termales, 6 mejor di­eh salinas, que tienen por base principal carbonato de soda y gas ácido sulfhíddco. En las orillas del Riosucio, en toda su ex­tensión, hay aluviones de oro, y las playas del río son ricas, pero aún no han entrado capitales para explotarlas. Estas minas no fue­ron conocidq._ por los españoles, y ahora 50 años fueron explotadas por antioqueños, entre los cuales mencionaré á los Zapatas, quienes trabajaron las de Cheverri y Oquendó, los Villegas la de Pegadó, generación enérgica que entró á estas soledades, dejando atrás como último caserío d del Cerro. La generación de hoy, con más recursos y con vías fácik:s, aún no se atreve á seguir el ejemplo. La Yegetación es también muy distinta de la del Magdalena: abundan la palmas barrigonas ó Iriarte, ventucosa, el mil pesos y Ja tagua. En los riscos de la urrazón se encuentran maderas suma­mente finas como el guayacán, tamarindo, avinge, gerasimón, za­mota, etc. etc., pero en la parte más llana hay escasez de made­ras buenas; abundan allí el perillo, balso, caracol, etc., pero hay un palo que resiste á ser derribado con hacha, el llamado Choitá Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 1/o/etfn JWilitar -diplerix ebamci's,-y no como cr.;en algunos qu es el D. odorala que da la sarrapia. Abunda la zarzaparrilla, y s de notar la au­sencia de la guadua en toda e~ ta región, lo que prueba que no hay pantanos 6 terrenos húmedos; para r emplazar sta planta tan útil se usa la macana de la palma que se llama zancona, que quizá sirve para tabla y es de más durcción que la guadua. Hay muchos otros árboles propios del clima, que no se necesita enumerarlos; pero sí es de admirar que el rastn,jo que sucede al desmonte, e de árboles de tierra templada y fda, y en el s··gunclo crecimiento abun­dan el bals yarumo, guamo y gambüa y las maderas de sal­via, betónica, cargamanta sarcadtra, de. etc. El terreno abierto se engrama rápidamente y produc'.! bi ·n la hierba india, el pará y el gramalote, que es silvestre. La ca a de azúcar y el arroz nece­sitan buscarles COn C-'>pCCÍaJiuad ~~ t< rrcn , t~riJ, Ó SC \'i n La falta de brazos no permite el cultivo del café, pero hay faldas cerca de Pavarandocito, ~n la cordillera, c1ue se le\·an :i 1,400 metros, muy á propósito, y donde el dueño podría con su an­teojo vigilar la entrada al Golfo de lo . bu ue. que vini ran :í lle­var su cargamento. Esta reg-ión pobre ·n el n•inu animal, y por tal razón no es frecuentada. por los in íg ,;na , p ro los ríos tienen ab ... ndancia de p scado, y hay lug· res d nde n ha ntrado la gent , que pro­porcionan mi s ncgt·o, paYas y paujil; el mono scaso n esta tierra, y el guacamayo y diosLclé n on tan e mun s como en las orilla del r(o .. 1agdalcna. E.l aimán sube hasta la boca del río Ampan·adó, pero .... s muy es uiv y ·e asusta con ]a pr scncia del hombre. En el plano se han e n· erva lo hasta dond,_ ha sido posible los nombres indíg nas cie lo5 dos, porque odos significan álgo re­ferente á su localidad, y ad más son bonitos. Lo nombres tienen los siguientes ignificado : .Dó, es agua 6 río; CIJOrom,mdó, río gTandc 6 cañón grande; Ogodó, río de cedro neg-ro; Quiparad!J, río de la fruta jagua, que usan para pintarse la cara· Clwmuno, un pescado; 1.\~wd.J, río de oro; Chiclziridó, que debe ser Cht"rtduiJd!J, río de las golondri­nas; Amparradó, río del pescado "dorada;., 7ít.rYundó, río de are­nas calientes, alguna referencia ~\ la acción volcánica; Tmganalu­radó, río de los chontaduros; .Autadó, río de Tagua; P~.