Foto: Daniel Machado
Temporada Nacional de Conciertos Banco de la República 2022
DUETO IDILIO
(Colombia)
música tradicional colombiana
Jueves 24 de marzo de 2022 · 6:30 p.m.
Quibdó, Auditorio del Centro Cultural del Banco de la República
PULEP: TIF337
SERIE DE LOS JÓVENES INTÉRPRETES
2
DUETO IDILIO, música tradicional colombiana
Juanita Sossa y Laura Chaparro, voz
Jefferson Jerez, tiple
Julián Nieves, guitarra
El Dueto Idilio se conformó en 2017 con la intención de difundir la tradición de la
música andina colombiana en las nuevas generaciones. Con Juanita Sossa en la primera
voz, Laura Chaparro en la segunda voz, Jefferson Jerez en el tiple y Julián Nieves en la
guitarra, la agrupación logra una sonoridad fresca y original en cada uno de sus arreglos
colectivos.
La agrupación ha participado en importantes festivales de música andina colombiana
del país: en 2017, en el Festival de Música Colombiana Andina y Sacra de San Gil y en el
Festival Nacional del Pasillo Colombiano, en Aguadas, Caldas, donde fueron finalistas;
en 2018, en el Festival de Música Andina Colombiana ‘Tradición’, en Pitalito, Huila,
donde obtuvieron el primer puesto, y en el Concurso Nacional de Duetos ‘Ciudad
de Cajicá’ donde también fueron finalistas. En 2019 el Dueto Idilio ganó este último
concurso y fue seleccionado para ser parte de la Serie de los Jóvenes Intérpretes 2020
del Banco de la República.
Foto: Daniel Machado
3
PROGRAMA
Camino real (s. f.) JOSÉ IGNACIO TOVAR (1922-2007)
Mis canas (s. f.) CARLOS ALBERTO ROZO MANRIQUE
(1928-2007)
El regreso (s. f.) EFRAÍN OROZCO (1898-1975)
A bordo de tu voz (c. 2006) LUZ MARINA POSADA (n. 1974)
Ojos miradme (1938) JOSÉ DE JESÚS MAZO MARTÍNEZ
(1912-2003)
El torbellino soy (c. 2000) CLARA CALDERÓN (n. 1957)
El guaro (s. f.) ANÓNIMO
INTERMEDIO
Mi huella (s. f.) GRACIELA ARANGO DE TOBÓN
(1931-2000)
Tiplecito viejo (s. f.) JOSÉ ALEJANDRO MORALES
(1913-1978)
Caminantes (c. 2001) LUZ MARINA POSADA
Sigo pensando en ti (s. f.) ÁLVARO CHAPARRO BERMÚDEZ
(1917-1999)
Pescador, lucero y río (s. f.) JOSÉ ALEJANDRO MORALES
Y deja (c. 1951) GIRALDO PILOTO (1929-1967)
ALBERTO VERA (1929-1996)
El tambo (c. 1926) EMILIO MURILLO CHAPUL (1880-1942)
Idilio (s. f.) ALBERTO AMADEO RIVERA (1903-1968)
4
NOTAS AL PROGRAMA
Por Manuel Bernal Martínez
Esquiva y polisémica palabra es el adjetivo ‘tradicional’, especialmente cuando se le
adjudica a algún tipo de elemento de la música. En sana ley, no habría manifestación
musical alguna que no fuera tradicional, en tanto forma parte de una práctica de
producción de sentido de un grupo humano mediante los sonidos, unidos al movimiento
corporal, al texto, a la imaginación... en fin, a tantos elementos que son denominados,
erróneamente, como extramusicales. Incluso la vanguardia, como una actitud creativa,
es un tipo de práctica tradicional.
Nos acostumbramos desde hace pocas centurias a una amañada división entre
música escrita (llamada también clásica, docta, culta, hecha por profesionales) y música
oral (tradicional, folclórica, hecha por empíricos), tanto así que todavía mucho músico
popular afirma cosas como que no ‘sabe de música’ solamente porque no conoce o no
utiliza el código escrito de origen occidental. Esta postura también niega la inmensa carga
de oralidad que tiene la música escrita: todo lo que la grafía no puede recoger e indicar.
