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l Boletín Militar de Colombia ~
~~-·-~~S.~~-D-~-~s-~~o~~--~~~-~-~~-~~~-~-~---·-·-·-~~
i DIRECTOR, Francisco J. Vergara y V el asco i
¡ General de Jn1enieroa ~
: Son colaboradores de este periódico los Jefes y Oficiales del Ejército i
.
1 PautÜ llt"f bim •ucetkr 9'" nueltro retpeto á toda• 14_. ~cotectonu, •enga 4~H~rar • U. t.
''"lifernteia. )' no• tkj• •in energía• para difnttkr la.• nuittra• ¡ .E!tRIQtiC Str:JiXI&WICS ¡
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1 + + + Bogotá, Febrero 14 de 1903 + + + l
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~0ficial--
DECRETO NUMEROgtDEt~J
(ENER.O 27)
f{Ue dispone la organización de una División
El V.Ctprtsidenll tl1 la República, mcargadc del Pcdtr F;iuuli"'l#,
DICR.ETA
Art. 1.0 Refúndese en una sola División, que llevará el nombre
de Divúión Córdoba, la fuerza que hace la guarnición de Honda,
la División Herveo acantonada en la Provincia del mi~m,, nombre,
la 2." Brigada de la División Vanguardia del Ejército de Antioquia,
acantonada también en dicha Provincia, y las Compañías
y Cuerpos sueltos de guarniciones que se hallen en el Norte del
Tolima y que no hagan parte de otras Divisiones del Ejército de
aquel Departamento
§. La División Córdoba quedará dividida en dos Columnas,
así: la primera será la misma Columna de Van2'uardia que comanda
el General Celiano Jiménez, y la segunda la formarán las
otras fuerzas que se enumeran en este artículo.
Art. 2.0 Queda segregado del Ejército de Occidente de Cun~
inamarca el Batallón Ricaurte, y del Ejército de Antioquia la 2.•
Brigada de Vanguardia, fuerzas que se refunden en la División.
Art. 3. 0 Nómbrase Comandante general y Jefe _de Estado
Mayor de esta División á los Sres. Generales David Concha y Lucio
Ruiz, respectivamente.
Art. 4. 0 Autorizase al Sr. General Comandante genLral de la
División para organizarla convenienttmente, de acut-rdo c<.n las
prescripciones del Código Militar, y rara hacer los m .. n Lrarr ientos
de empleados del Cuartel general y de Jefes y Oficial€s de los
SERB W-TOJIO 1-f 1
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l:ioletín Militar d e Colombia
'- t62 -'
Cuerpos, de lo que dará. cuenta al Ministerio de Guerra y á la Comandancia
en Jefe para su aprobación.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á. 27 de Enero de 1903·
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, ARr TID&s FxRNÁNDJ!Z
DECRETO NUMERO 108 DE 1903
(EN4RO 29)
:por el cual se crea un empleo en el Ramo militar y se le se\'lalan atribuciones
y sueldo
.KI ViuprtSidmll d1 la Repúblka, mcargado del Poder Ejemliv•,
En uso de sus facultades constitucionales,
DEC~ETA.
Art. 1.° Créase el empleo de Jefe Organizador de los Ejércitos
de los Departamentos de la República, con las atribuciones
que le señale el Ministerio de Guerra por conducto de la Comandancia
en Jefe del Ejército de la República.
Art. 2. 0 El empleado que desempeñe el puesto que se crea
por el presente Decreto, gozará de una asignaci6n mensual equivalente
á la del General Jefe de Estado Mayor general del Ejército
de la República.
PubHquese.
Dado en Bogotá, á 29 de Enero de 1g03.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El ubsecretario de Gobierno, encargado del Des_pacho, A.N:
r•~IO GunÉRRY.:z RuBro-El Ministro de Hacienda, josK RAMÓN
LAGo-El Ministro de Guerra, ARISTIDEs FERNÁrmEz-El Ministro
de Instrucci6n Pública, encargado del Despacho de Relaciones
Exteriores, Jo É Jo.,QdN CASAS·-- El Ministro del Tesoro, FRAJ\ C I ~ Co
MJ:HDOJ:.". p.
DECRETO NUMERO 109 DE 1903
(ENERO 30)
por el cual se acepta una renuncia y se hacen varias promociones
.1:1 Vicepresidente dt la RepúbHca, encargado del Poder EjecuHve,
lJECRETA
Artículo único. Por renuncia z ceptada al Sr. Sien o Pi ñero
del puesto de 1-iabilitado de la Sccci6n 4 ... del Ministerio de Guerra,
nómbrase en su reemplazo al Sr. Adelino Rozo, rara lo cual
se le promueve del puesto de Escribiente de la mi~ma ·~ ecci6n, y
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Boletín Militar de Colombia
'- 163 -'
para llenar la vacante que éste deja, se promueve al Sr. Félix González
Bravo del destino que desempeña en el Cuartel general del
Ejército.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 30 de Enero de 1903.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, ARISTIDES FERNÁNDEZ
DECRETO NUMERO 110 DE 1903
(:!:NERO 30)
por el cual se haee •na promoción y un nomoramiento
El Vicepresidenlt dt la Reptíblica, encargado «el Poder Ejee~li:P#,
DECRETA
Art. 1.0 Promuévese al General Alcides Arzayús del puesto
de jefe de Estado Mayor general del Ejército al de jefe Organizador
de los Ejércitos de los Departamentos de la República.
Art. :z. 0 N6mbrase Jefe de Estado Mayor general del Ejército
de la República al Sr. General Juan B. Tobar.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 30 de Enero de 1903.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, AltiSTIDE S FERNÁNon
DECRETO NUMERO 113 DE 1903
(ENERO 30)
po r el cu al c; e hace ua nombramiento en int erin idad
El Vicepres zam/e dt la Reptlblú:a, mcarga1o del Poder Ej t cut/vo,
DECRET.A
.Aktículo único. Por excusa aceptada al ' r. General Roberto
Villasal6n, encárgase accidentalmente del puesto d e Gobernador
Militar de Honda al Sr. General Isidoro L a sprilla, prim e r Ayudante
general de dicha Gobernaci6n.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 30 de Enero de 1903·
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro d e Guerra, ARISTIDES FERNÁNDEZ
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Boletín Militar de Colombia
'- 164 _J
DECRETO NUMERO 1 14 DE 1903
{ENE~O 30)
por el cual se señala una asimilaci6n
~~ Jl'icepresidenlt dt la República, encargado del Poder E;'tculifJI,
DECRZTA
Artículo único. La asimilaci6n de que disfrutará en lo sucesivo
el Médico del Hospital Militar de Zipaquirá, para los efectos
fiscales, será la de General-de Brigada.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 30 de Enero de 1903.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, ARISTIDRs FERNÁNDKZ
DECRETO NUMERO 1 15 DE 1903
(ENltltO 30)
por el cual se hace una promoci6n
El Vicepresidente de la República, encargado del Poder Ejecuii'H,
DltCRE,TA
Artículo único . Promuévese al General Rafael Pulecio V., del
Cuartel General del Ejército al pu esto de Jefe de Estado Mayor
del 2.° Cuerpo de Ejército de Cundinamarca.
Comuníquese y pubHquese.
Dado en Bogotá, á 30 de Enero de 1903.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, ARisTmxs FERNÁNDEZ
DECRETO NlJMERO 1 16 DE 1903
(ENERO 30)
por el cual se hace un nombramiento
El Vtcepresidenlt de la República, mcargado dd Poder Ejeculi'vo,
DECRETA
Artíc ulo único. N6mbrase primer Ayudante general del Estado
Mayor del Ejército del Tolima al Sr. General Honorato Díaz.
Comuníquese y publfquese.
Dado en Bogotá, á 30 de Enero de IgüJ.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, A~sTmxs FUN.ümu
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'- 165 _J
DECRETO NUMERO 117 DE 1903
{li'NERO 30)
que acepta una renuncia
El Vteepresidmle de la RepúbHca, encargado del Poder EjuuHvD,
DECRETA
Artículo único. Acéptase la renuncia que presenta el Sr. Ma.
nuel Vicente Esquive} del puesto de Oficial Supernumerario de la
Sección 1. • del Ministerio de Guerra
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 30 de Enero de 1903.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, ARISTIDES FERNÁNDEZ
DECRETO NUMERO 118 DE 1903
(ENERO JO)
por el cualae concede una licencia y se hace un nombramiento en interinidad
El Vt'cepresidenle de la Repúbhca, encargado del Poder .Ejeculi1Jo,
DECRETA
Art. 1.0 Concédese la licencia que solicita el Sr. Daniel de J.
Brigard para separarse del puesto de Proveedor de la Intendencia
general del Ejército, por el término de noventa días contados desde
el del 1.0 mes entrante.
