BoGoTÁ, NoviEMBR~ 10 DE 1900
·-------- -------- --- -- ----------- ~~~ ---------- -- --------------------
Ore:ano del lUiaisterio de Director ad honorem
Guerra y del Ejército Franci!llco J. Vergara V.
Son colaboradores de e te periódico los Jefes Y General de IngPnieros, Miembro de varias So-
Oficiales del Ejércit:> ciedades Cientificae
.A.Ñ<> :J:"V' JSrU~. 177
ID3~3~.i. llil~íJ J. · 0
•• ID •· Jl®X)©
(29 DE OCTUBRE)
sobre unos reconocimientos
El Yiceprtsidente de la República, encargado dd Poder Ejecutivo
CO "SIDERANDO
~e no hay di po -iciones que reglamenten las recompensas
y gratificaciones á lo Jefes y Oficiales heridos y enfermos en
campaña mientras dure turbado el orden público,
DECRETA
Art. 1.0 Lo Jefes y Oficiales del Ejército, heridos en el
campo de batalla ó enfermos por motivo del ervicio en campaña,
tendrán derecho á gozar de sus sueldos mientra dure la herida ó
la enfermedad.
Art. 2. 0 Los Je.fes, Oficiales é individuos de tropa que por
motivo de heridas recibidas en combate o por causa del servicio
militar hayan quedado inválido , seguirán gozando de sus sueldos
ó raciones mientras se reú11e el próximo Congreso.
Art. 3.0 Los Jefes, Oficiales e individuos de tropa heridos,
enfermos é inválidos de que se habla en los artículos anteriores,
comprobarán su invalidez, herida ó enfermedad, con certificaciones
de médicos competentes y de los Jefe& respectivos, ó con
declaraciones juradas de nudo hecho tomadas ante Juez compe-
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~
tente. El .Ministro de Guerra podrá exigir esta comprobación
cada vez que lo juzgue conveniente.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 29 de Octubre de I900.
JOSE MANUEL MARROQpfN
El Ministro de Gobierno, GuiLLERMO QuiNTERO C.-El
Ministro de Relaciones Exteriores, CARLOS MARTINEZ SILVAEl
Ministro de Hacienda, PEDRO ANTONIO lVloLINA-El Ministro
de Guerra, JosE DoMINGO OsPINA C.-El Ministro del Tesoro,
ENRIQUE RESTREPO GARCÍA.-El Ministro de Instrucción
Pública, MIGUEL ABADÍA MENDEZ.
ID>ill@~~~@ ~'@&.y¡[rnJ f @ • . JIDTh] ll®®®
(4 DE NOVIEMBRE)
por el cual se organiza un Cuerpo de Artillería
El Vicepresidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo
CONSIDERANDO
~e en el Parque nacional ·existen muchas piezas de artillería
que por su peso, montaje, etc., no pueden ser transportadas á
lomo de mula;
Que dichas piezas tienen avantrén, y convenientemente equipadas
podrán prestar eficaz servicio en la plaza cuando fuere preciso
disminuír su guarnición y también para apoyar las operaciones
militares en el territorio ó donde existen carreteras,
DECRETA
Art. 1.0 Organízase un Cuerpo de Artillería rodada anexo
á la Comandancia milita de la plaza, por cuyo conducto depen_
derá del Cuartel general del Ejército.
§. Dicho Cuerpo tendrá á su cargo el manejo y servicio de
las piezas de artillería que no formen parte del material de los otros
Cuerpos de dicha arma, así como también el arreglo y preparación
de las municiones de artillería que necesite el Ejército nacional.
Art. 2. 0 Para organizar el Cuerpo de que trata este Decreto,
pónense á disposición del Comandante militar de la plaza dos
Jefes, diez y seis Oficiales y cien clases de las que por reorganización
quedaren excedentes en las Divisiones acantonadas en la capital,
y las bestias de tiro necesarias.
§. Los haberes militares del Cuerpo de Artillería rodada serán
pagados por el Habilitado del Cuartel general mientras permanez-
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ca en la capital, y en caso de movilización, en todo ó en parte,
por el Habilitado del Cuartel general de la fuerza con la cual
marche, siempre mediante libranza especial.
Art. 3· 0 Destínanse á 6rdenes del Comandante militar de la
plaza al Teniente Coronel José María Forero, Sargento Mayor
Aniceto Díaz, á quien se asciende á dicho grado, 'Tenientes Alejandro
Zabala y Adán Gama y Subtenientes Ignacio Gómez,
Juan C. Lara y Eloy Quintero, ascendiendo á los dos últimos por
su buen manejo como Sargentos primeros durante la pre!>ente
guerra.
