A~O lll Bogotá, .Diciembre 30 de 1899 NUM.132
--~·~~--
ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO
Duu:cToR AD-HONOREM, FRANCISCO J. VERGARA Y V.
Coronel, Miembro de la Sociedad Colo m l)iana de Ingenieros
Son colaboradores natos de este periódico todos los Jefes y
Oficiales del Ejército de la República
OFICIAL
(r.o DE DICIEMBRE)
por el cual ae asigna un sobresueldo
El Preridente dt la Repúblüa
En uso de la facultad que le confiere el artículo z.o de la Ley 39
de 1896,
DECRETA:
Artfculo único. Háccse extensivo al Jefe Civil y Militar y demás
Jefes militares que hacen la guarnición de Girardot, lo dispuesto en el
Decreto número 452 de 19 de Septiembre del año en curso, por el
cual se aumenta en un veinticinco por ciento (2 5 por Ioo) el sueldo
de la citada guarnición.
§. El presente Decreto surtirá sus efectos desde esta fecha.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 1.0 de Diciembre de 1899.
Por delegación del Excmo. Sr. Presidente,
Ei Ministro de Guerra,
¡osÉ SANTOS
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642 BOLETÍN MILITAR
ORDEN DEL CUERPO PARA HOY 19 D.Ii DICIEMBRE DE 1899, EN
BOGOTA
Art. 7 5· Los Jefes, Oficiales y tropa del Cuerpo Politécnico
lamentan profund=tmente la muerte del distinguido militar francés
Sr. Capitán Paul Saint Víctor Sabarthez, miembro de la M1sión
Militar é Instructor de este Cuerpo; consideran irreparable esta
pérdida por haber sido el Sr. Sabarthez estricto cumplidor de su
deber, modelo de caballeros y una de las inteligencias mejor cultivadas
que han venido á nuestra Patria, á ponerse al servicio del
adelanto del Ejército. La Compañía de Zapadores, debidamente
uniformada, estará lista para e u todiar el cadáver tan luego como
llegue á esta capital, y los Oficiales lo acompañarán por turno esta
noche. El Batallón concurrirá mañana á las I 1 a. m. á tributarle
los honores de ordenanza.
El primer Jefe, ANTONIO LA VERDE R. - El segundo Jefe,
DANIEL EsTEYEz.
OA~~PAMEN~O :CE :aOOO~A
O~ DEN GEN' ERAL PARA HOY SABADO 23 DE DICIEMBRE DE I 899
Servicio
Art. 607. Por orden de la Comandancia en Jefe del Ejército
se recuerda á todos los militares en servicio activo, los límites del
campamento de Bogotá, que son :
Por el Norte: partiendo del edificio del Panóptico, en línea
recta hacia el Occidente, hasta cortar el camino de Engativá, abajo
del Cementerio, en el punto en donde llega el camino que viene
del camellón de San Victorino ;
Por el Occidente: partiendo del punto anterior, y siguiendo
el camino que se citó últimamente hasta el camellón de San Victorino,
y de este punto, en línea recta, hasta el paso de Fucha en la
vía para Tunjuelo;
Por el Sur: partiendo del punto últimamente citado en línea
recta hacia el Oriente, hasta la piedra de San Cristóbal ; y
Por el Oriente: desde el último punto dicho, siguiendo hacia
el Norte la carretera del Aguan ueva, hasta el chon o de Padilla, y
de aquí, en línea recta, hasta volver al Panóptico.
En consecuencia, se hace presente que para traspasar los
límites anteriormente citados, es necesario p·asaporte expedido por
la autoridad competente.
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JlOLETÍN MILITAR 643
EAT.'\LLON POLIIJ:'EONIOO
Conferencias de los Oficiales de la Misión Francesa
NOCIONES DE TOPOGRAFIA
(Continuación)
§ 2-MEDICIÓN INDIRECTA DE DISTANCIAS
Anteojos e.~tndimétricos y e.ste~dias
Principio de la utadia-Sea (figura 43) h y H las longitudes .A B y
.A' B' interceptadas por dos visuales sobre dos reglas verticales t..:olocadas
á las distancias O L=d; O L' =d' del ojo O de un obsuvador. Tendremoi:
de donde
Si se quiere calcular á D, el valor de esta distancia se deduce de la
medición de las tres longitudes d, H y h. Pero si dos de estas tres
cantidades son constante , la tercera variará proporcionalmente á la
distancias. Por consiguiente, para calcular á D se pueden construír tres
clases de insLrumentos llamados estadías:
Primera clase, D y h constantes y conocidos, JI variable.
Segunda íd. d' y H íd. íd. h íd.
Tercera íd. h y H íd. íd. d íd.
En todos los casos el valor de la variable multiplicado por una
cantidad constante dará el valor de D.
Pueden realizarse estas tres clases de estadías con dos miras colocadas
en .AB y A'B'.
Pero si el conjunto de la mira AB y del punto O se reemplaza
por un instrumento en el cual sea fácil medir d y h, tendremos lo que
se llama un instrumento diastemométrico.
Estos instrumentos, para dar mediciones exactas, tienen que estar
formados de un anteojo llamado estndimétrico, con el cual se mira una
regla llamada estadio. En estos anteojos la retícula está formada, además
de los hilos centrales, por otros dos hilos paralelos, horizontales 6
verticales, cuya distancia es fija ó variable. N o podemos describir ahora
estos instrumentos cuyo manejo se enseñará prácticamente.
Bastará decir que, ordinariamente, en los anteojos empleados en
topografía, la distancia des constante y los hilos paralelos están fijos;
la escadi'a es una mira parlante en donde se lee la distancia interceptada
por los hilos. Con los instrumentos de estadi;.~ variable (primera cla-se),
multiplicando la lectura hecha por una cantidad conocida ~ , que
se llama tÍt1gulo micrométrico, se calcula la distancia. Si los hilos paralelos
son variables, la estadía tiene dos planchas ó dos líneas de fe á
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644 BOLETÍN MILtT.AR
distancia constante. Con los instrumentos de estadia fija (segunda clase),
para calcular á d se mide la distancia de los hilos, y se multiplica esta
distancia por una constante (dX b). Muchas veces los hilos variables
se reemplazan por escalas micrométricas, trazadas por procedimientos
fotográficos en un vidrio colocado en el plano de la retícula y en donde
se leen directamente las distancias.
La precisión de las estadías fijas cambia con las distancias medidas,
y es siempre inferior á la que se obtiene con e'itadias variables.
Los instrumentos de la tercera clase tienea una exactitud menor.
Así son algunos telémetros, que examinaremos en el estudio de los reconocimientos
militares.
Reducción al horizonte-Con los instrumento5 estadimétricos, se
mide casi siempre la distancia según la pendiente; y para hacer el plano,
se necesita hacer la reducción al horizonte. Si las estadías se colocan
perpendicularmente á la visual, lo que puede realizarse por medio
de un colimador puesto en la estadía, y con el cual el ayudante mira
el objetivo del anteojo, la reducción se hará como se ha indicado anteriormente,
multiplicando por cos ex. la lectura hecha en !a estadía ó
empleando una escala de reducción al horizonte.
Escala de proyección-Pero si se coloca verticalmente la estadía,
se lee S'CJ"', en lugar de ST (figura 44).
Tenemos sensiblemente:
ST =S'CJ'' cos ex., y la proyección horizontal buscada será:
.A B = S :r (OJ ex.-= S' 'l' (OJ 'cx.-
Por consiguiente, se hará la corrección multiplicando la distancia
leída en la estadía por el cuadrado del coseno del ángulo ex. del declive.
Para hacer la multiplicación, se emplean las tablas de logaritmos
6 las reglas de calcular, ó una escala llamada escala de proyección, análoga
á la escala de reducción al horizonte.
Se construyen esas escalas del modo siguiente (figura 45):
Sea .AB la escala gráfica del plano; se traza una circunferencia
tangente á .A B en el punto medio D y se unen los puntos A y B con
el punto e diametralmente opuesto al punto D. Sea DO E un ángulo
igual al doble del ángulo a. del declive considerado.
Trazando la paralela Ebda á la línea .AB, se obtiene en ab el valor
de A B X co¡'cx.. En efecto tenemos:
ab cd co+od R+R-cos 2 a. t+cos'a. ,
AB = en= OD = zR = ---z--= cos a.
de donde a b=AB Cos2a.
Haciendo la misma construcción con diferentes valores del ángulo
ex., y uniendo el punto C con las divisiones de la escala gráfica, se obtiene
la escala de proyección.
Para obtener la distancia con que se debe construír el plano, en
lugar de tomar la distancia leída sobre la estadía en la escala gráfica
del plano, bastará medirla en la paralela á la escala gráfica corr.cspondiente
al ángulo del declive. (La paralela Ea corresponde al ángulo a).
Anteojos analáticoJ-En los anteojos estadimétricos, el punto correspondiente
al punto O (ojo del observador en la figura de demostración
del principio de la estadía), es el foco prinéipal anterior del objetivo,
y la distancia medida es la distancia de la estadía á este foco prin-
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'BOLET.fN MILITAR 645
cipal. Pero lo que se busca es la distancia de la estadía al eje del mstrumento.
Entonces hay que corregir las lecturas.
Puede hacer e la corrección:
I." Aumentando la distancia medida con ]a estadía en una cantidad
conocida y constante para el mismo instrumento (distancia del eje
del instrumento al foco principal anterior de] objetivo).
2. 0 Empleando estadías corregidas. En efecto, reduciendo una de
las divisiones en una cantidad que represente, en la estadía, la cantidad
constante precedente, todas las lecturas resultarán aumentadas en esta
cantidad, siempre que la divisiÓn reducida se halle entre las imágenes de
los hilos. Ordinariamente se hace la reducción en una di visión correspondiente
á la altura media de los instrumentos, sea poco más ó menos
á la altura de 1m40.
3. 0 Empleando anteojos tma!áticos, que, por medio de ~n lente suplementario,
hacen coincidir el punto fijo O con el eje vertical del instrumento.
Casi en todos los anteojos estadimétricos de los instrumentos
de Topografía se ha adoptado este ¡::erfeccionamiento inventado por
un oficial de ingeniería, italiano, el Sr. Porro.
l11strumentos steJJaláticds-Llámanse stenaláticos ó autorreductores
los instrumentos que permiten leer inmediatamente en una estadía colocada
perpendicularmente á la visual, la distapcia reducida al horizonte,
con la cual desde luego puede construírse el plano, sin hacer operaciOnes.
C.APITULO IV
llfedición de ángz,los
Los ángulos necesarios para establecer la planimetría, son los formados
por las proyecciones horizontales de las líneas del terreno; el mayor
número de los instrumentos que vamos á estudiar, permite medir
directamente al ángulo de las proyeccione:, horizontalc ; sin embargo,
algunos 1rvcn para medir los ángulos en el plano que forman las direcciones
en el e pacio.
Los in trumentos de medir ángulos pueden dividir e en tres clases:
I . 0 Instrumentos gJiiográjico.r para construír directamente en el
dibujo los ángulos de la proyeccionc horizontales.
2.0 Instrumentos q•¡e dan los ángulo· de las proyecciones de cada
dirección con el meridiano magnético. El fundamcn to de esta clase de
inscrumcn t(IS es la propied1d de la agllja imanada.
3.0 ln'trumentos gJtiométricos q•tc miden directamente, por medio
de visuales, el ángulo formado por dos direcciones ó por sus proyecciones.
La medición de ángulos verticales se estudiará con los procedimientos
de la ni velación.
SECCIÓN . l.
]nstrttmnJirJJ gJIÍ?grájicos-Pitmchetas y alidadns
Los instrumentos goniográficos son las planchetas y Jos aparatos
que exige su empleo.
