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~~~.#!~'"M.=<=·""' Bogotá, Octubre 12. de 1901 -
~l;--;!}---:>}--~--(~- ~-~~
oletin ilitar de ~olo~bia
Organo del Ministerio de Guerra y del Ejército
DIRECTOR .AD HOXOREM
Francisc'J J. Vergara y Velail~o
General do Ingruieros, Miembro de vario SociNladel! Ciot1t(ficos
Son colaboraclorcs ele csfo periórlico los Jefes y Ofitialrs del Rjéwto
DECRETO r UMERO 1177 DE 1901
(8 J>E OCTUBRE)
por el cual se aumentan lo. suf"ldos y raciones de los Oficiales y tropa que hagan
campai'"ta 'n los Llanos de .'an Martín y Casanare
Et•Jí'cepres/dmle de la ReplíbHca, mcargado dd Poder Ejec:ui/vo,
En ejercicio de la facultad que le confiere el artículo 1221 de
la Conslitución,
J) E C RE T.\
Art. 1.0 Desde el 1.0 del presente mes el sueldo mensual de
los individuos de tropa y Oficiales que hagan campaña en los Llanos
de San Martín y Casanare, será el siguiente, sin derecho á sobresueldo
alguno:
Del soldado........................... . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . 90
- cabo 2.0
••.•••••..•.••..••.•.•••••.•••••••••• • •••.. ••••·• •••• 95
- cabo 1 . 0
••..••••••.•••..•.•.•.••••••••.••••..••••••••.•••••••• roo
- sargento 2.0
.•..•••••••.•..••..•••••••.••••••••••••••••••.•• 105
- sargento r. 0
..••••.•....•..••.••••••••..••.••.•••••••••••••• 1 ro
-Subteniente ................... , ............................ 130
- Teniente .................................................... 150
Capitán...................................................... 170
TOMO II-29
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
moietin WH!itax b~ <$oiombia
'- 450 -:
Art. 2.0 Los Jefes, desde Sargentos Mayores para arriba,
continuarán deYenganclo las asignaciones y sobresueldos de que
disfrutan actualmente.
Art. 3. 0 En estos términos queda reformado el Decreto Ejecutivo
número 502, ele 30 de Abril último, "por el cual se aumentan
los sueldos y raciones del Ejército de la Rei)ública," y el artículo
1. 0 de la Ley 39 de 1896, sobre asignaciones militares.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 8 de Octubre de 1901.
El!v1inistro de Gobierno, GurLLEIUIO QurNTERO C.-El Ministro
el Hacienda, encargado del De pacho de Relaciones Exteriore
, 1t1JG EL Au.\DI' l\·1E.·nEz-El Mini ·tro de Guerra, JasE VrCE!\TE
Co.'CHA-El Ministro de lnstrucción Pública, J. 11. RrvAs GRooTEl
Subsecretario del Tesoro, encargado del Despacho, JosE MARIA
CoRDovr.z.
DECRETO lh IE O r 13o DE 1901
( 26 DE SEP1 n:. tnRE)
por el cual e c;ci¡ala sueldo á los empleado clel1lontepío Militar
El T'icepresidmtt: dt: la República, encargado dt'l Pode,· .E)'ecutz'vo,
DECRETA
Artículo único. \ par ir el 1 I . 0 del prescnt · me· y hasta el
31 de Diciembre pró ·im'J, los empleados del 1 Iontepío Militar gozarán
de los ·igui ntes sueldos :
El '1 esorero .......................................... ,.· 300
El 'ecrctario Tenedor de Libro . .. .. .. .. . .. ... .. 225
El Abogado........................................... 225
Queda incluíclo n esta· asignaciones el aumento proporcional
á 1u tienen derecho conform al artículo 2. 0 del Decreto Legislativo
número 1072, de S del pre ·ente me ...
Comuníquese y publíquese.
Dado n Bogotá, á ;.6 de. eptiembre ele 1901.
JO 'E 1IANUEL MARROQUH\
El Min'stro de Guerra, jos1f V1c .. 'TE Co.·cn.\
DE RETO 'U11ERO 114 DE 1901
(28 !)}, ~EPTI •.lBRE)
/
por el cual se aumentan un::~s .:similacioncs
El Vz'cepr~s/dmtc de la Rt /JIÍblica, e/lr(u·.rrado del Poder l!..)'ecttit'vo,
D ECRET .\
Artículo lÍn~~o. Desde el 1.0 del mes entrante los dos Ayudantes
del Habilitado del Cuartel Genera] del Ejército tendrán
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
moretin mmtat be G:o(ombia
'- 451 _)
asimilaci6n á Coronel y Sargento Mayor, respectivamente, en lugar
de las de Teniente Coronel y Teniente con que han venido
figurando; y seguirán devengando el correspondiente sobresueldo.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 28 de Septiembre de rgor.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, JosÉ VICENTE CoNCHA
DECRETO NUMERO 1 152 DE rgor
( 3 0 DE SEPTIEMBRE)
que reforma los marcados con los números 228, de 31 de Mayo de 1897, y 340,
de 5 de Agosto del mismo año, reglamentarios de Bandas de Música militares
El Vicepresz'cimte de la Repúbllla, encargado del Poder E.Jecutz'vo,
DECRETA
Art. 1.° Cada Banda de Música tendrá el siguiente personal :
un Director, un Músico mayor y 39 profesores.
Art. 2.0 Durante el estado de guerra, las tres Bandas de Música
existentes tendrán por Comandante un Jefe militar con la asignación
de Primer Jefe de Cuerpo.
Art. 3.° Cada Director de Banda tendrá la asignaci6n de Primer
Jefe de Cuerpo; los Mú icos mayores, a-imilados á Tenientes
Coroneles; los profesores solistas, á Sargentos Mayores; los profesores
de I .a clase, :í Capitanes; los de 2.\ á Tenientes; los de
3.• y 4·\ á Subtenientes, y los de 5.~ á Sargentos primeros.
Art. 4. 0 Quedan suprimidos los aprendices de que trata el
Decreto 228 de 1897, y en u lugar habrá los profesores de 5.•
clase indicados en el artículo anterior. Los candidatos para ocupar
estos puestos no podrán tener edad menor de r 8 años.
Art. 5. 0 Los miembros de las Bandas gozarán del sobresueldo
correspondiente á sus asimilaciones, con arreglo al Decreto número
502 de 30 de Abril de rgo 1.
Art. 6. 0 Quedan en estos términos reformados los Decretos
Ejecutivos números 228, de 31 de Mayo de 1897, y 340, de 5 de
Agosto del mismo año.
Comuníquese y publk¡uese.
Dado en Bogotá, á 30 de Septiembre de 190!.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, JosÉ VICENTE CoNCHA
co o.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
~ofdin 9JH!itat: he <5,oiombia
'- 452 -'
D .. RET Uiv1ERO 1 I 59 DE 1901.
(30 DE SEPTIEl\IDRE)
por n} cu:-~1 se deroga otro
El r·,ceprcsú/mle de la RejJIÍb/zca, mt."ar.r:rado dt! Poder .E}ecul/vo,
DRCRRTA
Artículo t1nico. Derógasc en toda su partes el Decreto número
326, de 16 de ~Marzo último, "por 1 cual se suprimen algunas
a irnilacioncs militare~.=
Comuníques y puu1íquc,...c
Dado en Bogot<í, á 30 de Septiembre d rgor.
JO. 'E MANUEL MARROQUIN
El Ministro el Guerra, jos1~ VICENTE Co. ·crL\
DECRETO 1 U IERO r 166 DE fgüi
(2 m: OCT 'BRE) .
sobrl: Bandrs 1:c l\lúsica militares
}t_,'/ T'/cepn·st'dmfl' dt !tl Re¡níbl/ca, mcargado dd Poder Ejccuth•o,
D 1~ CRETA
t rtf ulo úni o. Lo. miembros d las Banda de Música, om
ticlo como se hallan á la d' ciplina militar, o· zarán de la recomp
n a· por antig-ii dad n 1 s rvicio á que ti n n derecho los
militar · · ; y su d udos r il irán pen iones del fontepío Militar,
con arr g1o á los 1 yes s brc ambas materias.
