BOGO'f A, Ju IO 22 DE 1901 SERIE II- TOMO I-N. o 25
BOLETIN MILITAR DE COLOMBIA
Organo del Ministerio de
Guerra y del Ejército
Son colaboradores de este periódico los
Jefe y Oficiales del Ej'rcito
1
Duect.or ad honorern
F. J. VERGARA Y V.
Y General de Ingenieros, Miembro de
+ varias Sociedades Cientiftcas
EL ESPJRITU Afl/.JTAR EN C.\t/1 NACION
, ,
DI Ct:RSO PRO. 'U.' l.\DO POR EL P.\DRE DIDO ... E •. LA DISTRIBUCION DE PRE-MIO
DE LA E C 'EL.\ DF: ALBERTO EL GRA. 'DE Y L PLACE, EL I 9 DE JULIO
DE 1898, 1•:. PARÍ
( Tradu ido para ·1 Bo/etln Jfthtar)
ontúuía)
La fu rza militar, im¡ one tam ién á una nación
como in trum nto ncce . ·pan ión y de u pod río.
Lo individuos cr"cen; el la mi ma manera la na iones e
dcsarr Han. Tolo lo que vi · quiere cr e r y d arrollar ; y los
pue lo repiten la palabras de 'olón á I ab 1, dicho , ncillo y
profundo : "El mundo conocido d ma iado pequeño." Una
fuerza innata de progre o lo impul a á alir de la e trecha cuna
n que se han formado 1 nta y laborío am nt .
¿Y por qué pretender salir de e t m do de nuestra fronteras?
¿No lo han indicado'? ¿ ~ aca o 1 re ultado de una doctrina
que se prof sa en el Col gio de 1~ rancia 6 en la orbona? No, la
cosas bella no hay necesidad de enseñarla . La cosas poderosa ,
aquellas que levantan el mundo, que lo tran forman, son toda geniales.
No e sabe de dónde vi nen, si de la profundidades de los
cielo ó de los misterios del pueblo, pero siempre encuentran organizaciones
sólidas, cerebros sanos, y energías todavía más vigorosas
para realizar todo lo que hay de inmenso en su sugestión y
su genial impulsión. (Aplausos).
Hé aquí por qué las nacione cuando llegan á cierto grado de
madurez, traspasan su frontera De este modo el niño bien en-
TO){O 1-49
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Bolet{n Milz'ta,-
vuelto en sus mantas, aun cuando la madre no le suelte las ataduras,
las romperá para hacerse libre y atra ve ar el e pacio.
Ellas entrevén más allá de los mar s continentes nuevo mal
poblados, ó expuestos á 1~ esterilidad y al pillaje, ocupado por
razas inferiores que yacen sumida en la ignorancia, la brutalidad,
]a servidumbre, é impotentes para libertarse por sí mismas de la
degradación y la miseria. La ley de vida que rige la humanidad
impulsa con vuelo irresistible á las nacíone adultas y engrandecidas.
No se puede resistir. No cabe decir : no otro , franceses, somos
más cuerdos ; eso lo dejamos á la comercial Inglaterra, á la
ambiciosa Alemania, á la háhil Rusia.
1 Cómo! ¿Sois vosotros, franceses, qui nes empleáis se lenguaje
in olente para nuestro país? ¿ Pr tendéi aca o borraro del
número de lo grande pueblo ? ¡Ah! E ta e manera epicúrea de
tener paz y de no ser héroe; pero no es la manera de hacer a vanzar
la humanidad. Y no me imagino que Francia e cuche nunca
semejantes profetas de una virtud tan adherida á la tierra. ¿ Acaso
no tenemos un genio de nobleza innata, en vez de uno de aby,.
ección? ¿No n s inflama y nos exalta el g nio de la g n rosi ·
dad? ¿Cuando descubrimos un obstáculo no pretend mos correr
tras él y de truírlo? (Bravos y aplausos).
j f . Y por esto s por lo que Francia h rida, de pué de lo
desastres que conocéis y que en breve e e ntarán por medio siglo
si no sobreviene nada ; por e to, digo, Francia, on ólo su
hijo -y podríais contarlos, son veinte ó treinta,-casi sin ningún
sostén oficial y de gobi rno, ha p e did h:tcer tanta cosa .
brid un mapa de Africa; ved á so htSro mod 5tos, sil nciosos
intrépidos, dotados de no sé qué genio divino, que recorren los e pacios
y anudan tratados, y podréis per uadiro de que hoy el imperio
colonial francés va á igualar al imperio colonial de la oro-ullosa
lbión. e pondrán de acuerdo, pero yo creo que dividiend por
igual, no tendremo qu envidiar nada á o hombres á quienes
algunas veces podemos imitar, pero ante los cuales jamá d hemos
inclinar la cab za ni humillar la bandera del paí . (Aplausos
rtpdzdos).
E os hombre , hijo de Francia, ¿cuál e son? eñores, los hay
de tre c1as : primero es el misionero y el ·plorador-son do
hermano tan va]ero os uno como otro, que nunca obtien n m jores
re ultados que cuando se r úncn: ved al Teniente Ilourst,
acompañado del bra v0 Padre Hacquart, con quien ha realizado
tan grandes co a . En seguida el m · rcader y el re idente · por último
el soldado.
El apóstol y el explorador abren la da, penetran con riesgo
de su vida, casi siempre con audacia heroica, en países d sconocidos
: uno para llevar allí su Dios y su fe, otro para echar los
primeros nudo de unas relaciones con hermanos lejanos; siguen
el m .r ader, el colono residente y el ingeniero, para esta lecer el
cambio de productos, para pedir derecho de residencia á fin d
·ultiYar el uelo cruzarlo de caminos, de canales, facilitar lo
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Bolel{n Jlfilz"tar
tran porte ; todos empuñan en u mano la bandera nacional, mblema
de la patria que lo cubre con su fuerza. Pero i la bandera
no es respetada, i la violencia de lo pueblos á los cuale la patria
envía á sus hijos, amenaza u intere es, su pacífica acción y
hasta su vida, el soldado aparece armado y fuerte, prot giendo
con su brazo y su bravura la obra civilizadora emprendida por el
apóstol, 1 ·plorador, el comerciante, el ingeniero y e l colono ;
será conquistador i es pre i o, ó im¡l protector si te papel
basta para hacer la paz: su fuerza está al servicio de la humanidad,
y él la mpleará para de armar el mal y mant n r la justici<:t
y como alvaguardia de vidas humana .
eñores: no temamo so tener la fuerza armada, cuando esta
fuerza armada e tá al s rvicio del derecho, de la civiliza ión, de
la perfección y del progreso. e ha dicho, á propósito de nuestras
conqui tasen paí e inexplorados: "¿,Con qué derech vais á penetrar
entre lo pueblos n gro ? ¿Por qué no los dejáis que se devoren
entre sí, y que e entreguen á las dulzuras de la antropofagia?
¿Por qué no e nsentís en qu acrifi uen á sus fetiches hasta vidas
humanas?" ¿,Por qué? P rque no hay derecho contra la verdad,
contra la justicia y contra el progr so. La verdad debe imperar,
la justicia reinar, el progreso d be tran formar á toda criatura.
Qui n tien un rayo de luz debe e parcirlo; quien tiene un
átomo de virtud, de e comunicarl ; quien tiene la sed del progre·
o, debe saciarla. ¿. Vosotros disponéis que permanezcamos ocioos?
o, no no ujetamo á esa ley, vamos á alumbrar, á tran -
formar, á moralizar.
Y ¿qué ha'Céis con la solidaridad? ¿Acaso es ella una palabra
vana? uando en un país ·e forjan leyes para oblicrar á los
ignorante á qu se instruyan, cuando se expiden justas 1 y para
que lo malvado se moralicen, para levantar á las da e inferí -
res, ¿protestáis contra estas 1 y ? J. o, señores, vo otros no protestái
, porque tendríais contra otro la ley de solidaridad. Esta
misma ley de solidaridad traspasa los límites de una nación, abarca
á 1 pueblos mismo y debe imponers íntegra á la humanidad.
( Vzvos aplausos).
Y efectivamente, eñore , la historia humana, con id rada n
su conjunto, no es sino el cumplimiento de esta ley ine. orable de
evolución y de expansión de las nacione fuertes y civilizadas en
los continente baldíos, ó de pueblo inferiore ·. Y ningún iglo
más que el nuéstro ha a i tido, en efecto, á triunfo igual de e ta ley.
Una de las razones más sólida , señore , y de las más poderosas,
que establ ce para una nación la necesidad ab oluta del espíritu
militar y de la fuerza á la vez material y moral que él desarrolla,
es el fin esencial y supremo á que toda sociedad humar a
debe a pirar.
