A~O lii Bogotá, Didembre 16 de 1899 NUM.130
--~·~--
ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO
DJR.tCTOR AD•HONOR.tM, FRANCISCO J. VERGARA y V.
Coronel, Miembro de la Sociedad Coloml)iana de Ingenieros
Son colaboradores natos de este periódico todos loa Jefes y
Oficiales del Ejército de la República
OFICIAL
(z 3 DE NOVIEMBRE)
por el caal ee traspasan los sueldos de los finados General de Brigada Valerio Andrade
U. y Coronel Heliorloro Piescbacón, á sua viudas reapectivas
El Presidente de la República
CONSIDERANDO
Que el General Valerio Andrade y el Coronel Heliodoro Pieschac6n
murieron en servicio del Gobierno dejando sus familias en comple·
to desamparo; y
Que es deber del Gobierno aliviar la situaci6n de las familias de
los que mueren defendiéndolo en los campos de batalla,
DECRETA
Artículo único. Desde el 1.0 de Diciembre del afio en curso las
viudas del General Valerio Andrade U. y Coronel HeJiodoro Pieschac6n
disfrutarán del sueldo íntegro que les hubiere correspondido en
vida, mientras se solicita del Congreso la recompensa á que puedan
tener derecho.
§. Estos sueldos se satisfarán en la Pagaduría Central de la República.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
ti78 :BOLETÍN MILITAR
Dado en Anapoima, Departamento de Cundinamarca, á. 13 de
Noviembre de 1 899.
MANUEL A. SANCLEMENTE
El Ministro de Gobierno, RAFAEL M. PALACio-El Subsecretario
de Relaciones Exteriores, encargado del Despacho, ANTONIO GóMEZ
REsTREPo-El Ministro de Hacienda, CARLOS CALDERÓN-El Ministro
de Guerra, Josá $ANTos-El Ministro del Tesoro, RAFAEL ÜRTiz-El
Ministro de Instrucción Pública, MARCO F. SuÁREZ.
Rtpública de Colombia-Ejército nacional- Comandancia general d1 la s.•
Divi.rión-Númtr() 6o-Ouartd general en Guataquisit(), N()fliembre
J 1 dt I 899.
Al Sr. Ministro de Guerra-Bogotá.
En este lugar he tenido el honor de recibir la atenta nota de S. S.,
número 124, por la cual se digna participarme que por Decreto de+
de este mismo mes ha dispuesto nombrar Jefe de Operaciones en el
Departamento de Santander y en el río Magdalena al Sr. General D.
Edmundo Cervantes; y por la cual me exige S. S. que me ponga, con
la División Je mi mando, á órdenes del Jefe mencionado, con el fin de
formar el Ejército que haya de llevar á cabo tales operaciones de caropafia.
De la manera más formal y honrosa me es altamente satisfactorio
manifestar á S. S. que con la División que el Sr. Jefe Civil y Militar
del Cauca tuvo á bien confiar á mi mando, me pondré en este punto á.
órdenes del Sr. General D. Edmundo Cervantes, prometiendo á S. S.
que contribuiré de la manera más decid1da y á la altura de mis alcances
á obtener el pronto restablecimiento del orden público y á debelar
el núcleo revolucionario dondequiera que él se halle, y al sostenimiento
del Gobierno é instituciones de que es órgano y representante S. S.
en las actuales circunstancias.
Dios guarde á usted, JESÚs ZULUAGA
--~·~--
EJERCICIOS Y MANIOBRAS DE INFANTERfA
(Continuación)
REGLAMENTO de los ejercicios y maniobras de las tropa• de infantería
TITULO II
ESCUELA DEL SOLDADO
Reglas generales y división de la escuela del soldadt1
t. Reglas generales-Esta escuela es una de las bases fundamentales
de la educación militar del soldado: abarca la instruc ...
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
BOLETíN MILITAR 579
ción individual y la de la escuadra y debe enseñársela con sumo
cuidado.
2 El instructor explica cada movimiento con pocas palabras,
claras y precisas, y ejecuta él mismo el movimiento á fin de agregar
el ejemplo al precepto. Acostumbrará al soldado á tomar de él
mismo la posición explicada, no tocándolo para corregirla, sino
cuando lo necesita la falta de inteligencia (del soldado). Sostiene
su atención por un tono vivo, no lo demora demasiado tiempo en
los mismos movimientos, y sólo de un modo progresivo exige precisión
y uniformidad. Permanece en una actitud siempre regular.
3· Hay dos especies de voces de mando: la voz preventiva y
la voz ejecutiva.
La voz preventiva (que está escrita en bastardilla) debe darse
distintamente, en un tono más elevado y alargando un poco la sílaba
última.
La voz ejecutiva debe darse en un tono firme y breve. Podrán
suprimirse en las voces ejecutivas las sílabas que siguen después
del acento.
El instructor dejará siempre un intervalo suficiente entre la
voz preventiva y la ejecutiva.
4· División de la escuela del soldado-Esta escuela está dividida
en dos partes, y cada parte en dos capítulos.
El primer capítulo de la primera parte contiene la instrucción
individual del soldado sin arma y con_arma; el segundo capítulo
contiene la instrucción del soldado en la escuadra formada en hileras
cerradas.
El primer capítulo de la segunda parte contiene la instrucción
de la escuadra para el combate; el segundo capítulo contiene los
ejercicios prácticos en toda clase de terreno.
PRIMERA PARTS
CAPITULO 1
INSTRUCCIÓN INDIVIDUAL
Reglas g1nera/es
Art. x.o Posición del soldado sin armas. Vista á la derecha y
á la i-z.quierda. Movimientos para el desarrollo del cuerpo sin armas.
Art. z.o Flanco derecho é izquierdo, semiderecho y semiizquierdo.
Media vuelta derecha.
Art. 3.0 Principios de los diferentes pasos.
Art. 4· 0 Movimientos para el desarrollo del cuerpo con armas.
Manejo del arma. Esgrima con la bayoneta.
Art. 5. 0 Instrucción del tirador. Instrucción del tirador para
c:.l combate. Inspección del arma.
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~so BOLETÍN :MILt~AR
CAPITULO II
INSTRUCCIÓN DE LA ESCUADltA
Reglas generales
Art. 1.0 Principios de la alineación.
Art. 2.0 Marcha en batalla, de frente y á retaguardia. Marcha
diagonal. Hacer alto. Giros y variaciones. Rodilla en tierra
y á tierra. Deshacer y volver á rehacer la formación.
Art. 3·0 Marcha por los flancos y por cuatros. Marcha por
dos y por uno y volver á formar por dos y por cuatros. Hacer alto
y ponerse en batalla. Columna derecha é izquierda. Marcha diagonal.
Estando en batalla seguir por cuatros en la misma dirección.
Estando por cuatros seguir en batalla en la misma dirección.
Art. 4· 0 Manejo del arma.
Art. 5. 0 Adiestrar la escuadra.
SEGUNDA PARTE
CAPITULO I
INSTRUCCIÓN DE LA .ESCUADl\A PARA EL COMBATE
Reglas generales
Art. 1°. Formaciones de la escuadra. Aumentar y disminuír
los intervalos.
Art. 2.0 Marchas.
Art. 3.° Fuegos.
Art. 4·° Formar y reunión.
CAPITULO II
INSTRUCCIÓN EN TERRENO VARIADO
Reglas generales
Art. 1.0 Uso del terreno.
Art. 2.0 Método de instrucción práctica.
PRIMERA PARTE
CAPITULO I
INSTRUCCIÓN INDIVIDUAL
Reglas generales
5· El primer capítulo de la primera parte se enseña al menor
número de soldados que sea posible. Estos hombres deben ser
colocados en una sola fila según sus estaturas, de modo que cada
uno toque con el brazo derecho el codo izquierdo de su vecino de
la derecha, cuando éste pone el puño izquierdo sobre el cinturón
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BOLETÍN MILITAR 581
encima de la cadera; la muñeca rígida, la palma de la mano y las
uñas hacia atrás: de esta suerte quedan á 12 centímetros uno
de otro~
Los hombres se numeran siempre de la derecha hacia la izquierda;
después de dar media vuelta, cada hombre conserva el
mismo número que antes, y la fila se encuentra entonces numerada
momentáneamente de izquierda á derecha.
Los artículos 2.o y 3.0 se ejecutan primeramente sin arma
y después con arma.
A las clases y los antiguos soldados encargados de la instrucción
individual se les llama instructores.
El trabajo in di vi dual se hace practicar á los soldados nuevos
desde los primeros ejercicios. El instructor ejecuta primeramente
y sin explicación los movimientos que deben imitarse; los hombres
se ejercitan solos, sin voz de mando y sin observarse los unos
á los otros.
El instructor observa sucesivamente á cada soldado y rectifica
las faltas; vigila también la posición y la actitud del individuo.
La maniobra con voz de mando no empieza sino cuando los
soldados nuevos ejecuten los movimientos sin vacilación.
La ejecución de cada voz de mando contiene varios movimientos,
á fin de hacer comprender mejor el mecanismo de ellos á
los soldados.
La última sílaba de la voz de mando indica la ejecución
rápida y viva del primer movimiento; las voces dos, tres, las de los
demás movimientos. Después los movimientos serán enseñados
sin números.
En todos .los movimientos con arma, ésta se llevará siempre
en el seguro.
Cuando el instructor quiera hacer empezar el ejercicio, mandará:
Escuadra, firmes.
A la voz ejecutiva el soldado fija su atención y toma la posición
del soldado sin arma ó la <:le descansen armas.
6. Art. 1. 0 Posición del soldado sin arma-Los talones en una
misma línea y unidos, siempre que lo permita la configuración
del soldado; las puntas de los pies vueltas igualmente hacia afuera,
formando con ellas un ángulo algo menor que el recto; las piernas
tendidas sin hacer fuerza; el peso del cuerpo á plomo sobre las
caderas, y el pecho un poco inclinado adelante; los hombros á una
misma altura; los brazos colgados con naturalidad; las palmas de
las manos vueltas ligeramente hacia adelante, los dedos extendidos
y unidos, los dedos pequeños tocando atrás la franja del pantalón;
la cabeza alta y recta sin esfuerzo; los ojos dirigidos hacia el frente.
7· Para hacer descansar, el instructor mandará: descanso.
