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Participación de las mujeres en los mercados campesinos y populares: el caso de Paipa y Chocontá en la región central de Colombia
El presente documento tiene como objetivo comprender el conjunto de debilidades y retos que enfrenta el espacio de Mercados Campesinos para involucrar efectivamente a las mujeres en todos los niveles de decisión del proceso. El marco de nuestro interrogante central es ¿Cómo se ve afectada la participación de las mujeres en Mercados Campesinos por el contexto económico, el patrón organizativo del espacio y su dinámica? Nuestro propósito toma cuerpo precisamente a partir de una afirmación central: la participación de las mujeres en Mercados Campesinos se debate entre las posibilidades reales que efectivamente proporciona el espacio como un escenario para mejorar las condiciones económicas versus la carencia de disposiciones y medidas que potencialicen integralmente su participación en el conjunto del proceso y que les permitan alcanzar sus necesidades estratégicas. De un lado, Mercados Campesinos efectivamente se ha constituido en una opción para un grupo de mujeres que han encontrado en el mercadeo desarrollado por este espacio, escenarios que permiten fortalecer la economía familiar y la personal. De otro lado, resulta evidente que Mercados Campesinos no ha cumplido todas las expectativas, pues no puede canalizar sinérgicamente la actuación de las mujeres en los Comités Campesinos Locales y en el ámbito de comercialización directa de alimentos donde efectivamente hacen presencia; más aún, no ha podido proyectar tal involucramiento hacia niveles efectivos de incidencia política en el direccionamiento del conjunto del proceso
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Crónica sobre la vida de Piedad Córdoba
Esta mujer, conoció la discriminación desde los primeros años de su infancia. Y desde esa época también se siente batalladora, frentera, poseída de una energía que hace apasionarse por sus tres afanes fundamentales: Su familia, las negritudes y la equidad de género. Quizás para ella esas imágenes son aún un fantasma que la ronda. Porque lo que recuerda de una manera más clara del ambiente de su infancia era que en el barrio del sector de Santa Lucía, donde vivían en Medellín, los miraban a todos como bichos raros. Tocaban a la puerta en cualquier momento, con una frecuencia inusitada al principio, para verlos asomarse. Porque eran negros. En realidad, la familia Córdoba Ruíz era mestiza. El padre, Sabulón, negro chocoano, y la madre, Lía Esneda, blanca de Yarumal. Polos opuestos, motivo de curiosidad y objeto de rechazo. Las familias de origen, de ambos lados, fueron las primeras en dejar marcadas las diferencias de orden racial. Alguna hermana de don Sabulón no veía con buenos ojos que él se hubiera casado con una mujer blanca, y alguna hermana de ésta nunca pudo aceptar que ella se uniera en matrimonio con un hombre negro. La abuela materna de Piedad Córdoba, doña Eumelia, fue entonces el equilibrio y el punto neural de un afecto que permanece aún incólume y de una memoria imborrable. No era fácil que en un medio como el antioqueño se entendiera ese matrimonio de doble cara. Doña Lía Esneda había terminado muy joven sus estudios de magisterio y fue nombrada maestra para la escuela de Puerto Valdivia, en el Bajo Cauca. Y hasta allí fue a llevarla la madre, que se encontró con que el rector era un negro chocoano bien educado y sereno. Entonces se la encomendó. Dejó la hija bajo su cuidado. «Y la cuidó tan bien que se quedó con ella». Piedad Córdoba, estudió la primaria en la misma escuela pública donde trabajaba doña Lía. Y después hizo la secundaria en el Cefa, un prestigioso colegio oficial para mujeres, en Medellín. Y allí, donde se distinguió, a medida que pasaban los años, como una buena alumna aunque muy inquieta y en alguna medida revoltosa, fue donde una mañana se dio plena cuenta del significado social del drama que ella misma había vivido en el barrio y en su familia. La profesora de religión estaba llorando angustiada una mañana, presa del desconcierto. Algunas de sus alumnas se le acercaron para preguntarle qué era lo que le sucedía, y ella contó, entre sollozos, que su hija andaba de novia de un negro…
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