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 Imagen de referencia Ciudadanía  y convivencia
Colección institucional

Ciudadanía y convivencia

En este espacio encontrarás testimonios, experiencias y reflexiones en materia de educación, que sirven de apoyo a la formación académica y en el desarrollo de capacidades para la ciudadanía y la convivencia.

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Hablemos de educación para la sexualidad : avances y proyecciones

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Imagen de apoyo de  Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia : Reconstruyendo Saberes IED - Toberín

Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia : Reconstruyendo Saberes IED - Toberín

Por: María Fernanda Cristancho Cortés | Fecha: 2015

La Educación para la Ciudadanía y la Convivencia es una apuesta fundamental en la política educativa de Bogotá, como proceso que consolida la educación pública de calidad, la excelencia académica y la formación integral. Se desarrolla principalmente a través de la implementación del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia -PIECC-, en cada Institución Educativa Distrital de Bogotá. Los PIECC promueven reflexiones en torno a las relaciones de poder y la construcción de ciudadanía y convivencia, para generar procesos de transformación social desde la escuela. A través de este documento se sistematiza la experiencia de construcción del PIECC, reconstruyendo los saberes construidos por el Colegio TOBERIN (IED) que a través de la implementación del método pedagógico Reflexión-Acción-Participación analiza su realidad, define su núcleo articulador como horizonte de sentido y constituye un equipo dinamizador de facilitadores y facilitadoras de ciudadanía y convivencia que impulsan transformaciones en la realidad del colegio y sus actores. De esta manera se comparten los aprendizajes obtenidos y la proyección que propone la comunidad educativa para la sostenibilidad del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia
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Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia : Reconstruyendo Saberes IED - Toberín

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Mis primeros pasos en el colegio : primer ciclo ideas y propuestas en el aula de lengua castellana para promover la inclusión y plena participación de los y las estudiantes con discapacidad intelectual

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Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia : Reconstruyendo Saberes - IED Marsella

Por: María del Pilar Castellanos | Fecha: 2016

La Educación para la Ciudadanía y la Convivencia es una apuesta fundamental en la política educativa de Bogotá, como proceso que consolida la educación pública de calidad, la excelencia académica y la formación integral. Se desarrolla principalmente a través de la implementación del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia -PIECC-, en cada Institución Educativa Distrital de Bogotá. Los PIECC promueven reflexiones en torno a las relaciones de poder y la construcción de ciudadanía y convivencia, para generar procesos de transformación social desde la escuela. A través de este documento se sistematiza la experiencia de construcción del PIECC, reconstruyendo los saberes construidos por el Colegio MARSELLA (IED) que a través de la implementación del método pedagógico Reflexión-Acción-Participación analiza su realidad, define su núcleo articulador como horizonte de sentido y constituye un equipo dinamizador de facilitadores y facilitadoras de ciudadanía y convivencia que impulsan transformaciones en la realidad del colegio y sus actores. De esta manera se comparten los aprendizajes obtenidos y la proyección que propone la comunidad educativa para la sostenibilidad del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia
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Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia : Reconstruyendo Saberes - IED Marsella

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Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia : Reconstruyendo Saberes - IED Antonio Villavicencio

Por: Luz Aida Mora Mora | Fecha: 2016

La Educación para la Ciudadanía y la Convivencia es una apuesta fundamental en la política educativa de Bogotá, como proceso que consolida la educación pública de calidad, la excelencia académica y la formación integral. Se desarrolla principalmente a través de la implementación del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia -PIECC-, en cada Institución Educativa Distrital de Bogotá. Los PIECC promueven reflexiones en torno a las relaciones de poder y la construcción de ciudadanía y convivencia, para generar procesos de transformación social desde la escuela. A través de este documento se sistematiza la experiencia de construcción del PIECC, reconstruyendo los saberes construidos por el Colegio ANTONIO VILLAVICENCIO (IED) que a través de la implementación del método pedagógico Reflexión-Acción-Participación analiza su realidad, define su núcleo articulador como horizonte de sentido y constituye un equipo dinamizador de facilitadores y facilitadoras de ciudadanía y convivencia que impulsan transformaciones en la realidad del colegio y sus actores. De esta manera se comparten los aprendizajes obtenidos y la proyección que propone la comunidad educativa para la sostenibilidad del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia
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Imagen de apoyo de  Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia : Reconstruyendo Saberes - IED Gustavo Rojas Pinilla

Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia : Reconstruyendo Saberes - IED Gustavo Rojas Pinilla

Por: Laura Camila Martínez | Fecha: 2016

La Educación para la Ciudadanía y la Convivencia es una apuesta fundamental en la política educativa de Bogotá, como proceso que consolida la educación pública de calidad, la excelencia académica y la formación integral. Se desarrolla principalmente a través de la implementación del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia -PIECC-, en cada Institución Educativa Distrital de Bogotá. Los PIECC promueven reflexiones en torno a las relaciones de poder y la construcción de ciudadanía y convivencia, para generar procesos de transformación social desde la escuela. A través de este documento se sistematiza la experiencia de construcción del PIECC, reconstruyendo los saberes construidos por el Colegio GUSTAVO ROJAS PINILLA (IED) que a través de la implementación del método pedagógico Reflexión-Acción-Participación analiza su realidad, define su núcleo articulador como horizonte de sentido y constituye un equipo dinamizador de facilitadores y facilitadoras de ciudadanía y convivencia que impulsan transformaciones en la realidad del colegio y sus actores. De esta manera se comparten los aprendizajes obtenidos y la proyección que propone la comunidad educativa para la sostenibilidad del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia
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Imagen de apoyo de  Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año III N. 132

Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año III N. 132

Por: | Fecha: 30/12/1899

A~O lll Bogotá, .Diciembre 30 de 1899 NUM.132 --~·~~-- ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO Duu:cToR AD-HONOREM, FRANCISCO J. VERGARA Y V. Coronel, Miembro de la Sociedad Colo m l)iana de Ingenieros Son colaboradores natos de este periódico todos los Jefes y Oficiales del Ejército de la República OFICIAL (r.o DE DICIEMBRE) por el cual ae asigna un sobresueldo El Preridente dt la Repúblüa En uso de la facultad que le confiere el artículo z.o de la Ley 39 de 1896, DECRETA: Artfculo único. Háccse extensivo al Jefe Civil y Militar y demás Jefes militares que hacen la guarnición de Girardot, lo dispuesto en el Decreto número 452 de 19 de Septiembre del año en curso, por el cual se aumenta en un veinticinco por ciento (2 5 por Ioo) el sueldo de la citada guarnición. §. El presente Decreto surtirá sus efectos desde esta fecha. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 1.0 de Diciembre de 1899. Por delegación del Excmo. Sr. Presidente, Ei Ministro de Guerra, ¡osÉ SANTOS Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 642 BOLETÍN MILITAR ORDEN DEL CUERPO PARA HOY 19 D.Ii DICIEMBRE DE 1899, EN BOGOTA Art. 7 5· Los Jefes, Oficiales y tropa del Cuerpo Politécnico lamentan profund=tmente la muerte del distinguido militar francés Sr. Capitán Paul Saint Víctor Sabarthez, miembro de la M1sión Militar é Instructor de este Cuerpo; consideran irreparable esta pérdida por haber sido el Sr. Sabarthez estricto cumplidor de su deber, modelo de caballeros y una de las inteligencias mejor cul­tivadas que han venido á nuestra Patria, á ponerse al servicio del adelanto del Ejército. La Compañía de Zapadores, debidamente uniformada, estará lista para e u todiar el cadáver tan luego como llegue á esta capital, y los Oficiales lo acompañarán por turno esta noche. El Batallón concurrirá mañana á las I 1 a. m. á tributarle los honores de ordenanza. El primer Jefe, ANTONIO LA VERDE R. - El segundo Jefe, DANIEL EsTEYEz. OA~~PAMEN~O :CE :aOOO~A O~ DEN GEN' ERAL PARA HOY SABADO 23 DE DICIEMBRE DE I 899 Servicio Art. 607. Por orden de la Comandancia en Jefe del Ejército se recuerda á todos los militares en servicio activo, los límites del campamento de Bogotá, que son : Por el Norte: partiendo del edificio del Panóptico, en línea recta hacia el Occidente, hasta cortar el camino de Engativá, aba­jo del Cementerio, en el punto en donde llega el camino que viene del camellón de San Victorino ; Por el Occidente: partiendo del punto anterior, y siguiendo el camino que se citó últimamente hasta el camellón de San Vic­torino, y de este punto, en línea recta, hasta el paso de Fucha en la vía para Tunjuelo; Por el Sur: partiendo del punto últimamente citado en línea recta hacia el Oriente, hasta la piedra de San Cristóbal ; y Por el Oriente: desde el último punto dicho, siguiendo hacia el Norte la carretera del Aguan ueva, hasta el chon o de Padilla, y de aquí, en línea recta, hasta volver al Panóptico. En consecuencia, se hace presente que para traspasar los límites anteriormente citados, es necesario p·asaporte expedido por la autoridad competente. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. JlOLETÍN MILITAR 643 EAT.'\LLON POLIIJ:'EONIOO Conferencias de los Oficiales de la Misión Francesa NOCIONES DE TOPOGRAFIA (Continuación) § 2-MEDICIÓN INDIRECTA DE DISTANCIAS Anteojos e.~tndimétricos y e.ste~dias Principio de la utadia-Sea (figura 43) h y H las longitudes .A B y .A' B' interceptadas por dos visuales sobre dos reglas verticales t..:olocadas á las distancias O L=d; O L' =d' del ojo O de un obsuvador. Ten­dremoi: de donde Si se quiere calcular á D, el valor de esta distancia se deduce de la medición de las tres longitudes d, H y h. Pero si dos de estas tres cantidades son constante , la tercera variará proporcionalmente á la distancias. Por consiguiente, para calcular á D se pueden construír tres clases de insLrumentos llamados estadías: Primera clase, D y h constantes y conocidos, JI variable. Segunda íd. d' y H íd. íd. h íd. Tercera íd. h y H íd. íd. d íd. En todos los casos el valor de la variable multiplicado por una cantidad constante dará el valor de D. Pueden realizarse estas tres clases de estadías con dos miras colo­cadas en .AB y A'B'. Pero si el conjunto de la mira AB y del punto O se reemplaza por un instrumento en el cual sea fácil medir d y h, tendremos lo que se llama un instrumento diastemométrico. Estos instrumentos, para dar mediciones exactas, tienen que estar formados de un anteojo llamado estndimétrico, con el cual se mira una regla llamada estadio. En estos anteojos la retícula está formada, ade­más de los hilos centrales, por otros dos hilos paralelos, horizontales 6 verticales, cuya distancia es fija ó variable. N o podemos describir ahora estos instrumentos cuyo manejo se enseñará prácticamente. Bastará decir que, ordinariamente, en los anteojos empleados en topografía, la distancia des constante y los hilos paralelos están fijos; la escadi'a es una mira parlante en donde se lee la distancia intercepta­da por los hilos. Con los instrumentos de estadi;.~ variable (primera cla-se), multiplicando la lectura hecha por una cantidad conocida ~ , que se llama tÍt1gulo micrométrico, se calcula la distancia. Si los hilos parale­los son variables, la estadía tiene dos planchas ó dos líneas de fe á Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 644 BOLETÍN MILtT.AR distancia constante. Con los instrumentos de estadia fija (segunda clase), para calcular á d se mide la distancia de los hilos, y se multiplica esta distancia por una constante (dX b). Muchas veces los hilos variables se reemplazan por escalas micrométricas, trazadas por procedimientos fotográficos en un vidrio colocado en el plano de la retícula y en donde se leen directamente las distancias. La precisión de las estadías fijas cambia con las distancias medi­das, y es siempre inferior á la que se obtiene con e'itadias variables. Los instrumentos de la tercera clase tienea una exactitud menor. Así son algunos telémetros, que examinaremos en el estudio de los reco­nocimientos militares. Reducción al horizonte-Con los instrumento5 estadimétricos, se mide casi siempre la distancia según la pendiente; y para hacer el pla­no, se necesita hacer la reducción al horizonte. Si las estadías se colo­can perpendicularmente á la visual, lo que puede realizarse por medio de un colimador puesto en la estadía, y con el cual el ayudante mira el objetivo del anteojo, la reducción se hará como se ha indicado an­teriormente, multiplicando por cos ex. la lectura hecha en !a estadía ó empleando una escala de reducción al horizonte. Escala de proyección-Pero si se coloca verticalmente la estadía, se lee S'CJ"', en lugar de ST (figura 44). Tenemos sensiblemente: ST =S'CJ'' cos ex., y la proyección horizontal buscada será: .A B = S :r (OJ ex.-= S' 'l' (OJ 'cx.- Por consiguiente, se hará la corrección multiplicando la distancia leída en la estadía por el cuadrado del coseno del ángulo ex. del declive. Para hacer la multiplicación, se emplean las tablas de logaritmos 6 las reglas de calcular, ó una escala llamada escala de proyección, aná­loga á la escala de reducción al horizonte. Se construyen esas escalas del modo siguiente (figura 45): Sea .AB la escala gráfica del plano; se traza una circunferencia tangente á .A B en el punto medio D y se unen los puntos A y B con el punto e diametralmente opuesto al punto D. Sea DO E un ángulo igual al doble del ángulo a. del declive considerado. Trazando la paralela Ebda á la línea .AB, se obtiene en ab el va­lor de A B X co¡'cx.. En efecto tenemos: ab cd co+od R+R-cos 2 a. t+cos'a. , AB = en= OD = zR = ---z--= cos a. de donde a b=AB Cos2a. Haciendo la misma construcción con diferentes valores del ángulo ex., y uniendo el punto C con las divisiones de la escala gráfica, se obtie­ne la escala de proyección. Para obtener la distancia con que se debe construír el plano, en lugar de tomar la distancia leída sobre la estadía en la escala gráfica del plano, bastará medirla en la paralela á la escala gráfica corr.cspon­diente al ángulo del declive. (La paralela Ea corresponde al ángulo a). Anteojos analáticoJ-En los anteojos estadimétricos, el punto co­rrespondiente al punto O (ojo del observador en la figura de demostra­ción del principio de la estadía), es el foco prinéipal anterior del obje­tivo, y la distancia medida es la distancia de la estadía á este foco prin- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 'BOLET.fN MILITAR 645 cipal. Pero lo que se busca es la distancia de la estadía al eje del ms­trumento. Entonces hay que corregir las lecturas. Puede hacer e la corrección: I." Aumentando la distancia medida con ]a estadía en una canti­dad conocida y constante para el mismo instrumento (distancia del eje del instrumento al foco principal anterior de] objetivo). 2. 0 Empleando estadías corregidas. En efecto, reduciendo una de las divisiones en una cantidad que represente, en la estadía, la cantidad constante precedente, todas las lecturas resultarán aumentadas en esta cantidad, siempre que la divisiÓn reducida se halle entre las imágenes de los hilos. Ordinariamente se hace la reducción en una di visión corres­pondiente á la altura media de los instrumentos, sea poco más ó menos á la altura de 1m40. 3. 0 Empleando anteojos tma!áticos, que, por medio de ~n lente su­plementario, hacen coincidir el punto fijo O con el eje vertical del ins­trumento. Casi en todos los anteojos estadimétricos de los instrumentos de Topografía se ha adoptado este ¡::erfeccionamiento inventado por un oficial de ingeniería, italiano, el Sr. Porro. l11strumentos steJJaláticds-Llámanse stenaláticos ó autorreductores los instrumentos que permiten leer inmediatamente en una estadía co­locada perpendicularmente á la visual, la distapcia reducida al horizon­te, con la cual desde luego puede construírse el plano, sin hacer ope­raciOnes. C.APITULO IV llfedición de ángz,los Los ángulos necesarios para establecer la planimetría, son los for­mados por las proyecciones horizontales de las líneas del terreno; el ma­yor número de los instrumentos que vamos á estudiar, permite medir directamente al ángulo de las proyeccione:, horizontalc ; sin embargo, algunos 1rvcn para medir los ángulos en el plano que forman las direc­ciones en el e pacio. Los in trumentos de medir ángulos pueden dividir e en tres clases: I . 0 Instrumentos gJiiográjico.r para construír directamente en el dibujo los ángulos de la proyeccionc horizontales. 2.0 Instrumentos q•¡e dan los ángulo· de las proyecciones de cada dirección con el meridiano magnético. El fundamcn to de esta clase de inscrumcn t(IS es la propied1d de la agllja imanada. 3.0 ln'trumentos gJtiométricos q•tc miden directamente, por medio de visuales, el ángulo formado por dos direcciones ó por sus proyec­ciones. La medición de ángulos verticales se estudiará con los procedi­mientos de la ni velación. SECCIÓN . l. ]nstrttmnJirJJ gJIÍ?grájicos-Pitmchetas y alidadns Los instrumentos goniográficos son las planchetas y Jos aparatos que exige su empleo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EOLE'I'Í.N MILITAR CAMPAÑA EN EL RIO MAGDALENA Segunda parte -Relato oficial (Conclusión) 647 INFORME que pre,;enta el Sr. General Comandante General de la Flotilla de gue:-ra del río Magdalena á S. S. el Ministro de la Guerra. Sr. Ministro: Cumplo el deber de presentar á S. S. informe sobre la cam­paña realizada por la Flotilla de guerra del río .l\1agdalena, que puso bajo mis órdenes el Sr. General Comandante en Jefe del Ejército del Atlántico, el día 20 de Octubre último. Fl?tilla-Han compue to la Flot:IIa de guerra las siguien­tes naves convenientemente armadas y tripuladas: cañonero Hér­cult- s, vapores C'Jlombia, Bísrn"lrt.k, tVfanut la Aycardi, Miguel Sam­per, Zea, Enrique, M a r!Ínez Bossio, Flora, Arztioquia, Peñ.asblan­cas y Alicia. En el cañonero Hérculn está situada Ja Comandancia general de la Flotilla; en el vapor Antioquia la segunda Coman­dancia, ser vi da ésta por el Sr. Coronel D. A urelio de Castro. Los vapore Fhra y Peñasblancas están destinados especialmente al servicio de avisos. Campaña y combate de Gamarra - En las primera horas del día 20 del mes próxitno pasado, fui llamado por el Sr. Comandan­te general de la 3·a Divi s ión del Ejercito permanente, con el ca­rácter de urgencia. Este alto empleadcJ me informó que había estallado un movimiento revolucionari con graves caract -res; que los alzado. se habí an apo derado, en los p a tios d e la Compañía Colombiana tle '1 ransporte , de la draga C r i st óbal C olón, vehículo poderoso que indudablemente pre taría á la rebelión s e rvicios de grande itnporta ncia, y que con el obj e to de embotellar e l cañonero Hércules y los otro buqu e s de Jo Cllales pudiera s ervirse el (,..o­bierno, habían hundido en el c :J ño q11e pone en comunicación á Barranquillz con el río, la tambi é n pode rosa draga Ayacucho. Al mismo tiempo era de pn ... vc · rse guc }r) rebeldes se hub1eran apode­rado de Jos vapores mer antes que surcaban para ese día la parte baja del río. Et Sr. General Comandante general de la 3·a División que­ría utilizar mi servicios no sólo como partidario l..:::al y convenci­do del Gobiern l e gítimo, sino también mis conocimientos y práctica en ingeniería y navegación. Ant e todo era urgente é in­dispensable remover el poderoso ob tciculo, colocado en la 1nitad del caño; obstáculo que, er concepto de ingenieros extranjeros, no desaparecería ino mediante una labor que demandaba tiempo y elementos apropiados. Apartándome de ese concepto, pedí al Sr. