G nc•r:al de- I ng mero•
_.Uembro d o variaa Soci~d d~• Cicu (ficu
~ '$ittecfo P del · • )ole iÍq jftilita• · ·
deplora con la Patria la muerte
del meritísimo General
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Boletín Milit r d Colombia
. _ 130 --
-..=:;;;~ Oficial -
DECRETO NUMERO 54 DE 1902
{ENERO 7)
por el cual se hace un nombramiento .
.El Viápr~sz'deill~ de la Rep¡íbll"ca .. e¡1cargado del Pod~r .EjecuHvo,
DECRETA
Artículo único. Por renuncia del r. Dr. D. José Vicente Concha,
nómbrase en pro iedad Ministro de Estado en el Despacho
de Guerra al Sr. General D. Ari tides Fernández.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á r6 de Enero de 1902.
JO E MA UEL MARROQUIN
El Ministro de Go ierno FRA. -cisco !lE mOZA P.
DECRETO NU 1ERO 92 DE t g oz
(E •ERO 22)
por el cual se lla a al se r vicio actno á un General y se le destina
El Vzcepru1llenle de l a R ep1íblka, uuargado dd P oder EjuuHvo,
DECRETA
ArtCculo único. Llámas al . t'r\ icio acth~o al r. G neral Diego
de Ca tro y d stína ele n u carácter d G n ral n J fe,
como mandante General de las fuerzas marítimas d 1 Pacífico
y del Atlántico.
Comuníquese y ublíqucse.
Dado n Bogotá, á 22 de ncro de I 902 .
JO E fA UE MAR OQUIN
,.1 initr de uerra,ARITJD• FER.·,\ z.
E R,.TO !ERO 97 DE 1902
(ENERO 23)
que deroga el Decreto Le · lrtt't·o mhnu 1335 bis, de l.OJc Diciem re de 1901
El Viupres/daJ/e de la Rtptítlica, at. argado del Podtr .JJ;¡'u:ull'vo,
En uso de la facultad e que le oncede el artículo 12 r de la
Constitución,
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o tín Militar e
'- 131 ...J
F.CR <.TA
n1bia
rt. 1.0 Der6ga e el Decr to Le i lati o número 1335 i ,
e 1.0 de Dictem re de 1901 por el ual e uprim tran itoria-ment
una ficin se rea tra d carácter accidental.
Art. 2.0 Restabléce e de de la r nte f cha 1 Cuartel Gener
1 del Ejército erm nent con las ane id de y dependencia
de qu se componía cuando fue r m plaz do con la ecci6n Militar
de ,fan o y ervici del 1ini t rio de uerra.
rt. J. 0 Queda uprimida en con uencia la ccci6n Mili-tar
de Mando y rvicio.
rt. 4. 0 Las funcione 1 Cuartel" ener l del jército Per-manente
erán la misma que tenía ante á u cargo.
rt. 5.0 P r separado harán lo nom rami nto corre _
pondiente .
Comuníquese y pubHquese.
Dado en Bogotá á 2 3 d Enero de
JO ROQ I
..... l Mini tro de obicrno
encarg d d 1
DECRE'I roo DE 1902
(E • E O 2 4
~obr honore á la n emoria del ·r. encml 1> arios Al án
El Vi'cep1 uidenlt: de la Rt>públira ~lu.ar"trado deL Podtr Ejault'vo,
C O:· 1 DE O
u acti a ncia á d f ncler la
de batalla n la
jemp) re ·
do or do vece la
n peligro
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'- 132 _;
5. 0 Que murió n defcn5a d. la causa d íos y de su Patria
con una muerte d·gna de u gloriosa vida, y mejante á la de su~
antepasrtdos n gloria, lo héroes legendarios de nuestra Patria
Indep nd ncia;
6.0 uc el r. Ten eral lbán fue modelo de las virtude cristianas
lue son más raras en 1 siglo pres nt , al mismo tiempo
que cultivó con asiduidad d ncia de aplicación práctica, dando
e n l!o lu trc á u Patria,
DECR .'1'
.~. rt. r .0 El GoLierno de lombia deplora el fallecimiento
del Sr. 'lell11 MiMar)
(Continúa)
Por regla ene ral v ntaj o atacar n la tíltima parte de
la noche, por u hay probabilida e de cncontrat· al enem:go meno
sobre a vi o, y ac.lemás por ue e pued n aprovechar las primeras
luces del amanecer, ya s a para sacar todo el partido po-ible
d 1 triunfo obtenido, ó ya para r tirarse en caso de revés.
Sí, al contrario, la o curidad continúa r inando Juégo que el
defensor ha sido rechazado, éste puede reorganizarse y verificar
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'-- I 35 _,1
el retorno ofensiv , n el cual t e ndrá tanto mayores probabilidade
d é.·it cuanto el acomet dor •ictorioso está como á tientas,
en una posici6n de 1 cual apenas conoce el interit>r y absolutamente
nada de lo fl neo ni de las ntradas.
La fa e s de la luna y el tado del cielo pued n llevar á
escocrer otra hora.
En" el prime r cuarto la luna e oculta de media noche á las
sei d 1 mañana, eo-tí n u crecimie to; se puede, pues, si las
circunstancias atmosférica e prestan á ello, aprovechar e de su
luz par h cer el r conocimiento, prepa1~ar el ataque, &c. y desde
que el a tro ha d esaparecido d etrás del horiz9nte, aprovechar
la oscuri Jad para el ataque.
En el últim cuarto la luna se levanta después de media noche
· alumbra la última part de é ta. Se puede atacar antes de
que alga, y utilizar su luz para reorganizar la tropa y hacer e á
una posici6n.
En e t último ca , 1 \' uelta ofensiva del enemigo arrojado
dará poco qué temer.
En pl ,na luna, el astro de la noche se levanta, según las estacione
, de la seis á las nueve de la noche. Un jefe vencedor
puede, cual nuevo Jo ué, volver á empeñar el combate interrumpido
por la puesta d e l sol, y completar la derrota del enemigo.
"Se correría mucho riesgo de no encontrarle, si se difiriese
el ata u e hasta la mañana siguiente.,, *
e encuentran en los comentarios de César ejemplos de combates
prolongados así: 'ad mu./tam noclen elt.am ad z"mpedimenla pug-
1talum Est." (Cé ar De Bello Gallico, libro v).
Hay noches de invierno que por efecto de una helada 6 de
una débil capa de nieve, pueden ser bastante claras para consentir
empresa de larg duración. El estado de la temperatura da una.
uperioriclad conskJerable al acometedor que obra sobre el defenor
transido de frío y obligado á permanecer en su sitio.
La dir cción q deba seguir para ejecutar un ataque de
noche, contra U'la posici6n es evidentemente la vía or inaria que
con uce hacia esta po ici6n; pero si el objetrvo tiene cierta c.·tensi6n,
puede uno inclinarse á atacarlo por varios puntos á la Y z, y
para esto, dirigir distintas columnas sobre estos diferentes puntos.
Es mat~rialmente imposible á estas columnas ligarse entre
ellas; por tanto, no se puede confiar mucho en ellas para un ataque
simultáneo.
