BocoTÁ, SEPTIEMBRE 2.2. DE 1900
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Ore-ano del Miaieterio de
Guerra y del Ejército
Son colaboradores de este periódico loa Jefes y
Oficiales del Ejércittl
Director ad honorem
Francisco J. Vera-ara T.
General de Ingenieros, Miembro de 'ariaa Se_
ciedades Cientificaa
N"U:LV.I:. 1.70
IID~©~m~© ~Ja 0 •• liDm n.~®®
(28 DE AGOSTO)
por el cual se organiza la Intendencia general del Ejército de la Reptiblica
El Yicepresidente de la República, encargado del Poder EjecutÍfJI
DECRETA
Art. x.o La Intendencia general del Ejército se compondrá
de tres Secciones, ~n esta forma:
Oficina Central, con el siguiente personal: un Intendente general,
con $ 400 mensuales; un Secretario general, con $ 150
mensuales; dos Escribientes, con $ 100 cada uno; un lnRpector
de Obras militares, con $ I so, y un Conserje, con $ 40.
Sección I .•, Proveeduría, compue ta de: un Proveedor Jefe, con
t 300 mensuales; un Subjefe, con ISO; dos Ayudantes, con
$ 100 cada uno, y un Ordenanza.
Sección 2.\ Inspección de Brigadas, compuesta de: un Inspector
Jefe, con · 2SO mensuales; dos Ayudantes, con $roo cada
uno, y un Ordenanza.
Seccion 3.•, Contabilidad, con: un Contador-Tenedor de libros,
con $250 mensuales; dos Escribientes, con $ 100 cada uno, y un
Ordenanza.
Art. 2. 0 Son atribuciones del Intendente:
r.c:' La adquisición y reparto de caballerías, ganados, vehículos
y demás elementos que se consideren necesarios para subsisten-
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cia y movilización del Ejército; del reparto de provisiOnes, vestuario
y equipo f!n los depósitos del Gobierno, previa orden escrita
del Ministerio de Guerra;
2.o La adquisición de medicinas, instrumentos quirúrgicos, y
todos los demas enseres necesarios á los Hospitales y Ambulancias,
y el reparto de ellos á los Cuerpos y Establecimientos, previa orden
escrita del Ministerio de Guerra;
3.0 La adquisición y reparto de los locales para el alojamiento
de las tropas en las poblaciones y campos, en el Departamento de
Cundinamarca;
4. 0 La supervigilancia del régimen y administración de las
oficinas dependientes de la Intendencia general;
5.0 La organización de las cuentas de la Intendencia, con
arreglo á los Decretos vigentes sobre Contabilidad oficial;
6. 0 La incorporación en la suya de las cuentas de los Intendentes
de Ejército, Comisarios ó Tesoreros de Guerra, Proveedor
é Inspector de Brigadas. Visar las cuentas de las Maestranzas y
de los contratos que celebren en su Oficina. Levantar en los Municipios
la estadística de los suministros, empréstitos y expropiaciones.
Exigir las cuentas de los Intendentes de los Departamen ~
tos, y las de los Comisarios pagadores;
7. 0 La formación separada de las cuentas especiales por suministros,
empréstitos y expropiaciones;
8.0 La revisión de los contratos celebrados en el Ramo de
Guerra, desde el r8 de Octubre de 1899 hasta el 31 de Julio de
1900;
9.0 Hacer llevar un libro separado, en el cual se anote, en
cuenta corriente, el movimiento de los semovientes de la Nación.
En el Debt se pondrá la fecha y el origen de la adquisición y el
avalúo respectivo, y en el Haber, la fecha de la salida, el nombre
del individuo á quien se le entrega y la de ignación de la autoridad
que la ordena, con la cita del respectivo oficio;
ro. La expedición de recibos talonarios, debidamente numerados,
de las cantidades y bienes que le sean con ~ ignados ;
I 1. Convertir en recibos !>uyos los que hayan expedido las
autoridades políticas y militares, por suministros, empréstitos y
expropiaciones;
I 2. Cambiar por los de la Intendencia general los recibos expedidos
por las Intendencias ó Comisarías del Ejercito, siempre
que estén comprobados é incorporados en las respectivas cuentas.
Estos recibos deben ser autenticados en primer término por la autoridad
municipal respectiva; la de éste, por el Jefe Civil y Militar
de la Provincia; la de éste; por el Jefe Civil y Militar del respectivo
Departamento, y, por último, por el Ministerio de Gobierno.
I 3· Hacer avaluar por personas aptas y honradas, los bienes
que tome de los particulares; extender las respectivas diligencias
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de avalúo, y rehacer los avalúos que en su concepto sean inconvenientes
;
14. Presentar al Ministerio, mensualmente, un cuadro de los
caudales y bienes destinados al servicio de la guerra ;
I5. Inspeccionar la fabricación del equipo militar;
I 6. Contratar, por cuenta del Gobierno, y mediante orden
del Ministerio de Guerra, los útiles de escritorio, muebles y locales
para los Cuerpos, Estados Mayores y Oficinas Militare~, y
IJ. Ordenar y vigilar las obras y reparaciones que hayan de
hacerse en los Cuarteles y demás edificios destinados al servicio
militar, y suministrar los materiales necesarios.
Art. 3. 0 Los pagos de los sueldos de estas Oficinas se harán
por la Habilitación del Cuartel general del Ejército.