He nombrado el reino de la justicia y de la paz. i para obtener
este reino y para someter todas las voluntades libres, ba -
tara dictar leyes sabias, los buenos legisladores se encargarían
por sí mismos de la tarea, y el orden equilibraría todo en una ar ...
monía perfecta. Pero en este mundo expu sto al mal, á la revuelta
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Boletín Militar
y á la violencia, á la · ambicione insaciables, al egoísmo má desordenado,
¿cómo triunfar del mal, destruír la revuelta, contener la
violencia, refrenar los apetitos y paralizar los movimientos del
egoísmo? Todos abemo , eñores, que no se uprime el mal, que
está arraigado á la humanidad hasta en sus última~ fibras; pero á
lo menos te!1emo el poder de vencerlo, y el deber imperioso de lo
jefe de Estado y de lo podere públicos es contenerlo, prevenirlo
y castigarlo.
Hay dos fu ·rzas que oponer al mal : una moral y espiritual
u procede por per ua ión y¡. or amor, que e abr camino hasta
en la conciencia y en la voluntad para atacar el mal en su misma
raíz. Tal fuerza está n mano de todo aquello que in truyen y
que razonan, qu acon jan 1 bien y dan el ejemplo provechoso,
de todo aquello que aman á Dio y á su hermano , admirabl
legión de apóstole que 1 Dio alvador d los hombres ha multiplicado
y di minado á travé de la humanidad para juntarla á EL
en el bien, en la virtud y n el honor de una ,-ida sin mancha. Pero,
señore , cuando la p r ua ión no val , cuando 1 amor ha sido impotente,
;. s preci o d jar libt·e curso al malo, y a istir ina tivos y
resicrnado á la perp tración de e as obras de viol ncia, de odio,
de a tucia, d de tru ción y el homicidio? ¿E pr ci o tolerar sin
fin reinado del mal triunfante? ro, ci rtamente: s m ne ter
armar e de fuerza co r itiva, blandir la e pada,at rrorizar, proc -
der con ngor, h rir; hay qu imponer la justicia. El mpleo de la
fuerza, n sta oyuntura, no e ólo lícit y 1 gítimo: oblio-atorio;
y la fu rza mpl ada de ' te m do no ya un p d r brutal:
e convierte en ·nergía bi nh · hora y anta. ··on tal u lla per-man
zca en 1 brazo::- de la ju licia y ¡ue no e. cluya la mis ricordia
en u venganza ni en · u a ticr puede alvar la nación, dar
á todo e l ntimiento 1 una - 'o· uridad n e aria, in pirar confianza
á lo débile · y prom ~ t r á todo lo qu bueno y honrado
la libertad plena de acción, de hablar, de a ciar , d trabajar
in d sean o en el progr o u ni ver al, que jamá, d b tene r tr crua.
¡ í 1 la tol rancia, de qu0 yo oy partidario in miedo y in
vergü nza-porque oy partidario de la anta liucrtad,-la t -
lerancia- mc creo obligado n lo íntimo de mi convicción á reconoc
rlo-ti ne us límit s y la libertad deja d er r espetable
cuando en vez de unir los ánimos .:paree la d unión n la tripulación
del na vfo, y practica un agujero en el ca co para r novar
un d esa tr reciente, y qu t do lo sumerjan la ola , que narla
devu lv n. (Aplausos).
Confie o que la elevación de mi alma no me permite · r con
indiferencia que se hiera á seres humanos que d berían ser conducidos
por medio de la dulzura y de la persuasión; p ro reconozco
también que si viese á un acrílego levantar la mano obre mimadre-
digo mi madre sin metáfora,-tocar su Llanca cabellera,
ultrajar su belleza, ~u santidad y su grandeza, permitidme que os
diga que si yo fuese dueño de la fuerza y ella estuviera á mi alcance,
esta fuerza aparecería terrible y vengadora para castigar
á aquel qu no había retrocedido ante un sacrilegio y un crimen
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Boletín Mz"litar
que on ergonzosos para toda alma honrada y para todo buen
ciudadano. (Vivos aplausos).
El arte upremo del Gobierno es la facultad de apr _ciar la
hora . acta en que la tol rancia e haría cómplice cobarde el 1
mal. E t e tacto upone el entido incorruptible de la justicia, el
amor d ' intere ado y apa ionaclo d 1 orden público, y el Yalor
moral imp rturbable, que nunca s u tt~a . al dolor d la ejecuci
ne n ct arias. · D sdichado de aquellos qu ocultan u debilidad
riminal tra una aparato a legalidad ! ¡Ay de aquello
que d eja n e nm ohecer la espada le la ju ticia, y de aquello cuya
l on lad t ca lo lfmitc de la cond e ndencia ~ El paí ·, P.ntr gado
á toda la · an ·i dade , lo r e hazará d honrado , por no haber
u rido-aun cuand hubi , <: . ..,ido á pr c io d< ·an'>T -el ·fender
y al var la patria.
El ntimentali mo pued conv nir á lo 1 octa~, á los d/ltllan-
17' de tocl matiz, p ro deb-- ser ele ·terrado, como una fa! ificación
de la b ndacl del orazón d e lo j f" . hago alu i nc · mi palabra
van má alto. ¡ Infelice d aqu llo · qu d jan agitar ·e, entri
·tC'ccrs acr nizar á u paí ! ¿ o hay a aso hombre fu rtes
y cuenl qu , tt nienclo á un mi mo tiempo t•l ·C' ntimi nt d la
1 galidacl y de la ju Licia tenn·an taml ién J. de la , co·uridacl del
paí · ·?
Porqu , eñorc., la nacion<'s, la patria, no viv .n s la.. n te
mundo : ti en· n u<.; vecino , su · aliado , . u imlif r nle · su~ in ter
e di\' ~~~o á m nudo . on contrarios ; pu den urgir los conflicto
y agrandar e; . i lcts irnpatía y la ,. ntajas omune pued
en ac re aria , la antipatía , lt r cu r lo d hccatc mi e , la
rrota. no oh·i lada ·m rtili ·ant<'s, pued ·n taml ién di\'idit·, y hasta
n tiemp de paz o cial ha. ta d 'spué d fit-mar lo · tratado que
han dad, término á la lucha, so t 'ncr una e pecie t1 paz armada
y 1 ' opo ición orda, iempr lat ntc en el fond , bi n ¡ut~ callada
y ap •na~ r conocida.
La" guerras pued n e tallar éÍ ualr¡ui ·ra hora, y no hay nec
idad dt; hab r vivido me lio ·jo·Ju para t tar conv ncid de
ello. L fuert pueden pro,·ocar cun de. tr za á lo débiles, y ésto
, á m nudo d e masiado ajeno á _u debilidad a eptar imprudentem
- nt la lucha.
Aquí s, · ñ re , en dond vu ]ve á aparee r el papel nece-ario
de la fuerza mat rial, de lo jército y d 1 , píritu militar.
En cf cto, ¿. cómo una nación in jército podero o, podrá, si e
atacada, r chazar al agr or, provocar á u turno, r chazar la injuria,
amenazar y contener al adver ario? ¿Cómo in jército podrá
o tener su derecho é impon r 1 respeto á los v cinos que hayan
tenido la audacia criminal de atentar contra ella ?-Conr!II)'t.
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¡66 Boletfn Mzl-itar
EL PROCR/~ O DH LA GUERRA
( C HA R LA) á L. R. .
'uando vemo ~ lo · prodigio os adelanto hechos n la arma
motlernas; cuando miramo funcionar un cañón de tiro rápido que
arr ja ton e ladas d hierro y de balines· cuando ob e n ·amo la
ra¡ idez c on que le fu ·iles di paran infinito núm ro de fina balita
humanitaria ; cuando contemplamo lo torre ntes l e proyectilc
qu · arrojan in de can5o las te mibl e . ametralladora · automática
·,-el ánimos obl-eco~e y nos '" mos bligado · á c . clamar
in m( diatam cnte : ¡ ué mortífC'ra d e b t: e 1- la guerra en to tiempos~
Y p e nsando n el campo de batalla, no imaginamo qu , bajo
~ ·" hura cán el proy ctil · que nos arrojará el n e migo, .cd. muy
difícil que alo·ui c n pu e da capar con vida .
.'in eml1arg , amitr mío, hay una di ·tancia norm entre lo
que a í e pi c n a y lo qu e 'n r-'alidad uc de.
Aunqu~ le par -'Zca á u t e d un contra ·ntido, pr ten do ahora
probade qu el combate d ·1 día, aun con ~ ta armas tan perfeccionadas,
no es ni má ni m no · mortífer que los combate · de
antaño.
Me ref1 'l-o á la ,· uerra dl sdc el momento que ntró l n u o la
\·iul 'nta u tancia ". · plo iva bautizada con el a ·entuado noml re
de f'/JhJOJ a.
En verdad, e hace u e~ ta arriba pcr. ar qu · , ¡ combate no
a má. mortífer hoy qu ay r · y i uno, oñancl con la batalla,
v la línea de tirador rizadas d e fu ilcs de rcp tición, se imag
·ina l · e . ·cel nt cañones modernos locado n bi e n -']egida ·
po icion , y la r pidísima a m tralladora hacienjo u int 'rminabl
_ fuego 1 ar e que ' ra 1 ilbido d lo millar de 1 roy ·tih
. que cruzarán 1 air n todas dir e ion . , una verdad ra tiempo,-tendremo
: qu. en la · siete h ra de batalla habrán arrojado un
nemio-o contra el otr la no déspreciables urna de municione
io·uient ' :
3,50 infant "o .. o o o o o. o• o. o o. o .... .