¿ e puede convenir en una señal que partiendo del punto en
donde s encuentra el jefe de la expedici6n, sea para todos como
el equivalente de un mandato de ejecución?
Hasta c·ert punt , í; pero esta eñal tiene que ser á la vea
posible, tangibl , y tal, que no dé lugar á ninguna mala int rpre ...
tación.
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• Carden 1 Von WiddeTn. El &#m.bal' ti~ n'du ~,. la ru~rYa Je &ll~tt.J•If•'
·- lifi#.
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Cualqui r circun tancia imprevista puede impedir que se
cumpla ; ciertas fracciones pueden encontrarse en tales condiciones
que no les llegue : permanecerán inactivas, en tanto que la
otras, tomando por la señal convenida un ruido ó una luz de la
misma dase,.Procedet·án intempe tham nte.
Si en vez de atacar sobre varios punto , e pretende atacar
sobre un frente poco ext nso se luchará toda vía con grandes dificultades.
La marcha de aproximación no dejará de ofrecer i
las di er a cabezas de columna ob táculo d naturaleza distinta,
de donde resultará por fu rza un gran Yacío n el conjunto d 1
movimiento.
No hay que pretender lograr una perfección imposibl e¡ las
tropas que sean acom tidas á Jo tíltimo no serán ciertamente sorprendidas
en toda la fuerza del término · pero como u flancos se
comprometerán por causa del retroceso de la fracciones vecinas,
siempre tendrán que acabar por cedt_r. P01· ](. demás u la sorpresa
es una cosa 1·elativa: si por \au a d una marcha rápida,
encuentro á mi adversario, no del todo de pr v nido, pero menos
preparado de lo que yo lo estoy, es cierto que lo habré sor rendido."
•
Hay, ues, siempre ventaja, cuando e tí ncn tropas en cantidad
sufici nle, en atacat· al nemigo por arios puntos á la ,·ez.
Aun en el caso de que varios ataques arcial s no salgan bien,
ellos contribuyen iempr al éxito del conjunto, porque di traen
una parte de las fuerza d e l adversario y paralizan la a ción de
sus reserva .
En táctica, las di po iciones más encillas son ícm re la que
tienen más probabilidades de conducir al éxito, porque están al
alcance d e todos y no dan Jugar á error.
"Un ataque de noche presenta iempre g·randes ríe gos para
el acometedor...... En todos lo ca os, e hace nece ario n un
com ate de noche tomar las disposiciones má s ncillas y permanecer
toda vía más concentrado que de día." (Clausewitz. 1éoría d'
la gran guen a).
"Los proyectos muy complicados rara vez tienen é ito." (La
Roche- Aymon, Memoria sob·re el arte de la Guo-ra).
"Hay que acometer al nemigo con decisión. · (Bugeaud,.
ExpoS1'c/o1us).
"Hacer uso del fuego sería dar al enemigo tiempo para reconocerse
y preparat· e. Vale más atacar al ~rma blanca. (Drae-
omirow, E..~tudo sobre Clauuwt'fn) .
"La ayoneta es el arma de Jos combates de noche; la ala
es una ~tolondrada. '' (Drag mirow, E.~ludro .robre Cla11uwt'tz).
Una v z qu ha m eñado l combate, d b dirigírsele
con la mayor n rgía; los jef s, sea cual fuere su graduación, no
deben temer acrificarse. Toda vacilación funest ; la resolución
y la impulsión para adelantar darán siempre ocasión á mil incidentes
que no pueden menos de surgir.
Drneomirow. Estutlt~ ubn Cl•uuw1itt.
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'- 137 _,)
o acometedore por un fu ego de fu ilerla
de lo má nutrido · e preci o h Lituar ien á Jos oldados á que
comprendan ue la probabilidade de s r heridos á di tancia son
nulas, y que en lodo caso, no hay ue detenerse para contestar
1 fu go dc.:l ad \'ersario.
Importa sobt-e todo, en este momento ue se acelere la
marl-ha i e ¡-et nde evitar la crisis moral : nada tan peligroso
para un trap ue acomet como )a det "nción bajo el
fueg : " 1 1 ad francé scapa haci adel nte." (Bug aud
E::t-po.s;don~~ ).
En l ofensiva, las trop:1s obran g¿-neralm nte en forma~
ión comp cta, d modo de estar á la inme iata rden del jefe y
no d r lugar ningún d scuido.
' A fa,·or de la o_curidad 1 acomet dor s acet·ca n orden
y en il ncio in 1 i 1 arar, tan e "' rca como sea p osible de la posición
nemig · luégo se lanza n: ueltamente in conte lar el fuego
de m Jdu d lleg r lo m.i t·onto al e ml ate cuerpo á cuerpo. ·
(Escud tl JJalall/.m, artículo I 50).
quí una nue ·a dificultad va á pr sentars
P 1· 1 fuerza mi m d la co as, cierta fraccione d tropa
acometed ra cambiarán incon cientemente d e dirección y
Hegarán á cncont ·ar e frente á f¡-ente.
e trat d"' rec n e r e bien á t iempo y para e ·to es necesario
adoptar un grito de g-ul.:!rra tal, que los nemigo no uedan
darlo con:- ctamente.
El oí o ti n mucho mayor alcance que todo igno
di tintivo . ·teri01· cual ¡ui ra qu # a, no pu de fr e r la mi ma
garantía u L.n grit de guerra al que los soldado añadirán,
según qt~: r n, e l nombre de u ::rcneral el cJ u Cor 1n 1 6 también
1 d · u reo-imi nto.
"En 1., eHl r as d noche s n ran mitir e una
eña1 6 u 1 nombre á fa,· )r cJ 1 cual _e pued n reconocer. Se podría
por ·jempl , cambiar Jos v sti o , pon r las ca a , atarse
al brazo un génen blanc , colocat- una r ma de át·bol principalmen
te d ncina sobre J k pi, ó scog r una palabra que e comunicará
con anticipación á l s sold dos á fin de que pu dan reconoc
r e en la oscuridad llamándose de e t mo o · in esto,
acont -..cerá con fr cu ncia que e hagan ntt· ( muchísimo
daño." .;;.
El ataque ha alido l i n 6 ha fra a ado. En ambo ca os, la
trepa qu ha id d tin da ara 11 ha t · rmina u papel, y es
imposible e.·igirle nada á lo menos por ·1 rnom nto.
Lo lazo tá ticos tán rot ; l a unidade inferior - están
más 6 meno mezcladas: s de temer e el d sorden .
-i, pt·eci~ tc:n r, pues á r t guardia, un gund scalón
ncargado d continuer e l éxito de o oner_ á un t· torno ofensi-
• Ft-dcrico u, Inst,uaJona u~Jdas. Trnducción d e l rincipe de Li¡:oe.
(1791 ).
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vo, de organizar y con ui tar la posición adquirida, 6 bien <.le volver
á com nzar l ataqu .
Este segundo escalón atravesará al primero, 1 que entonces
podrá n~ 1 "gars .
Un tercer escalón formará la re sc n·a ; ocupará una posición
defensiva.