La aparición de la fijación del sonido, y el desarrollo de las industrias culturales y del
entretenimiento impusieron y siguen imponiendo enormes cambios en la vida pública y
privada, tanto así que emerge el campo de la música popular (también llamada masiva),
ya no ligada a la grafía sino a esos procesos industriales de producción, circulación y
consumo. Y es en este punto, en eso que se da en llamar música andina colombiana, que
se crea una inmensa confusión, tanto por las evidentes intersecciones entre prácticas
musicales, como por la asignación de un discurso identitario y de categorías folclóricas
a una música hecha fundamentalmente para el entretenimiento. Es claro: músicos de
la industria posan de campesinos, y continúan con una narrativa romántica y bucólica
de lo rural, mientras simultáneamente músicas populares urbanas (la rumba criolla,
por ejemplo) son folclorizadas. En paralelo a las grandes marcas fonográficas, con toda
su visibilidad en los medios, se da una muy poco conocida producción de ‘música
campesina’ en sellos pequeños de poco tiraje. Es apenas parte del encanto.
¿A qué viene lo anterior? Para los integrantes de la agrupación que hoy nos
acompaña, el asunto de la escogencia del repertorio, de la manera de tratarlo y de cómo
presentarlo en escena pasa por esta reflexión y por la toma de decisiones a partir de
esto. Para la muestra un botón: el conocido bambuco canción El regreso, del músico
caucano Efraín Orozco Morales (1898-1975), tiene una introducción y un interludio
originales muy bellos, además de un texto ligeramente diferente que, sin embargo, no
fueron grabados así por el dueto Garzón y Collazos, cuyos productores tomaron la
decisión de usar como introducción una sección de la melodía de la parte en tonalidad
menor, como interludio la melodía inicial de la parte mayor y cambiar algo del texto.
Se ganó en recordación del público, por supuesto, con un criterio empresarial1. ¿Qué
1 Puede escucharse la versión original del compositor, voz y guitarra, en el sitio https://youtu.be/
aknHopApcTA.
5
decisión se toma?, pues interpretar la versión canonizada, la ‘tradicional’, la que está en el
recuerdo de cierta parte del público, a cuya ampliación le apuntan. Tiene todo el sentido.
En realidad, nos movemos en un tipo de música multitemporal, que es tanto vieja por
su composición y textos, como nueva por su re-presentación y re-elaboración por parte
de los intérpretes, quienes están convencidos de que todavía tiene mucho qué decir a las
nuevas generaciones.
A propósito de lo ‘tradicional’, uno de los grandes aciertos del Dueto Idilio es, sin
lugar a dudas, el contar con un acompañamiento muy rico (tanto de riqueza como de
ricura), en el que tiple y guitarra están en un constante diálogo entre ellos y con las voces,
con múltiples posibilidades dentro de una textura general homofónica. Es especialmente
destacable la recuperación creativa e implementación de un manejo de la guitarra,
característica de las décadas centrales del siglo XX, en el que la conducción melódica de
los bajos es un elemento importante, que aporta movimiento e interés, además del que
aporta la acórdica y el uso de la armonía. Nos dice Laura, una de sus integrantes: «Hemos
trabajado mucho en el ensamble. Todos hemos llegado de maneras muy diferentes a la
música andina. Juana aporta la lúdica de su trabajo con niños, Julián trae elementos de la
guitarra eléctrica en música popular no tradicional (chucu-chucu, salsa, son), Jefferson
trae tanto el tiple como el requinto. Todo el grupo fluye: la comunicación es la base de
todo».
La puesta en escena es otro elemento destacable, pero no tanto por la vestimenta u
otros elementos externos, como por la actitud lúdica, desparpajada y comprometida en
escenario, en donde se hace evidente que el goce musical no es una impostura sustentada
solamente en sonrisas y movimientos estudiados, y cuidadosamente soltados en el
momento oportuno, sino que es el carácter de cada obra y la conciencia que se tiene de
ello, lo que conduce el discurso musical y escénico. «Queremos disfrutar la música, para
hacer disfrutar al público». Han tenido que trabajar mucho para el ensamble general
y de las voces, y, si bien reconocen algunos referentes e influencias, le apuestan a una
construcción del dueto desde el grupo, de manera experimental, en cada ensayo y en
cada tema.