A esta voz, el soldado pe1 manecerá en su lugar, pero no estará
obligado á conservar la posición ni á guardar inmovilidad.
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:BOLETÍN MILITA..B
8. Movimientos de cabeza á derecha é izquierda-El instructor
mandará: Y.ista á la derecha (ó izquierda), Derecha (ó izquierda).
A esta voz cada cual se volverá ligeramente hacia la derecha (ó
izquierda), sin precipitar el movimiento, sin cambiar la posición
de los hombros, de modo que vea la línea de los ojos y descubra
un poco el pecho del ::,egundo hombre de la fila que está ó
se supone que esté hacia la derecha (ó izquierda). A la voz Firmes,
la cabeza y la vista recobrarán su primitiva posición.
9· Ejercicios sin arma para el desarrollo y agilidad dtl cuerp~
Véase el apéndice número 1.•.
10. Art. 2.° Flancos-El instrw:tor mandará: }lanco derecho
(ó izquierdo). A la derecha (ó izquierda).
A la voz ejecutiva se Jevantará ligeramente el pie derecho,
se hará frente á la derecha girando una cuarta parte de círculo
sobre el talón izquierdo, con la punta del pie ligeramente levantada;
después se volverá á colocar el talón derecho al lado del izquierdo
y en la misma línea de éste. Los flancos izquierdos se
ejecutan sobre el mismo talón que los derechm•.
1 1. Semijiancos-El instructor mandará: Medio flanco á la
derecha (ó izquierda), A la derecha (ó izquierda).
A la voz ejecutiva el movimiento será ejecutado lo mismo que
el precedente, pero el soldado no girará sino una octava parte del
círculo.
12. Medias vueltas-El instructor mandará: Media 'Uuelta á
la derecha.
Primer movimiento -A la voz ejecutiva se hará frente á la
semiderecha, girando sobre el talón izquierdo, y se colocará el pie
derecho detrás, de modo que forme con el izquierdo un ángulo
recto, y que el medio del pie derecho quede enfrente del talón izquierdo
y á distancia de 10 centímetros.
Segundo movimiento- A la voz dos se girará sobre ambos talones,
levantando la punta de los pies ligeramente, las piernas tendidas,
se hará frente atrás y después se colocorá el talón derecho
al lado del izquierdo y en una misma línea.
13. Cuando el soldado esté con arma, estos movimientos (flancos,
medios flancos, media vuelta) serán ejecutados en la posición de
tercien ó en la de descansen; en este caso levantará ligeramente el
soldado su rifle con la mano derecha, que apoyará en la cadera.
14. Art. 3. 0 Prin(ipios de los diferentes pasos-Paso redoblado-
La longitud del paso redoblado es de 72 centímetros, medidos
de talón á talón, y el compás de marcha á razón de 120 pasos por
minuto.
1 5· Colocado á diez ó doce pasos adelante de los soldados y
frente á ellos, el instructor explicará el mecanismo del paso; lo
ejecutará él mismo; después mandará: De frente, marclun.
A la voz preventiva se cargará el cuerpo sobre h pierna derecha
y hacia adelante, sin doblar las rodillas.
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BOLETÍN MILITAR
A la voz marchen, se llevará el pie izquierdo 72 centímetros
adelante del pie derecho, la punta del pie ligeramente vuelta hacia
afuera, el talón derecho levantado, todo el peso del cuerpo descansando
sobre el pie que esté sentado. Después moverá el soldado
el pie derecho hacia adelante, la planta del pie cerca del suelo, se
sentará el pie á la misma distancia y de la mism.:. manera que ha
sido explicado para el pie izquierdo, y se continuará la marcha de
este modo, cuidando de no cruzar las piernas ni cambiar la direc.:
ción de los hombros, permitiendo el balanceo natural de los brazos
y manteniendo siempre la cabeza recta hacia el frente.
r6. Para suspender la marcha el instructor mandará: Escuadra,
alto.
A la voz alto, el soldado sentará el pie que está levantado,
á 72 centímetros adelante, y colocará el que está atrás al lado del
otro.
r 7. Con el fin de dar al mecanismo del paso toda la regularidad
y toda la preciiión que conviene, cuidará el instructor de
que: 1.0
, el peso del cuerpo se cargue sobre el pie que esté acleante;
2.0
, el talón del otro pie se levante á tiempo para facilitar
ste movimiento; 3.o, la cabeza permanezca alta, el cuerpo sin
i nclinarlo á la derecha ni á la izquierda.
18. El instructor indica sólo de tiempo en tiempo el compás
por las voces uno, cuando se sienta el pie izquierdo, y dos, cuando
es el derecho.
19. Paso atrás-Estando el soldado á pie firme, el instructor
mandará: Paso atrás, marchm.
A la voz marchen se llevará con viveza el pie izquierdo hacia
atrás á 35 centímetros, medidos de talón á talón, y así sucesivramente
hasta la voz Escuadra, alto.
A la voz alto d soldado se detiene llevando el pie que esté
delante al lado del otro.
20. El instructor cuidará de que el soldado se dirija rectannente
hacia atrás, con las piernas tendidas, y de que el aplomo
atsÍ como la posición del cuerpo sean siempre conservados. El comI?
ás de e te paso es el mismo que el del paso redoblado.
(e 11/t i 11ttt1r á)
CAMPAÑA EN EL RIO MAGD.ALE NA
Primera parte-Documentos
a DIARIO DE OPERACIONES
Octubre 20-En Barranquilla. A las 3 a. m. fui llamado por
ell Sr. Comandante General de la 3·a División del Ejército con el
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BOLETÍN MILIT XB
objeto de informarme, como amigo del Gobierno, que en las últimas
horas del día anterior se había alzado en armas el radicalismo
llevándose la draga Cristóbal Colón y hundiendo en el caño la draga
Ayacucho con el propósito de impedir la salida del cañonero Hércules.
En seguida me trasladé al lugar en donde s~ encontraba hundida
la draga Ayacucho, obstáculo que en concepto de varios ingenieros
extranjeros no podía ser removido sino mediante una labor
complicada que requería tiempo y materiales adecuados, y procedí
á estudiar Jos medios que debí::t emplear para dejar expedita la vía
obstruída, teniendo en cuenta la urgencia que había en abreviar
el tiempo.
El Sr. Comandante General ele la 3.• División del Ejército,
á solicitud mía, dispuso que el cañonero Hérculn se pusiera á
á mis órdenes; y en efecto, empleando la fuerza mecánica de e : a
nave y con espías debidamente colocados, que obraban movidos
por el cabrestante, conseguí, después de dos horas de rudo trabajo,
que la draga Ayacucho quedara en posición vertical en vez de la
horizontal en que la habían hundido los facciosos. Al comenzar esa
operación hice saber al Sr. Comandante General que en pocas horas
e~taría el caño en posibilidad de ser transitado por los buques.
En la mañana de este día recibí el nombramiento de Comandante
General de la flotilla de guerra, que acepté, y en seguida
dispuse lo conveniente para salir en operaciones con el buque Co~
mbia y el cañonero Hércules, situando en éste 1 t Comandancia
General. A bordo del Colombia se embarcaron cincuenta individuos
de tropa al mando del Capitán Matéus, y en el Hircules
ochenta comandados J>or el Capitán José T. Silva.
A la!' 4 y 30 p. m., convenientemente preparado, ordené la
marcha del Hércules, quedando el Colombia listo para salir al mando
del General Ignacio Folíaco. En las últimas horas de este día
arrimó el Hércules á los puertos de Piñón y Cerro de San Antonio
para tomar combustible é informarme de la marcha que llevaba el
enemigo y las operaciones que éste había verificado.
Día 21--A las 3 y 25 a. m. llegó el Hércules á Calamar. En
este puerto tuve conocimiento de haber llegado aquí la draga
Cristóbal Colón en la tarde del día de ayer y seguido viaje inmediatamente
hacia arriba; y me persuadí de que los buques de la Compañía
fluvial, á excepción de la lancha }lora, aquí amarrados,
habían sido inutilizados por los revolucionarios que marcharon en
la draga. Destrozado el telégrafo nacional, hice uso de la línea del
ferrocarril para entenderme con el Jefe Civil y Militar del Departamento,
á quien di cuenta de todo lo ocurrido en Barranquilla,
de lo que se sabía del Departamento del Magdalena y de las
oportunas providencias que había tomado el Comandante gf!neral
de la 3·· División del Ejército. A las 5 y 35 a. m. dispuse emprender
marcha, aunque á esa hora no había llegado todavía el
Colombia.
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BOLETÍN MILITAR 585
El Hércules arrimó á Heredia á las 7 a. m., y en este puerto
he sabido, por persona amiga y d~ absoluta confianza, que los rebeldes
han llegado á formar una flotilla c0mpuesta de la draga
Cristóbal Colón y de los buques Barranquilla, Cimeros, Gieseken,
Eltna, Magdalena, Elbers y Antioquia. En vista de esto y habiendo
tenido conocimiento de que los pa >aj e ros que conducían esos
buques aún permanecían á bordo, resolví contramarchar hasta encontrar
en Calamar el Colombia, acelerar su marcha y darle cuenta
al Sr. Comandante general de la 3.a División del Ejército y al
Jefe Civil y Militar del Departamento. A las 9 a. m. de este d1a
hice reunir la oficialidad del Hércules en el salón, á efecto de leerle
el plan de ataque y defensa que figura en la Orden general del día
de ayer. También hice reunir la tripulación del buque, á quien se
le leyó la misma Orden, y á cada uno particularmente se le instruyó
detenidamente de los deberes que les corresponde llenar en
caso de combate.
A las 10 y 5 a. m. llegamos á Calamar. Aquí encontré el
C()lombia. Penetrado de que este buque está todavía sin blindaje y
en vista de la necesidad de batir á lo5 revolucionarios antes de
que lleguen á Puerto nacional, necesidad que tiene el carácter de
urgente, dada la circunstancia de saberse que en aquel puerto deben
tomar fuerzas y elementos de guerra, compré al Sr. Antonio Llach
una pieza de tela negra para simular blindaje en el C,lombia, orden
que no fue cumplida.
A las I 1 a. m. despaché el Flora, que tomé para buque aviso
en la Compañía Fluvial, con pliegos para el Sr. Comandante de la
3·a División del Ej é rcito. A las 12 m. llegaron dos compañías
del Batallón Teneri(e, al mo.ndo del Teni e nte Coronel Rubén Ba-
. rón, que puso á mis órdenes el Jefe Civil y Militar del Departamento.