·gadó, río de roce rías; Afuclu·mba, cobre; Pavarmzdó, río ~la ro:- aguas cristalinas; Tagzdó, río de los sarros; Bedó, río de maíz; Jl,.t[ulatá, río piedras;. Nee, oro; Chaqu.enodtÍ, río chico; Chimiaudó, río de salados; Ampu­numz ·andó, río de plátano guinea; Partad!J, río de plátanos. Hay muchos Antadores, Ampc> .. rradoes, Mutataes, Pavaran­does, Quiparadoes, etc. etc., en el terri orío. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolettn Jfz"litar III-HISTOR.IA Ahora que el descubrimiento de América está llamando la atención y e. tas tierras hacia el Golfo, poco conocidas por la ge­neración presente, han venido á ser interesantes, no será ajeno de mi informe dedicar alguna parte á la historia de estas co­marcas. Siendo conocedor yo personalmente del occidente de Antioquia y aficionado al mismo tiempo á la historia, creo que en algo puedo ayudar á desenredar lo de la conquista, referente á esta región. En 1501, Rodrigo Bastidas reconoció el Golfo de Urabá y fue el primer spañol que pisó este territorio. En 1502 y I 503 el Al­mirante Cristóbal Colón, n su cuarto y último viaje, entró al Gol­fo. En 1508, Alonso de O j e da y Diego de Nicuesa obtuvieron el nombramiento de Gobernadores de Tierrafirmc, teniendo por lí­mite entre sus os jurisdicciones el Golfo. Después del fracaso clc jeda en Turbaco, r¡ué fue una derrota para los E pañoles, fun­dó un r u blo en Urabá y nombró Capitán y Teniente allí á Fran­ci~ c ) Pizarra, 1 que después alcanzó á ser Gobernador del Perú y M r ¡ués. En dicho pueblo ele Urabá sufrió Pizarro hambres y en­iermedad~~ · y ataqu ·s de lo· indios, los cuales no ·ran naturales de esta provincia, pu · u anttg·ua tierra había ~ido el paí sobre el gran río del Darién. De anclo scapar del yugo de los Españoles, que an mal los trataban, deja1·on sus casas, y se fueron con sus mu­jerc é hijo., y habi ndo llegado á Urabá, atacaron á los naturales, los mataron á todo y ~e apoderaron de sus tierras. Cuando el Go­bernador Ojeda upo esto, le entt·aron o-randes speranzas de n­contl ·ar t·iquczas en aq 1 paí., y rnand) á ·u T .nienlc Francisco P~zarro á formar una ol nia ; IH. E te fue el pnmer ·-ri tiano que entró en esta tierra. Des­at ·rollando los datos que tenemos el Cieza de Le6n, se deduce qtJ prim ro Bastidas, quien se ocupó n cog-er indios para escla­vos, y d ~- pués Nicu ·sa, que había tratado mal á é ·tos en la banda occidental del golf los obligar n á internarse y pasars~.;; al Orien­te. Además, e )ffiu los Espanole aprovechaban las enemistades ~ntrc las diferente tribus, Ojeda, viendo que en su jurisdicción habían gucrr~ado lo. indios cntr • sí, consideró llegada la oportu­nidad de vol V{ r á oeupat· el territorio que se le señaló, pues había salid mal librado ·n u tentativa sobre Calamar. Sigue Cieza de León: "Después estos Gobernadores, O jeda y Nicuesa, llega­ron á un fin desastroso, como es bien sabido entre los de aquel tiempo, quienes aún viven, y Pedrarias vino como Gobernador de Tierrafirme, y aunque había 2,000 Españoles en la ciudad de la Antigua, ninguno se estableció en Urabá. Pasó el tiempo, y el Gobernadot· Pedrarias hizo decapitar á su yerno, Vasco Núñez de Balboa, y al Capitán Francisco Hernández en Nicaragu~, y los in­dios del Cenú mataron al Capitán Becerra y á los cristianos que an­daban con él." El descubrimiento del mar del Sur, por Vasco Núñez de Balboa el 25 de Septiembre de 1513, hizo que el interés de los conquistadores se tornara al horizonte así abierto. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletin Mt"l·itar Los dos Gobernadores, Ojeda y Nicuesa, poco ó nada hicie­ron, pero el primer pueblo fundado en Colombia fue San Sebas­ti. in de Urabá. Ojeda volvió á España por recursos, y murió, pero su socio Enciso equipó una expedición, en la que figuraba Vasco Núñez de Balboa , y al llegar cerca de San Sebastián encontra­ron á Pizarra, quien acababa de abandonarlo, y no e stiman­do bueno volve r á ocupar este punto, e n donde él había sufrido tanto, r e solvieron, por consejo d e Balboa, pasar á la banda opuesta y formar un pue blo e n la boca d e l Atrato, que fue llamado Santa María d e la An t igu a , y fundad o p or gente d e Ojeda e n territorio de Níc ue sa, quie n moraba e n la pobre za en N om bt·e de Dios .; pero pronto hubo dife r e ncias en tre e llos , y man daron á Diego Colme­nare s á ofrecer e l m and o d e l Estableci mie nto ; p e r o á su ll egada á San ta M a r ía, l os Españoles habían cam b iado d e pe n sami ento, lo desconocieron y Jo obl igar o n i irse en una embarcación mala, y nunc a se Yolvió á saber de él; esto f ue en e l año• 1 511. Bal b oa e ra el jefe de estas intrigas y aspiraba al mando, por lo cual e n v ió al R ey de España la carta que describe esta pa r te d e An tioquia, la que es de interés, porque es el primer t:;Scrito que hace referen ­cia á este Departamento. Para explicar esta carta, hay que recordar que el río grande d e an Juan "' 1 Atrato. el muy hermoso y grand Riosucio, y y endo por é te arriba dos días, llegadan á la boca del Pa ''arando­grande ó quizá i I\1utat<.l, donde estaba la capital de Dabeiba cuyo jefe negociaba con el oro del interior, que se obtenía á dos jo r na das de allí. La sierra á. que se refiere Balboa y que para ello era la más alta conocida en ese ti mpo, es la cordillera cabeceras del Sinú, L eón, Mutatá, Tajicló y Uramá, que se eleva á 3,600 metros so re el mar; y como no se distingue la arrazón, apa rece como real­m ente fue antes ele que R iosucio la r mpiera, una cordillera que se e.·tiende al medioClía ó, hacia el ~ur. La cet-razón está á d oce y media leguas por camino ele Pa varandocito, que dan l as dos jornadas; d e esta cordiller a según Balboa, van cayendo unas cordi ­ll e r as d e ierras sin mon te n ingu n o, cte., por lo que podían ver · los esp añol e s . L a pa rte alta d e R ios u c io, ó l a que está a l Oriente d e la re r razón , se ría p a ra e ll os vertie ntes d e un do q ue corría a l Este d e la cordille ra, porqu e hoy nadie q ue r ecorra e l ca mino d e Occidente , puede , á le gua y m e dia d e la arrazó tz, señ a lar é s ta, pues no se nota quie bra alguna e n la cordille ra, y d e m á s a b ajo no ve uno sino los cañones y valle s d e los ríos Amparrad6 y Chumu­rio, etc. Esto e s muy importante recordarlo, para la historia. Ade­más, los indios que hablaban con Balboa, le habían dicho que para ir á las tierras más allá de la cordillera que tenían á la vista del Golfo, tenían que treparla, lo que era y fue nece­sario hasta el año I 886, que se rompió el camino por los precipi­cios de la cerrazón. Hasta el año dicho, para poder ir de la parte alta de Riosucio á la baja, el camino menos alto tenía que subir 1,8oo metros y una trocha mala que se rompió á 1,500 metros y que habfa que recorrerla á pie. Más abajo no pudiero!l encontrar paso.- Conli'nú• Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boietill .ll/ft!rt~r 1~ ueva Geograna de ColrJmbia MUESTRAS DE LOS GRABAIX)S o t" rto 6' ·-~.,.,.-:) ,,.,...c.//, ~ \o Colombia si el mar ~ ubiera 2,000 metw5 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. J]o/etfn 3/ihtar ---·-~ --------- ] :' ogolá-Imprmla de Vt~¡xw-Callt IO, i!tÍnteTt' r6S Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 22

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