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 648 BOLETÍN MILITAR Comandante General de la 3·a División que pusiera á mi~ órde­nes el cañonero Hércules, y dirigiéndome en él hacia la draga hundida, logré, después de dos horas de rudísimo trabajo y me­diante operaciones que encontraréis descritas en el diario respecti­vo, hacer desaparecer el obstáculo con que la rebelión había que­rido destruír la rapidez de nuestros movimientos de ataque ó de­fensa, ó reducirlos á su última expresión (*). Investido el Sr. General Comandante general de la 3·· Divi­sión del mando en Jefe del Ejército del Atlántico, tuvo á bien confiarme, en la mañana del 20 de Octubre, el mando de la Floti­lla de guerra del río Magdalena, y aceptado el honroso encargo, situé la Comandancia general en el cañonero Hércules. En segui­da ordené que se armara en guerra el vapor Colombia, y dejé ejecu­tando esta operación á mi sahda del puerto de Barranquilla, á las 4 y 30' p. m. del mencionado día 20. Era ante todo preciso ente­rarse de los movimientos de los rebeldes, así como de los elementos con que contaban, y á toda máquina seguí aguas arriba, llegando al puerto de H eredia á las 7 a. m. del día 21. Allí se me informó lo siguiente por persona amiga : los rebeldes contaban con los vapo­res: draga Cristóbal Colón, Elbers, Cisneros, Barranquilla, Elena y Gieseken Ringe. Añáda: e á ellos el Antioquia, apresado en el puerto de Marengo la noche de] 19. A todo golpe se dirigían los rebeldes aguas arriba, y en seguida de obtener aquellas noticias, retrocedí á Calamar con el objeto de ponerme en comunicación con el Sr. Jefe Civil y Militar del Departamento de Bolívar, así como para acti­var el blindaje del vapor Colombia, que encontré ya en ese puerto. Quería, además, dejar tiempo para que los rebeldes tomaran una resolución sobre los numerosos pasajeros que conducían los buques mercantes apresados, entre los cuales se encontraban señoras y ni­ños. Más tarde supe que esos pasajeros habían sido dejados en Zambrano En Calamar recibí te! grama del Sr. Jefe Civil y Militar del Departamento, acon ejando que para atacar la flotilla enemiga se aguardaran refuerzos de Barranquil1a. En Consejo de Oficiales ge­nerales, compuesto del suscrito y los Generales D. Elías Rodrí­guez y D. Ignacio Folíaco, se trató el punto, y el Consejo fue de opinión, previa exposición de razones, que debía continuarse inme­diatamente la marcha sin aguardar aquellos refuerzos. Comunicada esta resolución al Jefe Civil y Militar, éste se adhirió á ella (**). ( ) Sobre este detalle descansaba el plan de la revolución. L. D. •' Ojlcial-Urgente-Cartagena, 21 de Octubre de l899 General D. de Castro-Calamar. Como anuncian que venían vapores Lafaurie y Manuela .Aycardi espérelos para que suba con los cuatro buques juntos. General Vélez y Román aquí conmigo. Ciudad bien inspirada. Jefe Civil y Militar, GÓMEz PÉRF..Z (Véase la página siguiente) Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR 649 Comprendí claramente que la flotilla rebelde llevaba dos ob­jetivos: esperar en Puerto Nacional ó Bodega Ocaña fuerzas de Santander en número suficiente para marchar luégo sobre Barran­quilla ó subir á marchas forzadas hasta Puerto Wilches, donde blindarían sus naves poderosamente, haciendo uso de los rieles. Logrado cualquiera de los dos objetivo~, la rebelión hubiera toma­do grande incremento, y había que impedir á todo trance la propa­gación c-lel incendio. A marchas forzadas seguí, pues, sobre los rebeldes, y acaso me hubiera sido posible darles caza antes, si el vapor Colombia hubie­ra tenido mayor velocidad como lo verá S. S. más adelante. Al mismo tiempo que remontaba el río, ocupábame en el res­tablecimiento de las líneas telegráficas, destrozadas por los rebel­des; en volver á sus puestos las autoridades legítimas desconocidas, y en levantar el entusiasmo de nuestros amigos, quebrantado por las f?lsas noticias que propagaban á su paso los rebeldes. Llegué á Magangué el dí2. 23 á las 4 y 50 a. m. Lugar es éste donde la rebelión encontró terreno propicio para desarrollarse: allí hizo sus primeras víctimas; de allí sacó recursos nada despreciables. La au­toridad rebelde huyó á mi llegada. El día 23 me ocupé en verificar ciertos trabajos en el caño­nero Hércules, para poner en mejores condiciones de ataque la artillería. Al efecto hice desmontar la ametralladora Colt del lugar en donde la encontré ituada, para colocarla sobre la casilla de los prácticos, donde, por razón de la altura y mayor radio de acción, sus fuegos fueran mortíferos y decisivos sobre los buques enemigos, por blindados que e tuviesen. Creo que á esta medida corresponde, en mucha parte, el éxito obtenido en el combate <.le Gamarra. En la noche del 24 la lucha con la flotilla enemiga, si ésta e encontrabaen Puerto Nacional ó Bodega Ocaña, era inmhente. En e a expectativa retrocedí en bu ca del vapor Colombia, el cual necesitaba como elemento estra­tégico y no alcanzaba á divisar siquiera. Con pena me enteré de que tenía un daí1o su maquinaria, motivo por el cual lo encontré fondeado frente á C.1imital á las 5 y 30 p. m. ·rransmití las ór­denes é instrucciones necesarias para que el daño fuera reparado en seguida, y continué aguas arriba, pareciéndome divisar á ?OCO el buque Mosca, enemigo que después supe lo era el Gieseken Ringe. El terrible combate se empeñó á las 1! y 30 p. m. del día 24 y terminó á la I y 30 a. m. del día 25. Los buques enemigos eran siete: draga Cristóbal Colón, Elena, Cisneros, Antioquia, Barranqui- Urgente-Ojicial-Cartagena, 21 de Octubre de 1899 Generales Diego A. de Castro, Rodríguez y Folíaco-Calamar. Aplaudo vuestra resolución de partir inmediatamente en busca flotilla rebelde, toma­da en Consejo de Oficiales generales. Tengo plena confianza en el triunío. (Firmado), GóMn Piazz. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 650 BOLETÍN MILITAR lla, Elbcrs y Gieseken Ringe. Los nuéstros apenas dos: el cañonero Hércules y el vapor e,¡, nbia. El plan de ataque y defensa, el parte detallado, lo informes r..:11didos por los jefes de las naves nuéstra~ que entraron en batalla, el croquis de ésta y el cuadro de distan­cias, todos estos docume : Jt ')~ los encontrará S. S. adjuntos al pre­sente informe, debidJ.m ... nte autenticados y numerados. No me tocJ, c:ertamente, apreciar L.ts consecuencias del triun­fo obtenido por las armas nacionales en el combate de G-amarra; mas sin inc:urrir en inmodestia, puedo asegurar á S. S. qu~ al no hab~r sido de:>truídJ totalmente, c:.>:no lo fue, la flotilla rebeld:!, la guerra habría tomado proporciones gigantesca·, y la Co>t1 atlán­ticJ. cor. ido gran peligro. Al día siguiente de aquel de:;calabro de los reb:ld.:s, se presentaron á Aguachica, lugar qu~ dista de Puer­to Nacional y Bodega Ocazía cuatro leguas, los Jefes de ellos, Ge­nerales Durán, Lvpeira y G..1ray, con 6::>J hombres, s~=> de ellos bien armados, que venían á reforzar la flotilla por orden de uno de los Jefes de la rebelión, Dr. Julio A. Vengoechea. No habiendo enemigo que vencer en el río, y juzgando ne­cesaria la bajada de la flotilla, dispuse contramarchar á Barranqui­lla, encontrando en el tránsito el resto ~e aquella que no alcanzó á tomar parte en la batalla de Gamarra. Despachado de nuevo por el Sr. General Comandante en Jefe del Ejército del Atlántico, salí del puerto de Barranquilla el día 30 del m~:> pn)xuno pasado, para realizar los movimientos de que he dado cuenta á S. S. desde Puerto Berrío. Servicio qu~ presta la Flotilla - A mi retaguardia que­dan: el vapor .Antioquia, que monta el segundo Comandante de la Flotilla, Coronel D. Aurelio de Castro, y el vapor Manuela Ay­cardi, haciendo el servicio de cruceros entre Puerto Nacional y Boc.1s del Lebrij2.. El objeto de esta mediJa es el siguiente: el rebelde Hil..trio Meneses se encuentra en el río Lebrija con nu­merosas partiJa:; armadas y apoder<:~do de las lancha de vapor de la Emprc'i:l. d-.. Transporte· de S to, cometiendo los m1yores atro­pello$ y violencias. Es nece:>ario destruírlo si intenta salir, como lo hiz ya una vez, al río Magdalena. Juzgo conveniente que de Bucaramanga salgan fuerzas que batan e:>te impenitente rebelde. El vapor M7rtÍn¿z BJssio salió de BoJega Central el día 6 del presente á las 5 y 30 p. m., con destino á Barranquilla, condu­ciendo al Sr. Dr. D. José Manuel Goenaga G., Jefe Civil y Mili­tar del Departamento de Bolívar, y fuerzas organizad.1s en Antio­quia al mando del Coronel Laureano García. Los vapores Zea y Migud S.unpcr hacen el servicio d~ cruceros entre Sitionuevo y Girardá, puntos estratégicos, situado el uno en la ribera del De­partamento del i\1agdalena, \ el otro en la de Bolívar; servicio que se presta con el objeto de impedir que los rebeldes de uno y otro Departamento se presten mutuos auxilios ó se concentren en una sola región, como p:1.rcce ser su objeto vi ible. El vapor Alicia, que Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. DOLI!~1'ÍN ~IlLI'l'AR 651 su be á marchas forzadas, encontrará orden mí a en Puerto Berrío, de ponerse á órdenes del Sr. Gobernador de Antioqui;J . .El aviso Ptñasblancas está á órdenes del Jefe Civil y Militar de i\1agangué, Coronel Santiago Alvarez, quien siguió en él á Sucre y Majagual, á levantar fuerzas. El aviso Flora sirve de comunicaci¿n e!ltre Calamar y Ba­rranquilla, pues la línea telegráfica entre estos Jos lugares aún no se encuentra restablecitla. El vapor Bísmarck queda encargado del transporte de brigadas que se destinan á la movilización de.fuer­zas sobre la Provincia de Ocaña. Elementos dd enemigo-En el combate de Gamarra se hundi6, como Jo verá S. S. por el respectivo parte, la draga Cristébal Colón y fueron apresados los vapores Elena, Cisntros, Elbers y Barranquilla. El vapor Antioquia, que en momentos de la acción salió en fuga aguas a bajo, fue apresado por la retaguardia de nuestra flotilla, y por sus condicione~ de solidez y velocidad lo hemos utilizado en nuestro servicio. El vapor Gieuken Ringe, que salió aguas arriba también en fuga, fue abandonado por Jos rebeldes en Bodega Cen­tral, y sus tripulantes lo echaron aguas abajo, entregándolo tam­bien á la retaguardia de nuestra flotilla. La draga Cristóbal Colón pertenecía al Gobierno Nacional, y de su usufructo gozaba la Compañía Colombiana de Transportes, en virtud de contrato celebrado entre ésta y aquél para la limpia y ct~nalización del río Magdalena. El vapor Elena perten('ce á la Compañía Fluvial de Cartagena, empresa americana. Los vapores C:sntros, Barranquilla y Elbers son propiedad de la Compañía Colombiana de ·rransportes. El vapor Antioquia á los Sres. Ma­chado, Grau y Compañía, y el Girseknz Ringe á la Empresa Ale­mana de Navcg~ción Fluvial. También fue tomado por los rebel­des en J\lagangué, y luego abandonado, el vapor Magdalena, igual­mente de la Colombiana de Transportes. Con honrosas y contadas excepciones, ayuellos vehículos fue­ron entregados por sus tripulantes voluntaria y Pspontáneamente á los rebeldes, pasando aquéllo á de. empeñar, una vez armados en guerra, las mismas ó má altas funciones que desempeñaban antes en los buques mercantes. Me permito llamar muy especialmente la ~:tcnción de S. S. sobre tan grave cuestión, porque si dichos tripulantes, a í corno todos los revolucionarios empleados en las emprc.as de tranc:porte, no reciben un castigo ejemplar y severo, las guerras volverán á ser endémicas en Colombia, y habremos re­tr:> ccdido "á los luctuo.os tiempos de la anarquía organizada." Me permito igualmente recordar á S. S. que el Sr. General D. Rafael P cye Jict<) en la guerra de 1895 un Decreto sobre policía de nc:vegaciün y ferrocarriles, en su ct~rácter de Coman­dante en Jefe del Ejt:rcito dd Atbntico, río Magdalena y Santan­der, que fue debidamente ar,rob;Jdd por el Supremo Gobierno. En ese decreto se dispuso que los e m pleacios de naves .ó ferrocarriles que entregaran voluntariamente dtchos vehículos á los rebeldes, co o LA REPlJBlfCA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 652 BOLETÍN MILITAR serían ju'l.gados y castigados como traidores, y que al ser tomados aquéllos nuevamente por el Gobierno, se reputarían botín de guerra. U na comisión eacargada de investigar rápida y enérgicamen­te la responsabilidad en que hayan incurrido tales empleados, sería convenientísirna, pues de otra manera la lentitud de los proceso, ordinarios y las contemplaciones indebidas harían casi inmune­aquellos graves delito;; contra la seguridad del Estado y la paz pú­blica. Contrayéndome especialmente á la Com,pañía Colombiana de Transportes, diré á S. S. que tengo una alta idea del espíritu de imparcialidad y respeto á las autoridades legítimas de que está animado el Director de ella, D. Jacobo Cortíssoz; pero el jefe de los talleres de esa empresa el Sr. Alejandro M'Causland, si ha estado públicamente en inteligencias con el Sr. General Uribe Uribe, según consta de manifestaciones insertas en El Autonomis· ta, firmadas por dicho Sr. M'Causland y por todos sus subalter­nos. Bajo el pretexto de asociación industrial, formó un Club po­lítico al que concurrían todos sus obreros; de lo1' talleres alejaba sistemáticamente á los que eran partidarios del Gobierno, alegando incompetencia ú otro cualquier motivo. Todo eso puedo asegurar­lo á S. S., porque como ingeniero mecánico, desempeñé las mis­mas funciones del Sr. M'Causland en la Compañía Colombiana, bajo la administración del finado Sr. D. López Penha J r. En los talleres puestos al cuidado del Sr. M'Causland, y al calor de sus fraguas, se forjaron las herramientas que hundieron la draga Ayacucho, y aun hay quien asegure que el remedo de cañón de que se sirvieron los rebeldes en la Cristóbal Colón. {/olores-Los fondos de que ha dispuesto la .Fotilla de guerra han sido manejados con escrupulo:sidad y orden por los Contadores de los respectivos buques, con las mismas riguro;;as formalidades que en tiempo de paz, sin que haya intervenido para nada en tales opcracione e ta Comandancia g~ncral. Peticion de empleados y gu~rnición dd "Hércules"-Adjunta en copia encontrara S. S. una solicitud que me han dirigido los empleados y g;uarni i6n del cañonero Hcrcules, que he pa. ado al Sr. General Jefe de Estado Mayor general del Ejército, debida­mente apoyada, y que recomiendo al estudio de S. S. C'Jnclusión-Creo haber correspondido á la confianza que en mí depositó el Sr. General Comandante en Jefe del Ejército del Atlántico, como el más alto representante armado de un Gobierno ju to y honrado, al que reitero, por el honorable conducto de S. S., la protesta de mi inquebrantable adhesión. Dios guarde á S. S. El General Comandante general de la Flotilla, D. A. DE CASTRO A bordo del cañonero Hércules, La Dorada, 10 de Noviem­bre de 1899 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. :bOLET:fN MILITAR 053 SECCION DOCTRINAL SEGÚN LOS RUSOS* Arreglado para el Boletín Militar ÜFENSIVA **-Los exploradores reconocen la posición del enemi­go, y del conjunto de informes que ellos suministran, y, si es posible, de lo que el jefe ha visto por sí mismo, deduce el plan á que habrá de sujetar el ataque. Bajo la protección de la vanguardia el asaltante toma la formación de reserva, y luégo, LUando se dan las órdenes definitivas, la formación de combate. La vanguardia p:1sa directamente del orden de marcha á la formación de combate. En tanto que el grueso se reúne, el jefe da las instrucciones del caso á sus subordinados inmediatos, quie­nes se habrán agrupado en torno suyo: él les indica el fin que persigue; designa cuáles unidades constituirán la línea de combate y cuáles las reservas; determina las misiones particulares que pueden incumbir á ciertas unidades de la línea de combate; les hace conocer el emplaza­miento previsto para las reservas, el punto ó puntos de reunión, el lu­gar donde se aparcarán las cajas de cartuchos, y el sitio que él ocupará para dirigir la brega; señala, además, cuál unidad marcará la dirección y qué medidas rleberán tomarse para garantizar la seguridad de los flan­cos. En una palabra, para los rusos el combate ofensivo presupone dos períodos perfectamente distintos: el preparatorio y el del asalto. Es de observar que si la tropa que ataca es de corto efectivo, lo mismo que la vanguardia de una mayor, adopta la formación de com­bate desde el principio, de suerte que sólo las grandes unidades pasan por la formación transitoria de rettJJi ÓJJ, á menos que no se trate de una batalla de encuentro, en la cual debe tomarse á cualquier precio la iniciativa de las operaciones. a) PreparaciÓJI del tlJa!to-Las compa!