ANO IV Bogotá, Abril t 1 de 1900 NUM. 148
ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO
DJR~CTOR AD•HONORXM, FRANCISCO J. VERGARA y V.
General, Miembro de la Sociedad Colombiana de In~enieros
Son colaboradores natos de este periódico todos los Jefes y
Oficiales del EJército de la República
OFICIAL
:CEO!' .. ETO N"trME~ .. O .. :OE 1900
(4 DE ABRlL)
por el cual se confieren dos empleos militares
El Prtridtntt dt la Rtpúblüa
CONSJDERANDO:
Que los Sres. Jo~é Manuel Goenaga G. y Aristides Fer.nández
han venido prestando de tiempo atrás importantes y eficaces servicios
con decisión y lealtad á la causa del orden y la libertad;
Que en los puestos que desempefian actualmente con celo y actividad,
han contribuíd.o al buen éxito de comisiones militares que se les
han confiado, y á mantener el orden en la República,
DECRETA:
Artículo único. Confiérese á los Sres. José Manuel Goenaga G. y
Aristides Fernández, el empleo de General efectivo de Brigada.
§. Dése cuenta de tales nombramientos al honorable Senado de la
República, en sus próximas sesiones, para los efectos constitucionales.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Tena, Cundinamarca, á +de Abril de 1900.
MANUEL A. SANCLEME~TE
El Ministro de Guerra, JOSE SANTOS
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
BOLETíN MILITAR
~l!lSO li UCION N .o e :CE 1 ;o o
sobre servicio obligatorio para los militares del Cuadro de Disponibilidad
MiniJteri1 de Guerra-Seuión 1.•-Bogotá, 1 1 de .Abril de 1900
Teniéndose en cuenta:
1.0 Que el Cuadro de Jefes y Oficiales en disponibilidad se ha
formado con el ex elusivo fin de poder llenar inmediatamente las vacantes
que: ocurran en la fuerza pública, ó de tener listos los individuos
que hayan de desempe1íar alguna comisión urgente del servicio mtlitar;
2.0 Que con frecuencia ocurren casos de que destinados a.gunos
de los Jefes y Oficiales del Cuadro de Disponibilidad presentan excuc;as
para eximirse de prestar sus servicios, con lo cual se ocasionan demoras
perjudiciales en el cumplimiento de las órdenes dadas al efecto; y
~.O Que estas excusas, AUN CUANDO SEAN MOTIVADAs, contrarían los
propósitos del Gobierno al formar el Cuadro de militares en disponibilidad,
puesto que no pued~n considerarse disponibles los individuos que
por cualquier razón están impedidos para prestar el servicio que de
ellos se exige,
SE RESUELVE:
Los Jefes y Oficiales del Cuadro de Militares en disponibilidad
que, por orden de este Ministerio, ó de la Comandancia en Jefe Central
del Ejército, fueren destinados á ocupar algún puesto en la fuerza
pública, ó á desempeñar alguna comisión del servicio militar, tienen
la imprescindible obligación de hacerlo. Cualquiera excusa que rresenten,
AUN CUANDO FUERE MOTIVADA, implicará de hecho Ja SUpresiÓn del
nombre respectivo en el Cuadro de Di ponibilidad, q,!le será decretada
por la Comandancia en Jefe Central del Ejército, sin e'Xcepción alguna.
Lqs militares del mismo Cuadro que estén gozando de licencias
temporales, perderán también de hecho el puesto que ocupan. salvo
que dentro de tercero día se presenten en la Comandancia en Jefe manifestando
hallarse en aptitud para el servicio.
Comuníquese y publíquese.
El Ministro, JOSE SANTOS
Publicada en el artículo 1373 de la Orden general del Ej{rcito,
para e] día 1 z de Abril de 1900.
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BOL.ETÍN MILIT A.R 467
SECCION DOCTBIN AL
OONO'tT~SOS rrAOrriOOB EN :rP.ANOIA
Dlt!AilllOLLO T COMitNTAillOI DI: VN TJ:NA •J:L 4.• CONCV&SO AWVAL
(Traducido para el Boletín MilitarJ
DISCUSIÓN DE LA SITUACIÓN-La misiÓn de la vtguardia es:
I. 0 Durante la noche del 2.4 al 2. 5: cubrir los acantonamientos
del grueso de las fuerzas, para lo cual basta ocupar y sostener el desfiladero
de Valdoie. El General X decide que el grueso descanse en este
lugar. La vanguardia se guardará á su turno, vigilando los caminos aledaños
á corta distancia.
Empero, en vista de la oreraci6n que debe realizarse el 2 5, y para
disminuír las distancias que será preciso recorrer este día, la caballería
y la artillería (una batería) avanzarán hasta Belfort, donde dormirán en
el arrabal de Montbeliard.
2.. 0 El z 5 por la mañana: a) Avanzar para dar el espacio necesario
al cuerpo de ejército que baja de Los Vosgos, para lo cual la vanguardia
marchará sobre Danjoucin, como se le tenía ordenado; b) Adquirir
las noticias é informes del caso que necesite el jefe superior para
obrar con conocimiento de causa. Reconocimientos de oficiales llenarán
esta necesidad; e) Afrontar al enemigo, si se puede, para retardar su
marcha sobre Delle, dando al grueso de la columna el tiempo necesario
para que lo alcance. El jefe de la vanguardia encarga esta misión á la
caballería, sostenida por alguna artillería, y se mantiene pronta p:ua intervenir
en la lucha, en tiempo oportuno, con el grueso de la vanguardia.
Informadas en estas ideas se dan !as órdenes para el estacionamiento
de las tropas del 24- por la noche al 2 5 por la mañana.
I-Di1p01Íciont1 ptSra la noche tkl 24 ¡¡l 25-0rllen d• tltaci•namiento
Sermamagny, 2~ de Noviembtt, 'las 5 y 30' de la tarde
1.° Carécese de noticias ciertas sobre el enemigo. Corre la noticia.
de que fuerzas considerables se mueven hacia el Este, y se las espera
en Montbeliard.
%. 0 La vanguardia se detendrá en Valdoie, donde pasará la noche.
3. 0 Avanzadas: el batallón cabeza de la vanguardia, reforzado por
medio pelotón de caballería, guardará la línea Cravanche-la Forgc:.
La reserva se acantonará en el saliente, al Sur de Valdoie.
4-. 0 Acantonamiento: la infantería y 11na batería en Valdoie; la
caballería y otra batería en Belfort (arrabal de Montbeliard, hacia la
estación).
En caso de alarma las tropas acantonadas en Valdoie se reunirán
á 1 a salida Sur de la Aldea, entre el camino real y el ferrocarril; las de
Be 1fort á la salida de la ciudad, cerca de la estación.
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468 BOLE1'ÍN MILITAR
5.o Todas las noticias que se obtengan se enviarán á la Alcaldía
de Valdoie.
U-Ordenes para el día 25 ·-Orden de movimiento (marcha)
Valdoie, 24 de Noviembre, á las 7 de la noche
1.0 No hay nuevas noticias del enemigo.
2.• La vanguardia se dirigirá mañana hacia el Sur para dar campo
al cuerpo de ejército que desembocará de los Vosgos.
3.o Caballería: el comandante enviará en la noche reconocimientos
de oficiales encargados de observar al romper el día cualquier movimiento
de tropas que pudiera efectuarse sobre el camino de Yillersexel-
Arcey-Montbeliard-Delle.
El grue5o (3 escuadrones), con una batería, se dirigirá al amanecer
á Montbeliard por Chatenois. El jefe se sujetará á las instrucciones
anexas á la presente orden.
El escuadrón que queda disponible partirá de Belfort á las 7, rumbo
de Dorans, y hará que sus exploradores cubran la línea 1\lont-Yaudois-
colina del Pilón (al N. de Brcvillicrs; cota 1,200 metros) -Señal
geodésica de Dorans-punto (cota 368) zoo metros al NE. de Sevenans
y punto (cota 389) I,ooo metros al NE. de la iglesia de Meroux.
+·° Formación de la columna.
Cabeza de fla!lgunrdia: un batallón de cazadores y medio pelotón
de caballería. Distancia 500 metros.
Gruno de flanguardia: dos hatallonc , una batería, dos batal:ones.
Punto i!Jicial: crucero del camino de Belfort y el s ndero de Cravanche
(1 kilómetro al S. de Valdoic).
Hora de paso de la cabeza de vanguardia por ese crucero: las
7 a. m.
Itinerario: Belfort-Danjoutin.
5. 0 El General Comandante de la vanguardia marchará con la
cabeza de esta.
Instrucciones para el Coma11da11te de la caballería
Conforme á la orden de marcha, el grueso de la caballería, con
una batería, debe dirigirse hacia Montbeliard; usted entrará á e.te lugar
al romper el día. En el caso de que la columna enemiga que se
dice marcha de Vesoul sobre Delle resultare próxima, avanzará á su
encuentro y tratará de retardar su marcha cuanto sea posible, en especial
en los desfiladeros de Dung, en Montbeliard, en lo5 puentes de
Sochaux y en Etupes.
