Por:
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Fecha:
01/04/1899
ANO lll Bogotá, Abril I.0 de 1899 NUM. 9'3
R
- - -·---
ORG NO DEL MJNISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO ---·---
DrncToR AD·HONOUM FRANCISCO J. VERGARA Y V.
Corone l, Mie mbro de la Sociedad Colombia na de Ingenieros
~Jl9-l!!UI. O. Slst!1.9-li.R!I.SU!I.!t.!Ut 9ll.lt!I.Sl!l.lt9-<.t!tltlt!UI.!tU!I.RQ.!I.!tR!I..!I.li.U9-SUI..!I..!I..!I.!I..!I.!I.~R!I.!I.!I. . .!t ltP
Son colaboradores natos de este peri6dico todos los Jefes y
Oficiales del Ejército de la República
0 ~~ ~~~~~~~~~~~~~5b~~~~~6~~~~b~~6~~~~~~~~~~~~~~~~~~ ~ ~~~~~ ~ ~~
SECCION DOCTRINAL - ·-
(CONFERENCIA DE MR. E . BOUTROUX EN LA ESCUELA DE SA1NT-CYR)
Traclucida para el Bofe/in lllilitar
( Co11iiu ftn)
Importa observar tan1bié n que las mismas cualidades
individuales se acrecientan grandemente por la confianza
que los unos tienen en los otros: una tropa á la cual se
den1anda un acto de audacia 6 de resistencia tenaz., tendrá
n1a yores bríos si sabe que sus camaradas vendrán á sostenerla
en tiempo oportuno, que si se siente aislada. N a poleón
lanzaba sobre el can1po de batalla tropas que no podían
llegar á tiempo para con1batir, porque sabía qué nuevo
ardor comunicaba á los combatientes l anuncio de la
aproxin1acion de un refuerzo.
En consecuencia, las fuerzas morales preponderantes
en la guerra no son precisamente la bravura y la energía de
Jos individuos considerados como táles, sino más bien la
unión de las almas que n1ultipJica la fuerza de cada uno
por la fuerza de Jos den1ás. Las fuerzas morales son esencialnlente
fuerzas de unificación, de cohesión, de coordinación,
y si tran~figuran y espiritualizan el número, no lo reemplazan.
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146 DOLETÍN llLITAR
Ahora bien~ la nificación y Ja coordinación de las
fuerzas humanas, aparte casos excepcionales, no se produce
de manera espontánea, con1o sucede cuando se trata de las
fu rzas inconscientes qu accionan n los grandes fenónlenos
de la naturaleza. La inteligencia, el tí tul o nobiliario
del hombre, se traduc en prin1er térn1ino ? or el reflejo
sobre sí misn1a, por el cálculo, el egoísmo, el amor á la
vida y al bienestar, 1 cuidado de Ja propia conservación .
Y por cierto que el egoísn1o no es térn1ino de unión sino
de di visión ; luego si $e qui re que la unión sea sólida y
duradera, d be instituÍistla y garantizarla con1o tál, y es
claro que 1 disciplina s y s rá el agente de esa unión necesaria
y contraria á las tendencias egoístas del hombre .
La disciplina es la fuerza de los ejércitos, y en ella s resume
el deber militar.
¿ n qu " consiste Ja disciplina? Ant todo la disciplina
es obediencia y sumisión ; n1ás aún : es la obediencia
pasiva. ¿La expresión no es fuerte acaso ? ¿No pued suceder
que s a discutible la justicia ó la legitimidad de una
orden ? Ci rto que el hecho puede suceder, pero no por
eso deja de ser obligatoria la orden. 1 mandato es para el
soldado lo que la ley para el ciudadano. Y precisan1 nte fue
ócrates, un apóstol del libre xan1 n, un filósofo, quien,
injustatnent condenado á n1uerte, dijo á sus disctpulos :
"Justas ó injustas, las leyes d la patria son inviolabJ s. El
ciudadano, qu no lo es sino porque ellas lo hacen, no pu -
de rebelarse contra ellas sin caer en un absurdo." TáJ es
el ten1a de la adn1irabl prosopeya de las 1 y es, que leemos
en el Criton d Platón. La bediencia pasiva e el deber
del soldado, porque sólo la obedi ncia pasiva asegura
la unidad en 1 esfuerzo, y sin esa unidad no ha y fuerza
en el ej ., rci to.
¿ Y se desprend de Jo dicho que el soldado no es sino
una fuerza material, ~cn1ejantc al fusil de qu stá armado?
-.'n verdad que nó. a voluntad del jefe no se dirige
al cu rpo sin ., la voluntad y á la intelig ncia d 1 subordinado
: éste no obed ce realn1ente sino cuando, no contento
con conformarse á Ja 1 tra del n1andato, desentraña
y se asin1ila su spíritu. s por esto por Jo que no s Jinlita
á obedecer en la rnedida cstrictanH::nte necesaria para
cubrirse y desprenderse de toda responsabilidad : le obliga
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BOLETÍN :!IILI'l'AR 147
alcanzar realmente el fin que se Je señaló. Tal orden es
lacónica ; la entiende en sus n1edias palabras, la desarrolla,
y penetra con su inteligencia en el pensanüento del jefe.
El fin le está prescrito ; ·él idea Jos medios, los detalles de
la ejecución, y á su turno, y en su esfera, ton1a resoluciones,
se basta á sí propio, acepta, afronta y abraza la responsabilidad
del caso.
Por esto la disciplina militar no es simplemente obe- ·
diencia pasiva, sino que es al misn1o tien1po inteligencia
y abnegación. Es el hon1bre n1ismo, empleándose todo
entero, con celo y con an1or, en la realización de la tarea
que se le ha confiado.
La verdadera disciplina continúa la obediencia pasiva
por una intuitiva obediente. En la realidad de los casos,
entre la orden dada y las condiciones de su realización,
siempre hay una laguna, y el que realn1ente quiere
obedecer, suple por sí n1ismo todo lo que es necesario para
asegurar esa realización .
Y con1o tal es la disciplina, no es, pues, un lazo puramente
exterior y n1aterial, con1o se la ha pintado con tánta
frecuencia . Sin duda que en primer término es sun1isión
y obediencia; pero es todavía algo n1.ás . Supone, por una
parte, en el que manda, Ja confianza en sus subordinados :
es preciso que est ... s guro d que el los le seguirán y que,
aun lejos de su vista, se confonnarán á sus órdenes con
celo é inteligencia ; y por otra, en los subordinados, en
los que ob decen, la confianza en el jefe, confianza que
no se asegura sino cuando la abnegación, la bravura y la
capacidad del jefe están al abrigo de tod~. sospecha. En
una palabra, la disciplina es la confianza de cada cual
en Jos den1ás, y la d todos en cada uno ; es la realización
de esa unidad moral, única que da al ejército verdadera
fuerza.
Tal es el deber militar d ducido de la noción misma
de lo que es la guerra, y no puede ser diverso en ningún
caso, trátese d~ un ejército de mercenarios, de un jército
organizado en casta n1ilitar, ó de un ejército nctcional. Hasta
puede asegurarse que el soldado de oficio adquiere poco á
poco una especie de sentido de la guerra que hace para él
n1enos necesaria la con1presión disciplinaria, en tanto que
el hon1bre á quien se aleja transitorian1ente d~ sus ocupa-
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148 BOLE1.'ÍN J'\IILl'1' R
ciones civiles para llevarlo al cuartel, no puede ser convertido
en soldado sino mediante una acción en/ rgica que desde
afuera, por d cirio así, influya en su inteligenci · y en su
voluntad.
¿OEé podetnos decir, pues, sobre el deber n1ilitar, que
sea propio de nuestros tien1pos, si no nos limitan1os á nlos ·
trar la identidad de es deber al través de todas Jas edades,
haciendo res~ltar su carácter indiscutible. su dignidad y su
grandeza? Y sin n1bargo, es imposible que los profundos
cambios cun1plidos en la sociedad, desde hace un siglo, no
hayan influído en el espíritu n1ilitar, en especial cuando
se piensa que uno de esos can1bios ha consistido precisamente
en irnpon r el deber n1ilitar á todos los ciudadanos,
en identificar el ejército con la Nación. Vean1os cuál ha
podido ser esa influencia .
II
Hemos dicho que el deber militar, en sí misn1o, ni ha
cambiado, ni podía can1bjar ; .Pero en el d ber mismo,
estudiado en su fórmula, conviene distinguir el principio
que Jo . inforn1a y el móvil que nos in1pulsa á cutnplirlo.
Ahnra bien: sobre ese fundamento y se n1óvil ha ejercido
inflüencia la transforn1aciór. qu ha sufrido la sociedad.
El fundan1ento del deb r n1ilitar, en un jército sin conexiones
con Ja ación, es ó la fuerza, ó el contrato, ó el
ruando de una autoridad establecida. Y aun cuando esta
bases no car cen ni de eficacia ni de noblez y hallan su
n1ás alta expresión en 1 honor militar, sentin1iento digno
de las aln1as escogidas, la trat1sforn1ación d la sociedad
no ha suprinlido esos principios, puesto qu , con n1ayor
evidencia que nunca, el Gobierno, úno con la Nación, es
un poder legítimo al cual d~b n1os fi.delid d y ob iencia.
Etnpero, la fusión del j.:!rcito con Ja ación, al po-nerno
n las con icione de las SOl.:iedaJ .... s griegas y rorn -
nas, ha vuelto de nuevo al prinl~;;;r lug· r el principio que
don1inó l deber militar en es s sociedad s, el deber hacia
la patria.
La tnisión del ej é t·ci to no es h y hacer 1 fortuna de
un aventure o, s rvir lo interese, d..; un princip ... , aun
cuando seau Jegítin1os, ó n1archar haci la gloria en pos de
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BOLE~ÍN MILITAR 149
un héroe, in o guardar el bien n1ás preci o so de la N ación,
la patria.
Ahora bien : con este principio no .. ucede lo que con
Jos otros d que ya se habló : aq ueJJos no son evidentes por
sí nüsn1o~ no se in1ponen inn1ediatam nte á la conciencia
1noral. La fuerza no puede fundar un verdadero deber sino
cuandu ella es respetable ; el contrato es r scindible, si no
se cun1plen sus condiciones. La autoridad qu no tiene sus
raíces en la Tacion, es si n1pre discutible pata Jos e~píritus
indinados a Ja cntica. ~ ~ n1isn1o honor, ese pudor viril de
qn ha lo con tánta locuencia Vigny, si no se funda en
nada, aparece con1o el supr n1o recurso de un aln1a privada
de creencias y celosa ante todo de su dignidad personal,
mas bien que con1o 1 principio sencillo y claro, accesible
a todas las aln1as y suficiente en t o as Ja circunstancias.
A í, estos div rsos principios, en sí n1isn1os, no obligan
necesarian1 nte al hon1br : están subordinados á varias
condi(·iones. Son lo que Ja Filosofía llatna in1p rativos
hi patéticos.
Muy otro es el deb r d VlVtr y de n1orir por la
Patria .
Discútese sobre la idea de Patria. Esta idea es n1uy
clara~ si nos atencn1os á las enseñanzas d Ja historia y á
lo sentimiento natural s de Ja hun1anidad. Prin1itivan1 nt
la patria era 1:~ tierr.a de los padr s, el suelo donde repo-aban
los ante asad s r n1oraban sus alma . como sos
antepasad s nliraba'n con1o los dioses prot ct res d la
fan1ilia, la patria qu 1 ">S guardaba ra sagrada¡~ r tal razón;
ra el sí1nbolo de la continuidad y de la p rpetuidad
de la fan1ilia, la figura d l pasad que los vivos t nían el
ceber de transmitir inviolada á u descendient S. Poco á
poco J contenido .ic la patria se ha agrandad , pero la
noción re ta h., tnistna. 1 a patria es hoy día, tanto en sus
di versos ckrncntos n1orales con1o n1aterial s, el patrin1onio
qu nos kgaron nu stros padres y nosotros d · b n1os transnütir
á nu tro dt:scenclil:nt~s ; es el suelo y son las glor-
i, r dtsgracia pas ada ; son los altos hechos n1 i1itares,
las conq ui. ta rnoral s, ocia! s y política ; es 1 conjunto
de las pntt.:bas, Jos lolores, la' n1anchas y las peJ·anzas
.cornunc ; s la lengua, las art s, las letra , la ci ncia y la
civilización creadas y autnentadas por nuestros ant ·pa a-
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150 BOLETÍN MILITAR
dos ; son los héroes en quienes se concentró el alma del
pueblo, expresaron lo que ha y en él .de más puro y n1ás
grande, y cuyo genio, abnegación y ejen1plo continúan envolviendo
la N ación con una influencia tutelar ; son las
máximas que traducen los principios de los hon1bres de
acción y re::;un1en las reflexiones de los pensadore-s.
Y un deber es conservar y acrecentar todo esto. ¿Por
qué ? Porque es la realización de una faz de la hurnanidad
; una parte determinada de la obra de inteligencia y
de justicia, queJa especie humana tiene n1isi6n de cumplir.
Este objetivo nos sobrepuja infinitamente á nosotros,
que simplen1ente somos criaturas de un día, y así nuestra
grandeza no puede estribar sino en la abnegación con Ja
cual le consagremos nuestra existencia.-( Continuará)
NTONIO RIC URTE
Hay en la vida de los pueblos , hechos raros que determiñan época,
no tanto por el bien 6 mal que esos hechos producen, cuanto por el
moti o que 1 "S inspira y el hombre que los ejecuta.
¡ Por eso yo creo en las predestinaciones !
RJCAURTE, simple empleado en una oficina de cuentas de la Capitanía
general de este antiguo Virreinato, entra como otro cualquiera en
la memorable revoluci6n de I 810. Eu ·u vida militar, nada hay hasta
San Mateo que haga recordar su nombre,; y en aquella batalla misma
se le destina a un sitio de segundo orden, lejos de la arena d~l combate.
Bolívar y Boves, cada vez más enzañados, llevan largos días de
incesante 1 ucha ; y RJCAURTE desde la eminencia de una Loma asiste
sin peligro á aquel duelo sin igual. Pero en un momento cambia la faz de
la batalla. La llanura está desierta y llena la Lo11ta de combatientes; los
unos que abandonan la Grua de T~Jtt, los otros que la circlÍcn.
En ese minuto, Dios había dispuesto qne se cumpliera la predestinaci6n
de Ricaurte .... !
Momento sublime aquel en que el alma pura dd héroe, envuelta
en nube · de fue~o. se dcva hasta el Señor á dar cuenta del noble sacrificio
que acabad'- hacer por la salvaci6n de la Patria .. !
Bogotá, Junio 10 de 1886.
JUICI ~HLI'l~ R SOBRE T.~A B T LL DE Y CUCHO
La B.1talla de Ayacucho, la m:is trascendental y sublime de todas
las que se libraron en la América Meridional, fue sin duda la que defini6
la independencia de estas comarcas.
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DOLE'l'fN MILITAR 151
Despué de J unín, d Libertador qui o coronar sus glorias con la
última y deci~i,•a batalla; pero emulaciones pcquc1as que partieron conjuntamente
de 1 enentcla }' ucva Granada, prohibiéndole de un modo
oficial y terminante el mando del Ejército, en tanto que ejerciera el Poder
Ejecutivo de Colombia, le hicieron re ignarlo en el benemérito General
Sucrc.
Afortunadamcntc Sucrc era un Gran Capitán, y en esto están de
acuerdo lo hi toriadores nacionales y extranjeros.