ÍÍas destinadas á formar la cadena avanzan en línea desplegada ó en columna de sección por el flanco. A z,ooo pasos del enemigo se forman en una sola fila, y á par­tir de tal momento ganan terreno á un paso lento y calmado, no dete­niéndose á hacer fuego sino cuando blancos favorables se les presentan en su camino. Al llegar á una distancia de 1 ,ooo á 1,400 pasos de la pos1ci6n del adversario, rompen el fuego si excepcionalmente no lo hu­bieren ya principiado. Esta primera enzarzada será á veces bastante • Hace algunos años el General Skugarevski, partidario del fuego, y los Generales Puzyrevski y Dragomirow, partidarios del choque, suscitaron en la prensa militar una viva polémica, la que obligó al Gobierno á nombrar una Comisión que elaborara un proyecto de reglamento, el cual, experimentado en 1896, revisado al año siguiente, y so­metido de nuevo á la práctica, será en breve reglamwto oficial para 13 instrucción de las tropas. Caracteriza á este reglamento la no admisión ele movimientos rctrógraclos para pasar de una formación á otra y que los desplazamientos y cambios de dirección se ejecutan por el flanco, ó sea se han llevado las cosas á su m1yor sencillez, sin cuidarse de los ceremoniosos movimientos que aún existen en otros ejércitos. •• La formación de combate comprende la línea de combate y la reserva. La pri­mera se subdivide en cadena y rcsPrvas de batallón; la segunda en resenas esper.iales y r~serva generul. Las distancias ó intervalos serán tales, que cada cual pueda socorrer al vecino, en un momento dado, sin perjud1car las evoluciones de los demá•. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 654: BOLETÍN MILITAR a~a!orada para que la cadena requiera un refuerzo en hombres y mu­niCIOnes. Entre tanto el Jefe habrá completado sus disposiciones definitivas para la lucha formal, y la dirección podrá ser fijada ya con acierto y definitivamente. En seguida los cambios de posición se harán por regla general en toda la línea y de un modo simultáneo: si el terreno fuere cubierto ó dobl ~, las secciones se plegarán para avanzar con mayor co­modidad, y cuidarán de ligarse entre sí por soldados dichos de tontxión; se evitará el empleo del paso gimnástico á fin de ahorrar á las tropas las fuerzas que exigirá el asalto, pero esto no impide que cuando así con­venga, unas compañías ganen á la carrera una nueva posición de avance, para salvar los sitios peligrosos, en tanto que otras, en la anterior, man­úenen el tiroteo: estos movimientos por escalones, que son la excep­ción de la regla, se ejecutan sólo por las compafiías que tienen al fren­te una posición ventajosa. Cuando la nectesidad se impone, en especial en tropas muy quebrantadas por el fuego enemigo, el movimiento de avance se ejecuta hombre por hombre; este sistema, que propuso hace años el General francés Lewal, quien lo llamó de insinuación, muy prác­tico en los ejercicios, puede serlo mucho menos en el campo de bata­lla, donde la energía de oficiales y clases tendrfa que vencer el instinto de la conservación que se desarrolla de un modo especial en el hombre aislado. Los altos de la cadena serán lo más corto y lo menos frecuentes posibles. El General Dragomirow ha prohibido terminantemente á sus tropas doblar la rodilla ó echarse á tierra durante esas detenciones, ob­servando que si herir á un hombre no es cosa fácil, en el polígono, des­de que se tira á más de 300 pasos, lo racional es apresurar la marcha en el combate hasta reducir la di s tancia que separa á los contendores. A fin de favorecer el movimiento de avance, á menudo se destaca sobre el flanco una fuerza que ocupe una posición ventajosa y tire sin cesar mientras la cadena avanza, y que suspende el fuego tan luego corno lo rompe esta última. A 500 pasos del enemigo, el fuego será ya tan intenso como sea posible; las reservas habrán avanzado en las forma ciones que las expon­gan lo menos que se pueda al tiro del enemigo: compañías en colum­nas de sección par el flanco, al tresbolillo 6 en escalones, 6 bien desple­gadas, con las filas abiertas y las secciones al trcsbolillo. Las tropas de reserva de una misma unidad se reúnen hasta doude sea factible, y la reserva general avanza tras la posición m1s débil de la cadena, 6 hacia el punto elegido para el ataque decisivo. La diHancia que separa las reservas de la cadena será siempre inferior ~ la que exista entre ésta y la línea enemiga, regla de sencilla aplicación, que facilita la utilización bien entendida del terreno, abre campo á los movimientos de la reserva y procura seguridad á los tiradores de la cadena. b) .Asalto-En el momento en que el fuego está á punto de terminar su obra las reservas se juntan á la cadena, sin mczclarst con ella si esto fuere posible: llegó el turno á la bayoneta; las filas se cierran, las secciones forman grupos compactos, los tambores y cornetas tocan á la carga, resuenan las músicas, el objetivo es conocido de todos, y en este ¡nomento la consigna de jefes, oficiales y soldados es avanzar de: frente, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. :BOLETÍN MILITAR 655 8in preocuparse por lo que pasa á sus lados. La marcha se ejecuta á un paso rápido, vivo, nervioso, tratando de alinearse la tropa sobre los que van más ade!ante y se hace fuego al marchar si el asalto no se da desde muy cerca. El General Dragornirow dice á sus soldados: "avanzad por enjambres durante la preparación por medio del fuego ; agrupaos para el ataque á la bayoneta: la bofetada se da con el puño cerrado y no cou los dedos abiertos." El ataque á la bayoneta no se produce forzozamente al mismo tiempo en todos los puntos de la línea ; cada compañía debe tratar de alcanzar al adversario lo más pronto posible ; al grito de hurrah ! lan­zado por un jefe repetido por los oficiales y sargentos ¡::rimeros y en seguida por los soldados se lanzan éstos sobre el enemigo á paso de carga repitiendo la voz con acentos prolongados. La persecución será enérgica en extremo, y esta faz del combate también resulta marcada de un modo especial: el fuego que se emplea en ella es el fuego rápido. Hasta el momento decisivo se conserva dis­ponible una porción de la reserva, á fin de hacer frente á los contra­ataques posibles del enemigo. Cuando el asalto fracasa, la retirada se ejecuta á paso calmado y en el mayor orden; tiradores aislados se detienen, dan media vuelta, disparan su fusil y en el acto tornan á reunirse con la cadena: las frac­ciones que encuentran posición conveniente hacen alto para contener un tanto al enemigo con sui fuegos y se protegen mutuamente en 8U retroceso. El progreso ha sido evidente en Rusia, porque antes de 1881 cualesquiera que fueran el terreno y las circunstancias, el combate debía desarrollarse del mismo modo, por lo cual el General Skugare­wiski hacía al reglamento entonces en vigor las siguientes objeciones: 1.0 , invariabilidad en las disposiciones; 2..0 , falta de reconocimiento previo; 3.o, cadena muy débil y por lo mismo preparación insuficiente con el fuego, refuerzo prematuro de ella y mezcla inevitable de la8 unidades; 4.0 , uso constante de los saltos sucesivo'> por pequeñas frac­ciones para el avance á partir de la distancia fija de I,ooo pasos. En la actualidad los exploradores reconocen la pocisión adversa, desde el principio se despliegan compañías enteras á fin de obtener la superiori­dad del fuego, se evitan los avances por pequeñas fracciones y se deja campo á la iniciativa inteligente de los oficiales. DEFENSIVA-La defensa de una posición entraña igualmente dos actos sucesivos: en primer término hay necesidad de quebrantar al ad­versario por medio del fuego, y en seguida es preciso responder á su asalto con un contra-ataque. Al principio, si el terreno lo permite y la defensa dispone de más de un batallón, adelante de la posición se ocupan ciertos puntos para obligar al enemigo á que se despliegue y re­vele sus intenciones. Las tropas á las cuales se confía esta misión, cui­darán de no dejar que el enemigo se les aproxime mucho, porque en­tonces podría penetrar tras ellas á la posictón propiamente dicha. Esas lí­neas avanzadas pueden á menudo concentrar el combate sobre puntodis­tinto del escogido de antemano por la defensa y casi siempre perturban­el fuego de las tropas que ocupan la línea de resistencia formal. Las fuer­zas q uc constituyen la línea avanzada con frecuencia quedan expuestas á Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAll. un destrozo casi seguro, y la historia menciona muy contados casos en que el procedimiento haya dado buen resultado, lo cual no obsta á que los rusos lo conserven; y en verdad que cuando es posible emplearlo como se debe, contribuirá de modo eficaz á la victoria. Tan luego como se conoce la direcci6n del ataque, una cadena de tiradores, tan densa como lo permita el terreno, ocupa el linde de la posici6n organizada defensivamence, y las reservas se establecen más cerca que en la ofensiva. Sobre tropas enemigas en mnvimiento el fue­go se hace con intensidad, la cual disminuye si se trata de fracciones que han hecho alto, y sobre todo si están abrigadas: la intensidad llegará á su máximum cuando el adversario está pr6ximo, y si éste se lanza al asalto la cadena ejecuta el fuego de repetici6n (rápido) 6 tira por des­ct~ rgas; las reservas, acercadas Jo más posible durante la brega, y que habrán permanecido en orden cerrado: no emplean sino la última de esas dos clases de fuegos, lo que parece difícil en la práctica á causa del ruido que producirá el fuego rápido de los tiradores. Puede suceder que el fuego, á pesar de su intensidad, no detenga el asalto del enemi­go, siendo preciso entonces proceder al contra-ataque. En el momento en que las tropas del adversario van á penetrar en la posici6n, la cadena y parte de las reservas, íntimament' reunidas, se arrojan sobre aquéllas á la bayoneta; otras fracciones tratarán de caer sobre una de las alas de aquél. A decir verdad, el momento en que se lance el contra-ataque depende de la naturaleza de la línea de defensa: si es tál que sea fácil introducir el desorden en las filas enemigas en el momento en que penetran en ella, se deja llegar esta oportunidad, los defensores retroceden un poco, envían al adversario un par de descar­gas á boca de jarro, y en seguida lo atacan á la bayoneta. Si la posi­ci6n no favorece ese desorden, el contra-ataque se ejecuta antes de que el asaltante llegue á la línea de defensa. Si el contra-ataque resulta eficaz, cadena y reservas persiguen al enemigo á balazos y se preparan á rechazar un segundo a alto, aun cuando de ordinario el asaltante, muy quebrantado con el esfuerzo an­terior y fa] to de reserva, no pensará en renovar e 1 gol pe: el defensor debe aprovechar esas vacilaciones y pasar resueltamente á la ofensiva. En la instrucción es preciso llevar al ánimo del soldado esra idea: que el mejor medio de defenderse es atacar: las masas, lo mismo que el hombre solo, á la vez que resisten deben estar listas para coger al vuelo la ocasi6n que se les presente para asestar algunos buenos golpes. Por lo común el ataque de frente no será el principal: fracciones de la cadena 6 de la reserva, que rebasan la línea de combate, á veces dispuestas en escalones, intentan movimientos envolventes sobre una 6 sobre ambas alas. La defensa debe cuidar, por lo mismo, no de­jarse arrastrar á extender su frente con exceso y vigilar los movimientos de flanco que el enemigo pueda tentar á cubierto, para lo cual forma martillos 6 zigzags defensivos, y mejor aún, dirige fracciones de la re­serva sobre el flanco de las tropas que intentan el movimiento en­volvente. Cuando el asaltante obtiene la victoria, una reserva de escaso ~fectivo protege la retirada¡ la cadena 6 los tiradores utilizan para Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR hacer fuego las posiciones sucesivas que le ofrezca el terreno (•).: Si se trata de los tiradores, éstos se unen á la cadena tan luégo como han disparado. ÜP.!RACIONES DE NOCHE-Las operaciones nocturnas se confían á de,._ tacamentos de poca fuerza. En la ofensiva el orden de marcha se con­serva el mayor tiempo posible y no se dispara; llegado el momento del despliegue, éste se hace en grupos com!'actos; en gran número se emplearán las patrullas para vigilar los flancos y enlazar las tropas; por medio de linternas !>e marcan los puntos que indique el jefe, en espe­cial los setialados para plazas de reunión y donde se situará él para re­cibir partes y expedir órdenes. No se lanza el grito de bttrrab! sino al caer sobre el adversario y la tropa se prepara á rechazar todo retorno ofensivo del defensor. La defensa observa los mismos principios, y además en las noches de luna y á pequeñas distancias emplea los fuegos por descargas. EL FUEGO Y EL CHOQUE-Natural es ahora averiguar las ideas que tienen los rusos sobre la parte que en la lucha corresponde tanto al fuego como á la bayoneta. La bala-El fuego á cortas distancias es el elemento á que se atri­buye la acción más seria en la 1 ucha. Los jefes tratan de ob[ener una completa disciplina del fuego, de apreciar con exactitud las distancias é indicar los objetivos del tiro con toda claridad. Los jefes de batallón tienen la dirección del fuego; en las compañías el oficial que manda los tiradores de la cadena resuelve si se emplea el fuego á discreción 6 el de descargas y señala el objetivo de acuerdo con las órdenes recibi­das; los jefes de sección (sargentos) indican el alza, dan las voces de man­do del caso y reglan la velocidad del tiro: si observan cansancio en los soldados suspenden el fuego por unos instantes; los cabos cuidan de la buena colocación del alza, de la utilización racional de los abrigos y del terreno, y de que los soldados no disparen sin apuntar. Los oficiales aprecian las distancias principalmente con el binóculo-telémetro Sou­chicr, de que existe un ejemplar en cada compañía. Los fuegos que se usan en el combate son los individuales y los de descargas. Los individuales pueden ser lentos 6 rápid~s; los fuegos por descargas se ejecutan por sección y se usan á todas las distancias, pero no se emplean sino cuando la tropa puede oír distintamente las voces de mando respectivas. Además, las tropas en formación cerrada sólo tiran por descargas, en tanto que si las filas se han abierto, cabe también el tiro rápido. Evidentemente los rusos reaccionan contra las primeras impresiones que en ellos dejó la guerra de I 877 y 1878, y reconocen los peligros á que conduce el uso de las descargas por todo y para todo; de seguro recuerdan la máxima de Napoleón: "Fren­te al enemigo