A~O lii Bogotá, Abril 8 de 1899 NUM. 94
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ORGA.1. O DEL MINI TERIO DE G ERRA Y EL EJERCITO ---··----
DIRECTOR AD·HONOREM : FRANGISGO J . VERGARA ·V V.
<=:oronel, Miembro de l a Sooiedad Colombiana de Ingenie ros
~~~~R ~~~~~~ RR~~9~R9~9.gRk ~~~R~~~~~g~ RR~~~~R~R~~RRR~RR~~~~~RR ~
Son colaboradores natos de este periódico todos l~s Jefes y
Oficiales del EJército de la República
O~~~~T~~ ~ ~6b~~b~Od6GG~6~ ~b~ ~~~ ~bb~ ~0~6~6~~~~~~~~~~~~0
SECCION DOCTBIN AL
¿ Exi te la guerra de montaña ? Y si tal cosa es una realidad,
¿ dónde principia y dónde acaba e] terreno en que deban aplicarse
las reglas especiales que la informan ? Hace ya tnucho tiempo
que el General Lewal, en nuestro conc pto el má filo ó.fico y
profundo de los tratadistas militare del ultimo tercio del presente
siglo, e:::.cribio con sobra de razón : "L imposibilidad absoluta de
tener una t ctica e pedal para cada variedad de terreno, obliga á
no tener sino una sola, adecuada á todo los terrenos.'' En efecto,
puesto que la guerra se:: hace con jinc::te , inf: ntes y cañones, tanto
en la llanura como en la serranía, lo mi mo en la, comarcas dd
trópico que en 1 re to del mundo, e claro que la guerra en terreno
1nuy quebrado no puede descansar ino sobre los mi mos principios
que la guerra en terreno in relieve . En todo ca o e preci o
ser el más fuerte en el punto donde se decide el combat , y
las condiciones normale de la march y del reposo son las mismas.
Se en llano, a en Inonte, á cada pa o e encuentran obstáculos
que solo varían en magnitud, de uerte que lo único
racion 1 sera afirn1ar que en terreno quebrado son mayores las dificultades
que tienen que vencer 'la trop. s y rnenore lo recur os
que para su movilíd~ y subsi tcncia les brinda el terreno; que las
ordenes llegan· u de tino con rnayor retardo y son más graves
las consecuencia de la ignoran ia del terrtno en que se lidia, n
uná palabr , por guen· de tnOiltañ S sólo nabrá de entender e guerra
en que las dificultades llegan su máximum y á su rn1nimun1.
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162 BOLETÍN MILITAB
descienden los elementos ordinarios de que dispone un jefe para
satisfacer las prescripciones de la t á ctica: m / lógico sería por lo
tanto llamarla guerra escorzada, si se permite el empleo de esta
voz de pintura que supone reducir un cuerpo á menor longitud de
la que realmente ocupa en el espacio.
En Europa los campos de batalla clásicos se agrupan en zonas
de ninguno ó de muy mediano relieve, que en general no están
separadas por ob táculos mayores, por lo cual desde remota antigüedad
fácil fue construír allí carreteras por todas partes, y luégo
ferrocarriles que en cierto modo suprimen los espacios y permiten
las concentraciones rápidas de millones de hombre , porque esas
zonas figuran entre las hoy más ricas y pobladas de la tierra. Para
los europeos la voz montaña es sinónimo de tierra donde no pue-
. den aglomerarse Jos batallones por centenares, y de consiguiente
la acepción que podemos y debemos darle en América es muy
distinta; pero antes de ampliar estos considerandos es menester
consignar cierta clase de datos sin los cuales no sería fecunda en
resultados la diferencia indicada .
f/elocidad de marcha- En tierra quebrada y de malos caminos,
y á veces en las llanuras pantanosas del trópico, la velocidad
de la marcha no puede expresarse, como en la Europa central, por
la indicación de la distancia recorrida . En primer lugar, entre nosotros
pocos son las caminos kilometrados (con piedras miliarias),
y en los que cruzan altas cumbres, los numerosos zigzags de su
trazado dificultan la valuación de longitud de los trayecto , imposible
de estimar correctamente cuando se trata de pendiente me
dias y caminos un tanto anchos, en que el peatón describe más
curvas que las mismas que tiene el camino.
Ademáw, la velocidad es esencialmente irregular, y se amolda
á las condiciones de cada trayecto de camino (trave ía ó media
ladera, subida, bajada) y al estado de la vía er ello , como que de
tales elementos depende el esfuerzo muscular impuesto al cami
nante, y la fatiga, que es su consecuencia.
En tierra muy quebrada, una de las mejores bases de apreciación
para estimar la posible ve1ocidad de una tropa, es la que
resulta de comparar la altitud de los puntos de partida y de llegada,
y aun con algunos intermedios cuando son muchas y bien acentuadas
las subidas y las bajadas . En condiciones normales una tropa
sube 350 metros por hora, al máximum, en bueno caminos
de montaña, y sólo 120 a 150 cuando se trata de las sendas y
trochas que transmontan las cresterías elevadas y de pendiente
considerable.
De lo dicho resulta que, sea en las partes bajas, sea en las
altas, cuando el camino no tiene alturas intermedias de más de
100 metros, se le puede mirar como horizontal; y que en vez de
medir distancias sobre un mapa incorrecto ó que no se ha le::;vantado
geodésicamente, es preferible en los reconocimientos hacer
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DOLETÍJ.'t MILlT.AR 163
uso de las cotas, exactas para el caso aun tomadas con un mediano
aneroide de bolsilJo, y de la diferencia entre ellas deducir el
número de hora que serán necesarias para tran portarse con tropa
de uno á otro punto . Por ejemplo, A y B, en la misma vt"rtiente
de un gran relieve, difieren en r,87o mt:tros y están junto sobre
un camino considerado como directo entre ellos : si el camino
es bueno, la distancia se podJ·á recorrer en cinco horas y media,
pero si es malo, se emplearán hasta doce hora , ó sea un dia entero.