Quedan derogadas las disposiciones contrarias sobr'! la materia
al presente Decrero.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 28 de Agosto de I900.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Gobierno, encargado del Despacho de Guerra,
GuiLLERMo QuiNTERo C.
( I 8 DE SEPTIEMBRE)
por el cual se crea una Sección provi ional en el Ministerio de Guerra
El Vicepresidente de la República
CONSIDERANDO
~e son muchas las reclamaciones que cursan en el Ministerio
de Guerra, referentes á individuos del Ejército en campaña;
Que no existen disposiciones que reglamenten esta clase de
solicitudes;
Que por el excesivo recargo de trabajo en las Secciones actuales
del i\1inisterio no se puede atender debidamente á tales reclamaciones,
que demandan inmediato despacho,
DECRETA
Art. 1.0 Establécese la Sección 4·a aJministrativa del Ministerio
de Guerra, la cual será transitoria y se ocupará exclusivamente
en el despacho de los asuntos siguientes:
a) Premios en dinero por acciones distinguidas de valoró servicio~
señalados en la campaña ejecutados por i11dividuos de tropa.
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b) Gratificaciones á los individuos de tropa, heridos y enfirmos tn
campaña.
e) Reclamaciones por sueldos, auxilios de marcha, raciones y ajustamientos
de los individuos del Ejército, aún no pagados.
d) Pago de pasaportes á los Jefes, Oficiales y tropa.
e) Reclamaciones sobre las recompensas de que habla el DecrtfD
dt 1 2 de Marzo de I 900.
f) Gratificaciones en dinero á las vivanderas dtl Ejército por
servicios distinguidos prestados al mismo; y
g) Licenciamiento de tropas.
Art. 2. 0 En el caso del ordinal a) las gratificaciones serán de
$ 100 á $ 300, y la prueba con que se apareje la solicitud respectiva
será una copia autenticada de la orden general ó una certificación
jurada de dos Jefes en que se determine la acción distinguida
de valor ó el servicio señalado.
En el caso del ordinal b) la gratificación será de $se.
El interesado presentará un memorial y las siguientes pruebas:
1.a U na certificación jurada de un médico conocido, en la
cual declare que la herida proviene de arma, ó qué especie de enfermedad
padece ó ha padecido el solicitante; 2.a U na certificación
jurada de dos Jefes en que conste que la herida fue recibida en
combate ó por razón del servicio ó la enfermedad contraída en
campañ2.; 3.a Una certificación jurada de dos Jefes en que conste
á cuál Cuerpo del Ejército ha pertenecido el solicitante.
En el caso del ordinal e) las reclamaciones que se hagan por
los Generales, Jefes y Oficiales, deben apoyarse con los siguientes
comprobantes: I . 0 El documento oficial que demuestre que el peticionario
pertenece al Ejército y el empleo militar que ha ejerciy
al cual corresponda el sueldo, ración ó auxilio de marcha que se
reclama; 2.0 U na certificación jurada del Habilitado respectivo en
que atestigüe que la suma que se reclama fue devengada y se debe.
En defecto de esta última prueba, por imposibilidad de obtenerla,
podrán aducirsc las siguientes supletorias, en su orden :
x.• Una certificación jurada de dos Jefes superiores en que conste
que por motivo de un suceso independiente de la voluntad del peticionario,
quedó éste separado de su batallón é imposibilitado por
lo mismo para obtener e] certificado del Pagador respectivo que
compruebe su crédito; y que la suma que se reclama fue devengada
y se debe; 2. 8 En defecto de e te documento, son admisibles
las declaraciones juradas sobre los mismos puntos expresados en el
ordinal anterior, rendidas por dos ()ficiales inferiores ante el Estado
Mayor del Ejército, ante los] ueces ordinarios ó ante el Jefe de
la Sección 4.• del Ministerio de Guerra.
Tanto las certificaciones juradas de los Jefes y Pagadores como
las declaraciones de los Oficiales pueden ratificarse en ell\1J ..
nisterio de Guerra.
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En el caso del ordinal d) los pasaportes serán pagados por el
Habilitado. De cada pasaporte se expedirán dos ejemplares: uno
que se entregará al interesado, y otro que quedará en poder del
Habilitado como comprobante de sus cuentas.
En el caso del ordinal e) tales reclamaciones serán aparejadas
con las pruebas que prescribe el Decreto citado.
En el caso clel ordinal f) las gratificaciones serán de $ 20 á
$ I oo, según el caso. Estas peticiones necesitan, además del memorial,
un certificado de General en que conste una acción distinguida
de valor ó servicios á los heridos en el campo de batalla ó al
Ejército en alguna situación difícil.
En el caso del ordinal g) recibirán los individuos de tropa,
además de los sueldos ó haberes á que tengan derecho, una gratificación
equivalente á un mes de sueldo y un vestido completo.
Art. 3· 0 Estd. Oficina tendrá un Jefe asimilado á General de
Brigada; un Subjefe, asimilado á Coronel primer Jefe de Cuerpo;
un Habilitado, asimilado á Coronel; dos Escribientes, asimilados á
Sargentos Mayores, y un Portero-Escribiente, asimilado á Subteniente.
Por Decreto separado se harán los respectivos nombramientos.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á r8 de Septiembre de 1900.
JOSE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Gobierno, encargado del Despacho de Guerra,
GuiLLERMO QuiNTERo C.