El cneral Sucre siguió icmpre al enemigo en líneas paralela y
oblicuas, \entajosas ó de ·f; \'nrables, según el plan que se había formado
hasta dar en el campo de: yac ucho.
quí viencP las contradiccione de los parte militare de Sucrc y de
Laeerna, a í como también la· de lo· hi toriadores nacionales y reali · ca ;
m e· l!l verdad, y este e mi juicio re pecto de la gran .Batalla de Ayacucho,
que el ' laris c 1 Sucre no hizo mal en comprometer las rcscn·as
luégo no más de principia ia la bat Ha-disposición militar que tánto
le ha sido ccn.,.urada,-cuando hab1a previsto el ca o de un rechazo, formando
lo hero ico E cuadrone de J unín á u ya retag•1ardia e habrían
agrupado n u<: tro batallones sin el temor de un derrota. Dada e ta situación,
la bar:tlla cambiando así de faz, hubiéramo . obtenido en la llanura
la ventaja que no daba la calidad de nue tra fuerza ·.
He analizado la batalla como oldado v en virtud de la lectura
concienzuda de lo do umento'> que sobre cll~ he rodido con ultar.
"E ·ERAL M. ---··---
_, TO
SOBRR EL TJRO DE 1~ lNF TER I A E Er. EJERCITO ALEM \N
(Contim1:tción)
El·m ·nto dr /.1 t1·ayt•cto1·ia
9.0 La trayectoria a be (f1gura 3 .n) t¡ue al principio sigue la
direc ion Id ·j del caíi<'>n, e clev. por l mi m obre la llllea de
mira ti e; pero Jc pltt;, b1j t v de nuc ·o •th'ucntr. la ltnea de mira
·n (e); h. ta ·u punto m-á l·,ado u cim (b} fonn. la rama as-coulen!
P (a b}, y en ·guiJa se halla la rawa d•sc,•lltlentt! (be).
~-, ~ ... ·--:¡
-~· · . ,.
~""'" • J . ,.·-te·
rc.:J -~ ... · - ~
, _,.-- ' . -., .,
. -- -...::::.-:- -~· --- l ' ... .-.!: -::;";,-- • ------ ,
" ... e:,.. 3
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152 BOLE~ÍN 1\HLI'l'.A.R
En razón de la creciente curvatura de la trayectoria, la cima
no se encuentra en su mitad sino hacia el fin de la tercera quinta
parte. La rama ascendente es, pues, más larga y rectilínea que la
rama descendente. La rall"a ascendente forma con la línea de mira,
el ángulo de partida ó de tiro, da e, la rama descendente forma con
la misma línea el ángulo de llegada ó de caída, e e a, siempre mayor
que el primero.
IJa distancta vertical de un punto de la trayectoria á la línea
de mira, se llama ordenada de la trayectoria á la distancia considerada:
( b !J es la ordenada de la di s tancia (a f). La mayor ordenada
de una trayectoria dada se llama flecha. La distancia á que la trayectoria
corta por segunda vez la línea de mira a e, es decir, la
distancia en que coinciden el punto de apunte y el punto tocado, se
llama alcance d el alza, y el disparo lanzado se llama tiro de alzo .
. _, ~ '-•• • ...
Inftuencias exteriores sobre el tiro
lnfiu ncias almo fh ;,~ a
10. Cuaodo el vient sopla de cotado, de plaza el proyectil
lateralmente, y tanto m " cuanto más fuerte el viento y mayor
la dist nc.i á que se apunta: en e tos caso~ puede llegar el desplazamiento
in die d ha ta diez metro en 1 ,ooo metros. Si el viento
opla de fr nte, el tir se hace " resulta corto.
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BOLE~' fN MU .. 1TAR 153
La densidad del aire--que varía con la pres1on atmosférica,
la temperatura y la humedad ambiente,-modifica la resistencia y
cambia el akance del arma. En general los alcances son mayores,
para un sitio dado, con el máximo calor, y menores, con el máximo
frío: son mayores en las tierras bajas, y menores en las montañas
y los páramos.
Ilumiuaci6n
1 I . Cuando fuerte luz cae por arriba sobre el guión, hace cen tellear
dicha piez-a, que entonces parP.ce más grande que de ordinario,
por lo cual involuntariamente se toma el guión muy bajo en
la ranura de mira y el tiro se hace corto .
A la inversa, la falta de luz, como en el crepúsculo, un bosque,
un día muy nublado, fácilmente induce á toinar muy alto el
guión en la ranura de mira y, por lo mismo, á tirar muy alto. Si
el guión resulta fuertemente iluminado de costado, la cara má
alumbrada parece má grande que la opuesta, y entonces hay tendencia
á llevar á la ranura de mira no la cabeza del guión sino la
parte más iluminada, lo cual da por resultado que se verifique una
desviación del disparo ha ia el lado de la cara oscura del guión .
B)-Valor balístico del fusil
Generalidades
12. El valor balístico, es decir, el conjunto de las propiedades
de tiro, en vista de las cuale se organizan especialmente un fusil y
su cartucho, reside: en la forma de las trayectorias, la precisión d~l
tiro y la penetración del pro;•ectil.
13. Laforma de las trayectorias es tanto más valiosa cuanto
menos se apartan de la línea recta. Se llama zona p eligrosa la extensión
en que la trayectoria, medida sobre el suelo horizontal, no
se leva:1ta obre la altura del blanco (jinete, hombre de pie ó aco -
tado, etc.). La exten ion de dicha zona depende, en primer lugar,
del alcance y de la curvatura progresiva de la trayectoria, y en segundo,
de la altura del blanco. En las distancias inf~riores á 400
metro , la altura á que se pone el fu il, con re pecto al terreno,
ejerce influencia sensible sobre la extensión de la zona peligrosa
(que aumenta á medida que aquella disminuye); la altura del punto
apuntado, ejerce influencia análoga, pero 1neno sensible (e algo
menor cuando e apunta al centro del blanco que cuando se hace al
pie); en fin, la zona peligro a depende tambien de la pendiente d 1
terreno pr0ximo al bJanco.
r4. En razun de esa multiple circunstancia que influyen
en el tiro, los proyectile disparados con la misma arma aun cuando
el cañón ocupe una posición invariable, no de criben una ola
y mi ma trayectoria, ino antes bien, muchas diferente3, cuyo con-
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154 BOLETÍN MILITAR
junto se llama haz de los disparos y resulta con forma de un cono
encorvado en forma de cuerno con la punta en la boca del cañón.
r 5 · U na erie de di paros hecho sobre una pared vertical;
ocupa una superficie Je forma oval y de extensión variable pero
siempre con el eje vertical mayor que el horizontal. E a superficie
se llama superficie vertical de los di paros, y mejor superficie de dispersifm
(agrupación vertical), la cual aumenta con la distancia del
blanco.
El centro de la figura resulta determinado por la posición del
impacto que ocupa la mitad ó bien por el punto que deje igual número
de impactos arriba y abajo, á derecha é izquierda .
La trayectoria que pasa por ese punto central se llama trayectoria
media ( fig . .A). Sobre el suelo horizontal los proyectile
se reparten obr:e una superficie alongada, de longitud casi constan te,
y que se llama superficie horizontal de los di paro ó de dispersión
(agrupación horizontal), siendo en ella mayor el número de
impactos hacia el centro que hacia las extremidades.-C,ntinuará
DEL SOLD DO COLOMBI :ro
I I-Rondón en el Pantano de Vargas
Rondón el bravo caraqu ño, n1uerto en r 822 á con
secuencia de una herida recibida en 1 con1hate del cerro
de Valencia, despu"' s de haber ostentado su bizarría en
treinta y cinco batallas y con1bates, en dos de Jos cuales
acon1etió y rindió, lanza en n1ano y á caballo, barcos enemigos
que d f; ndían el paso d río audaloso ; R ndón,
que en. las ueseras del Medto, al fr nte d 20 hon1bres
y lidiando con toda la caballería enenliga, hizo tántog pt·odigios
y recogió tántos laureles que admirado Paéz le gritó :
" Bravo, bravísin1o, Comandante," á lo que el otro respondió
: ' sí s bat n Jos hijos del .t\lto I_¿lano" ; Rondón
fue el héroe deJ antano de Va1·gas y Pantano
de Vargas fu J cimiento d J- ind p nd ncia de la
u e va Granada : lógico es agregar que n tal día partió
laur le con lo$ jinet s d su escuadrón n1odelados á su
talla en verd d.
l~~n Pe ntano de Vargas, donde "dos veces se creyó
perdido el -4 jérci to Libertador," cuando ya todo pat·ecía
inclinarse á favor de 1 s español s, que contabin con la
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BOLETÍN MILITAR 15
destrucción c0n1pleta del Ej "rcito independiente y cuando
todos desesperaban del triunfo, '' apar ce Rondón, nuevo
quiles y hace lo que en lo humano parecía imposible se
pudi ra hacer ." U na palabra ó Jos esfuerzos de un solo
hombre han logrado n ocasiones calmar una insurrección
ó dar un triunfo.
"Desd una enünencia que nos mostró el señor
La Rota, guía nuéstro y testigo d l ::,upren1o conflicto,
presenciaba el Libertador Bolívar aqu 1 desastre y la ruina
de la santa causa, y volvi"ndo~e á los Jefes que Jo rodeaban
' son1os perJidos, les dijo, pensen1os en la retirada : nuestra
cab~dlería está intacta y nos prot gerá. ' ' Mi General,
exclamó con el ac nto Jlanero l{ondóu, Je[i de la caballe ría,
yo no he peleado todavía y para retirarno hay tien1po .'
Y sin más oír, n1ovió desesperadamente sus llaneros, que
al revolver una colina se encontraron de manos á boca con
el scuadrón español orillando en columna l Pantano. Cayerón
sobre .... 1 con la rabia de hon1bres que buscan la muerte,
arrollaron la primera fila y la segunda y la otra, precipitándolas
dentro d 1 profundo pantano, y á la postr obligaron
el resto á volver caras aterrados y huír con toda Ja
pre teza de sus caballos. La infantería e pañola que d de
las alturas vio aquello, in1aginó qu iba á ser cortada por
Ja espalda, y hubo un mon1ento en que, alt rada, suspendió
los fuegos. n este n10111cnto crítico los tan1bores patriotas
tocaron carga in tintivamcnte, lo sol a os prorrunlpieron
en vivas victorias , y los españoles sobrecogidos, huy -
l'On d trás d su caball na, dejándos n1atar in t si tencia !
dos n1il hornbres que forn1aban la r erva dt.= Barr iro no
se att·evieron á n1o rerse ino que se replegaron al extremo
occidental del pantano : los patriota.., tau1poco se atrevieron
"' . 1 , A , a p rsegu1r os. - nnetzar.
"~edó 1 ~j ' rcito r puhlicano no solan1ente don1inado
por los fu go d ·1 enernigo, sino cotnpl tan1 nte nvuelto
y r ducido á una profundidad que no tenía tnás saJidaqu
un d sfiladero CuaJqui rorro j "rcito s habría dado
por vencido n esa situa<;ión acribillado por una t 1np stad
de balas. Per n tt: n1on1 nt 1 bravo C ronel H ndón
dice al , n ral Bolívar qnc le p rn1ita obt·ar con la caballería
y le re pon de d Ja victoria .. . De un mon1ento a
otro can1bió la suerte, pasando de v ncedorcs á v ncidos,
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156 BOLETÍN MILITAR
pero de una manera formidable porque nunca la caballería
llanera había hecho un destrozo igual. "-Groot.
" in embargo, la gloria de argas pertenece al Coronel
Rondón y al Teniente Coronel Carvajal, ambos de los
llanos de Venezuela. A ningún otro se concedió, sin~ á ellos,
en aquel glorioso día, el renombre de valientes." -Santander
"Después de sangriento batallar, el Ej .... rcito patriota
queda libre, y 1 español desconfía ya de sus fuerzas al ver
ese par un triunfo que creía alcanzado. Desde entonces
quedó como lección entre los colombianos y en són de
proverbio el de ' hubo las d 1 antano de Vargas,' como
recuerdo de acciones de temerario arrojo y d lucha sangrienta
y encarnizada."- Quijano Otero.
Y en Boyacá todos saben qué parte le tocó á Rondón
en esa victoria que era consecu ncia de sus hazañas en Pantano
de Vargas.
• •
(Continuación)
Tal fue mi conducta en Venezuela durante mi primera estada en
esa capital. Los habitante , que fueron de ello testigos, reconocieron
que yo no los engañaba. E s a fue la v·oz general : no fue contradicha
~ino por un número insignificante de hombre pervcr os, ó por cándidos,
sin discernimiento, guiados por un interés pcr~onal. Grato me es
pensar que la opinión pública me hizo entonces justicia. ¡ PI uguicra al
iclo que la - per~ona · á quicnc confié la eguridad, la paz y el gobierno
de mi· querido venc7olano , hubieran corre pond.ido á mis cuidado,
á mi órdenes, á mi ~ Úplicas !
Partí para arragcna y desembarqué en Santa Marta. Prcci ·o era
poner por obra en e te inmediato punto el plan que meditaba, y el
cual comprendía á la tropa de esta Pro,·incia. En la capital, apenas
tuve:: el tie1npo necesario para reunirlas, y a] punto me encaminé á las
co ras de artagena, en donde no encontré sino la ·er ales de la tn-'
criminal é impru ente resistencia. jas ciud~tde de ·rerncra, anta
R;o sa . ·rurbaco y rjon , habían ·ido incendiada ; las quinta y habt~
ac•~ncs, destruíd ó asolada·, en un ra io de varias leguas. i a
p 1vactones y los m les que un sitio prolongado había hecho ufrir á
mi ejército ; á pe ar de todo, yo quería poner en acción todo lo rl.!sortes
que e taban á mi alc:mcc para mo,•c r Jo . coraozonc. dt: )os habi~
antcs y de lo · mic:mL·wos dd obic::rno, é im¡ ul arlo {¡ que prc ta.cn
J lr~~leJttO de fidelidad al Rey y -' la r,tción, separado de:: ella por un
de uno fatal comencé ningt!n a to de h0 rilidad h ta tanto que,
mc?iantc obstinación, . me hi.cieron perder la poca· e peran.zas que
abng:lba, y cuan o vano ofictalc e palioJe._, á qui\.:nC tomaron en el
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BOLETÍN ])IILl'IAR 157
mar fueron degollados á sangre fría, del modo más inhumano, en las
ri ione :le la lnqui ición. Traté, in embargo, de d<.:.echar de mi
memoria <.:'ta e cenas de horror, y ofreci 1 paz en pren a de mis pacífica
intenciones á los a esino de aquéllos.
Tanto e a 1, que c.:ncarguC: á D. José Domingo Duar e, americano
que había residido mucho tiempo en !a capital de Nueva Granada y
que era muy conocido además empleado en el ejército, en calidad de
Intendente, ·e dirigic e á ello, que de seguro le e cueharían con mayor
atención y confianza.
éa c.: en qué término se dirigió á sus compatriotas:
"Amcriuwos dd Remo dr la l\-ruvn Grrmndn
"Mi incero afecto por vosotros me lleva á señalaros la única vía
que o quc..:da para -al varo, junto con la ciudadc inocente que os han
vi to nacer. oi. e pañolc y una cric deplorable de acontecimiento
os exhiben ante el mundo que ob·cn·a vu<.:stra conducta como indigno~
del nombre que admiran y rever<.:ncian las naciones culta de Europa.
De ·pués de.: veintiocho año que hace me encuentro lejos de osotros,
no me he olvidado ni de vuestras virtudes, ni de los felices momento
en que trabajábamo juntos en perfeccionar \ uestra instrucción. Me
acuerdo del trabajo que tomé en educar á varios de vosotros á quienes
pretendí inculcar los principior. de una ana moral. E tos recuerdos, }'
el conocimiento que tengo de ue ·tra docilidad, me han decidido ;{ venir,
como precursor, para anunciaros )a uerte que o espera. Ya 'arios
d<.: vuestro más e imable compatriotas o han dirigido en ano consejos
cmcjantcs; pero e ta reflexión no debe detenerme.