Por esto, en tesis general, marchas Íntegras en tierra fría, templada
ó caliente, permiten avan2.ar mayor <:spacio, considerado horizontalmente
(ó proyectado), que cuando el camino pasa de una
á orra, y en especial de la caliente á la fría, ó viceversa, y esto
explica lo que sucede en los cañones ó quiebras de los Andes : á
la vi ta parece fácil franquearlo , y su paso es jornada completa.
Y i de dos puntos relativamente cercanos se pasa á con iderar
do J jano en nuestras cordilleras, con variedad de climas intermedios,
como por ejemplo, Bogotá y ú uta, ó Neiva y Barbacoa
, cuya distancia conocemos, bien porque el camino e té medido
con algún cuidado, bjen porque la deduzcamos directamente
de su posicion astronómica, la práctica enseña que para averiguar
el número de horas en que la recorrerá una tropa, se debe agregar
al deJas que resultan estimando á legua métrica por hora, las necesarias
para ascender el total de los metros de las su bid a , á razón
de 300 metros por hora . Por ejemplo: si do de aquellos puntos
distan 100 l guas, y sun1adas 1 s subida del camino dan 8,700
metros, el tiempo bu cado equivaldrá á 154 horas de marcha efectiva,
ó sea sin incluír alto horarios ni grandes altos, por lo cual
tiene razón el pueblo cuando e tima que de ordinario, con cargas,
en una hora solo se caminan 3,000 1nctro .
En tratándose de fuertes columnas, en malos caminos, la velocidad
frecuentetnente e reducirá á 2,500 metros por hora, para
el avance horizontal, 6 ·ean 55 metros por minuto, pues hay diferencia
en ascender por un camino de pendiente igual, aun cuando
sea fuerte, pero de suelo parejo, á hacerlo por endcros Henos
de piedra que forman saltos y escalones, pues en ellos 1 esfuerzo
fí ico exigido al infante, cargado con arma, municione y maleta,
es mucho mayor, y el avance real disminuye de modo con iderable.
En una palabra, en los caminos colombianos de tierra quebrada
jamá e podrá contar con las velocidades de marcha de los infantes
europeos en ]as grande carreteras, las cuale , egun los
e critores, llegan á 4 .k:ilomctros por hora, termino medio, señalando
como máximum el kilometro en once minutos, y como mínimum
esa misma longitud en quince minutos. En nuestro caminos malos
no debe e~ptrar e que una fuerte columna recorra el kilometro
en meno de 18 '20 minuto<:, á fin de no sufrir equivocaciones
tale que puedan contribuír á provocar un desa tre. Cuanto á hombres
aislados, pueden alcanzar á recorrer 7 kilometros por hora) y
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164 BOLETÍN MILITAR
en esa diferencia capital de velocidades se basará el servicio de
seguridad hecho por exploradores de infantería cuando se carezca.
de caballería.
Y volviendo á los mapas de que podemos disponer en América,
y principalmente en Colombia, consignaremos la siguiente valiosa
regla, deducida de largas y cuidadosas observaciones hechas
con el barómetro registrador y el podómetro en caminos de longitud
conocida : la reducción del plano de un camino de montaña
de una grande escala á otra pequeña, suprime, como cualquiera lo
comprende, todas las vueltas ó zigzags inferiores en magnitud
á la del denominador de la escala, y aun puede reducir á una
línea recta una serie prolongada de pequeñas vueltas. Ahora bien,
en la carta corográfica de Codazzi, reducida por los señores Ponce
y Paz, suprimiendo el nombre de aquel geógrafo, cuando se trata
de lugares astronómicamente situados con alguna aproximación,
si ellos tienen una gran diferencia de altitud la legua de camino
medida sobre e papel equivale en realidad á 6~ kilómetros y á sólo
st si tal diferencia no baja de 200 metros ni excede de I,ooo metros.
En el fondo de los grandes valles y en las tierras llanas de las
altiplanicies y cUinbres paramosas la distancia medida con el compás
se aproxima mucho á la real. Es claro que cuando la carta
marca erradamente la posición de los lugares, la regla antedicha
debe sufrir la respectiva modificación .
Conforme se ha manifestado en estas líneas, la. cuestión altimetría
es capital en las montañas y por lo mismo conviene agregar
que con el nivel Abney es fácil medir con alguna exactitud la altura
de los puntos del horizonte sobre el en que está el observador,
cuando esa diferencia no es muy grande y los puntos no .dis tan
más de 5 á 10 kilómetros, multiplicando por 30 cada una de
las divisiones recorridas en la escala de pendientes al levantar ó
bajar la horizontal para alcanzar con la visual el punto de que se
trata.
Cualquiera que sea la· velocidad de marcha es regla invariable
que debe :. er la mic;ma en la ubida que en Ja bajada : á los oficiales
toca oponerse al movimiento instintivo del soldado que, arrastrado
por su propio peso, tiende á acelerar el paso al bajar. Como
al fin de las bajadas de ordinario quedan los sitios donde se va á
descansar ó á pasat la noche, los hombres tratan de abreviar esa
última parte de la marcha y conviene que todos sepan que á despecho
de la aparente f: cilidad con que se baja por los caminos de
montaña, la fatiga muscular es tan considerable como en la subida,
aun cuando no se muestre por el momento. Cierto que el soldado
se mueve con más libertad aparente, que no marcha encorvado
como en la subida, que respira con libertar! y no e siente medio
ahogado; pero el esfuerzo que e hace para detener la caída del
cuerpo cuando se desciende con rapidez, quebranta los músculos de
las piernas y al otro día sentirá en ellos tirantez insoportable.
