A~O ÜI · Bogotá, Agosto 19 de 1 899 NUM. 11.3
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ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO .
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DIRECTOR AD-HONORZM, FRANGISGO J. VERGARA y V.
Coronel, Miembro de la Sociedad Colombiana de Ingenieros
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Son colaboradores natos de este periódico todos los Jefes 7
Oficiales del Ejército de la República
03~~~b~~~~~~~~3~~~b~~~~~~~~~~~~~~3~~~~~~~~33~3~~~~~~~~~~~~~~
OFICIAL
DEOnEe:t"O N'C'ME~.O 359 DE 1999
(1 I DE AGOSTO)
por el cual se hace una promoción y un nombramiento
El Presidente de la República
DECRETA
Art. I.0 Promuévese al Sr. Jorge Holguín del puesto de Ministro
de Guerra al de Ministro del Tesoro.
Art. 2.• N ómbrase en propiedad Ministre de Guerra al Sr.
José Santos.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Anapoima, Departamento de Cundinamarca, á 1 1
de Agosto de 1 899.
MANUEL A. SANCLEMENTE
El Ministro de Gobierno, RAFAEL M~ PALACIO
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50 BOLE1'fN MILI'l'A.R
Repú/;/ita de Ool~mbia-MiniJterio de Guerra-Sución 1.&-B•zotá,
14 de Ago1to de 1 899
A todos loa funcionarios públicos de la N ación y de los Departamento•
Tengo el honor de participar á ustedes que habiendo sido
nombrado por el Excmo. Sr. Presidente de la República, Ministro
de Guerra, en propiedad, tofllé posesión de dicho empleo el
sábado último ante aquel alto Magistrado, y he entrado hoy en
el ejercicio de mis funciones.
Soy de ustedes atento servidor,
JOSE SANTOS ___ ....., .. _ . .,___ __ _
República de Colomhia-Ejército Nacional-1.• DiviJión-Batalló11
.AyacuclLo númtrfJ 1.0 -5.a Comp~ñía-Bogota, 16 de May1 de I 899
Ciudadano general Jefe de Estado Mayor general.
En cumplimiento á lo dispuesto en el artículo 1 56 de la Orden
general del día 6 de los corrientes, tengo el honor de rendir el informe
correspondiente á la Comisión que, para conducir el correo de
encomiendas, se me confió de esta ciudad á la de Neiva, el día z8 del
mes de Abril próximo pasado.
Día 28-A las 9 a. m. salímos en el tren de Occidente y llegámos
á las 10 menos 15' a. m. Mosquera es una pequefla población
que se encuentra, poco más ó menos, á la altura de Bogotá, con unos
z,ooo habitantes aproximadamente: salímos de este lugar á las JI y
30 a. m.; 2 leguas más adelante se encuentra el caserío denominado
Barroblanco; en este trayecto se hallan tres pequeñas pendientes; por
lo demás, hasta el citado punto el camino en lo general es plano y hay
regular vegetación. En este trayecto se deja á la derecha la laguna de
Balsillas y á la izquierda la cordillera. Desde aquí empieza una pendiente
que va á terminar á la Boca del Monte; aquí empieza el descenso
bastante fuerte por un camino estrecho y tortuoso y de un lado y de
otro maleza agreste. Se emplea en este descenso 40', al terminar los
cuales se encuentra la casa del Curubital, que ofrece suficientes recursos
al viajero. Continúa el descenso menos fuerte, siempre por camino
pedregoso: á la hora de camino se encuentran la unión de las
quebradaJ de Tenasucá y El Mochilero, que no están provistas de
puente; un poco más adelante está la casa llamada El Tambo, donde
hay un hotel en que no escasean los recursos; en este punto se siente
más alta la temperatura, y de aquí para abajo empieza á producir el
suelo fruto! de tierra caliente como plátano, cafia de azúcar, etc. etc.
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BOLETfN MILITAR
Continúa el descenso aumentando y con él la temperatura; á una hora
de camino se encuentra la población de Tena, con 1 go de temperatura
y como unos 2,000 habitantes y bien provista de agua. Continuando
la bajada y á los 1 o' de esta población, se halla la quebrada de La Guayacana,
donde termina el descenso. Dos horas más adelante se encuentra
la ciudad de La Mesa, célebre por su comercio de frutos del país,
tiene unos 8,ooo habitantes y una temperatura media de 20°. En este
1 ugar pernoc támos.
Día 29-Salímos de La Mesa á las 6 a. m.: á la media hora se
encuentra la quebrada del Tigre; hasta aquí el camino es de bajada y
es demasiado pedregoso; de este punto á La Chica el terreno es quebrado
y hay ondulaciones en el terreno de poca importancia; el piso
en este trayecto es arcilloso. Quince minutos después atravesando un
camino plano y sólido se encuentra la población de Anapoima, donde
reside el Excmo. Sr. Presidente de la República y está el
batallón 1.0 de Artillería. Anapoima tiene unos 3, 500 habitantes y una
temperatura media de 2 3°; no está muy provista de recursos y escasea
el agua, habiendo dificultad para conseguirla, pue5 la que se consume
tienen que traerla del río Bogotá, que queda á una legua de distancia.
Continúa el camino plano y á los 1 5' está la casa de Sócota, lugar donde
termina el plano y principia el descenso; continuando el descenso se
llega á los 10' á la quebrada del mismo nombre. En este punto empieza
una cuesta bastante fuerte y trabajosa; á la media hora se corona el
cerro y comienza el descenso del mismo hasta dar á las Juntas de A pulo,
donde se juntan los ríos Apulo y Bogotá y es el punto de partida del
Ferrocarril que sigue á Girardot; el terreno es deleznable, son escasos
los recursos y el clima ardiente. En este lugar se pasó la noche.
Día 30-Salímos á las 2 p. m. en el tren que conduce á Girardot,
á cuyo punto llegámos á las 4 p. m. Girardot tiene 6,ooo habitantes,
28° de temperatura, es un puerto principal sobre el Magdalena para el
comercio interior del Departamento; tiene sobre el río un magnífico
puente de elegante construcción, colgante, de hierro. Después de una
ligera detenci6n en ésta, se continuó la marcha; después de una hora
de camino se encuentra la casa denominada La H~rqutta, en cuyo
punto se desprenden los caminos para !bagué y el Espinal. En este
lugar pernoctámos.
Día 1.• de MayD-Salímos de ésta á las 3 a. m. y Ilegámos á las
6 a. m. al Espinal. Esta es una población como de f,ooo almas y z8o
de temperatura. Desde el puente de Girardot el piso es plano y sólido,
encontrándose en el anterior trayecto dos zanjones que reciben las
aguas de las llanuras, y provistos de puentes. En estos lugares se cultiva
principalmente tabaco, arroz, cacao, cocos, cte. etc., que se producen
en abundancia. Salímos del Espinal á las 8 a. m.; de este. punto en
adelante las aguas que buscan la nivelación se aglomeran en algunas
partes y forman lodazales á causa de ser extensas y perfectamente planas
las llanuras; el terreno es delezn~ble. Continuámos el camino llegando
al Guamo á las cuatro horas. El Guamo es una población que en otro
tiempo tuvo grande importancia y fue capital del Departamento; en la
actualidad es cabecera de provincia, construída sobre e! río Luisa
que la baña, sobre el cual hay un puente colgante de hierro; tiene un 01
6,ooo habitantes y una temperatura media de 30°. Antes de llegar al
1.4NCo DE
REP{)IJU
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52 BOLETÍN MILI'r AR
Guamo se cruzan las quebradas de El Leña! y Guaduas que corren por
un lecho profundo y e&tán provistas de puentes. Salímos del Guamo á
las 2 p. m. atravesando el mismo terreno plano; á 3 horas de ésta se encuentra
el río Sald .. iia. El vehículo en que hay que pa ar el río es una
pequeña canoa, únicamente; por esta razón es difícil y muy peligrosa la
travesía del citado río. Al pasar el río se encuentran unas casas, las
cuales ofrecen recursos y en donde pasámos la noche.
Día 2-Salímos de este punto á las 6 a. m., continuando la llanura,
llegando á la villa de Purificación á las 8 y 30' a. m., la cual
está edificada sobre el Magdalena, con unos 3,000 habitantes y bajo
una temperatura de 30°. Es comercial y punto de escala de los vapores
que &urcan el Alto Magdalena. Hay en ella tres mercados abundantes
en la semana. El río Magdalena se pasa por una canoa impulsada
por una polea, que hace el acto bastante rápido. Sigue la planicie.
Continuámos el camino á las 1 o a. m ; y á las dos horas se encuentra
la pequeña población de Prado, que tiene unos I,soo habitantes; antes
de llegar á la citada población se encuentra el río del mismo nombre,
que se pasa por un sólido y bien construído puente de hierro. El
terreno en estos puntos, aunque es un poco deleznable y húmedo,
ofrece gran fertilidad, que favorece el cultivo de los diferentes frutos
del terreno cálido. Salímos de Prado á la 1 p. m., llegando á Pocharco
á las 6 p. m. Esta es una c..asa que ofrece recursos y posada ; en el anterior
trayecto se deja la quebrada de raví, abundante en agua, y otras
¿e menor importancia, las cuales están desprovistas de puentes. En la
citada casa pernoctámos.
Día 3-Salímos de Pocllarco á las 5 a. m., continuando el camino,
que en lo general sigue siendo plano ; en este trayecto, y hasta llegar
á la quebrada denominada de Los Angeles, el terreno es completamente
estéril y arenoso. La quebrada de Los .Angdes es bastante ancha
y abundante en agua, y hay necesidad de pasarla á pie ó á caballo,
pues no hay puente. Pasada la quebrada continúa el camino plano.
Cuatro horas más adelante se encuentra el punto de Barandillas, donde
se estrecha el camino y el lecho del río Magdalena forma entre
los dos cerros un boquerón ; en este lugar el terreno es fértil y se encuentran
recursos; de este punto en adelante, aunque el terreno es
plano, tiene algunas ondulaciones, siendo un tanto quebrado el camino,
cuyo piso es sobre roca calcárea y dura, hasta dar á un zanjón cuyo
nombre lo ignoro, el cual está provisto de puente. Tres horas más adelante
se encuentra el caserío de Cabrera, que está bañado por el río
del mismo nombre, que es caudaloso, y sobre el cual hay un puente
sólido. Hasta aguí el terreno es fértil, pero de aquí en adelante no hay
absolutamente vegetación, y el terreno es quebrado y arenoso. Una
hora más adelante, después de haber pasado algunas subidas y bajadas
de poca significación, se encuentra el sitio de 'Totumo, donde
hay una casa de posada, en que pasámos la noche.
Día 4-Salímos del 'Totumo á las 4 a. m., continuando el camino
quebrado, estéril y arenoso. Cuatro hora más adelante se encuentra la
población de Villa vieja, que tiene unos 2,400 habitan tes y una temperatura
media de 29°. En el anterior trayecto se encuentra la quebrada
de Las Lajar y algunos zanjones que reciben las aguas de las partes
más altas. En el lugar citado empieza la tierra á ofrecer más fertilidad.