Comunfqu s y pubií ¡uc. c.
Dado -.n B gutá, á 2 de ctubrc de 1901.
JO E 1A "l 1 L MARROQUIN
El Mínistn.~ el ... c_,uerrn, JosJ~ VrcE.''IE Co:\ IL\
DECF I~T Ul\1ERO I 167 DE 190 I
(2 Dl~ OC1 BRF.)
que elimina la {job.:rnacit1n \Iilit:u de la Plaza de Girardot y la reemplaza con
..... \ina Jefatura iYil y 1 Tililar
El Iíá'jJrcs!'dc1llc: dt la RejJIÍÚHca, mcaruado del Poder Ajecut/vo,
J)f:CR >TA
• 1 t. l. 0 ~ limína e la robcrnación míiitar ele Girardot.
• rt. 2. 0 r6a.;c c:n el 1 T unicipio de rirardot una Jefatura con
funcion es ci,·il s y militare~, la cual será servida de la manera sifrui
nt" :
Personal- Tn Jefe Ci\'il y Militar, asimilado á General de DiYisión;
dos primero Ayudantes, asimilados á Coroneles; dos se-
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r8otetin 9RHitcu: be ~domóia
\._ 4-53 _)
gundos Ayudantes, asimilados á Teniente Coronel y Sargento Mayor,
respectivamente ; d os Adjuntos, asimilados á Capitanes.
Un Capellán de H o~ pitales y fuerza, asimilado á Coronel.
Un Médico de los H )spitales y fuerza, asimilado á General de
División.
Un Comisario Pagador, con la asimilación de Coronel primer
Jefe de Cuerpo.
Un Ayudante de é t ~ , asimilado á Capitán.
Tres Hermanas de la .Caridad, con la a · :milación de que goza
el anterior.
Un Contralor Celador, con sueldo de Ayudante Mayor.
Un Herrero, con sueldo eL TeniC-;nte.
Un talabartero, con la misma a imilación.
Tres Guardas de la línea telegránca, a_imiladós á Saro·entos
primeros.
Veinte Policías, que prestarán sus ·ervicios como soldados, y
dependerán del Jefe que para dicha . ección e designe.
Art. 3. 0 La Jefatur:.t Civil y lVIilitar de la Plaza de Girardot
dependerá directamente dell\1ini t río de uerra y de la Comandancia
en Jefe Central del Ejército, y los o·a tos que oca ione serán
imputado al Departamento de Guerra.
Art. 4. 0 El Jefe Civil y Iilitar será nombrado por 1 Poder
Ejecutivo, lo mi mo que el per onal ig-ui nte hasta Capilane .
Art. 5. 0 on deberes del Jefe Ci 'Íl y 11ilitar:
1.0 Velar por la conservación de l ord n ·público y la tranquilidad
social ;
2.0 Vio-ilar el Ferrocarril de jirardot y la Flotilla del Alto
Magdal na:;
3. 0 Refrendar pasaportes militar ·· y de particulares que transiten
por la Plaza, si mpre U\.! nos an sosp choso los éHrra iados
con tales pasaportes;
4. 0 uministrar recursos á los buque de la Flotilla del Altc
Magdalena cuando estén en el puerto de iranlot, y á las fuerzas
que por cualquier ca u a se acantonen en esa Plaza;
5. 0 Organizar el :Hospital l'vlílitar, Yig·ilar que cll\.1édico oficial
haga por lo menos una. Yi ita diaria á este Establecimiento ; suministrar
los elementos nec ¿sarios y nombrar el personal subalterno,
de acuerdo con la Directora, á fin de que los enfermos estén debidamente
atendidos;
6. 0 Vigilar la guarnición de la Plaza, y comunicar órdenes en
asuntos del servicio ;
7. 0 Oro-anizar las fuerzas necesarias para la guarnici6n de
esa Plaza, para lo cual queda como base el Batallón Riz:cra ·
8. 0 Suministrar cuarteles, &c., á las fuerzas que transiten por
la Plaza;
g. 0 Velar por los intereses del Gobierno y en especial por las
brigadas de las fuerzas y de los Jefes y Oficiales pasaportados;
10.° Cumplir y hacer cumplir la 'rdene del l\.1inisterio de
Guerra y de la Comandanci.a en Jefe C ntral del Ejército;
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58otetin ID'lititar be ~olomóia
'- 454 _)
II. 0 Disponer de todo elemento que le sea necesario para el
sostenimiento de la Plaza, y dictar cuantas medidas hagan precisas
las circunstancias;
r 2. 0 Ordenar los gastos que ocasione el personal de la oficina
y tropa, útiles de escritorio y alumbrado, servicio de postas y espionaje,
y los demás de carácter urgente que como imprevistos
puedan presentarse.
Art. 6. 0 El Jefe Civil y Militar asumirá las atribuciones y deberes
de Alcalde, y formará una Sección de Policía con los empleados
tomados de los que indica el artículo 2.0
Comuníquese.
Dado en ~ogotá, á 2 de Octubre de 1gor.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, JosÉ VrcENTE CoNCHA
DECRETO NUMERO 14 DE 1901
(OCTUBRE 7)
po~ el cual se hace un nombramiento
La Comandancia en Jefe del Ejército de la República, en uso
de las facultades y autorizacionc que le han sido conferidas por
el Ministerio de Guerra, y teniendo en consideración el cúmulo de
negocios judiciales-de carácter milltar-que cursan en el Despacho,
cuyo retardo origina graves y grandes perjuicios en la marcha
regular y urgente que á este respecto debe observarse en el
Ejército; y que no e.·iste, en la actualidad, un Consejo de GJerra
de Oficiales generales permanente,
DECRETA
Art. 1.0 Nómbrase un "Juez ubstanciador General del Ejército,"
que, con el carácter de permanente, desempeñe las funciones
respectivas, según el artículo 1518 del Código Militar, en relación
con el 1516 del mismo Código.
Art. 2. 0 Para el desempeño del cargo de que habla el a .. tículo
anterior, nómbrase al Sr. General de División Alfredo Tomás
Ortega, quien, en la forma legal, tomará posesión de él.
Comuníquese á quienes corresponda y publíquese en la rden
general del Ejército, para su cumplimiento y ejecución.
Dado en Bogotá, á 7 de Octubre de 1901.
El General Jefe encargado,
MARIANO TOBAR
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
.,oletitt !Jtilitar be ~olombia
\._ 455 -'
LA GEOGRAFIA F~N LA AMERICA DEL SUR
La República de Bolivia resolvió últimamente proceder á la
construcción de una verdadera Carta geográfica nacional : los tra ..
bajos preliminares principiaron ya, y la obra se llevará á cabo con
la mayor actividad. Este trabajo, que dará á Bolivia una marcada
ventaja científica sobre sus vecinas, se ha confiado á ingenieros
franceses y á métodos franceses.
El servicio topográfico de la casa Hachette et C. 0
, fundado
hace años para ejecutar levantamientos de cartas conforme á los
últimos nétodos y al empleo del taquígrafo Schrader, á. petición
del Gogierno boliviano, convino en enviar á Bolivia una misión
compuesta de cuatro ingenieros (Balide, padre é hijo, Grimaldi y
Vaudry), con el encargo de levantar á la escala de T : 50,000 la
carta de la mesa boliviana desde La Paz y el Lago de Titicaca
hasta Oruro. Cuando esta obra esté concluída, seguirán con otra
porción del territorio, y así sucesiYamente. ·
Los ingenieros, que ya están .en La Paz, se ocupan por ahora
en establecer la triangulación general de la región per cartografiar,
y en hacer las determinacione a tronómicas correspondientes.
En este trabajo los ingenieros han aprovechado las instrucciones
del conoéido ingeniero 1-1. Vallot y del astrónomo Bigourdan. El
levantamiento de la zona quebrada se ejecutará conforme al método
inaugurado por chrader en los :Pirineos españoles, y por la
primera vez se tendrá la representación exacta de esa majestuosa
Cordillera Real, que dominan los altísimos picos del Illimani y de
Soratá. Cuanto á la mesa propiamente dicha, e espera que al levantamiento
de la Carta seguirá el ' arreglo de las irrigaciones,
lo que arrancará esas arenas á la miseria y á la esterilidad, y permitirá
dar nuevo impulso á la explotación de las riquezas minerales
que encierra.