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BOLETÍN MILITAR 165
Por fortuna en las columnas de tropas hay un elemento que
ayuda á moderar la rapidez de la marcha de los infantes en las
bajadas : las bestias de carga. El m ás pequeño destacamento en la
montaña tiene que llevar animales de carga y éstos andan con más
lentitud en la bajada que en la subida, y por la fuerza contienen
á las unidades que van detrás, por lo cual, como siempre, los elementos
menos rápidos determinarán la velocidad general de la
columna. 'I'ampoco debe acelerarse la marcha en los trayectos
planos ú horizontale , que no abundan por cierto en la montaña,
y deben aprovecharse para procurar á la tropa un alivio relativo,
una especie de descanso entre el esfuerzo que acaba de cumplir y
el que probablemente se le pedirá unos pocos minutos de pués.
La diversidad de pendientes que se hallan en ·el camino tampoco
debe entrañar cambio en la velocidad del paso para no introducir
perturbaciones en la columna: si la cabeza al llegar á una
pendiente sua e acelera la marcha, los grupos que van detrás, y
aun pueden estar salvando pendientes más fuertes, no podrán seguirla
y la columna e romperá en pedazos, es decir, se desorganizará.
Cuando á pesar de las precauciones tomadas sucede tal
percance por causa de caídas de hombres y animales, de derrumbes
del camino, etc., es preciso detener ' tiempo la columna para
soldar sus diversos fragmentos y no obligar á los que van á la cola
á que lo hagan andando más aprisa con una velocidad de ordenada.
(Continuará) -----· ..... --
I.A OAlv.tPAÑ A :CE MA~ENGO
(Conclusión)
La parte crítica del movimiento de apoleón fue el espacio
que media entre lvr a y el Te ino; porque teniendo sus comunicaciones
por el San Bernardo, i Mela hubiera avanzado como lo
intentó el 31 de 'layo, podía haberle cortado la retirada . Al pa ar
el Tesino no sólo tuvo la ventaja de reunirse con Moncey, con Jo
cual allegó un aumento considerable de fuerza, sino que adquirió
una nueYa hnea de retirada por el San Gotardo.
Lo que luego tuvo má que temer fue una rápida concentración
de los au triacas. D á bale ' creer e sto que no e verificaría el
de eo que naturaltnente tendría Melas de no eparar las fuerzas
que tenía en el V ar y el itio de Géno •a para no perder el fruto
de toda la campaña. Por otra · parte, e nece ita han cinco á eis
días para transmitir las ordene desde Turín á Alejandría y para
reunir e en el Po lo diferente uerpo au triaco . Mela dio e tas
órdene el 31 de ~1ayo . Ott las recibio el 2 de Junio, y i la hubiera
obedecido al momento, habría e tado el 7 en Montebello, en
vez de estar el 9 · El í pas ha Lannes el Pó y se dirigí á Strade
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lla; dependió, pue , de muy pocas horas el que los austriacos cerraran
ó no á los francese la línea del Pó entre C.lsale y Pla en-cía
y aseguraran su retirada. ·
Pasada e ta cri i , emos que Napoleón dividió su ejército y
situó menos de su mitad á la derecha el P ó, y el resto se encargó
de guardar las comunicacione . Aqut e ve un ejemplo de lo expue
to que es esta clase de operaciones, porque el ejército de Mela
, que tenía 32,00::> hombres y era superior en caballería y artillería,
e taba reunido 1 I 2 en Alejandría y el I 4 podía haber pasado
por el debil cordón que le oponía la división lvioncey y haber
llegado á ~1ilán mientra Napoleón lo creía en el Bormida.
Hubo en e ta ampaña una circunstancia especial que sin
duda alguna induciría á apoleón á ir con todo su ejército á la
derecha del Pó. Porque si Mela se dirigía á Milán abandonaba el
paí ituado á la derecha de este río y dejaba dueño á Napoleón de
establecer una comunicación con Francia por el S. de los Apeninos.
Esta comunicación, mejor que la de San Bernardo, le hacía
dueño de unir e cuando qui iera con Suchet, y el austriaco perdía
entonces todo el territorio que era el objetivo de la campaña. Pero
apoleón no quería que escapar el enemigo perdiendo solamente
aquel pa1 , y por eso guardaba el ~resino .
~edaba á Mela· otra alternativa: porque no sólo podía retirarse
por la izquierda del Pó, sino por d camino de Alejandría á
Genova. El encral au triaco pensaba tomar este último partido,
e pcrando sostenerse en esa plaza con el auxilio de la fortaleza, la
fuerte po ición de lo Apcninos y la flota inglesa. Los pri ioneros
que L nne hiz en Montebel! informaron á Napoleón de la capitulación
de énova y de que el enen.igo se di pon1a á retirarse
allí. u ambición le llevó á combatir en la gran llanura de Marengo
e n un enemigo uperior en fuerza obre todo en caballena y
artillería, sin tener en cuenta 1 difícil que era p ra el la victoria,
por haber de tacad á esaix hacia Rivalta.
Con iderando la posición del ejército francé en esta corta
campaña, es evidente que Napoleon pudo verse obligado á combatir
con un ejercito igual al suy , en una situación en que habria
p~rdido, en ca o de derrota, su e municaciones por el San Bernardo
(que, mala como eran, eran tambien su única ltnea de retirada),
y hubiera tenido que retroceder oor el ...,an Gorard, perdiendo
su artillería. '1 al habrí ido el re ultado i Mela lo hubiera
vencido á la i.1quierda del Po o en Marengo. L confianza de Napoleon
quedó ju tificada, no por J s precauciones que tomó para el
caso de no ser cncedor, sino por lo cálculos tan exactos que hizo
de que no sería molestado en u ma críticos momentos .