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EOLE'I'Í.N MILITAR
CAMPAÑA EN EL RIO MAGDALENA
Segunda parte -Relato oficial
(Conclusión)
647
INFORME que pre,;enta el Sr. General Comandante General de la Flotilla de gue:-ra
del río Magdalena á S. S. el Ministro de la Guerra.
Sr. Ministro:
Cumplo el deber de presentar á S. S. informe sobre la campaña
realizada por la Flotilla de guerra del río .l\1agdalena, que
puso bajo mis órdenes el Sr. General Comandante en Jefe del
Ejército del Atlántico, el día 20 de Octubre último.
Fl?tilla-Han compue to la Flot:IIa de guerra las siguientes
naves convenientemente armadas y tripuladas: cañonero Hércult-
s, vapores C'Jlombia, Bísrn"lrt.k, tVfanut la Aycardi, Miguel Samper,
Zea, Enrique, M a r!Ínez Bossio, Flora, Arztioquia, Peñ.asblancas
y Alicia. En el cañonero Hérculn está situada Ja Comandancia
general de la Flotilla; en el vapor Antioquia la segunda Comandancia,
ser vi da ésta por el Sr. Coronel D. A urelio de Castro. Los
vapore Fhra y Peñasblancas están destinados especialmente al
servicio de avisos.
Campaña y combate de Gamarra - En las primera horas del
día 20 del mes próxitno pasado, fui llamado por el Sr. Comandante
general de la 3·a Divi s ión del Ejercito permanente, con el carácter
de urgencia. Este alto empleadcJ me informó que había
estallado un movimiento revolucionari con graves caract -res;
que los alzado. se habí an apo derado, en los p a tios d e la Compañía
Colombiana tle '1 ransporte , de la draga C r i st óbal C olón, vehículo
poderoso que indudablemente pre taría á la rebelión s e rvicios de
grande itnporta ncia, y que con el obj e to de embotellar e l cañonero
Hércules y los otro buqu e s de Jo Cllales pudiera s ervirse el (,..obierno,
habían hundido en el c :J ño q11e pone en comunicación á
Barranquillz con el río, la tambi é n pode rosa draga Ayacucho. Al
mismo tiempo era de pn ... vc · rse guc }r) rebeldes se hub1eran apoderado
de Jos vapores mer antes que surcaban para ese día la parte
baja del río.
Et Sr. General Comandante general de la 3·a División quería
utilizar mi servicios no sólo como partidario l..:::al y convencido
del Gobiern l e gítimo, sino también mis conocimientos y
práctica en ingeniería y navegación. Ant e todo era urgente é indispensable
remover el poderoso ob tciculo, colocado en la 1nitad
del caño; obstáculo que, er concepto de ingenieros extranjeros,
no desaparecería ino mediante una labor que demandaba tiempo
y elementos apropiados. Apartándome de ese concepto, pedí al Sr.
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648 BOLETÍN MILITAR
Comandante General de la 3·a División que pusiera á mi~ órdenes
el cañonero Hércules, y dirigiéndome en él hacia la draga
hundida, logré, después de dos horas de rudísimo trabajo y mediante
operaciones que encontraréis descritas en el diario respectivo,
hacer desaparecer el obstáculo con que la rebelión había querido
destruír la rapidez de nuestros movimientos de ataque ó defensa,
ó reducirlos á su última expresión (*).
Investido el Sr. General Comandante general de la 3·· División
del mando en Jefe del Ejército del Atlántico, tuvo á bien
confiarme, en la mañana del 20 de Octubre, el mando de la Flotilla
de guerra del río Magdalena, y aceptado el honroso encargo,
situé la Comandancia general en el cañonero Hércules. En seguida
ordené que se armara en guerra el vapor Colombia, y dejé ejecutando
esta operación á mi sahda del puerto de Barranquilla, á las
4 y 30' p. m. del mencionado día 20. Era ante todo preciso enterarse
de los movimientos de los rebeldes, así como de los elementos
con que contaban, y á toda máquina seguí aguas arriba, llegando al
puerto de H eredia á las 7 a. m. del día 21. Allí se me informó lo
siguiente por persona amiga : los rebeldes contaban con los vapores:
draga Cristóbal Colón, Elbers, Cisneros, Barranquilla, Elena y
Gieseken Ringe. Añáda: e á ellos el Antioquia, apresado en el puerto
de Marengo la noche de] 19. A todo golpe se dirigían los rebeldes
aguas arriba, y en seguida de obtener aquellas noticias, retrocedí á
Calamar con el objeto de ponerme en comunicación con el Sr. Jefe
Civil y Militar del Departamento de Bolívar, así como para activar
el blindaje del vapor Colombia, que encontré ya en ese puerto.
Quería, además, dejar tiempo para que los rebeldes tomaran una
resolución sobre los numerosos pasajeros que conducían los buques
mercantes apresados, entre los cuales se encontraban señoras y niños.
Más tarde supe que esos pasajeros habían sido dejados en
Zambrano
En Calamar recibí te! grama del Sr. Jefe Civil y Militar del
Departamento, acon ejando que para atacar la flotilla enemiga se
aguardaran refuerzos de Barranquil1a. En Consejo de Oficiales generales,
compuesto del suscrito y los Generales D. Elías Rodríguez
y D. Ignacio Folíaco, se trató el punto, y el Consejo fue de
opinión, previa exposición de razones, que debía continuarse inmediatamente
la marcha sin aguardar aquellos refuerzos. Comunicada
esta resolución al Jefe Civil y Militar, éste se adhirió á ella (**).
( ) Sobre este detalle descansaba el plan de la revolución. L. D.
•' Ojlcial-Urgente-Cartagena, 21 de Octubre de l899
General D. de Castro-Calamar.
Como anuncian que venían vapores Lafaurie y Manuela .Aycardi espérelos para que
suba con los cuatro buques juntos. General Vélez y Román aquí conmigo. Ciudad bien
inspirada. Jefe Civil y Militar, GÓMEz PÉRF..Z
(Véase la página siguiente)
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BOLETÍN MILITAR 649
Comprendí claramente que la flotilla rebelde llevaba dos objetivos:
esperar en Puerto Nacional ó Bodega Ocaña fuerzas de
Santander en número suficiente para marchar luégo sobre Barranquilla
ó subir á marchas forzadas hasta Puerto Wilches, donde
blindarían sus naves poderosamente, haciendo uso de los rieles.
Logrado cualquiera de los dos objetivo~, la rebelión hubiera tomado
grande incremento, y había que impedir á todo trance la propagación
c-lel incendio.
A marchas forzadas seguí, pues, sobre los rebeldes, y acaso me
hubiera sido posible darles caza antes, si el vapor Colombia hubiera
tenido mayor velocidad como lo verá S. S. más adelante.
Al mismo tiempo que remontaba el río, ocupábame en el restablecimiento
de las líneas telegráficas, destrozadas por los rebeldes;
en volver á sus puestos las autoridades legítimas desconocidas,
y en levantar el entusiasmo de nuestros amigos, quebrantado por
las f?lsas noticias que propagaban á su paso los rebeldes. Llegué á
Magangué el dí2. 23 á las 4 y 50 a. m. Lugar es éste donde la
rebelión encontró terreno propicio para desarrollarse: allí hizo sus
primeras víctimas; de allí sacó recursos nada despreciables. La autoridad
rebelde huyó á mi llegada.
El día 23 me ocupé en verificar ciertos trabajos en el cañonero
Hércules, para poner en mejores condiciones de ataque la
artillería. Al efecto hice desmontar la ametralladora Colt del lugar
en donde la encontré ituada, para colocarla sobre la casilla de los
prácticos, donde, por razón de la altura y mayor radio de acción,
sus fuegos fueran mortíferos y decisivos sobre los buques enemigos,
por blindados que e tuviesen.
Creo que á esta medida corresponde, en mucha parte, el éxito
obtenido en el combate <.le Gamarra. En la noche del 24 la lucha
con la flotilla enemiga, si ésta e encontrabaen Puerto Nacional ó
Bodega Ocaña, era inmhente. En e a expectativa retrocedí en
bu ca del vapor Colombia, el cual necesitaba como elemento estratégico
y no alcanzaba á divisar siquiera. Con pena me enteré de
que tenía un daí1o su maquinaria, motivo por el cual lo encontré
fondeado frente á C.1imital á las 5 y 30 p. m. ·rransmití las órdenes
é instrucciones necesarias para que el daño fuera reparado
en seguida, y continué aguas arriba, pareciéndome divisar á ?OCO
el buque Mosca, enemigo que después supe lo era el Gieseken
Ringe.
El terrible combate se empeñó á las 1! y 30 p. m. del día 24
y terminó á la I y 30 a. m. del día 25. Los buques enemigos eran
siete: draga Cristóbal Colón, Elena, Cisneros, Antioquia, Barranqui-
Urgente-Ojicial-Cartagena, 21 de Octubre de 1899
Generales Diego A. de Castro, Rodríguez y Folíaco-Calamar.
Aplaudo vuestra resolución de partir inmediatamente en busca flotilla rebelde, tomada
en Consejo de Oficiales generales. Tengo plena confianza en el triunío.
(Firmado), GóMn Piazz.
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650 BOLETÍN MILITAR
lla, Elbcrs y Gieseken Ringe. Los nuéstros apenas dos: el cañonero
Hércules y el vapor e,¡, nbia. El plan de ataque y defensa, el parte
detallado, lo informes r..:11didos por los jefes de las naves nuéstra~
que entraron en batalla, el croquis de ésta y el cuadro de distancias,
todos estos docume : Jt ')~ los encontrará S. S. adjuntos al presente
informe, debidJ.m ... nte autenticados y numerados.
No me tocJ, c:ertamente, apreciar L.ts consecuencias del triunfo
obtenido por las armas nacionales en el combate de G-amarra;
mas sin inc:urrir en inmodestia, puedo asegurar á S. S. qu~ al no
hab~r sido de:>truídJ totalmente, c:.>:no lo fue, la flotilla rebeld:!, la
guerra habría tomado proporciones gigantesca·, y la Co>t1 atlánticJ.
cor. ido gran peligro. Al día siguiente de aquel de:;calabro de
los reb:ld.:s, se presentaron á Aguachica, lugar qu~ dista de Puerto
Nacional y Bodega Ocazía cuatro leguas, los Jefes de ellos, Generales
Durán, Lvpeira y G..1ray, con 6::>J hombres, s~=> de ellos
bien armados, que venían á reforzar la flotilla por orden de uno
de los Jefes de la rebelión, Dr. Julio A. Vengoechea.
No habiendo enemigo que vencer en el río, y juzgando necesaria
la bajada de la flotilla, dispuse contramarchar á Barranquilla,
encontrando en el tránsito el resto ~e aquella que no alcanzó á
tomar parte en la batalla de Gamarra.
Despachado de nuevo por el Sr. General Comandante en Jefe
del Ejército del Atlántico, salí del puerto de Barranquilla el día 30
del m~:> pn)xuno pasado, para realizar los movimientos de que he
dado cuenta á S. S. desde Puerto Berrío.
Servicio qu~ presta la Flotilla - A mi retaguardia quedan:
el vapor .Antioquia, que monta el segundo Comandante de la
Flotilla, Coronel D. Aurelio de Castro, y el vapor Manuela Aycardi,
haciendo el servicio de cruceros entre Puerto Nacional y
Boc.1s del Lebrij2.. El objeto de esta mediJa es el siguiente: el
rebelde Hil..trio Meneses se encuentra en el río Lebrija con numerosas
partiJa:; armadas y apoder<:~do de las lancha de vapor de
la Emprc'i:l. d-.. Transporte· de S to, cometiendo los m1yores atropello$
y violencias. Es nece:>ario destruírlo si intenta salir, como
lo hiz ya una vez, al río Magdalena. Juzgo conveniente que de
Bucaramanga salgan fuerzas que batan e:>te impenitente rebelde.