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\ .. .f) ~~CTEJ:N A~ ~~
'i~ ~ @o J.tíOll t\ ~ & ~@~:iJi.'lWID. SJ'@
SEGÚN EL CORONEL CARDINAL DE WIDDERN
La marcha. el combate nocturno no son acontecimientos
raros en la guerra, dice el reglamento alemán, y lo serían aún
meno raros en la; hi ·toria militar si se le~ iu ve~tigara eu el va -
to dominio de la peqneííaa operaciones, ~n las que la empresa
nocturua desempeña cousiderable papel. En las grande· campañas
la batalla du noche no ua ido sino un jncidente excepcional,
y quizás ~needa. lo mif;;mo en lo futuro. Sin em l>argo, no
puede nno menos de pregnntarRe si por causa del perfeccionamiento
de la armas, de los progreso cnmplidos en los ~jércitos,
y de Ja importancia ereciente de la, artillería en el combate, el
jefe que dirige uua acción no meditará si no es preferible nn ata-
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que de noche á uno de día. En efecto, en Jas actuales condiciones
este último será de un éxito dudoso y entrañará pérdidas
crecidas, por lo cual el asaltante trg,tará de robar á la noche la
victoria que el día parece rehusarle ó le ha rehusado ya.
Bien meditado el asunto, es innegable que un jefe de tropas,
-ver8ado e u la preparación y dirección del combate nocturno,
comprenderá m~jor cnando es realmente necesario, tomará
resoluciones más juiciosas á este respecto y procederá con mano
segura á su delicada ~jecución. En toda empresa las vacilaciones
provienen del irnperff'cto conooimieuto de los detalles: se
retroce(le ó ,..,acila ante tal ó cuál operación, porque parece
temeraria, y ese temor proviene de la ignorancia de los procedimientos
qne ~segur~n su éxito. Es por esta razón que más
de un jefe deja pasar la ocasión de obtener triunfos brillantes,
en coudiciones eu que otro más diestro habría aprovecl!ado el
momento favorable, y reconociendo la necesidau imperiosa de
obrar, tomado sin vacilaciones una resolución y procedido á la
ejecución con la destreza de quien couo'Ce su oficio.
Por lo demá , el combate de nocl!e es la ultima ratio, cuando
ya no queda otro medio para salir ién lo será en varios otros casos, á saber:
Lo Cuando uno de los dos adversarioA se encuentre á corta
uistancia. (2 kilómetros máximo) del otro al cerrar la noche, eu
situación de poder tentar la fortnna con un ataque á fondo:
Noisseville-Sen·igny ( t870), Laon (1814), Bojelet~chi (1828).
Este caso también puede presentarse en nna retirada, cuaudo
el enemigo aprieta demasiado y el servicio afloja en su campo,
después de algunos días de persecución.
2. 0 Durante la persecución de u11 vencido, con el objeto de
apurarlo de nuevo, cuando espera tener unos momentos de reposo:
Waterloo (18t5), Etoges (1814), después de los combates
de Chateau Robert-le-Diable (1871).
3. 0 En la ofer.siva contra un enemigo que ocupa un gran
espacio, a nn cuando se e u bra con avanzadas, si éstas pueden ser
arrolladas por un asalto nocturno, y el asaltante seguir en firme
su ataque para batir las (liversas fracciones del ad,·ersario
antes de que hayan po(lido dar e la mano: Freatalla está en manos del
enemigo y cuya po esión nos facilita el acceso al objetivo principal,
sobre todo si la ocupación de tal punto el:i indispenAable
para de plegre los ojos y el blanco no
se de._ taca netamente sobre el terreno.
Es \"en tajo ·o colO<~ar la artillería á retaguardia del lomo
de una ceja ó pliegue del suelo, ó tras la cresta militar de una
altura, porque así se protege en parte el per onal y el material,
y la. colocación en batería puede hacerse á cubierto. Al contra~
rio, cuando los cañones se perfil, n sobre el horizonte, se les ve
desde muy lejos, y en este caso e preferible situarlos adelante
de la cresta militar para confundirlos algo más cou el terreno.
En tiempo brumoso sucede á veces que el blanco se distingue
con el auxilio de un buen anteojo, en tanto que permanece
in vi ible al ojo desnudo: en este caso se determina la posición
del eje y de la cureña tle cada pieza, ó bien se emplea la punt.
3ría á retaguardia, sobre una mira ele corredera, procedimien-
• Del libro La guerre raiso1.néP, por el General E. Scheneegan , antiguo Comandante
de Cuerpo de Ejército y de la Escueb sullerior de guerra.
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to que no exige sino una sola operación. Este mismo sistema es
preferible también cuando el blanco, ocu lto para el apuntad<;>r,
es visible para uu observador situado á proximidad de la ¡neza,
ejecutándose entonces las rectificaciones de acuerdo con
las indicaciones que el último haga sobre la posición d~l p~ut.o
de caída de cada pro.vectil con respecto al blanco. El tiro Indirecto
con piezas de montaña no es sino un expediente á que no
debe recurrirse sino en casos extremos.
Las posiciones dominantes son las más favorables para el
tiro de la artillería, siempre que en el terreno á vanguardia el
enemigo se encuentre al descubierto, en especial dentro de las
distancias cortas.