Es así como la mayor parte del repertorio escogido para este concierto es de tradición
popular urbana, perteneciente a músicos ya fallecidos y conocidos por su figuración en
las décadas centrales del siglo pasado. Según los integrantes del grupo, se busca mostrar
«versiones vistas desde nuestros ojos y oídos actuales, trabajadas desde lo que es el
grupo: se trata de ofrecer frescura en una música que ha sido presentada desde unos
clichés interpretativos que nos interesa renovar». Por este origen, la inmensa mayoría
son compositores de género masculino, con canciones que presentan un tipo de amor
patriarcal, en cuyos textos la mujer es objeto del amor/deseo/recuerdo masculino y no
un sujeto activo de su amor en pareja. Es frecuente tanto el reclamo por el abandono
amoroso como la descripción de las características que mueven al amor, tópicos que son
compartidos por numerosos géneros latinoamericanos.
Es así como Álvaro Chaparro Bermúdez (1917-1999), conocido con el nombre
artístico ‘Álvaro Dalmar’, nos dice en el pasillo Sigo pensando en ti: «Dónde estás,
cariño mío, dónde estás / presiento que ya nunca volverás / no sé si en otros brazos te
6
hallarás / feliz, mientras te espero yo». Carlos Alberto Rozo Manrique (1928-2007) se
lamenta en el bambuco Mis canas, porque identifica la llegada de la vejez y llora «de saber
que ya me muero / y no te podré cantar». Por su parte, José Ignacio Tovar Medina
(1922-2007), en Camino real, describe todas las labores domésticas de su ‘negrita’, que
lo espera en el rancho para quitarle las penas, mientras José de Jesús Mazo Martínez
(1912-2003), ‘José Macías’, toma otra temática común, la del amor como sufrimiento
que roba la calma, cuando afirma: «Ojos miradme, Dios mío / no importa que sean
fatales / y que como dos puñales / desgarren el pecho mío», en Ojos miradme. De José
Alejandro Morales López (1913-1978), nos presentan en Pescador, lucero y río una
muerte por amor, mediante la metáfora de algún elemento de la naturaleza que obedece
a las pasiones humanas «porque de celos / se desbordó aquel río / entró al bohío / y se
robó el lucero». Por otra parte, Tiplecito viejo le hace un homenaje a dicho instrumento,
al que compara de entrada con Jesús de Nazareth y en el que se supone residen elementos
identitarios, paisajísticos y culturales.
Las compositoras que nos presenta el Dueto Idilio son tres, con tratamientos
distintos de géneros populares o de base campesina. Clara Calderón M. (n. 1957), por
su cercanía con los planteamientos del grupo Nueva Cultura, es quien más se acerca a las
características del género rural en El torbellino soy, conservando la estructura del texto en
coplas agrupadas temáticamente en grupos de dos. De Luz Marina Posada Montoya (n.
1974), nos presentan dos temas: La guabina A bordo de tu voz, un género urbano al que le
hacen una introducción de canto guabinero campesino e interludios en torbellino, lo que
le da un marco especial a una bella canción contemporánea que le canta al amor a través
del conocimiento del otro; y el bambuco Caminantes, que es un doloroso testimonio del
desplazamiento: «para no perder la vida / hay que abandonar el campo / pero la vida
se queda allá / se quedan los sueños / se queda la libertad». La tercera compositora es
Graciela Arango de Tobón (1931-2000) con su vals Mi huella, un canto en otra temática
de despecho presente en tantos géneros populares latinoamericanos: «aunque pretendas
negarlo, mi amor y mi cuerpo te marcaron».
La agrupación nos trae dos canciones festivas y parranderas que son muy poco
comunes en el repertorio más usual de los duetos vocales. La primera de ellas es un
pasillo anónimo conocido como El guaro, que le canta al popular aguardiente alternando
coplas con un estribillo que dice: «Tú eres la que me decía / que nunca me olvidaría /
vámonos a emborracharnos ¡qué caramba! / hasta que amanezca el día». La segunda
es otro pasillo, conocido como Satanás por su versión cantada, y que tiene diversas
atribuciones de autoría. La primera grabación de este tema, exclusivamente instrumental,
se hizo en marzo de 1926 bajo el título de El tambo, atribuida a Emilio Murillo Chapul
(1880-1942). Bien vale la pena recordar acá que este compositor registró y grabó bajo
su nombre unas cuantas piezas musicales de origen popular y compositor desconocido,
que circularon a finales del siglo XIX y comienzos del XX, a las que les hacía arreglos
de diverso tipo. Sin que esté claro el proceso, la obra comienza a ser llamada y grabada
bajo el título más conocido, Satanás, atribuyéndose la autoría al pianista y compositor
cienaguero Juan Abarca Rovira (1904-1974). Finalmente, el cantante y compositor de
música parrandera Francisco Antonio González Zapata 'el mono' (1908-s. f.), nacido en
Titiribí (Antioquia), afirmó haberle colocado letra al pasillo ya en la década de 1940,
7
reconociendo que su autor era Abarca2. Haciendo honor a su carácter, escucharemos
una versión muy divertida y llena de sorpresas: «Satanás es un negro / yo lo conozco,
yo lo conozco...»