Art. 2.0 N6mbrase interinamente en reemplazo del Sr. Brigard,
por el término de la licencia concedida á éste, al Subjefe
de la Proveeduría, Sr. Luis Carlos Corral.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 30 de Enero de 1903.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, ARISTIDES FERNÁNoxz
DECRETO NUMERO 1 19 DE 1901
(ENERO 30)
que confiere un ascenso
El Vtctprtsidenlt de la República, encargado del Poder Ejeculi'v1,
DICRI:TA
v ;Ardcúlo único. Asciéndese á General graduado al Corone)
jos~ María Restrepo Briceño.
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'- 166 --'
§. Dése cuenta al honorable Senado en sus próximas seiiones,
para los efectos constitucionales.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á JO de Enero de I903·
]OSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, ARrSTIDES FxRNÁNoxz
DECRETO NUMERO 120 DE 1903
('EJURO 30)
por el cual se hace un nombramiento
.El Viceprtsidenle dt la República, encargado del Poder Ejecutivo,
DECitETA
Artículo único. N6mbrase jefe de la Oficina de Teléfonos
del Ministerio de Guerra al Sr. Julio R. Escobar, con el sueldo que
le señala el Decreto ejecutivo número 335,de 20 de Febrero de 1902.
Comuníquese y publf uesc.
Dado en Bogotá, á 30 de Enero de Igc>J.
JOSE MANVEL MARROQUIN
El Uini tro de Guerra, l\RtSTIDtt FERNÁNoxz
DECRETO NUMERO 121 DE 1903
(ENERO 30)
que hace una promoción y concccle una autoritación
El Vtápresidmle de la Repúbhca, encargado del Poder Ejeculi'v1,
DECRETA
Art. 1.0 Promuévese al r. General Roberto Urdaneta del
puesto de Comandante en Jefe del primer Cuerpo de Ejército de
Cundinamarca, al de Inspector general de los dos Cuerpos de Ejército
del mismo Departamento.
Art. 2. 0 Autorfza!:>e al t xpn!s] primer Cuerpo de Ejército de
Cundinamarca,de acuerdo con las prescripciones del Código Militar.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 30 d i..· En·.· ro de 1903·
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Mini5tro de Guerra, .ARISTmxs FxRNÁNoEz
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DECRETO NUMERO~~~ DE 1901
(KNEltO JO)
por d cual se c Pecuados, á pasar el verano. El Sr. Obaldía nos
acompañaba y nos presentó á tan hospitalaria colonia. Esta era la
única gente blanca residente. Al punto nos adoptaron en la tribu,
y en efecto dormíamos en el campamento y comíamos con la familia.
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L 173 ..J
La bella señora no admitía excusas. La finca del doctor mide
450 acres de pradera fértil y terreno ribereño, la mitad cubierta de
maderas. Los lectores hambrientos de datos se interesarán en saber
que esta hermosa finca le costó 20 centavos (sic), que es el honorario
que le costó extender la escritura del caso. Dista sólo
dos millas del agua salada, pero las vueltas del río al través del llano
hacen necesarias tres ó cuatro horas de viaje en canoa. Cultiva
plátanos y cacao principalmente. Dice que los monos le disminuyen
las cosechas; porque destruyen má~ de lo que comen. Tenía
una piel de tigre, de cinco pies y medio · de largo, con una
cola de dos pies y medio. Allí conocimos á otro huésped transeúnte,
uno de dos hermanos jóvenes solteros, de quienes estamos
reconocidos por sus atenciones. Tiene una finca cercada de alambre,
dedicada á la cría de ganado mayor, al lado Este del río FoRseca,
la cual incluye como dos millas cuadradas de pradera. Su concesión
se extiende 12 miilas por el río con área proporcionaL Los
linderos aún no están demarcados en el terreno ni descritos en ningún
plano ni escritura. Abraza 47 millas cuadradas, más del tamaño
ordinario de un condado de Pensilvania.
-------..a..-------
LA GUERRA DE MONTAÑAS
VENTAJAS É INCONVENIENTES DE LA DEFENSA Y DEL ATA•
QUE EN PAÍSES DE MONTAÑAS
Traducido por el Capitán D. Adriano S. Juárez (argentino), de la obra del Barón
General F. d~: Kuhn \.au~tnaco)
DEFENSA
VENTAJAS DE· LA DEFENSA
a) Fuerza de la defensa relativa.-Es sobre todo á propósito de
los países de montaña como se puede decir, con el General Clausewitz,
que la defensa es la forma más potente del arte de la guerra.
Se encuentran á menudo en las montañas, sobre todo en las altas
montaña-,, posiciones que, aun desde el punto de vista táctico, no
pueden ser forzadas, tanto de frente como de flanco, sino por fuerzas
muy superiores en número y á costa de sacrificios considerables
en hombres, y al cabo de un tiempo bastante largo.
Existen aún postc10nes que son absolutamente inatacables.
Sería, sin embargo, un error querer hacer de estas posiciones,
fa.,.orables á la defensiva absoluta, posiciones de defensa pul amente
pasiva de un pafs de montaña. Como se verá adelante, un
sistema semejante de defensa no conducirá á ningún resultado ven-
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Bo1etin Militar de Colombia
'- 17-4 --'
tajoso. Es de otra manera como se saca partido de las ventajas de
estas fuertes posiciones.
El defensor puede utilizarlas haciéndolas ocupar por pequeños
destacamentos, que lograrán detener al atacante bastante tiempo
para permitir á las reservas tácticas y estratégicas, colocadas más
á retai!"uardia, llegar á tiempo y caer á su vez sobre un enemigo
ya debilitado por ataques infructuosos, y aun tomar la ofensiva.
Una posición semejante puede aun servir de punto de apoyo
á los grandes movimientos estratégicos envolventes, cuya ejecución
será naturalmente confiada á las reservas estratéi!"icas, mientras
que las reservas tácticas detendrán al enemigo tanto tiempo como
sea posible, delante de la posición misma.
Creemos, pues, que tales posiciones, relativamente muy fuertes,
asegur¡rán, cuando se sepa sacar buen partido de ellas, ventajas
reales para la defensa de un país de montaña ; ventajas que se
podrían hacer aun más significativas fortificando ciertos puntos importantes;
ejemplo: la defensa de las Termópilas, cuya historia
es suficientemente conocida.
En 1800, el desfiladero de Bodenbuchel, situado sobre el camino
que conduce de Salzburgo, por Reichenhall, á Zell-am-see,
y que cierra, con los desfiladeros de Stein y de Knie, el acceso al
desfiladero principal de Strub, fue infructuosamente atacado tres
veces por fuerzas superiores en número. El tercer asalto, con 2,500
hombres, fue vigorosamente rechazado por los cazadores tiroleses
y salzburgueses, que apoyaban débiles destacamentos autriacos.
El enemigo dejó cerca de 400 muertos sobre el teatro de la
lucha.
El desfiladero de trub fue defendido con un heroísmo seme
·jante en 1805 y 1809 ccmtra fuerzas muy superiores en numéricas.
El camino que conduce á Salzburgo por Lofer á Saint- Johann
en el Tirol, atravie5a el desfiladero de Strub, formado del Iad<;>
Sur por las pendientes escarpadas del Steinberg y por los flancos
del Strubkoff, que se levanta á pique del costado Norte.
El Steinberg se compone de un macizo montañoso silvestre y
desolado, cuyos vértices alcanzan una altura de más de 7,000 pies.
La montaña situada más al Sur, el Franchhorn, desciende á pique
con el Bauergeschoss hasta el desfiladero de Strub.
En el lugar más estrecho del pasaje se encontraba una obra
fortificada que se componía de un block-house y de una torre. Un
muro aspillerado formaba el desfiladero. El camino pasaba por dos
puertas. Esta obra se encontraba sobre el territorio del Tirol. Otra
obra, levantada sobre el territorio de Salzburgo, protegía el desfiladero
de Mollenstein, que comienza en la frontera del Tirol.
En los alrededores, un ¡olo sendero, únicamente practicable
para los montañeses, c:l Hulfersteig, permitía enYolver estos dos
desfiladeros!
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'- 175 _.)
Un poco más lejos se encontraba otro camino que, partiendo
de Saalfelden, atravesaba el Griesen-Pass, pasaba por Hochfilzen,
y costeando en seguida el lago de Pill (Pi11ser-See ), desembocaba
detrás del desfiladero de Strub.
En el año de 1805 este desfiladero estaba ocupado por 1,300
hombres de tropas regulares (dos batallones de Klebeck, un batallón
de Kerpen y 110 dragones de Mela5), con dos cañones, y además,
por 2,300 tiradores nacionales (Landes Schützen), en todo
3,6oo h')mbres, bajo las órdenes del General Conde de Saint Juhen.