Por falta de capacidad en el cañonero Hércules dispuse que
esas fuerzas entraran á aumentar la guarnición del Colsmbia, por
tener ese buque más capacidad. Indiqué al Sr. General Elías Rodríguez
se trasladara al buque últimam e nte mencionado y examinara
las piezas de artillería con que cuenta esa nave. El Sr. General
Rodríguez objetó al General .Folíaco la colocación del
ca1íón Hotchkiss de proa. En esos momentos pasé á bordo del Colombia,
y encontré que realmente el caííón montado sobre el trípode
no podía en ningún caso resistir el primer tiro sin ser desmontado,
y así lo manifesté. En consecuencia, para probar la razón
que teníamos el General Rodríguez y yo de lo que sosteníamos,
dispuse se hiciera un tiro. Los resultados no se hicieron esperar ;
el cañón se vino abajo con el trípode, y golpeó al Timonel Pedro
de la Rosa y al General Folíaco en una mano. Indiqué inmediatamente
al General .Folíaco la necesidad de montar el cañón sobre
la cureña, toda vez que no podía asegurarse convenientemente el
mencionado trípode sobre la cubierta del buque, por ser ésta muy
delgada. El General Folíaco insistió en dejar el cañón en el trípode,
asegurándolo con unos tornillos en la cubierta.
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586 BOLETÍN MILITAR
Copia de la Orden general que determina el plan de ataque y
defensa puso en manos del Comandante del Colombia el Ayudante
de la Comandancia general, Capitán Diógenes A. Reyes.
El resto de este día se empleó en blindar el Colombia, para lo
cual hubo necesidad de tomar algunas balas de tabaco en la bodega
de la Compañía Fluvial, previas las formalidades legales.
El anterior Capitán del Hércults, Sr. Salomé Martínez, había
colocado el blindaje de defensa de los prácticos en la parte inferior
de la casilla, de tal manera que las maniobras del buque, en
caso de combate, debían verificarse colocándose los prácticos en
ese lugar. Convencido del mal resultado que, llegado el caso, daría
la mencionada innovación, ordené se procediera inmediatamente á
colocar el blindaje en la parte superior de la casilla, prescindiendo
en absoluto de la anterior disposición. En efecto, esa misma noche
quedó debidamente arreglado todo así. Pernoctámos en la bodega
de la Compañía Fluvial, al lado del Carolina.
Día 22-0rdené la marcha de la flotilla, y á las 5 y 25 a. m.
zarparon el Hércules y el Colombia, siguiendo éste á retaguardia de
aquél. A las 6 y 55 a. m. arrimámos frente á Buenavista, y á laa
1 1 y 5 a. m. á Heredia. En esos puertos se tomó combustible y á
la vez adquirí informes del enemigo y restablecí á las autoridades
legítimas. A las 4 y 5 p. m. llegué á Tenerife. En este puerto dispuse
lo conveniente para organizar el servicio de posta y di instrucciones
al Jefe Civil y Militar para que procediera á tomar
todas las medidas necesarias para garantizar la tranquilidad en la
población.
A las 8 y ro p. m. Hegó la flotilla á Zambrano. Por hallarse
enfermo el telegrafista titular de esta población, y por ser de urgente
necesidad la comunicación telegráfica, nombré telegrafista accidental
al Sr. Alberto Peña, quien en seguida asumió las funciociones
de tal. Autoricé al Sr. Luis M. Mulfort para que suministre
al Jefe Civil y Militar del Distrito, los fondos necesarios para la
reparación de la línea telegráfica, fondos que, en la nota respectiva,
le advertí le serían cubiertos por el Gobierno nacional; y para
mayor eguridad, le manife~té que asumía personalmente la responsabilidad.
Por telégrafo ordené al Jefe Civil y Militar del Carmen
procediera á hacer restablecer la línea telegráfica en su jurisdicción.
De todo esto di cuenta á la Comandancia general de la
3: División del Ejército y al Sr. Jefe Civil y Militar del Departamento.
Atraca~o en este puerto, llegó el vapor Colombia á las 1 o p.
m. y siguió marcha, contraviniendo el Comandante de ese buque
la orden que le había dado de no tomar en ningún caso la vanguardia.
Informado aquí de que los pasajeros que llevaban los buques
enemigos se habían quedado en este puerto, dispuse acelerar
la marcha.
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BOLETÍN MILITAR li87
Día 23-A las 2 y 15 a. m. zarpó el Hérculu de Zambrano
y llegámos á las 4 a. m. á Yatí. En este puerto encontré el Colombia.
Emprendimos marcha en seguida.
La flotilla llegó á Magangué á las 4 y 50 a. m. Hice colocar
en la ribera de este puerto y desplegados en línea de batalla
40 individuos de tropa al mando del Capitán Silva. Encontré á
esta población sin autoridad legítima, no obstante haber sido abandonada
por los revolucionarios, que dejaron en Ji bertad al Prefecto
de la Provincia, Sr. Antonio López. Encontré destrozada la línea
telegráfica.
Los Sres. Enrique C. Parias y Luis del Valle, ex-Contadores
de los buques Elbers y Gieseken, que cayeron en poder de los enemigos,
me ofrecieron en esta población sus servicios, y les di de
alta en calidad de Ayudantes de la Comandancia general, asimilados
á Ca pi tan es para los efectos fiscales.
Hice comprar las medicinas necesarias para la floti1la, y á las
6 y 35 a. m. ordené la marcha. Después de haber atracado la flotilla
en el curso del día, para tomar combustible, en los puertos de
Madrid, El Retiro y Guayabal, llegámos á las 9 y 20 p. m., arriba
de Los Cerritos. Dispuse pernoctar aquí.
Día 24-0rdené seguir marcha á las 3 a. m. y, arrimámos á
Las Bonitas á las 6 y 20 a. m.~ para tomar combustible. A las 8 y
20 a. m. llegámos al Banco. Este puert.:> había sido abandonado
por los revolucionarios; encontré destrozada la línea telegráfica y
la población sin autoridad legítima. La necesidad de marchar á
toda máquina no me permitió dictar providencias tendientes á restablecer
el telegrafo y constituír aut<.tridad que diera garantías á
los asociados. Se arrimó á la H umarcda á las 9 y 40 a. m. para
tomar combustible, y á las 12 y 25 p. m. se arrimó á Puerto Cortissoz
para embarcar á los señores Flórez y Santiago de la Rosa,
amigos del Gobierno, que espontáneamente ofrecieron sus servicios
como Prácticos. A la~ 5 y 30 p. m. hice devolver el cañonero
Hércuüs debido á la señal de auxilio que daba el Colombia. Al
llegar al lado de este buque, que estaba fondeado frente á Caimita!,
me informó su Comandante que había sufrido un daño la máquina.
Ordené la reparación del Golombia é hice amarr?r el Hirculu
hasta que aquél estuviera en estado de poder continuar marcha.
Atracado en este puerto y considerando que en caso de que el
enemigo estuviera en Puerto Nacional no sería conveniente se
apercibiera de la aproximación de los buques que componen la
flotilla de mi mando, dispuse que desde esa hora (7 de la noche) se
suspendieran los toques de ordenanza y las señales reglamentarias.
Con no poca sorpresa noté que el vapor Colombia, atracado en la
misma ladera y á una distancia de 200 metros del buque de la
Comandancia general, y sin tener en cuenta las más triviales reglas
de estrategia militar, dio los toques de ordenanza y las señales de
costumbre. Acto continuo se ordenó la marcha y se atracó á los
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588 BOLETÍN MILITAR
Obispos, para tomar informes del enemigo en una casita que está
situada en esa ladera. En los precisos momentos de salir de este
puerto (á las 11 y JO p. m.), se oyeror-1 simultáneamente los pitazos
de los buques enemigos, y en el acto quedaron las dos escuadras
frente á frente. Dispuse se levantara á 200 libras la presión,
usando carbón mineral, y se empeñó la batalla. El parte detallado
de esa acción de armas se encuentra en el libro respectivo.
Día 25-A la I y JO a. m. terminó el combate. Los revolucionarios
habían sido completament~ vencidos; el Elbers, Barranquilla,
Elena y Cisneros quedaron á la retaguardia del Hércules,
sin máquina y sin gobierno; la draga Cristóbal Colón completamente
hundida; el Gieseken, no aceptó combate y siguió aguas
arriba, y el Antioquia, á toda velocidad bajó sin entrar en batalla.
Preocupado con la suerte del Colombia, que desde el principio
observé no seguía con la rapidez del Hércuüs, persuadiclo de que
era imposible dar caza al Gieseken, y habiendo cesado ya los fuegos,
dispu:;e, al llegar á Gamarra, en donde terminó la batalla, contramarchar
para enterarme de lo ocurrido al otro buque de la flotilla
á mi mando. A las 2 y 20 a. m. llegué al lado del C?lombia, que
estaba anclado frente á los Obispos, debido á la descomposición que
sufrió su máquina, en los precisos momentos en que comenzó el
combate, según me informó el Comandante de ese buque. Los
vapores Elena y Cisneros, que habían sido arrastrados por la corriente,
tropezaron con el Colombia y se hallaban arrimados á la
ladera, á cuatrocientos m tros del buque últimamente mencionado.
Dispuse la composición de la máquina del Colombia y situé el
Hércules en po~ición que pudiera dominar los vapores de la flotilla
enemiga, aun cuando ya despedazados y sin fuerza motriz. A las 6
a. m. hice arrimar el Hércules cerca de los buques Elena y Cisneros,
y despué de reconocer los muertos r heridos, tomar los prisioneros
y recoger lo elementos de guerra que se determinan en
otra p:lrte, salí m os á las 7 p. m. para veri úcar la mi m a operación
en los vapores Barranquilfa y Elbers. A las 1 o y 20 a. m. arrimó
el Hércu/,:s otra vez al Oo!?mbia. Pude persuadirme de que el Comandante
no había dado cumplimiento á la orden de colocar el cañón
sobre la cureña, lo que dio lugar á que se desmontara al hacer
el primer disparo. Dispuse lo conveniente para activar la composición
de la máquina del Colombia, y ordene al General Folíaco
hicit!ra dar sepultura á los muertos en la ladera de Santander. Ordene
que el Elbers, que había quedado en posibilidad de navegar,
bajara remolcando al Barranquilla, y nombré para Comandante de
aquel buque al General Santiago M. Alvarez, rescatado en el
combate; que el Colombia remolcara al Elena, y el Hércules tomó
al Oisneros, y con este buque á remolque emprendimos marcha
hacia abajo á las 12 y JO p. m. A las 2 y 5 p. m. se arrimó •á
Puerto Cortissoz para tomar combustible. Dispuse pernoctar en
este puerto.