Además, e o el actual Presidente de Bolivia, el General
Pando, es un explorador apasionado por la Geografía y las investigaciones
científicas, se ha resuelto que el estudio geológico de 1
suelo acompañe paso á paso al levantamiento cartográfico. Con
este objeto el célebre Dereins, Director de los estudios geológicos
de la Sorbona, acompañará á los ingenieros, sin dejar de hacer
parte de la Universidad. Los franceses ejecutan, pues, en estoS'
momentos grandes trabajos científicos en Bolivia y en el Ecuador.
¿Siempre habrá de quedarse Colombia rezagada en estas luchas
por el progreso ? Por un Presidente conservador tiene la República
una carta geográfica bastante aceptal>le ; ¿ no corresponderá
á otro mandatario de la misma escuela dispon_er que esa carta
se re y ponga á la altu~a de las exigencias del siglo?
•
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
~oletin W'lifitat be G:oromóia
'- 456 -'
LA DIRECCION DE I .. A GUERRA .
EXPOSICIÓN SUCINTA DE SUS PRINCIPIOS Y l\IEDIOS DE EJECUCIÓN, POR EL
' GENERAL COLMAR BARON VON DER GOLTZ
(Traducción para el Bo!etlTZ Militar)
Continúa
5. Marcha de avance paralela, concbztrzca y excbzlrzca-Afarcha
de noche y marcha de flanco-La marcha sobre vías paralelas ofrece
la ventaja de que, en tanto que las columnas están en movimiento,
permanecen separadas unas de otras por •igual intervalo,
del cual podrán sacar partido para su alojamiento y su subsistencia.
De esta suerte, cada una de las columnas tiene su línea
de operaciones, y la generalidad de las veces también su línea de
comunicación particular. Así se evitará que las tropas se mezclen
y que se produzca confusión entre los convoyes que marchan en
su seguimiento. Sin duda alguna esta es la disposición más ventajosa
para la marcha de a vanee de grandes masas de tropas.
Pero no conducirá á la reunión en el campo de batalla sino cuando
las rutas empleadas para la marcha e tén muy inmediatas
unas de otras, lo que destruye la ventaja que les reconocíamos anteriormente.
Así pues, se podrá adoptar una marcha de a vanee
sobre vías paralelas, no con respecto á la batalla, sino para el caso
en que despué de obtener la victoria, se pretenda atravesar la
di tancia que separa la zona que se acaba de conquistar, de la situada
má adelante, in qu se e pere encontrar de nuevo al
enemigo. Este hecho e pre entó, por ejemplo, á los ejércitos alemanes
en el mes de Agosto de 1870, entre el arre y el 11osela.
Pero aun para éstos fue preci o ordenar modificacione , cuando
los franceses se detuvieron inopinadamente detrá del i d.
Cuando uno se acerca al nemigo, e menester CJUe la marcha
de avance sea concéntrica. Pero se tendrá mucho cuidado en
no abandonar prematuramente la Hneas paralelas, á fin de no poner
al enemigo en estado de adivinar, antes del momento deseado,
cuál es el objetz'vo entreví to, y para no tener que afrontar demasiado
pronto todos los inconvenientes que re ultan de una concentración
demasiado densa
El punto de reunión no es fijo; al contrario, es móvil dentro de
un círculo determinado, porque el ejército enemigo cambiará de lugar,
y es de él y de sus movimientos de lo que depende la elección
que hayamos de hacer. Desde luego, la dirección concéntrica
de las columnas no conducirá realmente á un punto único, sino
que, como sucedió al ejército pru iano en r866, las llevará de una
manera muy ~eneral á una cierta zona hasta el momento en que el
jefe haya podido darse ~uenta clara del punto en que resultará
probablemente la solución táctica.
Además, no debemos tomar este término de reunión al pie de
la letra, ni figurarnos que todas las fracciones se alinearán codo
con codo sobre un mismo terreno· un ejército se ha concentrado
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~oletin WH!itm: be ~olomóin
\._ 457 __)
cuando en un mismo día todos sus cuerpos, aun aquellos que están
más retirados, pueden llegar á tiempo al campo de b3.talla.
Si forman un semicírculo al rededor de éste, como los cuerpos
prusianos antes de la batalla de I<.oeniggraetz, entonces su situación
será muy ventajosa, y también e podrá renunciar, si
así conviniere, á terminar la reunión, como se hizo en Sadowa.
La marcha en columnas separadas facilita el movimiento de avance
y el despliegue.
La marcha de avance e.·céntrica constituye el epllogo de la batalla,
cuando haya tenido una olución favorable para el acometedor,
y la concentración necesaria para la acción Ya de nuevo
á tener fin, para el maym· reposo el las tropas, ó también cuando
se trata, después de la victoria, le ocupar una parte del país. epararse
para una marcha d avance e.·céntrica en presencia del
nemigo, es cosa grave. Tunea se debe proceder a í, si se spera
una nueva lucha de alguna importancia, ó cuando esta lucha sea
probable.
En el cur o de la campaña de 1 14 contcmplámos n dos
ocasiones el e.·traño espectáculo de un ejército que s divide en
dos, únicamente para pocl "r en vol ver de nuevo al ad ver ano y
acorralarlo. Pero motivos d carácter íntimo contribuy r n á hacer
t mar e ta re olución á lo aliado , cntr otro y muy e~ p -
cialmente, el deseo que alimentaba uno de los Generales en J ·fe,
Blücher, de obtener mayor independencia, una libertad d ac ión
más completa, que no habría podido on eguir si hubi .ra p rmanecido
estrechamente ligado al ejército principal.
• n la guerra servo-turca de I 76, los scrrios comenzaron
por una ofen ·iva e.·céntrica con cuatro oTupos de jército, obran lo
n ]a dirección de tres puntos cardinal ·, en donde tenían i la vista
territorio turcos. doptando tal manera ele proced ... r, se guiaban
principalmente p r con id raciones política que, por otra parte,
hicieron fraca ar de un modo lamentable la emprr>sa. Pero estos
son ca o' que muy rara vez ocurren.
Con frecuencia se presentará 1 caso de que la dirección de
la marcha no lleve derecho al frente del enemig-o, sino más bien
oblicuamente, y aun algunas veces corr rá paralela á ese fr nte,
de suerte que las tropas en marcha ·e presentarán de flanco al
enemio-o, y ejecutarán, por con. iguientc, una marcha de flanco.
Por esto vamos de una vez á decir algunas palabras sobre las
marchas de flanco, aun cuando é tas sean también del dominio de
la defensiva, cuando se trate ele a ven tajar al enemigo en prontitud
para llegar á un punto lateral.
ólo en un ca o presentan g-raves inconvenientes las marchas
de flanco: cuando uno no se da cuenta dara ele que es una mar-cha
de este género la que se ejecuta, y que á la hora menos pensada
se encuentra uno tomado ele flanco por el enemigo. Una columna
en marcha e despleo·ará m á 'pidamentc sobre su flanco
que sobre u cabeza, y tiene meno· camino que recorrer. De su peso
se cae que no es preciso marchar tan dema iade> cerca del enemigo,
sino que habrá que asegurar el spacio requerido para el des-
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~oret n WWitar be (?;o!ombia
\_ 458 _)
pliegue. Hay inconveniente en cubrir la marcha de flanco con un
destacamento especial, que tome posición en frente del enemigo;
si el efectivo es demasiado débil, es provocar al enemigo á que lo
ataque, justamente en el momento en que menos conviene; y si el
efectivo es demasiado considerable, el tiempo que se empleará en
reunirlo, retardará la ejecución total del movimiento lateral.