El vapor M7rtÍn¿z BJssio salió de BoJega Central el día 6 del
presente á las 5 y 30 p. m., con destino á Barranquilla, conduciendo
al Sr. Dr. D. José Manuel Goenaga G., Jefe Civil y Militar
del Departamento de Bolívar, y fuerzas organizad.1s en Antioquia
al mando del Coronel Laureano García. Los vapores Zea y
Migud S.unpcr hacen el servicio d~ cruceros entre Sitionuevo y
Girardá, puntos estratégicos, situado el uno en la ribera del Departamento
del i\1agdalena, \ el otro en la de Bolívar; servicio que
se presta con el objeto de impedir que los rebeldes de uno y otro
Departamento se presten mutuos auxilios ó se concentren en una
sola región, como p:1.rcce ser su objeto vi ible. El vapor Alicia, que
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DOLI!~1'ÍN ~IlLI'l'AR 651
su be á marchas forzadas, encontrará orden mí a en Puerto Berrío,
de ponerse á órdenes del Sr. Gobernador de Antioqui;J . .El aviso
Ptñasblancas está á órdenes del Jefe Civil y Militar de i\1agangué,
Coronel Santiago Alvarez, quien siguió en él á Sucre y Majagual,
á levantar fuerzas.
El aviso Flora sirve de comunicaci¿n e!ltre Calamar y Barranquilla,
pues la línea telegráfica entre estos Jos lugares aún no
se encuentra restablecitla. El vapor Bísmarck queda encargado del
transporte de brigadas que se destinan á la movilización de.fuerzas
sobre la Provincia de Ocaña.
Elementos dd enemigo-En el combate de Gamarra se hundi6,
como Jo verá S. S. por el respectivo parte, la draga Cristébal Colón
y fueron apresados los vapores Elena, Cisntros, Elbers y Barranquilla.
El vapor Antioquia, que en momentos de la acción salió en fuga
aguas a bajo, fue apresado por la retaguardia de nuestra flotilla, y
por sus condicione~ de solidez y velocidad lo hemos utilizado en
nuestro servicio. El vapor Gieuken Ringe, que salió aguas arriba
también en fuga, fue abandonado por Jos rebeldes en Bodega Central,
y sus tripulantes lo echaron aguas abajo, entregándolo tambien
á la retaguardia de nuestra flotilla.
La draga Cristóbal Colón pertenecía al Gobierno Nacional, y
de su usufructo gozaba la Compañía Colombiana de Transportes,
en virtud de contrato celebrado entre ésta y aquél para la limpia
y ct~nalización del río Magdalena. El vapor Elena perten('ce á la
Compañía Fluvial de Cartagena, empresa americana. Los vapores
C:sntros, Barranquilla y Elbers son propiedad de la Compañía
Colombiana de ·rransportes. El vapor Antioquia á los Sres. Machado,
Grau y Compañía, y el Girseknz Ringe á la Empresa Alemana
de Navcg~ción Fluvial. También fue tomado por los rebeldes
en J\lagangué, y luego abandonado, el vapor Magdalena, igualmente
de la Colombiana de Transportes.
Con honrosas y contadas excepciones, ayuellos vehículos fueron
entregados por sus tripulantes voluntaria y Pspontáneamente
á los rebeldes, pasando aquéllo á de. empeñar, una vez armados en
guerra, las mismas ó má altas funciones que desempeñaban antes
en los buques mercantes. Me permito llamar muy especialmente
la ~:tcnción de S. S. sobre tan grave cuestión, porque si dichos
tripulantes, a í corno todos los revolucionarios empleados en las
emprc.as de tranc:porte, no reciben un castigo ejemplar y severo,
las guerras volverán á ser endémicas en Colombia, y habremos retr:>
ccdido "á los luctuo.os tiempos de la anarquía organizada."
Me permito igualmente recordar á S. S. que el Sr. General
D. Rafael P cye Jict<) en la guerra de 1895 un Decreto sobre
policía de nc:vegaciün y ferrocarriles, en su ct~rácter de Comandante
en Jefe del Ejt:rcito dd Atbntico, río Magdalena y Santander,
que fue debidamente ar,rob;Jdd por el Supremo Gobierno. En
ese decreto se dispuso que los e m pleacios de naves .ó ferrocarriles
que entregaran voluntariamente dtchos vehículos á los rebeldes,
co o LA REPlJBlfCA
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652 BOLETÍN MILITAR
serían ju'l.gados y castigados como traidores, y que al ser tomados
aquéllos nuevamente por el Gobierno, se reputarían botín de guerra.
U na comisión eacargada de investigar rápida y enérgicamente
la responsabilidad en que hayan incurrido tales empleados, sería
convenientísirna, pues de otra manera la lentitud de los proceso,
ordinarios y las contemplaciones indebidas harían casi inmuneaquellos
graves delito;; contra la seguridad del Estado y la paz pública.
Contrayéndome especialmente á la Com,pañía Colombiana
de Transportes, diré á S. S. que tengo una alta idea del espíritu
de imparcialidad y respeto á las autoridades legítimas de que está
animado el Director de ella, D. Jacobo Cortíssoz; pero el jefe de
los talleres de esa empresa el Sr. Alejandro M'Causland, si ha
estado públicamente en inteligencias con el Sr. General Uribe
Uribe, según consta de manifestaciones insertas en El Autonomis·
ta, firmadas por dicho Sr. M'Causland y por todos sus subalternos.
Bajo el pretexto de asociación industrial, formó un Club político
al que concurrían todos sus obreros; de lo1' talleres alejaba
sistemáticamente á los que eran partidarios del Gobierno, alegando
incompetencia ú otro cualquier motivo. Todo eso puedo asegurarlo
á S. S., porque como ingeniero mecánico, desempeñé las mismas
funciones del Sr. M'Causland en la Compañía Colombiana,
bajo la administración del finado Sr. D. López Penha J r.
En los talleres puestos al cuidado del Sr. M'Causland, y al
calor de sus fraguas, se forjaron las herramientas que hundieron la
draga Ayacucho, y aun hay quien asegure que el remedo de cañón
de que se sirvieron los rebeldes en la Cristóbal Colón.
{/olores-Los fondos de que ha dispuesto la .Fotilla de guerra
han sido manejados con escrupulo:sidad y orden por los Contadores
de los respectivos buques, con las mismas riguro;;as formalidades
que en tiempo de paz, sin que haya intervenido para nada en tales
opcracione e ta Comandancia g~ncral.
Peticion de empleados y gu~rnición dd "Hércules"-Adjunta
en copia encontrara S. S. una solicitud que me han dirigido los
empleados y g;uarni i6n del cañonero Hcrcules, que he pa. ado al
Sr. General Jefe de Estado Mayor general del Ejército, debidamente
apoyada, y que recomiendo al estudio de S. S.
C'Jnclusión-Creo haber correspondido á la confianza que en
mí depositó el Sr. General Comandante en Jefe del Ejército del
Atlántico, como el más alto representante armado de un Gobierno
ju to y honrado, al que reitero, por el honorable conducto de S. S.,
la protesta de mi inquebrantable adhesión.
Dios guarde á S. S.
El General Comandante general de la Flotilla,
D. A. DE CASTRO
A bordo del cañonero Hércules, La Dorada, 10 de Noviembre
de 1899
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:bOLET:fN MILITAR 053
SECCION DOCTRINAL
SEGÚN LOS RUSOS*
Arreglado para el Boletín Militar
ÜFENSIVA **-Los exploradores reconocen la posición del enemigo,
y del conjunto de informes que ellos suministran, y, si es posible,
de lo que el jefe ha visto por sí mismo, deduce el plan á que habrá de
sujetar el ataque. Bajo la protección de la vanguardia el asaltante toma
la formación de reserva, y luégo, LUando se dan las órdenes definitivas,
la formación de combate. La vanguardia p:1sa directamente del orden
de marcha á la formación de combate. En tanto que el grueso se reúne,
el jefe da las instrucciones del caso á sus subordinados inmediatos, quienes
se habrán agrupado en torno suyo: él les indica el fin que persigue;
designa cuáles unidades constituirán la línea de combate y cuáles las
reservas; determina las misiones particulares que pueden incumbir á
ciertas unidades de la línea de combate; les hace conocer el emplazamiento
previsto para las reservas, el punto ó puntos de reunión, el lugar
donde se aparcarán las cajas de cartuchos, y el sitio que él ocupará
para dirigir la brega; señala, además, cuál unidad marcará la dirección
y qué medidas rleberán tomarse para garantizar la seguridad de los flancos.
En una palabra, para los rusos el combate ofensivo presupone dos
períodos perfectamente distintos: el preparatorio y el del asalto.
Es de observar que si la tropa que ataca es de corto efectivo, lo
mismo que la vanguardia de una mayor, adopta la formación de combate
desde el principio, de suerte que sólo las grandes unidades pasan
por la formación transitoria de rettJJi ÓJJ, á menos que no se trate de una
batalla de encuentro, en la cual debe tomarse á cualquier precio la
iniciativa de las operaciones.
a) PreparaciÓJI del tlJa!to-Las compa!ÍÍas destinadas á formar la
cadena avanzan en línea desplegada ó en columna de sección por el
flanco. A z,ooo pasos del enemigo se forman en una sola fila, y á partir
de tal momento ganan terreno á un paso lento y calmado, no deteniéndose
á hacer fuego sino cuando blancos favorables se les presentan
en su camino. Al llegar á una distancia de 1 ,ooo á 1,400 pasos de la
pos1ci6n del adversario, rompen el fuego si excepcionalmente no lo hubieren
ya principiado. Esta primera enzarzada será á veces bastante
• Hace algunos años el General Skugarevski, partidario del fuego, y los Generales
Puzyrevski y Dragomirow, partidarios del choque, suscitaron en la prensa militar una
viva polémica, la que obligó al Gobierno á nombrar una Comisión que elaborara un
proyecto de reglamento, el cual, experimentado en 1896, revisado al año siguiente, y sometido
de nuevo á la práctica, será en breve reglamwto oficial para 13 instrucción de las
tropas. Caracteriza á este reglamento la no admisión ele movimientos rctrógraclos
para pasar de una formación á otra y que los desplazamientos y cambios de dirección se
ejecutan por el flanco, ó sea se han llevado las cosas á su m1yor sencillez, sin cuidarse
de los ceremoniosos movimientos que aún existen en otros ejércitos.
•• La formación de combate comprende la línea de combate y la reserva. La primera
se subdivide en cadena y rcsPrvas de batallón; la segunda en resenas esper.iales y
r~serva generul. Las distancias ó intervalos serán tales, que cada cual pueda socorrer al
vecino, en un momento dado, sin perjud1car las evoluciones de los demá•.
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654: BOLETÍN MILITAR
a~a!orada para que la cadena requiera un refuerzo en hombres y muniCIOnes.
