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Marie Claire - 21/11/24

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  • Año de publicación 21/11/2024
  • Idioma Español
  • Publicado por Zinet Media Global S.L.
Descripción
Citación recomendada (normas APA)
"Marie Claire - 21/11/24", -:Zinet Media Global S.L., 2024. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3714153/), el día 2025-10-06.

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Imagen de apoyo de  Los secretos de la pintura

Los secretos de la pintura

Por: Javier Pérez Prada | Fecha: 27/04/1901

~~~ BOGOTA, ABRIL 27 DE 1901 .SERIE II-TOMO l-N.0 17 BOLE11N ~1ILITAR DE COLOMBIA Organo del Ministerio de Guerra y del Ejército Son colaboradores de este periódico los Jefes y Oficiales del Ejército D1recr.or ad honorem F. J. VERGARA Y V. General de Ingeniero , Miemb1·o de varias Sociedades Cientificas ¡.._·L (;E.VERAL POPE La guerra ele Secesión es importante conocerla-Formacione! reglamentarias de la infantería del .1. e Orle y del .'UI·-Enseñanzas tácticas-Formaciones tácti­cas de la caballería: ejemplos-Empleo Jt: la artillería: ejemplos-Atrin­cheramientos- Servicio ele seguridad y reconocimientos-Deficiencias del E lado .Mayor-Cau as de la lentitud tn las operacione5: jemplos-!'ela­ciones entre d l.obierno y los (:encrale-. en Jefe: cjcmplos-Pesumen. Atraen, encantan y seducen lo· diverso hechos de la titánica guerra de ecesión ; atraen, por la magnitud de los ejércitos movi­lizados y por la fe con que combatieron ; encantan, por lo gran­dioso de sus concepciones y por la movilidad de las numerosas masas de soldados; s duccn, por Jos atrevidos proyectos, energía sin igual y humanidad que ambos bandos desplegaron en tan fa­mosa guerra civil. No decae el entusiasmo é interés al seguir paso á paso las notables campañas que en di versos Estados de la Unión se sostu­vieran entre ejércitüs que contaban con inteligentes Generales, patriotas oficiales y aguerridos soldados ; si dignas de alabanzas son las disposiciones de uno de los beligerantes, no menos mere­cedoras de loa son las del contrario. En esta guerra memorable sellan su nacionalidad militar los hijos de Norteamérica, con las victorias de sus tropas y con las virtudes de sus soldados ; en dicha contienda, la ingeniería presta su más eficaz concurso á los planes de campaña, y así realízanse gigantescas obras, propias más bien de los homéricos tiempos, que no de las naciones contemporáneas. En el curso de la campaña aparecen invictos Generales y surgen. TOJ\10 1-33 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. soó Boletfn Mtltla1' soldados excelentes; el pueblo pacífico de ayer, el plantador y el industrial, el comerciante y el obrero, se transforman en legión de valientes soldados, en ejército aguerrido y disciplinado. Y vicever­sa, este mismo ejército, troca al día siguiente de la paz los apres­tos guerreros por los trabajos del taller y las ocupaciones agríco­las; al soldado ha sucedido como por encanto el ciudadano traba­jador; los repletos campamentos de monturas, cañones y fusiles se han convertido en el ingenio y la fábrica, con su multitud de máquinas y su movimiento incesante; los Generales, encanecidos en los campos de batalla, ya no mandan Cuerpos de Ejército, sino enjambre de trabajadores, á los que dirigen pacíficamente con el mismo éxito con que condujeran á sus subordinados al triunfo de su causa. ¿Qué resta de aquella poderosa sociedad que en un momento puso en pie de guerra millares de hombres, atrayéndose la admi­ración del mundo? Recuerdos gloriosos no más y una lección para los Estados. Apenas se lanzan el reto dos pueblos de una misma Nación, acostumbrados al trabajo y no á la guerra, dos ejércitos numero­sos aparecen súbitamente en el teatro de la lucha; de aquella so­ciedad eminentemente civil, brotan magníficos Generales y una brillante pléyade ele oficiales en general; por aquellos noveles combatient .s, el Arte de la guerra avanza un tanto; poni ndo cada cual á contribución u inteligencia en favor de su causa, rea­lizan portentosos hechos que hoy on la admiración de cuantos es­tudian sla campaña; cada batalla y cada sitio no es solamente un suc so militar en 1 que la audacia 6 las privil giada~; dotes del eneral logran para sí las Y ntajas, sino que es un conjunto de operacion s en que el genio es ayudado por la inteligente coope­ración de ilustres per onalidades. 'lodos contribuyen en esta gue­rra: el soldado, con sus sobria, virtudes y su admirable disciplina; el Oficial, con sus dotes y su entusiasmo; el Jefe, con su deci ·ión; el General, con su inteligencia y buen sentido, y el Gobierno, com­penetrándose con el Ejército y no oponiendo trabas á la acción militar de los caudillos. Federados 6 unionistas y confederados 6 separatistas fueron, como todos sabe m o , los combatientes en la Guerra de Secesión ; causas diversas, que no me propongo analizar, originaron la lucha y dier~n lugar á que la pelea fuese inevitable. Estudiando la cam­paña, son las operaciones sumamente interesantes, pero sin que e-ntienda pueda afirmarse de una manera absoluta sean las de uno de los combatientes más acertadas que las del otro; si subyugan los episodios, marchas, bandos, etc., de los federados, grata impre­sión producen asimismo ]as operaciones de los contrarios. Difícil es, á mi juicio, inclinar la balanza á favor de uno de los conten­dientes, porque hermanos por completo, no es lógico pensar que las virtudes militares de unos faltasen en los demás. La lucha termina, sí, pero después de haber regado miles de soldados con su preciosa sangre los campos de batalla, y despues de haber sellado en cruentas marchas y costosas victorias, en mé- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn lll