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.BOLETÍN MILITAR 589
Día 26-A las 2 y 10 a. m., como no parecía el vapor Colombia,
dispuse contramarchar dejando el Oisneros al cuidado de una
escolta mandada por un oficial. A las 3 y 15 a. m., hora en que
se divisó el Colombia, contramarché, el Hércul~s tomó nuevamente
al Cimeros, y salímos de Puerto Cortissoz á las 4 y 30 a. m. A las
5 y 15 a. m. se alcanzó á ver al Flora, y como no correspondió á
las señales de buque amigo, que por repetidas ve es le hice dar,
dejé anclado en la mitad del río al Cimeros, custodiado por un
oficial y un soldado, y seguí en persecución del Flora. Alcancé á
este buque á las 5 y 45 a. m., me persuadí de que era amigo, recibí
un pliego del Jefe Civil y Militar del Departamento de Bolívar,
y dispuse que el Flora subiera á colocarse al lado del Cisneros.
A las 7 y 20 a. m. llegué al Banco, en donde encontré al
Colombia, que de mi orden se adelantó en los momentos en que
llegó el Hércules al lado del Flora. A las 8 a. m. emprendimos
marcha.
A las 2 y 30 p. m. se divisó el Antioquia, que subía. Le hice
dar las señales del caso, que no correspondió, sino viró proa y marchó
aguas abajo, hasta reunirse en el Retiro con los vapores Bísmarck
y Manuela Aycardi, que con el Antioquia se colocaron en actitud
de combate. Volví á dar )a señal de alto, que fue correspondida,
y dispuse ponerme á la voz con dichos buques, cuando me persuadí
de que eran amigos. El Coronel Aurelio de Castro, Comandante
de la flotilla de retaguardia, había tomado el Antioquia, que se
puso en fuga la noche del combate de Gamarra, lo hizo armar en
guerra, y con esos tres buques se puso á mis órdenes. Ordené al
Comandante del Aycardi subiera hasta encontrar al Oisneros, lo
tomara á remolque y bajara con él. Inmediatamente ordené marchar,
siguiendo el Antioquia y el Bísmarck á retaguar.lia del Hércules.
LJegámos á Zambrano á las 6 y 15 p. m. Después de informar
por telégrafo al Comandante general de la 3·a División
del Ejército y al Tefe Civil y Militar del Departamento del triunfo
obtenido en Gamarra, emprendí marcha á las 6 y 30 p. m. A las
8 y 30 p. m. encontré por Santamartica al buque Miguel Samper,
que siguió de mi orden á retaguardia.
A Calamar llegámos á las 10 y 25 p. m., despué¡ fueron llegando
sucesivamente los vapores Samper, Bísmarck y Antioquia.
Dispuse que el Samper subiera hasta encontrar el O;lombia, á efecto
de que tomara las fuerzas que comanda el Coronel Rubén Varon,
y bajara con ellas á la mayor brevedad, para que pudieran seguir
viaje esas tropa á Cartagena á ponerse á la disposición del Jefe
Civil y l'vlilitar del De¡Jartamento, que por repetidas veces me las
había pedido con el carácter de urgente.
De acuerdo con el Jefe Civil y Militar del Departamento
dejé en este puerto, debidamente custodiados, los prisioneros tomados
en el combate de Gamarra, para que sean conducidos á Car~
tagena.
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BOLETÍN MILITAR 591
Día 2 7-A las 8 y I o a. m. ordené la marcha. A las 1 o y 30
a. m. encont .. é el J7igilante, descompuesto, abajo de Remolino.
Dispuse lo conveniente para que bajara remolcado por alguno de
los buques de retaguardia. A las 12 m. encontré el Zea frente á
Barranquilla, y en este puerto fondeámos á las 12 y 45 p. m.
El General, Comandante general de la flotilla de guerra,
D. A. DE CASTRO
•••
SECCION DOCTBIN AL
(traducido clel Reglamento alemán aobre servicio en campaña)
Toda tropa que se encuentra á proximidad del enemigo, debe rodearse
del respectivo urvicio de uguridad. La fracción encargada de
preservar de una sorpresa á la tropa que cubre, tiene al mismo tiempo
la misión de darle tiempo de tomar las armas y prepararse para la lucha
en caso necesario. De lo dicho resulta gue toda tropa debe organizar
un servicio de reconocimientos á corta distancia, aun en el caso de
que á vanguardia fuerzas de caballería desempeñen el de exploración
á gran distancia.
Para fijar el efectivo gue debe prestar este servicio, es preciso tener
en cuenta que su misión es en extremo fatigosa, por lo cual conTiene
reducirlo al mínimum estrictamente necesario. El fraccionamiento
de la tropa encargada de la vigilancia en e uesti6n, es variable, pero se
hará siempre sujetándose al siguiente principio: los grupos serán tanto
menos fuertes cuanto más c:e alejen del grueso ó cuerpo principal.
Todo cuerpo de tropas alcanza el fin indicado, escalonando unas
tras otras las fracciones que deben cubrirlo, las que así resultan tanto
más débiles cuanto más se aproximan al enemigo. Los cuerpos pequeño•
se cubren simplemente por medio de piquetes y de centinelas.
I .• Servido de seguridad m marcha-De ordinario las tropas en
marcha ocupan una gran profundidad y se ven reducidas á moverse por
los caminos, por lo cual necesitan un cierto tiempo para desplegarse, ó
sea para formarse en orden de combate. Las diversas fracciones encargadas
del servicio de seguridad, tienen, de consiguiente, por misión, procurar
esetiempo á la columna y aventar á la vez los obstáculos de poca
importancia, á fin de que la marcha de la fuerza no sea interrumpida
por ellos.
De lo dicho resulta que aun cuando un buen desempeño del servicio
de reconocimientos es la base del de seguridad, dicho servicio no
basta por sí solo, y es preciso complementarlo con otras medidas de
precaución.
El grueso de la tropa, 6 sea la columna, irá precedido por una vanguardia
hacia adelante y cubierto por una retaguardia hacia la cola; los
flancos se cubren por medio de ílancguardias ó flanqueadores.
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BOLE1'1N MILITAR
a) f/ anguardia-La caballería destacada adelante del frente de un
ejército no alcanza á cubrir de modo completo á las tropas que la siguen,
las que por lo mismo tienen que guardarse por medio de vanguardias.
Como un buen servicio de exploración es el mejor medio de cubrirse,
á desempeñarlo se enviará la mayor parte de la caballería de
que se disponga. De este modo el grueso podrá avanzar con seguridad y
movimiento más uniforme que si la vanguardia no se hubiera constituído
sino en el momento en que se hizo necesaria. En todo caso, y como
regla absoluta, la caballería que desempeñe el servicio de seguridad
dejará á la infantería un número suficiente de jinetes que sirvan de exploradores
durante el combate.
Las circunstancias pueden exigir igualmente, ó que la mayor parte
de la caballería haya de ser enviada en otra dirección, ó mantenida á
retaguardia de las otras tropas, lo que sucederá cuando el enemigo sea
muy superior en esta arma y el contacto se halle establecido desde
algunos días atrás.
La caballería se moverá de tal suerte que llene las condiciones del
servicio de exploración, no pierda su enlace con la infantería que la
sigue y esté siempre en la mano del jefe en el momento de empeñarse
el combate. Aun durante la acción el servicio de reconocimientos constituye
el principal oficio de la caballería, lo que no ohsta el que intervenga
en la lucha en el momento propicio.
La distancia á que debe marchar la vanguardia es variable y depende
de las intenciones que se tengan, de la fuerza de que se dispone,
de la configuración general del terreno y del enemigo mismo. Preciso
es en todo caso que esa distancia sea suficiente para que el grueso no
sufra ni demoras ni vaivenes en su marcha y pueda intervenir á tiempo,
cuando sea necesario, para sostener las tropas avanzadas. En las marchas
que preceden á un ataque pueden di sminuírse las distancias, á fin de
acelerar el despliegue á vanguardia.
La fuerza y la composición de la vanguardia dependen del terreno
y de la importancia del cuerpo principal: los cuerpos considerables la
regulan sobre la importancia de la fracc.=ión que marcha en cabeza. En
la infantería comprende una porción que varía del ! al t del efectivo
total. En los casos en que no comprenda la mayor parte de la caballería,
se le agrega un destacamento de esta arma, de fuerza suficiente,
para asegurar el buen servicio en la vanguardia. También se le agregan
artillería y zapadores, de acuerdo con las necesidades de la operación,
pero siempre por unidades tácticas.
Sin embargo, si razones especiales no incitan á fraccionar la artillería,
preferible es conservarla agrupada, pues su entrada en línea por
partes en presencia de otra enemiga superior en número, la expone á
pérdidas sensibles á menudo irreparables.
También puede á veces ser conveniente añadir á la vanguardia un
equipaje de puentes y una sección de ambulancia. De ordinario con las
vanguardias marchan secciones de aereonautas.
La vanguardia se subdivide en grtteJ IJ y cabeza, y según el caso,
cahallería de va11guardia. El grueso (Haupttrupp) comprenderá lamayor
?arte ele la infanrería, y en tesis general, la artillería de la Yanguardia;
la cabeza (Vortrupp) se compone de infantería en la proporción d~
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BOLETÍN MILITAR 593
k á i del todo, por tracciones constituíd:1s, con los zapadores y la caballería
necesaria. Esta última arma se incluye en proporcione.s tales, que
la in.fantería no tenga que enviar patrullas de reconocimiento fuera del
camtno.
La cabeza marchará á tal distaacia del grueso, que éste tenga tiem-po
de desplegarse en caso de encuentro con el enemigo (de ordinario ~á
1 kilómetro). En las vanguardias pequeñas la cabeza precede al grueso
á distancia conveniente, para que éste no pueda ser sorprendido por el
fuego de la fusilería. Cuando la cabeza es fuerte puede, para aumentar
la seguridad, destacar á 3 ó 400 metros adelante una compañía ó un pelotón.