el único fuego práctico es el fuego á discreción," y aun entre ellos ya hay algunos militares que afirman no ser ciertos muchos de los fuegos por descargas mencionados en las relaciones de las guerras modernas. ~·) Eatos puntos, tanto en la ofensiva como en la defenaiva, deben ser previa­mente reconocidos por oficiales de Eatado Mayor para aprovecharlo• mejor-L. D. a Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILiTAR El fuego individual lento se emplea contra toda clase de objetivos hasta soo pasos de distancia, hasta I,ooo cuando se trata de grupos, y á mayor lejanía sólo sobre las formaciones vulnerables. Los mejores ti­radores se dedican exclusivamente á hacer fuego sobre los Estados Ma­yores, los jefes, abanderados, y todos los demás objetivos análogos, cual­quiera que sea la distancia y el efectivo de tales blancos. A un toque de silbato cesa el fuego, y Jos tiradores vuel venJa vista hacia su jefe. En tesis general, los fuegos rápidos preceden inmediatamente al asalto. La importancia relativa que se atribuye á los objetivos, hace que se escoja éste de preferencia á aquél, dejando en segundo término la pro­babilidad que haya de herirlos. Los que en un momento dado consti­tuyen un obstáculo para alcanzar el designio perseguido en ese mismo instante, ó bien amenazan convertirse en un peligro serio, son mirados como los que interesa herir de preferencia. N o se abandona un objeti­vo por otro sino después de haber concentrado el fuego sobre el pri­mero durante un cierto tiempo. En la ofensiva las baterías enemigas son por lo general los prime­ros objetivos favorables que se presentan al asaltante; en seguida el fuego se dirige sobre la cadena adversa que las fracciones designadas tratan de envolver; las tropas del enemigo que lleguen á dejarse ver en formaciones cerradas son blancos que nunca se debe descuidar acribi­llar á balazos; antes del ataque á la bayoneta el fuego se concentra sobre el punto que es preciso conquistar. Naturalmente la defensa se encuentra en mejores condiciones que el ataque si se trata de la elección de los objetivos para el tiro: de pre­ferencia elige las baterías del adversario y las tropas en formaciones compactas; sobre la cadena enemiga no dispara sino cuando sus movi ­mÍI'! ntos ó altos se ejecutan al través de terreno descubierto, pues fuera de esos dos casos sólo algunos buenos tiradores dirigen sin cesar sus proyectiles sobre dicha cadena. Cuando la artillería ele! agresor tiene bajo su fuego una porción de la línea de defensa, se encarga á una frac­ción de la cadena de responder á las baterías, y el resto dirige sus pro­yectiles precisamente sobre las tropas enemigas que estén delante del objetivo que haya elegido !.U artillería, y en verdad que de ordinario á esas tropas se habrá encargado el ata'!ue principal. A menos de 6oo pasos los objetivos se eligen únicamente en la cadena del adversario. El número de cartuchos que lleva consigo cada soldado es supe­rior á lo que se acostumbró durante la guerra ruso-turca: se quiere evitar la repetición de los numerosos accidentes que en las batallas de esa lucha fueron consecuencia de la falta repentina de municiones en el campo de batalla; pero en las maniobras los 'jefes cuidan de llamar la atención sobre los gra,.ísimos inconvenientes que entraña el exagera­do consumo de cartuchos, en especial en la ofensiva. Los carros de mu­niciones deben situarse por lo menos á la altura de las reservas de regi­miento: de día banderolas rojas y de noche linternas verdes, permiten distinguirlos fácilmente. Un oficial es encargado de satisfacer los pedi­dos de municiones que le hagan los cuerpos y de dirigir los carros á los emplazamientos convenientes. Los jefes de las diversas sectore~ de la cadena (compañías) desta­~ an dos 6 tres soldados hacia las reservas de batallón1 y en los batall<:>- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETfN MILITAR 659 nes se designan algunas fracciones que contribuyan al municionamiento de la tropa: los soldados de esas fracciones se desprenden de la mitad de las municiones que tienen en cartuchera, y un cabo retorna con ellas y los soldados destacados para llevarlos á la cadena. El cabo y los soldados no vuelven á reunirse á la unidad á que pertenecen. Las reservas de batallón se reamunicionan en los carros, y cuando éstos se han podido acercar suficientemente, los cartuchos para la cadena se toman en los mismos vehículos. b) La bayoneta-La parsimonia con la cual emplean los rusos sus reservas en el primer período de la ofensiva, muestra de un modo claro que esa infantería, aun cuando trata de obtener la superioridad en el fuego antes del asalw, no acuercia á dicho elemento la confianza ni el valer que le dispensan los demás ejércitos de Europa. No es raro en verdad que en los campos de maniobras las reservas de batallón no en­tren en línea sino á 500 y aun á 400 pasos del enemigo figurado, de suer­te que si suponemos que la división de infantería al pie de guerra empeñe el combate con el mínimum previsto de reservas (7 batallones), podría sucederque cosa de 6,ooo hombres, poco menos de la mitad de la divi­sión, avance hasta 400 pasos del enemigo y aun hasta la posición de éste sin haber hecho un solo disparo de fusil : de ordinario fSa cifra variará~ pues el su puesto queda hecho sobre el mínimum de reservas. Así pues, para los rusos el aftlqlle á la bayoMta es no uno de los medios de obtener la victoria, sino d elemtnto principal para conseguirla (•). Por esto, en virtud del precepto dragomiroviano que dice que "en la guerra no se hace bien sino lo que se tiene costumbre de hacer bien en tiempo de paz," la instrucción del asalto en los campos de maniobras adquiere una importancia de primer orden. Y la tarea es hermosa por cierto para los que mandan: inculcar en el ánimo de oficiales y soldados la convicción de que es preciso llevar el asa! to hasta su término, suceda lo que suceda y sin mirar atrás ; enseñar á fijar con claridad el objetivo, á coger al vuelo el momen co propicio para dar el asalto, á determinar ins­tintivamente las distancias á que debe tocarse á la carga, calar la bayo­neta y lanzarce á la carrera gritando hurrah .'; á dar todos el golpe, como si se trata de un solo hombre, con energía, avanzando cada cual en línea recta y sin vacilar. En el espíritu de todos se inculca la idea de que el combate ha de ir ha · ta la bayoneta, y por lo mismo que la san­gre habrá de correr á torrentes. La práctica más importante en esta parte de la instrucción es la de los ataques atravesantes, preconizados por el General Dragmoirow hace años y mirados con grande estima por la infantería rus 1. Los ataques atravesalJtes se ejecutan escuadra contra escuadra, sección contra sección, compañía contra compañía, etc., empleando para ello como formaciones la desplegada ó la columna. Una compa­ñía, por ejemp1o, en línea desplegada, se sitúa á 400 pasos de otra, avanza luégo rápidamente 1 oo pasos, hace fuego y continúa del mismo modo hasta llegar á 100 pasos, los tambores tocan á la carga, á 50 cala bayoneta, á 30 grita hurrah! y se lanza al través de la compañía • O como lo dijo Suvarow hace un siglo ''la bala ~s loca ; la bayoneta e1 aabia."--L. D, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR opuesta: en el momento del choque se tercian los fusiles La compafiía que espera á pie firme responde al fuego que se le hace y continúa dii­parando hasta que tiene á la otra á so pasos, en el cual momento calaba­yoneta á su turno y se lanza igualmente a ' través de las filas de ella gri­tando burrah.' Los jefes y oficiales se esfuerzan por obtener de sus soldados la mayor rapidez posible en el instante en que las tropas se entrecruzan. El alto no se verifica sino cuando se ha rebasado so pasos el sitio en el cual se suponía estaba el enemigo: en el momento del alto todos cierran distancias sobre los que, durante la carrera, avanzaron más terreno:" nadie se atreve á retroceder entonces un paso," decía Suvarow, mirado en Rusia como el grande institutor del ejército, y cuyo retrato cromolitográfico se ha distribuído á todas las compañías de infantería por orden del emperador. A primera vista parece que semejante procedimiento de instruc­ción debe presentar grandes peligros; no hay tal cosa, en realidad los accidentes son en extremo raros y á la objeción del peligro que entraña ha respondido el General Dragomirow: ''N o ocurren accidentes en la enseñanza del tiro, la esgrima, la gimnástica y la equitación?" Los oficiales rusos practican gustosos los ataques atravesantes, y afirman que es excelente sistema exigir lo más para obtener lo menos; que tienen la inmensa ventaja de familiarizar al soldado con la impre­sión que produce una masa de hombres que avanza á la carrera con bayoneta calada, y que tal procedimiento está en armonía con el tem­peramento del soldado ruso, al cual puede aplicarse lo que Art Roé dijo de los franceses: "en la hora suprema en vez de impulso más bien necesitan contención." Por cuenta propia habremos de hacer ahora algunas observaciones para insistir en doctrinas otras veces sustentadas en este semanario Des­de luego si se piensa que la famosa obra de J. Bloch, en que se afirma que el ofensor será d!!struído en diez minutos en el campo de batalla, se escribió en Rusia, y e'i un año anterior al mismísimo reglamento ana­lizado, no cabe duda que lo fue para la exportación como lo fueron tantas instrucciones del Gran Federico, quien gustaba de burlarse de los tontos que acudían á presenciar las maniobras sui generis de Postdam. Además, charcas de sangre que han empapado nuestro suelo y aún no se han oreado, confirman de sobra la razón de ser los ejercicios rusos como único medio de templar á los soldados contra las cargas á arma blanca, y demuP-stran cuán grande absurdo es el de enseñarles que los fusiles de repetición han anulado para siempre la bayoneta, lo cual ha producido y producirá siempre tremendas catástrofes. Por esta razón aplaudimos de todas veras que el Ministerio de Guerra haya comparado últimamente un gran número de fusiles Grass, únicos racionales para armar nuestras tropas: por multitud de razones incontrovertibles he­mos condenado s1cmpre aquí el fusil de repetición, de calibre reducido y bayoneta-cuchillo; un fusil que como el Grass puede recibir cargado­res de sistema conveniente, pól vera sin humo en su cartucho, tiene gran­de alcance y calza proyectil y bayoneta que en realidad sirven para con­tener una carga, es sin duda ninguna el fusil ideal para ejércitos com­puestos de milicianos y conscriptos. En número anterior reproducíamos juicio tremendo de un jefe aie­PlAA ~obre el ejército inglés, y el telégrafo lo ha confirmado plenamente Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLET.fN MILITAR 661 transmitiéndonos la noticia de los desastres que el ejército de Albión sufre en la actualidad en el Africa austral, á pesar de la bala dundum. Las lecciones de la propia casa y ele la extraña son demasiado elocuen­tes para que las olvidemos: ¡:e nos impone cambio sustancial en ciertos procedimientos de instrucción de las tropas; es indispensable gastar en tiempo de paz algunos millones de cartuchos y algunos cientos de pesos para ahorrar luégo al Tesoro millones de pesos como único medio de que las guerras sean lo más breves y lo más lejanas posibles S ibis pacem para be/lum. 1 1 ~·· 1 1 I.lilOOIONES :CE OEOO?w.f..F.t.f.. FISIOA CURSO DEl. PROFESOR THOULET EN LA UNIVERSIDAD DE NANCY Traducci6n libre, hecha para el Bolelí11 Militar IJ-Na.chniento é infancia de la 1.ierra La ciencia ha llegado á conocer, en sus rasgos principales, la historia de la Tierra. Para llegar á semejante resultado estudió pacientemente las varias capas roqueñas <:)u e forman la corteza del globo; observó la superposición de ellas y comparó sus carac­teres, entre los cuales distinguió un cierto número que le permi­tieron establecer un orden de sucesión y una clasificación por grupos. Después de un examen atento de los fenómenos actuales, procediend por inducción, con justicia atribuye las huellas leídas en los terrenos antiguos á causas, si no idénticas, sí análogas á las que hQy producen los mismos resultados. Los restos fosilizados de seres vivos-plantas ó animales,-encontrados en las entrañas de las roca , prestaron grandísimos servicios suministrando bases seguras para :establecer el sincronismo de formaciones al parecer distintas, y vicever a. Muchas veces se han comparado los fó iles á las antiguas medallas y monedas, cuyo descubrimiento permite fijar la época en que el suelo en cuyo seno se hallaron fue depo­sitado ó removido. A ese estudio de los fósiles se dio el nombre especial de paleontología, que tiende á desaparecer: ~1 presente, á causa de novísimos descubrimientos, la importancia del•estudio de los restos del pasado crece de un modo extraordinario, y la paleon­tología se tornó madre de dos ciencias, ó mejor dicho, vuelve á las dos ciencias de que se la separó indebidamente, la zoología y la botánica, con los nombres de paleozoología y paleobotánica, es decir, zoología y botánica de los tiempos que fueron. En efecto, antes, en las auroras cle la (zoología, creíase haber conseguido un hermoso resultado, y lo era en verdad, cuando se lograba catalogar algunos re tos de formas de origen orgánico recogidos en las cantera y en las mir1as. Esta base creyóse firml­sima en la plenitud del entusiasmo suscitado por tales descubrimien- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 662 BOLETÍN MILlTA:a. tos y por la sagacidad con que el genio de Cuvier supiera sacar par­tido de ellos; ninguna duda se abrigaba sobre frase tan célebre como inexacta, nacida en ese tiempo y repetida por todos, á sab~r: "que bastaba hallar el menor fragmento del esqueleto de un animal para reconstituírlo íntegramente, cualquiera que fuera la complicación de su estructura." Con gusto se habría reducido la geología á meras aplicaciones paleontológicas: la presencia ó ausencia de una con­cha, de un animal, bastaba para definir un terreno, para clasifi­carlo y denominarlo. Nada más se exigía, y la facilidad, dicha científica, se exageraba con el hecho de que los restos más abundantes eran las conchas de moluscos, pues limitábanse los clasificadores á apreciar vagamente su aspecto, á contar las estrías ó rugosidades de su superficie, y sobre todo á darles un nombre latino, sin preocuparse,¡ni aun sospechar siquiera los serios problemas que suscita la presencia de esos restos en un terreno. La gloria ardientemente buscada, porque se adquiría con gran comodidad, de ser el padrino de un guijarro, de una plantct, del más pequeño animalillo, ha causado no pocas ridiculeces, injusta­mente cargadas á la verdadera ciencia. En una palabra, la paleon­tología y la geología eran paleozoología y paleo botánica para el uso de personas que poco ó nada entendían de zoología ni de botánica. Las afirmaciones audazmente tranquilas de los poleontolo­gista~, con