§. Los demás Oficiales se nombrarán á propuesta del Comandante
militar de la plaza.
Art. 4. 0 Los haberes devengados por el Cuerpo de Artillería
rodada se liquidarán desde el 1.0 del presente mes.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 4 de Noviembre de 1900.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, ]osE DoMINGO ÜSPINA C.
sobre aumento transitorio de los sueldos militares
Ministerio de Guerra-Sección 3· 8 -Bogotá, Octubre 30 de 1900
Vista la con3ulta anterior del Sr. fiabilitado del Cuartel general
del Ejército, sobre algunas dudas que le nan ocurrido en la
aplicación del Decreto número 151 de 1900, relativo á aumento
de sueldos y auxilios de marcha de los militares en servicio, y teniendo
en cuenta que las causas que motivaron aquella disposicion
afectan no sólo al Cuerpo armado del Ejército sino al Cuerpo
administrativo del mismo, que es su parte integrante; •
Que el Gobierno ha querido aliviar la situación difícil del E: érci to procurándole recursos proporcionados á sus necesidades;
Que la asimilación á un empleo militar se confiere con el
objeto de que el asimilado goce de la asignación correspondiente
á dicho empleo;
Q:le es reciente el Decreto orgánico de la Intendencia genera
del Ejército de la República, y al asignarles sueldos á sus empleados
se consultaron las necesidades que impone la situación
anormal del país; y
~e á los empleados del Parque general, lo mismo que á
otros empleados civiles ó militares, se les han señalado sobresueldos
por decretos especi~s)
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SE RESUELVE
1.0 Los empleados del Ejército, ora sean civiles ó militare>,
asimilados para efectos fiscales, están comprendidos en las disposciones
del Decreto número 151 de 1900, y por consiguiente tienen
derecho al aumento de sueldos y auxilios de que él trata;
2.0 Los empleados de la Intendencia general, el Guardapaque
general y sus Ayudantes, lo mismo que otros empleados civiles
ó militares á quienes, por decretos especiales, se les han asignacb
sobresueldos, no tienen derecho al aumento de sueldo, pero sí á
los auxilios de marcha, según su grado ó asimilación; y
3.0 De acuerdo con el espíritu del Decreto citado, éste sur e
sus efectos desde el 1. 0 del presente mes.
Comuníquese, cópiese y publfquese.
El Ministro, JOSE DOMINGO OSPINA C.
LECCIONES DADAS EN LA ESCUELA MILITAJl DE VlEN POlt EL TENIENTE CORONEL
DE INGENIEROS MAURICIO BRUNNER
Traducidas libremente de la 5.• edición para el Boletín llftlitar
Introducción
I.° Carácter de la fortificación-El teatro del combate, el terreno,
ejerce influencia sobre la marcha y término de la lucha,
por cuanto favorece ó nó la acción de las armas y los movimientos
de las tropa . El terreno es favorable cuando aumenta la eficacia
del propio fuego, debilita la del tiro enemigo, cubre los propios
movimientos en todas direcciones y dificulta los del contrario hacia
los puntos á que pretende llegar.
En su estado natural el terreno no presenta nunca reunidas
todas esas ventajas; pero sí se puede, y por lo tanto se debe, darle
la mejor organización posible, al elegirlo como campo de batalla,
por medios arti ficiale , como destruír los obstáculos que sirvan al
enemigo de cubierta, es decir, despejando el campo de tiro; crear
cubiertas ú obstáculos donde no los haya para abrigar á los propios
soldados, mejorando los que existan naturalmente; asegurar la libertad
de los propios movimientos suprimiendo los obstáculos que
impidan el paso de las tropas, etc.
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Esta obra puede ser ejecutada tanto por el ataque como por
la defensa, pero aprovechará especialmente á esta última, porque
dispone de más tiempo para realizarla y con ella aumentar su
fuerza moral y material en el combate. En efecto, el soldado abrigado
está menos expuest1 á ser herido, y ese menor peligro da más
eficacia á sus disparos.
2.0 Definiciones-Dícese que un terreno e~tá fortificado
cuando se le ha modificado artificialmente p1ra combatir en él; y
se llama FORTIFICACIÓN el arte que enseña á encontrar y ejecutar
la~ mejoras y reformas ue deben cumplirse en el suelo con un fin
militar y á disponerlas de modo conveniente para la luc a.