4 ametralladora 50 •• o .. o .. o ..... o ..
r 2 pic:za dt at·till ría ........... .
Total. o ••••••••••
22.050,000
480,000
59,280
22.589,280 proyectile .
Suma que doblada, pue. to que el enemig que e defiende
habrá procurado hacer otro tanto, alcanzará á 45. r¡8,560, que,
omo ·e ve, e bien dig-na de ser tomada en cuenta.
Perf ctament o principios del iglo pasado, como todos lo
abcmo , n ucedía lo mi mo; la armas le fuco-o, como lo he-mo
· dicho n otra ca ión, eran muy tardía , y un ejército de la
mi ma. comp . ición dr.l qu vamo estudiando, con armamento de
aquella época, y en 1 mi ·mo tiem¡ de combate, no habría podido
di parar may r número d proyectiles que lo qu anotamo
en s guida:
3,500 infante· .. o o .... o o ......... o. o•. o .. 3-780,000
• Tin un a m tralladorao ............. .
12 cañon 15,120
Total............ 3-795,120
uponiendl) qu caJ fusil antio-uo y cada cañón hubiera podido
hacer á razón de treo tir por minuto, es decir, ciento ochenta por
hora, mil doscientos se enta <;lurante toda la batalla.
Aceptados e tos principio , una simple resta hará ver la enorme
dife rencia ntr la cantidf;ld de municiones que hoy pueden
arr jar la arma moderna con respecto á las antiguas, diferencia,
como se verá, abrumadora, y que, á ojo de buen varón, obliga
á exclamar: ¡ Qué mortífera debe ser .la guerra en estos tiempos!
Pero, ¿ e e to realidad ?
De ninguna man ra.
E te ligero cálculo que me he permitido hacerle, no va más
allá de ser lo que podría pensar un profano en la carrera de las
armas é ignorante hasta lo sumo de todo lo que son las cosas de
la guerra.
No quiero decirle con esto que los cálculos que le presento
e tén mal hechos con referencia á la rapidez de las armas moder-
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¡68 Boletín Mt"!Üar
nas-que lo digan los ntendidos ;-no, mi amigo; no. Lo que hay
de verdad es que tal rapidez no pa a de s r un lujo y una ventaja
que no pueden ser aprovechado ino momentán amente ·
pero jamás, créamelo u ted, durante todo 1 ti mpo de una batalla,
por muy corta que sea su duración, p rque a í como he presentado
á usted estas cosas, no habría fu il, cañón ni ametralladora
que aguantara, ni parque que prove, ra, ni soldad qu sacaran
fuerzas suficientes para d1sparar tan norme cantidad d proyectiles.
La guerra es muy distinta, amigo mío.
Fíjese usted solamente en que, gún 1 jcmplo d · arrollado,
cada infante, como le decía, debería disparar goo tiro · por hora
6,300 durante toda la batalla· lo que e un contrasentido, porque
para hacerlo necesitaría llevar á cuesta una cartuch e ra mon truo
tan grande, por supue to, como la cncdcra. le los que hac n e mpíricamente
tal s cálculo · n vi ta de la ra1 id z que e n los p o Jí o- onos
de arrollan la armas del día.
U teJ sabe muy bien e ta co. a . ; pt'ro, no lo dud e u t ·d, no
faltan e píritu i•,.norantcs que ci-cen que los fu.-...il c s, la ametralladoras
y los cañones moderno , on algo así como r •rad ra de
proycctile qu , pue ta · n función, no d ·jarían en toda su : ona
peliurosa oldado en pie ni títere con abeza, como ' dice \'ulgarmente.
F lizmente para 1 s qu e l at n, la e . a n u e ·d ·n d tal
manera.
¡ Hay una difer ncia tan o-rand ·ntr ' la teo ría ' la prácti ca .
Lo que han hecho una campaña \' nladl"' r a , una marc ha n
tierra enemiga; 1 que han a i tido siqui e ra á una a ción ·f ctiva
de guerra,- a en muy bien que en la infankría c ada oldado no
puede llevar n u cartuch ra má de 2 0 0 tiro. , qu · es limitado
el número de municiones que puc el n o n.-...umir los ca ñon · y
las ametralladoras, y que todo o mill ne d e artuch quemado
en los combates id ale., en las batallas l1a las, quedan
reducidos á guarismos infinitam nte infe riore s y qu hac n abrigar
la grata id a de poder escapar con vida á 1 . que JI o-u n á batir e
en las problemáticas guerras del porvenir.
Sin embargo, me dirá usted-ya lo estoy oy ·ndo -la e ·celente
condiciones balística de la arma actuale induc n . ·-uramente
á creer que los combates de hoy an má mortíf r que
los de ayer. Y usted creerá irremediablemente taren la v rdad.
Siento, pues, decir que mi manera de pen ar á este re pecto
es distinta.
No le negaré á usted las mejores condiciones balí ticas de las
armas modernas: la mejor precisión, el mayor alcance y penetración,
la mayor tensión 6 1·asanáa de su trayectoria, la mayor zona
peligrosa; no, usted tiene razón: ellas en realidad son condiciones
infinitamente superiores, pero ¿. e ha fijado u ted en que e ta
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Boletfn Mzt·itar
mi ma. ventaja , p ¡· lo muy ·obre aliente , han llegado á transformarse
en circunstancias de favorable para el efecto mortífero
en el combate '? ¿No ha ob ervado u ted que la mejor preci ión y
mayor alcance han alejado considera lemente á lo combatientes?
¿No ha podido palpar u ted que la mi ma rasanáa ó ten ión de
la trayectoria y la e.'c iva penetración, han dado en e to último
ti m¡ s un valor inmen o á. la fortificación y al aprovechamiento
del terreno·? ¡No ha leído u ted que la reducción d 1 calibre-á
título d hac er á la 1 alas humanitaria - ha lleo·ado á un extr mo
tal que ca ·i la ha h e ho inofen iva ·? ¿No ha visto usted cuánto
se han alejado del combate Jo afilados ·abl de la caball ría, á
cau a del largo alcance y rapidez de tiro d los fu . il ?
ue bien : ya me irá ncontrand u!:>ted razón. Pero ¿habré
de e ntesta¡· todas ta pr ~unta··? Yo 1 ien o qu no. · ... \ un militar
académi o como e u!:>t ecl, ba ta ólo nun iarlc lo problema ,
y · ·uficiente.
E claro, dirá usted, á la par que 1 progreso d1, la guu ra ha
p erf cionado la arma de fu go; á la Hz qu ha hecho descubt
·ir la r 'lvora sin hum y de combu tión lenta· á m- dida que se
han i l o redud nd fon·anclo lo finí i m os pro y ctil , t:tc., también,
para contrarrl''>tar tanto adelanto·, ha habido la nccc~ idad
d inventar alg , de~ m dificar la f01·macione de combate; de ir
bu cancl mejor ap yo y prot cción en Jo parapet , zanja y
trinch ·ra ; de adelgazar y aclarar la.· lín ·a de ataqu n tirad
r ·s, é im cntar otra manera de <' m batir, ya a . n la of n. iYa
ó "n la dd ·n. iva qu cotT ponda á lo último ad •Janto~ d ~ la
guerra y que di ·minuya, hasta donde sea I siiJl el ele
baja dv lo omlJati ·nt .
P Jr ( to el cía á usterl ¡ue la guerra ·n tos qu " ofr ce el t rr no, e un gust
aquello ele irse pront á la mano. y un lujo lo d' pcl ar á p h
descul ierto.
En Modc..ler Riv "r ob~ervará u ted l l r er ·o el la medalla.
Con lo arma modernas, rapidí imas, 1 valor clC' la posiciones es
inmenso. P r la famo a pólv ra in humo, por el largo alcance y
xce iva 1 enetración de lo fusile . , ·1 recelo o n ·mtgo no se
av nturará á ir. á la:s mano . 'Tenderá sus d e Jo-a a· lín as d
guerrilla , que durant<' un día nter no g-ananín un palmo de u -
lo, y v rá u t el cómo la pr Lec ion e · más in ig-nificantes qu ofrece
allí el t rreno, on ávi ]am nl · apr vechada . 1 'o ve rá u ted
ninguna cat~ga á la bayon ta; ninnt . qu cau an admiración y
ntu ia mo; que, omo acabo de decirl ', e fueron muy 1 jo 1 •
tiempos en ue un Bayardo podía olo cl f nder un pu nte.
Mas, á pesar de la enorme difer ncia de combat , ¿,e má
mortífero l combate de 11odder Rivcr que el ele ~Maip ·?
U. ted conoc perfectamente la hist ria militar, amigo mío, y
me hallará. inmediatamente razón :
Por la manera moderna de combal/r, d pesar de los jJeifeccz'onatm"
entos de las armas, el rombale dr hoy no e· mds mortífero que d de
ayer.
. Es cia r , el prol.{re o dr: !tz guara no u ha de roncrelar !Ínú:ammü
tf malar.