A una distancia poco más 6 menos igual de la cabeza y á vanguardia
de ella, marcha la punta de infante ría, que á su turno irá precedida
por la punta de caballería ó por la caballería de vanguardia precedida
entonces por una punta de esa arma.
La punta de infantería se compone cie ua oficial y una escuadra.
con lo cual, á la vez que tiene mayor resistencia, puede cubrirse sobre
un frente más extenso sin recurrir á la cabeza. Cuando la conformación
del terreno á ello la obliga, marcha en orden disperso. De ordinario se
le agregan algunos ciclistas para ligarla mejor á los otros escalones de
la vanguardia, y en caso contrario deja dos hombres á retaguardia para
ligarse con la cabeza.
La punta de caballería se compone de 1 oficial y 6 jinetes; á retaguardia
y en el camino deja uno ó dos p4ra ligarse; aprovecha las alturas
que se hallen á proximidad para observar, después avanza á paso rá.
pido hasta otro observatorio, moviéndose así por saltos sucesivos, á fin
de ganar el tiempo perdido en los intermedios. En tesis general, lo!> jinetes
muchan con la carabina lista, salvo orden en contrario.
La infantería que marche sola fracciona su vanguardia ce) mejor
modo posible. Otro tanto hará una tropa de caballería aislada, de acuerdo
con la misión que se le haya confiado.
Todas las disposiciones que adopte una vanguardia tenderán á impedir
que la marcha del cuerpo principal se demore 6 retrase sin necesidad.
Ante todo importa poner las tropas al abrigo de u :1a orpre~a
seria. Los pequeños destacamentos enemigos serán amenazados sin va
cilar, y el jefe de la vanguardia, que sabe que es seguido de cerca por
d cuerpo principal, debe a\·anzar resueltamente. En la marcha, las
.fracciones pequeñas dependen siempre de las grandes, á las cuales incumbe
asegurar el enlace respectivo.-(ContinuarÁ). --···--LEOOION C SJETIV A
La Gaceta de Francfirt, periódico alemán que goza de gran
.crédito en los círculos militares del Imperio, consultó á un jefe
prusiano sobre el valer de los oficiales ingl~ses, á propó~ito de la
guerra del Transvaal. Dicho militar atribuye precisamente á sus
colegas de ultra-Mancha la derrota de los ingleses en la anterior
guerra del Transvaal, en 188 r, dando las pruebas de su aserto.
Después del relato histórico, el jefe alemán hace las consideracio-
2
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BOLKTÍN VI:UITA.R
nes generales que siguen y que nosotros traducimos del Gourrier
dn Etats Unis, por ser de actualidad y estar refrendadas por los hechos
que se cumplen á nuestra vista:
"Las mismas faltas (ignorancia del servicio de campaña, descuidos
en los reconocimientos, etc.) produjeron el considerable número
de bajas que han sufrido los ingleses en sus recientes guerras,
á pesar de que no se trató de un enemigo armado y que por lo mismo
se presentaba poco menos que sin defensa, como sucedió en la
última campaña del Sudan. Un jefe inglés, á quien interrogué sobre
su juicio acerca de Ja próxima guerra del Transvaal, me dijo:
'Terminará favorablemente para nosotros, sin duda ninguna, porque
contamos con fuerzas muy superiores en número á las de los
boers; pero nos costará enormes sacrificios de vidas, porque desgraciadamente
es una gran verdad que nuestros jefes no saben•
nada de guerra, y los oficiales no saben conducir sus tr0pas contra
un enemigo bien armado.' Preguntéle si no creía que la supre-·
sión de la venta de los grados de oficial, cuyo resultado principia
á hacerse sentir en la cima de la jerarquía, hubiera sido benéfica
para mejorar el valer de la oficialidad. 'N ó, respondió. La capacidad
intelectual de nuestros oficiales sería superior, si en nuestro
~ ejército el favoritismo tuviera menos ingerencia, porque no es el
mérito, sino los padrinos, los que deciden de ordinario el nombramiento
de un militar para u u grado elt!vado. Nuestros oticiales
entran jóvenes al ejército, sin tener la menor idea de lo que es el
servicio; y si en ese estado les toca de repente entrar en campaña,
se portarán con bravura, es cierto, pero apenas podrán conducirse
á sí propios, y no sabrán qué hacer con 5us soldado~.'
"Una ojeada á las últimas maniobras inglesas me produjo
idéntica impresión. Los oficiales todos presentan porte descuidado,
las órdenes se dan como con pereza, y nadie se preocupa porque
se ejecuten estrictamente, como pude verlo en m 1s de una oca ión.
Los oficiales no atienden á la naturaleza del terreno sobre qJe
maniobran, y toda maniobra inglesa con una infantería que di -
para por descargas y de;deíía heroicamente abrignrse, tran porta
el espíritu á la batalla de Waterloo, la única quizá que estudian
los oficiales que tratan de formarse juicio propio sobre la 'l".;ctica.
"Un escritor militar inglés señala, en un libro sobre d ejército
inglés, hasta qué punto los oficiales tienen horror al estudio
de la historia militar, y como fuera de las guerras con los afridis y
sudaneses, no han tenido ocasión de aprender el ofic:io, siquiera
sea prácticamente; como enseñar al soldado el manejo del arma
tampoco es ocasión para aprender la ciencia de la táctica; como
además el oficial inglés se aplica concienzudam(;nte á dejar de
mano todv lo que parezca militar, fuera de las horas de ejercicio,
y como, por último, reduce sus estudios á algunas de Jas b...1.tallas
ya antiguas, no hay por qué extrañar que en el campo de maniobras
desempeñe un papel dudoso cuando lo observa un ojo de ver-
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BOLETfN )lJLITA.B 59 S
dadero soldado. En una palabra, esos señores juegan á los soldados;
son gentlement cuyo porte, indiferentismo en las horas de servicio
y género de vida que llevan fuera de éste, indican de modo
claro que no visten el uniforme sino porque así lo exige el grado
de oficial, y porque tal es la costuwbre entre los jóvenes de buena
familia.
"Sin duda ninguna esos gentlement con uniform~ son valientes.
Un oficial inglés me decía un día que estimaba incompatible con
su dignidad poner rodilla en tierra ó echarse de pechos contra el
suelo para resguardarse del fuego del enemigo; creía que tales
procedimientos eran indicio de temor. Las numerosas bajas de
oficiales durante las últimas guerras, las derrotas mismas de la
guerra del Transvaal en 188 I, fueron el resultado de ese valor, que
no puede elogiarse, porque es estéril, en especial cuando no está
respaldado por conocimientos militares.
"Los ingleses fundan sus esperanzas, en la próxima guerra
con los boers, en su caballería, y en verdad que la que vi en In-
,glaterra es la única tropa de la isla que está á la altura de la instrucción
militar moderna, y aun supera á algunas tropas europeas
de la misma arma. La oficialidad de la caballería produce mejor
impresión, pero en materia de instrucción no lleva ventaja á sus
camaradas de la infantería y la caballería.
"Naturalmente en el ejército inglés se encuentran Generales
y Jefes que reconocen todos los defectos de la táctica inglesa;
entre ellos Sir R. Buller, designado para mandar en jefe la campaña
del 'rransvaal, no ignora que contra los boers se necesitan
procedimientos menos elementales, y después de inspeccionar las
tropas destinadas á la campaña, revista pasada no hace muchos
días en el campo de Aldershot, dijo á los oficiales: 'no conservéis
con mucho celo vuestras prácticas militares,' y aun reconvino á
los de infantería por preocuparse demasiado por fi>rmar y conservar
líneas correctas, descuidando los objetivo de la lucha y la naturaleza
del terreno____ Por lo demás, e"toy convencido de que
esas lecciones de última hora no harán impresión en el ánimo de
los oficiales ingleses."
Inútil es recordar á nuestros lectores cómo en estos días de
revuelta se ha hecho caso omiso, por no pocos guerreroc;, de los más
elementales principios de la ciencia, lo cual ha dado por resultado
inútiles carnicerías en las que de poco ó nada han servido sagaces
estratage:nas de .guerrillero, muy buenas i en vez de aiíadirJac; á
antiguos procedimientos, absurdos á la fecha, se hubieran involucrado
con los preceptos que enseña la experiencia de las últimas.
guerras en el Extranjero.
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BOLETÍN MILITAR
:t..EO~IONES DE OEOORAFIA FISIOA
CURSO DEL PROFESOR THOULET EN LA UNIVERSiDAD DE NANCY
Traducción libre, hecha para el Boletín Militar
1-tQu.é cM la 8'eografia lilllica'l
La geografía física es el e!!tudio razonado de los acontecimientOi
que se cumplen sobre la superficie de la tierra, en torno nuéstro, en este
instante de los tiempos que nos ha sido dado presenciar, y que modiiicaa
~in cesar el modelado externo del globo: ella investiga las causas de
~sos cambios y señala sus consecuencias; ella nos habla en el lenguaje
de las medidas y los números. Llamando las matemáticas en su auxilio,
y también la física, la qufrnica, ó mejor dicho, las ciencias todas, la geografía
física aplica el método experimental, al que nada resiste cuando
es posible aplicarlo: deja el llano 6 la montaña, el río 6 el torrente, el
lago 6 el océano, para meditar en el laboratorio, y, recíprocamente, sale
del laboratorio á viajar por los desiertos, escalar los montes y navegar
en los mares. Cuando la geografía física observa un rasgo cualquiera del
relieve terrestre, analiza las causas que le dieron el sér, discute sus detalles,
y en seguida, ocurriendo á la síntesis, trata de reproducirlo ea
proporción compatible con las débiles fuerzas del hombre, comparables,
á pesar de todo, á las más imponentes manifestaciones de las fuerzas de
)a Naturaleza. Sobre el globo la obra del ay~r, no es sino la del hoy, ua
día más joven, llámese ese dfa siglo ebo ó corno se quiera; la geografía
física al leer sobre las colinas, las playas y aun en el fondo de los abi»mos
salobres la historia del presente, lee á la par la historia del pasado
y del futuro, y corno los hechos que se cumplen á nuestra vista dataa
de siglos anteriores y continuarán mañana, y dentro de mil años, la geografía
física al través del tiempo, ve lo mismo adelante que hacia atrás, y
cabos, y cuyo conocimiento es el fin mismo de nuestraa
investigaciones, sin temor puede abandonarse á veces la línea recta.