Las precauciones que hay que tomar para colocar la marcha
de flanco al abrigo de toda sorpresa, son la siguientes : servicio
de reconocimientos hecho con 1 mayor cuidado, modificación del
orden de marcha, á fin de que hasta en medio de las columnas
más profundas se cuente con algo de caballería, informes constantes
á los Generales Comandantes subordinados, de modo de ten r
fija su atención y de que estén di puestos siempre á desplegar su
columna sobre su flanco. .
Es cierto que en cualquier situación la marcha de flanc-0 ~ufrirá
siempre un ataque del enemio·o, porque esta marcha se dirige
siempre hacia un objeto claramente definido, que se pretende lograr
lo más aprisa po ible; ahora bien: todo encuentro, aun cuando
produzca un triunfo, oca ·iona reta: do.
Si el enemigo se detiene; la marcha de flanco se verificará con
gran preci ión, porque el adver ario pcr C:;rá algtín tiempo ¡;ara
movilizar tropas desplegada y r . partida en diferentes puntos de
una posición.
La situación pr ·entará dificultade mayores si el enemi ·o
está ya en marcha y pr tendemos harcr I a ar nuestra tropas con
pre teza por en frente de la ·ano·u· rdia · d e su columna ; con
frecuencia no lograt.t "Sto . ino con el al'tque de las cabezas de columna
por de ·tacamentos ai la , y ohli l', nclola á det nerse, por
medio d la sorprc a, •n tanto que "' 1 gru ·o de nue tro ejército
continúa su marcha de flanco. l ro 1 roe clieí.do ele e te modo se
correrá el ries~o de que esto combate parciales degener n
en acción o-eneral n un punto n donde no e pen aba comprometer
batalla.
o hay cómo evitar las marchas de flanco. iempre que se
pretenda concentrar, en pre encía del en mi,.,..o, masa que hayan
marchado separadas, habrá que apelar á marchas de flanco parciales
ó totales. D bcrán llevarse <Í cabo con circun ·pccción, pero
sin vacilar, y para realizarlas bien, bastar8 darse cuenta de la situación
y del fin que e trata de alcanzar.
No hay que tener mucho temor á la marcha· de noche, aun
cuando desde hace algún tiempo se acons ja el evitarlas, por cuanto
causan · exce ivas fatigas á la tropa. l To se puede excluírlas de
las combinaciones e tratégicas, como tampoco las marchas de
flanco. Numerosos ejemplos, sacados ele las campañas <.le Federico
y de Napoleón, demuestran que la marchas de noche bien
dispuestas, pueden hacerse sit; que la tropa ufra. En las latitudes
del Sur, constituirán el pro dimiento de marcha ordinaria durante
la estación calurosa. En Julio de I 877, Osmán Bajá efectuó
tres marchas de noche entre Viddin y Plewna, y los combates que
siguieron á estas marchas probaron que estas tropas se hallaban
perfectamente en estado de combatir.
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}Boletín ~Hitar be ~oiombia
'- 459 -'
En la noche que preceda á la batalla, estas marchas pueden
ser extremadamente útiles: servirán para juntar masas de
tropas muy compactas, hasta la proximidad inmediata de la posición
enemiga, antes de que comience el ataque. Dado el aumento
continuo de los ejércitos, las marchas de noche se hacen indispensables;
si no se hubiere recurrido á ellas, no se podría a ignar más
que una sola é idéntica ruta á dos cuerpos ele ejército que marchasen
uno tras otro, para arribar al campo de batalla.
La única cosa que hay que evitar es la de turbar, como con
frecuencia se hace, el sueño de la tropa. Eso se logrará con facilidad,
dando en tiempo oportu o las órdenes para la jornada del
día siguiente- Conll}uía.
----~")¡·(!1¡6-----
LOS VICIOS DE NUESTRAS
INSTITUCIONES MILITARES
(ARTÍCl'LO ESPA.~'OL RECillNTE)
A pesar de nuestra inferiorid d numérica y en medios materiales
de todas clases; á pesar de nuestra mala preparación para
sacar partido de los pocos elementos de lucha que poseíamos, combatímos
con vigor en Cavite en Ianila, en la capital de Puerto
Rico, en Santiago de Cuba y en otros puntos. ~ i en el combat
naval del último citado fue dema iado corta, según han dicho testigos
presencial~s, la r istencia de la e cuadra española, no es
menos cierto que esta escuadra había salid con cientemente á ucumbir;
y si en Puerto Rico no apar .ce que á la invasión de la
isla se opusiera una enércrica resistencia, débese, en primer término,
á que el agresor ampoco alcanzó á Jesarro1lar por completo
su ofensiva.
En dondequiera, puede decirse, que 1legó á romperse 1 fuego
en la última guerra, reapareció de cuerpo entero el tradicional
valor español, acaso no mayor que el ele otros pueblos, pero valor
legítimo al fin, y en la historia bien acreditado. Así lo reconocen
hoy hasta nuestros mismos adYer ario . Y in embargo, el resultado
ha sido bochornoso en su conjunto, y la leyenda del .heroísmo
hispano no llena ya los ámbitos del mundo.
¿A qué atribuír tan funesto desenlace·? ¿De qué modo pudimos
ser vencidos por un país de inmensa superioridad potencial,
es cierto, más sin que ésta lleo-ara á acentuarse por completo de un
modo real ? ¿Por cuál razón aban onaron la isla de Cuba I 50,000
soldados españoles, sin combatir en su mayoría y cuando el enemigo
no podía oponerles fuerzas siquiera aproximadas en el número
ni en calidad? ¿ Cómo explicar que ]as tropas americanas
de tierra, y aun en parte las de mar, bisoñas y muy poco sólidas
en general, hayan, no obstante, obtenido el triunfo casi en todas
partes?
No es difícil encontrar 1a respuesta. De sobra se ha probado,
al tratqr de la constitución de 1a guerra, las malas condiciones en
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moretht mmtar be G:orombia
\._ 460 -'
que ésta se entabló para nosotros; mas so re todas las desventajas
de situación y de preparación con tal moti ·o e.·puestas, descuella
una razón suficiente por ·í sola para explicar nuestros desastres.
Era que nos faltaba la futrza moral.
Esta es la que da ó quita la victoria, la que hace en ocasior:
es, que los menos se impongan á los mi , y la que da la Yentaja
á una tropa inferior en oro·anización ; ella fue la que á beneficio
de la superioridad de su civilización, permitió á cortos puñados de
españoles conquistar \arios imperios gueiTeros del Nuevo :rvlundo;
es la que en época bi n reciente ha hecho caer las puertas del
misterioso continente negro ant pequeños grupos de hombres
blancos; esa es también, aun u por otros moti,·o , la causa de
que entr~; paí es ig ualment ch·il iza el o se manifieste el predominio
de uno sobre: otro, aun in ~·1 empleo ó la amenaza de la fuerza
material ; y s, entr · otro· mucho t j mplos, la que consiente
al simple comandante le un 1 arco de gu rra dictar en ci ...... ~v... .::sos
la ley á mucha distancia de u paí.:, cuando éste es fuerte y sigue
una política vigorosa.
Indudablemente, la fuerza mora 1 se apoya n el poder material,
real ó upuc lo; pero no se e nfun e con él. Aunque productora
de hechos r ale· con imJ rtancia á m nudo c.·tralY l:n~ :·:~,
es más bien fuerz·t virtual que n ef cti\·a. Un pu" lo di pu to á
luchar hasta 'el sacrificio por s 1 índepencl ncia ó por ·u honra, posee
fuerza mond inmensa, p 1· m,' qu ..... ·u poder real sea muy inferior
al d 1 aase de ver en ellas falta de acometimient
.
La fuerza moral era n e e caso producto de la confianza. abían
nuestros ad rer ario ue la victoria había d ser u ya en de-
• finiti ra. La e.·altaci6n del espíritu público, el ~bido á este convencimiento,
comunicába e á las tropas, que a ·í ansiaban aprovechar
las ocrl ione para mo trar e á igual altura; y tal sentimiento se
reforzaba, com siempre ocun·e en situaciones semejantes, por la
emulación natural, derivada de las primeras Yentajas alcanzadas.
