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BoooTA, EHER026DE1901 SERIE II-TOMO l-lf. 0 4. 0
BOLETIN ~IILITAR DE COLOMBIA
btgaño del Ministerio de J Director ad honorem
Guel'ra y del Ejército ~ F. J. VERGARA Y V.
&n eolaboradores de este periódico loe + General de Ingenieros, Miembro de
Jefes y Oficiales del Ejército f varias Sociedades Cientiftcaa
DECRETO NUMERO ... DE r9oi
(14 DE ENERO)
por el cual se dictan varias disposiciones
EJ Vtápresúienü de la Rep!íblica, encargado del Poder Ejecutivo.
En uso de sus facultades constitucionales y legales,
CONSIDI!:RANDO
1.0 Que los rebeldes no cuentan n el territorio de la Repdblica
con ningún Ejército regular, y que sólo ti nen guerrillas incapaces
de presentar batallas formales ;
2.0 Que esas guerrillas viven actualmente del merodeo, arruinando
las riquezas particular y pública, y están incapacitadas para
triunfar sobre el Gobierno y las instituciones ;
3.0 Que esas fuerzas irregulares se deniegan á s0meterse al
Gobierno, no por el convencimiento que tengan de su propia fuerza,
sino en virtud de las noticias falsas con que las alientan los revolucionarios
urbanos ; y
4.° Finalmente, que conforme á las leyes, el Gobierno tiene
facultad para vivir de los bienes de los enemigos situados en el
territorio que ocupen sus fuerzas,
DECRET.A
Art. 1.0 Los Ejércitos deJ Gobierno que ocupen las Provincias
sublevadas, vivirán en eJJas de Jos bieries de los desafectos al
Gobierno.
TOllO 1-7
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Bolet{n Milita,
Art. 2.0 Los Jefes de guerrillas que dentro de treinta días no
depongan las armas, y continúen sosteniendo sus fuerzas · con empréstitos
y expropiaciones ó con cualquiera otra clase de expoliáciones,
serán considerados como autores de robo cometido en cuadrilla
de malhechores.
§. El plazo concedido por este artículo se contará desde el
día en que sea publicado por bando el presente Decreto en la
capital del respectivo Departamento.
Art. J.0 Los compradores y rematadores de bienes expropiados
ó tomados por las fuerzas rebeldes, no adquieren dominio
sGbre la cosa comprada, que sus legítimos dueños pueden perseguir
en poder de cualquiera que la tenga, sin perjuicio de la acción
directa contra el comprador ó rematador, son cómplices del delito
de robo, é incurren, además, en una multa igual al valor de la
cosa comprada 6 rematada y en la pena de tres años de confinamiento
en el lugar que designe el respectivo Jefe Civil y rvtilitar
de Depl'.rtamento.
Art. 4.0 Los que por medio de impresos, cartas, postas 6 de
.cualquiera manera propalen noticias falsas que tiendan á hacer
persistir á los rebeldes en su actitud hostil, 6 los auxilien con recursos
de cualquiera especie, serán reducidos á prisión, que sufrirán
en las cárceles de Cartagena por el término que dure la rebelión.
§. Los Jefes Civlles y Militares de los Departamentos harán
efectivo lo dispuesto en este artículo por simples resoluciones administra
ti vas.
Comuníquese y publfquese.
Dado en Bogotá, á 14 de Enero de 1901.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Gobierno, GuiLLERMO QuiNTERo C.-El Subsecretario
de Relaciones Exteriores, encargado del Despacho, ANTONIO
JosÉ URIBK-El Ministro de Instrucción Pública, encargado
del Despacho de Hacienda, MIGUEL ABADlA MiNnEz-El Ministro
de Guerra, josi DoMINGO ÜSPINA C.-El Ministro del Tesoro, E:fRIQUK
RxsTRRPo G ARCÍA.
DECRETO NUMERO ÓL
(RNKRO 18 DE 1901)
por el cual ae regulariza la circulación de los billetes de cincuenta pesos ($ 9G)
fabricados en la litografía de Otto Schroeder
El Vicepresidmie de la Reptíblica, encargado del Poder Ejentti'IJfJ,
En uso de sus facultades, y
CONSIDERANDO
. 1.• Qye en la Litografía7 dirigida por el Sr. Otto Scbroedcc,
que estaba encargada de fabricar billetes para el Gobierno,~
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Bolet{n Mz'lt'ta., ·'99
perpetró en la noche del 17 de Septiembre último, por Reinaldo
Goelkel, un hurto de esqueletos de billetes de cincuenta peSos
($ 50) que, al haber sido emitidos por el Gobierno, habrían representado
legítimamente la suma de un millón ciento diez mil sete-
cientos cincuenta pesos ($ 1.1 10,7 50);
2.0 Que esos esqueletos fueron puestos en circulación por el
ladrón, de quien han sido cómplices para ese efecto los revoluciO-
narios y sus parciales ;
3.0 Que el Gobierno tiene datos exactos de que los proventos
de ese hurto se han destinado al fomento y auxilio de la presente
rebelión, lo cual es, por otra parte, de pública notoriedad ;
4· 0 Que como consecuencia de esos hechos, y á pesar de las
varias disposiciones que el Gobierno ha tomado para hacer conocer
los billetes ilegítimos, éstos han venido á parar, en cantidades
considerables, á manos de gentes, muchas de ellas inocentes y desvalidas,
y merced á la violencia que en gran número de casos les
ha sido hecha. por los revolucionarios ;
5. 0 Que la desconfianza que este hurto produjo n cesaríamente,
con relación al tipo de billetes de cincucuta pesos ($ 50),
ha hecho que la circulación de ese tipo se dificulte en gra:n manera,
con detrimento del Fisco y de los particulares.
DECRETA
Art. 1 .0 Decláranse de curso forzoso en todas las Oficinas públicas
y particulares, y en toda cJasc de transacciones, los billetes
de cincuenta pesos ($ 50) editados en la Litografía del Sr. Otto
Schroeder, cualesquiera que sean las circunstancias relativas á la
numeración, sello y resello de que hayan podido tratar resoluciOnes
del Gobierno anteriores al presente Decreto.
Art. 2.0 Para indemnizar al Tesoro público del perjuicio que
le ocasiana el reconocimiento que por el presente Decreto se ordena,
el Gobierno procederá á imponer las contribuciones de guerra
necesarias, al tenor de lo permitido en el artículo 121 de la Constitución,
y de lo preceptuado en los 182 y 231 á 234 del Código
Penal, sin perjuicio de la responsabilidad criminal en que han incurrido
los autores, cómplices y auxiliadores del referido dehto.
Dado en Bogotá, á 18 de Enero de 1 go 1.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Gobierno, GuiLLERMO QUINTERO C.-El Subsecretario
de Relaciones Exteriores, encargado del Despacho, ANTONIO
JosÉ URIBE.-EI Ministro de Instrucción Pública, encargado
del Despacho de Hacienda, MIGUEL ABADiA MENDEz.-EJ Ministro
de Guerra, JosE DoMINGO ÜsPINA C.-El Ministro del Tesoro, EN·
JUQUE R.ltsTREPO GARCÍA.
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,
B olet{n M t'lita;;.
DECRETO NUMERO 49 DE I9DI
(16 DE ENERO)
por el cual se confieren varios ascensos
El Vicepruidenle de la Rept:blica, encargado del Poder Ejecutivo,
DECRETA
Artículo único. Asciéndese á Generales en jefe á los Sres,
Generales Ramón González Valencia, Carlos Albán, Lucio Velasco,
Toribio Rivera, Manuel José Uribe, Enrique Arboleda, Ma- '
riano Ospina Chaparro, Mariano Tobar, Julián Arango, Nicolás
Perdomo, Pedro Nel Ospina y Pompilio Gutiérrez.
Dése cuenta de estos ascensos al Honorable Senado en sus
pr6ximas sesiones, para los efectos constitucionales.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 16 de Enero de tgor.
JOSE MANUEL MARROQUIN.
El Ministro de Guerra, Josi DoMINGO ÜSPINA C.
DECRETO NUMERO 46 DE I9DI
(16 DE ENERO)
por el cual se hacen varios nombramientos
El ftí'cepresidenle de la ReptíÓHca, encargado del Poder .Ejecutivo,
DECRETA
Art. 1.0 Por renuncia admitida al Sr. General Jorge Moya
Vásquez del puesto de Comandante en J e fe d e l Ejército de Boyacá,
nómbrase en su reemplazo al r . G neral Julián Arango.