ititar 507 morable s1t1os y en sangrientas batallas, la abneg-ación y nobles virtudes que poseían. La lucha acaba, después de sucumbir heroi­camente millares de hombres peleando con una constancia y una fe admirables. Finalizó, pues, aquella grandiosa pelea, y no que­daron ni el orgullo del vencedor ni el rencor del vencido; la polí­tica de la guerra encargó e de su a vi zar asperezas y borrar dife­rencias; al día siguiente de la lucha, ennoblecidos por el trabajo, compartían alegremente en el taller los furiosvs contrincantes de días antes. El trabajo, fuente de dichas, era el ramo de olivo, el lazo amoroso que había estrechado cariñosament á enemigos acé­rrimos; el trabajo, esa voz elocuente de la paz, había arreglado una lucha formidable. Pocos días después de tan encarnizada cam­paña, los campos y los talleres cobraban inusitada actividad; los hombres de guerra. despojados de sus hábitos marciales, confun­didos y mezclado , eran pacíficos ciudadanos consagrados á nego­cios y trabajos; el soldado ,·olvía á su antiguo e tado de ciu­dadanía. Es, pues, la Guerra de Secesión manantial de inagotables en­señanza · y origen de provechosas lecciones para los pueblos. En­tre los variados trabajos que pueden analizarse de cualquiera campaña de la mencionada contienda, me he fijado en las opera­ciones realizadas en Virginia en 1862 por el infortunado General Pope; no pretendo presentar un completo estudio del mando de este General federado, ino reseñar á la ligera las vicisitudes del Ejército confiado á su mando por el Presidente Líncoln. Mas antes de comenzar el trabajo me parece oportuno, por varias razones, transcribir aquí el acertado juicio crítico qu de aml os combatien­tes hace el di tinguido Teniente de infantería, Prof sor suplente en la .. scuela de Guerra de París, Mr. G. Mueseler. -" ..... Hé aquí las formaciones reglamentarias prescritas por los Reglamentos: dos compañías, ituada en dos filas, constituían una unidad táctica, mandada por el Capitán más antiguo. Las com­pañías impares, 1, 3, 5 y 7, estaban en primera línea, y á retaguar­dia la 2.a, 4.\ 6.a y 8.a; en los flancos se situabar1 las compañías 9·a y IO.\ que constituían la I .a y 2.a de tiradores. "En el Norte, los-reglamentos vigentes (Cazey's-Tactics), se­mejantes á los de los franceses, tuvieron muy poca aplicación en el combate, efecto sin duda de la especialidad de la lucha en­tablada. u La~ f~rmaciones del regimiento, compuesto de un batallón, eran las s1gu1entes : 1.0 En línea: ocho compañías de frente, situándose las de ti­radores á retaguardia de las de los flancos. (-· -. ·) (-· -. •) Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. so8 Boletín Mz·lz·ta1 2. 0 En columna doble, con una compañía de tiradores en cada flanco. e~ ... ) ( - ) e- =-) ( ) l _) (--- ----=) ( ) ( _ - ) ( - ~-) ( -- - ~ ) 3. 0 En línea de columna , con las compañías de tiradores á r taguardia de lo flancos. ( ( ( ( ) \ ) ) ( ­) ( _ ) ( ) ) ( _) ( : ~:: :) 4.0 En columna, con las compañías d tiradores en un flanco. (- ) (- · ... ) ( ) \ . ... ) _-- ) ) ( ( - ) (~-~- ) (=-- _ _) ., Hacía mención el Reglamento de la formación del cuadro, pero no se empleó nunca, ni aun en los ejercicios doctrinales. "Componíase la brigada, al pie de guerra, de una batería, cuatro escuadrones y cuatro regimientos; pero á causa de haberse formado con la caballería divisiones independientes, durante la guerra no figuraron, sino al principio, los cualrO mencionados es­cuadrones. La división se componía de tres á cuatro brigadas, y el Cuerpo de Ejército de dos á cuatro divisiones, con un efectivo va­riable entre 10 y 20,000 hombres. "Semejantes á las del Norte eran las formaciones adoptadas por los del Sur, cuyo Reglamento de maniobras (Hardy's-Tactics) puede decirse era fiel reproducción del francés. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolet{n Militar "Aun cuando el Reglamento pn'!scribía varias formaciones, a usada ordinariamente, tanto por unos como por otros, fue la ínea desplegada. -"Las enseñanzas tácticas-dice un escritor alemán-que se Jeclucen de la guerra de Secesión, no han sido tan grandes que cusen una transformación completa en el Arte de la guerra; pero 10 obstante, ofrecen bastante interés y bien merecen ser estudia­J. as. En efecto, aunque eran novicios los dos ejércitos que lucha-an, pertenecían sin embargo á ·una Nación inteligente y práctica; ~odo cuanto era considerado como de verdadera utilidad, al mo­nento se ponfa en ejecución; así pues, se recurrió en el modo de vOmbatir á métodos no intentados hasta entonces y se experimen­ ·aron contra el adv rsado las arma de fuego más variadas. "De ese caos confuso de ensayo , experimentos y e.·pedicio- 1es grandes y pequeñas, urgió una táctica definida, que fue em­pleada por los dos combatientes y que bien merece ser e. ·aminada n toda sus transformaciones. "El desenvolvimiento táctico puede intetizarse en estas tres :a ces. r." En su primer período, ó sea en r 861; 2 ... Durante el desarrollo de la t<íctica lineal, en los años de 1861-62· 3 ... Con la creación de la táctica dcft nsiva, desde r864 hasta la conclu ión de la guerra. "En casi toda la campaña norteamericana, la iniciativa de la infantería, en el ntido ·erdadero de sta palabra, fue escasa, n tanto que la caballería maniobreS tan activament , que traspasó los límites hasta entonces señalados á su mi ión. "El Sur, dedicado á la agricultura y á la 6anadería, poseyó desde el principio mayore ventajas que el 1orte para la forma­ción de numerosas y atrevidas tropas de caballería, que 'tanto éxito lograron bajo la dirección de Jefe· tan reputados como tuart. Morgan y el joven Lec. -"Las formaciones tácticas de la caballería variaron mucho. La caballería regular, la de tuart por ejemplo, formaba