E. GATICA Lra
J e la Stmanrz .tlfi/¡tar d e Santiago de 'hile).
- __ ,....._~
N OCIO.VES DE GEOGRA FIA Af!LITA R
TEORIA DEL TERRENO
Con instrum e ntos d e e ste gén e ro, que cabos y sarge ntos
apre ndan á mane jar e n una so la l ecc ión, se pue d e e n campaña l e-
7Janlar WJ. plano, 6 po r lo m e nos un cr oquis , e s d ecir, un plano im perfe
cto 6 simple bos que jo d e un t e rre no.
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Boletfn Mz.litar 77I
Aun in in trumentos de e te género, tan u uale y baratos,
pueden m edi r e y apreaársf' dislanúas en la guerra, con suficiente
aproximación, á pa o , á ojo, con el oído. Hoy el largo alcance
de las arma r ortátiles, l uso del alza, y la pr ci ión que e busca
en 1 tiro, obligan á todo á fijar u atención e n e to de apreciar
d1slancias, y lo manuale han divulgado ya varios m edio e.·pedito
. ólo, pue , to aremos d · pa ada e t · 1 unto, á pe ar de su
importancia, poni ndo un par d ejemplo .
e llama, n úpbca, ángulo z•úual al ue teniendo ·u vértice
en el jo, ubti nd ó a raza un obj "'to ualqui ra. omo la vi ta,
ó la 1 otcncia de percepción n lo: jos, limitada, si el· objet
ubtiende un áno-ulo muy pec¡ueño, v. gr., de un minuto, la imagen
en la r tina e· inscn ible por lo p queña. Si e n un fondo negro se
deja un írculo blanco, crá invisibl , en g neral, i el diámetro
ubtiend un ángul d meno de un minuto; pero se id. percibiendo
á medida qu ~, acortand la tii tancia, 1 círculo ubtienda
un áno-ulo de dos, tre · ... minuto . Porque si reducimo la di tancía
al tercio, tri¡ licará pró. ·imamente 1 ángulo; si la di tancia s
d ~cu r la, también lo : rá 1 áno-ulo : lu o-o s 'idcnte que este
dJigu.lo visual nos hace z•cJ.Iuar in tinti va m nte la macrnitud de lo
objeto , ó bien la di ·tancia qu · de ello nos · para, i anticipadament
, en ada ca , t n mo~ una id 'a formada ya ea de la di -
tancia, ya de la mara n lo círculos, e · la ?Jttn'd/ana. e ve, pues, el principio en
que e funda la orpr ndente xactitud con que la gente d l campo
sabe la hora que e , sólo con mirar la dirección y longitud d
u propia sombra.
e noche, el procedimiento es aún más conocido y expedito
para la misma gente campe ina: se limita á distinguir la estrella
polctr por 1 m dio igwicnte. La Osa ma_yor ó l carro, con telación
mpu sta de siete e tt·ellas, e conocida de todos. i se imagina
una lín a recta que una las e trellas A y B, y se prolonga, pasará
muy próxima á la esh'ella polar, al rededor de la cual parece que
o·iran de oriente á occidente todas las que e tán inmediatas. La
j>olar es la principal d las estrella que forman la Osa vzc1zo1·,
onstelación semejante á la otra pero más pró. ·ima al Polo 1\lor/f.
l<,.ntre la dos se halla la Cola del Dragón.
La p olar pa a pró.·imamente por el 11/('nd/a.no del sitio n que
. e halla 1 ob ervador, cuando · tá en el mismo ~vertical que la
strella C d la Osa ma_yor, la má próxima al cuadrilát ro; por
consü;ui nt , <"rá fácil determinar apro.· imadamente durante la
noch la mend/ana lares/re; pues ba tará colocar á cierta distancia
del ojo una plomada con cuyo hilo e cubrirá la polar, y cuando
ubra á ]a vez la estrella C, S tendrá }a direcciÓn de la merzdúzna
con sólo unir el punto de observación y 1 pie de la plomada.
omo aplicación curio a, y alguna· veces útil en campaña,
uede citar e la construcción del reloj de sol, cuya sencillez e demuestJ
·a á continuación.
No con iderando má · que u movimiento aparente, el sol describe
cada día, ele una manera uniforme, la circunferencia de un
drrulo md:xúno de la es¡ era rdesfe perpendicular al tje del mundo. De
con Í0 uiente , si en un punto cualquiera de la tierra se tira una paralela
á est eje, el plano que pa e por esta línea y el centro del
sol recorre 360 grados en 24 horas, ó ea r 5 en cada hora. En
tiempo que e llama verdadero es medio día, cuando este plano
coincide con el mena/ano : es la una, las dos, cuando se aparta de
este último e pacios angulares de 15 .... 30 .... grados. Instalando,
pues, de un modo invariable, obre una superficie expuesta al sol~
un punzón, una aguja ó ·ef//lo delgado que sea paralelo al eje dd
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Boletfn Milz"tar
1/lU.Ildo, y trazando á un lado y otro del mena/ano la lín a de encuentro
con dicha superficie de los pla11os horar/os del sol, correspondientes
á las di ersas hora d 1 día, claro es que por la coincidencia
ó la comparación de la sombra del e tilo con tas rayas ó
encuentros, se podrá saber la hora que e , en el momento de la
observación. El aparato así construído e llama técnicamente cuadran/
e solar.
Su trazado é in talación requieren, como se ve, conocer la meridz"
ana del lugar y la altura del polo. Esta última es lo mi mo que
la latzJu.d geográfica, la cual e obtiene con suficiente aproximación
en cualquier mapa bien h cho.
Siendo, como queda dicho, un cuadran/e solar la traza de la
líneas de encuentro, ó de intersección, de una super/iáe dada con
lo diferentes planos lwrart'os d 1 sol que pasan por el es/do, 1 cual
es paralelo al eje del mundo, es evidente que un reloj f. uede trazarse
por medio de la ob en·ación directa en los mom nto · oportuno
de la sombra arrojada ó proyectada por el stilo. Ba tapara
ello con ultar el reloj de bolsill ; pero la con trucción g ométrica
que sigue no es mucho más difícil, e pecialm nt para el cuadranle
horz'zonlal, el má propio y cómodo para un pue toó campamento.
obre una superficie plana cualquiera (tabla, lo a, pizarra),
representada en MN y JYJ' N, M" J\l' ', e sujeta ó clava fuertemente
una pequeña placa de forma triano·ular com se ve en ABC',
y vi ta por arriba A' B ' en ella el ángulo ABC s preci ament
igual á la laldud d 1 punto n que e hace la con trucción.
tanda la sup rficie e.·actament horizontal y oncnlada de m d qu
B A ea paral la al tje dt! mundo, si por un punto cualquiera A de
dicha recta A B s imagina un plano A D perp ndicular 6 ta
línea, las traza sobr te último de lo · di\ r os planos horar/os d 1
vl harán ntr í ano-ulo planos, r¡ue servirán de medida á lo ángulo
d/edros d e lo planos lzorar/os corre pondientes. i se abate,
pue , 1 plano A D obre la uperficie horizontal del cuadrant ,
al reded r de su traza D, D ' D", 1 punto A, A' vini nd á .A" y
A'", bastará tirar por A"' y á uno y otro lado de la recta A' A 11
' línea.
ue formen con ella ángulo re pectivamente de 15 .....•
30 ...... grado para tener trazas ó in ter ecciones abatida de pla-nos
horarios correspondientes á la horas redondas del día ; y i los
áno-ulos se dividen por la mitad, e decir, á 7,30 ...... se tendrán las
medias lzoras.
Como las intersecciones 6 encuentros de la trazas abatida
con la línea D, D' D" no cambian de lugar al levantar ha ta u
primitiva posición el plano DA, basta unir dichos puntos de encuentro
con el punto D' para tener sobre la superficie del cuadranü
las t1·aza buscadas de los planos horados. Por falta de espacio suficiente
en el cuadrante, las líneas corre pondientes á las horas VII
y VIII no se pueden obtener directamente, pero se con igue con
facilidad. No hay más que tirar por un punto a cualquiera de la
línea de las IX una paralela á la que indica las III.; se toma de -
pués ab = ab' y ac = ac', así b' y e' son puntos de las dos líneas que
quedaban por construír. La línea de las VI e perpendicular á la
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BoletíN JVI/Ntar 777
de la VII, e l cuadran/e e ·, como ·e ve, sz?nétr/co con relación á
entrambas línea .
La piedra, pizarra ó lo que fuere, cuya dimensión no pasa de
om,25 á om,40, coloca y a egura sobre un pequeño zócalo de
m e no de I m y s orienta por medio de la direcc ión de la m erz"dzána.
El cuadrante solar da la hora verdadera, que no debe confulldirse
con la hora medz"a que señalan los relojes. La diferencia entre
lo instante corr pondie!1tes á e tas hora es variable, y en
cierta ép cas pu de 1 a ar de un cuarto de hora-Conclzrye.
