Por:
Rocío Pineda G.
|
Fecha:
2019
Vestidas de Negro y en Silencio por los horrores innombrables, cientos de mujeres manifiestan en sus países de origen el rechazo a la guerra, al militarismo, los nacionalismos, al sexismo y las violaciones de mujeres, a las limpiezas étnicas, religiosas y culturales. A la vez, se solidarizan con sus congéneres, mayoritarias víctimas sobrevivientes de los nuevos conflictos armados, que día tras día invaden el planeta. En 1988, feministas israelíes inauguraron esta particular forma de activismo social y político, oponiéndose a la “política de ocupación” de los territorios palestinos. A ellas se sumaron organizaciones de mujeres palestinas. Hoy continúan actuando al unísono. En Belgrado, antigua Yugoeslavia, en 1991 las mujeres se vistieron de Negro y salieron a la calle en protesta contra la “guerra étnica” que dividió sus pueblos. Mujeres italianas hicieron lo mismo para protestar por la Guerra del Golfo Pérsico. Y españolas, canadienses, alemanas y estadounidenses usando el Negro y el Silencio, salieron a las calles en solidaridad con yugoeslavas, palestinas e israelíes. Y el turno llegó a las colombianas. En Agosto de 2000, la Organización Femenina Popular y la Ruta Pacífica de las Mujeres acordaron vestirse de Negro y protestar en Silencio, contra este conflicto armado, las guerras y violencias. Desde entonces, el último martes de cada mes, testifica un Silencio vestido de Negro en Medellín, Puerto Caicedo, Pereira, Cali, Barrancabermeja, Bucaramanga, Popayán, Bogotá, Quibdo. En otras ocasiones, nuevos lugares han sido testigos de esta protesta de Negro y en Silencio. Con el cuerpo silenciado se expresa desobediencia y resistencia noviolenta a quienes con armas, palabras e imágenes, instigan a la guerra, el odio, la venganza; a las violencias privadas y públicas, a quienes “convierten el cuerpo femenino en botín de guerra”.