Es preciso poner al abrigo del fuego del contrario los
avantrenes, puesto que dejados tras las piezas conductor~s Y
ganado sufrirían muchísimo con los disparos del euemtgo,
salvo que se juzgue que la batería no permanecerá largo
tiempo en el mismo sitio. Los avantrenes, después de entregar
á cada pieza su juego de armas, se abrigan á retaguardia 6
hacia el flanco de la bateda, bajo la dirección del sargento Lo,
pero sin alejarse nunca á más de 200 metros de los cañones .
.En todo caso, cuando la batel'Ía fuere atacada repentinamente,
los avantrenes se moverán en el acto hacia donde estén las
piezas.
Sólo los primeros proyectiles son suministrados por los
avantrenes, porque en seguida las municiones se toman del
primer escalón del parque, cuyo ganado también se habrá abrigado
á retaguardia.
La artillería ordinariamente evitará tirar {, más de 2,500
metros, porque á distancia mayor la observación de los puntos
de caída es incierta y disminuye la eficacia del fuego. Con
tiempo claro y blaueo f posible, decisivas. Las causas de esta necesidad resultan de las
características particulares de las pequeñas guerras. Pero, como se
ha demostrado ya, pueden presentarse casos-tales como el de socorrer
á una guarnición sitiada, por ejemplo-en los cuales es más
cuerdo evitar el combate, si es posible hacerlo sin mostrar marcada
debilidad. Igualmente, cuando un pequeña columna debe cumplir
una comisión importante cuya ejecución exija toda su fuerza
puede no ser ventajoso disminuír su efectivo con combates, si estos
últimos no son absolutamente necesarios. Cuando Sir H. Havelock
partió de Cawnpore, en la campaña de la India, con intención de
socorrer la residencia de Luc.k:now, experimentó tan fuertes pérdidas
en tres encuentros-encuentros inevitables, en los cuales el
enemigo fue completamente batido-que tuvo que volver á Cawnpore
y esperar refuerzos, porque con tan mermada tropa no habría
podido llevar á cabo la empresa que traía entre manos. *
Cuando precisa proteger un convoy, es necesario darle como
escolta el mínimum de fuerzas; y si este mínimum disminu-
• El 20 de Julio de 1857 el Coronel Neill ~e había unido al General Havelock
en Cawnpore, y el 29 el G eneral e pu ·o en ckmino pnra socorrer la re5ideneia
de Lucknow. Las fuerzas lle que di ponía el General eran muy cortas, un poco
meno de 1 ,500 hombres, de los cual e~ 1,200 eran europeos. El 29 de Julio el Gener,
d Havelock venció á los rebelde· t:n Unno y en Ba··hitatganj ¡ pe1·o estos do1
combate clismiuuyeron de tal 111odo su column:1, que tuvo que volv r li Cawnpore
y pedir 1,000 hombres de refuerzo al Cotonel Neill, quien e contentó con responder
insolentemente li · u J a fe. El General intentó entonces con su escasa fuerza un egundo
movimiento sohre Lucknow el+ de Ago to; un nuevo combate á la mañana
»igu;ent ~ en B 1 hiratganj, aunque feliz, lo obligó de nue\'O á retroceder sobl'e Cawnpore
ell3 de J gosto. El 16 el Gcn~ral infligió una nueva derrota á los rebeldes.
E117 Rupo que estaba colocado bajo las órdenes del Gene1al ir James Outram,
quien, de de Allahabad, le envió refuerzos á Cawnpore. El 17 de Septiembre Sir .1.
Outram IIPgó á Cawnpore, en cloncle hi;r.o conocer generosamente, por la vía de ordenanza,
que habiendo hecho el General Havelock todo lo que estaba de su parte por
·t>couer á Lucknow, COil'>et·vatía el mando rle las tropas (ct>mprendicudn los refuerzos),
y que él, Sir J. Outram 1 eguiría al General Havelock como Jefe ~ivil de
Oudh. Esta oferta genero a fue aceptada por el General Havelock, quien se puso
entonces en marcha sobre Lucknow, á la cabeza de 3,179 hombre~>.
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BOLETIN MIUTAR
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ye por causa de pérdidas sufridas en combates en el camino, la
escolta ya no está en condiciones de llenar su cometido, y el convoy
puede encontrarse en peligro. Las fuertes pérdidas sufridas en
Abu-Klea y al rededor de Gubat, por la columna que atravesó el
desierto de B ayuda en 188 5, rechazando con gran mortandad los
ataques del enemigo, redujeron de tal modo los efectivos, que hasta
que tal columna no recibió refuerzos de Kortí, apenas podía guardar
los grandes convoyes colocados bajo su protección.
XIV. Soldados irregulares no deben por lo general ser encerrados
completamente. Motivos-Para dar á la victoria un carácter decisivo
y para anonadar por completo al enemigo en el campo de
batalla, será habitualmente necesario, como ya se ha clemostrado,
recurrir á combinaciones tácticas de amenaza ó que intercepten
su retirada. Pero en la concepción de estas combinaciones hay
que recordar un principio muy importante: el de tender ordinariamente
al enemigo puente de plata por el cual pueda escaparse.