----~)i)C!;(·t- ---
PRiNCIPIOS GENERALES DE ESTRATEGIA
Y DE TACTICA E1V LAS PEQUENAS GUERRAS
por el 1ayor . E. 'allwell, del Ejército inglé
TRADUCCI6 DE ISIDORO LA VERDE AMA YA-l011fzmfa
C PIT L X .. 'I
O P 1<: H .\ I O . E S D E • O C H E
l. Razonts qut ( .;n>tm IZO)' m facJor dt los alaquts dt 1zocht-El
pod r y la ¡ r ci ión, iempre en aum nt , de la artillería y de las
arma portátile ·, han hecho qu n e to último años recaiga la
atención obr los ataque y o¡ cracion de noche n general,
pu á cau a el lo 1 roO"r ~- · d la i ncia, n Jo que conci rne al
armam nto, C\ id ntemcnte · v 'ntajo o atacar á favor d la oscuridad
á advcr ari s que po een arma mod rnas de pr ... i ión,
si 1 ataqu pu de v rificar e in de orden y sin rie ero d ' pánico.
E ·ta re tricción muy important .
II. JJt• su oporlumdad t.'ll /~'(neral tn las pequei'las guerras-" Ataque
de no he ontra buena tropa , rara vez aJen bien,' escribía
1 Duque de \Véllino·ton, que apreciaba la dificultad d ej cutarlo
por cau ·a del des rd n que puede p n r en peligro á las columna
de a alto y ele la impo il>ilidad de vigilar las op raciones
má allá de ci rto punto. Contra mala tropa , ta obj ción, hecha
á los ataque d noche, no tiene, ajo cierto re pecto , rran
va.lor, porque e ta tropa · tán má expuesta á atemorizar e en
pre encía de un ataqu , y aun <Í de moralizar e hasta delante de
uné). columna en de ord ·n. P ro por otra parte, hay menos motivo
para mpr ncle1 emejant . operaciones uando se tien que luchar
con una multitud desordef}ada, l orque el objeto de un ataque
de noche e , ordinariamente, arrojar al enemigo de su po ición,
sin sufrir las pérdidas que son inevitables cuando se marcha de
día contra tropa fuertes y bien armadas. Pero mala tropas no
saben hacer buen uso 'e u armas, y su fuego es menos temible.
Los guerreros irregulares, por lo común, no tienen armas de precisión,
y si las tienen, no aben emplearlas. in embargo, el peligro
de la confu ión es io-ualm nte ()"'rande en el ataque de noche
TOMO I-50
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Boletín ~11ziztar
contra salvaje ó contra tropa escogida . De ·de luego, n las pequeñas
guerras rara vez se ejecutan ataques d noche con intención
deliberada, y la razón de ello e ba tante clara.
III. En. resumen, l1s t'nconvem'enles prevalecen sobre las vmlajasAlgunas
veces los Uzbeghs, los Afgan , los Cafre ó los Pieles
·Rojas, pueden ocupar una po ición de tal modo fuerte ó un puesto
tan bien acomodado para una tenaz defen a, qu un asalto de día
contra ellos tiene pocas probabilidade de lograrse, ó expone á las
tropas regulares á pérdidas á que no d ben avénturar e. P ro tales
casos son raros. De noche, el zulú con u azagaya ó 1 pathan
con su puñal pueden muy bien nfrentar e al oldado instruído armado
de su bayoneta. iempre deben vitar e los ncuentros cuerpo
á cuerpo, salvo cuando e pueden ejecutar con la rapidez de
que sólo es capaz una tropa organizada y muy suj ta á la disciplina.
Tropas que se comprometen n combat de noche contra
guerreros irregulare , abandonan voluntariam nte u up"'rioridad
de armamento, y, lo que es peor, u cohesión, que es el áncora de
salud de una tropa disciplinada. Rara 'ez e v ntajoso n las pequeñas
guerras mprender operaci n d noche que puedan acarrear
un combate. En la guerra r guiar hay una buena razón
para atacar de noche. En la mayor parte d la pequeña guerras
no la hay. in embarg0, esta regla no e univ r al.
Alguna veces, por ejemplo cuando las tropas r guiar sobran
contra adversarios como los Boer ó como aquello qu se pueden
encontrar en una rebelión en paí civilizado, el enemigo, hasta en
una pequ ña o-uerra, puede estar ufici nt - m ntc bien armado, lo
qu hará n e ario acometerle d noche.
Pequeña guerra es una exprc iún clá ti a qu , onvien á gran
número de situacion s di ver as. P ro cuando 1 hecho es así, cuando
el enemigo e tá bien armado, 1 m jor argumento que puede
ale arse para justificar la empre as de noch en la guerra irregular,
generalmente no se pr s ntará. En f cto, ya e ha mostrado
en esta obra que lo guerr ro irr guiares se descuidan
de noche en colocar avanzadas ; por e to un ataqu e de noche contra
tales ad er arios pued ser una orprcsa completa. Pero
los guerrillero en las guerras civil s compr nd n muy ien la necesidad
de guardarse iempre. nC'ra lmente cu sta tanto trabajo
orprcnderlos en un ataque nocturno corno á tropas regulare .
IV. Pehuros de la confusión ) 1 dd pdm'co-En un ataque de noche,
el peligro de la confu ión muy crrande; y en semejante
momento la confu ión puede engendrar un grave de astre. Las
columnas acom tedoras pueden fusilarse mutuamente. Una parte
de la fu rza destinada para la empre a puede e. ·tra viarse y no
1legar al sitio de la lucha. Una fracción puede desembocar de
pronto sobre la po ición enemiga y tener que soportar sola todo
el esfuerzo de la lucha. Es difícil para el jefe de una columna de
ataque vigilar la operación durante el día ; por la noche le es imposible.
Hay también peligro de un pánico repentino.
Napier describe de una manera impresionable el efecto que
causó sobre algunos de los que sitiaban á Badajoz, el grito repen-
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Boletíu Jlzhtar 779
tino de: "Una mina !", cuando no había tal depósito. Al oldado
le gusta saber bi n en dónde está, á dónde va, dónde se ncuentra
su oficial, y en dónd e tá el enemigo. El asalto de Kar por
lo Rusos en 1877, y la batalla de Tel el Kebir, que no implican,
sin mbargo, un ataque de noche, han demo trado que lo preparativos
de un a alto pueden ejecutar e por la noche, y que el ataque
puede hacerse algunas vece de noche sin desorden ni de -
cuido. Pero stos hecho ai lado no prueban que semejantes operaciones
se hagan sin peligt·o, ni que se puedan emprender en toda
circunstancia .
La dificultad de conducir las tropas por la noch , n a o de
alarma, e pu n vid ncia una ó dos noches de pué d 1 d s m-barco
del ejército francé. n idi F rruch, n Argelia. Hacia la
do de la mañana, un caballo que e escapó enfrente de la línea,
asustó i un centinela que disparó y oca ionó alarma. Los batallones
inmediatos tomaron las armas y di pararon en la oscuridad.
El fuego se e - tendió bien pt·onto por toda la líne_a, y duró má de
un cuarto de hora. Cuatro hombres fueron muertos y diez h ricios
en e te inmotivado pánico.
Es difícil encontrar ejemplos de d ord n en ataques de noche
t:j cutados por tropas regulares en pequ ña guerra , porque
esta operacione se empr nden rara vez. E tá admitido que son
inop rtuno , m no cuando e ejecutan n pequeña escala y con
de tacamento de tal modo reducido , que no puede haber desorden
en las fila . El brillante ataque nocturno dirigido por el
General Reynier contra lo Egipcio , en I 799, con una columna
con iderabl , " una de las má. b llas operaciones de guerra que
puedan realizar e, ' como lo caracterizó apoleón, es uno de los
muy raro ejemplos de un feliz ataque nocturno contra un enemio-
o cuya organización y di ciplina son muy inferior . Los partidarios
de los ataques de noche, como el General ru o Dra omirof,
hacen Yaler el efecto aplastador del fuego de tropas moderna
obre una columna de ataque, condición que no existe en la o-eneralidad
de las pequeñas guerras.
En Nui Bop, en el 1 onkín, el General Negrier intentó un ata-ue
de noche sobr la posición china con uno de sus batallone ;
pero é te encontró dificultades en un terreno quebrado, y el asalto
no se efectuó. Una compañía, sin embargo, se acercó á la líneas
enemiga y se encontró separada de las otras; fue atacada vigorosamente
por lo Chinos, al despuntar el día, y e vio, durante
algún tiempo, e n ituación muy crítica. Pero r sistió al enemigo,
superior en número, hasta que le llegaron refuerzos.
V: Las objeá01us son menos serz'as cuandq se Ira/a de ataques que
se tjeculan sobre una pequel7a escala-Las objeciones que se hacen á
los ataques de noche ejecutados en pequeña escala, son mucho
menos serias que cuando se trata de una grande operación
de guerra, como el ataque del General Reynier, de que ya se ha
hablado, ó como el asalto dado por Lord Cornwallis á las líneas
de Tippoo delante de Seringapatam en 1792. En efecto, mientras
menos grande e la columna, mucho menores son las probabilida-
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780
des de rror y d e de orden. '' No ·ólo el p ligro, ino la dificultad
de ejecución, dice Clausewitz, reduc n la cifra· de lo efectivos que
se emplean en las empresa de noche." Quizá e ta ea una afirmación
muy absoluta, pero e exacta, i e admite como regla general.
