BoaoTÁ, SEPTIEMBRE 8 DE 1900
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Orr:ano del lUillisterio de
Guerra y del Ejército
Son colaboradores de este periódico los Jefes y
Oficiales del Ejército
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Director ad honorcm
Francisco J . Vergara V .
General de Ingenieros, Miembro de variaa S•.l~
ciedades Científicas
JSTUJ.'\1.1:. 168
J:PYJl(QJB.~~f:> ID1' a 0
- . TI»llil 11®©®
(22 DE AGOSTO)
de honores al Ejército del Norte
El f/ic:epresidente de la República, encargado J¿f Poder Ejecutivo,
En uso de sus facultades constitucionales, y
COl ·siDERANDO
I.0 ~1e la campaña del Norte de la República ha quedado
terminada;
2. 0 Que el Ejército que la emprendió y que la ha llevado á
feliz término ha luchado por espacio de muchos meses con toda
clase de diil'cultades y de peligros, logrando dominarlo todo y obteniendo
victorias de las más grandes y trascendentales que se registran
en los anales patrios;
3· 0 ~~e durante la campaña el menciom.do Ejército ha observad
h .. más correcta disciplina, ha mostrado la más inquebrantable
firmeza y ha dado constantes pruebas de heroico y abnegado
valor; y
4.0 Que para la República y para el Gobierno es obligatorio
reconocer y premiar en alguna forma tan eminentes servicios
y dejar duradero recuerdo de la gloria adquirida por esa legión de
ilustres hijos de la Patria,
DECREfA
Art. I . 0 El Gobierno declara que la conducta observada por
los miembros del Ejército del !~orte que ha militado á las órde nes
del invicto General Próspero Pinzón1 ha adquirido los timVIII-
I<)
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~
bres de la :nás cumplida heroicidad y es digna de ponerse como
ejemplo y modelo en la noble carrera de las armas.
Art. 2.0 El Gobierno entregará á cada uno de los miembros
de ese Ejército una medalla conmemorativa, de acuerdo con el
modelo que determine el Ministerio de Guerra. Esta medalla será
de oro para los Jefes Di visionarios, de plata para los Oficiales
hasta Capitán inclusive, y d e bronce para el resto de la tropa.
Art. 3. 0 El Gobierno, en decreto especial, aproba:-á todos los
ascensos otorgados por el General en Jefe durante la campaña, y
concederá los nuevos que á juicio de éste fueren de just icia.
Art. 4. 0 Las clases y soldados recibirán al tiemp del licenciamiento,
á más de la suma á que tengan derecho conforme á la
ley, una recompensa extraordinaria, cuya cuantía será la de un
mes de paga.
Art. 5. 0 El Ministerio de Guerra queda especialmente encargado
de dar cumplimiento á este Decreto y de atender á los
gastos que él demande. La suma para ello necesaria se onsiderará
incluída en el Presupuesto de Gastos de la vigencia en curso.
P u blíq u ese.
Dado en Bogotá, á 22 de Agosto de I900.
]<)SE MANUEL MARROQUIN
El Ministro de Gobierno, encargado del Despach o de Guerra,
GuiLLERMO QyiNTERO C.-El J.\1inistro de Relaciones Exteriores,
CARLOS MARTINEZ SILVA - El Ministro de l:1strucción
Pública, encargado del Despacho de Hacienda, MIGUE:. ABADIA
MENDEz-El Subsecretario del Tesoro, encargado del Despacho,
IGNACIO R. Pif~EROS.
La Dirección del Boletín Militar se complace en presentar
su saludo de bienvenida á los Sres. Jefes, Oficiales,
clases y soldados del abnegado y valiente Ejército df'l Norte
que, á órdenes del n1eritísimo General Próspero Pinzón,
entraron el 4 del presente á esta capital entre I - vítores
de entusiasmo de un pueblo agradecido.
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BGLETIH MILITAR
..........,.T-SOBRE
EL SERVICIO DE LAS TROPAS EN CAMPA~A
(EJÉ R CITO BELGA)
(C ontinúa)
CAPlTULO III
VIVAQUES
283
Art. 47. No se hace viYaquear á las tropas sino cuando las
circunstancias exigen que Re las tenga concentradas y dispuestas
á combatir, y cua tHlo el acantonarlas las expondría á comprometer
su rápida preparación para el combate. Se vivaquea
también orde de una carretera muy
frecuentada, con el objeto de que el polvo y el ruido uo incomo-deu
~· las trovas. · ·
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~
Art. 50. En los vivaques de los grandes cuerpos de tropas
se debe conservar, en cuanto ea. po iul ~, el onleu de batalla,
de cuya suerte podrán los cner¡~o tornar sus posicion de combate
in embc razar"' mutuamente. Si hay que \Ol\er á emprender
la marcha el día sigui \nte, se fraccionan lo.s vi\aques
escalonándolos en el seutido de la. p ·ofundidad, co11 arreglo al
orden de marcha. Las grande' colum11a" put"'den viva1near por
divisiones, eYitándose el fraccionar éstas eu grupo menores
que nn regimiento de infantería.
Alojamiento de los genemJes y de los estados mayores
Art. 51. A causa de su servicio burocrático, los 0 enerales
y los estado· mayor~s no vi vaquea u sino cuaudo no existen
casas en la proximidad de la"' tropas. Los jefes de cuerpo ó
de servicio, y en general los oficial )s que han de ocuparse en
muchos trabajos de oficina, se establecen, previa la autorización
del general en jefe, en los edificio que se encuentren en el
paraje en que ~e vivaquee.
PREPARATIVOS DE INSTALACIÓN
Art. 52. El jefe del J)ersonal de instalación elige el emplazamiento
de los vivaques con arreglo á las iudicacione que preceden,
y á las instrucciones que haya recioiJecer{tn los abrev deros, y
por último, los que se destinen para Jos cuidados de a ·eo y limpieza.
Si hay necesidad ¡)rocede á.)utcer con:struír presa , ó rampas
de acce o.
Si sólo hay aguas estancadas, no ~ .r.os y fu nte ..
El jefe couocimieuto r •cursos
de la localidades eci11a~ en ctu uto á VÍ\T(lres, fotTaJ ·, cte., y
forma el prospecto de di ·trioución de estos recur os. y le los
puntos de distribución.
El referido jefe visita el emplazamiento deJas av.lnzada ,
reconoce sumariamente la posicióu que baya de oct:parse en
caso de ataque, y, si el tiempo lo permite, l'ealiza todas estas
operaciones de un modo análogo al prescrito para los acanto-
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namientos; con el objeto de poder entre~ar al jefe de la columnA.
un pro.' eclo de esta hleci nneuto de lo~ di verso~S vivaques, y Rus
propo ·icione~· r =-la ti\Ta.~ :l las órdenes que deban darse, así como
la illllicaeióu de la, medidas ya. adoptadas para proveer á las
nece, iflaiute pa~os de la segunda línea de las de la tropa, á
la altura de 1m~ pnntos 11eJlone" poi' nna part ' y las ue los oficiales do compa-ñía
por otra.
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J86 BOLETIN MILITAR ...._.,._..,
En pie de paz, la línea 'le cocinas se instala á veinte pasos
de los pabellones; las hogueras de los oficia les qe compañía á
otros veinte y ft la altura del punto medio del intervalo de los
dos primeros pelotones de su compañía; la· de la tropa, en
medio del intervalo entre los pabellones y las cociuas, y entr~
éstas y las hogueras de los oficiales.