Entre tanto el Jefe habrá completado sus disposiciones definitivas
para la lucha formal, y la dirección podrá ser fijada ya con acierto y
definitivamente. En seguida los cambios de posición se harán por regla
general en toda la línea y de un modo simultáneo: si el terreno fuere
cubierto ó dobl ~, las secciones se plegarán para avanzar con mayor comodidad,
y cuidarán de ligarse entre sí por soldados dichos de tontxión;
se evitará el empleo del paso gimnástico á fin de ahorrar á las tropas las
fuerzas que exigirá el asalto, pero esto no impide que cuando así convenga,
unas compañías ganen á la carrera una nueva posición de avance,
para salvar los sitios peligrosos, en tanto que otras, en la anterior, manúenen
el tiroteo: estos movimientos por escalones, que son la excepción
de la regla, se ejecutan sólo por las compafiías que tienen al frente
una posición ventajosa. Cuando la nectesidad se impone, en especial
en tropas muy quebrantadas por el fuego enemigo, el movimiento de
avance se ejecuta hombre por hombre; este sistema, que propuso hace
años el General francés Lewal, quien lo llamó de insinuación, muy práctico
en los ejercicios, puede serlo mucho menos en el campo de batalla,
donde la energía de oficiales y clases tendrfa que vencer el instinto
de la conservación que se desarrolla de un modo especial en el hombre
aislado.
Los altos de la cadena serán lo más corto y lo menos frecuentes
posibles. El General Dragomirow ha prohibido terminantemente á sus
tropas doblar la rodilla ó echarse á tierra durante esas detenciones, observando
que si herir á un hombre no es cosa fácil, en el polígono, desde
que se tira á más de 300 pasos, lo racional es apresurar la marcha
en el combate hasta reducir la di s tancia que separa á los contendores.
A fin de favorecer el movimiento de avance, á menudo se destaca sobre
el flanco una fuerza que ocupe una posición ventajosa y tire sin cesar
mientras la cadena avanza, y que suspende el fuego tan luego corno lo
rompe esta última.
A 500 pasos del enemigo, el fuego será ya tan intenso como sea
posible; las reservas habrán avanzado en las forma ciones que las expongan
lo menos que se pueda al tiro del enemigo: compañías en columnas
de sección par el flanco, al tresbolillo 6 en escalones, 6 bien desplegadas,
con las filas abiertas y las secciones al trcsbolillo. Las tropas de
reserva de una misma unidad se reúnen hasta doude sea factible, y la
reserva general avanza tras la posición m1s débil de la cadena, 6 hacia
el punto elegido para el ataque decisivo. La diHancia que separa las
reservas de la cadena será siempre inferior ~ la que exista entre ésta y la
línea enemiga, regla de sencilla aplicación, que facilita la utilización bien
entendida del terreno, abre campo á los movimientos de la reserva y
procura seguridad á los tiradores de la cadena.
b) .Asalto-En el momento en que el fuego está á punto de terminar
su obra las reservas se juntan á la cadena, sin mczclarst con ella si
esto fuere posible: llegó el turno á la bayoneta; las filas se cierran, las
secciones forman grupos compactos, los tambores y cornetas tocan á la
carga, resuenan las músicas, el objetivo es conocido de todos, y en este
¡nomento la consigna de jefes, oficiales y soldados es avanzar de: frente,
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:BOLETÍN MILITAR 655
8in preocuparse por lo que pasa á sus lados. La marcha se ejecuta á un
paso rápido, vivo, nervioso, tratando de alinearse la tropa sobre los que
van más ade!ante y se hace fuego al marchar si el asalto no se da desde
muy cerca. El General Dragornirow dice á sus soldados: "avanzad
por enjambres durante la preparación por medio del fuego ; agrupaos
para el ataque á la bayoneta: la bofetada se da con el puño cerrado y
no cou los dedos abiertos."
El ataque á la bayoneta no se produce forzozamente al mismo
tiempo en todos los puntos de la línea ; cada compañía debe tratar de
alcanzar al adversario lo más pronto posible ; al grito de hurrah ! lanzado
por un jefe repetido por los oficiales y sargentos ¡::rimeros y en
seguida por los soldados se lanzan éstos sobre el enemigo á paso de carga
repitiendo la voz con acentos prolongados.
La persecución será enérgica en extremo, y esta faz del combate
también resulta marcada de un modo especial: el fuego que se emplea
en ella es el fuego rápido. Hasta el momento decisivo se conserva disponible
una porción de la reserva, á fin de hacer frente á los contraataques
posibles del enemigo.
Cuando el asalto fracasa, la retirada se ejecuta á paso calmado y
en el mayor orden; tiradores aislados se detienen, dan media vuelta,
disparan su fusil y en el acto tornan á reunirse con la cadena: las fracciones
que encuentran posición conveniente hacen alto para contener
un tanto al enemigo con sui fuegos y se protegen mutuamente en 8U
retroceso.
El progreso ha sido evidente en Rusia, porque antes de 1881
cualesquiera que fueran el terreno y las circunstancias, el combate
debía desarrollarse del mismo modo, por lo cual el General Skugarewiski
hacía al reglamento entonces en vigor las siguientes objeciones:
1.0 , invariabilidad en las disposiciones; 2..0 , falta de reconocimiento
previo; 3.o, cadena muy débil y por lo mismo preparación insuficiente
con el fuego, refuerzo prematuro de ella y mezcla inevitable de la8
unidades; 4.0 , uso constante de los saltos sucesivo'> por pequeñas fracciones
para el avance á partir de la distancia fija de I,ooo pasos. En la
actualidad los exploradores reconocen la pocisión adversa, desde el
principio se despliegan compañías enteras á fin de obtener la superioridad
del fuego, se evitan los avances por pequeñas fracciones y se deja
campo á la iniciativa inteligente de los oficiales.
DEFENSIVA-La defensa de una posición entraña igualmente dos
actos sucesivos: en primer término hay necesidad de quebrantar al adversario
por medio del fuego, y en seguida es preciso responder á su
asalto con un contra-ataque. Al principio, si el terreno lo permite y la
defensa dispone de más de un batallón, adelante de la posición se
ocupan ciertos puntos para obligar al enemigo á que se despliegue y revele
sus intenciones. Las tropas á las cuales se confía esta misión, cuidarán
de no dejar que el enemigo se les aproxime mucho, porque entonces
podría penetrar tras ellas á la posictón propiamente dicha. Esas líneas
avanzadas pueden á menudo concentrar el combate sobre puntodistinto
del escogido de antemano por la defensa y casi siempre perturbanel
fuego de las tropas que ocupan la línea de resistencia formal. Las fuerzas
q uc constituyen la línea avanzada con frecuencia quedan expuestas á
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BOLETÍN MILITAll.
un destrozo casi seguro, y la historia menciona muy contados casos en que
el procedimiento haya dado buen resultado, lo cual no obsta á que los
rusos lo conserven; y en verdad que cuando es posible emplearlo como
se debe, contribuirá de modo eficaz á la victoria.
Tan luego como se conoce la direcci6n del ataque, una cadena
de tiradores, tan densa como lo permita el terreno, ocupa el linde de
la posici6n organizada defensivamence, y las reservas se establecen más
cerca que en la ofensiva. Sobre tropas enemigas en mnvimiento el fuego
se hace con intensidad, la cual disminuye si se trata de fracciones que
han hecho alto, y sobre todo si están abrigadas: la intensidad llegará á
su máximum cuando el adversario está pr6ximo, y si éste se lanza al
asalto la cadena ejecuta el fuego de repetici6n (rápido) 6 tira por desct~
rgas; las reservas, acercadas Jo más posible durante la brega, y que
habrán permanecido en orden cerrado: no emplean sino la última de
esas dos clases de fuegos, lo que parece difícil en la práctica á causa
del ruido que producirá el fuego rápido de los tiradores. Puede suceder
que el fuego, á pesar de su intensidad, no detenga el asalto del enemigo,
siendo preciso entonces proceder al contra-ataque.
En el momento en que las tropas del adversario van á penetrar en
la posici6n, la cadena y parte de las reservas, íntimament' reunidas,
se arrojan sobre aquéllas á la bayoneta; otras fracciones tratarán de caer
sobre una de las alas de aquél. A decir verdad, el momento en que se
lance el contra-ataque depende de la naturaleza de la línea de defensa:
si es tál que sea fácil introducir el desorden en las filas enemigas en el
momento en que penetran en ella, se deja llegar esta oportunidad, los
defensores retroceden un poco, envían al adversario un par de descargas
á boca de jarro, y en seguida lo atacan á la bayoneta. Si la posici6n
no favorece ese desorden, el contra-ataque se ejecuta antes de que
el asaltante llegue á la línea de defensa.
Si el contra-ataque resulta eficaz, cadena y reservas persiguen al
enemigo á balazos y se preparan á rechazar un segundo a alto, aun
cuando de ordinario el asaltante, muy quebrantado con el esfuerzo anterior
y fa] to de reserva, no pensará en renovar e 1 gol pe: el defensor
debe aprovechar esas vacilaciones y pasar resueltamente á la ofensiva.
En la instrucción es preciso llevar al ánimo del soldado esra idea: que
el mejor medio de defenderse es atacar: las masas, lo mismo que el
hombre solo, á la vez que resisten deben estar listas para coger al vuelo
la ocasi6n que se les presente para asestar algunos buenos golpes.
Por lo común el ataque de frente no será el principal: fracciones
de la cadena 6 de la reserva, que rebasan la línea de combate, á
veces dispuestas en escalones, intentan movimientos envolventes sobre
una 6 sobre ambas alas. La defensa debe cuidar, por lo mismo, no dejarse
arrastrar á extender su frente con exceso y vigilar los movimientos
de flanco que el enemigo pueda tentar á cubierto, para lo cual forma
martillos 6 zigzags defensivos, y mejor aún, dirige fracciones de la reserva
sobre el flanco de las tropas que intentan el movimiento envolvente.
Cuando el asaltante obtiene la victoria, una reserva de escaso
~fectivo protege la retirada¡ la cadena 6 los tiradores utilizan para
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hacer fuego las posiciones sucesivas que le ofrezca el terreno (•).: Si se
trata de los tiradores, éstos se unen á la cadena tan luégo como han
disparado.
ÜP.!RACIONES DE NOCHE-Las operaciones nocturnas se confían á de,._
tacamentos de poca fuerza. En la ofensiva el orden de marcha se conserva
el mayor tiempo posible y no se dispara; llegado el momento
del despliegue, éste se hace en grupos com!'actos; en gran número se
emplearán las patrullas para vigilar los flancos y enlazar las tropas; por
medio de linternas !>e marcan los puntos que indique el jefe, en especial
los setialados para plazas de reunión y donde se situará él para recibir
partes y expedir órdenes. No se lanza el grito de bttrrab! sino al
caer sobre el adversario y la tropa se prepara á rechazar todo retorno
ofensivo del defensor.
La defensa observa los mismos principios, y además en las noches
de luna y á pequeñas distancias emplea los fuegos por descargas.
EL FUEGO Y EL CHOQUE-Natural es ahora averiguar las ideas que
tienen los rusos sobre la parte que en la lucha corresponde tanto al
fuego como á la bayoneta.
La bala-El fuego á cortas distancias es el elemento á que se atribuye
la acción más seria en la 1 ucha. Los jefes tratan de ob[ener una
completa disciplina del fuego, de apreciar con exactitud las distancias
é indicar los objetivos del tiro con toda claridad. Los jefes de batallón
tienen la dirección del fuego; en las compañías el oficial que manda
los tiradores de la cadena resuelve si se emplea el fuego á discreción 6
el de descargas y señala el objetivo de acuerdo con las órdenes recibidas;
los jefes de sección (sargentos) indican el alza, dan las voces de mando
del caso y reglan la velocidad del tiro: si observan cansancio en los
soldados suspenden el fuego por unos instantes; los cabos cuidan de
la buena colocación del alza, de la utilización racional de los abrigos y
del terreno, y de que los soldados no disparen sin apuntar. Los oficiales
aprecian las distancias principalmente con el binóculo-telémetro Souchicr,
de que existe un ejemplar en cada compañía.