Si e po i le, lo a ·altante deben acom ter en una ola columna
compacta y no en varias, porqu de tacamento separado
corren gran rie O"O de fu ilars y de <.lar a. í l a ·i o al n migo,
uponiendo que no se hagan más daño.
VI. Los prtparafá1os deben lzaaru con sumo cwdado-Cuando e
ha resuelto atacar por la noche, d ben hacer e pr para ti vos crupulo
o . E· d importan ia xtr ma da.r la órden d deta.ll
y determinar bien 1 ur o de la a ic>n . gún toda · la eventualidad
. Un rror puede oca ionar un d • a tr~ muy grave. Un.q,
impl falta pu de comprom ter .1 éxito. El a alto 1 noche contra
la pu rta d IZabul n huzní, . tuv á punto de malograr ,
por ¡ue e orden' la retirada n el fal o upu to d que lo. zapadore
d 1 ucrpo d .ing- ni r . no habían lo()"rado hac r altar la
puerta ;¡: .•
E encial
pu . in sta pr
rr ro irr guiar no prevén o- n ralmente lo
y no tienen i t ·m a de a\ am~ada para pr ca ver e ; p
qll fiar e d e to. Lo a tut ~ Arab ·, n Ar Jia, t nían 1· co -
tumbJ* de d jar por la no h ~ nc ndida la. hoo·uera
raban cuan o pr veían un ataque d 1 Franc ~e. ; n
preparaban una •mb . cada ·caían sohr In a . altantP
é to vol dan d ori ·n tado. ~\. u 71/7•ac.
VI l. Prt·cc múonts que han de fmerse d fin dt llttptdir r¡ru los c/j allcmles
u ümm uno. d otros ¡)or tntm(~os-Hay qu t mar precau-
El autor hac alu-,ión al hecho de arma r¡ut' . igu : En 1 39, un ejérc1to
inglé· penetró en Afgani-,tán á fin d derrocar á Do. t lohammed, Emir de Ka
bul, y reemplazarlo con un príncipe afgán, amigo de Inglaterra. Dcspué de la
ocupacitÍn de Kandahar, el ejército ·e dirigió obre Kabul, y d 21 de Julio de
1839 t:staba delante d' Ghuzní. El 'eneral Comandante en J efe, SirJohn Keane,
no había conducido artillería de . itio; por e lo deciuió hacer saltar una puerta
de la ciudad, llamada puerta de Kabul, y dar el asalto por la mañana del 23 de
Julio al aclarar. El Coronel Dcnnie, del 13.0 de Infantería ligera, mandaba la
primera columna d a. alto y e taba apoyado por refuerzo. á órdenes del brigadier
General . 'ale . El 'apitán Thom on, de lo Bcngal Engincers, avudado por
tre oficiale del "uerpo d ingeniero , mandaba el de tacamento en'caraado de
hacer Yolar la pu rta de Kabul. b
A ~a tre- de la maüana todo cst~ba }i to para el a. alt . El General ir J.
Keane l11zo romper el fuego á la artdlena de campaña, de modo de di traer
la atención de los Afganes. Lo ingeniero hicieron saltar la puerta, y el Coronel
Dennie peqet~ó en Gbuzní. El brigadier General 'ale e abalanzó para apoyarlo¡
en u cammo tropezó con un oficial de ingeniero á quien había echado
por tierra la exp_lo iót~ y que e taba aturdido. E ·t.e oficial l,e dijo que la puerta
de Kabul no habta ced1do y que el Coronel Dennte no pudta entrar. El General
Sale hizo tocar retirada. La columna se detuYoYÍctima de la má grande an.
siedad, cuando oyó el toque de carga dado por la corneta del Coronel Dennie.
La columna de ale recobró su empuje y penetró en la ciudad en seguimiento
del Coronel ennie. (Historia dt la guerra ot A.fganistdn, por J. \V. Kaye, páginas
462 y siguiente ).
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Boletín .lJ.fzlitar
iones para que la tropa pu dan r conocerse. En un ataque de
uerrilleros e pañole contra france e , el jefe les hizo que llevaran
la camisa blan a por fuera de lo demá ve tido . Cuando e proced
· e ntra Zulú , el casco blanco una marca di tintiva xc -
1 nt · no . uc de lo mi mo con lo A iáticos, que llevan turbante
blanco . E to on quizá el talle insignificante , pero los ataqu s
de noche on op racion p ligr a qu .·igen, para que algan
bien, una pr paración minucio a. La claridad de la luna naturalm
nt no cunvi n . Debe imp dirs , obr todo, el rillo de la
lJayon "ta ó de cualqui ra otro metal que dé el a vi o al nemi<•o.
El plan g n ral de ataque y tu os ·u el tall s, d eben e municar-e
á lo uficiale ele ·gundo orden; esta pre aución es mucho
má necesaria e n la op r·tcione el noch e que n lo ataqu · al
aman' er.
VIII. L·l ha;J'Onda t1 d arma rlt. los alaquts df' noclu-P0r úl timo
no abría insistir dema ·iado ~n e l. h cho de que la l>ay n ta s
el arma qu onvi n' ¡.;rnpl ar n lo-. ataqu u' noch . E ba -
tant' difícil as •n·urar el tiro durante el día. I orla n che, ha ta la
tropa m á aguerridas el" ..;,paran lucam nt . Los a el v rsario de
fuerza rl'•rular · n) put~den r i tir una carga á la bayoneta el
tropa di-,ciplinad bien cumpc t la . Es pr iso recordar iem¡ r
que p )r la noch t•l f'fectr' m ral de la iniciati,·a aumenta el moJo
con id ra 1 '. Si bu nas tropa e ·tán cxpu· sta al pánico ·n la o -
curidacl, in di 1cultacl se e nvendd ·n c¡tt lo gucrr r · irren·u-lare
tán tola ía m;ts . pu ·sto. á at rrvrit.ar c. n puñad
d <..,oh.1. u · bi n in tt·uí 1 s, IJi n man la lus ~ bi ·n atento at -
rrará por la no.chP, aun in di,parar un tir á un jército d
asiático · ó l ~ a1 vaje . \rl "'rnS
ataqu ·s pr e dente .
.L ~. J.farclzas dt nocht · mommlo tll r¡w sou espeáalmen/e vmJ,,jo as.
En suma, los ata:-¡u s de noche pueden consid rar e rat·a YCL oportuno.
en las. pequeña,:; guerra . 1 o u e el(! lo mismo con la · marcha
<.1 ' noch , aun cuando el ncmigo _té cerca. Marcha de
n eh fectuadas on 1 propó it de atacar al amanecer, han sido,
en campaña-; reciente-, eguidas varias veces de triunfos brillant
- . 'a hemo dich que 1 mom nto el l nactmiento el 1 día 1
m~b adecuado para dar c. 1 asalto, lo que implica ncc aria mente
un movimic:>nto anti ·ipado á favor de la noch .
. ,. I. .El enemt'[[O no se ru/da d~ la 7't'lft'lancicl por la noclz t -E raro
que 1 n migo sté bien ·obre avi o por la noch . Lo común
que n > a ech á las tropa n marcha. · pucd .r. itar e mo
~j ·mplo el ataque d los P r a~ contra la olumna de· .'i1- J. utran,
Ja no b . que precedió al omba d v · ushab ~, )' el d Sdichacl
pis dio fl la t ntativa d ocorr din~rido obr • . rrah
por una columna qu( . alió df• l inar or .. P ro la .·periencta de
varias ampaña ti ndc á d m). tr r qu , ah·o n la gu rra d
o·uerrilla n paí iYilizadl', ad ver arios irrco-ularc vacilan natacar
á la tropa n•gular s que marchan por la noch . No parecen
partidario~ d . a la e l op raci ne., aun cuan el la~ fuerzas
enemih·a~ e tén muy pró.·ima .
La marcha de 'ir H. tewart, d Abuklea hacia Til
e de llo un jemplo r.otabl . Lo· Madi ta n ignr>raban qu
e ta marcha debía verificarse, fue e de día ó d no h . La columna,
al atravesar un bosque por la noche, e el orden' cuando
taba e r a de Metemma, en donde 1
nid n gran número. Y como la marcha ra muy lenta,
cierto ue lo rabe no la io-noraban ¡ pero no intentaron detenerla
ino al amanecer. En ese mom nto lo Madi ta partieron del
• Va en nota anterior dimo alguno detalles sobre esta expedición de
los Ingle-es en Per-ia y obre el combate de Ku hab. En la nocht:: del 7 al ~
de Febrero, la retaguardia de la columa ingle-a fue atacada por tiradore y ji.
nete per -a ; un corneta enemigo, conocedor de los toque ingl~ses, enganó
por un in tante al 78. 0 Highlander con órdene repetidas p raque cesase el
fuego. La caballería per a fue rechazada. Pero el enemigo no cesó de e caramuzar
ha ta la salida del sol; ntonc s comenzó la b talla de Kushab. (British
Batt!es 011 laud ami urz, página 219 y 220 ).