Art. 2. 0 Hácense además los siguiente s nombramie ntos para
el Cuartel general del mismo Ejército: J fe de Estado May ·x ge ...
neral, Sr. General Manuel Jiménez López; Primeros Ayudantes
generales, Sres. Coroneles Juan de Dios Sánchez y Carlos Julio
Piñeros; Segundos Ayudantes generales, Tenientes Corone les Hipólito
Herrera y Luis M. Ortega; Adjunto, Teniente Roberto Ferrer;
Habilitado, Teniente Coronel Alejandrino Antolínez, asimi lado
á su grado para los efectos fiscales.
Art. J.0 Nómbranse los siguientes empleados administrativo
del Ejército de Boyacá: Capellán, R. P. Enrique Albela, asimilado
á primer Jefe de Cuerpo para los efectos fiscales ; Intendente .• General
Esteban Esca116n, asimilado á su g-rado para los efectos fiscales;
y Comisario Pagador, Coronel Enrique Ortiz, asimilado á
General para los efectos fiscales.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 16 de Enero de 1901.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, JosÉ DoMINGO ÜSPINA C.
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Boletín Militar
DECRETO NUMERO ... DE IlJOI
( 12 DE ENERO).
por el cual se hace un nombramiento
IO.(
El Vi'cepresidmte de la República, encargado del Poder Ejecutivo,
DECRETA
Artículo único. N6mbrase Comisario Pagador del Ejército en
operaciones sobre el Norte del Departamento de Bayacá al T~niente
Coronel Juan de Dios Sánchez, asimilado á Coronel primer
jefe de Cuerpo, para los efectos fiscales.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 12 de Enero de Igüi.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, JosÉ DoMINGO ÜSPINA C.
DECREJO NUMERO ... DE r9or
( 1 2 DE ENERO)
por el cual se hace un nombramiento
lli Vicepresidente de la Repllblz'ca, encargado del Poder Ejecutivo,
DECRETA
Artículo único. N6mbrase Comisario Pagador de las fuerzas
-en operaciones sobre las Provincias de Ubaté y Chiquinquirá al Sr.
Cor nel Rafael Urdaneta, asimilado á su grado para efectos fiscales.
Comuníe¡uese y publíquese.
Dado e n Bogotá, á 12 de Enero de IgüL
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, Jo É DoMINGO ÜSPINA C.
DECRETO J\TUMERO ... DE r9oz
( 14 DE ENERO)
por el cual se hace un nombramiento
El Picepresidenle de la R epúblt'ca, encargado del Poder Ejecutivo,
Dli:CRETA
Artículo único. N6mbrase Comisario Pagador de las fuerzas á.
órdenes del Coronel Justo Guerrero, jefe Militar de la Provincia
de Guatavita, al Sr. Moisé ~ DQlgado, asimilado á Coronel para los
efectos fiscales.
Comuníquese.
Dado en Bogotá, á 14 de Enero de 1 go 1.
JOSE MANUEL MARROQUIM
El Ministro de Guerra, JosÉ DOMINGO OsPINA C.
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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I02 Bo/et{n Milttar-
~nrt€iual
.ESPIR/7 V IJE UN ARTÍCULO
,
CONSIDERACIONES SOBRE EL ARTICULO 21 DE NUESTRAS
•6R.DENKS GENERALES PAllA OFICIALES"
"Todo Oficial que tuviere orden absoluta de
conservar su puesto á toda costa, lo hará."
Breve, frío é imperante, este hermoso artículo de nuestras
.Ordenanzas compendia en su laconismo, verdaderamente esparta'
rio, todo el espíritu de nuestra profesión, que es la religión del
honor y del deber, de la abnegación y del sacrificio en aras de la
Patria.
Sin perífrasis ni artificio de ningún género nos prescribe la
obligación de morir cuando, á juicio del superior, sea preciso salvar
el honor de las armas ó impedir una derrota, y viene á ser
como un resumen de toda disciplina, de toda obediencia y de todas
las virtudes militares, sin las que sería imposible llevar al combate
ninguna fuerza armada que mereciese dignamente el nombre
de Ejército.
Todos los grandes hechos de la Historia militar; todas las.
proezas individuales, y aun todos los preceptos de nuestras admirables
Ordenanzas, han tenido que inspirarse en la severidad inflexible
de este artículo, para cuyo cumplimiento es preciso sentir
la vocación del heroísmo y profesar en nuestra religión, cuyo símbolo
es la bandera nacional, y cuyo lema es morir por ella cuando
recibamos orden., de mantenerla enhiesta á todo trance y á toda costa.
Leonidas en el desfiladero de las Termópilas; Guzmán El
Bueno en los muros de Tarifa; Palafox en Zaragoza; Al varez de
Castro en Gerona, y en nuestros días los defensores de la Torre
de Colón y los de Baler, pertenecen á la pléyade laureada de héroes
que nos alientan señalándonos el camino de la gloria que ellos
conquistaron obedeciendo ciega y valerosamente el terminante
precepto contenido en este sublime principio de nuestros cánones;
artículo, además, eminentemente altruísta, puesto que exige, en.
las ocasiones supremas y decisivas, el sacrificio de los menos para..
la salvación de los demás. "Teniente Coronel, dijo en cierta ocasión
Napoleón, resistid con el cuerpo de vuestro mando, allí donde
la salvación del Ejército exige que todos perezcáis." ·
El deber del sacrificio no es peculiar de ningún Ejército, ni de
ningún pueblo, ni menos de determinada época. Este deber es tan
antiguo como el sentimiento de la Patria y la noción de defenderla;
de aquí el que la Historia presente, desde la más remota antigüedad,
innumerables ejemplos de indomable fiereza y de valor
· temerario, que tiempos después dieron lugar á estas severísimas
prescripciones, al propio tiempo que progresaba el Arü miltlar y
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Boletfn Mü·ita'" I03
la organización de los ejércitos; y así, lo que antes se practicaba
por la mera intuición del deber, por el innato sentimiento del honor
y de la valentía de los ánimos esforzados, ha venido á ser el
fundamento de los códigos militares y lo que más carácter y preStigio
imprime á la por todos títulos noble profesión de las armas
en las naciones cultas del mundo que tienen ejércitos bien conStituidos.
En Esparta, la ley mandaba á Jos ciudadanos que iban á la
guerra vmcer ó morir, y las mismas madres exhortaban á sus hijos
para que se hicieran matar antes que volver vencidos á sus hogares.
No hay nada comparable á la sublimidad del sacrificio llevado
á cabo por los 300 espartanos que, con su Rey Leonidas al
frente de tan maravillosa raza de titanes, aceptan estoicamente su
muerte en horrible y desigual combate contra los innúmeros enemigos
que iban en pos del fastuoso Jerjes, Rey de Persia. Ni en
la Historia antigua ni en la Historia moderna podrá hallarse un
hecho semejante al Paso de las Termópz'las, el acto más heroico, la
hazaña más memorable y valerosa que ha podido llevar á cabo un
caudillo con la fuerza de su mando. Y bien sabemos que en el sitio
que aquellos defensores convi1·tieron en altar de sacrificio, un
epitafio dice con sencilla elocuencia: Pasajero, vé á dedr á Esparta
(jUC sus hijos han muerto 'por obedecer sus santas leyes. ¡Dichosos los
pueblos que llaman santas á sus leyes y tienen el fanatismo de morir
por ellas 1
Estos hechos nos demuestran que el espíritu del artículo 21 de
nuestras Ordenes generaleJ para Ojidales lo practicaban aquellos remotos
pueblo y lo consignaban en sus leyes como necesario para
la salud de la Patria.
En la Edad Media se nos presenta un caso histórico, la defensa
de Tarifa por D. Alonso Pércz de Guzmán, en el que encarna
el artículo citado como ejemplo de la defensa de un puesto á toda
costa; y en este esforzado caudillo es de admirar su fidelidad al
Rey Sancho tv El Bravo, su valor, y la entereza de ánimo que necc
itó para salir victorioso de la durísima prueba á que lo sometió
el sitiador, el Infante D. Juan, presentándole ante los muros de la
plaza al hijo de aquél, maniatado y como precio de la rendición.