Y de todos los seres vivientes ninguno es tan importante como e
Jtombre: no se trata aquí del interés que presenta su estudio, hecho de-n
modo general para los hombres. Olvidemos adrede esa confraternidad
en lo humano: mirémoslo en g('ología y en geografía, y consideremos
Jos fenómenos, cualesquiera que sean, en su valor real. La simple
observación obliga á reconocer que el hombre posee sobre la naturaleza
una influencia que lo convierte en verdadero agente geológico: despoja
los montes ele su manto protector de arbolado y los ríos en sus aguajea
repentinos talan las llanuras y arrastran hasta el mar los detritus arrancados
al suelo; los lurtes y derrumbes colman los valles y hasta desvían el
curso de los ríos, como sucede en el Tirol; en Suez reunió dos mare¡
y produjo cambios en el clima de las regiones vecinas; al presente pretende
atraer la lluvia á su voluntad. En Holanda quita tierras al océano
por medio de diques; en otros sitios, con el auxilio de obras de arte mo•
ifica el régimen de los ríos y por ende la configuración de las costas
-.ecinas; aquí deseca lagos y pa.ntanos; allá-el Utath-transforma un
•esierto en tierras de labor, y á veces hace lo contrario de esto último;
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598 BOLETÍN MILITAR
ora destr1.1ye ciertos animales, no sólo en las islas sino hasta en los con- ,
tinentes, como el bisonte en el Far-West; ora lleva consigo plantas y
animales, haciéndose responsable de las modificaciones que entrañan
esos cambios: á la fecha los Estados Unidos son talados por el estornino
y Australia por el conejo, importados á esos suelos hace treinta año'l y
que al presente hacen retroceder ante ellos la misma civilización.
Toda acción implica una reacción: si el hombre obra sobre la naturaleza,
la naturaleza obra sobre el hombre: esta influencia no sólo ea
material, ejercitada sobre el cuerpo que conserva, debilita ó aniquila,
si9o. que alcanza al esríritu, á la inteligencia, hasta en actos al parecer
libres. En efecto, el azar pu::de desempefiar papel en los acontecimientos
de la historia de un hombre. Cual, entre los humanos, cuando ya
sus cabellos han cambiado de color y ha recorrido la mayor parte de su
limitado viaje terrestre, en esas horas melancólicas, en las que, solo, en
mediq de la calma, con la frente apoyada en la mano, piensa en lo pasado,
no recuerda que en tal ó tal época, próxima ó lejana, una nada,
una hoja que el viento lanzó á derecha ó izquierda, Jo indujo á obrar
de cierto modo, y esa acción modificó por completo su existencia. Lo
dicho se comprende: los años vuelan rápidos, andamos de prisa y nue¡¡tra
caída en la tumba es irremediable.
Al contrario, 1 el szar no figura en la historia de las nacione!l ~ un
pueblo, como un hombre, nace, crece, envejece y muere, pero para él
el tiempo de la vida dura siglos y su vida corre parejas con su destino.
Crímenes, faltas, torpezas, todo lo paga por su justo preciO y á su debi ..
do tiempo, á una justicia que algunos llaman ciega y que es inexorable.
Si á veces nos parece que esto no sucede, débcse á nuestra mjopía
para abrazar en conjunto toda una serie de causas con sus consecuencias.
Los fenómenos en la naturaleza son una canttdad complexa, y no
los comprendemos sino cuando son el resultado de una, dos ó tres leyea
bien conocidas; cuando provienen de mayor número de leyes, en Tez
de llamarlos excepciones, anomalías, como lo hacen algunos, confese ...
mos humildes que sobrepujan á nuestra ciencia, y busquemos paciente
sus causas necesarias que siempre están en la r~gla y en la ley. Voce
como anomalía, excepción, casualidad, significan en verdad un fenómeno
incompletamente obsen: ado ó no eutendido.
Pongamos un ejemplo de n':lestra tesis: ,
España de seguro fue poblada de S. á N., por las co] u m nas de
Hércules ; sus primiti\-os habitantes, los iberos, no sólo ocuparon la
península, sino que desbordaron má allá de los Pirineos, hasta los Alpes.
Al contrario, los cc1tas, que trasrnontaron los Pirineos y vivieron
en Galicia y Portugal, en su marcha de N. á S. se fundieron en las
llanuras de Castilla con los primeros, dando origen á los celtíberos.
Melkarth, el Hércules tirio, también llegó por el Mediod1a; Espafia
lo halla en cierto modo más bi~n que él la encuentra, porque loa
barcos partidos de Fenicia lo llevan directamente á Málaga, la antigua
Malaca, tras costear toda la orilla Septentrional de Africa. Funda á Gáde~
(Cádiz), é impotente para pen~trar en el interior de la comarca¡ de-.
fend~do por montañas que lo rodean como murallas, vuelve sobre sus
pasos~ repl,onta la costa1 y es por lll G~lia por donde sigue hacia d N. 1sw
camino de pillaje y sa.ngre. Los fenicios, en resumen, iristabaron factorfa.i
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BOLETfN MILITAR i99
desde la boca del Tajo hasta la del Ebro, pero hablando propiamente,
no colonizaron allí ninguna tierra, porque un pueblo comerciante, por
prolífico que sea en su país natal, si éste es peq uefio y Ja geografía le
impide extenderse, comercia pero no coloniza ni civiliza, y si lo hace es
á pesar suyo. Fenicios y cartagineses en la Antigüedad, venecianos y tienoveses
en la Edad Media, ingleses en nuestros días, se han limttado á
explotar el suelo con audacia y habilidad, incluso hasta hacer derramar
sangre; tanto peor para los débiles: el negocio es negocio.
Cuando los cartagine es se apoderaron de Espafia en su lucha con
Roma-simple concurrencia comercial-no pudieron mantenerse en el
terreno, aun cuando aplastan á Cartagena y 8agunto, que siguen, los acontecimientos se repiten en
esa Africa europea, en esa tierra compacta, cuadrada, rodeada por un
cinturón casi continuo de montafias y cortada al través, de E. á 0., pot
otras barreras sucesivas, ríos y montes, Sierra N evada y Guadalquivir,
Sierra Morena y Guadiana, Montes de Toledo y Tajo, Sierras de Guadarrama,
Duero y Ebro, Montes Ibérico. y de Galicia, y en fin, la línea
Pirineos-cántabros. A 1 N. una gran muralla, con estrechas puertas; al
N.O. la fortaleza y el refugio montañoso; al S. una puerta sobre Africa.
La historia de Espafia es una serie de oscilaciones de N. á S. y
de S. á N.
Los bárbaros, suevos, vándalos y alanos, penetran por lo Pirineos,
y p._so á paso alcanzan la Andalucía; sfguenlos los visigodos, que cruzan
también los Pirineos, y tras destrozar á vándalos y alanos, los obligan á
emigrar á Africa por Gibraltar, en tanto que los suevos, refugiados en
Galicia, se mantienen allí, y más tarde avanzan hacia el S. y conquistaa.
la Lusitania, donde se establecen.
Tres siglos después los musulmane ; invaden á España por el S.
y la ocupan setecientos años, durante los cuales se libran centenares
de batal1as, brillan las artes y las ciencias, se construyen joyeles.
de arquitectura como la Alharnbra, la Mezquita de Córdoba, el Alcázar
de Sevilla; la sangre corre á torrentes; por todas partes bulle el
incendio, el pillaje, la ruina; renace el espíritu de investigación científica
y se funda el método experimental ; 1 ucen las ciencia~ todas; reinos
se fundan y se abisman; se descubre á América y se dobla el cabo
de Buena Esperanza; luchan entre sí las religiones, y luchan por medio
de la persecución, el patíbulo, el destierro; la más refinada civilización
reemplaza á la ba.rbarie, y la barbarie dev~"~ra la civilización. Y entre esaa
peripecias singulares la osci ación es continua: va de S. á N., y cuandO'
llega á los Pirineos, s ·:! revuelve sobre ella misma y cumple el invers()
movimiento, hasta Gibraltar, sin una irregularidad, sin un vaivén, cual
péndul<:> gigantes~o que en vez de sesundos bate siglos. '
Los ara bes llegan .. por Gibr•ltar,; en Jerez aplaitan á Rodr.igo, el il
·timo rey de los visisodos, y siete afiot despu~s loa visiaodos de Pclat•
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600 BOLE'l'ÍN MILI'l'AR
no poseen sino la forta1e7.a de Asturias: entonces se produce la reacción;
los sarracenos pierden terreno sin cesar á pesar de todas las vicisitudes
de la guerra, y pnr último, Fernando é Isabel los arrojan para
siempre á Africa. España y Portugal desembocan entonces al mar por
sus únicas 1lanuras, y sus noveles marinos avanzan á de cubrir y conquistar
nuevos mundos.
Quien haya viajado por España habrá visto esas cimas azu1osas
-sierrar-que cierran el horizonte con sus dobles y triples filas paralelas
de dientes, que entre cada par de contrafuertes guardan una llanada
estrecha, alongada, de suelo parejo cubierto de encinas ó retamas.
De trecho en trecho se alzan pitones rocallosos, levantados un centenar
de metros sobre el valle, coronados siempre por las ruinas de un castillo:
fueron esos muros construídos por los cabalJeros de las órdenes militares,
y en Castilla son tan numerosos, que dieron nombre á la comarca: la
tierra de los cmti/los. Cada uno de ellos marca una etapa de la lucha con
los muslines: los caballeros guerreaban, ganaban algunas leguas de terreno,
hasta la próxima roca, en ella construían un fuerte, y ya no volYÍan
á retroceder; pasaban los meses, otras leguas se conquistaban hasta
el próximo cerro, y un nuevo castillo aparecía: de nido de águila en
nido de flguila f:.1e reconquistada España. Las ruinas revelan aún lo que
fue¡on esas fortalezas: oscuros recovecos, torres con saeteras y una vasta
8ala abovedada, donde se esculpía el escudo del caballero, señor de la
aldea, que se formaba al pie de la empinada roca. Y en esas ruinas no
faltan huellas de la invasión napoleónica que marchó de N. á S. rápidamente,
y luégo, poco á poco, retrocedió vencida por la reacción que
ahora principiaba en el medio día, al pie de la fortaleza del Sur, la Sierra
Nevada •.