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BOLETÍN MILITAR 167
DEL SOLDADO CO OMBIA O
1 1 1-Zrini en Szigeth ( 1)
A mediado de 1 s66 el Conde icolás Zrini, Comandante
en Jefe de las tropa imperiale , en el círculo de la orilla derecha
del Danubi , recibió del mperador Maximiliano II la orden de
defender á zigeth, con dos mil tresc.ientos homhres contra el ejército
turco de Solimán II el magnífico, fuerte de ciento die:r. mil
soldados y trescientos cañones.
l Conde logró, antes de que llegara el enemigo, abastecér
com letamente la plaza dt municione de boca y guerra, y reparar
las m ualla : la ciudad se componía de una porción nueva, otra vieja
y un castillo de torreones~ En seguida Zrini juró ante la guarnici
'n defender la plaza hasta morir, é hizo prestar el mi mo juramento
á sus tropa , húngaras en su ma rcría. El 2 de Agosto la vanguardia
turca, á órdene del Bey de Anatolia y de A ktansi Bajá
se presentó frente á zigeth: la guarnición hizo varia salidas y
causó pérdida sen ible al enemig durante tres días. El 5 llegó
el grue o de-l ejercito de olimán, que acampó en torno de la ciudad,
en t nto que el ultán con el cuartel general e situó en la
vecina a1dea de Z-iboth, á la izquierda del camino de Fünfkirchen.
Al siguiente día los inva ores intentaron tomar la plaza por
asalto, pero fueron rechazado .
1 7, por medio de trincheras e aproximaron á la ciudad
nueva y e tablecieron enfrente de ella dos batería : los jenízaros
avanz ron hasta la puerta de iklo , pero fueron rechazados tras
haber d j do rnucho de los suyos n el ampo. Zrini hiz0 cegar
con tierra la puerta de las muralla~. El dta 8 acab ron de construír
otra baten a lo turco y bombardearon la plaza con éxito por tres
partes. El 9 una nueva batería de cinco pieza de grueso calibre,
con-truída bre zarzo entn:: lo pantanos, por Alí Portuck, Jefe
d la artillerí turca, b anbardca el ca tillo al mi m tiempo que
1 infantería e aproxima al recinto d la ciudad nueva: el fuego
e sostien hasta entrada la noche y la guarnición sufre pérdida
con icierable. Aprovechand la tiniebla Zrin1 evacua la ciudad
nueva de p e de incendiarla.
El 10 acaban de con truír lo turco otra dos batería que
enfilan la gola de la ciudad vieja vuelta hacia el ca tiJlo y conti-
----------- - - . .
( 1) Szigeth, igc:th ó Mar. m .\ros- zi gc:th, dontle h<>y se levant:l la eJt.ltua de Zrini,
e un. ciud d te Hungrí. sctcntrional, 1.65 ks .• 1 E. .E. de Bud. est al pie de los
K. rp to , y el l 11 ve tle los princip.•lcs p:\So; de est,, cor()illera entre la& ll nuru del
Dnieatr )' laa de Hungrí ••
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168 BOLETÍN MILITAR
núan el bombardeo de aquélla con un semicírculo de baterías. Al
mismo tiempo Ali Portuck construye otras en la ciudai nueva
incendiada y rompe el dique que ~ontenía las aguas del Al~a .
Otra b tería de pieza de grue~o calibre se arma contra el castillo,
cerca del cementerio.
El 14 los capitanes húngaros Radwany y Dando hacen una
salida con 200 hombres, por la puerta de Babocsa, atacan á los
jenízaros apostado en el dique para proteger los obreros, los ponen
en fuga y clavan lo cañone ; pero reforzados los turcos, aquéJlos tienen
que batirse en retirada y perecen con muchos de los suyos. Los
turcos logran, tra esfuerzos increíble , romper los diques y dar
salida á las aguas que llenan el foso que rodea el castillo, y con
troncos de árbole , zarzos, faginas y toneles colmados de tierra,
construyen terraplenes provistos de blindajes formados de sacos
llenos de lana húmeda, lo cual les pen'l'ite dominar las obras del
castillo y barrer sus muros con fuegos de enfilada.
Zritli dirige entonces al Emperador Maximiliano, que estaba
en Altemburg, una mi iva noticiándole lo crítico de su situación .
El despacho llega á su destino el 18 .
El 19 los turcos entran por asalto á la ciudad vieja, tras un
rudo combate : sólo una parte de la guarnición logra ganar el
castillo; á la otra con igue el enemigo coparla más allá del puente,
y sucumbe íntegra combatiendo. Los defensores reunidos en el
castilJo apenas akétnzan á 8oo. Los turcos perdieron en el asalto
de la ciuddd vieja 3,000 hombres.
Alí Ponuck, cuyo celo ha ido estimulado con un presente de
200 moneda de oro que le entregó el Sultán en person4l, hace
volver contra el ca tillo toda la artillería, y lo cañonea el ?.O por
todos cuatro costado . Los pantanos se ecan rápid mente, y los
turcos activan la construcción de trin heras de aproche para acercarse
al castillo.
El ultan olimán, temeroso de que un ej rcito de socorro
venga á hacerle levantar el sitio, trata de educir á Zrini, ofreciéndole
el gobierno de Iliria, la propiedad exclusiva de Croacia,
y riquez, s y honore ; pero ni e tas ofertas, ni 1 amenaza de matarle
á Jorge, hijo único del Conde que estaba en poder del turco,
logran quebr rnar la fidelidad y el heroísmo d 1 valiente defensor
de zigeth.