Estos tres scalones estarán muy inmediatos; la distancias
pueden disminuírse tanto como sea p sibl ', con la única condición
de que basten para vital~ la confu ión entre lo scalon s y su
entrada prematura ~ob1· la línea de combate.
H e mos dicho que no hay que preocuparse del tiro de l.. ... s defensor
·es, los fcctos material s d ·l ual on in ig-nificantc .. s, y el
moral será tanto menor cuanto la tropas que lo sufran más cet·ca,
se sientan mejor sostenidas po r retaguardia.
La caballería y la arlill ría, i concurren, estarán á retaguardia
de la reser va, har·án parte de ella.
En la empre a noc turna , los ata ues contra lugarc son
siempre la parte más difícil.
Toda localida posee una fu rza de re!>istencta que le s propia,
y el acomet .d n· d ebe aber Lit!n, de antemano, que esta
fuerza aumentará con idcrablemente con la acumulación de obs táculos
d e toda clase", tanto más peligrosos para él si no los ha
previ to; ca rá n ello antes el verlo .
". i 1 ata ue s hace de noch , hay ue ten ·r n cuenta que
las avenidas d # la aldeas estarán obstrufda por carros ú otros
obstáculos.
11 Entonces la infantería irá á. encontrar al enemigo pa ando
por senderos, por jardines, 6 por las mismas casa . "
Ra1·a vez e 1 s ocurre á lo oficiale , en la guerra de las
calles, flanquear el obstáculo por senderos y jardines.
Este medio elemental, impracticable en la maniobt·as en
tiempo de paz, es, en la aldeas y caseríos, de ejecución relativamente
fácil.
En las ciudade y pu blo las abertura tácticas exigen quizá
más tiempo, pero s pu de lograrlas teniendo cuidado de reunir
trabajadorc (zapadores di artillería) y de proveed os de los instrum
ntos necesario .
Columnas especiale ue no encuentren al frente sino una
resistencia m nor, se ncargarán de rebasar uno ele los flancos de
la localidad; tendrán pecialmente por mi i611 oponerse á la llegada
de refuerzos y cortar la retirada á los defensores.
Cuan o s toma una población es preciso registrarla fnteg·ramente.
Los sótanos, graneros, granjas, &c., en donde las fracciones
enemiga habrán odido ocultar e para no ser sorprendidas, deben
registrarse minuciosamente. Hasta hay que atemorizar á los
• La Rocbe-Aymon. Mem11ria ubY1 ,¡ ar/1 de la Gsur,-a.
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habitantes para obligarlos á que den indicaciones obre los puntoi
en que los enemigos se han ocultado-.
A una tropa que ti nc cortada l retirada, no le queda, en efecto,
sino un parti o que tomar: agazapars en un sitio cerrado, jardfn,
cem nterio, &c. y p e rar pacientemente.
i lo defen ores arrojados, intentan un retorno ofensivo, esta
estratagem 1 s ará ·ran prob bili ad d é. tto, por u 1 acometedor
vi c torioso se ver' tomado de flanco é invadido antes de haberse
podido orienta r.
Lo prisioneros son con frecuencia causa de dislocación para
las tropa victoriosas: las unidades e desgranan pt· t ndien o
guardar sus presa , y como no se ha dado ninguna orden con anticipación,
natie toma la iniciativa de agrupar lo presos y de pasarlos
de mano en mano ha ta la reserva, que es la que puede
centralizarlos.
Cuando una localidad posee una iglesia, es natural hacer uso
de ella para encerrar los soldados nemigo d armados. Se puede
entonces colocar una débil guardia en cada una de las salidas
de la iglesia y de la sacri tía.
o ba ta apoderarse de una posición: es preciso sab rla conservar.
A uí tam ién la cooperación de las tropas del cuet·po de ingeniero
será muy útil. Estas tropas con las auxiliar s de la infantería,
trabajarán para poner en e5tado de defensa la posición.
Estarán def ndidas por de tacamentos de seguridad, colocados á
corta distancia adelante, de modo que formen un cor 1ón de vigilancia
más 6 menos continuo.
El ataque de un bos ue es, n la guerra de noche, una temeridad
que puede costar caro á aquel que lo intente.
La oscuridad entre e l bosque es siempre profunda, la orientación
es poco menos que imposible, las tropas de un mismo partido
están expuestas á atacarse ntre sí.
i e encuentra al enemigo, las fuerzas que se le oponen se
confunden y la ituación se vuelv crítica, sobre todo ara el ataque,
que no cuenta, como la defensa, con el conocimiento de los
lugares.
"En un bosque tupido se procederá ciertamente m jor atacando
en columnas, que osteniendo en la o curidad 6 ntre los
matorral s un c-ombate de tiradores que n puede tener n ing\1n
efecto." (Von der Goltz. La nac "Jn armada).
~uando un bosque no es tan e x.tenso que e pueda flanquearlo,
hay que hacer avanzar, por varios lados á 1 v z columna de
alto ue atacarán á la bayoneta, ando fuerte gritos.
í el bos ue es muy considerable, y stá ocupado, aun cuando
sea débilm n-. , erá pt·udent , en general, diferir el ataque, y
no emprenderlo sino con la primeras luces del día.
' Importa, die 1 regla m nto (Escuela de Batallón, artículo
149) que á los jefes de las diferentes unidades se les imponga clara
mente de la tarea qu van á desempeñ r, en la zona de acción
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'- 140 _J
f!Ue se les ha señalado, lo mismo que sobre los puntos ¿e unión, y
la linea de reftrada en ca.ro de revés.'
Subrayamos este último miembro de frase que sería censurable
en un tratado de táctica y que en un reglamento es realmente
peligroso.
Ciertamente que es bueno que aquel que dirige una empresa
cualquiera prevea Ja posibilidad de un desastre, pero e funesto
pronunciar la palabra relt"rada antes del ataque.
Arreg-lar un movimiento ofensivo con la intención de batirse
en retirada, no es una falta, es un crimen ! Indicar la línea de retirada
á una tropa acometedora, e mostrarle el camino del deshonor)
i se ataca una posición es porque se quiere tomarla. "Querer
s poder por ue la voluntad, por sí ola, es la mitad del hecho."
(Príncipe Federico Carlos, Eine nu"lilarúche Denkchrift).
Los que se pongan en primera línea deben saber y saben que
hay detrás de ellos una segunda línea para venir en su ayuda, y en
tercet·a una reserva para proteger su unión en caso de total revés;
pero sobre todo es preciso no dejar olvidar CJue una vez unidos,
deben ct renovar el ataque, porque es siempre preferible marchar
adelante, puesto que la retirada, por rápidamente ue se efectúe,
es el movimiento que expone á pérdidas más considerables."
(Escuela de Compa,-lía, artícu k' 1 7 1).
' Una batall~ perdida no es con frecuencia sino una batalla
que se cree perdida." (Príncipe Federico Carlos, .Eziu rm111ari'sclu
Denksc h n{l).
u Preferiría dice Ciro, marchar sobre el enemigo con pocas
fuerzas, á retirarme delante de él con dos tantos más de la que él
tuviese." (Jenofonte Ciropedtá, libro v).
'Si esto es cierto, en general, con mayor razón cuando se
trata de franceses y de guerra de noche.