De lo dicho arriba resulta que no existe ningún terreno
donde el arte de la fortificación no puede prestar sus servicios
eficaces al soldado, porque para a egurar la victoria no hay elemento
útil que pueda despreciarse, ya que ese desprecio entraña
responsabilidad en quien se lnga re pensable de semejante falta. Y
por lo tanto la fortificación es una rama importantísima del arte
militar, no menos que la táctica ó la estrategia.
3.0 Divisiones-La fortificación se divide en permanente y ce
campaña.
La fortificación ptrmant!nte (fuertes y plazas fuertes) se edifica
en tiempo de paz, con todos los recursos del arte v de la industria,
en torno de los punto (ciudades, puertos, puentes, desfilarJero<>) llamados
á de, empeñar papel importante en toda guerra de que sea
teatro la región donde están situados. Dichas fortificaciones permanecen
siempre guarnecidas y deben resistir el mayor tiempo posible
con poca guarnición, á fin de que su resi tencia produzca los resultados
que de ella se esperaban sin debilitar los efectivos de los
ejércitos en campaña.
Lafortijicación de campaña (trin heras) se emplea en tiempo
de guerra para reforzar los campos de batalla ó poner en estado
de eficaz defensa las localidades que lleguen ~~ étdq uirir una i mportancia
momentánea p· ra los ejercites, convirtiendose en probables
objetivo del combate. L>ara esta fortificación no se cuenta
ino con los recur:s'> qu e llc::ven consigo lo5 ejército ó logren encontrar
en el terreno. Además, el tiempo de C]Ue puede disponerse
para construírla variará de algunos minutos á unos días, ó á
lo más algunas semanas.
Las obras Je fortificación permanente, por su fortaleza, no
pueden ser tomadas sino medi·.wte un sitio en regla, porque están
en capacidad de resistir el fuego de los m~ yorts cañone , á cu bierto
de una ec:calada, y déntro abrigan los recursos necesarios para
r longar su defen ·a por semanas y aun meses enteros.
La fortificación pasajera se limita á hacer lo que alcance en
el rden de urgencia ó necesidad de las obras demandadas por los
~·eres de los ejército, y no puede ser de otra manera, porque ellas
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pierden todo su valor cuando el ejército que las hizo se aleja definitivamente
de la comarca, sea por éxito, sea porque su fuerza
queda en situación de no poderlas sostener contra el enemigo, lo
cual no sucede con la permanente, que nunca pierde su valor, y
cuya ocupación no depende de las alterna ti vas de las operaciones,
siendo preciso conservarla hasta cuando el ejército ha evacuado
la región.
La cualidad de la fortificación y la fuerza de resistencia que
de aquélla se deriva, e tán en relación estrecha con las fuerzas necesarias
para guardar el punto fortificado, por lo cual la permanente
debe requerir el mínimum de defen3ores, en tanto que los ofensores,
por combatir á descubierto, habrán de emplear el máximum para
conquistarlo.
Cuanto á la diferencia real que existe entre las dos fortificaciones,
aparentemente está en el modo de construírlas, pero desde
el punto de vista militar consiste en el número necesario para su
defensa en relación con el del agresor, y en el tiempo probable de
su resistencia á los esfuerzos de éste.
Y como en todo caben matices, la fortificación de campaña
se subdivide así:
a) La fortificación rápida ó improvisada, ejecutada íntegramente
por las tropas inmediatamente antes de la batalla ó durante
e!ta misma, con Jos solos elementos que posean y la mira exclusiva
de reforzar en breve tiempo las posiciones ocupadas. En esta clase
de trabajos de ordinario apenas podrán emplearse algunos minutos,
y al máximum veinticuatro horas.
b) La fortificación de campaña propiamente dicha, ú de posición,
para la cual es menos limitado el tiempo, pero que no excederá
de unas pocas semanas, salvo casos excepcionales y consiste en
obras sólidas, capaces de resistir la acción de la artillería y que exigen
poca guarnición para su defensa.
4. 0 Resistencia-La resistencia de una fortificación no depende
tan solo de su construcción, puesto que en tal asunto también
entran en juego la habilidad del mando, el entusiasmo y bravura
de las tropas y los elementos de que éstas dispongan para
defenderse. Así se han visto fortificaciones de campaña que han
resistido un sitio en toda forma, * en tanto que plazas fuertes se
han rendido ó dejado entrar por asalto tras un corto bombardeo*.
En todo caso, lo común es que la fortificación permanente
resista más tiempo que la de campaña, sobre todo si se trata de
ua ataque á viva fuerza.
• Silistria (1851), eba topol (1854-55), Düpel (1864), Plewna (1877), y entre
nosotros Manizales (1877), Cúcuta (1900).