Los soldados se acuestan con la cabeza apoJada en el morral
y los pies hacia el fnego; y si tienen tiempo y medios al
efecto, Ae cHnstruyen abrigos. La tropa no puede quitarse prenda
alguna de uniforme, ui el calzado.
A veinte pasos á retaguardia de la última línea ele pabellones
vivaquea la plana mayor del batallón. El primer jefe detrás
del c~ntro de su bata1lón; los demás oficiales de plana
mayor á su derecha, y la plana menor á retaguardia de la izquierda
de los hombres de las compañías de la derecha; los carruajes
y su atalajes á retag-uardia de la derecha de las compafifas
de la izquierda.
El vaguemestre (conductor de equipajes) y los obreros vivaquean
á proximidad de los bagajes. Los cantineros de las
compañías de la derecha, á veinte pasos á retaguardia de la de·
recba de dichas compañías; y los de las compañías de la izqni~
rda, á la misma distancia á retaguardia de la izquierda de
estas últimas compañías.
La guardia ue prevención se establece en el centro y á veinte
pasos delante de la primera línea de pabellones.
El emplazamiento no obedeciendo á ningún
código de estrategia, absolutamente libres en sus movimientos, van
y vienen á su antojo.
Considérese las vacilaciones é inquietud que tal manera independiente
de obrar causarán en el ánimo del jefe de las fuerzas
regulares, quien se mueve como en una angostura, sujeto á una
línea fija de comunicaciones y de conducta. El enemigo goza de
una independencia que á veces casi se torna en libertad absoluta de
acción, y esta libertad de acción es una consecuencia dirl!cta de las
condiciones en las cuales los guerreros irregulares se reúnen para
co b~t\r. En las filas enemigas no hay ni cohesión ni confianza
mu~ua; ninguno se fía completamente ni de su camarada ni de su
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•
:¡92 80LETIN MILITAR
~
jefe. En tanto que todo va bien, las fuerzas irregulares permanecen
co·npactas y obedecen á su jefe, pero en el momento de prueba os
lazos que mantienen compacta la masa quedan expue · tos á romperse,
y entonces todo se disgrega y desaparece; y no pasa esto sólo
con partidas de guerrillas, sino que á menudo sucede hasta con
fuerzas enemigas que poseen verdadera organización militar y disponen
de batallones, de baterías y de e cuadrones.
17. Facultad de concentrarse y de dispersarse súbita;nente -- -En
las guerras de Afganistán y en casi todas las guerras de montaña
en la India, la rapidez de estas reuniones y su pronta dispersión ,
han sido un rasgo distintivo del enemigo en su manera de hacer la
guerra: después del combate, Afganes y montañeses ocultan sus
armas en sus casas y sale n en seguida á dar la bienvenida á las
tropas encargadas de perseguirlos. En la campaña de España ontra
..,\1arruecos, en I 8 59, el grueso de las fuerzas marroquíes desapa recía
tras cada combat e, para juntarse luégo un poco más lejo ,
listas á emprender de nuevo la lucha. La~ operaciones de los franceses
contra Abel el Kader duraron años; el jefe kabilo aparecía
con sus adictos en el punto en que era menos esperado, causab1.
grandes pérdidas, y desaparecía cuando un cuerpo organizado de
tropas se lanzab ten su persecución. En la lucha contra adversarios
que obran de esta manera caprichosa, las fuerzas regulares tienen
evidentemente una gran de ventaja desde el punto de vista estratégico
.
f/1 . ./1 m~dida que mejora su organización el enell'tigo, menores
son las vmtajas de qu -" dispone desde el punto de vista eJtratégico -Pero
al sentar el principio de que en las guerras civiles las condiciones
estratégicas favorc.:cen al ene mi o-(, ha_' neccsi dad de de m o trar
cuánto varía este principio según la naturaleza de las fuerza enemigas.
En efecto, hay una gran diversid.ld en la organización de
las fuerzas enemiga·, en su composición y en las circun ·rancias
de u entrada en campaila. Alo·unas veces el ej é rcito regular encuentra
delante de él un ¡stema militar ba tante emejante al
suyo . Las fuerzas de Arabí Pachá, en 1882, tenían <Í: lo mu1os la
aparien~ia de un 1 organización m derna, y hs tropa-; china que
se opusieron á los franceses ep I 884 á 8 5, e. taban en el mis m
pie, y es un hecho ba tante notable que mientras m;ís se acerca ~1
sistema d 1 enemigo al modelo europeo, meno· nQtables son las
ventajas estratégicas de quP. di ·pone.
Vll. Sobre d camp? cü batalla la ventaja vuelve á ur de las
fuerzas regltlart'.í. La estrategia, sin embargo, no es el árbitro d -
finitivo en la guerra. El campo de batalla decide; y sobre el campo
de batalla b ventaja pa·a al '""jército regul .• r. L:.t superioridad dd
armamento la fuerza de la disciplina, la existencia de una cadena
definida y rec()nocida de re~ponsabi!idad, el espíritu de ~u~rpo, la
fuerza mor·tl de la civilización, todos estos elementos co tribuyen
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.; dar al ejército organizado é instruído una ventaja incontestable
desde el punto de vista táctico. .
vlii. Moti·vos de la superioridad t !A ctica del Ejército organizado.
J.Ja superioridad táctica de las tropas regulares -se debilita un
poco con la rapidez de movimientos del enemigo en el combate,
por la facilidad de éste para invadir terrenos ásp ros y por su resiste!
cía física. Pero nada puede compensar la dif~rencia de 2rmamento,
de instrucción, de cohesión y de método. La superioridad
numérica puede dar á veces la victoria al adversario; alguna particularidad
local del campo de batalla puede hacer inclinar la balanza
en favor del enemigo; el arrojo de una rápida acometida
(carga á fondo), puede romper la línea y anular el efecto de la
superioridad aplastadora del armamento. N o hay regla absoluta en
la guerra. Pero en la.:~ condiciones ordinaria de las guerras pequeñas,
. , por regla general, en el curso de sus operaciones, las condicione3
tácticas e tán to~las en favor de la fuerza organizada é
instruí da. Individualmente, el político sublevado, el atrevido nómade
ó el salvaje audaz, pueden hacer frente ó quizá ser superiores
al soldado de línea; pero en conjunto le son inferiores.
IX. Puesto que las condiciones tácticas son favorables y las condidof.
es estratégicas desfavorables, hay que buscar una solución táctica.
Y de este modo llegamos al gran principio que surge de una manera
muy clara entre las vagas incertidumbres que acompañan
toda las operaciones de esta categoría. Pue to que la táctica favore
e á las tropa. regulares, mientras que la estrategia favorece
al er emigo, el fin que debe perseguirse resueltamente es el de
com atir y no maniobrar, medirse con las fuerzas enemigas en
batal a campal y no obligarlas á huír acogiéndose á la estrategia.