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BOLETÍN MILITAR 53
Continuámos la marcha sobre camino plano hasta el río Villavieja, el
cual se halla desprovisto de puente. Aquí empieza una pendiente que
no es muy fuerte y que se sube en treinta minutos, continuando de
aquí camino plano. U na hora más adelante se encuentra la qt~ebrada
de Bateas, que corre por un lecho profundo, á donde hay que bajar
para pasarla, estando desprovista de puente. Subiendo una pequeña
pendiente continúa el camino plano. U na hora más adelante, donde
hay una casa, termina la fertilidad del terreno, el cual empieza á ser
c~mpletamente estéril, quebrado y arenoso hasta el punto de Fortalecí/
las. De aquí en adelante . torna á ser fértil el terreno. Por este punto
pasa el río del mismo nombre, abundante en agua y .!esprovisto de
puente ; en esta parte se encuentra una casa que ofrece recursos. Continúa
el camino por terreno plano, y tres horas más adelante se encuentra
la ciudad de Neiva, que tuvo anteriormente alguna importancia
y fue capital del Departamento. Neiva tiene unos 9,000 habitantes,
es comercial y tiene una temperatura media de 30°. Está construída
aobre los ríos Magdalena, Rioloro y Las Ceibas. Hace la guarnición de
esta plaza Ja Compañía suelta del mismo nombre.
NoTA.-Es de advertir que corno el camino está cruzado por innumerables
quehradas y zanjones, los que casi todos están desprovistos
de puentes, la tropa tiene que pasarlos á pie las más de las veces, teniendo
necesidad de desnudarse por la abundancia de agua, lo cual,
como se ve, teniendo en cuenta lo caluroso de esas llanuras y lo agitada
y sofocada que necesariarnen te viene la tropa, puede tener graves
resultados en la salud de estos individuos, mucho más en aquellos que
no están acostumbrados á tales fatigas.
Dejo así concluído el presente informe, dando cumplimiento al
artículo 156 de la Orden general á que me he referido, habiéndome
esforzado en lo que está á mi pequeño alcance para que quede lo mejor
po iblc.
Soy del Sr. General Jefe de Estado Mayor de la División atento
servidor y subalterno,
PEDRO BERMUDEZ
Repúblrca de Colombia-Ejército P~rma11tllte-I.o. DiviJión-z.a Brigada-
Batall6n P11laré 11/Ímero 5· 0-lbagtté, 18 de Mayo dt 1899
Ciuclólclano General Jefe de Estado Mayor General del Ejército
Tengo el honor de remiciros el dato que, en cumplimiento :í l01
Orden gen<.ral del 3 de Ahril próximo pasado, toca dar á los Oficiales
que hacemos alguna comisión.
No encontraréis en él una pieza literaria, sino el relato sencillo y
según el alcance de las facultades del que por primera vez hace esta
clat>e de trabajo:;.
El dfa I.0 de Mayo, ;Í la 1 p. m., salí de Jbagué, ciudad capital
del Departamento, a ·ien to del (Jobierno, y que está á J ,fOO metros de
altura sobre el nivel del mar.
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El perímetro de la ciudad es irregular, prolongándose de Oriente
á Occidente. Un camellón que en toda su longitud mide 4 kilómetros,
toma la dirección de la ciudad á El Papayo, en donde termina. En este
trayecto se encuentra á diez cuadras -el término de la población- un
camino al Nordeste que lleva la dirección de Honda.
El Papayo, lugar apropiado para el combate y que ha sido nombrado
en nuestras guerras civiles, tiene á su derecha un camino que sigue
para Miraílores, San Luis, etc. De este punto, que puede decirse
es el más culminante de toda la aparente planicie que se extiend_ hasta
La H.,rqueta, hay un gran descenso, casi de mil metros, pue¡ se
1lega hasta el de cuatrocientos veinte metros, y el termómetro sube de
z8 á 32 grados del centígrado.
La primera jornada terminó en el Hotel mi casa, habiendo caminado
unos veinte kilómetros en las cinco horas, por un terreno llano,
arcilloso y aun pedregoso en partes. Las aguas son escasas como escasos
los moradores de esta vía.
El día z, á las 5 y 30 a. m., emprendí la marcha: á un kilómetro
encontré la gran pendiente que arranca desde las orillas del río Gualanday,
sobre el cual se encuentra un puente de hierro, un tanto descuidado,
inexpugnable por cierto por las dos lomas que lo encajonan y
la situación topográfica del terreno. Luégo la marcha se hace en plano,
y de trecho en trecho se encuentran una ú otra casa pajiza á un lado ú
otro del camino, con pequeñas sementeras de tabaco y maíz, el cual es
visitado por la langosta; así hasta llegar al punto llamado Potreri-
1/fJ, de donde principia un camino quebrado y se encuentran dos quebradas
que Jlevan sus aguas al Coello. A cuatro cuadras más ó menos
se encuentra el histórico puente de Chicoral, de una construcción sólida
por los dos estribos que lo sustentan y por la forma de él, cuya fuerza
va al centro : éste es de fierro Un poco antes de este puente se cn1..
cuentra un camino que va en dirección á Piedras, Ambalema, etc., y
después de él, hacia la derecha, parten los caminos que llevan al viajero
al Oentro y Sur del Tolima, hasta llegar á la capital del Cauca por el
páramo de Guanacas. A cinco kilómetros de éstos está un caserío que
lleva por nombre Las !Jtlicias, y que está á s6o metros sobre el nivel
del mar. De aquí para adelante todo es plano hasta La llorqueta, que
como dije antes, está á 420 metros de altura.
Con el correo y tropa, dando tiempo á las comidas puramente ne- .
cesarías, se caminan siete ú ocho leguas diarias. Aquí pernocté. Este
punto es el vértice de un ángulo agudo, formado por el camino nacional
que sigue al Espinal y el que parte para Ibagué; la proyección del
vértice lleva su línea hasta la orilla del Magdalena hasta e] punto
llamado Flandes.
Día 3-A la misma hora del anterior emprendí la marcha, y á
corta distancia se abandona el camino principal para desviar á la izq uierda
y seguir la trocha que conduce al puente. Cinco kilómetros hay de
La Horqttetrz al citado punto.
"La geografía, dice el sabio Caldas, ensciía á conocer los ríos
navegables y los que se puedan navegar, etc. cte ..... " Las ciencias,
las artes, enseñan al hombre á unir á las naciones y á los pueblos y los
conducen al progreso. Lo finito con lo infinito, el átomo con la mateTia,
lo pequeño y lo grande han estado en constante revolución, repe-
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BOLETfN MILITAR
tiendo lo uno á lo otro como se repelen los elementos, por ejemplo, el
agua y el fuego, y sin embargo de esa revolución resulta lo pequeño
grande, y lo grande sublime, como sublime y grande es el puente de
Girardot sobre el Magdalena. De él no hablaré aquí porque el poeta
templará su lira para cantarlo como cantó el poeta colombiano el Salto
de Tequendama, y que en un solo verso lo delineó cuando dijo: ''Es
horrorosamente bello."
Desde este templete de fierro vense en la superficie de las aguas,
como aves acuáticas, los vapores El Zulia, El Nieto, El Ambaltm11,
El !bagué, El General Tobar, El Honda, el Vuuztlela, El Girardot y
El Ricaurt~, sin que por eso dejen de cruzarse también las viejas canoas
y las mil balsas que traen de uno á otro pueblo el comercio indígena.
¡ Quién lo creyera ! que en donde antes de la conquista habitaban
centenares de tribus, y después de ellas las mixtas y que no há
mucho tiempo, y hoy mismo, en las orillas ó riberas del río Magdalena
cocinaban y cocinan tn un hoyo el famoso vi11do ca/entono; la olla de
Papín se ha levantado en el Magdalena, el vapor ha puesto en movimiento
aquel lugar ! El pito de la civilización, como dijo el Dr. Carlos
Holguín en la inauguración del Ferrocarril de la Sabana, ha sonado
y suena en aquel puerto, que hoy es visitado por el que va, por el que
vieno de Europa, y por todo extranjero que visita la capital. Girardot,
desconocido antes, es hoy una buena plaza de comercio; está á 480
metros de altura sobre el nivel del mar y su temperatura varía según
la estación, y de 32° ha subido á 36° en días calurosos. Tiene dos
plazas y una que se ha trazado ; se está levantando un templo; tiene
una estación del Ferrocarril, el cual presta su servicio diario con bastante
regularidad, pasando por inmediaciones de Tocaima, donde tiene
estación y dos paraderos más fuera de la estación de Juntas, siguiendo
hasta Anserma. De Girardot parten varios caminos para Ambalema,
Peñalisa, etc.
A las 8 a. m. tomé el tren en dirección á Jtmtas. La riqu.cza de
los pueblos de Girardot, Tocaima y parte de Anapoima, constste en
los magníficos potreros de ceba que tienen, y en donde paran el ganado
vacuno que traen del llano de San 1t1artín y del Cauca, y que luégo
se lleva para el consumo de Bogotá.
Tocaima tiene 14,000 habitantes ; su temperatura normal es de
30° ; tiene dos e cuelas en edificio propios, una de varones y otra de
niñas. La proximidad de las aguas . del Bogotá hace agradable su estada
á los que salen á veranear. Un puente colgante sobre dicho río, comunica
al pueblo de Viotá y otros. A las 11 a. m. llegéÍ.mos éÍ J tllllm.
S~ame permitido, de paso, hacer notar a<]UÍ, que muchos de estos
caseríos han sido formados por los Batallones del Ejército, cuando
principiaron los trabajos del Ferrocarril, y J11ntas fue así fundado.
A la 1 p. m salímos de este caserío, que tan solo tiene una caJle
perfcctament€ arreglada y otra que conduce á la finca del señor Coronel
Ulpiano Quintero~ una estación no muy cómoda para el servicio
del Ferrocarril y el de tel~grafo. Un puente sostenido por dos cables
y alg deteriorado, forma sn salida para tomar un repecho baslantc pesado,
por las mucha re\ ucltas que en mal estado tiene este camino,
que merece reparación. U na planada corta , e camina para encontrar el
alto y bajada del Sócota; éste no es del todo bueno, y así continúa en
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56 DOLETlN MILITAR
ambas hasta tomar un descenso á una quebrada de escasa agua, y otra
pendiente para tomar luégo el camino que entra á Anapoima.
Esta población, : como :muchas de las que están á las inmediaciones
de Bogotá, ha sido lugar de recreo y de piscina para muchos enfermos
por su buen clima y por su temperamento ; su altura está á 8oo
metros sobre el nivel del mar. Hoy se ene uentra allí el primer Magistrado
de la República y una fuerza que le hace la guardia de honor.
Esta poblaciÓn encierra en sí el Ím!Jerio de su riqueza, por sus aguas,
su clima, cte., pero jamás s<: ha pensado en mejorar el camino que conduce
al río. A su salida se está construyendo un camellón en el mismo
camino nacional que va en una superficie plana hasta La Chica:
estos trabajos los hace una parte del batallón I 0 de Artillería
De aquí para adelante sigue el camino un tanto quebrado, con subidas
y bajadas hasta principiar la entrada de La Mesa de Juan Díaz
(su fundador), la siluación topográfica parece le dio el nombre, pues
está en realidad sobre una mesa. Aquí llegue á las 7 p. m. Este lugar
es bastante comercial ; en cereales y dulces produce bastante; además,
allí van los comerciantes de casi todos los Departamentos, formando
así una buena plaza de comercio. La sal de Zipaquirá se toma en esta
población para llevarla al Tolima y Cauca. Aquí ha estado transitoriamente
y en otro tiempo la Gobernación del extinguido Estado Soberano
de Cundinamarca. Este lugar es defensivo para un ataque, pero no
por mucho tiempo, pues es fácil para un sitio.