"Los francese!> no tienen idea de una retirada hecha con orden.
Cada cual trata de dar la noticia al vecino, de manera que es
una verdadera desbandada. Este es su principal lado flaco." (Príncipe
Federico Carlos, íd íd. íd.).
E te juicio severo no es nuevo; hace má de tres siglos que
un buen francé , patriota sincero, escribía :
u Lo franceses marchan á la guerra con más brío que ninguna
otra nación del m unJo, y vuelven de eHa más mal qut; todos ;
se desbandan no tanto por temor, cuanto porque tal e su costumbre
y su inclinación. '
Deduciremos pues, que en la ofensiva la palabra retirada
no se pronuncia. 'Cuando se toma un partido maduramente reflexionado,
se prevén la circunstancias desfavorables, de modo de
no set· amquilado en caso de revés ¡ hay que marchar derecho,
sin temer lo d sconocido." (Clausewitz, 1l!oría de la gran gutrra).
• D Vi~en~r~. Arl~ militar de Onna1tder (1 6o 5).
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Boletín Militar de Colorn ta
Los utorcs del r glamento, al prescribir que e den á todos
los jefes de unidades in trucciones de detal dema iado completas,
sin duda ninguna se han preocupado d la imposibilidad d dirigir
el conjunto de un ataque de noch , cuando varias columnas proceden
de concierto, ó cuando el frente tiene cierta extensión.
E ta impo ibilldad es relath·a.
i todos los que toman parte en la operación están per uadidos
de que en la columna inmediatas están decididas á atacar
con valor, á la fru.tzc~sa, y á ir hasta el fin, cue te 1 que cueste,
nadie e alarmará por un fracaso parcial ; e tendrá al enemigo en
jaque hasta que, e5tando amenazados us flancos, sea obligado á
ceder terreno.
Todos los oficial s deben estar bien convencidos d que con
energía y algo de buen golpe de ista, se pue e siempre ali1- de
los má malos pa os:
'La incertidumbre y la vacilación sobre la elección del medio
son propias de hombre que no tienen fuerza de voluntad."
(Príncipe F derico Cado íd. íd. íd.).
'' Un ver ad ro v lor una disciplina severa esa seguridad
que da la costumbre de la victoda no pued n dejarse vencer por
incidente de poc im ortancia y fal o terror · un cl~sorden imprevisto
no podría ni asustarlos ni abatirlos." (Maquiavelo, Disctlrs"
sobre 7ilo Lzvio).
Lo ataques de noche combinados con varias columnas, con
frecuencia han fracasado por falta de comunicación de las col u mnas
entre sí.
Lo progresos velocipedistas no dejarán d hacer desa arecer,
n gran arte la dificultad de reunir las columnas que proceden
de concierto.
Siempre que l mal tiempo no haga impracticables lo camino
ara los bicicli tas, la rapidez de esta máquinas es tal que
el jefe de la e.·p dición, colocado n un pun o central, podrá tener
como por medio de hilos# todas sus cabezas de columna,
arreglar su progre ión, hacer mover sus reservas, en fin, mantener
á retaguardia u General informado ya del éxito de la empresa
para aprovechar e de ella, ya del fracaso para re ararlo.
En los com ates de noche, el ataque cuenta iempre con una
Yentaja : la sorpresa; él puede casi siempre procurar la del número.
A la sorpresa, 1 defensor opondrá la vigilancia · á la fuer7A,
la astucia y 1 trabajo.
La vigilancia es un servicio de seguridad bien organizado ; la
astucia es el empleo inteligente de las particularidades del suelo ;
el trabajo es la transformación de algunas de éstas en obstáculos
infranqueables.
~ El acometedor se acerca en orden y en silencio, sin disparar,
tan cerca como sea posible de la posición enemiga." (EscruJa
de Bala/Ión, artículo I so).
Cuando las entradas de la posición están bien igiladas, el
movimiento ofensivo puede ser descubierto, en momentos en que
el acometedor está todavía á buena distancia.
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Las diversas fracciones de la defensa tienen, pues, tiempo de
tomar las armas y de ocupar los puntos que con anticipación se
les han designado, que ellas mismas han organizado para su uso,
y en los cuales, por tanto deben tener una confianza absoluta.
( Conlz"núa).
LAS GRANDES BATALIJAS DE NAPOLEON
POR DICK DE LONGLA Y
( Eylau-8 de Febrero de I8o7)
El Rey de Prusia, vencido y arrojado de su reino, viose obli.
cado á refugiarse en Rusia; el Zar Alejandro I nos declaró la guerra
el 20 de oviembre <.le I 8o6. Napoleón, que estaba en Berlín,
se traslada al punto fr e nte á sus nuevos enemigos. Nuestros Cuerpos
marchan sin demora hacia el Vístula. Los rusos se retiran por
todas part delante de nosotro , sin oponernos la menor resistencia,
1: e"ándose todos los víveres, asolando el país entero destruyendo
lo que no pueden llevarse , haciendo saltar los puentes, alejando
todo lo barcos.
El 16 de Diciembre, 1apole6n, escoltado por su guardia, entra
á Varsovia, ocupada por Murat de de 1 28 de Noviembre.
Tocio este buen pueblo polaco acude á nuestr encuentt-o, lanzando
alegres hurras, y se empeña en recibia·nos bien. El día de nuestra
entrada á la capital de Polonia, Napoleón nos dirige una magnífi
ca alocución que t rmina con estas admirabl ~S palabras: , Los
rusos se vanao-loriaban de venir á nuestro encuentro ; les hemos
ahorrado la mitad del camino. Ni ellos, ni nosotros, omos ya los
soldad os ele Austerlitz. '
El 2 3 d Diciembre marchamos en busca de 1 enemigo, y entramo
- con un tiempo de los más rigur..)SOS, en un país d sierlo,
cubierto de bosque con caminos de arena. "o se ncuentr á nadie
en e tas ir:fortunada ald as; Jo t-usos nos cccl n el puesto, y
atraYe amos us Yivaque a andonadc.. .
El ncn1igo es de baratado en 'arios com att:s parciales y
sufre pérdi a notable . o mp eñamos n u persecución por
ent1·c arenales y bosques, cuando de impt·o, i o hace un tie:mpo espanto
, tlie,·e, lluvia, de hiel que sal ·a á los ruso de la destrucción
coJnpletR . L'd la arena que e hunde bajo nue ·tro pies
y el agua que obrenada en e te Joda al mo,·cdJ.lO. Allí queda
nuestra a.-tillería enterráda, in pod r a,·anLar. Nuc u·o camaradas
1) g-r·an el ros y los cazadores de á pie, e hunden hasta la
rodilla · los soldados perec n n e tos lodazales.
Al fin 11 o-amo á Pultu 1 , una rnala al ea techada de paja.