Después de la muerte de Alí Portuc!' (23 de Agosto), su suce
or Setffeddín continua el b01nbardeo del ca tillo con tánto éxito,
que el 25 una parte del baluarte del cuerpo principal no es sino
un montón de ruina . 1 26 J\lí, Agá de lo gcnízaros, dirige
un asalt obre el baluarte, pero los itiados logran recha7ar]o
repetidas vece , y aun le gan n do ~ estandartes rojos. Exasperados
los turco con esta perdidas, impulsan sus obras de aproche, y
cañonean con éxito el ca tillo exterior por medio de baterías que
con truyen sobre aquéllas.
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BOLET1N MILITAR 169
El 29, a ni ver ario de u victoria de Mohacs y de la toma de
Buda y de Belgrado, y animados ademá los turcos con la pre-encia
del Sultán, ya enfermo, intentan un nuevo asalto que dura
todo el día y la noche siguiente, pero que es rechazado, quedando
prisionero Alí. 'rambién fracasa un nuevo asalto de los jenízaros
el día 2 de Septiembre.
Por medio de trabajos subterráneos acaban los turcos por
abrir una mina por debajo del baluarte hasta el Castillo, y en la
noche del 4 al 5 llenan el subterráneo de paja y de pólvora. Solimán
muere en la tarde del 4 de Septietnbre, pero el Visir oculta
u fallecimiento á la tropa; en la maílana del 5 los turcos dan fuego
á la mina y el incendio por ella producido alcanza al castillo
exterior. Al mismo tiempo el baluarte de Nadasdy y el bulevar del
Sureste son tomado y rcconqui tados en tres asaltos consecutivos;
los si ti adores pierden 7 ,ooo hombres.
El número creciente de los oldados enemigos obliga á Zrini
á retirar e á la torre principal, abandonando el c::\stillo exterior con
una parte de sus defensores. La dicha torre, apenas separada del
exterior por un foso con agua, no presenta gran resi tencia y es
cañoneada con furor el 6 r el 7 · El 8 da el enemigo un nuevo
asalto, se incendia la habitación de Zrini y el fuego se propaga
más y más .
Comprendiendo Zrini que ha llegad el momento de rendirse
ó de sucumbir, escoge reflexivamente el partido de morir con
las armas en la mano. Revestido con todas las insignias de su grado,
se pone á la cabeza de la -uarnición reducida á 300 hombres
y manda abrir las puertas: Markus Seret cheny, el único artillero
vivo, descarga obre lo turco el gran mortero cargado con pedazos
de hierro, que e tá bajo la puerta, y 6oo de los asaltante quedan
en el sitio. Zrini se lanza sobre el puente y cae atravesado por
tre balazos. Con excepción de cinco hombre , toda la guarnición
corre la mi ma uerte, de pue de defenderse ha ta morir.
Apena- e h m po esionado lo turco de la torre cuando el
fuego alcanza el polvonn, que e talJa y 3,ooo jenízaros quedan sepultado
bajo lo e combros.
Los turco perdieron 30,000 hombres frente á Szigeth, del
1.0 de Agosto al 8 de Septiembre. La cristiandad quedaba definitivamente
salvada.
VON KAUSLER,
Coronel "urtemburguéa.
• •
(Continuadón)
"Llamado in empeños, y por elección del General en jefe al servicio
del Rey, ejerzo las funciorH.:& de Intcndl!nte de su ejército, siempre
en lucha con mi débil con tituci6n y con la fatiga de un iaje
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170 BOLETíN MILITAR
penoso. He aband~mado á mi familia, ~in ofr la ;oz ~e la filo~ofía que
me aconsejaba deJar los negoc10s y abnr un parentesi entre estos y 1&
tumba. mi recompensa será completa si yo puedo ayudar al restablecimientC:
de la paz entre vosotros. Cuá nto se regocija mi alma al pensar
llegar á vuestro lado con un. eJército br.il~ant~, con .la oliva de la paz c:n
la mano dirigiendoos y rec1b1endo fellcttac10ncs sm cesar por la fehz
concilia~ión, que debe hacer eterna la fraternidad de uno y otro hemisferio
español! Pero cuál :,erá mi dolor si uestr.a obscinaci6~ obliga á ese
mismo ej ército á venir como enemigo y conqutstador! Constderad los recursos
del ?restigio y valor de uno de los más dignos monarcas que acaba
de echar por cierra el colosal orgullo cuyo poder hacía temblar á la
Europa entera, y que ahora mira á sus pies postradas c5as águilas! Lejos
de vosot ros esa horrible perspccti va! Recibidno como amigos y hermanos.
Os juro que pereceré con vosotros, si las promesas del General en
Jefe no son tan sagrada' como os lo aseguro: ved el único medio de
salvar la vida, vuestra dicha, vuestras propiedades, vuestro porvenir. Os
hablo en nombre del General en Jefe .
Fragata Diana, en las costas de Cartag~na á 2.0 de Julio de I 8 I 5·
DUARTE"
Siempre guiado por las mi smas intenciones, encargué al Mariscal
de campo D. Pascual Enrilc, mi segundo en el mando del ejército, se
dirigiese, por medio de cartas y haciendo las promesas más sinceras, á
D. Antonio Villavicencio y á D. C. Montúfar, habitantes de Santafé,
quienes gozaban de grande influencia en el G obierno.
Mis esfuerzos fueron infruc tu o os: vi acoger con arrogancia y desprecio
mis amigables tentativas, y bien á mi pesar, tuve que recurrir á
la fuerza de las armas. No obstante las circunstancias, tan aflictivas
como premiosas, aún traté de agotar los medios de conciliación, quise
hacer menos horrible el predominio de la guerra, y dar á estos desdichados
tiempo de que abriesen los ojos á su impotencia. Yo podía destrufr
esta ciudad en pocos días y hacer perecer á todos sus habitantes
bajo los e combros, 6 rendirlos por hambre. Las bombas y la granada•
de que di sponía me facilitaban el camino para ello, y, sin embargo,
iempre fiel á mi plan de pacifi~aci6n, yo preferí las fatigas y tardanza
de un sitio, con todos los flagelos de que ib n á se r víctimas mis tropas,
antes que 1 cruel certeza de la pronta descrucci6n de Cartagena, y la
ruina de mis más queridas ilusiones.