Día 4.-A las 6 a. m. salimos de esta ciudad lle vando un camellón
que tiene á uno y otro lado una hilera de casas que siguen hasta
terminar la población, que es á dist.mcia más ó menos de un kilómetro.
De aquí principia un descenso en camino quebrado hasta llegar á
Tena, que más merece llamarse caserío que pueblo. Su s aguas son
abundantes, y por la pequeña plaza pasa una quebrad¡¡; tiene una lujosa
casa al costado o~.cidental, la que se ilumina con luz incandescente.
Este ;ugar es notable y tradicional por una imagen de San Antonio
que se venera en una de sus chozas del camino y quizá en la capilla.
De aquí tomamos lo que se llama el monte de La Mesa, camino
quebrado, pedregoso y encajonado por los cerros que á uno y otro lado
se encuentran, en los cuales hay puntos para detener un ejército con
poca gente, encontrándose cr> mo lugar de posada lac; casas de 'Tambo
y Curubital. Este camino tortuoso va subiendo más y más hasta llegar
al punto llamado Barrohla!ICO, de donde se divi san las hermosas sabanas
de Bogotá y se ven blanquear los templos de Guadalupe y Mon serrate.
Poca distancia se anda para abandonar el antiguo camino de Balsillas
que salía directamente ;unes u s du por to~ pr·• ian o~ e n la breve camp..1ña ele Dinamarca.
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lJOLETfN MILITAR
posesión de los distintos accidentes del campo de batalla. En éste,
c~si no se maniobra; no se hace más que atacar ó defender posiciones.
El batallón A ó la brigada B se apoderó, se dice, de la altura
H ó del pueblo Z. Es decir, que el terreno no es sólo un medio,
sino el fin de la lucha, según esto.
Después de la citada campaña, no ha cesado un momento de
hablarse de las ventajas de la defensiva táctica, como si esas ventajas
no hubieran existido desde la adopción de las armas de fuego.
Lo que se evidenció en la guerra de Bohemia, y más tarde en la
franco-prusiana, fue simplemente que el fuego de la infantería,
que hasta entonces había sido impotente muchas veces para detener
á una tropa que se lanzase resueltamente al asalto, puede ahora
fácilmente lograr ese resultado, sobre todo cuando no se elige
bien el momento de realizar aquél. La victoria de Trautenau
costó á los austriacos 3,500 bajas, no habiendo sufrido los vencidos
más que 1,300. Los Cuerpos de la Guardia prusiana, en el
ataque á Saint-Privat, en la batalla de Gravelotte, perdieron en
diez minutos 6,ooo hombres y fueron rechazados.
Para librar á las tropas de los terribles efectos del moderno armamento,
no se ha encontrado otro medio mejor que levantar delante
de ellas montones de tierra que disminuyan su vulnerabilidad, pudiendo
ca 1: i decirse que la táctica campal ha desaparecido para convertirse
en verdadera poliorcética ó táctica de sitios.
¿ I-J a progresado la táctica ? ¿Ha retrocedido?
Nosotros creemos que ha retrocedido ; que en Leuthen y en
Austerlitz hay más arte que en Plewna y en Schipka, que en
Slivnitza y en Grivobo.
Pero la manera de combatir, no impuesta sino adoptada ante
los progresos del fusil, la harán imposible l0s perfeccionamientos
del cañón.
La fortificación de campaña, que no cuenta ordinariamente
con otros materiales que madera y tierra, ni dispone más que de
un tiempo limitado, será im;>otente para construír obras capaces
de re istir las granadas de melinita.
Con un enemigo que tenga á su disposición alguna artillería,
ya no serán, en 1<.'> sucesivo, posibles defensas tan tenaces como ]as
de Penté- Pigadia, Kritiri y Vele. tinon, en la reciente guerra turco
- griega. El que las intente, se xpondrá á correr igual suerte
que los heroicos defensores de W oertz, el año 70, que al fin tuvieron
que abandonar el pueblo, no empujados por las bayonetas
de los prusianos, sino obligados por el fuego de sus baterías; resultado
que ahora podrá alcanzar -e en bastante menos tiempo y
con mucho menos pie7,as que allí cm l aron los prusianos.
A una tropa que se atrinch -re, no l ~ dará ya el enemigo la
satisfacción de lanzar contra eJla sus e lumna · para que sirvan de
blanco al fuego de sus fu ile ~ , pudiendo de truí rla á cañonazos.
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BOLETiN MILITAR 59
Un buen ejemplo del resultado á que suelen conducir esos
ataques de frente contra posiciones atrincheradas, tan frecuentes
en las guerras modernas, y en Jos que se hace más uso del valor
que del arte, es el combate de Grivobo, en la campaña de 1897,
entre turcos y griegos. El 14 de Mayo, á las cuatro y media de la
mañana, la brigada griega Bai:ractaris emprende el ataque de las
posiciones turcas de Brendista y Grivobo, logrando, después de
nueve horas de encarnizado combate, rechazar al enemigo sobre
las pendientes rlel col que existe al Norte del último de los citados
pueblos. Dueños los griegos de Grivobo, el combate continuó
hasta las ocho de la noche, sin haber conseguido los turcos recuperar
el terreno perdido ni los griegos avanzar un paso más. Pues
bien: lo que tanto empeño habían puesto éstos en conquistar, y á
costa de tánta sangre (7 oficiales muertos, 26 ofi.ciales1heridos y 525
bajas de tropa) habían logrado,: Jo abandonaron aque1la misma noche,
retirándose á Isnaret, por creer Ba"iractaris que sus soldados
no se hallaban en disposición de resistir, al día siguiente, Ia prob~ble
ofensiva de los turcos. Ante esto se ocurre preguntar: ¿ Quiénes
fueron los vencidos en Grivobo?
La nueva artillería de campaña hará, á nuestro juicio, que los
combates futuros sean Ia expresión más bella del arte táctico. El
fuego no se empleará en ellos más que como medio de preparar ó
impedir el choque, acto supremo del combate. Toda tropa que no
5epa maniobrar será vencida.
La infantería, empeñada en la lucha, no se limitará ya á permanecer
detrás de una trinchera ó á marchar hacia ella, siempre
en igual disposición y sin cesar de consumir cartuchos.
Los batallones, así de uno como de otro combatiente, avanzarán,
retrocederán ó se moverán hacia los flancos, utiliz~ndo
constantemente el terreno y adoptando en cada caso la formación
más conveniente, ya para disminuír los efectos del fuego del adversario,
ó ya para aumentar la eficacia del suyo, procurando siempre
venir al choque contra cualquier otra fuerza contraria, en las condiciones
más favorables.
Contra el fuego de la infantería sería locura dejar de utilizar
las zanjas, muros y demás abrigos que en t:l campo de batalla e
encuentren, pero habrá que inculcar previamente al soldado la idea
de que el abandonarlo , cuando á ello nos veamos obligado por el
fuego de la artillería, contra el cual resultan aquéllos ineficaces, uo
implica derrota ni vencimiento; que se hace, porque ninguna
tropa debe exponerse á recibir un daño mayor del que puede
causar.
La manera mejor de emplear la caballería y la artillería, nos
parece que erá repartida por todo el frente, en pequeiías masas.
De e te modo, en cualquier punto de la lu1ea de batalla en
que se pre ente ocasión propiLia de intervenir Ja caballería, esta
arma podra aprovecharla; así, le será más fácil desenfilarse de ]a
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60 BOLETÍN MILITAR
vista y del fuego, acechando siempre el momento de lanzarse á la
carga, y al efectuar ésta podrá con menos dificultad salvar los obstáculos
que se opongan á su paso. Sabiendo elegir bien el instante
de acometer, ese momento "en que se hace irresistible la carga de
un puñado de lanceros,, como dice el ilustre Villamartí n, no hacen
falta brigadas ni regimientos para alcanzar el resultado apetecido
; bastan uno ó dos escuadrones.
Las ocasiones más favorables para cargar á la infantería, serán
aquellas en que ésta cambie de posición, obligada por el fuego,
ó al lanzarse al ataque, sobre todo si lo hace desordenadamente.
Cuando una fuerza de infantería amiga sea acometida por
otra fuerza de caballería enemiga, ésta será también otra ocasión
en que los jinetes no deben vacilar en acudir en auxilio de sus
compañeros.
La distribución de la artillería, por baterías ó grupos de dos
baterías, además de simplificar la elección de emplazamientos,
contribuirá á su propia defensa contra la artillería enemiga. Los
duelos de esta arm'l no serán ya posibles ; cuando una batería ve
que empiezan á caer sobre ella granadas, el mejor partido que podrá
tomar será mudar rápidamente de posición, si pretende contestar
al fuego, antes de que descubra el emplazamiento de la artillería
enemiga que le hostiliza, lo cual, c::omo sabemos, dificulta el
empleo de la pólvora sin humo, y que determine la distancia á que
aquélb. se encuentra, puede ser destruída, dada la potencia y rapidez
del tiro de las nuevas piezas. Por eso, entendemos que la movilidad
es condición impuesta por las otras dos antes mencionadas
y que debe resolverse al propio tiempo que ellas.
La artillería contra la artillería deberá obrar por sorpresa;
contra la infantería y la caballería se la empleará, como actualmente,
siempre que éstas presenten blanco considerable, y para
rechazar sus ataques ó quebrantar una obstinada resistencia. Sus
frecuentes cambios de posición y de objetivo harán su manejo y
dirección en el combate mucho más difícil de lo que hasta ahora
ha s;do.
rl'eniendo esta arma que hallarse muchas veces expuesta al
fuego de la infantería, que seguramente le causará grandes bajas
en su personal, necesario es pensar en dotarla de reservas de sirvier1tes,
cuestión tan importante, en nuestra opinión, como la del
municionamiento, pues de nada servirá tener municiones si se carece
de hombres que carguen y disparen las piezas.
Con mayor razón que nunca, la superioridad numérica será
un factor del éxito en el terreno táctico, aumentando todavía más,
por consiguiente, la imp rtancia del servicio de exploración, á fin
de conocer exactamente, cuanJ~·> se establezca el contacto ('011 el
enemigo, las fuerza que se tienen en frente, y decidir si se debe
empeñar combate ó tratar de n::h uí rlo.
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BOLETÍN MILITAR 6i
El mando superior, una vez efectuado el despliegue, cuya dirección
marcará, no podrá hacer más que llevar las reservas allí
donde crea que su presencia puede ser decisiva. Las tropas de primera
línea quedarán bajo la dirección é inspiración de sus propios
jefes, los cuales tendrán que determinar el objetivo más conveniente
de su fuego ó del choque, prestándose unas á otras mutuo
auxilio, y procurando que no resulten inútiles las ventajas tácticas
por cualquiera de ellas obtenidas.