Aquel es - 1 término de nuestra precaria situación; la mar.cha de
nuestras tropas adelante se hace imposible Acampamos al fren-
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t.e d ta aldea. Para esta lec r nue ro ivac vamos á buscar
aja par colocarla ajo los pi s. o la ncontra_mo , y tomamo
ga illas d trigo para pod rno o tener en t1 rra, y se
saquean la granjas. Toda nuestra artill ría tá atascada; los
cañones surcan la tie rra · el carruaj del Emperador, en donde él
va, r¡ueda atollad , á pesar de t do los sfu rzos de un escuadrón
de nuestro regimiento que tá de escoJta, y d que los soldados
han chado pie á tierra y empujan las ruedas de la berlina. u
mameluco Roustán se e obligado á tra rl un caballo e rca de
la portezuela para que salga de e te mal pa o y para conducirle á
Pultu k, que los rusos acaban de de ocupar de pués de d fenderla
valientemente. Entra allí 1 Emperador, en tanto que acaban de
limpiar la cabaña en donde debe pa ar la noche · un cadáver ha
quedado oculto bajo la paja · e le retira ca i á u vista.
Es allí en donde le toca presenciar la d esolación en la filas
de us antiguos eteranos, que se mueren. 11í s donde nos trata
de gruñones non1bre ue ha quedado y que hoy nos honra.
Ya no tenemos nada qué comer; partimo á merodear con los
granaderos á pie y á ca all de la guardia, á fin d e tratar de obtener
YÍv eres para la mañana siguiente. Por la tarde llegamos con
papa , y Yamo á la di td ución. l-Iecha de ordinario, tocan 20
papas á cada 18 hombres. Es una miseria una papa por cabeza.
A la mañana siguiente re ¡·agradamos por caminos de tra vesía,
iempre de un bosqu á t ro. LleCYamos á tre 1 gua d arsovia,
en el estado d mi eria má com1l to: ojos y m jilla hundidos,
la b rba descuidada y melenuda. Pat·ecemos cadá ·e ·es que
salen de la tumba. Los habitante de 'arsov i no r ci n con los
brazos abiertos e l I .0 de .. nero de 1807; el pue lo no sabe qué
hac r ara agradarnos, y 1 Emperador no deja descansar en sta
bella ciudad. E t corta campaña de catorce días no ha envejecido
diez años.
Los do ejércitos permanecen, 1 ue_ como p r un me n completa
in~cción. En 1 s últimos dí de Enero re il imo ord · n de
e tar li tos pat·a partir. os ru o han he ho un movimiento sobre
Varso •ia. El Ge'1eral Dot~senne recibe ord n d · hace r leYantar
los acan ~ran1i nto d la g-uat·dia y d partir el 30 de En r . El
Emp rador deja á 'arso\·ia 1 mi mo d(a para avanza1·. e nos
dice que n · t~cbamo sobt· .. ) la 1, y que los t~u os, 1~eua ado por
nuestra tr pas y i punto de s r arrojad ~ s obre el í tu la c. aten
en ¡·etirada lo má a¡ ri. a sobr I' oeni her ·.
1 1lurat e lanza 11 u erscc.ución con su ca alJerfa y los estrecha
de cerca. E l 6 d • br r d dí , írno que 1· su na c.on
fu erza el fu ~go de fusil ría n dir cción de I oíT . Apr uramos
e l paso y lleg-amo á. es a aldea; 1 ielo está gris ) aro-ado
de nubat·rones. Má allá cl ·sta al Jc. , un tl"i te p · tácul hiere
nue tra "¡ t :el ten· no, qu se ha hundido bajo 1 nie,·e está
cubi rto de e nt nar de cadá , 1·e d ldado rusos, con us
grand capas color de marrón que sobresal n entre las manchas
de sang1· de este blanco sudar.i . En medio de llos, r co-
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nocemos también adá' r .s de nue tros corac ros del 10.0 t·egimiento
t ndid s al través de us ca allo , con .. u norm s otas
zafadas. El G nct·al de Hautpoul, con la e ra7a de é:cero cerrada
so re u frac azul rdad d ro, no recil>e á la ah za
de su ca allería y ¡·efiere que 1 mi mo día, al alir de HofT, ha
sido acogido por un vivo fuego de fusil ría po1· la retaguardia
del Ejército ruso. Tu stros chaluos de Ju'o ro han cargado al punto
en columna de pelotc,nes y d truído toda esta infantería.
El 7 de F brcro el Ejército ruso detiene su marcha retrÓ?rada
y toma posición delante de Eylau, sta 'ez muy decidido á mpei1ar
una acción general. Su retaguardia que ha fijado d Jante
de sta aldea, desalojada de pués de un com ate sangriento,
digno preludio de la batalla del d(.a iguiente.
Esta posición nos cue ta aro. Los rusos intentan todavía resistir
en Eylau; pero N y y Murat los desbaratan á la bayoneta y
los persiguen por las calles de esta pequeña ciudad. Barclay de
Tolty entra n 11a dos veces á fayor de las tini bla, ero no puede
sostener e. Por último, á las di z d la noche la dtv1si6n L grand
ocupa á Eylau; Murat e sitúa enfr · nte d 1 n migo y anuncia al
Em erador que los t·usos e aten en r tirada.
La toma de Eylau hace esta suposición plausible. Napoleón
le da crédito, y hace acampar su guardia r una altura al frente
de e ta localidad. Ord na que le ncepdamos una hoguera; traemos
1 ña, manojos de paja, y nos pide una papa de ración; le traemos
como veinte. Se sienta e n medio de u v tcranos gruñ. nes,
sobre un montón de paja, con un bastón en la mano. Le Yernos
dar vuelta á sus papas y divididas con sus ayudante . Pronto
se duerme, abrumado de fatiga. Desd su partida de Varsovia
ha caminado 6 trabajado veinte h01·as por día. Nosotros taml>ién
marchamos de~de hace ocho días por en medio de los hi los ; hay
más de dos ies de nie e n el campo, y 1 termómetro ha bajado
de seis á siete grados bajo cero. Rindiéndonos á la fatiga, nos
an1ontor"'amos en contorno de nuestros fuegos del vi,·ac y pronto
cerramos los ojos.
El despertar es terrible : el 8 de Febt· ro, desde la aurora,
los rusos nos saludan con terrible artillería. El Emperador está ya
á caballo¡ en un momento nos levantamos ensillamos, embridamos
y montamos. Napoleón conduce inmediatamente su guardia
adelante y la sitúa en el cementerio de Eylau · al propio tiempo
coloca toda nuestra caballería sobre un lago heJado, á la altura
del cem nterio.
El General ruso Benningsen, resuelto al fin á librar una tataHa
decisiva, ha comprendido que debe intentarlo todo.. para Yolver
á tomar á Eylau. '
A los setenta y dos mil hombres de que dispone no podemos
oponerte sino cincuenta y cuatro mil, y á su formidable artillería
-calculada en quinientas bocas de fuego,-doscientos cañones,
incluyendo los de nuestra guardia.