El 2 5 si, á las 7~ a. m., al llegar á Belfort el General X no ha recibido
ninguna noticia sobre el enemigo, dará la siguiente
ORDEN (verbal, comunicada con un oficial de órdenes)
El batallón cabeza de la vanguardia se establecerá en el crucero
de los caminos de Bourogne y de Montbeliard (al O. de Se enans,
cota 347) para cubrir ambos caminos. ....
El primer batallón del grueso romperá la columna á tiempo, de
suerte que por Bavilliers llegue á Argiesans, donde cerrará el t:amino
~~ Hericourt7 destacando además una compafiía á Urcerey.
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BOLETÍN MILITAR 469
El grueso de la vanguardia (tres batallones y una batería) se establ
~cerá al NO. de Danjoutin, cerca de la cota 3 55-B.
Obse rvaciotle$
El trabaj0 anterior está bieP hecho; la discusión de la situación es
clara y concisa, y demuestra que el autor comprendió la doble misión
ofensiva y dcfensi va asignada á la vanguardia el día 2. 5·
I. 0 Impedir que el enemigo llegue á Delle el 25;
2..0 Asegurar el paso á un cuerpo amigo.
Las disposiciones tomadas para el estacionamiento del 24, con
servicio de seguridad restringido, son racionales y suficientemente claras
para que el jefe del batallón de vanguardia comprenda que debe
ac<~. ntonarse en plaza de alarma, destacando apenas piquetes á los tres
caminos del S. y sobre el ferrocarril
El papel señalado al escuadrón enviado el 2 5 á Botans es discu·
tibie: la caballería es el arma del movimiento; en vez de enviarla á
JOJinur una línea, extensa por demás, habría sido preferible indicarle
direcciones que guardar.
Las instrucciones dadas para la 1ornada del 2 5 toman en cuenta
ciertas hipótesi~ poco justificable~t en un momento en que no e tienen
noticias ciert•s del enemigo. Es preciso, en tal caso, dar una orientación
geneul y misiones basada sobre lo que se sabe con certeza. Los
reconocimientos de oficiales, enviados el 24, no están bien definidos:
el jefe de la columna pudo fijar su número é indicar los sectores de
sus operaciones.
Cuanto al batallón cabeza de vanguardia, en la marcha del 2 5,
habría quedado mejor situado en la me eta de Botans que en la cota
347: por analogía, era preciso inspirarse en este c.aso en las siguientes
prescrip:iones del Reglamento sobre urflicio e11 campañ11:
Art. 24 (Flancguardias). Ocupan ••. los puntos importantes desde
donde el enemigo pudiera inquietar la marcha (de la columna).
Art. 28 (Avanzadas). La infantería ocupa los puntos del terreno
donde interesa resistir en caso de ataque.
En consecuencia, maniobrar sobre ]as crestas.
Por la Comisión de corrección,
Teniente Coronel, FROCARD
SOBRE EL EJÉRCITO ALEMÁN
(Continuación)
El libro de tiro de la compañía lleva en cabeza la lista de
todo~ lo=- oficiale. subalternos y superiores que cuenta en su efectivo
y de:; pué la de todos los soldados. Para cada uno de ellos,
incluso eJ r.orond del regimiento, que está inscrito en el libro de
la primera compañía, se dejan alguna~ páginas correspondientes á
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470 BOLETIN MILITAR
la! diversas clases de tiro, y en ellas se anota, bala por bala, los resultados
del tiro de cada uno. Las condiciones relativas á cada
clase se imprimen en e5te libro, al cual le basta á uno dirigir una
mirada para juzgar de lo que ha hecho y de lo que le queda por
hacer.
Como ejemplo del celo y cuidado que se presta por los oficiales
á la instrucción de los soldado-, se puede citar el método siguiente,
usado con bastante frecuencia en el ejército para desterrar
de los soldados el miedo del fuegoj es decir, ese temblor involuntario
de brazos y cuerpo acompañado de una guiñadura de los ojos en
el momento del tiro, d cual están sujetos un gran número de individuos
de carácter enérgico sin embargo, y dotados de un sistema
nervioso muy sólido. Se da á cada soldado un fusil enteramente
armado, lo apoya e11 un caballete, apunta, comúnmente mucho
tiempo, y, por último, suelta el percutor. El tiro no sale, en atención
á que el fusil no estaba cargado, pero el soldado, que lo ignora,
no ha dejado por eso de temblar y cerrar los ojos. Se concibe
que este movimiento involuntario que nada justific.1 es muy desagradable
para el tirador, sobre todo á causa de las humoradas que
excita entre todos sus compañeros. El oficial le explica, no obstante,
los errores que haya podido cometer al apuntu, etc., y el
soldado ocupa su puesto á la izquierda del grupo como si hubiese
tirado. Cuando llega de nuevo su turno, el oficial le toma el fusil,
se separa un instante y se lo devuelve montado como la primera
vez Bien convencido el soldado de que por esta vez su arma está
cargada, la toma sin escrúpulo con ambas manos, tira y ..... nueva
errada. La misma escena se repite así varias veces. Por último, el
soldado llega á creer cierto que en esta ocasión no se le hará tirar:
toma su fusil y deja caer el percutor con la mayor calma. Al mismo
tiempo sale el tiro con gran extrañeza suya ..•• pero el marcador
señala una bala perdida; se considera un cartucho en blanco.
Risa general y confusión del soldado, que solicita la gracia de
que se le deje tirar por lo m~nos una vez en las condiciones normales.
El oficial, sin prvmeter nada, ó bien diciéndole que por
aquel día es imposible, le ordena ocupar iu puesto y esperar su
turno. Tira una vez más, ¡nueva errada! Por esta vez se resigna,
y seguro entonces de que aquel día no tirará, al turno siguiente
suelta el percutor con u·na calma perfecta. El tiro sale, y el marcador
señala un buen punto. El soldado, sobre todo si es un recluta,
queda encantado, y con aire de satisfacción visible anuncia
el punto á que ha apuntado y el que ha herido. El oficial le
felicita entonces, le explica que si el tiro ha sido bueno, se debe
únicamente á que ha tirado con calma, y le recomienda hacerlo en
adelante siempre así. Los compañeros le felicitan también, y el
oficial aprovecha la oportuntdad para decir á algún mal tirador:
"Müller, vea usted en su libreta si ha hecho en sus tres años de
servicio un solo tiro parecido; aquí tiene á Schultz, que sólo está
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BOLETÍN MILITAR 471
en el regimiento desde hace dos meses, y en su estreno ha dado en
el número 1 r." Schultz se envanece como es natural, y Müller se
sonroja, pero uno y otro toman firme resolución: el uno, de
mantenerse siempre á la altura que no hu hiera jamás soñado alcanzar
en el primer tiro, y el otro, de tirar mejor en adelante.
Debe suponerse que la manera de aplicar este método varía
infinitamente, y que en esto juegan el papel principal las ideas personales
de cada oficial. Pero en todas circunstancias he podido
comprobar de su parte, bajo una ú otra forma, u 1 cuidado extremo
al hacer la instrucción. Y no faltan ejemplos en que, púr el
procedimiento que acabo de indicar, el miedo del Juego se ha curado
con cinco ó seis disparos.
Por lo regular en cada una de las calles del campo de tiro no
se establece más que un solo blanco, cerca del cual se envían tres
marcadores: uno señala los itios donde han herido los proyectiles,
otro tapa los agujeros, y el tercero, sentado detrás del espaldón *,
levanta un banderín en el mismo momento en que oye el disparo.
Mientras se mantiene levantado este banderín nadie puede tir.u.
Despu é , tan pronto corno lo otro dos marcadores se han ecultado,
desaparece el banderín y el tiro continúa. Está prohibido
hacer señal , lguna con cornetas ó á la voz; las comunicacione
con los marcad re deben hacerse francamente con soldados que
se Jes envía. E s tas precaucione son nece. ~rías á causa de la dispo~
ición de varia líneas de tiro, paralelas unas al lado de otras, de
donde podrían resultar confusiones entre las señales acústica~, y
por consecuencia accidentes.
Durante el ejercicio, nunca hay sobre las armas, en el momento
dado, más que los hombre~ del grupo preparado para ejecutar
el tiro*. A los demás se les permite quitarse el equipo, desabrocharse
el uniforme y echarse á la sombra de los árboles. Les
está permitido fumar, como tan 1bién al sargento que anota los
disparos y al que dirige el tiro. U no y otro fuman durante el desempeño
de sus funciones, aun en presencia de jefes ó generales
que pudieran asistir á la enseñanza.
Los honores que se hacen á éstos á su llegada no impiden el
que luégo se sucedan las cosas de una manera completamente patriarcal.
La atención de todos no se fija más que en un solo punto: el
tiro y su enseñanza.
La serie anual de los ejercicios de tiro * dura próximamente
de diez á once mese , según el tie1npo que transcurre entre la insp
ección del tiro * y la terminclción de las grandes maniobras de
• C .lda blanco e ·tá a!lo ado á un p e queño espaldón, según lo hemos dicho unteriormen
te .
Esto ps , p o r lo rl:! gnhr cinco, como antes se ha dicho.
• Lo que ~>e ll.una el curso anual de tiro.
'* Más adelaute veremos en qué co'nsiste.
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472 BOLETÍN MILITAR
otoño. Seguidamente después del regreso de estas grandes ma:-tiobras,
es decir, desde la segunda mitad de Septiembre, el tiro !mpieza
para las tres clases y continúa en lo posible sin interrupción
durante el otoño y el invierno. Pero á partir del principio del v4rano
hasta el fin del curso en Julio, los ejercicios son más frecuertes.