La causa de la gran duración hoy de las batallas es ciertamente
la dificultad de expugnar algunas posiciones, y por eso pensamos
que la nueva artillería hará también que los combates sean
más breves, y seguramente terminarán con un desastre para el
vencido, si éste no consigue prolongar la lucha hasta que venga la
n0che, y á favor de la oscuridad alejarse del vencedor.
Por último, los futuros combates exigirán en las tropas, además
de una firme di ciplina á causa de los mayores efectos del fusil
y del cañón, una racional y sólida preparación, y en los Oficiales, al
ensancharse tan notablemente su iniciativa, se hará preciso que ..•
sean tácticos. Si la acertada y oportuna acción de una compañía,
de un escuadrón ó de una batería, puede iniciar la victoria, su torpe
empleo quizá sea el origen de la derrota, comprometiendo así la
suerte de la Patria y haciendo estéril el sacrificio de Ja vida de muchos
hombres.
G. GIL JUSTE
Capitán de Infantería
---------~·~---------
HIS~OP.IA :M:ILI~A~ :CE COLOMEIA
Guerra. de Independenela.
(Conferencias á los Oficiales de la Guarnición de Bogotá)
J- 1 8 1 o, 1 81 I Y 18 1 2.: LA REBELI6N DE LAS PROVINCIAS
CAPITULO 1 - VENEZUELA
PrimenL campaña de Occidente 6 Campaña de Coro
3.0 Lucha de un año en la frontera
(Continúa)
La retirada del Ejército patriota, aún fuerte, á pesar de las
pérdidas que sufrió en la campaña, n9 tranquilizó á los realista~
de Coro, quienes ignorando lo resuelto e'n Caracas, pensaron
tendrían pronto encima un segundo ataque, pues era de creerse
que el jefe del Ejército de Occidente trataría de rehacerse cucSnto
ante para volver á la carga. A pesar de tan justos temores, en
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BOLETfN MlLITA..lt
Coro fue preciso despedir la mitad de las milicias llamadas á las
armas por imposibilidad de sostenerlas, habiendo escaseado los
recursos, aun antes de consumarse la primera invasión, en términos
de pasarse la tropa muchos días sin ración, y Compañías había
que no salían formadas del cuartel por desnudez.
La situación de los realistas fue difícil hasta Febrero de I811,
pues corrían las voces de que el General Toro invadiría de nuevo,
ya por la parte de Carora, ya por el lado de San Felipe de Tocuyo;
pero por fortuna para ellos en esos días llegaron al puerto dos naves
con algún dinero, armas y minuciones, noticia que, abultada al
penetrar al interior del país, hizo suspender á los patriotas su nuevo
proyecto de invasión, y no se volvió á hablar más del asunto con
evidente perjuicio para la causa de la Independencia. Para el mes
de Mayo el General Toro estuvo ya en Caracas y poco menos
que disuelto el Ejército de Occidente, pues apenas quedaban en
Carora y Siquisique unos quinientos hombres de guarnidón. Al
saberse esto en Coro el Brigadier Ceballos se apresuró á hacer
otro tanto, de suerte que en la ciudad no quedó sino una corta
guarnición compuesta de la Compañía del batallón Reina y unos
cuántos milicianos que se destinaron á cubrir algunos puntos de
la línea principal.
Entre tanto qué había hecho el General Toro después de presentar
tan lastimoso certamen? Y decimos el General Toro y no la
Junta, porque siendo él militar afamado, esa Corporación naturalmente
obraba en las cuestiones de guerra de acuerdo con sus opiniones,
ya que en Venezuela no se encontraba por entonces guerrero
de más fama, y Toro como soldado no lo había hecho mal. Los que
han acusado á la Junta, por confundir á los dos hermanos Toro, escribieron
sin estudiar el asunto y no merecen el nombre de historiadores
militares. La Junta de Caracas, asintiendo á la autorizada opinión
de los oficiales que acababan de hacer la campaña de Coro y
mientras se acopiaban lo"s recursos que en ella se agotaron, dispuso
que el ejército permaneciera á la defensiva, y ofició á las Juntas de
Trujillo y Mérida pidiéndole reforzasen sus columnas de observación
sobre Maracaibo, y hasta se dirigió al lejano Gobierno de Cundinamarca
suplicándole moviera algunas tropas hacia Pamplona, á
fin de llamar por ese lado la atención de los realistas é impedirles
cayeran con todas sus fuerzas reunidas sobre el centro de Venezuela.
Aquí debemos consignar que aun cuando esas medidas no
podían pasar del papel, la Junta no podía hacer otra cosa por el
malísimo sistema que empleó para manejar las finanzas del nuevo
Estado, que produjeron la bancarrota, lo cual constituye, junto
con su errada política, su v~rdadera re pon c; abilidad ante la historia.
La Junta no entendía quedarse i la defensiva a perpetuidad;
pero falta de recursos, y con el fin de asegurar las operaciones futuras,
en Junio envió á Carora al Comandante Aldao, ingeniero
distinguido, uno de los autores de la Revolución del 19 de Abril
de I8ro, como Inspector, para que organizara convenientemente
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DbLETfN MiLITAR
la línea fronteriza. Dicho Jefe, después de examinar el terreno,
cometió el error de adoptar una línea defensiva de enorme longitud,
como que medía treinta leguas, con Siquisique como centro,
la cual ocupó con varios puestos militares, es decir, empleó á su
turno el sistema de cordón. Hecho esto ordenó que las fuerzas así
apostadas invadieran el territorio enemigo por sus respectivos
frentes, pensando que los realistas se confundirían con tan extraña
invasión, y no sabrían repelerla. En efecto, un mismo día (mediados
de Junio) las tropas republicanas embistieron los puestos
realistas de Churuguara, Tupeme la Dante y Bomba, que cubrían
los caminos de Pedregal, Agualarga y Valle de Los Remedios, y
los rechazaron, y sin dar un paso adelante, ni averiguar lo que sucedía
en el campo enemigo, se volvieron el mismo día á sus res-pectivos
a can tonamien tos. •
Nunca los historiadores hacen mención del espíritu realista
que dominaba e&tas regiones, y que fue la causa del mal resultado
de las empresas de los republicanos, vendidos á cada paso que daban.
En efecto, la llegada de Aldao y las diversas medidas que
adoptara, fueron puntual y oportunamente comunicadas á Coro
por la multitud de espías que rodeaban al Jefe republicano, y el
Gobernador Ceballos dispuso en el acto que el Comandante Izquierdo
se pusiera en marcha con una Columna de 300 hombres,
con orden de contener y escarmentar á los invasores. La operación
la realizó Izquierdo con tánta rapidez, que al otro día del
ataque de los tres puntos mencionados llegó al primero de ellos,
y sin perder tiempo avanzó sobre el puesto republicano de la
qutbrada de Los Algodones (50 hombres), que permanecía descuidado,
y lo arrolló sin dificultad ninguna : Ja noticia de esta derrota
hizo que se replegara la guarnición de Siquisique; el Jefe
realista siguió su marcha por el valle de Baragua, y uno tras otro
venció los puestos de la Capilla, las Mategeas y Sique, fuertes por
todo de 120 hombre', cuyas armas y municiones quedaron en
poder de Izquierdo, junto con algunos prisioneros. Ello es que en
dos días quedó desbaratada la línea establecida la semana anterior
por Aldao. Izquierdo permaneció tres días en el valle de
Baragua, de donde ofició al Cabildo de Carora, con inclusión
de varios papeles públicos que manifestaban el buen estado de
los negocios para los realistas, excitándolo á una reconciliación :
el Jefe republicano contestó negativamente en térmiRos corteses.
Después de lo relatado, Izquierdo regresó á Coro tras recoger
el ganado y los bienes de todos los habitantes que no se presentaron
á la entrada de las tropas del rey, y llevó presos á los individuos
que se habían manifes..tado adictos á la revolución ; el im ..
porte de la extraña expropiación se destinó á pagar la tropa .
• • •
Por este tiempo (fin de Junio) se presentó en Coro un co-l
misionado de Valencia, á dar parte de la contrarrevolución alli
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BOLETÍN MILITAR
organizada en favor del Rey, solicitando se auxiliara con tropas y
armas á Jos pronunctados. Ceballos trató de reunir aceleradamente
una columna que, á órdenes de Antoñazas, se puso en marcha
por la costtJ arriba, ó sea en dirección á Valencia por San Felipe,
al mismo tiempo que el Gobernador en persona, con 6oo infantes,
200 jinetes y alguna artillería avanzaba por San Luis, con rumbo
á Carora, para llamar por ese lado la atención de los republicanos.
En San Luis estaba ya Ceballos cuando recibió aviso de haber
anclado en el puerto de los Taques los buque de guerra Cornelia
y Príncipe que volvían de Puerto Rico, habie:1do antes tocado
en las costas de Cumaná y hecho en ellas infructuosas tentativas
para ganarse á los habitantes. El jefe de las fuerzas navales,
Rodríguez de Arias, al imponerse de lo que sucedía en Valencia,
convbo en auxiliar á Ceballos, y, en efecto, le franqueó algún dinero
y desembarcó á sus órdenes la infantería de Marina (120
hombres), al mando del Capitán Monteverd~. Con este refuerzo
no dudaba Ceballos del mejor éxito de su interrumpida expedición;
pero apenas volvió á San Luis recibió orden de Miyares, á quien
había comunicado su intención, para que lo aguardase en Coro, á
donde se dirigía por mar con 4 buques de guerra y 300 infantes,
á fin de tomar el mando de la expedición y dirigir ·personalmente
la campaña; los celos por una mezquina gloriola, censurables dondequiera
que br0ten, salvaron esta vez á los republicanos. El plan
de Miyares consistía en tomar en Coro los dos buques de guerra y
200 hombres, unirlos á los que traía de 1\1aracai bo y con todas esas
fuerzas seguir por mar sobre Puerto Cabello, mientras el resto de
la tropa amenazaba á dicha plaza por tierra; pero todo se frustró
porque el mal tiempo no permitió la llegada á la Vela de esa expedición
sino un mes después de que la contrarrevolución de Valencia
había sido vencida en recio combate. Cuanto á la columna de
Antoñazas, aun cuando avanzó hasta el cantón de San Felipe, así
aislada nada pudo hacer, y hubo de retrogradar cuanJo contra ella
se aprestaban tropas de Barquisimeto, sin otro fruto que recoger
calenturas, de que m u rieron la mayor parte de los soldados.
En el intermedio de estos acontecimientos llegaron también
á Coro, como auxilio enviado por Cortabarría para sostener la
expedición en apoyo de Valencia, el Brigadier Juan Manuel Cajigal,
los Coroneles Fierro y Vásquez, y cuantos jefes y oficiales
estaban refugiados en P ucrtorricv, los cuales traían, además dos- . ] ' c1entos pesos en dinero y a gunas armas y municiones. Esta fue
tambien la época en que de lo interior se pasó á Coro el Padre
Andrés Torellas, Cura de Siquisique, quien hizo los mayores
esfuerzos para que siguiese la expedición a lo interior a egurando
su f~liz resultado por el buen estado en que dejab;n la opinión
púbhca en favor del Rey, a causa de lo acaecido en Valencia.