en dos filas y atacaba en línea; por el cont1·ario, los numerosos gu rrille­ros adoptaron para el combate formaciones apropiadas á la natu­raleza del terreno y á la constitución del cuerpo que venían á for­mar, sólo en el momento del choque, pues terminado éste, se dis­persaban no dejando huella de su existencia. Mosby (abogado) había adoptado una formación de combate mixta, es decir, tira­dores á pie en el centro y jinetes en los flancos. Morgan combatía en una sola línea, etc. Pero lo que caracteriza á las dos caballe­rías enemigas, es el frecuente empleo del combate á pie. "El regimiento de caballería constaba de r 2 compañías, con una fuerza de 80 á 90 caballos; los regimientos se agrupaban en brigadas y éstas en divisiones; en cuanto á la caballería divisiona­ria, vanaba de una compañía á dos regimientos la agregada á cada unidad de infantería. El núcleo principal de la caballería se Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 5IO Boletín Militar hallaba á di posición del Comandante en Jefe, y bien servía de unión á los diversos cuerpos, ó bien operaba sEparadamente. "Pero donde esta independencia de la caballería se manifies­ta, en el concepto estratégico, es en las grandes empresas que aco­mete. Estos razas tienen por objeto, no solamente la destrucción de las vías f¿rreas ó depósitos del enemigo (los de Stuart y 1\Iorgan, Jorest y \Vilson en el territorio de Alabama), sino la ocupación de algunos puntos importantes. Citaremos las operaciones d · Rosser en New-Creeck, de \Vheeler en Mac-1\1eriville y de \iVilson ante Montgomery y Macón. "Desde el punto de vista táctico, vemos á la caballeda com­batir á pie frecuentemente en Brandy-Station, \tVest-Point y Five­Yorcks, no excluyéndose, por lo tanto, el empleo de masas de ca­ballería maniobrando en la forma usual, como por jemplo el gran combate de caballería de Brand y- tati0n, la batalla de 1 tti burg y otras varias. "Con objeto, pue , de formarnos idea e.· acta de una parte de la caballería norteamericana, citaremos las observaciones del General Dukcs acerca ce la táctica de Morgan. "Adoptóse entonces-dice el mencionado General-un Re­glamento completamente distinto de los hasta entone 'S vigentes para la caballería, basado en las prescripciones usadas por el an­tiguo ejército federado en la lucha contra los indios. "Figurémonos un regimiento en línea cubriendo su frente con las compaií(as de los flancos desplegada ; á pie ó á caballo, gene­ralmente quedaLa en re erva una pequeña fracción para manio­brar sobre los flancos, proteger la retirada ó asegurar 1 éxito en caso necesario. Todos los soldados eran verdaderos jinetes, acos­tumbrados desde u juventud á manejar on destreza los caL.allos más fogosos. Pero comoquiera que el mal terreno dificultaba el empleo aun de cortas fracciones de caballería, de aquí que el combate á pie die e c. ·ce lentes resultados, tanto por las pocas pér­didas que nos ocasionaba, cuanto por las numerosas que hacíamos al enemigo. "1 ro contando, por consiguicnt , con el auxilio de ninguna otra arma, nuestra caballería debía medirse con la infantería, ar­tillería y cal>allería enemigas, á la vez que apoderarse de ciuda­des ó posiciones fortificada . Vios , pues, obligada :i adopta1· un método de combate mediante el cual no sólo debía obtener el máximum de efecto en un tiempo relativamente pequeño, sino tener reunidos sus hombres en caso adverso ó favorable. Cuando no pudiese encontrar apoyo sino á 120 ó I so leguas á retaguardia, debía contar la caballería con sus propios elementos para aiir airosa en su difícil cometido. " La caballería norteamericana dio pruebas de una movili­dad extraordinaria: en 1862, tuart, en la notable razzia ejecutada á _la cabeza de 1 ,900 caballos, rodeó todo el ejército de Mac­Clellan, desde Chambesburg hasta Leesburg, recorriendo 27 le­guas en 36 horas; en I 864, en el Kentucky, el General Barbridge recornó 27 leguas en 30 horas, á fin de sorprender el campamento del General Morgan. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Jlf·ilz'tar 5IJ NOCIONES DE GEOGRAFIA MILITAR TEORIA DEL JERRENO Continúa 1 OROGRAF'IA Montañas-Valles-Llanuras-Mesetas los ramales 6 estrz'bos de una cot-dillera están ordinariamente divididos, como la montaña misma, y presentan otras ramificacio­nes perpendiculare á su dirección y divergentes á su extremidad. Estos 1'amales se subdividen á su vez, y lo mismo sucede con sus diferentes parte , hasta el infinito. Generalmente el centro de la cadt'tla es la parte n1á elevada, y las rami.ficaáones laterales se van deprimiendo sucesivamente hasta su e. ·tremo· y lo mismo puede decirse de unos 1·amales relativa­mente á lo~ otros ...... in embargo, sucede frecuentemente que en ciertos puntos de un 1 ama!, algunas veces en la extremidad misma, el terreno se levanta de pronto y hasta una alt ra mayor que en todos los demás. La cumbre de una úara ó cadma presenta ordinariamente una línea más 6 meno ondulo~a en toda su c. tensión. u elevación también es varia por todo c . ·tremo : aquí lo z•érli'ces 6 pú:os se al­zan atn~vidos hasta millares de metros; allá no llegan ni á cente­na ; acullá toman toJas las alturas intermedia~, produciendo con­tinuas desigualdades. Generalmente n el punto en que e enlazan 6 articulan do Nlr/bos laterales opuestos es donde se encuentran las altura mayore ; y entre dos ramales vecinos, es lo más frecuente que haya una gran depresión, que se llama puerto, col. 1~1 conlra(utJit', según algunos, se diferencia d 1 cstrz'bo y del ramal en que es rnc.L corto, abrupto y e.