Sería difícil decir en qué épocas determinadas concluyen ó
empiezan los diversos períodos de la instrucción, puesto que los
reglamentos nada dicen sobre esta cuestión, dejando á los ca ·tanea
de compañía entera libertad de arreglarlo como les parez:,ca.
No obstante, se establecen en la práctica ciertos usos, variables,
por lo demás, según la naturaleza del clima, en las diferentes ?artes
de Alemania.
En Septiembre, los soldados de las tres clases dan principo á
la ejecución progresiva de los ejercicios de sus cursos respectivos.
Como en invierno no es generalmente muy favor.1ble el tieClpo
para dar este género de instrucción, no se tira sino m u y rara ez,
lo preciso para que no se prolongue mucho el ocio de los sold1dos
y no olviden de una lección á otra lo que se les ha enseñado. Así
pues, no hay más que dos sesiones para cada uno por sem;,na;
pero desde el mes de ~1arzo, tan pronto como la temperatur: se
mejora un poco, se despliega la mayor actividad para conseguir
que todas las clases hayan concluído su curso * en el moment de
empezar el período del servicio d~ campaña.
Durante éste, los ejercicios continúan aún, pero en ell se
ocupan más especialmente del tiro d~ instrucción y del tiro d~ ¡u~rra
*,que deben terminarse para el día de la insp u ción.
Después de esta inspección los ejercicios de tiro dismÍnt,;yen
algo, y hasta que se efectúan las maniobras generalmente no t ene
lugar este acto sino para los atrasados.
El curso de tiro de los reclutas comienza lo más pronto rosible
después de su incorporación, es decir, así que se hayan terminado
los ejercicios prepar y conocer
de una manera más completa el lado fuerte y el débil Je sus mejores
tiradores. Las mÍimas condiciones no son de obligación para
los diversos batallones de un regimiento, y, por el contrario, difieren
frecuentemente de uno á otro. Todo lo que puede decirse es que
en general son muy difídles, y que es preciso ser un tirador muy
hábil para poderlas sati facer.
Para dar una idea de cómo se encuentran repartidos los soldados
entre las diversas clases de tiro, citaré como ejemplo un batallón
de Ja Guardia, que en el fin del curso de tiro de 187 5 tenía:
105 tiradores de primera clase, 299 de segunda y 140 de tercera.
• Más adel~nte hablaremos de esta escuela.
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474 BOLETíN MILITAR
Estos 1 o 5 tiradores de primera clase represen tan casi una
r.ompañía entera en el efectivo de paz, y como todos ellos se encuentran
en su tercer año de servicio, resulta que todos los años la
mayor parte de ellos pa an á la reserva. De suerte que en caso de
movilización cada batallón puede contar con 1 oo ó 150 tiradores
de primera clase, que unidos á los que posea harán un efectivo de
200 ó 250 hombres, esto es, una compañía entera al pie de
guerra.
Un batallón de cuatro compamas poseerá, pues, un número
suficiente de buenos tiradores para hacer frente á todos los casos
que puedan presentarse. Por esta razón es por lo que en Alemania
no se estima necesario tener compañías de tiradore en los batallones
ni aun cuerpos especiales de ellos. Si no ob tante existen de
estos último , hemos visto que era por razones más bien administrativas
que militares.
Podría temerse, en verdad, que e tos tiradores de elección que
se envían á la re~crvas pierdan all í pronto el golpe de vista que
habían adquirido, y que en ca•o de llamamiento á banderas no se
encontraran ya á la altura de sus compañeros de servicio activo.
l\1as i para algunos on fundados es to temores, no lo son para la
m a -a, porque en Alemania el tiro e uno de los ejercicios nacionales
más favorecidos. En su consecuencia, aquellos que durante su
tiempo de servicio se convierten en die tros tiradores, por lo general
quedan muy aficionados al tiro y personalmente continúan
practicándolo por u cuenta cuando entran en la vida civil.
Durante tod el tiempo del tiro de escuela la progresión de
uno á otro ejercicio del programa debe siempre observarse escrupulo
amente, y nadie puede autorizar á un soldado pase á los ejercicios
de un número cualquiera antes de haber satisfecho á las condiciones
impuestas en el naímero precedente.
Es preciso, además, que el tirador satisfaga á estas condiciones
con cinc tiros consecutivos* y en un mismo ejercicio de tiro.
El comandante de la compañía puede, si lo juzga conveniente,
otorgar á un soldado cartuchos suplementarios, pero la regla es
que nadie en un mismo ejercicio haga más de diez di paros; se
piensa con razón que pasar de este límite sería más perjudicial que
útil, y sólo conduciría á perder y malgastar las municiones.
Por otra parte, el soldado á quien se le hayan dado cartuchos
su p]ementario , no por eso ha de dejar de satisfacer á las condiciones
d e su número con cinco balas consecutivas; y debe entenderse
también que aquel individuo que haya respondido á las condiciones
de su número con us dos ó tres primeros disparos, no por eso
deja de quemar sus cinco cartuchos.
Preciso e' también observar que en cada clase ]a dificultad
Tirados d e la manera alternada que ya e explicó entre lo de cada grupo.
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BOLETÍN MILITAR 475
de los ejercicios sigue una progresión regular y creciente. Las distancias
van en aumento poco á poco, y cuando alguna vez, por el
contra.rio, disminuyen, es que en aquel entonces el blanco y las condiciones
del tiro se han modificado*. Si el tiratlor se aproxima, no
por eso deja de encontrarse en presencia de dificultades de otro
género.
En fin, de una á otra clase se continúa la misma marcha
ascendente, y además el programa de cada una de ellas pri nci pía
por alguno de los ejercicio más importante de la clase precedente.
Así pues, la progresión es perfectamence continua.
T .un bién es intere ante observar que para un gran número
de ejercicio el tiro se hace t:on apoyo. No se trata aquí, sin embargo,
del caballete que se emplea en los ejer icios de puntería sobre
el que reposan sóliJ~mente todo el caÍ1Ón del fusil y los brazos del
tirador. El soporte de que se hace uso en el tiro al blanco es un
caballete especial, formado por un pie vertical que lleva tran versalmen
te en un extremo una plancha inclinada, cuyo límite sup~rior
tiene uno¡ rebajos, de manera que presenta una erie de escalones
horizontales. El todo está calculado de manera que cada
tirador, cualquiera que sea su talla, pueda fácilmente encontrar
uno sobre el cual apoya ligeramente el extremo de su fu il.
Se juzga en Alemania que este tiro con apoyo es muy útil,
sobre t do al principi , con tiradore ine.•pertos. Les da, en efecto,
una idea de la precisión con "1ue debe dirigirse la línea de mira
sobre u! ó cual punto del blanco; tanto es así, que luégo, cuando
el soldado tira á brazo, procura involuntariamente dar á su arma
esta mi:;ma fijeza, cuya costumbre ha adquirido en el tiro con apoyo.
Uno es, pues, una excelente pr,eparación p2ra el otro, y en
todas las clases, inclusa la primera, sobre todo en les primeros ejercicios
de su programa, se practica el tiro con apoyo.
Hay además el parecer de que este género de tiro debe de ser "
familiar á todos, porque la ocasión de recurrir á él puede muy frecuentemente
presentarse en la guerra. Podrá objetarse quizás que
aquel que tire bien {t brazo no le embarazará nunca tirar con
apoyo; pero la práctica ha demostrado que no es enteramente así,
y sobre este punto todos los buenos tiradores están de acuerdo en
que el tiro con apoyo, sobre todo cuando este a.poyo no es muy
sólido, constituye una dificultad real para el hombre habituado á
tirar á brazo, porque éste se ve entonces obligado á tomar una
posición en armonía con la naturaleza misma de este apoyo, lo
que exige cierta co3tumbre.
El tiro rodilla en tierra se hace siempre á brazo; el tirador
puede, por lo demás, ponerse á voluntad sobre una ó sobre ambas
rodillas, conforme Jo encuentre más cómodo.
• Como se ve por lo que vamos exrlicuudo, la forma con•licioue. ele! tiro
en el Ejército alemán difiere tlnty poco ele lo q 11c di ·•pone nue ·tro Ren/amrnto provi·
1ional de tif'o
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476 BOLETÍN MILITAR
En el primer caso apoya generalmente el codo sobre la rodilla
que no sienta en tierra. Cuando está sobre las dos rodillas,
conserva el cuerpo derecho y tira como si estuviera de pie.
La posición que se mira como más difícil es la que consiste
en tirar á brazo, cu erpo á tierra, apoyancio, no obstante, el codo izquierdo
en el suelo. ~n el tiro cutrpo á tierra con apoyo, se sirven
comúnmente de un soporte cualquiera, sobre el cual se hace reposar
el arma entre la boca y la abrazadera. Para estos ejercicios tienen
en todos los campos de tiro sacos de tierra, tepe , trozos de
trinchera abrigo, etc.