X. De ordinario conviene más com~atir al memigo que no distraerlo
con maniobras-Sin embargo el adversario puede algunas
vece ocupar posiciones en un terreno muy favorable á su manera
de C( m batir, atenuando de este mouo su inferioridad táctica. En
semejante caso vale más desalojado con alguna maniobra que no
prod zca combate. De t dos modos tale condiciones deben IConsider
rse como excepcional s. Por r e gla general el partido más
atrevido será el m á sabio. Un asalto á la ~ lí nca tnemi..gas, ya de
flanco ó á retaguaruia, será en la ma 7 0r parte de los casoc:, el método
más cuerdo. Succder:i con fre~u e nci a que se cncu~.:ntre al enemig
colocado de tal manera que o c upe algún punto que se juzgue
indispensable tomar, y se haga nece ario obligarlo á que lo abandone;
pero es m u y raro que en semejante, casos no se encuentren
los n edios de acción: pocas posiciones hay que no puedan ser flanquea
as ó de que no se pueda prescindir para avanzar. Acaso sea
ventajoso maniobrar sobre el enemigo fuera de su posiciones. Los
moví mientos envolventes inquietan á las tropas indisciplinadas que
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temen perder su línea de retirada; * pero comúnmente será mejor
recurrir á la táctica, combatir al enemigo, rechazarlo y no esquivar
su encuentro.
Un buen ejemplo puede citarse en apoyo de lo que antecede,
ejemplo que justtfica el principio de la acción vigorosa y tenaz.
Ejemplo de Telf el Kehir-En 1882 las fuerzas egipcias se habían
atrincherado fuertemente en la importante posición estratégica
de Tell el Kebir, que cubre el punto en donde la vía férrea del
Cairo á Isma'ilia y el canal de agua dulce dejan el delta del Nilo
para penetrar en la estrecha depresión del desierto, por la cual ganan
el canal de Suez. Esta depresión era la línea de operaciones
escogida por Sir G. Wolseley. El cuerpo expedicionario inglés,
que había avanzado hasta ponerse á distancia desde donde podía
atacar las líneas egipcias, tenía que tomar esas líneas por asalto ó
envolverlas con una marcha de flanco al través del desierto. La última
alternativa habría obligado al enemigo á evacuar sus trincheras
y á retirarse al delta, y, según todas las probabilidades, también habría
conducido al ejército inglés, sin combate serio, á un terreno
muy cultivado y cortado por numerosos canales. Pero el grande
objetivo de Sir G. Wolseley era el de librar una batalla decisiva en
el desierto; porque en el terreno cortado del delta, Arabí Pachá
habría probablemente podido evitar un encuentro general prolongandodurante
algún tiempo una resistencia fatigosa. Igualmente se
había previsto que si se dejaba al jefe•enemigo y á sus tropas, una
vez en derrota, tiempo para rehacer sus pérdidas, el Cairo ú otros
puntos habrían podido resentirse de ello. El medio más seguro de
prevenir este peligro era infligir al adversario una derrota abrumadora
que lo incapacitase para poder librar ulterior combate, y que
además permitiese ocupar al Cairo mediante un golpe de mano.
Pero las ob'ras construídas en Tell el Kebir eran formidables.
El asalto en pleno día habría costado pérdidas muy serias. Se decidió,
pues, el atacar las líneas al amanecer, despué de una marcha
nocturna en línea de batalla.
El éxito significativo que coronó la ejecución de este plan,
es un hecho histórico. El triunfo se hubiera podido obtener, aunque
menos rápido y menos completo, por medio de una maniobra
estratégica. Se coofió, pues, á la táctica la decisión, y el resultado
fue la terrn:inación rápida y brillante de la guerra *.
XI. Circunstancias en las cuales este principio no se debe aplicar
-Se presentarán sin duda algunas circunstancias en las cuales
será ventajoso recurrir á la estrategia. Si el enemigo ha ocupado
una posición de tal modo formidable que el ataque de ésta haya
de ser una operación arriesgada, puede verse uno obligado á ma-
• La contradicción con lo afirmado atrás es flagr;. nte.-L. D.
• Y~ansc: las E~pedicitnes ingl•sas en A/t'ica pá~inas 313 y siguientes.
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BILITII MILITAI 291
niobrar contra el enemigo, ó también si éste último cubre un punto
cuya pronta ocupación es esencial y se puede llegar á él por medio
de un movimiento envolvente, ó bien, si el objetivo inmediato
es socorrer alguna guarnición sitiada, es mejor hacerlo sin combatir.
En tales casos es preciso evitar los encuentros.
En apoyo de lo que precede se pueden citar los siguientes
ejemplos:
1.0 La marcha de los franceses de Hano1 sobre Bacninh, en
I 884, es un buen ejemplo. La ocupación de Bacninh se deseaba
vivamente, por el efecto moral que debía causar en el Tonlcin. El
enemigo, muy numeroso, había levantado fuertes obras de defensa
en la vía directa. Sin duda las tropas francesas habrían podido
abrirse camino con las armas en la mano, tomando esa vía, pero
las pérdidas hubieran sido ~onsiderables. G1 acias á un movimiento
envolvente, Bacninh cayó casi sin resistencia en poder de los franceses,
y los chinos evacuaron precipitadamente esta parte del teatro
de la guerra.
2.0 El Coronel Kelly, en su marcha para auxiliar al Chitral,
resuelto á atacar al enemigo, cuando éste intentase cerrar la ruta,
tuvo cuidado, gracias á los rodeos que dio faldeando las montañas,
de evitar el combate en posiciones excepcionalmente favorables
al enemigo. Su objeto era Jlegar lo más pronto posible en
auxilio de una guarnición que se halldba en situación desespe- ·
rada. La derrota del enemigo era una cuestión subsidiaria. En
este caso, era juicioso combatir cuando fuera preciso, pero no buscar
el combate á toda costa.
Las regiones montaños.as entre Gilgit y Mastuj se prestaban
admirablemente á una tenaz defensa. Los del Chitral mostraban
mucho juicio en la elección de posiciones formidables, á fin de
cerrar el camino á la columna del Coronel Kelly; pero en los dus
principales encuentros, el comandante inglés envolvió las posiciones
del enemigo por ambos flancos. Con una débil columna encargada
de empresa difícil y peligrosa, hubiera sido completamente
fuera de sentido intentar ataques de frente. En tales circunstancias,
el gran principio de atacar á un adversario irregular y de
no maniobrar, no tiene razón de ser.-(Continúa) .
• • •
SOBRE EL EJÉRCITO ALEMÁN
(Continuación)
ARTILLERÍA
Aunque esta" arma no recibe sus reclutas hasta Noviembre ó
Diciembre, no {'Or eso debe dejarse de considerar el año de instrt<;-
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~96 8 LETIN MILITAI
~
ción como inaugurado desde el r.o de Octubre, puesto que en esta
fecha se reanuda la serie regular r:le los ejercicios individuales para los
soldados veteranos. Estos ejercicios, ~ los cuales se consagra sobre
todo, como en las demás armac;, la estación de invierno, son muy
variados en la artillería, no sólo por el carácter especial de dicha
arma, sino porque encontrándose entonces reunidas en un regimiento
baterías montadas y de á caballo, todo debe combinarse de
manera que satisfaga á las necesidades del servicio de unas y otras.
El capitán es el único responsable de la instrucción de su batería,
y en consecuencia, á él corresponde determinar los ejercicios según su
saber, tanto para los reclutas y voluntarios como para los demás soldados.