Después de un prolongado y minucioso reconoc1miento de un
paí... <'lue me era enteramente desconocido, el sitio quedó establecido
Coil r ·g:daridad. Desde aquel momento las operaciones del ejército se
limi uuun á manifc tar, por su vigilancia y disciplina, u inmensa superiorid
d; á dcmo rrar, hasta la perfecta e\•idencia, que la plaza no podía
dejar de caer en nuestras mano , evidencia q uc me hacía confiar en mis
deseos.
Por esro, cu~nd0 m e penetré de que la plaza y los habitantes debfan
c. tar convenctdos de esta verdad, yo me presenté á ellos y les anuncié,
con franqueza, mis votos y mi re oluci6n.
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BOLETÍN Mll.ITAR 171
u Pueblo de Cartagena:
"Vuestra esclavitud va á rerminar; vuestros bienes serán protegidos;
ya no se os arrancará de los brazo de vuc ras esposa y de vuestras
madres, para defender lo intereses de cuatro pícaros, que al oprimiros
no han hecho mo enriquecerse. El ejército del má querido de los re
ycs, sabrá cubriros con su egida, y destruirá á aquél que inrente turbar
vuestra tranquilidad. Pero si permanecéis sordos á mis palabras, si osáis
medir vuestras armas con la-; del ejército español, bien pronto vuestro
país no será sino un vasto desierto.
"Plaza de 'abanilla, 16 de Agosto de 18 I S·
El General en Jefe,
MORILLO"
Los males de Cartagena aumentaban á medida que el sirio se hada
más riguroso. o tuvieron éxito ninguno la tentativas desesperadas que
hicieron varia veces lo sitiados; siempre fueron cocidos· siempre tuvieron
qu~ huír, á ponerse al amparo de las fortificaciones de la plaza, y
á los prisioneros se les trató constantemenre con una consideración desconocida
en e tos paí es. A mediados de Septiembre me informt!, por
comunicaciones interceptada , de la angustiosa situación de Cartagena.
Como ellas dan idea exacta de la situación de los sitiados, creo de mi
deber ponerlas aquí:
BOLETl NUliER 1.:~ DEL E.JERCI'l'O EXPEDI IO ARIO
Copio litan/ dt· tm ilesp(¡cho d • Ca. lillo,jf!/t de los in.wrgc1tlf!s, ni Sccrctm io dr Santa
fé, iul rceptadu ccm el Cnpitáu Jo (; J~[ada Porlocclt'rcro, llecho prisio11Cro
Cuartel general de Torrecilla, t 5 de Octubre de 1815
"El Tet iente Coronel Mariano Montilla había sido despachado
.en calidad de en iado cerca de . E. el Gobierno general, para in·trufrlo
en todos los detalle de la guerra fratricida que no ha hecho el cneral
Bolívar y de la mucha neccsidade , ab olutamente indi pen abies
de e ta plaza, amenazada por un enemigo tan formidahle como el
cneral Morillo, á la c. be~a del mejor ejército que haya salido de España
desde hace largo tiempo. La apro ·imaci6n de las tr')pas, á la que
no ~abríamo re i<>tir en el estado presente no · ha decidido á llamar al
Teniente Coronel Mariano Montilla, para encomendar estos despachos
y u erurega á Tomá Montilla, su hermano, Teniente Coronel de Venezuela,
qui<:n ya debe cnconcrar·e al lado de uestra Señoría.
"Ahora tengo el honor de dirigiro todo Jo boh:tine que se han
publicado á la aproxim.aci6n del enemigo, y una copia e ·acta del diario
de operaciones, para que Jo hng:í.i conocer de lo miembros del Poder
Ejecutivo, lo que se ha dicho al público y cuál e nuc tra verdadera ituaci6n.
Esta. no tiene nada de li onjero, porque sin dinero, in vh•ere ,
sin crédito y ca i sin tropa de línea de pué de lo desastre que nos
cau 6 el eneral Bolívar, ¿qué podemos e pcrar nosotro de un honroso
sacrificio m á ? Voy á e poner á Vuestra Señoría el detall de nuestra
pérdidas.-( CoJJI imutrá)
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172 BOLETiN :MILlTAlt
I D S
• PU:S:.IOO•
En todo tiempos y en todas circunstancias la paz y el orden
público iendo los primeros elementos de la eguridad, han debido
er el objetv preferente de atención para los legisladores y para los
gobernantes · pero cuando la anarquía ha desolado la N ación ;
cuando el desorden podero o y fuerte amaga por todas parte á la
·1ida y á la propiedad de lo ciudadanos; cuando la in eguridad amilana
todos los ánimos, y la deseen fianza tiene oprimida y ahogada
la industria,-el primer deber de Jo que legislan y de Jos que gobiernan
es indudablemente afirmar el orden público) y dar á la
eguridad una ba e olida que haga renacer la confianza. obre este
obj to, pue , debo llamaros primero vuestra aten ión; y al hacerlo,
todo encareciruient me parece pequeño para determinaros á que
consagrci ' 1 todo ue tros talentos y e fuerzos.