La División bávara Deroy, compuesta de las dos brigadas Minuzzi
y Marsigli, fuerte de 7,000 hombres, con 24 cañones, había
recibido el 30 de Octubre, del Mariscal Bernardotte, la orden de
penetrar en el Tiro) por Reichenhall.
El r .0 de Noviembre se apoderó de los desfiladeros de Bodenbuchel,
de Stein y de Knie, y marchó sobre Lofer.
El 2 de Noviembre, á las 9 de la mañan;¡, el General Deroy
avanzó contra el desfiladero de Strub y trat6 de envolverlo con
tres compañías, pero fracasó completamente. Hacia el medio día
hizo avanzar la brigada Minuzzi, guardando en resena la brigada
Marsigli, que llegó á Lofer á las 5 de la tarde. Dos compañías
de la 1 ." brigada, mandadas por el Mayor Haynau, rodearon
lo atrincheramientos del desfiladero de Mollenstein, hicieron
saltar la parte principal que cerraba el camino, destruyeron las
palizadas, y permitieron así á las tropa de la brigada Minuzzi,
colocadas sobre el camino, penetrar en el de filadero. Pero en
este momento dos batallones austriacos salieron d . 1 desfiladero de
Strub y rechazaron á los bávaros fuera del desfiladero de Mollenstein,
haciéndoles sufrir pérdidas considerables.
El 3 de Noviembre, en la madrugada, fue tentado un ataque
general por la División Deroy, el que fue rechazado por un fuego
terrible de fusilería.
Un segundo ataque corrió la misma suerte.
Hacia el medio día el General Deroy, formando. u tropas en
columnas cerradas y haciendo apoyar su movimiento por fuegos
de salva, ejecutado. por 12 de sus piezas, tentó un tercer ataque,
que fue igualmente rechazado.
Un cuarto asalto, ejecutado por la brigada Marsigli, y en el
cual' fue herido el General Deroy, tampoco tuvo éxito.
El combate, que había durado más de ocho horas, cesó, y los
bávaros comenzaron á marchar en retirada á las 4 de la tarde,
habiendo perdido 18 Oficiales, de los cuales 2 Generales, y 1,500
hombres de tropa.
Las pérdidas de los austriacos fueron sólo de 170 hombres.·
La defensa dt:l mismo desfiladero, en 18og, fue aun más brillante,
aunque menos feliz en sus consect.:encias; y c!f'be, por la
energía y valor de plegado por un puñado de hombrc!:i, ser colocada
en la misma categoría que las de las Termópilas.
Cosa inexplicable: el desfiladero de Strub no estaba defendido
en ese año sino por 300 tiradores de la milicia tirolesa, por
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'-- 176 _J
una ftledía compañía de infantería, y por una media compañía de
cazadores; en todo, cosa de 400 hombres con 2 piezas de á 6.
El 10 de Mayo la División bávara Wrede recibió del Mariscal
Lefebre, Duque de Dantzig, la orden de atacar el desfiladero.
El 11 de Mayo, 3,000 hombres con 4 piezas de á 12 y 8 obuses,
fueron designados para este ataque.
Los atacantes eran, pues, ocho veces más numerosos que los
defensores. A las 6 de la mañana, la artillería del ataque abrió el
fuego y redujo bien pronto á silencio las dos piezas de la defensa.
El General Wrede lanzó entonces la brigada Minuzzi adelante
: los defensores resistieron valientemente, y rechazaron cuatro
asaltos ejecutados por un adversario muy superior en número.
El combate había durado nueve horas; la mayor parte de
los defensores habían encontrado una muerte heroica ; las fuerzas
de los sobrevivientes estaban agotadas, cuando hacia las 3 de
la tarde el General Wrede dio la orden de renovar el ataque.
Fue solamente después del sexto cuando los bávaros lograron
apoderarse del desfiladero, habiéndoles costado esta posición 2,000
hombres entre muertos y heridos.
La historia nos enseña aún que las ventajas que presenta la
defensa en los países de montaña tienen á menudo por consecuencia
conducir al defensor á tomar medidas inconvementes, á resolverse
por planes muy defectuosos, á separar sus fuerzas y á volver
al sistema llamado de cordón, sobre el cual nos proponemos insistir
cuando expongamos los inconvenientes de la defensa.
b) Factlidad de las maniobras-El defensor puede preparar de
antemano las Hneas llamadas á ejercer una influencia capital sobre
el resultado final de la defensa, tales como las líneas de operaciones
y de maniobras, y hacerlas cómodamente practicables para
todas las armas.
De esta manera se asegura la ventaja de poder lanzar rápidamente
sus reservas sobre el punto más amenazado; tomar la
ofensiva cuando ha rechazado al enemigo; hacer pasar sus reservas
de un valle lateral al valle atacado; caer sobre los flancos y
sobre la retaguardia del adversario, y cortarle sus comunicaciones.
Siempre que las comunicaciones hayan sido cuidadosamente
preparadas de antemano, se habrá asegurado el medio de poder
ejecutar rápidamente y con más probabilidades de éxito un ataque
de este género.
e) Facz1idad del aprovisionamimfo.-Cuando se dispongan y repartan
las tropas conforme á los verdaderos principios que desarrollaremos
ulteriormente, el aprovisionamiento se hará sin dificultad.
Es según esta disposición de las tropas como se determina el
emplazamiento de los almacenes y la repartición de los viveres,
cuestiones de que ya trataremos de modo especial.
Todas las vueltas ofensivas del defensor podrán, pues, ser
ejecutadas con tropa convenientemente provista y por consiguien-
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Boletín Militar de Colombia
\.... 177 .....)
te, vigorosas, siempre que se haya juiciosamente repartido y colocado
los diferentes cuerpos. Si, al contrario, se les colo ·a n
cordón, su aprovisionamiento presentará forzosamente grandes d; i•
C ultades.
INCONVENIENTES DE LA DEFENSA
a) Vigilancia de los mtnurosos pasos que conducen al país qut se
quiere defender-En razón del estado actual del cultivo de las tH r·as
y del desmonte, cada día creciente, de las montañas, no h á mucho
tiempo cubiertas de bosques, muchos caminos, unos naturales, otr 1S
artificiales, pero todos practicables para la infantería y artille¡ ía
de montaña, penetran en el macizo que se propone defender.
Cuanto mayor sea el número de pasajes y caminos de este
género, tanto más tropas es necesario emplear para vigilarlos, á
fin de poder resistir, aunque sólo sea momentáneamente, el ataque
del enemigo; y por consiguiente el defensor se verá más obligado
.á debilitar las resénas colocadas á retaguardia.
El hecho mismo de que el enemigo puede, gracias á la t>.·istencia
de comunicaciones tan numl"'rosas, multi!Jlicar cómodam< nte
sus demostracion e ofensivas, hace más difícil para la d ft·nsa
la determinación del verdadero punto de ataque.
Esta circunstancia, unida á las ventaja indicadas a .- iba,
que fluyen de la fuerta relativa y algunas veces de la fut •r7a absoluta
de la defensa de la montañas, ha tenido, sin embargu, e:.. n
la mayor parte de los casos, por r sultado la adop~ión dt 1d ·as
falsas y falsas medidas, es decir, del si tema de conlún. e pn· Pndfa
de esta manera no sólo cuirlar, si o tambit.!n d •fer.d ·r oh ti nadamente
todos los pa os que conducían al pab, é impe dir ~1 acceso
del enemigo á él.
e quería, en una palabra, comenzar la defensa absoluta, si no
sobre la frontera mi ma, pc,r lo menos en su proximidad inmediata .
Para alcanzar e te resultado era necesario naturalmente cupar
con tropas todas las entrada y todos los pa aje .
En razón mi ma de la extensión del frente estratégico orupado,
el número de tropas colocarlas en primera lftv- a alcam~aba
proporciones tales, que no quedaba casi nada para formar las n -
serva estratégicas á retaguardia. Se esperaba así lograr r si tir
sobre todo los puntos, porque puestos aún más débiles de los 'r e
se empleaban, habfan siempre logrado oponer, en circunsta n Í"S
análogas, una larg-a resiseencia al enemigo; pe ro no s C(•n irl~-·r aba
que su resisten cia había sido relativa y no absoluta; que 1 n rt·aIidad
esta resistencia había sido larga con n·lación á la fur>r za t ncargada
de la defensa, pero que cada puesto había terminado flor
ser tomado desde el momento en que el ataque era lle\ a do cun
alguna enPrgía.