Los cv.nandantes de Abtheilung y el coronel no tienen en
la materia más misión que la de inspección inmediata; cuidan de
que no se adulteren los reglamentos vigentes y de que, en lo posible,
la instrucción de las diferentes baterías sea uniforme. El capitán
es, por consiguiente, dueílo absoluto en aquel campo durante
todo el período de la instrucción individual. Al fin de cada una
de las fases de ésta le obli g a sí presentar su tropa á las minuciosas
inspecciones de sus superiores, quienes entonces hacen sus observaciones
y determinan las condiciones á que la enseñanza debe satisfacer.
En el mes de Abril termina la instrucción individual; los reclutas
son admitidos en las filas de la batería, así como los caballos
de la antigua remonta, y en cuanto es posible, también los
caballos de tiro de la nueva ; después comienzan las maniobras de
conjunto, que duran casi hasta Julio. Desde el principio de este
mes hasta mediados de Agosto ocú pase la tropa sobre todo de los ejercicios
de tiro, después de lo cual toma parte la artillería, primero en
las pequeñas y más tarde en las grandes maniobra ejecutadas por
tropas de las otras armas. Esta es también para ella la última etapa
y el coronamiento de u aílo de instrucción, cuyo fin se señala
con el licenciamiento de l o s hombres á quienes corresponde pasar
á la rescn·a.
Se ve, según esto, que la~ mayores divisiones de este año de
instrucción :;e reducen á cuatro principales:
1.0 Período de instrucción individual ó de los reclutas, que comprende
desde el 1.0 de Octubre hasta Abril.
2.o Período de los ejacicios de conjunto, de Abril al fin de Junio.
3·0 Período de tiro (escuela de fuego), dt."sde Julio hasta me.diados
de Agosto.
4.0 Penodo de maniobras, hasta el fin de las maniobras de
otoño
Según e.;to, no ct con tramos en la artillería período prepat
·ato7·io, tan importante en la infantería, y aun cuando los ejercicios
de los soldados antiguos empiezan des<.le el 1.0 de Octubre, los
'omandantes de batería no por e::~o dejan de utilizar particular-
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80LETIN MILITAR
'-y--""
297
mente el tiempo que transcurre antes de la llegada de los reclutas
para formar los instructores destinados á éstos. Bajo su inmediata
vigilancia, oficiales y sargentos se ocupan activamente en
prepararse para esas delicadas funciones.
Es también en otoño principalmente cuando se ejercitan loa
oficiales en la práctica de reconocimientos y de todos los detalles
del servicio de campaña; puesto que ha debido observarse que este
período del servicio de campaña, que en la infantería y caba1lería
de<:empeña el principal papel, no existe en la artillería. Esro proviene
de que en tal arma el servicio de campaña está lejos de constituír
una especialidad tan importante como en las otras, siendo
posib e por lo mismo hacer ejecutar todos los trabajos que á é! se
refieren simultáneamente con otros ejercicios.
Período de la instruaión individual
Este período lleva también el nombre de período de los reclutas,
y sería más justo llamarle período mixto, porgue por la misma
naturaleza de algunos de sus ejercicios especiales, resulta que los
reclutas s.e ejercitan en bastantes puntos en común con los soldados
veteranos.
Tenemos que en la artillería los reclutas no reciben la instrucc~
ón aisladamente sino los dos y medio ó tres primeros meses,
después de lo cual pasan á las baterías, y en ellas concluyen
su in~trucción, de concierto con los demás soldados. Hay que se
·ñalar una diferencia en esto, con respecto á lo que ocurre en la
infantería y caballena, donde la etlucación de los reclutas se continúa
aparte hasta el fin, salvo no ob tante, como lo hemos visto,
en lo que concierne á los ejercicios á pie en la caballería.
Si bien el curso de instrucción comienza el 1.0 de Octubre
en la artillería y los reclutas no llegan hasta Noviembre en la
guar ia y á principios de Diciembre en la línea, yo creo, sin embarg
, más lógico empez.ar por de cribir la manera como se dirige
su i rL trucción y pasar después al estudio de cuanto hacen los
soldacJos antiguos en la misma época y también antes de la incorporación
del nuevo contingente.
or lo que hace á la instrucción anual, se puede dividir todo
el per onal de un regimiento de artillería en cuatro cbsc:s, cuyos
ejerci ios ~e determinan por otros tantos programas particulares .
.Estas cuatro clases, la · mismas en la artillería á caballo que
en la montada, son: 1.•, los reclutas; 2.a, lo hombres que se encuentran
en su segundo ?. ño de servicio; 3.a, los soldados del tercer
año; 4. 8
, los sargentos y ober-gefreite.
Los reclutas
Ya he dicho que ttna batería montada recibe próximamente
30, y una batería á caballo, 25 reclutas. Deben añadirse, además~
VIII-20
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298 80LETIN MILITAR
~
los voluntarios de las dos clases *, que son instruídos en común
con todos los nuevos soldados. No hay más excepción que para
los voluntarios de un año y única mente en lo que se refiere á la
parte teórica de su instrucción.
Todos los reclutas de una batería se confían á un oficial experimentado,
á quien se le asignan como auxiliare~ los sargentos
más activos. El capitán ha adiestrado cuidadosamente á éstos, en
vista de tan dificil tarea, ponié ndolos á prueba é instruyéndolos
personalmente desde el 1.0 de Octubre hasta el día de la llegada
de los reclutas, esto es, de cinco á nueve semanas. El oficial, por
su parte, ha debido prepararse especialmente para el desempeño de
la misión que le incumbe.
N o insistiré sobre las diferentes operaciones preliminares que
siguen inmediatamente á la incorporación de los reclutas y que he
descrito al hablar de la infar.ltería. Todo pasa en esta arma de una
manera igual, incluso las recomendaciones que se hacen á los instructores
sobre la manera como deben comportarse ante los nuevos
soldados, el modo de proceder con respecto á ellos, etc. Voy, pues,
á ocuparme en seguida de la instrucción propiamente dicha, y á
indicar sus diversas fases, tomando por tipo la batería montada.
Más adelante veremos cómo se la modifica en una batería á caballo.
Instrucción de los reclutas en una hatería montada-Desde el
siguiente día de su incorporación al cuerpo se di vi den los reclutas
en otros ·tantos pequeños grupos como sargentos instructores haya.
Estos les instruyen bajo la vigilancia directa del oficial encargado,
y se comprende que cuanto menor es el efectivo de cada uno de los
grupos, mejores son los resultados obtenidos, porque es más fácil
seguir los progresos de cada hombre en particular.
Durante las cuatro primeras se manas ocú pan se aquéllos sobre
todo en hacer adquirir á los nu e vos soldado aire militar, en desarrollar
sus fuerzas físicas y en darles h á bitos de orden y obediencia. Así
pues, todo este tiempo se consagra e spe cialm e nte á la gimnasia y á
los ejercicios á pie, que se hacen primero sin armas y después con
el arma blanca. Estos ejercicios tienen por obj e to dar á conocer al
recluta los principios de la posición del artillero á pie, de enseñarle
á ejecutar los cambios de posición, la s medias vueltas, etc., y en
fin, darle un aire marcial y desenvuelto, ya sea cuando marche libremente,
ya cuando lo haga en formación, porque los alemanes
distinguen cuidadosamente estas dos maneras de ir de un punto á
otro, que se pueden calificar con mucha justicia de marcha á voluntad,
de marcha por tiempos. En la primera, en efecto, el soldado
marcha á su antojo y sin marcar fuertemente la cadencia, como
lo hace en la segunda, que exige siempre cierta rigidez y un
~ i'.a decir • de un año y de tres años.