·actamcntc perpendicular á la cadl'lla que lo destaca; en que no acompaña, ni alim nta una gran corriente de agua, y en que forma ordinariamente un valle transversal. El espolón e la salida abrupta de estos contrafuertes sobre las costas, que forma los grandes promonlonos. Es un hecho generalmente observado en las grandes monta­ñas, que una de sus faldas 6 pmdt'enlt!s es siempre más suave y ten­dida que la otra ; pero, como en todo, sin regla fija ni referencia á un punto cardinal exclusivo. Los Alpes bajan más rápidos hacia Italia que hacia uiza. Los Pirineos son más abruptos del lado del Sur que del Norte, y en otras partes se ve que es al Este ó al Oeste la diferencia. Esta desigualdad casi constante, proviene de que las montañas, aun la más aparentes, distintas y acusadas, no son en gran parte sino bordes escarpados de anchas mesetas, oblicuamente inclinadas, de las cuales parece estar compuesta en general la superficie del globo; 6 de que, formadas las montañas de capas, la pendiente más rápida será aquella cuya inclinación también lo sea, ó en que interrumpí- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. jiÓ lioiettn .Jiuztar numerosos indicios y arranques de pequeños Yall s que surcan las faldas de la montaña. Estas pueden ser dulces ó agrias, desnu­das ó cubiertas de vegetación, ocultas por derrumbes ó con escar­pados verticales, de los cuales se lanzan a!TOJ'OS que se convierten fin cascadas. Otras veces están escalonadas, y presentan inmensos peldaños que cuesta trabajo subir. Rara vez las montañas, como se dijo, á no ser volcánicas, es­tán aisladas: lo general e que formen grupos, madzos y cordzlleras. Las cord/lleras, con ideradas en g ncral, no tienen dirección determinada. Aunque el sabio (rc0logo Elie d Beaumont ha pu­blicado notables observaciones sobre este punto, no caben aquí por su extensión, por u enlace con ideas que también s::1.len de nuestro cuadro, y sobre todo, porque á pe: ar de su brillante y se­ductora novedad, distan mucho de e tara eptadas univ rsalmente. Sirvan de prueba estas palabras textuales del Vizconde D'Archiac en 1862: te Se atribuye á vVt•rner el principio mi ·nf'rO de que n un mis­mo distrito todos los filon s de la misma natural za deucn su ori­gen á grietas paralelas entre sí, abiertas al mismo tiempo y relle­nas en seguida por las mismas sustancias minerales dura11t 1 mis­mo período." te Este principio vino á ser el germ -n de una teoría (la de Elie de Beaumont) que ha tenido gran boga por su aplicación á las grandes dislocacione de la corteza t rrestr . " i, en efecto, to­das las di locaciones qu han producido cad nas de montañas y son paralelas fues n contemporánea , la ' dad de las cordtlleras se deduciría naturalm nte; pero hoy s ab que las di locaciones se han producido en la misma dit- cción, ·n el mi · mo . pacio y en época muy diferentes, y el principio, en su aplicación general, ha debido perder su importancia.'· (Paleontología estralz:!Jrdjica, tomo I, pág. 1 35). La íntima cene. ·ión que gen ralmcnte existe entre la estrurlu­, ·a geológ/ca y la forma e.t·tert"or de la · montaña , puede servir de guía al militar, como irve al geóJoo·o. La montañas volcánicas modernas tienen forma cónica trun­cada, con una ca vi dad cónica también, pero in v rsa, que forma el cráter · las traquíticas ó compuestas de materiales volcánicos, tam­bién terminan en cenos ó cúpulas ,· las ba áltica , en forres, rz'lin­dros y cscalz7zatas; las granítica , en agujas y p¡'rdmides ó en cúpulas chatas, según la descomposición de los materiales · las calizas tie­nen ordinariament su cima cortada en 7Jztsefa ó muela. Los contornos de las montañas, de la llanuras, de todos los acúdentes de la corteza terrestre se modelan sobre la forma, sobre la estructura interior, sobre 1 modo de divi ión de las diferentes masas 7m1Lerales. on un hecho estas relaciones de los contornos e~'t:tert'ons con la forma úzterz'or de las diferentes masas minerales, tanto, que á veces se puede, desde cierta di tancia, adivinar la com­posz" cz(m. de una montaña por las formas que presenta su perfil. aus­sure ha mostrado en los Alpes cómo puede reconocerse, desde al­gunas leguas, la naturaleza de las rocas, sólo por la fornza de las crestas. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn J[ilitar Las montañas modifican constantemente los movimientos y la naturaleza física del aire atmosférico: parece que lo hacen más puro, más agradable á la respiración; ellas aumentan la extensión de la superficie de la tierra, rompen la insípida uniformidad de una llanura sin término; por su elevación, por la bizarría, en fin, y por la singularidad de sus formas, se las puede comparar á inmensos laboratorios donde la naturaleza prepara los meteoros atmosféricos que vienen á desarrollarse y estallar sobre los países cercanos de estas grandes a perezas. El estudio de las montañas ha sugerido al naturalista alemán Boué curio as reflexiones, de que daremos ligera muestra: "Las cordilleras, dice, que corren en dirección aproximada del Oeste al Este, establecen no sólo entre las naciones sino entre su faunas y flores (reino animal y Yegetal), una difer ncia mucho más ma1·cada que la que se e . ·tiend n en sentido aorte-sur ó de los mei-id ianos." "Y otra particularidad de las cordillera norte-sur es que sobre ellas 5e verifican toda las mezcla de dos pueblos y de dos 1 nguas.'' "~ egún la historia, toda conquista ha sido más fácil en el sentido del O. al E., y vicever a, que ele N. á . y de . á K. Ale­jandro y los graneles conquistadores asiáticos no han tenido que salvar ' ino cordilleras . Los Cimbrios fueron de hechos por los Romano., por haber pasado imprudentemente los Alpes y ha­ber dejado entre llos y u patria una cordillera según los para­lelo . Lo R manos conqui taron la Germanía, no por el camino der cho, sino rodeando los Alpes ; primero entrar n en la aula por el pie marítim de los Alpes occidentales, y ele allí pa aron á los paí­ses germánicos. Los Godos s Yieron detenidos en el imperio de Oriente por cordillera E., y para entrar en España tuvieron que dar la vuelta á todas las cordill ras semejantes, que protegie­ron por tanto tiempo al Imperio romano á pesar de su progresiva decadencia. Los \'ándalos siguieron forzosamente el mismo cami­no, y no atacaron verdaderamente al Imperio romano sino por Africa. Los Magyares no penetraron en Hungría sino por una parte de los l<.arpatos, dirigida casi N ., á saber, por el Marma­rosh. Cario w!agno fue favorecido en sus guerras por la dirección OE. de la mayoría de sus e.