El tiro de instrucción ( Belerhrungs-Schiessen) tiene por objeto
dar á conocer á los soldados todas las propiedades y todo el valor
del arma que tienen en las manos, haciéndoles ver los efectos que
es capaz de producir á las mayores distancias y cómo se la debe
· emplear cuando se tira á alcances superiores á aquellos en que habitualmente
se hacen los ejercicios. Este tiro sólo se practica por
los tiradores de la primera clase, á los cuales se abonan para este efecto
ro cartuchos por individuo. Los soldados de las demá~ clases
asisten, por lo demá , á la instrucción.
Estos ejercicios constituyen, propiamente hablando, la enseñanza
práctic-a de la teoría del tiro para las grandes distancias de
Bao á I,6oo metros. Se empi eza por tirar cada vez algunos tiros
de ensayo, para determinar ó corregir la influencia que pudiera
tener el viento, la manera como se distinguen lo~ objetos, etc.
De&pués empieza el tiro real, acompañado de explicaciones continuas
que hacen los oficiales á los soldados, formados en círculo
á su alrededor, y cuya atención se mantiene despierta con frecuentes
preguntas.
El tiro de combatt (Gifechts-Schitsun) tiene por objeto dar á
los soldados una idea de las condiciones en que se ef~ctúa el tiro
en la guerra, en terreno variado y á distancia descon0cidas.
No teniendo generalmente los campos de tiro ni la forma ni
]a dimensiones convenientes para ]a ejecución de este tiro, ni
tampoco para los del precedente, se eligen á este efecto sitio., particulares.
Los hombres de las tres clases toman parte en el tiro de
combate; los de la tercera tiran cada uno 20 cartuchos, y los demás
25 por lo menos.
De este ntímero se gastan cinco en el fuego por descargas
en orden cerrado y con la bayoneta armada.
Hemos dicho que en total se queman r 30 cartuchos por plaza.
De este número el capitán de la compañía debe desde luego separar:
I.0 Diez cartuchos por tirador de primera clase para el tiro
de instrucción;
2. 0 Veinte cartuchos por tirador de tercera clase, y veinticinco
por ·oldado de las otras dos para el tiro de combate, más cinco
cartuchos por hombre (de las tres clases) para el tiro por descargas.
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BOLE~l'i.N MILITAR 4:77
Lo que después queda de cartuchos disponibles, agregándoles
l0s que se puedan adquirir á cambio del plomo recogido, sirve para
el tiro de escuela. Si después de este ti ro resultara toda vía algún
sobrante, el capitán di pone de él en la forma que juzga conveniente
para la instrucción de los más atrasados.
El traje para ~1 tiro al blanco es siempre con levita para todo
tiempo; por lo menos jamás se pasan las mangas del capote, pero
respecto á este asunto, como sobre todos los demás, se observa
siempre una progresión rigurosa.
Así, los ejercicios preparatorios de cada clase se hacen en el
traje más ligero, es decir, con gorro, correaje y sin mochila.
Por otra parte se permite siempre llevar el casco á aquellos
que pudiera molestarles el sol *.
Para los demás ejercicios del tiro de escuela, para el tiro de
combate y el tiro dt inspección, los soldados 1levan el traje de campaña
con el equipo completo, capote arrollado y mochila caJ gada
con un peso de I 5 libra .
El tiro de in trucción se hace en el traje que prescribe el comandante
de la tropa que lo ejecuta.
Con el fin de animar á los soldados y fomentar la afición al
tiro, se han establecido premios en dinero y distintivos para los
buenos tiradores. Estos, que consisten en un galón pue to en la
manga del uniforme, sólo se dan en cada compañía á los doce mejores
tiradores de la primera clase, escogidos entre los simples
soldados y que se completa, en caso de necesidad, con tiradores de
la segunda clase, que según su destreza en el tiro pudieran formar
parte de la primera *.
Por lo que toca á los premios en dinero, se dan en concurso •
á los que con el menor número de balas llegan á satisfacer todas
las condiciones del tiro principal de su clase.
Hay veintidós premios de éstos por batallón, cuyo total representa
anualmente un valor de 8 5 marcos 50 pfennigs ( I 20 pesetas
próximamente), y que se distribuyen así:
Un premio de 9 marcos (r 1,25 pesetas) para los sargentos de
la clase especial de tiro.
Un premio de 4,50 marcos (5,65 pesetas) para los sargentos
de la primera clase.
Un premio de 6 marcos (7,50 peseta ), dos íd. de 4,50 marcos
(5,65 pesetas) y dos H. de r,so marcos (1,87 pesetas) para los
soldados de cada compañía.
• ubido e que en Pru ·ia la prenda de cabeza que corresponde al traje descrito
no tiene vi t:ra.
• Y no pueden er admitidos en ella sólo porque no est~n en u tercet año de
servicio.
• Los Ce rtuchos nece ario3 para este concurso be obtienen con el producto del
plomo recogido.
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478 BOLETlN MILI'l'.A.R
Por los premios de 4,50 marcos y los que pasen de esta cantidad
puede el tirador, si Jo desea, recibir en cambio una medalla de
plata de un valor equivalente, que tiene el derecho de usar.
Estos premios son, corno se ve, bastante modestos y las condiciones
para obtenerlos demasiado difíciles para que puedan producir
grandes resultados. También es extraño no se den las
insignias de buen tiradvr más que á los soldados rasos y sólo á
doce por compañía. Puede ocunir, en efecto; que algunos soldados
que tiren tan bien ó quizás mejor, pero que por una razón cualquiera
no hayan tomado parte en el concurso, se vean privados de
esta distinción.
De todo esto preciso es concluír que si el tiro ha hecho tales
progresos en el ejército prusiano, la causa e!:.tá, no en estas recompensas
pecuniarias, sino en la inteligencia y celo notables desplegad'
por los oficiales para instruír á los sofdados.-(Continuará)
--··----
EST'O'IJIOS
SOBRE EL UNIFORME MILITAR
(C o ntinuación)
Vestido del tronco y extremidades superiores
Procediendo por el mismo orden que anteriormente, y dejando
aparte el vestido interior, habrán de examinarse como vestidos
del tronco el capote, levita, casaca, casaquilla, pelliza, dormán y
chaqueta. ·
El capote usado hoy como abrigo de marcha es largo, porque
los faldones, metiéndose entre las piernas, dificultan el movimiento,
y prueba de ello es que el soldado, en cuanto tiene que caminar
con él puesto, remedia este defecto sujetando las puntas de los
faldunes en el cinturón ó en los botones de la presilla; como abrigo
de campamento es corto, porque no cubre los pies ni las piernas,
siendo necesaria la manta para suplir esta falta.
La capota, si no el primero tiene el segundo defect0, siendo
embarazosa para manejar las armas con ella puesta, máxime si sopla
aire un poco fuerte.
La levita es una prenda de lujo, insuficiente como abrigo ó
como vestido único, y nada cómoda por ceñida; debe, pues, desecharse.
De la casaca y casaquilla sólo hay que decir que para chaqueta
les sobran faldones, y les faltan para capote ó levita.
La pelliza y el dormán son cortos y no protegen ni el vientre
ni la parte superior de la pierna, exigiendo el complemento de
un capote.
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BOLETfN MILITAR 479
La chaqueta, como vestido interior de cuartel, no está mal
dispuesta, siendo utilizable, en calidad de suplemento, para aumentar
el abrigo, ó como única prenda cuando la temperatura lo
permita; no le perjudicaría, sin embargo, para cualquiera de estos
oficios, un poco más de longitud que permitiera sujetarla con el
cinturón, dejando lugar para colocar dos bolsillos en Jos costados.
Todo ello, como se ve, es deficiente, y aunque sería presunción
injustificada querer hcillar un n odelo que no tenga defectos,
será conveniente tratar de disminuír su número y su importancia.
Sin duda alguna en este camino de investigación han de tenerse
en cuenta Jas tendencias que, aun á oespecho de la severidad
reglamentaria, modifican el vestuario en campaña, y que, inspirada
por las necesidades del momento, tienden á satisfacerlas.
Ejemplo de ello son casi todas las irregularidades que en una tropa
en operaciones se observan. Cuando la polaina no estab : admitida
entre las prendas de uniforme, el soldado se ataba el pantalón
con el pañuelo ó con una cuerda para evitar que se rozase, ó que,
mojándose y ludiendo contra el zapato, hiciera llegar el barro hasta
la pierna. Ya se ha citado lo que pasa con los capotes, cuando
no sucede que insensiblemente y como por arte mágica van acortándose
hasta quedar á mitad de muslo. La gorra de cuartel (aun
cuando no sea este el si tío donde se ha de tratar de ella) se ve
sujeta á la cabeza con un pañuelo ó con una correa, clara muestra
de su inestabilidad. Las mantas son agujereadas y se convierten en
ponchos (ruanas). Otras mil alteraciones pudieran citarse, que deben
ser tenidas en cuenta, como provechosa enseñanza, fruto del
ingenio de muchos miles de hombres~ por el que á proporcionarles
ventajas 5e dirija, con el objeto de reglamentarias á ser dable.
Pero volviendo al tema de este capítulo, y teniendo presentes
las cualidades en u meradas y estas ten.dencias recientemente
expuestas, se deduce de ellas que el vestido del cuerpo no conviene
largo en demasía ni estrecho.