frecuencia suma desmentidas por estudios ulteriores, cesaron sin embargo, poco á poco, de deslumbrar al mundv; nu­merosos y á veces groseros errores despertaron la desconfianza del público. Adem~s, el trabajo se complicaba y hacía menos fácil: en un lote de huesos mezclados, pertenecientes á diversos anima­It> s, aún mal conocidos ó desconocidos, resultaba tarea difícil hacer la escogencia del caso para repartir á cada entidad lo que le pertene cía, ó para con un esqueleto incompleto reconstituír entero al ani­mal. En efecto, para emprenderla se necesita nada menos que saber anatomía comparada, tal como sólo la sabe quien la ha estu­diado largos años sobre los seres actuales, y de ellos remonta sus investigaciones á los que ya no son: incumbe, como se compren­de, al verdadero zóologo ó al verdadero botánico, según se trate de animales ó de vegetales. Cuanto á los géologos, bien que nadie les • rehuse el derecho de auxiliarse con todas las ciencias para alcanzar el fin que persiguen-el conocimiento de la histo­ria de la tierra,-nadie puede permitirles acomoden para su ex­clusivo uso una zoología ó una botánica especiales, lo mismo que les está vedado inventar una matemática, química ó física distin­ta de las ciencias que debidamente llevan esos nombres. * • Lo que el autor señala en u pattia como hístorh ya vieja, e aquí aún p1·esente ¡ tanto así se ha de ·cuidado e ta clase de estudio . Veamos un ejemplo: re· cieutemente una revista que goza fama de .eria publicó un e .. tudio s•>bre las sali­nas, que llam6 científico su autor, y e redujo) á reproducir lo · di lates geol6gicos del austriaco Karsten, tiempo bá refutados en el mundo cientffico europeo: baste Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETfN MILITAR 663 Asistimos á una reconstitución completa del pasado, lo mis­mo en historia propiamente dicha que en historia natural; al pre­sente se trabaja en resucitar cada época hasta en sus ínfimos detalles, tanto más interesantes cuanto más característicos sean. Cuando la época de que se trata apenas dista algunos siglos, antro­pólogos, arqueólogos, numismáticos y paleógrafos adunan sus esfuerzos y mancomunan sus ir:Ivestigaciones para evocar íntegro el pas:1do: costumbres, trajes, artes, creencias, errores, vicios y vir­tudes. De esta suerte Egipto, Asiria, Grecia, Roma, la Edad Media, surgen ante nuestros asombrados ojos de la noche que los envolvía. U na figurilla de Tanagra) el escritorio usado de un es­cribano egipcio, un jirón de tela, cualquier objeto de uso diario retirado del fondo de una tumba, seducen mejor el pensamiento de quien lo observa, que la vista de una gran estatua ó de un vasto monumento. Y si se quiere reconstituír cosas viejas, no de u nos siglos atrás sino de siglos por siglos, aun cuando las dificultades aumentan en proporción, el problema resulta el mi:;mo. Quiérese, por ejemplo, trazar la carta geográfica del globo en la época silú­rica, devónica ó carbonífica, medir la profundidad de Jos mares desaparecidos y conocer la densidad y salobridad de sus aguas, la altura de montañas hoy rasadas hasta ser llanuras, la longitud, venaje y cuenca de ríos que dejaron de correr hace miles y miles de años, la antigua compo~ición de la atmósfera, la climatología, la distribución de la temperatura, el régimen de las lluvias, las circunstancias á las cuales se adaptaron las formas y hábitos de los animales, en una palabra, conocer el pasado mejor que lo que co­nocemos el presente, si es posible, tal como sucede con la luna, cuya geografía está concluída cuando aún no lo está la de la tierra. El trabajo ~e ha principiado y podemos tratar de resumirlo. Cuanto á las inmensas lagunas que presenta todavía, se colmarán poco á poco, así como todo se enlaza en el mundo, y todo es causa y con­secuencia á la vez. Si el sabio sintiera desaliento ante la inmensi­dad de la tarea, bástele recordar que todo está escrito en el libro de la naturaleza. (Continuará) R0:9ERT :.EE (Conclusión) Tras lo dicho sobre el célebre Capitán sudista, por el francés Grasset y el alemán Scheibert, parece natural insertar el juicio de decir que el autor es c ribe cn .táceo, y h ace qnince año el Congreso geológico adoptó la terminación iro para lo$ terrenos; que ignora las clasificacione hecha en Ingla­terra so ln·e los espécimen;. llevados por los ingeniero. que e ludiaron el trazado del ferrocarril del N ortt.: ; que no conoce uno olo ele lo · ¡¡utores que al pre e11te vnn á la ca hez:\ de la ci e ucia. pues no los <·ita , y ·obre todo, que repetía las antiguas teo. rías sobre el origen eclimentario de la snl y el carbón, á rafz de haber e dt!mostrado su origen eruptivo allende el Atlántico. ¡Y luégo uegamos yue en ciencias vivimos atrasados medio siglo ! Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETíN MILITAR un Coronel inglés que asistió á la guerra de Secesión y en ella trató al General Lee, durante la campaña de Gettisburg. "Martes 30 de Junio-Esta mañana antes de salir de Cham­bersburg el General Longstreet me presentó al Comandante en Jefe. El General Lee es entre los hombres de su edad uno de los más hermosos que he visto en mi vida. Tiene 56 años, el cuerpo bien proporcionado, anchas las espaldas, alta la estatura y todo el aspecto de un soldado. Es el perfecto tipo de un gentil hombre, y no conozco otro que como él tenga tan pocos enemigos y sea tan universalmente estimado. En el Sur no hay sino una voz para decir que Lee es el hombre que más se acerca á la perfección. No tiene ninguno de esos defectos que se llaman beber, fumar, sorber rapé, echar votos, etc., y nadie ha podido nunca señalarle vicio alguno. De ordinario viste un gabán largo, gastado, de color gris, un sombrero de fieltro de copa alta y pantalones azules recogidos dentro. de botas á lo W éllington. N un ca le vi armas, y la sola distinción de su grado militar son las tres estrellas bordadas en el cuello del saco. Monta un soberbio caballo perfectamente domado. Su traje y apostura es siempre correcta : ni en las mar­chas más difíciles observé descuidos á este respecto. "En el ejército de línea era mirado como uno de los mejores oficiales, y al estallar la guerra civil ejercía el cargo de Teniente Coronel del 2.0 de Caballería. Era rico, pero después de la guerra todos sus bienes fueron presa del enemigo. Desde que ejerce el mando supremo del ejército de Virginia no ha dormido una sola vez bajo techado: rehusa todas las invitaciones que á este respecto se le hacen por temor de que la persona que ejerza semejante hos­pitalidad no sea castigada más tarde por haber dado abrigo al Jefe del ejército rebelde. Las relaciones íntimas que median entre Lee y el General Longstreet son en verdad conmovedoras ; siell'pre se les halla juntos, y los oficiales y soldados del segundo se quejan de tal amistad, á la cual culpan de que nunca les confíen una opera­ción lejana, como ha sucedido á la tropa de Ewell. "A Longstreet no puede proporcionarse mayor placer que el que siente oyendo elogiar á Lee : no creo que en el mundo exis­tan dos Generales como ellos, tan exentos de ambición y de egoís­mo. Ambos tan solo aspiran á que concluya la guerra para retirar­se á vivir en paz en un retiro oscuro. El General Lee es religioso sinceramente sin tener las vehemencias que en el particular mos­traba Jackson: el único defecto que puede reprochársele es, en mi sentir, ser en exceso amable. "Jueves 2 de Julio (batalla de Gettisburg) ...... Tan luego como se rompieron los fuegos, el General Lee vino á reunirse con el General Hill, que se ~ncontraba cerca del árbol en el cual es­tábamos mirando el combate, y allí estuvo casi todo el día, ya observando al enemigo con su anteojo, ya conversando con el Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. .BOLETÍN MILITAR General Hill ó el Coronel Long de su Estado Mayor, pero con más frecuencia permanecía sentado sobre un tronco. Observé que durante el tiempo que duró el fuego no expidió sino una sola orden y no recibió sino un solo parte: sin duda tenía por sistema reglar los asuntos de antemano y luégo dejar á los Comandantes de cuerpo de ejército libertad de acción para llevar á término la tarea que les había encomendado ..... . "f/iernes 3 de ]ulio (batalla de Gettisburg) Poco después me reunía con el General Lee, que acababa de llegar y se informaba de las causas del desastre que había sufrido el ejército. Si el compor­tamiento del General Longstreet en la batalla había sido admirable, el del General Lee tenía que parecer sublime: reunía las tropas des­bandadas, les dirigía palabras de aliento, se le veía recorrer solo la línea de batalla, dejando á sus Ayudantes el cuidado de hacer lo mismo en la retaguardia. Siempre calmado y de buen humor, no dejaba escapar la menor señal de ansiedad ó de temor, pero ni aún del desagrado que sentía. A cada soldado que encontraba lo ani­maba con frases tales como 'todo acabará bien; luégo hablaremos largo, pero por el momento lo que importa es que la gente se reúna; necesito hombres como vos, con los cuales se pueda contar en el peligro, etc.' Pedía á los heridos vendasen pronto su herida y volvieran á empuñar el fusil, por poco que estuvieran en capaci­dad de hacerlo. Todos se esforzaban por responder á su llama­miento, y á más de uno vi quitarse el sombrero y aplaudir al Ge­neral en jefe. "A mí me dijo: 'Coronel, hemos tenido un mal día, muy malo por cierto; pero no siempre potiemos esperar sea nue&tra la victoria,' y en seguida me recomendó me trasladara á lugar me­nos inseguro que el en que me encontraba. "El fracaso de la jornada no impidió al General Lee ocuparse de las prosaicas necesidades de la vida: por ejemplo, á un oficial que azotaba su caballo porque se encabritó al estallarle cerca una granda, le dijo en alta voz: 'No lo golpee, no lo castigue: tuve un caballo parecido á ese, y por experiencia sé que los golpes no sirven para nada en este caso.' Luégo, como percibiéramos un hombre que yacía en una zanja, bocabajo, y yo crryera que aún dab~ señales de vida y en efecto empezó á lanza r gemidos, el Ge­neral Lee, después de tratar en vano de comunicarle energía, ordenó á algunos artilleros que estaban cercanos lo trasladaran á las ambulancias. "Vi á poco llegar al General Wilcox, quien principió á dar al General en J ~fe, en alta vo~, noticias de su brigada. El Gene­ral Lee, tomándole la mano, le dijo en tono amistoso: ' No se afane, General, todo lo que hoy ha sucedido es culpa mía; soy yo quien ha perdido la batal1a, y es preciso que vosotros me ayudéis á salir del atolladero lo mejor que podáis.' Era así como el General Lee trataba de dar ánimo á sus tropas derrotadas, cargando sobre Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 666 BOLETÍN MILIT A.R sus propios hombros todo el peso del desastre. Imposible verle ú oírle sin sentir admiración por su persona, y creo que nunca hubo individuo que le faltara al respeto en lo más mínimo. La posición de los confederados era en verdad crítica . ... El General Lee y sus Ayudantes tenían sin duda alguna conciencia de esa situación, y sin embargo no se oía ese ruido ni se observaba esa confusión propia de ~n día de batalla perdida ___ • Cuando vieron al Gene-ral Lee (unos artilleros) dijeron: 'tenemos confianza en el viejo; el percance de hoy no lo afectará; el tío Robert nos llevará ven­cedores á Wáshington." Tenemos, pues, que en todos los ejércitos del mundo los mi­litares de mayor valía reconocen unánimemente que el General Lee figura entre los grandes capitanes de la historia: los ingleses lo anteponen á Wéllington, los alemanes á Molke y Federico, los franceses casi lo hombrean con Napoleón y César. Sólo Aníballe es superior en verdad. Cuanto á nosotros, podemos enorgullecernos de las semejanzas acentuadas que existen entre Sucre y el General sudista. Para terminar repetiremos lo que dijimos al principio: la personalidad militar de Lee es una de las que debe estudiar con mayor interés el soldado republicano, puesto que no siendo un genio, es ejemplo de cuánto pueden en la guerra la labor tenaz é inq11ebrantable, el estudio, el cálculo y el método, el sentimiento del deber y de la abnegaci6n, y la relig ión del sacrificio por la patria, puesto que cuando se olvidan estas condiciones por el mi­litar con mando frente al enemigo, en vez de la victuria ansiada sólo se suelen cosechar tremendas catástrofes. ----- HISTORIA. lv.tE:V.O~IAS DEL GENERAL PABLO MORILLO (Continuación) En esta operación experimentámos un accidente bastante grave. En el momento de la partida, cuando se trataba de des­truír un quintal y medio de pólvora dañada, tuvo lugar una explo­sión que nos mató dos hombres é hirió á seis. A esta pérdida se unía el inconveniente de prevenir de este modo á los rebeldes del momento de nuestra partida. Las columnas reunidas comenzaron su marcha hacia las doce de la noche, y la continuaron sin ningún inconveniente, pasando por arriba de la plaza, en la dirección del Sombrero, distante de Calabozo cerca de veinte leguas. El enemigo tuvo notrcia de nues­tra retirada en la mañana del 15 . .E..ntró inmediatamente á Cala­bozo, y no tardó en salir, dejando por toda guarnición 200 indios Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILIT .A.R 667 armados según el uso del país: su caballería siguió nuestras huellas co.n alguna .infantería en ancas, y el resto de la fuerza tomó el mtsrno cammo. En efecto, no acabamos de llegar á las orillas de la Oriosa, y comenzábamos á apaciguar una sed ardiente causada por la mar­cha forzada hecha durante toda la mañana, cuando la vanguardia enemiga se presentó delante de nuestro c:.tmpo. Nuestro descanso terminó. El ejército se formó en tres columnas, y algunos desta­camentos de caballería fueron colocados á retaguardi~ en observa­ción, pero luégo el enemigo los rechazó hasta las masas de la infantería, la que con varias descargas le impidió avanzar. Por la tarde el ejércico continuó su marcha en buen orden, en columnas cerradas, sin ser perseguido; los bagajes, enfermos y emigrados de Calabozo ocuparon puesto en la vanguardia bajo la escolta de la ca­ballería mandada por el brigadier D. Tomás Morales. Esta dispo­sición nos procuró la ventaja de tener nuestras columnas entera­mente libres en caso de necesidad. Cerca de Zamuro hicimos una corta parada, y sin detenernos más llegámos muy temprano, por la maílana, á Sombrero, á las orillas del Guárico. Había escogido este punto porque ofrecía una posición muy favorable á la infantería. Nuestra marcha había sido muy penosa; el ejército la soportó con admirable constancia: ha­bíamos atravesado en poco menos de veinticuatro horas un es pacio de veinte leguas, casi sin agua. Numerosos bagajes, los enfermos y los fieles habitantes de Calabozo que habían querido seguirnos, turbaban la marcha de las columnas; no obstante, no se les podía abandonar. Atravesamos los llanos abrasados por el sol; el soldado sucumbía bajo el peso de los víveres y municiones que estaba obligado á llevar; muchos hombres hubieran perecido, víctimas de la sed y fatiga, si los jefes y oficiales, animados de un celo dignos de elogio, no hubieran cedido sus caballos á estos des­graciados, que iban á quedarse en el camino, expuestos á todos los furores de un enemigo bárbaro. Sin embargo, á pesar de todos los cuidados y sacrificios imaginables, tuvimos la pena de ver morir al­gunos de cansancio é insolación; nosvimos obligados á abandonar á varios que e¡,taban en situación de no podt'r hacer el menor mo­vimiento. No se puede imaginar la rapidez de la marcha que hizo el enemigo, para alcanzarnos cerca de la Oriosa; le llevábamos más de ocho horas de marcha de ventaja, y tenía que recorrer tres leguas para llegar á nuestro punto de partida. Y sólo su caballería, mejor montada, había podido hacer semejante marcha, con algunos in­fantes llevados en ancas: este esfuerzo prodigioso fue enteramente inútil. Pero volvamos al Sombrero, donde el ejército debía tomar el descanso que le era necesario. Tan luego como las tropas se re­frigeraron en las orillas del Guárico, la vanguardia enemiga se presentó á apaciguar la sed que la devoraba. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETÍN MILITAR Nuestras guerrillas aprovecharon la ventaja de su posición oponiéndole una fuerte resistencia, pero fue necesario luégo re­plegarse sobre la parte de nuestras fuerzas destinadas para defen­der este punto, pues los enemigos llegaban. El regimiento de Navarra cubría los principalec; vados, y el paso estrecho que conducía al río; el batallón de Castilla flanquea­ba estos puntos, y la derecha permanecía formada en columna ce­rrada. La compañía de cazadores de la Unión y un destacamento de Navarra formaban la izquierda de nuestra posición; el batallón de la Unión ocupó una altura á la salida del Sombrero; los húsares permanecían en observación. Tomadas estas disposiciones, nuestro frente fu~ atacado por el enemigo. El regimiento de Navarra sostuvo el ataque vigorosa­mente con un fuego muy nutrido, rechazando las diferentes cargas del enemigo, que en ellas sufrió muchas pérdidas. Viendo sus esfuer­zos inútiles por este lado, se dirigieron los rebeldes sobre la derecha cargando las tropas que defendían un vado fácil, pero estas tropas fueron auxiliadas á tiempo, y rechazaron constantemente al agresor. Esta tentativa no tuvo éxito, lo mismo que el ataque que hi­cieron por tres veces contra el regimiento de Navarra, formado en batalla. El Brigadier D. Pascual Real, que mandaba en este punto, recibió orden de rodear al enemigo por la izquierda. Este movimiento decidió la victoria. Los rebeldes dejaron en el campo de batalla un gran número de muertos y algunos prisioneros. Tu­vimos la pena de perder un oficial muerto, y dos heridos, lo mismo que cuarenta soldados. En esta jornada el regimiento de Navarra mereció todvs los elogios, lo mismo que el regimiento de Cas­tilla. Dos compañías de este ejecutaron una carga audaz á la ba­y0neta, entre tanto que el grueso atacaba por su lado. En una palabra: si hubiéramos podido disponer de 300 ó 400 hombre~ de caballería, la derrota de los rebeldes hubiera sido completa. El ene­migo se retiró con su caballería á una sabana distante legua y me­dia del Sombrero, y durante el resto del d1a no nos molestó. Emplea­mos este tiempo en perseguir los derrotados en el monte. Nuestras tropas conservaron sus posiciones hasta cerca de la media noche ; ordené entonces la retirada sobre Barbacoas, después de haber reu­nido nuestros heridos, con excepción de dos, cuyo estado era des­esperado; los dejé en el Hospital con 20 heridos del enemigo. Antes de partir dirigí un despacho al Capitán general de Vene­zuela, participándole el brillante combate que ar.ababa de librar y la dirección que el ejército iba á tomar, rogándole al mismo tiem­po reclutara algunos soldados, y tomara las medidas necesarias para suministrarnos víveres. Como mi intenci6n era retirarme á los valles de Aragua para cubrir la capital y otras ciudades sin defen a, expedí por el mis­mo correo instrucciones relativas á este proyecto. Dos compañías del regimiento Je Navarra y una del Casti­lla, separadas para diversas expediciones, recibieron órdenes de oh- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. servar al enemigo por el . camino de Ortiz; les hice conocer igual­mente cuál camino debía seguir el ejército. En cuanto al Coronel Calzada, que suponía había llegado cerca de Guadarrama, ordenéle que marchará al Baúl, y obrara ~egún las circunstancias, siempre listo á replegarse sobre San Carlos. Continuamos nuestra marcha sobre Camagua y San Sebastián de los Reyes, hasta el camino que conduce de las sabanas á los va­lles. En Barbacoas supe la llegada de todas las fuerzas enemigas al Sombrero. El 19 tuve noticias en Guarinas que el rebelde In­fante se había presentado en los alrededores con gente de caballe­ría. Esta noticia me impidió dejar á mis tropas el tiempo necesa­rio para reparar sus fuerzas; esa tarde tomámos el camino de Camaragua, donde llegámos á media noche caminando por terre­nos cortados por colinas, barrancos y valles. Al día siguiente por la mañana salímos de Camaragua y llegámos á media noche á San Francisco, de donde fueron enviados varios oficiales en diversas direcciones para levantar el espíritu público y proveer á las nece­sidades del ejército. El 21 llegámos á San Sebastián de los Reyes, donde di á las tropas un día de descanso. En nuestra marcha s­nos reunió el brigadier de la Torre, que venía de Caracas con dose cientos hombres del batallón de las milicias de Pardos de esta ca­pital, cuatro compañías del regimiento de Burgos y veinte húsares que se le habían reunido después del combate de Calabozo. El bri­gadier D. Juan de Aldama nos alcanzó en el mismo lugar, condu­ciendo de San Carlos ciento cincuenta milicianos del regimiento de Valencia-( Continuará) _ _ ....._. __ VARIEDADES POR SANTIAGO PÉREZ (Continuación) El viajero debe, pues, hacerse cargo de las circunstancias que han acarreado tan lamentable perversión de ideas en e~a raza de hombres, hechura indisputable y única de los amos de esclavos, á quienes, por su puesto, como antes dijimos, sobreabunda la justi­cia para llamarla infame é insoportable canalla. Además de los negros, en N óvita no hay nada. Las casas no tie~aen interior; su ajuar es casi ninguno. La hamaca, midiendo la diagonal de };.¡ pieza, una silla sin espaldar y un banco con honores de mesa, eran la decoración de nuestra posada; y aun eso agrade­cimos á su dueño, porque es gracia tener eso siquiera, y más gra- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 670 130LET1N MlLITAR cia franquearlo, en un lugar como aquél, donde naJa se fabrica, y á donde nada puede llevarse, por los costos de conducción y la ninguna demanda. En N óvita no se altera ninguna tranquilidad, ni se ataja el paso de nadie, ni resultan en sus calles, es decir, en su calle, coli­siones de trajes ni de gentes, porque si se logra ver á alguno, ese va ca:;i desnudo. De cuándo en cuándo se distingue una camisa colorada que asoma por una puerta, y es un blanco que sale de su almacén; negros ó negras de todos tamaños pasan una que otra vez semejantes á las sombras por un retablo. Fabrican unos sombreros de las grandes hojas oblongas del árbol que llaman güina, doblándolas con arte y apuntándolas con púas ó estaquillas de macana ó chonta. Son estos sombreros impe­netrables al agua; algunos a1canzan á tener vara y cuarta de ex­tensión; no son muy ligeros y quedan indomables. Era de esperarse que, en el país del oro, hubiera muchos que lo supieran trabajar con pulcritud y finura; pero no se tuvo en Nóvita noticia de otra platería que la que se había puesto en re­ceso, por haber sido llamado su dueño á las augustas funciones de la Jefatura política. Por lo demás, las manufacturas de los negros y los indios en todo el cantón, están reducidas á algunas embarcaciones que construyen, y algunos sombreros que tejen de cañabrava y de palma. En cuanto á la agricultura, apenas existe en aquella tierra tan fértil. Las orillas de los ríos, en las cuales fabrican los habi­tar: ates las barbacoas en que viven, se encuentran tapizadas de lar­gos y tupidos cañaverales, donde se ven, además de las de castilla, las cañas que llaman criollas, coloradas, en extremo blandas y de abundante jugo, si bien pobres de parte sacarina, y no adecuadas, por lo mismo, para la fabricación del azúcar. Los negrillos dejan el pecho para empezar á mascar la caña, con lo que desde sus primeros años se llenan de lombrices, destru­yendo su salud. Causa grima al acercarse á un rancho, el encon­trar cuatro ó seis, por lo menos, de estos infelices niños, formando cada uno como un suplemento no más de su respectivo abdomen, hiperbólicamente desarrollado. En cada casa hay un trapiche de mano para moler la caña, cuyo caldo fermentado forma la única bebida de aquella gente. En partes destilan además aguardiente. Todo rancho está circundado de platanales, pues el plátano es el artÍculo de fondo de todas las comidas del Chocó, ya asado ó machacado, ya en P.! consabido sanc?cho. El cacao, el arroz, el ñame, la yuca y la palma de chon­taduro constituyen el resto de h riqueza agrícola. En cuanto al maíz, tienen una particular manera de cultivarlo, manera que es peculiar de esta Provincia y de la de Barbacoas. Consiste en re­garlo sobre Ja maleza, dejando en pie los más grandes troncos y arbustos, hasta que empiezan las matas á levantarse, practicando Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. nbLET1N MiLITAR 671 entonces el desmonte, primero de los arbustos, y después de los grandes árboles cuando está más adelantada la sementera. Dáse el maíz de color blanco, pequeño y vidrioso, muy semejante al que llaman maíz arroz. Por casualidad se encuentra una fruta, pues no no tienen costumbre de sembrar ninguna. El comercio principal de los habitantes de este cantón, que hacen exclu~ivamente con su oro, es con el valle del Cauca, de donde reciben comestibles; con el cantón de Quibdó y el puerto de Buenaventura, para los efectos extranjeros. Antes de darse libres los esclavos, la cantidad de oro explota­da en el Chocó era, un año con otro, de $ I .ooo,ooo, y la de pla­tina de $ 2o,ooo, habiendo quedado reducidos ambos productos como á su cuarta parte respectiva del año de I 8 52 para acá. Considerando como rico un país en donde la masa de la po­blación vegeta en la indigencia, aunque algunos de sus moradores hacen grandes acumulaciones de valores, el cantón San Juan ha­bría sido hasta I 8 5 I en extremo rico. Rico, porque los pocos due­ños de minas atesoraban anualmente una enorme suma de oro; no obstante que los esclavos nada ganaban, ni en adelanto moral, ni en comodidad física: rico, porque los huéspedes empresarios junta­ban pronto lo que codiciaban, para retirarse poderosos á otras tie­rras; á pesar lle que el país en nada mejoraba higiénica, industrial ni socialmente. Mas para los que no hacen consistir la riqueza, hablando colectivamente de todo un territorio, en lo mayor ó me­nor de la acumulación entre unos particulares, sino en la exacta y equitativa distribución abundante entre los productores, para esos el mismo cantón ha sido y es pobre. P0bre cuando la producción anual de sus minas era de $ 1 .o2o,ooo, y pobre cuando no es sino de $ 255,000 (1). No habiendo más diferencia entre las dos épo­cas sino e -ta: que antes de 18 52 Jos negros, ó sea la población, no poseía nada, porque el producto de su trabajo era para sus due­ños, es decir, porque no había di tribución; y que después de 18 52 esos mismos negros, ó sea esa misma poblaci6n, no posee nada, porque no trabaja, es decir, porque no hay producción. In­dividualmente hablando, esto es, con relación á los dueños de es­clavos, la diferencia entre las dos épocas vale las tres cuartas par­tes, ó más, del oro que se extraía. Los antiguos amos de esclavos declararán que, á su juicio, con el nue\•o orden de cosas el cantón no adelantará; y sin dispu- . (1) "Si al recorrer un país se nos presentan chozas miserables, en cuyo interior se enc1erra un tosco y reducirlo menaje: si en bs pucbl~ así como en el campo vemos á l_os hombres mal ~~stidos y mal alimentados; aun cuando sepamos que en cnd~ lugar e.ttsteu muc~uz_r jll1mhas o'?ulentas, aseguramo que este país n POBRE. Si cruzamos otro, en q_ue las v1v1endas son comodas y están amuebladas con asco; en que el alimento y el vest1do ~le los l_abracl~res y artesan~s anuncian una íácil subsistencia, ni siquiera pregun­tamos s1 taL pa1s es neo: tenemos a la vista la prueba ....•. " (Principios de la Ciencia de las Rit¡ué~as,por J. Dro'<·) Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 'BOLBTiM KILITA.R tarles ni negarles la razón que los asista, por nuestra parte no les ayudaremos á lamentar la no continuación del antigu sistema, pues ya hemos visto el brillante pie de riqueza y de e· vilización en que dejaron los señores amos aquel país, después de haberlo ex­plotado con sus esclavos por el espacio de más de tres centurias. Los pocos negros l{Ue se dignan trabajar después de obtenida su libertad, lo hacen por contratas con los dueños, ya comprando con el producto de un día el de los otros, ya recibienbo un jornal determinado. La industria pecuaria es enteramente pequeña en el cantón, no alcanzando á un millar el número de cabezas que posee; y res­pecto de los demás animales útiles al hombre, según los datos ad­quiridos, los cerdos están en una exorbitante mayoría. En Nó­vita se encuentran algunas bestias, las que son casi tan viejas como los raídos aperos con que las engalanan cuando salen á conducir en triunfo, desde la Bodega hasta la ciudad, al viajero, á quien se ofrece así la oportunidad de desentumecer, con el continuo espoleo que las tales bestias exigen para moverse, las piernas que ha de­bido traer dobladas y adormecidas, si ha tenido la prudencia de adobarse entre el rancho de la canoa. No saldremos de Nóvita sin consagrar un recuerdo de justo agradecimiento á la hospitalaria y generosa familia del patriota Sr. Ramón Miller. · ( Continnará) ------~··~·------- Erratas notables-En el número anterior, págin·a 61o, en el' artículo 599 de la Orden general del ejército allí impreso, se dijo : "con las virtudes militares," debiendo ser ''con las vestiduras milita­r~;" faltó, además, en la décima lfnea el artículo d antes de trabajo, y en la décimaquinta se halla con en vez de en. Advertencia-Por motivos que á nadie se ocultan fue preciso $Uspender en este tomo la publicación de los suplemento.! hi.Jtóricos, aun cuando estaba listo el material, para dar cabida á piezas más urgentes en la actualidad; pero tal publicaci6n continuará pr6ximamente, por lo cual debe separarse del tomo, al encuadernarlo, el suplemento inserto en el número 1 14 y guardarlo con los publicados en el semestre anterior BOGOTA-IMPRENTA NACIONAL Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año III N. 84