" U na e · pcdici6n de quince mil españoles, bajo las 6rdcne de un
General verdaderamente diguo de este título, de pué· de haber alcanzado
lauros en las 'ictorias con que España ha sabido librarse dd yugo
de un bárbaro usurpador e pre enta ante 'o otro , y no aspira á otro
triunfo sino al de que vosotro mismos evitéis vuestra desgracias .
'1 ornad al seno de 1 madre patri , á quien insultáis en vuestro delirio;
ella oh·ida la injuria ; ella os )Jama á gozar de la paz y de la tranquilidad
que h. béis perdido durante cinco al1o de furor, de dcs6rdene y
de anarquía.
o dei oído, querido compatriotas, no escuchéis más á los
infame~ :>cductores que o han cngai1ado. Según ellos, la patria es el
uelo que no ha \Í to nacer: ¿no es má- bic.;n el Jugar en donde reside
el mon. re. á quien hemos jura o fidelidad como nuc tro antepasados
? ¿ el lugar de donde emanan las ley<.s ? E una q uimcra hija de
Ja ambición, e una bla fcmia, hija del ot·gullo, pretender cambi r de
repente en enemigo y en ri ·ale , pueblos que han tenido un mi mo
origen, una mi ma religión, las mi ma leye una sola lengua, gloria
de cr esp. ñolc : ¡ cu. nto ue!>lo .má poderosos y más numero o
que ·osorros, envidiarían este título q uc rechazái !
"¿De quién habéis recibido lo derecho á ocupar el territorio y
lo Distritos?· De nue tros padre, de e os ilu tre españoles que han
hecho t:'írnc y grande acrificio para .omctcr e tos paí es á la corona
de Ca tilla, y e tableccr en ellos su descendencia. ·o otro oi lo herederos
de . u virtudes y de sus vicio , á vosotros pertenece el l'rcmio
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158 BOLETÍN MILITAR
de su constancia y de su heroísmo ; para vuestra dicha fundaron ciudades
adornadas con tánto' edificios ; para vuc:.-tra instrucción y
vut:st;a gloria, trajeron á estas playas las artes y las ciencias del Antiguo
Iundo fundaron Colegios y Universidades. Esta herencia hizo
vues·ra dicha hasta el día desastrado de vuestra revolución ; comparad,
sin prevención, una y otra época. i no otro he]llos nacido en
América no ha sido por nuestra voluntad ; vosotros sois descendientes
de familias españolas, y esto tampoco por elección vuestra. preciad
este bien como un favor del Ciclo·
" Yo no trato de cngañaro·, conocéi mi carácter. Creed me, vuestra
suerte está cr. \'UCstras manos. De vosotros depende ser conducidos
en el carro de triunfo de la gran nación á que pcrtenecéi· ó ser encadenados
á ese carro. El jefe del ejército victorioso que os ofrece la paz,
puede reduciros por fuerza si per:)i ds en una obstinación desesperada .
Enarbolad el estandarte que tántas veces habéi in ultado, dad francos
los puerto , abrid las puertas de las ciudades á las tropas española , unid
á sus armas la vuestras, y participad de su triunfo; la gloria de este
triunfo ba tará para borrar la mancha de vuestros errores pasados. o
temáis nada; es un compatriota el que o habla; un compatriota que no
piensa sino en vuestra dicha y en la pro peridad de estos de graciados
países. Soy re rigo de la magnanimidad de la clemencia del General
del ejército libertador en Margarita en Cumaná, en Barcelona, en Caracas,
para hombres á quienes el Derecho de Gente condenaba á muer
re y que se encuentran vivos entre vosotros. E~tos entimientos de compasión
y de clen1cncia on lo mismos del Rey, cuyo corazón generoso
y grande má e conforma en mirar con lástima vuestras desdichas, que
en alimentar un des~o de venganza que por otra parte, vuestra ingratitud
justificaría. Corresponded á esto' nobles sentimientos y no provoquéi
la indignación de un padre augu ro, indignación que.; será funesta
para vosotros. Vue tr conducta e idéntica á la de los pueblos que os he
citado; la heroica resolución que o propongo os hará superiores á ciJa .
"El Eterno, que lec en lo má ínt1mo de mi alma, c;abc con cuán-to
fervor su piro por vuestra felicidad; ella es loda mi ambición.
( Oontinuarcí) ---···---
Ll 'I'U
PEREGRINACIÓN MILITAR Á JERUSAL~ •, POR. ER 'ESTO LOU.ET
(Conclusión)
, La gruta de la a ti vidad está debajo dd coro de los gricg<.~s; bájasc
a c~Ja ~or dos escaleras paralelas, un á derecha y otra á j¿quicrda
de la tglc.ta. Es un hueco de lrcinta pies de profUJ did d, poco má ó
menos, formado en la roca, y que quedaba fuera de la aldea, hace diez
y ocho siglos. José y Maria no encontrando albergue en Belén y obli~
ados á escapar de las intemperies d 1 invierno• ~iemprc riguroso en
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B LE'l'ÍN MILITAR 159
aquella comarca situada <Í dos mil quinientos pies sobre el nivel del
mar, se guarnecieron en e ta gruta, que scrda de escab o á los anim;les:
intencionalmente no quisimos penetrar á ella antes de que sonase la
hora que marcaba el ani\ er ario del augusto misterio de que fue testigo,
y empleamos la · últimas horas del dfa en recorrer la aldea y su
contornos.
El hermano Lieven, quien también aquí no servía de guía, nos
condujo en pocos minutos fuera de Belén, á la Grutn d~ la luhc, formada
en la roca, como la del nacimiento, y transformada en capilla. Según
una tradición, la Santa Virgen, huyendo de las amenazas de: Herodes,
fue allí á mamantar á su divino hijo; hasta se señala una piedra blan·
ca sobre la cual cayó una gota de leche de su seno y que le dio ese color,
y ba ·adas en esta leyenda, las nodrizas de la comarca que han per·
dido la leche, 'ienen á e ta capilla á orar á fin de recuperarla. ro hay
sitio, de los que encierran más respetables recuerdos, que no esté señalado
con alguna tontería de la inteligencias medianas .
Llegada la noche: n.: olvimos dormir algunas horas para estar más
alerta en los oficios de la · atividad . Minutos antes de media noche nos
de pertaron: iba á comenzar la misa. Tuvieron la amabilidad de señalarnos
sillas en la capilla, delante del coro, junto á la reservada al Cónsul
de Francia . En ausencia del Patriarca, cJ privilegio de oficiar solemnemente
en la igle · ia de Belén correspondía al Reverendísimo de
los Padres de la Tierra anta, y él Jo cedió, corno un honor, a) Padre
Fulgencio, Comí ario general de la Orden en París, }' quien había llegado
de Francia la ví pera. Un pcqucfio hortera, tapado con una cortina,
había sido colocado de antemano encima del tabernáculo; en el
momento en que el celebran e entonó el Gloria i11 exu!Jis, se levantó
la cortina y dejó ver un niñito acostado obre un lecho de musgo· el
órgano preludió entonce notas aguda que imitaban el canto de lo pá·
jaros, en conmcmoraci6n del concierto de alegría que resonó en el
mundo d gran día en que los pastOres prorrumpieron en los gri os de
" ¡ Hosanna, ho anna: hé aquí al Redentor ! "
' ermin.ada la misa, e) clero y todos los asi tcntcs se trasladaron en
procesión á la gruta de 1 atividad, con una cera en la mano. El celebrante
coJ ducía al pequeño J e ús en el hortera. La que recibió al
Hombre-Dios está hoy en Roma, en la iglesia de anta María la Mayor.
Llegados á la gruta, la ceremonia fue corta pero imponente: el celebrante
depo~itó el pcqu fio Jesús en el sitio mi ·mo en donde el m~hmol
blanco, que cubre tanto el suelo como las parcde , ha dejado en
descubierto una porción de la roca primiti,·a, al rededor de la cual se
lee esta inscripción:
11ir tÜ rirgi!u lvlnría JNIIJ C!JriJIIIJ 1/llftiJ, es/. (Aquí fue en dondeJe
ucri to nació de la Virgen María).
hn seguida besó e ta piedra sagrada y cantó el Evangelio del día,
mi en tras que todos sus acólito se prosternaban á su vez para venerar el
lugar de nacjmiento del alvador. uando terminó el E\ angcJio, el celebrante
ol vió <Í tomar al nirio J e ·ús , y lo condujo á algunos pasos del
lugar le la ati idad, á otra gruta pequeña, un poco más baj. y que e
llama del Cántaro. Las paredes de ésta son la roca vi\·a, como en tiempos
pas dos; ella· forma como un rinc6n de la gruta principal, Jaque por
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160 BOLETÍN l\nLITA.R
sí sola tiene dimensiones bien estrechas. Apenas treinta personas, cuando
má caben en ella á un mismo tiempo. En ese momento solemne, que
produce en el alma tan dulces emocione_, apenas nos pudimos arrodillar
alguno instantes. las tre-; de la mañana había concluído toda la
ceremoma, y volvimos á acostarnos apre:;uradamente.
27 de Diriembrr-Tenemos el tiempo medido, y preciso nos es
dejar {t Jerusalén. Queremos terminar nue tra permanencia en ella con
la última vi ita al Santo Sepulcro, y por esto no levantamos al aclarar
del día. A las siete montamos á acaballo, nos encaminamos á Jafa, en
donde debemos embarcarnos. El Cónsul de España va con nosotros á
acompañar al Conde del Recuerdo. Durante cuatro horas hay que su
bir y bajar las últimas colinas de la Judea; pasamos por el pie de las
ruinas del castillo de los Macabeo, que, colocado en la cima de la más
alta montafia, podía fácdmcnte proteger todo el país; pasamos algunos
instantes en bugosh, aldcíta en donde todavía se ve de pie una bella
iglesia de e tilo ojival, con atrios que formaban una ciudadela en estado
de defensa. Fue construída por los templarios; en el interior hay por
dondequiera re tos de bdla pintura · á pe·ar de esto la han converudo
en un establo, pero fácil sería comprada y devolverla al culto católico.
La llanura comienza en el Khan de El Birich y continúa hasta
Jafa, inmen o tapiz de verdura sobre el cual repo a agradablemente la
\'ista. La aldeíca de Ram!eh aparece en la mitad rodeada de palmas y de
cactus: e ca es la etapa ordinaria de los peregrinos que no van en un
día de Jafa á Jerusalén. Tambi~n tienen allí los padres de la Tierra
Santa un convento en donde nos e:>peraban · c1los han reemplazado á
los caballeros de San Juan de J eru alén, que tenían en otro tiempo,
cerca de Ramleh, un vasto castillo, flanqueado de alta corre, en donde
velaban á los peregrino · para ir á encontrarlos y escoltados hasta la
Ciudad Santa . Hoy no e ·iste sino la torre, el re to del castillo es un
montón de ruinas, que el General Bonaparte convirtió en 1799 en campo
eparado y en un hospital.
Dormimo en Ramlch; á la mañana siguiente, 28, á la seis, partimos
para Jafa, la que se divisa dc·dc lejos, \.:Onstruída en anfiteatro,
sobre un rnonuculo, á orilh de la m r. lil llegamos hacia las
diez, despué de atra esar lo má hermo.os jardines de que haya idea.
El paquebote del Lloyd au triac ,, en el cual dcbcmo embarcarnos, no
e tá todada á la vista -; lo aguard mos re ignados en el convento de lo
p . dre de la Tierra Santa; no llegó ha ta el 29 á las cinco de la tarde.
Algunas horas después dcjáb mo á J a fa, y el 30, como á las cuatro de
la t rde, vol (amo á entrar al puerto de Beyruth, des) umbrados con
t~do lo que habhmo visco en tan pocos día , y á veces volviendo la
".tsta .atrác; como para coruc~l pl r aún ese p.us que un católico no vistta
tn conservar por largo tlcmpo el recuerdo de lo que vivamente ha
impresiouado su corazón.
ADVERTENCIA
Debido al espcci 1 apc yo qu<.: á este Bolt'fal pre tan el Ivlinis-tcrio
Jc obicrn y~ Jmprcnta Na Í_?'~ 1) de de <.:1 presente núme-ro
el Sup/.•~tutJfo hrstoruo cuenta 32 pagtna en cz de 16.
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SUPLEMENTO-GUERR DE 1854 17
Cuando Solano y sus compañeros iban á de cender á la ciudad,
tuvieron noticia de que aun cuando en ella había acuartelados
más de 300 hombres, no era imposible tomar el cuartel entrando de
improviso y atropelJando con arrojo los centinelas, para lo cual se
debí~ contar con la decidida parte que en la lucha tomarían todos
los constitucionales que se encontraban en la ciudad. Resuelto esto y
cuando ya descendían, se encontraron con el delator que ni aprobaba
ni improbaba lo resuelto, pero que siguió con ellos, y cuando
ya se acercaban á la calle por donde debían entrar, avistaron un pelotón
c01no de 50 fusilero que les salía al encuentro. El puñado de
constitucionales no vaciló y desfiló sereno y tranquilo por delante
de los soldado que hacían alto en batalla y se pasaban las cartucheras
al~frente. Confirmaron desde luego la defección del compañero,
y visto que era imposible poner en planta el plan acordado, determinaron
atrave ar la ciudad y seguir vía de Tundáma. Hicieron
alto á un kilómetro de Tunja y enviaron al Gobernador una misiva
concebida así: riales,
a ... qutene~ qutto alguna armas y monturas, hecho que luégo resulto
muy tmportante para el restablecimiento del orden legal.
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SUPLEMENTO-GUERRA DE 1854: 21
Desde el día 5 de Mayo había salido de Bogotá el General
Joaquín Parí, con el Coronel Arjona y v rios oficiales, en dirección
á La Mesa; en Canoa (el 6) se les agregaron otras personas
con algunas arma , y el 7 llegó el piquete, fuerte de 16 hombres,
á la hacienda de La Esperanza, donde el General recibió
auxilios y tuvo noticia de que el enemigo, en número cle 200 soldados,
marchaba á ocupar la ciudad, é iba á posesionarse de la Gobernación
el Capitán Troncoso; y, en consecuencia, tomó Ja vía
del Colegio, pernoctó en San Miguel, donde se reforzó con tres
voluntarios, y el 8 lleg6 á Anapvima, donde Jo recibieron varios
caballeros que allí se habían reunido para trabajar por el re tableci
miento del orden legal. U nidos todos, continuaron para Juntas
de Apulo, y allí, á las siete y media de la noche, tuvo aviso el General
de que el enemigo, al aber que él ocupaba á Anapoima, había
regresado para Bogotá, por 1 cual resolvió contramarchar á
La Mesa, como lo hizo al día siguiente 9, ocupando esa misma
tarde la ciudad, donde recibió la noticia de que la víspera, es decir,
el 8, el Coronel José María Ardila había triunfado en Funza sobre
los rebelde , con las fuerzas que organizara en la Sabana para defender
la causa constitucional.
Ocupada La Mesa y abiendo el General París que el enemi go
e taba en El Hospicio, situó su pequeña fuerza á la entrada de
la ciudad y restableció el régimen legal llamando á ejercer la Gobernación
al doctor Benigno Guarnizo, como suplente del doctor
Briccño, en campaña, á órdenes dd Comandante Arboleda . Esa
misma noche (del 9) llegaron á La Me a 6o pri ioneros cogidos
en Funza por el Corqnel Ardila, conducidos por 40 infantes· y jinetes,
que reforzaron el piquete de 20 horn bres que tenía el General
París.