Finalmente, hay dos canciones de origen caribeño. El portorriqueño Alberto
‘Tití’ Amadeo Rivera (1903-1968), lutier, guitarrista y director de agrupaciones, es el
compositor de Idilio, canción cuya referencia más conocida fue grabada en el álbum Hecho
en Puerto Rico, de 1993, en la magistral interpretación de Willie Colón y Ángel ‘Cucco’
Peña, razón por la cual se le atribuye la autoría a Colón. En esta ocasión escucharemos
una versión bambuquera, con algún breve llamado al merengue venezolano y un final
caribeño con improvisaciones instrumentales sobre el coro vocal. Con la otra canción de
este origen, Y deja, sucede algo parecido: en algunas fuentes se le atribuye a Alberto Vera
Morúa (1929-1996), compositor cubano de boleros que tuviera un dueto muy exitoso
con Giraldo Piloto (1929-1967), y en otras fuentes aparece de autoría de Rubén Blades
Bellido de Luna (n. 1948), quien sin duda la hizo famosa al lado de Willie Colón en una
versión con toques brasileños. Nos comentaron que en «el grupo hay un gusto especial
por la salsa y lo caribeño [...] Igual nos encanta la versión de C4 Trío como danza zuliana
[...] se incluyó por eso, porque es interesante y muy bonita».
El camino, tal parece, es uno: mostrar que tradición y modernidad no conforman
una dicotomía, que no son puntos de vista (y de escucha) antagónicos, sino que hay una
especie de continuo entre ellos. Se puede ser profundamente moderno al insertarse en
una tradición centenaria y también se puede ‘envejecer’ lo moderno, dependiendo del
tratamiento musical por el que se opte. Bien vale la pena apreciar el trabajo del Dueto
Idilio, de la agrupación que son cuatro; se trata, en sus palabras, de «un concierto que
los va a contagiar de alegría, al que le hemos puesto el corazón completo y las ganas
de compartir algo que sentimos nuestro, que puede seguir sonando y puede seguir
representándonos».
Manuel Bernal Martínez. Musicólogo de la Universidad Nacional
de Colombia. Tiene veinticinco años de experiencia como docente
universitario en la Pontificia Universidad Javeriana y en la Universidad
Distrital Francisco José de Caldas. Durante treinta y seis años se ha
dedicado a la interpretación, difusión, estudio, enseñanza e investigación
de las músicas locales colombianas. Como intérprete de la bandola
ha sido ganador en concursos nacionales, en becas del Ministerio de
Cultura, en convocatorias de Idartes y de Biblored, además de numerosas giras de conciertos
nacionales e internacionales. Ha sido jurado en concursos de música regional colombiana y en
convocatorias de investigación nacionales y distritales. Diseñó y desarrolló la familia instrumental
de la bandola andina.
2 Ver BURGOS HERRERA, Alberto. (2000) La música parrandera paisa. Medellín: Editorial Lealon, p.
169.
Foto. Nathaniel Huard
TEMPORADA NACIONAL DE CONCIERTOS
Banco de la República 2022
Consulta toda la programación en
www.banrepcultural.org/actividad-musical
¡Quibdó, prográmate en agosto para el concierto de
Ensamble Amir Amiri (Irán), música tradicional iraní!
Este concierto también se presentará en Buenaventura y Bogotá
Citación recomendada (normas APA)
"Programa de mano - Dueto Idilio, música tradicional colombiana (Colombia)", Bogotá (Colombia):-, 2022. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3710411/), el día 2025-05-01.
¡Disfruta más de la BDB!
Explora contenidos digitales de forma gratuita, crea tus propias colecciones, colabora y comparte con otros.