Esta disposición en cordón aumentaba singularmPnte las dificultades
del aprov/sz'tmamt'mlo: las tropas sufrían toda clase de
privaciones; en las altas montañas estaban expuestas á los rigores
de la temperatura, debilitándose física y moralmente, sobre
SERIE IV-TOMO I-12
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tloietín fvli:itar de Colombia
\._ J 78 ....J
todo cuando semejante estado de cosas se prolongaba, aun antes
que el enemigo hubiese pronunciado un ataque enérgico sobre un
punto que eligiera cómodamente durante este tiempo, y que le
pareciera el más favorable desde el doble punto de vista táctico y
estratégico.
El atacante comenzaba por hacer demostraciones contra to ..
das las posiciones ocupadas por el defensor; en seguida salía de
sus acantonamientos con tropas frescas y bien alimentadas; forzaba
luégo el punto que había elegido, sea atacándolo de frente,
sea envolviéndolo pot· uno de sus flancos por los senderos meno1
vigilados, y se apoderaba del pasaje. Todo el cordón defensivo se
encontraba roto de un solo golpe, y como no se disponía de suficientes
reservas, prontas para reparar el descalabro, la defensa
se encontraba, en pres ;ncia de una ofensiva enérgicamente conducida,
en la imposibilidad de reunir sus fuerzas.
El ataque se hacía aún más fácil cuando el atacante, dueño
de las crestas del macizo montañoso, se encontraba en presencia
del defensor, establecido sobre fuertes posiciones en los diferentes
valles que partían de esta montaña. La posesión de una sola de
estas posiciones bastaba casi 5iempre para hacer caer todo el sistema
defensivo.
e forzaban las posiciones, sea de frente, cuando el defensor,
á fin de apoyar sus alas al pie de las montañas, se había extendido
demasiado sobre la derecha 6 izquierda ; sea de flanco, cuando
había dejado una d sus alas en el aire, es decir, sin apoyo, en
razón de no creer en la po. ibilidad de un ataque por este lado.
Fue así como tuvo lugar en 1799 la toma de la posición de
Taufers.
Fuertes column« , formando la · ala del ataque, dese ndieron
de las crestas hasta los últimos contrafuertes de las montañas que
flanqueaban 1 valle que se qu ría atacar, y envolvieron la posición
en miga.
El defensor. fJJt nc, h!nfa re ervas e tratégicas suficientemente
fuertes, debía darse por muy feliz con poder reunir en el valle
principal situado más á retaguardia de la meseta, sus tropas que
ha Lían sido dispersadas en todas direcciones.
Se puede citar como ejemplo de la defensa de montañas por
medio del sistema de cordón, la defensa del Tiro! n 1799, y la de
los Alpes Marítimo y de la Brochetta en 1796, por el Ejército
austropiamontés.
Una defensiva absoluta, Lasada en las ideas que acabamos de
exponer, lleva en sí misma el g rmen de la derrota del defensor,
y una catástrofe trágica.
d) Dificultades de va d lo lejos, de descuór/r d pr/nápal objd1i:o
del enum:r;o y de dútz'nguirlo de los falsos ataques-A causa de la conformación
del terreno, el def nsor se encuentra en la imposibilidad
de adivinar el plan de ataque y de sorprender las maniobras
del adversario.
Está reducido á los partes de sus espías, y cuando comienza
el ataque, para basar sus comunicaciones y su plan, sólo cuenta
con las noticias enviadas por sus avanzadas .. -Conl7nú«
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Boletín Militar de Co~omb1a
'- 1 79 _.)
LA GUERRA Y SU ENSEÑANZA
1 ., 1 1
CONFRRENCIAS DE UN CAPITAN DE COMPANJA A SUS CLASES Y OFICIALES
(De la Rn~isla ád Bt~ldlts Militar de Buenosaire~)
(Continúa)
Agregaré que las circunstancias pueden exigir que nos quedemos
un tiempo en la defensiva, pero será una defenszva ifmsz'va,
en la cual se busca la oportunidad, el momento favorable para tomar
la ofensiva por un contraataque . Es aún el caso del duelista
que hace quites hasta que encuentre un claro p or donde meter la
punta de su florete. Terminará esta reflex ión diciendo que esta verdad
es elemental, y es útil al jefe de escuadra ó de sección tanto
como al de un ejército de cien mil hombres. Insistirá mucho en
esta parte, sobre todo si es necesario rebatir opiniones :avorables
á la defensiva pura, basada en razones de orden geográfico ú otras
opiniones no sólo falsas, sino aun peligrosas, puesto que, á la larga,
· la defensiva y su idea acobardan á los que creen en su eficacia.
Cuando haya dado algunos ejemplos, que serán perfectamente
comprendidos por las clases, pues se trata aquí de algo que se
aprecia con el simple sentido común, les dirá que la ttl/lz'zadón dtl terreno
no es acurrucarse donde se encuentre uno bien abrigado. Así
como la guerra hase emancipado de las formas rígidas, lo ha hecho
del terreno. Un escritor militar francés, el Coronel Maillard,
lo dice muy bien: "No elegimos el terreno del combate; no es el
terreno, pues, sino la situación táctica, es decir~ nuestra misión de
combatientes, 1 fin que buscamos, lo que ~1os guía en la elección
de una posición." Una sección ó una escuadra estaría muy bien
echada detrás del terraplén de una vía de ferrocarril .... pero como
no podrá tirar sin ·ocupar una posición algo más elevada, es ésta la
que será buena para el combate y no aquélla. Esta reflexión 11evará
naturalmente al Cafiitán á hablar de la Yerdzdera utilización
del terreno, es decir, de la manera de hacerlo nuestro auxiliar en
la ofensiva, manera que ya habrá sido enseñada por él á las clases
en los jercicios en el campo, de acuerdo con la · prescripci nes de
nuestros reglamentos.
El Capitán entonces agregará que si bien totlo lo que enseña
ó recomienda es sencillo, no se lo sabe sin habr;:rlo estudiado, y
que su conferencia no es sino un progra:na de estudio; que para
mandar aunque sea cuatro soldados en el combate, es necesario
saber.
Las t..ualidades del carácter, como lo decía ~1 Mariscal Bugeau'l,
son sin duda las más preciosas, pero aun así, ¿á r¡ué conduciría
la ene rgía de un ignorante incapaz de elegir el camino que
conduce al objeto que se busca? La inacción es sin duda peor
r¡u~" l!i'il nc.tivirlad medianamente sensata, ¿pero si esta actividad
es J-:! t -:.- lu J..:scabellada? Instruírse, pues, ya que las faltas come-
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'- 180 _J
tidas por ignorancia ó incapacidad, cualquiera que sea la importancia
del mando que tengamos, división, sección ó escuadra, pueden
traer catástrofes irreparables. Se han visto posiciones tomadas
por un puñado de soldados bien mandados, después que un Jefe de
carácter, pero ignorante, había sido rechazado de ellas, sembrándolas
de miles de cadáveres de sus soldados. Es pensando en esto
como se ha dicho: "no trabajar es un crimen." En efecto, es la
sangre del soldado, que pagará la ignorancia del Cabo, del Sargento,
sin ir más arriba ....
Y lo que tenemos que saber, agregará el Capitán, e!i muy
sencillo, pues la combinación de los medios y procedimientos no
nos incumbe, sino la ejecución de aquéllos, es decir, la realización
del pensamiento del Jefe.
Como los ejércitos :10 son ya una máquina inconsciente, sino
un organismo cuyas partes funcionan individualmente, debemos
ser conscientes, comprender lo que hacemo'), para lo cual debemos
e~tudiar. Seguramente la guerra no se hace co:1 fórmulas;
en ella no hay panaceas, y todas las cuestiones de táctica son discutibles;
pero es también seguro que ~¡ la instrucción y la inteligencia
no son el genio, á él cunducen, y que sin picar tan alto,
dan capacidad y talento, los que, con el carácter y la energía, sun
virtudes militares al alcance de todos.
Como e ve, el Capitán no ha dicho nada que sea inferior á
la intelectualidad de sus Teniente::., ni superior á la de sus Cabos y
Sargentos. Al reunirlos á todos t'n una misma conferencia, no ha
rebajado el nivel intelectual de aquéllos, pero sí elevado el de lús
últimus, y creado, ademá , un lazo de confraternidad militar qne
lo e también de indisoluble disci¡.>lina.
Hasta aquí las conft:rencias van dirigidas á túdas las armns.
Las siguientes serán en special de infantc•rfa. Pero serán facilmente
tran formables en conferencia de caballería y artill ría.
CUARTA CONI<'ERE.'CIA
El Capitán explicará que en la guerra, más aún que en la paz,
cada uno debe tener u responsabilidad, y que la conciencia que
de ella se tiene, exalta el carácter y da á nuestras facultades su
pleno valor.