El xo, despué de haber mandado po tas en todas direcciones,
el General París principio á organizar la columna de su mando,
para lo cual nombró al Coronel Arj na Jefe de Estado lY.I.ayor :
el Batallón Bogotá, mandado por el Coronel González, e formó
por el momento con seis compañía de :í 55 hombres, inclu os los
prisionero no complicados en la rebelión. Dispuso tambien el General
organizar un e cuadrón á ór<.lene del Coronel ArdiJa, que se
había incorporado con 30 jinetes. La fuerza total de la columna
ascendía á 130 hombres de a m has armas .
En La Me a upo el General Pan que el Gobernador de
Neiva había llamado al servicio al eneral López, y l había confiado
una columna compu ·sta de una compañta del Batallón número
s.•, 200 hombre de in.fantena y un pequeño e cuadrón,
los último do grupos d la guardia nacional de Neiva, y sin acilar
le ofrccjó tambicn el mando de la columna de Tequendama,
para q 1e junto obraran sobre la e pital.
El dí r 1, ya organiL.a<.lo el Batallon Bogota, di pu o el mi -
ano General Parí que e formara una Comp.tñla uclta e n lo jo-
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22 BOLETÍN:.. ILIT R DE COLO .. BIA
venes liberales que salían de la capital huyendo del dictad0r y cuyo
número aumentaba dia por día, por cuyo motivo e le elevó á Batallón
á órdenes del Senador y Capitán Laureano Mosquera, agregándote
otras dos organizadas una en Anolaima y otra en La Mesa.
Del r 1 al r6 se incorporaron en la columna de Tequendama 13
jefes y oficiales, y la fuerza ascendi.ó á 300 h mbre . Entre los
auxilios importantes que recibió, debe citar e el llevado por el señor
Pedro Rojas, consi tente en 20 fu iles, 400 piedra de chispa y algunos
paquetes embalados. En fin, el General Comandante en Jeje
dictó una orden general dedarando que los oficiales y jefes que se
separasen de las filas de los rebeldes serían colocados en las legitimistas
con los grados que ttnían el r6 de Abril, sin reconocerles,
se entiende, los ascensos conferidos por Melo .
Las fuerzas que e organizaban en Boyacá, Cundinamarca y
olima se aprestaban á combinar operacione para atacat· la capital,
por lo cual antes de seguirlas en el desarrollo de dicho plan,
conviene historiar lo acaecido en el ur y en la Costa atlántica.
Cortada quedó, al parecer, la revolución que en Popayán quiso
estallar 1 I 5 de A bri 1, y que con forme á pliegos e apturados poco
después, se había tra1nado en t do el Sur, por lo cual el Gobernador
continuó organizando fuerzas y la elevó al número de rooo
hombres para auxiliar, lleg do el ca o, á las ?.utoridades legttimas
de las provincias limítrofe . En Cali lo conspiradores aplazaron
su intentona,y los legitimista pidieron auxilio y tropa á Popayán,
cuyo Gobernador le dijo se concentraran en Caloto, donde los podía
aúxiliar y protejer; desgraciadamente á Buenaventur::t no fue
posible enviar guarnición, porque el obernador ~·ijano carecía
de recursos para tal movilización, y los caleños apenas ofrec1an pagar
los fletes, lo que no resolvía la dificultad . En Bolivar, los ecinos
se armaron con algunos fusiles y palos para 1 e;i tir á los re\olucionanos
de Almaguer y lograron quitarles 8o fusile de jSO con
que los hJ.bía armado el Comandante General de orden del Gobierno.
En fin, el Gobernador uijano> al dejar en libertad algunos
jefe que s~ habían sincerado, lo alejó de la ciudad enviándoles
en comisión á otros lugares.
De esos comisionados el principal era 1 Comandante López,
quien conducía pliego par el Pre idePte, y que al llegar a eiva1
como ya el Gobernador de esta ciudad tenía noticia de la rev lución
del 17 en Bogota, fue devuelto por dicho funcionario á Popayán
con la fatal nueva, agravada on la a everacion que hactan en
eiva de que la rcvolucion era obra del Pre identc ( bando, lo que,
como se comprende, reanimo c1 <.· ptritu de lo dictatoriale del
ur por má , que el Goberna lor uijano asegurara que O bando
e taba prc o y era nece ario ir ;1 redimirlo del cautiverio en que lo
tenía Mclo . La ituacion p< lltica pare~ía oscura, las opinione se
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SL7LEl\IE.~, '11 0-GUERR. DE 1854 23
dividieron y los hombres de orden no sabía 1 qué partido tomar; los
propietario temblaban por u~ haciendas y querían se derroca e a l
Pre iJente por cuanto la prensa afinnab que Oba:1do y Melo obraban
de acuerdo . L~ diligencias judiciales contra lo primeros
amotinaJo se paralizar n porque y nadie quería declarar en el asunto;
el Coronel Tieto \oh ió á encargarse del mando para oponerse
á la medidas del Gobernador, y e · te tuvo que ocurrir á la Corte
l\1arci.t1 pidiendo su u pen ión, por cuanto revocó con una orden
reservada otra dada por la autoridad CÍ\ il, de que pu icra á órdenes
de é ta una compañí del Batallón 5 .0 que estaba en la plaza con
algun parque, r fue desobedecida por la tropa. La Corte decretó la
suspensi "'n y lo reemplazó el Coronel uijano .
En medio de e to conflictos el obernador de Popayán,
apoyad por los constitucionales, conser adore y liberales, logró
organizar y di tribuír convenientemente en la provincia 2,500
hombres, preparándo e así a ufocar una revolución que e veía
iba .... estalbr en todas partes . Creyó tambi ,. n ncce a1·io auxiliar al
Gobcr.nador de Pasto y á lo legitimi ta de llol1 var y por eso envió
al primero 12,000 tiros de fu il y algunos fulminantes y piedras
de chi .. pa, y á los egundos algunos otros elementos de guerra.
Ordenó, además, componer las armas dañadas y colectar fondos
para Jos g to de guerra.
Lo revolucionarios, para desvirtuar las medida del Gobernador
de Popay'n, propalaban que el General José Hilario Lópcz
e taba conlprotnetido en la rcvolucion, que el eñor Diago sería
el Gobernador y eJ l\iavor Guerrero tornaría el mando militar, y
que contaban con el apoyo de vario ciudadanos notables y de
mucho jefe de guardia nacion l. El Gobernador uijano, que
conoc1a bien la lealtad del eneral Lopc.;. .z., onvoco una junta de
padres de familia y con ~u a entimiento nombro jefe de las fuerza
de la pro\'incia á dich ener 1 Lopez, y rnandó una cotni ión á
que le comuni ara tal re olucion .
Las habladurías de los meli ta y los impresos que llf·garon
de Bogot , con1plicaron m.' la situación, a la vez que el Gobernador
recibí 01nunicaciones del Gcncr 1 López, del Senador
Arboleda, del Gobernador de eiva y aun del mi rno Vicepr<'sidentc,
pidiéndole elemento de guerra ·y recursos militares, que por
iert no abundaban en P payán . nte todo el Gobernador ten1a
que obrar con gr n tino á fin de logra1· refundir los antiguo partido
en d Censa de la Con titución ; con iguio que el hijo d 1 Gener
1 bando le a y u da e á o)ici tar recur ·o , y con tal fin lo en\ i ó á
Silvia donde colectó $ 900. !1 P payán también e recaudaron
alguna urna , aunque in ignificant , y f."lltaba dinero pm·a nloviJj
·¿,ar la tropa y entrar en carnp ñ., no bstantc lo cual el .:robernador
re olvi""' pa , 1· en e cal ne la e rdillc1· por 1 camino de
Guanaca é ir á pon ·r e á <5rd ·nc dd .Tener J Lopez, en ei' a .
La. olumna, fuerte de 78o ho1nbrc, unifürmado , rcgultttlT.t:ntc
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BOLETÍN MILITAR DE COLOMBIA
armados se componía de los Batallones de milicias Popayán número
I .0 c4oo hombres), 11mb?o (300 hombre ), de la Compañía suelta
de Calicanto (So) y del 5.0 de !ínea que contaba r8o veteranos.
Mandaba esta fuerza el señor VIcente J. Arboleda.
Los agentes de la revolución no : ?e ~uidaban, y emplea~on
todo su influjo para separar del servicto a los que antes habtan
sido amigos del General bando, á fin de que se pronunciaran
por la Dictadura, arguyendoles que 1~0 podía~ marchar á órdenes
del señor Arboleda, que .no era su amtgo poltttco. Para hacer frente
á estas nuevas complicaciones, el (7obernador Quijano envió
nuevos pliegos al General López, llamándole para que fuera á
ponerse al frente de la División, pero el, junto con el Senador Arboleda,
se había movido ya sobre La Mesa y Honda, é instaba
por el envío de las fuerzas del ur y de los elementos de que podía
disponer el señor Quijano, dici ndole dejara sólo I ooo hombres
para hacer fi·ente á lo revolucionarios de Almaguer, Buenaventura
y el Cauca.
El 12 de I\1ayo debía ponerse en marcha la vanguardia, constituí
da por el Batallón Popayan, pero la víspera por la noche estalló
en el cuartel una sedición, que produjo la deserción de 120
hombres con armas y uniformes; los 2~0 que permanecieron leales
se pusieron en movimiento el 13, pero a una legua de la ciudad
emprendieron los revoltosos nueva seducción, que, sabida á
tiempo por el Jefe, fue contenida, lo mi mo qu'! otra que amenazó
producirse en 'l'otoró, y el Cuerpo siguió su marcha sin otra
novedad . El I 4 salió de Popayán, en vía para Guanacas, otra columna,
compue ta del Batallón 1'imhío y la Compañía de Calicanto,
pero como los revolucionarios lograron in urreccionarla, regresó
del Puente oel Cauca, y, bala en boca y tambor batiente, atravesó
la ciudad y fue á situar e en el Ejido> en la parte sur del poblado.
Allí los dictatoriales se quitaron la careta, y dijeron que Obando
y 1\1elo obraban de acuerdo, y era prcci o derrotar á gólgota y
conservadore y al Gobernador que lo· so terua ; los timbianos se
resi tieron á atacar al obernador, y una Compaíi ta de guardia nacional,
que había qt:edado en P payán y no tomó parte en el de -
orden, se limitó á pedir su desacuartelamiento y el permi o para
regresar á us casas.
Los revolucionarios se propusieron con cguir que e detuviera
el parque q~e se había. remitido a la ro y Bolivar,y que. regn~sara el
Batallon numero 1.0 oc Popayan,para coger los 40,000 t1ro que éste
lle\'aba de repue to; abultaban la noticia del pronunciarniento de
Cali ; esperaban hacer triunfar el de m·dcn bajo el nombre de
bando, y aun hicic•·on vacilar á lo hijos de e te, manife tándolcs
que soJa mente con la revolución sal vanan á su padre, que estaba
complicado en 1 rca ion democratica. La di tancia á que para
sa fecha e encontraba el parque.:: enviado á Pa to, lo ponía á cubierto
de ualquier. golpe de mano; pero no ~ucedía lo mismo con
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SUPLEMENTO-GUERR DE 1854 25
el Batallón Popa)'án }'su parque, pues el 14 debía estar llegando á
la cumbre de la cordillera . Comprendió el 70bernador Quijano
cuánto importaba salvar esa fuerza y las municiones que habían
pedido el General López y el Gobernador de Neiva, y con tal fin
dictó órdene premiosas para que los Cuerpos de La Horqueta
(Dolores) y ~tilcace, Patía y Tambo marchasen sobre la ciudad
á apoyar á la autoridade legales contra los revolucionarios; encargó
el Gobierno de la Provincia al Procurador de la misma, señor
Cenón Pombo, que se posesionó del Despacho el 15, y siguió en
alcance del Batallon y del parque . Cuando el Gobernador llegó al
Tambo de Gabri, 1 López, el 15 á las I 2 del dí a, el Batallón, que
de allí había salido en la mañana, doblaba ;'a la cumbre de la· cordillera,
pero el parque, que iba á e paldas de indígenas, estaba
disperso en una grande cxten ion, y pudo reunirlo y hacerlo seguir
en las mula que llevaba con tal fin . Arreglado este asunto,
siguió en alcance del Batallón, y ya había cruzado la cumbre cuando
se encontró en el camino con el eñor Jose Velasco, quien le
informó que el Cuerpo marchaba sometido á su Comandante, y
que el General López había eguido para Purificación . Con esta
noticia regresó con dicho señor V e lasco, repa ó el páramo de
Guanacas, y en Gabriel Liipez halló varia personas, entre e1lasun
hijo del General Obandc, quienes ]e aseguraron que á ese tiem ·
po ya habna e tallado una tremenda revolución en Popayán; no
obstante Jo cual siguio cc...>n el seíior Velasco para ir á encargarse
de su pue to; pero al llegar á las vueltas del Cornetero recibió
noticia fidedigna de que realmente la revolución había estallado
el 16, y entonces resolvió volverse por el camino de La Plata para
ponerse al frente de] Batallón 1 . 0 de Popayfm, que seguía esa ruta.
Entre tanto se cumplían en el centro y sur de la RepubJica
los acontecimiento relatado, las provincias de la Co ta atlántica
se hallaban hondamente agitada , y lo revolucionario luchaban
contra los legitimistas para hacer triunfar ·u opinion . El General
1\tlosquera, que en Calamar supo lo ocurrido en Bogotá ~~ r 7 de
Abril, qui o regre ar á Cartagen para evitar un e cándalo; pero no
encontrando caballerías p ra el viaje, 111 aun vapor en que bajar
el río, tuvo que eguir á B rranquilla en una cano . En Remolino,
el 2 de 1\tlayo, e detuvo un instante á e cribir á lo Gobernadores
de Santa Marta, Riohacha y Valle de U par, noticiándoles
lo ucedido, y e·a misma tarde á la seis llegó á Barranqutlla, donde
los ánimo. estaban inquic.:to , bien que aun no había tenido lugar
ninguna manifestacion publica en fa or ni en contra del Gobierno.
El (yobcrnador e taba en el pueblo de oledad, di tante dos leguas,
donde pernoctaba de on.Jinari . A poco se reunió una parte de la
poblaciun y fue a oíi·ecer al citado General o tener el Gobierno legítimo.
Al día siguiente (3) el Gcnerall\llo quera ofrccio sus ervi-
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26 BOLETíN MILITAR DE COLOMBIA
cios al Gobernador señor Luis J . López, pe1·o este funcionario no
se creyó autoriz~do para llamarlo al servicio y se limitó por eJ momento
á dirigir una proclama á los habitantes excitándolo á conservar
el orden y sostener la Constitución. El General Mosquera escribió
ese día á sus amigos de varias poblaciones pidiendoles se
unieran á las respectivas autoridades políticas y sostuvieran á los
Gobernadores,como que éstos debían alvar las instituciones á falta
del Gobierno Nacional; también se dirigió por escrito á los jefes
de la gu:unición de Cartagena, aconsejándole se mantuvieran
sometidos á la ley.
En Cartagena, el día 5, se había hecho, entre tanto, un simulacro
de pronunciamiento, sacando la fuerza veterana á la plaza
mayor, en -donde se victoreó á O bando, á Melo y á lo revolucionarios
. La población entera manifest6 su desagrado contra este acto
y excitó al Gobernador Nieto á fin de que restableciera el orden
y se conservara sujeto al Gobierno legítimo, por lo cual dicho señor
salió á la plaza Y> tomando la espada del Capitán Pío Ricaurte,
que estaba al frente de la tropa, la condujo al cuartel. El Coronel
Mendoza y el Comandante Vega habían sido desobedecidos so pretexto
de so tener al Gobernador. Algunos revolucionarios habían
redactado un acta de pronunciamiento y recogían firmas, cuctndo
el mismo Gobernador les arrebató el papel, en vi ta de la indignación
que por tal hecho manifestaban los principales ciudadanos;
pero no castigó á los autores, y antes bien, á poco dirigió al pueblo
una alocución en la que decía simpatizaba con la revolución .