En efecto, adversarios como aquellos que las tropas regulares encuentran
frecuentemente en estas guerras, no dan cuartel ninguno
porque no lo esperan, por lo cual, si se ven estrechados de cerca y
encerrados, harán una resistencia desesperada. Sin duda que eso depende
de la naturaleza del enemigo. Los guerreros que poseen cierto
grado de civilización saben que las tropas veteranas no asesinan á
sus prisioneros; mientras menos bravo y temerario sea el enemigo,
más fácilmente estará dispuesto á rendirse á discreción. Pero, en
la mayor parte de los casos, ]as tropas regulares tienen que habérselas
con adversarios que sí asesinan á sus prisioneros y se resignan
á correr la misma suerte. Acosados, combaten con ferocidad
y desesperación *.
Es interesante hacer notar, á este propósito, que los HunzaNagars,
en la campaña de 1891, quedaron muy impresionados
con los procedimientos de guerra humanitarios de los oficiales ingleses;
procedimientos que pudieron apreciar durante la suspensión
de tres semanas, que siguió, para los dos adversarios, á la
toma del fuerte de Nilt. Cuando el flanco de su formidable línea
de defensa fue al fin envuelto, la guarnición de una gran sanga, •
situada al centro, quedó completamente cortada y en la imposibilidad
de batirse en retirada; el solo sendero que le quedaba
detrás era barrido por un fuego mortífero y estrechado por la columna
que había rodeado las obras de defensa. Dándose cuenta de
la inutilidad de la lucha, se rindieron á un oficial que subió á la
trinchera solo y sin vacilar. Más tarde se supo que se había hecho
creer á los montañeses que debían matarlos á todos, y proseguir
• Error fundamental; ptecis:unente dejar la retirada libre! ]as guetrillas ea
prolongar su existencia indefinidamente.-L. D.
• Sanga es un fottín de piedras secas que los pueblos del Trans-Indue, los .Afganes
sobre todo, construyen par' defender un punto eualquiera.
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la campaña según sus propias bárbaras costumbres: valía, pues,
más combatir hasta la muerte. Pero durante el período de las
hostilidades comenzaron á comprender que no les harían ningún
mal si deponían las armas. Por esto los defensores de la sanga, todos
tiradores hábiles, se entregaron sin resistencia cuando su fuerte
se hizo indefensable (sic).
XV. Pueden presentarse circunstancias que hacen algunas veces
inevitable el encerrar al enemigo en una trampa-Fanáticos como
los Madistas y salvajes intrépidos como los Zulúes, son muy peligrosos
cuando caen en una trampa. Ellos no piden cuartel
y venden su vida lo más caro posible. Naturalmente se presentarán
algunas veces en el combate circunstancias que obligarán á
atacar á estos enemigos, hasta cuando estén del todo rodeados y
acosados. En este caso no hay remedio: habrá, pues, que resolverse
á soportar las pérdidas que ocasionará el combate librado en ·
estas condiciones. Semejantes casos se presentan á menudo bajo la
forma de pequeños incidentes del campo de batalla. Grupos de
hombres desesperados pueden ocultarse en algún barranco ó cabaña
y rehusar deponer las armas; hay sin embargo que concluír, no
importa cómo.
La historia del asalto de Sekunderbagh, en el momento del
primer rescate de Lucknow por Sir C. Campbell, puede citarse
como un ejemplo de la obligación de atacar á un enemigo desesperado
en una posición de donde no puede escaparse. El Sekunderbagh
era un recinto rodeado de altos muros y que contenía
edificios, patios y jardines y barría de flanco la línea de marcha
de los ingleses á lo largo de los barrios de la ciudad, hacia el punto
por donde se esperaba la columna de Sir J. Outram. En este recinto
se encontraba un número considerable de rebeldes, y la toma
de él era de imperiosa necesidad. Las tropas, después de un bombardeo
á corta distancia, forzaron una puerta. El enemigo retrocedió,
combatiendo de casa en casa con tenacidad, defendiéndose
hasta la muerte, porque no tenía salida por la espalda. Los rebeldes,
cogidos en la trampa, fueron destrozados: era inevitable; pero
en esta lucha desesperada las tropas sufrieron muy grandes pérdidas.
Sin embargo, la aventura á la cual se lanzó tan atrevidamente
Sir. C. Campbell, con la fuerza tan reducida que tenía á sus
órdenes, le obligó á no dejar un solo hombre que no entrase en
combate, porque hubiera sido aumentar el peligro de su situación*.
• Fue el 16 de Toviembre de 1857 cuando tuvo lugar este ataque de Sekunderbagh
(jardín de Alejandro), por el cjérc1to de auxilio, que salió de CawnpiJre el 30
d.e O.ctubre! ~ 1jo las. órdayos sublevados (cipayo es el !olclado natural de la India Orieu·
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XVI. Ejemplos de peligro en estrechar al enemigo-Tales episodios
suelen presentarse en la guerra. El peligro de atacar á un
enemigo resuelto que no quiere rendirse, en una posición de donde
no puede escaparse, es muy grave. Pero estrechar de propósito
deliberado á tales adversarios y lanzarlos así á la desesperación, es
un terrible error. Debe recordarse que hay una muy grande y
muy importante diferencia entre el hecho de amenazar la retirada
de un enemigo y el de cortarlo completamente; entre el hecho de
colocar la artillería y la fusilería en una posición ventajosa,
amenazando de flanco la línea de retirada del enemigo, y el hecho
de estrecharlo de manera que su fuga sea imposible.
Los ejemplos siguientes muestran cuán importante es no olvidar
este principio:
1. 0 El General Lomakin en 1879 llegó delante de la fortaleza
turcomana de Denghil Tepe con 3,700 hombres por todo, y
resuelto á apoderarse de ella el mismo día por un golpe. de mano.