¿Deberé deciros que el 0rden públic ha sido subvertido en
todas las provincia de la República, y que la más ruinosa anarquia
ha despoblado y cubierto de vilipendio la ación? Ya la form
de este escándalo no sólo ha recorrido la América, ino que,
pa ando los In ares, h llevado nuestro descrcdi to hasta donde ha
ido nuestro nombre. E~ta sería la oc sión de bosquejar el cuadro
de debilidades, perfidia , traicione y crímenes de toda e pecie que
e nstituycn este vcrtigo que como un incendio voraz acaba de
re orrer 1 extcnsi ón de la Repu blica ; tam bien debed a aquí
exhibiro los hecho de l~altad y de patriotismo, de 1nagnanimidad
y df~ valor que han sal ado la in ti tucione , y sa . do el país del
abi mo en que e viera sumid ; pero ni quiero excitar vuestra indignacion
por aquellos horrores, ni creo nece ario recordar á vuestra
gratitud lo genero os ervicio de los bueno , que la ación
jamá oh idará. ] u7 .. go ma oportuno eña1ar lo efectos de e ta fune
·ta revolución, y apuntar rápidamente las cau ·a que la han
producido.
FEC ros DE L ,\ EVOLUCIÓ '-Aunque todos o otros cono-
"i muy bien Jo efecto de la revolución que acaba de:: pasar, y que
cr.in lo mi m cada cz que se rcpit , creo oportuno traerlos
1 ta; nunca ser" perdido el tiempo que e consagre á reflexio-
De 1.:~ E.rpo ir.1ii11 '1"•' d St rr tario d.· R.~lmlo ..,, el !),• pnr.Jw ti lo lnll•t·ior U Rt•lnciom
· B ·t, rwrr.s del Gul•it nw d · lt1 'uec•n (iranmla. dírí io al Congr<.-so on titucion.
l n el año d~ r .¡.z, r produc:imo e te pnm r apitulo aubr. y.:1nd 1 r ~~ que
mc:tCCt'n :tlención · pcci 1, por sc:r !;1 p:ígin 1 m: o compl·ta sctita entre nosotros aotire
filosofía de la gucrr. que h.m tenido el p:u por teatro. )' \:Onstitu\'C, 1 or lo mi,mo un
pról go obligado de nue lra 1 ri toria mili t. r moderna. ~ . 1
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BOLETfN MILITAR 173
nar sobre los estragos que producen las revoluciones, y de los cuales
hemos procurado s1empre apartar nuestra consideración. La
revolución ha sido destructora y fune ta des de ante de haber aparecido
. El primer paso de lo que especulan en de. ó rdene es engañar,
seducir y corromper; calumniar á Jo magis tra dos honrados,
atraer el desprecio sobre los hombres de bien, ensalzar y hacer
valer á los perversos que deben servirle de in trumento, propalar
los dogmas de la inmoralidad y de la anarquía, de popularizar
los principios de orden y de e5tabibilidad, hace r odioso el yugo
de la ley, presentar como una ignominia la obediencia á los i\llagistrado
·, sembrar la divi ión y la discordia en la familias y en
los pueblo , embarazar toda mejora que la autoridad intente para
que no gane voluntad ó crédito, comprar con los interese públicos
]a amistad de cualquier hombre influyente, patrocinar las pretensiones
más injustas para atraerse partidario , hacer de la facultad
legislativa y de la justicia que cae en sus manos un valor permutable
que e da á cambio de servicio para derrocar el orden
público. A 1, cuando la rebelión estalló, ya lo manejos sórdidos
que la preparaban habían hecho funesto estrago3.
Dado el grito de rebelion, los primeros actos han sido el saqueo
de las rentas publicas, de los parques y bienes nacionale ,
ultrajes y per ecuciones á los ciudadanos má honrados y fieles,
exacciones arbitrarias }' violentas, la sati facción de las venganzas
personales que tenía en mira cada uno de los perver os que representan
en estas criminale farsas . Callan desde luego toda las
leyes; cesan todas las con ideracione sociale ; ábren e las cárcele
y Jos presidi0 , y reo cubiertos de crímenes y de infamia toman
nombres de autoridades, unos se divi an de jefes y oficiales y otros
remedan jueces ó magistrado ; pero cada uno en donde e ha11a
ejerce para con el pueblo pacífico la pl~nitud de un poder in límites;
como iempre andan envueltos en esto desórdene hombres
de colegio, mezclan en sus torpeza y excesos 1gunas voces de
política que la chu ma que la proclama e tá muy di tante de
co1nprender. A esta detestable bacanal llaman u actores ce libertad,,;
y ciertamente no puede di putár eles que son ellos entonces
los hombres má libre del mundo; ninguna acción les es
vedada; el pudor de las matrona y de las doncella e ta " su di·creción
las propiedades y la vida de lo demás dependen de su
voluntad no hay ley ni freno que ponga trabas á u libertad. En
alguno ~untos e to exceso han ido moder do por el carácter
de la persona que ejercían influencia sobre lo ublevados; y
porque la propia f>cguridad exig1a regularihar el delito; pero en
todas partes d despotismo milit({r es la conucuauia nccesarÍtl de la
subvtrsión de·/ o1·duz .