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El terreno en donde va á empeñarse esta sangrienta batalla
se muestra igual y descubierto. La pequeñíl. ciudad de Eylau, situada
sobre una ligera eminencia y coronada por una flecha gótica.
es el único punto salient del terreno. A la derecha de la iglesia,
el suelo baja alg , y ap rece en aquel punto un cementerio con
sus negros cipr a y sus cruces de madera medio sepultadas
bajo la nieve. Enfrente, 1 terreno se levanta sensiblemente, y
sobre esta pan más alta, señalada por algunas eminencias, descubrimos
á lo ruso en ma as profundas. Varios lagos, llenos de
agua en la primavera, secos en e tío, helados e ·nvierno en este
momento borrados por l nieve, no se distinguen de ningún modo
del resto de la llanura. Apenas algunas trojes reunidas en caseríos
y líneas de cerca de madera sirven para encerrar el ganado
y forman un punto de ap yo 6 de obstáculo sobre este sombrío
campo de batalla.
Un cielo opaco aña e su tristeza á la de e tos lugares, triste ..
z:a que nos hiere la vi ta y el corazón. Una nieYe espesa cubre el
suelo; ráfagas de viento y remolinos vienen á azotarnos la cara·
L s Divi iones de S.J lt ocllp n á Eyl u. En segunda lfnea las tropas
de Auo-ereau, la gu rdia vieja, los dragones y los coraceros.
Un M ri cal pasa enfrente de nosotros, acompañado de ~u
Estad M yor y de sus cazadores de escolta ; trae los ojos encarna~
os é hinchados, apenas puede sostenerse en la silla : es Augerea•
J, que ha olvidado su sufrimientos al ruido del cañón, y ha
montado á caballo para ponerse á la cabeza de sus soldados. Desde
el amanecer el Emperad r ,_st' apostado en el cementerio de
Eylau con su guardia. Allí apenas defendido por algunos árboles,
descubre pel"fectamente la masa compacta de los rusos que
han reforzado su artillería de camp ñ con veintidós piezas de itio
traídas de Koenigsberg, y lanzan una verdadera lluvia de fuego
y de metralla.
apoleón acepta e te comb te de artillería y se esfuerza por
demoler con su b la la verda era mur lla viva que le opone
Benningsen. Hace al punto que salgan cuerpos y p ne en bataHa
todos los cañone del ejército. Le agrega las cuarenta piezas
de la guardia.
Los artilleros e tán al frente de su piezas y comienzan á
cargar.· Lo vemos á lodos en línea poner el cartucho, retroceder
á un tiempo, enderezar e, sacudir la mech sobre sus brazos; se
diría que es un solo movimiento. Los Jefes artilleros detrás, casi
todos antiguos Oficiales: mandan como en la parada, y cuando
estas doscientas piezas disparan á un tiempo, ya no se oye nada,
toda la llanura está cubierta de humo. Al cabo de un segundo, á
pesar del zumbido de nuestros oídos, oímos que sus Oficiales dicen
de nuevo: " Cargad retroceded, apuntad, fuego 1 •• Y esto
continúa sin interrupción durante varias horas.
Entonce estalla un espantoso cañoneo, á distancia de medio
alcance de cañón. La tierra tiembla por efecto de estas violentas
detonaciones. Nuestros hábiles artillero¡ consuman_terribles matan-
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zas en las profundas columnas de los rusos; filas entera$ son arrebatadas
por nuestras balas de cañón. A pesar de la distancia á que
estamos, alcanzamos á ver saltar los fusiles y gorros por el aire, y
los cadáveres formar enormes montones ne 5ros sobre 1 fondo
deslumbrante de la nie\·e.
Por su parte, la artillería enemiga redobla su furor. Sus proyectiles
caen sobre todo en las filas de la infantería de la guardia
inmóvil en el cementerio en frent de nosott·os. No oímos sino el
estallido de las balas enemigas en el aire y el ruido seco que producen
al caer en la nieve, de donde desprenden torbellinos de poiYO
blanquizco. A cada instante, de la filas de los granaderos vemos
salir 1 jos, <;omo á veinte pasos de distancia, á hombres con
todos los huesos hechos pedazos, que al caer suenan como sacos,
6 que se desploman con un brazo ó una pierna d menos.
En breve los proyectiles enemtgos incendian la ciudad de
Eylau y la aldea de Ro hen n. Los resplandm· s del incendio vi -
nen á unir el horror que causan al de la matanza.
Napoleón está siempre en l cementerio; los pn?yectíle asan
por encima de su cabeza, y al ·unas oca iones muy cerca de él,
atraviesan los muro de la iglesia ó quiebr·an las ramas <.l lo árboles
al pie 1e los cuales .;.. ha colocado pat·a dirigir b. batalla.
En el momento n que uno de su Ayudante~, · 1 General COJ-bineau
s aparta d 1 Emperador pat·a ir á 11 ,·ar una o -den una
bala rusa atraviesa 1 cos ado d este oficial Yal ·ro o, 1 mayor
de una heroica fami ia, lo bota dd caballo y lo e ·trclla contra
la en s angrentada n:evc.
E e cañoneo dura h .. e lat·g ti mpo, y amb ,_jér·cit lo ~Oportan
con tr·anqulliclad h rOica, sin hacer· movimiento < lgu:1o y
limitándose á e rrat- filas i m d -1 que el ca- ¿n r uc claros.
Granad ros á ca allo, cazadot· , dragones, cot·acet·o . a i tirr o.
todos con el sable á la espalda, á este terrible espect 1cul0. Los
caballos r linchan de roan ra pcn trante, ! iafan, r, oplan y ¡uieren
partir adelante ; tenemos que hacer sourchumano csfuet·zo
para cont nerlos. La irnpacicn ia nos vence; todo gr aamos:
u Ad - )ante! Ví\·a 1 m¡ era 101- .'' pero Napoleón, imJ asíl J , nos
mantiene n el sitio. esperand Ja llegada d. Dav ut pat·a tomar
la ofensiva.
T mbién los ru o 1 m· ce uier-cn a< u lir á 1 lucha cuet·po
á uerpo. En bre , su pt·ofurrda masas e p ncn en mo .¡_
miento : el humo de su artill da e disipa, y vemos sus tur id
batallen pr Ctpitarse obre Eylau, lanzando hurr e tt· pitoso .
La división Leva! los recibe on fueg-o de fusilería á quemarropa ·
todos nuestro tiro dan n ello ; el encmibo e retira dejando la
tierra cubierta d montones de cadáveres.
on las diez d la mañana. Napoleón espera impasible bajo
la lluvia de bala que pa a poa· encima de su cal cza á qu Davout,
á quien ha llamado, caiga sobre el flanco izquierdo de los
ruso . Cuando oye el cañón el aCiuél del lado d arp 11 n, nvía
el cueJ'"PO de Aug·ereau sobre el en~.ro nemigo. Al pr·opio tiem-
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1 oletín Mi.litar Colon1bia
s d división
rim ros para
enemiga. Vemo 1
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aascos amarillos y los fracs verdes internarse en medio de las filaAl
cen·adas de los caballos lig ros y de los cosacos, que remolinea: ·
por todas (!>artes. El guapo Grouchy, al conducir sus soldado!C .:-~
rueda por tierra con u caballo; los dragone vacilan un instante
creyendo muerto á su Jefe, pero sólo ha sido herido. Con ayudo.
del jov n de Lafayette, u Oficial de órclene , Grouchy se des;
prend de su caballo y se monta en el d e un dragón muerto, y poa .
niéndose á la cabeza de sus jinetes, logt·a dispersar el emjambre·
de cosacos que preceden á la infantería rusa.