La guerrera, que no e otra cosa sino un capote corto, es la
prenda que todas ellas parecen aconsejar; pero no una guerrera
cubierta de alamares y con ribetes de astrakán más ó menos auténticos,
inútiles adornos que, tolerables en paz, son perj udiciale5 en
la guerra, sino lisa, severa y dando más elegancia por su corte que
por estos adornos de dudoso gusto; una guerrera que permita llevar
el cinturón por debajo ó por encima, según convenga; con
dos hileras de botones que doblen el paño sobre el pecho y por
tanto el abrigo; con bolsillos que lo sean; bastante larga para cubrir
el vientre y también la pierna,~desde la terminación de la polaina;
que por su holgura consienta llevar interiormente el abrigo
que sea necesario, deje libertad á todos los movimientos y espacio
al pulmón donde ensancharse; cuyas mangas (huyendo tanto de
los jamones actuales como de las estr,echas fundas de antes), sean
seguidas y adecuadas para el juego de la articulación del codo y
sin vueltas, pretexto para poner un vivo.
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480 BOLETÍN MILlTA..R
Esta guerrera no habría de tener forros duro<> ni armaduras
de ninguna clase, pudiendo así lavarla el soldado cuando fuera
necesario, sin temor de que estando la lana ya enjuta, las lonas ó
los forros no se hubieran secado impidiendo que se la pongan en
bastante tiempo ó de que los haga incómodos la rigidez que adquieren
al mojarse. Con esto se consigue también disminuír el
peso en una cosa inútil y aprovechar esta disminución para hacer
de la chaqueta interior otra prenda que pueda sus ti tuír, en caso
de necesidad, á la. guerrera, si se ha mojado ó se ha roto por vicisitudes
del uso.
La chaqueta para el fin indicado, se convertiría en una americana
ó blusa como la que gastan los marinos, de tejido más
suelto que el capote, más preservativo de bs inclemencias termométricas,
que se podría usar sola sujetándola con el cinturón (llevando
el capute en la mochila) ó debt.~jo del capote y por dentro
del pantalón como camisa de abrigo. Cerrada la chaqueta con dos
hileras de botones colocados en el centro con el objeto de evitar que
correspondiPndo con los del capote se claven en el pecho, llevaría
cudlo recto para que no comprima la garganta la superposición de
dos cuellos de la mi ma forma.
Los botones de la chaqueta y del capote serían de metal ó de
hueso.
Si el capote se hiciera con paño de lana sin teñir, que sería
lo más conveniente, la blusa podna ser de color gris plomizo ó
negro azulado.
Los guantes son indispensables para preservar las manos, que,
alejadas de Jo focos del calor vital, están más sujetas al influjo
del frío. Los de gamuza son resistentes y pueden lavarse para
conservarlos limpios. .
La guerrera, como se ha dicho, admite bastantes bolsillos
que proporcionan sitio en donde guardar los pequer1os objetos de
uso frecuente que sería incómodo llevar en la mochila y que hoy
no tienen otra colocación.
Los bolsillos de las levitas y capotes están mal dispuestos; son
incómodos para bu::,car ó poner en ellos cualquier objeto, y casi
nunca se utilizan por el lugar en que están colocados; con ellos
no se tiene sitio en que poner ni siquiera un papel importante sin
riesgo de perc:lerlo; en Ja guerrera, por el contrario, es fácil practicar
dos en la parte inferior de los delanteros, otro exterior en el
costado derecho, y otro en el interior de la solapa izquierda, pudiendo
cerrarlos todos por medio de botones ó carteras.
Estos deta1les no son como tales de grande importancia, pero
aunque sea en cosas pequeñas, evitan molestias inútiles y pérdida
de tiempo, contribuyendo á aumentar las comodidades y por tanto
el ánimo é interior satisfacción tan sabiamente recomendados en el
Códibo Militar.
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BOLETfN MILITAR 481
El cuello vueltG de la guerrera favorece los movimientos de
la cabeza, no oprime el cuello ni le da un abrigo inoportuno, según
la mayor parte de los higienistas, y causa de enfermedades de
los órganos de la respiración y la deglusión, sin contar que la
opresión de las venas yugulares y de las arterias carótidas puede
causar congestiones cerebrales y pulmonares. El abrigo moderado
que se obtiene por medio de una corbata de algodón ó lana fina,
está mucho más indicado; con la circunstancia de que en tiempo
caluroso se emplearía esta misma corbata, siendo blanca, en resguardar
la cabeza de los rayos del sol, colocándola debajo del cubre
cabezas.
En tiempo lluvioso ó de excesivo frío se puede levantar el
cuello de la guerrera, y entonces se logrará que el agua que escurra
de la cogotera no se introduzca por entre el vestido y la piel,
y que el frío no moleste en región tan sensible como la cervical.
Las dos hojas cruzadas sobre el pecho facilitan el graduar el
abrigo á medida del deseo, abrochándolas totalmente, vol iéndolas
en parte como solap.¡s ó dejándolas sueltas y pa ando los botones
de cada hoja por los ojales correspondientes á la misma. Combinando
esta prenda con la blusa y la manta se con eguiría pode
modificar el vestido según las circunstancia lo exigieren.
La blusa se convertiría en una especie de levita suelta, para
los oficiales, y de considerarlo conveniente se permitiría llevarla
con chaleco para fuera de los actos del servicio, teniend entonces
razón para prohibir el que ningún militar vi::.ta de paisano, sin
exceptuar de tal obligación ni aun á las más altas jerarquías de la
milicia. Esto fomentaría el espíritu de cuerpo y de profesión, tan
mermado por desgr .cia, merced al si~temático cercenamiento de
todo privilegio y prerrogativa á los que tienen como primer deber
la abnegación y el sacrihcio, no digamos (por ya sabido) de la vida,
sino d~ todos los intereses, que tan preferente lugar ocup~n en las
aspiraciones moderna , y de todos los derechos que ha ta el má~
inútil de lo~ ciudadanos di fruta.
Si se considerase antimilitar el que los oficiales pudieran no;
llevar armas, á pesar de lo que practican Jos marinos, y lo ineficaz
de la defensa que da una espada en estos tiempos de revólver, la
]evita cerrada, con espada, responderá á esta objeción.
La corbata para los oficiales sería blanca, como para la tropa,
que en cambio de la comodidad que se trata de proporcionarles,
no es mucho exigir una extrema limpieza; que nada hace formar
peor concepto de un militar, y con más justicia, que su aspecto
de aliñado, no debiendo prestársele medios para encubrir un
insoportable desaseo. .
Compondrían, pues, el vestido del tronco y extremidades superiores
las prendas siguientes:
Capot~- guerrera, de paño de lana sin teñir, y de la hechura
condiciones expuestas;
2
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482 BOLETÍN MILITAR
Guerrera-chat¡UJta, de paño gris ó azul;
Faja d! lana y corbata de lana ó algodón.
Sobretodo ó ab':igo
El actual capotf! desempeña este oficio, como se ha dicho ya
de una manera incompleta; debe sustituírlo la manta convertida
en poncho ó capote de monte por medio de una abertura longitudinal
practicada en su centro y rodeada de un cuello ancho que
pueda levantarse. Para mayor facilidad de encapillárselo, se prolongaría
la abertura en línea recta sobre el pecho, cerrándola con
botones.
En nada perjudican estas modificaciones al empleo de lamanta
como abrigo de campamento.
El abrigo suficiente, en circunstancias que no sean extraordinarias,
que darían la guerrera y la blusa superpuestas, se aumentaría
con el poncho cuando fuera necesario, sujetándolo á la cintura
con una correa ó por medio de una jareta, para evitar que su
vuelo sea ré o ·a á la agilidad de los movimientos, formándose entonces
con las caídas de los costados u nas especies de mangas,
semejantes á las del carrik, impermeable, cuyo uso e tolera á los
oficiales, disposición que facilita á las manos camino para ir á
buscar al ve tido interior los objetos que puedan necesitarse.
Para el jinete es muy provechoso este abrigo, pues cubre perfectamente
todo el equipo y en mucha parte al caballo. Atándole
menos que el capote de montar, y siendo mucho más ligero, no
impide, como éste, el inmediato contacto de la rodilla con la silla,
consiguiéndose mayor firmeza.
Contra el agua es también más eficaz. Colocado el capote de
montar sobre el hombro, queda descubierto el borrén delantero, y
corriendo el agua por él hacia la caballería cie la silla, penetra al
través del pantalón y moja las piernas del jinete, haciendo ilusorios
todos los reparos exteriores. Propónese, pues, como sobretodo
el capote dt monte. -- (Continúa)
NAZARIO CALONJE
• •
NORMA Y :CI~EOOION
DEL TIRO DE LA ARTILLERIA EN CAMPAÑA
seglín 1 as Ler;ons d' artillerie de E. Giratdin.
(Continuación)
Y-Reglaje del tiro en dirección
m) Las tablas de tiro dan los primeros elementos para corregir
los desvíos en dirección; cuanto á la corrección del viento, se
hace á un tiempo para toda la batería bajo la dirección del capi-
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BOLE1.'ÍN MILITAh. 4:83
án, pero corresponde á los jefes de ección ordenar la relativa al desnivel
de los muñones y reglar la dirección de l tiro de su respectivas
piezas, salvo cuando se trate de tiro indirecto, en que sólo el
capitán vea ti blanco, y quede, por lo tanto, obligado á corregir á
un tiempo el fuego en alcance y dirección.