Estas, facilita a ingularmentc por el torpe empleo que supimos
dar á nuestro e caso. recurso , aumentaban su seguridad de un
rápido triunfo, hacitndonos aparecer cual enemigos menos temibles
todavía ele lo que realmente éramos, no obstante el haber experimentado
los americanos lo contrario en algunos epi odios de
la lucha. Por nuestra parte, en cambio, la falta absoluta de confianza
en el é. ·ito, enervaba el ánimo de muchos, para quienes
cumplido el deber en su concepto m~s estricto y objetivo, nada
restaba qué hacer.
Y no era solamente la falta de esperanza la que tales efectos
causaba: había en ellos también mucha parte debida á falta de
fe · de fe patriótica, que mueve al sacrificio de todo interés egoísta;
de fe" militar, que impulsa al mismo sacrificio en aras del honor
de las armas y del deber e su más amplia acepción, y probablemente
falta a imismo de una base de verdadera fe religiosa,
la cual vivifica el espíritu y lo predispone á esos sentimientos de
abnegación, tan atrofiado desde que aquélla va desapareciendo.
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J
~otetin WHiitm; be G:otomóia
\_ 462 _)
Cuestión es esta por demás espinosa, sobre todo dados los
convencionalismos y las prácticas que en España rigen sobre el
respeto debido á las colectividades y el alcance de los intereses de
clase. Desde luego, lo anterior no se refiere exclusivamente al Ejército,
en cuyas filas se rinde en fin mayor culto al honor y al deber
que entre las demás clases. Tampoco puede otra alguna de éstas
acriminarle por las deficiencias que en él haya señalado la última
guerra, y, menos que ninguna, esa que ha pretendido tener el
derecho de juzgar y sobreponerse á todos los organismos del estado,
formada en gran parte por los hombres que en las colonias
como en la metrópoli, han especulado con la desgracia pública. No
era fácil que la moral de los combatientes rayase por todas partes
en lo heroico, cuando ni del país ni de su Gobierno recibieron sino
impresiones de debilidad y desaliento. Si tal espíritu reinaba en general
lejos del peligro, á lo menos desde que se pudo temer en algún
modo la aproximación de éste, y si la parte de ese mismo
país que lo veía cercano tampoco dio muestras ciertas de su decisión
de afrontarlo, no es mara villa que entre los obligados á hacerlo
por deber ineludible, hubiera quien manifestase tibieza en
sacrificarse por los ínter .ses materiales de algunos de sus compatriotas
y por los que pudieran afectar al conjunto, muy importantes
sin duda, pero que al fin habían de aparecérseles como menos
positivos que aquellos otros.
Pero el Ejército no tiene solamente la misión de batirse. Por
alta que sea la de mantener la honra y la independencia de lapatria,
le incumbe otra no menos grande y má eficaz todavía para
los destinos de c. a misma patria. 11 uera del so tenimiento del rden,
combatiendo los 1 mentos que lo perturb n materialmente,
debe también contribufr en primer término á la conservación 6 al
restablecimiento del orden moral. Como cu rpo, el más disciplina-·
do y más acce iblc por su naturaleza á las id as y sentimientos
elevados, ha de servir á la vez, en St: concepto, de escuela y ejemplo
al resto de la ación.
El Ejército debe, pue , ser 1 primero en confesar sus errores
y sus culpas, sean de conjunto ó individuales. No importa que las
de los demás sean mayores, ni haya temor de que por aquello desmerezca
en el concepto público. . i esos otros organismos ó cia.ses
ocultan sus defectos, ¡~eor ser{ para llos el resultado en definitiva.
Ninguna corporación se desprestigia por reconocerlos, siempre
que trate de remediarlos, ni ha de temer el que aparezcan en
ella elementos dañados, con tal que los separe de sí rigurosamente.
El sistema de la'Var la ropa sucia dentro de casa, que en
España ha venido prevaleciendo, es el peor de todos. Podrá servir
á los unos para ocultarla, mientras no sea mucha : pero por lo
menos es necesario que se lave efectivamente, y tal sistema se
presta en gran manera á descuidar esto, resultando que, amontonándose
aquélla, no se puede YéJ. ocultarla á la vista de los vecinos.
EFE ELE
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58otetin ID1ititm: be <1otomóht
\.._ .463 _)
LAS GRANDES BATALLAS DE NAPOLEON
POR DICK DE LO. TGLA Y
(Traducción p:ua el Boldín 11/ilitar)
Areola, 15, 16 y 17 de lfoz,z'embre de 1796
(Continúa)
Bonapartc, envuelto en este movimiento retrógrado, vuelve á
montar á caballo; una nueva elc::scarga de metralla echa por tierra
á cuantos le rodean, debiendo á ]a presencia de éstos no ser
él mismo herido. u e ballo, espantado, cae en el pantano, á
donde arrastra á su jinete, que queda sumergido en el barro hasta
la mitad del cuerpo.
Los austriacos desembocan entonces sobre el puente, y, persiguiendo
á nuestros soldados en retirada solJre el dique, avanzan
más de cint;uenta pasos hacia el punto en que ha caído nuestro
General; felizmente no le reconocen. Su hermano Luis, sus Ayudantes
Junot y 1\farmont, vien lo el peligro que le amenaza, se
arrojan entre los soldados y les mue tran á su Jefe á punto ele sumer
·irse en el lodo 6 ele ser asesinado por los croatas, que, en el
ardor del combate, no clan nunca cuarteL
Ante e te e pectáculo, un t;rito poderoso se levanta ele las
filas: "¡. alv mos ~í. nue tro en ral! · Dctiénen~ , y se enfrentan
ele nuevo. El Ayudante General Bclliard, herido, reúne cincuenta
granadero , y á la cab za ele CSO!:i valientes, se arroja con desesperado
impulso sobre el nemigo, que avanza á paso de carga: los.
oficiales trazan con la punta el 1 able una línea detrá de su compañía_,
acribilladas á metralla, y amenazan con el deshonor ó la
muerte á aquel que, r Jtrocediendo, pasE- de allí. Todo lo rinde el
valor. Los croatas son lanzados á sus trincheras. Bonaparte, alvado,
vuelve á montar á caballo· su vista y su palabras tranquilizan
á los soldados, que se reorganizan sobre el dique.
Aquella no es la última e cena de la jornada: Alvinzy, que
nos suponía siempre n \Tero na, ha -quedado sumamente sorprendido
al oír estallar un vivo fuego de fusilería en dirección de Areola.
Al principio no comprende por qué los franceses se han
arrojado á los pantanos; pero en breve, advertido de lo que
pasa, ordena á dos divisiones se trasladen allí, atraviesen el Alpone
y desemboquen por los dos diques para arrojarnos en el
Adige.
Hacia las cuatro de la tarde oímos que en las filas austriacas
resuenan muchos vivas y sus tambores tocan á la carga; el enemigo,
á su turno, va á tomar la ofensi a. La división Mitrowski
aparece por el dique de la derecha. A su cabeza van los granaderos
de Jordú, vestidos de blanco con vueltas azule y con r.hacó
puntiagudo, sin vicera, y adornado sobre la frente con ancha placa
de cobre que lleva estampada la efigie de la corona de hierro.
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~oietitt 9Jhtitcu; be ~otombiia
\__ 468 _)
y de los htÍsares salpicadas de barro, los aballos con la cabeza
hacia el suelo, con el tobillo hinchado. I Tuestros jinetes han corrido
toda ]a noche.
Alvinzy se ha retirado i Vicence, dejando el camino sembrado
de rezagados y de heridos. u ejército principal ha quedado
reducido á menos de 18,ooo combatientes, y ha dejado en los pantanos
de Ronco de 8 á ro,ooo hombres fuera de combate.
Cuatro banderas, dieciocho cañones, seis mil prisioneros, son
los trofeos de estas tr s sangrientas jornadas de Areola. Por nuestr:).
parte, las érdidas, uien que menores, son terribles.
Por la mañana, Bonaparte pasa revi ta i las tropas. En el
mom nto en ue se d e ti ene enfrente de nuestra media brigada, exclama,
señalándonos con la mano á su Estado Mayor: "Estaba
tranquilo, porque el 32 se encontraba allí r Palabras memorables,
que fueron luégo inscritas sobre los pliegues de nuestra vieja bandera
tricolor, marcada por la metralla y ennegrecida por la pólvora.