A la sublevación se siguen luégo lo apre tos para so tener el
crimen y extender d de orden . Empiezan la l<:vas y reclutamientos
lo pac1licos la bradore tienen que abandonar su f: mili a, u
}ab~anza y ocupaciones J huír a los n10ntc j paran los trabajos de
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174: BOLETíN MILI'l'AB
la agricultura y de la minería, piérdense cosechas enteras, y arruínanse
co tosas y lu rativas empresa ; las ingentes su~s que representa
el trab jo produ ri~o dt! ~ nto ho~bres labonos?s reducidos
a la ociosidad por la · 10len 1a, son perd1das para la nqueza y
prosperidad de la Tación . Las tropel!as, ... eja iones y ~ltrajes q~e
á pretexto del reclutamiento se prod1gan a las de ... grac1adas familias
de quello hombre inocentes y p cífico , apenas son creíbles
para lo que han tenido ocasión de observarlo . Muchos de esos
infelices, expuestos súr abrrgo á la incl nuncio del tiempo, acosadas de-l
hambre y de lo miseria en los bosques ó en los paramos donde huyen,
co11traen enjn·medades penosas que los invalidan por toda su vida . No
hay nada más capaz de excitar una profunda indignación contra
los que promueven el desorden y fomentan Ja revolucione , que
el espectáculo que ofrecen en los campos la pri cione , lo iufriInientos,
la angustia, el de amparo y 1 dolor que oprimen á tántos
centenares de t milias de ~ dichada , cuy ubsistencia dependía
del trabajo de un padre, de un h1j ó de un hermano, que huyendo
de la persecución h abandonado la tierra, ó lo que es más común,
que arrastrado como un riminal, in otro delito que ser inocente
y desvalido, ha ido á perecer en un e mp de batalla, ó bajo la
influenci de un clima encmig , par sati facer la ambición 6
defender la depred ciones del audaz demagog , que lleva su descaro
ha ta llamarse el defensor de lo· derecho· del pueblo.
1 bierno e ve f rzado á levantar ejercitas para sostener
el orden y rest blecer las leyes y 1 seguridad; nece ita tambien
hacer reclutamientos, y aquellos enormes male se duplican . La
voz sol de reclutarntcnto derratna en los campos la alarma y la
desolación : las calamidades más duras, las epidemias más devastadoras
so11 menos sensibles para los agricultores que un ralutamiento;
y sin embargo los ufrimientos de t ntos miJlares d granadinos,
caso 1 m yoría nacional, no han sido ha ta hoy un elemento que
haya pe ado b stante en lo cal ulos de mucho habitante de 1 s
iudadc que redact n la, leye y dirigen lo~ negocio pu blicos ;
¿ qué h brán po~ido aler en el ánimo de lo autore de los desordenes?
lo reclutamiento íguen e la campaña , e decir, las incursion~
s de hordas inrlisci'plrnadas que arrasan todo lo que: invaden .
omo l s um arreb radas de 1 oficinas de renta y arrancadas
por la v10lenc1 " Jo ci ud dan o pasan oor lo general al peculio
d.c lo que figura~\ e mo jefe , l n1ontonera que estos t:onducen
uenen que ser altmentadas a co e de lo gricultore3. Los víveres,
lo· g _ 1 dos y 1 ballenas cstan á 1nerced de un enjambre de
ban<.hdos, que us n de estos bienes cotno de un legítimo botín de
g crr_31, creyendo e t n_to m s utoriz do p r apropi. rsel cuanto
~11a. h nr, do y pt cnot _es u duen : 1 per nas de algún
v lu tc.:nto uele~1 por me::d10 de m ños p ra on los jefe salvar
~n .P rte us hactenda ; pero par 1 dt:s lido 1 bradores no hay
ntmo; las pocas cabezas de ganad , y las e ballerí s que consti-
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BOLET.ÍN MILITAR 1'15
tuían su capital y que han sido e] fruto dcJ trabaj0 de toda la vida,
son arrebatado en un d.ía; y dc~graciados de ellos si se atreven á
reclamarlas . o son aquellos bienes los únicos obj<:.to de la raptna,
con frecuencia se ha visto esos hombres a altar las casas
de los ciudadanos, y entregar al saqueo un pueblo entero; la capital
de la República estuvo amenazada de este azote.
(Continúa) MAkiA ' O OSPINA
Guerra hispano americana . Principian á aparecer en los periódicos
importantes artículos sobre esta lucha, que no ha hecho sino
confirmar la exactitud de las teorías sobre la guerra moderna, deducidas
de la naturaleza misma de las cosas. En pri1ner término
e os e tudios ponen de relieve la impotencia lamentable á que se
reduce un ejército de provi to del esptritu de iniciativa y de ofensiva,
y que llega á creer que la habifidad con iste en evitar al enemigo
y el valor en hacerse matar sin provecho. En segundo lugar
la superioridad de la coraza y el calibre del cañón sobre ]a veloci dad
: la bala se encarga de compensar las diferencia de velocidad
y Jos torpederos son inofensivos para barcos que se guardan
debidamente; y que en los buques de guerra no puede emplearse
la madera ni en el interior, so pena de provocar incendio . .En tercer
lugar, las economías exageradas en tiempo de paz, que no dejan
instruír las tropas ni preparar su rápida movilizacion, e pagan
con creces con la derrota tn el campo de bata1la y el pago de enormes
contribuciones de guerra. En fin, el triunfo de los gruesos
batallones sobre los debile , á igualdad de c muert~
para el aclver ario que en el se aventura llevado por el heroísmo
cuando ignora lo que valen en la guerra la superioridad numérica y
las maniobras.
Rusia. Preocupada con las ningunas cualid<~cles ofensiva de
su frontera orient 1, no oh tan te que avanza como cuña entre Prusia
y Austria, trata de eorrcgir u defectos consrruyendo ferrocarrile
e trategicos, organizando punto-s de apoyo p ra las tropas y
e ncentrando alh el mayor numero po ible de e:stas desde tiempo
de paz.
Alemania. H resuelto que en sus tropas coloni les (de Africa)
en ningu~ caso un milit r alcm n quedará á ordenes de un
negro, cualqu1er que ea el grado de e te.
Japon. La actual marina de este imperio, que rece y mejora
día por día, es a lc:t fecha muy uperior á cualesquiera de las escuadra
que lo europeo mantienen en el extremo oriente, y está
re p ld da por JOO,ooo old do rmado é i 1struidos, lo mi mo
que los alcmanc ó los fran e es. El imperio del Sol levante es,
pues, la primera de 1 s potencias de egundo orden.
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Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año III N. 94", -:-, 1899. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691011/), el día 2025-12-19.
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