·pediciones. Los alemanes imperia­les en la Guerra de Treinta Años operaban detrás de cordilleras OE., no siendo atacados ino en el otro sentido." En fin: para Boué, los desastres de Napoleón en España, los de los Griegos con­tra los Turcos. la tenaz y varonil independencia de los uizos, de los Vascos ... todo proviene esencialmente de " la constitución geo­lógica del suelo, de la dirección de las cordilleras y montañas., Algo hay aquí indudablemente digno de reflexión para el militar estudioso. Y ya que en este artículo-cuya forzosa brevedad contrasta con lo ameno y extenso del asunto-se ha citado el respetable nombre de Elie de Beaumont, sea lícito cerrarlo con un párrafo suyo, tomado entre los bellísimos que esmaltan su célebre memo­ria intitulada NoHce sur les syslemes de monlagnes. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 5I8 Boletín friilitar " Los sistemas de montañas-dice-son á la vez los rasgos más delicados y los más generales del relieve de la superficie del globo: son también la quinta esencia de la topografía y las hue­llas más características de los trastornos que ha sufrido aquella misma superficie; son, en fin, el lazo mutuo entre el juego cotidia­no de los elementos, determinado por el relieve actual del suelo, y los acontecimientos pasados que han modelado este relieve. Al investigar la coordinación del vasto conjunto de caracteres con que la mano del tiempo ha grabado la historia del globo sobre su mi ma superficie, se ha encontrado que las montañas son las letras mayúsculas de este inmenso manuscrito, y que cada sistema de montaña forma un capítulo."-Cou//núa. ---- ~e- ---- PRJJ.VCIPIOS GE.VERALES DE ESTRATEGIA Y DE TACTICA E 1V LAS PEQUEÑAS C U ERRA.S por el Mayor C. E. Call well, del Ejército inglés TRADUCCIÓ:-l DE ISIDORO LA VERDE AMA\" A-Co11timín CAPITULO XVIII-MAQ INAS DE <~UERl' A l. Inrerfzdumbre r es¡;ecto del m ejor modo de cm¡;lcarlas-La coloca­ción de las maclu"nc Guns ~,no está toda da completamente decidida en la táctica. Alg-unos las consideran como un accesorio de infan­tería; ótros el la caballería; ótro , en fin, de la artill ría. in m­ba¡ ·go, los e.·pcrimento mta tendencia-dice el escritor d que ante tomamos al­gunos párrafo ,-e ta tendencia á poner lo moral ante lo material, debe alabar e sicmpr pues sólo imbuyendo al hombre la idea del sacrificio por la 1 atria, se forjará tl él, por vulgat- que ea, la base de un héroe .. , Cr cmo qu ha llegado el momento preci o, con el llamamien­to del primer contingente de con cripto , para que nuestras autori­dades militar ·s rcglam nt n y enci rren _n un cer monial igual para todos los cu rpo ele tropas, el juramento á la bandera que nuestros jóvenes de veinte año·, desioers. El e píritu democrático que hacía de· cada burgher el igual ele su vecino, pre\'alecía hasta en la dil-ección de la campaña. Ni los Estados 1\layores ni los Ccmandantes tenían autoridad para adoptar decisiones ele mo­mento. Todo tenía que ser sometido al Kt·ijgsraad, y esta institu­ción ra un consejo de guerra, del que formabu.n parte todos los oficiales, de ele el cabo (clase :¡u e corre pon de :í la nué tra de Te­niente) hasta el Generalísimo. Lo voto de los miembro del J(.rijgsraad tenían todos igual valor, y en on ecuencia, la deci­siones dependían de los oficialc de rango inferior, quien s con - tituían mayoría. El secreto dt los tnúnfos de los boers- Hay algo casi increíble en e ta descripción del Ejército boel". La caída ele los Griegos en 1897, en u guerra con los Turcos, en eñó lo que . e podía e perar de un ejército en que faltaba la disciplina; p ro aquí tenemo ahora una fuen-a que urante medio año ha obtenido brillantes triunfos, y no sabía lo que la di ciplina podía s r·. Y el problema 1 ar-ce ca i insolul>le cuando se ven las cifras que Mr. Hillcgas da n otra parte de u libro. Cuando Mr. Cecil Rhodes dijo que las fuerzas boers en campaña sumaban de 30,000 á. 50,000 hombre~, la noticia pareció creíble, porque aquel era el momento de las vic­tor ·as de Cronjé, de Joubert, desde Kimberley hasta el Natal; pero ahora Mr. Hillegas demuestra que en ningún momento fue­ron los boers en armas más de 26,ooo, contando en este número á 6~ooo rebeldes de la s colonias del Cabo y del Natal, y á 2,700 voluntarios extranjeros. La demostración es sencilla. Ni e l Transvaal ni Orange tenían e scalafón de sus ejércitos; per en Diciembre el Gobierno transvaalense acordó hace r un regalo de Navidad á los hombres que estuvieran en campaña, y creye ndo que fueran 28,000, expidió este número de paquetes de tabaco, bizcochos, etc.; 2,000 le fueron devueltos después de hecha la istribución total. El hecho de que una fuerza de ese efectivo, en ucha con un enemigo diez veces superior en número, y absolu­tamente desprovisto de disciplina y preparación, haya podido hacer tanto, sólo tiene una explicación posible : el enorme valor personal del boer, individualmente considerado. Sólo el valor, la inte igencia y la conciencia del deber, pueden haber sostenido ese ejército." Cada hombre--dice Mr. Hillegas-tenía dentro de sí Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. B oletin JV/zlz:tar una ley disciplinaria, y cuando trasgredía esa ley, nadie lo castiga­ba