Si por cualquier motivo no se ha podido determinar el valor
aproximado de la desviación observada, en milímetros de de vío,
al principiar el fuego se ejecutará una corrección de IO milímetros
de desvío para todo disparo en que el proyectil se alie mucho á la
derecha (ó á la izquierda), ó una de 5 milímetros si el desvío no es
tan acentuado. El efecto de e ta corrección de ordinario será llevar
el proyectil en sentido inverso, en cuyo caso, de pués de observar
el disparo, se reduce la corrección á la mitad de la anterior, es decir,
se obrará de un m do análogo al prescrito para buscar la tenaza,
tratándose del alcance.
Se cuidará, sobre todo, de no empltar co·rrecciones tunidas que á
nada conducen y de ejecutar el reglaje en dirección para cada pieza.
Este último precepto es obvio, puesto que dicha corrección no podría
hacer·e para toda· las piezas de una batería, por la observación
hecha en una sola, ino en el caso de que lo muñones de todas
estuvie en perfectamente horizontale ó con igual inclinación, lo
que no sucede sino en la artillería de las fortalezas.
Si los dos primero tiros presentan desvío en el mismo sentido,
pero que obsta el reglaje en alcance, ·e hará en eguida una
corrección igual al medio de dichos desvíos. Las corree iones en
dirección se hacen siempu, sin excepción, moviendo sea el oj1~lb del
alza, sea fa cureña, del lado hacia el cual quiere llevarse el proyectil.
El reglaje en dirección es rápido y sencillo cuando lie aplican
as reglas que anteceden: durante él, cuando una pieza da un disparo
correcto en dirección, los siguientes, si se separan es muy
poco de ordinario, cuando el viento no cambia, porque en las piezas
modernas de artillería el probable de vío en dirección es muy
pequeño.
171- Tiro sobre blanco móvil
n) Sobre blanco móvil no puede tirarse sino cuando es posible
la puntería directa, porque de otro modo sería imposible seguir
de un modo continuo el objetivo en sus desplazamientos para obtener
un fuego rápido. Sin embargo, puede hacerse fuego indirecto
sobre blanco móvil, cuando el capitán ve el objetivo y regla el tiro
en alcance y dirección, según sus propias observaciones.
• Con los cañones de 80 milímetro:. de montaña, 1 milímetro del alza ele de víos,
ú horizontal, á 2,000 metro no corrige sino 4 111etros, cantidad ya clifícilmente
4preciable li esa di tancia: ~i un proyectil <".ie hacia el medio de un intervalo qu'!
sepua dCI tropa. , y lllide 20 metros por ejemplo, uua conecci6n frat.ca de 5 mil(metros
llenrá el di ·paro, poco más 6 menos, en la dirección de una de diclus tropas.
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BOLETÍN MJLIT .A.R
En el tiro sobre:: blanco móvil pueden ocurrir dos casos: 1. •,.
el sentido del movimiento, según la línea del tiro, es conocido;
2.o, el sentido de la marcha del móvil es desc:onocido ó incierto.
Debe distinguirse, además, el caso en que el tiro es percutante
del en que sea fusante, porque aquél no se emplea sino á las distancias
cortas, es decir, inferiores á I ,sao metros.
Tiro percutante: el untido del movimiento del blanco es conocido-
Lo mismo que en el tiro sobre bl.mco fijo, se procede á enmarcar
rápidamente el blanco entre un disparo largo y otro corto,
y obtenida la tenaza, se ejecuta el tiro sobre el límite, estableciéndose
sobre el lírnite inferior ó más próximo, si el blanco se acerca,
y á la inversa si se aleja. Como e comprende, no se considera enmarcado
el blanco sino cuando el último de los brazos de la tenaza
se estableció con el alza del límite hacia el cual marcha el objetivo,
pues de lo contrario podría franquear ese límite mientras se
dispara el segundo proyectil.
La amplitud de la tenaza variará con la velocidad del blanco:
si se la adopta muy pequeña no habría tiempo de disparar bastantes
proyectiles sobre el límite escogido antes de que lo franquee
el blanco. Por esto en el tiro de campaiia la amplitud de la
tenaza será de 200, 400, 6oo metros, según que el blanco marche
al paso, al trote ó al gal pe, es decir, á razón de 1 oo, 200~
300 metros por minuto.
Esta regla se j u tifica por las con ideraciones siguientes. La
posición más probable del blanco dentro del marco en el cual se
le encierra estará siempre en B, ósea la mitad del espacio que separa
las trayectoria MA y lv.t' A' de los dos límites de la tenaza
(fig.). Si e')ta ú ltin a midit:re 200 metro , el blanco será batido
por los disparos p rcutantes hechos sobre el límite hacia el cual
avanza durante el ti~mpo que emplee en franquear roo metros,
es decir, un minuto si lo hace al paso; y como con la artillería
moderna en el fuego ~obre blanco múvil se pueden disparar tres
tiros por minuto, el resultado será satisfactorio.
M'
Dirección del movimiento
~----
.A'
-~~~------~--~----~ -------------- --·············--·····-·-·-· ...... ························ojj"'············ ....................... _ ...................... -
A
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Mas si el blanco se moviere al trote (caballería), á 200 me-
·tros por minuto, sólo emplearía medio minuto en salir del marco
de 200 metros, y dentro de éste á lo sumo recibiría dos disparos,
por lo cual, para mantenerlo mayor tiempo bajo el fuego, sin tener
que modificar el alza, se duplica la amplitud de la tenza, elevándola
á 4-00 metros, y así se consigue que el blanco reciba tres
pro}ectiles de cada cañón. Si se m u e ve al galope, es decir, á razón
de 300 metros por minuto, hay que triplicar la tenaza.
Se nota que el blanco ya salió del marco cuando se obtiene
un disparo largo t"ntre los hechos con el alza del límite menor, y
recíprocamente.
En el tiro de campaña no se envían nunca más de 4 á 6 proyectiles
sobre el límite escogido, antes de que resulte uno de sentido
contrario, á menos que el blanco cambie la dirección de su
marcha, se detenga ó disminuya la velocidad del movimiento. Empero,
sea de ello lo que fuere, desde que un disparo resulta en sentido
contrario, dando la señal de que el blanco acaba de franquear
el límite sobre el cual se tiraba, se hace una descarga con las piezas
que estaban listas, y se modifica el alza variándola una tenaza
en el sentido conveniente, para lograr un nuevv marco y continuar
el fuego conforme queda dicho.
En el instante en que hay certeza de que fue franqueado por
el blanco el límite inferior, se puede ventajosamente, antes de modificar
el alza, acortar el tiro (blanco que se acerca) á la manivela,
en una cantidad conveniente, variable con la rapidez del blanco.
La disminución que indica el Manual de tiro es de ! de vuelta si
el blanco se mueve al paso, {- de vuelta si al trote, y 1 vuelta si al
·galope. De esta regla resulta, de ordinario, que la descarga de las
piezas listas caerá unos 15 metros adelante del blanco. En efecto,
á las distancias medias del combate, } de vuelta (2 milímetros de
alza) equivale á unos 50 metros, y como es preciso ~ de minuto
para hacer una descarga percutante, en ese tiempo el blanco habrá
recorrido 35 metros.
límite corto de la tenaza
\
1
1
35m. ¡
1
1
:oB
I 5 metros;
1
1
t ! de vuelta
50 metros
1 ..¡.
Alza de la descarga
Si hay campo para hacer más de 4 á 6 tiros sobre uno de los
límites de la tenaza, seguramente el blanco se mueve con má¡
lenti ud de la supuesta, ó cambió el sentido de su marcha ó hi7o
.alto. En todos estos casos hay que buscar un marco, se le encie-
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{86 BOLETm MILITAR
rra dentro de 1 oo metros, si es preciso, y si se adquiere la certidumbre
de que hizo alto, se procede en seguida cotno si se tratara
de tiro percutante sobre blanco fijo.
En el tiro de campaña sobre blanco móvil una sección-guía,
colocada en una de las alas, se encarga especialmente de buscar los.
marcos, y las otras dos reglan su tiro sobre el de ella.
Movimi~nto d~ sentido incierto ó desconocido; tiro d~ vigilancia~
A menudo es dificil darse cuenta con la vista, y aun con el binóculo
ó el anteojo, del sentido exacto de la marcha del blanco, á
menos que no esté muy próximo ó sea posible tomar puntos-guías
~n el terreno.
B Cuando el blanco se mueve
oblicuamente con respecto á la
línea de tiro, pueden producirse
las tres circunstancias de un blanco
B que se aproxi]Tla, de otro B''
cuyo movimiento es incierto, ó
de un tercero B" que se aleja
(fig.). Si se ignora la dirección de
la marcha ó se torna incierta, se
enmarca el blanco con una tenaza
de I oo metros (tiro de campaña))..
se adopta el alza del medio de esa + + + batería tenaza y se ejecuta un tiro d,
vigilancia, que consiste en aumentar
en 50 metros el alza, después de todo disparo corto observado,
ó disminuírla en la misma cantidad, después de un0 largo, y
conservarla sin moJificación cuando se da en el blanco. Si en un
momento cualquiera dos aumentos ó disminuciones de 50 metros
no hacen cambiar 1 sentido del desvío, se concluye que el blanco·
se aproxima ó se aleja, según el caso: de3aparece entonces la indecisión
y se procede como queda dicho.