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Boletfn .}fzlitar
río para o¡ tmer e á la marcha de los Inglese ·. Un ataque á
la e lum:1a, en 1 in':>ta.nt en que e encontraba en desorden en
el bo ·1u , habrí - ten id funesta con ecuencia . E raro que
fant~> que atacaban on tanta ener ía en el día, no hubiesen
h e tiho nino·una tentat1 va para inquietar á las t1 opas por la noche.
,~tnn lo ha! rí -:> n lo·rrad combatirlas cuerpo á cuerpo. Pero
corno lo hemo n p e ticl , aclreLario de sta clase parecen evitar
y aun t<>rn r ataéar de n och t.
Otro j0mp) , en una campaña contra un enemigo muy diferente
de lo sal Yajl s soldados del Madí, nos lo ofrece la retirada
jecutacla tran ¡uilamc ntc p r ir G. Colley, de pué de su derrota
en Inrr go. la caída del día el enemigo envolvía completamente
la columna ing-lesa. Pero durante la noche, ir G. Colley logró
retiraL e ·in · r inrtuietado, librando no sólo u infantería sino también
u artillC'ría, el~ la pelig-rosa posición en que e encontraba.
A la mañana ~icrui~.:nte los B ers no encontraron sino los muertos
y los heridos, y no quedaron poco desconcertados al ver que sus
adver. ariv habían desfilado.
/'II. Pd/gro d e eon.fus//m en marcha-Cuando se ~ stá cerca de
un jército qu no apr · cia la nece iclad de un istema conveniente
el a ,·anzacla , y que no e da cu nta de qu marcha de noche,
hábilmente je cutada por tropas regulares, pueden modificar del
todo la · ituación estra t ~6-it a . · táctica, los movimientos de noche,
decim ·, prvclucinin r e :.ulta o decisivos. P ro no hay que olvidar
nunca que t's t o - movimientos son muy penoso para lts tropa
y los coll\·o;cs, y qu , aun con lo · preparativos mejor dispuesto
- pu d e r • ultar gran el ·orden i el terreno no favorable. La
costuml>r , b tan te g neralizacla n riente, de marchar de noche
n un paí muy :llido, tien , casi tanto partidario como adversa-t
L't 1nism.t olhcr acwn acaba <.le hacc:rse recientemente á propósito de
la batalla uc ()m,Jurman (2 de Septie mbre <.le 1898), en la cual el ·irdar Kitchcncr
apla tó al ejército del Kalifa.
"Sin embargo, escribe 1. l. . 'teevcn , corre. ponsal del Daily l'.fail, la batalla
tic m lurman fue ca ... i un triunfo milagro o. Desde luego tenemos guc darle
la gracias al Kalifa, cuyo mando fue una obra mac tra de imbecilidad. ·¡
nos hubiera al riuridad d<· su arrnam ·nto.
En Lina palalJra, n la guerra irr ·g uiar no se deben crnpr nuer á
la li~:-· ra op eraciones de noch , bi •n que las circun ·ta n ·ias la · ju -
tifican alguna v e,, y qu se pu den itar ej mplos el e casos n
}os cual han ido coronada por urillant triunfos-Cour/uJ'C.
• El autor comet un error d fecha: la gu rra d 1 Bhutan ulm nzn en
'oviembre de 1864 y la salida d · D ·wangiri se ejecute) el 5 de Febrero de 1 '85.
El puesto U..:! Ih:wangiri !)e encuentra sobre las fronter.\ cld Bhutan y dd A qm,
al n rtc d~ Gowhnlty. Lo mandaba el Con nd Campbdl, c¡u·c·n tc:1Ía l>ajo ·us
órde e sc1s compan1as del fJ. 0 Assam .l.tght /n.fi!lltry y uta Hint<.:na dv mc., tizo,
ue atendían á dos obust:s de montaiia de 12 libra. Ya. d1su~ ·1 30 tlt: blero
de 1 65 los Bhutanais habían tratado de tomar el pue lo, y no habicnuo podido
:ograrlo, bloquearon á J) wangiri, corta·ron el acueducto de ca1 ns qu • conducía
el agua, levantaron trinchera empalizada á. ~:to;cie11ta yan.la ele! campo
inglé:, y por último se apodernron del I'aso del 1 >arung~h, l¡¡s n g0, pc-ro que
luégo decidió enviar á un '<.pítán con 36 cpoys del J2.0 Bwgal l11jcutl'y y
25,00;> cartucho . El apitán partió; 1 ero Yientlo en seguida la mala itu.:ción de
lo n~gocio , y temiendo que las municiones ca) c. en ( n n1ano cld tH.:mi go,
volvío prudentemente obre u pasos. juzgando de. c"perada u po icié•n, el Coronel
Campbell resoh·ió abandonar el puesto y batir,;~: en rctir.,da , por un ele filader
que no fuera el Paso del Darungah. El mo' irnicnto comenzo el 6 de Febrero
á la una del día. Do ciento epoys del 43.0 debían formar la 'anguardia
y la retaguardia, cincuenta debían conducir y _coltar á Io ~ enf<:rn o.;; y herido~.
Lar tirada comenzó en silencio, bajo la protección de pequeú put stos, C]Ue entretuüeron
los fuegos del vivac, de modo de engañar al enemigo. Cuando se
prod~:jo el pánico, se dejó atrás a los herido , y los cl< s obu c:s, que lt e1 oy d 1
43. 0 rehusaron llevar, fueron, por orden del Capitán de artillería, arrojados á
un barranco. Después de mucha dificultade , el Coronel ampbdl y u tropa
pudieron llegar al cuartel general. Los Bbutanai , dema iado ocupados en el pillaje
del puesto, no los per iguieron. (B1itish Ball/a on /aud and ua, página
269 y siguientes).
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Boletí n M ·ilz.tar
IJvFOR.liE SO.IIRE El E_!ERCITO ALE1l1AN
(Continúa)
V
1.0 . DTF.EKI<: , 'TF. GRADO Y E IPLEO. Ull."LTJ<:R, ·o~
Los sarcrenfos
nto
no
que
no d la guerra
~arg nt , y ue
,.a m " ax d -
· ·1 ti ·mp dL' ~ervicio ·ea
1110 tr año bajo la·
un máximum que
'\On por lo común
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786 Boletín Militar
d~á er nombrado ·a~gento i no ha servid por lo meno
anos n un cuerpo act1 vo, y i durante e te tiempo no ha ad m ndo
el conocimiento práctico del rvicio que le es inrli ·pen abl , y
tam ién una in trucción teórica 'Ouficient para pon r tado
de in truír y mandar.
lamente en caso muy raro y en favor de individuos que
dan prueba de una intclirrencia y facultades e. ·cepcionale , e eparan
de lar rrla de tr años d ervicio xi(rida para_ er promo\'iclo
sargento.
Ya e ,. ·', r r consiguicnt , qu · no se puede 11 o·ar á sargento
ante. de haber cumplido el tiempo d s n'ICJ obligatorio, y
que, n consecuencia, ólo pu d n pretencl rlo aquello que con-ientan
en reeno·anchar.e. Pero _ pr ci ·o aber r¡ue n toda las
arma , y obr tod en la: arma· - p .ciale., la in uficiencia del
número de r enganchados es ol j Lo d la qu jas univer al . El
h cho e· muy natural, porque la posición d I arg nto no ofrece
bastante ventaja . 1 odo individuo intelirr nte y de conducta
regular pu ·de fácil m nt encontrar n la vida civil un empleo
mej01- r munerado. Y . in mbarrro, á aqu llo 1u desean r engancharse
se le impon n condicione ba tan te riguro. a . Para
er admitido á capliu!ar- · el término n u o- s pr ci o primero,
durante tr años, habers hecho notar por u lo y untualidad
n 1 . ervicio, y ad má s n ario bten r 1 e nst.::ntimi
nto de ·u j f dir ·cto. Est '. un punt
que al . ·io·ir así ·1 a ntimi nto r ~cípr
encuentra un m dio cg-ur d irn¡ dir qu den n ni i todo
aquello ¡uc no ha ' int ·n.! n con en·ar 'n él. .\ í pUt _s, para
má ecruridad, Jo comandant · de ompañía ó c-uadrón nunca
admit n má · qu un ailo, á fin d dejar al oldado
toda facilidad d al andonar el jér ito, y d guardar al mi mo
ti mpo la facultad de ue mbarazar e d él si e juzo-a conv niente.
Lo cap/tu!anlts de má mérito y má apto para llenar la
funcion de sargentos on pr movido á ste oTado al paso y á
medida de la · Yacant que ocurran. Los argento a í nombrados
rleben, pu , contratar todo lo año· un reenganche para
el año igui e nt ; y este i t ma ti ne la 0 T n v ntaja de que le
obliga á tar ·ie mpre atentos á u debere , pue to uc en el ca o
contrario su jef pu d n no renovar su compromi o y e les
fuerza de e te modo á dejar el s rvicio. E t e preci. ament lo
que ello temen, porque pierden entonces todo derech á la ventajas
que e les conceden d pués de un período de doce año .