sino él mismo. La religión de los boers era su disciplina. ' La debzHdad de los boas-Pero ese es un sistema que tiene sus puntos débiles. i los hombres iban al combate voluntariamente, también se retiraban cuando su opinión p e rsonal les indicaba la conveniencia de hacerlo. Esa tendencia se notó más de pués de la rendición de Cronjé y particularmente entre los orangeses. Claro e tá que si e l método de hacer la guerra de los boers daba magníficas oportunidade de distinguirse á los o ados, á lo tímidos y poco tenaces les dejaba la puerta abierta para abando­nar la lucha. Hombres que habrían peleado ha ·ta e l fin, bajo ·Ja órdenes de un jefe re uelto, en un jército disciplinado, eran inúti­les entregados á sí mismos. Y hasta durante 1 período más pr6 pero de la guen-a, esos hombres abundaban en cada comando. En las fuerzas que inva­dieron el Natal había centenares ele hombre tue nunca di ara­ron un tiro ni vieron una batalla. No desertaban : se quedaban en el doager . .. aturalm .m te, e o hombre· fueron lo que crearon más tarde el pánico cuando llegaron los día difíciles. La iguiente anécdota demuestra lo difícil que era mantener á lo burghers n las filas cuan o empezó la d!:baclt. De pués de la caída de Bloemfontein, los jefe que peleaban en Orange necesi­taron refuerzos de Natal. El eneral Botha, en persona, fue á bu cario , porque abía qu un telegrama no habría tenido resul­tado. Llegó á Stand rton, persuadió á los burgh rs, no sin dificul­tad, de que debían salir para el tado Libre, y cuando vio al co­mando ya n marcha, e dingió á Pretoria. Apenas llegó á la ca­pital, upo rtue no bien había vuelto las e palda , Jos burgher de tanderton habían regr sado á su hogares. Tuvo entonces que salir nuevamente á reunirlos, y recorrió á caballo una por una to­das las granjas, ha ta formar otra vez 1 comando. Luis Blwta-El eneralí imo otha --s el héroe del libro, y e l lector reconoce in esfuerzo que ese gentil hombr rural, her­rno o y joven, es realmente la magnífica personalidad 1uc Mr. Hi­llegas de. cribe. ería difícil encontrar en la Historia, en circuns­tancias medio emejantes, un per onaje comparable con ese hom­bre de 35 años, que en sei meses ascendió literalmente de solda­do ra o á Generalí imo del ejército. El libro de Mr. Hillegas está lleno de descripciones del ca­- rácter de los principales jefes boers, descripcione que son verda­deros retratos. Hay dos magníficos cuadros, de Cronjé en Paarde­berg y de De Wet en Sannas Post; hay también curiosas anécdotas del Presidente Krüger, y un catálogo maravilloso, homérico, de los a ventureros extranjeros que fueron á derramar su sangre por la causa de los boers. (El Cívz'co, Asunción del Paraguay). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletí1t Mz"lt'tar 7. UlviALACARREGUI GUER.lA CIVIL DE NAVARRA, 1833-1835 Traducido para el Boüthz Militar Ct-mtimía V Se habrá observado C]Ue Zumalacárregui progresivamente ex­tendía e l campo de sus operaciones, á medida que aumentaban las fuerzas de los cri tinos. Al obrar así, había obligado al ejér­cito de la Reina á di persarse por dondequiera que se manifestaba la resi tencia, mientras que él, gracias á la rapidez maravillosa de su movimi ntos, e taba seguro de combatir siempre con igual número de fu rza , y de trasladarse en oportunidad á cualquier punto. i esta táctica die resultado á Zumalacárregui, preciso es obserYar que debió á que lo enerales nviados á combatirlo no supieron oponerle ningún plan de campaña, y ólo pensaron en perseguirlo, en lugar d buscar el m dio de detenerlo. Al cabo de 18 meses de e ta táctica, Zumalacárrcgui había logrado acabar con las uatro primeras n .putaciones militares de E raña: aar field, Valdé , Rodil y 1\tfina. Había conYcrtido una anda d 1,500 voluntarios indi ciplinados y d alentados, en un ej 'rcito de r8,ooo hombres apa e de m dir e en línea con un jér it vet rano. Aquellos YOluntarios, que antc.ri()rment no po­dían permanecer tres días n el campo sin regr sar á su5 aldeas, so pretext de ir d cambz'ar d( camisa, y que por otra parte no te­nían empeño que le · obliga e al s rvicio, fueron tan bien discipli­nados por él, que logró mantenerlo un año entero fuera de su moradas, fu ilando como desertores á lo · que se au entaban sin permi o. · · in dinero, sin parque, in arsenal, habí logrado equipar 30 batallones y 6 escuadrone , cr ar taller de armería, establecer fábricas de pólvora y hasta fundir cañones. Para rar todcs esos prodigios, las provincias insurrecta no 1c habían dado más de 4,800 por mes. Había, en fin, oblig-ado al Gobierno de Madrid á desguarnecer las provincias del u r y del Este, para aumentar el Ejército de Navarra hasta so,ooohombres, y á decretar dos levas xtraordinarias para renovarlo, ya diezmado por los combates y las fatigas; y como si todos esos esfuerzo y sacrificios no bas­taran contra un hombre á quien dos años antes se quitaba el man­do de un regimiento, iba á solicitarse la intervención extranjera en la contienda. Hé aquí cuál era la situación el 13 de Abril de 18 35, cuando el Ministro de Guerra Valdés se presentó á re mplazar á Mina en el mando del ejército de Navarra, provisto de facultades y recursos extraordinarios. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 526 Boletín M·ilitar Como Rodil, el General Valdés quería terminar la guerra con un solo golpe, y como Rodil, se dirigió sobre las Amescoas para forzar á Zumalacárregui en su guarida. Zumalacárregui, aunque no estaba en las A m escoas, se trasladó á ellas con seis batallones solamente, á responder al desafío de su adversa río, pero otros cinco cuerpos quedaban distribuidos de manera de poder volar en su ayuda á la primera señal. El plan de Valdés era obrar contra la insurrección á la cabeza de todas sus fuerzas, destruír los hospitales y los almace­nes de los carlistas, y no dejarse separar de su camino ni para auxi­liar ninguna guarnición bloqueada. Era ésta, poco más ó menos, la misma intentona de Saarsfield, y Valdés tenía tantas probabilida­des de éxito, que escribió al General Harispe, á Bayona, para que se preparase á recoger en la frontera los restos de los insurrectos. Valdés avanzó, pues, de Victoria, el 20 de Abril, con 28 batallones, sobre las Amescoas, por el puerto de Contrasta. Villarreal, que se encontraba allí con dos Batallones carlistas, se replegó en el acto sobre Zumalacárregui, apostado más lejos, en la garganta de Zu­daire, en la vía de las Amescoas á Estella. Fue en esa región montañosa donde el General carlista esperó á Valdés, á su salida de las Amescoas. El ejército de la Reina abandonó á Contrasta el 2 I por la mañana, dirigiéndose al través de las Amescoas de abajo, hacia la meseta que se encuentra en lo alto de la sierra de Andia, del otro lado del valle, para incorporar la brigada Méndez Vio-o, que avanzaba sobre las Amescoas por el valle de la Borunda. So­bre esa meseta elevada, donde 1 frío es crudo aun en ~slío, pasó la noche el ejército cristino, después de haber asolado el valle y tiroteado todo el día al enemigo. Esto dio ti e mpo á Zumalacárre­gui para reunir su once B::s..tallones en la posiciones de Zudair . El 22 Valdés alió de las Amescoas por la garganta de Ar­taza, en ve;r. de tomar por la de Zudaire, que es el camino más corto para llegar á EsteBa; el movimiento indicaba claramente á los carlistas que el ejército de la Reina evitaba el combate. En efecto, la dos noches pasadas en Contrasta y sobre la paramera de Urbaza habían sido horriblemente penosas para los cristinos, tanto más cuanto principiaban á sufrir hambre, por no haber He­vado de Victoria sino tres raciones de víveres. Zumalacárregui, que había establecido u plan contando con los sutrimicntos que debían e.·perimentar sus enemigos, no vaciló en dirigirse al puerto de Artaza, para disputar el paso con cuatro Batallones solamente. Los cristinos, debilitados por las privaciones, retrocedieron á los bosques al primer ataque de los carlistas, pero el bravoSa van e los condujo en mayor número al combate. La lucha en este punto duró más de cinco horas, y con frecuencia se combatió al arma blanca. Dos nuevos Batallones avanzaban ya á reforzar á los carlistas, cuando un ataque oportuno de Córdoba sobre la derecha de la meseta, obligó á Zumalacárreaui á abandona¡¡ el paso de Artaza y á replegarse sobre us reservas para no ser cortado. Córdoba, que después de algunos meses de disgusto, reaparecía al fin en el teatro de la guerra, felizmente para el ejército de la Reina, recibió Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bo!ettn Militar orden de guardar la posición conquistada y de esperar la reta­guardia, mientras que Valdés avanzaba rápidamente por el ca­mino de Estella; pero Zumalacárregui, más activo, había des­cendido ya al valle de Helín, y tomado posiciones en el puerto de Eraul, para cortar á Valdés la vía de Estella. Entre tanto, Zaratu­gui, que comandaba la reserva carlista, debía entretener á Córdo­ba en el Alto de la meseta de Artaza. Las columnas que avanzaban hacia Estella bajo la dirección de Valdés, encontraron la ruta ya ocupada por Zumalacárregui, un camino encajonado entre rocas. Los cristinos disputaron Jos pasos con el ardor de la desespe­ración. Zumalacárregui los entregaba paulatinamente porque su intención era ai lar aquellas columnas de la división de Córdo­ba y de la retaguardia de Méndez Vigo; pero muy pronto se de ... claró la derrota ntre los cristinos, que huyeron hacia Estella en tal desorden, que dcj'lron cerca de 3,000 fusiles en el camino, junto con todos los bagaje ; su entrada á Estella produjo espanto. Córdoba no habrfa llegado por la noche á EsteBa con su división casi com­pleta si lo carlistas hubieran tenido municiones para impedírselo, pues se les habían agotado en la lucha. De los veinte Batallones que se ha ían refugiado en Estella, apenas pudo Córdoba reunir los hombres suficientes para formar siete, á fin de ir al día siguiente á librar la brio-ada de Méndez Vigo, que se había atrincherado en Abarzuza en mí mero de 1,500 hombres. i la derrota de Artaza no era de importancia como resulta­do material, puesto que no quedaron en el campo sino 8oo muertos ionero del Orinoco, qu por rar "Za e tum~n el tra­bajo de eslu iar n la actuali ad los idi0mas del país, comunican con lo n ófito . Esto intérprete · no han s guido en todas nues­tras herbonzaciones, pero entienden el ca t llano mejor de lo que lo hablan. En su indolente indif "rencia, r ' ponden como al azar, pero iempre con una oficiosa sonri ·a: sí, na' padre; nó, mi padre, á todas las preguntas que se 1 s dirigen. Es fácil compren­der cómo impacientan, durante meses enteros, estas con ver aciones cuand uno pr tende ilu tran.e ac rca de o j tos que despiertan vivo inter~s. De ordinario nos vimos obligado á emplear á la vez varios int~rpretes y varias lracluccioncs sucesi,·as para comunicar­nos con los naturales "'. "Desde mi misión, decía el buen rclig ivso de U ruana, viaja­réi como mudo . ' E ·ta predicción casi ·e ha cumplido, y para no * Para que S:'! forme ju - ta idea de la dificulta 1 d · estas comunicaciones por medio de intérpn:tc, bastará n.