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paso vigorosamente acompasado por el choque del pie sobre el
suelo. Cuando los hombres han adquirido un grado suficiente de
instrucción, se les forma en pequeños pelotones y se les hace ejecutar
así algunos movimientos y formaciones de los más elementales.
La enseñanza de la gimnástica marcha á la par con estos
ejercicios. Se comienza por los ejercicios preparatorios para llegar
gradualmente al trabajo en las máquinas. Se añade á éstos el volteo,
ejecutado primero en el caballo de madera y después sobre el animal.
Con respecto á la progresión y método, si lo tratáramos, no haríamos
sino repetir aquí todo lo ya dicho á propósito de la infantería.
En el principio de la quinta semana se comienzan los ejercicios
que comprende el servicio de las bocas de fuego. Esta instrucción
se conduce también muy metódicamente. Así, algunos días antes
de empezar los ejercicios, los reclutas asisten por su cuenta como
espectadores de los de los soldados antiguos. Se forman en círculo
por pequeños grupos, y los sargentos les hacen comprender el objeto
y utilidad de cada uno de los movimientos que se ejecutan ante
ellos. Se les explica también la nomenclatura del material, el modo
de funcionar el mecanismo de cierre y las reglas que deben seguirse
para cargar, apuntar y tirar. En todo esto se cuida rigurosamente
de que los sargentos se limiten á las nociones esenciales y
eviten perderse en los detalles, que no sirviendo para otra cosa al
principio sino para sobrecargar la memoria del nuevo soldado, quedan
la mayor parte de los caso) sin ser comprendidas, y son en suma
más perjudiciales que útiles.
Seguidamente á estos preliminares vienen los ejercicios verdaderos.
Todavía en ellos no se trata sino de lo que es esencial,
sin exigir de los hombres la ejecución absolutamente correcta y
precisa de los movimientos reglamentarios. Sobre ello se insistid.
más tarde, pero por el momento únicamente se quiere que cada
uno de e · tos movimientos sea bien aprendido. La práctica va
siempre acompañada de explicaciones orales, y al mismo tiempo se
h acen conocer á los reclutas las reglas de puntería y lo instrumentos
que sirven para ejecutarlas. El teniente instructor y los
sargentos toman desde este momento nota de los .:¡ue parecen más
aptos para ser apuntadores.
Cuando los reclutas empiezan á conocer bien el servicio y
puntería de las bocas de fuego, se pasa á la ejecución de los 7Tlovzmientos
auxiliares.
Los nJOvimientos de avantrén se enseñan primero á los hombres
con la vista de los ejercicios que hacen los soldados antiguos,
cuya explicación se les da en el mismo terreno. Después los ejecutan
ellos mismos, primero con piezas no enganchí:!.das, y en fin,
cuando están suficientemente ejercitados vienen las maniobras con
bocas de fuego enganchadas, en las que toman parte los soldado~
ve ter anos,
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~
La instrucción de las maniobras de fuerza se inaugura ordinariamente
con la indicación de las reglas generales y los movi ~
mientos más sencillos, de los que poco á poco se pasa á los que son
más difíciles. Se cuida sobre todo de que los hombres lleguen á
ejecutarlos tan hábilmente como sea posible.
Se les hace también conocer el cargamento de las cajas, primero
del avantrén, después del armón, insistiendo particularmente
sobre las precauciones que deben observarse en el manejo de las
municiones, y cuidando de que cada uno sepa perfectamente dónde
se encuentra tal ó cuál clase de proyectiles-Continúa.
Aunque la palabra reconocimiento tiene una acepc10n muy
lata, en la guerra se aplica ordinariamente á la operación que tiene
por objeto estudiar los accidentes del terreno, las localidades y
fortalezas, las posiciones que ocupa el enemigo, sus fuerzas y sus
maniobras, ó los recursos de todo género que ofrece una población
ó una comarca.
A todo movimiento de tropas, sea para marchar, alojarse,
acampa·r, ocupar posiciones ó combatir, precede siempre el reconocimient
)' base primordial de toda acción táctica, sin cuyo auxilio
no es posible concebir ni dictar las disposicione. que convienen
á cada situación. Es por lo tanto ocioso consignar la importancia
que tiene su acertada ejecución, que á más de una suficiente
competencia requiere gran costumbre de practicarlos y ojo militar
para apreciar rápida y exactamente los innumerables detalles que
contribuyen á ilustrarlos y perfeccionarlos.
Existe tal variedad en la manera de llevar á cabo los reconocimientos,
en los medios empleados y en la naturaleza é importancia
del objeto á que se dirigen, que pueden de ignarse con
este nombre, desde la simple observación de un centinela hasta la
inspección que antes del combate hace del campo de batalla el
General en Jefe; mas la necesidad de clasificarlos de algún modo
ha motivado su división en tres grandes grupos. El primero comprende
los reconocimientos topográficos que estudian, desde este
punto de vista, una región ó zona determinada, en todo lo que se
relaciona con la táctica, la logística ó la estrategia; el segundo,
los reconocimientos tácticos, cuyo objeto es conocer, antes del
combate, las posiciones que ocupa el enemigo, sus fuerzas, actitud
y movimientos; y el tercero, los reconocimientos estadísticos, que
se dirigen exclusivamente á informarse de los recursos disponibles
en una población ó comarca, para atender al alojamiento, subsistencia
y demás atenciones de las tropas. Raro es, sin embarg.>, el
reconocimiento de alguna importancia que no reviste dos de estos
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caracteres, ó los tres, porque guardan entre sí tal relación que ea
casi imposible deslindarlos sin que queden incompletos.
El reconocimiento topográfico se practica ordinariamente de
una manera rápida y general, sin instrumentos ó con algunos muy
sencillos y con el auxilio de una carta del país; estudiando má~ ó
menos detalladamente las partes del terreno y sus recíprocas relaciones,
en lo que interesa al objeto especial que lo motiva, y procediendo
á levantar un plano ó croquis sumario que contenga todos
los puntos ó líneas capitales y el mayor número de los importantes;
y si no hay tiempo para ello, como sucede con frecuencia,
tomando algunos apuntes, haciendo en la carta las anotaciones ó
señales que- ayuden á esclarecer los datos obtenidos, y prescindiendo
de cuanto ofrezca escasa importancia.
En el examen general del terreno se consideran separadamente
: su variedad de formas, estudiando las agrupaciones de
obstáculos, las partes libres y la extensión y naturaleza de las distintas
secciones que unas y otras determinan; sus condiciones de
circulación y abrigo, más ó menos favorables al empleo de las tropas
para el objeto que motiva el reconocimiento, y las ventajas ó
inconvenientes que, desde el punto de vista táctico ó estratégico,
presenta á la operación que se estudia en él.
El reconocimiento se completa con una memoria ó relación
detallada, escrita con claridad, en estilo sobrio y correcto, observando
orden en la exposición, di tinguiendo los datos ciertos de
los dudosos, lo que se ha visto de lo que se conoce por referencia,
señalando las conjeturas deducidas de cada obs~rvación, refiriéndose
siempre á lo puntos cardinales al fijar la situación de los objetos,
conservando rigurosarnente la ortografía de los nombres
propios, evitando expresiones vagas y detalles superfluos, y acompañando
el plano indicador, que sirve á la vez para abreviar el
escrito, en el que se debe suprimir todo aquello que el dibujo
muestra claramente.