Al cabo de este tiempo, en efecto, un sarl tínico cam ino
que m r ece e l no mur, el e tal desde que salí el, J jma .. ·u pe había
coto, 1 pra y 1 ·fantía i ; naranjas y mang-o . 1 Jrmí ·n la fonda.
Bello bosque de g-uaclua , ohr el d clive á 1 iz ui ·r la del camino
.. eguí i o y hospedado · la mula., apuradas.
caminaron toda la no he ha. te Bo~·ot,L La iuclad e \' •ía d sde
muy 1 jo al pie de lo ·rro , al tra \ ¿..., cJ,_ la llanura ca i pró.·ima,
pero tal parecía como si no e¡ udi ·se lll ~rar nunca á lla: lan
numero. as eran la r vueltas p r a u a d • lo.· río .
Llc>gué á r t<.í 1 2 de Julio, ha! i nclo _alido d ,.., uito •1
30 de .1 bril. El amino buen , ancho, aYim ~ntado •n 1 centro,
como n lq·an ia. l\Ic 1 monté n e l IIot ·1 Inglés, en donde encontré
una r eun ión de caballero d e dif rent paí
El Dr. mürda, un naturali la austriaco, ele cuya. ci ntífi a y
agradable compañía di fruté por 1 rim ra Y z n Quito, n la ca a
de Mr. ope, me había eo·uido á Popayán y de d e allí para acá
se cxpu o al clima mal ·ano d e l proverbialm nte rico all del
auca y 11 gó á Bogotá tan ólo un dfa de. pué ¡u yo, qu viajé
por 1 comparatiYament frío aludablc d eiva. Me habl' en
término lo m á ntu. ia la , d u re n ida y mara vill a ferti-lidad,
y como botáni , fue profu o n us alabanzas, com tro
viajeros lo han ido al ponderar la extraordinaria belleza d 1 bosque
de palmas de cera, que e \'e d d 1 pa o del Quindío. El
comenzó por perseguir infu orios en Bogotá, y me dijo que había
encontrado una especie que ha ta ahora olam nte era conocida
en Sibcria.
Santafé de Bogotá, ó Cundinamarca como la llamaron los indios,
contiene cerca de 6o,ooo habitante . La vacuna es obligatoria,
pero cuando es po ible e su traen á ella, porque uponen e
un medio disimulado de levantar el censo para lo impuestos. Ha-
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/]c:-'etíJt .1/t!z"tar
bía aquí antes pocos extranjero que no fueran judío , y el reducido
número de emigrante de la vieja E paña es notable. Siempre
reina aquí una falta de cordialidad (ó quizá pueda emplearse
una expre ión más fuerte) hacia lo e pañoles; pero una razón
más podero a e la de que España no está agobiada con exceso de
población capaz de obligarla á estimular la emigración, y, por otra
parte~ su mal entendido orgullo le ha impedido reconocer el Gobierno
de la ueva Granada; y in embaro-o, cierto número de
emigrantes erían bien recibido aquí.
Los ciudadanos de Bogotá viven bajo una inmen a aglomeración
de rojo caballete de tejados intermina 1 ·, sostenidos por
blanca pat· de , on ventana de diferent' colores cerradas por
barrote y con el a pecto general de una tri t ciudad spañcla,
bien r gada por arroyo qu de ci nden de los cerros. La Calle
Real e , in mbargo, una excepción: tiene a pecto comercial y
animado. o e muy ancha, pero e prolonga á lo largo de la ciudad,
qu contien no meno d veintidó igle ia , muchas de ellas de
pequ ña dimensione · numeroso convento., ca as comerciales, y
alguna · muy buena tienda . Hay varias plaza , la atedral está
en la principal ue stá rodeada por una arcada ó portale . e
dice ue una 1 la torr . ... halla n e tado pelio-ro o á cau a de
un t mblor. Lo mi mo t mblor se han er.tido á un tiempo en
Bogotá y Popa ~in. Do ó tre l1cr ra ·acudida ocurren cada año.
y una fuert' cada cinco. I~n 1826 y en el año -igui nt hubo vio-
1 nto t m 1 r n B .·otá. Un alemán nf rmo de la fiebre terc
iana altó d 1 su'>to fu ra d"' la cama: al voh·cr . --ncontró con
que apena e había lil rad d 1 tlllbtrrras dt rzdusu, ,- g-ran número
de moneda d oro habrían caíd obre 5u cabeza, y lo hu ieran
matado, pu fu ron sacudidas d 1 santuari en donde taba oculto
el te. oro el ual pocas ca a dejan d t ner en to paí e , y
acerca de 1 cual no tenía noticia alcruna.
n ·ran mercad , bi n aba teci o de fruta y de productos
indio , tiene lugar enfrente de la Cate lral. Una hermosa vi ta general
de la iudad y de la va ta y verde llanura que d sde ella se
extiend , logra el el un pa eo de terraplén n lo alto de la colina.
El límite lo marca la larga línC'a blanca del lago, en el cual,
de pué de pa. ar por Zi paquirá, vierte us agua el Funza, forma_
do por lo arr yo · reunido de la montaña que quedan cien millas
al norte. En la llanura se le r únen los pequeños ríos que
de cienden de lo cerr de detrás de Bogotá, y entonces e rre
hacia el 'ur e te de la ciudad, cae en un precipicio de cerca de
6oo pies, en el T e quendama, y igue su curso al Magdalena.
La tre 11anura de Boo-otá, Fu agasugá y Melgar forman la
tr tierra fría, templada y caliente." Del egundo valle nombrado,
en donde hay varia ca as de campo, otro ;arroyo baja por la de
Melgar al gran río. 1\lr. Mark, á quien soy deudor de muchas noticias
que ólo pueden obtener e residiendo en el país, me dijo
que el viaje á caballo á e as baja regione era muy bello, y que
él una vez bajó el 1\1agdalena hasta Honda, por medio de una
alsa que encontró en Guayacana. El alto de Tequendama está
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Boletín JJ1?litar
marcado erróneamente en lo mapas como formado por el río Fusagasugá.
El lago parece descansar sobre los límites exteriores de
la llanura, y encima de ésta se ve el pico nevado del Tolima elevándose
de la cordillera sobre la orilla occidental del Magdalena
y divide el valle de sus vertientes de el del ·cauca. Se calcula que
el área de la Sabana de Bogotá, treinta y cinco millas por veintiocho,
es como la de la isla de Barbados; la altura promedia es de
8,495 pies; la ciudad está un poco más alta, y unos cientos de pies
más baja que Quito. La temperatura de Bogotá se fija entre los
57° y 63° á la sombra para una gran parte del año. En los meses
de invierno se puede ver como á las ocho de la mañana una capa
de hielo delgado, pero á aquella hora, cuando el ol e tá encima,
el calor es ca i igual al del medio día. La lluvia comienza en Septiembre
y dura dos meses.
e dice que la sangre de los indios tiene dos grados de calor
menos que la de los europeos. El Dr. Cheyne, el má experimentado
de los cuatro médicos ingleses de aquí, afirma que el aire de
Bogotá es muy favorable para la curación de la heridas. El camino
de Londres, como se llama, deja la ciudad al noroeste, por
Honda, sobre el Magdalena. Pasa por la residencia del Honorable
Ministro Británico, Encargado de Negocio , Mr. Griffits, á quien
soy deudor de muy amistosa y cordial hospitalidad; y la presencia
de otro caballeros de Legaciones, como el Ministro de Francia,
imparte un tono más elevado á la sociedad, d 1 que se Encuentra
generalmente en la osta. -~1 teatro tiene u atractivos ;
comida , bailes, etc., son má frecuent . Me pre entaron á un
círculo amafeur de conciertos, en el cual varia linda s ñoritas de
la ciudad cantaban en público, y un caballero de Bogotá ejecutaba
el Carnaval de Venecia, de Pao-anini, con admirable tilo. El
estado general de la sociedad e muy cmejante al de todas las
grandes ciudades de Suramérica. e dice que rara vez contradicen
á los muchachos, y que los efectos de la impertinencia y del
mal carácter son llamados s ncillamente "gracias," ó tal vez
"exuberancia de ingenio."
Durante mi permanencia aquí se desarrolló una tragedia: el
cadávc;;r de un caballero del lugar, que acostumbraba sentar e junto
á mí en la table d'hóte, fue una mañana traído al hotel. Dicho caballero
y la hija de un amigo habían desgraciadamente estrechado
mucho sus relaciones, y hubo ruptura, á un mismo tiempo, de confianza
y de promesa. e supo que el injuriado padre intentaba causar
daño, y mucha gent se pa eó en la calle principal para presenciar
1 encuentro entre los dos. El resultado fue la inmediata muerte
del Sr. J., de un tiro de pistola seguido de una puñalada que le dio
el padre, quien á su vez, conducido por sus amigos, se trasladó á la
casa de policía, s entregó, lo juzgaron y salio 1ibre.-Co1Zft'mía.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Nueva Geografía de Colombia
Humboldt-Orografía colombiana
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Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 25", -:-, 1901. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691124/), el día 2025-10-22.
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