A esta villanía de refinada crueldad, todos sabemos cómo contestó
el defensor de Tarifa: prefiriendo que con su mismo puñal se consumase
el sacrificio de aquella inocente criatura, antes que entregar
la plaza de que el Rey le hiciera guardador, dando con esto á
entender que sus entrañas de padre eran ~ tan firmes como el indomable
valor de su ánimo y como la acrisolada lealtad de su pecho.
¡Bien merecido tiene el sobrenombre de El Bueno!; y el recuerdo
de tan bravo caudillo e uno de los mejores timbres de la fiereza
incontrastable de nuestra raza.
Más cercanos á nuestra época están los nombres de Palafox
y Alvarez de Castro, citados anteriormente y que se inmortalizaron
defendiendo á toda costa las memorables plazas de Zaragoza y
Gerona, respectivamente, que nos recuerdan las horribles escenas
de Sagunto, Numancia y Calahorra. Y ya en nuestros tiempos, y
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Boletín Milt"tt~r
para que se vea cómo ni los años ni las costumbres han podido alterar
el verdadero espíritu del artículo que nos ocupa, .nos han
presentado las guerras coloniales ejemplos de abnegación y fortaleza
de ánimo en el episodio de la Torre óptica de Colón y en la
defensa de Baler, que ha sorprendido, con admiración de propios y
extraños, por las singulares circunstancias en que se ha realizado .
•••
Todos estos acontecimientos, y los innumerables de la misma
índole que e5maltan la historia de los pueblos, podemos repetir
que tienen por fundamento el espíritu del artículo 21 de nuestras
Ordenes generales para Ofidales, que no es otro que el espíritu del
honor que debe sentir todo militar, máxime si ejerce algún mando,
por muy subalterno que sea.
En este artículo, tal vez más que en ningún otro, es donde estriba
la diferencia inmensa que existe entre las fuerzas que constituyen
un Ejército y las híbridas acumulaciones de las turbas armadas
como de las enormes masas persas de Jerjes, los salvajes
mexicanos de Motezuma, las bárbaras de Atila y todas las demás
de que nos da cuenta la Historia, siendo comparables á cuerpo$
iin alma, sin nervios y sin otra trabazón en sus miembros que la
fuerza bruta del despotismo y de la barbarie de sus soberanos y
caudillos; fuerzas, en fin, completamente ajenas á toda moral militar,
á toda virtud, á todo honor, á toda abnegación y sacrificio
para los momentos decisivos de los combates. Así es como se explican
las grandes victorias de los pocos, buenos y bien disciplinados,
contra las muchedumbres reclutadas apresuradamente entre
una población de esclavos ó de bárbaros sin ideales ni nociones de
los altos principios d e l honor militar.
Véase, por Jo expuesto, cuán grande es nuestro deber de continuar
la leye nda del honor inspirada en la severidad de las OrdeIUS
generales para Oficzales, muy particularmente cuando llega la
hora suprema del sacrificio, que en modo alguno se puede eludir,
pues si bien según el d e recho natural es permitido defenderse del
peligro inminente sin incurrir en pena, la profesión de las armas
remonta sus votos y juramentos á otrá.s esferas más sublimes y
ejemplares que las prosaicas exigencias de la propia naturaleza.
En las modernas formas de combatir influyen, más que nunca~
las condicion es morales del combatiente, y cualquiera que sea la
categoría del Jefe de la fuerza, atleta ó pigmeo, puede y d e be
cumplir la orden terminante de sacrificarse y de imponer á los demás
esta obligación. Ba ta para todo esto la fortaleza de espíritu,
que quien no la tuviere puede adquirirla mediante la educación y
el conodmiento de sus deberes, y quien no la sintiere así, no puede
pertenecer dignamente á esta profesión, que tantas veces exige el
~acrificio de nv.estras afecciones y de nuestras vidas.
Pero de lo sublime á lo ridículo no media más que un paso ;
paso muy posible de darlo, pues donde hay disc.iplina se manda y
obedeGe fácHmente ; m~ lo, dif{cil es mandar con acierto, y puedo haber incurrido en
error al presentarlas; el modo verdadero de verificar lo dicho es
analizarlas conforme se indica en su lugar, y entre más defectos
les halle el oficial estudioso, más segura prueba tendremos de su
labor en el asunto.
57. Empero, al aplicar este procedimiento de instrucción, debe
cuidarse de no forjars~ un cierto número de variantes sobre los
tipos reglamentarios para repetirlas mucho en busca de una ejecución
correcta. No es de esto de lo que se trata; no es aprender
un oficio reducirse al estudio de alguno casos particulares, porque
e to equivale á rechazar la reflexión y la inspiración. 1 ampoco se
trata de transformar los tipos reglamentarios repitiendo la tarea
en vista de lo CJUe habrá de ejecutarse en las insJ:-ecciones, puesto
que de antemano no pueden conocerse los problemas que propondrá
1 Inspector, de donde el que sea preciso estar listo para resolver
todos los casos posibles al presentarse y no sólo algunos de
ello
58. En fin, al tratarse de la caballería, es decir, de sus ataque
, es preciso atender á otra circunstancia capital : hablo del
cómputo del tiempo. A mi juicio es mejor, n tal caso, que la
compañía permanezca en el lugar que ocupa, quieta, una vez tomadas
las disposiciones convenientes, á lo menos un cuarto de minuto
antes del choque previsto; porque calmar la tropa antes de
ese crítico instante es cosa tan necesaria, que creo vale más obtenerlo
que hacer una descarga. Con el mismo fin opino por suprimir
en las voces de mando todas las palabras que no son esenciales,
sobre todo en las preven ti vas. Por ejemplo, para el tiro contentarse
con mandar carguen, y para ordenar el fuego prescindir
de indicar el blanco y la distancia, pues es evidente que basta dirigir
sobre los. pies de los caballos la línea de mira natural. Quien
lo dude, que con reloj en mano observe cuánto tiempo se emplea
en tales mandatos, y en las cargas de la caballería el éxito suele
depender de ganar algunos segundos conforme queda dicho.
Observación. Si la caballería se detiene á regular distancia,
2,000 pasos digamos, del flanco 6 frente de la compañía, no preocuparse
por ello; destacar una patrulla de observación y continuar
TOMO 1-8
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
•
Bolet{n Milz'tar
cumpliendo las órdenes recibidas, de manera que contra ella no se
tomará disposición especial sino cuando amenace cargarnos. Como
regla general ; no preocuparse con una caballería sólo porque
aparece en el horizonte, sin ademán de atacarnos, y no incurrir en
el frecuente error de detenerse para resistirla porque la vemosJI.
aun cuando no trate de atacarnos- ConHntl!.
------- ~~·--------
EL MANDO Y LA INICIATIVA •
Teniendo por costumbre dar á la publicidad mis ideas é impresiones
sobre asuntos militares, y creyendo qüe con ellas, si no
aprenden, recordarán mis subordinados cuanto es preciso no olvidar
para mantener constantemente el entusiasmo por el arma, de
ahí que de vez en cuando con vierta la orden del Cuerpo en conferencia
y dedique á los Jefes y Oficiales el fruto de mis observaciones
en aquellos asuntos que más contribuyen á sostener y levantar
el espíritu militar, creando el verdadero compañerismo, difundiendo
á la vez ideas y conceptos sobre los servicios que está llamada
á prestar la Caballería y la forma y modo de ejercer el mando,
para que, á la vez que enérgico y absoluto en los casos precisos,
sea en todo tiempo agradable y eficaz, pues como decía hace
años un ilustrado General del Arma, para ser enérgico no hace
falta, en quien tiene en su mano la autoridad para imponer el castigo,
ser rudo y violento, porque nada sienta mejor ni n::tda hay
que más e.naltezca la superioridad ?e la persona como el conoci ...
miento qu e han de tene r sus subordmados el e que la le y y la razón
han d e se r siempre los móvil e d e s u conducta. Y para e 5to hay
que se r d esapasionados, no d e jarse ll evar d e las prime ras impresion
e s ni juzgar de lige ro y pre cipi tadam e nte los h e chos, ino madurar
las d e te rminaciones, procurando d e finir y separar la faltas
voluntarias de las qu e se comete n incon s ci ente m e nte, así co mo á
los que por instinto ó maldad e j e r cen e l daño, de los que lo hac en
por ignorancia; que si á toda falta ha de s eguir sie mpre el castigo
en la milicia, éste ha de ser proporcionado al daño que se trata d e
corregir, siendo de efecto más útil, por ejemplo, en la marcha ordinaria
de los servicios, saber esperar el momento favorable para
llamar la atención del subordinado, que hacerlo en todas oca"
siones y por rutina, pues entonces, además de no convencer y co ..
rregir, se le perturba en el ejercicio de sus funciones, aturdiéndole
y fatigando su espíritu inútilmente.