• Diversas plazas francesas en la guerra franco-alemana.
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5. 0 Divisi6n del curso-La enseñanza de este arte comprende
las tres siguientes ramas: de carnpaña, permanente y de guerra
de sitio.
6.o Representaci6n gt·á.fica--El dibujo de la fortificación se
representa por medio de plantas (planos) y perfiles ó cortes.
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En el dibujo del perfil (figura I.a, planta) se distingue en primer
término una línea horizontal x y, ó lznea de tierra que representa
la superficie exterior del suelo natural y que va cotada OO.
En seguida y sobre esa línea se levantan, á la escala adoptada (por
ejcmp lo ~to-), perpendiculares indefinidas, en cada uno de los puntos
salientes del perfil, y en cada una de las cu· les se marca Ja altura
de dicho puntos sobre la línea de tierra (e >tas), inscribiendo la
cifra del caso precedida del signo + (má ) por ex+ 1.20. De la
misma manera se procede con los desmontes ó excavaciones, con
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• la sola diferencia de que las cotas van precedidas del signo -(me-nos)
por ejemplo -r.oo. En fin, las distancias horizontales de las
diversas partes (anchura de fosos, etc.), se escriben entre dos corcl
etes, por ejemplo < 3.00>. Las cotas se escriben entie paren tesis.
Las diversas cotas ó medidas se expresan siempre en metros,
por lo cua es in útil agregarles la letra m.
Las porciones de tierras transportadas (terraplenes) se indican
con puntos en las figur.as que represental;t perfiles, y con línea entera
en el plano del suelo natural. P ara obtener el plano por medio
del pf>rfil, se proyectan todos los puntos de éste formados por la intersección
de dos líneas (figura r.'t, planta), bajando de ellos sendas
perpendiculares á la línea de tierra, á cada una de las cuales parale- ·
las se agrega la cota corres;:>Ondiente.
Las partes donde las tierras quedan inclinadas se llaman taludes,
y éstos se indican por la relación en que se encuentren su altura
con su base; por ejemplo 2J3 471 r¡3, representando el numerador
la altura del talud.
Las porciones excavadas se denominan fosos, los que tendrán
siempre nivel inferior (negativv) al plano del terreno natural; parapeto
se llama toda porción edificada artificialmente sobre aquél.
En los dibujos el fondo de los fosos se pmta de amarillo ó
~epia clara, ó bten se llena de puntos con la pluma; los taludes se
indican con rayas horizontales ó se pintan con tinta de china, más
intensa donde sea mayor la inclinación, sobre la cual se pasa el
pincel con goma guta ó un verde claro. Las tierras na urales se
indican con sepia y los terraplenes con amarillo oscuro.
Acotarla es la figura en que se escriben todas las dimensiones
y cotas dd caso.
7. 0 Papel de la fortificación de campaña.- La fortificación de
campaña será, ó enteramente elemental, por decirlo así, ó en verdad
merecerá el nombre e:ie tal:
a) La primera se reduce á despejar el campo de tiro, á atenuar
los efectos del fuego del enemigo, á abrir comunicaciones que
faciliten los propios muvimientoc:, y á obstruír los que el enemigo
tenga interés en ejecutar.
b) La segunda á lo que antecede agrega:
!. 0 Organizar puntos de apoyo, es decir, atrincherar obstáculos
de poca extensión (casas, corraleja, etc.), de suerte que en un
campo de batalla puedan resistir asalto por todas partes.
2. 0 Organizar líneas de apoyo para fuerzas numerosas, en
condiciones tales que los defensores no puedan ser rotos de frente
ni aun por enemigo superior en número.
En todo caso, la fortificación de que se trate debe arreglarse
de tal manera que su conjunto se domine fácilm nte con el esptritu,
y las tropas puecian darse cuenta del porqué y el cómo la van
á defender.
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En los trabajos de fortificación de campaña naturalmente se
emplearán las tropas y los elementos que ellas transporten consigo,
pero también puede utilizarse el auxilio de la población civil,
á la cual se impone esta faena á modo de trabajo personal, convocada
por medio de las autoridades civiles apoyadas por la militar.
De este modo también será posible recoger en las habitaciones
herramientas (hachas, garlanchas, azadones, barretones, zapapicas,
almádanas, serruchos, martillos, etc.), cuerdas, clavos, etc.,
para los traba jos.
8.0 La pala de infantería •-Para el manejo de las herramientas
comunes no es preci o dar instrucción especial ninguna ; para
el de la pala de infantería son necesarias algunas indicacione. , toda
vez que puede usarse como pala, como hacha, como sierra y
c:omo medida.