Aquel día, mientras nuestra caballería perseguía á los imperiali
tas, Bonaparte volvió á V crona, pasando por el campo de batalla
que ocupaba .A.lvinzy.
El ejército entra triunfante por la puerta de Venecia tres días
después de haber salido misteriosamente del lado opuesto, por el
camino de Milán. ¡Prestigio del genio!: la población entera acoge
á nuestro joven Genera] en Jefe con aclamaciones de admiración y
de al grfa. Sin pérdida de tiempo, él hace remontar i sus infatigables
teniente la rib ras del Adige, para cobrar su triunfo
hasta donrle se lo permite su débil ejérciw hace sostener á Vaubois,
lanza á Davidovitch i los montes del Tirol, y ocupa la antiguas
posiciones que tenfa sobre el Adjge.
La victoria de Areola produjo en !•rancia y en Europa una
sensación inmensa. El Directorio decidió que los estandartes llevados
por Bonaparte y Augereau en medio del fuego y del humo
sobre 1 puente de Areola, se ntre arían á estos Generales para
que los consen·a en sus familias. Por último, por toda Europa se
admiró el genio d 1 hombre extraordinario que, abandonado á su
propias fuerzas en el fondo de Italia, sostenía semejante lucha
contra numerosos jércitos de la poderosa nación de Austria.
Co 11 ll'111í a
- ~f.- -----
Pl~GLAiVIE T J 1EXICANO
PARA EL SERVICIO DE CAMPAÑA
( Contimfa )
I 12. D/7•t's/ón dt'l com:C!)'-Cuando un con\'OY sea considerable,
es es ncial diYidirlo n varias fracciones, á cada una de las cuales
se d stinará una ~colta especial, ó si hubiere en el convoy carruajes
ó acémila de requisición, se distribuirán con ellos algunos soldados
para cuidar ~ los conductores.
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motdht 9JCHita\! be ~orom'&ia
'- 469 _)
Las municiones de guerra marcharán, por regla general, á la
cabeza del convoy, en seguida los carruajes ó acémilas con víveres,
y después las que ll~;ven efectos diversos.
Todas estas di po iciones se subordinarán á los proyectos·~pre ...
suntos del enemigo ; los carruajes cuya conservación importe más
al ejército, deberán marchar en el orden más propio para preservarlos
del peligro.
r r 3· Dz'spoúdoues para la marcha-La escolta y la marcha de
un convoy se arreglarán en razón de la distancia á que se halle
el enemigo, de la fuerza y especie de las tropa~ respectivas, de la
naturaleza del terreno y del estado de los caminos.
El Jefe de un convoy se procurará las noticias más detalladas
acerca de estos diversos objetos, y las verificará por cuantos medios
estén á su disposición.
El Jefe del convoy destinará una fracción de la escolta á cuidar
los carruajes acémilas, y dis¡:>ondrá del resto de la tropa
para cubrir la mat a.
A este efecto constituirá una vanguardia, una retaguardia y,
si es necesario, guardaflanco~, que se conformarán de una manera
general á la reglas prescritas para la seguridad de las tropas en
marcha.
Concentrará el grueso d la e colta en el lugar más importante,
á la cabeza, á la cola ó sobre uno de los flancos del convoy,
según la dirección más e. puesta al ataque del enemigo.
i no se le ha ser1alado itinerario, e correrá el camino que ofrezca
mayores ventajas y que haya sido ha itualmente seguido por otros
convoye , aun cuando sea el más largo.
1 14. Altos, Par'lues-Los convoyes se conformarán á las prescripciones
del Reglamento del tren de transportes, en lo relativo
á los altos horarios. Lo grandes altos se harán en lugares reconocido
de antemano y favorable á la defen~a del com·oy.
Para el acantonamiento, cam¡Jamento ó vivac se escogerá una
localidad que permita poner el parque al abrigo de una sorpresa
y defenderse con ventaja contra los ataques del enemigo.
El emplazamiento del parque se elegirá de manera que se
pueda atalajar y desaparear con orden: los carruajes aparcarán
en una de las formas prescritas en el Reglamento del tren de transportes
militares.
I rs. Defensa de un convoy en marcha-En marcha, cuando á
consecuencia de un ataque imprevisto, el convoy no pueda continuar
su marcha, el Jefe de él lo hará aparcar fuera del camino;
si esto no fuere posible, los carruajes formarán en dos hileras ú
ocuparán ambos lados del camino; los carruajes cerrarán sus distancias
cuanto sea posible ; los conductores echarán pie á tierra
y se colocarán á la caheza de sus tiros ; los conductores de acémilas,
si las hubiere, las agruparán entre las hileras de carros,
y si el convoy fuere sólo de acémilas, se agruparán éstas y se rodearán
por sus conductores. Cuando después de una defensa tenaz,
la escolta no pueda salvar todo el convoyó parte de él, su Jefe lo
hará incendiar, y tratará, por medio de una acción vigorosa, de
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~oretin 'Witat be iorombiA
\.._ 470 _)
abrirse paso y llevarse los tiros ; en último caso los matará, ante~
que dejarlos al enemigo.
1 16. Convqyes de j;nsioueros-La e nducción de prisioneros de
guerra exige una prudencia especial y gran vigilancia y firmeza.
El oficial encarg-ado de conducir prisioneros de guerra los
hará formar en columna; á la ca1)eza, á la cola y á los flancos de
dicha columna, que marchará en orden cerrado, colocará su tropa;
prohibirá toda conversación entre ella y los prisioneros, é impedirá
que estos últimos se comuniquen con los habitantes. Al partir,
la escolta cargará sus armas en presencia de los prisioneros, á
quienes se prevendrá que toda tentativa de resistencia se reprimirá
con extrema severidad.
Para acantonar se escogerán localidades que contengan edificios
amplios, en que pueda guardarse fácilmente á los prisioneros,
y que estarán siempre iluminadas; sólo una puerta de ellas
quedará abierta, y en ella se situará una guardia.
Si se atacare al convoy durante su mar y se iere obliga-do
á detenerse para resistir al ncmigo, se ordenará á los prisioneros
que se pongan p eh o á tierra; la parte de la escolta ncargada
de su custodia inmediata, permanecerá junto á ellos, y hará
fuego sobre cualquiera que se levante sin haber r cibido orden
para hacerlo· el re to de la e colta maniobrad. para rechazar al
enemigo.
TITUL XIII
1
ERVICIO DE LA GEND RMERIA
1 17. Alribucz'ones gmerales-La Gendarmería estará encargada:
1.0 De la in ve tigación y comprobación (le los delitos y faltas,
y de la per ecución y arre to de los presuntos culpables;
2.0 De la policía y consen·ación del orden en la zona ocupada
por las tropas ;
3. 0 De la vigilancia de los paisanos que sigan al ejército ;
4. 0 De la agrupación, dirección y policía de las Secciones de
equipajes y convoyes.
Los gendarmes no dependerán sino de sus Jefes directos, a í
como de los Generales y Jefes de Estado Mayor bajo cuyas órdenes
sirvan. Sólo por ellos podrán ser castigados.
1 1
ORGANIZ.\CION DE LA GE. DARMERIA
118. Prebostes-Los destacamentos de Ger.darmcría agregados
á las diversas unidades, ejercerán funciones de "policía judicial
militar."
Para el servicio de la Gendarmería y el de los prebostes se
observará lo prevenido en la Ordenanza general del Ejército (artículos
1237 al 1244) y en el Reglamento de la Gendarmería. Con
arreglo á lo que ya se ha prescrito, la Gendarmería que marche
con los conYoyes no servirá como escolta de ellos, y sólo desempeñará
funciones de policía,
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~otetitt ill1Hitnr be G:otom&in
'- 471 _;
1 rg. Prúz'oues-En cada Cuartel general se establecerán ~risiones
destinadas á recibir i los presuntos responsables de delitos
cometidos, ya sean milita n~ s ó paisanos. Estos prisioneros quedarán
bajo la autoridad de los Jefes de la Gendarmería y bajo la vigilancia
de los Comandantes dr los Cuarteles generales-Conlz?uía.