Los fuegos que se usan en el combate son los individuales y los de
descargas. Los individuales pueden ser lentos 6 rápid~s; los fuegos por
descargas se ejecutan por sección y se usan á todas las distancias, pero
no se emplean sino cuando la tropa puede oír distintamente las voces
de mando respectivas. Además, las tropas en formación cerrada sólo
tiran por descargas, en tanto que si las filas se han abierto, cabe
también el tiro rápido. Evidentemente los rusos reaccionan contra
las primeras impresiones que en ellos dejó la guerra de I 877 y 1878,
y reconocen los peligros á que conduce el uso de las descargas por todo
y para todo; de seguro recuerdan la máxima de Napoleón: "Frente
al enemigo el único fuego práctico es el fuego á discreción," y aun
entre ellos ya hay algunos militares que afirman no ser ciertos muchos
de los fuegos por descargas mencionados en las relaciones de las guerras
modernas.
~·) Eatos puntos, tanto en la ofensiva como en la defenaiva, deben ser previamente
reconocidos por oficiales de Eatado Mayor para aprovecharlo• mejor-L. D.
a
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BOLETÍN MILiTAR
El fuego individual lento se emplea contra toda clase de objetivos
hasta soo pasos de distancia, hasta I,ooo cuando se trata de grupos, y
á mayor lejanía sólo sobre las formaciones vulnerables. Los mejores tiradores
se dedican exclusivamente á hacer fuego sobre los Estados Mayores,
los jefes, abanderados, y todos los demás objetivos análogos, cualquiera
que sea la distancia y el efectivo de tales blancos. A un toque
de silbato cesa el fuego, y Jos tiradores vuel venJa vista hacia su jefe.
En tesis general, los fuegos rápidos preceden inmediatamente al asalto.
La importancia relativa que se atribuye á los objetivos, hace que se
escoja éste de preferencia á aquél, dejando en segundo término la probabilidad
que haya de herirlos. Los que en un momento dado constituyen
un obstáculo para alcanzar el designio perseguido en ese mismo
instante, ó bien amenazan convertirse en un peligro serio, son mirados
como los que interesa herir de preferencia. N o se abandona un objetivo
por otro sino después de haber concentrado el fuego sobre el primero
durante un cierto tiempo.
En la ofensiva las baterías enemigas son por lo general los primeros
objetivos favorables que se presentan al asaltante; en seguida el
fuego se dirige sobre la cadena adversa que las fracciones designadas
tratan de envolver; las tropas del enemigo que lleguen á dejarse ver en
formaciones cerradas son blancos que nunca se debe descuidar acribillar
á balazos; antes del ataque á la bayoneta el fuego se concentra
sobre el punto que es preciso conquistar.
Naturalmente la defensa se encuentra en mejores condiciones que
el ataque si se trata de la elección de los objetivos para el tiro: de preferencia
elige las baterías del adversario y las tropas en formaciones
compactas; sobre la cadena enemiga no dispara sino cuando sus movi mÍI'!
ntos ó altos se ejecutan al través de terreno descubierto, pues fuera
de esos dos casos sólo algunos buenos tiradores dirigen sin cesar sus
proyectiles sobre dicha cadena. Cuando la artillería ele! agresor tiene
bajo su fuego una porción de la línea de defensa, se encarga á una fracción
de la cadena de responder á las baterías, y el resto dirige sus proyectiles
precisamente sobre las tropas enemigas que estén delante del
objetivo que haya elegido !.U artillería, y en verdad que de ordinario á
esas tropas se habrá encargado el ata'!ue principal. A menos de 6oo
pasos los objetivos se eligen únicamente en la cadena del adversario.
El número de cartuchos que lleva consigo cada soldado es superior
á lo que se acostumbró durante la guerra ruso-turca: se quiere
evitar la repetición de los numerosos accidentes que en las batallas de
esa lucha fueron consecuencia de la falta repentina de municiones en
el campo de batalla; pero en las maniobras los 'jefes cuidan de llamar
la atención sobre los gra,.ísimos inconvenientes que entraña el exagerado
consumo de cartuchos, en especial en la ofensiva. Los carros de municiones
deben situarse por lo menos á la altura de las reservas de regimiento:
de día banderolas rojas y de noche linternas verdes, permiten
distinguirlos fácilmente. Un oficial es encargado de satisfacer los pedidos
de municiones que le hagan los cuerpos y de dirigir los carros á
los emplazamientos convenientes.
Los jefes de las diversas sectore~ de la cadena (compañías) desta~
an dos 6 tres soldados hacia las reservas de batallón1 y en los batall<:>-
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BOLETfN MILITAR 659
nes se designan algunas fracciones que contribuyan al municionamiento
de la tropa: los soldados de esas fracciones se desprenden de la mitad
de las municiones que tienen en cartuchera, y un cabo retorna
con ellas y los soldados destacados para llevarlos á la cadena. El cabo
y los soldados no vuelven á reunirse á la unidad á que pertenecen. Las
reservas de batallón se reamunicionan en los carros, y cuando éstos
se han podido acercar suficientemente, los cartuchos para la cadena se
toman en los mismos vehículos.
b) La bayoneta-La parsimonia con la cual emplean los rusos sus
reservas en el primer período de la ofensiva, muestra de un modo claro
que esa infantería, aun cuando trata de obtener la superioridad en el
fuego antes del asalw, no acuercia á dicho elemento la confianza ni el
valer que le dispensan los demás ejércitos de Europa. No es raro en
verdad que en los campos de maniobras las reservas de batallón no entren
en línea sino á 500 y aun á 400 pasos del enemigo figurado, de suerte
que si suponemos que la división de infantería al pie de guerra empeñe
el combate con el mínimum previsto de reservas (7 batallones), podría
sucederque cosa de 6,ooo hombres, poco menos de la mitad de la división,
avance hasta 400 pasos del enemigo y aun hasta la posición de éste
sin haber hecho un solo disparo de fusil : de ordinario fSa cifra variará~
pues el su puesto queda hecho sobre el mínimum de reservas. Así pues,
para los rusos el aftlqlle á la bayoMta es no uno de los medios de obtener la
victoria, sino d elemtnto principal para conseguirla (•).
Por esto, en virtud del precepto dragomiroviano que dice que "en
la guerra no se hace bien sino lo que se tiene costumbre de hacer bien en
tiempo de paz," la instrucción del asalto en los campos de maniobras
adquiere una importancia de primer orden. Y la tarea es hermosa por
cierto para los que mandan: inculcar en el ánimo de oficiales y soldados la
convicción de que es preciso llevar el asa! to hasta su término, suceda lo
que suceda y sin mirar atrás ; enseñar á fijar con claridad el objetivo, á
coger al vuelo el momen co propicio para dar el asalto, á determinar instintivamente
las distancias á que debe tocarse á la carga, calar la bayoneta
y lanzarce á la carrera gritando hurrah .'; á dar todos el golpe,
como si se trata de un solo hombre, con energía, avanzando cada cual en
línea recta y sin vacilar. En el espíritu de todos se inculca la idea de
que el combate ha de ir ha · ta la bayoneta, y por lo mismo que la sangre
habrá de correr á torrentes.
La práctica más importante en esta parte de la instrucción es la
de los ataques atravesantes, preconizados por el General Dragmoirow
hace años y mirados con grande estima por la infantería rus 1.
Los ataques atravesalJtes se ejecutan escuadra contra escuadra,
sección contra sección, compañía contra compañía, etc., empleando
para ello como formaciones la desplegada ó la columna. Una compañía,
por ejemp1o, en línea desplegada, se sitúa á 400 pasos de otra,
avanza luégo rápidamente 1 oo pasos, hace fuego y continúa del mismo
modo hasta llegar á 100 pasos, los tambores tocan á la carga, á 50
cala bayoneta, á 30 grita hurrah! y se lanza al través de la compañía
• O como lo dijo Suvarow hace un siglo ''la bala ~s loca ; la bayoneta e1
aabia."--L. D,
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opuesta: en el momento del choque se tercian los fusiles La compafiía
que espera á pie firme responde al fuego que se le hace y continúa diiparando
hasta que tiene á la otra á so pasos, en el cual momento calabayoneta
á su turno y se lanza igualmente a ' través de las filas de ella gritando
burrah.' Los jefes y oficiales se esfuerzan por obtener de sus
soldados la mayor rapidez posible en el instante en que las tropas se
entrecruzan. El alto no se verifica sino cuando se ha rebasado so pasos
el sitio en el cual se suponía estaba el enemigo: en el momento del alto
todos cierran distancias sobre los que, durante la carrera, avanzaron
más terreno:" nadie se atreve á retroceder entonces un paso," decía
Suvarow, mirado en Rusia como el grande institutor del ejército, y
cuyo retrato cromolitográfico se ha distribuído á todas las compañías
de infantería por orden del emperador.
A primera vista parece que semejante procedimiento de instrucción
debe presentar grandes peligros; no hay tal cosa, en realidad los
accidentes son en extremo raros y á la objeción del peligro que entraña
ha respondido el General Dragomirow: ''N o ocurren accidentes en
la enseñanza del tiro, la esgrima, la gimnástica y la equitación?"
Los oficiales rusos practican gustosos los ataques atravesantes, y
afirman que es excelente sistema exigir lo más para obtener lo menos;
que tienen la inmensa ventaja de familiarizar al soldado con la impresión
que produce una masa de hombres que avanza á la carrera con
bayoneta calada, y que tal procedimiento está en armonía con el temperamento
del soldado ruso, al cual puede aplicarse lo que Art Roé
dijo de los franceses: "en la hora suprema en vez de impulso más bien
necesitan contención."
Por cuenta propia habremos de hacer ahora algunas observaciones
para insistir en doctrinas otras veces sustentadas en este semanario Desde
luego si se piensa que la famosa obra de J. Bloch, en que se afirma
que el ofensor será d!!struído en diez minutos en el campo de batalla,
se escribió en Rusia, y e'i un año anterior al mismísimo reglamento analizado,
no cabe duda que lo fue para la exportación como lo fueron
tantas instrucciones del Gran Federico, quien gustaba de burlarse de
los tontos que acudían á presenciar las maniobras sui generis de Postdam.
Además, charcas de sangre que han empapado nuestro suelo y aún
no se han oreado, confirman de sobra la razón de ser los ejercicios rusos
como único medio de templar á los soldados contra las cargas á arma
blanca, y demuP-stran cuán grande absurdo es el de enseñarles que los
fusiles de repetición han anulado para siempre la bayoneta, lo cual ha
producido y producirá siempre tremendas catástrofes. Por esta razón
aplaudimos de todas veras que el Ministerio de Guerra haya comparado
últimamente un gran número de fusiles Grass, únicos racionales para
armar nuestras tropas: por multitud de razones incontrovertibles hemos
condenado s1cmpre aquí el fusil de repetición, de calibre reducido
y bayoneta-cuchillo; un fusil que como el Grass puede recibir cargadores
de sistema conveniente, pól vera sin humo en su cartucho, tiene grande
alcance y calza proyectil y bayoneta que en realidad sirven para contener
una carga, es sin duda ninguna el fusil ideal para ejércitos compuestos
de milicianos y conscriptos.
En número anterior reproducíamos juicio tremendo de un jefe aiePlAA
~obre el ejército inglés, y el telégrafo lo ha confirmado plenamente
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BOLET.fN MILITAR 661
transmitiéndonos la noticia de los desastres que el ejército de Albión
sufre en la actualidad en el Africa austral, á pesar de la bala dundum.