Un Reglamento alemán dice que la t'nidaliva de los cuadros suballernoJ
e la ba e de los grandes éxitos en la guerra, y tiene mucha
razón, pue. to que 1 combélte se llt>va á callo pur lfneas de
guerrillas y el a vanee de las cumpañía , y que son lu cuadro· ubalt
rnu_ Jos que dirig~n á la tropa, la llevan hacia adelantP, y
la · Latallas, dice Dragomiroff, se ganan con ~oldados que e:, necesario
content•r, y no con gLnte que s ir.dispen_able mpujar.
Otro General ilu~tre, Von der Goltl, dice: "La iniciativa t s la
fuerza de los ejércitos modernos; la obediencia pasiva ya no basta."
¿Debe reglamentarse la iniciativa? No, pues reglamentatla
es matarla.
Nuestros Reglamentos tienen por base la iniciativa. El de serTicio
en campaña, en su capítulo 23, la impone formalmente: HEs
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'- 181 _1
un deber en todos los escalones de- la jerarquía." Es decir, hasta
el soldado inclusive.
Este capítulo 23 deberfa aprenderse d e memoria, después de
lo cual vendrían los comentarios del Capitán, que tendrían especialmente
por objeto hacer comprend~r á los Cahos y Sargentos
-qu~ serían en campaña no sólo jefes de escuadra, sino aun de
d e tacam entos, reconocimientos, patrullas, rondas, escoltas, de diez
mi iones más, en las cuales no tendrían jefe, y estarían obligados á
tomar p0r sí resoluciones á vec es in tantán eas- ue la inictativa
le es tan necesaria como á los Oficiales.
El Capitán encontrará sin mucho trabajo, en su memoria 6 en
libros militare , ejemplos interesantes en que Sargentos, Cabos y
soldados han realizad...> hazañas merced á su es~íritu de iniciativa.
Terminará diciendo que iniciativa supone inteligencia y relativa
ilu tración, las que se adquieq~ n rcfi c: xi onandv con frecuencia
en lo que ven hacer ó hacen en las operaciores d l campo de ejercic
ios ó las maniobras de campaña, en las qu e, p:.>r su parte , sabrá
colocar á menudo á sus clases en situaciones tales, que lmgan qut
haca algo por si.
QUL'TA CONFERENCIA
H o y, dirá el Capitán, no ocuparemos en los fuegos: principal
medio de combate de la infantt•r ía, como dicen los reglamentos
todo : e l arg·emino, el alemán, el francés, lo que no es completame
nte e xacto, pue sto que el fu e g-o, en suma, no es ~ino un medz'o
p1 ·ovisz"onal, el definitivo y fundamental, siendo la mrzrcha hada el mttmg-
J, la ufen~iva bien marcada y Je ' idida, el ataque a la bayoneta,
e l úni co que haga dar vu e lta al enemigo.
H Avánza y pé ra: S la tácti ca d 1 ataqu ."
A í ele cía o u raroff, pi.:! rO hace un sig-lo, cuando la potencia
del fu . il e ra la décima parte de la de 1902. E ta má,·ima ru a, cons
e rv"lda y xag-erada, y que causó á loo; ru os tantos descalabros
en la gue rra de hace veinti cincu año contra los turcos, (.S e:vtdente
m e nte teme raria a í enunciada; pero cuando el avance á bayon
eta calada ha sido bien preparado por el fuego, ese a vanee es condi
c ión indispensable de la vi ...: toria.
Tirar mucho y bien, y quedarse en sus posiciones, como lo hacían
hace poco los boers, es poco meno::; qu e inútil. E- · un hermoso
discurso que no concluye. La ofensiva siempre, y aun la ofensiva
en los movimi· ntos y en la lucha: hé aquí todo.
Dicho esto, que por cierto no tiene !JOr objeto desacreditar á
Jos fuego , ino prestigiar a la ofensiva-lo que felizmente está en
nuestra índole,-agr garemos, dirá el capitán, que antes de atacar
avanzando, hay que batir en brecha al enemigo que se quiere
abordar. Para ello, primero la artillería. Pero ella sola no basta.
La infantería debe proceder á la pr"paración de su ataque con
su fuego. Y no creáis que sea esto táctica general solamente.
Un Sargento con su escuadra se encontrará á menudo, sobre
todo en la guerra de montañas, en la situación de hacer papel
aparte, de atacar con sus veinte hombres á otros tantos enemigos
bien situados.
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'- 182 --'
No lo criticaré mucho si corre así no más hacia ellos, porque
tiene inmenso poder una actitud resuelta; pero, como regla, obrará
prudentemente, tratando de meterles algunas balas primero,
causarles dos ó tres bajas, después de lo cual su ataque contra gente
ya temerosa, tendrá más probabilidades de buen éxito.
Es bien evidente que este procedimiento, la preparación por
el fuego, se impone más al Oficial que manda una sección ó una
compañía, porque la masa que úna ú ótra presenta, el blanco, es
más vulnerable. Y aquí interviene un procedimiento de orden más
elevado, ya táctico; dividir su fuerza para envolver un ala. Primero
combate de frente, con más ó menos energía, como el perro
que ladra sin morder. Después se exti~nde á un flanco, hace marchar
un grupo á derecha ó izquierda, el que va á tomarlos por el
fla!lco, sm ser visto, si es posible, porque un peligro que el enemigo
no ha visto <;e multi¡.>lica por diez, y si no es posible, dejándose
ver. Aun en este último caso, sobre todo si hemos seguido ocupándolo
mucho á su frente, ese ataque de flanco le obliga á marchar
hacia atrás, y lo desmoraliza y prepara su derrota.
A estas reflexiones, que son generalidades, el Capitán agregará
lo que dicen nuestros reglamentos sobre el fuego avanzado,
la disciglina del fuego, el arte de aprovtchar el terreno, lo que evidentemente
no es pegarse á él, ser su ec;;clavo, enterrarse en una
zanja ..... Toda posición que ocupamos, regimiento, batallón, escuadra,
es como un trampoHn desde el cual saltaremos más lejos ......
El tema es vasto. El Capitán lo tratará, sin perder de vista
que el fuego es el principal medio de preparación del triunfo, pero
que éste sólo e obtiene marchando contra a memigo has/a asa/lar/o.
Tanta pers nas repiten hoy la enorme herejía de que la
defensiva es uperior á la ofensiva, que no podrá nunca desmentirla
bastant \ y jamás repetir con sobrada energía que no se vence
sino atacando, saltándol t>ncima al enemigo ...... Esta verdad de
orden psicológico vale por todos los tratados de pretendida ciencia.
El General que vence, y el Cabo, e,; el Cabo Vorwartz, el Cabo
Adelante ......
Cuando el Capitán haya dado algunas conferencias del género
de las que hemos esbozado, habrá ya comunión de pensamientos,
unidad de doctrinas entre él y sus cuadros. Su compañía, su escuadrón
ó batería serán en verdad, y sólo entonces, en umaades. Antes
eran agrupaciones deleznables al primer soplo de guerra. Que las
haga, pues, sencillament~, como conversando, pero con la voluntad
de penetrar en las inteligencias, de persuadir á sus compañeros de
armas .... y estamos seguros de que, á más del provecho, encontrará
en ellas satisfacción. ¿Cómo podría, al disponer de tt einta inteligencias
abiertas, no sembrar en ellas sus conocimientos y sus
doctrinas ·?
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'- 183 __,}
ENSEÑANZAS DE LA GUERRA ANGLO-BOER
¿Cuál deb:! s ~ r la form-\ ea que se llevará á cabo en una f~ttura guerra un ata•
que frontal de infantería, tratándose de terreno descubierto? •
(Escrito por el Tmimte Coroml Rolo vo11 Komalzki, Profesor de la E. S. d~ G.)
Muchas y muy variadas son las enseñanzas que se desprenden
de la guerra anglo-boer; pero las más preciosas son las que
se refieren á los efectos producidos por las armas modernas, y '
las modificaciones que habrá que introducir en la táctica de combate.
Ambos adversarios emplearon armas creadas por una técnica
de las más perfeccionadas, fusiles, ametralladoras, cañones
de tiro rápido y cuya munición estaba cargada con pólvora sin
humo. Ambos adversarios han tratado de adaptar sus operaciones
tácticas á las necesidades que se presentaron como consecuencia
de la mayor eficacia de las armas modernas. También en esta.
guerra se ha comprobado la verdad de que bajo la influencia de
nuevas armas, van creándose formaciones tácticas completamente
nuevas.
La guerra en el Africa del Sur ha planttado una multitud de
~uestiones y problemas.
Un número relativamente reducido de estos últimos ha recibido
una solución definitiva; para la mayor parte falta buscarlos
todavía.
Pertenece á esta última categoría la cuestión : ¿ cóm1 debt umduciru
hoy la infantería cuando lilm que tjteular, tn terreno D&scuBUtRTO,
u1z ataque frontal!