En la tarde del mismo día 5 dispuso el Gobernador guarnecer el
parque con la fuerza que había salicio á la plaza, y ordenó al Capitán
Ricaurte fuera á disolver una reunión de ciudadanos que se
trataban de armar fuera de la plaza para re istir á la revolución, la
cual se disolvió cuando tuvo noticia de que iba á ser atacada, porque
quienes la componían carecían de a. mas par defenderse. Por
la noche varias personas de poca importancia recorrieron la ciudad
dando gritos sediciosos y victoreando la revolución y us caudillos.
El día 6 llegaron á Cartagena las carta del General Mo -
quera, las que contestaron lo militares diciendole que los jefes
hab1an vuelto á poner e al frente de la tropa, que e ta no se camprometena
en la revuelta r que convenía que el pasara á ]a pla7.a
para ayudar á mantener el orden que corrta grave peligro de ser
turbado, y dicho G neral en tal virtud s<.. dirigió al Gobernador
Nieto pidiendole lo llamara al servicio.
n Barranquilla se ignoraba que se hubiera salvado el Vicepresidente,
y se creía estaban presos todos ]o llamado> por la
Constitución y la ley á ejercer el Pvder Ejecutivo. Por tal 1notivo
el Gobernador (e abanilla, de ac aerdo con .lVlosquera, se dirigió
á sus colegas del Atlántico invitándolos a que concurrieran "'
R f>molino, lugar central de sa región, per onalrnente o por medio
de co'!li ionados, fin de aconl r un plan dt: defen a contra el usur-
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UPLE:\fE TO-GUERRA DE 1854 27
pador. Todos contestaron favorablemente,mcnos el de Mompós,porque
ya sabía que el General Herrera se hal>1 declarado en ejercicio
de la Presidencia en Chocontá, noticia que, como era natural,
hizo inútil la proyectada reunion, pues habiendo un centro le~al
de acción, estaba salvado el orden constitucional y todos pod1an
rodear al encargado del Poder E jccuti vo para restablecer la violada
Constitución. Los Gobernadores de Sabanilla, anta Marta, Riohacha,
Valle de l.T par y Mompós procedían de acuerdo con el General
Mosquera, pero ninguno de ellos le llamó al servicio perque
no se creían con facultades para dar semejante paso.
El Gobernador de Mompó dispu o que el vapor Nu1va
Granada continuara u viaje á Honda, sin , 30,000 que llevaba
"' bordo y pertenecían á la República, debiendo devolverse tal
suma á Remolino en l Manzanares, que bajaba de Honda . La
Compañía de vapore de anta Marta dio orden para que uno de
us buques e en.pleara en servicio del Gobierno, y de lo dispue to
dio aviso "' todos lo Gobernadore . Entonce el General Mosqucra
solicitó del de Sabanilla lo autorizara para ir á Remolino á
buscar el Manzanares y conducirlo á Barranqui1la, á fin de evitar
cayera en manos de lo revolucionarios y se perdieran por
añadidura lo caudales público que e encontraban á bordo, y
para que luego condujera i dicho jefe á Mompós para establecer
la defen a del río, de acuerdo con el Gobernador de esta
ciudad . El Gobernador Lópe7, dio la orden del caso el 14 y el
General Mo quera iguio en el acto á Remolino por tierra, pero
no cncontro allí al Capitán, quien por el río se había ido para
Bar.ranquilla con los J0,000 á depo itarlos en el Con ulado
Británico, cgún e lo había ordenado la Compañía,y el buque no
pudo bajar con el citado jefe porqu se había desarmado la máquina
para componerla. E.l Jefe político de Remolino informó al General
1\llosquera de los trabajos de los revolucionarios en Barranquilla
y le acon ejó regre ara á e a plaza para evitar un pronunciamiento.
El peligro en la Co ta crec1a por momento y e a importante
región pou1a cae::r en mano de los dictatoriales si no se
tornaban medidas eficaces. El General Mosquera, en vista de lo
que ucedía, pidió al Comandante general que e moviera á ocupar
un punto conveniente obre el no, y como el Gobernador de Mompós
solicitaba de sus colega de la Costa elemento de guerra para
armar la guardia nacional, logro lV.lo quera que el de abanilla lo
comisionara par ir a e rtagena a pedir la fuerza que había en la
plaza, medida tanto má urgente cuanto que, egun lo oficio del
Coronel N1endoza, los rie go d que e.sa tropa fuer educida por
Jo dictatorialc , crec1an por momento .
El Gen ral ~·losquera mar ·ho para Cartagena el I 7 por la
noche y á u paso por banalarga, San 4 tani lao y 'rurbaco, recogió
noticia alarmante , por lo ual de ~I'urbaco aviso su marcha
al Comandante general para evitar e apoderaran de el, al entrar
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28- BOLETÍN MILIT R DE COLOMBIA.
la ciudad, los partidarios de la revolución. Esa misma noche
entró el citado General á la plaza, y el Coronel Mendoza tomó
las medidas del caso para protegerle. El comisionado avisó oficialmente
su llegada al Gobernador ieto y le pidió una entrevista
para desempeñar su comisión . Todo los vecinos respetables de
Cartagena se acercaron entonces al General Mosquera para manifestarle
que el único que ponía tropiezos á la conservación del
orden era el Gobernador. Cuanto á los jefes y oficiales de la
guarnición, estaban re ueltos á sostener el Gobierno legítimo,
desde que se persuadier~n que lo ocurrido en Bogotá el I 7 era
un motín y no se trataba en manera alguna de salvar al Presidente
de una re olución hecha por gólgotas y conservadores. A tal
punto llevaron su interés por lavar la mancha que les había echado
encima un exceso de celo, que al recibir la orden de aprontar~e á
marchar, elevaron una petición al Comandante general solicitando
los stparase del servicio si no tenía en ellos plena confianza, y
resuelta que fue e a petición de un modo honroso para ellos, quedaron
contentos y, en efecto, luégo demostraron que si al principio
dieron un pa falso, ninguno merecía el epíteto de traidor,
salvo el Capitán Pío Ricaurte que, mandado por el Gobernador
ieto en comisión cerca del Poder Ejecutivo, se pasó á los rebelde~
y después, hallándose preso y encausado, intentó fugarse muriend<:>
d~ un balazo disparado por un centinela en el acto en que
consumaba jla fuga.
El Gobernador ieto no contestó al General Mosquera has-ta
el 21, mientras procuraba persuadir al Coronel Mendoza no
atendiera las razones de aquel jefe, para que la fuerza veterana pasara
á estacionarse sobre el Magdalena. Inútiles fueron los esfuerzos
del General Mosquera para convencer al Go .. bernador de la
obligación en que estaba de proceder de acuerdo con las necesidadts
del país, y cuando l Comandante general, en uso de sus facultades
legales, resolvió marchar á ituarse en el centro del Departamento
militar del Atlántico, y le pidió lo auxilios de marcha
del caso los negó, y qui o sobreponerse á la ley para impedir
que la tropa veter na e empleara en la defc nsa del Gobierno legítimo.
Por su parte los revoluci nario trataban de seducir á los
soldado , haciendole creer que iban á perder us aju tamientos,
ten1an que pagar u pequeñas deudas antes de salir, y tendrían
que dejar sus mujeres. Fácil fue al cneral Mo quera deshacer
esa intriga, pagándoles sus raciones y ati faciendo esas deudas
de u propi boJ illo. El citado cneral fletó un buque para tran ~
portar l guarnicion de Cartagena á abanilla, y todo lo arregló
poniendo a di po ición del Comandant general lo recursos que
nece itaba, y a egurando á lots familias de algunos militares la pensión
que dl qucrí n dejarle , mientras la operación podía ejecutarse
legalmente.
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UPLEdE TO- ER DE 1 54 29
En vano el General Mosquera hizo presente al Gobernador
' 'que temía que la primera noticia que recibieramos > cría la pérdida
del General .Franco, cuyo valor conocía, y que rayando en
temerario, tem1a que fuera víctima de .. u arrojo. Pr"' C:io funesto
que se ha erificado con grande pena de mi parte, p~ro cuyo
anuncio ervía para que no hiciera la fuerte imprc ión que debía
causar 1~ sorpre a de tan infaust noticia en el ánimo de militares
y ciudadanos defensore de la legitimidad, pues l mismo tiempo
les manife t que con ervando no otros el .1V1agdalena, por este
canal natural introduciríamos lo elementos necc anos pat·a reparar
tamaña pérdida.'' Las circun~tancias eran difíciles para el Comandante
general y para Jos militares que le obedecían, viendo á
la primera autoridad política de la Provincia invocando las leyes
para e,;¡ue la República e perdiera . Ani1naba al General Mosquera
y al• Comandante general la idea de que la medida adoptada por
éste últirno era e trictamente 1 gal· y el Gobierno la aprobó, en
efecto, despuél', complemcntandola con la uspensión y llamamien-to
á juicio del Gobernador ieto .
El 26 de Mayo, cuando el Gobernador vio que ]a fuerza estaba
resuelta á marchar, se presentó en el cuartel á dar órdenes contraria
y á recen enir á los militare que obedecían á un jefe para
ir á combatir por el re tablecimiento del Gobierno legítimo: allí
se le recibió con re peto y se le respondió con circun pección, que
la guarnición no hacía sino cumplir con su deber. Para impedir la
marcha se presentó luego en la plaza de la Aduana y el Cornandan te
ger'leral por dos vece hi.to en ella cambiar de dirección la columna
para no atliOpell r a la primera autoridad civil, que llamaba
sublevados y sedicioso á quiene cumplían con su deber. La moderación
le venció y prorrumpió en p labras injurio as, rompi6 el
bastón de mando y se retiró del muelle, hast donde h bí ]Jeg do
para hacer us ultitnos e fuerzo . El Jefe político de J plaza suministró
botes á l guarnición para que e embarcar , y la población
en silencio contccnplaba el extraiio cuadr . El Gobernador
hizo entonces llamar al capitán del buque para ordenarle que no
zarpara, y retuvo la tripula ion; el General .1. fosquer consiguió
otros n1arineros y mandó levar ancla in e perar al Capit ' n, temiendo
nuevos tropiezo , vi ·to lo cual, el obernador dejo en libertad
á este último, quien logró llegar á la nave cuand ya e taba en
movimiento y á punto de salir del puerto. De la guarnición no ·e
quedó en tierra sino un Capitán de artillería,que dijo estab enfermo;
de la tropa no hubo un olo de crtor, y con la fuerza se embarcaron
además varios vecinos de Cartagena que tomaron ervicio
como voluntarios . Al llegar el buque á ' banilla, supo el General
Mosquera que el Gobernador López h bia recib1do una excitación
del Gobernador Nieto par que no ie pre tara auxilio ninguno al
Comandante general del Atlántico; pero aquel funcion rio upo
cumplir con su deber. Sin embargo, la guarnicion no pudo seguir
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so BOLETÍN MILIT R DE COLOMBiA
para Mompós porque el vapor Manzanares, cansado de e perarla,
había seguido el 29 para Honda, bien que tal demora no resultó
perjudicial, pues la marcha de los acontecimient0s hizo luégo necesaria
la presencia de esa tropa en Barranquilla.
El 5 de Junio recibió el General iv1osquera la noticia de la
derrota de la Di visión del orte, y el 6 llegaron á Barranq uilla
varias personas del interior, entre ella el Gobernador de Tequen dama,
con comisiones del Poder Ejecutivo y la orden de éste para
que aquel General e encargara del mando en jefe de. las fuerza de
la Costa atlántica, del Istmo y de Mompós, con amplias facultades,
por lo cual quedó á sus órdene el Coronel 1endoza, como primer
Jefe del Batallón de infantería numero 6 .0
Mientras esto pasaba en las Provincias de C2rtagena y Sabanilla,
la pequeña guarnición de Riohacha, mandada por el argento
Mayor Domingo riana, pidió al Gobernador señor Nicolás
Pérez Prieto, que le permitiera marchar á unirse á los defensores
del orden legal, y cuando lo llamó el Comandante general de] Atlántico,
ya estaba acordada la marcha y el auxilio para que fuera á
cu.nplir con su deber natural, porque el Gobernador Perezera enemigo
de la dictadura . La mencionada guarnicrón llegó á anta
Marta en momento en que los vecino cte La Cienaga e habían
apoderado de 200 fu ile que remitía á Mompós el Gobernador
señor Eduardo Salazar á petición del Jefe de esa Provincia, con cuyo
hecho comenzó á desenvolver e la conspiración que lo agentes
de la revolución tenían tramada en la Costa Atlántica. Por entonces
llegó á La Ciénaga el señor Juan I'Vlanuel Perez, Representante,
que había logrado salir de Bogotá con p aporte de Melo, lo
mismo que otros miembros del \..,ongreso, y hab1a sido nombrado
Gobernador de anta Marta por el Encargado de Ejecutivo: el señor
Perez logró que los cienagueros devolvieran la mayor parte
de las armas y se mantuvieran tranquilo ,lo cual hizo inecesaria la
expedición que para ometerlo prepar ba el Comandante general
y permitió con ~ agrar todos lo · recur'OS que e iban recogiendo á
preparar una expedición seria sobre el alto Magdalena.
CAPITULO II
l.• Cflmpru"ia rld N fJ rlc- J on uuhu de Z ipaquirá y Tiqui::a
Las operaci ne militares de los legitimista en armas en la
parte occidental de Cundinarnarca y orte del Tolima, se arreglabai?
de sucrt,_e qu~ ccundaran y apoyaran las del ejército que se
organtzaba en runJa, y por lo tanto conviene narrarlas antes de
las del ejercito que sucumbio en Zipaq.tiráy 1qui·ht.
Desde L l 1esa el General Parí había enviado al Comandante
Lopez cerc dd eneral Jo e Hilario Lópcz, á que le infor•
nara del estado de la República y le dijera avanzara con las
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UPLE 1E :rr¡•o- UERR DE 1 54 31
fuerzas levantada en la Provincia de Neiva, cuando el 14 de Marzo
recibio avi o de que se aproximaba e a tropa y tli\' O noticia de
lo que en Tunja hac1a el General Franco. El 16 se recibieron
cartas del Comandante Arboleda, dando cuenta del es tado de su
Columna y de las medida que hab1a tomado para encargar armas
al Exterior. El 18 avanz6 d General París hasta ocaima á
encontrar e con el General López para acordar el plan de operaciones
obre la abana, y el mismo día en el camino recibió, por
posta que enviaba el Jefe de E tado Mayor, un oficio del General
Franco, en que le participaba us movimiento é intención de
marchar el 17 sobre el enemigo, por lo cual regre ó el 19, y dio
las ordenes del caso para que u pequeña Columna marcha e al
día iguiente sobre la Sabana. El eneral López hizo otro tanto,
y se pu o en marcha para La Me a con la fuerza que traía del
Sur, reforzado por un piquete de caballena (á órdenes del Comandante
Quintero) enviado de Honda por el General Comandante
de la Di vi si on de Occidente, y llegó á dicha villa la tarde del
mismo 19. Apenas puede creer e que en tan poco tie1npo se reunieran
y organizaran fuerza regulares para oponer e á tropas veteranas
que contaban con toda clase de elementos de guerra. En
La Me a se ordenó al Cornandantc uintero convirtiera su piquete
en escuadrón, reuniendole como soldados todos Jos militares que se
pre entaban y por el momento no tenían colocaciónen elejér ito;
se dispu o tambien que el Coronel Juan 1\1iguel Gon?Jález man dara
la Columna de Neiva~ bajo la órdene del General López, y
la 3: Compañía del Batallón S·0 e incorporó á la Columna del
General París, que debía llevar la vanguardia, y a cendió entonces
á sos hombre de tropa.