Su caballería, que marchaba á la cabeza, cercó la fortaleza para
evitar toda salida, y antes de que la infantería, que contaba 1,4-00
bayonetas, estuviese formada para el asalto, la plaza estaba ya
completamente rodeada por un cordón de jinetes. La ciudad encerraba,
además de los combatientes, gran cantidad de mujeres y de
niños, acampados bajo sus tiendas de nómades y enteramente expuestos
á los fuegos de los rusos. El General Lomakin hizo avanzar
su artillería, que comenzó un fuego muy vivo sobre la fortaleza
y ocasionó allí terrible mortandad. Masas de personas que no
comb1tían salieron por el lado opuesto á fin de ponerse fuera del
alcance de los cañones, pero fueron rechazadas. Se ha sabido después
que los jefes turcomanos tenían el proyecto de rendirse;
mas cuando estuvieron acosados, y cuando vieron á sus familias
obligadas á volver al campo de batalla bajo una lluvia de proyectiles,
tal que ~irve en lo regimiPuto que mantienen allí los inglese.).-" La escena que
~>iguió, escribe el fed- Mariscal Lord Robf'rts, exige la pluma de un Zolá para ser
descrita. Los rebeldes no pensaron nunca (!Ue no!> detendrfamos li atacar una posición
tan formidable; por esto se habían zeunido en el Sekunderbagh, en n6mcro
de más de 2,000, cou intención de caer sobre nue ·tro flanco derecho desde que no!i
viésemos comprometidos en las calle~ y ca as del Hazratganj (una de las principales
calles de Lucknow), y eran ellos los que h!i\:lían caído materialmente en la trampa,
porque las únicas alidns eran la puctta y la brecha por la cual nuestras tropas entt
·aron en ma:a. N o había, pue , que pen ar en la fuga, y los rebPldes combatieron
desesperrtdamente, no teniendo ninguna probabilid id de perdón y tesueltos á
vender su vida t&n cata como fuera posible. Poco á poco fueron estrechados al Pabellón,
y en el espacio comprendido entre este Pabellón y la pared del Norte todos
murieron á disparos de fusil ó atrave ·ados por la bayoneta. En este punto cayeron
formando un montón tan alto como mi cabeza, presentando un enorme hacinamiE.>nto
de muertos y de moribundos unos sobre otros ...... Los desdichados heridos no
podían, á pesar de sus violentos e fuerzos, apartarse de sus can.aradas muertos, y los
que se encontraban sobre esta horrorosa pila de vivos y muertos mezclados, de · fogaban
su rabia vomitando las más bajas injurias contra todo oficial que ee acercaba,"
(Forty-one years in India, Capítulo sxm, página 182).
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BOLETIN MILITAR
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comprendieron que se trataba de su exterminación, y resolvieron
combatir hasta morir. Justamente en tan mal momento el Geneneral
Lomakin ordenó el asalto. Las fortificaciones eran formidables,
y defendidas por desesperados, constituían un obstáculo muy
serio para la pequeña columna rusa, que á pesar de su bravura,
fue rechazada con grande!' pérdidas. Los turcomanos en masa los
persiguieron fuera del recinto, y convirtieron bien pronto en inmenso
desastre lo que ya era un serio descalabro para las tropas
regulares. Evident~mente este desastre se debió por completo al
hecho de que el ataque de Denghil Tepe y la trampa en que cayó
el enemigo se resolvieron de propósito deliberado. *
2.0 El sitio y toma de Zaatcha, en Argelia, en 1849, es un
ejemplo de las grandes pérdidas que son la consecuencia de un ataque
contra adversarios estrechados y obligados á combatir para
salvar sus vidas. Los franceses perdieron 900 hombres, de los cuales
cerca de 200 quedaron fuera de combate el día en que se tomó
una plaz2 que, se dice, no tenía sino 700 defensores. *
3. 0 La guerra Maorí suministra otros dos ejemplos notables,
bien que en menores proporciones.
Los principales incidentes de esta campaña consistieron en
ataques de trincheras de empalizadas llamadas pahs. El pah de
Rangiriri estaba situado sobre una lengua de tierra rodeada de agua
por ambos lados, y formado por una línea de trincheras y una defensa
central de apariencia formidable. A fin de dar una derrota
decisiva al enemigo, se envió una columna en canoas, que desembarcando
arriba de las fortificaciones pudiese tomar parte en un
ataque general de frente. El resultado fue que se forzó la línea;
pero una gran parte de los defensores quedó encerrada en la trinchera
principal, en donde hizo una resistencia desesperada. Do:;
asaltos-uno por artilleros armados de sables y derevólvers--fracasaron.
La noche sobrevino. A la mañana siguiente los Maorís, en
número de 183, se rindieron. Las pérdidas de los ingleses montaron
á I 32 hombres; la mayor parte de ellas fueron causadas por
el ataque á la trinchera principal. Hay que hacer notar, sin embargo,
que Rangiriri fue un golpe muy duro para el enemigo, porque
la toma de Maorís y de sus armas era un hecho decisivo.