Tampoco los gritos y ademanes descompuestos son las formas
más á propósito para conseguir estos fines, pues he aprendido en la
práctica que los que más se hacen respetar y querer de sus subordinados
son aquellos que, usando buenas formas, llevan al ánimo
del soldado ú oficial el convencimiento y la razón del castigo ó reprensión
á que se haya hecho acreedor, sin que esto esté reñido
con las dotes necesarias para el mando, que más que esos desplan ...
• De unas Conferencias que su autoriedica á los Jefes y Oficiales del R
zitniento Cazadores de Galicia, 25 de Caballería.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Boletín Mtlitar I!;S
tes, los da la seriedad en el servicio, la formalidad en todos los
actos, el respeto á los superiores y la consideración y buen trato á
los inferiores, pues el ejemplo en el que manda es la mejor enseñanza
para el inferior, que, por punto general, copia é imita en
todo á quien tiene que obedecer.
Tampoco acusa mayor interés y celo por el servicio aquel que
aguarda que esté el s~erior delante para reprender; lo cual e~
también contrario á la disciplina y revela que no ha cumplido antes
con su deber, ni el que más se descompone é irrita, sino el que
con calma y persuasión, demostrando su competencia en todos los
asuntos militares y absoluto dominio sobre sí mismo y sobre sus
subordinados, les hace más fácil y agradable su paso por el Ejército,
sacando todo el partido posible de las diversas aptitudes de
cuantos tiene á sus órdenes; que el mando no sólo se ha de ejercer
por la autoridad que da el empleo, sino también, y en parte
muy principal, por su reconocida superioridad, excelente educación
y distinguido trato; cosas, repito, y dispensadme si en esto
insisto mucho, que no están reñidas con la energía en el mando,
la absoluta obediencia en cuantos tienen que obedecer, y una buena
subordinación y disciplina ; bases, como todos sabéis, de un
buen ejército, y cualidades que, en el poco tiempo que tengo la
honra de mandaros, me complazco en reconocer en todos vosotros,
y que confiadamente espero seguiré reconociendo mientrai
el destino nos tenga reunidos.
Os dije á mi presentación que yo gustaba de conocer las iniciativas
de todos, para lo cual dejaría á cada uno dentro de su esfera
moverse con holgura, para que llevase á la práctica sus enseñanzas;
en lo que no creía obrar mal, pues en último término
siempre estaba mi autoridad para contenerlas ó corregirlas al]{
donde esas iniciativas pudiesen ser perjudiciales para la marcha
armónica del regimiento; é insisto hoy sobre este punto, porque
nada, á mi juicio, dignifica tanto al hombre, y por consiguiente al
empleo que ejerce, como la responsabilidad de sus actos, y nada
le enseña mejor á pensar y resolver como esa iniciativa, que le
hará incurrir en elogio ó en censura, según el criterio que desarrolle,
pero que siempre le enseñará á mandar y resolver por sí
los problemas de la vida, sin esperar y consultar á cada momento
la opinión del superior; que si este sistema es cómodo y descansado
por la irresponsabilidad que en sí lleva y lo poco que tiene
que discurrir el inferior, en cambio embota los sentidos, y cuando
el caso llega, todo son dificultades y dudas, cuando precisamente
en nosotros los que pertenecemos á esta Arma, toda acción, todo
movimiento, pensar y obrar, deben ser cosas simultáneas.
El acostumbrarse á que el jefe intervenga en todo y lo disponga,
repito que será muy cómodo para algunos ; pero creo yo que
el oficial que tenga amor propio, el oficial que en algo se estime, se
debe sentir mortificado, pues el no dejarle iniciativas dentro de su
empleo, es reconocer su incapacidad 6 convertirle en un resorte
mecánico, sin acción ni espíritu propio, sin más virtud ni más mérito
que el de una sumisión inerte.
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IIÓ B olet{n Milita,.
Por eso hoy de nuevo os invito á que desarrolléis vuestras
ideas; á que demostréis en toda ocasión y con cualquier pretexto
vuestro deseo de mejorar la marcha del regimiento en instrucción,
disciplina y conocimientos que redunden en beneficio del Arma,
pues esa c;onfianza para llevar á la práctica esas iniciativas que en
vosotros d.eposito, confío ha de ser muy eficaz para que con mayor
interés me secundéis en el mando, qub si es difícil para uno, se
convierte en fácil y hacedero desde el momento en que todos por
igual contribuyamos á su mejor marcha y desarrollo, sin que por
ello deje de ser yo siempre el único responsable de la marcha tOtal
del regimiento.
Y nadie mejor juez que vosotros para apreciar hasta qué
punto estimula los sentimientos del honor y empeña la voluntad esa
confianza que se hace á vuestra discreción y celo, de la que, á decir
verdad, espero gran éxito, sin que por ello se mermen en un
ápice ni mi autoridad, ni mi gestión en el mando, ni mis facultades,
sino que, por el contrario, creo se ensancha y agranda mi acción,
puesto que tengo que moverme en esfera más amplia, toda
vez que, teniendo que recorrer las mismas líneas que vosotros, he
de desarrollar mis iniciativas y enseñanzas allí donde han de tener
límites la vuéstras.
Y para cimentar este derecho á exigir responsabilidades,
doy holgura á todas las clases en el ejercicio ó desempeño de
sus obligaciones, dejándoles así la responsabilidad de sus actos, y
con ella la satisfacción ó la vergüenza de su conducta. En la inteligencia
que hasta los errores y las torpezas en la vida ordinaria,
hijos la mayoría de las veces de la inexperiencia, no pudiendo ser
disculpados con la presión del J fe, su corrección ocasiona provechosa
enseñanza, sirviendo de experiencia á los interesados y de
lección á los demás, sin para ello ofender su dignidad, rebajar su
actitud ni mermar arbitrariamente sus prestigios.
Es cierto, y así tiene que suceder para que el mando sea una
verdad, que el jefe principal asume en sí toda la responsabilidad,
y para ello debe conocerlo é inspeccionarlo todo, para sancionarlo
ó corregirlo cuando no esté con arreglo á sus instrucciones, pues
no ha de servirle de disculpa ante sus superiores el descuido ó la
omisión del inferior; pero para esto no debe descender constantemente
hasta los últimos detalles, y hacer necesaria su presencia
en todos los actos, pues esa constante inclusión en el servicio de
todos, acabaría por rebajar el nivel de su autoridad y anular á
todas las clases, que precisamente están para auxiliarle y hasta
para relevarle en muchos casos de la gestión directa y personal.
El ilustre General Letona, de feliz recordación para el Arma,
recuerdo que decía: " El cabo, el sargento y el Oficial tienen en
sus revistas funciones de actores, porque están obligados á enmendar
materialmente las faltas en que incurran la inexperiencia Ó el
abandono de sus subordinados; pero el Jefe superior, cuyo deber
es esencialmente el de hacer que los demás cumplan el suyo, pierde
por lo común en la influencia de su prestigio á medida que
acentúa su predilección por los detalles, y hace monótona y cansada
la presi6n de su autoridad." Y esto es tan certísimo, que yo
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B olet{n Mt.lita1• IT7
recuerdo, como él, el desagrado que he sentido y la violencia que
me he hecho siempre que he estado á las órdenes de algún Jefe
caracterizado por su infatigable detallismo, y como yo no soy de
los que olvidan, de ahí que me afane por llevar á la práctica lo
que la experiencia me tiene enseñado y lo que aconsejan los buenos
maestros.