Para los terraplenes el soldado, á voluntad, puede trabajar
arrodillado, agachado ó de pie, pero siempre apoyando la herramienta
sobre uno de los ángulos y no sobre todo el C<'>rte inferior,
á fin . de hundirla oblicua y no verticalmente; sin embargo, en los
terrenos m u y duros es preciso apoyar el pie sobre el reborde superior.
Las pi edras de grandes dimensione• y las raíces de los árboles
se descalzan primero y luégo se retiran á brazo.
Para emplear la pala como hacha (para derribar árboles) se
agarra el mango con ambas mano!, sea contra la cabeza del mango
(botón), sea contra la hoja, y se dan lo golpes de arriba abajo,
en dirución oblicua, de modo que la herramienta choque lo más
cerca posible del refuerzo.
Para aserrar, con una mano se coge
el botón y con la otra el cuello del mango.
Si se trata de árboles un poco gruesos, se
principia por hacer una h e ndidura ( 1-2:
figura número 2. 0 ), Iuégo con el nacha se
completa la entalladura 2'-2; en seguid~,
enfrente de esa entalladura, pero más abajo,
se practica con sierra ó hacha otra triangular
que será la 4-3. En especial se necesita
hacer más baja esta última cuando se
quiere dejar el árbol adherido en parte al
pie del tronco. El funcionamiento de la
sierra se facilita cuidando de hacer fuerza
al árbol en opuesta dirección.
l • V -~
• La pala de infantería , u ~>:ul a hoy por t odo ejército bien orgnniz,ulo, titne el
~orde izquierdo tallado en diente de si e na y e l derecho cortante, ir viendo el iufenor
para emplearla como :;e aeostumbra con una pala común-L. D.
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~
La pala sirve de medida porque tiene omso de longitud, de los
que 20 corresponden á la hoja.
Los trabajadores se colocan en hileras que se relevan cada
I 5 ó 30 minutos en los banq ueos y terraplenes, y c~da 5 minutos
cuando se trata de derribar los árboles. Los trabajadores con herramientas
comunes se distribuyen haciendo en primer lugar la división
entre carpinteros y cerrajeros con sus respectivos jefes. En
cuanto se pu~da dicha colocación se hará por hilera y por fila, y
los relevos se ejecutarán á la voz, á fin de mantener siempre á los
obreros bajo la acción de los oficiales y clases.
9. 0 División dellibro. --Este tratado se divide en cuatro pilidad de que O 1 sea el alza buscada. La curva
A A 1 M es la di persióu del alza del blanco, 6 más brevemente,
la curva de dispersión del alza, rlet rmiuada en el roomelito
en que se conoce la distaueia (D) del hlauco, y por lo
tanto ligada invariablemente á la escala OH aussire e~pre 6 esta Ol)Íuión
en la tribuna en términos muy felices: ''~Qué es lo qn~ se
nos propone 1 <.leeia él. J ó,·eues q u~ de ean librarse del servi&io
pagan primero para que se le. reciba de bachilleres en ciencias
ó en letras, y después pagan su equipo durante un año, y,
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'-"-y---'
mediante este doble ,(esembolso, quedan libres de cuatro
años de ser,·icio. No cre0 que haya nu interé eYidente en autorizar
esta derogación alegando el principio de la igualdad. El
interés que se alega en el informe, el in t eré s que mue,~ e ya á
una gran parte de esta Asamblea, es el interés de las carrerae~ .
Señores, no hay que dejarse engañar con las palabras. El servicio
militar pesa duramente sobre todas las carreras, y sin em -
bargo, no pesa de modo c.le contrariadas .... .. Hay carreras, y
de las más interesantes, á las cuales vue:;tro si · terna no procu rará
ningún alivio: antes que todo, la de la agricultura. ¿Cuál
es la única condición en la cual no se hace sentir el estorbo .
Es en la agricultura. Los trabajadores erales t-jercen en
el país un prestigio contra. ol cual ~er:í preciso man tt>nerse
alerta, en vez de favorecerla de una manera ficticia. ¿ Aca ·o
u o obsen·áis la atracción que tiene u m~tas profesioues para lo
jó,~ elle., para las familias, elar á toda las fuerzas vivas del
país Y Estas consideraciones encoutra.ron en la Oámara de Di putados,
eu las filas <1<:1 partido republicauo, intérpretes elocuentes,
y obtu rierou allí mi8mo fuerte mayoría. Pero el Senado
opu o nua resi ... t ncia que no fue po8ible \'Cneer, y la
igualdad militar, de nne\' O afirnuula Pn principios Qn el uml>ral
de la. ll'y, aun cuando paso no erJtró tam¡ oc"
definitivamente en el 'lominio de los hecho - ( Continúa ).
