Las marcas profundas que dejó el Bogotazo también sacudieron nuestra literatura. Explora diversos recursos literarios que te hablarán desde otras perspectivas.
La literatura ha sido una forma de expresión importante para la sociedad colombiana, especialmente en momentos de crisis política y social. El gran impacto que dejó el Bogotazo movilizó a muchos escritores a abordar temas como la violencia, la injusticia y la desigualdad social.
Contexto
Desentrañando el trauma histórico
Clara Parra, una de las usuarias que dio su testimonio para la exposición, recuerda Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y encuentra una gran similitud entre sus personajes y los colombianos de carne y hueso: nuestra manera de ser, en cierta medida, se ve atravesada por la violencia que hemos sufrido históricamente.
Esta célebre novela presenta el tema de la soledad de manera poderosa y emotiva, mostrando cómo esta puede afectar a los individuos y comunidades de diversas maneras. La enorme soberbia de José Arcadio Buendía, fundador de Macondo, no le permite acercarse a los demás y Úrsula Iguarán, la matriarca, es testigo de la desintegración de su familia debido a la guerra y los problemas personales. Las generaciones que les suceden, víctimas de su territorio y producto de una soledad colectiva, están condenadas a repetir los ciclos de violencia de sus antepasados de maneras cada vez más trágicas.
De forma similar, el estallido del Bogotazo fue consecuencia de la violencia bipartidista que venía de décadas atrás y fue también un precedente para otros asesinatos de líderes políticos y sociales, como lo menciona Clara Parra.
Contexto
Las otras orillas
A pesar de que mucha de la literatura se ha centrado en el punto de vista de los liberales, José Orlando Ramírez y su familia vivieron los enfrentamientos desde el otro lado. Su cuento Cartas inéditas a los vivos muertos: 9 de abril, que ganó el primer puesto en el Concurso de cuento y narración oral Historias en Yo Mayor y que narra aquí en viva voz, cuenta la historia de desplazamiento forzado que sufrieron cuando él era apenas un bebé.
Alrededor de las 5 de la tarde, atacaron todas las casas y negocios de los Conservadores. Saquearon la tienda. Destruyeron la fábrica. Las calles de Toro fueron entapetadas de dulzura con todos los bultos de azúcar de la fábrica. Todas las vides cortadas y sus racimos jugosos deliciosos y maduros fueron pisoteados. Su mosto sació la sed profunda de la Tierra. Al mismo tiempo se escuchaba la sangrienta rima: “Uno/ Uno/Uno//Uno dos y tres//Mueran todos//Mueran todos// Mueran los godos//Mueran todos los godos//Mueran todos los godos de una vez.
Buscaron nuestra casa para sitiarla y tomarla a sangre y fuego. Mi padre, con revólver en mano, atrincherado con todos los muebles, asegurando puertas y ventanas, defendía nuestras vidas.
–José Orlando Ramírez, 'Cartas inéditas a los vivos muertos: 9 de abril'
Margarita Cárdenas habla de su vida en el campo antes de ser desplazada desde el Tolima a Bogotá rememora Siervo sin tierra de Eduardo Caballero Calderón, una novela fundamental para entender la vida rural en las décadas de los 40 y 50 en Colombia. Este libro nos presenta, con un lenguaje sencillo, las grandes tensiones que se dieron en la época y que se pueden aún sentir en la actualidad.
No hay quien entienda a los jefes. Primero lo mandan a uno que grite y alborote y mantenga a raya a los godos, y después, cuando se arma la grande, ellos se lavan las manos y nos vuelven la espalda.
–Eduardo Caballero Calderón, 'Siervo sin tierra'
Por un lado, se encuentra Siervo Joya, un campesino humilde y sin propiedades que anhela volver a la tierra donde su madre trabajó y reclamarla; por el otro, el antiguo terrateniente Don Ramírez, que lo manipula y explota su mano de obra. Además, también se narran las maneras en las que se sufre la pugna por el poder desde las periferias, donde el campesino nunca gana, como bien lo dice Aterciopelados en esta canción homónima:
Los insólitos acontecimientos del Bogotazo han sido tan difíciles de desentrañar que se podrán seguir contando indefinidamente, desde diferentes perspectivas, sin poder abarcarlos del todo. La incertidumbre, el miedo y la desilusión que dejó el Bogotazo son heridas que, como sociedad, no hemos podido sanar y a las que debemos volver una y otra vez. La literatura es quizá aquella herramienta que nos permite resignificar nuestro pasado, darle voz a nuestra historia e imaginar futuros mejores.
Recursos recomendados
Bogotazo literario
¿Alguna vez has sentido el poder de un libro para transportarte a otros mundos, hacerte sentir emociones profundas y abrir tu mente a nuevas ideas y perspectivas? Aquí te dejamos nuestros recomendados literarios sobre el Bogotazo.
El estudiante de Medicina sintió un golpe áspero, misterioso, en su cráneo: quiso incorporarse pero nadie supo si se incorporó o no; quiso decir algo, pero ni él mismo supo si la palabra se articuló en su boca. [...] Hasta ahora había existido en el país un cierto respeto hacia las mujeres. Frente a las madres, la mano que golpea se había detenido aún cuando un instante, reflexiva. Aminta se arrojó exponiendo su pecho delante del pelotón de soldados que iba a hacer la descarga, a mansalva, contra un grupo, estudiantes la mayoría. A la entrada dormían ya algunos cuerpos exsangües, empapados de lluvia y de lágrimas.
Este es un crimen político. Los de arriba han querido silenciar su voz, la voz del pueblo, pero solo hacen que su grito sea más potente. Este crimen llevará su acusación más allá de la calle 10. Aquí no se ha matado un hombre, se ha herido de muerte a un pueblo...
Pero se ha venido encima el Bogotazo, que no es sólo la batalla sin gloria de una guerra que no comienza ni termina sino que se transforma, ni es sólo el círculo del infierno al que van a dar los colombianos, [...] sino que es todo eso y más que eso porque además es un incendio que no va acabarse así se apague y es un rito que va a seguirse celebrando en este archipiélago de hijos ilegítimos y de huérfanos que están dispuestos a todo y no reconocen ley ni Dios de carne y hueso que esté vigilando desde el día en que les echaron a sus padres.
9 de abril de 1948, el día en que nuestro país supo que las personas 'inusuales' no eran invención de los estadounidenses... En ese tiempo, muchos rumores estaban presentes en la vida diaria de los colombianos, nazis que viajaban a Latinoamérica, mercenarios derrocando países, algo que llamaban la Guerra Fría.
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