Por último, yo soy de los que profesan la creencia de que aun
en el trato militar muy bien puede hermanarse el compañerismo
con el respeto y la confianza familiar con los deberes del servicio,
consiguiendo con ello mayores frutos que con el aislamiento absoluto,
que nos priva de conocer al inferior hasta en sus públicas manifestaciones,
porque creo que nadie pone más empeño en salir
airoso de su cometido, puesto que tanto le obliga, que aquel que á la
responsabilidad de su cargo une la confianza y el aprecio de su Jefe,
lo que viene á ser un aguij6n más para que, velando por el prestigio
y buen nombre del compañero, quede siempre el Jefe en el lugar
que le corresponde, y porque después de todo, ese prestigio y ese
buen nombre recaerá sobre toda la corporación, y siempre es
grato oír elogios del regimiento en que servimos y del Arma á
que pertenecemos, y porque, en último caso, en su mano está eJ
desprenderse del que, careciendo de mérito y de educaci6n militar,
pt·etend::t abusar de esa confianza.
* * •
Y no quiero terminar esta mi primera conferencia sin dedicar
cuatro palabras á un asunto de actualidad, porque tengo el deber
de dirigiro y aconsejaros, y aspiro á que además de vuestro Jefe
me tengáis por vuestro consu1t01-, correspondiendo así á la confianza
que n vosotros depo ito comunicándoos mis impresiones, y porque
para mí sería un golpe rudo el que mis subordinados hiciesen
acto alguno sin previa consulta, por muy independiente que lo creyesen
del servicio, pues cuando menos acusaría no haber entre
nosotros solidaridad de ideas, 6 que yo no había sabido inspiraros
ese re pet y ese cariño de que he hablado en esta conferencia.
Es el caso que estamos atravesando una época en que, con raz6n
6 sin ella-sin ella de seguro,-el pueblo nos mira con prevenci6n,
y por eso mismo es preciso que la uni6n sea mayor y que extrememos
la nota en el cumplimiento de nuestro deber, velando por
el prestigio del uniforme, por el decoro de la clase y por la dignidad
de nuestras personas.
Precisamente hoy que se ha puesto de moda el rebajar nuestros
servicios y mérito, que se quiere 6 pretende reducirnos hasta
lo imposible, hace falta que, demostrando gran amor al oficio,
como nos aco:1seja la Ordenanza, 1levemos á todos los ánimos el convencimiento
de que s6lo las naciones que poseen un Ejército fuerte y
bien disciplinado podrán hacerse respetar. Y como esa fuerza y esa
disciplina residen en nosotros, los Jefes y Oficiales, todos están en
el deber de poner siempre de relieve su entusiasmo por la carrera,
sus cualidades nobles y caballerosas, su porte digno y decente,
su excelente trato social y su comedimiento al hablar de nuestros
asurt+os, pues esas son las garantías que hemos de presentar á
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II8 Boletfn Milüa,-
todos nuestros detractores para demostrarles que el Ejército ha de
responder siempre á lo que la Patria tiene derecho á exigirle, haciéndoles
comprender también que aún hay hierro bastante en sus
venas para soportar con vigor las desflichas, y que tiene en su organismo
ardimiento y virilidad suficientes para acometer todas las
empresas.
. Por esto os aconsejo que animéis al que entre vosotros sea
mdolente, que convenzáis al incrédulo, que corrijáis al extraviado,
si hubiere alguno, y que todos nos aunemos para hacer brillar el
uniforme y para que todos vean que debajo de una guerrera late
siempre el corazón de un soldado digno y caballeroso y con entusiasmo
para defender el j~ramento prestado á los Estandartes y
velar por el prestigio del Arma, y reverdecer, si el caso se presenta,
los laureles de los gloriosos hechos de armas llevados á cabo
en otros tiempos por nuestros dignos ascendientes y valerosos
guerreros.
RICARDO CARUNCHO,
Coronel del 25 de Caballería.
(De la Revista Tlmica dt /nja1tftrla y Cabal/tria de Madrid, España).
------- ~-------
TACTICA DE COMBATE DE LA CABALLERIA
Fuera del campo de batalla y delante de las columnas compuestas
de las otras armas, la caballería está. llamada á asegurar
un servicio de exploración y un servicio de seguridad, en primera
línea, y un servicio de protección inmediata á las columnas.
En principio. se confía la exploración á las divisiones de caballería
in 1ependi e nte que pueden operar aisladamente ó ser
agrupadas en cuerpo de caballería.
La seguridad de primera línea es asegurada por las brigadas
de caballería de los cuerpos de ejército que están-6 s e encuentran
á disposición de Jos comandantes de cuerpos de ejército 6 reunidas
por grupos de tres ó cuatro-bajo las órdenes de un General
de División que no depende entonces sino del General de ejército.
,
SERVICIO DE EXPLORACION
La exploración tiene por objeto explorar el país, tomar el
contacto con el enemigo y conservarlo constantemente, combatir y
rechazar á la caballería adversaria, para aproximarse á las masas
enemigas ; apreciar sus fuerzas y conocer sus emplazamientos y
sus movimientos, á fin de proporcionar al Comandante en Jefe las
informaciones generales de que tiene necesidad para dirigir las
operaciones.
Reconoceré informar, tal es, pues, la misión d e la e xploración,
que constituye un servicio muy distinto, independi e nte de las
tropas en marcha, y que sólo directamente contribuye á su protección.
El Comandante de la caballería de exploración recibe del
Comandante en Jefe instrucciones precisas sobre la misión que tiene
que cumplir ; pero aunque ciñéndose á dichas instrucciones,
conserva su libertad de acción y adopta los procedimientos que
juzga mejores.
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.Boletín !Yfilitar
SERVICIO DE DESCUBIERTA
El cuidado de buscar al enemigo es confiado á elementos que
constituyen el servicio de descubierta. Consiste este servicio, no en
batir el campo en toda la extensión del frente de marcha, sino en
dar golpes de sonda sobre puntos y direcciones determinados. Las
fuerzas que se emplean con tal objeto deben reducirse á lo estrictamente
necesario, á fin de que el jefe de la exploración, que conserva
bajo su mano la más fuerte masa de combate posible, pueda
conducirla rápidamente sobre el punto en que llegue á ser
oportuna su intervención.
Se asegura la descubierta :
1. 0 Por patrullas de oficial que, lanzadas en la dirección en
que se presume se encuentra el enemigo, no comprenden, además
del oficial, sino á algunos jinetes escogidos, á fin de que pasen más
inadvertidos, según el principio de que no se necesita ser muchos
para ver bien ; y
2. 0 Por destacamentos cuyo jefes son elegidos con el may01·
cuidado, y cuyo número, composición y fuerza, dependen del objelz'vo,
del terreno y de las circunstancias.
o teniendo estas patrullas y estos destacamentos por objeto
combatir, sino proporcionar informes, jamás deben sus jefes sacrificar
el objeto de su misión al deseo de distinguirse. Los destacamento
de cierta fuerza sólo pueden combatir, pero la movilidad
es para ellos, como para las patrullas, la condición principal del
éxito.
Informado por la descubierta, el comandante de la exploración
marcha resueltamente sobre la caballería enemiga, la combat
, y si queda victorioso, se lanza rápidamente hacia el grueso
del enemigo, á fin de no darle tiempo de tomar medidas que se
opongan á su aproximación. De preferencia opera sobre los flancos
y espaldas del enemigo, que sin duda se encontrarán menos
guardados y en donde puede causar un daño serio al adversario,
mostrándose de improviso y fatigándolo sin cesar.
Si es batido, maniobra para atraer á la caballería enemiga
en una dirección opuesta á la que quería tomar, y lanza en esta
última dirección pequ ñas patrullas, que quizá llegarán hasta el
grueso del enemigo, pudiendo reconocerlo.
Se emplean todos los medios de comunicación para asegurar
la transmi ión de informes entre el servicio de descubierta y el
'Comandante de exploración, y también entre éste y el Comandante
en Jefe, como estafetas á caballo, en carruaje ó en velocípedo,
telegrafía eléctrica ú óptica, puestos de correspondencia, palomas
mensajeras, etc.
SERVICIO DE SEGURIDAD
Seguridad en primera línea-En el servicio de seguridad en primera
línea la caballería, que precede más ó menos una jornada
de marcha á la tropa que cubre, es responsable de su seguridad y
desempeña frente á ella el papel de una extrema vanguardia.
Marcha concentrada en lo posible, en la dirección principal
indicada por el comando: vigila, por medio de patrullas de oficial y
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I20 Bofe titt M ·ilitar
de destacamentos, todas las vías de acceso utilizables por el enemigo;
proporciona al jefe superior todos los informes necesarios para
las marchas, acantonamientos y operaciones del día siguiente; hace
reparar y mejorar, en caso necesario, los caminos que deben seguir
las columnas; hace preparar víveres cuando los recursos del IJaÍs
lo permiten, etc.