La historia es el relato de la lucha entre el hombre y la naturaleza;
la geografía física pretende explicarnos la batalla describiendo el
campo. En los albores de la humanidad, la naturaleza aparece con la.
llorrible hermosura de su majestuosa y omnipotente tiranía. América y
Europa están cubiertas por glaciares inmensos; los animales son gigantescos:
el mammuth, grande como dos ekfantes, con colmillos de cuatro
metros de longitud; toros salvajes, de fuerza colosal; el tigre europeo,
al que comparado el de Bengal~ era lo que éste es al gato domé tico;
• La aplic3ción de las enseñanzaa de la historia á la geogrAfÍa de nuestro suelo, no
es menos admirable ejemplo de la verdad de esta• doctrinas. Los hombres que constitu.
yeron el Estado muisca, venidos del Sur, clominan un momento toda su exten ... ión y crean
•na civilización que desaparece ante la invasión caribe, bajada del Norte y que penetra
por loa vallea de los grandes ríos navegables. L ;' a mismas ruta m .rendas por la naturalt>%
3 traen á la altip anicie á los conquistadores, clesde el Norte, el Sur y el Oriente, y el
-.alle de los Alcázares, la ú ltima tterra descubierta en América, es la ciudadela ó elretluctocentr:
tl de los vaivenes de nuestra historia. A partir del apoyo que prestó á los muiscas
contra loa caribes, cuatado se dio el grito de independencia, dominada por !os patriotas,
permitió luégo reconquistar á Ca1 acas ; perdtda á la ll<·gada de Morillo, puso, en
cierto modo, fin á la guerra, reduciéndola á las llanuras; reconquistad;; en 1819, fue la
fragua donde se forjaron las armas que libertaren de nuevo.á Caracas y Quito. En las luchas
civiles su acción no ha sido menos acentuada: en 1 84-o, á pesar de que la revolución
tlominó on momento el país, vencida en la Sabana lo fue en seguida en toda la República;
en 18 54- se necesitó colosal esfuerzo para reconquistar las altiplanicies, base del Dictador;
en 186o la pérdida de la capital, no rec'>brada en t86z, decidió el triunfo de la revolución;
m fin, en loa tiempos posteriores, el hecho ae confirma: geológicamentP hablando, 1.1 al.
aiplaoicie ha d~mpeñado en Colombia el papel de lu Caatillaa en Eapaña.
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BOLETíN MI LIT .A.R 601
un ciervo cuya cornamenta midió tres metros. Sólo el hombre aparece
débil y desnudo, pero en el acto princ:ipia el combate, que no terminará
jamás: ]os primerm hombres se fabrican armas de piedra y atacan á los
animales feroces para alimentarse con su carne y cubrirse con su piel;
se instalan en las cavernas, de donde arrojan á las fieras para guarecerse
de las inclemencias del cielo; para vencer el frío hallan el fuego,
y se creen como dioses; inventan las redes para dominar los ríos, y la
piragua para vencer el mar. Más tarde, después de siglos de labor y de
miseria, descuajan los bnsques y roturan y cultivan la tierra y crían animales
domesticados. Y á pesar de tantos esfuerzos, el hombre es siempre-·
súbdi ,o de la naturaleza. El país que habita, su clima, su configuració•,
la altura y orientación de las montafias, la dirección de los ríos~
la posición relativa de los mares, en una palabra, todo lo que lo rodea
tiene i.dluencia sobre él, y lo modifican á su imagen en sus costumbres,
ideas, leyes, artes, inteligencia, tem~eramento, en su cuerpo y en su
alma, en multitud de hechos que ejecuta creyendo cumplir su propia
voluntad •.
Dejemos los tiempos prehistóricos y pasemos á la antigüedad. Los
imperios caldeo y asirio, Nínive, Babilonia, Suza, Ecbatana, aún conservan
en sus ruinas un sello imborrable de grandeza y atrocidad tranquilas:
los al tos relieves de la époc" sólo representan carnicerfas, carros
de guerra que ruedan sobre montones de cad( veres, filas interminables
de cautivos, degollados ó encadenados á los pies de reyes de talla colotal.
Los palacios pesados y macizos, á pesar de sus vastas proporciones;..
las columnas con capitel formado por cabezas de animales; los tores ala.¡
os con cabeza humana coronada con una tiara rígida; los guerreros pintados
en cuadriláteros de porcelana de colores chillones, con aire feroz,.
cabello y barba arreglado en trenzas rígidas, con vestido á la vez amplio
y estrecho, sin un pliegue; las vasijas y cofres de caras netamente
cortadas, con aristas agudas y contorno simbólico, todo esto sólo pudo
idearse, cons:-ruírse, tallarse, esculpirse y pintarse en las llanuras casi sin
límites de Asia, ardientes el verano, glaciales el invierno, ora sin
agua, ora inundadas por "erdaderos diluvios, sin verdura, bajo un sol rojo
y brutal, con horizontes monótonos, tan dilatados como los del mar, en
donde la inmovilidad de la arena desolada reemplaza la movilidad de las
ondas; en una palabra, en )a tierra de Semíramis, Sardana palo, Sargon
y Jerjes.
lHablaremos del genio helénico iluminado por un cielo límpido
y templado; de Jonia, tan muelle y tan agradable para vivir como en
tiempos de Mileto, Esfeso y Halicarnaso, sólo porqut! la atmósfera es
la misma? ¿De Roma, bastardeada, y sin embargo grande aún? Todo
lleva el sello del clima, y si cambiamos de latitud, hallaremos, por ejem ·
plo, los piratas escandinavos de ojos azul claro, cabello~ rubios; nautas.
en drakkars ligeros, atrevidos é imponentes, como los fjords de su país,.
poetas de la poesía de sus brumas, crueles y finos como las heleras de
sus montafias. Al Norte, al Mediodía, al Oriente y al Ocaso, en lo pasado
como en lo por venir y el presente, dondequiera el hombre y la
• Hijos de tierra cálida, por cjemp!o, 'SOn los calen/ano:~ (tolimenses), co.fleño• (Bolívar
y Magdalena), caucanos (Valle), y llan•ros: todos se di1tinguen á la simple vista....
En lo (;sico y en lo moral é iutelcctual, e o 1stituyen casi pueblos distint01
ANCO D LA RfPU!l
11 T A
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602 BOL:ETÍN MILITAR
tierra se presentan unidos por lazos tan estrechos, como los que enlazan
al hijo y á la madre.
Así pues, los aconteJ}: imientos cumplido:; por los hombres colocados
bajo la dependencia inmediata é imperiosa de la Naturaleza, siguen
una marcha determinada: la misma cau a produce la misma consecuencia,
que convertida en causa á su turno, da necesariamente origen á
toda una serie de nuevas consecuencias que de un modo lógico se encadenan
las unas á las otras. Por lo dicho, la historia ya no es una simple
enumeración de hechos, sino una ciencia, en la más alta acepción
de la palabra : en vano se buscará diferencia de categoría entre un
fenómeno social y un fenómeno natural: la dilatación de un cuerpo
por el calor y el desarrollo de una raza; los prodigios de la erosión y
la decadencia de un imperio. Forzosamente la barra metálica aumenta
de longitud, sometida á la acción de un horno; el pueblo que permanece
e-stacionario en medio de otros que progresan, forzosamente debe
perecer; el mercader que, á calidad igual, vende más barato, acapara
la clientela del lugar; un cuerpo pesado, abandonado á sí mismo, cae.
Por esto, la geografía fuira es la inflntigarión y expofirió11 de las ltyts t¡llt
rigtn la Juperjhit terreJtre; es la introducción indi"pensablc de la historia
(y sobre todo de la historia militar), si posible fuere separar el
-conjunto de las mutuas y estrechas relaciones que median entre la geografía
y la historia.
Lo dicho no significa que los acontecimientos se repitan de modo
it1énlit#, y que la historia no sea sino un perpetuo y monótono giro. Por
más que tanto las obras humanas como las naturales sean regidas por
leyés eternas é invariables, sin 1o cual no serían leyes, codo fenómeno,
sea humano, sea natural, rara vez es una manifestación simple; al col\trario,
por lo común es la suma de un número mayor ó menor de leyes
y puede compadrsele á una ecuación única entre múltiples variables,
1.:ada una de las cuales varía conforme á uria ley, conocida ó des:onocida,
pero en la cual el azar no tiene cabida.
Y, continuando la comparación, en esa ecuaci6rt las variables van
acompafiadas por coeficientes que sin cambiar en la esencia modifican
sú valor, que aumenta ó disminuye entre amplios límites positivos y "~
negativos. El papel del investigador consiste precisamente en tomar en
cuenta esos coeficientes en su conjunto y en su individualidad, para despreciar
los que en cada caso particular se tornen iguales á cero, hallar
los que á pesar de ofrecer un valor real, por d momento ejerzan influencia
inversa sobre sus propias variabl('S que dejan entonces anular, del
mismo modo que permanece en reposo el cuerpo solicitado por dos
fuerzas iguales y opuestas; es dar, al contrario, su importancia entera
á los elementos que, á causa de condiciones especiales, adquieren iniluencia
preponderante. Hé aquí la relación que hallamos entre la na turaleza
y el hombre, entre la geografía física y la historia.
La naturaleza no permanece pasiva; creeríase la inteligente y apasionada.