El 20 emprendio la vanguardia u movimiento obre Barroblanco,
conducida por el Jefe del E tado Mayor con orden de hacer
alto en T"cna uca, para reconocer previamente la posicion del
enemigo· pero como e te hubiera abandonado dicho punto de Ba rroblanco,
el Jefe de Estado Mayor dispu que lo ocupara inmediatamente
la 3· • CompaÍlJa del Batallon U nion, apoyado por un
piquete de e ballena del Coronel Ardila, y iguió en persona con
ese de racamento para ~ituarJo conveniente•nentc . Al llegar á Barroblanco
upo el Jefe de E tado iayor que en Bojacá quedaba
otro de:stacamcnto enemigo, fuerte de treinta jinetes, por lo cual
ordeno al Coronel Ardila y al Comandante Umaña iguieran en el
acto con 2 5 horn bre , a orprcnderlo lo cual hicieron to1nando distinta
v1a ·, con tanto acierto, que cuando llegó a Barroblanco el
C01nandante en Jefe (General Pan ) le fueron presentado los 30
hombre enemigo con u arma y caballo .
Supo tan;tbiC.:n d C01nandante en Jefe que el enemigo ocupaba
á Cuatroe quina (hoy lo quera) con 500 hombre · y 1 en persona,
acompañado por u Jefe de E tado l\1ayor y un ayudante de campo,
se avanzo á practicar un reconocüniento hasr la hacienda de la
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32 BOLETÍ- MILITAR DE COLO:l\lBI
Herrera para elegir la posición en que debfa acampar la fuerza y
resi ~ tir al enemigo i éste resolvía atacar a los con titucionales; despues
de la cual operación regre ó á .Barroblanco á dar las 6rdenes
del ca o para que continuara el movimiet to, y al llegar á e e punto
halló al omandante Urdaneta, quien, en a ocio de otro ciudadanos,
llevaba á la columna algunos caballos que sirvieron para reemplazar
los estropeado . La fuerza del eneral París iguió á la Herrera,
donde acampó la noche del2o, alcanzando en efectivo á 730
plazas merced á los voluntarios que se le habí n unido, y el Jefe
superior le dio la organiz.acrón que permitían la circun tancia y el
reducido número de arma de que e disponía, de uerte que sólo 35
hombres quedaron in arma alguna, pues ni la lanzas alcanzaron:
unos llevaban fusil, otros carabina, otro lanz.a y todos los ciuda
danos contribuían con cuanto podían para armar a los defensore.
de la Constitución.
El General López eguía el movimiento de la vanguardia, pues
los dos mencionados jefes obraban de acuerdo á fin de apoyar lo•
movrmientos del General Franco y reunir~e con el y a í organizar
un ejército respetable que se pusiera á ordenes del Gobierno
legitimo. Tambien la división de Occidente, que se movía desde
Guaduas, avanz.ó ha ta himbe, pa ando por Villeta, y desde ese
punto ofició su Jefe (Comandante Arboleda) al G neral Pans, dándole
cuenta de su movimiento y de la po icion que ocupaba.
En la madrugada del 21 recibio el General Parí· un parte de
la función de arma de Zipaquir "" , y re olvió llamar la atención
del enemigo avanzando obre los soo hombres que estaban en
Cuatroesquina ; confi6 para esto el rnando de la vanguardia al Coronel
Vargas Pan , quien ; p"! ar de e tar enfenn e puso al frente
de la caballería organizada por el C n nel Ardila y el Comand
ntc (~úntero. Al ej curar el m virniento e upo que los enemigo
habían dejado á Cuatroesquinas y e dirigtan á Bojacá por la vía de
Serrezuela (hoy l\1adrid), y con · ider nd el om'ln u te en Jefe
que debta proteger la Columna del Gent:ral LopeL, que podía ser
atacada, ordenó una contramarch par alir oportunamente al encuentr
del enemigo; pero este rctr gradó p r el cerro de Ser rezuela,
y la fuerza legitimista hi/.o alto ~n 1 II errera para comer,
porque desde la v1 pera no hab1a recibido racion. Consumido que
fue el rancho, di puso el Com ndante general seguir 1 movimiento
por Hojaca y Corito á }faca taciva y dar e allí la mano
con el Gcncr.tl Franco quien, segun avi que había enviado,
e mov1a sobre ese mismo lugar, de de Zipaquira, a fin de reunirse
con las fuer1..as del ur. Una fuerte lluvia detuvo la Columna en el
Corito, hacienda d 1 Coronel Ardila, quien procut·ó á la tropa algunos
recur o, en e pcci 1 forr.jc ,á pe arde qu, habi ido saqueada
por lo re olucionario . En dicha hacienda h. bta campado el
General Pan para pas r l. no ht:, cuando á las once de ésta e
presentó el Coronel Anselmo Pineda - dar avi o de la derrota de
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SUPLEME ... TO- UERR DE 1 54 33
'Tíquiza, noticia que, como se comprende, provocó inmediatamente
un movimiento de retirada en la tropa del ur, tanto en la que
mandaba el General Parí , como n las que regía el Comandante
Arboleda, por las razones que se verán en detall más adelante.
El encargado del Poder Ejecutivo apenas llegó á Tunja nombró
Comandante General de esta pro incia y de la de Tundama
al General Reyes Patria, y Comandante en Jefe de la fuerza
de operacionc , al .J'ener 1 Franco. Al General Buitrago se encargó
de la organización de los cuerpo' que se levantaban en
Tundama. Recibió lu ' go noticia el General Herrera que á Chocontá
e acercaba una tropa rebelde regida por el Coronel Jose María
Rojas Pinzón; y á en ontrarla envió al General Franco cotl e l
Batallón · Tunja, que aún no tenía completa su organización, y
poco más de roo hombres de infantería y caballería de Tundama;
en el tránsito e incorporaron ' la columna más de roo hombres de
Turmeque, los cuales, no teniendo arma , tomaron e tacas de una
cerca y se colocaron á ret guardia como cuerpo de reserva. El General
Herrera acompañaba á la columna, y al avistar á lo rebeldes
le> en ió una intimación, en su carácter de encargado del Poder
Ejecutivo, y acercándose el Coronel Rojas, se pusn en comunicación
con el Gener 1 Franco y en seguida con el Genera"l Herrera,
quien logró que lo reconociera, por lo cual se sometió á su autoridad,
quedando indultado por el tnismo hecho; y pu o entonces á
di posición del Gobierno la fuerza que mandaba y su armamento *.
El General Herrera dio pa aporte y a u ilios de marcha á los soldados
que no quisieron incorporar e en el ejército del Gobierno y regresaban
para Bogotá, para que los otros veteranos ngañados vieran
la lenidad con que lo trat ban los defen ores de la Constitución. Al
d!a siguiente regresó toda la fuerza á Tunja para darle completa
organización al Ejercito.
El Ejercito que e levantaba en Tunja, e organizó en una
Division compuesta de do Columna , mandada por lo Generales
Franco y Buitrago, funcionando como Jefe de tado ayor e l
oronel Rojas Pinzón . La primera Columna (1,474 hombre )
tenía por jefes al Cor nel Arjona y al argento 1\1ayor Ramón
1aría Calderón , que se pa ó al enemigo en ZipJquirá, y la egunJa
(1,081) á lo Comandante Muri y Corrales. Las dos Columna
estaban con tituídas a í:
Primtra Columna-Batallón Tunja; Comandante La Rotta ;
hombres __ -- .. . ---- -- - - . ... - - - - ... - - -- --- - -- ~- .. - -- 499
Pasan . .. - ---... ... ... . . . .. .. . . ... 499
(•) Adem·.í, de e te H· t:tllón, Melo contabn, al pronuncinrse el 17 con el que defen·
día : Zipaquirá y con l., guarmcion de Bogotá1 que comprencha la Artillen::~~ el Vargas
1 el BO)'IlCa y los Húsares, e& decir, ce»:t de 2 1ooo hombre.,
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34 BOLETíN MILITAR DE COLO:MBL\.
Vienen ............ , ............. .
Batallón I .0 de Tundama ; Comandante Sanchez ;
hombres _ - _ - _ - - - . . . . - - - - - - . - - - - - - - - - - - - - .. ·
Batallón 2.0 de Tundama; Comandante Olaya; hom-bres
M~di~· -B-a~;IJ6~- -G~,:;¡o~-; - -C~~-a-n-d~;1~;- -Á~~s~;-;
hombres __ --- - _-- - - -- - - - - - - - - · - - -- . · . - - - - - - · · -- --
Medio Batallón García Rovira · Mayor Jaime;
hombres _ - ........ - - - - - - - .... - - - - - - -- - . - - - -- - - - - --
Compañía suelta ; Teniente Franco ; hombres- -Primer
Regimiento (tres Escuadrone ) ; C mandante
Plaza; hombres. ____ . • . ---------------------·----
Segunda Cr;/umna- Batallón Socorro; Comandante
U crós ; horn bres .. ................. ---- ---- .... ---- -- --
Batallón f/éltz; Comandante Díaz ; hombres.. . ..
Escuadrón Tundama; Comandante Reyes ; hombres
Columna de Cundinamarca; Coronel Pineda; hombres
,.ro tal_ - - - - - - - . - - - -- - -
4-99
24-0
350
102
90
6r
134-
4-SO
4-00
lOO
131
Bien que algunos hayan afirmado que realmente contaba con
3,500 hombres. eguramente n sería muy errado e timar toda la
fuerza de la Divi ión en 3,ooo. La Columna de Cundinamarca
(2..n Columna) con taba de 6r infante y 70 jinetes. El armamento
ascendía á r,o6o fusile y I s,ooo carwcho , pero de aquéllos
170 estaban inútile, y de lo otros ólo 6oo estaban en buen estado
de servicio. Carabinas había muy pocas, tanto en la caballería
como en la infantería.
Cuando el General Herrera creyó que los cuerpo habían recibido
alguna instrucc-ión, ordeno al 7en ral Franco que abriera
operaciones, cosa muy del agraJo de este br vo jefe, que ansiaba
batir á los rebeldes el día 21, aniversario de la sanción de la Constitución,
conforme 1 expresó en una alocución al ejercito, y que
fue la ow a de que festinara la campaña.
La ivisión salió de Tunja el 15 de Marzo ; el r6 llegó á
Chocontá, donde permaneció dos días, y el 19 continuó la marcha,
pernoctando en emocón, de donde alió al sig-uiente dfa (20)
á las siete de la mañana, antes de que la tropa ranchara, pue el
General } ran o creta era necesario 1. perder tiempo para atacar
a] Coronel Jimenez, que defcndta á Zipaquirá, antes de que recibiera
auxilio de Bogotá.
La ordenes del ,.obierno fueron b.lti r al enemigo si alía á
campo raso, y i no, continuar el movimiento p ra ir á reunirse
con las fuerzas que e mandaban lo Generales López y París,
Coroneles Viana y Diago y Comandante Arboleda.
El Comandante en Jefe formó l. vanguardia con do C mpañías
del Batallón Tunja y una Compañta del Batallón I.0 .de Tun-
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SUPLEMENTO-GUERRA DE 1854 35
dama, y encargó su mando al Genera l Buitrago para que reconociera
el terreno. Al acercarse á la iudad ordenó el General Franco
que continuara el movimi~nto por la izquierda, pasando por los
potreros sin llegar al poblado, y que se allana en los fosos y
chambas con los peone que llevaba al efecto con lo. instrumen tos
necesarios; per el se separó y siguió á la ciudad con sus Ayudantes
de campo, mandando á uno de ello, el Capitán Jacinto
Corredor, con bandera blanca, á intimar al oronel Jiménez
que se rindiera á las fuerza constitucionales : el parlamentario
fue recibido á balazos, y se salvó por ca ua]idad. Entonces el Comandante
General se puso á la cabeza de 40 jinetes, ocupó la
vanguardia y cargó y rechazó á las guerrillas enemigas que ocupaban
ks arrabales. La Divi iún continuó su movimiento para
ocupar la colinas que dominan la ciudad por el Sur, hacia el cerro
de la Salina, ordenando el Comandante General que la vanguardia
siguiera us propios mo imientos, y los de aquella, la División
dirigida por el General Buitrago. La marcha se hizo por hileras,
á dos de fondo ( ic), por el camino indicado, movimiento que prolongó
demasiado la formación, dejando ti flanco descubierto. Al
llegar el Comandante del Batallón Tunja al camino de Zipaquira
á .Bogotá, observó que el enemigo se presentaba por la parte baja
de h ciudad, y sin orden de los jefes hizo una variación por. la derecha
para volver al potrero por donde acababa de pasar : el Comandante
General de la primera Columna, que h1 recorría para
in peccionarla, lo advirtió, y voló á poner e á la cabeza para suspender
aquella variación que contrariaba la órdenes del Comandante
en Jefe; y e tando á la i ta del enemigo, ordenó la formación
de la Columna en el llano que queda frente á Zipaquirá,
colocanrlo la caballería á retaguardia de la infantería, e indicó
al Comandante eneral d<.: la segunda Columna la conveniencia
de formar la uya á la dere ha, pue ya e hab1a roto el
fuego por el enemigo. Las dos Columnas formaron un ángulo
recto, por impon<:rlo a · 1 la e nfiguración del terreno: una Compañ
1 dd Batallón Socorro fue de tinada á atacar al enemigo, que
se había atrincherado dctrá, de un hilera de sauces, de de donde
molestaba á la tropas del Gobierno. En este momento llegó el
General Buitrago, y mandó reforzar e a Compañía con otra del
mi tno Batallon, que condujo al combate 1 Comandante del citado
cuerpo, seguida pronto por otro refuerzo, y el enetnigo fue
de alojado, un muy poca perdida de lo legitimi tas . El General
Franco hab1a seguido con la caballena "' tomar las colina , según
lo había proyectado desde el principio, y por medio de un Ayudante
comunic6 orden para que t da la Divi ión siguiera la misma
ruta que 1 llc Jba, "' fin de entrar a la ciudad por la parte
superior, bajando por el amino que de Zipaquirá conduce á Pacho.
Fue cumplida )· orden, y la División iguio los movimientos
del General en Jefe . El Coronel Arjona, Comandante General de
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36 BOLETÍ.. ~IILI'l' R DE OLOl\IB
la primera Columna, se adelant<~ á recibir órdenes del General
F ranc , pero é te, sin dar otra di · posición, mandó tocar ataque y
carga á los cornetas, y poniéndo e á la cabeza de las fuerzas que
e taban más á la mano, arrolló á las guerrillas que se le oponían,
y sin e s perar la reunion de la tropa, entró por esa parte á la ciu+
d bajo un fuego mortífero, y treinta pasos ante de llegar á la
plaza, á las tres de la tarde, cayó muerto de un balazo, y á su lado
sus Ayudantes de campo, Capitanes Medina y Gómez, jóvenes
tan valientes como su C.:reneral ; igual suerte cupo al Comandante
Plaza y á mu h s otro dcfensore de la Constitucion.