Las lecciones de la propia casa y ele la extraña son demasiado elocuentes
para que las olvidemos: ¡:e nos impone cambio sustancial en ciertos
procedimientos de instrucción de las tropas; es indispensable gastar en
tiempo de paz algunos millones de cartuchos y algunos cientos de pesos
para ahorrar luégo al Tesoro millones de pesos como único medio de
que las guerras sean lo más breves y lo más lejanas posibles S ibis pacem
para be/lum.
1 1 ~·· 1 1
I.lilOOIONES :CE OEOO?w.f..F.t.f.. FISIOA
CURSO DEl. PROFESOR THOULET EN LA UNIVERSIDAD DE NANCY
Traducci6n libre, hecha para el Bolelí11 Militar
IJ-Na.chniento é infancia de la 1.ierra
La ciencia ha llegado á conocer, en sus rasgos principales,
la historia de la Tierra. Para llegar á semejante resultado estudió
pacientemente las varias capas roqueñas <:)u e forman la corteza
del globo; observó la superposición de ellas y comparó sus caracteres,
entre los cuales distinguió un cierto número que le permitieron
establecer un orden de sucesión y una clasificación por
grupos. Después de un examen atento de los fenómenos actuales,
procediend por inducción, con justicia atribuye las huellas leídas
en los terrenos antiguos á causas, si no idénticas, sí análogas á
las que hQy producen los mismos resultados. Los restos fosilizados
de seres vivos-plantas ó animales,-encontrados en las entrañas
de las roca , prestaron grandísimos servicios suministrando bases
seguras para :establecer el sincronismo de formaciones al parecer
distintas, y vicever a. Muchas veces se han comparado los fó iles á
las antiguas medallas y monedas, cuyo descubrimiento permite
fijar la época en que el suelo en cuyo seno se hallaron fue depositado
ó removido. A ese estudio de los fósiles se dio el nombre
especial de paleontología, que tiende á desaparecer: ~1 presente, á
causa de novísimos descubrimientos, la importancia del•estudio de
los restos del pasado crece de un modo extraordinario, y la paleontología
se tornó madre de dos ciencias, ó mejor dicho, vuelve á
las dos ciencias de que se la separó indebidamente, la zoología y
la botánica, con los nombres de paleozoología y paleobotánica, es
decir, zoología y botánica de los tiempos que fueron.
En efecto, antes, en las auroras cle la (zoología, creíase haber
conseguido un hermoso resultado, y lo era en verdad, cuando se
lograba catalogar algunos re tos de formas de origen orgánico
recogidos en las cantera y en las mir1as. Esta base creyóse firmlsima
en la plenitud del entusiasmo suscitado por tales descubrimien-
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662 BOLETÍN MILlTA:a.
tos y por la sagacidad con que el genio de Cuvier supiera sacar partido
de ellos; ninguna duda se abrigaba sobre frase tan célebre como
inexacta, nacida en ese tiempo y repetida por todos, á sab~r: "que
bastaba hallar el menor fragmento del esqueleto de un animal para
reconstituírlo íntegramente, cualquiera que fuera la complicación de
su estructura." Con gusto se habría reducido la geología á meras
aplicaciones paleontológicas: la presencia ó ausencia de una concha,
de un animal, bastaba para definir un terreno, para clasificarlo
y denominarlo. Nada más se exigía, y la facilidad, dicha
científica, se exageraba con el hecho de que los restos más
abundantes eran las conchas de moluscos, pues limitábanse los
clasificadores á apreciar vagamente su aspecto, á contar las
estrías ó rugosidades de su superficie, y sobre todo á darles un
nombre latino, sin preocuparse,¡ni aun sospechar siquiera los serios
problemas que suscita la presencia de esos restos en un terreno.
La gloria ardientemente buscada, porque se adquiría con gran
comodidad, de ser el padrino de un guijarro, de una plantct, del
más pequeño animalillo, ha causado no pocas ridiculeces, injustamente
cargadas á la verdadera ciencia. En una palabra, la paleontología
y la geología eran paleozoología y paleo botánica para el uso
de personas que poco ó nada entendían de zoología ni de botánica.
Las afirmaciones audazmente tranquilas de los poleontologista~,
con frecuencia suma desmentidas por estudios ulteriores,
cesaron sin embargo, poco á poco, de deslumbrar al mundv; numerosos
y á veces groseros errores despertaron la desconfianza del
público. Adem~s, el trabajo se complicaba y hacía menos fácil:
en un lote de huesos mezclados, pertenecientes á diversos animaIt>
s, aún mal conocidos ó desconocidos, resultaba tarea difícil hacer
la escogencia del caso para repartir á cada entidad lo que le pertene
cía, ó para con un esqueleto incompleto reconstituír entero al animal.
En efecto, para emprenderla se necesita nada menos que
saber anatomía comparada, tal como sólo la sabe quien la ha estudiado
largos años sobre los seres actuales, y de ellos remonta sus
investigaciones á los que ya no son: incumbe, como se comprende,
al verdadero zóologo ó al verdadero botánico, según se trate
de animales ó de vegetales. Cuanto á los géologos, bien que
nadie les • rehuse el derecho de auxiliarse con todas las ciencias
para alcanzar el fin que persiguen-el conocimiento de la historia
de la tierra,-nadie puede permitirles acomoden para su exclusivo
uso una zoología ó una botánica especiales, lo mismo que
les está vedado inventar una matemática, química ó física distinta
de las ciencias que debidamente llevan esos nombres. *
• Lo que el autor señala en u pattia como hístorh ya vieja, e aquí aún
p1·esente ¡ tanto así se ha de ·cuidado e ta clase de estudio . Veamos un ejemplo: re·
cieutemente una revista que goza fama de .eria publicó un e .. tudio s•>bre las salinas,
que llam6 científico su autor, y e redujo) á reproducir lo · di lates geol6gicos
del austriaco Karsten, tiempo bá refutados en el mundo cientffico europeo: baste
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BOLETfN MILITAR 663
Asistimos á una reconstitución completa del pasado, lo mismo
en historia propiamente dicha que en historia natural; al presente
se trabaja en resucitar cada época hasta en sus ínfimos
detalles, tanto más interesantes cuanto más característicos sean.
Cuando la época de que se trata apenas dista algunos siglos, antropólogos,
arqueólogos, numismáticos y paleógrafos adunan sus
esfuerzos y mancomunan sus ir:Ivestigaciones para evocar íntegro
el pas:1do: costumbres, trajes, artes, creencias, errores, vicios y virtudes.
De esta suerte Egipto, Asiria, Grecia, Roma, la Edad
Media, surgen ante nuestros asombrados ojos de la noche que los
envolvía. U na figurilla de Tanagra) el escritorio usado de un escribano
egipcio, un jirón de tela, cualquier objeto de uso diario
retirado del fondo de una tumba, seducen mejor el pensamiento de
quien lo observa, que la vista de una gran estatua ó de un vasto
monumento. Y si se quiere reconstituír cosas viejas, no de u nos
siglos atrás sino de siglos por siglos, aun cuando las dificultades
aumentan en proporción, el problema resulta el mi:;mo. Quiérese,
por ejemplo, trazar la carta geográfica del globo en la época silúrica,
devónica ó carbonífica, medir la profundidad de Jos mares
desaparecidos y conocer la densidad y salobridad de sus aguas, la
altura de montañas hoy rasadas hasta ser llanuras, la longitud,
venaje y cuenca de ríos que dejaron de correr hace miles y miles
de años, la antigua compo~ición de la atmósfera, la climatología,
la distribución de la temperatura, el régimen de las lluvias, las
circunstancias á las cuales se adaptaron las formas y hábitos de los
animales, en una palabra, conocer el pasado mejor que lo que conocemos
el presente, si es posible, tal como sucede con la luna, cuya
geografía está concluída cuando aún no lo está la de la tierra. El
trabajo ~e ha principiado y podemos tratar de resumirlo. Cuanto
á las inmensas lagunas que presenta todavía, se colmarán poco á
poco, así como todo se enlaza en el mundo, y todo es causa y consecuencia
á la vez. Si el sabio sintiera desaliento ante la inmensidad
de la tarea, bástele recordar que todo está escrito en el libro de
la naturaleza.
(Continuará)
R0:9ERT :.EE
(Conclusión)
Tras lo dicho sobre el célebre Capitán sudista, por el francés
Grasset y el alemán Scheibert, parece natural insertar el juicio de
decir que el autor es c ribe cn .táceo, y h ace qnince año el Congreso geológico adoptó
la terminación iro para lo$ terrenos; que ignora las clasificacione hecha en Inglaterra
so ln·e los espécimen;. llevados por los ingeniero. que e ludiaron el trazado del
ferrocarril del N ortt.: ; que no conoce uno olo ele lo · ¡¡utores que al pre e11te vnn á
la ca hez:\ de la ci e ucia. pues no los <·ita , y ·obre todo, que repetía las antiguas teo.
rías sobre el origen eclimentario de la snl y el carbón, á rafz de haber e dt!mostrado
su origen eruptivo allende el Atlántico. ¡Y luégo uegamos yue en ciencias vivimos
atrasados medio siglo !
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BOLETíN MILITAR
un Coronel inglés que asistió á la guerra de Secesión y en ella
trató al General Lee, durante la campaña de Gettisburg.
"Martes 30 de Junio-Esta mañana antes de salir de Chambersburg
el General Longstreet me presentó al Comandante en
Jefe. El General Lee es entre los hombres de su edad uno de los
más hermosos que he visto en mi vida. Tiene 56 años, el cuerpo
bien proporcionado, anchas las espaldas, alta la estatura y todo el
aspecto de un soldado. Es el perfecto tipo de un gentil hombre, y
no conozco otro que como él tenga tan pocos enemigos y sea tan
universalmente estimado. En el Sur no hay sino una voz para
decir que Lee es el hombre que más se acerca á la perfección. No
tiene ninguno de esos defectos que se llaman beber, fumar, sorber
rapé, echar votos, etc., y nadie ha podido nunca señalarle vicio
alguno. De ordinario viste un gabán largo, gastado, de color gris,
un sombrero de fieltro de copa alta y pantalones azules recogidos
dentro. de botas á lo W éllington. N un ca le vi armas, y la
sola distinción de su grado militar son las tres estrellas bordadas
en el cuello del saco. Monta un soberbio caballo perfectamente
domado. Su traje y apostura es siempre correcta : ni en las marchas
más difíciles observé descuidos á este respecto.
"En el ejército de línea era mirado como uno de los mejores
oficiales, y al estallar la guerra civil ejercía el cargo de Teniente
Coronel del 2.0 de Caballería. Era rico, pero después de la guerra
todos sus bienes fueron presa del enemigo. Desde que ejerce el
mando supremo del ejército de Virginia no ha dormido una sola
vez bajo techado: rehusa todas las invitaciones que á este respecto
se le hacen por temor de que la persona que ejerza semejante hospitalidad
no sea castigada más tarde por haber dado abrigo al Jefe
del ejército rebelde. Las relaciones íntimas que median entre Lee
y el General Longstreet son en verdad conmovedoras ; siell'pre se
les halla juntos, y los oficiales y soldados del segundo se quejan de
tal amistad, á la cual culpan de que nunca les confíen una operación
lejana, como ha sucedido á la tropa de Ewell.
"A Longstreet no puede proporcionarse mayor placer que el
que siente oyendo elogiar á Lee : no creo que en el mundo existan
dos Generales como ellos, tan exentos de ambición y de egoísmo.
Ambos tan solo aspiran á que concluya la guerra para retirarse
á vivir en paz en un retiro oscuro. El General Lee es religioso
sinceramente sin tener las vehemencias que en el particular mostraba
Jackson: el único defecto que puede reprochársele es, en mi
sentir, ser en exceso amable.