Para la solución de este problema encontramos algún material,
algunos indicios en la guerra anglo-boer, por cuyo motiYO
trataremos de fo'rmarnos una idea sobre el desarrollo probable de
un combate de esta natural~za, y sobre las condiciones en que debe
llevarse á cabo.
El caso que vamos á analizar se refiere, lo repetimos, & un
movimiento de ataque ejecutado por cuerpos de infantería en una
llanura completamente descubierta. En nuestra suposición podremos
admitir que la infantería del agresor luche sola contra la del
defensor, ó que ambos adversarios cuenten con el apoyo de la artillería.
Interviniendo esta arma en el combate, será preciso que la
arll1lería dtl agresor cuente con una superioridad numérica indiscutible,
ó que á lo menos tenga un efecti 'lO tal, que atraiga constantemente
sobre sí el fuego de las baterías enemigas.
• En el presente trabajo se utilizaron las conclusiones á que lleró ua
Ofici_al alemá'_l, quie? despu~s de ~aber tomado parte en la guerra anglo--boer,
pub .hc~ sus 1mpreswnes baJo el htulo de MiMii,-údu B'tracklu1lgm uber tlttl
Krttg m Sud-Afrika (Beiluft del Militar W1chmblatt, r9or), así como el Co.
mandante von Lindenau,
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\..._ 184 -'
F• e...,tas condiciones se desarrollan los combates d.e Magers.>.
f L~i C;h nzo y Spion kop, contando en ellos los ingleses con
u t •er iuridad numérica muy considerable, y tratándose en tod
, ' .. t 1s acciones de guerra de ataques frontales.
~:ntrando en materia, vamos á examinar en primer lugar la
f, Pll? 1 n -:¡ue los z'nglests ejecutaron sus movimientos de ataque,
t · 1d ' d . pué de la manua como combatieron los botrs, para
u •• rar fi1.almente una contestación adecuada á la pregunta que
rnu)¡¡ mo. arriba.
P.,r,·ce ser cierto que los Jefes y Oficiales que vinieron cort
Ja t- ,pa de la India y de las Colomas inglesas, no tenían idea muy
el '" de
a•n 1 dt' lus inglt.sC'S, fue la custumbr~ de hacer entrar á las dif
r··nt• : Brirradas en la línea de combate, no simultáneamente sino
·td.s d otra.
La con er.uencia era que el adversario nunca tenía que comb
a ir s.>brc toda la línea, pudiendo correr sus fuerzas á voluntau,
h ri ':1 Jo la pasar á los puntos más amenazados de su largo frente,
mani 1h1·a quP ror lo general pudo ejecutarse con éxito, gracias á.
su gran movilidad.
Pero el mal éxito de tantos movimientos de ataque no era,
p1n· cierto, debido sólo á los errores com t: tidos por los Jefes superivres
Pn el empleo de las tropas durante el combate.
L t). motivos de este hecho hay que buscarlos en otras circunstan
'la ... , ·n la conservación de formaciones de combate anticuadas
y '1 ~ no correspondían á las necesidades del momento.
La hi~toria de las guerras nos da frecuentes ejemplos que
e m¡1rueban estas afirmaciones.
La eficacia del fuego de las líneas de tiradores franceses fue
la cau-;a por que en 18o6 se estrelló el ataque de los prusianos contra
aquéllos.
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'- 185 _J
En 1866 la superioridad del ft.sil prusiano á carga posterior
hizo fracasar la táctica ciel choque de los austriacos.
Vemos también c¡ue por id¿nticos motivos la infantería alemana
tuvo que sufrir al principio de la campaña del 70 pérdidas muy
considerables, hasta que logró abandonar las formaciones de combate
anticuadas y que le eran tan perniciosas.
Situaciones parecidas encontramos también en la guerra anglo-
boer.
Bajo la protección del fuego de su artillería, la infantería inglesa
procedía al despliegue.
Dentro de la zona eficaz del fuego de infantería no se presentaba
sino en líneas de tiradores.
Estas, sin embargo, eran demasiado densas, pues se trataba
de terreno descuóz"erlo.
Además, ltJS ti adores no habían aprendido á utilizar el terreno
ni á manejar su fusil, de modo de dar al fuego toda la eficacia
que preci a á las distancias· medt'anas. De allí que sufrieran pérdidas
tan grandes.
Otro de los motivos del fracaso debe buscarse en la manera
inconvE·niente como los ingles s emplearon sus sostenes y resen:as,
puf>s éstos segufan á las tr, pa de primera línea casi siempre en.
formación cerrada y á distancias demasiado cortas.
Más tarde, las Hneas de tiradores fueron menos den. as. Los
ino-le es hicieron avanzar tres ó cuatro líneac; sucesivas, separa as
por distancias generalmente bastante grand ~s.
A veces las primera posiciones de fu go se encontraban ya
en puntos que e taban á 1,300 m tros de di tancia de la posición
enemig-a.
Llegando á la zona eficaz del fuego de los boers, se avan?.aba
generalmente por tramo· suce ivos.
Antes de proceder al asalto, es decir, desde la distancia de
300 metros más ó menos, los ingleses pasaban al fuego rápido
ha taque creyesen haber obtenido la superioridad del fuego sobre
el defensor. ·
Entonces se hadan avanzar la~ reservas, las que trataban de
arrastrar las líneas de tiradore hacia adelante.
La artillería apoyaba el movimiento de ataque siguiendo á la
infantería hasta las distancias cortas.
¿Qué estragos hizo el fuego de los boers en las Hneas del
agresor?
Hasta distancias de 1,000 á 8oo metros y contra líneas de tiradores,
en las cuale~ el intervalo era de 2 pasos más ó menos. el fuego
de fusilerfa no tenfa una eficacia muy considerable, pudiendo los
ing-leses acercarse, por lo ge· .eral sin grandes dificultades, á las
posiciones boers hasta las distancias indicadas.
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'- 186 ..../
En cambio, cuando la artillería boers abría su fuego de
shrapnel sobre el agresor que avanza'ba por terreno descubierto,
las líneas de tiradores ingleses tenían que decidirse-aun á la distancia
de 1,500 metros más eS menos-por la posición cuerpo m tierra,
no pudiendo avanzar sino unos doscientos ó trescientos metros
bajo el fuego enemigo, para volver á tomarla.
Los sostenes y reservas, al avanzar á. la línea de tiradores, sufrieron-
tambz'én á la dúlanáa de I,JOO metros-pérdidas tan considerables,
que imitaban el ejemplo de los compañeros que estaban en
la primera Hnea de combate, y e5to antes de llegar á esta última.
Llama la atención que los boers solían dirigir su fuego contra
los sostenes y reservas del adversario ~iempre que éstas presentaban
u 1 objelz'vo más visible que las líneas de tiradores.
Así se explica el hecho de que á veces Jos sostenes se detuvieron
ó se retiraron cuando las Hneas de tiradores trataban todavía
de ganar más terreno' siguiendo en su movimiento de avance.
Este, por regla general, podía continuarse sólo allí donde el
terreno, con sus acddentes, permitía al agresor abrigarse contra el
fuego enemigo.
En terreno descubzerlo, el movimiento cesó definitivamente á los
6oo metros mís ó menos de la posición del defensor, no habiéndose
recorrido, por consiguiente, sino unos 150 6 200 metros bajo el
fuego del enemigo.
Las pérdidas de los ingleses, al recorrer sta corta distancia,
eran bastante grandes; en cambio, el fuego de los boers no tenía
gran eficacia, aun á la distancia de 6oo metros, si los ingleses permanecían
en su posición de ctterpo m tz"erra, especialmente cuando
el terreno les ofrecía algún abrigo.
Esta última circunstancia (la eficacia reducida de su fuego)
indujo á muchos comandos boers á no hacer fuego contra objtlivos
tuerpo en lz"erra que quedaban á una dislamia mayor de 400 me/ros.
El avance por tramos sucesivos lo efectuaron los ingleses de
modo que largas líneas de tiradores interrumpieron de repente el
fuego, levantándose los soldados todos á la vez y recorriendo unos
6o ó 100 metros para echarse después nuevamente al suelo.
Se dice que este modo de proceder tuvo principalmente tres
defectos:
1. 0 La interrupción del fuego se efectuó de una manera que
llamaba demasiado la atención del adversario.
2. 0 El largo de los tramos era exce ivo.
3. 0 Las líneas de tiradores, que avanzaban por tramos, eran
demasiado largas.
Siendo muy extenso el frente de combate, no deben generalmente
efectuar largas líneas de tiradores el avance por tramos,
sino sólo pequeños grupos de ellos, pero tampuco por orden numérico
de las secciones, sino irregularmente.