El eneral Herrera, En argado del Poder Ejecutivo, e ha-bía
adelantado iba á la vanguardia con vario Jefe y oficiales y
algunos jóvene que lo seguí n, con la intención d..! contener el
arrojo del Com ndante en Jefe, para que ordenase con más c::¡Jma
el e mbate. orrió lo mismo peligros que aquel, pero no alcanzó
u objeto. En tan cnticas circunstancias, y viendo el mal result
do de la tan heroica como lamentable bizarría del General
Franco, que acabab·t de pe rece r á su vista igu1o con sus compañeros
hasta la plaza, á donde entró por una e quina y salió por otra,
re petado ca ual1nente por las balas. En el trán ito, y yendo á su
lado, " pie, el Comand nte Reye , pues había perdid su caballo, ene
ntr6se con el ~1. yor Juan deJe ú Guticrrez (meli t ), y al acercár
ele este o cial, Reye le hirió con su lanza, y. Gu cierrez retrocedi6
rápidamente y s amparó en una ca · a . El General I-Ierrera
espero poner e al frente d la Di i ión para dirigir el combate y
evitar nuevos acriftcio in provecho. La infantería se batió en
diferentes direccione , conducida por sus jefe y o ciale , que se
portaron con valor; pero muerto el General en Jefe en un ataque
sin pi n, hubo de repl<:garse " la altura por donde había bajado, in
ser mole tada por el enemigo, que se mantuvo dentro de la ca as
de la ciudad y al abrigo de u parapetos.
La ivi ión 110 había comid en todo el día, y había comba-tid
ha ta la cinco de la tarde: e acercaba la noche y era preciso
reunirla y dejarla des ean ar. í lo ordeno el General l'errcra al
egund jefe de la Divi ión, Gencr· 1 Buitrago, y al Comandante
general de la primera columna, Coronel rjona. En e ta situación
se recibió noticia que de Bogot " había a lid una c-olumna de
r,ooo hombre en au~ilio de Jimenc:l, y el General Herrera ordenó
entonce 1 retir:tda para form r la Divi i0n a medí kilómetro
de Zipaquir ", reunir toda la fuerza y coutit uar el mo' imiento primcramen
te acordad , de ir en bu ca de lo Generalc' Lo pez y París,
disponiend , aden1.i , que el ent,;ral Buitr. g r<;emplazar al
General Franco, con 1- con~igna de emprender la indicada m rcha
ante dd amanecer.
Reunida que estuv 1 Di vi ion, di pu o el General Buitr. go
que el Coronel Arjona e colocara " la abeza de la fucr;,.a y r 1arhara
en dirección al Portachuelo que cruza el camino de 'rabio
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S PLE.1 fEr TO-GUERR ~ DE -1 54 37
tTíquiza) para tomar allí pos1c1ones y resi ., tir al enemigo, si era
cierta la noticia de que e te e hab1a mo ido de hogotá. La noche
era o cura, alguno cuerpo e de v iaron, con ellos el esca o parque
que había quedado en re en•a, como lu g o c a yó una fuerte
lluvia, soldados sin disciplina, fatigados, h a mbrientos y constern -
do con la muerte de su eneral, cuyo g t an valor era una de las
e peranzas del triunío, e de alentaron al cabo, y en gran numero
desertaron esa noche de tri te recuerdo para los con ti tucionales .
El Comandante arg Cah' o fue cnvi do á bu s car el parque , la
comi'ana, logro encontrarlo y los conduj al cuartel general.
Al amanecer estaban formado los cuerpos en un potrero ituado
al pie del Portachuelo de Tabio, pero las municiones hab1an
quedado reducida á 3,500 cartucho, que e distribuyeron entre
los 'oldado que tent n arm de fuego en · ibl~s . De puc e di -
pu o que el Teni~nte astro iguiera de des-ubiert con 50 hombre
, a ituar e ~n el propio Porta hudo, y la ])ivisión se puso en
marcha a la <:i de la mañana, cubriend u rct .guardia 50 hombres
del batallun Socorro, á Grdenes del jefe del cuerpo Comanda nteUcros
.
La de cubierta ocupó el alto del Portachuelo como á la ocho
de la mañana, altura que intento tomar el enemigo, que al mi mo
tiempo se pre ento obre el naneo izquierdo d la olumna, y, adelantando
su cazador , rompí o el fuego sobre la tropa constitucionale
. rdcnó entonces el General B uitrago hacer alto, y que el B -
tallon r .0 de Tundfana sostuviera el fu go, de plegándose frente al
enemigo, lo que hizo en el acto, combatiendo ha ta agotar su poca
municione . A la caballena e le mar dó cargar la guerrilla en -
migas que ganaban terreno, pero aterr d como e taba con la muerte
del General en Jefe y d 1 Jefe del Rcguni nto, e di per o in
cumplir la rden recibida, empren icnuo fug por el catnino del
cerr , con c. · cepcion c.k un piquete que e mantuvo al lado del General
f crrcr., y á c)nlene del cual e batio en retirada. El omandante
en Jefe ordenó e u eguida que el Batallon Tunja continunra
el m imiento hacia el Boqu •t ón d<: l'abio, u poniendo que el de -
tac· mento del Teniente Ca tro era una fu r7.a enemiga, espe ie qu
e divulgo en el act en l. Division, creyendo todo que e taban
cortado: la infantena que e taba armada de lanzas, habta hu1do
en dirección al cerro de de q e e rompió el fuego, y la que tema
fusll apena en número de 6oo hombre , o tu\·o u puest h, ta
que e le cabaron la municione , 1 ual fu coa de media h ra.
Lo po o Jefes cterano~ que iban en la Divi ion qui ieron, aunque
en vano, contener d d<.: orden porque la tropa e hab1a dt .mor
li7,ado con 1 Jltn ia, el hambre 1 Í:"llta de ueno y demá circun
tancia ref-rida, de alcntándo <.:ha t. el punto de ser imposible
r nim;tr u brío . 1 oroncl ArjomJ, que e había pue to .\1
frente d J ic tace meneo que u. nlaba <.:1 Boquc.·ron .1 n t r que la
tropa cguí en diferente dil'cc IOtH::c:, rdenu 1- r ~ tir d y lc1.t
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38 BOLETÍ MILITAR DE COLOl!BIA
mente e puso en marcha para cubrir á los dispersos, y permitirles
que se re?rganizaran. De 8o á ro? ¡_>risioneros cayeron en poder
del enemrgo ~n e te combate de Tlqtuza. _ . . ...
El General Herrera, con unos pocos companero , s1guto por
Subachoque á la V ga de an Juan, y de allí á V illeta, á reunirse
á la División de Oc idente; per en el camino supo la contramarcha
de ésta m tivada por la perdida de la Divi ión del Norte. El
Coronel A;jona, secundado por los Comandante Muti y Canale ,
reunió cerca de 200 di p e rsos, que condujo á Villeta; el Comandante
Díaz siguió el tnovimiento: con unos pocos compañeros
permaneció en la Boca del l\1onte, y de allí marchó para la Vega,
donde estuvo el 22 dando algunas órdenes para reunir los dispersos,
y el 23 partió para Villeta. A este Jefe lo siguió el Comandante
U crós, quien había quedado á retaguardia, y el Comandante en
J efe, General Buitrago, fue el últim que llegó á Villeta.
Cuando el Comandante Díaz llegó á Villeta el 23, se puso
á las órdene del cnador y Comandante Arboleda, que rnandaba
la columna de .... equendama, fuerte ya de 400 hombre~, y que había
retrocedido de Chimbe al tener noticia del desastre de Zipaquirá.
El General Herrera destinó luégo á Díaz para que formara
una columna con todos los di persos, dependiendo directamente del
Poder Ejecutivo, mientras e reunía al General López., nombrado
neral en Jefe del Ejercito del ur; el 24 tuvo ya á sus ordene
Díaz como 8o h m bres, la mayor parte Jefes y oficiales de los dispersos
en Tíquiz.a.
El eneral Herrera iguió el 24 para La Mesa por Bituima,
en solicitud de los ener les López y Parí ; pero no habiendo podido
verlo , re olvió continuar u marcha para el 'rolirna. El 27, en
an Juan de Ri ec , reorganizó el Gobierno, nombrando Secretarios
de Estado á lo señores Pa tor O pi na, de obierno y Hacien
da, y Ramón Matcu , de uerra y Relaciones Exteriores .
Allí upo tambien el General Herrera la llegada ieJ General fesquera
al paí ) lo n mbró e mandante eneral de todas las fuerza
del Istmo, de la ta Atlántica y Mornpós, delegándole todas
la facultade ~ que podta delegar el Poder Ejecutivo, para que organizar
un ejercito, y en eguid e dirigi<> á Purilicacion á reunir
e con el ,.cner 1 L ' p z. nte de partir envio a la Costa al
t.ñ r Ju to Bri eñ , 01110 comi ionado, par que recogiera un emprcsti
to de " 1 01')))0:>, que e pe raba el Poder Ejecutivo de I nglaterr
, de 1 ~ c.u le debtan entregar e •· 20,000 a los señores Triana
y C rredor, para que lo 11 varan al 7eneral 1-J errán, que estaba
en k tados nido~, a fin de que é te lo empleara en arma mcnr
, de acuerdo on la in trucci ne que se le comunicaron .
Igualmente ordenó que los Goh rnaciore de la Co td, de acuerdo
con el (Jcneral 1o quer , levantaran emprestito para atender á
1 s ga tos que dcmandab el re·t blecimiento del obicrno, y, por
ultim , di pu o que el Comandante Ucrc>s recogiera en la Costa
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SUPLE:ME ·To- ERR DE 1 54 39
todo e l armamento que se pudier y lo IJe, ara á las provincias del
orce.
El 25 á la nueve de la mañana el Comandante General de
Occidente, cí.or rboleda, comunicó al Comandante Diaz la noticia
Je que se apro 'Ünaba t:1 enemisro, par~ JUC emprendiera la retirada
juntamente con el, y s1 lo \erifico con sus 8o hombre , llegando
todos á Gu~Juas á las 5 de la tard~ . La columna de Occidente se
movió con lentitud, porque dcj~ba á reta uardi al Coronel Diago,
que se retir:1ba de CAlimbe con 120 hombre', y era necesario n
dejarlo abandonado, pero d1cha fuerza tambien llegó á uaduas la
noche de ese mismo dta, y r.-::unida toda 1 fuerza, continuo u retirada
para H nda el 26; el Comandante D1az llegó á e te lugar á
la 10 de la noche, y el 'omandante general rboleda tomó po icione
p ra pasar 1 no he, en trc Pe q u en s y La Bodegui ta.
Cuando el General Parí upo en Corit lo uccdido en Tíquiz.
a, cornprendi<) que no poJta e ntinuar sus operaciones sin tener
nuc\·o Jato de la ituacion: 1 infantería de que disponía e
<'omponta en parte de los prisioneros hechos a l enemigo, y de la 3:
Compañta dd llarallon número 5 .0
, que e con en,aba fiel por la
vigilancia de u Capit .. n An elm< r nza. in embargo, el omandan
e en ] efe di puso que la División estuviera li ta para mar-har
bre Facatattva, en Ja m .. drugada del 22, i las noticias que
esperaba recibir asJ lo acon cjaban, de oy<"'ndo la opinione que,
en tale caso y en tropa de nucv reacion, urgen iempre,
y acon jaban e ernprendier retirada sobre L .1V1e a, á donde, eg•
Jn informes recibid· s, se h b1a replegad l General López,
aban don. ndo á Barrobl neo. }J General Pan , por "fa de precau ción,
di pu o nronces que u Jefe de E tado lVlayor, Coronel Arjona,
m nJar. reconocer I• acata ti\ .1 p~ r. ~ bcr si lo h bía ocupa(
h> el cncmio-o, para Jo cual e·te Jefe comí ion., al Comandante
orrea, quien ervía como vo' untario en el Escuadron /lrdila, y el
que ejecutó la ordL'n con prontitu 1, d ndo cuenta a u regreso de
que d cnemig no habí ocupado la Vilh . • n on ecuencia y
d · pue de na con fcrcnci. con lo Coronelc Arj na, Vargas Parí
y Ard:la, di pu el ' ner,\l Pan continuar la marcha el 22 a
la~ cinc< y media de la 1 ail na, para prc tegcr; lo di pcr o de
·riq 1iz , y luégo r ·•plcgar e obre 1 Columr a dd Senador rboleda,
que .e supon! en r ligro por aquella part .
Al ti•mp mi n'h.> de principiar la m1r ha, recibió parte el encral
Pan le que 1 • fucrz dL' 1 lo e taban llegando á Facara
tJYa, lo ual le obligaba á retroceder: ( La l\1e a para reunirse on
1
d encr 1 Lópe ,, y en co. b'n ción con el llamar por el ur Ja
atención clcl )ictador, }' Jl e e modo impedirle que abrier. opera-
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40 BOLETÍN ~HLITAR DE COLOMBIA
ciones sobre Villeta y Guaduas, á donde e habían dirigido las pocas
fuerza salvada de Tíquiza, las que á esa fecha suponía estabaP
ya reunidas á la División de Occidente, que mandaban el Coronel
Diago, el Gobernador Viana y el Senador Arboleda, hallándose el
último con la van&uardia, según la últimas noticias recibidas. En
con ecuencia, el General Parí ofició á los Jefes de la División de
Occidente, para que se replegaran hacia Honda y se situaran en
una posición que pudieran defender, ó repasaran el Magdalena para
defender á Honda, punto estratégico que debía sostenerse á todo
trance; que el seguiría para La Mesa con el objeto indicado, y
si allí no podía mantener su cuartel general, t mbien se replegaría
igualmente á cubrir la línea del Magdalena por aquella vía, obrando
en combinación con ellos y con el General López. En seguida
se puso en marcha por el camino del Chircal, á donde llegó el
mismo 22. á las doce del día, y e cogió el campo para pasar la noche.
Mas como la c~.ballena del or nel Ardila no podía obrar con
éxito en la montaña y tierras calientes, cuyo clima temen los habitante-
s de la Sabana, dispuso el General París que ese valiente
Jefe quedara en la altiplanicie hostilizando al enemigo con guerrillas,
mi entra podía regresar la Di visión para abrir operaciones, y
en ef("cto, el Coronel Ardila contramarchó de la Boca del Monte
para entrar á la Sabana por la parte del Sur, con 200 hombres, pues
su fuerza e había di minuldo en Ioo, que se le epararon, temiendo
r:lo al enemigo, sino al clima, y que de nuevo podían incorporarse
á la guerrilla que estableciera el expresado Coronel. Con esta
desmembraciün la columna del Coronel París se redujo á
poco más de 400 hombre , casi todos de infantería, pues apenas
quedó un corto numero de hombre montados que podían sufrir el
clima ca1iente. Tambien ordenó allí el General París, que el Capitán
López marchara con la 3· • Compañía del Hatallon Un ion á
ocupar el itio del Jfo picio, por donde podía &er cortada la columna,
á fin de cubrir el movimiento proyectado, lo cual se ejecutó á
la tres de la tarde.
El 23 contiuuó el cneral París su marcha para La Mesa,
dejand un destacamento de 30 jinete en el Chircal, á órdenes del
ornandante Esturao, el cual debía funcionar como guerrilla en
ese lugar, hasta nuevas órdenes. En el trán ito por La Monjas se
le avi ó que el enemigo se acercaba á La Mesa; pero despues de
examinar á van. s per onas conocedora del terreno, resolvió continuar
la r11archa por 1 vta que llevaba, y á las tre de la tarde entró
á La iesa.