ASPEC ,· o FISICO DE COLOMBIA
V. EL v.\LLE DEL C.\uc \--Al contemplar el espacioso valle del
Cauca y la configuración del suelo por donde corre el do, lo pri ..
mero que se ocurre pen ar es que allí existió en otra edad un in ..
menso lago que desaguó hacia el N. por el cañón de Antioquia;
pero las pruebas no son concluyentes para mantener tal suposición,
En todo caso, mucho tiempo ha sido necesario para que las tie ras
acarreadas diariamente por las aguas de las serranías hacia las
partes llana , hayan podido le vantar y formar esos planos inclinados
que, como otros tanto · glacis, terminan sobre las en parte aún
anegadas riberas del Cauca, el cual, con paso mesurado y tortuo-o,
corre hoy por las intcr ccciones de los diferentes declives que
e forman en las bases opuestas de la e rdillcras, fértiles unas,
ingratas otras.
El valle del Cauca, por su estructura y sus tierras mezcladas
de pastos y de campiñas, e una de la riquezas de Colombia. Allí
la ·ista presenta lo que hay de más delicioso en tm paisaje: cuestas
y montes, valles y llanos, campos cultivados y tierras incultas, bos ..
ques y praderas. El suelo se presta maravillosa ente para la cría
y la agricultura.
El aspecto del valle en general es uniforme en su constitución
física, y mirado de S. á ., desde una altura como de 30 ms., de
cualquier punto que sea, se presenta una planicie que forma horizonte,
encajonada entre altas cresterías. Los árboles frondosos que
están en primer término, en medio de las tierras tapizadas de gramíneas,
cubren grandes espacios, pero dejando siempre ver la
prolongación de las abanas y de los bosques, que se confunden
entre sí, matizados de lindos colores y orlados de palmeras, hasta
que la vista no descubre sino un plano amarillento ó verde, erizado
de columnas de humo que indican las labranzas en donde se
están quemando las plantas abatidas para que las reemplacen otras,
ó los pajonales altos y secos, para que den pastos más frescos á los
rebaño , según la errónea creencia popular. El todo de este cuadro
encantador se descolora en los confines azules del cielo.
Desde la región de Santander se ve esta llanura estrechada
frente á Buga ; avanzando hacia el río, los cerros azulados de
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fBvtetin ~nmtar be (¡olombia
'- 472 _)
aquella ciudad; y de Buga mirando hacia Cartago desde alguna
pequeña eminencia, el cerro de Anserma Nuevo, junto con la elevada
me a que queda -entre los ríos Consota y Otún, la que strecha
el valle hasta formar la garganta por donde al parecer se
abrieron paso las aguas.
Caminando por el valle se pueden apreciar mejor los detalles
pintorescos que se ofrecen á cada paso. Una enorme masa de rocas,
cubierta con una vegetación densa, forma las crestas de la
cordillera del Quindío, cuyos gruesos y altos estribos avanzan
hacia el valle, desnudos de montaña, y mostrando desde lejos en
los declives los manantiales con sus grandes masas de verdura, y
como suspendidos de las rocas que descienden al Ya11e. La~ sabanas
se presentan con planos ligeramente inclinado~), revestidos de
muchas reses y crías de caballos, y con una que otra choza adornada
de árboles frutales y cercada de hermosas y colosales guaduas,
cuyo ornato uniforme da al pai ·aje cierto aspecto encantador.
El ganado crece y se multiplica en estos privilegiados parajes
casi sin los cuidados del hombre, y pasa los ardores del sol
bajo la sombra d hermosos g-rupos de árboles, y n especial del
guásimo, cuya fruta le refresca y le sirve de alimento. Tras los
pastos vienen las labranzas y haciendas· y si aquéllas tienen por
centro una humilde cabaña éstas se distinguen por sus bellas casas
de campo. Allá, entre el plátano y la yuca, se encuentra el pobre;
acá, lindas alamedas ele árb oles frutales conducen á las habitaciones
del rico.
Las labores dan I ~ar á otros terrenos de pastales entrelazado
con selvas, ó circundado por ellac;, en los que, n la e tación
de verano, la res encuentra ombra protectora, y 1 asto· más verdes
debajo de las plantas, cuyos frutos abundantes, que yacen por el
suelo, recoo-e sin que hagan falta á. nadie en tan pródiga tierra.
Los bosques hacen que las ciénao-as conserven sus aguas todo
el año, mas en cambio producen pa tales verdes, donde se r fugian
las crías en la estación ardiente, y donde se hallan lo cerdo
en grandes manadas que fácil mente se mantienen con los frutos
del monte. Las ciénagas, en fin, dan lugar á las barrancas del río
Cauca, revestidas de una vi tosa vegetación y cubierla. de pobladores,
á causa de la fertilidad d la tierra, Ia cantidad de animales
sil ves tres y la abundancia de pescado. La parle llana es, pue , la
más habitada. La porción alta de la serranía permanece desierta
y es el refugio de las fieras.
Al mediodía, en la banda izquierda, las bellas altip!amúes
entre el río Asnasú ó Aguabianca y el de Cali, son las más anchas,
al pie de los cerros de Jamundf, que se presentan llenos de
gramíneas y con selvas solitarias en sus crestas. Los habitantes,
esparcidos en la 11anura cubierta de pastos y de ganados, viven
en chozas fabricadas con guadua, que tanto abunda en las orillas
del Cauca. Los ríos que bajan de Ia cordillera están revestidos de
una faja de árboles frondosos, lo cual es propio también de las cañadas
que forman los pliegues de los cerros, donde filtran las aguas
que caen sobre las lomas. Es admirable el contraste que forman
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'8otetitt ~htitar be ~oromóia
\.._ 473 _..;
estos bosques de fresca verdura con el amarillento color de los
pajonales que cubren las ti rras quebradas, en los cuales se refugian
los ganados huyendo d(.; las avenidas de las partes 1 róximas
á las riberas, y en buscJ. de un clima más benigno y alimentador.
En la especie de selva que vi te to as las orillas del Cauca se
descubre siempre la guadua, !a más colosal y majestuosa de nuestras
gramíneas, y de la que sacan un inmenso provecho los moradores
de estas comarca , pues la em¡lean tanto para la construcción
de las casas, como para las cercas de las heredade , entrelazándolas
de vario modos, y la defen a de las plantacione ele cacao,
caña, maíz, yuca y plia
474 _;
en muchas partes inundados hasta la ~ltura de 2 ms. Las aguas
turbias de las crecientes de jan una marca notable en los troncos
de los árboles, á cuyo pies depositan un limo fértil, que suministra
nueva fuerza y vigor á la vegetación. Ese mi mo depó ito de par ..
tículas térreas acarreadas por las crecientes, va luégo paulatina ..
mente levantando el suelo y preparando para las edades venideras
un terreno feraz que hará desaparecer las ciénagas y lagunas que
se encuentran dentro de la selva ó entre ella y las praderas. Estas
reciben también periódicamente J beneficio de los despojos de la
tierra vegetal que baja de la cordillera y se deposita en ellas, le ...
vantando asimismo el plano inclinado y fertilizándolo.
La abundancia de animales silvestres que hay en los montes
de las orillas del Cauca, suministra carnes chversas, aunque el plátano,
que no cesa de dar colosales racimos, es por sí solo suficiente
para el sustento de las familias, pues en esta comarca el hombre
puede ser criador y agricultor á. un mismo tiempo, y nu net:esita
de ca as abrigadas ni de Yestidos costosos, gracias á lo elevado
del temperamento. Aclemá ·, tiene el recurso de la pesca, que
es muy abundante cuLlnclo las ao-ua · bajan, pues entonces queda
el pescado apri ionado en las ci 'naga y lagunas, y se puede recoc-
er fácilmente.