Si se trata de un simple itinerario, el examen se limita al estado,
clase y anchura del camino, obstáculos y lugares notables
que cruza, datos e ·tadísticos de las diversas etapas y algunas consideraciones
militares act.rca de las posiciones y punto~ importante
. que e hallan á la vi ta ó al alcance del cañón.
El reconocimiento táctico del enemigo se practica con el
a11xili de tropas protect ras. Puede ser secreto, empleando pequeñas
patrullas ó destacamentos, que se deslizan furtivamente
burlando su vigilancia hasta llegar á su inmediación sin ser vist
·-ts, ú ofensivo si se practica \'On fuerzas m a y ores y librando un
comb,lte. Del primer medio se valen las patrullas exploradoras de
caballería y los p tlt:s tw ava nz:td s; el segundo es el procedimiento
ordinario de torla vanguardia, que al encontrar al adversari procura,
gd.nando tiempo, proteger la última ojeada del comandante
ANC F ~EPUBlfCA
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302 BOLETIN MILITAR
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de las tropas y el despliegue del cuerpo principal: umco caso en
que tiene verdadera y útil aplicación, porque empleado en otras
circunstancias, los escasos resultados que en general produce no
compensan las pérdidas á que da lugar un combate de esta clase;
el compromiso que envuelve, por la dificultad de abandonarlo á
tiempo, y la impresión desmoralizadora que deja en las tropas que
lo libran, por lo que se asemeja á una derrota en su desenlace.
Por excepción podrá ser conveniente alguna vez que interese
reconocer una posición aislada, una localidad fuerte, un reducto,
un paso que se sospecha está ocupado, ó cualquier otro punto que
debe ser teatro de un combate episódico ó parcial; pero aun en
este caso conviene obrar con suma prudencia y, mientras sea posible,
por sorpresa; pues siempre hay riesgo de provocar un trance
de mayores consecuencias que las que se han calculado.
RECONOCIMIENTOS ESPECIALEs-Así se llaman los que tienen
por objeto estudiar detalladamente una serie de posiciones con
todos sus accidentes y propiedades tácticas, una línea de comunicación
ó una zona de acantonamiento, con las localidades que en
ella se encuentran y los recursos que ofrecen. Los principales detalles
que en tales operaciones se examinan (muy distintos según
la naturaleza de los lugares en que se practican y el fin especial
que los motiva) son los siguientes:
Caminos ordinarios-En un camino hay que determinar su
clase: si es real, provincial, vecinal ó de herradura, expresando si
lo es en toda su longitud ó á trozos, y en este caso, en cuáles varía
y cómo. Su dirección, relativamente á los puntos cardinales;
cambios que en ésta tiene, y su situación respecto a las líneas de
defensa, base de operaciones, puntos estratégicos y plazas importantes.
Su construcción, de afirmado, empedrado ó de tierra. Su
estado general y condiciones de circulación para las tres armas,
trenes y convoyes; reparos que exige para hacerlo más practicable,
pendientes que forma, con apreciación de la longitud é inclinación
de cada una, y deduciendo si son accesibles ó nó á los carruajes.
Destrucciones hechas por el enemigo; facilidad y medios
de repararlas, expresando el tiempo que se empleará en ello. Habiendo
puentes cortados, se buscan los vados próximos, señalándolos
con exactitud é indicando cualquier otro medio supletorio de
paso que se encuentre. Encrucijadas y bifurcaciones: su número,
situación y direcciones. Obras de fábrica, como puentes, viaductos
ó pasos á nivel de vías férreas, alccntarillas, calzadas y muros
de sostenimiento. País que cruza y sus puntos notables: pueblos,
caseríos, fábricas, ventas, castillos, santuarios y otras construcciones.
Ríos, bo<>q u es y desfiladeros, señalando su importancia. Distancias
entre las di ver as etapas y accidente notables; y por último,
sus alrededores, describiendo e! terreno que los forma; su
acceso á las distintas armas; facilidad que ofrecen para el desplie-
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gue; comunicación que permiten con las vías paralelas; alturas
que lo dominan; distancia hasta ellas; dirección en que se hallan
respec o Jel camino; ventajas que proporciona su ocupación; qué
armas pueden llevarla á cabo, con qué efectivos, en cuánto tiempo
y por qué caminos, con la consideraciones tácticas que se deduzcan.
Vías férreas-Su clase y denominación. Longitud y dirección
principal. País que atraviesan. Estado total ó parcial de explotación.
Perfil general, forma y calidad de los rails. Si hay vía
sencilla ó doble. Rampas, pendientes y curvas. Desmontes, terraplenes,
viaductos y puentes. Túneles; su anchura y longitud. Bifurcaciones
ó empalmes y cruces con otras vías. Apeaderos y estaciones,
expresando si son de paso, de cruce, centrales ó cabezas
de línea: importancia militar de cada una y del punto en que se
hallan: facilidad y conveniencia de fortiticarlas. Distancias de
unas á tra<;, así como las que las separan de las obras y accidentes
principales de la línea. Desvíos: agujas, plataformas, muelles
de carga y grúas existentes en cada uno. Tinglados y barracones:
su capacidad de alojamiento. Recursos en agua corriente, en pozos
ó depó i tos: cabida y clase de éstos, calidad de las aguas, cantidad
disponible para tropas y máquinas. Existencias en carbón.
Número, clase y estado de las máquinas, vagones y trucks. Talleres
de reparación: oficinas y demás dependencias. Personal de
emple - dos. Sistema de servicio: movimiento normal de línea, alteraciones
que admite según el material disponible, y su distribución
en toda ella al practicar el reconocimiento. Línea telegráfica:
longitud que alcanza, enlaces que tiene con otras, sistema y
estado de los aparatos de transmisión, reserva existentes para reparar]
s. Medio más expeditos para proceder en caso necesario á
la interrupción 6 destrucción rápida de la vía férrea y sus dependencias;
ó por el contrario, medidas que conviene tomar para impedir
ue la intente el enemigo y proteger su explotación militar.
Ríos y canales-En un río se examina: si es principal ó afluente,
á que cuenca pertenece, su dirección general, recodos principales
y país que baña, describiendo el que abraza el trozo reconocido.
nchura y profundidad en los distintos puntos; naturaleza
del lecho, arenoso, pedregoso, de roca ó fangoso; forma de la orillas
y accidentes que presentan; do mi nación de una sobre otra;
altura, inclinación. y naturaleza de sus escarpado ; caminos de
accesc á ellas. Vías paralelas y distancias á que se hallan. Caudal
de agua; velocidad u·niforme ó varia de la corriente: saltos, remansos,
presa , bancos é islotes; si tiene crecidas que ocasionen
inundaciones; si éstas se pueden producir artificialmente, y en qué
extensión. Distinta clases de puentes, barcos, pontones, balsas,
pasaderas y vados; su situación y ventajas con respecto á los caminog
y posiciones vecinas. Puntos favorable al establecimiento
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de puentes: facilidad de conducir á ellos los materiales; abundancia
ó escasez de maderas en las orillas. Molinos, fábricas y construcciones
que hay sobre el río, aldeas y poblaciones; su situación
y utilidad. Cabezas de puente; su clase é importancia. Afluentes;
su dirección y puntos en que desembocan. Si el río es navegable,
hasta qué límite; clase, dimensiones y calado de las embarcacione"
que lo surcan; modo de impedir ó proteger la navegación.