Si se procede de otro modo, el adversario, puesto sobre aviso,
gana tiempo para poder dirigir su fuego contra los tiradores desde
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\...._ 187 _.)
el momento mismo en que se levantan del suelo á fin de continuar
el movimiento de avance.
Así se explica por qué, aun en el caso de ser cortos los tramos,
el avance ejecutado por largas líneas de tiradores traía pérdidas
demasiado fuertes para que se pudiera s~guir con el movimiento
por mucho tiempo.
Este avance podrá ser ejecutado correctamente y por sorpresa,
si lo efectúan pequeños grupos, debiendo tenerse presente que lo
esencial para que el movimiento tenga éxito, es y será siempre que
el enemigo esté desprevenido y que el movimiento se efectúe por
sorpresa, no debiendo, por consiguiente, durar más tiempo que la
sorpresa misma que cause.
Otro de los errores que padecía el método de ataque de los
ingleses, era que se intentaba dar un desarrollo demasiado rápido al
movimiento, faltando además casi completamente el apoyo que la
artillería con su fuego debe prestar á la infantería.
Es cierto que la artillería acompañaba el movimiento de avance
de la infantería hasta los 400 y 300 metros de distancia del enemigo.
Pero desde este momento hacía cesar su fuego.
La infantE:ría continuaba todavía un momento el suyo.
Después: ¡calma completa l
Sólo se oían las voces de mando dé los Oficiales que hacían
cesar el fuego, y el ruido peculiar que producen las bayonetas cuanndo
se las arma.
En seguida, largas líneas de ingleses se ponían de pie y se
lanzaban hacia adelante.
Estos asaltos han fracasado casi todos; bastaba para ello á
menudo uno pocos segundos.
Intencionalmente los boers abandonaron á veces sus posiciones
colocándose á unos 100 metros 6 sólo 50 detrás de los kopjes.
Entonces, cuando los inglesE:s llegaban triunfantes á la cresta,
ofreciendo como blanco á los boers su silueta completa, siempre
eran barridos por el fuego hecho á corta distancia por un número
á veces muy reducido de adversarios.
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\....... 188 _)
- Variedades -
LA POBLACION DE CHINA
El Gobierno chino acaba de publicar el censo del Imperio, el
que, según la opinión de los diplomáticos extranjeros, ha sido levantado
de manera que puede mirarse como exacto y completo en su
conjunto.
Provincias Superficie (k. c.) Habitantes Densidad
Tche-li ..................... 300,000 20.930,000 70
Chan-si. ..................... 212,000 12.200,450 57
Chan-tong .................. 145,000 38.247.900 2Ó4
H )-nan ..................... 176,000 25.316,820 20I
Kiang-su ................... 100,000 23·980,230 140
Ngan-huei ..... , ............ 142,000 23.672,300 167
Kiang--si .................... 180,000 26.533,000 148
Trho-Kiang ............... 95,000 l 1.500,000 122
Fu-Kien .................... 120,000 22. 870,000 I9I.
Hu-pei ...................... 185,000 35.280,000 I9I
Hu-nan ..................... 216,ooo 22. r69,000 103
Chan-si ..................... 195,000 8.450,000 43
· Kan-su ..................... 325,000 10.386,000 32
Ssen-tch 'uan ............... s66,ooo 68.724,800 121
Kuang-tong ................ 259,000 31.865,200 123
Kuang-si .................... 200,000 5.142,000 26
Kuei-Tchen ................ 174,000 7.65o,ooo «
Yun-nan .................... 380,000 12.721,500 34
Mongolia .................... 3·543,000 2.580,000 0.7
Tz'b(/ ........................ 1.200,000 6-430,000 5
Siiz-I{z'ang (Turquestán) .. 1.426,000 1.200,000 0.8
Mandchuria ................. 942,000 8.500,000 9
Total (redondeando cifras)... 425.000,000
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PEREGRINACION DE ALPHA
1
POR :&IANUEL ANCIZAR
(Continúa)
Tota dista de la orilla del lago una legua por línea recta, me·
diando cerros y colinas de páramos poco habitados. El pueblo es
pequeño, pues entre casas y ranchos no llega á tener doscientos,
arremolinados en desorden al rededor de una iglesia nueva. La
mayor parte de los vecinos son indios toda vía puros, humildes y olvidados
de su antigua grandeza; porque Tota1 según los cronistas
de la Conquista, era una ciudad tan populosa como su homónima
del cantón Tunja, llamada después Toca, para distinguirla de
aquélla, que es la última población Chibcha por este lado hacia el
SE., siguiéndose los Teguas y otras parcialidades de hablas diversas,
que dieron belicoso entretenimiento á Juan de San Martín
cuando su expedición á loo;; Llanos. Entre Tota y Pesca media el
alto estribo divisorio de las hoyas de los ríos apellidados de igual
modo. Desde la cumbre, mirando al Oriente, se ve una ancha faja
reluciente, cual espejo que á manera de diadema ciñe la eminencia.
de unos cerros lejanos y nebulosos: es el lago de Tota que por última
vez y bajo un aspecto fantá~tico se nos presentaba, teniendo
detrás de sí, en guisa de solio, las negras y tumultuosas nubes del
páramo de Toquilla, y coronando con sus aguas frías una región
helada, tri t y d sapacible, como lo son toda~ las serranías
desprendidas del semicírculo de páramos casi nevados que se extienden
al . de. d Cuspaquirá ha~ta las confusas crestas de Tibaná,
obre un arco de catorce leguas. Tra puesto el alto, se baja sin
interrupción á Pe ·ca, pueblo de indí ena y me~tizo , con algunas
familia de apariencia y colore europ os, compuesto, poco más 6
menos, de tresci ntas casas mal di tribuídas, de las cuales apenas
seis serán de teja, pero bellamente situado á las márgt:nes del
c1aro río, y n el extremo de la planici que se prolonga recta y á.
un nivel ha ·ta Sogamoso. Tiene por Cura stc pueblo al Dr. Parra,
anciano benévolo y amable, en cuya compañía pasámos ratos
agradables é instructivos <.le las cosas de Antaño: vive solo, en una
casa muy aseada, y bajo su techo se halla con eguridad hospedaje
franco y ami tosí imo trato: es hombre rle ideas caballtro. a , patriota
sincero, y de aquellos que no deberían envejecer nunca, para
estar siemprt:> de servicio en la brecha de las reformas, de que
tanto y < n tan copioso número necesita nuestra infante Repúulica.
Pur C!)le lado pi ábamos ya la lín ~a divisuria de Tunja y
Tundama, manada por el ramal de la cordillc•ra en que tit-'nt.n ·u
asiento los páramos Las Cruces y Tibaná, ~obre el ma~nífico Divoriz"
o aquarum que caracteriza el territorio tunjano. Tundama, en
un territorio útil de 215 leguas cuadradas, contiene 43 pueblos cabeceras
de distrito con 163,000 habitantes, de los cuales el mayor
número es de blancos y bien conformados, y el resto de indios
pacientes, vigorosos, en quienes la rutina parece hacer los uficios
del alma, y la humildad ser el compendio de todas sus virtudes.
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La tierra fértil y apenas removida por un cultivo sin arte ni adelantamientos,
devuelve con prodigalidad el grano que se le confía,
y en la variedad de las temperaturas, que dentro de breve espacio
recorren la escala termométrica de o 0 á 24° del centígrado,
afianza la riqueza y multiplicidad de sus productos, y establece la
abundancia segura para todos sus moradores. Sus entrañas guar ..
dan ricas minas de carbón, hierro, plomo y azufre en toda la Provincia;
alumbre en los cantones Soatá y Cocuy; asfalto en Santa
Rosa y Sogamoso ; yeso en Sogamoso y Soatá; sal de Glauber
en Sogamoso y Santa Rosa; alcohol (galena) y sal común en Cocuy,
Soatá y tal vez en Sogamoso; probablemente plata en Santa
Rosa y Cocuy ; oro, óxido de cromo, fosfato de hierro y cinabrio
en Cocuy; cristal de roca (cuarzo y hié.lino puro) en el cerro de
Tibe, cerca de Santa Rosa; piedras de chispa casi por todas partes;
y en una palabra, por dondequiera indicio~ de minerales preciosos,
que yacen escondidos bajo la serie visible de las capas que
constituyen el terreno secundario, y aun de algunas del de transición,
manifiestas en las grandes quiebras y levantamientos lineales
del suelo.