"Jueves 2 de Julio (batalla de Gettisburg) ...... Tan luego
como se rompieron los fuegos, el General Lee vino á reunirse con
el General Hill, que se ~ncontraba cerca del árbol en el cual estábamos
mirando el combate, y allí estuvo casi todo el día, ya
observando al enemigo con su anteojo, ya conversando con el
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.BOLETÍN MILITAR
General Hill ó el Coronel Long de su Estado Mayor, pero con
más frecuencia permanecía sentado sobre un tronco. Observé
que durante el tiempo que duró el fuego no expidió sino una sola
orden y no recibió sino un solo parte: sin duda tenía por sistema
reglar los asuntos de antemano y luégo dejar á los Comandantes
de cuerpo de ejército libertad de acción para llevar á término la
tarea que les había encomendado ..... .
"f/iernes 3 de ]ulio (batalla de Gettisburg) Poco después me
reunía con el General Lee, que acababa de llegar y se informaba de
las causas del desastre que había sufrido el ejército. Si el comportamiento
del General Longstreet en la batalla había sido admirable,
el del General Lee tenía que parecer sublime: reunía las tropas desbandadas,
les dirigía palabras de aliento, se le veía recorrer solo la
línea de batalla, dejando á sus Ayudantes el cuidado de hacer lo
mismo en la retaguardia. Siempre calmado y de buen humor, no
dejaba escapar la menor señal de ansiedad ó de temor, pero ni aún
del desagrado que sentía. A cada soldado que encontraba lo animaba
con frases tales como 'todo acabará bien; luégo hablaremos
largo, pero por el momento lo que importa es que la gente se
reúna; necesito hombres como vos, con los cuales se pueda contar
en el peligro, etc.' Pedía á los heridos vendasen pronto su herida
y volvieran á empuñar el fusil, por poco que estuvieran en capacidad
de hacerlo. Todos se esforzaban por responder á su llamamiento,
y á más de uno vi quitarse el sombrero y aplaudir al General
en jefe.
"A mí me dijo: 'Coronel, hemos tenido un mal día, muy
malo por cierto; pero no siempre potiemos esperar sea nue&tra la
victoria,' y en seguida me recomendó me trasladara á lugar menos
inseguro que el en que me encontraba.
"El fracaso de la jornada no impidió al General Lee ocuparse
de las prosaicas necesidades de la vida: por ejemplo, á un oficial
que azotaba su caballo porque se encabritó al estallarle cerca una
granda, le dijo en alta voz: 'No lo golpee, no lo castigue: tuve
un caballo parecido á ese, y por experiencia sé que los golpes no
sirven para nada en este caso.' Luégo, como percibiéramos un
hombre que yacía en una zanja, bocabajo, y yo crryera que aún
dab~ señales de vida y en efecto empezó á lanza r gemidos, el General
Lee, después de tratar en vano de comunicarle energía,
ordenó á algunos artilleros que estaban cercanos lo trasladaran á
las ambulancias.
"Vi á poco llegar al General Wilcox, quien principió á dar
al General en J ~fe, en alta vo~, noticias de su brigada. El General
Lee, tomándole la mano, le dijo en tono amistoso: ' No se
afane, General, todo lo que hoy ha sucedido es culpa mía; soy yo
quien ha perdido la batal1a, y es preciso que vosotros me ayudéis á
salir del atolladero lo mejor que podáis.' Era así como el General
Lee trataba de dar ánimo á sus tropas derrotadas, cargando sobre
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666 BOLETÍN MILIT A.R
sus propios hombros todo el peso del desastre. Imposible verle ú
oírle sin sentir admiración por su persona, y creo que nunca hubo
individuo que le faltara al respeto en lo más mínimo. La posición
de los confederados era en verdad crítica . ... El General Lee y sus
Ayudantes tenían sin duda alguna conciencia de esa situación, y
sin embargo no se oía ese ruido ni se observaba esa confusión
propia de ~n día de batalla perdida ___ • Cuando vieron al Gene-ral
Lee (unos artilleros) dijeron: 'tenemos confianza en el viejo;
el percance de hoy no lo afectará; el tío Robert nos llevará vencedores
á Wáshington."
Tenemos, pues, que en todos los ejércitos del mundo los militares
de mayor valía reconocen unánimemente que el General
Lee figura entre los grandes capitanes de la historia: los ingleses
lo anteponen á Wéllington, los alemanes á Molke y Federico, los
franceses casi lo hombrean con Napoleón y César. Sólo Aníballe
es superior en verdad. Cuanto á nosotros, podemos enorgullecernos
de las semejanzas acentuadas que existen entre Sucre y el General
sudista. Para terminar repetiremos lo que dijimos al principio: la
personalidad militar de Lee es una de las que debe estudiar con
mayor interés el soldado republicano, puesto que no siendo un
genio, es ejemplo de cuánto pueden en la guerra la labor tenaz é
inq11ebrantable, el estudio, el cálculo y el método, el sentimiento
del deber y de la abnegaci6n, y la relig ión del sacrificio por la
patria, puesto que cuando se olvidan estas condiciones por el militar
con mando frente al enemigo, en vez de la victuria ansiada
sólo se suelen cosechar tremendas catástrofes. -----
HISTORIA.
lv.tE:V.O~IAS
DEL GENERAL PABLO MORILLO
(Continuación)
En esta operación experimentámos un accidente bastante
grave. En el momento de la partida, cuando se trataba de destruír
un quintal y medio de pólvora dañada, tuvo lugar una explosión
que nos mató dos hombres é hirió á seis. A esta pérdida se
unía el inconveniente de prevenir de este modo á los rebeldes del
momento de nuestra partida.
Las columnas reunidas comenzaron su marcha hacia las doce
de la noche, y la continuaron sin ningún inconveniente, pasando
por arriba de la plaza, en la dirección del Sombrero, distante de
Calabozo cerca de veinte leguas. El enemigo tuvo notrcia de nuestra
retirada en la mañana del 15 . .E..ntró inmediatamente á Calabozo,
y no tardó en salir, dejando por toda guarnición 200 indios
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BOLETÍN MILIT .A.R 667
armados según el uso del país: su caballería siguió nuestras huellas
co.n alguna .infantería en ancas, y el resto de la fuerza tomó el
mtsrno cammo.
En efecto, no acabamos de llegar á las orillas de la Oriosa, y
comenzábamos á apaciguar una sed ardiente causada por la marcha
forzada hecha durante toda la mañana, cuando la vanguardia
enemiga se presentó delante de nuestro c:.tmpo. Nuestro descanso
terminó. El ejército se formó en tres columnas, y algunos destacamentos
de caballería fueron colocados á retaguardi~ en observación,
pero luégo el enemigo los rechazó hasta las masas de la
infantería, la que con varias descargas le impidió avanzar. Por la
tarde el ejércico continuó su marcha en buen orden, en columnas
cerradas, sin ser perseguido; los bagajes, enfermos y emigrados de
Calabozo ocuparon puesto en la vanguardia bajo la escolta de la caballería
mandada por el brigadier D. Tomás Morales. Esta disposición
nos procuró la ventaja de tener nuestras columnas enteramente
libres en caso de necesidad.
Cerca de Zamuro hicimos una corta parada, y sin detenernos
más llegámos muy temprano, por la maílana, á Sombrero, á las
orillas del Guárico. Había escogido este punto porque ofrecía una
posición muy favorable á la infantería. Nuestra marcha había sido
muy penosa; el ejército la soportó con admirable constancia: habíamos
atravesado en poco menos de veinticuatro horas un es
pacio de veinte leguas, casi sin agua. Numerosos bagajes, los
enfermos y los fieles habitantes de Calabozo que habían querido
seguirnos, turbaban la marcha de las columnas; no obstante, no
se les podía abandonar. Atravesamos los llanos abrasados por el
sol; el soldado sucumbía bajo el peso de los víveres y municiones
que estaba obligado á llevar; muchos hombres hubieran perecido,
víctimas de la sed y fatiga, si los jefes y oficiales, animados de un
celo dignos de elogio, no hubieran cedido sus caballos á estos desgraciados,
que iban á quedarse en el camino, expuestos á todos los
furores de un enemigo bárbaro. Sin embargo, á pesar de todos los
cuidados y sacrificios imaginables, tuvimos la pena de ver morir algunos
de cansancio é insolación; nosvimos obligados á abandonar á
varios que e¡,taban en situación de no podt'r hacer el menor movimiento.
No se puede imaginar la rapidez de la marcha que hizo el
enemigo, para alcanzarnos cerca de la Oriosa; le llevábamos más
de ocho horas de marcha de ventaja, y tenía que recorrer tres leguas
para llegar á nuestro punto de partida. Y sólo su caballería, mejor
montada, había podido hacer semejante marcha, con algunos infantes
llevados en ancas: este esfuerzo prodigioso fue enteramente
inútil. Pero volvamos al Sombrero, donde el ejército debía tomar
el descanso que le era necesario. Tan luego como las tropas se refrigeraron
en las orillas del Guárico, la vanguardia enemiga se
presentó á apaciguar la sed que la devoraba.
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BOLETÍN MILITAR
Nuestras guerrillas aprovecharon la ventaja de su posición
oponiéndole una fuerte resistencia, pero fue necesario luégo replegarse
sobre la parte de nuestras fuerzas destinadas para defender
este punto, pues los enemigos llegaban.
El regimiento de Navarra cubría los principalec; vados, y el
paso estrecho que conducía al río; el batallón de Castilla flanqueaba
estos puntos, y la derecha permanecía formada en columna cerrada.
La compañía de cazadores de la Unión y un destacamento
de Navarra formaban la izquierda de nuestra posición; el batallón
de la Unión ocupó una altura á la salida del Sombrero; los húsares
permanecían en observación.
Tomadas estas disposiciones, nuestro frente fu~ atacado por el
enemigo. El regimiento de Navarra sostuvo el ataque vigorosamente
con un fuego muy nutrido, rechazando las diferentes cargas
del enemigo, que en ellas sufrió muchas pérdidas. Viendo sus esfuerzos
inútiles por este lado, se dirigieron los rebeldes sobre la derecha
cargando las tropas que defendían un vado fácil, pero estas tropas
fueron auxiliadas á tiempo, y rechazaron constantemente al agresor.
Esta tentativa no tuvo éxito, lo mismo que el ataque que hicieron
por tres veces contra el regimiento de Navarra, formado
en batalla. El Brigadier D. Pascual Real, que mandaba en este
punto, recibió orden de rodear al enemigo por la izquierda. Este
movimiento decidió la victoria. Los rebeldes dejaron en el campo
de batalla un gran número de muertos y algunos prisioneros. Tuvimos
la pena de perder un oficial muerto, y dos heridos, lo mismo
que cuarenta soldados. En esta jornada el regimiento de Navarra
mereció todvs los elogios, lo mismo que el regimiento de Castilla.
Dos compañías de este ejecutaron una carga audaz á la bay0neta,
entre tanto que el grueso atacaba por su lado. En una
palabra: si hubiéramos podido disponer de 300 ó 400 hombre~ de
caballería, la derrota de los rebeldes hubiera sido completa. El enemigo
se retiró con su caballería á una sabana distante legua y media
del Sombrero, y durante el resto del d1a no nos molestó. Empleamos
este tiempo en perseguir los derrotados en el monte. Nuestras
tropas conservaron sus posiciones hasta cerca de la media noche ;
ordené entonces la retirada sobre Barbacoas, después de haber reunido
nuestros heridos, con excepción de dos, cuyo estado era desesperado;
los dejé en el Hospital con 20 heridos del enemigo.