En un canal se considera además su clase, extensión é importancia,
arranque y desagüe; diques y esclusas, con sus dimensiones
y construcción, y caminos de . sirga.
Lagunas y pantanos- Extensión; naturaleza del fondo y ori-
1las; si las forman corrientes ó manantiales; caminos conocidos ó
dudosos que los atraviesan.
Aguas potables-Número de fuentes, manantiales, pozos y
cisternas; su riqueza y calidad; si bastan á las necesidades de las
tropas; situación de cada una.
Bosques-Su extensión y forma general, orientando su eje
mayor. Su situación en meseta, pendiente, valle ó llanura. Sus accidentes
y los del terreno que le rodea. Naturaleza del arbolado;
si es claro ó espeso, uniforme ó desigual. Linderos; ángulos que
forman y facilidad de reformarlos. Trozos aislados. Detalles interiores;
claros, prados, peñas, barrancos, arroyos, tapias, cercas ó
edificios, expresando su situación r condiciones. Número, clase y
direción de los caminos que lo cruzan; puntos que unen; arm~s
que pueden utilizarlos; salidas y entradas; dirección que siguen
en el exterior. Avenidas que facilitan el ataque ú obstáculos que
lo dificultan. Distancia, dominación y protección de las posiciones
vecinas.
Desfiladeros-Su clase, dirección, longitud y sinuosidades,
calculando el tiP.mpo que empleará una fuerza para pasar. Anchura
constante ó variable, señalando las variaciones. Facilidad de
circulación para todas la arma . Naturaleza de los ob táculos que
lo limitan: inclinación y altura de sus lados; forma y dimensiones
de la entrada y salida, expresando si c<;tá n en línea recta y favorecen
la enfilada. Posiciones accesibles que ofrecen los flancos
para proteger el paso, y cuáles puede ocupar el enemigo para impedirlo.
Formas del terreno á la salida, y facilidad que ofrecen al
despliegue. C0municaciones próximas que permiten evitar el paso
por un rodeo de todas las tropas, ó parte de ellas. Modo de interceptarlo
y restablecerlo.
En un puente, se estudia su situación en terreno llano ó
quebrado, en campo nlso ó á la entrada de una población. Su clase,
construcción, longitud y anchura. Su resistencia para el paso
de carruajes. Dominación de la ' orillas y posiciones vecinas. Caminos
ó calles que á él conduct>n, y dirección que tienen. Inclinación
y longitud de las rampas de acceso . Si está defendido por
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alguna cabeza de puente; y no existiendo, facilidad y conveniencia
de construírla. Medios de destruírlo rápidamente, examinando
si ttene hornillos para este objeto.
Alturas-Forma de la cumbre, aguda, redondeada ó plana.
Situación y forma de la cresta militar. Contrafuertes ó partes salientes;
su dirección y estructura especial. Extensión y accidentes
de la meseta superior; si es cortada ó practicable, si admite artillería
y favorece la acción de las tropas; si está cubierta de bosque
total ó parcialmente; naturaleza del suelo y condiciones de
circulación; si atenúa ó aumenta el efecto explosivo de los proyectiles;
elevación sobre el pie y dominio que disfruta sobre el
terreno circundante hasta el alcance del cañón; si está dominada
por otras alturas, y á qué distancia; horizonte de observación que
alcanza. Distancias de la cresta á los puntos notables. Inclinación
uniforme ó varittble de las vertientes en el frente y en los flancos;
su acceso á las diferentes armas; su naturaleza y configuración.
Lugares habitados que hay en ellos; su situación, importancia y
habilidad. N úmcro, clase, estado y direcciones de los caminos que
conJucen á la cumbre. Declive y forma general del pie; cortaduras,
cañadas, barrancos, arroyos y demás obstáculos que presenta,
y modo de franquearlos. Relación que la altura tiene con las
posiciones inmediatas de la misma línea, v protección mutua que
se prestan; señalando las que constituyen llave, y añadiendo las
consideraciones tácticas que sean del caso.
l/afles-Su dirección, expresando si son principales, secundarios,
gargantas ó barrancos; si son paralelos á las líneas estratégicas,
ó forman parte de ellas, y en este caso qué desfiladeros
presentan y qué obstáculos á la marcha; inclinttción general, ascendente
ó descendente hacia el enemigo. Si siendo transversales
constituyen, por su dirección, una línea de defensa ó parte de ella.
Su extensión desde el nacimiento hasta el fin. Zona que se puede
ocupar, y cómo. Distancia uniforme ó variable que separa las
crestas de ambos flanco<;; diferencia de nivel entre ellas; acción y
eficacia del fuego de una á otra. Estructura general de los flancos:
grado y elevación de sus pendientes; cortadura , alturas y mc<;eta'i
que las limitan, y posicione defensivas que constituyen. aturale2.
a del fondo; si es seco ó tiene alguna corriente, y de que im portancia.
Trozo incultos, maleza:::, bosques y cultivos que cubren
el valle; localidades que contiene; su sicuación y utiliuad
para el ataque ó la defensa. Caminos: su número, clase, direcciones
é importancia; acce o que ofrecen á las distintas armas; sus
ventajas para el a vanee y la retirada. Consideraciones tácticas de
oportunidad que completen el rt>conocimi e nto.
Llanuras-Su cxten:;i on, y naturaleza de los terrenos. Lugares
habitadus, bos ques, cultivos, eriale·, <;r>rt<:IJura ·, rÍo<;, canales,
arroyos, lagunas, pantanos y d e ná· ob táculos. Caminos: su
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número, clase y direcciones; utilidad que ofrecen. Alturas lejanas:
su dominación, zon::1 á que alcanza el fuego desde ellas, y partes
que quedan libre~.
Edificios-Su clase y situación, orientándola. Dimensiones
generales. Construcción, espesor y resistencia de los muros ó paredes.
Número de pisos; distribución interior; capacidad de las
habitaciones y comunicación de unas á otras. Número y situación
de las puert3s, ventanas, balcones y galerías. Clase y resistencia
de la cubierta; torres ó miradores que tiene, y su dominación.
Dependencias anexas; cuadras, graneros, bodegas, talleres,
cobertizos, patios, huertas ó corrales, su situación y capacidad.
Altura y resistencia de las tapias, valles y verjas. Agua disponible
y recursos de defensa; trabajos necesarios para aumentarla, y
facilidad de su ejecución. Configuración del terreno circundante
y sus condiciones ofensivas y defensivas.
Poblaciones-Situación geográfica. Posición elevada ó baja,
horizontal ó en pendiente. l)ominación del recinto sobre el terreno
exterior. Accesos de éste; obstáculos ó abrigos que ofrece
para el ataque, y condiciones del de retaguardia, para flanquear la
población y proteger la retirada. Alturas que la dominan, y á qué
distancia. Caminos que conducen á ella. Agrupación de los edificios.
Anchura y direcciones de las calles. N umero, situación y
magnitud de las plazas. Forma y extensión del recinto exterior;
ángulos que presenta en el frente y los flancos; estado y resistencia
de las casas, tapias ó muros que lo forman. Número, clase y
situación de las salidas; modo de cerrarlas y deft>nderlas. Edificios
exteriores aislados; su posición y resistencia, conveniencia de utilizarlos
ó destruírlos. Distancias de tiro del recinto á las avenidas
principales; fuegos que permite todo él. Zonas y barrio que se
prestan á la formación de líneas ucesivas y sectores de defensa;
calles que favorecen la comunicación entre unas y otros; manera
de cubrirlas ó desenfiladas. Obras exteriores que conviene hacer
sobre los flancos y retaguardia para aumentar la defen a y proteger
la retirada. Resumen de lo trabajos necesarios para fortalecer '
la localidad.