--•-+-•--
DL ESTRATE G IA Y DE TÁC'llCA EN LAS PEQUE~AS GUERRAS
por el Ma yo r C. E. Callwell, del Ejé rcito in~léa
T L-\DUCCI ÓN Dlt nJDORO LAVI:RDlt AMATA
(Continuación)
XI. Medio d~ evitar las brechas-En teoría es fácil responder
á la pregunta de cómo se evitan las brechas en un cuadro
rígido. N o se trata sino de ejercer u na vigilancia extrema y de
sostener el frente delantero para dar tiempo de que los flancos y
la faz trasera estrechen distancias. Perb en la práctica estos vacíos
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se producen á pesar de los más enérgicos esfuerzos. Siempre hay el
peligro de que los no combatientes desordenen el frente posterio-,
como en Abu-Kiea. En la derrota de la columna egipcia de Baker
Bajá, cerca de 'rr\nki tat, en I 884, la cara trasera del cuadro se
encontraba en el mayor desorden en el momento del ataque de 1 s
Arabes. Que es asunto de la mayor inportancia impedir que el
cuadro se rompa, es casi una verdad trivial, puesto que desde que
el enemigo penetra en él, esa formación es malísima. Si las car2s
'}Ue no combaten dan medta vuelta para disparar ~obre el asaltante
que ha logrado penetrar en el cuadro, quedan en peligro de fusilarse
mutuámente. No dejaremos de hacer notar que la víspera del
EJesastroso combate de Shekán, en 188 3, combate en el cual la columna
quedó destruída, la cara de retaguardia del cuadro de Hicks
Bajá fue rota por una carga de los Arabes, quienes en seguida fueron
rechazados por la faz delantera que había dado media vuelta. Sin
embargo, un cuadro entrado por un enemigo activo y resuelto puede
verse en el mayor desorden, si es completamente roto; el objeto
y el fin de la formación desaparecen. Las brechas son tan peligrosas
y tan difíciles de reparar, que parece cuerdo prever los casos
especiales en que puedan producirse.
XII. Empleo de reservas en el cuadro-Fuera de pensarse que
el medio mejor es establecer en el fondo del cuadro una ó varias
reservas pronta~ á lanzarse, en el momento crítico, en el intervalo
que se produzca. Después de la experiencia de Abu-Kiea este sistema
se empleó por Sir C. Wilson, cuando mandó la marcha final
de la columna del desierto hacia el Nilo, cerca de Metemma. La
mejor combinación probablemente es colocar una pequeña reserva
en cada ángulo, porque la experiencia comprueba que los acometedores
0sados y los salvajes se arrojan generalmente sobre un ángulo,
porque reconocen instintivamente este punto como débil, á
causa de que el fuego es menos nutrido, y de que es allí en donde
es más fácil sembrar el desorden. Ciert0 que se pre enta una objeción
muy seria al empleo de reservas, la de distraer hombres de
la línea de combate, en una formación que no consiente sino un
desarrollo limitado de fuegos, salvo cuando el enemigo ataca por
todos lados. Las últimas guerras no nos ofrecen ejemplo de un
cuadro rígido que no haya sido roto por emplear una reserva. Pero
por otro lado, cuando los cuadros han sido rotos parece como si no
hubiera habido nunca reserva disponible que lanzar sobre la brecha
abierta.
XIII. Colocación de fa artillería-Por lo que concierne á la
olocación de la artillería ó máquinas de guerra (machine juns'), la
4:0stumbre es co~ocar estas piezas en los ángulos, que son punt s
déhiles y porque allí se e!lcuentra un sector de un cuarto de círc -
privado de fuegos. En Abu-Klea, como ya se ha dicho, estas
·eus se colocaron del lado atacado. En el 'reblas piezas perma-
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necieron dentro y no se colocaron en batería sino en el momento
en que se necesitó. En Tamay los cañones st encontraban en la
cara delantera en el instante de la ruptura del cuadro, y quedaron
algún tiempo entre las manos del enemigo. Pero en Ulundi
las piezas sí se encontraban la mayor parte en los ángulos*. Cuando
no hay contacto inmediato con el enemigo, las piezas pueden,
naturalmente, colocarse en batería del lado en que su fuego puede
ser útil; pero en el momento del asalto del enemigo seguramente
quedan mejor colocadas en los ángulos. Cuando es posible colocar
la artillería á alguna distancia del cuadro, su fuego es importantísimo
tomando de flanco al asaltante. En la última marcha de la
columna del desierto hacia el Nilo, en 1885, las piezas se colocaron
en un ztribá, desde el cual, con sus fuegos, destrozaron las filas
de los Madistac: que se preparaban á acometer al cuadro *.