P ro el choque d e nu st1·os dragones queda impotente ant
la muralla de hierro ue ¡;re entan lo oldados moscovitas. De lo
cuatro mil homb1· qu componen la Di vi ión de Grouchy, apena.
quedan mil doscie.1tos la ta1·de de la batalla
Los veinticuatro escuadrones de coraccro que manda el Gener
de Hautpcul e mue ven á su vez en varias filas, y caen sobre•
las bayonetas rusas como el rayo : apenas se ven y ya están en.
cima.
L os rimeros escuadrones, detenidos por el fuego, no penetran,
y rcpl gándose á derecha é izquierda, vienen á volver á for.
mars.... ~ trá de aqu llo qu le siguen para cargar d e nuevo. 1
lín e a rusa permanece inmó jJ y se cubre de fuego.
Por último art:ce a i rta n un unto: un e cuadrón lanzad
con más viol ncia a caba de romp rla, d rribando bajo los ca á.
Y'eres de u caballo á sos inconmovibles soldados de infantería
Por sta ancha brecha s e sumerge la ola entera e nuestros cor -
ceros y dragones, y esta línea es acuchillada en un instante.
Se oye ada bayonetazo de los rusos que resbala por las coraza
de nuestros lzombres de h urro.,· los caballos toman aliento; se
Ten alargarse los grande sables ; nuestros jine tes se agachan par~
pica1· por d e bajo ; lo caballo , furio o , se ncabritan y muerdern
relinchando de modo terrible ; y lo hombres por tierra, bajo los:
cascos de los caballos, tratando de levantarse defendiéndose con hu
mano.
La se uncla línea rusa, al ver este desastre, se repliega obr~
un bosque, y ostenida por una resen·a de artillería, dispara si
di tin c ión obre sus soldado y lo nuéstros, cuidándose poco de.
ametrallar á amigo y enemigos con tal de librarse de nue tros;
temibles soldados de caballería. El General Hautpoul, á quien Na-poleón
quiere nom_brar· lVIariscal de Francia, es herido de muerte· t
por una ala de v1zcaíno.
Al ver sto, los granadero montado conducido por el G -·
neral L pie, uno de los héroes del Ejército,' se lanzan á u vez para. A
. ecunda; lo esfuerzos el Murat. Parten á galope, penetran_ en 1
mfantena hacen una espantosa matanza y ultiman á los artdleros
ru o junto de sus piezas. La nieve, en este momento, vuelve~
caer en abundancia y no permite ya reconocer la dirección qu
es preciso seguir; luégo de efectuar algunos movimientos, Lepic
se encuentra rodeado y se le intima rendición. Por toda respuesta,
muestra al parlamentario enemigo las normes cabezas d
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granadero . "Míreme e o gueules-la *, le dice al ficial
so y confié eme si tienen de eos de rendirse. E to in e m barapreciando
todo el peligr de u po ición se dirige en estos
trmino á su oldado : u migos míos, preci o es v ncer ó mo-rr
hoy. Tenemo ue acabar con do Jínea infanl da. Mucho
nosotro ucumbiremos en la mpresa in duda: pero aun
a ndo no CJU da e ino uno solo para lle\ar la noti ia, la h nra
.l uerpo y la de nue tro estandarte quedarán á al o."
tales palabra , los intr-épidos granadero contestan : '' A la
Lrga, á la carg , pa aremo . '' Le ic ntonce forma u regiw
.. nto en columna cerrada p01- pelotone , ordena la carga, y romlas
líneas rusa , in más pénlida que la de un oficial y cinco
ombres; éJ mi mo recibe n la pelea dos bayon tazo y un culalZO
en la rodilla , qu le impidió or algún tiem o montar á caalto
sin ayuda.
La línea que nue tro granadero acaban d romper en-ruentra
en e te momento comprometida con nue tra infant ría;
~ta, viendo llegar obr' eJla una caballería que d('semboca de1
• ntro de las columnas ru a 1 e e enemiga, la acoge á dispa-y
1~ mata do oldad y lguno caballos. in mbar~o L -
1 gra hacerse reconocer, y 1 fuego ce a.
Entr tanto la infant ría ru a ha logrado por egunda vez
+ehacer e contra un pe uer10 bos ue. E preciso de baratarla del
do ~ di persarla. Est <.ui adv e tá re en·ad á nu tr s aza-r
y mamelucos ue toda' íc:t no han ntrado n pelea, y que
an a istido temblando á In hazaña d sus hermano de armas.
"Vo otros, caza ores, nos o-rita Murat, adelante!" ue tro
egimiento, conducido por el intrépido Dalhmann, se d pliega en
rd n admirable. La altas lumas verdes y encarnadas 'de nuescolbacks
on batidas por el vi nto. No hemos pue lo el capote
l:tcarlata de galones amarillos sobre el dormán erdc de trenza•
m rillas.
Partimos al galope, inclinados sobr nu stros chabraques t de
. ai10 erde, nuestrac; g1·andes vainas de cobre y los acos a ornaos
cun 1 águil imperial vu lan con el aire y golpean los flancos
1 caballo. A nue tro lado galopa el escuadrón de 1 s mamelu<
ros del Comandante Dela1rre. Estos \'ali nt s hijos de la Siria,
o su traj J tasiático, turbante azul, gorro ncarnado, cm·onado
or una medí luna de cobre, chsqueta azul recargada de pasamaneda
negra, antalón rojo umamente ancho y botas amarillas,
roducen un extraño contraste sobre este pai aje iberiano .
... nt..ima de los turbantes se Jc,·anta el estandarte de forma turca :
una cola de caballo necro que tiene encima una boJa d cobr~
dorada.
De repente las fila de la infantería rusa se abren, y nos nO;
Jtramol:t con dieciocho cañones, que los ruso han colocado e•
Gruula-la: aquellos cabezones.
t Chabra9N1: (especie ele ~ualdrapa que se extiende obre la silla.
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Bolelin Militar de Culon1l>i \
- J50 ~
se alor iego d una
á tt· - llar e contra
Estad Mayor im-un
sus
por un movimi nto
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o etía Milit r le
'- l$l _J
1 >tnbi
do caen pr'sionct·o~ ó muertos á la vi tn d Na ol ón á poco
pa v_ d él.
E ta acción de ca allerfa, la más extraordinaria c,uizá de
nuc~ ·é\ g-r n 1~ o·u rra 1 l a d ar tado l cent1·o de los ¡· usos y
aba ti Jo su a r:ior; ya no tt·at n ele voh· r á com nzar n est punto.
): era ti e mpo. ·La tropa de Soult y de uger au 1 los mismos
oTanad ros d 1 o-uan..lia, 'n ¡· e ucidos al último e.· remo.
in nuestn . . ab ll ·ría nu tra valien e infantería habría ucumbido.