El caso de Gate Pah fue análogo. Esta fortificación estaba
igualmente construída sobre una lengua de tierra. La columna á
la cual se confió interceptar la línea de retirada del adversario,
envolvió el flanco enemigo sin ser notada, gracias á una hábil
operación nocturna, y, antes del día, cerró la lengua de tierra por
detrás del pah. En esta situación fracasó el asalto, y los que
• ¿Por qué no decir que el desa tre provino de intentar nn ataq ne sin los me.
dios ó precauciones necesarios ?-L. D.
• Si 6\o 200 quedaron fuera de combate, ¿cómo !;C perdieron en el asalto los
9tto1 700 1 Los hiatoriadores franceses afirman cosa muy distinta-L. D.
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acometían fueron arrojados del pah, cuando ya se habían apoderado
de una puerta. Antes del asalto, el enemigo intentó romper
la línea última que formaba el cerco, y se vio obligado á
volver á sus parapetos. Durante la noche, que fue sombría y lluviosa,
todos los Maorís lograron escaparse, y por la mañana el
pah fue ocupado sin resistencia; pero las pérdidas habían sido muy
fuertes para los asaltantes.
En Rangiriri y en Gate Pah las tropas encargadas de interceptar
la línea del enemigo, la cortaron complecamente. Los Maorís
cayeron en la trampa, y muy pronto lo comprendieron así;
por esto hicieron una viva resistencia que causó serias pérdidas á
los ingleses. Si las columnas enviadas para atacar la línea de retirada
del enemigo se hubiesen colocado de manera de contener á
los que se escapaban huyendo con un fuego mortífero, en vez de
rodearlos por completo, las fortificaciones se habrían tomado probablemente
con muchas menos pérdidas, y el resultado también
hubiera sido decisivo. *
XVII. Ejemplos del hecho de no envolver completamente al enemigo-
En estos dos ejemplos de la guerra en Nueva Zelandia vemos
el inconveniente de rodear un puesto fortificado, ocupado por
un enemigo salvaje, antes de dar el asalto. No será inútil citar el
ejemplo de un procedimiento diferente empleado en circunstancias
análogas: el de preparar el ataque de tal manera que la línea de
retirada del enemigo, aun cuando no esté en absoluto cortada, sea
sin embargo batida tan eficazmente por los acometedores, que la
completa dispersión de los defensores quede asegurada en el momento
en que traten de evacuar la plaza.
Durante las operaciones en el Manipur en I 891, el enemigo,
compuesto de varios centenares de hombres, había ocupado
una trinchera de tierra en un sitio llamado Bupam. Se decidió atacarle
con 350 soldados de línea, alguna infantería montada y dos
cañones. Lá. trinchera era formidable, y su fuerza se aumentaba
con una cañada profunda que, rodeándola por tres lldos, impedía
que la vieran los asaltantes, si no era al llegar sobre ella. La infantería
'5C dividió en dos destacamentos, uno de los cuales debía atacar
viniendo del Norte y el otro haciéndolo del Sur. Las tropas montadas
fueron enviadas al Sudoeste; los cañones y un destacamento de
infantena se colocaron en un montículo á r,ooo yardas al Este, y
empeñaron la acción con un nutrido bombardeo y descargas por
compañías que causaron gran efecto. Cuando la infantería marchó
al ataque, la derecha del destacamento del Norte y la izquierda del
destacamento del Sur se dirigieron progresivamente la una sobre la
otra, de manera que ante5 del asalto la fortificación estaba rodea-
• Luego lo malo no es cerrar el paso al enemigo, sino hacerlo &in a1te, y es bien
sabido que los ingleses no pec,m por exceso de habilidad en el arte milit~:~r-L. D.
Vlll-24
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362 BOLETIN MILITAR
'-y--"'
da al Norte, al Oeste y al Sur. La guarnición del Manipur opuso
á los asaltantes una resistencia encarnizada. Gran número de los
que la componían se escaparon por la parte del Este, pero sufrieron
mucho con el fuego de la artillería y de las tropas montadas.
Por último, el ataque tomó tal forma, que el enemigo, bien que
casi cercado, tuvo sin embargo una salida para la fuga, y se aprovechó
de ella; mas las acertadas disposiciones tomadas por ese lado
causaron á los fugitivos pérdidas tan serias, que fueron muy pocos
los que lograron salvarse.
Fijad, pues, tanto como sea posible vuestro plan de operaciones
de manera de batir completamente al enemigo y destruírlo
cuando se vea obligado á combatir. Pero cuando las tropas regulares
toman la ofensiva sobre el terreno, y cuando, con intención de
dar un golpe decisivo, ellas envuelven el flanco del enemigo para
amena2.ar su línea de retirada, es bueno acordarse del principio, ya
dicho, del puente de plata, el cual sólo es aplicable en estas pequeñas
guerras, y eso en algunas de ellas. La historia de Denghil
Tepe muestra de un modo singular lo peligroso que es olvidarse
de este gran principio *-(Continúa).
ESTUDIO POR J. MECKEL, DEL ESTADO MAYOR ALEMÁN
Traducido libremente para el Boletín .Militar
(Continúa}
e ) Conaideraciones sobre la ofenaiva
Sólo en los ataques simulados, en las denwstraciones, es
admisible atacar con igual fuerza todas las partes mente paralela del ataque
directo de frente la enorme veutaja de la acción concéntrica y
de la acción moral producida sobre el enemigo. Además, eu la
generalidad de los casos conduce á dar á los frentes opuestos
una situación relativa tál, que el ataque puede enfilar ciertas
partes de la po~ición enemiga, de ordinario una de las alas de
su frente primitivo (fig. 2.a).