Como la exploración, la seguridad en primera línea debe,.
pues, reconocer é informar; por otra parte, ella tiene también la
obligación de proteger contra toda sorpresa á la tropa que cubre y
de mantenerse en unión y en constantes relaciones con ella.
Para aumentar la fuerza de resistencia de la caballería de seguridad
y recogerla en caso de necesidad, se podrá proveerla de
sostenes de infantería y de baterías de artillería ; los cuerpos francos,
ó acaso en el porvenir, tropas de velocipedistas organizadas
como en Inglaterra, podrán ser ventajosamente empleados en este
servicio.
Necesario es, sin embargo, guardarse, bajo pretexto de sostener
á la caballería, de entorpecer y, por consiguiente, entrabar
su acción. Los sostenes deberán ser colocados bajo las órdenes
del comandante de la caballería, quien les indicará los puntos
que deben ocupar y sobre los cuales, en ca o de un fraca o, podrá
replegarse.
En la proximidad del enemigo, la seguridad en primera línea
debe continuar, completar y confirmar los informes proporcionados
por la exploración. Sus patrullas tratan de precisar la exten
i6n del frente del adver ario, us formaciones de marcha y los
acantonamien·os ocupados; reconocen el terreno para hacer conocer
los ob táculos, las facilidades de acceso, los abrigos, te.
Cuando, por la proximidad d 1 nemigo, la caballería de ~eguridad
se ve obligada á detenerse, se mantiene en observación,_
continúa reconociendo y ocupa los puntos principales del t rreno,
hasta que sea relevada por la caballerla divisionaria. Entonces se
dirige á tomar, despejando los caminos, la colocación que le ha sido
asignada por el comando.
Prolecdón immdz'ala de colum1las-La mi ión del escuadrón agregado
á cada división de infantería no consiste en operar reconocimientos,
y menos aún en detener por medio del combate al enemigo;
consiste en afianzar la seguridad inmediata de la Di visión en
todas las circunstancias de la guerra.
Esta misión sobrepuja á todas las otras : los demás servicios
(exploración, seguridad en primera línea) no están asegurados, en
el límite de lo posible, sino en cuanto lo permite el efectivo de la
caba11ería.
La tarea del escuadrón divisionario será cumplida desde el
momento en que haya señalado el enemigo á bastante distancia y
con el suficiente tiempo para permitir á la División que se prepare
á la lucha; es, pues, á una di tancia de 2,000 á 3,000 metros del
camino seguido, á la cual debe operar el escuadrón.
En marcha, la Di visión puede estar en un ala, encuadrada ó.
excepcionalmente aislada.
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Bolettn Mz'litar I2I
División de ala-Las cuatro cuartas del escuadrón divisionario
se reparten como sigue :
La primera cuarta forma la punta de van~uardia y marcha á
3 kilómetros más ó menos de la cabeza de la vanguardia de infantería.
Destaca sobre cada flanco una patrulla de 4 á 6 hombres,
que marcha á su altura y á 2 ó 3 kilómetros del camino seguido.
La segunda cuarta se fracciona de manera de suministrar una
clase y algunos jinetes á cada guardia de flanco de infantería y á
la retaguardia. Suponiendo, por ejemplo, que cuatro guardias de
flanco de infantería cubran el ala amenazada, se pondrá una clase
y cuatro jinetes en cada guardia de flanco, y una clase é igual
número de jinetes quedarán para la retaguardia.
Los jinetes de las guardias de flanco marchan entre la vanguardia
y el grueso de la columna. Se destacan de la columna hasta
el punto mismo que ocupen las guardias de flanco de infantería, á las
cuales han sido agregados, las preceden sobre las posiciones que
deben ocupar, las que exploran desde lejos; se repliegan al mismo
tiempo que ellas, y cuando se reúnen á la columna, marchan con
los jinetes de retaguardia. Estos últimos marchan más ó menos á
1 kilómetro de los últimos elementos de infantería y forman la
punta de la retaguardia.
La tercera y la última cuarta, bajo las órdenes del capitán
comandante, marchan entre la vanguardia de infantería y la primera
cuarta, á la cual en caso necesario sirven de sostén. El servicio
de la caballería divisionaria es penoso y produciría seguramente
un rápido desgaste de los caballos si éstos fueran empleados
de una manera activa y continua. Existe, pues, un interés mayor
en dejar de cansar lo más que se pueda dos de las cuartas del
escuadrón, destinadas á relevar al siguiente día á la primera y á la
segunda.
En el mismo orden de ideas, la caballería divisionaria no está
obligada á marchar al mismo paso que la infantería, sino que conserva
su propio a1re de marcha. A fin de que las distancias no se
aumenten desmesuradamente, bastará que la caballería prolongue
convenientemente los altos horarios.
Dzvúz!m encuadrada-Las mismas disposiciones para la cuarta
de vanguardia. No habiendo necesidad de vigilar los flancos, marchan
las otras tres cuartas con el capitán comandante detrá · de la
cuarta de cabeza.
Las comunicaciones entre las columnas se aseguran por medio
de oficiales de estado mayor, á Jos cuales se facilitan algunos
jinetes de escolta.
Dzvisz!m az'slada-Las medidas adoptadas para vigilar el flanco
exterior, en el caso de una división de ala, se aplican á cada
uno de los flancos; pero el número de los jinetes agregados á cada
guardia de flanco de infantería, se reduce al mínimum estricto, de
manera de dejar, si fuere posible, dos cuartas con el capitán comandante.
Cuando la vecindad del enemigo obliga á la seguridad en primera
línea á desguarnecer el frente, la caball ría divisionaria
ocupa ese pue~lo y continúa su papel, que si t.:·mpt·e es el de re-
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I22 Boletín ¡}ftlúar
conocer al enemigo. Vigila los flancos y no cesa de cubrir las columnas.
Patrullas poco numerosas, pero inteligentemente conducidas,
se deslizan para determinar los puntos de apoyo del enemigo
y sus disposiciones preparatorias de combate.
Cuando la caballería divisionaria se ve obligada á su vez á
replegarse, deja algunos jinetes á disposición de las unidades de
infantería para que le sirvan de exploradores en la zona de maniobra,
y va á tomar colocación en un ala ó en los intervalos de la
línea de batalla.
Caballería dlvúz'onaria en. los cuerpos de e:féráto y en los ejércziosLa
división de infantería no tendrá que marchar aisladamente sino
en casos excepcionales. Fuera de estos casos, forma parte de un
cuerpo de ejército, y las dos ó tres divisiones de este cuerpo estarán
ya unidas ó ya colocadas las unas detrás de las otras. El cuerpo
de ejército mismo formará parte de un ejército y estará ó encuadrado
ó colocado en un ala.
En estas diversas circunstancias, el escuadrón divisionario se
deja á disposición del comandante d,, la divi ión de infantería
para explorar adelante ó sobre los flancos, salvo en caso que el
cuerpo de ejército esté encuadrado ó en que sus divisiones marchen
las unas tras las otras; la caballería divisionaria no tendrá entonces
misión alguna qué cumplir en el interior de la columna, y
junta marcha á la cabeza de la columna bajo las órdenes del general
comandante del cuerpo de ejército.
Los escuadrones reúnense á sus respectivas di visiones tan luego
como lo permiten las circunstancias.
1 COMBATE DE LA CABALLERIA
Combate co1tlra tropa de la múma arma-Precedida por exploradores
del terreno y cubierta por todos lado por patrullas de combate,
la caballería combate tropas de la mi ma arma en escalones
más 6 menos numeroso , según el objeto que se quiere alcanzar
y las condiciones del terreno.
En principio, se forma en tres líneas.
La primera, que es la línea de ataque, está destinada á dar
los primeros golpes. Su jefe goza de compl ta libertad de acción,
procura estudiar el punto en que debe atacar, y maniobra para
alcanzarlo.
La segunda línea representa más particularmente la línea
de maniobra. Su jefe, aunque posee la mayor iniciativa, procura,
sin embargo, secundar con todo su poder la acción de la
primera línea, prolongándola con el número de escuadrones necesarios,
si nota que ha sido desbordada por el enemigo, 6, en el
caso contrario, atacando de flanco la primera línea enemiga, 6 dirigiéndose
al encuentro de la segunda línea del adversario, etc.