Antes de partir dirigí un despacho al Capitán general de Venezuela,
participándole el brillante combate que ar.ababa de librar y
la dirección que el ejército iba á tomar, rogándole al mismo tiempo
reclutara algunos soldados, y tomara las medidas necesarias para
suministrarnos víveres.
Como mi intenci6n era retirarme á los valles de Aragua para
cubrir la capital y otras ciudades sin defen a, expedí por el mismo
correo instrucciones relativas á este proyecto.
Dos compañías del regimiento Je Navarra y una del Castilla,
separadas para diversas expediciones, recibieron órdenes de oh-
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servar al enemigo por el . camino de Ortiz; les hice conocer igualmente
cuál camino debía seguir el ejército. En cuanto al Coronel
Calzada, que suponía había llegado cerca de Guadarrama, ordenéle
que marchará al Baúl, y obrara ~egún las circunstancias, siempre
listo á replegarse sobre San Carlos.
Continuamos nuestra marcha sobre Camagua y San Sebastián
de los Reyes, hasta el camino que conduce de las sabanas á los valles.
En Barbacoas supe la llegada de todas las fuerzas enemigas
al Sombrero. El 19 tuve noticias en Guarinas que el rebelde Infante
se había presentado en los alrededores con gente de caballería.
Esta noticia me impidió dejar á mis tropas el tiempo necesario
para reparar sus fuerzas; esa tarde tomámos el camino de
Camaragua, donde llegámos á media noche caminando por terrenos
cortados por colinas, barrancos y valles. Al día siguiente por
la mañana salímos de Camaragua y llegámos á media noche á San
Francisco, de donde fueron enviados varios oficiales en diversas
direcciones para levantar el espíritu público y proveer á las necesidades
del ejército. El 21 llegámos á San Sebastián de los Reyes,
donde di á las tropas un día de descanso. En nuestra marcha snos
reunió el brigadier de la Torre, que venía de Caracas con dose
cientos hombres del batallón de las milicias de Pardos de esta capital,
cuatro compañías del regimiento de Burgos y veinte húsares
que se le habían reunido después del combate de Calabozo. El brigadier
D. Juan de Aldama nos alcanzó en el mismo lugar, conduciendo
de San Carlos ciento cincuenta milicianos del regimiento de
Valencia-( Continuará) _ _ ....._. __
VARIEDADES
POR SANTIAGO PÉREZ
(Continuación)
El viajero debe, pues, hacerse cargo de las circunstancias que
han acarreado tan lamentable perversión de ideas en e~a raza de
hombres, hechura indisputable y única de los amos de esclavos, á
quienes, por su puesto, como antes dijimos, sobreabunda la justicia
para llamarla infame é insoportable canalla.
Además de los negros, en N óvita no hay nada. Las casas no
tie~aen interior; su ajuar es casi ninguno. La hamaca, midiendo la
diagonal de };.¡ pieza, una silla sin espaldar y un banco con honores
de mesa, eran la decoración de nuestra posada; y aun eso agradecimos
á su dueño, porque es gracia tener eso siquiera, y más gra-
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670 130LET1N MlLITAR
cia franquearlo, en un lugar como aquél, donde naJa se fabrica, y
á donde nada puede llevarse, por los costos de conducción y la
ninguna demanda.
En N óvita no se altera ninguna tranquilidad, ni se ataja el
paso de nadie, ni resultan en sus calles, es decir, en su calle, colisiones
de trajes ni de gentes, porque si se logra ver á alguno, ese
va ca:;i desnudo. De cuándo en cuándo se distingue una camisa
colorada que asoma por una puerta, y es un blanco que sale de su
almacén; negros ó negras de todos tamaños pasan una que otra
vez semejantes á las sombras por un retablo.
Fabrican unos sombreros de las grandes hojas oblongas del
árbol que llaman güina, doblándolas con arte y apuntándolas con
púas ó estaquillas de macana ó chonta. Son estos sombreros impenetrables
al agua; algunos a1canzan á tener vara y cuarta de extensión;
no son muy ligeros y quedan indomables.
Era de esperarse que, en el país del oro, hubiera muchos que
lo supieran trabajar con pulcritud y finura; pero no se tuvo en
Nóvita noticia de otra platería que la que se había puesto en receso,
por haber sido llamado su dueño á las augustas funciones
de la Jefatura política. Por lo demás, las manufacturas de los
negros y los indios en todo el cantón, están reducidas á algunas
embarcaciones que construyen, y algunos sombreros que tejen de
cañabrava y de palma.
En cuanto á la agricultura, apenas existe en aquella tierra
tan fértil. Las orillas de los ríos, en las cuales fabrican los habitar:
ates las barbacoas en que viven, se encuentran tapizadas de largos
y tupidos cañaverales, donde se ven, además de las de castilla,
las cañas que llaman criollas, coloradas, en extremo blandas y de
abundante jugo, si bien pobres de parte sacarina, y no adecuadas,
por lo mismo, para la fabricación del azúcar.
Los negrillos dejan el pecho para empezar á mascar la caña,
con lo que desde sus primeros años se llenan de lombrices, destruyendo
su salud. Causa grima al acercarse á un rancho, el encontrar
cuatro ó seis, por lo menos, de estos infelices niños, formando
cada uno como un suplemento no más de su respectivo abdomen,
hiperbólicamente desarrollado.
En cada casa hay un trapiche de mano para moler la caña,
cuyo caldo fermentado forma la única bebida de aquella gente. En
partes destilan además aguardiente. Todo rancho está circundado
de platanales, pues el plátano es el artÍculo de fondo de todas las
comidas del Chocó, ya asado ó machacado, ya en P.! consabido
sanc?cho. El cacao, el arroz, el ñame, la yuca y la palma de chontaduro
constituyen el resto de h riqueza agrícola. En cuanto al
maíz, tienen una particular manera de cultivarlo, manera que es
peculiar de esta Provincia y de la de Barbacoas. Consiste en regarlo
sobre Ja maleza, dejando en pie los más grandes troncos y
arbustos, hasta que empiezan las matas á levantarse, practicando
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nbLET1N MiLITAR 671
entonces el desmonte, primero de los arbustos, y después de los
grandes árboles cuando está más adelantada la sementera. Dáse el
maíz de color blanco, pequeño y vidrioso, muy semejante al que
llaman maíz arroz. Por casualidad se encuentra una fruta, pues no
no tienen costumbre de sembrar ninguna.
El comercio principal de los habitantes de este cantón, que
hacen exclu~ivamente con su oro, es con el valle del Cauca, de
donde reciben comestibles; con el cantón de Quibdó y el puerto
de Buenaventura, para los efectos extranjeros.
Antes de darse libres los esclavos, la cantidad de oro explotada
en el Chocó era, un año con otro, de $ I .ooo,ooo, y la de platina
de $ 2o,ooo, habiendo quedado reducidos ambos productos
como á su cuarta parte respectiva del año de I 8 52 para acá.
Considerando como rico un país en donde la masa de la población
vegeta en la indigencia, aunque algunos de sus moradores
hacen grandes acumulaciones de valores, el cantón San Juan habría
sido hasta I 8 5 I en extremo rico. Rico, porque los pocos dueños
de minas atesoraban anualmente una enorme suma de oro; no
obstante que los esclavos nada ganaban, ni en adelanto moral, ni
en comodidad física: rico, porque los huéspedes empresarios juntaban
pronto lo que codiciaban, para retirarse poderosos á otras tierras;
á pesar lle que el país en nada mejoraba higiénica, industrial
ni socialmente. Mas para los que no hacen consistir la riqueza,
hablando colectivamente de todo un territorio, en lo mayor ó menor
de la acumulación entre unos particulares, sino en la exacta y
equitativa distribución abundante entre los productores, para esos
el mismo cantón ha sido y es pobre. P0bre cuando la producción
anual de sus minas era de $ 1 .o2o,ooo, y pobre cuando no es sino
de $ 255,000 (1). No habiendo más diferencia entre las dos épocas
sino e -ta: que antes de 18 52 Jos negros, ó sea la población,
no poseía nada, porque el producto de su trabajo era para sus dueños,
es decir, porque no había di tribución; y que después de
18 52 esos mismos negros, ó sea esa misma poblaci6n, no posee
nada, porque no trabaja, es decir, porque no hay producción. Individualmente
hablando, esto es, con relación á los dueños de esclavos,
la diferencia entre las dos épocas vale las tres cuartas partes,
ó más, del oro que se extraía.
Los antiguos amos de esclavos declararán que, á su juicio,
con el nue\•o orden de cosas el cantón no adelantará; y sin dispu-
. (1) "Si al recorrer un país se nos presentan chozas miserables, en cuyo interior
se enc1erra un tosco y reducirlo menaje: si en bs pucbl~ así como en el campo vemos
á l_os hombres mal ~~stidos y mal alimentados; aun cuando sepamos que en cnd~ lugar
e.ttsteu muc~uz_r jll1mhas o'?ulentas, aseguramo que este país n POBRE. Si cruzamos otro,
en q_ue las v1v1endas son comodas y están amuebladas con asco; en que el alimento y el
vest1do ~le los l_abracl~res y artesan~s anuncian una íácil subsistencia, ni siquiera preguntamos
s1 taL pa1s es neo: tenemos a la vista la prueba ....•. "
(Principios de la Ciencia de las Rit¡ué~as,por J. Dro'<·)
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'BOLBTiM KILITA.R
tarles ni negarles la razón que los asista, por nuestra parte no les
ayudaremos á lamentar la no continuación del antigu sistema,
pues ya hemos visto el brillante pie de riqueza y de e· vilización
en que dejaron los señores amos aquel país, después de haberlo explotado
con sus esclavos por el espacio de más de tres centurias.
Los pocos negros l{Ue se dignan trabajar después de obtenida
su libertad, lo hacen por contratas con los dueños, ya comprando
con el producto de un día el de los otros, ya recibienbo un jornal
determinado.
La industria pecuaria es enteramente pequeña en el cantón,
no alcanzando á un millar el número de cabezas que posee; y respecto
de los demás animales útiles al hombre, según los datos adquiridos,
los cerdos están en una exorbitante mayoría. En Nóvita
se encuentran algunas bestias, las que son casi tan viejas como
los raídos aperos con que las engalanan cuando salen á conducir en
triunfo, desde la Bodega hasta la ciudad, al viajero, á quien se
ofrece así la oportunidad de desentumecer, con el continuo espoleo
que las tales bestias exigen para moverse, las piernas que ha debido
traer dobladas y adormecidas, si ha tenido la prudencia de
adobarse entre el rancho de la canoa.
No saldremos de Nóvita sin consagrar un recuerdo de justo
agradecimiento á la hospitalaria y generosa familia del patriota Sr.
Ramón Miller.
· ( Continnará)
------~··~·-------
Erratas notables-En el número anterior, págin·a 61o, en
el' artículo 599 de la Orden general del ejército allí impreso, se dijo :
"con las virtudes militares," debiendo ser ''con las vestiduras militar~;"
faltó, además, en la décima lfnea el artículo d antes de trabajo, y
en la décimaquinta se halla con en vez de en.
Advertencia-Por motivos que á nadie se ocultan fue preciso
$Uspender en este tomo la publicación de los suplemento.! hi.Jtóricos, aun
cuando estaba listo el material, para dar cabida á piezas más urgentes
en la actualidad; pero tal publicaci6n continuará pr6ximamente, por lo
cual debe separarse del tomo, al encuadernarlo, el suplemento inserto en
el número 1 14 y guardarlo con los publicados en el semestre anterior
BOGOTA-IMPRENTA NACIONAL
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año III N. 132", -:-, 1899. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691049/), el día 2025-07-04.
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