·cordar que en la expedición de Lewis y Clark, en el río Colu·nbia, pan entcmh:r e con los indio Chapun'sh el Capitán Olark habló en inglés á uno de los suyo·; éste tradujo el a. unto en francés á Cbaba­rreau; Chabarreau lo tradujo á su muje r india, e, mim:t.rrru; la mujer lo tra­dujo en slzosshonce á un pres >,y éste lo tradujo al Ch;¡punislt. Es de temer que el sentido del asuntu haya sido un taoto altera Jo con cinco traduccionrra firme por su fruto aromático. Este fruto que se coloca n Caracas entre la ropa como se mezcla en Eur pa al tabaco en polvo, con el nombre de haba de To11ca ó Tongo, e considera como venenoso. Es una falsa opinión, muy generalizada en la provincia de Cumaná, la de que el excelente licor fabricado en la Martinica debe su aroma parti­cular al Jape. En las misiones lo llamaban Súnarruba, nombre que puede ocasio:.ar grave errores, porque el verdadero Sz!narru.ba es una especie de febrífugo del género Quassia, y que no se encuen­tra en la Guayana española sino en el valle del río Caura, donde los indios Pandacotes lo designan con el nombre de Achec-charz·. En la plaza grande de Carichana la aguja imantada señaló una inclinación de 33°.70 (nueva división). La intensidad de las fuerzas estaba manifiesta por 227 oscilaciones en ro minutos de tiempo, crecimi nto de fuerzas que parecería indicar algunas atrac­ciones locales. Los bloques de granito ennegrecidos por las aguas del Orinoco, no producen, sin embargo, impresión sensible sobre el imán. La altura barométrica * á medio cHa era de 3361i.6; el * En el pu• rtu de Co.richana el barómetro e sostenL1, á las seis de la tarde, en 335 li. 7; el Lcrn.1,)mt'lro al aire, 26°.8. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 532 B o/etín Mzlz"ta1 termómetro centígrado marcaba 30°. , á la sombra. Por la noche ]a temperatura del aire bajaba á 26°.2; 1 higrómetro de Deluc se sostenía en 46°. El rfo subió varia pulgada durant el día 10 de Abril; este fenómeno sorprendió tanto más á lo indígenas, cuanto la pri­meras crecientes son poco sen ibl s y e tán aco tumbrados á que á ellas sigue una baja de vario día ·. El Orinoco e taba ya tres pies más alto que el nivel d-.! las ag-uas más bajas. Los natu, rales nos señalaron, sobre un muro granítico, las huellas de las grandes crecientes actuales, que ·ubían á 42 pi s de altura *, lo que es el doble de la avenida media d ... l Ntlo. Pero esta medida se tomó en un punto en donde el lecho del Orinoco se estrecha singularmente entre rocas, y ateniéndome á las indicaciones que me han hecho los indio . Se concibe fácilmente que el efecto y la altura de las crecientes difier n s gún el p rfil del río, la natura­leza de las orillas, más 6 menos levantadas, el núm ro de los afluen­tes que recogen las aguas llovida , y según lo larg del t rr _no recorrido. Lo que es indudable, y lo que ha ocupado la imaginación de todos aquellos que habitan estas comarcas, es que en Caricha­na, en an Borja, en Atures y en Maypure , allí en donde el río se abre camino al travé es alpina , 6 con lluvias muy abundante , p r donclequi ra cubi<'rta p r bosque· cerra<.lo , libres de e as plagas que favorecen la e\'aporación, atravesaban en otro tiempo al Este de los And s como brazo d un mar interior? ¿ Cuál sería entonces 1 e tado de a bajas region s de la Gua yana que e. ·perimentan hoy lo fecto de inundaciones anua­les? ¡Qué prodigioso número de coco<.lrilo , de manatíes y de boas debe haber habitado esto vasto terr nos, convertido altcrnati­vament en mares de agua estancada ó en llanuras árida y agrie­tadas! El mundo pucífico que habitamo , ha seguido á un mund tumultuoso. Osamentas de ma todont y de verdaderos elef 'ntes americanos se encuentran di per as en la llanuras de los Andes. El megatario habita los"'llano del Uruguay. Escarband.o más profundamente la tierra, en los altos valle , que no pueden alimentar hoy palma ó helechos en los árboles, se descubren capas de hulla que sepultan los de pojos gigantescos. de plantas monocotiledóneas. Hubo, pues, una época remota en que las cla es de vegetales estaban di tribuídas de otro modo, en que los animales eran más grandes, los ríos más anchos y más profundos. ConHmía * O sea t Jm.S. L1. altura de la creciente me Jia del Nilo es de 14 codos del nilómetro de Elépbaotinc, ó de 7m-41. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Bolet{n Jl[¡//ta r 533 l~ u e va Geograf ía de Co lombia MU~:TP S l l'E LO-' GPABADO.' Plano de 1: Iedellín Primer raudal del Guaviare Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 534 /Joletfn JVlil·itar . 'alto de Guadalupc Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletfn Militar 535 • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. r .o • IH.l<:s en el Puc¡ te del Guáitara Bog(l /á-fm}rmla de Vapor. Calle IO, número I68 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 17

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Restauración y renovación de muebles

Por: Eva Pascual i Miró | Fecha: 2000

En la decoración de interiores los muebles y objetos desempeñan un papel fundamental. Este libro describe y enseña las diferentes técnicas y los procesos para restaurar y renovar piezas de mobiliario y objetos de madera. Tras un capítulo sobre los materiales y las herramientas básicas se trata el material más importante, la madera: las diferentes especies y las presentaciones más usuales, así como los problemas que la afectan y las soluciones que conviene adoptar. Seguidamente, se muestran los procesos y técnicas más habituales que se emplean para renovar o restaurar una pieza de madera, poniendo especial énfasis en los problemas más usuales. Para finalizar, los dos últimos capítulos muestran, paso a paso, algunas intervenciones sobre diferentes tipos de muebles y objetos: primero se presentan diversos ejercicios de restauración, donde es posible encontrar diferentes soluciones, y a continuación otra serie de ejercicios prácticos de renovación, en donde las soluciones adoptadas pueden servir de fuente de inspiración para desarrollar nuestra creatividad.
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Marie Claire - 21/11/24

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