Mas nada hicieron los jefe e pañole , tan morosos en sus
operaciones militares como los independientes, y para el mes de
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BOLETIN MILITAR 65
Septiembre estaba deshecho tanto aparato y estrépito guerrero,
porque después de una gran Junta convocada en casa del Capitán
general, y á que asistió un número nunca visto de jefes, se acordó
queda en todas las cosas como estaban, que se licenciasen las milicias,
se esperara mejor oportunidad para obrar y que los buquesde
guerra salteran á hacer el crucero sobre los puertos de barlovento.
A principios de Noviembre la fragata Cornelia se fue para la Habana
por hallarse en mal estado, y la corbeta Príncipe, cogida por un
mar de leva al salir del puerto, y mal dirigida, acabó por darse al
travéz en las playas de la Vela. Para bloquear las costas no quedaron
entonces sino buques menores que de poco podían servir.
* * * A fines de este mismo mes de Noviembre el Comandante Gil,
Jefe de la guarnición de Carora y de los puestos vecinos, recibiló
orden para concentrar sus tropas y tentar algunas excursiones en la
tierra enemiga. Por desgracia ahora, como en Junio, Ceballos tuvo
aviso oportuno del proyecto, y envió de nuevo al Comandante Izquierdo
con los 120 hombres de Monteverde, otros tantos del La
Reina y veteranos de Maracaibo regidos por Antoñazas y algunas
milicias de Pedregal y San Luis ( I .;o), con la orden de buscar y batir
al enemigo. El Comandante Gil, que ya se aproximaba á la
raya, al saber el avance de los realistas retrocedió á Siquisique, á
donde lo siguió Izquierdo por el valle de Baragua; entonces Gil
trató de coger de flanco al invasor, y al efecto logró sorprenderlo
en un de filadero, cuando aquél se aproximaba á la población, arrollándolo
casi dos leguas hasta el llano de Baragua (caserío), donde los
veteranos realistas se puáieron formar en batalla. Gil, sin pensar en
la diferencia de calidad de las tropas, cargó de frente á las contrarias
con us 400 hombres, y aun cuando estos pelearon con valor, fueron
derrotados á la hora de combate, dejando en el campo algunos
muertos, heridos y prisioneros y bastantes armas, municiones y bagajes.
Los vencidos ocuparon la misma tarde á Siquisique, donde se
detuvo la fuerza veterana por tener orden de no seguir adelante,
pero las milicias montadas, creyendo, como lo de~ían los habitantes,
que la columna de Gil se había disuelto, avanzaron inconsultamente
hasta Carora á donde llegaron dos días después, cuando ya Gil
había logrado reunir la mayor parte de su gente (300 hombres) y
]as atacó sin vacilar derrotándolas completamente, causándoles bastantes
bajas y tomándoles algunos prisioneros que, en justa represalia,
fueron tratados como ellos habían tratado á los prisioneros de
Baragua. Gil no podía pensar en atacar nuevamente á los vetera
nos que estaban en Siquisique, y los realistas desanimados con el
descalabro de Ca rora, emprendieron tranq uilarnente su retiradados
días después, llevándose cuantos ganados pudirron haber á las manos
en el valle de Baragua.
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Cuadro sinóptico de la cam pafia
t
FECHA SITIO JEFES PATRIOTAS
ct • (/) -u~c:-
o ~ ~ ., e ~~ ~
PATRIO- REALIS- S 5 8 , ¡5 o o ~ o JEFES REALISTAS 1 ,~ <11 ct <~> ~ !:: ~
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Jll-----1------1-----1-----1------1-.------
1810
14 d~ Noviembre.
_11 1 S íd ..••..
I 7 íd .••...
29 íd ...... .
1 Diciembre ... .
I8II
.htlbarnaches ..•..
El Pedregal.. .....
El Puerco .•••.•.
Coro ........... .
Sabanera ....••..
Güedequis ....••.
Coronel Ustáriz ..
Id. San tineli .. .
Id. íd ..... .
General Toro .... .
Id. íd ..... .
Id. íd ..... .
Cmdte. Izquierdo.
Id. Miralles .••
Id. .íd.
Brigadier Ceballos
Coronel Miyares ..
Cmdte. Miralles ..
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1,6oo
1,6oo
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Bomba.. . . . . . . . . ? ? 8o ? 20 ? a. p. d. S
Julio ... ~ ........ ¡ Algodones....... ? Cmdte. Izquierdo. so 300 a. r. t. r. Zf
La Capilla....... ? Id. íd. 40 ? 300 a. r. t. r. 10
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LasMategeas... ? Id. íd. so? 300 a. r.(r· 10
Sique... .. • • . . . . ? Id. íd. 30 ?
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r. r. +
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2-
2
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11 No•iembre ...... ¡ Baragua ......... Comandante Gil... Id. íd.. .¡.oo zso ¡a. p.,t. r. 30
~ . ______ Carora........ • . Id. íd. ? ___ 300 I so a. p. t. p. 30
NOTA-Pudieran reducirse estos encuentros á una sola batalla de seis hora a en que hubieran lidiado 7 ,soo hombres, con pérdida de 500 muertos y heridos.
En la columna Agresor las letras a p y a r signif1can que los patriotas ó los realistas fueron quienes atacaron; en Ruultado, r significa rechazo del
asaltante; d, que el agresor fue desalojado; t r y 1 p triunfo realista ó patriota. En Clas1 tk encuentro t es tiroteo, e combate y b batalla.
~
~ o
~
~
1-3
~
~
~
8 ~
8 ¡¡...
S:d
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BOLET:fN MILITAR
La campaña de Coro estaba terminada, (Diciembre de
I 811 ), aun cuando se creyó que por lo pronto se renovarían
nuevamente las hostilidades, y justamente alarmada la Junta de Caracas
con estas noticias, resolvió aumentar las fuerzas que guarnecían
la frontera de Coro, y al efecto dispuso trasladar el Cuartel
general republicano á Barquisimeto y confiar el mando de lo que
podemos llamar nuevo Ejército de Occidente al Coronel Diego
] alón, quien alcanzó á disponer de unos 3,ooo hombres en los
momentos en que ~1 tristemente célebre terremoto de Caracas
produjo la .ruina de la República y dio en Occidente el triunfo
á los realistas, pero estos acontecimientos pertenecen ya á otra
campaña, la de Valencia, y debemos poner punto final á la de Coro,
que moral y militarmente hablando fue un desastre irreparable
para los republicanos.
NoTA. Aun cuando el combate naval de Chichiriviche se efectuó
en la costa de lo que hemos llamado península de Coro, y no
en el delta del Orinoco, como b han dicho algunos historiadores,
no relacionándose con la campaña de Occidente sino por mera
incidental geográfica, parece más lógico tratarlo al hablar de las
operaciones militares de que fue teatro el centro del país, por razones
que se verán en su lugar.
Primera campaña de Guayitna {1
Si bien el territorio de Guayana tiene importancia capital en
]a historia militar de la guerra de Independencia, como de 1810 á
1812 ninguno de los contendores se dio cuenta exacta de su valor,
aplazaremos para mejor oportunidad el estudio geográhco de dicha
provincia, limitándonos por ahora á los puntos cuya enunciación
exija la claridad del relato de esta campaña, que por haber sido mirada
como poco importante los historiadores han solido narrarla en
pocas líneas, siempre oscuras, confusas y en abierta contradicción
con la geografía de la comarca ( 1 ). La Guayan a venezolana,ó sea
las tierra!:i que envuelve el Orinocc y riegan los afluentes que á él
tributan por la banda izquierda, bien que ocupando extensión que
se mide por decenas de millares de leguas cuadradas, en la época
de la Independencia apenas presenta una superficie cultivada de
700 leguas cuadradas con 3o,ooo habitantes que formaban una
veintena de pueblos y di ponían de 34-o,ooo cabezas de ganado
mayor, siendo de advertir que 2o,ooo de los primeros y 30o,ooo
de las segundas pertenecían á las Misiones, entre las cuales eran
las de los Capuchinos del Caroní las más ricas y florecientes.
(x). Los autores ya citados, páginas siguientes. Esta campaña es una de las mía
confusamente relatadas por ios historiadores, por lo que hace á su primer período, quizáa
debido á que no le dieron mayor importancia ; es también en dicho relato en uno de loa
en que máa pecan contra la geogr.afía del teatro de operaciones,
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68 BOLETIN :MILIT A.R
La provincia de Gua~rana tenía por capital la ciudad de Guayana
ó Angostura (hoy Ciudad Bolívar), que defendida por dos
fuertes y junto con Vieja Guayana, también lugar fortificado,
constituía la llave del Orinoco en su parte baja. .En el momento
en que principió la guerra gobernaba la provincia D. Matías Ferrara,
quien tenía á sus órdenes 300 veteranos de inlantería y artillería,
970 milicianos y algunos marinos que tripulaban media
docena de embarcaciones pequeñas, destinadas á hacer la policía
del río contra el comercio de contrabando. La tropa, en parte,
guarnecía los presidios (fortalezas) de la provincia y en parte daba
escoltas para proteger á los Misioneros, quienes ejercían sobre los
indios absoluta autoridad moral y material, y por el buen trato
que les dispensaban tenían ganada la voluntad de esos millares de
aborígenes que habían logrado convertir al Cristianismo.
En la margen derecha del Orinoco, además de las dos poblaciones
ya nombradas, se encuentran dignas de mención Piacoa
ya en el delta y Caicara frente á las bocas del Apure. En la banda
izquierda merecen nombrarse Barrancas, al N. de Piacoa; Soledad,
en frente de Angostura, donde el río que arriba y abajo tiene
tres y medio kilómetros de anchura, se reduce á 708 metros casi
el máximum alcance de los cañones de á 24 al principiar el siglo;
y Santa Cruz y Boca del Pao, cercanos, puertos de San Diego,
y de la Villa del Pao, en la región llamada Vuelta del Torno.
OCAR.AC.AS
---Costa_
0 CUMANÁ
0 BARCELONA
Matttrín
m
0 Aragua S -4) u ;
0 El Pao P':l
o~ l
~ ~ § i o Uracoa0
Barrrmcas
8a11 Diego /'
0
0 Soledal1\ 0 1 0 ,
Sta. Oruz0 0 llora Pao 1 o Scm Felix ~
osan Fernando Rio Oriooco o Angostura os - __________ __. Moitaco i! ~
GUA YANA
~
~
c::l c;p
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BOLETÍN MILITAR 69
En ambas márgenes se encuentran caminos que se desarrollan
paralelamente al río y son cortados por los que arrancan de
las orillas, solo que de estos últimos Jos que se dirigen hacia el
Sur tienen corta longitud y no guían sino á caseríos de indios ó
pueblos sin importancia, en tanto que los que parten con rumbo al
N. conducen á las costas de Barcelona y Cumaná ó sea á una de
las regiones más ricas é importantes del país, la región oriental,
en la cual no se hallan menos de I 2 poblaciones dignas de mención.
En el extremo E. de dicha región oriental y de Guayana
se dilata el extremo delta del Orinoco.