En el tiro en atrincheramientos, sobre blanco móvil, se hace
de ordinario uso de la carga completa y la puntería directa: la
amplitud del marco es de un salto (4 tenazas), si se mueve al paso,
y de dos saltos; si lo hace al trote; pero por lo común y para mayor
sencillez se adopta como amplitud del salto Iomm de alza
(unos 200 metros) para las distancias inferiores á 2,ooo metros y
20mm (300 metros) para las más grandes.
La batería se divide en dos secciones, compuesta cada una
de la mitad de las piezas: la una hace fuego sobre el límite tan
luego como se obtiene el marco conveniente; la otra dispara por
descargas, apenas aquél franquea el límite, con el alza correspondiente,
disminuída ó aumentada en un medio salto, según que el
blanco se acerque ó se aleje de la batería. En seguida todas las
alzas de la batería se disminuyen ( ó aumentan) en un salto para
Yolver á hallar el marco del caso y continuar el tiro sobre el límite ..
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BOLETÍN MILITA.."& 487
El blanco se desplaza transversalnunte.-Si el blanco se mueve
perpendicularmente á la línea que lo une con la batería, se hace
una conveniente corrección del desvío moviendo el ojillo del lado
hacia el cual se mueve el blanco (lado á donde deben dirigirse los
disparos). El valor de esta corrección depende de la velocidad del
blanco, del tiempo que transcurre entre el momento en que se
levanta el apuntador y la llegada del proyectil, y de la longitud de
la línea de mira natural.
El cálculo se efectúa del modo siguiente, para el cañón de
90m 111 por ejemplo:
Se tira á 2,000 metros, con una batería, sobre una tropa que
marcha transversalmente hacia la derecha á razvn de 100 metros
por minuto. El tiempo que transcurre desde el momento en que
se levanta el apuntador hasta el en que parte el disparo no puede
ser menor de 5'; la duración del trayecto para la distancia dicha
es de 5·5'· Entre el momento preciso en que el apuntador se separa
del ojillo de mira y la llegada del proyectil al terreno median,
pues, unos 1 o segundos, durante las cuales el blanco se habrá mo-
.d I 00 X 10 6 * · · h · 1 1 o
60
1 metros, y por constgUlente para enr o es
preciso desplazar el ojillo hacia la derecha un nútnero de milíme-
. 1 ... 1 6 X o.So · d 8 1 1 · d d 1 1" d tros 1gua a = 7•m, s en o om o a ongttu e a 1nea e
2,000
mira natural. Esta corrección sería doble para una velocidad de
200 metros, triple para la de 300, y en cambio habría que reducirla
á 4 si el blanco se moviera oblicuamente, formando un ángulo
de 45° con el frente de la batería.
Además, si se admite que el tiempo transcurrido entre el
momento en que se levanta el apuntador y el en que el proyectil
1lega á su dest" no, es proporcional al alcance (lo l{ue, en tesis general,
es exacto), el espacio que durante ese tiempo recorre el
blanco también será proporcional al alcance, y por lo tanto el cálculo
indicado puede aplicarse á todos los alcances.
Cuando el blanco se mueve oblicuamente á la línea que lo
une con la batería, que será el caso más frecuente en la guerra, la
corrección, en teoría, debe variar con el grado de aquella oblicuidad;
pero prácticamnete no es posible determinarla sino por el resultado
de los primeros disparos. De antemano puede ordenarse
una corrección de ensayo., apreciada partiendo de la que correspondería
á un movimiento rigurosamente transversal. A veces
puede mejor~rse la dirección sin cambiar el desvío, aumentando ó
disminuyendo el intervalo entre el mandato tal pieza y la orden
fuego.
• Es tan sencillo aplicar el procedimiento al cañón de montaña, merced~ los
elatos que encierran las tablas de tiro, que no necesita explicaci6u alguna para
efectuarlo.
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4:88 BOLETÍN .MILIT A.R
Tiro fusante sobre blanco móvil -Este tiro también se ejecuta
conform~ á las reglas anteriores. En una batería de campaña la
·sección-guía se conserva percutante, y por medio de ella se determina
la posición del blanco y la dirección de su marcha para obtener
los marcos convenientes. Las otras dos secciones, reglándose
sobre la anterior, hacen descargas de proyectiles fu antes.
En el tiro sobre uno de los límites es, de ordinario, en el momento
mismo en que el blanco llega al límite hacia el cual se
mueve cuando recibe la descarga de los fuegos fusantes, porque es
preciso algo más de un minuto para preparar y hacer la de carga, Y~
el bl¡nco emplea igualmente un minuto en recorrer la mitaJ de la
tenaza dentro de la cual se le tiene cogido. Aun en el caso más
desfavorable en que el blanco en vez de hallarse en el centro se
-encuentra próximo á uno de los límites de la tenaza, en el instante
en que se determina ésta, las de~cargas fusantes enviadas un minuto
despues tendrán cierta eficacia, por más que corre pondan
á una trayectoria media muy larga ó muy corta, en cosa de unos
cien metros. En tiro en trincheras, media batería determina las
posiciones sucesivas del blanco, y la otra media hace las descargas
del caso.- (Concluir a)
PARA LOS TRANSPORTES EN CAMPA~A
Hace poco meses algunas revistas militares dieron noticia de
un folleto, en el cual el Capitán del Ejército argentino, D. Camilo
Trapani, de cribe "el carro estratégico de una rueda,, por él ideado,
apto, según el autor, para marchar por cualquier clase de terreno
y á aires vivos; y como dicho carro podría ser de gran utilidad á
las tropas de infantería, tanto p.tra el transporte de municiones
como para el de útiles de zapador, creemos oportuno dar á los lectores
de la Rev :sta Técnica idea del mencionado invento que, de
confirmar la práctica los halagüeños resultados que el autor espera,
habría resuelto un problema tan difícil como trascendental
para el ejército.
Las partes esenciales del carro son: la rueda, los armones y
y cajas, los varales y el aparejo para el enganche del animal.
La rueda es de fresno, de 1.50 metros de altura, con llanta
de acero efe 0.20 metros de ancho. Esta rueda puede descomponerse
en cuatro trozos, facilitándose así su transporte, sujetándose
los ocho rayos á la llanta por medio de tornillos.
El eje de la rueda e3 de acero, y en sus extremos descansan
dos brazos del mismo metal, los que por intermedio de l;¡ caja
de grasa y de los muelles correspondientes, sostienen los armones.
·Estos son de chapa de a lu mi ni o de o.o 1 o metro:; de espesor,
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DOLE~l'ÍN MILITAR 489
de forma piramidal, midiendo en la base inferior 1.10 metros 1
I en la superior, con una altura de 0.50 metros y anchura 0.20,
sujetándose por medio de tornillos á los tirantes y piezas que les
sirven de sostén. Las cajas, que son del mismo material que los
armones, descansan sobre ellos, colocándose á un lado y otro de la
rueda, fijándose por intermedio de unos ganchos, consiguiendo con
gran rapidez la m1niobra de montarlas y desmontarlas. Para amortiguar
el efecto de los choques, las cajas y armones van forrados
de corcho, existiendo detrts de ambos un resorte de forma de espiral.
Debajo de los armones hay dos bastones de acero, especie de
ten te-mozos, que sostienen el carro en las paradas ú al desengancharlo.
Las varas son de tubo de aluminio, en nú.mero de cuatro, dos
derechas y dos curvas, asegurándose á unas uñas de acero con resortes
que lleva en su centro el carro, y combinadas de un mododice
el autor-que aunque se caiga el animal no puede volcar el
vehículo. En ]a parte exterior, anter\or y posterior de los armones
van colgados de ganchos, picos, palas, zapapicos y hachas.
La longitud total del carro hasta la extremidad de las varas
es de 2. ¡ 5 metros; la altura 1. so, y la anchura 0.95, siendo el pec;o
total 7 46 kilogramos. .
Cada armón lleno de municiones pesa 70 kilogramos (peso
muerto) + 240; en total, 310 kilogramos; y cada caja 40 kilogramos
(peso muerto) + 150 kilogramos próximamente .
• * *
La idea de la rueda única no es nueva, y ya en el carro de
municiones de compañía, ensayado en los Estados U nidos, y que
describimos en nuestros artículos sobre municionamiento de la
infantería en el combate moderno, se aplica al desarmar dicho
carruaje para poder salvar obstáculos ó marchar por terrenos muy
accidentados, conduciendo dos soldados cada medio carruaje (una
rueda y dos cajones).
Lo difícil de conseguir en el problema que trata de resolver
el Capitán Trapani, es la perfecta estabilidad del vehículo y buenas
condiciones de equilibrio para disminuír ó anular la tendencia al
vuelco, al marchar por terrenos quebrados ó por malos caminos
con fuertes rampas, inclinación transversal y curvas pronunciadas,
y á decir verdad, la lectura del folleto no lleva al ánimo del lector
la persuasión de haber logrado el inventor (á pesar de la disposición
de los armones que hace que esté muy bajo el centro de gravedad),
no obstante afirmarlo y asegurar que puede, sin inconveniente
alguno, cargarse el armón y cajas de uno solo de los costados
sin que peligre la estabilidad.