" pu¿ esta carg3. múlti les t aballería detiene
y \' Íent á formar d • nuevo delante el Emperador, li ta á sacrificarsP
otra vez.
in embaí , la batalla continúa. Los di pat·os de cañón
vucl 'en á comenzar á nu tra dt.:r cha. u lros Oficial s miran y
dicen: ''¡E Dav ul que llega_, Es la una del día. Este Mariscal,
en efecto. d scm oca sobr el cam¡ o de batalla, arrollando á
su aso la briga ~ ru a que!> le oponen· pero B e nningse 1
aprovech:i.ndo e d la ven aja obtenida en 1 centro sobre Auger
au n\'Ía toda us tro as para ostener su izqui rda comprometida.
Al mismo tiem o l General Le tock, que ha sa ido ocult
r e á la per ecución tenaz de y llega de improviso al campo
de batalla con ocho mil lrusian s, y celoso por vengarse del desdén
d los ru os, ataca con furor la división ~ riant, la rechaza, y
ap-:>yad p r las ¡·e serva d Benningsen avanza á aso de arga
par recuperar las posiciones de 1 mañana. .,
Pero ante él se interp en los oldados de Friant y de udin.
En van los rusos y los prusianos pretenden acabar con ello : no
Jo pue en }oo-rar. Los héroes e.Awc:r taedt oponen una tenacidad
invenci le á e e último sfuerzo de lo aliados. A pe ar del valor
heroico d nuestros soldado 1 las fila e aclaran rápidamente · sin
embargo, aún sostienen.
El •!a riscal Da vout recorre su línea hasta el fin d · la b -
talla y contitnt: á us tr pas diciéndoles: ' Los obard irá :i
morir á Sibe ri" ; loe; valí ntes morirán a1uí como hombr·cs de honor
1' n 1 nu tr s at rías ha sufrido particularm nte 1 0 1 .... ¡
fu go d 1 artilled nemiga la mayor parte de las piezas 1 an
ido dañadas y d montada , uando las granadas han d a-tado
dos caja . Un jov n furriel del 25.0 de lín a cruza ntonce
la bayone ta obr los oldados del r g-imi nlo del tren , ecundado
p r u Subt niente obliga á los artilleros á que contintíen el
fue?"O con lo qu qued de municiones; de este modo s con ti en
al en ·mig-o.
El 17. 0 de línea stá diezmado; la andera del
defendid o r un puñado de soldados, está á punto
po r de lo rusos. J jove-n Locqueneux, furri 1 del n"gimien
coloc-:a 1 árruila o 1·e 1 ni~v á su pie s, la d fi nd d 1 encmig
·o1 1lama n su ayuda, y con la del jefe del batallón Mallet, logra
llevar su ban ra -n medio de los restos del 17, que no cuenta la
noche de sta angrienla batalla sino un hombre por cada cinco.
e o
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Locqueneux es nombrado oficial en el campo.de batalla. Cerca
de él el furriel Morfn, del 30.0 de Hnea, logr~ •gualmcnt~ cons~rTar
el estandarte de su regimiento. Defendiendolo, rectbe vanas
heridas y queda casi muerto sobre el campo de batall~ ..
La noche comienza á ca r y á envolver con sus t1meblas este
suelo de matanza, en e l que la lucha continúa siempr .. De repente
los tiros de fusilería st~llan sobre l flanco del en rn1go. Lmeas
de fuego e marcan n la curidad. Al mi ~ mo . ti mpo llegan jinetes
al galope, cubiertos con el colback* y vestidos con dormán
Terde oscuro con trenza amarillas y la hongroúe carlata. Es la
compañía scogida d e l 7. 0 de húsares qu prec de la vanguardia
de Ney que acude al fin para tomar arte n la batalla. nte
e to, B~ninngsen, que ha e rdido casi la mitad d su jército, e
decide á abandonar la artida y á atir e n r tirada. El Emperador
conduce su guardia á nuestra o ición de la ví pera;
está complacido en sumo grado de su conducta y dice al General
Dorsenne, comandante de los granad ros de á pie: ' Dorsenne,
tú no has estado d e burlas con mi vet rano gruñon s;
estoy contento d e ti." El hambre y 1 frío nos hac n asar una
mala noche. e encienden grande hoo-u ras; e n s cli tribuye
un poco de pan y de aguardient . Nadie se queja ; las municiones
que se han consumtdo son repu slas con prontitud para el
caso de un ataque en la mañana siguiente. Numero os herido se
recogen y los transportan las ambulancia ; lo demás r cib · n una
primera cura en el sitio sperando que 'Se pueda tran portarlos á
su vez.
A la mañana siguiente, al comenzar á aclarar eJ día, se descubre
este espantoso campo de batalla, que ocupa un espacio de
una legua cuadrada. Sobre e ta llanura helada y cubierta de una
ca a e pe a e nieve que punza aquí y allí á los muertos y á Jo¡
heridos, de nueve á diez mil cadáv r es están amontonados, lo mismo
que de cuatro á cinco mil caballos muertos y abandonados. Líneas
de sacos ruso , r to de fu iles y de ables, un innumer ble
cantidad de cat-ruajes rotos, la tierra cubierta de baJas, de obuces,
de municiones, ochenta cañones cerca de los cuales aparecen Jos
cadáveres d los conductores n el momento en ue hacían esfuerzos
1 ara llevárselos, jirones humeantes, todo esto desprendiéndose
~e un fondo d nieY pres nt un pectáculo im resionable
Y ternble. Destacamento cle soldados france e y prisioneros ruso
rec?rren en toda dirección este vasto camp0 de muerte y alzan
los hendes para llevado á las am ulan i s. e encuentra gran
número de cadáveres de ficiales rusos con us condecoraciones, y
entre ellos un príncipe Repnine.
. Napoleón pasó varia hora en el cam o d atalla, dete-méndose
á cada paso, haciendo ha ular á lo h er idos, dándoles consuelos,
so<;orros. e le curaba, Jos cazadores de la guardia los
transportaban sat á una
e posa; )' á tanto cuidados penosos que forman su mi erable existencia,
hay qu añadir lo de los fun ral s. 1 hombre no puede
vivir <;>lo ; de pué d ntr O'"a1·se p r alguno mese á las penas
de la vtudez, ube á u iragua, baja e l río, y va á un caserío a
ofrecer á una nu eva e posa muchas fatigas y rivací nes, pero · .
corazón incero.
De d hac varios día la montañas aparecen al Oeste, y el
número d caimanes di minuye vi iblemente; este es indicio de
que la temper:atura es menos ardient ; sin embargo, todavía el
calor era rdt nt á medio día · de manera que nos deteníamos a
aquell_a hora bajo J~s cuna naturale que forman encima del río
las-cet as hermosfs1ma y otra infinidad de árbole de un follaje
muy tupido.
Al;ln ~u,~ndo nu stt·a I iragua ra bastante grande, puesto que
tenía dteCJSclS.' aras de largo, e tenía cuidado casi á cada parada
de sararla á t1 rra : ta pr caución nos daba más tranquilidad
para de cansar. i la orilla izquierda hubiese estado menos emb
raza a d tronc~s d ~rb?Jes, las plantaciones de plátanos que
la cubren nos hubteran mchnado á costearla; pero hubiéramos
estado entonces expuestos á tantos riesgos que tomámos la de la
derecha----(Conhnúa). '
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año VI Serie III Tomo I N. 5", -:-, 1902. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691156/), el día 2025-10-14.
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