Se asemeja á un sefior celoso de su autoridad; es clemente con
quien la obedece y terrible con el que osa resistirla. En la soledad de
las aguas é Islotes del Pacífico pululaban los grandes cetáceos y las avea
·marin-as, los que tras acom'ódar su existencia al medio ambiente 'y portáHe
como aúbc!itos sumisos, vivían en paz y calma, sin einerse unoS i
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BOLETÍN .M:ILlTA.B 603
otros ni temer a1 hombre, que no conocían. Aparece el hombre, y todo
cambia; él ataca la naturaleza, y la naturaleza se defiende; débil entre
dos adversarios tan poderosos, el animal huye ó desaparece. ¿Quiere el
hombre romper un istmo, atravesar un monte, establecer un puerto? la
naturaleza, con bloques de granito ó granos de arena, destruye lo hecho
por poco que se la descuide; edifica él una ciudad, al pie de un volcán,
y ella la sepulta entre cenizas; se establece el hombre sobre el borde
de los acantilados del mar, y ella los mina y derrumba, t>bligándolo
á retroceder; el mar destroza las rocas más duras y las trar1sporta á lo
lejos, para formar escoJlos contra Jos cuales se rompen los bajeles; ella
lo mismo excava cavernas que destruye diques y tajamares. Sin tregua.
ni reposo repara sus pérdidas, cura sus heridas, inventa nuevos método•
de defensa para resistir los que de ataque inventa el hombre. Ora graciosa
y apacible, deja crecer los árboles á orillac; de las olas y permite
al h;ombre q4e allí levante palacios ó fortalezas, pero de repente despierta
su furor, se sacude y con tremendos cataclismos asola comarcal
entera~; pero de ordinario llama en su auxilio el infinito poderío de lo
infinitamente pequeño y lo infinitamente lento, y si el hombre suspende
la lucha, en breve ella recobra todos sus derechos; en Asia la arena ha
sepultado vas~ísimas ciudades, en América otras yacen cubiertas por la
selva; hasta "las mismas ruinas perecen."
En los orígenes de la humanidad, las condiciones de la lucha fueron
de sencillez extremada. Entonces el hombre, como el animal hoy
día, sufrió Íntegra la influencia de la naturaleza, la que no podía resistir
por encontrarse mal armado para la lucha: sus fuerzas eran nulas,
comparadas con las naturales. Durante: ese período, la lucha se reduce
á una especie de equilibrio que se desplaza con lentirud bastante para
dejar ver el encadenamiento de las diversas faces. Los antiguos pueblos,
sin necesidades materiales, sin industria, sin máquinas, y en los que el
poder se concentraba en unas pocas manos, se asemejaron á grupos de
nifios cuyos móviles, señalados por las mismas condiciones ambientes,
eran en extremo reducidos. El problema presenta su complicación mínima,
y: para nosotros que lo juzgamos hoy el alejamiento de los hecho•
los hace comprender mejor, cual si se tratara de aquellos objetos que
no se perciben bien puestos junto á los ojos, y se distinguen co!ocados á
cierta distancia, cuando muestr m sus contornos con toda nitidez. Por
esto el estudio de la antigüedad es indispensable.
La invenci6n del vidrio de \'Ídrieras, el descubrimiento de los pro-;.
ce4imientos industriales para fabricarlo en grande escala y á bajo precio,
es sin duda una de las primeras grandes victorias de la humanidad. Al
presente el hombre puede vivir en el interior de casas y desafiar en '
ellas los rigores del frío: en su hogar, rodeado por su familia, en el seno
del calor y la luz, del reposo y del bienestar, logra que su inteligencia
se desarroJle, se perfeccione y lo guíe hacia nuevas victorias; así quedó
en capacidad de abandonar la cuenca del Mediterráneo, de suaves inviernos,
para esparcirse por las comarcas septentrionales, sin necesidad
de vivir en ellas en el fondo de oscuras cavernas, verdaderas guaridas
9blación es de I 1,155 habitantes.
l DEPARTAMENTO MAcHADo-Este Departamento se halla
dividido en 3 parroquias, que son: Villa Tobar, Mora y Zea.
Tiene 69 sitios, r,828 casas y ranchos, 88 ventas, 191 haciendas,
7 hatos, r,r65 conucos, 14 cortes de madera y 10~667
habitantes.
f7ifla Tobar-Esta villa, anteriormente llamada Bailadores,
capitítl del departamento, se halla á orillas del río Mucuchíes, y es
una de ]as que mas han progresado en este Estado.
Su temperatura es agradable, y los terrenos que la circundan
son muy ft:races. Su población es de 5,193 habitantes.
DEPARfAMENTO RrvAs DÁVILA-Este Departamento se
halla dividido en 2 parroquias, que son: Bailadores y Guaraque.
riene 35 sitio , 924 ca as y rancho., 32 ventas, 20 haciendas,
3 hatos, 190 conuco , 7 corte de madera y 6,026 habitantes.
Bailador s-Hállase esta villa á los 7°57'25' de 1at. N. y
4043'40' de long. O. del meridiano de Caracas, y á una altura de
1,748 metros sobre el nivel del mar. Su tem?eratura es deliciosa;
· 1 termómetro C. marca por término medio r8°49.
Sus cercanías están cubiertas de plantaciones y ofrecen bellísimas
perspectivas. Bailadores, sin e,nbargo, no ha progresado, y
hoy apenas cuenta 3,654 habitantes.
En ésta, como en casi todas las poblaciones del Estado, los
emigrantes europeos hallarían cuanto es menester para prosperar
y vivir holgadamente.
DEPARTAI\IJEN'IO Puuno-Este Departamento se halla divi-
dido en 4 parroquias, que son: Mucuchíes, Valparaíso, Santo Domingo
y San José de 'Torondoy.
Tiene 31 sitios, 849 casas y ranchos, 33 ventas, 12 haciendas,
10 hatos, 194 conucos, 6 cortes de madera y 4,359 habitantes.
Mucuchíes-Esta villa, capital de] Departamento, se halla á
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BOLETíN MILITAR 007
los go2o' de lat. N. y 301 1 1 25' de long. O. del meridiano d(" Caracas,
y á una altura de 2,360 metros sobre el nivel del mar.
Es la población que se encuentra á mayor altura en todo el
territorio de la República. S clima es bastante fresco, pues el
termómetro C. marca por término medio 15°97.
Está construída al pie de los páramos de Santo Domingo y
.\1ucuchíes, y casi á orillas del Chama. Su población es de 2,164
habitantes.
DEPARTAMENTO MIRANDA-Este Depart.1mento se halla
dividido en 4 parroquias, que son: Timotes, Palmira, Chachopo y
Pueblo Llano.
Tiene 26 sitios, 919 casas y ranchos, 32 ventas, 10 haciendas,
12 hatos, 241 conucos, 5 cortes de madera y 4,945 habitantec;.
Ti motes-Hállase situada esta villa, capital del Departamento:a
entre altas serranías á orillas del Motatan, y á algunos kilómetros
del nacimiento de este río.
Su temperatura es agradable, y su población de 2,097 habitantes.
DEPARTAMENTO CAMPO ELfAs-Este Departamento se haHa
dividido en 4 parroquias, que son: Ejido, Acequias, Jají y La
Mesa.
Tiene 39 sitios, 2,123 casas y ranchos, 92 ventas, 289 haciendas,
4 hatos, I,oo6 conucos, 9 cortes de madera y 10,793
habitantes.
Ejido-Esta villa está situada á cerca de 6 kilómetros del
Chama, á los go1o' de lat. N. y 400'5' de long. O. del meridiano
de Caracas, en un terreno quebrado que se halla á 1,205 metros
sobre d nivel del mar.
Desde ella se ve la Sierra N evada, que lleva sus plateadas cimas
por sobre las demás alturas. Su cli.na es templado y sano; el
termómetro C. marca por .término medio I 1067. Tiene una población
de 5,593 habitantes.
Di.PAR'TAMEN'l o CoLINA-Este Departamento se halla dividido
en 4 parrcquias, que son: Lagunillas, La Victoria, San Juan
y Pueblo N u evo.
Tiene 45 sitios, 1,774 casas y ranchos, 43 ventas, 71 haciendas,
2 hatos, 663 conucos, 9 cortes de madera y 9,672 habitantes.
Lagzmillas-Esta vi1Ja, capital del Departamento, se halla al
occidente de Ejido y á pocos kilómetros del río Chama.
Esta villa ha progresado algo. Hoy tiene 3,07 I habitantes.
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BOLETÍN MILITAR
V .ARIED.ADES
POR SANTIAGO PÉREZ
(Continuación)
Pero ¿qué, sino ignorancia y estupidez pueden tener unos
~sclavos de ayer, por cuyo mejoramiento físico ó moral jamás hicieron
nada sus dueños? ¿Qué, sino insolencia y mala voluntad
pueden albergar unos corazones que la servidumbre, la avaricia y
la crueldad envenenaron con el odio y la provocación? ¿Cómo,
sino cruzados, han de querer tener unos brazos que crecieron entre
hierrvs, y cuya larga tarea, para provecho ajeno, concluyó
..ayer, y empezó con la vida del esclavo? ¿Qué moral, qué pundollor,
qué buenas costumbres hay derecho para exigir, ó motivo
iq uiera para esperar, de parte de unos seres nacidos en la ignorancia,
nutridos con la miseria, criados en la abyección y abandonados
á sus instintos?
Para ellos se hizo un castigo, una penitencia de todos los
días, el trabajo, y aborrecieron esa noble ocupación; para ellos
no había más alimento que plátano y pescado, que es el único que
les ha venido á ser necesario; y hoy no tienen que trabajar para
la satisfacciÓn de su sola necesidad, porque plátano y pescado les
·dan profusamente sus tierras y sus ríos; todo el oro que explotahan
para sus duei1os no les valía sino la paruma ó el guayuco; y
'hoy compran guayuco ó paruma con un puliado de las arenas de
<>ro que arrastra la corriente vecina. Si sus dueños los hubieran
estido y alimentado mejor, ellos hoy trabajarían para satisfacer
esas necesidades que ahora no los aquejan ni estimulan; si hubieran
ilustrado su espíritu y educado su corazón, ellos serían hoy
o<>tros; serían hombres y no casi fieras; verían en un blanco uQ
.semejante suyo, no un enemi~o; serían una parte de la sociedad,
~no una amenaza contra ella.
Pero al verse de repente libres; al pasar del estado de esclavitud
al de dueños de sí mismos, sin preparación, sin hábitos de
libertad, sin co tumbres de virtud, sin de eos de comodidades que
no conocen ni imaginan, han pasado de siervos de hombres á
.. ·iavos de vicios; tienen las manos libres, pero el alma y el corazón
esclavos; han confundido la independencia con la altanería;
la libertad de escoger trabajo con la libertad para no trabajar; la
· gualdad de derechos con la igualdad de miseria; la dignidad de
.hombres libres con la insolencia de déspotas.
( Contin~ará)
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Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año III N. 130", -:-, 1899. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691047/), el día 2025-05-27.
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