Empero, no pudiendo mantenerse en esta poblacion, pue· el
General Lopez y •. e h. bí retirado en dirección al E ·pinal, segun
parte recibido, el 7encral Parí decidió cguir a cubrir la
linea del Magdalena, tomando algunas di po icione previas: hi:~.o
de ·armar la ter era Compañía del Unión, porque lo voluntario
que la componían tampoco podtan hacer campaña en climas ardien-
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S PLE lE.~. TO- UERR DE 1854 41
tes, á fin de que se retiraran á s us casas; y mando que el resto de
la caballería tambien volvic e á la abana, á órdenes del Coronel
Ardila.
La marcha continuó el 24, quedando reducida la Columna
al Batallón BDgDtá, la tercera Compañía del Batallón 5. 0 de línea,
y la tercera Compañía del Batallon Unión, esta á órdenes del señor
. Camacho Roldán : la fuerza total apena ascend1a á poco más
de 250 hombre , pues la primera ompañía del Unión había seguido
con el eneral López.. La Columna hizo alto e11 Juntas de
Apulo, donde tomó posiciones para defenderse, si, como se aseguraba
por mucho , era atacada en u retirada .
Los vecino de Tocaima rogaron al General París se retirara
de Juntas, pero 1 no qui o seguir la marcha por la noche, y el 25
fue á dormir á Casa - ieja (hoy J eru alén). A u pas por 'ocaima,
supo '-lue los oficiales y trop de Melo, que estaban prc o
en aquella ciudad, habían ido puestos en libertad por orden dd
General Lopez, para no tener que at nder á la custodia de prisionero
que eran perjudiciale en aqudla circunstancia entre lo
constitucionales, tanto m á , cuanto que en la Columna que él llevaba
había hombres de poca confianza y temía una reacción . El 26
siguió para Guataquí, y en el trán ito tuvo noticia de que el General
Herrera había . eguido para !bague, por lo cual, dejando el
mando de la fuerza al Coronel Arjona, e adelantó para ir á re i-ir
la órdene del Gobt rno . El 27 se incorporo á la olumna, en
GuataquJ (puerto obre el 1\llagdalena), la ompañía d 1 Unión que
habza seguido de de La Mesa on el Teneral L 'pez. 1 Coronel
Arjona recibió esa noche avi o de que el enemigo había ocupado
á La lesa y por ende á la Provincia de Tequendama, y e tableció
regularmente cJ espionaje para conocer su operaciones .
Por lo que hace al eneraJ l.ópez, cuando avanzando de de
La Me a llego á Barroblanco, como no encontró allí al eneraL
Pans, en la esperanza de akanz· rlo en la Hacienda de la Herrera,
se adelantó e n u Ayudante h a ta muy cerca de e te punto,
de eo o de acordar con dicho jefe las peraci nes \...Onvenienres,
dejando ntre t:into encargado de )a Columna al Coronel Gonzalcz.
Fuele imposible ale nzarlo, , habiendo sabido el 2 I lo ocurri do
en Zipaquirá y 1quiza regreso el 22 á poner e al frente de
la fuer¿a, ~n la u l había alguno oft i le de dudosa lealtad, y
que, en efecto, se pa ar n de puc al ·nemigo. Reunido con u
tropa, y no sabiendo que ruta habí tomado el General P n ,
puc estaba interceptada la comunicacion por algunas partid s
enemigas, re oh io retr lCcder hacia a l\~le a en l mejor orden
posible, como lo hiz.o en efecto: de can ó en ena par que comiera
la tropa, y n la tarde JI go á la Villa y e brio convenientemente
las vía de Tena ' Zipacon . 1 23 tornó el General á
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4:2 BOLE'fÍN MILITAR DE OOLOu1B1A
avanzar hasta Tena, con algunos compañeros, para informarse mejor
de los sucesos, enviar una guerrilla á Canoas para que molestara
al enemigo y lo tuviera al corriente de lo que pasaba, y averiguar
por la suerte de la Columna del General París, pues se le decía que
de Bojacá había eguido á Facatativá. Por la tarde llegó á ena el
Coronel Pineda, quien había estad con el G..:..neral Parí , le
refirió todo lo ocurrido en el Norte y lo resuelto por aquel jefe,
que e peraba estar en La Mesa al siguiente día .
En la noche del 23 ordenó el General López continuara la
retirada hacia la Pro inda de Neiva, por la vía del paso de Flandes
(Girardot), lo que se ejecutó en d mayor orden. En el Guamo
encontró al Gobernador de Popayán, quien venía en su busca, y
siguió con él á Purificación, á aguardar al General Herrera para
acordar con el Gobierno d plan de operaciones, y por indicación
suya, se desarmó la Columna con que había estado obrando, después
de hacer contramarchar la Compañía del Unión para Ambalema y
dejar al eneral París la 3 ·· del Batallón número 5 .0
La campaña del Norte(*) estaba concluída; pero conviene hacer
aquf el relato de los demás acontecimientos que con ella se relacicmaron
hasta la instalación del Gobierno en Ibague, y el acuerdo
de un plan general de operaciones en todo el paí contra la Dictadura,
comenzando por lo que pudiera llamarse la retaguardia del
General E ranco.
Cuando recibieron la noticia de la rebelión del 17 de Abril,
las Provincias ituadas del otro lado del Chicamocha, sus Gobernadores
obrar n e n el mi mo sentimiento patriotico que los de
Velez, Socorro y Tundama y los habit-antes de Tunja. Formóse
en Santander una olumna de cien guardias nacionale para que, á
las órdenes del Coronel .1\llelchor Corena y el Comandante 1\1.endoza,
fuese en auxilio de las demá y en apoyo del Gobierno legítimo
constituído por el Decrct de 21 de Abril, expedido en Chocontá.
La Provincia de Pamplona había hecho otro tanto; la de
Garc1a Ro ira e unio á Jos defensores de la Con ticución, y la de
Soto levantó alguna fuerza, y por el So 'Orro la envió á unirse al
:Ejercito def orte. La Columna de antander, reforzada por la de
oto y de Pamplona, e engro aba cada día en el trán ito con 1~
oluntarios legitimistas.
El cneral Herrera llamó al Cor nel Corena para que, á
marchas forzadas, pa ara al Cuartel general á encargar e tlel mando
de una C 1umna, orden que dicho Jefe r cibió en Hato Jurado (al
pie dd Allnorzatlero), y dejando el mando de la fucrz,a al Comandante
Mentloza, e dirigió á Chocontá, acompañado por el Teniente
Materón. Al llegar á esta poblacion ya el Ejército . e había
movido obre Zipaquirá, el 1gui6 el movimiento, y el 22, en el V o-
• orrect<~mcntc e~ta c::amp:tñ clebi r. llamara rfel Centro, pue to que sus princi-p:
tle episoclios se tle ;urolla;on en la Sab. n t, y !IÍ por el orte abnrcó hast~ Ctícuta, por
1 Sur lo hi.t:o h sta Pop:tyan-L. D.
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SUPLEM.E TO-GUERR.A DE 1854 43
lador de Nemocón, supo la derrota de Tíquiza, por lo cual contramarchó,
y desde Chocontá, por po ta, ordenó al Comandante Mendoza
redoblara su marcha, y sigui o en solicitud de la Columna, encontrándola
á poco en Hatoviejo, fuerte ya de 217 hombres. Considerando
entonces que el enemigo ten1a empeñadas toda sus tropas en la
persecucion de los dispersos del General Franco, y de las columnas
del Sur y Occidente, resolvió seguir h asta la capital con el doble objeto
de llamar la atención de Melo por e a parte y su pender aquella
persecución, y de sorprender la ciudad si el enemigo la había dejado
mal guarnecida.
La operación era arriesgada y atrevida, pero los oficiales y soldados
deJa Columna ofrecieron al Coronel Corena secundar su idea
para salvar á sus compañero de armas, aun á costa de sus idas . El
27 de Mayo, al amanecer, estuvo la fuerza en U saquen (á dos lC"guas
al Norte de Bogotá) y á las cuatro recibió aviso de que los
mclistas habfan enviado contra él 400 veteranos al mando del Jefe
Barriga. Corena se mo ió entonces hacia el páramo para tomar
posiciones donde recibir al enemigo, pues á sus 217 hombre!: sobraba
el entusia mo, aun cuando no taban muy bien armados . El
28 á las ~cis de la mariana se encontraron las dos fuerzas (en el alto
de la Calera), y en un combate corto pero fuerte Corena derrotó á
Barriga, apresándole cuatro oficiales y diez y seis soldados.
Corena dio de almorzar á los prisioneros y los pu o en libertad,
y en seguida, el mismo día 28, se trasladó á la casa ce la Calera (Aposentos),
donde dejó desean ar la tropa, que fue reforzada con un piquete
de caballería que mandaba el señor Benito. Este alto de un día
entero, si bien prueba la serenidad del jefe y de los v-alientes que
lo acompa.O. ban, no fue prudente, porque ya e decía que el enemigo,
reforzado, vol ía . obre lo legitimi tas, y era natural que lo
prisioneros puesto tn libertad, hubieran informado á los melistas
de cu.ín pequeña era 1 fuerza que tenían al frente . En efecto, el 30
fue atacado el Coronel C or na por 6oo hombres bien armados, al
mando del Mayor Giron: ~ 1 combate duró desde las sei de la mañana
hasta las seis de la tarde . Los die tori les, que querían tomar
la ca . a á viva fucu,a, pcrJi~.:ron So hombre, que contó Mr . Raymond,
france de nacimiento, que fue á informarse de lo que ucedía
por orden del Vicepre idcnte s~.:ñor Obaldía; y á la ciudad, en
carretas, entraron muchos heridos. Los con titucionalcs perdieron 5
hombres y 3 heridos . A pesar de emejante resultado, los rebeldes
publicaron boletw de e ta acción como si hubiera sido un gt·an
triunfo, y, cxager ndo la fuerza de orena á 500 hombre y rebajando
la suya a 340, solo confesaron 7 muerto · y 14 heridos .
El piquete de caballena, que quedaba expuesto fuera de la
ca a, tenfa que perder u caball · ó retirar e del lugar del combate,
como lo hiL-o, y el Coronel r na, dc>pues de haber combatido
todo el d1a en la ca a de Aposentos, al amparo de las sombras
de la noche, se retiró por la ví de Guatavita, á donJe 11 gó
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44 BOLETÍN HLITAR DE COLOMBIA
el 31 á las dos de la tarde: la pequeña fuerza legitimista se desalentó
con la retirada, y muchos se dispersaron, de los que algunos
cayeron con sus armas en pode~ del en:migo : los m~lis_tas
dijeron eran 90 zambos venezolanos o cucutenos ; falsedad mstgnificante,
pues sólo habfa entre ellos unos 2 ó 3 venezolanos
avecindados en Cúcuta.
Perseguidos los legitimistas por una Columna de I,soo hombreg,
mandados por GircSn y Castro, comprendieron que su seguridad
estaba en marchar aislados, y así lo ejecutaron, quedando u nican.
ente reunidos con el Coronel Corena, 18 jefe y oficiales y 21
individuos de tropa: esta pequeña partida, despues. de comer en
Guatavita, siguió su mar ha por la vía de Chaleche, á donde llegó
el 1.0 de Junio, y en su alcance el dictatorial Rodríguez, que atacó
bruscamente á un puñado de hombre que ofrecían rendirse con -
garc1ntías. El insolente Rodríguez quis lancear á Corena, que
esperaba un arreglo con la espada á un lado: el jefe desvió ellanzaso
con una mano, y los . onstitucionales irritados rompieron el fuego,
cayendo Rodríguez m rtalmente herido, y prisionero Valerio !v1orales,
que iba como Capitán de caballería, al que pu o en libertad
el Coronel Corena, ofreciendo rendirse con garantías ó morir
peleando con ese grupo de alientes, resueltos á obrar como su
jefe. Lino arcía e ·cribió á C rena un biJlete con lápiz, ofreciéndole
lo que pedía para su compañeros, pue para el, dijo el jefe
legitimista, nada q ucría. Entraron los dictatoriales al bosque, e
hicieron alto en la casa en que se encontraban los rendido mediante
un pacto. El Coronel Castro (meli ta) intimó á Corena
que entregara la espada, y declaró que 1 ofrecido por Lino García
no tenía valor por cuanto carecía de facultades para hacerJo;
y como el Coronel Carena se negase á entregarla, mandó avanzar
cuatro oldados para que lo fusilaran, acto e candaloso tratándose
de un hombre rendido mediante una p;ome a solemne, que fue
e torbado por Gregorio Elorga : todos lo · pr·eso fueron conducido
á la capital, y el Coronel Corena, de allí a Facatativá n donde
permaneció de de el 6 de ] unio hasta el 8 de Septiembre, que
pudo e caparse para ir á unirse al ejercito del Sur en La l\.lesa.
Sus compañeros tambien e es aparon uno tra otro, y entre ellos
figuraban lo Comandantes Mendoza y Olarte, Leonardo Canal
y Ant nio Valencia. Los 2 I soldados fueron con le nado á et vir
en la filas meli r.t , menos Antonio illamizar, que se e capó
con mucha habilidad, y de quien luego habrá que hacer e pecial
menc1ón.
Dicho qued6 atrá (página 25), q1tc el Gobernador de Pop -
yán había resuelto seguir al ·rolima en persona, despue de que
estallo la rebelion en aquella ciud d, en bu ca cld General López,
á quien ~levaba un B.a.~a.ll<>? co~1 J regultr p rquc y darle avi o al
mismo ttempo de la dthctl ttuacton del Sur. Al llegar á La Plata,
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UPLE)I ,~.""TO- UERR DE 1854
el eñor Cespedes, yerno del General Obando, se atrevió á reconvenido
en pre~encia de Jos oficiale~ del Cuerpo, por un oficio dirigido
desde antes c4cl mottn del 17 de Abril, al Gobernador de eiva,
para advertirle " este que de La Plata y Carnicena , se dirigían
cotnisionados cara terizado ct:rca del indio Guainás (Jefe de los
in dí gen s de Tierra dentro), hecho Coronel de uardia Itacional,
con e::I objeto de tr stornar allí el orden público. Esa reconvención,
que indicaba dema iado, fue pue ta en conocimiento de las autoridades
sin resultado, y al mi tno tiempo la seducción de los melistas
sobre el Batallón Popa)'án, dio por re ultado que no pocos oldados
desertaran, y lo habrían hecho todos si el Gobernador OEijano no
sigue inrnediataanente con el resto para Neiva, y de aJlí para Purificación
. El Gobernador de Teiva, que compr ndió la necesidad
de te movirniento dio á su colega todos los auxilios necesarios
par que lo llevara á cabo. Las noticias que se tenían en eiva,
eran la de que el General López había llegado á Barroblanco con
1 fuerza que llevaba en apoyo del Gobierno legítimo, y por lo
mi mo, el Gobernador de · eiva creyó conveniente que el de Popayán
apre urara ~u mt~rcha, tanto para auxiliar á dicho General
con la fuerza que el último llevaba, corno para acordar con el Ejecutivo
el modo de salvar la Provincias del ur .
Al lleg r el obernador Qyijano á Punficación, encontró
alan 1ado al pueblo por la perdida de la División del orte, pues
s ... a egural> que todo los Jefes habían pere id en la cor tienda .
E 1 eñor ~ijano, para cerciorar e de lo hecho , re ol ió s<:guir
en hu ca de cualquier Jefe, y bajó en bal a el Magdalena ha ta
P ·ñalisa, donde upo la verdad de l ocurrido, y que el Gen<:ral
López había repasado el no por Fland , por lo cual continuó en
u bu:>ca para rettntr ele con los poco elementos ue traía de de
La PI ta. Lo alcanzc> en 1 .~>pinal y le informó de lo ucedido
en el ur, manifc tandole, además, la grande inRuencia que su presencia
tendrí en e a comarca para organizar un ejercito capaz de
obrar c
Fuente:
Biblioteca Virtual Banco de la República
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