* * *
El movimiento revolucionario cumplido en Abril de I 81 o
en Caracas tuvo eco en Guayana, donde el I I de Mayo se instaló
la Junta del caso, pero compuesta, por desgracia, en su mayor parte
de peninsulares, residentes en Angostura, los que influenciados
por los misioneros capuchinos, resueltos á seguir la suerte de
España, prepararon una contrarrevolución que se llevó á cabo en
Junio con grande habilidad: la Junta se disolvió, los miembros de
ella verdaderamente republicanos y todas las personas "adictas á
las novedades de Caracas" fueron reducidos á prisión y enviados á
las cárceles de Puerto Rico y Cuba, para su castigo, quedando las
cosas restituídas al estado en que se hallaban á principios del a1ío,
ó sea encargado del mando F errara corno agente de la Junta española
de regencia. A pesar de lo sucedido aún quedaron en Guayana
partidarios de la libertad que, ayudados por los republicanos
de las provincias limitrofe r: , trataron de apoderarse del gobierno en
Angostura, pero siempre fallaron esas tentativas que sus autores
pagaron con la deportación: al cabo se convencieron los independientes
que nada podta esperarse en Guayana, provocado por un
movimiento revolucionario interno, y entonces resolvieron ocurrir
á las armas para sujetar es ta otra provincia donde imperaban los
reali s tas. Por desgracia las medidas que acordó con tal fin la
Junta de Caracas carecieron de la energía y actividad que demandaban
las circunstancias. Ninguno de los dos futuros contendores
se daba cuenta exacta tle que Guayana era el campo donde debía
decidir e la contienda por la independencia de la América del Sur,
y los republicanos ignoraban por completo la clase Je elementos
que necesitaban para dominar á su contrarios, cuya principal
fuerza estaba en el río Qrinoco- vía navegable- y en los misioneros
capuchinos que hicieron cuanto les fue dable para conservar
á los indios reducidos bajo la obediencia al rey, predicándoles
á diario que sostener la Repú o ica era un en m en y una herejía
imperdonable.
La marcha mi s ma tle I~) S acontecimiento. contlujo á los rea-
1i tas de Guayana á mirar como tierra enemiga la huada en la
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70 BOLETÍN MILITAR
margen izquierda del gran río, y tras ocupar las poblaciones de
esa orilla, principiaron á organizar expediciones que penetraban
en territorio de las Provincias fieles y causaban daños á los habitantes,
quienes ocurrieron al Gobierno demandando protección.
La guerra principió en verdad el 2 de Abril de I 8 I I, en que los
realistas de Caicara pasaron el río y saquearon y quemaron la floreciente
poblCJción de Cabruta, arrasándola por completo.
(Oo11timurá)
HISTORIA
MEMOP.IAS
DEL GENERAL PABLO MORILLO
(Continuación)
Aprovechad, pues, de una experiencia que os ha costado caro;
hoy día ninguno de vosotros debe suspirar por el orden de cosas que
ha cesado de existir. Que las gentes de bien tengan energía bastante
para oponerse á las miras de los perturbad0res. Acordaos que los
rebeldes armados tienen necesidad para ponerst" en seguridad de
estar en un estado continuo de hostilidades, reunir tropas y elementos
militares cuya conservación y movimientos debe recaer sobre
]a masa general de los habitantes. Por una consecuencia inevitable,
el trigo, el maíz, los rebaños, los caballos, l'on tomados en
todas partes donde. se encu~n tran; las camas y todos los muebles
del menaje son arrebatados de las casas, de sus dueños han hecho
enfermeros, sirvientes, etc.; todas estas consecuencias de una sublevación
son inevitables. Lo mismo que pagar contribuciones
para mantener las tropas. Debéis saber que un estado que mantiene
en tiempo de paz tres mil hombres, soporta fácilmente el gasto,
porque sus rentas bastan, pero no es lo mi mo cuando le es necesario
de diez mil hombres más para restablecer el orden. Entonces
todos los gastos, in excepción, deben recaer sobre ~1. Es una calamidad
pública, pero esta calamidad e inevitable cuando las
gentes de bien no tienen bastante energía para contener los facciosos.
Pronto vuestros sufrimientos cesarán, las tropas marcharán
á su destino, y las antiguas leyes recuperarán el puesto que tenían.
Fue necesario un trastorno tan escandaloso para derribar en
un momento lo que ha hecho durante trescientos años la felicidad
de vuestros padres.
Aprovechad, os lo repito, lo que ha pasado á vuestros ojos.
Separad los obstáculos que se oponen á vuestra felicidad. Contened
lo . sediciosos que se encuentran entre vosotros. Que los que no
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BOLETfN MILITAR 71
aman al Rey no olviden que su poder se esparce por todas partes.
El pueblo español es de todos los pueblos el más fiel á su Rey.
En cualquier lugar del mundo que uno de sus descendientes se
mancha con el crímen de traición, se presentara inmediatamente,
como un padre que uniendo la terneza á la tenacidad quiere poner
orden á las pasiones delirantes de sus hijos.
Tratad de reparar los perjuicios que habéis sufrido; el Gobierno
no omite nada para que lleguéis á este fin. Más de treinta puentes
sólidos han sido construí dos en menos de cuatro meses, los caminos
de Girón, del Socorro y de V élez al Magdalena igualmente que el de
Honda, más concurrido que en otros tiempos, se han mejorado. Tres
nuevos caminos que conducirán á Sogamoso y de esta capital á los
Llanos están adelantados y permitirán pronto la introducción de ganados
. . Los de Fusagasugá, de San Antonio y la Mesa facilitan
nuevas salidas y acortan la distancia de Neiva, Popayán y Quito.
Más grandes ventajas serán obtenidas con la conclusión del camino
de Guanacas y de Ti maná á Pasto; el comercio por el mar del Sur
se restablecerá con el nuevo camino de Cali, y las especulaciones se
dirigirán por el Qyindío para Santa Fe, Antioquia ó el Chocó.
En fin, ya el camino de Mariquita á Medellín está entregado
al público, este camino, tan deseado, tan á m en u do ordenado,
se une al que conduce por U rrao al A trato, dará vida á estas Provincias,
y el complemento de todas estas operaciones será evitar
los peligros del Magdalena en la dirección de Guaduas á Guarumo.
La J:'rovincia de Muso por sí misma podrá exportar sus ricos
productos sin ir á buscar otro territorio.
Por lo que se ha hecho en cuatro meses, podéis prever á qué
bienes debéis aspirar cultivando la agricultura é industria. Entretanto
que esta<> mejoras tienen lugar en el interior del Reino,
S. E. el Virrey abre los puertos y permite el comercio con el extranjero
En su residencia de Cartagena no descuida nada para
restablecer vuestra agricultura y vuestro comercio. Sus luces, viajes
y educación en una isla entregada esencialmente al comercio y
la agricultura son p ara e te pars una de lai circunstancias más felices.
Vuestra posición favorable os da seis vías fáciles para vuestras
especulacione . El Meta, el Magdalena, el Zulia, el Arechicaya,
el Atrato y el Guayaquil, son los canales formados por el Todopoderoso
para vuestra prosperidad; uní o , pue , para alcanzar las
mira del mejor de los Reyes, y así no atraeréis más sobre vuestras
cabezas nuevas desgracias con ideas estravagantes.
Habitantes deJa Nueva Granada: No os expongáis á ver todas
estas esperanzas frustradas. N o olvidéis los tristes recuerdos
de un país que no conocía sino por tradición la guerra y sus desastres.
Recordad también que la sublevación ha sido apaciguada
por un ejército de hermano enviados por el Rey, que les prescribió
minorar tanto omo les fuera po s ible la · consecuencias inevi-
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72 BOLETíN MILITAR
tables de los combates; todas estas circunstancias favorables son
raras, pues una vez la guerra declarada, incendiar las ciudades,
degollar sus habitantes, asolar el país, no respetar ni sexo ni edad,
hacer del pacífico y humano agricultor un guerrero terrible,
ministro de las venganzas de un Monarca irritado, tál es el estado
ordinario de las cosas.
Cuartel general de Santafé de Bogotá, 15 de Noviembre de
1816.
MORILLO
No traz.aré de nuevo aquí nuestras privaciones y sufrimientos.
Obligados á recorrer distancias de cien leguas por montañas
inaccesibles y en desiertos abrazados por el sol, sin agua ni víveres,
donde nuestras marchas continuas eran lo menos de las fatigas,
las tropas vencieron todos los obstáculos. Renovaron con su
constancia y valor los tiempos de F ernández, U crós, Garcigonzález
de Silva, y demás héroes que contribuyeron á someter este territorio
á la Corona de Castilla. Hacia n-ediados de Enero de
1817 llegué á Venezuela, donde tuve conocimiento exacto de la
situación de la Provincia. No era ya la Venezuela que dejé con
las fuerzas necesarias paaa mantener la integridad de su territorio.
Un Cuerpo de 3,ooo hombres de caballería mandado por Páez,
uno de los Generales disidentes, atacó al General Latorre, dos
días antes, en Mucuritas, en el paso del Apure. Catorce ataques
consecutivos contra nuestros ya cansados batallones, me enseñaron
á conocer que tenía que enfrentarme con soldados y no con unos
cobardes aventureros, como me lo habían dicho. Pero los soldados
que tenía á mis órdenes se acordaban de que eran españoles, y los
enemigos fueron rechazados constantemente.
(Continuará)
Deseosos de reunir el mayor número po ible de documentos
que se refieran á las operaciones militares cumplidas en el país, á
fin de facilitar su estudio á nuestra oficialidad, nos apresuramos á
insertar en seguida las dos cartas auténticas que verán en seguida
nuestro lectores y se refieren á una campaña de indudable importancia
por su enlace político con la guerra de 1876,
Sr. Coronel Manuel Montúfar.-Prcscnte.
Bogotá, Marzo 2.6 de 1876
M u y señor mío y estimado:
Hoy que las agitaciones políticas, producidas por la ültima lucha
electoral, parece van pasando, y en <]IIC la rnón · el sano juicio deben
recuperar su imperio, á fin de poder deducir de los pasados acontcci-
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DOLE~'ÍN MILITAR 73
mientos las enseñanzas que ellos nos hayan legado, ya sobre los hombres
que han figurado en dichos sucesos, ya sobre sus actos, ya sobre las consecuencias
que lógicamente deban de prenderse de ellos; me atrevo á
ocurrir á usted en su carácter de caballero y de pundonoroso militar, á
fin de que me haga usted el obsequio de escribirme una página que colocaré
en mi libro de memorias, en la cual relate usted slfs impresiones
r sobre todo, su concepto sobre la campaña del Magdalena que comenzó,
puede decirse así, desde el día en que d finado General Joaquín
Riascos desembarcó en Dibulla, hasta los días 7 y 8 de Agosto en
que se libró la batalla de San Juan de Cesar y en la cual este malogrado
General murió al lado de usted.
Agradeceré á usted mucho, que emita sus opiniones con toda franqueza,
aunque al efectuarlo usted así, aparezca yo censurado, pues si
así fuere. creeré que la buena fe y rectitud de intenciones presidirán
siempre los juicios de usted.
Antes de terminar debo encarecer á usted no se excuse en decir,
si sabe que en las veces en que el finado General Riascos mandó á Tomarrazón
sus comisionados, yo empleara contra éstos, procedimientos
contrarios á los preceptos del Derecho de Gentes, y si vio usted algún
documento oficial ó carta particular firmado por mí en que hiciera al
e~presado General promesas de paz tendientes á embrollar las negocia.
ctones.