XIV. Colocación de la caballería-El mejor ·itio para colocar
la caballería es generalmente fuera del cuadro; en el interior no
serviría sino de estorbo. En Ulundi, luégo que la caballería reconoció
el terreno y se acercó al enemigo, se retiró á lo interior del
cuadro. El sistema de ataque de los Zulúes era siempre el envolvente,
por lo cual, al permanecer las tropas montadas en el exterior
del cuadro, en el momento de desarrollarse la acción habrían disrninuído
inevitablemente el fuego del cuadro. En el Sudán la caballería
casi siempre ha permanecido fuera é independiente del cuadro,
de manera que podía ejecutar exploraciones con eficacia. Las tropas
montadas parecen para este efecto mucho más aptas para el servicio
de reconocimientos que los exploradores de infantería, que se
ven oblig J dos á volver al cuadro á la aproximación del enemigo
En el Asia Central los rusos por lo común mantenían su caballería
fuera del cuadro. En Tamay, cuando uno de lo cuadros fue
roto, el fuego de la caballería d~smontada prestó gran a y u da, romando
al enemigo de flanco, desde una posición en donde no tenía
nada que temer. La distancia á la cual debe permanecer la e ballería,
varía naturalmente según las circunstancias. No ha de estacionarse
muy lejos, para que pueda prestar su concurso oportunamente,
y de otro lado, no d~be estar tan cerca que estorbe d
fuego del cuadro.
. XV. ¿Deben formarse diJs ó varios cuadros ?-Es difícil decidir
si el empleo de un solo cuadro es preferible al empleo de dos ó
de varios. Cuando los efectivos de los servicios no combatientes.
que hay que proteger son proporcionalmente elevados, un sola
cuadro es preferible, porque es innegable que el espacio disponible
en el interior de éste es más grande que el que ofrecen dos
• Véanse las E.xpedicione& ingle&al en Ajrica, pág. 256.
• Yé3nse las E~ptdicionu ingl•1a1 .,. Africa, rl combste de Abu-K1ea, páginaa
391 1 aiguient~a.
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cuadros formados con el mismo número de hombres. Dicho e!:lp4-
cio es dos y media veces más grande que el que comprenden cuatro
cuadros formados con el mismo número de hombres. Además, un
cuadro único presentará de ordinario, aun cuando no en todas circunstancias,
mayor desarrollo de fuegos, atendiendo á que el enemigo
por rareza atacará más de un cuadro á la vez. Pero por otra
parte, dos ó varios cuadros se defienden mutuamente. Si acontece
la ruptura de un cuadro, los demás pueden ayudarlo mucho con
sus fuegos, y si este cuadro es destruído completamente, el desastre,
por serio que sea, no apareja la destrucción de toda la columna.
En Tamay, en donde la columna inglesa se formó en dos cuadros,
uno de ellos fue roto, despedazado, y se vio obligado á batirse
algún tiempo en retirada; el segundo cuadro intervino entonces
de modo eficaz para lograr el triunfo por las armas y también por
medio del concurso moral. Fuera de esto hay que convenir en que
maniobran mucho más fácilmente dos ó varios cuadros que uno
sólo compuesto del mismo número de hombres. Sin embargo, existe
siempre el peligro de que los cuadros se fusilen mutuamente.
Este inconveniente se presentó en Tamay. En Shekán, en donde
fue destruído el ejército de Hicks Bajá, formaba tres cuadros
que en el desorden prod•Jcido por el ataque repentino de los Madistas,
se fusilaron mutuamente y aumentaron así, de modo considerable,
la con fusión.
Cuando, como en el Zululand~ el enemigo ataca en fuerte
númerv y envuelve al ejército regular, un solo cuadro es evidentemente
prefenble; porque si hubiera dos ó más, algunas caras no
podrían disparar. Pero, en suma, y sobre todo en un país cubierto
en donde la táctica del enemigo consiste en asaltos repentinos,
parece quizá - preferible formar má de un cuadro, aun cuando o
sea sino para confvrmarse con el principio de no colocar todos os
huevos en un mismo canasto.
XVI. El cuadro es un bu en blanco para el en emigo-Las grandes
objeciones que se hacen á la formación en cuadro y que recaen
especialmente sobre el cuadro rígido, son el desarrollo limitado de
los fuegos, de que y a se ha hablado, y el hecho de que esta formación
presenta al enemigo un blanco particularmente ventajo:so.