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Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia : Reconstruyendo Saberes - IED San Francisco

Por: Yesika Santiago | Fecha: 2016

La Educación para la Ciudadanía y la Convivencia es una apuesta fundamental en la política educativa de Bogotá, como proceso que consolida la educación pública de calidad, la excelencia académica y la formación integral. Se desarrolla principalmente a través de la implementación del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia -PIECC-, en cada Institución Educativa Distrital de Bogotá. Los PIECC promueven reflexiones en torno a las relaciones de poder y la construcción de ciudadanía y convivencia, para generar procesos de transformación social desde la escuela. A través de este documento se sistematiza la experiencia de construcción del PIECC, reconstruyendo los saberes construidos por el Colegio SAN FRANCISCO (IED) que a través de la implementación del método pedagógico Reflexión-Acción-Participación analiza su realidad, define su núcleo articulador como horizonte de sentido y constituye un equipo dinamizador de facilitadores y facilitadoras de ciudadanía y convivencia que impulsan transformaciones en la realidad del colegio y sus actores. De esta manera se comparten los aprendizajes obtenidos y la proyección que propone la comunidad educativa para la sostenibilidad del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia
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Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia : Reconstruyendo Saberes - IED Enrique Olaya Herrera

Por: César Florián Mora | Fecha: 2016

La Educación para la Ciudadanía y la Convivencia es una apuesta fundamental en la política educativa de Bogotá, como proceso que consolida la educación pública de calidad, la excelencia académica y la formación integral. Se desarrolla principalmente a través de la implementación del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia -PIECC-, en cada Institución Educativa Distrital de Bogotá. Los PIECC promueven reflexiones en torno a las relaciones de poder y la construcción de ciudadanía y convivencia, para generar procesos de transformación social desde la escuela. A través de este documento se sistematiza la experiencia de construcción del PIECC, reconstruyendo los saberes construidos por el Colegio ENRIQUE OLAYA HERRERA (IED) que a través de la implementación del método pedagógico Reflexión-Acción-Participación analiza su realidad, define su núcleo articulador como horizonte de sentido y constituye un equipo dinamizador de facilitadores y facilitadoras de ciudadanía y convivencia que impulsan transformaciones en la realidad del colegio y sus actores. De esta manera se comparten los aprendizajes obtenidos y la proyección que propone la comunidad educativa para la sostenibilidad del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia
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Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia : Reconstruyendo Saberes IED - Manuel Elkin Patarroyo

Por: Yurani Palacios Mosquera | Fecha: 2015

La Educación para la Ciudadanía y la Convivencia es una apuesta fundamental en la política educativa de Bogotá, como proceso que consolida la educación pública de calidad, la excelencia académica y la formación integral. Se desarrolla principalmente a través de la implementación del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia -PIECC-, en cada Institución Educativa Distrital de Bogotá. Los PIECC promueven reflexiones en torno a las relaciones de poder y la construcción de ciudadanía y convivencia, para generar procesos de transformación social desde la escuela. A través de este documento se sistematiza la experiencia de construcción del PIECC, reconstruyendo los saberes construidos por el Colegio MANUEL ELKIN PATARROYO (IED) que a través de la implementación del método pedagógico Reflexión-Acción-Participación analiza su realidad, define su núcleo articulador como horizonte de sentido y constituye un equipo dinamizador de facilitadores y facilitadoras de ciudadanía y convivencia que impulsan transformaciones en la realidad del colegio y sus actores. De esta manera se comparten los aprendizajes obtenidos y la proyección que propone la comunidad educativa para la sostenibilidad del Plan Integral de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia
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