M e congratulo en suscribirme de usted atento seguro servidor,
FELIPE FARÍAS
Bogotá, Abril 8 de 1876
Sr. General Felipe Farías. Presente.
Muy estimado seíior.
Con la franqueza que el asunto requiere y sin prevención de ninguna
especie, doy gustoso, con testación á la atenta car_ta que e sirvió
usted dirigirme con fecha 26 de Marzo pró.·imo pasado. Procuraré,
pues, traer á la memoria mis recuerdos para satisfacer en lo posible sus
deseo .
Por no cr del caso en esta contestación, pasaré en silencio la primera
época de la campaíi:I ültima del Magdalena, que comenzó el 4
de Mayo anterior, con el movimiento revolucionario encabezado en la
Ciénaga por el General .Franciscn Lavarcés; y sólo me contraeré á los
puntos {L que usted se refiere en su carta citada, haciendo un ligero relato
de los hechos cumplidos durante el tiempo que usted se sirve indicarme.
El General Joaquín Riascos, encargado legalmente de ]a Presidencia
del Magdalena, estando en el deber de restabl~ccr el orden constitucional
que había sido turbado en el Norte del Estado, y despué~ de
haber dado libertad á los prisioneros que tenía en su poder, se puso en
marcna desde Santa Marta, el 6 de Julio último, con u Cuartel general
y parte de las miliciao: de la Ciénaga y aira; y al día siguiente se
efectuó el desembarco <.:11 d puerto d<.: Dibulla, adonde también llegó,
al propiu tiempo, una Comp.liiía de S.unarius, yuc había a anzado con
anticipación por el camino de tierra. E tas fuerzas: unidas á los olun-
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74 BOLETÍN MILITAR
tarios de Dibulla, ascendieron á unos 400 hombres, con los que el General
Ria<;cos abrió operaciones sobre el pueblo de Camarones, donde.
se sabía que estaban los enemigos del Gobierno legítimo. El día 10 de
dicho mes. al llegar la descubierta y la avanzada de nuestras fuerzas all
punto de N vío-quebrado, cerca del mencionado pueblo, se encontraron
con toqas las que usted comandaba, y allí se libró un combate de
poca duración; que dio por resultado el triunfo de nuestras armas y la
casi completa dis?ersión de su ejército, el cual no pudo m:ted contener
por más esfuerzos que hiciera para conseguirlo; viéndose, por tanto,
precisado á retirarse al pueblo de Tomarrazón (Teinta) con los restos
que le quedaban.
Si el General Riascos no ordenó la persecusión inmediata á la derrota,
que hubiera sido ent·Jnces el medio más eficaz y decisivo para la
terminación de la guerra, fue porque obraban en su ánimo, entre otros
poderosos motivos que se lo impidieran, el de evitar á todo trance el
derramamiento de sangre, y porque se prometía, asimismo, resultados
favorables de la comisión confiada al Sr. Dr. Luis A. Robles, quien lo
acompañaba desde Santa Marta, donde fue puesto en libertad, y se
prestaba gustoso á interponer sus buenos oficios cerca de usted, con el
fin de conseguir el restablecimiento dd orden en el Estado.
Resuelta la marcha hacia la capital del Departamento, llegámos á
Riohacha el día 1 1, y allí se elevaron nuestras fuerzas i 500 hombres,
poco más ó menos, con los individuos que espontáneameute se presentaron.
En dicha ciudad, el General Riascos envió varias veces al pueblo
de Tomarrazón otros comisionados cerca de usted, siendo éstos, si
mal no recuerdo, el Sr. Presbítero Dr. Rafael Celedón y los Sres. Antonio
Amaya Daza y Luis Pacheco; comisionados que tenían por objeto
recabar la consecución de un convenio honroso, que trajera consigo
el afianzamiento de la paz. Ahora, con respecto al tratamiento que usted
diera á los expresados comisionados, le diré : que no me consta
que usted empleara contra ellos procedimientos opuestos á los preceptos
del Derecho de Gentes ; así como tompoco vi documento alguno,
oficial ó particular, firmado por usted, en que hiciera promesas de paz
que tendieran á embrollar las negociaciones, ignorando yo cuáles serían
los términos de éstas; pero sí juzgo que tales negociaciones fueron inútiles,
toda vez que se rompieron de nuevo las hostilidades.
Suspensas ó terminadas ya las negociaciones, el General Riascos
supo por una carta de persona respetable dirigida al General Santo
Domingo Vila y que le fue á él transcrita, entre otras cosas, que del
Banco habían sido enviados en auxilio de usted 120 hombres de la
Guardia colombiana, y además, varias cajas de rifles Rémingtons y de
cápsulas; entonces se dispuso inmediatamente la marcha para librar el
combate antes que dichos recursos le llegaran á usted; y el 2+ por la
noche del citado mes de Julio, nuestro ejército se puso en movimiento,
acampando el día 27 muy cerca dt~ las posiciones qne usted ocupaba en
Stm Pablo, punto inmediato á Tomarrazón: en dicho punto, al practi carsc
el reconocimiento del terreno, tuYo 1 ugar un tiroteo que no ocasionó
algunas pérdidas, sin que nuestras fuerzas pudieran causar da fío
alguno á las de u ted que se hallaban perfectamente atrincheradas. (En
este mismo día, si no me equivoco, le llegaron á usted los primeros 1 Jo
rilles rémingtons, con su correspondiente dotación, que le fueron remi-
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BOLETÍN MILIT A.R 7lS
tidos del Banco; los demás elementos los recibió más tarde, pero siempre
oportunamente).
Convencido, pues, el General Riascos de que en aquellas posiciones
inexpugnables no podía librar acción sin comprometer su éxito,
determinó ejecutar alguna evoluciones estratégicas, á fin de sacar las
fuerzas de usted de sus atrincheramientos, para combatir en campo
raso con probabilidades de triunfo. Al efecto, nuestro Ejército se movió
en dirección á los pueblos de Cotopriz y Soldado, hasta llegar á
Hato-mavo; en aquel lugar, sabedor el General Riascos de que usted
se hallaba en el punto de Pozo-hotJdo, le dirigió con uua persona neutral
su última nota, única que yo vi, en la que le manifestaba sus vehementes
deseos de evitar el derramamiento de sangre entre hermanos,
y lo invitaba á una conferencia que él se prometía fuera el augurio de
una nueva éra de paz para el Estado. Si usted estimó prudente dar á la
referida nota su coP.testación, ésta no llegó ó no tuvo tiempo de llegar
á manos del General Riascos.
Estando en el pueblo de Fonseca fuimos informados de la defección
ocurrida en el punto de Los Corazonts, entre los individuos de
la Guardia Colombiana, en su marcha de Valledupar á San Juan de
Cesar : pero no llegámos entonces á saber que dicha fuerza, después
de sublevada y de haberse regresado, se sometió de nuevo al gobierno
del señor Dávila García, y siguió á desempeñar la triste comisión que
se le confiara. La noticia, tal como la recibímos, no podía ser más
plaustble para nosotros, pues nos veíamos por lo pronto desembarazados
del más fuerte de nuestros enemigos; así fue que el día 6 de Agosto
salímos del citado pueblo con ánimo de batir á las fuerzas de usted
que se hallaban situadas en Bttmavista, lo cual no fue posible verificar
por el mal tiempo que ese día nos hizo, y por haber llegado, muy
avanzada ya la tarde, á la altura del lugar expresado; por consiguiente,
seguímos un poco más la marcha y pernoctámos en El Paraíso.
Al día siguiente, teniéndose noticia cierta de que usted con todas
las fuerzas á sus órdenes, había levantado el campamento desde por la
noche y dirigídosc al pueblo de San Juan de Cesar, los Genc-rales Riascos
y Herrera acordaron tomar la vía de Villanueva, incorporar á n ueitro
pa o los partidario· de la legitimidad que mandaba el Sr. Juan J.
Morales, y sin pérdida de tiempo seguir hasta la ciudad del Valledupar,
en la que era de e perarse e nos reunien también la gente del Patilla)
que se le había sublevado al finado Sr. Maya. Esta operación militar,
que sin duda era la mejor, tenía ademas el doble objeto, de ponernos
en comunicación con la Ciénaga, y obligar á usted á que nos atacara
en la referida ciudad del Valledupar, donde contábamos tener todas las
ventajas de nuestra parte. Pero las cosas estaban dispuestas de otro
modo.
Una falsa noticia, recibida á muy mal tiempo en el camino, hizo
creer al General Riasco que usted abandonaba el pueblo de San Juan
y se ponía en completa derrota al saber nuestra aproximación, lo que
dio por resultado el cambio repentino del plan acordado, y que enea·
minara sus fuen~as al mencionado pueblo con intención de ocuparlo.
Marchando en la dirección últimamente indicada, :omo á las siete
de la noche dd citado día 7 de Agosto, se rompieron los fuegos á
lé! entrada de la población, y pronto el combate se hizo general y san-
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76 BOLETÍN MILITAR
griento, sostenido con ardor por una y otra parte. (En el curso de la
noche llegó al campamento de usted la fuerza colombiana que nosotros
suponíamos muy lejos del teatro de los acontecimientos). Al amanecer
del día 8, el combate se encarnizó con mayor fuerza ; los fuegos, más
nutridos y mejor dirigidos, hicieron estragos considerables en nuestras
filas ; y á las ocho de la mañana, después de la muerte del valeroso
General Riascos, todo quedó terminado con la victoria completa que
usted alcanzó en aquella jornada, sobre nuestras fuerzas, bastante debilitadas
ya, y además en desconcierto y desalentadas por la irreparable
pérdida de su distinguido Jefe. Fuera de la muerte del General Riascos,
tuvimos que lamentar otras muchas desgracias de Jefes, Oficiales
é individuos de tropa, que perecieron en el referido combate en cumplimiento
de su deber. Las pérdidas que usted sufrió en su Ejército, si
fueron menores, no por eso dejaron de ser considerables.
Es llegado el momento de manifestar, que el trato que usted usó
con los prisioneros de guerra, entre los que yo me encontraba, fue siempre
decente y caballeroso; no autorizando vejamen de ninguna especie.
En cuanto á los habitantes de San Juan de Uesar, sin distinción de color
político, ellos se mostraron hacia nosotros con sentimientos magnánimos
y humanitarios, de los que, en cuanto á mí, les estaré siempre
reconocido.
Acaso he sido demasiado prolijo, tratándose de los estrechos límites
de una carta; pero usted se servirá dispensarme, en atención á que
sólo he procurado corresponder á los deseos de usted; y por esta razón
me permito, al terminar, emitir mi desautorizado juicio acerca de los
sucesos cumplidos en la última campaña del Magdalena, y de las consecuencias
que naturalmente se de~prenden de ellos·
El General Joaquín Riascos no asaltó el poder como arasionadamente
se ha dicho; la causa de su advenimiento al Gobierno del Estado,
fue la abdicación del Sr. Ignacio Díaz Granados, que luchaba en
vano contra la opinión; y usted recordará que el primer paso del General
Ria cos, al encargarse del Ejecutivo, fue dirigirse á varias personas
de influencia en los Departamentos, solicitando su apoyo para la
buena marcha de la administración. De manera, que él no creó en el
Estado una situación anormal; se puso al frente de la que encontró
creada; y su carácter nobilísimo y abnegado, lo indujo á corresponder
á la confianza que los pueblos habían depositado en él, llevando su
heroísmo y su consagración al servicio público, hasta el punto de
ofrendar su vida en defensa de la soberanía del Estado, de la causa de
la justicia, del derecho y cie la legitimidad que él representaba.