Hasta malos tiradores, con arma mediocres y antiguas pueden
ocasionar pérdidas cuando di:paran sobre un cuadro. La experiencia
lo ha demo~trado así en el A.-ia Central, en el Zululand y ~n
el Sudán. Sin emb 1rgo, la pedidas causadas por el fuego enermigo,
aun á cortas distancias relativamente hablan~o, rara vez han
sido grandes; y los adversario de las tropas regulares en estas JPCqueñas
guerras en que la táctica exige la formación del cuadro r í gido,
rara vez tienen artillería. Por tanto, cuando la tienen y sabe n
hacer uso de ella, la formación del cuadro rígido les ofrece cier·tamente
un blanco excelente. En el Tcb, los l\!ladistas disponían
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-de algunas piezas que hasta el momento en que se hicieron callar
causaron pérdidas al cuadro en marcha de los ingleses *. En el
Dahomey los cuadros de los franceses no dejaron de sufrir con los
cañones del enemigo, cuyo tiro era certero, y que habrían podido
ocasionar serios destrozos si hubiesen e tallado las granadas. En resumen,
esta objeción de que el empleo del cuadro rígido oírece
blanco al enemigo, no es un serio inconveniente para una formación
cuya eficacia, en ciertas circunstancias, se- ha demostrado
con la experiencia-(Continúa)
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d1Jt~w:w~ ~Jrhrrn~nt~~©~
PARA LAS MEMORIAS SOBRE COLOMBIA Y LA NUEVA GRANADA
( l;ontin u ación)
CONTEST CIÓN DEL GENERAL SANTANDER AL MINISTRO DEL INT!R!OR
Al honoi'able Sr. Secretario de E ·tado del Despacho del Interior
Señor:
Bogotá, 1.0 de Septiem brc de 1828
T ngo el honor c.le acn ar á US. recibo de su carta del
29 último, en la cual R sirvió incluirme, de orden <.1 .. ¡ Libertatlor
Pre~idente de la República, el Dt•creto orgáuico expedido
por S. E. el 27 de Agosto, y nna proclama de igual fecha, cotnunicúndome
al mi~ruo ti('lmpo haber Rido nombrado Presidente
del Com~ejo ta bat~lla fue una de hts más encarnizadas
de la guerra del Suclán. Sir Gerald Grah:ma, á la caheza de 4,000 hombres, derrotó
12,000 madistas de:.~pu6s de una lucha de má de tres horas. Los •adislas dejaren
2,000 cndáveres ea el campo; los inglet>es tuvieron 30 muertos, de ellos t5 oficia lea,
y H2 heridos. Los m&distas rempieron el fuego á 400 yardas con dea piezas krupp.
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patria, suplicar á US., como respetuo~amente le suplico, sesirva
declararme si la Vicepresidencia de la República queda
tmprimida absoluta ó temporalmente, ó si he sido pri\Tado ele
e1la por suspensión ó por destitución. Al pedir á US., como órgano
del Poder Supremo, esta declaración, estoy muy distante
de reclamar un de~ - tino que no me conviene actualmente, y que,
por las amarguras que me ha hecho sufrir, celebro privarme
de él: quiero sólo saber en qué términos he dejado ertador Presidente, con acuerdo del Consejo de Estado, ha
tenido á bien nombrarrue para que represente á Colombia u
los Estaños Unidos de América, con el carácter de Buviado
Extraordinario y l\1'inistro Plenipotenciario cerca de aquella
República. E ·timo idameute e" ta honra co11 que el Libertador
1 re. iidamente be adquirido,
las relaciones ele amistaiano
con Colombia, después de haber empleado la mitad entera
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de mi vida eu el servicio nacional, y de haber obtenido el primer
y principal puesto público, por cuya razón debiera esperar
por última recompensa et de c~nso y so iego en el retiro
de mi casa; mas si Colombia pnesi.·t ncia que tP.ngo para vivir, S<Íio ó a ociado
{t nna compañera, y mello. ahora. que parece que e intenta
ha<: r reclamación con llo~, la cual, aonqne por lo. documento.
que po eo, la. creen injusta los prof .~ores ele Dere- cho,
mi an. encia inmediata pne.\l.l1. CJ
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::! Moyo JO ;.;. 1 ........ ............... •• .. .. · ,. .. ..... . .. .... .... .. . ¡ .............. .. ............. La Cruz ..... ..... .. .. ... .. ...... ~
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