Datos esradísticos. Cifra de la población; número de casas y
. u capacidad para el alojamiento; oficinas de correos y telégrafo ;
hospitales, iglesias, cuarteles, almacenes y demás edificios públicos
utilizables para depósitos y parques; vías ferreas en explotación;
líneas telegráficas abiertas. Existencias en artículos de comer,
beber y arder. Abundancia de aguas y su clas~. Materiales e
industrias utilizables para la defensa; materias inflamables ó explosivas
que conviene retirar. Hombres disponibles para el trabajo;
bagajes y carros para transporte; ganados, productos y recursos
supletorios que ofrecen el termino muliicipal ó lo alrededores, y
cualesquiera otros detalles que contribuyan á ilustrar y completar
esta parte de reconocimiento.-MAr.:'UEL MOHENO CHURRUCA
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BDLETIN MILITAR
~
~~~AE::
I:EDAD:!ES
.
~~~JEI@}1~JI~~©IC©JThj JIDlliJ ~~~m!A
(Continuación)
IV
307
Dejando atrás á Simijaca. y andadas tres leguas granadinas
e casas, se entra en u::1 vall~ amenísimo prolongarlo S-E
N -0, ceñido de altos cerros que terminan hacia el valle en multitud
ue colinas redoudas, y suaves laderas salpicadas de casitas
y sembradas de trigo, maíz, cebada, papa , babas y otros frutos
menores, cuyas sementeras, divididas por cercas vivas (sic),
y subdivididas en pequeños (madros, baceu el efecto de un mosaico
de variados colores, negros algunos retazos y preparados
para la siembra, verdes los otros con los trigales nuevos, amarillos
muchos con los rastrojos de la mies cost•cbada, y no pocos
matizados cou el vivo colorido de ltts flores de habas, arvejas y
friso les; paisaje bello y fresco sobre toda ponderación, ante el
cual un hábil pintor se hallaría perplejo para reproducirlo en ~u
lienzo, bajo un cielo de azul brillante franjeado de ligeras nubes,
y en medio de la atmósfera diáfana ro, quien
pagó por et cuadro veinte pe~os do oro. Llevólo {¡, u Capilla,
que era un raneho de paja de vara en tiert'a, en el cual e solía
orar ue día, .r de noche e recog·íau á dormir los e rdo y las
gallin3s. Al loco tiempo qne,
.V colocacla eu varias Uapilla.·, hast: qne á principios de e:-;te
siglo .·e eom nzó { uiticar el suu t uosu t e m p lo en que lloy tri,
con~:tgraien queda al
Onra la mitad, limpia l·cio vergon:w o que practican varios c l ~rigús suelto~ 6 curas eiTantc que
caen tiobre Chiquinquirá como gorriones :.obre eml'uteras. Ellos l:'e anticipan á recoger
de lo .· peregtinos el dinero que traen para mi :us, s1tuando mensajero!> en las
entradas de la ciudad, y estableciendo un regatl!o que los hace á todo acreedores á
la férula con que Jesucrü.:to arrojó del templo á los tratantt:> y usurero que lo profonaban.
Pero 110 es c·t¡, lo peor: PERSON;\S VEHÍD!CAS Y co tPETENTEs me informann
<¡ne todo ratero que no espera absolución en el coufe::.ionario de su propio
Cura, á menos que no restituya lo hurtado, 1Htlla en Chiquinqnirá quien le remita
el pecado, mediante m1 tribnto á la VirgPn. ¡ Exti:.ño modo de hacer cómplice y
1 encubridora á la inocente imagen! La pluma se re::;i te á trazar las consecuencbs
lamentables que se d ciucen de tale a bu. o , nc ya en detrimento de la moral y del
orden civil solamente, sino en perjuicio y afreut:l dt:: la religión misma, desfigurada,
desn¡¡tuulizada y prostituida con ::.emejautes prácticas y lns doctrinas que ellas presuponen.
¡DE PARTE DE QUIÉN ESTÁ LA IMPIEDAD Y LA IRRELIGIÓN?
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bargo, no hay en la villa una sola ¡)osada que merezca este nombre;
porque á nadie le ha ocurrido explotar esa rica mina.
Chiquiuquirá cuenta cerca Je 4,000 vecinos que habitan
135 casas de teja. y 1,040 de paja. Tione izarra y greda do lo arroyo·, " que cuando llueve, dicen
aquellos infelices, saben y huelen á pan." En couseeuencia, la
población permanece e tacionaria, si no retrógrada, como lo
demuestran las cifras 57 bautismos y 48 entierros en el último
año. Buscar posada era pedir peras al olmo; por lo que sin vacilar
nos dirigimos á la casa del Cura, triste rancho de paja
contiguo á la iglesia. Estaba el solitario sacerdote en el patio
escogiendo granos de trigo de sembradura sobre una malla·
brada mesa. Joven todavía, vestido de manta del país1 en el
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'-y--"
rostro impresa la melancolía y los ademanes no sueltos ni vi·
vos con..ao expres ión del bienestar, sino abe: tidos y rPsignados,
produjo en mí una impresión de simpatía. que me hizo e8tar un
rato contempláu<..lole. Llamé al fin, y vino á nosotros con los
brazos abiertos, y tle~de aquel puuto fueron nnéstras la casa,
la frug·n l mesa ~~ toda l~s comodidades del Presbítero Ortiz,
si comodidades pueden llamarse dos a si m;¡ tos de cuero y u11as
esteras de junco. Un a~pecto <.le jón profnudo. · e eahro~o, cpre llaman eamino,
es la alida d •1 pueblo; de~; pué. igueu beha v<:'ga por dorHle pasa pre~uro
·o el río Oautino. El t ,.rmóm~tlo c:eutígrado mareó 30° á
m uiodía; ni u u aura leY mo-vía los corpuh.·utoR {lrool R; ni
más ruido que el penetzaute y coutit1no chirrülo de las cllicbaITHS
acompaüaba al de las negTas aguaH •1el Uantino. IJa naturaleza
dormía lJ<"ljo el pr•, o d ' u na atmó8fera densa y caldeada,
y hombres y be8tias buscamos la sombrH, abrumados de
calor, para prepararnos á J>a8ar 1 puente colgante, y trepar en
seguida 1 alto cerro que se alza lm enfrrute ha, 1 a penl~rs, entre
nube . En t.>l brPYe e paeio de cinco horas llal íamo pasado
por nua ·erie tlc tempt.>r::~tura de",de 1 so centígrarlos (HuenaYista)
hasta la arda· u te del Uantillo; t>ll mt•uos tiempo 1bamos
á YolYer á temperamc·uto ea i frío. 'lHl r:-- la com:uca que visitábamos;
rica ~n prmluccioue..? ll<> todo,· los climas t•twerrados
eu pequdios espado , JH.·l·o olitaria y 11 la pleuitud de la
agt'etite maguiticencia que ba ost utado y ~ egnirá ostentando
inútilmente por muchos siglos.-( Oontinúa)
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