Yo, que tuve el honor de acompañarlo en aquella desgraciada
campaña, fui testigo de muchos de ·us actos; y puedo asegurar á usted
que él hubiera devuelto la tranquilidad á aquella importante sección
de la República, si el Gobier.1o general, obstinado en falsear :Í
todo trance el sufragio de los pueblos, haciendo uso de las armas y el
Tesoro de la Nación, no hubiera escogido corno teatro de sus designios
á aquel infortunado suelo. De su .... rte que si usted no cuenta con el
apoyo que le prestara dicho Gobierno, hoy no tendríamos que lamentar
d menoscabo de la soberanía de aguc..:l Estado, el que además se
vio regado con la sangre de multitud de víctimas, cutre las que figura
el nunca bien sentido General Riasco ·.
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noLET:ÍN MILITAR 7'1
¿ Qué surgirá de todo esto ? Que la situación política de aquella
ección será cada vez más precana : que los círculos harán más encarnizadas
sus luchas; y cuando esto suceda, los que hoy han celebrado
como un suceso próspero la muerte del General Riascos, habrán de
echarlo de menos, al pasar revista en las filas de los leales sostenedores
de las instituciones republicanas, conculcadas por los mismos encargados
de custodiarlas.
DisiRlule usted mi franqueza en el modo de hacer las apreciaciones
anteriores, y créame su sincero y atento seguro seruidor,
MANUEL MONTUFAR ---·· ... ---
VARIEDADES
POR SANTIAGO PÉREZ
Punto de parti da-Ansermanuevo-Paso de la montaña-Juntas de Tamaná
(Continúa)
En aquel punto debíamos subir sobre nuestros respectivos
cargueros, que allí nos aguardaban, el largo bordón en la mano,
unos cortos calzones Je la cintura al muslo por único vestido, y
sin más apero quP. la silla de guadua sobre los lomos desnudos. La
escena apenas podía ser menos interesante ; sin embargo, por el
lado filosófico tenía más grande significación. Allí estaba la dignidad
humana parodiando el servilismo bestial.
Ibamos nosotros, para estudiar y conocer el país, por la senda
por donde, para devastado, venían ántes de la conquista, los indígenas
del Chocó ; y no sólo llevábamos la senda misma, sino que
la hallábamos en el mismo estado, como si apenas estuviera saliendo
1de ella el salvaje del siglo XIV para que entrara el hombre
civilizado del XIX. En trescientos años que llevam s de vida, y
yo no sé cuántos de •civilización, nada hemos hecho para salvar
esa muralla de montes que separa el Edén dd Cauca del Dorado
del an Juan.
La silla era una simple armazón, á propósito para hechársela
á uno á cuestas de cualquier modo ; y estaba compuesta de dos
tablillas como de una vara de largo r algo menos de ancho, formadas
de fajas de guadua unidas estrechamente, que al juntarse hacían
un ángulo agudo, uno de cuyos lados medía todo el dorso del
sustentante, mientras que el vértice era de la íntima vecindad de
su coxis.
Tres anchas cintas de un fortísimo bejuco, una de las cuales
señía las sienes, y las otras dos, cruzándose, entramb.:>s hombros1
sujetaban la silla completamente.
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78 BOLETlN MILITA.R
Sobre la tablilla restante, que salía del cuerpo del carguero
como una espina, y que estaba sujeta á la otra por dos cuerdas laterales,
nos acomodamos, sentados como Dios fue servido permitirnos,
dejando caer, á no poder más, los pies sobre un estribo
pendiente de la misma silla.
Y nos echámos á andar, mirando más ó menos hacia arriba,
según que nuestro porta persona tenía que inclinarse más ó menos
hacia abajo. De este modo tuvimos que consignarnos en cuerpo y
alma á la buena fe, y sobre todo, á las buenas piernas de unos hombres
á quienes ni de visttt conocíamos, y en unos sitios que por
primera ocasión íbamos viendo al revés, como que al fin cada uno
de nosotros no era sino la espalda mirona y pensativa de un animal,
semejante nuéstro, que había asumido sobre la suya nuestra respectiva
personalidad.
Era de esperarse que desde el momento en que el hombre entraba
á refundirse con las bestias, haciendo su oficio, depusiera
ipso facto toda pretensión á aristocr;).ticas categorías. Pero ¿quién
ha dicho que no existen éstas hasta entre los irracionales? Existen;
y las mismas, por tanto, se observan entre los cargueros, los cuáles,
en cuanto bestias, se dividen en dos clase : los de silla y los de
carga, ni más ni menos que los caballos. Los cargueros de silla llevan
gente, los de carga llevan /íchigo.
U na especie de cesto de figura cónica, formado con una red
de bejuco, cubierta por am hos lados con las anchas y dobles hojas
de bihao, y dentro del cual va todo al abrigo de la intemperie, es lo
que esdrújulamente se llama líchigo.
Después de hacer tomar la iniciativa á ]os lichígueros, por un
refinamiento de prudencial etiqueta, desfilámos de dos en dos, esto
es, de uno en uno con otro encima, formando una procesión sui
géneris de escenas más cómicas que místicas, y sin más en cada
paso que un santo mártir y un nazareno.
U na vez in!:. talada la persona en la ango ta silla, y dada la
voz de marcha, hay que entregarse al más completo quietismo,
porque en aquellas veredas desiguales y breñosas, en donde cada
paso que se da es una dificultad vencida, el más pequeño movimiento
de la individualidad superputsta produce una especie de
terremoto, que, alterando al viandante todos sus cálculos de equilibrio,
no le deja dominar la situación, teniendo lógicamente que
dar en tierra con entrambas humanidades.
Antes de corridas dos leguas, caminando de Anserma nuevo
al O. casi en línea recta, primero por la llanura despejada de los
ángulos del Valle del Cauca, al pie de los cortos e&tribos que la
gran cadena occidental desprende hacia el E, y después pasando
y repasando una quebrada que parece enredada en los pies del
viajero, como que llega á perderse la espe ranza de verla por última
vez, la selva se va haciendo más tupida, y empieza á treparse
la montaña.
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BOLETÍN MILITAR 79
Pertenece ésta á Jos terrenos de transición ; y tiene su eje
principal en la dirección N-N- E. A su costado oriental se dilatan,
por el lado N., las tres riquísimas Provincias de la antigua Antioquia,
cuyos abundantes criaderos de oro están en la misma cordillera,
y por el del S., el fértil y hermoso Valle del Ca u ca, de terreno
sedimentoso. Mientras que á su costado occidental se estienden
las dos hoyas, del San Juan, que va al Pacífico, y del A trato, que
va al Atlántico, separados sus dos valles de altura desigual, aunque
inferior Jade ambos á la del Cauca, por el corto istmo de San Pablo,
de una legua y mil metros de anchura. Por este mismo costado
bajan perpendiculares al eje principal de la cordillera cinco largos
estribos que separan los lechos de cuatro pequeños ríos tributarios
del San Juan.
El punto más elevado de esta dilatada cordillera se hal1a en
los farallones del Citará, á los 3,300 metros sobre el nivel del mar;
y aquel por donde íbamos nosatros á atravesarla apenas alcanza,
en Palo Gordo, que es el de mayor elevación, á 2,465 metros.
(e ontinuar á)
----4·-- -
GEOORAFIA DE I.A AMERIOA I.A!J:'INA
HONDURAS•
DISTRITOS (DEP .A.RTAM,EN1'0S) Y MUNIOIPI03
Tegucigalpa
TEGUCIGALPA, Comayaguela, Santa Lucía, Valle de los Angeles,
San J uancito, San Antonio Cantarranas, Talanga, Cedros,
Guaimaca, Sabanagrande, La Venta, Ojojona, Reitoca, Curarén,
Támara, La Bodega, Marale, Lepaterique, Maraita, Tatumbla,
Armenia, San Buenaventur:1, SanJuan de Flores 25.
O lancho
J uticalpa, Catacamas, Campamento, Concordia, Salamá, San
Francisco de la Paz, Manto, Gualaco, San Esteban, rocón IO.
El Paraí o
Yuscarán, Güinope, Daulí, J acaleapa, El Paraíso, Texiguat,
. San Lucas, Soledad, Liure, 9·
Cholutcca
Choluteca, San Marcos, El Corpus, Pespire, Orocuina, Con<
cepción de l\.1aría, 6.
( 1) "En todos los Municipios, menos los que van en bastardilla, existe oficina tele{
gráfica; en los otros sólo hay administración de correos. Con un • se marc~n los puntos
( donde hay Aduana.
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80 BOLETÍN ~HLITAR
El Valle
Nacaome, Amapala, Goascorán, Coray, Langue-, La Brea,
San Lorenzo, Aceituno, Aramecina, Caridad, Alianza, 1 r.
Coma yagua
CoMA y AGUA, el Rosario, Siguatepeq u e, San José, Protección,
Villa de San Antonio, Esquías, Minasdeoro, Lamaní, Ell
Espino, La Libertad, Meám bar, Cuevas, 14.
La Paz
La Paz, Santa María, ..Marcala, San Antonio del Norte, Opatoro,
Aguanqueterique, 6.
Intibucá.
La Esperanza, Guancapla, Ca masca, Jesús de Otero, Masaguara,
Magdalena, Colomoncagua, 7.
Gracia
Gracias, Evandique, Candelaria, Mapulaca, La Virtud, Valladolid,
Guavita, Gualcince, Belén, 9·
Copó. u
Santa Rosa, Corquín, Santa Rita, El Paraíso, Ocotepeque,
San José, San Marco , ·rrinidad, San Nicolás, Cucuyagua, Sen-·
sen ti, La Florida, San Agustín, Santafé, r 5·
Santo. Bárbara
Santa Bárbara, Colina·, San Luis, Trinidad, Naranjito, Minas
de Santa Cruz, Quimistán, N acuclizo, Atiura, San Nicolás,
Ilaura, San l\1.arcos, Scguaca. r 3·
Corté&
San Pedro Sula, Choluma, San Manuel, Río Blanquito ó
Baracoa, ·ralpetate, * PuERTO CoRtEs, La Laguna, Potrerillos,,
Santa Cruz de Y ogoa, O moa, V illan u e va, La Pimienta, El Paraíso.
15.
Y oro
Y oro, Jocón, Arenal, Olanchito, Sulaco, Yuruca, Yorito,
Tela, Colorado, El Negrito, Progreso, Morazán 12.
Coloro
*·Trujillo, *La Ceiba, Ilanga, Sonaguera, El Porvenir, Ba-rra
de Aguan, Barra de Limón, Iriona, Balfate, El Salado, Juan
López r 1.
Isla. de la llu.hía.
* Roatán, Utila, Guanaja 3.-166.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año III N. 113", -:-, 1899. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691030/), el día 2025-08-19.
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