En los fértiles terrenos del valle el phüano dura un siglo, el
cacao más de medio, el maíz da en el año dos abundantes cosechas,
y la caña de azúcar produce por muchos años sin necesidad
de renuevo; al paso que bajo la pesa . ombra d<.! las cn.lri'nas,
adornadas de flore encarnadas, pro(q· an la plantaciones de cacao,
ostentando sus al unclant s mazorca .• pegada ya á las ramas,
ya al tronco, ya á. las raíc mi ma .
Anualm nte desborda el Cau a á onsecuencia le la acumulación
de las arenas n su cauc , las que depositándose en el fondo,
hacen repl ·ar l agua ha ia la · márrrene ·. Cuando 11 ga la época
de las grand s creciente·, 1 r cipi nte general no puede contener
las aguas dentro d u lJ rd~s, y ntonces se derraman por
todas partes hacia la llanura, pa ando á v ces la línea de las selvas
y penetr-ando hasta "n las abana . Los tributarios que no
pueden descargar en el e uca, por ncontrarlo entonces perpendicular
á sus corrientes, alen de madr , y "'.·tcndién8ose sobre las
praderas en las part s planas, forman algunas ciénagas, principalmente
en los terrenos cubiertos de bo que . .t l bajar las aguas,
muchas de ellas quedan rcLalsadas y sin pocl rse abt:ir paso al río
principal. Algunas, e.·puestas ~i lo grandes calores del sol, se evaporan
fácilmente ; mas no sucede lo mismo con las que quedan en
donde la espesura del bosque impide la acción de los rayos solares.
Los Yegetales que se encuentran en estas aguas estancadas,
contribuyen luégo á descomponerlas y á Yiciar la atmó fera, con
lo cual producen las calenturas llamadas t erúmzas, de que se ven
atacadas conslantementc las n· ntcs que Yi\· n en sus l11gares cenagosos.
El valle hasta Buga está lleno de pueblos, haciendas, labranzas
y ganados, y en él no es notable sino el boquerón por donde
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f8otetin ~iiitat be ~olombia
\._ 475 _;
desciende el río Amaime, á causa de presentar una vista más imponente
que el resto de la cordillera. Una muralla colosal de rocas
se presenta aquí á la Yi a, listinrruiéndose de trecho en trecho
la piedra viva por en medio del follaj e oscuro de la vegetación.
Los cerros cortados casi perpendicularmente y de una altura estupenda,
por donde bajan las agua que fecundan el desierto 'al le
de Chinche, dejan percibir, sin embargo, las e trechas hendiduras
por donde brotan las fuentes, cuya humedad, difundida en contorno,
favorece el crecimiento de los grandes árboles. Donde faltan
las aguas y las grietas, los cerros no tienen más que pajonales,
verGles en una parte del año, y en la otra amarillentos y agobiados
por los ardores del sol.
De Buga hasta Cartago la pPrspectiYa se modifica, pues del
lado de la cordillera los cC'rros parecen sucederse en alturas diferentes
y como en anfiteatro, c1 . jando ver 1 pico llamadó Pan de
Azúcar, que señala el punto de la primitiva fundación de Buga, que
stuvo á sus pies, en tierra fría. La actual ciudad en uentra esca
en abundancia en el vecino río y t·n las ciénagas cercana , de que
casi exclusivamente vi\ e la gente pobre n el verano, porque recoge
el pescado COJ1 abundan ia y facilidad raras y sin rrasto, pero esto
les produce fiebres I .ligrosa. , porque el pez en esa época se nutre
de vegetales podridos, ó enferma por la impur~za y estancamiento
de las aguas.
La posición de Buga es bella: está situada á orillas del río
de las Piedras, y es pintoresca la vista ele los cerros y haciendas
de los alrededores. La edificación e ólida per in gusto, y el
lugar es muy frecuentado por lo· pererrrino que atrae la fama de
su anto Cristo.
Más adelante, d sde Tuluá, se Ye la quiebra por donde sale
el río, que baja d 1 valle del Espíritu . anto; aquí se pr sentan
los cerros en primer término agudos y escarpado·, con peñascales
y precipicios, y en el s gunclo con peñones y riscos que cubren el
valle de Barragán. Por a uí cruza la p~sima trocha que atraviesa
los páramos de Cumbarco y :JYiiraflores y termina en el Chaparral
(Tolima), la cual mide 75 kilómetros, p ro no sir\'C para bestias.
La llanura hasta el río de la Paila se presenta bella y animada
por las cejas de monte y los guadualcs que adornan las quebradas
y los ríos; hcrmoséanla los caseríos y pueblos situados
en el camino ó cerca de él, en su m2..yor número en ]a falda de la
cordillera, la cual en su r-emate no se presenta ya en grandes masas
sino en una serie de colinas con quiebras, que e suceden cubiertas
de vegetación. Desde el camino se ve perfectamente la parte
plana con los ganados, las ca bañas y ca ·eríos y los bosques que
cubren el curso del Cauca, y t rmina la pcrspectiYa la cordillera
del Chocó, en parte desnuda y en parte cubierta de bosques; al
paso que al Oriente los promontorios mencionados impiden la vista
de las majestuosas montañas de Barragán, en las que algunas veces
cae nieve y donde tuvo sus dominios el Cacique Calarcá. Cuanto
al río, de un lado tiene Yistosas sabanas, y del otro una vegetación
vigorosa en que la guadua desafía á las otras plantas por su ·
corpulencia, su elegancia y su belleza.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
~otetht ~nmta\: be G:oromóict
L 476 -'
Del río Paila á Cartago no es ]a cordillera propiamente dicha
]a que domina el valle, ...ino el ramal denominado Serranía de los
Fijaos 6 de Yarumal; por esto los cerritos y pequeñas colinas llegan
hasta las orillas del Cauca, y el terreno prc enta partes llanas
y partes combada , en todas las cuales predominan ]as gramíneas
sobre lo altos árboles. Las labranzas abundan más que las haciendas,
y ahora la parte propiamente plana del valle está en la
opuesta ribera del río; sin mbargo, el paisaje es alegre por
su variedad. ubiendo sobre alguno de los cerritos que lo dominan,
se presenta el cuadro en toda su e. ·tensión, en el cual so resalen
las llanuras de Toro, Hatillo, Hato Lemos, con sus ganados,
cacaotales y numerosos caseríos en las \' gas del río, donde las
selvas son inútiles para la ag-ricultura, por cuanto en ellas la inun::
lación, invernal conforme se elijo, sube dos metros.
La ciudad de Cartag·o, r·rnal occidental del famoso f';lmino
del Quindío, está situ.'lda 'n una bella planicie á orillas del sin igual
río de La Vi ja, dominada ~n lont, nanza por el1 evado del Quindía
6 an Juan, que 1 demora casi al E. Adelante de Cartago se
encuentran algunos risueños ca edo , á los que sigul; la floreciente
población de P re ira, á orilll s del O 'n, e abl cida sobre la primitiva
fundación de artago, á la cual ha de tronado comu ct..:: 1tru
comercial de la comarca. ITac 1 oco tiempo allí no había sino
unas pocas ·ivienda que par cían umergidas n un océano de
verdura; era allí la o uadua tan a!Ju Hlante, que ocupaba miriá-m
tros cuadrado nt ro in p n iti¡· la r r-.. ta ión de ningún
otro árbol principalmcnt obre la rillas d 1 ·auca, en donde
aún lo o·uaclual s son a i im¡ netrabl , y don e nadie habita
por lo e nago o del lerr no y lo mortífer del clima. Más allá,
en un llanito de clima tem¡ :ado y mbi nte 1 rfumado, stá la
población de anta osa de 'abal, al pi"\ de los neYado que
de allí se ven sur()"ir a i de r p 1.te d ~ nlr r l ) aterciopelados
otero , dond-e pacen r bai os blanc . En adelante análogo
cuadro se encu ntra por an Fran isco ' la Villa de 1o1aría, hasta
el río Chinchiná, límite no sól el D partamcnt sino del valle,
1 ues n su margen derecha .'a las cvlinas y cerritos s convierten
en verdaderas montañas: allí principia el cañón del Cauca.
Al otro lado del río Cauca, en In. re
Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo II N. 15", -:-, 1901. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691140/), el día 2025-12-06.
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