La tercera línea forma la reserva y queda en las manos del
comandante de la ca baile ría.
Las distancias entre las líneas varían notablemente según las
circunstancias, el terreno y el número de escalones; pero cualquiera
que sea el número de éstos, es necesario mantener los que
deban concurrir á la acción de la primera línea á una distancia tal,
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Boletfn ivfzlz"ta.r I2.J
que puedan hacerlo en tiempo oportuno, sin embargo, sin arriesgarse
á er arrastrado prematuramente á la acción de esta línea.
Los que. por el contrario, forman la reserva, deben estar bastante
alejados para no sufrir el contragolpe de un fracaso de los primeros
escalones.
Las baterías agregadas á la caballería deben, tan luégo como
la situación comience á diseñarse, trasladarse á toda brigada al
emplazamiento escogido y abrir inmediatamente el fuego, á fin de
poder aprovechar, para disponerse, el corto espacio de tiempo que
precede al encuentro de ambas caballerías.
Los principios esenciales que deben guiar á un jefe de caballería
en un combate contra tropas de la misma arma, pueden
resumirse así :
Atacar el primero, y si se ha dejado al enemigo la iniciativa,
adelantarlo siempre en la carga.
Tratar de atacar por sorpresa utilizando los abrigos y quiebras
del terreno.
Esforzarse en tomar al enemigo por el flanco 6 aun por detrás:
una tropa relativamente débil puede con toda confianza ejecutar
e te género de ataque contra un enemigo muy superior en
número.
De. pl ·garse lo más tardíamente posible, á fin de conservar
hasta lo último toda libertad de maniobra.
Rodear los obstáculos, más bien que abordarlos de frente: la
caballería es esencialmente un arma de movimiento.
Proteger sus propios flancos y procurar una reserva, por débil
que sea, para el fin del ccmbate, sin perder de vista, sin embargo,
este principio de Napoleón: El que conserva tropas frescas
para emplearlas el día siguiente de la batalla, es siempre batido.
Combate contra la artzllería-En un combate contra la artillería
tratará la caballería de obrar por sorpresa; los ataques se lograrán,
sobre todo si on ejecutados sobre una artillería en movimiento
6 sobre una artillería parte de cuyas piezas tan solo se encuentran
en posición.
Ellos serán dirigidos, en lo posible, de frente, de flanco y por
detrás. El ataque de frente lo hará una línea de forrajcadores, para
ofrecer menos blanco á los tiradores; los de flanco y por detrás, en
orden compacto.
Combate contra la i1ifanlería-El reglamento establece como
un principio general que "visto el alcance de las armas actuales
y más aún la rapidez de su carga," un jefe de caballería, á menos
que haya llegado la hora del sacrificio, no tomará sobre sí la responsabilidad
de atacar á una infantería que no haya sido sorprendida
6 no se encuentre quebrantada por el fuego del enemigo.
Pero este jefe encontrará á menudo la ocasión de caer de
improviso sobre una infantería mal guardada 6 quebrantada por
el fuego y que ha llegado á ese punto de fluctuación y de desorden
en que basta la irrupción de una tropa de caballería para cambiar
el desorden en derrota.
El éxito depende entonces de la rapidez y oportunidad del ataque.
Este debe ser efectuado con el vigor más extremo, sin perder
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Boletin Mt'lt'ta~
un instante, y lo más á menudo en el orden mismo en que se está
formado en el momento en que se pres~nta la ocasi6n de cargar~
siendo necesario siempre cargar á fondo.
Papel de la caballería sobre el campo de batalla-Sobre el campo
de batalla tendrá la caballería numerosas ocasiones de intervenir~
sobre todo si sus jefes no pierden de vista este principio reglamentario:
"De todas las faltas que puede cometer un jefe de caballería,
una sola es infamante, la inacci6n."
Puede ser llamada particularmente, aparte de su misión de
policía y de vigilancia del campo de batalla, á trasladarse sobre
los flancos Ó sobre las espaldas del enemigo para producir, sobre
todo con la artillería, una acci6n más eficaz ; á preceder y á
apoyar toda maniobra que tenga por objeto desbordar un ala enemiga
; á oponerse á una maniobra análoga del adversario, 6 por
lo menos á señalarla y á retardarla en los límites de sus medios.
A combatir resueltamente toda ofensiva de la caballería adYersaria.
A atacar masas de artillería.
A llenar provisionalmente Jos vacíos que lleguen á producirse
en la línea de batalla.
A formar en línea y atraer sobre sí los esfuerzos del enemigo
para librar tropas comprometidas, etc. etc.
Después del combate, la caballería empieza la persecuci6n,
se lanza de preferencia sobre los flancos del enemigo y sobre su
línea de retirada, y ' mplea todos lo medios, hasta el completo
agotamiento de sus caballos, para hacer cambiar la retirada de
aquél en derrota.
En caso de fracaso, la caballería interviene para dar á las
otras tropas tiempo para escapar y tomar sus di posiciones para ]a
retirada ; i es necesario, e sacrifica para det ner 6 á lo menos
retardar la persecuci6n d e l enemigo.
( Del Bolctln Mllttar de 'hi le)
PALONEGRO
IV-OPERACIONES PRELIMINARES. RL PA O DE LA CORDILLERA
En los último día de Abril lo. ejércitos contendores, establecidos
en el valle del Pamplonita, se hallaban frente á frente en posiciones
elegidas con cuidado y distantes una de otra á lo sumo dos
leguas.
Los rebeldes, en número muy superior al de los legitimistas,
tenían sus batallones dtsde los Altos de Bochalema á los de Concordia,
pasando por Chinácota, 6 sea del valle del Zulia al del Táchira,
al través de el del Pamplonita, en una extensi6n de cosa de
cuatro leguas. Detrás quedaban Cúcuta y el Ferrocarril, por donde
recibían del Extranjero, por puerto venezolano, los recursos que
necesitaba su ejército.
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Boletfn M'ililar I25
Los legitimistas, al mando de Pinzón, en número de 8,000,
tenían su cuartel general en Pamplona, y frente á los rebeldes ocupaban
línea no menos extensa, de los Callejones á Mundonuevo
por Chopo é Iscalá. Detrás tenían la vía de Bogotá por Boyacá, el
flanco derecho tocaba la frontera para impedir al enemigo penetrara
por ese lado al interior, y el izquierdo cubría la ruta de
Bucaramanga. Los rebeldes, para avanzar, ó arrollaban á los •
nuéstros, cosa á que no se atrevieron, 6 tenían que ejecutar un movimiento
de flanco, buscando la provincia de Soto para apoderarse
de la vía de Bogotá por Santander. Este último supuesto demandaba
para su ejecución un largo rodeo y que Pinzón lo ignorara,
porque de lo contrario, los legitimistas podían llegar antes á Bucaramanga
á cerrar á tiempo el paso del interior á los invasores.
La tercera solución del problema, la que hubiera dado el triunfo
á la revolución, la marcha sobre la Costa por Ocaña, que Pinzón
no podía impedir ni aun retardar, no fue pensada siquiera por
el ejército de Vargas Santos, pues en caso contrario hoy la bandera
rebelde seguramente flamearía en el Capitolio, en tanto que en
Palone¡;ro cayó vencida para siempn~ en nuestra querida Colombia.
Después de su derrota, Uribe Uribe escribió que si conforme
él lo propuso, los rebeldes se hubieran movido por Cucutilla al
Pescadero por el páramo de Alta, habrían triunfado; quizás recordaba
que, cuando después del triunfo casual de Peralonso marchó á
Bucaramanga por ese sitio de Pescadero, allí tuvo en las manos las
llaves de Bogotá, y las despreció por ir á aquella ciudad á pronunciar
discursos. La fortuna nunca ofrece dos veces sus favores, y el
mov•miento mencionado, nada menos que una marcha de flanco al
alcance del enemigo, sobre no ser ino un absurdo táctico, habría
sido aprovechado á tiempo por Pinzón, quien mantenía seguro espionaje
en lo páramos.