Siendo el peso de la rueda y piezas de suspensión de los armones
y cajas inferior á 400 kilogramos, y elevándose á dicha
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4.90 BOLETIN MILl'l'AR
cifra el de la carga del armón y cajas de un lado, puede asegurarse
que estando vacías uno y otras de un costado y cargadas al máximo
las del otro, la vertical trazada por el centro de gravedad del
conjunto se hallará fuera ó muy próxima al extremo de la llanta *
saliendo de ella, seguramente, cuando d terreno tenga inclinación
en sentido transversal ó en curvas muy pronunciadas, recorridas
con alguna velocidad, pues en este caso hay que componer el peso
del carruaje con la fuerza centrífuga desarrollada, dando una resultante
que tiende á volcar el vehículo.
Aparte de esto, el esfuerzo de tracción que tiene que desarrollar
el animal para el arrastre del carro, elévase á r,soo kilogramos
próximamente (706 de peso bruto y cerca de 8oo de sobrecarga),
cifra exagerada, Ja cual no se compagina bien con la
condición de poder marchar por caminos dificiles y á aires violentos,
1? que siempre se traduce en un aumento en el esfuerzo ne ~
cesan o.
Mucho desearíamos que los inconvenientes que nosotros
vemos no existieran, y que Ja práctica demostrase la bondad del
carro descrito, con lo cual habría prestado un importante servicio
al Ejército el joven Capitán de la República Sudamericana.
EDUARDO GALLEGO RAMOS
:m:r.. OONOOIMililN-I'O DEI. 'rl!lRP.l!lNO
Conformes están todos los publicistas militares de que si algo
hemos de conseguir en la lucha, ha de ser dominando el conocimiento
del pa.ís con quien tratemos de combatir; esto es en alto
grado beneficioso para el invasor, y de ello tenemos evidente demostración
en la guerra franco-alemana del 70-7 r.
Pues bien, se nos ocurre preguntar: ¿nosotros tenemos conocimiento,
ya que no perfecto, siquiera general, de nuestro país?
creemos que no, y ya que por nuestra desgracia no podemos aspirar
hoy más que á rehacernos, debíamos concretarnos á aprender
lo mucho que de lo propio ignoramos.
Las tropas que ocupan una región de nuestro territorio son,
gener.llmente, las que han de operar en ella, ó á lo menos á esto
hemos de tender en la organización, para que los Cuerpos conozcan
el país en que operan.
En este sentido encontramos altamente provechoso el que
los Cuerpos de las citadas regiones se penetrase-n, en tiempo de
paz, del conocimiento topográfico del país y llegasen á dominar
su geografía, y de ésta sus más pequeños detalles.
• Puede demo trarse e ta consecut>ncia con ayuda del cálculo gráfico 6 del
analítico, de los cnale prescinde el autor.
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BOLETÍN MILITAR
Podría argu1rsenos que la Oficialidad varía, y por lo tanto
~sta labor s~ría constantemente alterada ó infructífera; á esto contestaremos
que la generalidad de los Cuerpos, por no decir todos
sufren poquísimas variaciones, puesto que los Jefes y Capitanes,
por lo menos, llevan en ellos algún tiempo, bien por convenien
cias particulares, bien por otro cualquier motivo, y los Oficiales
subalternos que á ellos van destinados, generalmente de ellos n
s~ mueven hasta su ascenso á Capitán, puesto que su destino á
tal Cuerpo lo gestionan por sí mismos.
Descartado este inconveniente, veamos la forma en que debería
hacerse la instrucción: el Estado Mayor podría entregar á
cada Cuerpo un mapa de la zona que se le asignara en la provincia
ó región, mapa en que se detallasen hastresante de nue•tra
historia.
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BOLE1.'ÍN MILITAR 493
compuesta de los tres grandes Departamentos de Venezuela, N ~e va
Granada y Ecuador, á cada uno de los cuales se rcservab~ su gobierno
particular. El General Bolívar, que había estado presente en Guayana
á este acto, el 17 de Diciembre de 1819, dudó que yo me adhiriese á
él, ya porque recordaba mi conducta en Ca5anare respecto de la reserva
hecha en favor de la Independencia de la Nueva Granada, como porque
tenía presente que á pocos días de nuestra entrada en Santafé, en
Agosto, quiso reunir una ju11ta de los padres de familia para que resolviesen
unirse á Venezuela, á lo que me opuse con tan poderosas razones,
que logré hacerlo desistir del proyecto ... Sin embargo, Bolívar me
remitió la ley fundamental con una carta suya, y otra de Zea, en que
desenvolvían todas las ventajas de la unión, excitándome á que la reconociese
y obedeciese. Yo, lejos de ser enemigo de esta unión que concentraba
los recursos y daba unidad al mando para acabar de libertar el
país del dominio del Rey de España, era su partidario, pero deseaba
que no se hiciera centralizando absolutamente todos los poderes y todas
las provincias; que la acordaran los representantes del pueblo legítimamente
congregados, y sobre todo que tuvieran parte Caracas y el Ecuador.
Luégo que recibí la ley fundamental, reuní á todos los empleados
principales, ciudadan J s notables y autoridades de toda especie para
enunciarle las ventajas de la unión y exigir su adhe ión á ella: fácil
fue ohtenerla, estando de por medio toda la influencia de Bolívar, y el
vehemente deseo de asegurar la Independencia: todos prestamos obediencia
al acto del Congreso de Guayana, con la condición de que se
examinara por los Representantes de la República para ratificarlo, modificarlo
ó anularlo debidamente. Bolívar, de regreso de Guayana, recibió
con júbilo en la provincia del Socorro el acta de nuestro 'econocimiento
y obediencia á la nue a ley fundamental, y me contestó en
los términos lisonjeros y satisfactorios que se ven en su nora oficial.
• Oficio." Excmo. efior: La acb de reconocimiento que Y. E. ha celebrado co11
los prócere de Cunuinamarca, del Gubien10 y Repúblictl de Colombia, c. el c:el!O
de nuestra liuertad: es el t(tulo de inmOJtpiné por la unidad central de Colombia cuando ventilaba la cuestión
el Congreso constituyente. Bolívar me manifestó su resolución de irse
á la campafia del Sur renunciando la presidencia; le cbligaba á ello su
convicción de no poder gobernar con la constitución decretada por el
Congreso, su genio que lo llamaba al campo de batalla, y los disgustos
ue le habían causado pcrsonalm~nte en algunas sesiones del mismo
Congreso. No pude, ni debí convenir en que no acepta~e la presidencia,
é hice todos los esfuerzos imaginables por disuadirlo de tan fatal
esolución. Al fin me intimó que la aceptaría si yo aceptaba la vicepresidencia,
y de ningún modo en el caso contrario; á tan fuerte condición,
de la cual me hizo un grato recuerdo en carta de Lima, que
~xiste en mi poder, yo no debía resistir; aceptamos nuestros nuevos
destinos, y prestamos el juramento correspondiente; él partió de Cúcu-a
para Bog tá á disponer los preparativo de su campaña: y yo empecé
á ejercer las funciones del Gobierno auxiliado de los conocimientos y
.. espetabilidad de los Secretarios nombrados á solicitud mía, y para
c::uya admisión los había interesado particularmente •.
N o es posible escribir en unos apuntamientos la historia de la Ad ·
ministración ejecutiva de Colombia. Grandes sucesos sobrevinieron duante
los seis años que la presidí: la organización del país, la pérdida
de Maracaibo y Santa Marta, y su inmediata recuperación, la ocupación
de Puerto Cabello, varios combates navales de feliz resultado, el recoocimiento
de nuestra independencia por los Estados Unidos del Norte
y la Gran Bretafia, el envío de cónsules de Francia y Holanda, la libertad
del Perú y Bolivia, y qué sé yo cuántos otros de más ó menos
~rgbierno. ue tras desavenencias, que fueron
de corta duración, provinieron de la contrariedad de nuestras opiniones
sobre la forma de Gobierno: yo sostenía la Constitución de Cúcuta,
porque a í lo había prometido con un juramento solemne; él la censuraba,
porque así Jo creía conveniente al pro comunal. Nosotros debatimos
la cuestión pÓr la imprenta, y dejamos correr mutuas personalida<
Jes. Bolí\'ar, aferrado á la unión central, que había sido su proyecto
favorito desde bien atrás, sostenía de mi lado la contienda, hasta que él
mismo me aconsejó terminarla en bien del país. Se terminó, efectivamente,
por una explicación franca y verbal gue tuvimos á solicitud
suya, y por mi parte fue tan ingenua, que conferí á Narifio 1a Comandancia
general del Departamento de Cundinamarca. Su edad, sus padecimientos
desde 1794 y sus enfermedades, lo condujeron al sepulcro.
Pruebas d· un alma elevada y enérgica había dado en el transcurso de
muchos afios de persecución, para atribnír á aquellas diferencias tan
pasajeras la apertura de su tumba. Abandonado en la campafia de Pasto
d 18 I 4 por varios de sus Jefes, y traicionado por algunos de sus amigos,
N ariño conservó la mayor serenidad para hacerse superior á tamafio
Í11fortunio •.
Carta autografa del Gener
Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 148", -:-, 1900. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691064/), el día 2025-06-06.
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