Luégo que nuestro régimen administrativo se reforme de manera
que Jos Gobernadores sean magistrados de origen popular,
exclusivamente consagrado~ al cuidado y progreso de los intereses
de su Provincia, y no subalternos amovibles del Poder Ejecutivo,
casi exdt~sivamente encargados de agenciar elecciones, la suerte
de las Provincias será muy otra de la que al presente soportan;
y en particular Tundama gozará los beneficios de una transformación
económica, para la cual reúne cuantas circunstancias y elementos
pudieran apetccerse. Caminos le faltan hoy para llevar
los frutos fu e ra de su territorio; p e ro le faltan no porque la naturaleza
se los haya ne~ado de todo punto, sino porque los hombres
no se han tomado el trabajo de buscados ó de mejorarlos.
Al N. de Santa Rosa va el camino que pasando por junto á los
picachos piramidales de Tures, sal á Charalá por Sincelada, trepando
adrede la eminencias más p e ligrosas que pueden fácilmente
desecharse, y quedaría trazado un buen camino de herradura,
por el cual Tundama podría enviar al Socorro sus frutos de tierra
fría y sus ~anados, y para sus importaciones aprovecharse del
nuevo camino de esta Provincia que la enlaza por el Sogamoso
al Magdalena. El cantón Cocuy, ceñido al E. por las asperezas de
la Sierra Nevada, parece condenado á. no tener comunicación con
los Llanos de Casanare ; pero una exploración de las abras del N.
no sería infructuosa: la anhelada comunicación quedaría establecida
tal vez más pronto de lo que se pi · nsa, y Jos frutos copiosos
del cantón hallarían salida y mercados, sin los cuales abruman al
agricultor con su propia riqueza y le arruinan por el abatimiento
de los precios. Finalmente, para la importación de ganados casanareños,
que engordados en los inmejorables potreros del cantón
Sogamoso, formarían un ramo precioso de comercio interior, ha
indicado la naturaleza la hoya del río Saza, cuyas cabeceras su-ben
hasta la depresión de la cordillera en la cuchilla Cara de PeJro,
y cuyo curso termina en el río Mongua, cerca del pueblo de
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este nombre; 6 bien las faldas por donde corren los riachuelos
Boche y Chiniscuá de Socha en demanda de la misma cuchilla,
desde la cual á Pisba el camino se halla trazado. Mas todo esto
encalla en el ánimo inerte de los unos, en la ignorancia presuntuosa
de los otros, y en la humilde resignación de los restantes para
vivir con el día, sin aspirar á mayor suma de goces, sin comprender
la satisfacción de dar cima á las empresas que traen el pan,
el bienestar y la civilización á millares de nuestros conciudadanos.
XXV
Los pontífices sucesores de Nenqueteba, por otro nombre Idacansas,
padre y legislador de los Chibchas, deseosos de que los
jefes soberanos residentes al rededor del sagrado valle de Iraca
(Sogamoso) no se hiciesen guerra, les persuadieron á que en asamblea
de todos ellos levantaran por señor al más autorizado y le
juraran obediencia, declarando hereditaria esta dignidad en los
descendientes de las hermanas. Así lo hicieron, y resultó elegido
Hunzahúa, de quien tomó nombre la confederación, llamándose
Hunza la capital. Apellidáronle Zaque, es decir, señor grande, lo
mismo que significaba Zippa entre los bogotanos; epítetos tan estimados,
que los principales capitanes chibchas los usaban antepuestos
6 pospuesto¡ á sus nombres, según se halló en los tunjanos
Zaquenzippá y Lenguzaque, y en Zippaquirá y Guachenzippá,
jefes bogotanos.
"El valle de Hunza, hoy Tunja, dice Piedrah{ta, corre NS.
muy poco trecho y con menos trave ía: es falto de agua y leña, y
por causa de la eleYaci6n de la tierra, muy frío y seco, y por los
aires sutiles y nocivos que la bañan, e padecen c_pasmos y desecación
de cerebro, de que resulta estar muy sujetos á perder el
juicio sus habitadores; pero como era este Yalle el centro de los
Estados de Hunzahúa, puso n él su illa. Cíñcnla dos colinas rasas:
una á la parte de OrientP, dvnde habitan* lo Chibataes, Soracaes
y otras parcialidades que ~ extienrlt-r: hasta la cordillera que divide
los llanos de San Juan d Jo CJUC al pr sente se llama Nuevo
Reino; y la otra al Occidente, llamada por Jos españoles Loma de
los Ahorcados, á causa dt• hab r hallado allí muchos justiciados de
esta manera cuando entraron, la cual tien á las espaldas un valle
de tierras llanas y fértiles de carne y . emillas, donde hay un gran
lago t y en que habitan los Cucaitas, oras ...... &c.''
El día 20 de Agosto de 1537 lh garon !o españoles á los primeros
burgos de Hunza, y a' istaron t·l cercado del Zaque á tiempo
que el sol caminaba pa1 a su Ocaso, y su desmayada luz hería
los edificios principales y los iluminaba con los resplandores de las
1 áminas y piezas de oro qu~ tenían pcndient~~s, tan juntas, qu~ rozándose
unas con otras rr.ondas por el viento, fot rnab~n la armo-
• Escribía esto en 1656, recorricnJo el t<.rritorio Jc.: Tunja y Tata
t Hoy DO existe el lago, desaguado ~or el cauce uel río Chorrcrn, que
precisamente en aquel parnje lo denominan .Duaguadero.
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n{a más deleitosa para los invasores, quienes sin más esperar se
entraron arrebatadamente por las calles de la ciudad, con g-ran
turbación de la muchedumbre de indios congregados junto al cercado,
cuya grita y espanto fueron tales por razón de los caballos
y fiereza de los extranjeros, que confusos no combatían, aunque se
hallaban con las armas en las manos. Quimumchatecha, imposibilitado
de salvar la persona por sus pies ni por los ajenos, á causa
de su mucha corpulencia y edad de setenta años, mandó á sus
guardias cerrasen las puertas del doble cercado que ceñía las casas,
y arrojasen ocultamente por encima unas petacas en que había
hecho recoger sus joyas y riquezas, y eran recibidas por los
indios de afuera y traspuestas de unos en otros hasta donde no se
había tenicio más noticia de ellas, sin advertirlo los españoles, por
haber ocurrido todos juntos á ganar las puertas con el fin de hacerse
dueños de lo interior, donde te nían noticias de que estaban
los tesoros que buscaban. Llegados, el A lférez Antón de Olalla
rompió con la espada las cerraduras y abrió paso á Quesada, que
desmontado y con guardia d infante , penetró hasta una sala grande,
en la cual le esperaba el Zaque inmr>vil y severo, sin dar muestra
de sobresalto, sentado en una silla baja y rodeado de copioso
núme ro de cortesano , todos con patenas de oro en el pecho, mediaslunas
de Jo mismo y rosas dL· plumas ceñidas por diademas , de
manera que les recogían y sujetab:1n las cab"'llt:ras tendida sobre
la espalda y hombros; galas que no dt>cían mal con las túnicas
de lienzo de algodón caídas hasta las rodillas, y las mantas cuadradas
penrlient s del hombro derecho obn• el lado izquierdo,
ostentando en ellas los dibujos y la borcs que indi caban el rango y
nobleza de los que la ll evaban. Que~arfa, in vacilar, e dirigió al
soberano, é intentó abrazarlo amorosam nte; pero lo UzaquPS lo
retiraron poniéndole las mano .n el pe cho, y con gritos manifestar.
•n su i11dignación pur s mejante liancza. El españvl gritó más~
hablándoles d •l Papa y d .. 1 R y d España, y haciéndoles protestas
de los daños y violencias que ..,, l>revini ran. Alborotáronse
todo . Creció la gritería. El Alférc z Olalla y el Capitán Cardoso,
entrambos muy esforzados, pusi~run mano sobre Quimu inchatecha
y lo apri ionaron; de que r sultó trabar e un desord enado combate
dentro y fuera de las casas, ha~ta que la oscuridad de la noche
no permitió continuarlo, r t1 a ·éndo los indios harto escarmentados
por los caballos y lanzas d e Gonzalo uárez Rondón.
Puestas centinela y guardia , com("'nzaron los e pañoles el saqueo
y dt>vastación, no dejando ca ·a ni templo qut! no d espojaran hasta
reunir más de do..,cientas cargas dt~ oro y esmeralda ; y como hallasen
caída y olvidada fuera del cercado una de las petacas que
los indio sacaron, encontrando en ella ocho mil castf'llanos de oro
y una urna de l mic;mo metal que encerraba los huesos de un cadáver,
y pesó seis mil cast llanos, comprendierun que la mayor
parte de las riquezas las habían traspuesto; pero nada pudit>ron
descubrir, aunque apremiaron con ruegos y amenazas á Quimuinchatecha,
quien permaneció silencioso, menospreciando igualmente
los halagos que los rigores.
c~nlmÚtJ
• Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año VII Serie IV Tomo I N. 6", -:-, 1903. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691208/), el día 2025-07-31.
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