~- .. . --!-· ............ ~ :::-·.. · ..
F. 1\ lg. l.
~~···· ·· .... ·· .. ~
~J .. ,..., .. •• •• •• • :::::::.:·::.·.~
• El asunto vada un tanto cuando se trab de pt!queños efectivos.-L. D.
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El ataque envolvente entraña un peligro, á saber: el desarrollo
excesivo del fr·ente á expensas de la profundidad, es
decir, á expensaR de la intensidad y solidez del ataque, por lo
cual es la forma indicada de la luclla para utili~ar Ja superioridad
numérica, siempre que no provenga de la reRolución sistemática
de evitar el co:nbate con el frente enemigo. Empleado
en este último supuesto d(>ja al asaltante en falso cuando,
al llegar ~obre el flanco del enemigo, se encuentra en presencia
de un nuevo frente de éste. Por lo dicho es preciso no olvidar
nunca que cualquiera que sea la forma del ataque, envolvente
ó nó, en tratándose de una fracción cualquiera de tropa,
considerada iudividualmente, el combate para ella siempre se
reune~ á uu ataque de frente, por cuya razón para tal clase de
lucha es para la que debe prepararse la infautería.
+ Dnarro/10 d.
'··... e/~ Fig. 2.&
..... ~ ·.. '"""
-----~~---··... ~ lJejensa Ala p¡17;c ----------- +
()
El ataq1te envolvente doble, es decir, iiirigido al tiempo contra
el cf'ntro y las dos alas, no es po ible sino con una gran
superioridad numérica. En la batalla de encuentro es el resultado
de una marcha concéntrica, qne expone al peligro de dispersar
las fuerzas y hacerlas batir en detall; pero con él se
beneficia la ventaja de la sorpresa y hace posible el verdadero
ataqn~ de flanco que pneremunirlos de todo peligro.
Si se quiere desarrollar u 11 ataque énvolvente, ]a infantería
de la. vanguardia se encarga de ordinario tlel ataqne secundario
de freute, en tanto que el grueso, cuya marcha se oculta lo
mejor que se pneda, e encarga del ataque priucípal sobre uno
de los tlancos; la reserva, extr!tüla del grueso, toma posiciones
cerca de la líuea de retirada, en un pu11to tal que á tlll tiempo
pueda, ora apoyar rápi(lamente cualquiera parte Jr~JID©~ ID>~~ ~Jr@ffi@
POR SANTIAGO PÉREZ
(Continuación)
"Al haber sido re u la cordillera
occidental de lo Andes, y su caulla.l de agna~ es con 'Ítl ra.ble;
siendo navegable en peqn .. ña:; crnbarcacioue~ por una extensión
de quiuce leguas, empleándose cuatro días ~n r moutarlo.
Tienen su aguas fama. ele ser s~lubres, y las orillas del río paisaje
pintorescos. Del Calima ae pasa á la quebl·ada (lel uineo,
de difícil navegación por lo mnchos troncos t.lerl'iba(los sobre
la corriente, de manera que sólo cnando e á crecida. es fácil
lanzar las canoas sin ri~sgo de qna se quiebren en lo estorbos
ecto al Chocó; ambas provincias con una llistoria sin interés,
con una actualidau sin esplendor, y esperando las dos un
porvenir muy pró pero, al que sin durecaria 8ituación. Los habitantes
de Micay, qne no poseen má caminos que las vías fluviales,
moran la mayor parte en las playas del mar, consagrados
á la p '"Sea; hallándose Rus barbacoas desparramadas á las
orillas ele los ríos, de los que extraen el oro, que baja re,·uelto
con las arenas, y del cual se sirven para comprar á sus veciuo8
de Iscuan(lé los frutos, como el plátano, que mHs apetecen, y
que no les dan E>n suficiente abundancia las orillas qne cultiYan.
La selva llana y la serranía, en donde el temperamento
va ieudo menos cálido y más sano á mPdicla que t;e asciende,
están completamente desiertas, descubriéndose apenas los le·
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'"-y--"
jos oscuros de una vegetación poderosa. En las quiebras de
esa serranía, donde han de encontrarse los criaderos del oro,
cuyas partículas arrastran hacia el mar las quebrada.Y y los ríos
que ele ella se desprenden, habitan á las márgenes desconocidas
de éstos algunas familias de indios. El resto de la población
se compone de negros y de gente de color, casi en su totalidad.
Las manufacturas de éstos se reducen á algunos sombreros
que t~jen, lo mismo qne sus chinchorros y atarrayas; fabrican,
ademáR, sus peq neñas embarcaciones, y comercian con
Bnenaventura. Iscuau de la cordillera de los Andes que
separa las vertieutes del r·ío Isca1andé ele las de Guapi, He dilata
por una extensión de.265 leguas cuadraclas, una quiuta parte
de las cuales está cubierta por aguas e$taucadas, el cantón
de Iscuandé que tiene uua ~ola parroquia, una aldea y once
vecindarios con 5,441 habitantes. !Ja villa ele I~cuanrlé, cabecera
del cantón, fue fonrlada en 1,600 por D. Fra11ci co Parada,
conquistador de las tribus de los Iscuaudé~, Barbacoas y Telem
bies, dorule está hoy tl puerto llamado Carrizo, del cual dista
ahora ~ei leguas por navegación, ó;cuatro
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