Más racional habría sido el movimiento rebelde sobre el Valle
de Las Angustias, nvolvi ndo la derecha legitimista. Verdad
que ese movimiento no podía hacerse por territorio colombiano,
pero Uribe Uribe escribió sobre el particular : " el Gobierno del
Táchira ofrecía ciertas facilidades para pasar por Venezuela á espaldas
del enemigo." ¿Por qué no se ejecutó la operación? Ignorabimu.
s. También censura Uribe Uribe á los suyos que perdieran 80
días (no fueron sino 40), puesto que el parque lo recibieron el 2 de
Marzo, prueba evidente-Peralo1lso se libró el 17 de Diciembrede
que aquél no se importó entonces, sino de que ó estaba listo
ó lo dio el venezolano Castro; y también les critica que en vez de
reservarse Vargas Santos un cañón de dinamita traído del Extranjero,
lo hubiera enviado con la expedición que ocupó á Riohacha.
Sea de ello lo que fuere, el jefe rebelde resolvió invadir á
Soto, cruzando la magistral de cumbres por el páramo de Bagueche.
El 23 de Abril la columna revolucionaria de la izquierda retrocedía
de Planadas á Cúcuta (? 1) en busca del camino de Salazar
y Arboledas, seguida luégo por el centro y la derecha, no quedando
en el campo sino la retaguardia para engañar á los legitimistas.
Los rebeldes sufrieron bastante demora en el paso del
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I2Ó B olet{n Mt"lita,
Zulia, crecido, y las primeras tropas entraron el 26 á Arboledas,
después de tirotearse con partidas de observación legitimistas en
Salazar y La Cabuya. El mencionado pueblo, por ser conservador,
fue saqueado bárbaramente, como en Febrero a:1terior lo había sido
Gramalotes ó Galindo,
El 27 la vanguardia rebelde se apoderó del boquerón del Es-
• corial, mal defendido por una guerrilla que huyó cobarde cuando
pudo y debió sostener el puesto. El paso de la cordillera quedó
asegurado á Vargas Santos. Los revolucionarios continuaron el
movimiento emprendido con suma lentitud é indecisión, de suerte
que, resuelto por fin el avance sobre Santurbán, hasta el 30 no ocuparon
á La Trinidad, y aun cuando el 1 •0 de Mayo entró su vanguardia
á Vetas, sólo el 3 avanzaron una partida á Santurbán, que había
estado desguarnecido la víspera: allí se libró un combate en
que la soberbia revolucionaria fue humillada, digno preludio de lo
que había de suceder pocos días después en Palonegro.
Después de ese rechazo y de fracasar sus demás tentativas de
ocupar los páramos, los rebeldes retrocedieron á Rionegro: Uribe
Uribe quería que se ocupara "la línea de Santa Rita-San Ignacio-
La Paja, para atrincherarse en ella, ó bien la del Alto Guillén-
el Boquerón y la Cuchilla de Matanza, por cuanto los con ser ..
vadores no eran aptos para la ofensiva." En esa misma línea libró
combate Uribe Uribe á su vuelta de Ocaña, y fue derrotado por
los legitimistas.
En Rionegro resolvió entonces Vargas Santos avanzar al Sur
por el camino de Palonegro, en la esperanza de ocupar la Mesa de
los Santos y ponerse así á retaguardia de Pinzón. La operación
pudo ejecutarse sin tropiezo tres días antes, y habría obligado á los
legitimistas ó á librar batalla con la frontera á retaguardia, ó á retirarse
á toda prisa por vía paralela á la del enemigo. Por segunda
vez los rebeldes despreciaban la ocasión de llegar al corazón de
la República, y, como se comprende, la mitad de la victoria quedó
por esto, de antemano, en poder de Pinzón.
Tan luego como el enemigo ocupó á Arboledas conforme queda
dicho, Pinzón comprendió claramente de qué se trataba, y en
consecuencia, dispuso la marcha de sus hu~stes para cerrar el paso
al enemigo. Con justa previsión principió por concentrar su Ejército
en Mutiscua, lo que quedó realizado el 29; y cierto ya del
avance por Bagueche, ordenó la marcha á Bucaramanga de ma ..
nera de cubrir los páramos y no llegar á esa población sino cuando
ya todo el ejército rebelde hubiera pasado la cordillera y entrado
definitivamente á Soto.
El 3 ocupó á Santurbán la s.• División, y uno de sus Batallones,
el Bolívar, llegó á las 7! a. m. al Alto de la Horca, que por
el Oriente domina el pueblo de Vetas, á donde la antevíspera había
entrado una fuerte columna rebelde que intentó subir al páramo,
pero que fue totalmente rechazada por el Bolívar en tres horas de
reñido combate. La moral del ejército perdida en Peralonso principiaba
á recuperarse, pues quedaba deshecho el fantasma de la
invencibilidad de los revolucionarios y de su armamento irresistible.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Boletfn Milüar
El 4 treparon también la serranía de Santurbán las Divihiones
4 .. y 1 I.", enviadas en apoyo de la s: ; la última ocupó la
parte Sur (Los Lajones), donde se avistó con otra rebelde de pachada
para sostener á los suyos, pero á la cual rechazó en varios
tiroteos y escaramuzas, arrojándola sobre Vetas.
El mismo 4la descubierta de una columna legitimista (6." División
y Columna del Cauca) encontró y rechazó en Cuestabola,
camino de Mutiscua á Tona, la de otra fuerza rebelde que por ahí
intentaba salir á Pescadero.
El 3 había llegado también la g." División al Grama!, al E.
del camino de Vetas á Tona, y se tiroteó con otra rebelde, establecida
al O. de la misma vía, en Los Arcos, sin resultado sensible;
pero el 5, entre 9 y 10 a. m., llegaron en su apoyo la 8." y la Artillería
: ésta, con tres cañonazos hizo replegarse al enemigo por la
vía de Suratá, cubierto por la espesa niebla que entonces cubrió
el campo.
Del 3 al 5 avanzaron de Mutiscua á Vetas por el camino del
Viejo, áspero y fragoso, las Divisiones g.\ 12.", 3: y la Le!Jz!m
Bolívat·, fuerte columna que ocupó la cordillera sobre el flanco de
los rebeldes que estaban en la hoyada, los que en vista de tal operación
desistieron de su pretenso movimiento sobre Santurbán.
El 5 á las 8 de la mañana la 8: División dejó el Gramal y
avanzó á ocupar á Tona, pueblo que arrebató al enemigo con hábiles
maniobras, ejecutadas con acierto á pesar de las dificultades
que presentaron los riscos que rodean ese lugar.
En fin, el mi mo 3, y como operación preliminar de las anteriore
, la 10." División, apoyada por parte de la 8.\ se movió de
Mutiscua á Pescadero, para de ahí seguir por el camino de Juan
Rodríg-uez á. Piedecue ta, y de e t lugar avanzar á Bucaramanga
y revolver sobre Tona por la espalda, operación que contribuyó á
la ocupación de este lugar, lo cual creían imposible los rebeldes:
la Di vi ión pr stó adem<~s el servicio inmen o de reparar lo daños
causados en la vía por el enemigo, estableció una línea telefónica
y restableció la tclegt·áfica, que esa misma noche funcionaron con
Bucaramanga. La gran tentativa de los rebeldes, de ocupar La
Mesa de los Santos antes que Pinzón, quedaba burlada.
En resumen, el ejército legitimista avanzó de Mutiscua por
cuatro vías para cubrir los páramos, impedir su acceso al enemigo
y estar en posibilidad de caer en masa sobre Bucaramanga para
defenderla de Vargas antos. Esas vía5 fueron : la del Viejo, la
de Santurbán, la de Cuestaboba y la de Pescadero. Las dos primeras
confluyen en Vetas, la tercera se une á la segunda por medio
de la del Volcán, y la última hace lo mismo por la de los Arcos.
Merced á tal disposición quedó expedita la de Mutiscua á TonaBucaramanga,
la de operaciones de Pinzón, y resultaron cubiertas
todas las que el enemigo podía tomar entre Suratá, Vetas y Tona
para ascender al páramo y abrirse paso á García Rovira conforme
á su primer plan de campaña.
Las siguientes operaciones forman ya los preludios de Palomgro.-(
Contz"núa).
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Boletfn Mtlt"tar
1
á Ocaña y la Costa 0 La Amarilla
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Diagrama de la marcha
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del Valle del Pamplonita al del Lebrija
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Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 4", -:-, 1901. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691103/), el día 2025-05-25.
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